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Homenaje
a la obra de SANTIAGO CARBONELL
(Ecuador)
PÁGINA 1 – REFLEXIONES
EDUARDO
GALEANO
(Uruguay/1940-2015)
DEFENSA
DE LA PALABRA
13.
Creo en mi oficio; creo en mi instrumento. Nunca pude entender por qué escriben los escritores que mientras tanto declaran, tan campantes, que escribir no tiene sentido en un mundo donde la gente muere de hambre. Tampoco pude nunca entender a los que convierten a la palabra en blanco de furias o en objeto de fetichismo. La palabra es un arma, y puede ser usada para bien o para mal: la culpa del crimen nunca es del cuchillo. Creo que una función primordial de la literatura latinoamericana actual consiste en rescatar la palabra, usada y abusada con impunidad y frecuencia para impedir o traicionar la comunicación. "Libertad" es, en mi país, el nombre de una cárcel para presos políticos y "Democracia" se llaman varios regímenes de terror; la palabra "amor" define la relación del hombre con su automóvil y por "revolución" se entiende lo que un nuevo detergente puede hacer en su cocina; la "gloria" es algo que produce un jabón suave de determinada marca y la "felicidad" una sensación que da comer salchichas. "País en paz" significa, en muchos lugares de América Latina, "cementerio en orden", y donde dice "hombre sano" habría que leer a veces "hombre impotente". Escribiendo es posible ofrecer, a pesar de la persecución y la censura, el testimonio de nuestro tiempo y nuestra gente - para ahora y después -. Se puede escribir como diciendo, en cierto modo: "Estamos aquí, aquí estuvimos; somos así, así fuimos". Lentamente va cobrando fuerza y forma, en América Latina, una literatura que no ayuda a los demás a dormir, sino que les quita el sueño; que no se propone enterrar a nuestros muertos, sino perpetuarlos; que se niega a barrer las cenizas y procura, en cambio, encender el fuego. Esa literatura continúa y enriquece una formidable tradición de palabras peleadoras. Si es mejor, como creemos, la esperanza que la nostalgia, quizás esa literatura naciente pueda llegar a merecer la belleza de las fuerzas sociales que tarde o temprano, por las buenas o por las malas, cambiarán radicalmente el curso de nuestra historia. Y quizás ayude a guardar para los jóvenes.
MÓNICA
RUSSOMANNO
(Santa
Fe-Santa Fe-Argentina)
LA
FE DE LOS INCRÉDULOS
Cuando
arrecian los malos tiempos y no alcanza el placard del dormitorio para
esconderse, cuando pasan esas cosas que nos desgarran la tela y despintan las
paredes. En esos decisivos tiempos difíciles de expectación y desánimo, de
sueño revuelto y de dolor, cuando la vida es una mesa que nos ponen con la base
en el suelo y los apoyos al aire. Entonces.
Justo
entonces. Justo en lo más alto o lo más bajo, en el punto justo del vértigo.
Entonces hay quien enciende velas a los santos, reza a San Expedito, acude a su
Pastor o simplemente ora en lo recóndito. Y encomienda su alma a su Dios, y
cree en lo justo y lo destinado a cumplirse desde lo desde siempre decidido desde
siempre escrito, desde lo eterno.
Y
es la paz del espíritu, el aplacarse de las pasiones. Es la resignación y lo
horizontal. La oración, el pedido, el agradecimiento por la prueba que encaja
como una pieza necesaria en el rompecabezas de lo Eterno.
El
alma puede descansar, las manos se aquietan en el regazo, un ser paternal o
maternal extiende su velo sobre la criatura frágil.
Pero
y qué hay de los incrédulos. Qué de aquellos que no tienen la dirección a dónde
enviar sus reclamos, sus lágrimas certificadas, su carta documento de protesta
e intimación.
Qué
pasa con quienes en lo alto del trapecio, con las manos resbalosas, saben que
en el otro trapecio no hay ninguna figura alada para recibirlos. A quién le
piden clemencia. A nadie.
Es
propio de la condición humana sin embargo esa cosa oscura de torcer la lógica.
Y se ven arrojados los incrédulos a una maraña sospechosa de cábalas,
supersticiones, costumbres propiciatorias. No encenderá una vela a un santo,
pero se alegrará de que yendo al sanatorio un perro defecaba de
frente;
es buena señal. No rezará a San Expedito el hombre de ciencia que no cree en
fantasmas ni Espíritus Santos, pero no usará la remera roja en este día, que le
resulta agorera y atracción de catástrofes indecibles. No acudirá a ningún Pastor
la señora racional que mantiene que el cosmos es caótico y casual, pero le dará
una moneda a un mendigo para prevenir maldiciones soterradas.
Será
que somos tan pequeños, tan efímeros, tan frágiles, que alguna magia nos hace
falta para enfrentar un mundo tan adverso.
No
me burlo entonces ni de los mantras ni de los rosarios, ni de los sermones ni
de las procesiones. Son recordatorios de que le tenemos miedo a nuestra propia
muerte y pánico a la desaparición de quienes amamos.
Si
alguna fe tienen los incrédulos, no se la quiten. Que eludan las escaleras, que
no se den a la traición de los gatos negros, que no pisen las juntas de las
baldosas o que usen la pulserita roja en el bracito gordo del bebé. Es una
oración en lo recóndito. Aunque no hubiese quien la reciba. No burlarse, digo
nuevamente, de una oración en lo recóndito.
ANA DANICH
(Rosario-Santa Fe-Argentina)
LA PIEDRA
Una piedra sabe conmover a otra
Una piedra sabe conmover a otra
Ingeborg Bachmann
¿Qué importa que la piedra tropiece con el pie
Y caiga abruptamente
sobre el escenario de muerte?
¿Qué importa que el convexo de sus formas
lastimadas en rajaduras de siglos
destile un liquido anaranjado de tierra?
¿Qué importa que haya condenado a las putas
que sirvieron lascivia
y los últimos vestigios hartos de humanidad
en la mesa del hambre?
La piedra es piedra,
inmaculada.
En su dureza de pedernal
acecha al pie sumiso
que no aprendió a esquivar de otra manera,
la invasión del obstáculo en su trayecto.
Sos de piedra
-me dicen los que saben-
y arremeto feroz
con los instintos…
¿Qué importa que la piedra tropiece con el pie
Y caiga abruptamente
sobre el escenario de muerte?
¿Qué importa que el convexo de sus formas
lastimadas en rajaduras de siglos
destile un liquido anaranjado de tierra?
¿Qué importa que haya condenado a las putas
que sirvieron lascivia
y los últimos vestigios hartos de humanidad
en la mesa del hambre?
La piedra es piedra,
inmaculada.
En su dureza de pedernal
acecha al pie sumiso
que no aprendió a esquivar de otra manera,
la invasión del obstáculo en su trayecto.
Sos de piedra
-me dicen los que saben-
y arremeto feroz
con los instintos…
RAÚL FEROGLIO
(Las Parejas-Santa Fe-Argentina)
YO NUNCA SERÍA
Yo nunca sería poeta
oficial
ni oficial de caballería
ni caballo de bastos
(no bastaría la abierta
latitud del cielo
latiendo en madrugadas)
Jamás madrugaría de sol
hacia las muertes
ni moriría del amor que
azota
No podría, aunque
quisiera,
azotarme el hocico en
los jazmines
ni hocicar, ni nacer
ni recostarme arriba de
lo oculto
Mi corazón callado
ha establecido para
siempre
aunque prefiera
ocultarlo
que yo nunca
jamás, ni acá, ni en
Jama…
sería un poeta oficial
ni oficial de caballería
ni caballo de bastos.
MIRYAM COLOMBOTTO DE SEIA
(Gálvez-Santa Fe-Argentina)
CONJUROS DEL ALMA
El viento desafora la noche y
la enquista
en mi cuerpo.
No puede llevarme. Todavía
no quiero ir.
Soy un mapa de recuerdos donde
envejecen los sueños,
y resisto
preguntándome porqué
resisto.
En algún lugar, en algo,
en alguien,
debe haber una ternura
donde hundir las uñas
para sostenerse.
la enquista
en mi cuerpo.
No puede llevarme. Todavía
no quiero ir.
Soy un mapa de recuerdos donde
envejecen los sueños,
y resisto
preguntándome porqué
resisto.
En algún lugar, en algo,
en alguien,
debe haber una ternura
donde hundir las uñas
para sostenerse.
Noche, hermana,
duéleme menos.
Aligera tu paso en las heridas
piérdeme el rastro.
Lejos
duéleme menos.
Aligera tu paso en las heridas
piérdeme el rastro.
Lejos
el viento destruye
todo lo que siento.
todo lo que siento.
OSCAR ÁNGEL AGÚ
(Hercilia-Santa
Fe-Argentina)
EN LA ORILLA
En la orilla de las cosas, de todas ellas, están
los elementos, aquello que sustenta con su magia a cada una.
Buscamos esos elementos. Los buscamos, con todas nuestras percepciones, en el lenguaje del aire, en el de la tierra, en el del fuego, en el lenguaje del agua.
Buscamos esos elementos. Los buscamos, con todas nuestras percepciones, en el lenguaje del aire, en el de la tierra, en el del fuego, en el lenguaje del agua.
Y hacemos alquimia con nuestros gestos, con
nuestras palabras, con nuestras imágenes. Estamos buscando el secreto de las
cosas que es buscar el misterio de nosotros mismos.
En la orilla de las cosas descubrimos lenguaje
por hacer, aires no respirados, vuelos ignorados, sueños no soñados, túneles a
cavar y lunas a explorar, tierras ignotas, ausencias, migrantes, mundos
subterráneos, lo no hecho aún, soledades, niños deambulando, sonidos a emitir y
a escuchar.
En ese camino de los límites
desmalezando aires
aprendemos nuevas danzas, nuevos gestos
nuevas alturas,
encendemos nuevos fuegos.
desmalezando aires
aprendemos nuevas danzas, nuevos gestos
nuevas alturas,
encendemos nuevos fuegos.
Y la música, los gestos, las imágenes, las
palabras
estallan en nuestras manos
se liberan
se hacen otro…
estallan en nuestras manos
se liberan
se hacen otro…
en la orilla de las cosas.
VERÓNICA CAPELLINO
(San Cristóbal-Santa Fe-Argentina)
MEDITATIO
Una está viva porque se perdona
no sabe cómo ni por qué
la vida cada día *
está viva
por insistencia, por obcecación
porque amanece y aunque duelen
los huesitos rotos
la piel responde al asombro
de este día
como al de ayer al de mañana
y se abren corolas
las preguntas.
Una confía
y está bien que confíe
aunque el instinto alerte de seguros
abandonos
de egoísmos en puerta
soledades en vilo.
Una está viva porque es tan intenso
ver vivir a los hijos
y porque se siente necesaria
imprescindible
aunque el mundo bien pudiera andar
sin esta esperanza a trabajo
forzado
que es una a toda costa y sin desmayo.
Una cree que cada día será bello
aunque a mitad de la mañana
nada pase más que el tiempo
nada suene más que
el teléfono urgente
nadie llame a la puerta
y la derribe
para entrar a saco en el derroche
de pasión y ternura que es la sangre
de una
tan terca en esto de vivir
y derramarse.
RUBÉN VELA
(Santa Fe-Santa Fe-Argentina)
MENSAJE A LOS HOMBRES DE ESTE SIGLO
¿Es la poesía, acaso, el lenguaje de los impotentes,
la música celestial de los eunucos,
el ensueño de los débiles de espíritu?
Hombres de este siglo:
Contemplad la Palabra.
Leedla
en los muros que acumulan
descifrables memorias como gritos
reclamando
el pleno ejercicio del amor,
la libertad inmensa.
Buscadla
en aquellos rostros sorprendidos
que descubren de pronto
su condición de Pueblo.
El luminoso, único destino
del hombre aquí en la tierra.
Ved la Palabra
en ese niño hambriento
devorándose
los huesos que aún le quedan
de su propio esqueleto,
destrozando en llantos su futuro
al cual nunca arribará.
¿Sumiso, manso, domesticado el Poeta?
He aquí su Palabra.
Su salvaje alegría.
Su porfiada esperanza.
¿Es la poesía, acaso, el lenguaje de los impotentes,
la música celestial de los eunucos,
el ensueño de los débiles de espíritu?
Hombres de este siglo:
Contemplad la Palabra.
Leedla
en los muros que acumulan
descifrables memorias como gritos
reclamando
el pleno ejercicio del amor,
la libertad inmensa.
Buscadla
en aquellos rostros sorprendidos
que descubren de pronto
su condición de Pueblo.
El luminoso, único destino
del hombre aquí en la tierra.
Ved la Palabra
en ese niño hambriento
devorándose
los huesos que aún le quedan
de su propio esqueleto,
destrozando en llantos su futuro
al cual nunca arribará.
¿Sumiso, manso, domesticado el Poeta?
He aquí su Palabra.
Su salvaje alegría.
Su porfiada esperanza.
