Imágenes:
Homenaje
a la obra de THOMAS KENNINGTON
(Grimsby-Reino Unido)
PÁGINA 1 – REFLEXIONES
EDUARDO
GALEANO
(Uruguay/1940-2015)
DEFENSA
DE LA PALABRA
12.
Pero no es solamente un problema de lenguaje. También de medios. La cultura de la resistencia emplea todos los medios a su alcance y no se concede el lujo de desperdiciar ningún vehículo ni oportunidad de expresión. El tiempo es breve, ardiente el desafío, enorme la tarea: para un escritor latinoamericano enrolado en la causa del cambio social, la producción de libros forma parte de un frente de trabajo múltiple. No compartimos la sacralización de la literatura como institución congelada de la cultura burguesa. La crónica y el reportaje de tirajes masivos, los guiones para radio, cine y televisión y la canción popular no siempre son géneros "menores", de categoría subalterna, como creen algunos marqueses del discurso literario especializado que los miran por encima del hombro. Las fisuras abiertas por el periodismo rebelde latinoamericano en el engranaje alienante de los medios masivos de comunicación, han sido a menudo el resultado de trabajos sacrificados y creadores que nada tienen que envidiar, por su nivel estético y su eficacia, a las buenas novelas y cuentos de ficción.
EDUARDO PÉRSICO
(Lanús-Buenos Aires-Argentina)
A MI GATO LE ENCANTA MOZART(Lanús-Buenos Aires-Argentina)
Hoy me distraje apreciando a mi gato Fidel con más decoro. Porque él, que distante sabe callar, me retrajo a Lord Byron: ‘el gato posee belleza sin vanidad, fuerza sin insolencia, coraje sin ferocidad; cada virtud del hombre pero sin sus vicios’. Y además de esa semblanza el Ambrose Bierce diría: ‘gato, suave autómata indestructible y preparado para recibir patadas, cuando algo anda mal en el círculo doméstico’.
Pero bué, hablemos de lo mismo… Viendo a mi gato se comprende que ellos ambulen invisibles cuatro veces al día y cuando lo disponen, se exhiben con la guardia baja empobrecidos de lluvia y madrugada. Además todo gato es etéreo, inatacable, su corazón les late en una verdad lejana y superior; y la mirada de un gato por más ajena y perdida, nos pregunta ‘¿por dónde nos pasó el tiempo, qué hicimos con la vida?’...
Mi gato revive al escuchar música en mi falda y a ese sigilo lo refleja en mi espejo al oír el yumbeado de “Negracha” o “La Cachila”; eso sí, por Osvaldo Pugliese… Y por allí él conmueve su pelaje aunque luego le cope su indolencia, si el tango se torna catarsis nostalgiosa. Ese chamuyo de hablarnos muy quedo, despacito, de nuestras penas y plenitudes sin testigo. Es que es así gato Fidel; el tango es vino a solas si por ahí retornan los ojos de esa piba; y es por eso que el tango en voz baja y con rasguidos de viola misteriosa suele llevarnos lejos. Y más aún, si algún turbio recuerdo irrumpe sin aviso o algún olvido ya olvidado se apropia de nosotros…
Es por eso que el tango en alta voz y teatralero es una grosería de recién venido; en cuanto sin ‘deschave o confesión de cómo fueron esas cosas', su sonido sería otro ruido más, carnavalero. Y es por eso y algunas cosas nuestras, el tango es un íntimo compadre sin reproches; es un amigo que nos guiña un ojo…
Así que dejando eso claro, de nada sirve inquietar a mi gato Fidel con nostálgicos cigarrillos de tediosa ceniza; si al oír el Concierto Número Cuatro de Mozart él se hace una fiesta; se torna dos sílabas que ambulan en su otro mundo sensorial... Y ha llegado ya el tiempo de afirmar que mi gato, - atigrado cualunque y sin prosapia- se diferencia de los otros por su gusto musical. Cualquier felino es amante a hurtadillas, intruso por la casa sin proyectar su sombra, clandestino de enigma en su mirada; pero ninguno se iguala con mi gato Fidel en disfrutar la música de Mozart.
PÁGINA 3 – POESÍA ARGENTINA:
SANTA FE
CONCEPCION BERTONE
(Rosario-Santa Fe-Argentina)
MITOS
“El
héroe es una cosa arrastrada tras un carro en polvo”.
Simone Weil
Suponer que las bolas rebotan de las bandas
que las bolas son redondas o que viajan sobre el paño
en línea recta como una continuación
del taco, del brazo que taquea en el ataque. Son
engaños. Mitos. La belleza del juego. “La Ilíada
o El poema de la fuerza”. La tersa noche que pasa
creyendo en esa fuerza que es del hombre
el tema verdadero. Su heroísmo. Soldados hasta
el amanecer. Caballeros los más,
hasta la herida última. Hay
jugadores míticos. Recuerdo uno
que cuando jugaba, parecía
que su vida pendía de cada tiro. Su mirada
serena fijada a la mesa, la absorbía. Se podría decir
que cuando él jugaba, todo
dejaba de existir . Siempre ganaba. El lugar
estallaba en el aplauso. Entonces se iba
tímidamente envuelto en una fuente de luz.
Yo lo llamaba, El sauce de Michaux: “El menos ostentoso
de los árboles.”
Simone Weil
Suponer que las bolas rebotan de las bandas
que las bolas son redondas o que viajan sobre el paño
en línea recta como una continuación
del taco, del brazo que taquea en el ataque. Son
engaños. Mitos. La belleza del juego. “La Ilíada
o El poema de la fuerza”. La tersa noche que pasa
creyendo en esa fuerza que es del hombre
el tema verdadero. Su heroísmo. Soldados hasta
el amanecer. Caballeros los más,
hasta la herida última. Hay
jugadores míticos. Recuerdo uno
que cuando jugaba, parecía
que su vida pendía de cada tiro. Su mirada
serena fijada a la mesa, la absorbía. Se podría decir
que cuando él jugaba, todo
dejaba de existir . Siempre ganaba. El lugar
estallaba en el aplauso. Entonces se iba
tímidamente envuelto en una fuente de luz.
Yo lo llamaba, El sauce de Michaux: “El menos ostentoso
de los árboles.”
JORGE
DIPRE
(Ceres-Santa
Fe-Argentina)
TODO SE QUEMA AQUÍ...
SIESTA
Las siluetas, difusas
Calle de polvo
Sombras luminosas
que oscilan, escapan
a la mirada turbia
Los hoyos
Las cuencas
Baldosas sueltas
Pedazos
Rompecabezas de pasiones
Aquí todo es nuevo y viejo
Fulgura
debajo de la pátina
como un niño avejentado
nada de lo que empieza
está condenado a terminar
Senda de interrupciones
Los changos
apenas se mueven al mediodía
La maestra cruza la luz
y un estruendo
de verdes claridades la ciega
pero su olfato
la libra de todo mal
El perfume de las flores
adormece
con agradable sopor
No sé si encender un cigarro
Las siluetas, difusas
Calle de polvo
Sombras luminosas
que oscilan, escapan
a la mirada turbia
Los hoyos
Las cuencas
Baldosas sueltas
Pedazos
Rompecabezas de pasiones
Aquí todo es nuevo y viejo
Fulgura
debajo de la pátina
como un niño avejentado
nada de lo que empieza
está condenado a terminar
Senda de interrupciones
Los changos
apenas se mueven al mediodía
La maestra cruza la luz
y un estruendo
de verdes claridades la ciega
pero su olfato
la libra de todo mal
El perfume de las flores
adormece
con agradable sopor
No sé si encender un cigarro
todo
podría estallar
MARIA
LYDA CANOSO
(Casilda-Santa
Fe-Argentina)
SIEMPRE
NUNCA
siempre nunca habrá un primer plano de chicos
jugando a construir un castillo
mar con viento y la arena sal amarga tan a
contraluz como la maledicencia
ella empieza el cuaderno azul intimidada por los
debe y los haberes
encuentra en lo escrito razones para creer que se
es feliz ¿alguien puede asegurarlo? no tanto
ahora que lo abre para que salgan los
moluscos que se le incrustan cuando de noche
el mar se mueve
batido del agua motor oceánico a tres tiempos
que no para de latir
corazón sobreactuado por quien le adjudica
víscera al milagro de la vida pero no
los mecanismos del amor pero no
motor que bombea el agua que alisa las pisadas y
borra heridas del alma te imaginarás que no de
todas ella se extiende y espera ola sin
esperanza
estuvo aquí exactamente
en esta arena otra en este mar otro que va y que
va recuerdo de lejano infierno de playas
idénticas eneros cargados de aceite de coco y
esas lonjitas de la piel
por el temor de dios se bate el agua a punto de
merengue maquinaria incesante nunca jamás
el mismo sol crece dos veces
la cuña del viento se clava y filtra zumbidos
hipnóticos por rendijas y grietas dactilares del
caparazón soleado
pájaro que sangra
ojo que castiga
miles de puñalcitos uno al lado del otro clavados
con total prolijidad
así es el mar guarda la memoria y deja que
uno sea siempre
atravesar macizos hormigonados y luego un
pastizal al ras y no encontrar las cavernas
no no encontrar las cavernas de la infancia
sí ver olas desconocidas arena en disposiciones
caprichosas y un cartel oxidado cocacola
-¿Será idea mía, madre? (nadie puede contestar)
el hotel majestuoso enorme ahora se muestra
afantasmado
la fiebre hace ver los corredores vacíos con
puertas alineadas sin falleba
el resplandor del resplandor del brillo del brillo
-Pero no.
siempre nunca habrá un primer plano de chicos
jugando a construir un castillo
mar con viento y la arena sal amarga tan a
contraluz como la maledicencia
ella empieza el cuaderno azul intimidada por los
debe y los haberes
encuentra en lo escrito razones para creer que se
es feliz ¿alguien puede asegurarlo? no tanto
ahora que lo abre para que salgan los
moluscos que se le incrustan cuando de noche
el mar se mueve
batido del agua motor oceánico a tres tiempos
que no para de latir
corazón sobreactuado por quien le adjudica
víscera al milagro de la vida pero no
los mecanismos del amor pero no
motor que bombea el agua que alisa las pisadas y
borra heridas del alma te imaginarás que no de
todas ella se extiende y espera ola sin
esperanza
estuvo aquí exactamente
en esta arena otra en este mar otro que va y que
va recuerdo de lejano infierno de playas
idénticas eneros cargados de aceite de coco y
esas lonjitas de la piel
por el temor de dios se bate el agua a punto de
merengue maquinaria incesante nunca jamás
el mismo sol crece dos veces
la cuña del viento se clava y filtra zumbidos
hipnóticos por rendijas y grietas dactilares del
caparazón soleado
pájaro que sangra
ojo que castiga
miles de puñalcitos uno al lado del otro clavados
con total prolijidad
así es el mar guarda la memoria y deja que
uno sea siempre
atravesar macizos hormigonados y luego un
pastizal al ras y no encontrar las cavernas
no no encontrar las cavernas de la infancia
sí ver olas desconocidas arena en disposiciones
caprichosas y un cartel oxidado cocacola
-¿Será idea mía, madre? (nadie puede contestar)
el hotel majestuoso enorme ahora se muestra
afantasmado
la fiebre hace ver los corredores vacíos con
puertas alineadas sin falleba
el resplandor del resplandor del brillo del brillo
-Pero no.
FERNANDO
BELOTTINI
(San
Jorge-Santa Fe-Argentina)
OJOS
PERTURBADOS POR LA NIEBLA
La niebla cerca la mirada
Alicia por ejemplo
es un trazo de campera roja
y tiene en el pelo huellas de silencio
el murmullo de lo que la mirada quiere
decir de Alicia
a quien la niebla envejece
hace de ella la ilusión de una mujer
caminando
Alicia sabe
que los demás somos lo mismo
retazos de aliento
contribuyendo
con el murmullo o el silencio
a camperas rojas desteñidas
vistas desde un bar a las cuatro de la
tarde
tomando un café tras la ventana.
Somos como ella
minúsculos escombros
de ojos perturbados por la niebla.
MARIA AMELIA SCHALLER
(Esperanza-Santa Fe-Argentina)
CANTO RODADO
Como canto rodado, sin
deseo y sin pena,
pulida en tantos golpes,
escéptica y vencida,
me hallaste en la ribera
del río de la vida
aceptando sumisa mi
destino de arena.
Pero vos me tomaste en
tu mano morena,
pero vos me abrigaste
con tu mano querida,
y sentí con violencia
que mi sangre dormida
era ardiente y fecunda,
era tuya, era buena.
Y aunque los dos sabemos
que nunca tendrá historia
este cariño nuestro, que
la inefable gloria
de despertarnos juntos
nos ha sido negada,
te quiero, nos queremos,
sin prometernos nada,
relegando a un secreto
rincón de la memoria
este dolor, que a veces,
asoma en la mirada.
ENRIQUE BUTTI
(Santa Fe-Santa Fe-Argentina)
POETAS DE MI GENERACIÓN
Sus cabezas son, o eran, avisperos
y sus corazones una brasa
que quemaba lentamente
desperdicios
infames
que alguna vez debían acabarse, esperaban.
El humo se levantaba
desde el pecho
hasta el enjambre atrapado
entre cuatro huesos,
jauría amontonada
contra el vidrio de los ojos.
El fuego, si vivo, si ligero,
habría terminado
por encerrar en una síntesis de urnas
las cenizas
de tantos cantos inútiles
declamados desde tantas cátedras
con acústica.
Laboriosos, descascaraban palabras
del siglos
de boca de dictadores
y escarbaban en la infancia
como en el fondo de un estanque
entre esqueletos de pájaros
y juguetes corrompidos.
La resaca los ahogaba
cuando vieron acercarse
caravanas de camiones hediondos
en el amanecer lluvioso y frío.
Escaparon, si pudieron, y la red
infatigable de cirujas
los olfateaba fácilmente
en medio de cualquier multitud,
cuarto de hotel o monasterio
o cima de montaña.
Sin paz, sin fogata, enloquecidos
cayeron en el basural
que ya no era de salmos ni églogas ni ditirambos
y cuando se agarraron la cabeza
enroscados, aturdidos
por las voces de alarma, de orden, de
fusilamiento,
gritando en el polvo,
empezaron a ingresar
en la solemne, académica
ÁNGEL
BALZARINO
(Rafaela-Santa
Fe-Argentina)
LA
BÚSQUEDA
Primero
fue un grisáceo remolino de tierra, después el contorno cada vez más nítido de
algunas figuras. Sí. Es un grupo de ellos. Apretando las riendas,
clavó
la vista en los jinetes que se acercaban. Casi hipnotizado. Con una desconocida
sensación de alivio al comprender que al fin estaba a punto de
concluir
casi diez años de búsqueda. Afanosa. Sin tregua. Desde aquella tarde en que las
hordas del cacique Garcete habían irrumpido en el Fortín
Yunká.
Feroces. Incontenibles. En desaforado griterío. Transformando la calma de la
siesta en desorden y pánico. Nunca en sus doce años se sintió tan desvalido,
incapaz de moverse, casi sin comprender lo que pasaba a su alrededor. El
comandante dictando órdenes imperiosas, la urgencia de los soldados por
aprestarse a la lucha, el chillido de las mujeres, la despiadada embestida de
los atacantes. Sólo quiso estar junto a su madre para sentirse protegido. La
llamó en desesperado clamor mientras era tragado por la violencia y el fragor
del combate. Por fin, sucio de tierra y sangre, cayó
pesadamente
al suelo. La fatiga y el dolor lo fueron hundiendo en una creciente nebulosa.
Hasta percibir el grito. Sorpresivo. Horadante. Superando el
estampido
de los fusiles y el golpe de las lanzas y el quejido de los heridos. Tan
claramente familiar que no tuvo la menor posibilidad de confundirlo con otro.
De
manera instintiva, como si respondiera a un perentorio llamado, consiguió abrir
los ojos. Entonces la vio. Con los brazos abiertos, la cara petrificada en una
mueca, el pecho cubierto de sangre por obra del lanzazo devastador.
Debió
limitarse a observarla. Sin fuerza para moverse. Impotente. Desesperado. Y fue
ese momento, esa escena, lo que habría de prevalecer más claro y poderoso a
través del tiempo. La única forma de evocarla.
Recordándome
siempre la obligación de vengar su muerte. Una obsesión desde entonces atrapar
al cacique Garcete y sus hombres. Relegando a un
plano
secundario cualquier cosa que no fuera alcanzar esa meta impuesta por el rencor,
el afán de justicia, la soledad. Y para ejercer el acto vindicativo,
esperó.
Días, meses, años. Primero, junto a quienes le brindaron amparo y cariño,
quisieron ayudarlo a lograr un estado de olvido y resignación; después,
aprendiendo
con febril entusiasmo a montar a caballo, a utilizar el puñal y el fusil, a
conocer todos los secretos de la lucha cuerpo a cuerpo; y por fin,
participando
en la acción para repeler el ataque de los indígenas, al formar parte del
Regimiento de Gendarmería de Línea.
Entonces
creí tener la oportunidad de conseguir lo esperado. Vengarme, apaciguar el odio
que me consumía, empezar tal vez a olvidar. Y se entregó a la
lucha.
Pujante. Implacable. Sin la menor duda, casi desprovisto de cualquier vestigio
de compasión. En cada indio creí ver uno de aquellos que mataron a
mi
madre y destruyeron el Fortín y me rompieron todos los huesos. Solo quise
cobrarme la deuda. A cualquier precio. Obsedido por la búsqueda impaciente,
tediosa, inacabable. Para ello no eludió enfrentar a los malones que azotaban
la frontera del norte, ni perseguir a quienes arrasaban algún poblado, ni
penetrar en las tolderías en busca de cautivos. La decisión, el coraje
indomable, la frialdad que solía conservar en los momentos más difíciles,
llegaron
a despertar una corriente de admiración y envidia en los otros soldados y le
hicieron ganar la confianza de sus superiores. Cada vez le asignaron tareas más
riesgosas. Logró cosechar progresivos honores. Pero nada colmaba su objetivo.
Los repetidos entreveros sólo le dejaban el sabor de la frustración, el vacío
de la espera inútil, la desoladora comprobación de que la muerte no servía para
aplacar el resentimiento, sino más bien acrecentaba el horror. Cada vez me
sentí más salpicado por tanta sangre. Como si fuera uno de ellos. Alguien
dedicado a matar. Simplemente. De improviso creyó evadirse de la pesadilla en
que había estado inmerso durante años. Como una especie de revelación
comprendió no sólo que tal vez nunca podría atrapar a Garcete, sino también lo absurdo
y desatinado que resultaba el intento por concretar la venganza a través de
otras personas. Entonces lo acosó un sentimiento en el que se mezclaban el
desencanto, la furia, el remordimiento, pero sobre todo el creciente sentido
del fracaso. Sí. No he conseguido vengar a mi madre, ni atrapar a los asesinos,
ni siquiera demostrar que puedo hacer algo más que usar un puñal o disparar un
fusil. Y debió esforzarse para continuar realizando las habituales tareas, para
no reflejar ante los demás la recia tormenta que turbaba su corazón. Hasta esa
noche en que -incapaz ya de fingir, queriendo escapar de espectrales figuras
que no le daban tregua-,
convertido
en sombra sigilosa, abandonó el Fortín. Y marchó en carrera desenfrenada, sin
rumbo. Al surgir la primera claridad del día, divisó a una
cuadrilla
de indios.
Sí.
Ahora podré conseguirlo. Con implacable lucidez comprendió que tenía el modo de
alcanzar el anhelado alivio. Desistiendo al fin de la búsqueda que lo había
torturado durante años. Sin verse acometido por el afán vengativo. Con la
posibilidad de abandonar por fin un peregrinar jalonado por el dolor, la
desesperanza, el odio, la muerte. Descubriendo un cauce liberador en los
jinetes que se acercaban. Imponentes. Cada vez más fuertes las voces enronquecidas.
Altas y amenazantes las lanzas.
Y
tranquilo, sin miedo ni ánimo para luchar, se limitó a esperarlos.
PÁGINA 5 – POESÍA
ARGENTINA: CIUDAD AUTÓNOMA de BUENOS
AIRES
LUISA
FUTORANSKY
(Ciudad
Autónoma-Buenos Aires-Argentina)
FOTO SEPIA
Así debimos de haber permanecido
con una pequeñísima imperfección que nos haría sublimes, inmarcesibles: el volado del calzón desparejo
un levísimo fruncimiento del ceño
la piel tan tersa
rivalizando con el primer durazno de estación
con una pequeñísima imperfección que nos haría sublimes, inmarcesibles: el volado del calzón desparejo
un levísimo fruncimiento del ceño
la piel tan tersa
rivalizando con el primer durazno de estación
En algún firmamento, así somos.
La casa hermosa, el jardín pulcro
La casa hermosa, el jardín pulcro
La rueda de la vida brinca, reina
la flecha de la aguja trucada, desde el vamos
pero tanto desmayabas por jugar que girabas la manivela con fruición
a sabiendas que los prodigios no eran ni de tu voz ni de tu tiempo
la flecha de la aguja trucada, desde el vamos
pero tanto desmayabas por jugar que girabas la manivela con fruición
a sabiendas que los prodigios no eran ni de tu voz ni de tu tiempo
un mundo de abrazos y humores exangües fue tu
lote
y confundiste géneros, meteoros con planetas,
derroche y derrota, tan vecinos.
y confundiste géneros, meteoros con planetas,
derroche y derrota, tan vecinos.
Entre los pliegues vagamente celestes zurcidos
de la burqa
Detrás de las escarificaciones anidan destellos de soberbia
Detrás de las escarificaciones anidan destellos de soberbia
Aquí y ahora
IRMA
VEROLÍN
(Ciudad
Autónoma-Buenos Aires-Argentina)
UNO
Mi madre ha repetido su nombre en mí
no por falta de imaginación sino por amor a los
espejos
donde ella encuentra su cuerpo
en un equilibrio que creyó olvidar.
Al llamarme
su voz convierte a mi persona en un eco
en una repetición en sonsonete
una serie infinita de espejos
reproduce mi silueta hasta lo indecible
vaciándome
pulverizándome.
Cuando mi madre me llama
se está llamando a ella
y al final nadie sabe quién es quién en esta casa.
MARTA
OLIVERI
(Ciudad
Autónoma-Buenos Aires-Argentina)
“Siento esta noche
heridas de muerte las palabras”
Rafael Alberti. "Nocturno"
Rafael Alberti. "Nocturno"
l
Siento esta noche
heridas de muerte las palabras
hay un silencio calcado en los códigos-
rebaños del alfabeto
y un anciano horizonte donde aún arde
el intento de un mito.
ll
Eran tiempos de fe en posteridades
en anhelos de reinos sin historia
Era un ángel esa linea de luz en la ventana
un país el patio en sepia de azules recortados.
Y aún así qué eternidad mecía
la bondad infantil del infinito.
III
Después como una sombra
la palabra vino
para aliviar la luz del desarraigo....
Vino en forma de sueño
conjugando los gestos
ese tiempo indecible:
la congoja.
Vino como Quijote
de una sabia locura
llenando de aventuras
el tedio de los días.
Herida de muerte vino
de gigantes con aspas
de burlas desdentadas
y de agrisados Sanchos
de rectas realidades
de puro desamparo
en los doctos sermones.
Herida de muerte vino.
Entonces fue el relámpago
de la infeliz cordura
y así tan cuerdamente
expiró la palabra.
PABLO
QUERALT
(Ciudad
Autónoma-Buenos Aires-Argentina)
OCHO
quien
no conoce la cólera no vivió
como
esa bandada de zorzales que cruza
el
cielo como sin destino detrás de la lluvia
la
ruta del sol la de siempre después de la siesta
estalla
el canto del gallo con la misma fe
da la
vuelta al mundo se alimenta de poesía
como
los rostros de Carpani en esa fuerza obrera
de
los vasos de vino vacios en almacenes ese suave
humo
en
otro lado de la ruta andando a los balazos
rompiendo
la paz del campo de manzanillas
mis
ojos piden paciencia ya la luz será azul
sobre
los pastos en oleadas volando
en la
caída silenciosa después del estampido
de
garzas en el inmenso cielo a la tarde
cuando
se van los turistas en ese aire fresco
de la
vuelta en los camiones cargados de naranjas
escuchando
en la Spica los resultados de los partidos
las
notas del mirlo que se borran como un libro inédito
perdido
en este lado de la luna este camión mugroso
con
sus últimos nocturnos y una dulce llovizna en la noche perra
RODOLFO
ALONSO
(Ciudad
Autónoma-Buenos Aires-Argentina)
HE DICHO
A la sombra del miedo
ante los vastos rumbos
bajo cielos gigantes
he dicho
Con muchísimo gusto
contra la inmensa muerte
de una cierta manera
he dicho
Desde el lugar común
en medio de la lluvia
entre tanto entre todos
he dicho
Hacia los grandes
vientos
hasta que el día llegue
para ser uno mismo
he dicho
Por hacer compañía
según ruedan los astros
sin pensarlo dos veces
he dicho
So pena de penar
sobre las propias
huellas
tras las huellas de
muchos
he dicho
LUIS
BENITEZ
(Ciudad
Autónoma-Buenos Aires-Argentina)
LOS
OJOS DE RIMBAUD
Azules,
de bárbaro. Hoy cantan para ti
los suaves trinos y en el taller literario
adelgaza la voz el papagayo: conmovida
endulza las Grandes Miradas su lección de confitero.
