Reconocimiento Nacional a GACETA VIRTUAL

Reconocimiento Nacional a GACETA VIRTUAL
Feria del Libro Ciudad Autónoma de Buenos Aires-Año 2012

Rediseñada para ofrecer una mayor difusión de la escritura en castellano.

Dirección: Norma Segades - Manias
directoragaceta@gmail.com

GACETA LITERARIA Nº 118– OCTUBRE de 2016– Año X – Nº 10



Imágenes:
Homenaje a Harley Brown (Canadá)

PÁGINA 1 – REFLEXIONES

EDUARDO GALEANO
(Uruguay/1940-2015)

DEFENSA DE LA PALABRA

10.

No comparto la actitud de los escritores que se atribuyen privilegios divinos no otorgados al común de los mortales, ni la actitud de quienes se golpean el pecho y rasgan sus vestiduras clamando el perdón público por vivir al servicio de una vocación inútil. Ni tan dioses ni tan insectos. La conciencia de nuestras imitaciones no es una conciencia de impotencia: la literatura, una forma de la acción, no tiene poderes sobrenaturales, pero el escritor puede ser un poquito mago cuando consigue que sobrevivan, a través de su obra, personas y experiencias que valen la pena. Si lo que escribe no es leído impunemente y cambia o alimenta, en alguna medida, la conciencia de quien lee, bien puede un escritor reivindicar su parte en el proceso de cambio: sin soberbia ni falsa humildad, y sabiéndose padecido de algo mucho más vasto. Me parece coherente que renieguen de la palabra quienes cultivan el monólogo con sus propias sombras y laberintos sin fin; pero la palabra tiene sentido para quienes queremos celebrar y compartir la certidumbre de que la condición humana no es una cloaca. Buscamos interlocutores, no admiradores; ofrecemos diálogo, no espectáculo. Escribimos a partir de una tentativa de encuentro, para que el lector comulgue con palabras que nos vienen de él y que vuelven a él como aliento y profecía.


PÁGINA 2 – NUESTRA POESÍA




HÉCTOR BERENGUER
(Rosario-Santa Fe-Argentina)

SUEÑO HINDÚ

Cantinela de oración  junto al gran río,
el tiempo es agua ,
la vida dos orillas
y un torso desnudo herido de éxtasis.

Ávidos construyen templos,
abejas ebrias de dios
le entregan té, flores, leche, pastel de arroz,
dan para recibir lo que no tienen.

Máscaras que hablan a otras máscaras
rojo, blanco y azafrán
entre saludos reverentes
estanque con lotos rosados.

Traqueteo del ferrocarril
como un mantra interminable.

Monos sagrados,
elefantes sagrados,
vacas sagradas,
hombres sagrados,
todos por el mismo motivo.

El tiempo retrocede
y se come a sí mismo
genera la ilusión
de que estar vivo
es ser espejo,
cielo,
barro fértil,
nube,
madera perfumada
que se quema.    


VERÓNICA CAPELLINO

(Felisa-Santa Fe-Argentina)

EL ADIÓS DE LOS TRENES
I
En este pueblo
extraviamos hace rato
nuestras sombras.
Los más viejos atribuyen la pérdida
a una conspiración de pájaros airados
por el asesinato de los eucaliptus
que bostezaban sombras húmedas
sobre la soledad del hospital;
estos viejos dicen
que los pájaros se llevaron
sombras de casas, de gentes, de utensilios,
con las sombras
de los eucaliptus.
Para otros,
el último tren
con su afónico silbato de exilio
cargó vagones
de sombras humilladas
que agitaron
pañuelos amarillos.
II
La vieja estación
es ahora una gran casa de lechuzas
que chistan, convocantes,
a una verde luna de tragedia.
Como elefantes cansados
los trenes dieron con sus huesos
en las vías muertas
y verdean a la luz lunar
que riela y riela
hasta requisar la nada
en los andenes.
Aquí no hay aire.
Por eso se escuchan
voces de otros tiempos

RUBÉN VEDOVALDI
(Capitán Bermúdez-Santa Fe-Argentina)

LOS PÁJAROS MAÑANA

todavía está muy oscuro aquí abajo
hace mucho frío y la soledad es enorme
casi pareciera un sepulcro todo esto
a simple vista no se ve
pero hay un sueño
arde un sueño creciente inarrancable
ojo salvaje sí
neurona libre
a simple vista todo es cada vez peor
o siempreigualdemalynuncacambiará
pero el jaulón es viejo
tiene herrumbre
los pájaros que rompen el cascarón
son cada vez más
cada vez más
cada vez más pese al silencio
casi no tienen cielo los pájaros
no encuentran con qué alimentarse o donde trinar
pero hará falta un infierno
más grande que el sistema planetario
para tenerlos de alas caídas
un nudo en la garganta
pegados a la herida de su sombra
faltará espacio donde tenerlos atrapados
y tiempo para controlar a cada uno
un sueño anónimo crece y se expande
y faltará cemento
armado
para enterrarlo

ROSA LÍA CUELLO
(Cañada de Gómez-Santa Fe-Argentina)

DESCALZA DE TRISTEZAS

Descalza de tristezas
abdico primaveras que naufragan
en el esqueleto de tus huellas.
Recorro laberintos
que se amalgaman en la infinitud
de la mirada que gime soledades.
El destino espanta equinoccios
en la rueca ancestral de los sueños
que se revelan inconscientes
de los lirios clavados en mi carne.
Me ahueco en silencio
sabedora de todas las ausencias
que tu partida implica
y regreso al borde de las mutaciones
en el intento de entenderte.

JORGE ISAÍAS
(Los Quirquinchos-Santa Fe-Argentina)
 
A LOS AMIGOS 
No cambiaré a mis amigos
justamente ahora
cuando llegamos a un puerto tan seguro
como esta desesperanza continua.
No los cambiaré ahora
cuando el amanecer se aleja
y aquellas llamas altas no nos pertenecen
y apenas somos dueños de ese ocre
que nos roba el crepúsculo.
No cambiaré sus vicios, sus astucias un poco infantiles
ni sus preferencias por las mujeres hermosas el vino tinto
o las pasiones inútiles
—utopías enmarañadas de algas
ganadas por el óxido que termina
matando los barcos—.
No cambiaré a mis amigos
ahora, justamente ahora
que están cerca de saberlo todo
y nos hallamos junto al fuego
en esa cueva común
que hemos abierto entre todos
con las manos sangrantes
y que nos preserva de todas las pestes.
Si es cierto que —como dice uno de ellos—
somos los últimos que creímos en algo
no importa que no haya servido y todo se lo hayan
montado.
Por eso mismo, mis amigos han valido la pena.
Ellos saben que nosotros escribimos el principio de lo tiempos
y cantaremos el fin de las civilizaciones.
En el medio queda el tiempo de los políticos
es decir la contingencia
la estupidez
el sinsentido.

MARÍA LYDA CANOSA
(Casilda-Santa Fe-Argentina)

siempre nunca

siempre nunca habrá un primer plano de chicos
jugando a construir un castillo

mar con viento y la arena sal amarga tan a
contraluz como la maledicencia

ella empieza el cuaderno azul intimidada por los
debe y los haberes

encuentra en lo escrito razones para creer que se
es feliz ¿alguien puede asegurarlo? no tanto
ahora que lo abre para que salgan los
moluscos que se le incrustan cuando de noche
el mar se mueve

batido del agua motor oceánico a tres tiempos
que no para de latir

corazón sobreactuado por quien le adjudica
víscera al milagro de la vida   pero no

los mecanismos del amor   pero no

motor que bombea el agua que alisa las pisadas y
borra heridas del alma   te imaginarás que no de
todas   ella se extiende y espera ola sin
esperanza

estuvo aquí exactamente

en esta arena otra en este mar otro que va y que
va   recuerdo de lejano infierno de playas
idénticas   eneros cargados de aceite de coco y
esas lonjitas de la piel

por el temor de dios se bate el agua a punto de
merengue   maquinaria incesante nunca jamás
el mismo sol crece dos veces

la cuña del viento se clava y filtra zumbidos
hipnóticos por rendijas y grietas dactilares del
caparazón soleado

pájaro que sangra
ojo que castiga

miles de puñalcitos uno al lado del otro clavados
con total prolijidad

así es el mar   guarda la memoria y deja que
uno sea   siempre

atravesar macizos hormigonados y luego un
pastizal al ras y no encontrar las cavernas
no   no encontrar las cavernas de la infancia
sí ver olas desconocidas arena en disposiciones
caprichosas y un cartel oxidado cocacola

-¿Será idea mía, madre? (nadie puede contestar)

el hotel majestuoso enorme ahora se muestra
afantasmado
la fiebre hace ver los corredores vacíos con
puertas alineadas sin falleba

el resplandor del resplandor del brillo del brillo

-Pero no.

PÁGINA 3 – NARRATIVA

MÓNICA RUSSOMANNO
(Santa Fe-Argentina)

LATIDOS

Cada pueblo tiene su propio ritmo; su ritmo de caminar, de trabajar, de poner la mesa. Los movimientos les son propios como lo son el lenguaje y la música, ese otro lenguaje que quizás venga de la gente, quizás de la tierra y del paisaje que brinda.
En Japón he visto las artes marciales que se repiten en la forma de golpear los tambores, de bailar esas danzas que aúnan la lentitud y una contenida violencia, en los sonidos breves y guturales. La misma tensión entre lo estático y la rapidez extrema. Las enormes banderas son agitadas por figuras inmóviles, la precisión de las ikebanas de proporciones perfectas, la belleza de los jardines, la posibilidad siempre del horror y sin embargo la infinita paciencia; la habilidad aprendida, ejercitada y trabajada de un hombre que mezcla la tinta, que con un pincel escribe, dibuja, pinta la palabra como quien hace una señal definitiva. Hay un ritmo, una marca, un acorde que abarca cada cultura y le imprime las notas y los silencios.
Una mujer daba a luz. Rodeada por su hijo, su vecina, su marido, daba a luz. En el suelo estaba la mujer, sobre un colchón delgado. Ella misma pujaba con un canto rítmico, todos la acompañaban y el acto de dar la vida de traer la vida era una canción. El niño encontraba el aire y el afuera traído, recibido, acunado ya por las voces y los sonidos que lo arropaban y le daban desde el inicio el ritmo de su pueblo.
La canción rítmica que se repite en lo cotidiano. En los pasos retumbantes de las sandalias de madera sobre el pavimento, en el ritmo de la danza de cuerpos que se deslizan y de pronto acaban en una pose de estatua, en el ritmo vertiginoso de la oración que también es comunitaria, y que crea la epifanía del ritmo de la vida que se repite circularmente.
Cerca del suelo, siempre. En comunidad. Y serán las sandalias, el martillito de metal que guía los rezos, los pujos de una parturienta; será la música, el ritmo, será la vida la que marque sus compases.
Y mientras tanto las historias son las mismas historias. El que muere, el que nace, el que crece y cambia, el que de pronto conoce una verdad oculta.
Así como imagino una voz distinta para las diferentes multitudes, una melodía propia para los paisajes de montaña, para los lacustres, para la selva. Así como los ojos rasgados del oriente y los ojos acuosos del norte.
Así como el sustento con maíz y batata o con arroz y verdura. Así como el sentido de lo cíclico o la creencia en una direccionalidad en la historia.
Así como todo eso crea culturas diversas, los ritmos se ajustan a los pueblos, los expresan, los definen.
Y con su propio ritmo todos los seres humanos bailan, nacen, mueren.
Sinfónicamente algunos, algunos discordantes, algunos solos. Todos, todos, llevando los compases heredados, aprendidos, amados u odiados. Cantando, si tienen esa fortuna, su propia canción.