JORGE
LACUADRA
(Santa
Fe-Santa Fe-Argentina)
LOS
PERROS NEGROS
Nos arrastramos penosamente de trinchera en trinchera. Seguimos una ruta azarosa y fútil para evitar el fuego enemigo. Sobre unos montes lejanos vemos el resplandor rojizo de las posiciones de los morteros y cañones que nos enfrentan, inalcanzables para el alcance de nuestros pequeños fusiles. Nuestros uniformes están hechos jirones por los alambres espinos y la metralla. Nos deslizamos hacia cráteres que apenas cubren nuestros cuerpos. Difícilmente podemos resguardar las armas de la humedad. Nos consuela el hecho de que los pertrechos del enemigo también sufren bajo la persistente lluvia azul que cae regularmente a cada hora propagando su característico olor a manzanas rancias. En una profunda zanja pasamos por debajo de una destruida máquina acorazada, su transmisión oruga semienterrada en el fango, un modelo antiguo y gigantesco. Vemos sobre nuestras cabezas enormes bocas de fuego del tamaño de barriles asomando por las troneras cubiertas de óxido. Alcanzo a contar cincuenta cañones a cada lado de la máquina y me es imposible saber que otro armamento lleva en la parte superior, quizás solo lanzadores de Voladores y sus guías codificadoras. Al asomarnos a la siguiente zona de nadie los vemos. Quedamos inmóviles al borde de la trinchera, apenas asomados, nuestros ojos cansados incrédulos ante la visión. Pasan a la carrera delante nuestro, las enormes patas levantando lodo y vainas servidas. Son perros enormes, sucios y oscuros como la profundidad de un mal sueño. Veloces, babeantes y con el pelaje perforado por los espinos. Sus ojos muestran una determinación única y destructiva, una voluntad ajena a nuestra contienda. Ellos portan una guerra propia, su camino apenas se intercepta con nuestra marcha. Frente a todos ellos marcha él, el líder. Por un momento su carrera lo acerca hacia nosotros y un estremecimiento de terror nos paraliza. Su enorme cabeza gira por un momento y con un mínimo de desprecio nos relega a su olvido. Sus cuestiones son otras, más urgentes e importantes. De pronto quedamos nuevamente solos, bajo la lluvia y entre los temblores de la tierra, al resplandor de los fogonazos de los cañones. Apretamos los fusiles contra el pecho y continuamos hacia la siguiente trinchera. -
Nos arrastramos penosamente de trinchera en trinchera. Seguimos una ruta azarosa y fútil para evitar el fuego enemigo. Sobre unos montes lejanos vemos el resplandor rojizo de las posiciones de los morteros y cañones que nos enfrentan, inalcanzables para el alcance de nuestros pequeños fusiles. Nuestros uniformes están hechos jirones por los alambres espinos y la metralla. Nos deslizamos hacia cráteres que apenas cubren nuestros cuerpos. Difícilmente podemos resguardar las armas de la humedad. Nos consuela el hecho de que los pertrechos del enemigo también sufren bajo la persistente lluvia azul que cae regularmente a cada hora propagando su característico olor a manzanas rancias. En una profunda zanja pasamos por debajo de una destruida máquina acorazada, su transmisión oruga semienterrada en el fango, un modelo antiguo y gigantesco. Vemos sobre nuestras cabezas enormes bocas de fuego del tamaño de barriles asomando por las troneras cubiertas de óxido. Alcanzo a contar cincuenta cañones a cada lado de la máquina y me es imposible saber que otro armamento lleva en la parte superior, quizás solo lanzadores de Voladores y sus guías codificadoras. Al asomarnos a la siguiente zona de nadie los vemos. Quedamos inmóviles al borde de la trinchera, apenas asomados, nuestros ojos cansados incrédulos ante la visión. Pasan a la carrera delante nuestro, las enormes patas levantando lodo y vainas servidas. Son perros enormes, sucios y oscuros como la profundidad de un mal sueño. Veloces, babeantes y con el pelaje perforado por los espinos. Sus ojos muestran una determinación única y destructiva, una voluntad ajena a nuestra contienda. Ellos portan una guerra propia, su camino apenas se intercepta con nuestra marcha. Frente a todos ellos marcha él, el líder. Por un momento su carrera lo acerca hacia nosotros y un estremecimiento de terror nos paraliza. Su enorme cabeza gira por un momento y con un mínimo de desprecio nos relega a su olvido. Sus cuestiones son otras, más urgentes e importantes. De pronto quedamos nuevamente solos, bajo la lluvia y entre los temblores de la tierra, al resplandor de los fogonazos de los cañones. Apretamos los fusiles contra el pecho y continuamos hacia la siguiente trinchera. -
OSCAR
ALBERTO MARCHESIN
(Buenos
Aires-Argentina)
PASA TODO PASA Y VUELVE
LO QUE ALGUNA VEZ FUE FUTURO
Pasa
el viento del adiós a las cosas idas
Pasa y no retorna pasa el viejo pasan los trastos
Pasa el invierno y el próximo sol no es el mismo
Sumergido el sol en el océano del universo
Emergió descansado y frío se acunó en tus brazos largos
Y durmió las noches que demoró en secarse
Pasa el vientre hinchado de hijos pasan los hijos
Paso yo y luego vos pasa el cabello y ya no vuelve
Pasan los milicos pasa la yuta pasa un desaparecido
Pasan los curas y siempre vuelven los genocidas de la historia
Pasa y no retorna pasa el viejo pasan los trastos
Pasa el invierno y el próximo sol no es el mismo
Sumergido el sol en el océano del universo
Emergió descansado y frío se acunó en tus brazos largos
Y durmió las noches que demoró en secarse
Pasa el vientre hinchado de hijos pasan los hijos
Paso yo y luego vos pasa el cabello y ya no vuelve
Pasan los milicos pasa la yuta pasa un desaparecido
Pasan los curas y siempre vuelven los genocidas de la historia
Del
fondo de la historia todos los pasados aparecen
En una pantalla de tiempo en la sala de los recuerdos
Los espectadores del destierro los fantasmas de siempre
Pasa tu voz de nena tus ojos nunca pasan de brillo
Pasan los abrazos y los besos las caricias las rayas en la piel
Pasan tus dedos en el intento fortuito de atraparme en el infinito
Pasan mis palabras que rellenaron tus vacios
De los confines del cielo que será el cielo de los infiernos
Surgen seres quizás inmateriales quizás innecesarios
Ángeles y diablos del continente perdido
Y cuando todo no pase te buscaré en la trompeta
Debajo del agua en los dedos adormecidos de tanto escribir
Hasta caer en esa esquina encuentro casual sin buscarnos
Sin sabernos vivos aún
Cuando nos tiraron de la Esma…
Pasan los dictadores pasa la picana
Que da risa luego de tanta cama de fleje oxidado y humedad
Pasan los helicópteros y ya no nos tiran al rio
Pasan tus caricias y ésas sí volverán
Hasta que te contenga para siempre
Pasa la eternidad pasa el tiempo de la vida
Pasa la gloria y la cobardía
Pasa el amor cuando nunca existió
Pasa la necedad de negarlo cuando se lo conoce y punto final
Sin obedencia de vida…
En una pantalla de tiempo en la sala de los recuerdos
Los espectadores del destierro los fantasmas de siempre
Pasa tu voz de nena tus ojos nunca pasan de brillo
Pasan los abrazos y los besos las caricias las rayas en la piel
Pasan tus dedos en el intento fortuito de atraparme en el infinito
Pasan mis palabras que rellenaron tus vacios
De los confines del cielo que será el cielo de los infiernos
Surgen seres quizás inmateriales quizás innecesarios
Ángeles y diablos del continente perdido
Y cuando todo no pase te buscaré en la trompeta
Debajo del agua en los dedos adormecidos de tanto escribir
Hasta caer en esa esquina encuentro casual sin buscarnos
Sin sabernos vivos aún
Cuando nos tiraron de la Esma…
Pasan los dictadores pasa la picana
Que da risa luego de tanta cama de fleje oxidado y humedad
Pasan los helicópteros y ya no nos tiran al rio
Pasan tus caricias y ésas sí volverán
Hasta que te contenga para siempre
Pasa la eternidad pasa el tiempo de la vida
Pasa la gloria y la cobardía
Pasa el amor cuando nunca existió
Pasa la necedad de negarlo cuando se lo conoce y punto final
Sin obedencia de vida…
MARCELA IRENE PREDIERI
(Ciudad Autónoma de Buenos Aires-Argentina)
HAY QUE ENSUCIARSE LOS OJOS
Hay que ensuciarse los ojos
y ver sus cuellos que se arquean
a abrasar la muerte
Hay que mirarlos
como árboles amarrados a sus huérfanos
entre el polvo y las barajas
A ellos
de hembra alguna
que tienen precio de orgía
y besan en el agua
las huellas del deseo que saben mutilar
que sólo conocen la lengua de su espejo
Que no pueden evitar
ser soga de mendiga colgada a sus monedas
pan en la boca de un tigre
nudillos al borde de no importa qué plegaria manoseada
Hay que saber desnudarles el pellejo
sepultar sus rodillas
masticarlos como a hostias
desgastarlos como a un centavo ciego
y dejarlos inmóviles de tiempo
para ver lo que esconde la sepultura de sus cejas
y descubrir por fin
que lloran como cualquier mortal
y que como a cualquier mortal
la madre los traiciona
Y serán tan bellos cuando lloren
cuando los veamos morder con oficio de Dios
ese miedo de pájaro a subirse a los ojos de los gatos
mientras yo los araño
ESTEBAN
IERARDO
(Ciudad
Autónoma de Buenos Aires-Argentina)
NIÑO
QUE CORRE
Niño
que corre,
por
las orillas de las selvas,
por
los humos del ocaso,
por
la sangre de la cierva blanca.
Niño
que corre,
entre
la bestial ráfaga de lo estúpido;
entre
blancos huesos en los jardines;
entre
chimeneas y pájaros inertes.
Niño
que corre,
sobre
cerros de serpientes;
sobre
el hipopótamo frenético;
sobre
las ballenas de las melodías de agua.
Niño
que corre,
dentro
de la ácida mueca del misil;
dentro
del violín desmembrado en las máquinas;
dentro
del húmedo sufrir del árbol;
dentro
del cansancio.
Sin
fe en el renacer.
Niño
que corre,
en
los himnos del bosque;
en
langostas que trepan hacia el relámpago;
en
rocas que meditan en orgías creadoras;
en
uvas
que
chisporrotean.
En
nimbados
ojos
de los dioses.
Niño
que corres,
para
que un artista
todavía
sea
el
que se burla de las tumbas.
DOLORES
ETCHECOPAR
(Ciudad
Autónoma de Buenos Aires-Argentina)
TÚ EN LA MADERA
quiero que vivas en la madera del violín del desierto
alguien da órdenes a la luna
pero nada resplandece
si me muevo es de noche
si no me muevo es de noche
en el silencio están cavando un túnel para matar
no me calma la sonrisa ni su fijeza
en los dientes cada vez más blancos
de las Azafatas y de los Ministros
ciudades amarillas negras me arrastran
de un cuerpo a otro de un tren a otro
de un hospital a otro
(las enfermeras traban mi corazón
y me recortan en forma de mano que grita)
no puedo reunir mi alma
carteles luminosos titilan crímenes
se está borrando del suelo
el leve tatuaje de la aurora
esta ciudad tiene muros
y hombres muertos en la niñez de los árboles
yo me hechizo con los agujeros del fin del mundo
pero tú en la madera
quiero que vivas en la madera del violín del desierto
qué sonido furioso mientras hablo
expulsa al narrador de la pradera
qué lanas durmientes abren ese cuento
comido por la nieve
hablo con el motín de los perros del silencio
y las rodillas nucleares de la aurora
hundidas en el agua de los secretos
pero tú quiero que vivas
en la clarividencia del furor de las hierbas
dotado de alegría
y de un habla de emergencia para calmar
el fondo de la noche
ahora que escuchas a una mujer
que cruza con sus medias de fuego
el aire cada vez más oscuro
ahora que incubas por última vez
el llanto de todos los hombres
HUGO
MUJICA
(Ciudad
Autónoma de Buenos Aires-Argentina)
TRANSPARENCIA
Noche sin cielo
y lo más alto
es el nacer de la
lluvia.
Sin un antes
ni un después,
en su puro ahora
cae la lluvia;
cae sobre el mundo
y algo,
algo otro que la duda o
la certeza,
se transparenta sobre
sus aguas.
LAURA YASÁN
(Ciudad
Autónoma de Buenos Aires-Argentina)
CAMBIAR LAS ARMAS.
A veces
un fulgor me hace libre
es un momento de ilusión
tan perentorio
que se come a si mismo
un fulgor me hace libre
es un momento de ilusión
tan perentorio
que se come a si mismo
o tanto es el error
que encandilarse alcanza
pero
yo nunca fui capaz de perdonar
o abreviar en la fe
mas bien golpeo
mil veces sobre la misma piedra
y no hay quien me convenza
de que no va a gritar
pero
desde un tiempo a esta parte
llega la voz del altruismo
un discurso sumido en la vulgaridad
que al cuerpo
ya no le da descanso
cuchillería nueva a estas alturas
mis amigas
lo llaman madurez
PÁGINA 6 – NARRATIVA
BREVE
JORGE
M.TAVERNA IRIGOYEN
(Santa
Fe-Santa Fe-Argentina)
CONTRATOS
Saber
o no saber: esa es la cuestión. ¿Sabe él que forma parte de nuestra familia?
¿Siente que yo soy su madre? ¿Y que no está en cualquier parte, sino que ésta
es su casa? Hace años he firmado un contrato con la angustia: desde el día
mismo en que Dios me confirmó que Aurelio era autista.
Es
un contrato de eternidad. Y le dan un escarabajo de oro, para impedir que le
devore el alma la diosa Ammit. Ella lo encierra en su mano izquierda y mientras
un espejo de luces la refleja, siente dentro de si el aliento de Tutankamón.
El
contrato de alquiler dice clarito sin perros. Se muda tranquila, con su dulce
jirafa.
Rompe
el contrato en ocho pedazos y se sienta a reflexionar. Después de todo, no
tenía obligación de firmar. Y las cláusulas al pie, con letra chica, no se
entendían del todo. Sale de la inmobiliaria y ahí sí se pregunta si fue al
sitio indicado para alquilar su vientre.
Firma
y abona la primera cuota. No sabe cuándo podrá concretarse el vuelo a la luna.
Pero de lo que sí está seguro es que desde hoy prestará otra atención a los
ovnis. Y abre la primera página del Código del Astronauta.
Colocan
dos estampillas al contrato y le entregan un ejemplar. Llega a su casa y lo
guarda en un ropero, sin precisión de sitio. Total da lo mismo. Si lo pierde,
igual tendrá que responder con su vida y su fortuna. La portada lo dice
claramente. Renuncia a la identidad y a los derechos civiles, en beneficio de
los hijos no reconocidos.
El
contrato fue firmado cuando era adolescente. Entre ella y su padre. Jamás
entraría otra mujer a la casa. Y tampoco un hombre. Se entenderían los dos, se
cuidarían los dos. Ambos tuvieron que sacar fuerzas de muy adentro cuando los
males arreciaron. Un día, sellan la puerta de la cocina. Y al siguiente,
desconectan la luz. Entonces, dando por cumplido el contrato, se acuestan a
esperar.
Fue
un error firmar contrato con la Sociedad Protectora de Animales. El circo bajó
la carpa al mes. Lo que ocurrió después fue increíble. Los animales iniciaron
juicio por despido, pero a los de la Protectora el litigio se les dio vuelta,
como un bumeran.
Entonces
fue que tigres y elefantes, monos y panteras iniciaron reclamos, con cortes de
calle. Al fin, con animales por todos lados, el juez falló que la carpa volviera
a su lugar.
Sabe
bien que los robots no soportan niños. Lo contrata para tareas de la casa, en
horas en que están en la escuela. Un mal día al robot se le ocurre barrer la
vereda y una pelota de los de la canchita le pega en la frente. Entonces se da
un terrible descalabro de placas y tornillos. Y lo peor: al buscar el balón y
verlo tendido, comienzan a descuartizarlo sin clemencia. Hoy, la primera plana
del diario local registra extraño crimen en el barrio La Paloma.
PÁGINA 7 – POESÍA
ARGENTINA: CÓRDOBA
ERNESTINA
ELORRIAGA
(Córdoba-Córdoba-Argentina)
NIÑO SIN CIELO
El sol
en refucilos de fuego caía
sobre el cartón y el zinc
ajeno
ajeno al corazón del niño
que en un averno en una pieza de dos por dos
en un lugar sin nombre y sin orillas
en un lugar despiadado
en un lugar de la tierra donde el nylon se hace flor en el barro
y el agua jabonosa es un río maloliente
el niño crece un niño crece
mientras en el rostro de su padre
la sombra dibuja el espectro de los
caballos que murieron de sed en el diluvio
la sombra del miedo de la rosa
la sombra del pan
el niño ve
el niño ha visto a su padre
mirando el chaperío
los ojos desprendidos del cuerpo
buscando el cielo
el niño ha visto
por eso cuando su padre amaneció
con los ojos en blanco y un pétalo rojo le pintaba los labios
él supo que era tarde
que la pena guardada se iba hacia la nada
como un barquito de papel
cuando la lluvia cesa
después
vio que a las palomas
les crecían espinas en los ojos
tenía trece años estaba en la calle
mirando el cielo
la bolsita de pegamento apretada en la mano
como si fuera aún la taza de leche
tenía los ojos verdes
pero el desamor es un lobo con hambre.
CARLOS
GARRO AGUILAR
(EL
Fortín-Córdoba-Argentina)
AROMAS
Íntimo
aroma de ti.
Fuera,
el viento del verano
dispersa
el clamor de los astros,
los
recónditos mensajes nupciales,
el
grito de los zorros,
los
chasquidos de aletas nocturnas
que
suben desde el agua.
Lava
oscura, iridiscente,
desde
mis huesos viaja hacia tu sangre.
Y
tú como una lámpara
concitas
en los labios, ese candor
que
arde en mariposas,
la
fragancia del fango después de las tormentas,
el
temblor imantado del aire,
el
himno inapelable de la tierra
rasgada
por la lluvia.
Íntimo
aroma de ti:
Oh sedoso animal de la jauría.
Oh sedoso animal de la jauría.
Guarece
en la herida de tu vientre
esta
daga de amor y de locura.
SUSANA
CABUCHI
(Jesús
María-Córdoba-Argentina)
VISITA AL PURGATORIO
El cartel anuncia
“El Paraíso”.
Aquí están
la directora del colegio,
la fundadora del Teatro Vocacional,
el carnicero,
el prestamista, el notario.
– Si madre,
traigo galletas,
sacaremos una mesa,
jugaremos a la confitería,
tomaremos el té.
Las pequeñas carrozas
– trípodes, andadores,
sillas de ruedas –
giran.
Aferrados al pasamanos
los caminantes
repiten la peregrinación,
como antes en la plaza,
ahora a orillas de la ciudad,
a orillas de la vida,
con las máscaras de la vejez,
y con pesados trajes, marchitos.
– Si madre,
soy la tía Emma
y también soy Susana.
Entre sombras
la comparsa emite
entrecortados llantos, gemidos secos.
– No madre, sus padres
no la olvidan,
están muy ocupados.
Cuando puedan
vendrán
con un ramo de rosas.
Aquí están
la directora del colegio,
la fundadora del Teatro Vocacional,
el carnicero,
el prestamista, el notario.
– Si madre,
traigo galletas,
sacaremos una mesa,
jugaremos a la confitería,
tomaremos el té.
Las pequeñas carrozas
– trípodes, andadores,
sillas de ruedas –
giran.
Aferrados al pasamanos
los caminantes
repiten la peregrinación,
como antes en la plaza,
ahora a orillas de la ciudad,
a orillas de la vida,
con las máscaras de la vejez,
y con pesados trajes, marchitos.
– Si madre,
soy la tía Emma
y también soy Susana.
Entre sombras
la comparsa emite
entrecortados llantos, gemidos secos.
– No madre, sus padres
no la olvidan,
están muy ocupados.
Cuando puedan
vendrán
con un ramo de rosas.
LUIS ALBERTO AMBROGGIO
(Río
Tercero-Córdoba-Argentina)
EL POEMA DE LOS
CUERPOS
Ved el poema de los
cuerpos
de los dioses que se
aman;
cómo se encajan y
completan
en sus recodos
secretos,
la posesión carnal
de un jardín divino.
Ved el poema de los
cuerpos.
Miradlo en sus curvas
nítidas y firmes,
suaves obras maestras
habitadas en fuego.
Ved las piernas
entrelazadas de amantes,
sus brazos encerrando
la cariñosa esfera.
Oid como se golpean
con ruidos de olas;
el corazón abierto y
la vida que los penetra;
un todo de ser
vertiginoso canta latidos,
roce de cielos,
volcanes de sudores dulces,
arriba y abajo de los
montes.
Ved el poema de los
cuerpos,
el esbozo de multitud
en sus líneas,
la piedra de sangre,
el sol negro,
los pasillos de seda,
pieles unísonas.
Recorred el poema con
el lenguaje del tacto,
en la luz desnuda de
la noche
acariciad el alma
detrás de los ojos,
gozad el gusto supremo
de frutas maduras
y volved una y otra
vez,
con la fuerza del
amor, con sed, con hambre,
lluvia y flores de sol
y vientos,
con aromas de sílabas,
a su belleza...
al exacto poema de los
cuerpos.
SONIA
RABINOVICH
(Barrio
Villa Belgrano-Córdoba-Argentina)
ESCRITO
EN LA ESPALDA
XIV
Se abrieron las ventanas.
El viento armó las cortinas como velas.
Ël estiró su cuerpo.
Ella quedó fetal sobre las sábanas.
La pequeña muerte, dijo
o no lo dijo.
Los signos le pesaban sobre la mente en blanco.
Los cuerpos fueron cuerpos
y el vacío ocupó lugar
en la gargante.
Se abrieron las ventanas.
El viento armó las cortinas como velas.
Ël estiró su cuerpo.
Ella quedó fetal sobre las sábanas.
La pequeña muerte, dijo
o no lo dijo.
Los signos le pesaban sobre la mente en blanco.
Los cuerpos fueron cuerpos
y el vacío ocupó lugar
en la gargante.