De este lado rezamos por ti hincados ante un lobo:
que la bella ciencia es una habitación que da a lo oscuro
y el hombre, ese acertado inconstante,
es apenas unos pocos pasos que por ella van y vienen.
Hoy que las profesoras de letras olvidaron todo
lo que saben de ti los presidiarios
y el vago que, a riesgo de ser aplastado por los automóviles,
detiene la metáfora de su paso por recoger el milagro
de una hoja, sin alcanzar a explicárselo;
hoy que apenas los ascensoristas
se levantan de entre los demás,
hoy que esta loca materia aparece ahogada y vencida,
como lo estuvo siempre, como va a estarlo siempre,
flotando sobre las aguas de los números;
hoy que en tusa selvas vírgenes arraigaron los casinos
y suena música disco en todas las Áfricas tonantes,
hoy que en la calle 88 y Broadway una horrible fulana te pasea
impreso en su remera, sonriente con toda la Gloria Americana,
hoy que encuadernado en cuero y con letras doradas
te exhiben los dentistas en sus huecas bibliotecas
y te honran a su modo, repartiendo venenos por las calles
del mundo los ágiles traficantes,
hoy que caen los muros y todas las posteridades se desploman,
hoy que la Historia, esa vieja enemiga,
se ríe de nosotros diciendo que no existe,
como en tu tiempo repetía el Diablo;
hoy que los blandos músculos de los diputados
pueden arrojar al mar, si quieren, a miles de forzudos extranjeros,
hoy que la tímida democracia probó ser más efectiva que los reyes,
hoy que todos por fin somos buenos
y alza su copa radiante el rosado, negro, amarillo y cobrizo
banquete de la vida, más allá
de los caritativos grupos que intentan el soneto,
a través de las bibliotecas barridas por el polvo y las secretarias,
sin dactilografía ni voz ni esperanza ni objeto,
cruzan las geografías dos luces gruesas y potentes
anillando la Tierra. No por el símbolo sino por la mirada
eres como el dios de plástico que cuelga de su pared el asustado,
para que esos Ojos le sigan por la casa. Para nosotros
los mínimos, para nosotros los pocos, para nosotros los débiles,
que sólo queremos estar ociosos, tus párpados están
siempre abiertos, hermano desdeñoso,
Jesucristo el Terrible,
hoy que es una vergüenza tener hambre
siguen mirando lo mismo tus fanales salvajes.
los suaves trinos y en el taller literario
adelgaza la voz el papagayo: conmovida
endulza las Grandes Miradas su lección de confitero.
De este lado rezamos por ti hincados ante un lobo:
que la bella ciencia es una habitación que da a lo oscuro
y el hombre, ese acertado inconstante,
es apenas unos pocos pasos que por ella van y vienen.
Hoy que las profesoras de letras olvidaron todo
lo que saben de ti los presidiarios
y el vago que, a riesgo de ser aplastado por los automóviles,
detiene la metáfora de su paso por recoger el milagro
de una hoja, sin alcanzar a explicárselo;
hoy que apenas los ascensoristas
se levantan de entre los demás,
hoy que esta loca materia aparece ahogada y vencida,
como lo estuvo siempre, como va a estarlo siempre,
flotando sobre las aguas de los números;
hoy que en tusa selvas vírgenes arraigaron los casinos
y suena música disco en todas las Áfricas tonantes,
hoy que en la calle 88 y Broadway una horrible fulana te pasea
impreso en su remera, sonriente con toda la Gloria Americana,
hoy que encuadernado en cuero y con letras doradas
te exhiben los dentistas en sus huecas bibliotecas
y te honran a su modo, repartiendo venenos por las calles
del mundo los ágiles traficantes,
hoy que caen los muros y todas las posteridades se desploman,
hoy que la Historia, esa vieja enemiga,
se ríe de nosotros diciendo que no existe,
como en tu tiempo repetía el Diablo;
hoy que los blandos músculos de los diputados
pueden arrojar al mar, si quieren, a miles de forzudos extranjeros,
hoy que la tímida democracia probó ser más efectiva que los reyes,
hoy que todos por fin somos buenos
y alza su copa radiante el rosado, negro, amarillo y cobrizo
banquete de la vida, más allá
de los caritativos grupos que intentan el soneto,
a través de las bibliotecas barridas por el polvo y las secretarias,
sin dactilografía ni voz ni esperanza ni objeto,
cruzan las geografías dos luces gruesas y potentes
anillando la Tierra. No por el símbolo sino por la mirada
eres como el dios de plástico que cuelga de su pared el asustado,
para que esos Ojos le sigan por la casa. Para nosotros
los mínimos, para nosotros los pocos, para nosotros los débiles,
que sólo queremos estar ociosos, tus párpados están
siempre abiertos, hermano desdeñoso,
Jesucristo el Terrible,
hoy que es una vergüenza tener hambre
siguen mirando lo mismo tus fanales salvajes.
PÁGINA 6 – NARRATIVA
BREVE
JORGE
M.TAVERNA IRIGOYEN
(Santa
Fe-Santa Fe-Argentina)
MAESTRÍAS
DE DIOS
La
mujer serruchada no logra recuperar su cuerpo. Dios comprende la impotencia,
hace desaparecer al mago y ella suspira hondo y sale corriendo.
Ha
expulsado del templo a los últimos demonios. Algunos con hábito negro. Y para
recuperar la gracia, da otra vida a los ángeles de los monumentos. Quedan sin
embargo tres querubines aferrados a sendas columnas. Son de argamaza, como los
otros, pero algo los diferencia para que Él los haya soslayado. El cura no dice
nada, pero por las dudas oscurece el altar con un gran paño.
El
suicida se arrepiente, después de beber el vaso y una y mil veces besa la
estampita. Él comprende el valor de la insensatez y le estruja el estómago.
Acaba
de perder la conciencia. Y ante los ojos se le presenta una luz intensísima. De
pronto todo se oscurece. Un ángel sale de muy adentro… Y él pregunta quién soy.
ES
EN LAS HORAS DEL CREPÚSCULO.
Cuando
los pintores recogen los caballetes y vuelven a sus casas. Ya no hay luz para
pintar. Pero salen los músicos y los poetas del ajenjo. Viktor se arregla el
corbatón, toma el violín y cierra la puerta. En la esquina, un carro de cuatro
caballos lo pasa por encima y lo destroza. Queda sobre los adoquines el estuche
intacto.
Es
en las horas del crepúsculo, el llamado del Ángelus atraviesa el prado y toca
el horizonte. Extiende el brazo, cierra los ojos y siente como una electricidad
del paisaje que le comunica que Dios no ha muerto.
Han
quedado en encontrarse a esa hora en que no es de día ni es de noche. En su
casa no la dejan salir. Y él asegura que tampoco. Salen ambos por distintas
puertas y ella succiona por última vez y lo tira lejos. Si él la besa, no usará
más el chupete.
En
el barrio murmuran que allí van quienes intentan vender el alma al diablo. Por
fuera, en la vidriera, letras doradas marcan Anticuario. Esthercita, que de
ingenua no tiene nada, vigila por las noches para ver quién entra. Pero no
entra nadie. Hoy, cuando ya cerraba la ventana, lo vio entrar al cura. Un frío
le corrió por la espalda. Mañana, cuando pase por el frente, el crucifijo de
bronce no le aclarará mucho las cosas.
Subrepticiamente
sale, porque han quedado en encontrarte bajo la parra. Que ni las estrellas
registren ese encuentro. Al final, después de una espera eterna, llega. Cada
una con su osito de peluche.
PÁGINA 7 – POESÍA
ARGENTINA: CÓRDOBA
ALEJANDRO
SCHMIDT
(Villa
María-Córdoba)
LOS QUE SE VAN TEMPRANO
a María Teresa Andruetto
Como quien deja la
silla por un rato
abre la puerta que ya nadie cierra
y contemplamos allí
de su alma el apodo
abre la puerta que ya nadie cierra
y contemplamos allí
de su alma el apodo
así
los que se van temprano
nos ofenden en
no sabemos qué
los que se van temprano
nos ofenden en
no sabemos qué
como quien trajera
el olvido de nosotros
y regresara
de a ratos
para siempre.
el olvido de nosotros
y regresara
de a ratos
para siempre.
PATRICIA
DAJRUCH
(Córdoba-Córdoba-Argentina)
PARIDAS SOLEDADES
Crecen de mis pies
raíces enzarzadas en la tierra
las nutre la sal, el agua que gotea
de mi ojo infinito.
El cielo muere anegado en amapolas
Yo muero con mi pelo
enredado en rosas;
no soy más que mujer nacida,
fea y abstracta
inalcanzable ave renacida
entre fuegos purificadores.
Siempre te espero
cuando tengo la certeza
que convive en mi el Universo,
cuando puedo oír los vientos siderales
soplando en la conciencia de ser
espíritu y carne que corrompe el tiempo.
Con mi historia
de paridas soledades,
mil hijas nacidas de mis entrañas
miles de raíces enzarzadas en la tierra.
Yo.
La peor de todas tengo los millones de rostros
estampados en la memoria,
y el anónimo nombre de Eva.
Porque siempre te espero
despojado de tus trajes viejos
venido a mí desnudo como hombre nuevo.
MANUEL
LOZANO
(San
Francisco-Córdoba-Argentina)
ALTAR PARA LA REDENCIÓN DE CALÉNDULAS
A Humberto Garza en Houston
Por la piel de sudario, en altamar,
resbalan cuentas de jade
y es mínimo este cielo,
arrojado como trapo de muerte
a la atalaya.
resbalan cuentas de jade
y es mínimo este cielo,
arrojado como trapo de muerte
a la atalaya.
Las esferas se abren
para el cruel deslumbramiento de los hombres
como si vinieran del fuego
(sólo del fuego lustral de algún intercesor)
a cumplir este pacto.
para el cruel deslumbramiento de los hombres
como si vinieran del fuego
(sólo del fuego lustral de algún intercesor)
a cumplir este pacto.
El telar quiere volver en relámpago.
¿Quién nos tejería -luego del tiempo-
un árbol prodigioso, apenas visible,
donde llorar la infamia (esa madrastra enmudecida)
hasta quemarnos los ojos?
¿Quién nos tejería -luego del tiempo-
un árbol prodigioso, apenas visible,
donde llorar la infamia (esa madrastra enmudecida)
hasta quemarnos los ojos?
Traeré la música
escondida por los siglos de terror
en el vientre de la usura.
Música como mansión de lobos
arrebatando las antorchas de la sumisión hecha jirones.
escondida por los siglos de terror
en el vientre de la usura.
Música como mansión de lobos
arrebatando las antorchas de la sumisión hecha jirones.
Nupcial la sed, nupcial el mimetismo.
En cada tentación
hay realidad que me derrumba
y me alza al lenguaje y sus canteras
para hacer el mar de una muralla.
En cada tentación
hay realidad que me derrumba
y me alza al lenguaje y sus canteras
para hacer el mar de una muralla.
¿Cómo gritar y cantar con alabanza
mi feroz pronunciamiento de luz,
las chimeneas del sueño en los ojos de la araña,
la rueca dorada ante el desierto de sal
de África que llueve en esta jaula roja?
mi feroz pronunciamiento de luz,
las chimeneas del sueño en los ojos de la araña,
la rueca dorada ante el desierto de sal
de África que llueve en esta jaula roja?
Musicadora lengua
tan ávida del vino de misterio.
(Cava en mis ojos un espesor de escalofrío. ¡Cava!)
Desengáñate de todo, por favor,
pero vuelve a habitarme.
tan ávida del vino de misterio.
(Cava en mis ojos un espesor de escalofrío. ¡Cava!)
Desengáñate de todo, por favor,
pero vuelve a habitarme.
Vientos de invierno
flagelan quemaduras que no digo.
No pidas treguas para la condena,
ni caireles que ahoguen mi suspiro,
pecíolos donde beber el dulcísimo pus de tu muerte.
flagelan quemaduras que no digo.
No pidas treguas para la condena,
ni caireles que ahoguen mi suspiro,
pecíolos donde beber el dulcísimo pus de tu muerte.
La lluvia, sus deseos por el mundo.
La condenada a ser mendiga
entre los aguijones de un ignoto invitado
a la fiesta de tu desaparición.
¿Y por qué robas la carroza del héroe?
La condenada a ser mendiga
entre los aguijones de un ignoto invitado
a la fiesta de tu desaparición.
¿Y por qué robas la carroza del héroe?
El merecimiento de la soledad:
duros postigos para abrir de un golpe
a las caléndulas mirantes,
las que proclaman tan cerca de mí
nada más que farsa con tiniebla, pero elegantísimas.
duros postigos para abrir de un golpe
a las caléndulas mirantes,
las que proclaman tan cerca de mí
nada más que farsa con tiniebla, pero elegantísimas.
NORA
NANI
(Leones-Córdoba-Argentina)
Canción para un insomnio
Quiero rimar la noche con el sueño
y digo carbón.
No sé. Por decir algo.
Por alzar las tramperas de la sombra
y descubrir su luto estrepitoso
de estrellas,
chispas
de una hoguera espléndida.
Estado de vigilia.
Catatonia de los límites.
Dibujo ojos
que narré durante el día
en chimeneas pródigas
de prolija obscenidad.
Vuelvo atrás
y recojo en el fuego diurno
algún olvidado designio,
lo repaso con furia o con cariño,
inevitablemente
le cambio algunas fichas,
palabras que equivocaron lugar,
personajes que perdieron
su identidad de esquina,
gestos que se desdoblan
en palomas y en gatos,
vuelvo a construir el paisaje,
el retazo de vida que me ronda
y otra vez la luna
en carcajada de luz
me declara inocente.
¿Quién dijo que los inocentes duermen?
Es un estrépito la caravana
que transcurre mi sangre
y una matemática feroz
vuelve a pedirme una rima.
Rimemos insomnio y camino.
Ocurre la noche
y repito los sitios que anduve:
ademanes, congojas, risas...
Me sigue doliendo la palabra
como un grano en el silencio.
Las piernas tiemblan
con temblor de caminata
y solo las venas trazan los pasos
que vegeta el cielo
entre movida de ángel
y peón del demonio.
Me alejo. ¿Iré a dormirme?
Este es un paisaje que desconozco.
Pero ya me está trazando un árbol.
¡Que borre ese árbol!
¡Que borre la despedida de ese árbol!
Debo detenerme. Algo de familiar
tiene en el pasamanos
de su corazón.
Entonces pensaré en alguien,
en alguien que rime con ese árbol,
porque ese árbol vuelve a ser día
detrás de los párpados,
y pude haberme sentado
a su sombra
o celebrado algún rito
que no recuerdo
o un personaje que vive de ardilla
ató mi cintura
al humo de los trenes...
Ya estoy viajando
por las vías cercanas del árbol
en un tren que oprime la rutina
y sé que ahora no quiero dormirme
porque voy a pasarme,
me pesan los ojos
pero ya llegamos,
y digo carbón.
No sé. Por decir algo.
Por alzar las tramperas de la sombra
y descubrir su luto estrepitoso
de estrellas,
chispas
de una hoguera espléndida.
Estado de vigilia.
Catatonia de los límites.
Dibujo ojos
que narré durante el día
en chimeneas pródigas
de prolija obscenidad.
Vuelvo atrás
y recojo en el fuego diurno
algún olvidado designio,
lo repaso con furia o con cariño,
inevitablemente
le cambio algunas fichas,
palabras que equivocaron lugar,
personajes que perdieron
su identidad de esquina,
gestos que se desdoblan
en palomas y en gatos,
vuelvo a construir el paisaje,
el retazo de vida que me ronda
y otra vez la luna
en carcajada de luz
me declara inocente.
¿Quién dijo que los inocentes duermen?
Es un estrépito la caravana
que transcurre mi sangre
y una matemática feroz
vuelve a pedirme una rima.
Rimemos insomnio y camino.
Ocurre la noche
y repito los sitios que anduve:
ademanes, congojas, risas...
Me sigue doliendo la palabra
como un grano en el silencio.
Las piernas tiemblan
con temblor de caminata
y solo las venas trazan los pasos
que vegeta el cielo
entre movida de ángel
y peón del demonio.
Me alejo. ¿Iré a dormirme?
Este es un paisaje que desconozco.
Pero ya me está trazando un árbol.
¡Que borre ese árbol!
¡Que borre la despedida de ese árbol!
Debo detenerme. Algo de familiar
tiene en el pasamanos
de su corazón.
Entonces pensaré en alguien,
en alguien que rime con ese árbol,
porque ese árbol vuelve a ser día
detrás de los párpados,
y pude haberme sentado
a su sombra
o celebrado algún rito
que no recuerdo
o un personaje que vive de ardilla
ató mi cintura
al humo de los trenes...
Ya estoy viajando
por las vías cercanas del árbol
en un tren que oprime la rutina
y sé que ahora no quiero dormirme
porque voy a pasarme,
me pesan los ojos
pero ya llegamos,
rimo sueño con destino
y no sé por qué
se me ocurre madrugada.
y no sé por qué
se me ocurre madrugada.
PABLO
ANADÓN
(Villa
Dolores-Córdoba-Argentina)
RÍO DE LOS SAUCES
(Traslasierra)
(Traslasierra)
Cuántas horas inmóviles
Me he quedado a la orilla de este río
Viendo el verde dorado
De las aguas veteadas de reflejos,
El vuelo repentino de algún pájaro,
Las variaciones leves de la luz
Sobre las hojas, y las formas
De las nubes que van hacia el azul de la montaña.
Ya entonces era el que miraba
El transcurrir ajeno de la vida.
Me he quedado a la orilla de este río
Viendo el verde dorado
De las aguas veteadas de reflejos,
El vuelo repentino de algún pájaro,
Las variaciones leves de la luz
Sobre las hojas, y las formas
De las nubes que van hacia el azul de la montaña.
Ya entonces era el que miraba
El transcurrir ajeno de la vida.
Años antes viajábamos aquí
Y las tardes pasaban
Con esa placidez lenta e indecisa
Del ave que planea por el cielo lejano.
No había diferencia en aquel tiempo
Entre ser y vivir, ver y mirar,
Y el río que se iba para siempre
En su deriva hacia el atardecer
Era el mismo que ahí se nos quedaba
Remolineando en torno de las piernas.
No recuerdo la angustia de que acabara el día.
Y las tardes pasaban
Con esa placidez lenta e indecisa
Del ave que planea por el cielo lejano.
No había diferencia en aquel tiempo
Entre ser y vivir, ver y mirar,
Y el río que se iba para siempre
En su deriva hacia el atardecer
Era el mismo que ahí se nos quedaba
Remolineando en torno de las piernas.
No recuerdo la angustia de que acabara el día.
Muchos de aquellos que veníamos
Al río, hoy ya no existen; de los otros
No sé más que las frases que se dicen
Tras la cena en la rueda familiar,
Señas que alumbran sin sentido
Como la inmensa dispersión
De estrellas en las noches de verano.
Al río, hoy ya no existen; de los otros
No sé más que las frases que se dicen
Tras la cena en la rueda familiar,
Señas que alumbran sin sentido
Como la inmensa dispersión
De estrellas en las noches de verano.
Ahora que anochece sobre el río
Como en mi vida, observo
A los hijos que juegan en la orilla,
Sigo el humo que va del cigarrillo
Hacia la claridad que se demora
En el temblor plateado de los álamos,
Y entrecierro los ojos como quien
Se acostumbra a la luz de la mañana
O a la ceguera de la oscuridad.
Escucho el invariable
Y diverso rumor entre las piedras,
Las voces más queridas, el agudo
Silbo de un pájaro desconocido…
Me preparo a partir, sin quejas, sin palabras.
Como en mi vida, observo
A los hijos que juegan en la orilla,
Sigo el humo que va del cigarrillo
Hacia la claridad que se demora
En el temblor plateado de los álamos,
Y entrecierro los ojos como quien
Se acostumbra a la luz de la mañana
O a la ceguera de la oscuridad.
Escucho el invariable
Y diverso rumor entre las piedras,
Las voces más queridas, el agudo
Silbo de un pájaro desconocido…
Me preparo a partir, sin quejas, sin palabras.
MARIA
TERESA ANDRUETTO
(Arroyo
Cabral-Córdoba-Argentina)
AUTORRETRATO ANTE EL CABALLETE
a Alejandro Schmidt
El pincel sirve para salvar
las cosas del caos.
Shitao
las cosas del caos.
Shitao
1.
Esto es lo que queda
de un hombre que se muere:
un pincel y la mano agrietada
que sostiene el pardo, el rojo,
el amarillo... la mano que va,
que se desvela, desde el charco
de luz hacia la tela.
de un hombre que se muere:
un pincel y la mano agrietada
que sostiene el pardo, el rojo,
el amarillo... la mano que va,
que se desvela, desde el charco
de luz hacia la tela.
2.
Lenta la pincelada oscura,
el hijo del molinero
tantea con ojos ciegos
la espesura
hasta dar con la luz.
el hijo del molinero
tantea con ojos ciegos
la espesura
hasta dar con la luz.
3.
Este rostro ya estaba
debajo de la tela, estaba y carcomía
con su podredumbre el retrato del joven
con gorguera. Bajo las arrugas y los ojos
desteñidos están los ojos arrogantes
de otro tiempo, pero ni el otro ni éste
son grandes, a todos los ha herido
esta luz: ya nada es menos,
hasta lo más miserable
tiene su destello.
debajo de la tela, estaba y carcomía
con su podredumbre el retrato del joven
con gorguera. Bajo las arrugas y los ojos
desteñidos están los ojos arrogantes
de otro tiempo, pero ni el otro ni éste
son grandes, a todos los ha herido
esta luz: ya nada es menos,
hasta lo más miserable
tiene su destello.
4.
No es la pieza oscura donde pinta,
ni la pobreza que trajo la desnuda forma.
ni la luz que cae sobre la gorra,
ni el pelo desprolijo, ni la barba,
tampoco el cuerpo vencido,
ni el olor rancio del encierro.
Son los ojos que no encuentran
a Saskia, a Hendrickje, al bienamado Tito;
los ojos que se han vuelto
hacia un lugar de nada,
hacia el vacío.
ni la pobreza que trajo la desnuda forma.
ni la luz que cae sobre la gorra,
ni el pelo desprolijo, ni la barba,
tampoco el cuerpo vencido,
ni el olor rancio del encierro.
Son los ojos que no encuentran
a Saskia, a Hendrickje, al bienamado Tito;
los ojos que se han vuelto
hacia un lugar de nada,
hacia el vacío.
5.
Otros buscarán la nota pura,
la imagen que persiste, la tersura,
como buscan sus ojos en la tela
la imagen que persiste, la tersura,
como buscan sus ojos en la tela
(es la mirada lo que abruma,
lo que desvela)
lo que desvela)
6.
También yo persigo
una palabra oscura en los retratos de Saskia,
en la ternura de Hendrickje, en la viva
luz de Tito, y el aire de bondad,
la carnadura de un hombre
que se deshizo.
una palabra oscura en los retratos de Saskia,
en la ternura de Hendrickje, en la viva
luz de Tito, y el aire de bondad,
la carnadura de un hombre
que se deshizo.
PÁGINA 8 – ENSAYO
RICARDO JUAN BENÍTEZ
(Ciudad Autónoma-Buenos Aires-Argentina)
LA POESÍA, UNA POSIBLE HERRAMIENTA DE INCLUSIÓN
SOCIAL
Hace
algún tiempo quien suscribe estas líneas intentaba cargar un currículum
vitae en una página digital de una agencia de búsqueda de personal. Luego
de rellenar los casilleros con la información pertinente se accedía a un menú
desplegable con actividades predeterminadas. Entre otros ítems figuraban:
contador, sociólogo, actor, músico, mozo de salón, guionista, escultor,
historietista y muchos otros oficios y/o profesiones. Pues bien, no pude hallar
en ninguna página ningún menú que tuviera la descripción: literato, escritor ni
mucho menos poeta.
Más
allá de sentir que la actividad que uno realiza (con tanto amor) parecería no
tener ningún tipo de utilidad práctica, esta omisión me llevó a reflexionar
sobre cuan devaluada está la palabra como vehículo cultural. Por carácter
transitivo todas las campañas de alfabetización, talleres literarios, poéticos,
filosóficos, clubes de lecturas, tertulias poéticas y ferias de libros pasarían
a ser rémoras de un pasado glorioso pero definitivamente extinguido.
Sin
embargo, a poco de caminar por diferentes barrios, sobre todo los fines de
semana, uno encuentra cantidad de eventos culturales relacionados con la
palabra, con la literatura, con la lírica.
¿Son
todas personas que gustan perder el tiempo? ¿Señoras que matizan la hora del té
con palabras inútiles? ¿Jóvenes que pergeñan atrocidades idiomáticas por el
mero hecho de sostener ideales poéticos?
Me
resisto a pensar que, justamente, este acto haya caído en desuso: PENSAR.
La
palabra: la prosa y la poesía suelen tener el mismo efecto estimulante de una
buena partida de ajedrez. Aguza el intelecto, despierta la curiosidad,
enriquece el léxico, ejercita el raciocinio, genera dudas razonables, abre
mentes.