PÁGINA 4 – POESÍA ARGENTINA: BUENOS AIRES

MARTHA OLIVERI
(C.A.B.A.-Argentina)

ANA FRANK

Yo soy la que ha muerto
más de una vez.
Aquélla que la historia
ha blasfemado.
Canto desde el abismo,
mi boca lleva vientos
de un pájaro extinguido
que sin embargo emerge.

GITO MINORE
(C.A.B.A.-Buenos Aires-Argentina)

“fuego en el pecho”

DESEO.
 
Que te aparezcas de la nada,
que no tengas más excusas
que ser parte de un milagro.
Que me sorprendas
con tanto imprevisto.
Que te acerques hacia mí,
que sólo te haga falta
desplegar tu mano mágica
sobre mi espalda rasgada
para que todo
comience a tener sentido,
sentido tenerte.
Que me suspires
cerca del oído
y sólo digas ya era hora
desde ahora no más demoras
y, sin que llegue a escucharte,
ya tenga tu boca
sobre mi pecho
tragándose mis latidos tuyos.
Que nada te detenga,
ni mis súplicas
ni las del destino.
Que sólo seas vos
esta maraña de sensaciones
hechas de ilusión y realidad
y te metas en mi cama
y me arranques de esta trampa
atándome a tu engaño.
Y, una vez que me derritas,
ya no seas fantasía,
para que mañana,
cuando intente despertar,
no seas sino vos
la que me sirvas
el desayuno
en medio del sueño.
Y yo ya no necesite
recortar pedazos de pasados
para consolar
mi presente sin futuro,
sino que sea tu existencia
la única medida de tiempo
que rija
la eternidad
que depare el hecho
de vivir bajo el amparo
de tus alas,
sobre tu calor
de tus labios,
y al lado
de tu cuerpo de mujer
durmiendo en el mismo
colchón que yo,
corazón.

LAURA YASÁN
(C.A.B.A.-Buenos Aires-Argentina)

TRACCIÓN A SANGRE

cargo en mi cuerpo una mujer inválida que baila cuando duerme
trenza el cabello blanco de la muerte para ganarse su favor
como una novia ciega que deba conformarse
con la corta memoria de sus dedos
                              despierta cuando miente
lleva un cascote atado a la correa de la lengua
va removiendo un surco tras de mí
una continuación que me persigue como una cola de chatarra
                              se enciende cuando callo
cargo su enfermedad en la penumbra de mis huesos
                      su equipaje de anemia
                      su andamiaje de circo
la quiero al otro lado pero el puente se ha roto
la primera mitad no le interesa
la segunda es negada
vuelvo sobre sus pasos cada noche
para ocultar la huella cada día
como el guardián de un ancla que se oxida
un perro encadenado a un desierto de vidrio
lamiéndose la sombra.

JOSÉ ANTONIO CEDRÓN
(C.A.B.A.-Buenos Aires-Argentina)

(SIN TÍTULO)

No amo mi patria.
Su fulgor abstracto es inasible.
Pero (aunque suene mal) daría la vida
por diez lugares suyos, cierta gente...

José Emilio Pacheco; (En el poema "Alta traición")

Bajo tiempos difíciles y noches cerradas
te he soñado. Fui un impostor de luz para esa claridad que no toleras.
Tu anuncio es invisible como el amor que llevas
y que traes de mi piel. Y no te reconozco
más que en viejas traiciones.
Lo digo sin pedirte perdón, sin pedir nada.
Y sin embargo duele.
No podría desear la salvación sin vida. Ese poder.
Y también, sin embargo, no oculto lo invisible
del cómplice que traigo. Fantasmas que nos diste
para estrechar tu vieja geografía
de mártires y sombras.
El gesto recorrido con la misma mirada acorralada
vacila hoy como un ciego, en el cordón de un país desconocido

CLAUDIA AINCHIL
(C.A.B.A.-Buenos Aires-Argentina)

RÁFAGA 

lo solemne
un trono imaginario
poderoso gruñon en archipiélago
las mentes haciendo reverencias
como si fuera verdad
es rancio
huele mal
tras una esquina geográfica
alguien espera
desnuda su alma
por la ventana el humo del cigarrillo se desprende
en el parto cotidiano el alma va
y viene
ráfaga ráfaga
ráfaga
sin cánones

MÁXIMO SIMPSON
(C.A.B.A.-Buenos Aires-Argentina)

LA BALA PERDIDA

Vibra en la contingencia,
y es casual, improbable,
aleatoria, fortuita.

Nadie sabe su origen,
la fuente o arrebato que la impulsa;
acaecer absoluto,
triunfo y esplendor de lo instant
áneo,
una bala perdida atraviesa los jardines,
destroza las ventanas, desbarata la siesta,
los gestos, las conversaciones.

Aunque es favorita del azar,
y ambiguo su destino,
ha elegido su meta,
y sin ira, sin odio, sin amor, sin tristeza,
llega certeramente al coraz
ón.
PÁGINA 5 – NARRATIVA

PAULA BOMBARA
(Bahía Blanca-Buenos Aires-Argentina)

DE MUJERES

Hace diez años y dos días salí a cenar con mis amigos de toda la vida.Fuimos a un restaurante especializado en pescados y mariscos que está en el centro de Buenos Aires. Pedí salmón a la parrilla, a pesar de que uno de mis amigos me azuzaba diciéndome que el salmón adelantaba el parto.
(Ese es un detalle: hace diez años yo estaba cursando mis ochos meses y medio de embarazo.)
Yo le respondí que entonces me pedía dos, porque mi panza era tan fantásticamente redonda y gigante que ya daba impresión; parecía que en cualquier momento iba a desprenderse de mi cuerpo, como si fuera un líquido espeso. Y yo quería conocer a la ocupante del globo.
Ahí adentro, oronda y con sus ritmos definidos, estaba mi hija. Conectadas de un modo tan profundo que me alegraba cada día. Era un embarazo completamente diferente al anterior. Más molesto por las náuseas, quizás, pero tan, no sé... diría femenino, porque la intuí mujer muy pronto.
Mujer y desconfiada: la sentía moverse y moverse cuando estábamos solas, y prestar atención en quietud cuando alguien más estaba conmigo. Se pegaba a mi columna cuando alguien me tocaba la panza y se relajaba cuando llegábamos a casa.
Desde el quinto mes de embarazo hasta que largó la teta al año, se despertaba a las 3 y media de la madrugada para comer. Y yo también, para que ella comiera. (Es el día de hoy que cada tanto a esa hora me llama porque no puede volver a dormirse y tiene sed.)
Yo le cantaba, le leía, la arrullaba; ella me daba pataditas.

La cuestión, en síntesis, fue que el 30 de octubre, 10 años atrás, me convertí en madre de una mujer, que es muy diferente a ser madre de un hombre.
Ser madre de una mujer es otra historia.
Ella es mi compinche y es mi crítica más aguda. Me marca los errores de modo lapidario y sonríe con una luz única cuando me ve contenta. Me consuela y se preocupa por aliviarme la vida cuando me ve triste. Me hace chistes y me engaña. Se ríe de mí y se ríe conmigo. Me toma el tiempo que tardo en hacer cada cosa. Me recuerda mis promesas. No me deja pasar una. Me perdona cuando me equivoco y me pide perdón cuando se da cuenta de que se equivocó. Dice "ups" si la pescamos en una mentira y hace una sonrisita que nos desarma. Ella y yo nos enojamos profundamente, peleamos, nos fulminamos la una a la otra con nuestras miradas claras. Bailamos y me dice que no canto tan mal, después de todo. Desde que tengo más de cuarenta, soy vieja pero linda. Me detesta cuando me voy de viaje y me abraza más que nadie cuando regreso. Y yo caigo y caigo y caigo en sus encantos. Adoro el momento de las mañanas en que ella aparece, recién despierta. Tiene algo de mágico verla ensoñada. Fuera de casa, es tímida y calladita con los desconocidos; charleta y simpática con sus amigos. Dentro de casa es ella, intensamente ella.
Es dramática. Es rotunda. Es alucinante.

 Hace pocos días leí varios comentarios sobre la maternidad y la decisión de no ser madre. Es tan íntima como cualquier otra decisión que involucre el cuerpo.
 Tengo amigas muy queridas que no han querido ser madres y ese deseo es tan profundo y genuino como el mío de querer serlo.
No entiendo los cuestionamientos que les hacen y tampoco entiendo que cuestionen el modo de ser madre que yo tengo. No hay que dar explicaciones de porqué se desea tal o cual cosa para el propio cuerpo ni porqué se procede en consecuencia. Porque a la maternidad hay que ponerle el cuerpo tanto como al embarazo. Hay que estar. Y ese estar no se acaba cuando la publicidad de la mamá perfecta se termina. Hay que estar aún en momentos en que una quisiera no estar, y las cosas no suele salir del modo que te dicen. Sale como todo, con errores. Eso, creo yo, es biología pura: somos seres imperfectos que parimos y críamos seres humanos, es decir, que no serán como soñamos. Serán, nomás; y bancar su ser es el desafío constante. Y una puede no querer pasar por todo esto. Y punto.
Leía esos comentarios y pensaba qué deseará mi hija cuando crezca. Y si seré capaz de acompañarla en lo que decida. Me encantaría decir que sí, que seguramente lo lograré. Que la libertad esto y lo otro, que la maternidad esto y lo otro, que blah y que blah. Pero no lo sé. Lo que probablemente haga, intuyo, es decirle que tiene que seguir su deseo. Y ponerle el cuerpo a la conversación o al silencio que nos salga.

Hoy tiene, recién, diez años. Y pasamos el día en un lugar que adora. Una quinta llena de verdes.
En un momento, ella y mi madre se apartaron del resto, decididas.
Vi que hacían barro y, con el barro, cuencos.
Me quedé mirándolas.
Verlas era ver el cuerpo del que salí y el cuerpo que hice crecer y nacer.
Verlas era sentir esa cadena invisible que plantea la genética.
Me sentí el puente necesario para que esas dos mujeres tan increíbles se conocieran.
Me sentí feliz de estar ahí, observándolas desde lejos.
10 años de madre y 43 de hija para ser testigo de ese momento de sol y de verdes y de abuela y nieta amasando esa tierra juntas.
10 años de madre de ella... mi mujer preferida.