MANUEL
LOZANO
(San
Francisco-Córdoba-Argentina)
PLEGARIA
Crucificado en el árbol de la ciencia del bien y del mal,
adormezco el llanto con rumores
que obstinan mi oficio de profanador.
Quítame el reflejo de este aparecido.
Herrumbrosa azucena, no dejes caer
la lúcida sangre del crimen.
En tu cueva de ahogados, él se viste de luto.
¿Cuándo bajaremos?
En el declive encuentras el trébol venenoso,
los postigos raídos de esa puerta
que ya nadie abrirá bajo guirnaldas.
Linajes de fragmentos quemados
colocarían sobre el pedestal de la separación.
El labrador invoca la sombra derritiéndose
en las patas del lobo.
Nunca lo pliegues contra tu áspera carne de Adán.
Fueron largos años de exilio y migraciones.
¿Quién canta entonces prosternado en el jardín?
¿Y quién se trepa a su lápida futura
con el viento feroz entre los médanos?
Déjame la intemperie, la incerteza lujosa
del vuelo de la herida.
Arrópame en ese traje de lastimaduras.
¡Que no vean los gusanos a trasluz del rocío!
Hijo del desierto me llamaban.
Desfigúrame con alacranes de seda.
Crucificado en el árbol de la ciencia del bien y del mal,
adormezco el llanto con rumores
que obstinan mi oficio de profanador.
Quítame el reflejo de este aparecido.
Herrumbrosa azucena, no dejes caer
la lúcida sangre del crimen.
En tu cueva de ahogados, él se viste de luto.
¿Cuándo bajaremos?
En el declive encuentras el trébol venenoso,
los postigos raídos de esa puerta
que ya nadie abrirá bajo guirnaldas.
Linajes de fragmentos quemados
colocarían sobre el pedestal de la separación.
El labrador invoca la sombra derritiéndose
en las patas del lobo.
Nunca lo pliegues contra tu áspera carne de Adán.
Fueron largos años de exilio y migraciones.
¿Quién canta entonces prosternado en el jardín?
¿Y quién se trepa a su lápida futura
con el viento feroz entre los médanos?
Déjame la intemperie, la incerteza lujosa
del vuelo de la herida.
Arrópame en ese traje de lastimaduras.
¡Que no vean los gusanos a trasluz del rocío!
Hijo del desierto me llamaban.
Desfigúrame con alacranes de seda.
PÁGINA 8 – ENSAYO
GLORIA
CEPEDA VARGAS
(Santiago
de Cali-Colombia)
DESHUMANIZACIÓN
La
partícula des equivale a un prefijo inseparable que significa negación,
oposición o incapacidad para experimentar
afecto, comprensión o solidaridad con el semejante. Y si lo añadimos a la palabra humanización, tendremos una
definición atinada de nuestra conducta y
la explicación del desbalance endémico que nos aqueja: la cojera del alma. ¿Qué
significan humanidad y sus derivados? Elemental mi querido Watson: intentar despojarnos de nuestros zapatos para
calzarnos las alpargatas ajenas a ver cómo nos va. El cambio de calzado
equivale al bíblico “Ama a tu prójimo como a ti mismo”, o
al popular: “El que no carga la
carga, nunca sabe lo que pesa”. Son sinopsis o recopilaciones de la verdad que no obstante habernos acompañado desde el
vientre materno, se niegan a formar parte de nuestros manuales de urbanidad,
por no decir otra cosa.
Más
allá de piruetas semánticas o
morfológicas, la palabra deshumanización es un leviatán salido de madre.
A fuerza de orearlo, se destiñó para
adquirir un gris inofensivo y su cara de yo no fui cruza desapercibida cualquiera de sus apariciones en sociedad.
A
pesar de haberse echado al pico vidas, honras, fortunas, futuros, presentes y
pasados humanos, la deshumanización continúa inimputable. A pesar de contar en
su haber con el 99,99% de la desventura planetaria, trisca impávida en los
campos en flor; no obstante los vientos que aúllan, se ríe socarronamente de excomuniones,
cábalas y jurisprudencias.
La deshumanización posee
poder de transformación a prueba de alquimia. Si asesina a sangre fría,
será en defensa propia. Si agrede el equilibrio del planeta, demostrará una
capacidad visionaria que envidiaría Galileo
y si mete la mano en el tesoro público, lo hará de guantes y pasamontañas.
En su prontuario hacen cola, entre otras hazañas dignas de
recordación, el holocausto nazi, la satanización femenina, los mercados
negreros, la violación sexual, las
santas hogueras de la ídem Inquisición, la sordera del poder y el
capital, la idoneidad del eufemismo, las EPS y el salario mínimo en Colombia.
¿Qué intentaste decir León de Greiff con aquello de los trujamanes de feria y gansos de capitolio aplicados a la actitud humana? Pues casi
nada, la deshumanización ataviada con
dos de sus más viles antifaces: el servilismo y la hipocresía.
PÁGINA 9 – POESÍA
ARGENTINA: BUENOS AIRES
ANA
MARÍA GRANDOSO
(Carmen
de Patagones-Buenos Aires-Argentina)
CISNES
Una bandada de cisnes todos blancos voló, rasante, sobre el río.
Dieron vueltas haciendo un óvalo, dos veces, frente a mí.
Luego, recuperado el rumbo, se enfilaron uno detrás del otro, hacia el sur, siguiendo el curso del río.
El Bolshoi copió esta coreografía.
Una bandada de cisnes todos blancos voló, rasante, sobre el río.
Dieron vueltas haciendo un óvalo, dos veces, frente a mí.
Luego, recuperado el rumbo, se enfilaron uno detrás del otro, hacia el sur, siguiendo el curso del río.
El Bolshoi copió esta coreografía.
CARLOS
BARBARITO
(Pergamino-
Buenos Aires-Argentina)
SI
SE RESPIRA ES POR UNA GRIETA
en el muro, por un agujero
en la red, por una falla
en la masa que a todo cubre.
Hay relámpago en el pan.
Hay ácido en cada palabra dicha
o callada luego del amor y la lluvia.
Todo se encamina hacia el vacío,
todo se vacía, entre risas y ruidos.
Los niños juegan a la muerte y mueren.
Sólo el viento no muere, sopla
contra una casa vacía
desde la que sin embargo
salen gritos.
Un perro ladra,
tendrá la palabra algún día.
LAURA
BEATRIZ CHIESA
(La
Plata- Buenos Aires-Argentina)
CONCIERTO
El violín repetía virtuosos acordes
y, la mano que lo excitaba,
entretejía movimientos exactos.
La mejilla captaba vibraciones ansiosas.
El oído decodificaba sonidos
de un arco frágil y seguro
que compartía, con su propio dueño,
apostando al acierto.
Llegó el final del compás.
El pentagrama acordó,
con el violín, la llegada del silencio.
Los aplausos –en su delirio- accionaron el telón
y el aire, gozoso, quedó allí
esperando un nuevo movimiento.
El violín repetía virtuosos acordes
y, la mano que lo excitaba,
entretejía movimientos exactos.
La mejilla captaba vibraciones ansiosas.
El oído decodificaba sonidos
de un arco frágil y seguro
que compartía, con su propio dueño,
apostando al acierto.
Llegó el final del compás.
El pentagrama acordó,
con el violín, la llegada del silencio.
Los aplausos –en su delirio- accionaron el telón
y el aire, gozoso, quedó allí
esperando un nuevo movimiento.
JOSÉ MARÍA PALLAORO
(La
Plata- Buenos Aires-Argentina)
OTRA CASA
de un cielo gris con destellos
anaranjadamente oscuros
los pájaros de la tarde
caen
vacíos
sin peso
como hojas
que sopla
la muerte
quizás queriendo otra casa
LAURA CALVO
(Laprida-Buenos
Aires-Argentina)
Criatura
sobrealimentada
Cocina el caracú, mi
abuela
y me lo da con sal
en el pan fresco que
yo le traigo
La panadería es mi
mandado
y me gusta
Flautas, flautines,
mignones, rosetas
desbordando canastos
enormes como bañaderas
Pan para todos
pan a montones
polvo de harina en la
trastienda
los hornos tibios aún
los gorros blancos
dados vuelta
¡Un kilo de pan
cuesta menos que
cualquier otra cosa!
Yo aliviano la bolsa a
pellizcones
mientras vuelvo a lo
de mi abuela
y su olla
Ella consiente mi
delito:
le pone médula para
que yo engorde
ANDRES
MONTENEGRO
(Bahía
Blanca- Buenos Aires-Argentina)
CERRANDO CUENTAS
Si me financias la
deuda de besos no dados
te firmo un pagaré por
todos mis errores,
si dejas de tenerle
temor a los temores
prometo entregarte mi
amor al contado.
Pero si al momento de
hacer el balance
desparramas en mi mesa
todos tus recibos,
habrá que condenar la
pasión a un archivo,
no habrá tiempo de
olvidar que nos alcance
Dime en que estación
nos detuvimos,
me bajaré a buscar otros
caminos,
a encontrar en otra
piel un buen cobijo
Ya no podemos sumar lo
que perdimos,
nos ha cerrado la
cuenta el destino
y no quiero mas tu
amor a plazo fijo.
PÁGINA 10 – NARRATIVA
SONIA CATELA
(Ceres-Santa Fe-Argentina)
PLANEANDO EL GOLPE
A las cuatro de la
madrugada -¿les parece hora?- la cita en los baños de la Terminal. El frío no
importa, ni el mal olor; fingir es lo molesto.
Esta vez apelan al falso pretexto de la
homosexualidad, caricias, seducciones, mientras los pasajeros entran, se codean
con burla, salen, en tanto ellos, integrantes de la Célula, coquetean sin
suspender su atención que no se desvía de los carriles "ferroviarios"
enfilados a la acción, a estrellarse contra el objetivo, el atentado que
planean.
--¿Es propiamente un "atentado",
Lucas? Creo que suena demasiado presuntuoso.
--Ponele como quieras. Lucas clama un beso de:
"fíjense, ése nos mira".
--Elegiste mal este teleteatro -continúa
Angelo--. No me gusta, no quiero faltarles el respeto a los
"diferentes". No soy la maldita medida de todas las cosas.
--Sigamos con el plan. Hay que despistar, no
importa cómo.
--Creo que el cómo hace al caso. El fin no
justifica los medios.
Pero ¿y este maldito policía que irrumpe en los
sanitarios?
Se disimulan como abanico cerrado: --Rápido, rápido.
Si nos mete en su pala, directos al basural de la comisaría y chau atentado.
Escondámonos en el baño antes de que nos vea.
El agente invade el recinto, empuja a los
codazos a todo el que se le cruza, se manotea la bragueta; un botón se traba al
querer abrir el ojal, lo arranca, libera por la fuerza la puerta final de su
compuerta y descarga la vertiente que inunda el mingitorio.
Ya aliviado, ojea el panorama circundante,
escupe en la pileta, se lava las manos, extrae y enjuaga su instrumento
urinario, lo acomoda dentro de la bragueta abierta, codea, parte.
--Gente, podemos seguir. Ya se mandó a mudar.
Los que diseñan el "operativo" se han
puesto incluso este nombre de combate, "Célula 4161". Y el plan se
ejecutará el sábado a la tarde, día en que no tienen clases en la universidad
ni obligaciones laborales.
Lucas hasta se trajo una peluca rubia de mujer,
senos postizos y labios pintados de rojo, pero los otros dos le impidieron que
"montara semejante show".
--¿Te parece éste el sitio para diseñar la táctica
de un operativo?
--Ideal.
--Andate a la mierda.
--Mejor afuera, nos sentamos en un banco de la
plaza y acabamos con la coordinación de una vez.
El atentado irá directo contra las mandíbulas
del nuevo Presidente, pasado mañana, y arman el montaje bajo la espesura de un
sauce.
--Asistirán las cámaras amigas del canal 15,
Reinero nunca nos falla, filmarán y difundirán, ya nos lo confirmó. Calazans
también se ofrece para desempeñar el rol, es un genio como actor.
Acuerdan, organizan, llega la hora de la acción.
En el basural, donde -en los bordes despejados
por los flamantes vecinos- se han levantado casillas de latas, hola Pepe, hola,
se instalan micrófonos, se agrupan los periodistas y se reúne un grupo de
manifestantes con carteles, finalmente llega el auto "presidencial"
(costó conseguir uno casi igual) y los guardias de seguridad.
El nuevo "Presidente" camina entre el
cordón de aplausos, toma el micrófono y anuncia que ha venido a inaugurar la
primera de una serie de Villas Miseria en curso que se erigirán a lo largo y
ancho de todo el país, casa habitación de los nuevos desocupados, y "aquí
y ahora ustedes tienen el honor de sentar el precedente de esas obras cuya
concreción constituye un compromiso, y cuenten con nuestra palabra en cuanto a
su cumplimiento".
Todos se tragan las risas, aplausos, Calazans
perfecto en su rol presidencial, tan bien caracterizado con su maquillaje de
actor que parece el clon del mandatario, corta las cintas, promete más, muchos
más emprendimientos de esa naturaleza, la noticia explotará por las redes
sociales, habrá desmentidas del gobierno, pero como la Célula cuenta con un
colaborador infiltrado que conoce la agenda del Presidente, el que les confirmó
que éste se halla en un encuentro clandestino y no podrá demostrar dónde se
localizaba realmente en ese momento de la inauguración; el impacto, mi querido
Angelo, será irreversible; nadie borrará su primera impresión, lo que se añade
a las idas y vueltas del nuevo gobierno, sus mentiras reiteradas.
Y los tres de la Célula, estrenando una flamante
cesantía en sus cargos en el Museo de Historia, terminada la ceremonia, siguen
recogiendo hojalata y armando lo que ha de ser su nuevo hogar en la Primera
Villa Miseria de la Alegría del país.
PÁGINA 11 - POESÍA
ARGENTINA: NEUQUÉN
SILVIA
MELLADO
(Zapala-Neuquén-Argentina)
POESÍA
EN ROLLO
2. A las
siete vi hombres borrachos
zigzagueando entre la
ruta y la banquina cada
tantos metros también
vimos aparecer mujeres
que hacían dedo en las
encrucijadas esperaban
el transporte destartalado
con hombros cediendo
a la gravedad llenas
de hijos manifiestos del arte
enfermo ellas emergían
como ese relieve extraño
que se forma en la
corteza de un árbol una obra
raramente hermosa
salida de un cáncer,
la defensa bella de
algún lacerado.
RICARDO
COSTA
(Neuquén-Neuquén-Argentina)
DESEO
Bordea la muerte con tu lengua en mi boca.
Que el alma se desgarre como un hilo de pétalo hasta morir.
Que mi vientre empalme a golpes el tuyo y de los cuerpos
se venga el colmillo del demonio, la sangre del ojo,
los desdos que te abran y la fiesta se convierta
en un banquete para devorarte, para comerme en el cielo de tu piel
Que luego las bestias revuelquen en la grasa de los cuerpos
el deseo y ya hartos, arrojados al descanso de alguna sombra,
te pregunten si lo amas: si existe cierto sabor
que se aproxime al amor.
Que no contestes.
Que un beso antes del cigarrillo le descarne el corazón a Ricardo
y que Ricardo ruegue: “que alguien quiera matarme”.
Y ella, sabia como una hembra echada a su lado
caliente sus manos, lo arroje bajo el rocío
y le desee una vida eterna.
MARÍA
GUILLERMINA WATKINS
(Neuquén-Neuquén-Argentina)
DEL OTRO LADO
Del otro lado del río
está aquella que pude haber sido
de este lado
la que soy
que desea sacarse de ella misma
como una piedra en el zapato
como la misma piedra
Del otro lado del río
está aquella que pude haber sido
de este lado
la que soy
que desea sacarse de ella misma
como una piedra en el zapato
como la misma piedra
MARIO
ÑANCUPE
(Cutral-Co-Neuquén-Argentina)
OTRA MADRUGADA
El sol asomó en la ventana,
la mujer beso al niño en la frente,
salió a la calle como todos los días,
como todas la madrugadas.
En el puente, el reclamo
y rostros cubiertos la esperaban,
el humo no deja ver los gritos,
de bocas rojas, ensangrentadas.
Un sonido salto la zanja,
cortando una de las ramas
del árbol de la vida.
cayó de perfil, recostada,
en la tierra que la vio nacer una mañana.
En angostos pasillos del alba,
la cabeza sobre la almohada
tendrá sueños nuevos,
mientras otros llegan desde la otra sala.
Las existencias se abren paso.
Teresa volverá a besar al niño
en otras madrugadas.
El sol asomó en la ventana,
la mujer beso al niño en la frente,
salió a la calle como todos los días,
como todas la madrugadas.
En el puente, el reclamo
y rostros cubiertos la esperaban,
el humo no deja ver los gritos,
de bocas rojas, ensangrentadas.
Un sonido salto la zanja,
cortando una de las ramas
del árbol de la vida.
cayó de perfil, recostada,
en la tierra que la vio nacer una mañana.
En angostos pasillos del alba,
la cabeza sobre la almohada
tendrá sueños nuevos,
mientras otros llegan desde la otra sala.
Las existencias se abren paso.
Teresa volverá a besar al niño
en otras madrugadas.
ANALÍA
LAURA NORAK
(Picún
Leufú-Neuquén-Argentina)
CAYENDO
POR UN TUBO
Llegó en un inmenso auto blanco.
Él era un bello animal azul,
ojos azules, saco y pantalón azules
y sangre azul,
yo no podía caminar
así que me deslicé hacia él
como cuando una cae por un tubo.
Se bajó y me dijo:
- echale 5 pesos de común, piba -
después dijo algo sobre “trabajo de hombres”
y agregó “hasta a despachar nafta se han metido...”,
y al fin se fue el mugriento,
en su destartalado
y miserable cascajo.