Pues
bien, diferentes organizaciones no gubernamentales y reparticiones del estado
llevan a cabo planes de inclusión social. Se les brinda apoyo (no sólo
monetario) para el desarrollo de actividades tales como: reciclado de
materiales para la creación de esculturas, escuelas de murga, talleres de
títeres, clases de mimo, emprendimientos artesanales (tejidos, grabado, artes
plásticas). En este caso la propuesta es la creación de talleres itinerantes de
prosa y poesía para personas en situaciones de riesgo. Tal vez con el debido
apoyo oficial se podrían recorrer instituciones psiquiátricas, hogares de
ancianos y villas de emergencia celebrando la palabra. Escuchando y creando
poemas y cuentos. Una experiencia reciente es la visita del poeta Gustavo
Tisocco al hospital Braulio A. Moyano, donde el poeta fue
entrevistado por Daniel Grad exponiendo sus vivencias ante los
profesionales e internos.
Así
como el deporte ayuda a sacar a la gente de situaciones de riesgo (futbol,
boxeo, básquet son algunos ejemplos); así como el teatro, la murga, las artes
plásticas, la música, la alfarería, el tejido y muchas otras actividades
artesanales ayudan a la gente en la dura realidad social; la literatura puede
ser un vehículo cierto de inclusión social, sobre todo en un país con notable
tradición en literatos de fuste como: Jorge Luis Borges, Antonio Sábato, Adolfo
Bioy Casares, Silvina Bullrich, Alejandra Pizarnik, Julio Córtazar y
siguen las firmas.
El
poeta Camilo Blajaquis (seudónimo de César González, nacido en el Barrio Carlos
Gardel, en la localidad de Morón en el año 1989), dice al respecto:
“Aparte
de excluirte económicamente, te excluyen cultural y simbólicamente. Te excluyen
porque sos el negro de una villa, el negro de mierda, vas a ser chorro, obrero
y nada más. El sistema te excluye y es mucho más cruel de lo que uno cree. Lo
que juega es una exclusión simbólica: el de la villa es un ignorante, es un
posible delincuente.”
Blajaquis
tuvo una niñez y adolescencia difícil. Ingresó en reformatorios y
en el año 2005, con 16 años de edad, se encontró primero en el Instituto de
Menores Luis Agote y luego en la cárcel de Marcos Paz, entre otros institutos,
purgando una condena como cómplice de un secuestro extorsivo.
Fue
en ese momento que, mediante la ayuda de Patricio Montesano, una persona que
dictaba talleres en la prisión, comenzó a acercarse a la lectura y a
interesarse por temas políticos, filosóficos y por obras poéticas:
“Fue
un renacimiento; el concepto de renacimiento en la historia de la humanidad es
salir de la oscuridad de la Edad Media, de las tinieblas del oscurantismo. De
repente aparecen Galileo, Da Vinci, Copérnico, otra corriente de filosofía con
Descartes, los inventores, los pintores. Mi renacimiento fue gracias a la
cultura.”
“Busqué
todo lo que me explicara un poco como funciona este sistema. El filósofo
francés Gilles Deleuze, Rodolfo Walsh, Spinoza, Nietzsche, para entender la
parte existencial de esta sociedad, Michel Foucault, el Che…”
También
fue Montesano quien lo estimuló a desarrollar la actividad literaria, a
escribir poesías. En el tiempo que Blajaquis se encontró en el Instituto Agote,
creó una biblioteca y la revista cultural "¿Todo piola?" que
actualmente continúa editándose bimestralmente.
El
seudónimo que utiliza conforma un homenaje al revolucionario cubano Camilo
Cienfuegos y al militante sindical Domingo Blajaquis asesinado en Avellaneda en
1966, hecho relatado por Rodolfo Walsh en el libro "¿Quién mató a Rosendo?
Blajaquis
estaba en la cueva a Platón, la luz que proyectaba imágenes en la pared al
frente era la poesía. Montesano con la antorcha en su mano le mostró lo que
había más allá de la entrada de la cueva: un mundo que puede ser modificado por
los sueños.
La realidad es una creación de la imaginación.
PÁGINA 9 – POESÍA
ARGENTINA: BUENOS AIRES
SILVIA
LOUSTAU
(Mar
del Plata-Buenos Aires-Argentina)
XXI
Playas de Santa Teresita
llegaban sobresaltados
desnudos
trastornados
por la marea.
el vuelo
llegaban
a una playa
de otoño arrogante
azotados
por la iracundia del viento.
remotas
huellas desplegadas
sobre voces sigilosas.
zapatos perdidos
arenosos
de muerte verde.
todos sabían
anéctar luctuoso
acariciaban suavemente la arena
plasmada de flores
y gaviotas de vuelo negro.
erguidos
sobre madejas de tiempo
miradas eternas abiertas
en el abandono
como niños enfermos.
RUBÉN
GUERRERO
(Avellaneda-Buenos
Aires-Argentina)
LOS BROCHES
Ponía
los broches sobre la ropa de manera que tres broches
abarcaran
tres prendas y media.
Distribuía
todo
éramos
cinco y no sobraba nunca
nada.
La
mermelada de la tarde, los cinco en la mesa, el televisor encendido
ella
distribuía el pan, el mate cocido
y
ninguno
de
los cinco
hablaba
porque
no pensábamos en que la falta era un impedimento,
no
pensábamos en eso.
El
mundo era
ella
distribuyéndolo
todo .
JORGE
BOCCANERA
(Bahía
Blanca-Buenos Aires-Argentina)
LAS SEIS Y LÁGRIMA
Justo a las seis,
en punto, vendrá a buscarte la ciudad
y esta vez quizá el apuro
no te deje ni lavarte los dientes.
Te busca día a día
con sus codos mojados,
sus ojeras de niebla,
sus manos temblorosas diciendo: ¡te devoro!
Para un golpe en la nuca de oficina,
para oxidarte todos los costados
y arollarte con su tren de piedra.
Te busca la ciudad
con sus alcantarillas espías,
sus torres de tic-tac echando humo,
su tristeza mordiéndote la lengua.
En el viaje, colgado de tu saco,
pensás en unas manos,
simplemente unos dedos,
que te roben los lápices,
te acaricien el pelo
y maten el reloj seis menos cinco.
en punto, vendrá a buscarte la ciudad
y esta vez quizá el apuro
no te deje ni lavarte los dientes.
Te busca día a día
con sus codos mojados,
sus ojeras de niebla,
sus manos temblorosas diciendo: ¡te devoro!
Para un golpe en la nuca de oficina,
para oxidarte todos los costados
y arollarte con su tren de piedra.
Te busca la ciudad
con sus alcantarillas espías,
sus torres de tic-tac echando humo,
su tristeza mordiéndote la lengua.
En el viaje, colgado de tu saco,
pensás en unas manos,
simplemente unos dedos,
que te roben los lápices,
te acaricien el pelo
y maten el reloj seis menos cinco.
IVONNE
BORDELOIS
(
CARTA A LOS AMIGOS
Estimados amigos
tropa alegre de gente inteligente porteña y vivaracha
que puebla nuestras calles arboladas florecidas
con su ingenio y sus noches de bohemia
con sus poemas y sus libros y artículos y ensayos igualmente florecientes
siempre amaneciendo cada día en mi pantalla
con sus blogs y sus citas y sus invitaciones
y sus presentaciones
y sus consideraciones y reflexiones
con fotos de Venecia y de osos polares y de castillos húngaros
con nietos y biznietos que sonríen cual frutillas en un prado lejano
convocándome a la guerra, a la paz o a la Virgen de Luján
a recobrar un deudo o saldar una deuda
con la historia, la patria o la poesía
muy queridos amigos
vengo aquí a recordarles
que a mis setenta y cuatro años
he recordado a Mallarmé:
la chair est triste et j´ai lu tous les livres
en mi recuerdo sin embargo, la chair era gloriosa, y en cuanto a libros,
todos están en Internet,
hay noches en que Dante me persigue tenazmente porque aun no he leído su Inferno,
el Quijote me espera ansiosamente bajo un sauce a la orilla de un verano inaccesible
trabada como estoy por nuestras creatividades, amistades y necesidades
de Cruz Roja, de aplausos y pequeñas bendiciones
para nuestros narcisos heridos y afligidos
(qué es la fama? un frenesí?)
y por lo tanto ruego
un poco de piedad para esta anciana atosigada atolondrada perseguida y acosada
por el esperma incontenible de nuestro genio incomprendido
yo vengo a ofrecernos una tregua
a nadie haré leer mis poemas −salvo éste, que será el último, por cierto−
a nadie contaré mis esperanzas
de Premio Nobel,
nadie sabrá de mis diarios ni de mi mente metafísica
los yunques y crisoles de mi alma
trabajan para el polvo y para el viento,
todo me ha sido dado y sin embargo aun no he escrito el poema
(a veces me canso de ser hembra)
mis papeles se irán conmigo al río
donde Heráclito me espera en el lugar de siempre
(hoy es siempre todavía)
yo les ofrezco en cambio este patio perfecto de silencio
donde canta la calandria inmortal de mis infancias.
Estimados amigos
tropa alegre de gente inteligente porteña y vivaracha
que puebla nuestras calles arboladas florecidas
con su ingenio y sus noches de bohemia
con sus poemas y sus libros y artículos y ensayos igualmente florecientes
siempre amaneciendo cada día en mi pantalla
con sus blogs y sus citas y sus invitaciones
y sus presentaciones
y sus consideraciones y reflexiones
con fotos de Venecia y de osos polares y de castillos húngaros
con nietos y biznietos que sonríen cual frutillas en un prado lejano
convocándome a la guerra, a la paz o a la Virgen de Luján
a recobrar un deudo o saldar una deuda
con la historia, la patria o la poesía
muy queridos amigos
vengo aquí a recordarles
que a mis setenta y cuatro años
he recordado a Mallarmé:
la chair est triste et j´ai lu tous les livres
en mi recuerdo sin embargo, la chair era gloriosa, y en cuanto a libros,
todos están en Internet,
hay noches en que Dante me persigue tenazmente porque aun no he leído su Inferno,
el Quijote me espera ansiosamente bajo un sauce a la orilla de un verano inaccesible
trabada como estoy por nuestras creatividades, amistades y necesidades
de Cruz Roja, de aplausos y pequeñas bendiciones
para nuestros narcisos heridos y afligidos
(qué es la fama? un frenesí?)
y por lo tanto ruego
un poco de piedad para esta anciana atosigada atolondrada perseguida y acosada
por el esperma incontenible de nuestro genio incomprendido
yo vengo a ofrecernos una tregua
a nadie haré leer mis poemas −salvo éste, que será el último, por cierto−
a nadie contaré mis esperanzas
de Premio Nobel,
nadie sabrá de mis diarios ni de mi mente metafísica
los yunques y crisoles de mi alma
trabajan para el polvo y para el viento,
todo me ha sido dado y sin embargo aun no he escrito el poema
(a veces me canso de ser hembra)
mis papeles se irán conmigo al río
donde Heráclito me espera en el lugar de siempre
(hoy es siempre todavía)
yo les ofrezco en cambio este patio perfecto de silencio
donde canta la calandria inmortal de mis infancias.
GABRIEL
IMPAGLIONE
(Luján-Buenos
Aires-Argentina)
ARGENTINA, 1976.
He visto los hombres trepar a la sombra
tensando los arneses aún dormidos
y marchar unidos en el esfuerzo bestial
hasta montar el sol sobre la tierra.
Entonces salían de todas partes los niños y las madres
y luego los mercados llenaban las veredas
de silbos y manzanas.
¡La alegría de las gestas domésticas
coronadas por la dignidad del almuerzo!
He visto largas caravanas de obreros en el alba
marchar hacia el metal de la sirena.
Ágiles bicicletas con la vianda,
la radio colgando del manubrio.
Hasta que el estrépito de ráfaga
de cañón maldito
de horrorosa muerte
abrió un boquete en cada casa y entró la niebla negra.
Todo se retorció como un pez en la arena,
hasta ser tragado por el miedo.
Desapareció la
fábrica.
También el hombre.
Y los hijos, y los mercados con silbo, y las radios
que no fueron sino un espejo del infierno roto a veces.
La universidad de Luján fue clausurada.
Encadenaron la luz en los sangrientos sótanos,
persiguieron los brotes del canto asesinado.
El abrazo fue un código secreto
la patria un dolor ahogado bajo la tortura.
Y el sol deseo apenas musitado
entre los nombres de los
que ya no estaban.
He visto los hombres trepar a la sombra
tensando los arneses aún dormidos
y marchar unidos en el esfuerzo bestial
hasta montar el sol sobre la tierra.
Entonces salían de todas partes los niños y las madres
y luego los mercados llenaban las veredas
de silbos y manzanas.
¡La alegría de las gestas domésticas
coronadas por la dignidad del almuerzo!
He visto largas caravanas de obreros en el alba
marchar hacia el metal de la sirena.
Ágiles bicicletas con la vianda,
la radio colgando del manubrio.
Hasta que el estrépito de ráfaga
de cañón maldito
de horrorosa muerte
abrió un boquete en cada casa y entró la niebla negra.
Todo se retorció como un pez en la arena,
hasta ser tragado por el miedo.
Desapareció la
fábrica.
También el hombre.
Y los hijos, y los mercados con silbo, y las radios
que no fueron sino un espejo del infierno roto a veces.
La universidad de Luján fue clausurada.
Encadenaron la luz en los sangrientos sótanos,
persiguieron los brotes del canto asesinado.
El abrazo fue un código secreto
la patria un dolor ahogado bajo la tortura.
Y el sol deseo apenas musitado
entre los nombres de los
que ya no estaban.
MIRIAM
CAIRO
(San
Nicolás de los Arroyos-Buenos Aires-Argentina)
I.
Este poema se escribe con la secreta lentitud de
las anguilas.
Con la claridad escurridiza de los peces.
Oscila entre la inmovilidad y el vértigo.
Este poema se impone como última sombra
y penetra la ranura del silencio.
Son hondos sus pasos.
Este poema da vuelta el cuerpo herido de una mujer,
le dobla las piernas,
acaricia lilas
y como un dios pone los labios en el hueco de la
ausencia.
Este poema no distingue la luna entre las piedras.
Apaga todas las lámparas.
Teje a ciegas los hilos de una trama imprevista.
Su sombra se acuesta a los pies de un faro.
Este poema es hijo de una esperanza obligada a
morir.
No se impone como un vencedor.
No tantea las paredes donde ya no hay salida
ni resiste el sortilegio de las victorias.
Vientos inauditos impulsan sus vuelos.
Sus manos anchas dejan caer secretos.
Como un marino en la punta de un mástil
avista nuevos territorios.
Sus ojos permanecen límpidos
ante la turbidez de la tristeza.
Este poema se halla al otro lado del umbral.
Su oscuridad nada tiene que ver con la noche.
Su valor no viene de la ira.
Propone un descenso en espiral.
Se desgrana en voz baja.
Se inclina ante el mundo.
Carga sobre sus hombros el sin destino.
Baja corriendo las escaleras.
Salta precipicios.
Abre los brazos al peligro.
Este poema derramado
no distingue el corazón de un hombre
de su propio corazón.
PÁGINA 10 – NARRATIVA
MONICA
RUSSOMANNO
(Santa
Fe-Santa Fe-Argentina)
HASTA
LUEGO
La
abuela se moría. Había entrado al sanatorio y sabíamos que de allí su única
salida sería hacia la sala de velatorios. Estábamos tristes pero era muy
anciana, el cuerpito abultaba ya lo que una niña pequeña debajo de las sábanas,
la vida se le había dado con generosidad y la partida era dolorosa pero no trágica.
Cosas que deben suceder, aceptábamos su pronto fallecimiento con esa facilidad
que da la vejez, cuando esa vejez que justifica la resignación es de otro.
De
las sábanas blancas asomaba la cara arrugada, unas manos pura vena azul y
huesos frágiles. Cuando la ayudaba a incorporarse en el lecho, era tan leve.
Molestaba el olor a comida hervida y el cloro de los pasillos, pero no parecía
mal lugar para dejarse resbalar en la muerte. Estábamos todos, turnándonos para
acompañarla, secretamente aliviados cada vez que finalizaban las horas
estipuladas y no nos había tocado el momento aciago.
Yo,
cada vez que sorteaba la puerta, sentía que había tenido la gracia de no ser
quien recibiera el dudoso don de anotar la última imagen de vida y la primera
de muerte.
Sabíamos
que a lo sumo serían dos o tres días. No había retorno, y ella también lo sabía
pero lo callaba para no apenarnos. Le comentábamos el cumpleaños del Juanchi,
matizábamos la espera de lo inevitable narrando nimiedades y evitando alusiones
al futuro.
Parece
que si uno está enfermo de cáncer es algo superfluo enfermarse de otra cosa,
resfrío por ejemplo. Nos han enseñado en la literatura que si una mujer sufre
por su amado no puede justo en ese momento apretarse el dedo con la puerta. No
es elegante, enturbia el relato.
Sin
embargo la vida esquiva las sutilezas narrativas, y estábamos de duelo
prefigurado por la abuela cuando ocurrió la muerte súbita de mi padre.
Víctima
de un ataque cardíaco, mi papá, único hijo, debió ser velado antes que su
madre. Eso no debía ser, no casa en la línea histórica que la madre sobreviva a
su hijo, y que las muertes contiguas no guarden la lógica acostumbrada.
La
familia se dividió entre el sanatorio y el cementerio, la abuela seguía con su
tranquila agonía en la sala siete, maquillamos las lágrimas para que no tuviese
que llorar al hijo. No le dijimos nada.
Con
ingenuas poses actorales continuamos la farsa de lo cotidiano, esperando el
final para poder entregarnos a los duelos. No fue fácil.
La
ancianita se consumía, se apagaba modestamente. Le habíamos evitado
sufrimiento, y eso nos tranquilizaba.
La
mañana del último día mi madre entró a la habitación. Llevaba un camisón recién
planchado, una botella de gaseosa, pilas para la radio que acompañaba el tiempo
sobre la mesa de luz, una sonrisa impostada cubriendo su recién estrenada y
todavía no asumida viudez. Esa noche había llovido, lo recuerdo, y sus zapatos
hacían un ruido que sobre las baldosas imitaba el de las zapatillas de básquet
en el piso de madera de una cancha.
Yo
había velado el sueño de la abuela en una silla incómoda, había dormido mal,
estaba un poco somnolienta y levanté la cabeza precisamente por el sonido
deportivo de mamá. Me acuerdo. La abuela también abrió los ojos y habló con su
vocecita temblorosa.
"¿Por
qué no me dijiste que se murió el Cacho?" -preguntó.
Mamá
se suspendió allí en el vano y me miró como retándome con los ojos; yo hice el
gesto de que no, que yo no le había dicho nada.
"¿Por
qué no me dijiste que se murió el Cacho?" -había preguntado.
Como
no hubo respuesta agregó "esta noche vino el Cachito y me dijo viejita, la
espero arriba".
Qué
lástima haber estado dormida, me hubiese gustado despedirme de papá.
PÁGINA 11 - POESÍA
ARGENTINA: CHUBUT
RUBÉN
EDUARDO GÓMEZ
(Comodoro
Rivadavia-Chubut-Argentina)
(HAY QUE BALDEAR)
las piedras la tierra que pasó
los pasos de latidos viejos
huellas en la playa del 83
hay que baldear
los gritos que retumban
y tumban y van
curitas y rasguños
los raspones y golpes
moretones azules
extrañamientos
baldear desgarramientos
desgarraduras
desesperaciones y desesperanzas
lo que se resiste al olvido
espinas bajo la uña
y cada error enmohecido
también la memoria
hay que baldear
corazón
los pasos de latidos viejos
huellas en la playa del 83
hay que baldear
los gritos que retumban
y tumban y van
curitas y rasguños
los raspones y golpes
moretones azules
extrañamientos
baldear desgarramientos
desgarraduras
desesperaciones y desesperanzas
lo que se resiste al olvido
espinas bajo la uña
y cada error enmohecido
también la memoria
hay que baldear
corazón
CLAUDIA
PRADO
(Puerto
Madryn-Chubut-Argentina)
DIMINUTIVOS
Bolsas,
paquetes, señoras
señores, gallinas
comida, un perro y un nene
durmiendo
nosotros. Todo amontonado
yendo de un pueblo
al que sigue.
Adelante hay dos
que miran el paisaje
sombrero con sombrero.
El, con voz de niño o de anciano
le presenta cada animal, cada planta
como si la mujer hasta hoy
no hubiera salido del pueblo.
Apunta con el dedo
y va uniendo las cosas que pasan
con su diminutivo.
El silencio de ella, muy largo
me hace pensar que tal vez
conoce el camino
y se calla.
Semejante ternura
loca o senil, le merece respeto.
A mitad de la mañana
y la chatura del viaje
aparecen unas cuantas vicuñas.
Ahora el silencio
a él no le alcanza, se olvida
de la mujer, se da vuelta
y grita: ¡Amigo! ¡Mire!
¡Mire las vicuñitas!
A los del fondo les grita
pero nadie se siente interpelado
en este micro viejo.
La ternura del hombre
suena sola, destemplada
y al rato desaparece
entre los ruidos
de los otros pasajeros
y las piedras de la ruta
golpeando contra el chasis.
señores, gallinas
comida, un perro y un nene
durmiendo
nosotros. Todo amontonado
yendo de un pueblo
al que sigue.
Adelante hay dos
que miran el paisaje
sombrero con sombrero.
El, con voz de niño o de anciano
le presenta cada animal, cada planta
como si la mujer hasta hoy
no hubiera salido del pueblo.
Apunta con el dedo
y va uniendo las cosas que pasan
con su diminutivo.
El silencio de ella, muy largo
me hace pensar que tal vez
conoce el camino
y se calla.
Semejante ternura
loca o senil, le merece respeto.
A mitad de la mañana
y la chatura del viaje
aparecen unas cuantas vicuñas.
Ahora el silencio
a él no le alcanza, se olvida
de la mujer, se da vuelta
y grita: ¡Amigo! ¡Mire!
¡Mire las vicuñitas!
A los del fondo les grita
pero nadie se siente interpelado
en este micro viejo.
La ternura del hombre
suena sola, destemplada
y al rato desaparece
entre los ruidos
de los otros pasajeros
y las piedras de la ruta
golpeando contra el chasis.
MIGUEL
ÁNGEL DE BOER
(Comodoro
Rivadavia-Chubut-Argentina)
TIEMPO
Si te preguntan
cuanto te tuvieron
cuanto te torturaron
cuanto hace que te pasó
Es porque ignoran
que alli
donde se vive la muerte
los días
las horas
los minutos
los segundos
son fugaces y eternos
Si te preguntan
cuanto te tuvieron
cuanto te torturaron
cuanto hace que te pasó
Es porque ignoran
que alli
donde se vive la muerte
los días
las horas
los minutos
los segundos
son fugaces y eternos
MARÍA
SILVINA OCAMPO
(Esquel-Chubut-Argentina)
Soy
fiebre
y amalgama del vacío
Soy el mar
y su arrepentida sal
La piedra
y la sombra del olvido
Soy debajo del mundo
la otra palabra.
y amalgama del vacío
Soy el mar
y su arrepentida sal
La piedra
y la sombra del olvido
Soy debajo del mundo
la otra palabra.
Salen las lunas a parir los ojos
Ojeras la piel intemperie de la risa
Ríe la mueca desesperada muerte
Grita tierra húmeda la sal
Muero la hoja el pulso el mar
Celoso lo cierto pierde su lluvia
Mares de octubre mareas en celo
Lluvioso el sentido extraviado adentro
Adentro las piedras el ojo y el hambre
Adentro los palos la herida y el hijo
¿Quién escribe el regreso?
¿La calle que silba todos los amaneceres
que sabe mis sueños
uno por paso hasta la victoria?
¿Hasta tu corazón de fuego en el volcán?
En el corazón de Rosa la tierra llama
Quien escribe el regreso
uno por paso sabe
teje las hebras de la memoria
desde el principio
desde las lágrimas hasta el camino
hasta la palabra siempre.
Digo el suelo que muero
Pueblo como busca
como pueblo su memoria
Celinda sueña la corrida
sueña para todos la olla
Como el pan como justicia
Como come el plato su herida
vacía que llama entre los dientes
Todo sucede y más
que no se nombra
pues el que sueña para todos
sabe.
LAUREANO
HUAYQUILAF
(Trelew-Chubut-Argentina)
TRELEW
Vueltas
muchas tiene
y
la piel naranja
trelew
mío.
La
vertiente del asfalto
tira
un lagrimón de codicia
sus
brazos envuelven despacio
todo
el frito sabor.
Los pasos de la noche
resisten
madrugones
y
el todo de tu cuerpo
protesta
y encandila.
La vuelta de sus calles
arrastra
como vos.
Callecita
de mis rezos
tierra
en pichana traías.
Aguatero
de tus brotes
festichola
humedecida.
Ay
ciudad te conviertes
cáscara
oscura
cabarute.
Rojizos
manantiales tengo
cuando
tus amarras
suelto.
FERNANDA
MACIOROWSKI
(Puerto
Madryn-Chubut-Argentina)
CONEJO CARTONERITA
llegando límites agujas
bailarina falsa
disfrázate otra vez para mí.
lluvia de pastillas
en la habitación ahora
luz artificial dirigida
a la pared
siéntete segura de la corrupción
no pienses no temas
solo desea
como los animales
¿quieres comer uno?
¿uno recién muerto?
¿uno recién matado?
eres bella cuando sangras
eres una carne en flor
te acercas y bailas
todo gira. es un no-vuelo.