PÁGINA 6 – POESÍA ARGENTINA:  ENTRE RIOS

JUAN MENEGUÍN
(Concordia-Entre Ríos)

BAHÍA GANSO VERDE 

Así descubrirás ahora
—es probable— todos estos cielos
esa materia donde golpearan,
como sobre una diferente trama tantas pulsaciones
—latido y corazón de la vieja tierra—
diluidas, siempre diluidas hacia otra sustancia,
aquello en que desde extraño futuro
habría de ser el recuerdo de tus pasos en las arenas,
la textura de renacido mar negándote las huellas
y un viento de yodo sobrevolando poblaciones litorales...
Y sin embargo, nadie
 —lo sabrás mil años más tarde—
dará testimonio de esta costa,
de ese pueblo de pescadores entre la bruma lejos
donde la fritura de pescado exige una sed de cerveza,
en esos bares donde nadie dará testimonio sin embargo
cuando tus pasos sorprendan risas de amantes entre las dunas,
el tridente de rocas que se interna en la noche marítima,
el airecito como irresponsable
que oculta revela oculta las estrellas del Atlántico,
y aquellos viejos bares de madera despintados
que están como llamándote,
como llamándote aquellas mujeres frívolas y elegantes
que regresan a sus whiskys de atardeceres lentos,
 al lino blanquísimo, la finura del gesto,
y aquella conversación sólo murmurada y cómplice...
como llamándote esas marinas
cuando los pescadores de sarda habrían de volver
desde la ínea de las ochenta brazas... 
pero salvo esas metalurgias
retorcidas y devoradas por el salitre,
—pesqueros encallados donde aún persista el viento
jirones hilachas de óxido robados lentamente—
salvo aquellos pájaros tardíos en el crepúsculo
nada podrías alterar, aunque rompieras la mirada,
esos relojes curvados de la relatividad
que dejaran escapar un tiempo de muy lejanas aguas,
poco podrás salvar de tanto naufragio,
apenas un camino entre colinas en la niebla
y toda esa niebla como distancia inasible a cualquier fortuna
seguir y seguir, pese a todo, resignado en invocar el milagro,
la llegada de alguien
olores familiares que regresen desde olvidadas lloviznas,
esa calandria que vuelve a cruzar hacia los árboles de más allá
y el mismo viento-mundo que en la noche de Punta del Diablo
nos habría de traer todas las estrellas del Sur
y el mundo como recién nacido,
cuando las huellas de tus pasos en las arenas
y el mar como negándote las huellas,
salvo todo eso, nada habría de alterarse
aunque rompieras la mirada
y tus pasos regresen a la calle de los bares
cuando un relámpago helado viene hacia el lado izquierdo de la visión
y es bruma de camarones acribillada por sola ráfaga de Mirages,
plateadas líneas de flotación perforadas sobre el frío
y entre el frío pobres pastizales resistiendo
sin embargo al viento que jamás descansaría los ojos de quien llegara
para descubrir tanta soledad en aquellas colinas,
en aquella bahía Goose Green,
donde habría de andar como un resplandor de aluminio
 buscando una cabecera de playa
con infantes muertos en el oleaje,
y en la bruma enrojecida un silbido de rockets
regresa como un reloj discontinuo en una mente enferma,
como el surco quebrado en medio de la fanfarria,
como una lección tonta repetida de memoria,
regresa como una generación intolerable de fractales,
como el engranaje donde falla un diente,
como buscando desde un chip averiado
un pueblo de pescadores y el Atlántico bajo la noche
y una playa donde siempre estarás volviendo
 a las huellas de tus pasos en las arenas
y al mar que seguirá como negándote las huellas.  
(De: “Religión de Misterios”)
                                                                                                            LILÍ MUÑOZ
(Victoria-Entre Ríos)

ÁRBOL POLVO DE LUZ

Reverbero de grises y  esmeralda
atardecer sauzal entre alamares
ribera en Patagonia
en raíces de sur
está creciendo
árbol del norte
aquí
azul y polvo
menuco
rizoma de los mares
un otro árbol
nadie lo ha mirado
ni ve
solo yo
nosotros
fugaz nidal
tus ojos
refugios pendulares
árbol de luz el árbol
esfumó
transmutó en nieblas y ranura
caudal huecuvu
demoró en el desierto
vos y yo
hambre de azahares
encintrados
sorbimos la derrota.

MIGUEL CARLOS GONZÁLEZ
(Concordia-Entre Ríos)

SIESTA SIN ÁNGEL

Al calor de la siesta nos juntamos
silbándonos de lejos.
Nada nos inquietaba
porque uno se acordó que la monjita
durante el catecismo
había dicho que Dios estaba lejos
“allá en los cielos”.
Y si Dios ni nos mira- dijo el Vago-
ya nos podemos ir hasta el arroyo
sin que nadie nos rete.

Como Adanes tostados
saltábamos al agua (chapoteo, risas, gritos)
En nuestro imaginario
éramos tararira, yacaré, palometa…

Y todo era jolgorio, hasta que Támaro
resbaló en una rama humedecida
y cayó, desarmado, desde el árbol.
Primero lo aplaudimos. Al ver que no salía
varios nos zambullimos a buscarlo
y cuando lo sacamos entre cuatro
ya estaba casi azul, pero pudimos
hacerlo respirar. Quedó muy quieto.
Un pesado silencio nos nubló la alegría.
Nos volvimos callados.
En el camino el Gringo preguntó
¿y en dónde mierda estaba el ángel de la guarda?
Le respondió Mosquito: tal vez nos ayudó
de abajo ‘el agua…por eso no lo vimos…
Los demás no quisimos discutir su confianza
y ya no hablamos más.

MIRTA GAZIANO
(Diamante-Entre Ríos)

ALLÍ ESTARÉ

Camino, si
quizás no lleve tu ritmo
ni tu misma dirección, pero camino,
y mi andar en nada se parece
solo crece con la necesidad natural de darlo todo.

Para seguirme
busca mi estrella
ella podrá guiarte
o las huellas que seguramente voy dejando.

Para seguirme
procura escuchar al ruiseñor que me acompaña
ve los cúmulos de nubes que me envuelven
déjate acariciar el rostro por la brisa.

Fíjate en la luna estriada de la lluvia
que felizmente me secunda
ve los montículos de arena blanca
donde quedan las huellas de mis pies descalzos.

Verás rastros de líquenes en frondosos bosques
y un abra,
¡ah!, un abra formidable
apertura desde lo alto
cumbre estelar tocar el cielo con las manos.

Ventana abierta sin marcos ni persianas
espacio abierto
estremecedor estrépito de vida
allí festejaremos el encuentro
¡allí estaré!.

MIGUEL ANGEL FEDERIK
(Villaguay-Entre Ríos)

ACUÉRDENSE DE FORCLAZ.
-Al fin San José, iustisima tellus.
Canaan sin ajenjos ni gamuzas para los hijos del Valais.
Tributaria de Urquiza, ese lejano general,
señor de saladeros y palacios, afecto a las mujeres
y a los oropéndolas de los carnavales venecianos.
Al fin la tierra, estas colinas brunas, mansas, moras,
con los lamparones del cobre pobre de sus pedregales
y este río que desciende de canteras de nubes y cristales
y no de esa caverna de leyenda y sin auroras,
que habitan espejismos, pájaros, caracoles.
Aquí levantaré mi molino: en esta altura casi azul de la
campiña. Yo he soñado, tal vez, con estas arboledas.-
-Notre fr
ere, pardon, nuestro hermano Forclaz, q.e.p.d.,
es un enviado del infinito y su misericordia.
Él ha venido a convertirse en un mártir ignoto
Y destinado a hacerse sombra en estas pampas insólitas.
Al arrojarse desde la atalaya
de su sueño de piedras con velámenes,
se ha hundido para siempre en el infierno,
pero quizás amó las sementeras, que ustedes sólo labran.
Su tumba le pertenece. Yace en paz
en medio de lo que le fue adverso.-
Cuando sople el último viento, el viento capaz
de mover estas ingenierías inconclusas,
estas aspas remisas al poder de la trigonometría,
acuérdense de Forclaz
,
sus inmensos ojos puestos en la bóveda
como un gozante periscopio ensimismado,
sólo vieron el logaritmo de los amaneceres en Capricornio,
y una bonanza de golondrinas con su duelo sin labores.
Un día, levantó sus manos de las cremalleras
y las escuadras y las espigas, sobretodo las espigas
que lo herían con el oro de sus agujas derrumbado
y se preguntó: -¿Por qué el viento, Dios mío, por qué el viento?
La respuesta duerme entre estos cirios sin bendecir.
Ha muerto de espanto ante la magia.
Va cesante de ángeles por el aire quieto. Cuando escuchen la pavura de los antiguos
sobre esta Terra incógnita, acuérdense de Forclaz.
Mackandal y sus tambores, acuérdense de Forclaz.
Alfinger y su flecha, acuérdense de Forclaz.
El águila y los cedros, acuérdense de Forclaz.
San Brandan y la ballena, acuérdense de Forclaz,
el abismo y la serpiente, acuérdense de Forclaz.

SUSANA LIZZI 
(Gualeguaychú-Entre Ríos)

UNO MÁS…

Estaban en la calle, congregados
olieron muerte detrás de los escudos
el miedo les regó la sangre
…pero igual se quedaron.
Tras un escaparate de uniformes
la oscuridad cortaba puentes con cadenas,
pero ellos
tenían guardapolvos. Y creían.
Por eso la maraña de voces destempladas
reclamaba un después para las aulas.
Un detonar de sombras.
(¿Espantar palomas con metralla?)

Los que no se acobardan con las balas
salieron a recoger todos sus nombres
entre charcos helados de esperanza
entre la fe y la calle
vestidos de un blanco de cenizas
Y volverán mañana,
lo sostengo, por si acaso
alguien supuso que claudicarían.

PÁGINA 7 – AFORISMOS

J.M.TAVERNA IRIGOYEN
(Santa Fe-Argentina)

A Pablo, Alejandro y Mariano:
hijos tan queridos.

Eso de la paz del mundo, no es una utopía que los hombres inventaron para hacerse perdonar los odios. Más bien, es una fantasía a la que todos los días le agregan más espejos ilusorios.


Nada hay que reconforte tanto como un corazón esperanzado. Dentro del mismo, los dolores –sin dejar de ser dolores- acuñarán una aceptación mansa y reflexiva.


Hombre sin esperanzas, hombre ahuecado.


La alegría pasa por los labios más fugazmente que por la piel de quien se anima de ella. Porque la alegría no es la respuesta a un estado, sino la simple y llana fortificación del espíritu.


Buscar amigos a imagen y semejanza, equivale a reconocer el propio vacío de identidad.


Hay algo de angélico en la conceptualidad de la paz. Como si los hombres no supieran comprenderla. O como si, tal vez, hubieran olvidado el infinito regocijo de vivirla.


La obra de arte no enseña leyes: las aplica.


Todo principio de vida desarrolla una ética de la belleza, que comienza en una lección de comportamiento y arriba a una virtual filosofía de la acción.


Quién sabe por qué los niños juegan a la alegría. Quién sabe por qué los adultos conciben la falsa alegría del juego…


No hay definición para la amistad: cada amigo inaugura el rostro de una nueva esperanza.


Hay una alegría del humilde, que nada tiene que ver con la satisfacción del poderoso. En uno, el corazón es una fiesta transparente; en el otro, la soberbia oscurece el pensamiento.


No hay paz que no se alcance, cuando el sentimiento interior por construirla a través del amor hacia los otros (antes que a uno mismo) es verdadero.


La esperanza de cada día es lo único que puede doblegar la fría efimereidad.


Detrás de un hombre esperanzado hay siempre un espíritu manso, que alienta. (El rebelde jamás acepta los órdenes adversos de la vida.


¿De qué sirve la paz interior, sino para perdonar a los injustos y alentar a los caídos?


La esperanza es como el adjetivo de la fe. Hombre que no crea, difícilmente llegará a poseerla nunca.


El hombre simple adquiere, sin darse cuenta, una forma alegre de  mirar la vida, de contentarse con lo inmediato. Al hombre de sabiduría espesa, el propio pensamiento le bloquea ciertas naturalidades del amor, de la convivencia, de la receptibilidad sin análisis.


La justicia no está en el tribunal de las palabras.


La vida: ese después que no llega.


Otro es el peso del alma en la vejez.