Llegó en un inmenso auto blanco.
Él era un bello animal azul,
ojos azules, saco y pantalón azules
y sangre azul,
yo no podía caminar
así que me deslicé hacia él
como cuando una cae por un tubo.
Se bajó y me dijo:
- echale 5 pesos de común, piba -
después dijo algo sobre “trabajo de hombres”
y agregó “hasta a despachar nafta se han metido...”,
y al fin se fue el mugriento,
en su destartalado
y miserable cascajo.
ALDO LUIS NOVELLI
(Neuquén-Neuquén-Argentina)
MUNDO
CONTRA MUNDO
matria
la
conocí una lejana mañana
que
flameaban banderas.
hablamos
en bares y bodegones
durante
un tiempo rojo.
una
noche en una calle oscura
le
acaricié los senos.
nos
amamos una tarde
cerca
del basural
mientras
sus hijos buscaban comida.
sigo
enamorado de sus despojos.
PÁGINA 12 – NARRATIVA
FEDERICO FONTANA/SOL BARRIONUEVO
(Rosario-Santa Fe-Argentina)
LO QUE UN VERANO
Acabamos de llegar. Nos
dieron las llaves y estamos las cuatro frente a la casa. Ninguna se baja del
auto. Nos quedamos mirando un rato el frente, el pasillo que lleva al patio,
las ventanas abiertas y las cortinas blancas, tal cual se veían en las fotos
por internet. Mariana dice algo de los bolsos pero no la escucho del todo. El
ladrido del perro me distrae.
Adentro la casa es un tanto apretada. Tiene un
living estrecho con dos sillones y un televisor y una mesa frente al hogar, dos
o tres cuadros particularmente raros y un centro de mesa con flores
artificiales. Después la cocina, con una mesada cómoda y un mueble aparador
para guardar algunas cosas. Tiene una ventana pequeña desde donde se ve casi
todo el patio. Al correr las cortinas me quedo mirando el parrillero, la soga
para colgar la ropa atada de árbol a árbol.
Mariana entra y la escucho decir algo del perro,
que por favor lo haga callar. La miro a Lisa y le pido que se ocupe de él.
--Hacé algo, insisto
Ella rezonga pero entiende y lo alza. No sé qué
tiene ese perro, pero a mí también me está empezando a molestar.
Bajamos los bolsos y acomodamos las cosas.
Cuando terminamos ambas nos miramos, Mariana y yo, y sonreímos, casi inocentes,
casi absueltas. Lisa y Ana abren sus bolsos y desparraman varios juguetes que
eligieron traer.
Después de comer nos tiramos a descansar un
rato, viajar tantas horas en auto siempre nos despabila y luego caemos todas
rendidas. Arriba hay dos habitaciones con un techo de madera inclinado, la
misma construcción que casi todas las casas de este barrio tienen, con techo a
dos aguas, lo que hace que me tenga que agachar un poco. Lisa dice que no
quiere dormir, que quiere quedarse con su perro en el patio. La miro a Mariana
y ella asiente, como decidiendo por mí. Y Ana qué va a hacer, le pregunto. Lisa
alza los hombros y se aleja de mi vista, rumbo al patio.
-Dónde está Ana, le pregunto a su mamá
-Se fue a caminar un rato, dice Mariana. Después
de comer siempre sale a caminar un rato.
La miro e intento decirle que no, que no está
bien. Ana tiene 9 años, es muy chica para andar sola por la calle y más en un
lugar desconocido. Es un pueblo, en realidad estamos en un pueblo, con calles
de tierra y mucho silencio, se escuchan más aves que autos o personas. Sí, eso
me parece más siniestro, vuelvo a pensarlo, no está bien que Ana camine sola.
Mariana dice que sabe cuidarse y que no corre ningún peligro.
Apoyo la cabeza en la almohada e inmediatamente
me vienen imágenes de la ruta, de los 800 kilómetros que anduvimos la noche
entera para llegar temprano al mar. De a poco todo se vuelve lejano, los
recuerdos se hacen pesados y me quedo dormida. Pasan algunas horas. Cuando
despierto la luz que me llega por el ventanal de la habitación es tenue. Siento
como si el día ya fuera a caer. Dormí mucho, pienso. Escucho al perro ladrar.
Me levanto y camino por una especie de buhardilla que hay entre las dos
habitaciones. Está vacía. Es un espacio muerto que podría usarse como sala de
estudio u oficina, pero está vacío. Entro al baño, me lavo la cara y no
encuentro toalla. Pienso en Lisa y en que seguramente ella la sacó de su lugar.
Salgo y antes de entrar a la habitación la veo a Ana sentada en un rincón, con
la cara sin gestos descifrables. Me sorprendo, parece estar asustada pero no lo
sé realmente.
--Hola Ana, le digo, viste la toalla de manos
que dejamos en el baño
Ella no contesta. Mira el suelo y al levantar la
mirada me sonríe.
--Estás bien, le pregunto.
--Sí, responde, y desvía ahora sus ojos hacia la
ventana.
Voy a buscar una toalla a la habitación, me seco
la cara y salgo. Bajo las escaleras y antes de llegar la escucho hablar a Ana.
Retrocedo varios escalones y quedo con la mitad del cuerpo por sobre el piso.
Ella sigue sentada con la espalda apoyada contra la pared.
--Dijiste algo, le pregunto.
Le toma unos diez segundos levantar la cabeza,
mirarme -no sé qué le pasa a Ana, pienso, estoy expectante y ansiosa- y cuando
lo hace me sonríe de nuevo, esta vez mostrando los dientes, como si fuera un
animal a punto de atacarme. Yo seguía allí, a medias entre subir o bajar, entre
convertirme en su cómplice o zafar del asunto. Y entonces algo en el profundo y
oscuro reposar de Ana me hizo subir, sujetarla de los hombros casi
zamarreándola y preguntarle, qué te pasa nena.
--El perro, me dice, el perro.
--Qué, qué pasa con el perro.
Y levanta la mano derecha, pasándose el dedo
índice por sobre el cuello, de izquierda a derecha. Al hacerlo su boca profiere
un ruido extraño, como suena un plástico al cortarlo con un cuchillo. En eso
Mariana sale de su habitación, también entre dormida. Me quedo mirándola y le
hago una seña con la vista, marcándole la presencia de Ana.
--Hola hija, dice ella, y se va para el baño,
sin sospechar de la escena que en mí se volvía insoportable.
--Calmémonos Ana, le digo, al tiempo que escucho
un grito que viene de afuera. Es la voz de Lisa, no puedo escuchar qué dice
pero lo vuelve a hacer otra vez. Mariana sale del baño agitada y baja las
escaleras tan rápido como puede. Ana está inmutable y a mí se me empieza a
secar la boca. Oigo la puerta de calle que se abre y luego un portazo.
--Ana, por favor, decime qué pasa.
Se muerde los labios como si sus propios dientes
no la dejaran hablar. Por fin me dice:
--Acompañame al patio y bajá despacio las
escaleras. Vamos juntas, atravesamos la cocina en un movimiento que me pareció
eterno y convaleciente. Mi boca estaba seca. Pasé por al lado de una botella de
agua pero no atiné a tomarla, no podía ocuparme de ello, no ahora. Ana pasa por
delante de los arbustos que están al fondo de la casa, camina despacio, sin
apuro. Mariana me llama, puedo escuchar mi nombre en la voz de Mariana. Me
detengo, la miro a Ana y resuena el eco del otro lado. Es un instante, me
inhibo en la acción y no puedo caminar. Ana sonríe y se toma de una rama del
árbol. Se columpia y la señala a Lisa que está desenterrando algo de un pozo,
con sus manitos pequeñas y frágiles.
PÁGINA 13 – POESÍA
ARGENTINA: LA PAMPA
ADRIANA
MAGGIO
(Anguil-La
Pampa-Argentina)
MASTICAR
RABIA
Cuando
cae la noche
sobre los cristales
y sobre los lápices.
Cuando el árbol pierde
su cuerpo
y desborda sombra
sobre las raíces.
Cuando las abejas liban
sangre,
como mosquitos
y los guerratenientes
juegan a los dados
con los ojos
de los perseguidos
(ahora ven,
ahora no ven,
ahora nos ven).
Cuando la vida y la muerte
corrompen el aire.
Cuando callan los números
y los astros
y los dioses
y no hay voz que dibuje
la forma desconocida
de la confianza.
Ellas cavan un cauce
en el desierto
y se hacen río
antes de que salga el sol.
sobre los cristales
y sobre los lápices.
Cuando el árbol pierde
su cuerpo
y desborda sombra
sobre las raíces.
Cuando las abejas liban
sangre,
como mosquitos
y los guerratenientes
juegan a los dados
con los ojos
de los perseguidos
(ahora ven,
ahora no ven,
ahora nos ven).
Cuando la vida y la muerte
corrompen el aire.
Cuando callan los números
y los astros
y los dioses
y no hay voz que dibuje
la forma desconocida
de la confianza.
Ellas cavan un cauce
en el desierto
y se hacen río
antes de que salga el sol.
SERGIO
RAÚL ROSSINI
(General
Pico-La Pampa-Argentina)
NO
SÉ AÚN
…y yo no sé aún
cómo te cuida el aire de la madrugada cuando estás dormida…
Una sola vez miramos juntos la luna,
pero no nos dimos el tiempo que hacía falta
para dejarla correr por el cielo hasta el final de la noche.
Así que tampoco sé cuál es el peso de tus párpados
cuando se entregan, vencidos de tanto mirarme, a la tregua del sueño.
Ignoro los sueños de tu sueño. El ruido del mar en tus manos quietas.
Las olas. La profunda soledad de tus caderas
cuando se apartan, por fin, del ir y el volver de las mareas.
Así son tantas las cosas
que todavía no aprendieron mis ojos, que aún no sabe mi piel.
Tampoco está en mis pies el calor de tus pies.
Y en el vacío de mis manos está presente la ausencia de las manos tuyas.
Entonces mi cuerpo pregunta,
cómo habría sido el reposo entre tus sábanas nuevas, cómo habría sido el tiempo, cómo los pájaros dormidos,
cómo tu cara sobre la almohada, cómo nuestro destino?
…y yo no sé aún
cómo te cuida el aire de la madrugada cuando estás dormida…
Una sola vez miramos juntos la luna,
pero no nos dimos el tiempo que hacía falta
para dejarla correr por el cielo hasta el final de la noche.
Así que tampoco sé cuál es el peso de tus párpados
cuando se entregan, vencidos de tanto mirarme, a la tregua del sueño.
Ignoro los sueños de tu sueño. El ruido del mar en tus manos quietas.
Las olas. La profunda soledad de tus caderas
cuando se apartan, por fin, del ir y el volver de las mareas.
Así son tantas las cosas
que todavía no aprendieron mis ojos, que aún no sabe mi piel.
Tampoco está en mis pies el calor de tus pies.
Y en el vacío de mis manos está presente la ausencia de las manos tuyas.
Entonces mi cuerpo pregunta,
cómo habría sido el reposo entre tus sábanas nuevas, cómo habría sido el tiempo, cómo los pájaros dormidos,
cómo tu cara sobre la almohada, cómo nuestro destino?
ANAMARÍA
MAYOL
(Victorica-La
Pampa-Argentina)
LA MUERTE
La muerte es el pretexto de los sueños
un cóncavo vacío y silencioso
un trozo de palabras mal habidas
y una certeza al fin
sobre la vida
La muerte es un enigma
indescifrable
un paso hacia el abismo
de tus ojos
un hasta luego del después
un descuido sin sombras
que te nombren
un trozo de palabras mal habidas
y una certeza al fin
sobre la vida
La muerte es un enigma
indescifrable
un paso hacia el abismo
de tus ojos
un hasta luego del después
un descuido sin sombras
que te nombren
SERGIO
DE MATTEO
(Santa
Rosa-La Pampa-Argentina)
LA ESTACIÓN DE PECES DIÁFANOS
Más oscuro en lo oscuro más desnudo estoy
Paul Celan
I
la yema del dedo va deteniéndose
durante difusos instantes sobre el filo de la piedra
entretanto la mirada se extravía en la distancia
en esa línea que inventa el horizonte
donde jamás se detendrá el fundamento del sol
donde siempre navega la barca de la añoranza
pero insiste la mano con su sinuoso recorrido
yendo y viniendo por la arista monocorde del mineral
yendo y viniendo
como buscando algo perdido
como buscando algo
como buscando
entretanto la mirada se extravía en la distancia
en esa línea que inventa el horizonte
donde jamás se detendrá el fundamento del sol
donde siempre navega la barca de la añoranza
pero insiste la mano con su sinuoso recorrido
yendo y viniendo por la arista monocorde del mineral
yendo y viniendo
como buscando algo perdido
como buscando algo
como buscando
II
la memoria
se sostiene bajo la lumbre de una candela
se sostiene oscilante aunque no se la distinga
junto a otras luces artificiales
pero la memoria
permanece persuasiva y vital
en la noche donde los corazones puros todavía no suelen ser vencidos
se sostiene oscilante aunque no se la distinga
junto a otras luces artificiales
pero la memoria
permanece persuasiva y vital
en la noche donde los corazones puros todavía no suelen ser vencidos
III
tanto hemos conversado de lenguajes ultrajados
tanto que los preciosos vocablos gotean sus tenues filamentos de oro
aunque en las almenas fueron escandidos por imperios de hierro
todavía fulgura en la condenada ausencia su impronta vegetal
oh diáfanos peces oh plumajes multicolores de aves
solares
sí
lejos de la rapiña humean tribulaciones de tigres
subterráneos
telares que siguen tejiendo el canto de los pájaros de cristal
[de miguel ángel bustos
aún hoy en el fondo de aquellas arcaicas canteras trasudan los poetas
por eso el escriba quita los pernos de las puertas que custodian
[el silencio
camina a tientas hacia toda pérdida hacia todo encuentro
telares que siguen tejiendo el canto de los pájaros de cristal
[de miguel ángel bustos
aún hoy en el fondo de aquellas arcaicas canteras trasudan los poetas
por eso el escriba quita los pernos de las puertas que custodian
[el silencio
camina a tientas hacia toda pérdida hacia todo encuentro
TERESA
PÉREZ
(Santa
Rosa-La Pampa-Argentina)
Pellejo de los montes despeñadero de alas
fue otro decir tristeza
el abra igual que astilla
querida de la luna.
Tu hacha maidanita cortaba serpentina
raramente en el aire
volvía de los hombres con los rostros caídos
sin decir un tormento
para llorar con ellos.
La boca de tu sombra se durmió sin alero
para guardar la frente
ni bisagrón de lata con que arrimar la puerta
mientras los niños duermen.
En la cuerda del tiempo se lee claramente
una era de puñales que levantaban toldos
para poner la copa vaciada del abrigo
(Recuerdo de las ollas las manijas azules
-la púa del invierno clavada en los talones-
cuando la inmensidad campea en la pobreza
de atravesar picadas
y un hombre congelado en su espina de hielo
no cabe en la frazada de su propio esqueleto
mirado desde lejos).
EDGAR
MORISOLI
(Santa
Rosa-La Pampa-Argentina)
RAPSODIA DE LOS OLVIDOS
Desde las tornadizas riberas del Popopis
al austral Onashaga (después nombrado Beagle),
¿Qué cosa habrá que no se llame Roca?
Pueblos, ciudades, calles, avenidas,
lagos, ferrocarriles, ventisqueros, quiosquitos
de mala muerte, escuelas, bastas jurisdicciones
territoriales, cerros, colonias, fiambrerías
de especiosos efluvios, plazas, cines, hoteles,
todo lleva su nombre.
(Julio argentino al frente, y a sus flancos
Rudesindo, Ataliva.)
de mala muerte, escuelas, bastas jurisdicciones
territoriales, cerros, colonias, fiambrerías
de especiosos efluvios, plazas, cines, hoteles,
todo lleva su nombre.
(Julio argentino al frente, y a sus flancos
Rudesindo, Ataliva.)
Frente a notoriedad tan abusiva,
conviene recordar
un inicuo episodio a menudo olvidado. Me refiero
“Arreo de indios” (aunque el rótulo
que consignan los partes sea: “Traslado
de prisioneros”. Impecable. Neutro.)
un inicuo episodio a menudo olvidado. Me refiero
“Arreo de indios” (aunque el rótulo
que consignan los partes sea: “Traslado
de prisioneros”. Impecable. Neutro.)
Eran hombres rendidos: se habían entregado
a la Nación. La “chusma” –es decir, sus familias,
con ellos las mujeres, los ancianos, los niños.
Pasaban de seis mil los “sometidos
al gobierno”. E igual fueron arreados
hacia lo que llamaban los “Depósitos
de prisioneros” (Chos Malal, Valcheta,
Malargüe, Trenque Lauquen, Villa Mercedes o Martín García),
de a pie, por centenares de leguas, sin descanso
ni compasión. Caían al borde la huella
los enfermos, los viejos, los exhaustos. Las madres
próximas o recientes. Y caían
para no levantarse. Los dos tercios
murieron en la marcha, rematados
a cuchillo o a bala. Así contó Rosario
con ellos las mujeres, los ancianos, los niños.
Pasaban de seis mil los “sometidos
al gobierno”. E igual fueron arreados
hacia lo que llamaban los “Depósitos
de prisioneros” (Chos Malal, Valcheta,
Malargüe, Trenque Lauquen, Villa Mercedes o Martín García),
de a pie, por centenares de leguas, sin descanso
ni compasión. Caían al borde la huella
los enfermos, los viejos, los exhaustos. Las madres
próximas o recientes. Y caían
para no levantarse. Los dos tercios
murieron en la marcha, rematados
a cuchillo o a bala. Así contó Rosario
Unepeo. Así también contaron
Félix Manquel, Laureana Nahueltripay, Antonio
Kalcuer... son testimonios de sevicia,
páginas de vergüenza. Por ellos, para ellos,
vaya esta trova que ojalá cobijen las guitarras del Sur.