/
lo que hiere la carne
no escucha no quiere sobornarlo
títere carrusel
cuerpos cuelgan lamparillas a montones
cuerpos con sonrisas dibujadas
comisuras hacia arriba
la música como nueva nodriza
(comámonos, somos nuestros)
el gato sale de su escondite,
el placard.
injuria con su cuerpo
que es la pieza fundamental
de la calesita carne
(decíme todo que no así lloro)
el gato escucha los sonidos
que nosotros no
el gato ve cosas
que nosotros no
por eso manipula
hiere la carne
se pasa de animal.
/
la niña hace trampa
mientras dibuja
a gusto en su mundo corrompido.
hacer trampa es interesante
hacer trampa es meritorio.
solo en el dolor se descubre
alguna esencia
y ella lo sabe
no oculta que viene engañando
desde el principio
riéndose de los crédulos
ella es hermosa cuando miente.
llegando límites agujas
bailarina falsa
disfrázate otra vez para mí.
lluvia de pastillas
en la habitación ahora
luz artificial dirigida
a la pared
siéntete segura de la corrupción
no pienses no temas
solo desea
como los animales
¿quieres comer uno?
¿uno recién muerto?
¿uno recién matado?
eres bella cuando sangras
eres una carne en flor
te acercas y bailas
todo gira. es un no-vuelo.
/
lo que hiere la carne
no escucha no quiere sobornarlo
títere carrusel
cuerpos cuelgan lamparillas a montones
cuerpos con sonrisas dibujadas
comisuras hacia arriba
la música como nueva nodriza
(comámonos, somos nuestros)
el gato sale de su escondite,
el placard.
injuria con su cuerpo
que es la pieza fundamental
de la calesita carne
(decíme todo que no así lloro)
el gato escucha los sonidos
que nosotros no
el gato ve cosas
que nosotros no
por eso manipula
hiere la carne
se pasa de animal.
/
la niña hace trampa
mientras dibuja
a gusto en su mundo corrompido.
hacer trampa es interesante
hacer trampa es meritorio.
solo en el dolor se descubre
alguna esencia
y ella lo sabe
no oculta que viene engañando
desde el principio
riéndose de los crédulos
ella es hermosa cuando miente.
PÁGINA 12 – NARRATIVA
PATRICIA
SEVERÍN
(Rafaela-Santa
Fe-Argentina)
ALGÚN
DÍA VA A DEJAR DE LLOVER
--Algún
día va a dejar de llover—dijo el viejo, mientras gruesas gotas caían sobre el
techo, tic tac tuc toc tic. Y el viejo fumaba su cigarro aún más viejo que él y
miraba la lluvia que caía cada vez más intensa. Y al río que se venía hacia las
casas. La mujer del viejo decía: --Viejo, nos va a llevar la inundación --Algún
día va a dejar de llover—pensaba en voz alta el viejo. Sentado en la puerta del
rancho corría a un lado la bolsa de arpillera, que colgaba como abertura, para
mirar y mirar y mirar el gran río que se hinchaba, bravo y temerario, cerquita
de la barranca. --Algún día va a dejar de llover. Pasó hoy, pasó mañana, pasado
y el agua arremetía contra las débiles defensas de bolsas de arena. El rancho
ya casi no tenía patio seco; las paredes de barro se agrietaban, húmedas, y por
el techo de paja se escurrían arroyitos cada vez más gruesos de agua y de
lluvia. --Algún día va a dejar de llover. --Pero viejo, vamos a lo de la
comadre Raquela hasta que el río baje, digo yo. Y el viejo miraba caer la
lluvia y el río gris marrón sobre su patio de tierra. Más allá, la canoa
acarreaba a los últimos vecinos. Ya casi no quedaban juncos en la orilla:
habían sido arrancados por la fuerza de la correntada y navegaban aguas abajo
del Paraná, junto al camalotal. El cielo, espeso, formaba con el agua una
confusa pasta oscura que se adhería tac tic toc tic tuc toc tac tic, a las
horas uniformes y grises de la mañana y de la tarde. --Hasta los pescados se
han aburrido de tanta agua—
Viejo,
entre en razones. Vamos con esta gente que llega a buscarnos. Ya va a bajar el
agua y podremos volver al rancho. -Prontito dejará de llover. Y miraba el viejo
el colchón sobre el ropero, las pocas pilchas hechas un atadito arriba del
catre, los pedazos de pan amocosados sobre el fogón. --Vamos, viejo, no sea
cabezudo que nos están esperando con la canoa. Bájese de la mesa, le pido.
Bájese y métase al bote, viejo, que somos los únicos que quedamos en medio de
la creciente --Vamos, viejo—insistió la mujer--, mire todito cómo está. Ni
ramas tienen los árboles de tanta lluvia. Hasta las gallinas se han volado del
techo. Y los gatos, ni le cuento. El Sultán desapareció con la cola baja
rumbeando hacia la loma. Bájese de la mesa, viejo, que el agua está llegando a
la mitad de las patas. --Cállese, mujer, y sálgase de la puerta le digo, que
quiero ver bien para afuera, porque prontito va a dejar de llover. La mujer se
corrió. Había subido al bote que esperaba en la puerta del rancho. Un remolino
entró entonces zigzagueante por el agujero vacío, y la mesa angosta y larga fue
despedida hacia fuera y el viejo comenzó a navegar sentado sobre ella, con las
piernas cruzadas mientras repetía: --Algún día va a dejar de llover. La mujer
no tuvo tiempo siquiera de sacar de entre sus pechos prominentes un pañuelo
arrugado y sucio para levantarlo como saludo, ni de gritar por última vez viejo
vamos a lo de la comadre Raquela, ni de pedir enfile hacia allí, enfile hacia
la mesa, lleve la canoa, reme con fuerzas, que está el viejo a cuestas, que se
va esquivando un tronco río abajo, sorteando el arenal del costado que pasa
justito al borde del islote, haciendo equilibrio, rozando apenas las últimas
cañas, allí, entre la cortina de agua y el recodo del río, el viejo casi, allí,
más acá, sí, aquí, no allá, adónde.
PÁGINA 13 – POESÍA
ARGENTINA: RIO NEGRO
SEBASTIÁN
GONZÁLEZ
(Gral.
Roca-Río Negro-Argentina),
DIARIO ÍNTIMO
yo tendría que haber seguido jugando al fútbol
dejarme de joder con la guitarrita
con este tipo de textos
tendría que estar en primera levantándome modelos
conductoras de programas de cable
a todas las actrices menores de treinta años
total soy famoso y soy tan atractivo corriendo la cancha como gacela
haciendo goles inolvidables
genio
genio
de qué planeta viniste
tendría que tener más cuidado con los días de lluvia
que logran apagarme el calefón
con el monóxido de carbono
con las que dicen “hoy dejá no te cuidés”
en lugar de quedarme dormido con un vaso en la mano
tendría que quererme un poco
no perder la cabeza
no perder guita
tendría que estar diciendo cosas interesantes ante los micrófonos
cosas como “a mi entender
el partido se planteó desde el comienzo
como una guerra táctica
entre dos ideas
futbolísticas
bien diferenciadas:
el férreo argumento defensivo del rival
ante nuestra sólida demostración de buen juego
con mi presencia en la ofensiva
como la carta
más importante
vos sabés”
tendría que tener cuidado con salir a fumar
minutos antes del espectáculo
guarda con la policía civil
con las motos enduro blancas y la gente dura
que las maneja
y seguiría diciendo que “ante la patada artera y la amenaza verbal
supimos contestar con guapeza
con toque corto y relevo
y metimos cuando hubo que meter
y aguantamos cuando hubo que aguantar
y antes que me preguntes por mi gol
te cuento
del desplazamiento elegante pelota al pie eludiendo rivales
de la claridad de concepto y la habilidad para llevarla a cabo
de la sangre fría, el amague
la cara interna del pie derecho”
tendría que andar más tranquilo
los pensamientos positivos producen hechos positivos
en lugar de vivir encerrado
y llevar adelante una existencia tan extraña
tendría que salir un poco
cambiar el aire
tener cuidado con ir a determinados lugares
no abusar tanto con el dexalergin porque tiene corticoides
pero bueno
acá andamos
mírenme ahí afuera en el patio
perdidos los ojos
bajo el cielo frío:
un bípedo vertebrado
adaptándose como puede.
yo tendría que haber seguido jugando al fútbol
dejarme de joder con la guitarrita
con este tipo de textos
tendría que estar en primera levantándome modelos
conductoras de programas de cable
a todas las actrices menores de treinta años
total soy famoso y soy tan atractivo corriendo la cancha como gacela
haciendo goles inolvidables
genio
genio
de qué planeta viniste
tendría que tener más cuidado con los días de lluvia
que logran apagarme el calefón
con el monóxido de carbono
con las que dicen “hoy dejá no te cuidés”
en lugar de quedarme dormido con un vaso en la mano
tendría que quererme un poco
no perder la cabeza
no perder guita
tendría que estar diciendo cosas interesantes ante los micrófonos
cosas como “a mi entender
el partido se planteó desde el comienzo
como una guerra táctica
entre dos ideas
futbolísticas
bien diferenciadas:
el férreo argumento defensivo del rival
ante nuestra sólida demostración de buen juego
con mi presencia en la ofensiva
como la carta
más importante
vos sabés”
tendría que tener cuidado con salir a fumar
minutos antes del espectáculo
guarda con la policía civil
con las motos enduro blancas y la gente dura
que las maneja
y seguiría diciendo que “ante la patada artera y la amenaza verbal
supimos contestar con guapeza
con toque corto y relevo
y metimos cuando hubo que meter
y aguantamos cuando hubo que aguantar
y antes que me preguntes por mi gol
te cuento
del desplazamiento elegante pelota al pie eludiendo rivales
de la claridad de concepto y la habilidad para llevarla a cabo
de la sangre fría, el amague
la cara interna del pie derecho”
tendría que andar más tranquilo
los pensamientos positivos producen hechos positivos
en lugar de vivir encerrado
y llevar adelante una existencia tan extraña
tendría que salir un poco
cambiar el aire
tener cuidado con ir a determinados lugares
no abusar tanto con el dexalergin porque tiene corticoides
pero bueno
acá andamos
mírenme ahí afuera en el patio
perdidos los ojos
bajo el cielo frío:
un bípedo vertebrado
adaptándose como puede.
MARYLENA
CAMBARIERI.
(Viedma-Río
Negro-Argentina)
II
Escribo y rezo la escritura
desde la rasgadura de la nostalgia.
La mirada huye de mi refugio
y busca la protección
de la noche del árbol.
Intuye su última metáfora
el descalabro de la imagen
el suicidio de la palabra.
Plena de furia
tierra mujer la protege de sus hijos.
La única lágrima
devora la ausencia
confiesa la herida.
Rezo un Dios
que me libere del espanto.
Rezo un Dios.
Rezo un Dios
que me sueña.
Rezo un Dios
que sueña que lo rezo.
Rezo un Dios
que sueña que lo rezo y me sueña.
Dejo de soñar en el sueño de un Dios.
Dejo de rezar
un Dios que me sueña.
Dejo de soñar un Dios que reza.
Dejo de rezar.
Dejo un Dios.
Entierro mi corazón.
Con una cruz
disimulo su latido
mientras la tarde
se desmaya sobre la montaña.
BENEDICTO
COTARO (ÑANCU RUPAI)
(Bariloche-Río
Negro-Argentina)
EL
OSCURO SECRETO DE LAS ETERNAS MAULLANTES.
(fragmento)
La
castral negación de la esencia,
ligazón rapaz
fiel a su negrura,
(dosifica empeñada en destruir las pequeñísimas
partículas genéticas) sistematizadora lepra
vuestro diluvio será únicamente
despedazador de la mordaza
Cada domesticación de hormiga encuentra implantaciones,
y se atraganta madrentando,
los colapsos erigen sueños desde su pompa.
Sé qué pasará con este hedor de aceite,
pasará que la luna de vinagre nos sobrevendrá.
Empapada batirá los sacos que hoy comen
pelotas por todas partes sin razón
¿qué llama contrajo semejante matrimonio corrupto?
¿Acaso es necesario tanto vaivén?
Flotantes palmerías, viéndose en espejos
¿pegados a esta baba?
Sucia y tardía al menor rasguño.
Las almas de hierro frío hincan salvajemente
a esta boca, que aquí hoy explota
¿tenéis mirada de león para alucinarme siquiera?
Yo nada poseo
ni cambio
ni froto
ni contraigo.
La sabiduría del lenguaje cabe con toda su espesura
en el hollín de toda chimenea.
Si no logras partir de esta muerte,
en todas las asistencias habrá un dragón fulminador
que retorcerá sus tripas
(plaga calla)
sobre este colchón de espinas
hombres esquizoides placen al ras
de estas nervaduras yacentes
con un flotador medidos por segundos de muerte.
ligazón rapaz
fiel a su negrura,
(dosifica empeñada en destruir las pequeñísimas
partículas genéticas) sistematizadora lepra
vuestro diluvio será únicamente
despedazador de la mordaza
Cada domesticación de hormiga encuentra implantaciones,
y se atraganta madrentando,
los colapsos erigen sueños desde su pompa.
Sé qué pasará con este hedor de aceite,
pasará que la luna de vinagre nos sobrevendrá.
Empapada batirá los sacos que hoy comen
pelotas por todas partes sin razón
¿qué llama contrajo semejante matrimonio corrupto?
¿Acaso es necesario tanto vaivén?
Flotantes palmerías, viéndose en espejos
¿pegados a esta baba?
Sucia y tardía al menor rasguño.
Las almas de hierro frío hincan salvajemente
a esta boca, que aquí hoy explota
¿tenéis mirada de león para alucinarme siquiera?
Yo nada poseo
ni cambio
ni froto
ni contraigo.
La sabiduría del lenguaje cabe con toda su espesura
en el hollín de toda chimenea.
Si no logras partir de esta muerte,
en todas las asistencias habrá un dragón fulminador
que retorcerá sus tripas
(plaga calla)
sobre este colchón de espinas
hombres esquizoides placen al ras
de estas nervaduras yacentes
con un flotador medidos por segundos de muerte.
MELISSA
BENDERSKY
(Bariloche-Río
Negro-Argentina)
TORMENTA
Cuando hay tormenta
se mueve en el viento como a la deriva
y el agua se amontona en el cielo sobre ella.
Bajan las nubes,
la encierran.
Queda rodeada de agua
pero no se ahoga.
Entra en la tormenta.
La furia le teme y la admira,
las nubes rozan sus hojas.
La tormenta se agrupa sobre ella y a su alrededor
se organiza, la ronda. Espera.
El viento la sacude, la muerde
y ella sonríe e imagina,
los pájaros le traen del mar olas gigantes
arrastradas por huracanes llenos de arena
arena de islas y de desiertos.
Esa cabeza húmeda
mi porra.
Un espejo, en el aire el pelo
hace lluvia cuando lo sacudo sobre los cuerpos,
el mío y el otro, mojados por agua de esta tormenta.
Tampoco la asusta.
La tempestad se prepara y es cierto que un día
la palmera va a terminar por caer,
ella lo sabe, la furia también.
Pero ahora baila en ese viento
vestida de ultima reina
y se ríe.
Cuando hay tormenta
se mueve en el viento como a la deriva
y el agua se amontona en el cielo sobre ella.
Bajan las nubes,
la encierran.
Queda rodeada de agua
pero no se ahoga.
Entra en la tormenta.
La furia le teme y la admira,
las nubes rozan sus hojas.
La tormenta se agrupa sobre ella y a su alrededor
se organiza, la ronda. Espera.
El viento la sacude, la muerde
y ella sonríe e imagina,
los pájaros le traen del mar olas gigantes
arrastradas por huracanes llenos de arena
arena de islas y de desiertos.
Esa cabeza húmeda
mi porra.
Un espejo, en el aire el pelo
hace lluvia cuando lo sacudo sobre los cuerpos,
el mío y el otro, mojados por agua de esta tormenta.
Tampoco la asusta.
La tempestad se prepara y es cierto que un día
la palmera va a terminar por caer,
ella lo sabe, la furia también.
Pero ahora baila en ese viento
vestida de ultima reina
y se ríe.
RAMÓN
MINIERI
(Río
Colorado-Río Negro-Argentina)
PAÍS DE LA SAL
Este
es el país de la Sal
el país de la sed
La sed
es un árbol sin párpados
de cornamenta blanca
Y del árbol de la sed
crecen
las varas de los rabdomantes
varas enhiestas
que despiertan manantiales
cuando piafan.
Este
es el país de la Sal
el comienzo
del comienzo de todas las aguas.
Este
es el país de la Sal
el país de la sed
La sed
es un árbol sin párpados
de cornamenta blanca
Y del árbol de la sed
crecen
las varas de los rabdomantes
varas enhiestas
que despiertan manantiales
cuando piafan.
Este
es el país de la Sal
el comienzo
del comienzo de todas las aguas.
SILVIA
CASTRO
(Gral.
Roca-Río Negro-Argentina)
FOTOS DE CARTÓN
I
no domina el cartón
el pliegue se vuelve
hay una anguila doblando un cartón
la caja está llena
afuera de la caja se guarda lo demás
lo que está ciego
lo que deja del cartón es
lo que se puede doblar
II
pisa el hueco del tetra y lo levanta
el estruendo queda atrás
no cabe dentro del carro
el sonido del cartón
sólo se propaga en el vacío
III
se lleva a sí mismo
en lo que da de comer
el peso neto
y el peso escurrido de la leche
el té del hijo de la merienda
residuos de la tarde
saquitos por si llueve
un castillo de cartas
para la cena
y un pedazo de mujer
para mojar
I
no domina el cartón
el pliegue se vuelve
hay una anguila doblando un cartón
la caja está llena
afuera de la caja se guarda lo demás
lo que está ciego
lo que deja del cartón es
lo que se puede doblar
II
pisa el hueco del tetra y lo levanta
el estruendo queda atrás
no cabe dentro del carro
el sonido del cartón
sólo se propaga en el vacío
III
se lleva a sí mismo
en lo que da de comer
el peso neto
y el peso escurrido de la leche
el té del hijo de la merienda
residuos de la tarde
saquitos por si llueve
un castillo de cartas
para la cena
y un pedazo de mujer
para mojar
PÁGINA 14 – ENSAYO
GLORIA
CEPEDA VARGAS
(Santiago
de Cali-Colombia)
JEAN
ARISTEGUIETA
El
8 de enero del 2016, se apagó en Caracas la voz de la guayanesa Jean
Aristeguieta Capella, magistral exponente de la poesía moderna en Venezuela.
Nacida
en Guasipati, ciudad de la Guayana Venezolana, el 31 de julio de 1921, la suya
es una de las voces poéticas más sublimes con que cuenta la historia de la
lírica castellana. Nuestro idioma desfiló con fineza no igualada hasta hoy, en
sus ochenta y cinco poemarios y más de dos mil textos líricos publicados.
Miembro de la Academia de la Lengua por el Estado Bolívar y de la Real Academia
Hispanoamericana de Cádiz y licenciada en Letras de la Universidad de Madrid,
fundó en esa ciudad en el año de 1961 la revista Árbol de Fuego, donde por más
de cuarenta años consecutivos, vio la luz la poesía del mundo. Los premios José
Vasconcelos de México, Diploma Maestro de Poesía de Chile y Medalla
Internacional en su Clase Única de la Asociación de Escritores de Venezuela, le
fueron otorgados. Con el Premio de Poesía Frederick Holderlin, (Alemania,
1999-2000), se reconoció su distinción como mujer y su tesón en la defensa de
la poesía.
Fue
traducida, entre otros idiomas y dialectos, al francés, al griego, al hebreo,
al inglés, al portugués, al ruso, al italiano. Seguidora de Francisco de Asís y
de Santa Teresa de Jesús, bolivariana, feminista, melómana y helenista, de ella
dijo la crítica: Fue y será para siempre la poeta venezolana de más alto vuelo
y de mayor trascendencia a nivel mundial. Además está reconocida como la poeta
venezolana más prolífica, siempre de frente a la necesidad vital que entraña el
verso bien forjado. Maestra y discípula de la palabra, la persiguió
infatigablemente, la escanció como una copa sin fondo, la depuró hasta la
extenuación.
El
de Jean Aristeguieta es un caso singular. El gran misterio que representa la
sublimación del pensamiento, lo asumió con naturalidad sorprendente.
Sin
proponérselo, lo penetró y fue tal la connaturalización de su armadura carnal
con la etérea sustancia de la poesía, que tanto la una como la otra se
necesitaron para permanecer. Por eso fue prolífica sin desgastarse y crítica
sin esfuerzo. La poesía fue su patria y su religión.
Empecinada
“en la aventura, en lo más azul, en lo delirante”, de adolescente, en su
Guasipati natal, percibió el nombre de Safo escrito en una goleta que navegaba
por el Orinoco. Quizá ahí nació ese deslumbramiento fervoroso que la hizo
detenerse con el alma tremante ante la historia helénica. Gran parte de su
poesía es una concreción cultural bellamente expresada de la civilización
griega a la que reconoció como fuente nutricia de su obra: Atenas como un cáliz
de pasión/ sustancia de belleza/ aliento de mi esencia, de mi fuego, (Papeles de
Fuego, Barcelona, 1985).
La
exaltación de la patria chica se hace constante en Mariposas cósmicas, una
selección arquetípica de Fredo Arias de la Canal; atraviesa un río como un mar,
o se moja de selva y piedras estruendosas: Guayana limada por aguas por
amiantos/ por la selva sin fondo por la mina que alumbra… O las arcanas
dimensiones que lleva el Orinoco/ arrastrando caudales hacia la soledad.
No
obstante sus numerosos viajes y largas permanencias fuera de Venezuela, supo
llevarla inscrita en lo que más amó: la poesía. Así, en su canto a Bolívar, lo
reafirma: “Respóndanme soledades de la selva/ intrincados resplandores
guayaneses/ respóndanme encendidos horizontes del trópico/ pregunto por Bolívar
y su figura en llamas/ Respóndanme los morros guariqueños/ serenos vigilantes
de la patria/ los misterios lacustres del Zulia/ la fosforescencia de su
suelo-petróleo/ Respóndanme bosques motilones/ respóndame la tierra venezolana/
Entonces podré acercarme a Bolívar/ dueño de la profecía/ ángel y arcángel de la
libertad.
Decir
que despojó la escritura poética de signos de puntuación o introdujo cambios
sintácticos en la construcción textual, sería superficial. Trascendió la grafía
y el encabalgamiento, -línea conductora del periplo poético- para imponerse
como territorio profundo. La palabra despojada de alamares y la síntesis
magistral que aún en el verso largo apela a lo imprescindible en un plafón de
seda vigorosa, dan fe de su vuelo.
En
CANTO LIBRE, texto representativo de su médula delirante, se confiesa: Alma
pura te necesito porque sí/ pues ya mi corazón es un vértigo/ caigo en el
vacío/ Todo me es indiferente/ me rindo a la melancolía/ tuya es esta muerte
mía esta muerte/ tómame como soy ardiente desolada visionaria/ escúchame alma
con esperanza escúchame/ por la lealtad por la belleza torrencial/ alma para
quien ilumino estas estrofas/ tomadas desde el fondo de mi ser tumultuoso. Se
autodefinió como una romántica surrealista y lo que esto implica de pragmático,
lo atemperó con una mirada sensitiva en el más evolucionado sentido del
vocablo.
¿Surrealista?
Sí. La palabra desnuda frente a las nuevas cadencias, desprovista de la
nostalgia y la costumbre, corre en su ser tumultuoso como un río a la sombra
del sentimiento. Fue además una escritora ecléctica. Depuró la escritura con
asertiva escogencia. Ni siquiera la belleza que persiguió e intentó asir como
única medida, escapó a esta manera de sentir y cantar.
Estas
líneas que escribo en mi casa de Popayán, visten de luto por la Venezuela
literaria y humana. La desaparición de esta esbelta muchacha de más de noventa
años, marca el final. En su apartamento donde tantas veces intentó llevarme de
la mano hasta la salida del laberinto, quizá seguirá siendo “taciturna belleza/
espíritu lejano/ indefensa ternura/ deseo de un deseo azul de soledades/ Un
suspiro impalpable/ atraviesa la sombra/ de mi celeste sombra.
PÁGINA 15 – POESÍA
ARGENTINA: TIERRA DEL FUEGO
JULIO
JOSÉ LEITE
(Ushuaia-Tierra
del Fuego-Argentina)
NOCTURNO
EBRIO
Regreso a mi casa
y en la esquina de Bilbao y Don Bosco
pongo una flor en mi solapa
de apio magallánico
-calzo el olvido en mi solapa-
He recorrido
todos los bares de mi barrio,
todos
esta noche.
Por ejemplo
a las dos de la mañana
en los “Tres Barrilitos”
me atendió Gabriela,
al yo no tener dinero
ni gracia
ni conversación
ni ganas,
se fue como tantas
guardando sus masajes
y manzanas
para otros parroquianos.
Retornó a lo más profundo
de ese paraíso de humo
meneándose al tonto ritmo
de una cumbia villera.
Hoy,
fuera de mis efluvios alcohólicos
rememoro
con la boca áspera de tu recuerdo
que ella, Gabriela
por lo menos me contó
de su nacencia en Santa Fe
y yo aún no sabía
donde iba a morir
en esa noche
lejos de la patria de tus ojos.
Luego me habló
de Paso de los Libres
y de pieles vendidas
y vergüenzas,
mejillas rojas de distancias
de parientes e hijos
y caricias mentiras.