PÁGINA 8 –POESÍA ARGENTINA: CÓRDOBA

LUIS ALBERTO AMBROGGIO
(Río Tercero-Córdoba-Argentina)

LENGUA DE FUEGO

He endulzado mi boca con el néctar de tus labios
con tu pubis de ninfa
y tus senos de mar

entre mis brazos se esparcen
al acariciar tus cimas
y el declive de tu cuerpo

donde me arrullo para perderme
por siempre?
y para siempre.

En esa miel de éxtasis
que baja tus laderas
paredes exquisitas
de humedad desbordante
llegaré al nacimiento
lo tomaré en mis labios
jugaré con mi lengua
en tu cáliz
de cielo.

He endulzado mi boca con el néctar
agridulce que está en lo sagrado
con la miel derramada en mi boca
de los labios de extraños placeres.

SONIA RABINOVICH 
(Barrio Villa Belgrano-Córdoba)

ESCRITO EN LA ESPALDA

(rituales para otra respiracion)

Un sudario que cubra los hilvanes,
que se adhiera al palimpsesto de la piel,
que sea encontrado
cuando ya no quede mas que piel.
Cuando seque la tinta de su mano.

I

Que no terminen estas letras
de escribir sobre la piel
en un idioma incomprensible y necesario.
Suben y bajan las espirales
que lo hicieron único
hasta retener el aliento
para que nada interrumpa
esta ceremonia silenciosa y entregada.

¿Qué hace que esos segundos valgan
sin ninguna palabra
más o por todos los que se persiguen en el ruido,
que ese silencio potencie sólo en gesto?

Mano que dice de un Dios mudo que lo vive,
que mueve sus dedos sobre la espalda en blanco.

CARLOS GARRO AGUILAR
(El Fortín-Córdoba-Argentina)

HAY UNA AUSENCIA LUMINOSA MOJADA DE DESEO

El verano partió y por la alcoba, insomne,
discurre tu fragancia.
Ángeles de almizcle y madreselva
para exhumar sobre la almohada
el vórtice escurrido del deseo.

Hay una ausencia luminosa que alimenta tu sombra.
Oquedad sin materia donde estalla tu nombre.
Cae una hoja, el gato se acurruca, lejos, un pájaro
enciende los metales de la tarde.

Y las manos aquí, hilvanando en el aire,
una caricia hambrienta,
descargando en las sombras
la insomne memoria de las yemas,
la dulce fosforescencia
que robó de tu cuerpo.

El verano partió y por la casa
hay una ausencia luminosa mojada de deseo.

SUSANA CABUCHI
(Jesús María-Córdoba-Argentina)

VIERNES

A fines del verano
crece marzo.
Los empleados municipales
construyen a Momo
de paja seca
enlazada con mimbres
y lo tensan en cruz.
Sobre una rueda
girará para su muerte
en la estación de trenes.
¿Qué hará Momo por nosotros,
qué obtendremos al castigarlo?
No otorgará salud.
No prometerá el agua.
No cubrirá nuestros campos
de trigo.
Pero lo han decidido
hace mucho.
Y asistimos. 

MANUEL LOZANO
(San Francisco-Córdoba-Argentina)

PROPICIATORIO CON UNA GENEALOGÍA DE LLUVIAS

Debajo de los tules viene el humo.
Detrás de las puertas me abrigo al sol
de un aliento que sube por mis días.
La memoria de las lluvias ya está aquí:
¿A qué invocar lo exhumado, escalofrío?
Las escamas rasparían el ácido lechoso
donde lees tu orgía, tu ágape, tu llanto.
¿A qué llamar a las matronas de la sumisión?
El miedo es una cerbatana que no arrojo.
El hambre, un río de sonajas vacías
en un cuerpo llagado.
Acaso la araña tenga sed sobre la tierra.
Esta lluvia feral borra las tumbas,
labra mi cuerpo de arder hasta el principio.
¿Es que atisbas un velado nombre bajo diamantes,
el sacerdocio líquido de tus hijos?
Oculto la negra pelambre en este manto.
Entonces mi boca –la habitada- dice
el boscoso amor y su desierto. 
Para Nélida Piñón 

TINA ELORRIAGA
(Córdoba-Argentina)

Me lluvia tu nombre milagrero
Me amanece el dolor como una rosa
Me espina tu dolor en todo el cuerpo
Se que a veces se empoza el día en una nube
Y los ojos sólo ofician de mandados
Nadie muere en el oficio del recuerdo
.

PÁGINA 9 – ENSAYO

SAÚL ÁLVAREZ LARA
(Medellín-Antioquía-Colombia)

MIEDO

Usted sabe, a mi edad, y a todas las edades el miedo es un compañero escondido pero llega un momento en que es necesario dejarlo, qué digo, no dejarlo, llevarlo con uno, acompañarlo para todas partes y mostrarlo. ¿Mí primer miedo? Cuando era niño, dos o tres años, un muchacho más grande, tendría cuatro años, apenas mayor que yo, me dijo que si moría en ese momento iría derecho al infierno porque yo era un pecador y como aun no estaba bautizado Dios no me había perdonado nada, ni siquiera el primer pecado. Ese día sentí un miedo que no me dejó dormir, solo cerrar los ojos y me veía rodeado de ángeles buenos y malos que se peleaban por mí como en la estampa del moribundo: la familia que lo llora a un lado del lecho, mientras diablos y querubines se baten por apoderarse de su alma en el otro extremo de la imagen detrás de los dolientes.
Nací en una familia numerosa de esas donde el miedo es una necesidad; de esas donde los hijos deben venir al mundo grandes y ojalá con trabajo. Nací en una familia así. Ese miedo era el mismo que nos obligaba a la limpieza extrema para parecer buenos, madrugadores, trabajadores, sin peligro; es la limpieza que combate lo malo, lo que puede poner en peligro la concordia. Recuerdo el trajín de limpiar, lavar, almidonar y hasta voltear el paño de los vestidos cuando comenzaban a desgastarse. ¡Ah! y madrugar, “al que madruga Dios le ayuda”. Si uno no se levanta temprano, nadie, ni siquiera Dios está ahí para ayudar. El miedo nos hace creer que necesitamos de alguien para compartir el susto tan tremendo de despertar, de dejar de soñar, probablemente la única salida posible, aunque a veces los sueños se conviertan en pesadillas pobladas de fantasmas tan temidos como aquellos que asedian a los despiertos. Quién aquí o al otro lado del mar, no ha sentido miedo de correr el riesgo de perder la memoria o de que su mano se vuelva peluda cuando se masturba; quien después de hacerlo no ha temido que con solo tocar una mujer en el hombro, por ejemplo, la pueda dejar preñada. Eso es el miedo a la entrepierna y lo digo así para situar un lugar que cualquier persona en el mundo, hombre o mujer, sabe dónde queda y para qué sirve.
El miedo hoy no es distinto al que narraba Maupassant en 1882 en El miedo precisamente. Lo que ha cambiado es su origen. En esa época el temor era el resultado del valor de los aventureros, los únicos capaces de viajar a través de desiertos inhóspitos o presenciar encuentros con seres venidos de ultratumba. “Passepartout” por ejemplo, nunca dominó el miedo de verse elevado más allá de la altura de una silla pero, a pesar de él, navegó entre nubes aferrado a su jefe, Phileas Fogg. Hoy ya no hay que ir tan lejos para sentir miedo. Todo el mundo lo sabe a quien hay que temer es a los vivos, los muertos están enterrados con sus miedos y están bien donde están.
Lógicamente, no digo que ya no exista la aventura, mire los escaladores del Everest, o los astronautas. Ellos producen emoción, adrenalina, que en general se asimila con un cierto tipo de heroísmo, pariente cercano del miedo. Llamemos a eso el miedo comercial, el que produce héroes y además vende la aventura de los otros, como cualquier producto de consumo. Sin embargo, el miedo que me da miedo y es la razón por la cual estoy aquí, sentado en esta mesa de trabajo es distinto. Es el miedo a la oscuridad, a los carros grandes, a hablar con desconocidos, a la soledad, a dormir solo, a viajar sobre todo en avión, a los perros sueltos, a las pesadillas, a la muerte, al calor, al frío, a la sal, a los políticos mentirosos, a los paras, a los guerrilleros, al fascismo, a la mentira, al terror, a la represión, a hacer el amor sin condón, a los jóvenes, a los colegas, al ruido, al cáncer, al sida, al silencio, al agua, a las tormentas, a los rayos, al mar, a los malos, a los buenos, al pecado, a los chismes, al rock, a las barras bravas, a la policía, a la sangre, al olvido, a la confesión, a los curas, a las monjas, a las entrevistas en la radio, a la inquisición, en fin.
Roland Topor, un amigo a quien conozco por sus dibujos pero amigo al fin y al cabo, contó en uno de sus textos que en una época salía todas las mañanas para recoger las pesadillas de la gente en sus casas. Iba de puerta en puerta como un vendedor. Siempre le abrían, pero cuando nadie asomaba o se sentía observado por el ojo del vigía, deslizaba su tarjeta de visita, “Roland Topor. Comprador de pesadillas”, por debajo de la puerta y esperaba que surtiera efecto. Las personas al ver que se podían deshacer de sus pesadillas lo dejaban entrar, le ofrecían café o alguna bebida fresca si había sol y se deshacían de ellas. Topor escuchaba, tomaba nota, a veces hacía esbozos de figuras y luego las ordenaba en su maletín. Al atardecer, después de la jornada cada día por un sector distinto de la ciudad, regresaba a su casa, descansaba en un sillón mientras esperaba que el el agua para el té hirviera y luego, mientras lo consumía a pequeños sorbos analizaba las pesadillas del día ordenadas sobre la mesa de trabajo.
La idea se me ocurrió el mismo día, en el mismo instante en que leí la narración de Topor. Me convertí en recogedor de pesadillas. Podemos convivir con las pesadillas, me dije, las contamos, las reconstruimos pero no somos capaces de reproducir el miedo que nos causan, es superior, no tiene forma ni medida y por lo tanto sucumbimos. Decidí hacer que los pacientes, así los llamé, me contaran sus miedos pero como no tengo la habilidad de Topor para dibujar, los grabé y los guardé, ellos fueron la base de trabajo para llegar donde he llegado. Eran tiempos distintos. Hoy difícilmente abrimos la puerta. La necesidad de ampliar mi espacio de influencia me llevó a observar los pacientes en la calle, en los restaurantes, en los grandes almacenes o incluso en sus propias casas. Recuerdo una ocasión, al discutir con un paciente sobre la remesa de sus miedos, le comenté que nadie tenía la hora correcta y que el desfase permanente entre relojes análogos o digitales y computadoras era corriente. Esta situación, le dije, lleva a encontrar entre las lecturas de la hora momentos muertos o incluso, segundos desaparecidos. El hombre no podía dar crédito a mis palabras y sin decir nada dejó su paquete de temores sobre la mesa y se fue. Al revisar el paquete de miedos que dejó abandonado, descubrí que su temor a la gobernabilidad del tiempo y por consiguiente a una vejez prematura lo llevó a invertir el mecanismo de los relojes que encontraba a su paso hasta que una mañana fue descubierto, encarcelado sin ningún miramiento por atentado contra la paz pública, considerado como un peligro para sociedad y por lo tanto, esto lo agrego yo, fuente de miedo para sus congéneres.
Fernando Savater dice que los medios son el foro de esta era. Tiene razón. Solo que desde cuando el consumo tomó valor de ideología, el miedo se convirtió en su religión y los medios en púlpitos tecnológicos ocupados por sacerdotes clasificadores del miedo de los otros y hasta cierto punto sus dueños. Hay dos tipos de gentes, hombres o mujeres. Los de a pie que necesitan apoyo y conciben su propia penitencia, gentes sin norte que deben buscarse para no caer en pérdidas de tiempo inútiles, tenemos poco tiempo hoy en día. Pero también están los otros: los padres de la patria o los famosos. Estos llevan el temor predispuesto hacia los otros, no hacia ellos como sucede con los necesitados. Su temor resulta de una culpa que adjudican al otro porque están en la búsqueda constante de un culpable. Cuando un personaje comienza a atribuir sus temores a otro, la banalidad esa otra forma de expresar el miedo, terror, de no llegar a ser, por lo menos, una imagen descolorida de los paradigmas que ganan y gastan millones cuando la mayoría no tiene donde caer muerta o no lograr las proezas de aquellos sementales capaces de hacer el amor siete noches con sus días sin parar, entra en juego. Algo de morboso se mueve en todo esto, lo admito, cuando se reconoce el miedo que se encuentra en el placer pequeño de un pellizco que produce la zozobra del otro. No es mi miedo, pero como hay quien dice que se debe temer lo temido, es el miedo de los otros lo que más temo…



PAGINA 10 - POESÍA ARGENTINA: CHUBUT

MARÍA SILVINA OCAMPO
(Esquel-Chubut)

Soy fiebre
y amalgama del vacío
Soy el mar
y su arrepentida sal
La piedra
y la sombra del olvido
Soy debajo del mundo
la otra palabra.