Kalcuer... son testimonios de sevicia,
páginas de vergüenza. Por ellos, para ellos,
vaya esta trova que ojalá cobijen las guitarras del Sur.
ROSITA
FASOLIS
(Rosario-Santa Fe-Argentina)
(Rosario-Santa Fe-Argentina)
FRANCISCO SIN ASÍS
Ya
ni recordaba cuánto tiempo hacía desde que dejara el rancho, las sierras, la
sequía, la familia, el hambre; o a Pedro, el mellizo que había emigrado con él.
A veces pensaba en todo aquello, pero no por más de algunos minutos, acaso
porque le dolía el tener memoria. Recordaba, sí, como para hallar algún
consuelo a su éxodo, el hambre, tan intenso que hacía retorcer el estómago, y que allá en las sierras Pedro
y él atemperaban andando leguas y leguas hasta algún bosquecillo donde cazaban
pájaros, y, en el camino, algún que otro armadillo y cuanto bicho fuese
comestible o posible de vender la piel en el poblado.
Aquí, en Buenos Aires, también habían pasado
hambre, sobre todo en los primeros tiempos, en que dormían en las calles, pero
siempre encontraban un bocado para salir
del paso. En la calle habían aprendido el dolor del sometimiento, el valor del
cuchillo, lo peor y lo mejor de la condición humana. Luego, pero ya solo –Pedro
había tomado otro camino- había estado un tiempo viviendo en el refugio que
dirigía un cura; al menos, podía dormir en un colchón y comer dos veces en el
día; la contrapartida era hacerle caso al cura e ir a la escuela. No le costó
trabajo hacerlo; por lo contrario, le gustaba. Era muy difícil poder manejarse
sin saber leer. Aprendió; no así a escribir; de eso, poco y nada. Pero resultó
bastante rápido para los números. El cura le hizo sacar el documento, cosa que
quién sabe si el muchacho hubiera podido hacer solo, porque el problema era
obtener la partida de nacimiento. Pero, por suerte, a él su padre, Rufino
Cuevas, lo había inscripto al poco tiempo de nacer; claro está, nunca sabría su
verdadera fecha de nacimiento. De eso se reía siempre Nati, la chica con la que
tuvo los dos críos, y con la que se
había casado por civil y por iglesia, como Dios manda como le decía el curita
amigo. Natividad le espetaba: “no podés saber qué dice tu horóscopo”. Las
mujeres le prestan mucha atención a esas macanas, pensaba él. Aníbal, el cura,
le había conseguido trabajo de changarín en
el mercado de abasto del maravilloso y diabólico Buenos Aires, así que Francisco ganaba para
mantenerse, pero el casamiento y los mellizos, a los diecisiete años, hacían
difícil el vivir. Tenían una piecita en una de las tantas villas de
“emergencia”, sólo que de esos asentamientos lo que emergía era más y más pobreza. En realidad, el orden de
las circunstancias era así: primero el embarazo de Natividad, la bolivianita
suave y querendona, y después el casamiento. El refugio del padre Aníbal era
pobre, pero de material, y había orden y limpieza. Al principio Francisco,
alertado por su vida en la calle, había desconfiado del cura, pero después se
dio cuenta de que al joven sacerdote le gustaban las mujeres; aunque era muy
recatado, algunas bromas hacía con Francisco. Y había una muchacha de la que se
decía era amante del cura. Cuando Francisco le contó que la Natividad estaba
embarazada, el hombre le reprochó el no haberse acordado de todo lo que le
había dicho, que por cuál motivo no había hecho las cosas como para no
embarazar a la chica, tal como le había enseñado Y agregó unos cuántos
improperios que terminaron en un “perdoname, muchacho, pero ustedes solos se
arruinan la vida”. Sabía de la cualidad
profética de sus palabras, del enorme espacio oscuro que se abriría a
los pies del muchachito.
Era, sin lugar a dudas, un sacerdote comprometido con la realidad. Cuando Francisco debió irse a vivir a la villa, pareció darse cuenta de golpe que había caído en una laboriosa trampa urdida por él mismo. El intento de habitar en la villa 31 resultaría un fracaso rotundo. De modo que debió irse a aquella en la que vivían sus suegros.
Era, sin lugar a dudas, un sacerdote comprometido con la realidad. Cuando Francisco debió irse a vivir a la villa, pareció darse cuenta de golpe que había caído en una laboriosa trampa urdida por él mismo. El intento de habitar en la villa 31 resultaría un fracaso rotundo. De modo que debió irse a aquella en la que vivían sus suegros.
La
primera vez que se le acercó el Chelo, pensó en cómo zafar. También pensó que
no sería difícil. Pero el Chelo no encaró con nada raro; sólo lo invitó a tomar
una cerveza (una “birra”, en el lenguaje común de los jóvenes) y Francisco, que
siempre andaba falto de dinero para él, aceptó el convite. Conversaron. El Chelo
había nacido allí y se interesaba por la vida en los lejanos pagos de
Francisco, o, al menos, parecía interesarse en eso. Algo para conversar, no
más. Se despidieron cuando a Francisco se le nublaba la vista de las tantas
cervezas que había tomado. La Nati casi le pega cuando llegó a la casilla, pero
cayó dormido sin pena ni gloria. Debía levantarse a las tres de la mañana para
ir al trabajo, y eran las dos. No fue;
arguyó, en la madrugada siguiente y ante las preguntas del capataz, que no se
había sentido bien. Como era trabajador, y casi nunca faltaba, le dejaron
seguir en el trabajo; estaba sin contrato, “en negro”, como comúnmente se
dice, como tantos otros trabajadores.
Pasaron
más de veinte días antes de que el Chelo apareciera otra vez, mientras
Francisco conversaba con otros muchachos, a unos metros de la mirada vigilante
de su mujer. El Chelo deslizó, sibilante, un “¿vas a dejar que te domine?”,
aludiendo a la joven esposa y sabiendo qué efecto causarían sus palabras. Eso,
e invitar a Francisco al café fue todo a una. El serranito volvió ebrio a su
casa, pero también con un aditivo: unas fumadas de paco. El llanto de los
mellizos, los madrugones, el duro yugo del trabajo, la escasa intimidad de unas
maderas, unas chapas y unos cartones que temblaban con el viento, la lluvia,
los gritos y los tiroteos frecuentes habían acabado con su equilibrio. Además,
sabía que con el paco podía hacer unos pesos de más., revendiéndolo. Después de
todo, para un muchacho que apenas iba a cumplir los dieciocho unos meses
después, era muy grande la carga que llevaba.
La droga, la más deficiente y letal,
fue enseñoreándose en el cerebro de Francisco. Fue también el Chelo el que le
dio la primera arma de fuego: una calibre 22, no muy potente pero efectiva. Lo
que sucedió después tenía que ver con la lluvia levantando barro alrededor de
la casilla, la ropa mojada, los mellizos llorando y necesitando pañales, la
Nati que estaba cada vez más quejosa, la luna descubriendo algún que otro
cadáver, el trabajo en el mercado perdido definitivamente, la pobreza, el
cerebro quemado por el paco, un asalto en el que Francisco Cuevas, lleno de ira
y temblores, había apretado varias veces el gatillo, sin motivo, sobre el
cuerpo indefenso de un ingeniero de cuarenta años y tres hijos, que cayó muerto
al lado del automóvil que ni aquel joven
que un día había huido de la serranía ni su acompañante pudieron robar, porque
las balas de la policía abrieron en sus pechos
las rosas carmesíes de la nada. En el último instante, ya con niebla los
ojos, Francisco pensó en el arroyo lejano y vio cómo, también en medio de la
niebla, le tendía la mano su hermano Rufino, el que debía estar con los padres,
las cabras, las gallinas, el sol quemante, el agua escasa, el viento como un látigo
de fuego, la cuesta sin fin.
PÁGINA 15 – POESÍA
ARGENTINA: CORRIENTES
YAMILA SILVERO
(Goya-Corrientes-Argentina)
Buda, Alá,
Dios, Jehová
Jesús y cuantos más...
Todos son dignos de fe
Todos reúnen admiración
Pero por más que cambien de nombre
Todos tienen algo en común
Todos son símbolo de amor
Amor, como el de Pedro
Ese amor silencioso, perturbado
Ese amor sangrante, humillado
Ese amor que en sus ojos veo...
Dicen que el verdadero acto de amor
El verdadero acto de fe
Es el que uno hace por sus hermanos
Cuántas veces pasaste por su lado
Y ni siquiera lo miraste de frente?
Cuantas veces él te vio hacer una mueca de desprecio?
Cuantas veces frente al dios que tú adoras
Lo humillaste, lo dejaste atrás,
Ni siquiera una sonrisa le supiste dar?
En su mundo paralelo
Donde Roque vive y deambula
No existe el odio, ni las diferencias
No existe la discriminación
Existe la fe más pura
Existe el ejemplo más cálido de amor
Él no usa un traje impecable
No fue a la peluquería ni se perfumó
Roque sabe que lo único que la fe necesita
Es un corazón sano
Una conciencia tranquila
Y el más leal amor
Él no va al primer banco
Él no busca que lo vean ante su Dios
Roque se arrodilla en un rincón
Porque sabe que en cualquier lado
Siempre está su creador
Hoy, cuando veas a Roque
Busca esa luz en sus pupilas
Regalale una sonrisa dulce
Porque quien te dice
Cual ángel enviado
Ese acto tan sencillo y tierno
No lo estés haciendo a tu dios...
RODRIGO GALARZA
(Caá
Catí-Corrientes-Argentina)
TREN DE LAS NUBES
los hijos del cobre
salen del centro de la tierra
sacan a pasear la memoria de los ríos detenidos
en las vetas de sus cuerpos
cuencos de ternura olvidada
en ponchitos de vicuña
cuencos de ternura olvidada
en ponchitos de vicuña
salen del centro de la tierra
a conquistar el aire,
a perforar el sol con sus puños minerales
y sus llantos silenciosos
a perforar el sol con sus puños minerales
y sus llantos silenciosos
los hijos del cobre
salen del centro de la tierra
a domar el viento de los andes
mientras sus huesos de marionetas
silban himnos de otro mundo,
epifanías de un dolor que nunca se acaba
silban himnos de otro mundo,
epifanías de un dolor que nunca se acaba
surgen desde el fondo de los siglos
y sus ombligos de adobe y silencio
fulguran de tristeza
en la espera de un tren exhausto
que les alivie las penas
fulguran de tristeza
en la espera de un tren exhausto
que les alivie las penas
los hijos del cobre
surgen desde el fondo de los siglos
y a cambio de unas monedas
o de una sonrisa
te venden un poco sus oscuras miradas
el cuarzo impío de sus sueños
te venden un poco sus oscuras miradas
el cuarzo impío de sus sueños
mientras que otros
-en los marsupios multicolores de sus madres-
espían incrédulos,
se resisten a nacer así:
desamparados por su propia historia,
por sus mitos enflaquecidos
en nombre de la Biblia y del “progreso”
espían incrédulos,
se resisten a nacer así:
desamparados por su propia historia,
por sus mitos enflaquecidos
en nombre de la Biblia y del “progreso”
los hijos del cobre
salen del centro de la tierra
PILAR
ROMANO
(Corrientes-Corrientes-Argentina)
PROBEMOS CON EL CANTO
Aunque el pronóstico diga
codicia, odio, hambre y nublado,
no dejemos el canto.
Mientras los periódicos dicen
cuántos somos todavía
y qué habrán de quitarnos,
nosotros
convoquemos al canto
y a cierto aliento que aún tiembla
entre girasoles blancos.
Cantemos la canción perdida,
hagamos que la magia se acerque a la vida,
dejemos la lectura de partes de guerra
y probemos con el canto.
Antes de que asesinen
a
los grillos
y
a los canarios
FACUNDO
ALARCON
(Caá Catí-Corrientes-Argentina)
EN LOS OJOS DE
LA NOCHEy me corrieron los Gansos
como retándome,
la Tacuarita herida
salpicante de barro duro destrozado
aquél niño fui yo
un león rebosante de chispas
de melena encendida
en las crines de los pajonales
un buscador de serpientes eléctricas
de palometas y palomas
Señor de las Yerutí
hijo de Ñasaindî
ladrón de horquetas de Lapacho
enemigo del Pombero
con disfraz de ángel de cristal
buscador de sueños
y en los sueños…
he crecido y fui grande
y me hice amigo de los duendes
y fui Pombero embravecido
y de repente …
cantor de pájaros
amigo del árbol y del estero
navegante de ríos contaminados
y al final, el monte oscuro nos llama
y nos metemos en el horizonte índigo originario
de fuegos nocturnos
de cantos y danzas
de pasos y tambores
de tacuapú y mbaracá
luna encendida de Sapucai y brebaje
de humo domador de almas
de rondas danzantes de niños
con picaflores fluorescentes en las manos
yo
fui sólo un ojo imperceptible de la noche
que antes de enceguecer
buscó un signo de luz
en los pasos perdidos
de mi engranaje aborigen.
que antes de enceguecer
buscó un signo de luz
en los pasos perdidos
de mi engranaje aborigen.
STELLA
MARIS MIGLIORINO
(Bella
Vista-Corrientes-Argentina)
EXACTO
como
si supieras de repente
el
recorrido exacto
que
me lleva a la luna.
como
si estuvieras siempre
en
el lugar exacto
en
el que estoy
como
si escucharas
las
palabras exactas
que
pronuncian mis latidos
entonces...
tengo certeza
de
estar en el lugar exacto
que
siempre busqué.
MARTÍN
ALVARENGA
(Corrientes-Corrientes-Argentina)
TRIPTICO POIESIS*
1-ITINERARIO
Cruce de límites
magia simpática
sintonía fina
ascenso y descenso
de tu descabellado
pellejo
en busca del más allá
en el mismo círculo de
la vida
perforado y vuelto a
perforar
por tu porfiada
esperanza
por tu fe última y
primera
que no se quiebra
tras el temido vendaval
2-DESPOJAMIENTO
ESENCIAL
En homenaje al silencio
en tributo al parto de
la voz
que no se anima a salir
ruborizada por el
descubrimiento
la poesía
enamora
dispara
emociona
revela
embriaga
seduce
y asombra
En homenaje al sonido
a su sinuosa y
resbaladiza
diafanidad y penetración
la poesía vuelve a nacer
con su coraje inédito
sin ocultar su desnudez
3-COHERENCIA
Palabra escrita,
palabra hablada,
palabra que concibe
y palabra que mata.
Me zambullo
a lo hondo
de lo hondo
y descubro
la pureza
de la voz
del pensamiento;
la coherencia
entre
el delicado pensamiento
y la acción
que dibuja el alma
en el arte de vivir
naciendo y renaciendo.
*Derechos reservados
PÁGINA 16 – ENSAYO
JORGE ISAÍAS
(Los Quirquinchos-Santa Fe-Argentina)
(Los Quirquinchos-Santa Fe-Argentina)
HISTORIAS INQUIETANTES
En los años ochenta una revista
española, creo que se llamaba "Quimera" había reproducido un célebre
reportaje realizado a William Faulkner, donde se despacha con una serie de
anécdotas reales o ficticias, poco importa y que fueron mi delicia durante un tiempo. A este extenso
reportaje lo difundí por medio de fotocopias en mi época en que dictaba Literatura
Argentina y a fin de año su nombre y algunas de sus novelas llegaban a la
sección "sugeridos", con la última tiza de la última clase. Allí el
autor comentaba cómo se hizo escritor. Siendo un adolescente se sentaba en un
bar de una pequeña ciudad del Medio Oeste Norteamericano con un exitoso hombre
de letras que fundó una dinastía, aunque hoy como casi todo hay quedado un poco
en el olvido. Serwood Anderson, de él se trata, puso en sus historias las
grises vidas de los habitantes, es decir los granjeros de ese lugar, los
pobladores de un pequeño condado con sus ambiciones y sueños y sus deseos y
bajo su mirada penetrante realiza un agudo retrato de la vida americana en los
inicios de la industrialización.
En Winesburg, Ohio, un libro
estremecedor de veintidós relatos maestros, narra la vida diaria de esos
habitantes no exentos de fantasías. icen los críticos que influyó profundamente
en toda una generación de escritores, desde el mismo Faulkner, hasta Dos
Passos, Steinbeck y el mismísimo Hemingway que estetizó su estilo tal vez
demasiado carente de tensiones que le supo imprimir el autor de El viejo y el
mar.
William Faulkner cuenta que un día se
puso a pensar que si la vida de Anderson era la de un escritor, a él le
interesaba, ya que si a las seis de la tarde se estaba libre para tomar
cerveza, esa vida era la que quería para él. Y se encerró a escribir. Extrañado
su amigo por la súbita desaparición del joven golpeó una tarde la puerta de la
casa.
--¿Usted está enojado conmigo que no
comparte más mis cervezas? --le preguntó
--Señor Anderson, estoy escribiendo una
novela.
--Dios mío --exclamó Anderson pegándose
con la mano en la frente. Y se fue.
Al mes, mientras el joven cruzaba la
plaza se encontró con la esposa del escritor afamado, quien le dijo:
--Dice mi marido que si no le hace leer
el original, le consigue un editor. Y cumplió.
Así fue como salió La paga de los
soldados, primer trabajo del que sería en 1949 galardonado con el premio Nobel
de Literatura.