Corrientes extrañas
-me explicó-
la arrumaron
a la siempre noche
de este pueblo.
Tengo masajes –me dijo-
No tengo plata –respondí-
¿te queda memoria?
-Silencio patagónico-
Mientras ella
me acariciaba la entrepierna
me acordé de mis hijos
y con suavidad de lana
retiré su mano,
pagué la copa que bebía
y me fui…
De regreso a mi casa,
frente al bar de Tebes,
puse una flor
de apio magallánico
en mi solapa,
doblé por Don Bosco
y entre el “Sol de Mayo”
y el “Blanco y Negro”
al fondo,
me acosté sobre el lecho
de tu ausencia.
AIXA RAVA
(Río
Grande-Tierra del Fuego-Argentina)
TIERRA DEL FUEGO
La luz rodea el verano
en el recuerdo,
aquí la sombra deambula con los niños;
entre turberas y fiordos, los glaciares
hacen que el hielo se vuelva un enemigo.
aquí la sombra deambula con los niños;
entre turberas y fiordos, los glaciares
hacen que el hielo se vuelva un enemigo.
En esta isla, la sangre
se congela,
la piel se raja, la voz se hace chillido;
y hasta las bestias, las plantas, los caminos
creen que la nieve es ajena al paraíso.
la piel se raja, la voz se hace chillido;
y hasta las bestias, las plantas, los caminos
creen que la nieve es ajena al paraíso.
Y es que no hay cardos,
sudor, no hay regocijo
de tambos, de granjas ni de silos;
y si hay un sol, un día, una tarde,
se esconde junto al hierro sin aviso.
de tambos, de granjas ni de silos;
y si hay un sol, un día, una tarde,
se esconde junto al hierro sin aviso.
Jugar es cosa de
adentro, no de plaza,
y a nadie se le antoja el infinito,
que está en el mar, en el nombre, en la bahía,
en todo el viento, y también, en todo el frío.
y a nadie se le antoja el infinito,
que está en el mar, en el nombre, en la bahía,
en todo el viento, y también, en todo el frío.
En un domingo de bosque
y costa espesa,
la libertad una rama de lenga
quiebra
con la ilusión de salir y no encontrarse
con el blanco, el gris y la tristeza.
la libertad una rama de lenga
quiebra
con la ilusión de salir y no encontrarse
con el blanco, el gris y la tristeza.
La isla para el niño es
una cárcel
con gaviotas, nutrias y orcas muertas,
un exilio, un castigo, una venganza,
que en el sur de estos pies dejó su huella.
con gaviotas, nutrias y orcas muertas,
un exilio, un castigo, una venganza,
que en el sur de estos pies dejó su huella.
ALEJANDRO
PINTO
(Río
Grande -Tierra del Fuego-Argentina)
GRAVEDAD
EGO
Cierto que todo sigue,
no soy el último
ni el siguiente,
estoy entre las caras
de una ventana fría
y mentirosa.
Cierto que todo sigue,
no soy el último
ni el siguiente,
estoy entre las caras
de una ventana fría
y mentirosa.
LUIS COMIS
(Ushuaia-Tierra
del Fuego-Argentina)
PASOS
Si apenas consigo el sigilo del silencio
y el vórtice de la noche es un abismo
tal vez mañana ya no sea mañana
y tan sólo un barco rojo del olvido
si mis manos están vacías ya de vientos
y el conjuro no sea del espanto
andaré sin miedo la cornisa
y tu voz anunciará ya lo anunciado
si el presagio es un azar o una condena
y el peso de la culpa ya no pesa
estaremos muertos pedazos por pedazos
y la vida en desuso ya vivida
si te espero como siempre en el mañana
y avizoras un futuro de retazos
no me esperes a la vuelta del camino
que mis pasos ya no pasan por tu pasos.
Si apenas consigo el sigilo del silencio
y el vórtice de la noche es un abismo
tal vez mañana ya no sea mañana
y tan sólo un barco rojo del olvido
si mis manos están vacías ya de vientos
y el conjuro no sea del espanto
andaré sin miedo la cornisa
y tu voz anunciará ya lo anunciado
si el presagio es un azar o una condena
y el peso de la culpa ya no pesa
estaremos muertos pedazos por pedazos
y la vida en desuso ya vivida
si te espero como siempre en el mañana
y avizoras un futuro de retazos
no me esperes a la vuelta del camino
que mis pasos ya no pasan por tu pasos.
PRISCILA
VALLONE
(Río
Grande-Tierra del Fuego-Argentina)
(P)
Quién mejor sino para
Escalarse arrastrándose
Hasta el borde del punto
Más infinito del alba
Para ensordecer
Con eco de trueno
Y garganta entregada
(la miel en los surcos
Del pétalo a pétalo
Que desviste a la espina)
Un canto de fosa pálida
Cardumen de espejos
Destellando el sol al río
El viento como navaja al pecho;
La musa que respira dormida
bajo la cobija de la belleza y la inexistencia,
del ulular su forma a pedido del día
Hila al poeta
Para que a fragmento de pluma cálida
Destruya la pasión al universo que lo nace
Para que logre por sobre todas sus letras,
Por sobre todo el resto de las hojas
O los pies muertos;
La suavidad ante sus ojos.
Y como brisa al aura externa
Al rostro pálido ajeno
Que espera del vacío
Un nacimiento de melodía tersa
Crea con su aliento
Emergiendo de esta superficie
Tragando llama a lumbre
Penetrando en la inconsciencia
Del parpado al alma dormida
(Un augurio de voces sobre la palma);
La caricia
De la palabra.
Quién mejor sino para
Escalarse arrastrándose
Hasta el borde del punto
Más infinito del alba
Para ensordecer
Con eco de trueno
Y garganta entregada
(la miel en los surcos
Del pétalo a pétalo
Que desviste a la espina)
Un canto de fosa pálida
Cardumen de espejos
Destellando el sol al río
El viento como navaja al pecho;
La musa que respira dormida
bajo la cobija de la belleza y la inexistencia,
del ulular su forma a pedido del día
Hila al poeta
Para que a fragmento de pluma cálida
Destruya la pasión al universo que lo nace
Para que logre por sobre todas sus letras,
Por sobre todo el resto de las hojas
O los pies muertos;
La suavidad ante sus ojos.
Y como brisa al aura externa
Al rostro pálido ajeno
Que espera del vacío
Un nacimiento de melodía tersa
Crea con su aliento
Emergiendo de esta superficie
Tragando llama a lumbre
Penetrando en la inconsciencia
Del parpado al alma dormida
(Un augurio de voces sobre la palma);
La caricia
De la palabra.
DANIEL
QUINTERO
(Ushuaia-Tierra
del Fuego-Argentina)
EL JUEGO DE LA GUERRA
Mientras juegas a
aparecer
y llamas a mi pecho con
voz ausente,
con lamento de historia
sepultada,
la luna llueve sobre mi
escondite
y yo hago pájaros
para esperar la noche.
Todavía veo aves
quebradas por los relámpagos
de tus besos mortales.
muero levantando los
pasos, tu huida
que es mi única
herencia.
la sed de este instante
no distingue líquidos
y quedo a merced de la
sequía
como una estatua
desnuda.
PÁGINA 16 – NARRATIVA
ALFREDO
DI BERNARDO
(Santa
Fe-Santa Fe-Argentina)
LECTURA
OBLIGATORIA
Lo
siento mucho, pero debo informarle que está usted en mi poder. Lo he atrapado.
Quizás usted aún no lo haya advertido, pero desde el momento en que posó su
mirada sobre la primera de las palabras que componen este cuento, quedó
completamente a mi merced. Por más que lo intente, ya no podrá escapar de mí.
Al menos, no hasta que termine de leer estas líneas. Tal vez si hace unos
segundos hubiese optado por elegir otro texto o, simplemente, por seguir
cualquier otro de sus impulsos (ponerse a escuchar música, por ejemplo), las
cosas serían diferentes. Pero no lo hizo y ahora es demasiado tarde: no tiene
margen posible para evadirse de mí. ¿Le molesta que se lo haga notar? Es
natural; a nadie le gusta asumir que ha perdido el dominio de sus actos. Pero
no se rebele contra lo inevitable. Sólo acéptelo: no podrá dejar de leer este
texto hasta no acabar con la última frase. Usted dirá que lo que termino de
afirmar es ridículo y exagerado. Seguramente argumentará que la simple maniobra
de alejar sus ojos del papel le alcanzaría para librarse de mí. Puedo incluso
imaginar la expresión desafiante de su rostro mientras su mente se apoya en
esta tranquilizadora hipótesis. ¿Realmente cree que las cosas son tan
sencillas? Supongamos por un instante que es cierto, que usted abandona la lectura
de estas líneas aquí mismo (decisión que, sin embargo, no ha tomado, ¿me
equivoco?). Bien, haga uso entonces de su ilusoria libertad e imagine que se
dedica a mirar televisión, a darse un baño, a escuchar música o a comer
chocolates. ¿Verdaderamente supone que realizar cualquiera de esas actividades
lo pondrá a salvo de mi control? Permítame el placer de socavar con fundamento
sus candorosas esperanzas: no lo logrará. No niego que quizás consiga
desligarse de mí por un lapso determinado, pero se lo aseguro: no pasará
demasiado tiempo hasta que descubra en su boca un regusto amargo de curiosidad
insatisfecha y compruebe que lo único que ha logrado es retorcerse
patéticamente como la mosca enredada en la telaraña. Mis palabras continuarán
acosándolo, acechando su sueño y su vigilia, listas para derrumbar sin piedad
sus frágiles anhelos cuando usted menos lo espere. ¿Piensa que estoy siendo
tendencioso? Está bien, deje entonces de rumiar vanas protestas contra mi
actitud presuntamente despótica y reivindique con hechos su libre albedrío.
Adelante, no imagine nada; hágalo. Aléjese de mis trampas y señuelos. Salga del
laberinto que he creado para usted. Vamos, anímese, deje de leer ya mismo, dése
el gusto, cumpla su deseo. Saltéese el final de este cuento y demuéstreme que
estoy equivocado. Sorpréndame, haga añicos mi convicción, aniquile mi certeza.
Es inútil; no lo hará. ¿Lo ve? Todavía sigue allí.
PÁGINA 17 – POESÍA
AMERICANA: GUATEMALA
PABLO
BROMO
(Guatemala-Guatemala)
PATADA EN EL CULO
La
vida está jodida
realmente
jodida
como
una canción de cuna
en
medio de un tiroteo de narcos
o
las declaraciones estúpidas
de
un payaso
que
tenés por presidente
Los
sueños se truncan
La
esperanza es una alcancía rota
Una
piñata linda deshilachada por la rabia
y
todo lo que hacés
es
soñar
es
sonreír
es
rechinar los dientes
Hacer
espacios en tu agitada agenda
para
salir a tomar Ginebras
con
la chica que te gusta
La
vida está jodida
Es
un almacén de platos rotos
Una
peregrinación de fracasos
a
otra parte que no tiene nombre
Otro
lugar
que
no conocemos
y
decidimos llamarle:
Desapego
Vaivén
Estruendo
de mar
Tu
vida está jodida
Mi
vida está jodida
Todo
es una carretera abandonada
Un
delirio cotidiano de pagar deudas
y
responder abrazos
Pero
aún
Después
de todo
lo
jodido de este caminito
es
que las estrellas te silban
un
Matilisguate te ríe poemas
la
niña del semáforo hace algo
que
de verdad te parece emocionante
el
volcán te luce su mejor pulóver
las
nubes bailan sobre tu cabeza
Y
entonces le das
Una
patada en el culo a la tristeza
Una
patada llena de miel en el culo amargo a la vida y su tristeza
Y
todo es una ráfaga de cosas lindas
que
llenan de calor
el
frío que sentís dentro
Y
la vida que está jodida
Te
dice: Vamos, bróder,
mañana
será otro día lindo.
CAROLINA ESCOBAR SARTI
(Guatemala-Guatemala)
NO SOMOS POETAS
Somos apenas amantes
suicidas con la cuerda
en la mano
caminantes de antes
usurpadores de abecedarios.
No somos poetas
somos adivinadores
de oscuras cavernas
transeúntes por azar
locos por vocación.
suicidas con la cuerda
en la mano
caminantes de antes
usurpadores de abecedarios.
No somos poetas
somos adivinadores
de oscuras cavernas
transeúntes por azar
locos por vocación.
Somos talladores de nubes
lluvia sostenida
cuerpo que recuerda
hambre insatisfecha
confesión última
dueños de medio corazón
límite de penumbra
sangre que camina el mundo
puerto de anclaje y despedida
sólo somos tiempo
una carta interminable
que continúa escribiéndose
sin fecha de entrega.
lluvia sostenida
cuerpo que recuerda
hambre insatisfecha
confesión última
dueños de medio corazón
límite de penumbra
sangre que camina el mundo
puerto de anclaje y despedida
sólo somos tiempo
una carta interminable
que continúa escribiéndose
sin fecha de entrega.
Somos una arruga en el mediterráneo
buscando, no los seis días de la creación
sino los siete minutos
de nuestra vida compartida.
Y esto no es un poema
sino el inicio del primer minuto
(el nuestro)
porque después todo estuvo aquí
para siempre.
buscando, no los seis días de la creación
sino los siete minutos
de nuestra vida compartida.
Y esto no es un poema
sino el inicio del primer minuto
(el nuestro)
porque después todo estuvo aquí
para siempre.
El credo levantado,
el caos, el misterio,
el asombro y el verbo.
La santísima palabra
en el universo
de la salamandra.
El fuego robado
porque el paraíso
también es nuestro.
el caos, el misterio,
el asombro y el verbo.
La santísima palabra
en el universo
de la salamandra.
El fuego robado
porque el paraíso
también es nuestro.
Fundamos la memoria
de la luz y el perfil de la montaña
probamos primero la sal
en el océano de nuestros ojos
y nos supimos robustos árboles
no ramas quebradizas.
Aullamos a la luna
reclamando al sol su eclipse
e hicimos el amor
en los siete mares.
Sea la luz
y fue la luz.
de la luz y el perfil de la montaña
probamos primero la sal
en el océano de nuestros ojos
y nos supimos robustos árboles
no ramas quebradizas.
Aullamos a la luna
reclamando al sol su eclipse
e hicimos el amor
en los siete mares.
Sea la luz
y fue la luz.
Todo somos
menos poetas.
menos poetas.
WINGSTON GONZÁLEZ
(Livingston-Izabal-Guatemala)
Hay
olas de luz que en la roca buscan reconocerse
Hay
olas de luz que en la roca buscan reconocerse
¿pero
qué? si sepultadas las almas de los muertos
caemos
somos
un puente/ dientes de palabra subterráneas ¿y?
y
pasa que como estos trigales la tarde se sienta
en
una silla al horizonte sobre un tanque de guerra
el
anillo del cielo se coloca entre el dedo anular y oigo
oh
fortuna nuestra los ojos del invierno que son
una
fugaz memoria de luz/ somos trampas
asperezas
que esperan trigales de guerra nueva luminaria
¿y
si a nuestros muertos
le
crecen alas y hojas?
como
empezar a creer la primavera, amor
habrá
que buscarnos un nuevo cielo
otra
vez
hay
olas de luz que buscan soñarnos y en sus ramas la tierra
¿y
la tierra qué? si es un oscuro ruido de árboles
podría
decirse: igual que tu pie es la tierra que no me toca
pero
qué/ podría decirse que es un alimento que se esfuma
que
se quema cual idea/ imagen nítida
tras
el televisor más antiguo del universo
un
juguete de la historia
eso
es esa mordedura/ una tóxica abstracción de asfalto
CARMEN
MATUTE
(Guatemala- Guatemala)
Mi
casa
A Francisco A. Méndez
Amo
mi casa
por
sus cuatro viejos costados
llena
de voces y ruidos:
casa
de adobe y machihembre
que
se queja por la noche
como
una viejecita enferma.
Amo
esta casa que me habla
desde
sus inocentes paredes,
desde
sus oscuros rincones
y
sus goteras que regresan
cada
año con las lluvias de mayo.
Amo
esta casa
de
habitaciones revueltas
-que
guardan las memorias
de
los vivos y los muertos-
donde
mis hijos
duermen
un sueño honrado
y
la verdad amarillenta de los libros
reposa
en anaqueles que huelen a cedros y
cipreses.
Casa
sencilla,
con
el lujo antiguo
de
un filtro de agua que no sirve,
relojes
que no miden el tiempo
y
una cocina alegre y cálida,
como
deben ser las madres.
Casa
hecha para vivir en ella,
o
simplemente
para
entrar por sus puertas sin cerrojos,
por
sus ventanas abiertas
y
encontrar su corazón de adobe
que
late acompasado
al
mismo ritmo de la tierra.
GERARDO
GUINEA DIEZ
(Guatemala-Guatemala)
NAUFRAGIOS
(Cuerpo del niño kurdo)
Hoy cayó un general
y vos, boca abajo, ahogándote
de soledad y noche
-Ruiseñor que cantaba-
y vos, boca abajo, ahogándote
de soledad y noche
-Ruiseñor que cantaba-
Veo tu cuerpo y su playera roja
tu brazo derecho en la arena
quién tuviera la voz de Bola de Nieve
y cantarte: duerme, duerme negrito,
pero el dolor naufraga entre palabras.
tu brazo derecho en la arena
quién tuviera la voz de Bola de Nieve
y cantarte: duerme, duerme negrito,
pero el dolor naufraga entre palabras.
No irás al olvido
porque todo te nombra,
el llanto de tu padre,
el relámpago de tu silencio.
porque todo te nombra,
el llanto de tu padre,
el relámpago de tu silencio.
Sí, mi niño, hoy cayó un general
y las olas que mojan tu frente
son la danza postrera
de nuestra miseria.
y las olas que mojan tu frente
son la danza postrera
de nuestra miseria.
Sí, mi niño, mi niño boca abajo,
calvario inmóvil,
ángel sin alas,
encallado por la vileza de la guerra,
eres el que pintaba pájaros azules
en los brazos de la tarde.
calvario inmóvil,
ángel sin alas,
encallado por la vileza de la guerra,
eres el que pintaba pájaros azules
en los brazos de la tarde.
Sí, mi niño, mi niño boca abajo,
faro de mar adentro,
tu cuerpo de tanta alma
será letanía de manos abiertas.
faro de mar adentro,
tu cuerpo de tanta alma
será letanía de manos abiertas.
Sí, mi niño, mi niño boca abajo,
tu amargo puerto
es la pregunta que quedó
en soles ciegos
y pesadumbres blancas.
tu amargo puerto
es la pregunta que quedó
en soles ciegos
y pesadumbres blancas.
JOHANNA GODOY
(Guatemala-Guatemala)
A MI HIJO
Para
luchar
hemos
nacido
Para
unirnos
a
miles de hilos de sangre
que
injertaron sus voces
en
nuestras entrañas
No
tememos
el
posible allanamiento
del
corazón
Vos
llevarás mi voz
cuando
me crezcan flores
y
los sueños continúen
siendo
sueños
Cuando
mi muerte
haya
roto tu vida
vos
sabrás:
para
luchar
hemos
nacido
PÁGINA 18 – NARRATIVA
JORGE ISAÍAS
(Los
Quirquinchos-Santa Fe-Argentina)
ESCARCHAS
Era cuando la luna sólo
se reflejaba en la escarcha que paralizaba los charcos, cuando no había una
mariposa ni por asomo, cuando reinaban las paspaduras y los sabañones. Noches
en que la luna brillaba como un gigantesco plato sobre los campos cubiertos de
una helada pátina blanca, una luna que daba una luz extraña y fantasmagórica,
como si se tratase del paisaje de un planeta lejano.
Con todo ese frío, sin embargo, las actividades
seguían su curso. La única calefacción de la casa la constituían las cocinas
económicas o en las casas más pobres el hospitalario fogón, con la exclusiva combustión
de los marlos que se almacenaban en trojas familiares hechas de cañas y
alambres. Eran en pequeño las mismas que había en las chacras y que guardaban
las rojas espigas de maíz esperando que las visitara la máquina desgranadora y
que luego pasarían a otra, donde los blanquísimos marlos serían depositados.
Según mi padre, los más ricos asados se degustarían con esas brasas.
La leña, que se obtenía de los árboles caídos en
las tormentas, necesitaban mejor protección y toda casa tenía, aunque fuera precario,
un galponcito que llamaban leñeras ya que por obvias razones no podía ese
material tan valioso permanecer a la intemperie.
No sé por qué aquellos inviernos se nos aposentan
en la selectiva memoria como excesivamente crudos. Pero no era obstáculo para
que nuestra actividad escolar o mejor aún, nuestros juegos no siguieran su
curso. Como anochecía muy temprano no era difícil que cenáramos casi a la caída
del sol y poco después acatáramos la orden paterna de irnos a dormir y desde
nuestra cama oyéramos el ciclo cotidiano en la programación de radio El Mundo,
"Glostora Tango Club", con sus orquestas en vivo y sus tres tangos
brillantes. Acabado el cual, mi padre apagaba la radio, mi madre recorría las
habitaciones con la lámpara, una mano puesta sobre el tubo para defender la
llama de las corrientes de aire, la depositaba sobre la mesa de luz, y nos
arropaba, cubriéndonos con la frazada y apretándola sobre nuestras espaldas que
ya comenzaban a calentarse y uno veía venir el sueño como una nube dócil y protectora
sobre la pequeña humanidad que en silencio agradecía ese mimo, que no por
repetido, no esperara entre abandonado y ansioso.
Al despertar, ya mi padre no estaba, había ido
hacia el trabajo y mi madre me había preparado ya el desayuno, café caliente
con leche muy gorda, porque venía directamente del tambo a la ollita donde
hervía todo su espumoso blancor. Una galleta que rara vez se acompañaba con
manteca o algún dulce casero, industria de su manos. Y luego sí, el corto
camino a la escuela que muchas veces, sin ponernos de acuerdo, haríamos con mi
amigo y compañero de grado Miguel Correa. Esas tres cuadras las hacíamos
cascoteando gorriones que se atrevían por las zanjas llenas de escarchas, y en
la calle cubierta de costrones de barro donde buscaban algún alimento.
Un día, casi de milagro se nos apareció un
chimango, con sus alas enormes. Miguel, rápido de reflejos antes de que yo
atinara a levantar un cascote, le arrojó con un flamante tintero de vidrio que
llevaba en su mano agarrotada de frío. No dio en el blanco pero sí se estrelló
en el cordón de la vereda de la escuela, de riguroso ladrillo bien cocido. El
bicharraco nos miró fijamente, en su cabeza terminaba en desagradable pico
curvado y luego agitó sus inmensas alas y se elevó raudo sobre las plantas de
moras negras que bordeaban todo el perímetro del terreno donde se levantaba ese
edificio querido. Como el dinero no sobraba, y don Leandro, su padre, era muy
severo, tal vez se ganó una paliza. Imposible recordarlo hoy y si le pregunto
tal vez ni él mismo lo recuerde.
En ese tiempo, todos los chicos de mi barrio
acortábamos camino. No entrábamos por la puerta principal. Al terminar la
placita vecina, un desvencijado portoncito, que sorteábamos muy fácil, nos
metía dentro del patio de la escuela. Era un gran patio de tierra con ralas
gramillas, donde jugábamos breves partidos de fútbol en los recreos. Unos
grandes plátanos, casi centenarios que aún subsisten, hacían de arcos
naturales. El balón era casi siempre de trapo, y de vez en cuando alguien traía
una pequeña pelota de goma, roja, con listones amarillos. Sonada la campana de
entrada, la escondíamos en un caño que desaguaba la lluvia del techo. Era una
prevención para evitar la requisa de la maestra. Ella quería evitar que la
emprendiéramos al jueguito "de cabecita", como le llamábamos, en el
aula. Los recursos de aquellos tiempos lejanos como el vuelo incesante de las
golondrinas que buscaban su rumbo, eran incesantes y creativos.
Traerlos hoy, aún con la crudeza del recuerdo,
imprime en nosotros un calorcito de rojísimas brasas.
PÁGINA 19 – POESÍA AMERICANA: EL SALVADOR
ANA
GABRIELA PADILLA
(San
Salvador-El Salvador)
PATERNÓSTER
Por
no desprenderse del muérdago heredado
del
“estar”, mezclado a los cordones ancestrales
que
maneja la historia;
con
el linaje borbotando la antigua sangre,
el
apetito milenario se enarbola,
prolifera
entre la miasma
dejando
por testigo a una carne nueva
que
renueva y atrapa los nombres.
El
trozo bayuno se hace otro
para
tener sostén y alivio
en
los días en que ya no se es.
De
nuevo es ése,
el
neófito que despierta,
el
meyótico que viene a beberse
la
placenta reciclada de tantos siglos
DAVID
ESCOBAR GALINDO
(Santa
Ana-El Salvador)
1
Te
observo desde el tejado de las obsesiones,
sabiendo
que esta noche no será eterna,
que
el día asomará con su facha de vagabundo,
que
tendremos que seguir siendo lo que somos,
fantasmas,
iluminados,
indigentes,
arcángeles,
ciudadanos
perplejos,
pero
no importa: espérame,
cuando
la noche vuelva yo también volveré
a
observarte mientras duermes desnuda a lo largo de mi cuerpo,
a
observarte desde mi atalaya de búho feliz.