Salen las lunas a parir los ojos
Ojeras la piel intemperie de la risa
Ríe la mueca desesperada muerte
Grita tierra húmeda la sal
Muero la hoja el pulso el mar
Celoso lo cierto pierde su lluvia
Mares de octubre mareas en celo
Lluvioso el sentido extraviado adentro
Adentro las piedras el ojo y el hambre
Adentro los palos la herida y el hijo

MIGUEL ÁNGEL DE BOER
(Comodoro Rivadavia-Chubut)

INVIERNO

Mientras empujan a los niños al exilio
y los locos mueren de hambre
la "cordura" se alimenta de impunidad

Imbéciles retrógados
añoran la Ley del Talión

La sangre no alcanza...

Una cruz solitaria se yergue
inconclusa

contra el cielo gris.

CLAUDIA PRADO
(Puerto Madryn-Chubut)

1899- EL VESTIDO 

Se movía en la cocina
dsifrutando a su manera
la mañana
y el cuerpo descansado.
Afuera
el sol caía puro y sin calor
sobre las piedras,
el pasto, los zanjones.
Cuando el fuego comenzó
a trepar por su vestido
no recordó
que estaba sola.

Casi nunca
comentan los detalles:
el humo
detrás suyo por la puerta,
ella corriendo por el campo.
Prefieren repetir
que los hombres
como siempre estaban lejos
y hablan de las graves
definitivas consecuencias
de un descuido.

RUBEN EDUARDO GOMEZ
(Comodoro Rivadavia-Chubut)

(alma de alambre)

una cuerda de pared a pared la ropa y
el viento y el peso mojado vencen
el dueño del patio supo qué hacer
arte de alambre argentino
no es incomprensible
cuidar su patio y familia
a la vista están
sus desamparos

LAUREANO HUAYQUILAF
(Trelew-Chubut)

TRELEW

Vueltas muchas tiene
y la piel naranja
trelew mío.

La vertiente del asfalto
tira un lagrimón de codicia
sus brazos envuelven despacio
todo el frito sabor.

Los pasos de la noche
resisten madrugones
y el todo de tu cuerpo
protesta y encandila.

La vuelta de sus calles
arrastra como vos.

Callecita de mis rezos
tierra en pichana traías.

Aguatero de tus brotes
festichola humedecida.

Ay ciudad te conviertes
cáscara oscura
cabarute.

Rojizos manantiales tengo
cuando tus amarras
suelto.

LILIANA ANCALAO
(Comodoro Rivadavia-Chubut)

poema del mameluco

el mameluco de mi viejo espera jubilarse
por el resfrío crónico del pozo
y el dolor de las espaldas

tiene el talle del cansancio en la garganta
el salario ajustado en la cintura
y guarda un corazón de estopa en el bolsillo

es un guerrero de cielo desgastado
tiempo de flor con la investidura de una roca
una protesta de sueño apresurado
por el turno: ese tirano

cuando este mameluco se une a otro
de dos despojos se hace un alma
y los pasos que caminan juntos
caminaron solos mientras yo dormía

cada mancha es un grito de impaciencia
de petróleo que amanece de pobreza
son frentes amplias son banderas
caliente la mirada por saberse limpios
mamelucos postergados pero enteros

mameluco
en una arruga de asombro por la luna
tenso el brazo el bolsito de la vianda
el paso duro

por no aflojarle a la vida
viejo
no aflojarle

PÁGINA 11 –NARRATIVA

SONIA CATELA
(Rosario-Santa Fe-Argentina)

MUJER EN LA MIRA

Ella: ya, sacarla del medio, detener su locura.
Y cuando salga de su casa, apenas cruce la calle, ahora, arremeterla con el auto a toda marcha,
(Si la mujer es la que el 23 de noviembre de 1911 relee y alisa un papel que acuna sobre su falda, si se llama Julieta y acaba de votar para la renovación del Concejo Deliberante en la parroquia porteña de San Juan, ¿votar? ¿una mujer? ¿1911? sí, votar, ya que se empadronó enredando al empleado conque cumple los requisitos exigidos por la ley puesto que ella sabe leer y escribir, es ciudadana mayor de edad, pagó impuestos comunales por el mínimo requerido de100 pesos y ejerce una profesión liberal dentro del municipio donde se domicilia desde..., bla bla bla, así lo enredó, y con eso, primera argentina sufragando; dígase sufragio a ritmo de marcha, sufragio, ¿es que Julieta participa en manifestaciones? En muchas. Y en congresos subversivos, fundadora del Partido Feminista Nacional, por si fuera poco.)
Entonces, encender el motor, aguardar el momento preciso, dar marcha atrás y arrasarla.
(si Julieta Lanteri no sabe ocupar su lugar y consiguió meterse en la facultad de medicina y recibirse, imagínese, una señorita de veinte años manipulando testículos masculinos. Y para colmo, contrajo matrimonio y a los doce meses de casada inició el juicio de divorcio, y lo obtuvo, ella, divorcio), abominación, pararla pararla (oigan esto, hasta se presentó, a los 46 años en: "señor coronel, vengo a ponerme a disposición y que me incorporen al servicio militar obligatorio", "pero madame, véase", "me veo perfectamente", "digo, usted es mujer, eso no es posible", "exijo hablar con su superior", y de superior en superior y de cuartel en cuartel (con el inconcebible "exijo") llegó al despacho del propio ministro de Guerra de Yrigoyen con ese disparate, una dama pretendiendo mezclarse con machos en la conscripción, ¿pero, con qué insano propósito? conseguir la libreta de enrolamiento, sin la cual a partir de ahora no podrá meter otro voto. Pero, con su argucia busca la quinta pata al gato, y la halla. No puede votar pero sí que la voten. Logra que la Junta oficialice sus boletas, sean admitidos sus representantes, y se declaren válidos y se computen los votos que obtenga. Candidata a diputada, vergüenza nacional.
Y es ella la que en las elecciones de marzo de 1920, obtiene 1730 votos masculinos, entre tantos el del escritor Juan Manuel Gálvez quien confesó "como no quería votar a los conservadores ni a los radicales, preferí apoyar a 'la intrépida doctora Lanterí ¿Caben dudas?)
Se debe liquidar esta deshonra. Y cuánto nos hace esperar esta descarriada, no sale de su casa, como si supiera lo que le espera.
(Si ella inicia su campaña en las calles, hablando en las esquinas, e interfiere con sus discursos los intervalos en las proyecciones del cine, si avergüenza a la ciudad empapelándola con afiches y slogans: "En el parlamento una banca me espera, llévenme a ella". Si organiza simulacros de votación femenina, induciendo al mal camino a más de 4.000 porteñas participantes).
Pararla, pararla
(Julieta Lanteri, sí, propone en la plataforma electoral de su partido Feminista nada menos que igualdad civil para los hijos legítimos y los conceptuados no legítimos, divorcio absoluto, sufragio universal para los dos sexos y otras inmoralidades. Cansó a la Suprema Corte de Justicia con sus apelaciones, acude a los Tribunales como cualquier señora formal al mostrador de la confitería, e insiste en postularse, vea, en el '19 a diputada nacional, en el '20, otra vez el papelón y en este quiero y no puedo, a una banca de concejala aunque le rebotan el intento, en el '22, vuelta a la noria en las elecciones municipales y otro rechazo de sus boletas, en el '24, candidata a diputada nacional, hasta casi saca la misma cantidad de votos que Alfredo Palacios, si se consideran "votos" esos mamarrachos callejeros).
Quién la para.
Nosotros.
Ahí está. A poner en marcha el auto, pisotearla ida y vuelta, controlar su inmovilidad desde el retrovisor y acelerar hasta desaparecer.
Si la mujer se llama Julieta Lanteri y camina a las tres de la tarde por Diagonal Norte y Suipacha, verá cómo el automóvil que sube a la vereda la arrolla. Ya no podrá saber que se le parte el cráneo y la internan, que no pueden salvarla y se muere el 25 de febrero de 1932.
Tarea cumplida.






PÁGINA 12 - POESÍA AMERICANA:COLOMBIA 

AMPARO OSORIO
(Bogotá-Colombia)

APOCALÍPTICA

¡Miente la eternidad!
Todo se hunde.
La tarde que se deshace en llanto
La clepsidra.
Las fatales barajas y el oráculo.
Mienten dioses
complejas geometrías
por extraños espejos inventados...
Todo miente.
La luna de otros ojos
el tibio sol prestado.
La noche y su fugaz fosforescencia,
la titilante estrella,
el día amurallado,
el día quieto
el impensable día
¡por otros señalado!
y hasta la huella misma que nos borra
sabe que el tiempo miente
y sólo somos
ese sueño inventado
en los prismas de un cosmos
que olvidó nuestro nombre.

WINSTON MORALES CHAVARRO
(Neiva-Huila-Colombia)

ANIQUIRONA

Démonos una cita
En la orilla amarilla de la muerte.

En una vela, en una brisa, quizás en una ola
Cruzaremos nuestras manos
Y danzaremos antes de que el sol
Cante con su cabellera elástica
Y el hijo del polvo
Niegue la realidad de esta intransitada puerta.

Entonces te saludaré
Como el viejo amigo que soy para tus nombres
Y posaré sobre la serpiente que te rodea
Mi primigenio beso
Mi género y mi sueño de hombre prohibido.

Te saludaré Aniquirona
En la orilla amarilla de la muerte
Y besaré tus trenzas perfumadas
Tu oscuridad y tu luz de pájaro metálico.

Desnudaré las palabras de tus labios
El verbo que santifica tu número
Y poco a poco
En este ritornello luminoso de la muerte
Penetraré tu mundo
Como un barco infatigado por el viaje,
Penetraré la noche de otros mares
Consciente de la luz que trae otras orillas
Consciente del espíritu que mana de otras playas

MARÍA TABARES
(Bogotá-Colombia)

La otra vida
Asesinada la otra vida
ahora es menos que humo,
es no materia
es nada.
Asesinada la otra vida
lloraron sangre los muebles,
los ojos no los vieron,
pero como ellos
también lloraron
la pérdida de los animales
los amaneceres
los lagos
los caminos.
(No hubo más remedio
que ser uno, uno mismo,
y ser verdugo)
Asesinada
la cama
la cocina
el jardín
asesinado él
(cuerpo ligero de nube cuando baja aquí a la tierra),
hoy habitan
la cuarta dimensión.
No es de humanos penetrar en ese tiempo
del pasado,
no es de humanos caminar despiertos en el espacio
de los sueños,
asesinada la otra vida
ahora es menos que humo
es no materia
es nada.