Whinesburg, Ohío estuvo muchos años
agotado hasta que en 2014 apareció en una editorial porteña con un prólogo
imperdible de Luis Chitarroni, Y se puso a circular de nuevo una buena
literatura que nunca debería faltarle a los sufridos lectores de estos tiempos
desangelados.
No es raro que lo ficcional deba ser
"apoyado" por una batería documental, no importa si real o no. Quiero
creer que la literatura sigue siendo ese mundo maravilloso que salta el corset
de los géneros y tiene que ir dirigido al corazón del lector. Acaso esas
mediatizaciones empezaron con la escritura de Don Quijote de la Mancha. Y si no
que lo digan los textos del gran Arnaldo Calveyra que con sus libros sortea
todos los géneros .
Ante este libro de Anderson no podemos
ser indiferentes porque como todos los hombres diestros, los narradores de raza
empiezan desde el primer párrafo, nos ponen las manos en el cuello y nos
sueltan al final de cada relato. Exhaustos y felices.
Geroge Willard es el reportero que
busca una historia para ser contada y no sabe que cualquiera de ellas puede ser
relatada, aun la más anodina.
Tal vez la matriz esté en la Antología
de Spoon River, donde Edgar Lee Master pone en esas lápidas el embrión de lo
que escribirán después otros, como el caso de Anderson.
Tantas vidas llenas de deseos, de
angustias, en esos atardeceres donde el olor del cereal cortado en el campo iba
invadiendo las últimas callejas del pueblo, los carruajes de los campesinos que
iban levantando el polvo hacia aquellas ramas que quebrarían el viento de todas
las tormentas y las muchachas casaderas, definitivamente abandonadas a su
suerte, irían desangrando como las cuentas de un rosario, casi sin esperanza de
que alguien la saque de esa desidia, de esa vida gris como la maldición de los
oradores religiosos, que irían repiqueteando como las patas de las gaviotas
sobre los techos de cinc que las lluvias no lavan del todo y el fuego de todos
los crepúsculos no los hace estallar cuando deflagra detrás de las colinas
donde ondea el trigo de todos los veranos.
PÁGINA 17 – POESÍA
AMERICANA: CUBA
ÁNGEL
MARTÍNEZ NIUBÓ
(Fomento-Sancti Spíritus –Cuba)
—recetario—
(manténgase alejado
del alcance de los niños)
yo procurador perseguí
las puertas distantes prohibidas
ante el mal y el buen
tiempo
yo el fiel me negué al
asombro de ceremonias
y al miedo de los
siglos
yo amante de muchachas
heridas
por antepasados
yo el perseguido único
responsable del dolor
y la suerte
de mi madre
yo cama uno sala cinco
hospital psiquiátrico
DAMARIS
CALDERÓN
(La Habana-Cuba)
ASTILLAS
A mi madre
Mueres
de día. Sobrevives de noche.
Paisaje de guerra
de posguerra
paisaje después de la batalla.
Piedra
sobre piedra donde sólo se escuchan, en la
(noche a los gatos,
a las parejas de amantes que no tienen dónde meterse,
chillando.
Basuras, hierbas ralas, trapos, condones
aristas de latas con sangre.
Cuando
salgo a la calle
como otro artista anónimo del hambre
más de algú cuerpo ha roto la fingida simetría
con un salto mortal.
Yo
me sentaba en tus rodillas.
No me daba vergüenza, Sulamita
tu cabello de oro de ceniza.
Extranjeros
ridículos colgando
sobre árboles inexistentes.
Hace
frío.
Las
cortezas sangrantes del otoño aprietan como una mortaja.
Si
me siento a la mesa
el vacío es demasiado inmenso para poder rasparlo
con una uña.
ARÍSTIDES VEGA CHAPÚ
(Santa Clara-Cuba)
REFLEXIONAR A SOLAS
Detrás de los hierbazales ocres dispuestos a arder
a consecuencia de una resequez muy antigua,
absorbiendo el agua que emana de la tierra
me dejo hundir por los vericuetos del fango.
Pocas veces recorro el borde seco de mi boca
que no tiene a quien decir en toda esta tierra
cuyos aromas estallan
al paso de los silvestres animales
que nadie ha intentado domesticar.
Miraba hacia atrás buscando complicidad en las aves
que no dejaron de volar, consumiendo el eterno tiempo
de los frágiles animales.
Por mucho que intenté imitar sus sonidos
ninguna respondió.
Con sus eléctricos cuerpos traspasaron
las abiertas puertas
y quedé aún más solo, hundiéndome en el fango
como cadáver que a nada se resiste.
ILEANA
ALVAREZ
(Ciego
de Ávila-Cuba)
QUE HAY EN MÍ QUE TANTO ASUSTA
La líquida pradera de mi infancia
a borbotones se desliza por las grietas
del día. En la albura del paso otro color
se asienta como una mordedura.
Callan mis manos cuando el viento bate
derramando en la estela los límites del sueño.
Callan los riscos por mi párpado abierto
como un ave en el crisol de la mañana.
Y la pregunta se adueña de mi gesto,
sobre mi pecho blande su oriflama como lanza:
¿Qué hay en mí, mi Dios, que tanto asusta
y en alfanje o badajo torna la mano
apenas venda, fruta, cuerda, azada?
¿Quién me anuda la voz sobre el filo del pétalo,
la asemeja a la roca, a la espina en el ojo
de la ausencia? ¿Quién hiere al animal
de trazo torpe que me acerca al contrario?
¿Quién boga sobre el ojo de mi angustia
y doblega la selva de nítidos contornos?
Dios, entorpece el silencio, tu música.
Tú que has visto esos hondos rincones
encallados al alma, el vuelo antes del vuelo,
la muerte alzada sobre un arco de luz,
dime: ¿Qué hay en mí que tanto asusta?
La líquida pradera de mi infancia
a borbotones se desliza por las grietas
del día. En la albura del paso otro color
se asienta como una mordedura.
Callan mis manos cuando el viento bate
derramando en la estela los límites del sueño.
Callan los riscos por mi párpado abierto
como un ave en el crisol de la mañana.
Y la pregunta se adueña de mi gesto,
sobre mi pecho blande su oriflama como lanza:
¿Qué hay en mí, mi Dios, que tanto asusta
y en alfanje o badajo torna la mano
apenas venda, fruta, cuerda, azada?
¿Quién me anuda la voz sobre el filo del pétalo,
la asemeja a la roca, a la espina en el ojo
de la ausencia? ¿Quién hiere al animal
de trazo torpe que me acerca al contrario?
¿Quién boga sobre el ojo de mi angustia
y doblega la selva de nítidos contornos?
Dios, entorpece el silencio, tu música.
Tú que has visto esos hondos rincones
encallados al alma, el vuelo antes del vuelo,
la muerte alzada sobre un arco de luz,
dime: ¿Qué hay en mí que tanto asusta?
WALDO
LEYVA
(Remates de Ariosa-Cuba)
COMO UN ROCE INOCENTE
ENTRE LOS DEDOS
Sucede que empiezas a
pelar una naranja humilde, desechable, y salta desde el fondo de la infancia
una palabra: bergamota, y con ella un aroma que no viene del aire, un amarillo
tenue y un dorado que tus uñas deshacen mientras parten el fruto. Te baña las
manos el jugo que recoge la lengua de una niña que dejó de existir y que
regresa, sin rostro, envuelta en la palabra bergamota, como un roce inocente
entre los dedos. Un roce que vuelve a abrir los poros de tu cuerpo y te hace
ventear, como aquel día, la tibieza de un aire que invitaba a correr, a
desnudarse, a morir hecho un temblor sobre la hierba. Sucede que empiezas con
las uñas a pelar la bergamota, sin sospechar siquiera que será una humilde y
desechable naranja del futuro.
CARMEN
HERNÁNDEZ PEÑA
(Ciego de Ávila-Cuba)
LOS GATOS MUERTOS
para los Glass, hermanos.
Seymour se fue a la guerra
con un solo cigarrillo
y algo de la sabiduría Zen en su mochila.
“Tan corta ha de ser la guerra” dijo
la madre Glass.
y algo de la sabiduría Zen en su mochila.
“Tan corta ha de ser la guerra” dijo
la madre Glass.
Seymour
hábil buscador de caballos
sin saber de la guerra
tan solo de Dios
y el logaritmo preciso de un poema.
sin saber de la guerra
tan solo de Dios
y el logaritmo preciso de un poema.
Seymour aprendió de mamá Glass
lo que es una doncella
/un bello animalito/
que en nada se parece a Franny... levitadora
de deditos sucios
ni a Boo Boo... intrépida almirante
/un bello animalito con uñas esmaltadas
depredadora ardiente
en las tandas de cine/
/un bello animalito/
que en nada se parece a Franny... levitadora
de deditos sucios
ni a Boo Boo... intrépida almirante
/un bello animalito con uñas esmaltadas
depredadora ardiente
en las tandas de cine/
Seymour... /estando por nacer/
se fue a la guerra
con solo la primera lección de mamá Glass
y el ojo preparado para ver un miedo enorme
sin conocer a Stalin ni a Pearl Harbor.
con solo la primera lección de mamá Glass
y el ojo preparado para ver un miedo enorme
sin conocer a Stalin ni a Pearl Harbor.
En el submarino aprendió Seymour
qué cosa es un pez plátano
cómo se descascaran con las bombas
y al emerger aprendió de relojes
y de las catedrales
donde está Dios
que es música e incienso.
Se fumó el cigarrillo de la guerra
y un millón más
cuando supo que un gato muerto
vale diez mil veces más que cualquier hombre vivo.
Seymour... hijo de Sión
dónde podrás guardar el temblor de las manos
y la doctrina Zen que Bessie Glass... tu madre
llevaba en los bolsillos
qué responderle a Zooey cuando afirme
que el mundo es una gota de sangre
y no de agua
cómo armar la piel de los muchachos
de Pearl Harbor.
y la doctrina Zen que Bessie Glass... tu madre
llevaba en los bolsillos
qué responderle a Zooey cuando afirme
que el mundo es una gota de sangre
y no de agua
cómo armar la piel de los muchachos
de Pearl Harbor.
A quién decir que la escualidez
no es atributo tan solo de los perros
que no eres tú el que gira
sino el mundo
donde alguien siempre teje
el engranaje sutil de la discordia.
Que eres un logaritmo perfecto
como ese otro logaritmo perfecto
que fue Dios.
Seymour
con una escualidez que Bessie Glass
no ha visto
las rodillas hinchadas
un vaso de cerveza que no se acaba nunca
y unas ganas eternas de llorar
por los hombres
los gatos
y por Dios.
no ha visto
las rodillas hinchadas
un vaso de cerveza que no se acaba nunca
y unas ganas eternas de llorar
por los hombres
los gatos
y por Dios.
Seymour
el hermano mayor
el buen muchacho
el célibe hasta la llegada
de una levitadora con uñas esmaltadas.
el buen muchacho
el célibe hasta la llegada
de una levitadora con uñas esmaltadas.
Seymour.
Alguien siempre va a tejer el engranaje sutil
de la discordia.
de la discordia.
Seymour.
Siempre todos valdremos igual
que un gato muerto.
que un gato muerto.
PÁGINA 18 – NARRATIVA
CARLOS ARTURO GAMBOA B.
(Ibagué-Tolima-Colombia)
UNDERMAN
I
El hombre se
sentó a la mesa del bar Los Patos, traía la capa húmeda y los restos de hollín
aún le salpicaban los ojos. Se dirigió al hombrecillo de enormes ojeras y cara
de ambición que atendía la barra. Ordenó un Cubalibre, mientras sus ojos
recorrían los rincones en penumbra complaciente y seductora.
Han
transcurrido treinta horas desde que tuve que rescatar al niño aquel de
pantaloncitos cortos y cabellos rubios que estaba siendo asaltado por los
pandilleros del Barrio de la 71. Esos muchachos van a lograr desequilibrar mi
paciencia un día de estos, pero estoy tan acostumbrado a ellos que quién sabe
si pueda deshacerme de su caprichosa manía de robar a cuánto transeúnte ronda
su acera.
- Te provoca
compañía - Irrumpió un cuarentón trajeado al estilo bar de media noche. - Tengo
las mejores chicas de la zona, el licor es bueno y son muy amables...Vamos
hombre estoy de promoción. Vengan chicas aquí hay un cliente prometedor. Luego
se aleja entre carcajadas capitalistas que aumentan en sórdido vaivén.
Las chicas me
rodean como detectives de película, me abordan, me tutean, me hacen sonreír
hipócritamente con un chiste de mal gusto. Las miro por encima del hombro y me
parece que no sería del todo mala la idea de escabullirme en uno de esos
enormes escotes en donde se esconde la seducción fingida. Pido otro Cubalibre
pero con menos hielo y enciendo un cigarrillo humedecido por la noche. Desde
que uso este uniforme maricón la gente no me deja en paz, viven suplicando toda
suerte de beneficios y alardean de mi saludo, pero sé que lo hacen para
espantar los demonios de sus complejos de seres pisoteados por el miedo. Ellos
quieren mi amistad y comprensión, quieren que esté al tanto de sus necesidades,
y yo, sólo deseo verme en brazos de mi superhéroe.
El bar está
casi lleno pues el tictac del reloj de pared con anuncio de cerveza se acerca a
su epicentro. Entre las ficheras puedo observar una morena de voluptuosas
caderas que se menea al ritmo de las copas, con sus enormes labios que parecen
haber mamado toda la leche del mundo, con sus ojos desorbitados en humaradas de
bazuco, con dos enormes lagunas taciturnas creadas por la llovizna de las
noches, con sus abultados pómulos que guardan secretos de hombres débiles que
cambiaron de sentir bajo sus sobacos oliendo a madera añeja, con sus pequeños
senos que apenas alcanzarían para alimentar un moribundo alcohólico. Va y viene
con una pasmosa paciencia, como si el mundo girara más lento bajo sus tacones
de veinte centímetros, como si el polo opuesto de su sexo reflejara sobre las
baldosas algún secreto elixir.
Podría creer
que Luisa calmaría estos espantosos deseos de hundirme bajo un tórax femenino,
pero ella estará, como siempre, ocupada con sus noticias y sus ansias de
protagonismo, mientras paseo el apartamento contemplando los cuadros silentes
de seres poliformes como los de mis pesadillas, y abro la ventana desde donde
contemplo la ciudad con sus lucecitas titilantes que adormecen la mente.
¿Cuántas veces he tenido que trasnocharme sobre esta metrópoli que emana vapor
de muerto y calles soñolientas en donde ni todos los héroes del universo
controlarían semejante maldad? Al principio estaba pendiente de todas esas
piltrafas humanas que deambulan a la hora en que hasta los murciélagos duermen,
y visitaba sus tugurios con olor a putrefacto orín en donde las moscas desfilan
ataviadas de ponzoñas gigantescas como alacranes mutantes. Los perseguía hasta
el cansancio, los llevaba a la comisaría o hasta la estación de cualquier
suburbio donde un policía drogado por la noche los dejaba libres después de
robarles lo que ellos justamente habían hurtado; entonces cada noche la rutina
se repetía y de nuevo encontraba, en las calles apestadas de ladronzuelos, al
mismo muchacho de pelo largo con chaqueta negra y puñal de doble filo asaltando
un anciano de corbata carnavalesca que se embriagaba en el salón de los bailes
desnudos, contemplando una brasileña de apellido Sampao que hacía crepitar los
vidrios rojos del local. Yo sé que a Luisa no le importa sino que le
permita publicar fotografías aferrada a mi pecho como si sólo se tratara de un
objeto comercial más, y hacerme sentir como un soldadito de plomo que no tiene
ni idea que en cualquier lugar del planeta un soldado de verdad es asesinado
por un mercenario Bosnio que quiere su libertad a costa de la esclavitud de un
Servio.
Los tragos
fueron en aumento y la noche prestó su tiempo a un amanecer de eterna soledad y
de calles asfaltadas que van siendo regadas por una llovizna casi
imperceptible. El agua corre en capas que sólo pueden ser visibles al contacto
con el aceite derramado por los autos que a esta hora dormitan en sus garajes;
el coloide impacta los ojos, y se mezcla con los destellos de algunas lámparas
del alumbrado público salvadas por azar del golpe certero de los pandilleros,
creando en la retina de aquel hombre semidiós cubierto de un traje multicolor,
la sensación de estar drogado. Poco a poco el sol traspasa la gran capa de
contaminación que cubre la ciudad y al apartamento 605 del edificio Villa Star
desciende un hombre cansado de la nocturnidad. Se sienta sobre el balcón y
tomando el último cigarrillo entre el pulgar y el meñique, lo lanza hacia el
fresco de la mañana. Antes de retirarse a su encierro de siglos, deja escapar
una ojeada sobre los rascacielos que invaden el paisaje. - Ciudad de mierda, un
día de estos te vas a quedar sin superhéroe...ciudad de mierda.
II
Habitaba aquel
lúgubre cuarto, con no más adornos que unos cuadros elaborados por un lunático
que atendía la portería, y además se imaginaba pintor de alta alcurnia que un
día de tantos sería sorprendido por la fama y volaría a exponer en Nueva York
aquellas payasadas, unidas al arte tan sólo por un hilo invisible de locura.