TERESA
ANDRADE
(San
Salvador-El Salvador)
PASILLO
PARA GATOS
Nos
encontramos cinco calles abajo
y
la cocina dejó de ser el
refugio
de las ratas.
Nos
encontramos para cruzar las calles
y
desperdiciar el cigarro a la vuelta de la esquina,
el
comedor dejó de ser el lugar perfecto para esconderse
tras
los manteles que nunca han de mover.
Nos
encontramos para esconder el laberinto de los ojos
y
cargar las compras de la semana.
El
espejo dejó de robarnos personalidad
y
el televisor dejó de ser el centro de
atención
de los miedos y los quejidos.
Nos
sentamos en el parque de la esquina
ha
construir murallas al lado de nuestros pies
porque
los zapatos viejos estorban en el closet
y
dejamos que la ropa se fuera
acumulando
en el sillón.
Ya
para qué seguir con el calvario de los gatos maquillados.
Dejaremos
de encontrarnos
y
tal vez la próxima semana nos tomemos un café.
LUIS
ALVARENGA
(San
Salvador-El Salvador)
V
Yo
he sido las sombras de todos esos condenados.
A
mí, todos los horrores de este círculo.
Yo
fui más allá de las cenizas
y
fui el perfume que se dilapida entre sedas.
Fui
quien enloquece
por
un cuerpo tibio
y
luego cae desde la torre al escarnio.
Soy
las lágrimas que vierten
los
penitentes,
el
futuro malbaratado
por
el cielo fugaz
de
una rosa abierta,
el
que perfuma la tarde
y
sus cenizas.
AÍDA FLORES ESCALANTE
(San Salvador-El
Salvador)
En
busca de la luz
XIII
Xipe
Totec,
traes
contigo las lluvias.
El
tiempo sagrado
de
la siembra del maíz.
Es
mayo.
Renuevas
la vida en el árbol de jiote
y
en las figuras de papel de colores.
Los
ríos, lo pájaros y los niños
cantan
el canto de la vida.
¡Qué
hermoso es verte
mi
Señor Desollado
coronado
de frutas y de sol!
Que
hermoso es verte
como
rayo de luz
fluyendo
al corazón de los hombres,
las
mujeres y los niños
de
Cuscatlán.
ÁLVARO DARÍO LARA
(San Salvador-El Salvador)
Habla
el poeta
La
realidad más íntima termina si
endo
la realidad del poeta.
Y
esto es así.
En
Baton Rouge, Atenas, Jerusalén, San Salvador o Nueva York.
Ciudades
amadas y temidas.
¿Y
por qué?
Si
al final sólo existe el borrador inacabado del poema.
La
torre mayúscula de la feliz y cruel introspección.
Nada
se mueve de nuevo. Todo parece fijo.
Los
constructores siguen instalando tuberías.
La
noche es el criminal viaje del tránsfuga.
Dios
se revela en las canciones
insistentes
de los condenados.
Vienen
las noticias. Nos contaminan los medios.
Dios
floreció en el Acelhuate. En la hierba promiscua
y
resplandeciente de los últimos tejados del barrio La Vega.
Dios,
amigo, nos volvió a enviar un correo electrónico
esta
noche.
PÁGINA 20 – ENSAYO
MIGUEL
ÁNGEL GAVILÁN
(Santa
Fe-Santa Fe-Argentina)
JORGE
AMADO: UN FACTOR DE LECTURAS.
En
esos caminos ajenos fluyen voces, colores, manos y labios que nunca besaremos,
surgen profanos, los contornos que amaremos una sola vez y se diluyen las
formas de lo que ya nunca podremos tener. Esa complejidad del acto de
lectura nos ubica en el vaivén de la palabra del otro, nos doblega y nos
inunda, nos llama y nos abandona.
Jorge Amado es de los escritores que uno destina para leer cuando “tenga tiempo”. Es un narrador víctima de esa muletilla de las horas libres, descuidadas y desobligadas que nunca llegan pero que se desean como la mejor recompensa. Digo, de esos momentos de espaldas al trajín diario donde la lectura puede ser la mejor ocupación de los desocupados; donde nuestra única intención es no querer ser nada más que unos pobres sujetos sumados en el desconcierto de la calma. Porque somos, a esas horas, el último pináculo de la rebeldía en que corre final y fatal, la memoria de los días perdidos.
Entonces, nos detenemos a mirar los libros como retos encuadernados, partes de un universo detenido en los estantes de la biblioteca, esperando que alguien se acerque a vivir sus historias. O a revivirlas. El tiempo parece no pasar en las repisas pero sigue pasando con su ritmo susurrado de papel que se herrumbra, con su fatiga en la fatiga de las horas. A través de los libros el tiempo se doblega. Es una batalla desigual, tan pretérita como el deseo, como la rabia o el sueño, pero que a la vez nos llama manteniéndonos erguidos detrás de la pereza, por encima y además de cualquier renunciación.
Este verano fue uno de esos en que el tiempo se detiene y nos dialoga al oído. Nos incita a parar, nos da una tregua, nos entrega la tranquilidad necesaria para leer los tan postergados textos a los que nunca les dimos importancia.
Porque eso es lo que me pasó con Jorge Amado: no le di importancia. Nunca se toma en serio lo que es comercial, esos títulos que se escuchan de boca en boca, mientras viajamos en ascensor o caminamos hacia la oficina. Son nombres o autores a los que con solo ver la cara de quien los nombra con admiración, ya se nos derrumban o, peor aún, pasan a engrosar el depósito de lo que consideramos la literatura chatarra o pasatista.
Yo había comprado en una época muchos títulos de Jorge Amado. Había visto dos películas, “Doña Flor y sus dos maridos” y “Gabriela clavo y canela”. Ninguna de las dos me parecieron grandes obras cinematográficas pero no obstante cierto trabajo de los personajes como el perfil de los maridos de Doña Flor, o la descripción aparentemente jocosa de la sociedad provinciana realizada en “Gabriela...” me despertaron curiosidad por ese autor del que todos hablaban en los colectivos, en los mercados, las mujeres en las peluquerías y los hombres en las estaciones de servicio. La década del ’80 estuvo sumamente empapada por la felicidad caliente de Amado. Yo me acuerdo que la gente hablaba de sus textos y gozaba repitiendo pasajes de ellos. Amado, de alguna forma había tocado una fibra de la sociedad latina al centrar sus novelas y cuentos en la pobreza de las favelas o en los barrios proletarios de Bahía, su Bahía, proyectando esa visión de la decadencia al resto de América y del mundo, como si fuera una forma del ritmo, un jolgorio. Amado resemantiza el significado de la miseria, lo filtra a través de un cedazo de vitalidades y de deseos hasta hacer de esa temática decadente una forma de celebrar la vida.
Amado protesta desde la felicidad de los oprimidos. El autor encapsula el dolor, el pesar, la decadencia y los abusos dentro de una burbuja de ritmos que sin dejar de ser sensuales hacen de ese objeto que se denuncia el germen central del goce. Vale decir: el bahiano de Amado se impulsa desde su dolor para hundirse y justificar su contento.
El autor toma el camino más árido puesto que opta por el goce de los sentidos para denunciar la falta de sentido de los poderosos; se asoma a los actos carnales por intermedio de sus prostitutas, mujeres simples que se enorgullecen de hacer favores y dar el cariño que las esposas ya no pueden dar, para llegar a valorizar el verdadero amor, ese sin tregua, sin tapujos, sin consuelo que delira y hace delirar. En Amado el sexo es el hilo conducente para hablar del amor puro, del desinterés absoluto de toda relación, del desbocado abandono en los brazos del otro. Apresa la lujuria y la transforma en código de gestos, en goces de miradas, en seducción llena de mares y de mujeres que se obstinan por alcanzar la dicha.
La obra de este autor tiene dos características fundamentales: es extensa y es compleja. Su misma extensión complejiza la obra ya que resulta difícil recortar un corpus de análisis sabroso para su estudio y representativo de una propuesta literaria. Pero, como ventaja de esa extensión, tenemos que la obra de Amado es temáticamente variada.
Dentro de su producción encontramos desde la novela romántica (“Doña Flor...·”, “Gabriela...”, “Teresa Batista cansada de guerra”), pasando por la histórica (“Romance de castro Alves”) y por la de costumbres (“El país del carnaval”, “Tienda de Milagros”), hasta llegar a la de hondo contenido social donde profundas discrepancias políticas ubican a la enunciación en la no siempre recomendable tribuna de la denuncia (“Capitanes de la Arena”, “Agonía de la noche”). Digo ‘no siempre recomendable’ puesto que los textos de denuncia traen en sí una saturación, un límite que lo impone la denuncia misma, que va en desmedro muchas veces del potencial artístico de la obra. “Capitanes de la arena” constituye a mi criterio el punto más alto en la narrativa social de Amado, no solamente por el fresco cultural que logra, donde las convulsiones de una sociedad de valores destruidos o en plena destrucción se imbrican y se tuercen, se cortan y se ahogan entre sí, hasta transformar la vida en un estertor de moribundos, en un lecho embarrado como la playa donde pululan los niños que protagonizan la historia; sino porque es una novela hermosa, es un bello trabajo literario en donde la realidad que se figura no sojuzga los recursos expresivos de una pluma brillante.
Si bien la crítica social está presente en todos sus textos, es en las novelas en donde no se plantea hacer un panegírico de la lucha del pueblo bahiano, en donde está más viva la crítica hacia cualquier forma de totalitarismo y abuso político.
Pongo por ejemplo el caso de “Teresa Batista...”. En ella hay una parte donde Teresa, siendo niña es vendida por su tía a un terrateniente rico que abusa sexualmente de ella hundiéndola en un mar de violencia física y sicológica que la anula hasta reducirla a la bestialidad. Esa relación forzada, no es más que un pasaje de la historia pero sintetiza un conflicto social del que el propio Amado fue testigo. La novela cuenta en esta parte el enfrentamiento desajustado de dos fuerzas: los que ostentan el poder y los que son carne de cañón de ese poder.
Teresa Batista, niña, huérfana, salvaje, desprovista de toda maldad, brutalmente hermosa representa al Brasil grosero, ventral, asfixiado entre olores de hebras y sudores de carnavales deshojados en noches de fiesta. Es el grito. Contrariamente, Justiniano Duarte Da Rosa, el hombre imponente del traje blanco, que lleva una cadena al cuelo en la que cada eslabón es cada una de las muchachas vírgenes que él violó en circunstancias análogas a las de Teresa, configura el poder descontrolado, atropellador taimado, es un poder de pies embarrados y barrigas llenas. Es el que seduce a través del golpe, del latigazo pespunteando la carne de los caídos. Ese poder de masacre en un Brasil que abre los ojos en mitad de una nube de miedo y silencio.
Teresa le dará resistencia hasta que todo su orgullo de ser humano se doblegue ante el dominador. El final de la contienda lo marca Justiniano cuando le quema los pies a la niña con un bracero completando con su caída, el dominio del rebelde.
Si bien hay un recupero de la fuerza del pueblo Bahiano cuando Teresa mata a Justiniano de una puñalada, varios capítulos después; es éste enfrentamiento de la primera violación el que más fija el panorama de la lucha.
Más adelante aparece Daniel, el muchacho rico que enamora a Teresa y que precipita el desenlace. En este nuevo juego de opuestos establecido entre el joven y Justiniano, Amado especifica que, sin embargo estar enfrentados, Teresa y Justiniano son los verdaderos hijos del lugar, ambos son la bastardía de la barbarie, y ambos quieren algo de Daniel: Justiniano, un lugar en la clase acomodada, ese sitio al que ni siquiera su dinero le permite llegar; Teresa, un amor correspondido, un arrullo aunque sea débil que la ayude a continuar en su rol de descastada.
El novelista tiene esa curiosa virtud de hacer luchar a sus personajes desde el amor. El amor refugio y exilio. Quien se enamora de verdad en el mundo de Amado queda automáticamente preso en un ambiente sofocante de pelea y descanso, de contienda y exceso, de placidez y desolación. A su vez, el sexo en este autor es arma y delito. En el acto sexual se repliega y se expande la alevosía de los que participan.
Ese ejército de prostitutas comprensivas, que arrullan a sus clientes como si fueran niños de pecho; esas mujeres que se pasean casi desnudas por sus novelas, imponentes morenas que sacuden su inocencia como una provocación; esos muchachos que compran noches viejas de placeres abigarrados en camas pobres, constituyen tópicos en donde la lucha carnal es una lucha de poder, de imposición y destierro de perdurabilidad por encima del otro y de muerte.
Por eso en sus novelas proliferan las camas. Lechos desvencijados donde se derriten los cuerpos, llanuras de edredones, almohadas como senos, rulos de cobertores como cuencos, enredos de fundas y cobijas, tensores de batistas y firuletes de monogramas, son síntesis de la ira de los que pelean, centinelas vitalicios de una lucha de clase que se resuelve con jadeos y pulsos repentinos, con golpes y tocamientos, con la potencia y la mesura más desbarrancadas del deseo.
Jorge Amado es de los escritores que uno destina para leer cuando “tenga tiempo”. Es un narrador víctima de esa muletilla de las horas libres, descuidadas y desobligadas que nunca llegan pero que se desean como la mejor recompensa. Digo, de esos momentos de espaldas al trajín diario donde la lectura puede ser la mejor ocupación de los desocupados; donde nuestra única intención es no querer ser nada más que unos pobres sujetos sumados en el desconcierto de la calma. Porque somos, a esas horas, el último pináculo de la rebeldía en que corre final y fatal, la memoria de los días perdidos.
Entonces, nos detenemos a mirar los libros como retos encuadernados, partes de un universo detenido en los estantes de la biblioteca, esperando que alguien se acerque a vivir sus historias. O a revivirlas. El tiempo parece no pasar en las repisas pero sigue pasando con su ritmo susurrado de papel que se herrumbra, con su fatiga en la fatiga de las horas. A través de los libros el tiempo se doblega. Es una batalla desigual, tan pretérita como el deseo, como la rabia o el sueño, pero que a la vez nos llama manteniéndonos erguidos detrás de la pereza, por encima y además de cualquier renunciación.
Este verano fue uno de esos en que el tiempo se detiene y nos dialoga al oído. Nos incita a parar, nos da una tregua, nos entrega la tranquilidad necesaria para leer los tan postergados textos a los que nunca les dimos importancia.
Porque eso es lo que me pasó con Jorge Amado: no le di importancia. Nunca se toma en serio lo que es comercial, esos títulos que se escuchan de boca en boca, mientras viajamos en ascensor o caminamos hacia la oficina. Son nombres o autores a los que con solo ver la cara de quien los nombra con admiración, ya se nos derrumban o, peor aún, pasan a engrosar el depósito de lo que consideramos la literatura chatarra o pasatista.
Yo había comprado en una época muchos títulos de Jorge Amado. Había visto dos películas, “Doña Flor y sus dos maridos” y “Gabriela clavo y canela”. Ninguna de las dos me parecieron grandes obras cinematográficas pero no obstante cierto trabajo de los personajes como el perfil de los maridos de Doña Flor, o la descripción aparentemente jocosa de la sociedad provinciana realizada en “Gabriela...” me despertaron curiosidad por ese autor del que todos hablaban en los colectivos, en los mercados, las mujeres en las peluquerías y los hombres en las estaciones de servicio. La década del ’80 estuvo sumamente empapada por la felicidad caliente de Amado. Yo me acuerdo que la gente hablaba de sus textos y gozaba repitiendo pasajes de ellos. Amado, de alguna forma había tocado una fibra de la sociedad latina al centrar sus novelas y cuentos en la pobreza de las favelas o en los barrios proletarios de Bahía, su Bahía, proyectando esa visión de la decadencia al resto de América y del mundo, como si fuera una forma del ritmo, un jolgorio. Amado resemantiza el significado de la miseria, lo filtra a través de un cedazo de vitalidades y de deseos hasta hacer de esa temática decadente una forma de celebrar la vida.
Amado protesta desde la felicidad de los oprimidos. El autor encapsula el dolor, el pesar, la decadencia y los abusos dentro de una burbuja de ritmos que sin dejar de ser sensuales hacen de ese objeto que se denuncia el germen central del goce. Vale decir: el bahiano de Amado se impulsa desde su dolor para hundirse y justificar su contento.
El autor toma el camino más árido puesto que opta por el goce de los sentidos para denunciar la falta de sentido de los poderosos; se asoma a los actos carnales por intermedio de sus prostitutas, mujeres simples que se enorgullecen de hacer favores y dar el cariño que las esposas ya no pueden dar, para llegar a valorizar el verdadero amor, ese sin tregua, sin tapujos, sin consuelo que delira y hace delirar. En Amado el sexo es el hilo conducente para hablar del amor puro, del desinterés absoluto de toda relación, del desbocado abandono en los brazos del otro. Apresa la lujuria y la transforma en código de gestos, en goces de miradas, en seducción llena de mares y de mujeres que se obstinan por alcanzar la dicha.
La obra de este autor tiene dos características fundamentales: es extensa y es compleja. Su misma extensión complejiza la obra ya que resulta difícil recortar un corpus de análisis sabroso para su estudio y representativo de una propuesta literaria. Pero, como ventaja de esa extensión, tenemos que la obra de Amado es temáticamente variada.
Dentro de su producción encontramos desde la novela romántica (“Doña Flor...·”, “Gabriela...”, “Teresa Batista cansada de guerra”), pasando por la histórica (“Romance de castro Alves”) y por la de costumbres (“El país del carnaval”, “Tienda de Milagros”), hasta llegar a la de hondo contenido social donde profundas discrepancias políticas ubican a la enunciación en la no siempre recomendable tribuna de la denuncia (“Capitanes de la Arena”, “Agonía de la noche”). Digo ‘no siempre recomendable’ puesto que los textos de denuncia traen en sí una saturación, un límite que lo impone la denuncia misma, que va en desmedro muchas veces del potencial artístico de la obra. “Capitanes de la arena” constituye a mi criterio el punto más alto en la narrativa social de Amado, no solamente por el fresco cultural que logra, donde las convulsiones de una sociedad de valores destruidos o en plena destrucción se imbrican y se tuercen, se cortan y se ahogan entre sí, hasta transformar la vida en un estertor de moribundos, en un lecho embarrado como la playa donde pululan los niños que protagonizan la historia; sino porque es una novela hermosa, es un bello trabajo literario en donde la realidad que se figura no sojuzga los recursos expresivos de una pluma brillante.
Si bien la crítica social está presente en todos sus textos, es en las novelas en donde no se plantea hacer un panegírico de la lucha del pueblo bahiano, en donde está más viva la crítica hacia cualquier forma de totalitarismo y abuso político.
Pongo por ejemplo el caso de “Teresa Batista...”. En ella hay una parte donde Teresa, siendo niña es vendida por su tía a un terrateniente rico que abusa sexualmente de ella hundiéndola en un mar de violencia física y sicológica que la anula hasta reducirla a la bestialidad. Esa relación forzada, no es más que un pasaje de la historia pero sintetiza un conflicto social del que el propio Amado fue testigo. La novela cuenta en esta parte el enfrentamiento desajustado de dos fuerzas: los que ostentan el poder y los que son carne de cañón de ese poder.
Teresa Batista, niña, huérfana, salvaje, desprovista de toda maldad, brutalmente hermosa representa al Brasil grosero, ventral, asfixiado entre olores de hebras y sudores de carnavales deshojados en noches de fiesta. Es el grito. Contrariamente, Justiniano Duarte Da Rosa, el hombre imponente del traje blanco, que lleva una cadena al cuelo en la que cada eslabón es cada una de las muchachas vírgenes que él violó en circunstancias análogas a las de Teresa, configura el poder descontrolado, atropellador taimado, es un poder de pies embarrados y barrigas llenas. Es el que seduce a través del golpe, del latigazo pespunteando la carne de los caídos. Ese poder de masacre en un Brasil que abre los ojos en mitad de una nube de miedo y silencio.
Teresa le dará resistencia hasta que todo su orgullo de ser humano se doblegue ante el dominador. El final de la contienda lo marca Justiniano cuando le quema los pies a la niña con un bracero completando con su caída, el dominio del rebelde.
Si bien hay un recupero de la fuerza del pueblo Bahiano cuando Teresa mata a Justiniano de una puñalada, varios capítulos después; es éste enfrentamiento de la primera violación el que más fija el panorama de la lucha.
Más adelante aparece Daniel, el muchacho rico que enamora a Teresa y que precipita el desenlace. En este nuevo juego de opuestos establecido entre el joven y Justiniano, Amado especifica que, sin embargo estar enfrentados, Teresa y Justiniano son los verdaderos hijos del lugar, ambos son la bastardía de la barbarie, y ambos quieren algo de Daniel: Justiniano, un lugar en la clase acomodada, ese sitio al que ni siquiera su dinero le permite llegar; Teresa, un amor correspondido, un arrullo aunque sea débil que la ayude a continuar en su rol de descastada.
El novelista tiene esa curiosa virtud de hacer luchar a sus personajes desde el amor. El amor refugio y exilio. Quien se enamora de verdad en el mundo de Amado queda automáticamente preso en un ambiente sofocante de pelea y descanso, de contienda y exceso, de placidez y desolación. A su vez, el sexo en este autor es arma y delito. En el acto sexual se repliega y se expande la alevosía de los que participan.
Ese ejército de prostitutas comprensivas, que arrullan a sus clientes como si fueran niños de pecho; esas mujeres que se pasean casi desnudas por sus novelas, imponentes morenas que sacuden su inocencia como una provocación; esos muchachos que compran noches viejas de placeres abigarrados en camas pobres, constituyen tópicos en donde la lucha carnal es una lucha de poder, de imposición y destierro de perdurabilidad por encima del otro y de muerte.
Por eso en sus novelas proliferan las camas. Lechos desvencijados donde se derriten los cuerpos, llanuras de edredones, almohadas como senos, rulos de cobertores como cuencos, enredos de fundas y cobijas, tensores de batistas y firuletes de monogramas, son síntesis de la ira de los que pelean, centinelas vitalicios de una lucha de clase que se resuelve con jadeos y pulsos repentinos, con golpes y tocamientos, con la potencia y la mesura más desbarrancadas del deseo.
PÁGINA 21 – POESÍA
AMERICANA: COSTA RICA
ADRIANO CORRALES ARIAS
(San Carlos-Costa Rica)
MUJERES
Sentadas o volando.
Desnudas. Plurales.
Danzantes en la labor comunal.
Entre sueños. En el vientre del espanto.
Mujeres en la sombra.
Al trasluz de la linterna.
En el tren de pasajeros.
En la casa de los huérfanos.
La historia les pertenece.
La hicieron / la están pariendo.
Nosotros la editamos.
Pero ¿quién pudiera escribir
las crónicas ciertas de sus quehaceres?
Desnudas. Plurales.
Danzantes en la labor comunal.
Entre sueños. En el vientre del espanto.
Mujeres en la sombra.
Al trasluz de la linterna.
En el tren de pasajeros.
En la casa de los huérfanos.
La historia les pertenece.
La hicieron / la están pariendo.
Nosotros la editamos.
Pero ¿quién pudiera escribir
las crónicas ciertas de sus quehaceres?
Porque del tálamo a hervir la leche.
En la hora de la siembra y de la siega.
En el centro de la noche.
En el relámpago de la siesta.
En la caricia apetecida.
En la batalla cotidiana.
En la ribera amanecida.
En la frutosidad de la fiesta.
En la oscurana de la tragedia.
Ellas / siempre ellas.
Sin su faena no habría luna llena.
Sin su lucidez no tendríamos locura.
Son el territorio inédito del poema.
En la hora de la siembra y de la siega.
En el centro de la noche.
En el relámpago de la siesta.
En la caricia apetecida.
En la batalla cotidiana.
En la ribera amanecida.
En la frutosidad de la fiesta.
En la oscurana de la tragedia.
Ellas / siempre ellas.
Sin su faena no habría luna llena.
Sin su lucidez no tendríamos locura.
Son el territorio inédito del poema.
ALEJANDRA CASTRO BONILLA
(San José-Costa Rica)
HURACANADA
A mi madre
Contraatacando
tu vértice emerge
y me lanzo al Norte
allá donde no me reconozco
donde provoca no ser herida
y esconderme de tu cántico
de tu galaxia sangrante.
Pero no me sirve mirarte de lejos
y vivir en el punto exacto
del que huíamos antes
tantas veces.
Aquí dejaste el frío que te encerraba
la cárcel
las rejas de antaño.
No me sirve el norte
por la absurda lejanía
que ya implica su silencio
y por todo lo que esconde.
Pero tu soledad convergente
se apiada
y con el mismo giro de tu huracán
me aferro al Este
espejo de viento y luna en anverso
prohibitiva catarsis
en que la tierra se descuartiza
y me cabe entera entre las manos.
Yo no sé jugar con tu universo
y seguís igual de distante
Eréndira aferrada a su soliloquio.
No estoy allí para vos
es cierto
pocas veces lo dijiste.
Estoy en el Este azur
de un blanco empedernido
casi transparente.
Y desde aquí nada
ni siquiera te diviso.
Así no más.
Estoy donde provoca la niebla
un fantasma
y se arremolina la certeza
de no conocerte.
Estoy donde una vez quisiste que te viera
entre murmullos aterrados
entre sumisiones ascéticas
mirando por una buhardilla
la inmensidad oculta de tu cuerpo.
Y en el poniente
anocheciendo tu vuelo
resistiéndome siempre a la sola idea
de que una vez te arrebaté las alas
y quedaste alucinando entre jirones.