LUIS HERNANDO GUERRA TOVAR
(Armero – Guayabal Tolima-Colombia)

CONDENA

El que hurga el tiempo y descubre telarañas en las cavidades. Conjura el rocío, sus gotas de fuego. Ser laberinto. Hombre untado de verbo, de lodo. Transeúnte investido de viento, de palabras arrancadas al oscuro rostro del lenguaje. De palabras cristalizadas en virtud de la verdad desconocida.

El que juega con manzanas verdes en el mismo árbol como bosque donde anida la serpiente ciega.

El que vaga por los caminos del sueño y la vigilia, transita la herida, recorre la llaga iluminada. El expulsado. El que muere cada noche en su delirio. Escindido del milagro, fragmentado, huyendo de sí. Intentando regresar a la fuente de la dicha intacta.

Pasajero del cosmos dispuesto a descender en la estación de la estrella apagada. De regresar al vientre de la tierra donde crece la raíz del cielo. Al animal que nos acecha desde adentro, lejos de la luz que oculta en sus alas de sol la inocencia rasgada.

Errante de todas las edades, de todos los insomnios. El que muere cada noche. El que observa desde el fondo destellos de sombra. El rostro azul de la condena.

GLORIA CEPEDA VARGAS
(Cali-Colombia)

CARTA A UNA MUJER

No pretendo eliminar ni un ápice del regocijo que te embarga al sentirte
halagada por los mismos que el resto del año te desconocen.  Los veo
llegar a declararnos dueñas de las 24 horas, 1640 minutos y 86400
segundos de este 8 de marzo que esperamos resuelle de una vez.
Es curiosa la manera con que pretendemos extrapolar el absurdo. No
aludo a candideces de ocasión. Me refiero a la mano que intenta
comprometernos en una cuadratura ajena a nuestra fórmula primaria.
Tú y yo sabemos que este cuento empezó en los pomares del edén. Entre
rumor de ríos patriarcales, un bípedo lampiño y desnudo, creado “a
imagen y semejanza de Dios”, echaba de menos el artilugio que le
ayudaría a destejer el mundo. Entonces el Supremo, inclinándose sobre su
costillar, en un abrir y cerrar de ojos, te convirtió en producto del primer
parto conocido. Después te señalarían como a la felona más
promocionada de la historia.
Me dirás que ahora, mediante los buenos oficios de la píldora, ése es un
cuento mandado a recoger. Lamento decirte que eso únicamente es
aplicable al grupúsculo  que se refocila lejos de tautologías y esclavitudes
en vías de reparación y esta carta va dirigida  a todas las mujeres del
mundo y en especial a mis hermanas de Colombia. Entonces te recuerdo
que el 8 de marzo no es solo el día nacional de la mujer adecuadamente
matrimoniada o de la que provista de agallas suficientes administra al
menos la mitad de su hacienda. Intento llegar también a las pobladoras a
los altozanos donde los días tienen cara de ausencia, a las zarandeadas en
tómbolas oscuras, a las que se adelgazan en esa trilla conocida como
violencia intrafamiliar. Ahí levanta la cabeza la víbora y las mujeres
desaparecemos igual que en los secanos del abandono y las tolvaneras de
la guerra.
Pero no podemos quedarnos deshojando la margarita. Sería mejor
empezar a mirarnos de frente. Quizás resultaría divertido encontrar el
principio del hilo o destripar el tambor con que nos aturdieron los
responsables del exilio.
Quiero que sepas que nuestra liberación echará a andar cuando te leas y
traduzcas en la piel de las otras, cuando sientas que solo una mujer
caminará por donde tú lo haces y cuando el hombre se quite de encima el
estribo que le llaga los ijares. Como un niño indefenso, tiembla ante la
perspectiva del derrumbe. Se quedó atado al síndrome del jinete de pubis
y caderas femeninos como única garantía de virilidad. Reducido a girar en
ese círculo, trata de olvidar. Y nos trivializa y nos niega. Aquiles no saboreó
la llamada solidaridad de género, porque de ser así, le habrían brindado a
tiempo los talones.
En los inicios del siglo XXI, cruzamos escoltadas por una fecha que a
muchas despeina y a otras deja impávidas. Pero aquí vamos, con nuestra
molienda verbal tachada de excesiva por quienes apenas conocen el valor
de la palabra y a horcajadas en remanentes mitad serviles y mitad
heroicos; los mismos que a pesar del viento en contra, están destinados a
decir  la última palabra. Después te señalarían

FERNANDO RENDON
(Medellín-Colombia)

DUERMEVELA

A medida que moría,
me hacía humo.
Sueño que estoy soñando
tú estás en mi sueño con tus ojos llenos de amor
estás despierta contemplándome en tu sueño
nos soñamos los dos en un sueño en que no podemos tocarnos
este sueño es persistente y denso y lo envuelve todo
ahora se ve que ya podemos besarnos en el sueño
este sueño es como el mar
sueño que estamos abrazados en el mar y que decimos disparates
este sueño tiene extrañas propiedades
el sueño puede estirarse y encogerse y no puede terminar
de los soñadores depende la vida de los muchos que no sueñan
sólo puede uno despertar y amar en un día abierto sin dejar de soñar
vivir contra la muerte y luchar en duermevela
atrayendo como un imán al tiempo que vendrá
porque sólo lo que no existe no puede morir
en mi sueño la serena no existencia es más real
sé que hay qué fortalecer este sueño
un sueño débil no merece engendrarse ni que le dediques tu tiempo
es preciso que nos desvelemos muchas noches soñando
mejor un sueño sin orillas en que el mundo cambia y se libera
cada segundo una oleada de sueño que derriba tu realidad y derriba a la muerte
y te ves a tí mismo viviendo por primera vez
PÁGINA 13 – NARRATIVA

CARLOS AMADOR MARCHANT
(Valparaíso-Chile)

EL HOMBRE QUE FUE ENCONTRADO MUERTO EN EL DESIERTO A LOS 101 AÑOS

Comencé de repente a recordar aquel episodio de quien se extravió en el desierto al interior de Antofagasta, y cuyos restos encontrados por algún desconocido que deambulaba en la pampa, fueron nada menos que 43 años después del suceso. Todo esto, desde 1999, momento en que hallaron las osamentas, siempre me ha dejado un sabor muy amargo, por decir lo menos.
Este amargo sabor tiene que ver con la suerte que corrió Julio Riquelme Ramírez, nombre del desaparecido por más de cuatro décadas y que, al momento de ser encontrado, conservaba todos sus documentos y otras pertenencias, intactos.
El longino, es decir, el Longitudinal Norte, era el tren que iniciaba su travesía desde Iquique, subiendo esa descomunal montaña de la Cordillera de la Costa hasta internarse por el inclemente desierto de Atacama, el desierto más desierto del mundo, donde nada vive, donde el silencio es sólo propiedad del silencio. Este mismo longino que había comenzado su accionar en la década del 50 del siglo 20, culmina su tránsito por la pampa en 1975, por decisión de la dictadura militar chilena.
Desde el año 1999 se habló mucho de este caso, y también se especuló bastante. Riquelme Ramírez, el hombre que venía de Chillán a encontrarse en Iquique con sus hijos y nietos, además de su ex esposa, de quien se había separado veinte años antes del suceso, se embarcó desde La Calera en este longino.
Esta crónica no pretende repetir lo que se investigó en la época, pero es interesante traer al presente algunos episodios que desembocarían en el libro del periodista Francisco Mouat, denominado “El empampado Riquelme”. Convengamos, en todo caso, que lo apasionante de este hecho es la forma de la desaparición y que no hace otra cosa que engrosar ese misticismo que nos entregó en sus obras (sobre el desierto), nuestro Mario Bahamonde, a quien tuve la ocasión de conocer en 1979, a meses de morir, en Antofagasta.

Los escritores chilenos Bahamonde, Sabella y Hernán Rivera Letelier, son quienes más se han empapado con el sabor de la piedra y la tierra, y toda historia siempre estará en las solapas de los recién nombrados. Es decir, ellos son el desierto. Tienen timbre.
Veo a Julio Riquelme Ramírez, caminar por la arena, por la tierra seca, lo veo chocar con las piedras, lo veo, lo siento, hablar solo, con las estrellas de esa noche, tal vez la última de su vida, las únicas estrellas vistas tan cerca en la constelación. Y él está ahí, pensando en ese encuentro con Iquique, pensando en quienes lo esperaban en la estación de Iquique.

Mi pregunta es cómo Riquelme Ramírez pudo haberse bajado del tren sin poder alcanzarlo. Cabe hacer notar que el longino era un medio de transporte extremadamente lento. El viaje desde La Calera hasta Iquique demoraba entre tres a cuatro días. Las especulaciones hablan de distintas cosas. Por un lado se dijo que el hombre bajó a tomar un poco de aire, que salió a vomitar, a orinar, que quiso internarse un poco en el desierto sin percatarse de su alejamiento. También se dice que el encuentro con los suyos en Iquique le provocó una especie de tensión que desembocó en depresión, es decir, pudo haberse lanzado por la ventana del tren en un intento de suicidio, que cayó de cabeza, que perdió el conocimiento y luego se encontró con el desierto, el fuego, el infierno. Lo cierto es que sólo él sabe cómo y por qué murió en tan lamentables circunstancias.
Quien lo encontró y llevó sus pertenencias al aeropuerto de Antofagasta en calidad de fantasma dejando éstas en un gran sobre, señaló (en un papel escrito en inglés) que el cuerpo, que el esqueleto, había sido encontrado cara al sol: ¿se entregó a la muerte en un acto de representación y dolor?.

En la novela de Hernán Rivera Letelier “Los trenes se van al purgatorio” me parece ver a este hombre extraviado dentro del vagón: “La locomotora avanza humeante, férrea, fragorosa, por el desierto más triste del mundo. Piedra a piedra, cerro a cerro, quebrada a quebrada, bufando como una mula sedienta, avanza negra la locomotora.”
Lo cierto es que nunca sabremos los motivos por el cual este funcionario del Banco del Estado y venido de Chillan apareció muerto, calcinado en el desierto de Atacama.
En mis diversos reportajes realizados en las zonas de Arica e Iquique en la década del 90, me tocó en varias oportunidades internarme por el desierto. Varios de los choferes que me transportaban mostraron montañas, pequeños montículos con señales demoníacas. Frente a esas señales cualquier persona entra en pánico y lo único que desea es salir del sitio. El desierto tiene ese elemento, hay un acercamiento vivo con los malos espíritus: ¿tienen que ver los minerales en estas geografías, o son creencias milenarias?.
Sin pretender asustar a nadie entro en la reflexión si algo de esto hay en la misteriosa desaparición de Julio Riquelme Ramírez, quien no pudo concretar su cometido de reencontrarse con su familia, y quien, además, tuvo “la fuerza” de pedir ser encontrado en medio de la nada. Dicen que cuando levantaron el cuerpo éste se deshizo transformándose en polvo. Pero todos los documentos con su identificación estaban intactos.
Su hijo Ernesto Riquelme Chávez, en entrevista en el año 1999, señaló que su padre en el momento de morir en el desierto tenía 58 años. Si sumamos a esta cifra los 43 que pasaron hasta ser encontrado, llegamos a la suma de 101 años. Es decir, a esa edad fue hallado, recién, Julio Riquelme Ramírez.
¿Y para qué?. ¿Era necesario que se supiera que él no había desistido de ir a Iquique a reencontrarse con su familia?. ¿O fue detenido en su intento de viajar a ese puerto por un mandato más allá de lo normal y que ninguno de nosotros podrá descifrar?.