Estas pinturas, que adquirió más por ignorancia en el tema que por lastima,
pues aquel portero podía vender más fácil una cuchara que dibujar una flor,
adquirían cierta connotación al estar cerca de un jarrón chino de quién sabe
que procedencia, y un candelabro hebreo heredado de un farmacéutico a cambio de
un favor rutinario. Las cortinas de un oscuro profundo daban al cuartucho una
imagen de cripta nueva, adornada con recuerdos de todo tipo. Aquí un afiche de
un actor que alguna vez, por capricho de los comerciantes de cuerpos, estuvo de
moda, allí un libro de recetas para cocina obsequiado por una solterona a
cambio de salvarla en un accidente en la autopista central, allá el periódico
en donde por vez primera apareció una foto a media página y titular en letra de
20 pulgadas anunciando el advenimiento de un súper hombre dispuesto a salvar el
mundo del caos; la imagen era ideal para cualquier mercader mediocre: un traje
limpio, un peinado llamativo, una sonrisa disiente, un cuerpo al rigor de los
mejores gimnasios, una gran capa flotando gracias a un secador de pelo que
sostenía un ayudante del fotógrafo y una figura en conjunto que en nada
envidiaba a una caja de atún, pues hasta el sello en el pecho lo identificaba
como un elemento más de consumo que la sociedad requería. ¿Qué más podía
atiborrar el cuarto de un hombre dedicado por completo a salvar a los demás,
mientras él se moría de angustia cada mañana al regresar de la faena rutinaria?
Además él podía adquirir lo que su buena gana le diera, un buen almuerzo, un
buen hotel, un buen comercial en el horario triple A, un buen paseo a
cualquier lugar del planeta, pero nunca una buena mujer, eso le estaba
prohibido por sus preceptos, una mujer te destruye, se repetía cada atardecer,
una mujer sirve para desahogar tus deseo y después...mi carrera, mi negocio
publicitario, mi club de fanáticas materiales, no imposible, tal vez Luisa,
ella es como yo, sabe de sociedad, tiene mundo y una visión inevitable para las
oportunidades, tal vez ella.... Mientras tanto prefería visitar el bar Los
Patos, allí era otro simple mortal al margen de la sociedad, podía entrar y
salir con la complicidad de todo el mundo. Allí todos se conocían y se
ignoraban, como queriendo olvidar que todos confluían en el deseo carnal de la
época. Ignorados e importantes desfilaban por ese sitio, en donde el
libertinaje era siempre el plato fuerte de la noche.
III
Agitado por un
cansancio del cuál no entendía su procedencia, descargó la capa en una
rudimentaria mesita de noche, adquirida en un mercado de baratijas por capricho
de un anciano quien le aseguró que dicho mueble guardaba secretos milenarios de
la tradición china. De seguro aquel anciano había intentado más de mil veces aquella
estratagema con nulos resultados, pero él lo compró con la emoción de haber
descubierto un objeto energético y de buenos presagios. Ahora no pensaba lo
mismo, aquella circunferencia corroída por el uso, con una pata que formaba
parte de la dieta de los comejenes, sólo le producía aversión y si la
conservaba todavía era por pereza de llevarla hasta el botadero de basura más
cercano. El uniforme fue cayendo lentamente y debajo de éste surgió una figura
arrugada con señales de estrías a la altura del ombligo; una panza colgaba
caprichosa sobre un encorvado cuerpo que en nada se asemejaba con la imagen que
surcaba el cielo de la ciudad. Descansaré, es lo único que me puede hacer
olvidar, tal vez esta noche tenga más suerte con la vida, tal vez consiga una invitación
en el Hotel Hilton con mi preciosa Luisa, descansaré, descansaré....y el sueño
con su profundidad de parca lo arropa hasta ya no sentir sino un leve murmullo
producto de los recuerdos que salen a recrear los mundos míticos de la
penumbra.
IV
Entre papeles y
anuncios de novedades de la moda, Luisa levantó la bocina del teléfono para
recibir, no sin cierto desconsuelo, la llamada del súper hombre; era una
invitación que no pudo rechazar pues el último mes se había negado a más de
diez súplicas. -Sí en el Hiltón, como siempre-, y luego se imaginó rodeada de
personajes importantes que ignoraban la presencia de todo, recordó el balcón
con su farolito medio cursi y el mesero rechoncho por las sobras de los
suculentos festejos de la clase innata de la sociedad metropolitana. La verdad
no quería estar de nuevo allí, con la presencia de aquel hombrecito de capa
roja y carita maricona que no se decide a confesarle que no duerme bien durante
los últimos veinte años pensando en que ella aparecería desnuda en su cuarto y
le haría el amor al mejor estilo de Hollywood, ese estúpido que no es apetecido
sino por los gerentes enfermos por explorar un nuevo mercado a punta de afiches
en cada esquina de la ciudad. Ese hombre en nada refleja mi deseo de meterme a
la cama con un corpulento millonario que aumente mi patrimonio, ese pedazo de
afiche comercial no sirve para hacer sentir mujer ni a una menopaúsica, si al
menos fuera capaz de hacerme saber sus intenciones para poderle decir que no,
que se vaya a buscar una mujer en su planeta porque aquí nos gustan los hombres
machistas y no así tan cojudos como él, o que se siga masturbando a mi nombre,
al fin y al cabo siempre es bueno para una mujer saber que en alguna parte un
macho se satisface mentalmente con el cuerpo voluble de su amada, aunque este
macho no sea un adolescente sino un cuarentón, como en mi caso. -A las ocho, si
pasa por mí, estaré en la redacción del periódico. Chao…
V
Sobre la
flamante ciudad circulaba un rumor sensacional, los buscadores de tragedias
amorosas se encontraban al acecho y nadie esperaba un desenlace feliz, esto
sería lo peor para la prensa que, como en cualquier sociedad civilizada, se
sostiene con la especulación absurda y en la mayoría de los casos hasta
enferma. Pero el público espera ansioso la función, el circo romano de la
modernidad no duerme pensando en la próxima escena, y esta vez el espectáculo
era de trascendencia absoluta. En los corredores de la palabra fácil el chisme
se alimenta de burócratas en celo, de solteronas aburridas de la soledad que
emana de sus camas y de señoritos con pretensiones políticas. La comida está
servida y todos se aproximan a la presa. En la mesa reservada del hotel Hilton
Luisa sudaba de alegría y su morbosa sonrisa atraía turistas, a su extremo derecho
y con una envidiable pose el ejecutivo más prometedor de la metrópoli, el
doctor Samy Reyes, respondía las siempre vacías preguntas de los diarios.
Luisa, con un ademán dictatorial solicitó orden en el lugar y los
fotógrafos se retiraron entre voceríos, a su rincón. Samy Reyes se había
acostumbrado a este tipo de encuentros especulativos, son los que mantienen mi
imperio, a los periódicos les debo gran parte de mi fortuna en los negocios y
la televisión trasmite mi inagotable imagen de hombre poderoso, aunque en la
mayoría de los casos sea fingida, que importa los seres humanos están siempre
dispuestos a encontrar en otros lo que su miserable alma desea. Es mi negocio y
nunca me sentiré culpable, al fin de cuentas le proporciono lo que ellos
anhelan, sólo soy el forjador de sus paupérrimos sueños. De repente descendió
el súper hombre, su cara estaba cruzada por la mueca de la desesperación y sus
ojos saltones ya presentían el latigazo de la realidad. -Buenas noche Luisa-, y
la reverencia normal del maniquí moderno, -disculpa la demora pero tuve que
atender un incendio de la fábrica de cosméticos Lindas-. No hay problema el
tiempo no existe cuando lo importante es la solución. El superhéroe sacudió su
capa y se dispuso a sentarse y hasta entonces se percató de la presencia de
Samy Reyes, buenas noches caballero...y en un momento crucial Luisa se acercó
al ejecutivo y le besó en la boca. Nadie reaccionó al momento, Samy Reyes se
dejó llevar por el impulso de tan femenina dama y respondió con la frialdad clásica
de un conocedor del oficio, los periodistas iluminaron el lugar con sus cámaras
mientras el súper hombre se limitó a salivar la hiel de su desdicha. ¿Puede
explicarme esto Luisa? La pregunta elemental exigía respuestas rápidas, Luisa
se incorporó como deseando ser escuchada por medio mundo, -perdón es mi
prometido, el doctor Samy Reyes. Lo siento pero tú no me interesas, es difícil
de explicar, cómo decirte que tu presencia me conviene pero no la acepto, es lo
mejor, qué dices...
Al retirase el
superhéroe miró hacia atrás como si dejara un bote de basura, y sin quebrantar
su silente armonía levantó su brazo derecho para alcanzar vuelo. Alejándose
lentamente alcanzó a escuchar a Luisa, por favor no te vayas sin regalarnos una
foto de los tres, su cinismo le provocó náuseas. Nunca me había sentido tan
estúpido, y pensar que creía en la logarítmica posibilidad de su comprensión,
vaya que mundo de mierda... Recorrió más de tres veces la ciudad que ya
empezaba a convulsionarse, hasta que terminó sentado en la esquina del Barrio
de la 71 mirando como unos chicos conquistaban quinceañeras y se drogaban con
jeringas importadas. Fumó un cigarrillo con sabor a menta y escupió contra el
suelo, tan fuerte que su saliva penetró el asfalto. A las cinco de la mañana se
encontraba ebrio y quizás hasta drogado, los chicos se burlaban de su atuendo y
le golpeaban al hombro, vamos viejo caminemos esa borrachera sino se
quiere morir petrificado, y salen hasta la Avenida Central en donde el
más atrevido de los jóvenes se acerca a una tienda de ropa y rompe el vidrio,
-agarren todo lo que pueda antes de que nos caiga la tomba-, y sin pensarlo dos
veces el súper hombre le echa mano al suéter amarillo que tanto tiempo deseó.
Corren hacia un callejón en donde son rodeados por la policía, el superhéroe es
apresado y cuando lo llevan la comisaría central algo en su dopado cerebro le
indica que huya, entonces, agarro al policía y lo estrangulo con un movimiento
leve y escapo ciudad arriba en busca de mi apartamento en donde las pulsaciones
de mi cerebro se tornan insoportables, me golpeó contra las paredes hasta
derrumbarlas, y sin sentir consuelo por la trasgresión de mi vida decido
el golpe fácil y certero, las pastas me esperan sobre la mesita que tanto
detesto y las trago en una sola bocanada de miedo, para que ya no tenga tiempo
de mentirme, para que el túnel se abra y me devore con sus fauces neónicas,
para que pueda explorar la verdad que me aprisiona. Ahora quiero dormir...solo
dormir.
PÁGINA 19 – POESÍA AMERICANA: PARAGUAY
AMANDA PEDROZO
(Asunción-Paraguay)
POEMA
(Fragmento)
Hemos abierto sin permiso la pulpa ruidosa de las
calles,
rompimos el silencio descarado de las cárceles,
hemos, compañero, penetrado en las vísceras de la paz,
la conocemos.
Que nos digan ahora que es una rosa blanca
perfumando el cansancio de mil genuflexiones diarias.
Que soporten los párpados sin ojos,
que nos miren no mirando.
Bien que nos hayan dejado solos, compañero,
que no hayan pintado las voces para señalarnos,
que habiliten un rincón para el nacimiento de las heridas,
que suden nuestro miedo.
...Date cuenta, compañero, de que el barro nos llena loscomienzos,
ya no es bastante el mordisco del miedo y la costumbre.
Estamos solos y todos estamos solemnes como esperandoel grito repentino.
Pero alguien canta en la primera piedra
y el celular abrazo se deshace en estallido de ausencia.
Estamos solos, el hueco es hondo, demasiado nuestro paraque rompamos el abrazo,
ya nos parecemos a la muerte que nos sepulta todos los días,
y sin embargo, compañero, lo mismo bajo el llanto,estamos esperando.
hemos, compañero, penetrado en las vísceras de la paz,
la conocemos.
Que nos digan ahora que es una rosa blanca
perfumando el cansancio de mil genuflexiones diarias.
Que soporten los párpados sin ojos,
que nos miren no mirando.
Bien que nos hayan dejado solos, compañero,
que no hayan pintado las voces para señalarnos,
que habiliten un rincón para el nacimiento de las heridas,
que suden nuestro miedo.
...Date cuenta, compañero, de que el barro nos llena loscomienzos,
ya no es bastante el mordisco del miedo y la costumbre.
Estamos solos y todos estamos solemnes como esperandoel grito repentino.
Pero alguien canta en la primera piedra
y el celular abrazo se deshace en estallido de ausencia.
Estamos solos, el hueco es hondo, demasiado nuestro paraque rompamos el abrazo,
ya nos parecemos a la muerte que nos sepulta todos los días,
y sin embargo, compañero, lo mismo bajo el llanto,estamos esperando.
CRISTINO BOGADO
(Asunción-Paraguay)
CONSTITUCIÓN POÉTICA
Enarbolar la bandera de la Masa
omitir el abismo
sucumbir a la fata morgana de la calle
abotonarse el overall de la Sumisión
marchar al son de las trompetas de la Entropía
abandonar la carne a la inercia del Tedio
ahogar al Espíritu con la gimnasia del trabajo
encerrar los gestos en la casa de los espejos
castigar el brote perverso de la Inocencia
la ácida pululación del sinsentido
la monstruosidad del deseo hecho poesía
celebrar el pudor del Kapital ante la orgía de la Pereza
amordazar la vertiginosa sonrisa de Afrodita
huir, infatigablemente huir, de los cuchillos
que lanza la música de New York
construir la Ciudad de Dios sobre Tacumbú
utilizar verdugos como imágenes sagradas
sustituir la superstición de la escuela
por las iluminaciones del electroshock
veranear en las playas del masoquismo chic
prohibir el intempestivo sueño de los niños,
la desgracia cotidiana de la oscuridad,
el ultraje divino de las púberes...
la muerte, que alborota la cobardía de los hombres.
Enarbolar la bandera de la Masa
omitir el abismo
sucumbir a la fata morgana de la calle
abotonarse el overall de la Sumisión
marchar al son de las trompetas de la Entropía
abandonar la carne a la inercia del Tedio
ahogar al Espíritu con la gimnasia del trabajo
encerrar los gestos en la casa de los espejos
castigar el brote perverso de la Inocencia
la ácida pululación del sinsentido
la monstruosidad del deseo hecho poesía
celebrar el pudor del Kapital ante la orgía de la Pereza
amordazar la vertiginosa sonrisa de Afrodita
huir, infatigablemente huir, de los cuchillos
que lanza la música de New York
construir la Ciudad de Dios sobre Tacumbú
utilizar verdugos como imágenes sagradas
sustituir la superstición de la escuela
por las iluminaciones del electroshock
veranear en las playas del masoquismo chic
prohibir el intempestivo sueño de los niños,
la desgracia cotidiana de la oscuridad,
el ultraje divino de las púberes...
la muerte, que alborota la cobardía de los hombres.
SHIRLEY
VILLALBA
(Coronel Oviedo-Paraguay)
DOMINGO
Entumecido en el suspiro
extraviado de un mapa.
Descolocado en el
regazo
lisiado de las horas.
Revuelto en el hueco
enardecido de los
miedos.
Harto en el estruendo
ciego de las palabras.
Derrotado en el aire
homicida de un
domingo.
Allí está mi
corazón...
Deshabitado en el
abrazo
manco de la muerte.
JUAN MANUEL MARCOS
(Asunción-Paraguay)
LO ÚNICO GRATUITO QUE NOS QUEDA
a Luis Villar
La inflación,
ese vaso lleno de números, que te ulcera los sábados
y el hígado te araña de mal vino,
no puede ser que rompa tus recuerdos
ni tus ganas de estar con ella un rato,
vos sabés que eso no se arregla
con una votación morada o rosa,
ni una revolución que ya gatea
ni una dictadura que se raya.
Vos sabés que toda la poesía no sirve para nada,
y continúa.
No importa que estas cosas no se digan,
lo que importa es el viento.
Acá la poesía no se vende
y allá se autocensura.
Lo que importa es el viento.
De tarde en tarde, pucha, escupo sangre.
Cuando empieza la noche nadie escucha,
todos duermen en casa,
la ventana asfixiada de cortinas grasosas
se va a acostar temprano.
Mañana es otro día de trabajo.
La tarjeta de crédito lo acecha,
sus fauces sonrientes nos seducen con sus colmillos
fotogénicos al 19%
pero de pronto alguien escribe este poema
y todo, quién diría., todo, todo,
vase a la mierda
excepto el poeta y su lector,
con la ventana abierta,
el culo al aire,
sin crédito ni más tarjeta postal
que el cielo,
rojo como una sandía compartida.
¿Por qué sobrevive la poesía?
Quizá porque es lo único gratuito que nos queda.
a Luis Villar
La inflación,
ese vaso lleno de números, que te ulcera los sábados
y el hígado te araña de mal vino,
no puede ser que rompa tus recuerdos
ni tus ganas de estar con ella un rato,
vos sabés que eso no se arregla
con una votación morada o rosa,
ni una revolución que ya gatea
ni una dictadura que se raya.
Vos sabés que toda la poesía no sirve para nada,
y continúa.
No importa que estas cosas no se digan,
lo que importa es el viento.
Acá la poesía no se vende
y allá se autocensura.
Lo que importa es el viento.
De tarde en tarde, pucha, escupo sangre.
Cuando empieza la noche nadie escucha,
todos duermen en casa,
la ventana asfixiada de cortinas grasosas
se va a acostar temprano.
Mañana es otro día de trabajo.
La tarjeta de crédito lo acecha,
sus fauces sonrientes nos seducen con sus colmillos
fotogénicos al 19%
pero de pronto alguien escribe este poema
y todo, quién diría., todo, todo,
vase a la mierda
excepto el poeta y su lector,
con la ventana abierta,
el culo al aire,
sin crédito ni más tarjeta postal
que el cielo,
rojo como una sandía compartida.
¿Por qué sobrevive la poesía?
Quizá porque es lo único gratuito que nos queda.
RAQUEL CHAVES
(Asunción-Paraguay)
GÉNESIS
Recuerdas esa tarde
cuando los dos nacimos
del barro
y más,
del agua,
en vital desamparo...?