Se hizo la constelación de la rosa
de la rosa de los mares eternos
reventando mis costas
pariendo.
Después esa necesidad terrible
de seguir brillando
y el Oeste rojizo te encierra
te absorbe hacia su luz
pero vos
que todo lo viste
reconocés el infierno.
Y tu ángulo que se extiende
sigue intacto
no dejándose llevar hacia el fuego
siempre en el centro imponente
provocando tempestades.
Y yo te quiero
no hablo
ni siquiera me acerco.
Recibo en mi Oeste
tu luz agotada
que provoca esa impotencia
esas ganas de salir corriendo
hacia el génesis que lleva escrito tu nombre.
Pero y es que vuelve
vuelve siempre el huracán
y yo que me dejo arrastrar
en su voz orgiástica de cuatro soles
llego al borde
al Sur que apunta
que amenaza siempre
con su filo de estalactita
chorreando constantemente un carmesí.
Aquí donde los vientos cruzaron la Tierra de Fuego
donde se quebró el mandala
y quedó tu aroma flotando buscando un mar.
Aquí donde lo que provoca
es seguir creciendo a pesar de la muerte
que llevamos derramada por dentro
donde lo que provoca es cualquier cosa
menos conocernos.
Y a veces aquí
donde añoramos tu mirada apacible
prolongada.
Yo no quiero caer
en este abismo erosionado
en esta ausencia de contornos
donde de todo lo que ves
nada existe
nada
más que tu palpitar fortísimo
que me llama
tu magia que me extrae
hasta que logro deshacer remolinos
cruzar descalza los arrecifes
asirme del magma esculpirme en roca
y llegar finalmente allí
hasta tu furia
en el centro
hasta tu libertad desconocida
hasta vos
hasta tus sueños censurados
inconsciencia de vida
hasta tu mano, nacimiento y muerte
hasta el grito que escuché
mientras huía
hasta tu eje permanente
hasta la convergencia
nuevamente huracanada
hasta vos
hasta donde estabas sola.
A mi madre
Contraatacando
tu vértice emerge
y me lanzo al Norte
allá donde no me reconozco
donde provoca no ser herida
y esconderme de tu cántico
de tu galaxia sangrante.
Pero no me sirve mirarte de lejos
y vivir en el punto exacto
del que huíamos antes
tantas veces.
Aquí dejaste el frío que te encerraba
la cárcel
las rejas de antaño.
No me sirve el norte
por la absurda lejanía
que ya implica su silencio
y por todo lo que esconde.
Pero tu soledad convergente
se apiada
y con el mismo giro de tu huracán
me aferro al Este
espejo de viento y luna en anverso
prohibitiva catarsis
en que la tierra se descuartiza
y me cabe entera entre las manos.
Yo no sé jugar con tu universo
y seguís igual de distante
Eréndira aferrada a su soliloquio.
No estoy allí para vos
es cierto
pocas veces lo dijiste.
Estoy en el Este azur
de un blanco empedernido
casi transparente.
Y desde aquí nada
ni siquiera te diviso.
Así no más.
Estoy donde provoca la niebla
un fantasma
y se arremolina la certeza
de no conocerte.
Estoy donde una vez quisiste que te viera
entre murmullos aterrados
entre sumisiones ascéticas
mirando por una buhardilla
la inmensidad oculta de tu cuerpo.
Y en el poniente
anocheciendo tu vuelo
resistiéndome siempre a la sola idea
de que una vez te arrebaté las alas
y quedaste alucinando entre jirones.
Se hizo la constelación de la rosa
de la rosa de los mares eternos
reventando mis costas
pariendo.
Después esa necesidad terrible
de seguir brillando
y el Oeste rojizo te encierra
te absorbe hacia su luz
pero vos
que todo lo viste
reconocés el infierno.
Y tu ángulo que se extiende
sigue intacto
no dejándose llevar hacia el fuego
siempre en el centro imponente
provocando tempestades.
Y yo te quiero
no hablo
ni siquiera me acerco.
Recibo en mi Oeste
tu luz agotada
que provoca esa impotencia
esas ganas de salir corriendo
hacia el génesis que lleva escrito tu nombre.
Pero y es que vuelve
vuelve siempre el huracán
y yo que me dejo arrastrar
en su voz orgiástica de cuatro soles
llego al borde
al Sur que apunta
que amenaza siempre
con su filo de estalactita
chorreando constantemente un carmesí.
Aquí donde los vientos cruzaron la Tierra de Fuego
donde se quebró el mandala
y quedó tu aroma flotando buscando un mar.
Aquí donde lo que provoca
es seguir creciendo a pesar de la muerte
que llevamos derramada por dentro
donde lo que provoca es cualquier cosa
menos conocernos.
Y a veces aquí
donde añoramos tu mirada apacible
prolongada.
Yo no quiero caer
en este abismo erosionado
en esta ausencia de contornos
donde de todo lo que ves
nada existe
nada
más que tu palpitar fortísimo
que me llama
tu magia que me extrae
hasta que logro deshacer remolinos
cruzar descalza los arrecifes
asirme del magma esculpirme en roca
y llegar finalmente allí
hasta tu furia
en el centro
hasta tu libertad desconocida
hasta vos
hasta tus sueños censurados
inconsciencia de vida
hasta tu mano, nacimiento y muerte
hasta el grito que escuché
mientras huía
hasta tu eje permanente
hasta la convergencia
nuevamente huracanada
hasta vos
hasta donde estabas sola.
ALÍ VÍQUEZ JIMÉNEZ
(Heredia-Costa Rica)
AYER EN BUCAREST
Vamos a probar que de jóvenes
estuvimos en Bucarest.
La ciudad era un entierro de pobre
cuando el invierno le cubría
sus alas de profeta socialista.
Negros los carruajes del frío,
y rojas las trompetas
que asomaban sus narices a la calle.
Antes de esto, el otoño tenía un galope
que se escuchaba como un coro de tropiezos
en una iglesia de cristales.
Los cielos grises se levantaban
temprano para asistir
a la lluvia más triste.
Y antes todavía, el verano
gobernaba los agobios
en un tiempo cuyo nombre
no queremos pronunciar,
y pintando sus yeguas de amarillo
ordenaba ensillar pronto
y no mover ni una pezuña.
Al final, la primavera
de Bucarest
increíblemente no nos trajo
muchachas perfumadas de rocío,
no desarrolló intrépidas aventuras
en sus balcones periféricos,
ni ofreció a nuestras mercedes
una paleta surtida de colores.
El azul se adueñó de esas flores
que desde entonces eran un recuerdo
seco de las tardes inconclusas.
¿Qué les parece ahora?
¿Hemos probado que fuimos a Bucarest?
¿O más bien hemos establecido
nuestra tendencia crónica a la depresión
y quizás los alarmantes indicios
de una personalidad múltiple
y sin embargo monótona?
ANA ISTARÚ
(San José-Costa Rica)
ÁBRETE
SEXO
Ábrete
sexo
como
una flor que accede,
descorre
las aldabas de tu ermita,
deja
escapar
al
nadador transido,
desiste,
no retengas
sus
frágiles cabriolas,
ábrete
con arrojo,
como
un balcón que emerge
y
ostenta sobre el aire sus geranios.
Desenfunda,
oh
poza de penumbra, tu misterio.
No
detengas su viaje al navegante.
No
importa que su adiós
te
hiera como cierzo,
como
rayo de hielo que en la pelvis
aloja
sus astillas.
Ábrete
sexo,
hazte
cascada,
olvida
tu tristeza.
Deja
partir al niño
que
vive en tu entresueño.
Abre
gallardamente
tus
cálidas compuertas
a
este copo de mieles,
a
este animal que tiembla
como
un jirón de viento,
a
este fruto rugoso
que
va a hundirse en la luz con arrebato,
a
buscar como un ciervo con los ojos cerrados
los
pezones del aire, los dos senos del día.
CARLOS
FRANCISCO MONGE
(San
José-Costa Rica)
LA LECCIÓN
Mientras el profesor prepara sus palabras,
con el mayor cuidado las elige,
las borda, meticulosamente las pule;
mientras duda un momento si aquella idea,
este concepto, la tesis tan de moda;
mientras se ajusta la corbata,
recoge su cartera, sale al público
y callan embebidos los oyentes de las manos
heladas,
queda un joven oculto,
como una sombra presumida ausente para siempre,
con el mar como música de fondo,
lleno de perfección en sus caricias,
con el fulgor del tiempo
y la humedad exacta y necesaria
de otras palabras vírgenes, enhiestas;
y corre una vez más por ríos levantados;
no pregunta, no cede, no intenta la piedad
y se mira en espejos prohibidos,
sin soportar, viviendo venidero.
¿Cómo soñar lo que se pierde a trancos,
cómo llegar al punto de cuidar las palabras,
tasarlas, cautelosamente ordenarlas,
como este ínfimo instante,
tan pronto a rebatir teorías de moda,
corbatas, ceremonias, alocuciones?
Mientras duda un momento
se mira el profesor ante el espejo
y el efebo respira, fulgente,
danzando entre las sombras.
ARABELLA
SALAVERRY
(San
José-Costa Rica)
CHICAS
MALAS
Fuimos
las chicas malas
Asustamos
a vecinos
escandalizamos
a señoras
de
misal y rosario
Siempre
de negro
diluidas
entre sombras
y
desapareciendo en los espejos
Tomábamos
coñac
en
tardes infinitas
mientras
el jazz
nos
cubría
para
escurrirse luego
por
los poros
Disfrutábamos
la hierba
ocasionalmente
sin
compulsiones
cuando
queríamos
abrir
los ventanales del cielo
y
mirar infinitamente lo que hubiese
Nacimos
despidiendo guerras
vivimos
Viet Nam
un
acto obsceno
y
en la piel
el
dolor de Hiroshima
y
Nagasaki
Nos
desvelamos con Sartre
Pero
fue Simone quien ayudó
a
hilvanar nuestra protesta
Consideramos
a los Beatles
un
tanto pueriles
era
Piaff
quien
nos alimentaba
Trenzamos
flores
guirnaldas
pero
fuimos suspicaces
con
las exportaciones del Norte
Nunca
pensamos
que
seríamos reinas
Sí
quisimos con el Che
ser
compañeras
Compartimos
cuerpo y alma
sin
pedir nada a cambio
La
vida ha sido nuestro manifiesto
Encendimos
lámparas
para
apagar la angustia
de
estar vivas
Vivimos
tan
pero
tan intensamente
que
ningún dolor nos fue
ni
nos podrá ser jamás ajeno
Fuimos
las chicas malas
Olíamos
a incienso
A
pachulí
otras
veces a menta fresca
Pero
el olor
que
nos acompañó
fue
el de la melancolía
Fuimos
las chicas malas
y
aunque no lo confiese abiertamente
por
el qué dirán
los
hijos
los
amigos sensatos
el
perro
los
parientes
seguimos
y seguiremos siendo
chicas
malas
PÁGINA 22 – NARRATIVA BREVE
EDUARDO FRANCISCO COIRO
(Lomas de Zamora-Buenos Aires-
Argentina)
SIOFN
El hombre lee su
informe otra vez:
"He observado
que hacemos el amor en la esperable indiferencia con la que un empleado
administrativo lee, firma y sella un expediente. Para el cual lo verdaderamente
importante es el control. Que el expediente este en el estante correcto,
disponible para cuando sea necesario otra firma, otro sello, pasarlo a otro
estante con cierta indiferencia como si fuera a otro abandono. (....)"
"Después de
haber pasado varias veces por el planeta Siofn los seres tienen una vida sin
pasión. Los supera saber que su nuevo cuerpo tiene fecha de vencimiento; ya no
sienten estar en una vida verdadera con peligros y desafíos, incertidumbres,
frustraciones.... se limitan a administrar su tiempo en redes psicofísicas a
las que confirman su pertenencia con gestos tan automáticos, tan naturalizados
en su inconsciencia (...)"
Por eso el hombre
ruega que lo transfieran a un planeta de "sangre caliente" donde la
vida merezca ser vivida. Donde pueda sentir de nuevo -como aquella remota vez-
que cada instante es un principio y un final.
MI PADRE SILBANDO EN LA NOCHE
Ahí va mi padre
silbando en la madrugada. Es primavera. No alcanza con el canto cíclico de los
zorzales. Mi padre se acompaña silbando. Es una melodía que alguna vez le
escuche cantar en italiano, habla del amor perdido de una napolitana. Cada vez
que lo escuchaba silbar aquella melodía era como si hablara en él toda la
tristeza que tenía adentro.
Mi padre un hombre
de silencio. De pocas palabras, las justas y necesarias.
Ahora que volvió la
primavera y los zorzales cantan ó silban su insomnio. Mi padre vuelve a caminar
a la madrugada hasta la avenida bajo las estrellas o la tempestad para ir
trabajar a la fábrica. Esta sólo y se acompaña silbando su amor a una
napolitana.
LEGADO
Le dejó a su
sobrino sus cuadernos por legado. Le llegaron embalados en una caja y atados
con hilo de yute. Son cuadernos comunes de hojas rayadas y espiral que vienen
con su título en la tapa. El hombre elije abrir el que dice “Amor”.
Son frases sueltas.
Según parece muchas eran propias, del propio saber del tío gestado en años de
andar por la vida. Otras escuchadas. A veces frases subrayadas con resaltador
en un recorte de diario.
Esta todo
prolijamente anotado con su letra cursiva grande y clara, que le elogiaban
tanto en su empleo de revisor de cuentas.
El hombre va al
final del cuaderno. Esa es la última frase. Tiene una aclaración:
“Me dicen en el bar
que lo dijo la Rosa Montero en un reportaje. No es textual, la escribo con mi
memoria no tan buena…"
Lo verdaderamente
heroico es querer al otro tal cual es.
"Tal cual el
otro es" -Escribe para dar énfasis a la frase.
Luego sigue una
reflexión:
“Cada vez seremos más los viejos solitarios.
Hasta que lleguemos a estar sentados en el geriátrico mirando un Potus. Con
suerte habrá una ventana para ver el movimiento de la calle.
Y una mañana
cualquiera, una viejita se siente al lado nuestro. Nos tome la mano.
Y sea tarde para
casi todo, menos para sonreír”
AULLIDOS
Es la medianoche.
Han apagado las luces del vagón para que la gente duerma.
Afuera hay un cielo
estrellado y luna plena que ilumina el interior del vagón, dibuja formas
extrañas según ingresan las sombras altas que bordean cada tanto el recorrido.
El hombre lee a Saramago gracias a una débil luz individual. Encuentra una
frase que lo sacude: "La culpa es un lobo que se come al hijo después de
haber devorado al padre".
Piensa en su padre,
nacido en un hogar campesino en la Italia de 1923. Ese sueño que lo sacudió ya
anciano: los lobos se comían a sus ovejas y él no podía hacer nada para
evitarlo. Así se despertó, de esa cara de espanto de su padre, el hombre no se
olvida. Piensa en su padre, en él, en sus hijos. En otros padres con sus hijos.
Todos acechados y finalmente devorados por la culpa. El espanto no lo deja
dormir.
PÁGINA 23 – POESÍA
AMERICANA: PANAMÁ
DAVID RÓBINSON
(Panamá-Panamá)
Un golpe de playa y la risa
Sin pedir permiso
Besa unos labios
Y sin dar una excusa
La oleada de cabellos mojados
En la playa de mejillas
Juega con unos hoyuelos
Cuatro ojos se topan y no corren a ocultarse
Dos miradas y ninguna de Eros
Diez dedos se entrelazan y ni uno es de la sirena
Tanto amor para otros
Y él desamorado
Tantas canciones para otras
Y ella sin música
LUZ LESCURE
(Panamá-Panamá)
ARS
LÚDICA
Cuando estemos allí
de nuevo en el principio
-luego de tanto andar en manos de la razón-
podremos jugar al fin con pedruscos de colores,
asombrarnos de la lluvia, el sol,
y el alma de los árboles.
Recordaremos tristes el olvido milenario
del hermoso animal de humedad y piel
que casi se nos pierde.
Podremos volar sonrientes en sueños de ternura
sin el dedo inquisidor del censor implacable
y mirarnos desnudos, otra vez, al espejo.
Cuando estemos allí
de nuevo en el principio
-luego de tanto andar en manos de la razón-
podremos jugar al fin con pedruscos de colores,
asombrarnos de la lluvia, el sol,
y el alma de los árboles.
Recordaremos tristes el olvido milenario
del hermoso animal de humedad y piel
que casi se nos pierde.
Podremos volar sonrientes en sueños de ternura
sin el dedo inquisidor del censor implacable
y mirarnos desnudos, otra vez, al espejo.
HÉCTOR COLLADO
(Panamá-Panamá)
CONSTRUYAMOS
UN PUENTE
Un
paso obligado
para ir y venir
sin miedos,
ni restricciones
Levantemos un puerto
un sitio donde regresar
donde quedarse si hay sed
o hace frío
o faltan abrazos,
por si sobra soledad.
Instalemos una puerta
- para salir -
para no quedarse;
para salir a volar
de cuando en cuando.
para ir y venir
sin miedos,
ni restricciones
Levantemos un puerto
un sitio donde regresar
donde quedarse si hay sed
o hace frío
o faltan abrazos,
por si sobra soledad.
Instalemos una puerta
- para salir -
para no quedarse;
para salir a volar
de cuando en cuando.
Construyamos
un puente
para que en la despedida
- eternoretorno -
todo se vuelva camino.
para que en la despedida
- eternoretorno -
todo se vuelva camino.
VICTORIA
MENDOZA
(Panamá-Panamá)
III
Rafael me acompaña ahora. Me ha construido una casa
de tablones.
Mis árboles se han
muerto desde la infancia
y la tierra es
áspera como tu rostro que se aflige de lejos.
Te bañas afuera para
no incomodarnos. Crees que no te veo.
Se me está secando
la boca. Estoy temblando,
dame de los frutos
que se desintegran en mi boca.
Me has traído dos
niños,
no les conozco,
hablan en lenguas y se esconden entre mares de brazos.
Madre, Rafael no
despierta.
Los dos niños
desaparecieron y estoy sola.
Es la primera vez en
cincuenta y dos años que estoy sola.
Le estoy dando de
comer y no come. Se ha orinado en la cama.
Nunca supe cuidar
niños.
Este será mi primer
hijo, pequeñas moscas verdes ya le decoran el cuerpo
y tiene un olor a
vela derramada y a pasto profundo.
JHAVIER ROMERO
(La Chorrera-Panamá)
LAS DESPEDIDAS
A Yazmín
El tiempo te descuartiza frente a mi sombra
cuando el agua de tu muerte
se estanca en la pupila de mis venas
y un montón de hojas podridas
saturan la tristeza de mi sangre.
Y en una casa extraviada en algún sueño
los helechos soplan una llovizna silenciosa
sobre tu vida,
a veces allí te encuentro
y te entrego las alas de un árbol,
para que mojes el cirio
que derrama su crepúsculo hostil entre tus
manos.
Pero también existe un reloj de enfermas
primaveras,
una costra de atardeceres en un océano lejano,
un cuerpo desnudo tatuado de eternidades
y la cáscara de un beso
donde se empozan las despedidas.
YOLANDA
HACKSHAW
(Panamá-Panamá)
"Y yo que
creí que todo el amor era mío"...
Banderolas
de espumas de indiferencias
que
flamean,
que
queman,
que
arden,
que
duelen...
Un
día pensé que todo el amor era mío:
Me
equivoqué.
Su
sonrisa
no
era sonrisa,
era
una dentellada en pleno rostro.
Sus
manos, que creí bandas seguras
sólo
eran hilos podridos.
Su
corazón que lo soñaba mío,
sólo
fue una extensa llanura de desolación,
hangar
abandonado donde la nave de mi dolor estalló...
Mar
sin mar.
Nube
sin nube.
Negación
de la negación.
Dolor
de mi dolor...
"Y
yo que creí que todo el amor era mío"...
PÁGINA 24 – NARRATIVA
MIRIAM
CAIRO
(San
Nicolás de los Arroyos-Buenos Aires-Argentina)
SOÑAR
DRAGONES
Entre
mi casa y la casa de la empleada municipal hay un sinfín de cosas: un color que
a veces es rojo y a veces audaz, un jardín, una vereda, una incertidumbre, un
cerezo, una calle, otra vereda, otro color audaz que a veces es rojo, un
membrillo, otro jardín.
Por
esas veredas pasa la gente de este a oeste, y viceversa, cruzan de norte a sur
y viceversa, corren las mujeres que van a tomar el colectivo, mujeres a las que
a veces se las lleva el viento, a veces, se las lleva el miedo. Por esa calle
pasan los automovilistas sin piernas, con los ojos fijos hacia adelante. Uno de
los jardines está habitado por una begonia china y dorada. En el otro jardín
hay cuatro dragones azules que cabalgan sobre cuatro caracoles blancos cuando
nadie los ve.
La
distancia entre la casa de la empleada municipal y la mía no puede ser medida
en metros, porque los datos de la realidad distan mucho de ser lo verdadero, a
saber:
1)
Ni es el ojo el que ve ni todo espacio es geografía.
2)
Los jardines son más reveladores de un estado que de una forma.
3)
Una empleada municipal que cría cuatro dragones como cuatro gatos, acciona el
botón antipánico como cualquier otra mujer que jamás ha criado un color audaz,
ni un gato rojo, ni un miedo dorado.
4)
Una vecina, como pensadora que piensa su propio pensamiento puede escuchar, en
medio de ese rumor mental, la alarma comunitaria y llamar por teléfono.
-Hola,
soy la vecina. ¿Estás bien?
Y
una empleada municipal, que hasta el momento jamás había sido oída, responde
con su voz de humana transparencia. Ese sonido avanza, dándose a conocer, a
través de los cables que pasan en línea recta por lo alto de la verada y
atraviesan el color audaz del jardín, para meterse en el interior de la casa de
enfrente, traspasando las paredes como larguísimos fantasmas negros.
-Sí,
estoy bien. La alarma se disparó sola, voy a tener que llamar al técnico. ¿Sos
la vecina de enfrente?
La
empleada municipal confundió a la vecina que como pensadora piensa sus propios
pensamientos, conmigo, y tal vez, por esa razón vislumbro a los cuatro dragones
azules revoloteando alrededor de una lámpara. La empleada municipal no niega ni
uno solo de esos pensamientos porque no está en ella contradecir lo que no le
digo. La distancia entre lo que no se dice y lo que no se oye no puede ser
medida en palabras porque:
1)
Lo que no se dice está más allá de cualquier pragmatismo imbécil.
2)
Lo que no se oye está al lado del deseo verbal.
3)
Los cuatro dragones no son cuatro embriones perversos.
4)
El botón antipánico sonó.
La
empleada municipal cree que quien llama en su auxilio soy yo. Con una dulzura
abismante me hace soñar el sueño de mí misma que aparece en su memoria y yo no
puedo negarme a ser la que ella imagina. Mi voz se pierde, se fragmenta. La
empleada municipal cree que es la hora en que los dragones deben estirar sus
alas nocturnas y se despide.
-Es
muy tarde, ya. Gracias por llamarme.
Y
yo, a altísimas horas de la noche, llego a la conclusión de que la vecina, como
pensadora que piensa su propio pensamiento es capaz de cualquier cosa con tal
de escribir poesía y de soñar dragones
PÁGINA 25 – POESÍA
AMERICANA: NICARAGUA
BYRON
PICADO MOLINA
(Estelí-Nicaragua)
CALMO RÉQUIEM
Este mes es de patria,
tremendos homenajes estos días.
Patria, paternal nombre femenino,
nación repetitivamente desgarrada
por pseudoideologías, saqueo y ambiciones.
Nacionalismos desfasados aflorando envidiosos,
intromisiones continuadas,
imposiciones duras de irreverentes organismos,
indecentes amores.
Pérfidos buitres neoliberales merodeando
buscando más despojos.
Este mes es de patria,
tremendos homenajes,
paternal nombre femenino mancillado,
vivaces Sandino esperanzas a pesar de tanto ilustre.
Patria, aún pan es posible
y por que no,
mejores circos.
Viva la matria,
vamos bien.
Este mes es de patria,
tremendos homenajes estos días.
Patria, paternal nombre femenino,
nación repetitivamente desgarrada
por pseudoideologías, saqueo y ambiciones.
Nacionalismos desfasados aflorando envidiosos,
intromisiones continuadas,
imposiciones duras de irreverentes organismos,
indecentes amores.
Pérfidos buitres neoliberales merodeando
buscando más despojos.
Este mes es de patria,
tremendos homenajes,
paternal nombre femenino mancillado,
vivaces Sandino esperanzas a pesar de tanto ilustre.
Patria, aún pan es posible
y por que no,
mejores circos.
Viva la matria,
vamos bien.
DARLIN ARIAS JIMENEZ
(Managua-Nicaragua)
DESPUÉS DEL CONATO
He de olvidar mi nombre
y poblar de vacío mi boca…
Estoy plagada de ausencias
de álgidos vacíos
de carne yerta sobre rígida osamenta;
mi piel no es mi piel
es tu tacto petrificado sobre mí.
Volvemos a las intrascendentes horas
a las sábanas blancas y limpias
al camino polvoso,
a nuestras manos aferrándose
y alejándose en las noches.
Estoy enferma de miedo,
me he contaminado al verte
al verme a mí observarte
tocarte
herirme con tus manos.