PÁGINA 14 – POESÍA AMERICANA: MÉXICO

LETY RICÁRDEZ
(Oaxaca-México)

CONFUSIÓN

Voy a hilvanar palabras sin sentido,
no quiero que se entiendan.

No quiero que se asomen
al fondo del aljibe
que guarda mis secretos

porque son míos:

Que los consuma el fuego,
que el viento los disperse

que se eleven en humo.

FRANCISCO SEGOVIA
(México DF-México)

VEN.

Toca la consistencia de la tierra en este sitio
tan lejos de las vegas y la sombra. ¿La sientes?
No tocas una duna que dispersa el viento :
tocas tierra firme : el lomo de una loma.
¿Sientes cómo desde dentro
una humedad la agruma y vuelve firme?
¿Cómo desde dentro un esqueleto
le da asidero a su carne y la mantiene junta?
Debajo de la piel hay piedras
y adobe y un altar íntimo y doméstico.

Deja en paz esas cosas niña.
No descuajes sus peñas
no quebrantes sus huesos
no interrumpas el lento trance
de la tierra por la tierra.

Cuando eches raíz aquí
no edifiques tu casa
con las ruinas de otra casa. 

LINA ZERÓN
(Mexico DF-México)

UN GRAN PAÍS

Vivo en un país tan grande que todo queda lejos
la educación,
la comida,
la vivienda.

Tan extenso es mi país
que la justicia no alcanza para todos.


MINERVA VILLARREAL
 (Nuevo León-México)

APARECE

Antes del alba sus manos traen el cielo hasta el muro de piedra
y en lecho de madera abro los ojos que no abro
Su hábito solar su descalzo venir
estando aún dormida con otros ojos vi
Tersa Teresa de las metamorfosis
blanca es rosa su piel roza casi su rostro
Detrás del respaldo que no hay
ella misma es respaldo:
Cara brazos torso manos sobre mi cabeza
Inclinada está:
Cúmulo de luz Teresa bajo el velo negro en la tiniebla rémora
sus pies desde otro plano
la vigilia previa de atravesar
el curso de los astros
e irrumpir
Teresa de las meditaciones
En la tierra el espanto:
Más que asombro
mantequilla líquida penetrando
por no sé qué resumidero
el cuerpo:
Seré una alcantarilla en manos de Teresa
una fiebre de oro de las llagas de Cristo
un cielo desprendido del siglo dieciséis
una viuda oscilante un dominico en ascuas
una familia perseguida
y de cuatro maneras germinará lo plantado:
Agua del pozo
Agua de noria sin anegar el huerto
Agua de río o del arroyo
Lluvia del cielo:
La humanidad de Cristo desnuda tus pupilas
su tórax alanceado aún gotea
Bañémonos Teresa en esta rojedad
En la tierra el espanto
Bañémonos Teresa
El espanto Teresa
Bañémonos Teresa en esta rojedad



SALVADOR PLIEGO

(México DF-México)

Si entendieran de qué carne están hechos esos niños!
¿Qué mirarán sus tambaleantes ojos
que derriban toda lírica moderna hacia el juego
de un espectro sin voz y sin poema?
Alza su voz Goya devorándose a sus hijos,
pintando cabras negras en todas las ciudades,
cual fuesen Átropos desnudados de futuro.
¡Si entendieran de qué sueños están hechos esos niños!
Y su voz es un poema muerto, de puro balbuceo,
una extraña flor de hierro enmohecido.
una extraña flor de hierro enmohecido.
¡Si entendieran de qué ojos están hechos esos niños!

ELSA CROSS
(México DF-México)

QUITAPENAS.

Hunde el sueño sus raíces
en substratos sin fondo
Cae al pozo
o avanza ensanchándose en un río—
vías no recorridas ya
de pronto resurgen
a la orilla de un mar
sin olas ni cangrejos
sólo montículos de arena
Y aquellas hierbas
cuyo nombre se ha olvidado
–¿cantáceas?–
desaparecen
dejando sólo desnudez
en la playa
en la memoria de los cuerpos
PÁGINA 15 – COMENTARIO DE LIBRO

ROSA FASOLÍS
(Rosario-Santa Fe-Argentina)

POEMAS DE “CON AURA DE VIDA*

La palabra “aura” proviene del latín (aura) y éste del griego “aúra”, que significa “soplar”. El diccionario nos dice que se trata de un viento suave y apacible; que es hálito, aliento, soplo. Y, en parapsicología, el halo que algunos dicen percibir alrededor de determinados cuerpo. Aclarado esto, me refiero ahora al libro de Laura Elena Bermúdez Tesolín, cuyo acertado título ya nos indica que se trata de un verdadero soplo de poesía; poesía de la buena, despojada de artificios, sencilla y plena, caracteres estos (la sencillez, la plenitud) que la universalizan  y la introducen en cada lector como el hálito que es: llega al alma, y la conmueve. Cuando digo “sencillez”, ésta es aparente como la de un lago en calma, del que desconocemos, antes de abordarlo, su profundidad, belleza y potenciales fuerzas. La autora se busca en sí misma y en los otros, y somos los lectores los que, palabra a palabra, nos introducimos en cada tema y buceamos en nuestra propia interioridad y en los grandes enigmas de la vida, llevados por la unidad temática de los poemas, en los que Laura registra y expresa lo lacerante y bello de la vida, la vida toda, la vida plena y su magnífica aura. Hay emoción genuina en cada verso y en cada palabra no escrita pero exhalada como lo que son: un viento suave. Y penetrante. Porque con delicadeza transitan por las más profundas verdades de la existencia. Es de este modo como  la obra,  resultado de una captación personal, se universaliza: es vida vivida. Capta flujos e influjos y se detiene en la tragedia como creación artística. Pero no queda detenida: la esperanza está presente. Estos poemas son, como una bella melodía o un cuadro bien pintado, un conjunto de significativas sugerencias, haces de luz que proyectan un mundo vasto y pleno de emoción.  Son un aura de la vida.
*Autora: Laura Elena Bermúdez Tesolín



PÁGINA 16– POESÍA AMERICANA: BOLIVIA

VÍCTOR HUGO ARÉVALO JORDÁN
(Cochabamba-Bolivia)

ALGO MAS TRISTE QUE EL RECUERDO

Algo más triste que el recuerdo
Del sol ardiente de las tardes de estío
Sumiso el viento, cansada la tarde,
Sin sueño, ni hierba donde tenderse,
Sin pasto que crece en la humedad

De la tarde del recuerdo,
no hay perfumes de flores
A la vista
Quedaron atrás
En la bolsa de los recuerdos
Y se marchitaron en el olvido
Pero la memoria persistente
Nos obliga a diario a recordar
Un perfume indeleble e inexistente,

Los aleteos de los insectos no se recuerdan,

Si de las aves canoras
Que antes del calor de verano
Escribieron los cantos del otoño,
Y en el otoño se alejaron volando y cantando
Melodías que contaremos en el fuego
Encendido en San Juan
para ahuyentar el frío del invierno
Tan cotidiano este año
Que no recuerdo cuando
Cambiamos de siglo.

Algo más triste que el olvido....

ELVIRA ESPEJO AYCA
(Avaroa-Oruro-Bolivia)

Sara aqitata tumarisax jina
kay wirsusniywan kasarasax jina
(Parece que voy a tomar chicha de maíz
parece que voy a casarme con mis versos)

Tutamanta runas
yurax yana kasqa
diyamanta runa
iskay kimsa kasqa
(La gente de noche
es de negro y blanco
la gente de día
es de dos y tres)

Valleman purisharqani
ermanitaya mask'aspa
tukuyta purishani
jallp'ayta mask'aspa
(Llegaré a los valles
en busca de mis hermanas
llegaré donde sea
en busca de mi tierra)

GABRIEL CHAVEZ CASAZOLA
(Sucre-Bolivia)

I CHING

El hombre sabio reconstruye su casa
con amplios corredores
para sentarse a tomar fresco
en la acera exterior
los días calurosos
y ver caer la tarde en los días de tedio,
saludando a quienes pasan con una leve inclinación de cabeza,
mientras estos le sonríen,
agradecidos por ofrecerles cobijo del sol
cuando caminan,
y cobijo del agua cuando llueve
y el hombre sabio está dentro de su casa,
destilando hasta el ocaso
el mosto del ayer.

PAMELA ROMANO  
(La Paz-Bolivia)

Estás lejos de volverte tronco:
no tienes ningún amparo ante tu movilidad

hasta el pelo huele a hierba en la lentitud de la montaña y los fuertes vientos.

A diferencia de ti, hay un árbol en la montaña
cae del árbol una hoja de un lado a otro
sin impacientarse

lejos de ser tronco te duelen las rodillas y las manos
            -que lo que suelte caiga, que me caiga dices 
sin impacientarme

GARY DAHER CANEDO
(Beni-Bolivia)

INMINENCIA

Y si el ángel aparece
vestido de tul y la gloria de sus alas blancas
y nos mira
y son un abismo
hambriento y cálido como la tierra
sus profundos ojos limpios.
Ay, sibila
si el ángel aparece
no sabremos de nosotros.
PÁGINA 17– ENSAYO  

MANU DE ORDOÑANA
(Donostia-San Sebastián-España)