Quise saber entonces
el ser de la palabra,
la esencia de la llama
ligada a nuestras
vidas.
Hoy sé:
amor no es la palabra
y sí la llama entera.
GUIDO RODRÍGUEZ ALCALÁ
(Asunción-Paraguay)
LEVIATAN
ARTE POÉTICA
El dios Apolo llegóseme y me dijo:
"-A ti, el más humilde de mis hijos
te ha cabido la gloria (la tarea)
de enumerar las miles de batallas
del hombre por la vida y su escenario;
pacientemente anota
el paso de la lluvia sobre el aire
el amor de las múltiples mujeres
las generaciones y los barcos
las amapolas rojas y las sangres.
A ti se te encomienda
la guía de teléfono divina
que registre los números oscuros
direcciones remotas y los nombres
de pueblos apagados y suburbios,
las bodas y las muertes sospechosas
en Paraguay, en Chile, en Argentina.
Escucha bien, vate alado,
poeta,
las tablas que te han dado
aquella máquina
para escribir más rápido,
tu corazón sangrando en el crepúsculo
tus lagos, tus mujeres solitarias,
hoy día tienen dueño
-se trate de Olivetti
del lago de Palermo
de Play Boy Magazine.
Definite chamigo, en las praderas
bordadas de asfodelos
en la noble colina del Parnaso
se tira a la derecha o a la izquierda.
ARTE POÉTICA
El dios Apolo llegóseme y me dijo:
"-A ti, el más humilde de mis hijos
te ha cabido la gloria (la tarea)
de enumerar las miles de batallas
del hombre por la vida y su escenario;
pacientemente anota
el paso de la lluvia sobre el aire
el amor de las múltiples mujeres
las generaciones y los barcos
las amapolas rojas y las sangres.
A ti se te encomienda
la guía de teléfono divina
que registre los números oscuros
direcciones remotas y los nombres
de pueblos apagados y suburbios,
las bodas y las muertes sospechosas
en Paraguay, en Chile, en Argentina.
Escucha bien, vate alado,
poeta,
las tablas que te han dado
aquella máquina
para escribir más rápido,
tu corazón sangrando en el crepúsculo
tus lagos, tus mujeres solitarias,
hoy día tienen dueño
-se trate de Olivetti
del lago de Palermo
de Play Boy Magazine.
Definite chamigo, en las praderas
bordadas de asfodelos
en la noble colina del Parnaso
se tira a la derecha o a la izquierda.
PÁGINA 20 – NARRATIVA
PATRICIA DAJRUCH
(Córdoba-Córdoba-Argentina)
MININO
Me gusta amanecer en el
tejado, sobre todo en verano; me atrae el misterio de la noche, la lejana luna
y las estrellas, a veces medito sobre ese acontecimiento raro de lluvias de
estrellas, y es fantástico ver como las sombras dan lugar a la luz del día
momento en que sé que es hora de mi desayuno. A veces suelo recordar como me
deslizaba por el muro hasta llegar al viejo naranjo donde permanecía un
instante para que el aroma del azahar invadiera mis pequeños pulmones. Como
ustedes saben me llamaba Minino, nombre ridículo que me había puesto mi ama. A
decir verdad me hubiera gustado llamarme Ruperto, Aristóteles o Platón y haber
aprendido a tocar el saxo, pero en vez de eso tenía un nombre absurdo como la
mayoría de las mascotas, el perro de enfrente, un hermoso ejemplar de mato
negro se llama Boby, y la gata una hermana para mí lleva por nombre Michi. Los
humanos no se dan cuenta que somos seres especiales, tampoco sospechan que
pensamos y que solemos hablar de ellos muy a menudo.
Recuerdo que fui el
último en nacer y el primero en ser dado en adopción, me metieron en una caja
de zapatos con la tapa llena de agujeros, me subieron a un vehículo que se
movía además hacia ruido: nadie sabe el susto que sentí, mi corazón daba saltos
y no veía las horas de llegar sano y salvo al lugar donde viviría por el resto
de mi vida. Cuando llegamos, Amanda, mi ama me liberó de la oscura caja. Me
encontré en una cocina limpia y luminosa donde me esperaba ya comida y agua.
Miré hacia todos lados, me escondí bajo una silla a esperar que el miedo se
pasara. Por suerte no había niños que intentaran alzarme apretarme o darme
besos molestos.
Muy pronto me adapte a
mi nuevo hogar, en el living dormía, en un canasto de mimbre con un almohadón
rojo muy cómodo, parece que las casas no han sido diseñadas con dormitorios
para seres como yo, así que un rincón de la casa está bien y en lo posible en
el patio, pero los gatos somos mascotas para tenerlas de adorno como un
florero o un cuadro por eso tenemos ese privilegio de camas tan agradables.
Amanda y yo vivíamos
solos, ella me daba todos los gustos en realidad tuve una infancia muy feliz.
Mis juguetes preferidos eran una pelota pequeña que siempre perdía y una laucha
a cuerda; me sirvieron para agilizar mis patas, sobre todo para fortalecer los
músculos de mis manos además de divertirme en las tarde frías de invierno, sin
embargo cuando me tocó cazar una laucha de verdad, ésta se escapó pero con el
tiempo aprendí a esperar el momento oportuno para caer arriba de ella y empezar
a jugar, lástima que las pobrecitas se mueren, yo no tengo la intención de
matarlas pues me gustan mucho.
Crecí en un hogar feliz,
a veces sólo a veces Amanda tenía visitas. Solían venir sus hijos y nietos, en
esas ocasiones todo era un alboroto, yo escapaba a las ramas del naranjo y allí
me quedaba hasta que se fueran, pero veía a Amanda alegre y llena de vida
cuando toda esa gente venía a casa. No es que ella estuviera triste sin ellos,
es que era todo un suceso y lo que mas le gustaba era conversar con los niños.
Cuando todos se iban yo
volvía a mi almohadón rojo, mientras ella ordenaba su ya casa impecable.
En cambio cuado venía su
amiga Aurora sentía un terrible pavor, por que me buscaba para apretarme la
panza, esa mujer siempre me resultó antipática, apenas oía su voz huía.
Los días de lluvia
solíamos oír música, mientras ella leía algunos de sus voluminosos libros.
Nuestra vida transcurría
placentera y cuando Amanda se jubiló comenzamos a pasar más tiempo junto
haciéndonos compañía. Las cosas cambiaron el día que escuchamos ruidos en la
casa de al lado que hasta ese entonces permaneció vacía, parecía que íbamos a
tener vecinos nuevos, a decir verdad era un vecino, suponíamos que era un
hombre aunque nunca le vimos ni escuchamos su voz.
Supimos que tocaba el
piano por que lo oíamos en las noches de aquel verano, ella dejaba la ventana
abierta para escuchar la melodía que el teclado salía magistralmente, por eso
suponíamos que se trataba de un piano de cola, tal vez el hombre de al lado era
un concertista. Lo cierto es que Amanda cerraba los ojos entregándose al placer
de oír música y suspirar; entonces escapaba al tejado, me parecía más apropiado
escuchar aquellas ejecuciones mirando la luna.
Nuestras costumbres
cambiaron desde aquellos días pues a la misma hora de la tarde se abría la
ventana y el vecino con su piano hacia irrupción en el living como si
estuvieran en cuerpo presente.
Fueron dos veranos
iguales; nunca supimos su nombre, mucho menos lo vimos alguna vez como ya dije,
era todo un misterio pero a mi ama poco parecía importarle.
Como soy curioso en
varias oportunidades fui a espiar las ventanas de la casa del al lado, sin
tener éxito solamente pude comprobar la existencia de un piano, y la
última vez que fui a mirar (recuerdo que era una noche maravillosa), mi piel se
erizó cuando tuve frente a mí a la gata más hermosa del mundo; lo triste era
que jamás podría tenerla a mi lado porque ella era solo una visión fantasmal.
Después de esa noche todo fue diferente, las cosas no volvieron a ser las
mismas, quiero decir que tenia la sensación de estar en otra dimensión y llegué
a la conclusión que Amanda no lo sabía y eso que su amiga Aurora solía hablar
de muertos y aparecidos. No sé por qué me tenía que enamorar del fantasma de
una bella gata.
La dueña de casa
envejeció muchos años de golpe en esos dos años, su cabello rubio en otros
tiempos ahora se tornaba grisáceo, y su andar lento como si algo le pesase en
el alma, tal vez ella sabía más de lo que yo mismo intuía. Luego del segundo
año de conciertos veraniegos, se cerraron las ventanas. Con la llegada de las
lluvias y del frío nos retirábamos a descansar temprano. Nadie hubiera dicho
que ese invierno sería fatal, imprevistamente el piano comenzó a sonar todas
las noches, la melodía no era la misma su sonido era notas enervantes como si
estuvieran llamando a alguien con insistencia, cuando esto sucedía Amanda
caminaba por toda la casa hasta el amanecer hora en que ya no se oía mas el
teclado. Ese invierno fue el mas triste de mi vida, vi a Amanda enloquecer de
luna en luna, yo mismo ya no soportaba las horas musicalizadas del vecino y
días antes de la llegada de la primavera mi dueña se fue para siempre. Lo sé
porque vinieron sus hijos a llevársela, se lamentaban llorando. Alguien se
acordó de mí, me dejó comida y agua para varios días y tuvo el buen tino de
dejar un poco abierta la ventana para que pudiera salir y entrar cuando
quisiera.
Me quedé solo,
totalmente solo, sospecho que el vecino se llevó a Amanda porque el piano ya no
sonaba tampoco volví a ver a su gata.
Dos veces por semana
venían a traerme alimentos y agua, escuché decir que vendían la casa; debo
reconocer que eso me preocupó mucho, no deseaba vivir en ningún hogar que
tuvieran niños ni perros molestos, soy un gato solitario que quiere aprender a
tocar el saxo.
Un día apareció Aurora
con el hijo mayor de mi finada dueña, me llamaba con su voz chillona con la
mala intención de llevarme con ella, desde el techo la veía como me ofrecía
comida pero me negué rotundamente a bajar y antes que se les ocurriera venir
por mí, huí,
Anduve muchas horas,
crucé muchos techos, subí muchos árboles, no sé cuanto tiempo estuve huyendo.
La noche me sorprendió en un tejado diferente, parecía que en esa casa no vivía
nadie, me asomé por la ventana abierta, allí estaba él, sentado frente a un
teclado alfanumérico cuyo sonido no conocía supuse que estaba escribiendo algo,
por esos signos raros que veía en la pantalla iguales a los libros de mi
antigua dueña. Pensé que tal vez quisiera adoptarme y probé con un maullido a
ver que pasaba; para mi sorpresa me saludó muy bien, me ofreció comida, para
agradecerle tan buena acogida le pasé mi lomo en su pierna, más tarde me alzó y
me puso un nombre digno de un gato; Júpiter, me sentí feliz.
Ahora no tengo un
almohadón rojo, duermo donde el sueño me atrapa incluso sobre la
computadora, a veces le borro algo sin querer pero mi amo se ríe y dice que
está muy bien porque el poema no era muy bueno.
En las noches de verano
me quedo en el techo, recito el poema de Neruda ese que dice “puedo escribir
los versos más triste esta noche”, sólo me falta el saxo, sé que en algún lugar
del Universo está el amor de mi vida.
PÁGINA 21 – POESÍA
AMERICANA: PERÚ
RODRIGO QUIJANO
(Lima-Perú)
8.
Todo está en su lugar
o todo está fuera de
sí
pero ese ejército
aguarda impasible
dos metros enterrado
boca abajo
sus muertos
establecieron el comercio de estampas enmicadas
en las que brillaba
todo lo que no era oro
y todo lo que no eran
lágrimas de vidrio,
sino más bien
barrocos brocados y
uñas rotas
en los esmaltados
sucios pies de efigies santas.
Con los huesos y las
piedras
armaron habitaciones
de arena y obvios laberintos
en cuyas hornacinas
descubrieron
el oro y la noche y la
plata y la noche
pero sólo para
preguntarse de qué estaba hecha
la carne de sus gordos
corazones
y cual era el color de
sus largas y sordas lenguas.
No han tenido más
espejos que los de sus santos
ni más sueños que el
de sus prolongadas propias muertes
y sin embargo alguien
quisiera verlos morir
sólo por ver qué
sucede.
MARIELA DREYFUS
(Lima-Perú)
MEMORIA DE ELECTRA
Soy un hombre.
He construido un templo
donde mi virilidad no tiene límites.
Cinco vírgenes me rodean
de día las desnudo al contemplarlas
de noche cubro sus cuerpos
con mi semen angustioso y renovado.
Esta necesidad
me viene de muy niño;
cuando intentaba soñar
me despertaban los gemidos
de mi madre y de su amante.
Pero soy un hombre.
Que nadie se atreva
a profanar mis reinos.
MIGUEL ILDEFONSO
(Lima-Perú)
EL DOLOR (I)
He aquí el dolor, el único dolor,
la insoportable luz de las calles,
la mano extendida con las cuerdas rotas del sonido.
He aquí el influjo,
otro infierno que quema el almanaque,
ríos secos, ríos oceánicos.
Una carpa de circo cubrirá la tierra de dolor.
Noche cruel como esta.
Dolor en los tenedores.
Poesía pura,
poesía del amor alquilado en una habitación,
con rimas y desapariciones políticas.
El dolor de un sonido buscando su instrumento.
Después de tantas palabras, abro la ventana.
Las estrellas, las sombras silueteadas de los edificios.
Respiro el olor de los cuerpos calcinados,
la caída de los árboles entrelazados,
la belleza del mundo que sepulta su música de dolor
por otra música.
El dolor de los que regresan a sus casas sin nada,
el dolor de los que no pueden regresar,
el dolor que se esconde de la policía, que se toma algo
para así no sentir dolor,
el dolor que no cicatriza y mezclado con la neblina
continúa siendo una mancha,
el dolor de los que caminan solos
o conversan con una pierna devorada por la gangrena,
el mismo dolor sin trabajo, que si llega al río pestilente
es sólo para decirle que no lo devuelva,
el dolor que crece con la hierba,
que se deja acariciar por el viento y cierra los ojos
y huye,
el dolor que esconde su dolor,
el dolor de una avenida donde un ciego toca su violín,
el dolor más allá de la vida,
más allá del dolor.
DENISE
VEGA FARFÁN
(Trujillo-Perú)
la noche me urde con hilos de miseria
más en el centro del gran tejido
soy la araña solitaria
que atrapa palabras como insectos
para succionarlas
momificarlas
para crear más hilos contra los vientos
y murciélagos que desbaratan mi tela
yo enredo sus patas quiebro sus alas
luego con ellas fijo los extremos de la urdimbre
despoblada al fin de maldiciones
guijarros
hojas de algún árbol seco y exterminador
para la noche
para el descenso de la otra araña
que me engulle
más en el centro del gran tejido
soy la araña solitaria
que atrapa palabras como insectos
para succionarlas
momificarlas
para crear más hilos contra los vientos
y murciélagos que desbaratan mi tela
yo enredo sus patas quiebro sus alas
luego con ellas fijo los extremos de la urdimbre
despoblada al fin de maldiciones
guijarros
hojas de algún árbol seco y exterminador
para la noche
para el descenso de la otra araña
que me engulle
RAÚL MENDIZÁBAL
(Piura-Perú)
PUCAYACU
las noticias son menos
tristes ahora porque ya nos
acostumbramos
a los muertos en la
sierra central como si fuese lo ordinario
echados mirando lo
alto en una foto de paseo al campo
con botellas rotas de
degüello al lado
y los vientres
hinchados y los brazos
durmiendo en el pasto
sin embargo
abrir la puerta en la
sierra central no es dar cara al sol
sino a un culatazo
ir a la feria en
domingo es para no dar luz sobre los
muertos
mira de lejos:
ésta es flor
ha crecido apenas para
recordar cómo te llamas y ocultarlo
y
aquí está abel
que ahora cuida de su hermano
que enloquece de miedo en las
noches
y
aquí clara
con las uñas cortas que come
con ira como las aves
contigo o sin ti
iguales ahora que
ninguno tiene cara y hasta los dientes
han ennegrecido
y más abajo escuché
que había otros veintitantos
que desenterraron después
como si hubiesen jugado
a la gallina ciega
y después se olvidaran
quietecitos nomás con
los ojos vendados y las manos tiesas
al frente
pareciera que en serio
para asustar
y uno quieto
también
temeroso de apartar
una rama
y uno muerto
también
de levantar una tapa
de prender una luz en
medio de esta habitación oscura
tan grande
ROSSELLA DI PAOLO
(Lima-Perú)
PROFESORA DE LENGUA Y LITERATURA —EX
Sepan que estoy viviendo, nubes,
sepan que canto
Javier Sologuren
Nunca más pararme frente a la pizarra —ecce femina—
con un cucharón
para meter en los platos vacíos de sus cabezas
el engrudo homérico, la berenjena eglógica
el acento esdrújulo y miserable, ni más
tizas de colores, salsas de tomate,
para abrirles las bocas
ojalá el entendimiento.
Ya no la tarjeta en la tostadora horaria
saltando con su tardanza al rojo vivo
ni exámenes para probar cuánto resisten
mis nalgas en el pupitre y cuántas tildes
puede gotear un cárdeno Faber Castell 031.
Se acabó la clase, la ilusión de mango,
todos al recreo, yo al recreo (pero sin vuelta)
al recreo de desclavarme de la pizarra
y saltar por la escalera al fin resucitada.
Último día, las rejas se levantan,
y en este valle ameno
nubes, sepan que canto
sepan que canto, bestias.
PÁGINA 22 – NARRATIVA