LA INVASIÓN DE LOS NEOLOGISMOS 

HECHO: El español es la lengua oficial de más de 20 países: Argentina, Bolivia (junto con el quechua y el aymara), Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Guinea Ecuatorial (junto con el francés), Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay (junto con el guaraní), Puerto Rico, Perú (junto con el quechua y el aymara), República Dominicana, Sahara Occidental (junto con el árabe), España (junto con el catalán, vasco y gallego), Uruguay, Venezuela.
HECHO: Junto con el árabe, chino, francés, inglés y ruso, el español es uno de los seis idiomas oficiales de la Organización de Naciones Unidas.
HECHO: Tras el chino mandarín, es la lengua más hablada del mundo por el número de personas que la tienen como lengua materna (472 millones). Y la tercera, en Internet.
¿Por qué, entonces, el nuevo diccionario de la RAE ha retirado 1.350 términos antiguos que ya no se usan, pero ha admitido 5.000 nuevos, muchos de ellos procedentes del inglés? Pues, principalmente, por dos causas: porque el inglés es la lengua más usada en Internet (26,3 % del total), a pesar de ser la lengua materna de solo 375 millones de personas, y porque tiene el honor de utilizarse como lengua internacional de la ciencia, lo que da como consecuencia la inevitable importación de muchos términos de ese idioma a todos los demás, incluido el nuestro.
Y es aquí a donde queríamos llegar. Las palabras que no tienen equivalente en español (neologismos) son bienvenidas y necesarias para la evolución del idioma, pero la importación de vocablos para substituir palabras ya existentes sólo empobrece la lengua materna. Desde nuestro punto de vista, la Real Academia Española de la lengua debería tener algo que decir al respecto.
Hasta el momento, los criterios que los académicos han seguido para la incorporación de nuevos vocablos son básicamente dos: frecuencia de uso y tiempo de vigencia. El director del diccionario, Pedro Álvarez de Miranda lo explica así: “La Academia fija la gramática y la ortografía, las normas para hablar y escribir correctamente, pero no puede fijar el léxico. Las palabras no hay quien las gobierne porque los hablantes son los supremos soberanos. La Academia no es un policía que vigile el buen uso del lenguaje, sino que se ha de comportar como un notario que da fe y constata en acta ―en el Diccionario― lo que está ocurriendo y ya es común en la calle. Los académicos no se inventan nada”. No cabe duda de que el lenguaje es algo vivo, en continua evolución, pero alguien debe velar por el consenso, aun a riesgo de equivocarse.
En su último artículo “El neoespañol del aeropuerto” publicado en El País, Álex Grijelmo nos descubre el léxico que emplea un viajero que se acerca al aeropuerto para coger un avión. Pero este panorama no es exclusivo de la navegación aérea: lo encontramos en la mayoría de los ámbitos de la vida cotidiana. A ello han contribuido de forma decisiva los medios de comunicación. Los periodistas se afanan en inventar términos nuevos para ocultar su falta de talento y el inglés es su primera fuente de suministro: attachment (anexo), butear (arrancar), chatear (conversar), clickear (seleccionar), mail (correo electrónico), freezer (congelador), machear (combinar, equiparar), mouse (ratón), printear (imprimir), printer (impresora), spray (aerosol), staff (empleados), post (artículo, opinión), postear (colgar un artículo, opinión)…
Estos son solo algunos de los anglicismos más crudos o barbarismos que hay que evitar. Ante esta plaga, el ciudadano se pregunta cuál es el papel de la RAE y si están cumpliendo verdaderamente su función (limpiar, fijar y dar esplendor). Entiende la necesidad de ampliar el léxico a medida que avanza la tecnología, pero no el abuso de aquellos. A fin de cuentas, un número significativo de formas, hoy corrientes en el hablar popular, fueron en su tiempo latinismos, galicismos o italianismos. Decía Unamuno en 1901: “Lo que ayer fue neologismo, será arcaísmo mañana, y viceversa”.
La doctora Markéta Novotná escribió en 2007 una tesis titulada “El anglicismo en la lengua española”. Afirmaba que había extraído del Gran diccionario de uso del español actual 407 términos procedentes del inglés. Pero, ¿cuántos más se habrán colado en estos últimos diez años? Aun así, el propio Álvarez de Miranda no está preocupado por el alud de anglicismos que han ingresado en la lengua de los hispanohablantes, según declaraba recientemente a La Vanguardia: “No soy muy alarmista ni muy catastrofista en esto de los extranjerismos. En el siglo XVIII, había verdadera alarma ante la profusión de galicismos y se llegó a profetizar que el francés iba a acabar con la lengua española. Las lenguas son sabias y saben aceptar lo que necesitan y no rebasar un cupo tolerable de extranjerismos crudos”.
Si las lenguas, con sus mecanismos, son capaces de defenderse de las “agresiones externas” cabe preguntarse para qué se necesita una academia de la lengua. De hecho, no todos los idiomas tienen la suya. El inglés es uno de ellos. Al no existir un órgano regulador, la lengua es más dinámica y está en continuo desarrollo. Consecuencia de este dinamismo ha sido el último neologismo aparecido en los medios, relacionado con el contratiempo que ha supuesto el Brexit o la victoria de Donald Trump: ”posverdad” (post-truth). El Diccionario Oxford lo ha elegido como palabra del año y “denota circunstancias en que los hechos objetivos influyen menos en la formación de la opinión pública, que los llamamientos a la emoción y a la creencia personal”. Aunque resulta un poco ambiguo en su definición, no se le puede negar que viene a rellenar un hueco semántico: el que se refiere a una “verdad” sentida sin apoyo en la realidad. El editor de ese diccionario ha jugado un papel activo, parece haberse adelantado a los tiempos al incorporar este nuevo concepto.
Sería interesante que la RAE se adjudicara ese papel de “visionario” de la lengua. Mostraría su eficacia al aportar conceptos para los cuales no tenemos un nombre y, a la vez, cambiaría ese papel pasivo que ejerce. Porque ese “dejar hacer, dejar pasar” del liberalismo económico aplicado a la lengua española, hablada por la gran variedad de grupos culturales que existen hoy en día, podría llevarnos a una peligrosa anarquía difícil de reconducir; como ya se está viendo con verbos como “googlear”, que se ha incorporado con rapidez al argot de Internet sin que nadie haya sancionado su uso.
Mientras escribimos este artículo, nos vienen a la mente esas palabras de Javier Marías, en “La invasión del neoespañol”: “es demasiada la gente (incluidos renombrados autores y traductores) que ya no domina la lengua, sino que la zarandea y avanza por ella a tientas y es zarandeada por ella. Hubo un tiempo en el que podía uno fiarse de lo que alcanzaba la imprenta. Ya no: es tan inseguro y deleznable como lo que se oye en la calle”.
No queda mucho más que decir. Solo que nos tememos que la invasión de neologismos va a ir en ascenso y sin control; que este modo de actuar que la Real Academia Española viene ejerciendo desde hace tiempo es muy cómodo para los académicos y de paso también para los que trabajan en los medios de comunicación y, por último, que el más perjudicado es, sin duda, el idioma español. Y esto último, y volviendo al inicio de nuestra argumentación, es también un hecho.




PÁGINA 18 -RELATO

NORMA SEGADES-MANIAS
(Santa Fe-Argentina)

PATRONAS DE LOS ROBLES.

Guardan un asombroso parecido con la estirpe genuina de los elfos.
Solsticios y equinoccios nacen de sus audaces cabelleras. La prodigalidad de los estíos verdificando sueños. O esa fugacidad de la blancura cuando se desbarrancan los inviernos sobre las arboledas. O el ocre amarillento de las hojas errando por la piel de los otoños.
Junto al amanecer y las mareas recibieron el don de la palabra. Comprenden el aullido de los vientos que se desgarran por los olivares. Las voces que crepitan las maderas de los fresnos vencidos. Los feéricos dialectos invisibles enhebrando susurros al ocaso. Y hasta cada oración de la resina mientras viaja hacia el ámbar.
¿Escuchas la cautela de sus pasos danzando en la espesura?
Son las ninfas que moran en los alrededores del santuario. En el círculo exacto de la magia. En las inaccesibles catedrales que custodian los tiempos del milagro. Nemetones perdidos en la hondura. Altares consagrados a los dioses donde se inmolan todas las verbenas, sacoles y selagos.
Con muérdago robado a las encinas entretejen guirnaldas que las coronan reinas de los bosques. Patronas de los robles. Señoras de la savia.
Los primitivos las llamaron dríadas.
En sus ojos de hortensias y glicinas se funda la belleza de la tarde.


PÁGINA 19– POESÍA

MARIA ELENA WALSH (1930-2011)
 (Ciudad Autónoma-Buenos Aires-Argentina)

LA VACA ESTUDIOSA

Había una vez una vaca
en la Quebrada de Humahuaca.
Como era muy vieja, muy vieja,
estaba sorda de una oreja.
Y a pesar de que ya era abuela
un día quiso ir a la escuela.
Se puso unos zapatos rojos,
guantes de tul y un par de anteojos.
La vio la maestra asustada
y dijo: - Estas equivocada.
Y la vaca le respondió:
¿Por qué no puedo estudiar yo?
La vaca, vestida de blanco,
se acomodó en el primer banco.
Los chicos tirábamos tiza
y nos moríamos de risa.
La gente se fue muy curiosa
a ver a la vaca estudiosa.
La gente llegaba en camiones,
en bicicletas y en aviones.
Y como el bochinche aumentaba
en la escuela nadie estudiaba.
La vaca, de pie en un rincón,
rumiaba sola la lección.
Un día toditos los chicos
se convirtieron en borricos.
Y en ese lugar de Humahuaca
la única sabia fue la vaca.


PÁGINA 20 – CUENTO

SILVIA SCHUJER
(Olivos-Buenos Aires-Argentina)

UN PUEBLITO

Justo justo en el medio del mundo hay un pueblo tan chiquito, que en la historia se lo conoce, simplemente con el nombre "Pueblito". No sólo la pequeñez es lo que diferencia a Pueblito de los demás pueblos y ciudades del mundo, sino también sus costumbres.
Por ejemplo, que todos se conocen de memoria. Que viven agrupados en familias en las que, además de abuelos, abuelas y mamás, hay animales y plantas que llevan el mismo apellido.
Y qué cosa. A pesar de estar justo justo en el medio del mundo, Pueblito es un lugar muy poco visitado. Hay quienes no van porque opinan que es aburrido: no hay autos, no hay barullo ni graciosas confiterías.
Un día, sin embargo, llegó a Pueblito un señor nada joven, gordo, panzón y con cara de batata. Por todo equipaje traía una cámara fotográfica que colgaba de su cuello y un bolso. Era una mañana de sol y los pueblitenses, al verlo, lo recibieron contentos, con bombos y platillos.
El señor gordo panzón con cara de batata se acercó muy serio.
- Soy un gran empresario. Un réquete recontra empresario que sabe mucho de grandes empresas - dijo con voz distinguida.
Los pueblitenses lo miraron sin entender: no conocían la palabra "empresario", pero igual le ofrecieron ayuda.
- Quiero poner una gran empresa en este lugar - dijo el señor gordo y panzón -. Para eso, tengo que hacerlos famosos.
Los pueblitenses lo escucharon atentos.
- Necesito que me muestren los paisajes de este pueblo y mis fotos se convertirán en postales que el mundo entero verá y querrá conocer.
El presidente de Pueblito señaló la Plaza Central, llena de grandes y chicos pueblitenses y dijo:
- Éste es el paisaje más lindo que tenemos.
Pero el gordo panzón con cara de batata, frunció la nariz como de no gustarle. Y peguntó si no tenían museos, monumentos importantes...
- Aquella piedra donde duermen los pájaros es nuestro monumento nacional - respondieron seguros de éxito los pueblitenses.
Pero el gordo panzón con cara de batata, frunció la nariz como de no gustarle. Y algo enojado preguntó si acaso no tenían mares, palmeras, montes nevados.
- No - dijeron los pueblitenses preocupados por no poder ayudar al extranjero.
- Esto es una porquería - gruñó el señor.
Y los pueblitenses se largaron a llorar amargamente por el insulto.
Las inteligentes mariposas, que son mayoría en Pueblito, vieron lo que pasaba, y entre todas dibujaron sobre el cielo un hermoso paisaje de palmeras y mar. Al instante, cambiaron el dibujo y se volvieron montañas y ríos. Luego mar otra vez.
- ¡Vea eso señor! - dijo el presidente: ¡qué lindo mar! ¡qué palmera tan alta tenemos!
- Ustedes me están embromando. Esas son mariposas - dijo el gordo panzón con cara de batata.
Y con la cámara de fotos y su bolso, empezó a caminar hacia otra parte, abandonando Pueblito. "Esto es una porquería", repetía a gritos mientras se alejaba.
Pero ya nadie podía escucharlo. Los pueblitenses estaban maravillados con los dibujos de las mariposas. Mares, palmeras, montañas, ríos y bosques que, desde ese día, convirtieron a Pueblito en el único lugar del mundo donde, al mismo tiempo, pueden existir todos los climas y paisajes que se imaginan.




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