Atados están mis pies
esperando la bifurcación de nuestro camino,
la bifurcación de las rocas
del aire
de la tierra
porque todo se separa
se fragmenta
cambia.
Todo lo plaga la ausencia
todo lo maldice el olvido;
tu nombre,
mi nombre,
nuestras palabras
conversaciones lejanas
nocturnas risas silenciosas.
Todo.
Estoy plagada de ausencias.
Estoy enferma de olvido.
He de olvidar mi nombre
y poblar de vacío mi boca…
Estoy plagada de ausencias
de álgidos vacíos
de carne yerta sobre rígida osamenta;
mi piel no es mi piel
es tu tacto petrificado sobre mí.
Volvemos a las intrascendentes horas
a las sábanas blancas y limpias
al camino polvoso,
a nuestras manos aferrándose
y alejándose en las noches.
Estoy enferma de miedo,
me he contaminado al verte
al verme a mí observarte
tocarte
herirme con tus manos.
Atados están mis pies
esperando la bifurcación de nuestro camino,
la bifurcación de las rocas
del aire
de la tierra
porque todo se separa
se fragmenta
cambia.
Todo lo plaga la ausencia
todo lo maldice el olvido;
tu nombre,
mi nombre,
nuestras palabras
conversaciones lejanas
nocturnas risas silenciosas.
Todo.
Estoy plagada de ausencias.
Estoy enferma de olvido.
JIMMY
JAVIER OBANDO
(Managua-Nicaragua)
|
CONSUMIDOS POR EL TIEMPO
Todo termina sin darle tregua al tiempo.
Cada
minuto, cada hora, cada día muere
Con gritos que no se oyen
Y lágrimas que no se ven.
Así termina todo, en silencio.
Consumidos por el tiempo, y para el tiempo
Privados de sentir, de ver, de respirar.
Porque ya muertos
Sólo el recuerdo es fiel testigo
Del
arduo esfuerzo que emprendemos
Por dejar siquiera la migaja de una huella.
CAROLA
BRANTOME
(San
Rafael del Sur-Managua-Nicaragua)
MI CUERPO
Es una orilla mi cuerpo.
La orilla de un río ensimismado.
Un río que bordea sin rebasar.
Una orilla en vilo.
Como un pozo de aguas absortas,
Embebidas en sí.
Un juego de subterráneas hecatombes.
Pedrerías contenidas
al filo de una precipitación.
Mi cuerpo es la orilla de un abismo.
La eternidad de un instante arenoso.
La duda de una precaria afirmación.
Un significado con referencias oblicuas.
Una letra es mi cuerpo,
La memoria de páginas
reescritas, releídas.
La voz de un precario olvido.
Mi cuerpo es el poema que no he escrito.
El gran poema de la tarde.
Un poema de significaciones acuosas,
de líneas y rayas desmoronándose.
Es mi cuerpo el aliento de venideras
estanterías,
la infinitud de posibles anaqueles,
la persistencia de ubicuas bibliotecas.
La escritura de Dios.
Es mi cuerpo la ávida memoria de otro cuerpo.
la certeza del deseo,
la habitación de los roces,
la gravitación de delirio.
Con mi cuerpo llego a otro cuerpo
con la persistencia ritual de la muerte
y la tenaz amenaza de la vida.
Llego a otro cuerpo para conocer a Dios,
para tener memoria de la obscuridad,
y constancia de la luz.
Y mi cuerpo es sustancia de aquél.
Aquél en el que mi cuerpo navega,
bucea,
ara,
siembra su no destino,
su inteligible palabra.
Es un mar mi cuerpo,
una pequeña flor de sal,
un molusco,
lechoso, viscoso, jugoso.
Es un río.
Es una orilla mi cuerpo.
La orilla de un río ensimismado.
Un río que bordea sin rebasar.
Una orilla en vilo.
Como un pozo de aguas absortas,
Embebidas en sí.
Un juego de subterráneas hecatombes.
Pedrerías contenidas
al filo de una precipitación.
Mi cuerpo es la orilla de un abismo.
La eternidad de un instante arenoso.
La duda de una precaria afirmación.
Un significado con referencias oblicuas.
Una letra es mi cuerpo,
La memoria de páginas
reescritas, releídas.
La voz de un precario olvido.
Mi cuerpo es el poema que no he escrito.
El gran poema de la tarde.
Un poema de significaciones acuosas,
de líneas y rayas desmoronándose.
Es mi cuerpo el aliento de venideras
estanterías,
la infinitud de posibles anaqueles,
la persistencia de ubicuas bibliotecas.
La escritura de Dios.
Es mi cuerpo la ávida memoria de otro cuerpo.
la certeza del deseo,
la habitación de los roces,
la gravitación de delirio.
Con mi cuerpo llego a otro cuerpo
con la persistencia ritual de la muerte
y la tenaz amenaza de la vida.
Llego a otro cuerpo para conocer a Dios,
para tener memoria de la obscuridad,
y constancia de la luz.
Y mi cuerpo es sustancia de aquél.
Aquél en el que mi cuerpo navega,
bucea,
ara,
siembra su no destino,
su inteligible palabra.
Es un mar mi cuerpo,
una pequeña flor de sal,
un molusco,
lechoso, viscoso, jugoso.
Es un río.
FANOR
TELLEZ
(Masaya-Nicaragua)
Cuando
nos poseemos
Es cierto que cuando te poseo nada es mayor deleite en el mundo
ni la lectura de los griegos
ni de los latinos.
Me olvido totalmente de los clásicos
culteranos y conceptistas, graves
y satíricos
españoles
y pongo completamente de lado
a la germana tropa del sueño
y a los malditos de Francia
hasta el mágico inconsciente que habla.
Las glándulas me dominan,
la piel me domina,
la sensación de tu cuerpo me domina
y no me sirven para nada el hexámetro
o el endecasílabo del soneto, esos ritmos,
cuando el nuestro es más sinuoso, eficaz
y concluyente en el orgasmo rotundo
y la paz absoluta de quien está como traspuesto.
Pero después, igual que antes,
sin aquellos antiguos
y sin estos modernos, no sabría cómo hablarte
con valentía de palabras y osadía de sentimientos
ni tendría orientación para acendrar mi canto como una flor
que darte, una persuasión que exponerte,
un convencedor susurro que nos lleve
al instante de poseernos cuando de nuevo
nos olvidamos de los antiguos
y de los modernos, de aquí y de allá, dominados
por nuestros deliciosos tibios ondulantes cuerpos.
Es cierto que cuando te poseo nada es mayor deleite en el mundo
ni la lectura de los griegos
ni de los latinos.
Me olvido totalmente de los clásicos
culteranos y conceptistas, graves
y satíricos
españoles
y pongo completamente de lado
a la germana tropa del sueño
y a los malditos de Francia
hasta el mágico inconsciente que habla.
Las glándulas me dominan,
la piel me domina,
la sensación de tu cuerpo me domina
y no me sirven para nada el hexámetro
o el endecasílabo del soneto, esos ritmos,
cuando el nuestro es más sinuoso, eficaz
y concluyente en el orgasmo rotundo
y la paz absoluta de quien está como traspuesto.
Pero después, igual que antes,
sin aquellos antiguos
y sin estos modernos, no sabría cómo hablarte
con valentía de palabras y osadía de sentimientos
ni tendría orientación para acendrar mi canto como una flor
que darte, una persuasión que exponerte,
un convencedor susurro que nos lleve
al instante de poseernos cuando de nuevo
nos olvidamos de los antiguos
y de los modernos, de aquí y de allá, dominados
por nuestros deliciosos tibios ondulantes cuerpos.
KARLA
SÁNCHEZ
(León-Nicaragua)
BAJO EL ALERO DE LA NOCHE
Un cuarto sin ventanas
una jardinera transformada en sofá
un escritorio al centro de la sala
un pequeño televisor
tres sillones raídos
un zaguán convertido en pulpería
una vitrina guarda recuerdos del Perú
las fotos, un traje de etiqueta
la mesa de comer
un guiso sin papas que también es vida
vuelven.
una jardinera transformada en sofá
un escritorio al centro de la sala
un pequeño televisor
tres sillones raídos
un zaguán convertido en pulpería
una vitrina guarda recuerdos del Perú
las fotos, un traje de etiqueta
la mesa de comer
un guiso sin papas que también es vida
vuelven.
Vuelve la sirena de un tren lejano, jamás visto
yo espero sentada bajo el alero de la noche.
yo espero sentada bajo el alero de la noche.
PÁGINA 26 – ENSAYO
HERNAN
SCHILLAGI
(San
Martín-Mendoza-Argentina)
PAPEL
CONTINUO
Con el tiempo resulta inevitable el
cambio en el modo de escribir, ya que es el propio mundo el que continuamente
se transforma. Al menos en los soportes. Quiero decir que hace más de 20 años
escribía en cuadernos blandos o papeles sueltos con una lapicera azul lavable.
Así, rayoneaba la parte de atrás del papel continuo que mi hermano me traía del
banco con poemas mínimos, pero bravíos. Era un modo de apartarme poco a poco de
la herencia financiera que venía desde mi viejo. Necesitaba -por motivos de una
obsesión tumultuosa- pasar en limpio el poemita con las correcciones al lado
del «muletto» y comparar cortes de versos, adjetivos eliminados, o verbos sin
domesticar. En el anverso, los números de los balances sonreían con aire
perdonavidas. Con el tiempo, tipeaba (más bien martillaba) los poemas en una
prestada Olivetti Lettera 22 con caries, al decir de Sabina, y corregía in
situ: si se me ocurría un cambio a último momento lo perpetraba sin culpas.
Esa era mi manera modesta de fijar en molde la escritura. Después, con los
procesadores de texto de las computadoras cambió todo y me volví un híbrido:
redactaba en papel y lo terminaba en el Word. Hasta que un día prendí la
lenta 486 y tecleé directamente los primeros versos intangibles «recibir el
daño / en la mentira / en la coraza de los sueños / por cumplirse...». Así
empezaba el poema golpes al azar, de lo que luego fue mi segundo libro.
Tal vez el título quería decir -para variar- algo más. A partir de ese
instante, la escritura a mano se volvió más esporádica o solo para tomar
apuntes en libretas furtivas que se me viven extraviando.
Por
otro lado, al revés de lo que se piensa entre los poetas, necesito de cierta
presión para escribir. También algo de método. Siempre estoy entre los horarios
de salida de la escuela de mi hija o apremiado por el trabajo docente y, como
casi no creo en la inspiración, provoco situaciones. Las netbooks (y su
portabilidad a batería) han venido a
solucionar algunos problemas de logística, ya que no hay que ir hasta el
escritorio y despertar a toda la familia; sino que tomando mate en la cocina, o
friendo las milanesas, uno puede ir picoteando el teclado. A nadie le gusta,
sin embargo, la yerba lavada o la carne cruda, como tampoco un texto escrito a
las apuradas. No hay máquina del tiempo ni acelerador de partículas que apure
el proceso escritural. Puedo dejar reposando un puñado de versos varias semanas
y tirarles de nuevo aceite para que recuperen su textura crocante.
Así
y todo, los formatos no modifican la escritura, la estimulan. Son juguetes
serios para los que malamente disimulamos una adultez irremediable. No obstante
dejan huellas en el procedimiento, como esas relaciones peligrosas e intensas
que nos oscurecen hasta el tono de la voz. No llegué tampoco a tener
experiencia con la pluma de ganso, pero tal vez, en los cuadernos se escriba
corto y con firmeza; en libretas anilladas, sin preocupación; en las
computadoras, largo y con tabulaciones a lo ancho. Laboratorios ambulantes que
nos permiten continuar con ese papel que creemos haber elegido, aunque en
realidad, nos ha envuelto para siempre. Hélène Cixous lo sabía bien: «Con una
mano, sufrir, vivir, palpar el dolor, la pérdida. Pero está la otra: la que
escribe…».
PÁGINA 27 – POESÍA
AMERICANA: HONDURAS
ALEXIS RAMIREZ
(San Pedro de
Tutule-Honduras)
UNO
Antes de niño
(yo era apenas un tic
en el vientre de mi madre)
ya se escuchaban voces
sudorosas
Morazán vigilaba desde
entonces
y nadie se atrevía a
mojar sus faldones de bronce
ni los perros eximios
civilistas.
Pasaron varias décadas
y hoy me siguen dando
por pan las mismas tortas
manotadas de ahogado
por cerebro
y un rótulo en la
frente
sexo lugar mujer todo
está en orden
y el corazón me cuelga
en el fondo de un polígono
de tiro militar.
XIOMARA BU
(Tegucigalpa-Honduras)
VIOLENCIA
Va y viene
teme que la luz
asesine las tinieblas
Rueda en las raíces
debajo de las casas
en las fisuras que
dejan los temblores
en los pétalos que
tocan
la profundidad del
desamparo
En el rio inagotable
que besa las mejillas
y desfigura el rostro
de su presa.
Debajo de la piel
circula la agonía
la mirada se pierde
en la impotencia
niega la existencia
porque hay más miedo
que amor en los
senderos
Pesada carga bajo la
caparazón de la tortuga
zopilotes que buscan
su carnada
y en línea observan el
Universo
Naturaleza intangible
a los deseos
a los olores que emanan
de la tierra
Ausencia que ahoga sus
gritos
en cualquier esquina
de la patria
Trizas de humanidad
innombrables,
irreconocibles
las de siempre
asesinadas
sin importar el
nacimiento tierno de la aurora,
la piel fresca a la
ternura, la inocencia del lirio
o el pañuelo de sueños
a la luz de la luna
La Nada instalada
entre lágrimas y lamentos
La perfección de la
injusticia
La voz de mis hermanas
canceladas
Solo quedan los ecos
grabados en el viento
un mosaico rojo de
miembros cercenados
y el silencio cómplice
del miedo.
Todos los días fluye
un hilo de sangre
del vientre de mi
patria
La tormenta no cesa y
amenaza de frente,
no la detiene el
tiempo ni el espacio
Hasta la fe se
petrifica en las entrañas
Deseo deshabitar el
reino de la muerte
espero llegar a tiempo
y ver aguas cristalinas
junto con mis hermanas
vivir en un mundo sin
violencia.
GABRIEL
VALLECILLO MARQUEZ
(Tegucigalpa-Honduras)
La imagen coqueta
me astilla de antenas.
Los cinturones de
pobreza se abrochan
automáticamente
-cierre su puerta con
llave. Aprenda archivar.
Clic. Aléjese. Es por
su seguridad. No mueva ese dial.
La ciudad se
disciplina en un pixel enamorado. Alto.
Hombres trabajando.
Aquí no se habla
World Wide Web. No
regrese, insensato. Ctrl.-Supr.
Déjenme los conecto.
Alt-F5.
Alguien dele un
lollipop al Che Guevara,
una membresía
price-mart,
un caramelo molotov
para cumbres
y otras remesas
despatriadas.
¡Aaaagh! La culta
cultura ya no me asusta,
me e m b e l e s a .
DIANA ESPINAL
(Tegucigalpa-Honduras)
9
Desdoblo sueños que se
rehacen así mismos, todas las noches al son de parduscas
jorobadas
Seguramente
Algunas ramificaciones
en la orla del almohadón roto
Han dejado escapar
todas esas orquestas ambulantes que lamen los perros
Adelgaza la resaca en
la roca de agua
Y de un capullo de
tinta aparecen dos hileras de corchetes que pestañean a cada
movimiento de rúbrica
en mi cama, y… una ballena lunar se zampa de un mordisco
el sol
Desdoblo un suspiro…
y… otro tras otro
Mientras el puente de
pronombres parpadea en las envolturas de una aureola,
Y pilastras de abismos
iluminan la noche ultramarina
Y aquieta un ronroneo
de quejidos
Al desdoblar
sueños
El pecho se constriñe
de muchedumbre… y… en la soledad gimotean las nupcias de
la sombras
Y la puerta del
yo es un ojo sideral que tiene lenguaje de botones
¿Cuándo comenzamos a
restar uniones en las aristas?
Acaso, cuando
reverdecían las amarras y las viejas ecuaciones corrían a buscar un
compás antiguo
Una hoja en blanco
crece y una antesala para la desmemoria
Ambas tienen la nuca
anclada
Los sueños desdoblados
y todos sentencian lonas en la calle
Respiraré
Estampillas
transparentes
Labraré puertas y
pecas de ámbar
Y al convertirme en
huella me transformaré en réplica que entona molinos y
lamentos.
SAMUEL
TRIGUEROS ESPINO
(Tegucigalpa-Honduras)
NOSOTROS TODAVÍA USAMOS GAFAS EN LOS DÍAS SOLEADOS
para soportar el resplandor
de la vida
Nosotros todavía
maldecimos bajito en nuestro pequeño auto de tercera o cuarta
durante el congestionamiento de las siete de la mañana
o entre dientes en el micro (por aquello
de no ofender los amanecidos restos rancios
del dios que todavía cargamos en el alma)
Nosotros todavía buscamos un trabajo
entre los escombros del día o de la noche
para llevar la maravilla del pan a nuestros hijos
Nosotros aún somos capaces de correr
–sentir la sangre a borbotones, sudar como caballos solares,
jadear como una reluciente máquina, sentir el rojo corazón -
cuando nos siguen los soldados
y luego, en el refugio, reír, asegurar que ya
nos hacía falta un poco
de lacrimógena vencida del Perú
Nosotros todavía buscamos los paraguas cuando
la tetona de CNN anuncia la vaguada
Nosotros todavía soñamos elevar cometas
en el aire de octubre cuando todo haya pasado
Nosotros todavía
planificamos llevar nuestra bandera, el bote con vinagre,
pañoleta, gorra con estrella y ardientes consignas en el pecho
el día de la marcha
Nosotros aún
leemos, escribimos, hacemos la pancarta,
conspiramos,
queremos ver la era del poder en nuestras manos
Nosotros –se los digo, hermanos,
hermanas, compañeros-
somos los afortunados
Los demás se han ido sin dejarnos,
KAREN VALLADARES
(Tegucigalpa-Honduras)
CABALLO BLANCO EN EL SEPELIO
En la ciénaga, mi caballo vigila la canción del agua.
Jorge Martínez Mejía
Jorge Martínez Mejía
El caballo blanco trota suave y silencioso en el sepelio,
Nadie lo ve más que mi espíritu angustiado.
Nadie siente el frío rozar de su caminata y el meneo tembloroso de su cola.
Sufre el caballo la pérdida del que lo vio nacer,
Y observa cómo se hunde el cuerpo en la tierra,
Y cómo es sepultado y olvidado.
El caballo blanco trota suave y silencioso en el sepelio,
Se aleja, con los ojos vidriosos por el llanto
Desaparece corriendo y relinchando, entonando alto el canto de su despedida.
PÁGINA 28 – NARRATIVA
NECHI
DORADO
(Ciudad
Autónoma-Buenos Aires-Argentina)
ELLA
CREE Y NO CREE
Ella
va por la vida con paso cansado arrastrando penas y alegrías, portando como
autodefensa permanente una sola arma bien cargada, prolijamente controlada como
para que nunca falle si hace falta: su sonrisa.
Ella
cree que hay castigos y no juicios pero
no cree en dioses ni en demonios aunque crea que algo, más allá de lo
tangible, puede andar circundando cada momento que transcurre mientras el tren de la
vida tritura guijarros con dirección efectiva entre las vías.
Ella
sabe que hay gente que se viste con piel
de cordero pero es lobo feroz. Y sabe que existen flores y también, plantas carnívoras pero no cree que devoren
hombres, sino insectos.
Cree
en entelequias pero no cree en perfecciones aunque jamás profundizó en esquemas
filosóficos.
Ella
cree que hay noche y que hay día, que hay luna, hay sol y que hay estrellas.
Que hay amor y que hay odio, que hay bien y hay mal. Que hay sinceridad e
hipocresía.
Ella
no cree que lo blanco siempre es bueno o que lo negro, indefectiblemente, es malo; ella no cree en estigmatizaciones
aunque sabe muy bien que sí, existen.
Ella
anda sola aunque a su lado caminen montones de personas, siendo esa soledad su
amiga inseparable por esas cosas tan extrañas de los andares. No
acostumbra pedir, rogar y mucho menos
suplicar, trata de ser racionalmente irracional, o quizás, irracionalmente
racional aunque en realidad cree que no lo ha logrado, todavía.
Podrá
parecer extraña, misteriosa, trashumante,
pero yo miro sus ojos y leo en ellos como quien dirige su mirada a un libro abierto. Y conozco su pena, la
última, la más desgarradora entre otras no menos desgarrantes. La que le
permitió deducir, sin tanto esfuerzo,
que una gran pena arruina, muchas veces, a la más bella alegría. Lo
aprendió como quien asimila una lección dictada a cachetazos un día en que
frente al mar se le ocurrió contarme que ella cree y no cree cuando se trata de
diferenciar a la vida de la muerte.
Me
contó que hubo una vez en la que un pequeño colibrí le susurró al oído antes de
emprender un viaje hacia la nada.
-Mi pequeño colibrí, me dijo ella:
-Fue una mañana de aquellas que uno no quisiera
sufrir de ningún modo. Quedó como tatuada a fuego sobre los jirones de un alma
incinerada, que era mía.
-Fue
una mañana de esas en las que como frente al golpe artero de
un
hachazo, se derrumbaron esperanzas
amasadas.
-Mi
pequeño colibrí alzó su vuelo incierto, no se, rumbo a cualquier
estrella
de fuego. Voló con la fuerza de un águila imparable
rumbo
a algún pozo insondable que no estaba
abierto, en mis sueños.
-Ni
imaginado siquiera. Y siguió contándome:
-Mi
pequeño colibrí alzó su vuelo confundido entre nunca de olvidos y siempre de recuerdos. Y ya no pude verlo,
¡tan alto que voló y yo lo esperaba con mis brazos abiertos, ensayando caricias
para darle, ni bien llegara a este mundo tan complejo!
-No
me dejó mecerlo. Tampoco pude cantarle alguna nana tal como hiciera mi abuela
cuando me acunaba entre sus brazos tiernos.
-Mi
pequeño colibrí alzó algún vuelo dislocado, errante, abandonado
de
mi mano, en la que hoy falta la suya.
-Y
yo, -¡tan fuerte yo, según me creen! No
fui capaz de seguir ese vuelo, tan solo quedé observándolo de lejos,
paralizada, inmóvil, enredada en una nube de pánico asfixiante.
-Y
él, tan pequeño, indefenso, solitario, pudo cargar en su piquito de oro
un
trozo del alma rota, que era mía.
-¡Tan
solo estaba mi pequeño colibrí! ¡Tan solo estaba! que alzó su vuelo eterno sin
darme tiempo, siquiera, para entregarle un beso. Apenas pude bañarlo con mi
llanto.
-Se
alejó dejándome los ojos oxidados, el
corazón sangrando casi yermo y esta tristeza infinita que no cesa, anclada en
mis sentidos.
-Por
eso creo y no creo, dijo ella, porque no
encuentro explicación cuando de los ojos brotan lágrimas y alguien dice que
apenas si son pruebas a las que debés aceptar, ser sometido.
-Es
entonces, amiga mía, continuó diciendo, cuando tu alter ego se formula mil
preguntas que nadie habrá de poder responder de ningún modo. Sin embargo, pese
a todo, sigo creyendo que es ilusorio
que los conejos vivan en el estómago de las galeras. Pero no creo que el sol
pretenda clandestinizar a gritos a la
luna.
PÁGINA 29– POESÍA
EUROPEA
HELENA RAMOS (RUSIA)
MURAL 78
Es un mundo cruel, sangriento
pero bello...
El mundo de la hierba
ensangrentada;
donde la sangre
tiñe las olas,
donde la sangre
riega la tierra,
donde tañe
como una guitarra
el dolor por los caídos.
Donde brilla el sol generoso,
donde cantan los ríos sonoros,
con fervor crepitan las llamas
y se ama porque se ama;
donde crecen novias abedules
y orgullosos cedros
y de noche, caen las estrellas
en la mano de un niño.
Allí la bandera alta
orea los sueños.
Allí la gente sabe
morir
y la podre no se atreve
a tocar los rostros muertos.
Hay un reguero de sangre
sobre las piedras y flores.
Allá
son bellos los brazos morenos
de tu compañera,
son bellos los ojos oscuros
mirándote el alma,
son bellos los labios calientes
que dijeron “te quiero”
y cae una lluvia de claveles.
Pero son inenarrables las torturas,
interminables las noches
cuando el dolor te desgarra
sin escape ni tregua,
el cuerpo se rompe en un grito mudo
y corren los ríos de tu sangre.
A la última alba huele el viento
y no puedes protegerte de las balas,
escudarte de la muerte.
El clavel invencible florece,
cae al agua preclara
y se deshace en sangre.
Es un mundo cruel, sangriento
pero bello...
El mundo de la hierba
ensangrentada;
donde la sangre
tiñe las olas,
donde la sangre
riega la tierra,
donde tañe
como una guitarra
el dolor por los caídos.
Donde brilla el sol generoso,
donde cantan los ríos sonoros,
con fervor crepitan las llamas
y se ama porque se ama;
donde crecen novias abedules
y orgullosos cedros
y de noche, caen las estrellas
en la mano de un niño.
Allí la bandera alta
orea los sueños.
Allí la gente sabe
morir
y la podre no se atreve
a tocar los rostros muertos.
Hay un reguero de sangre
sobre las piedras y flores.
Allá
son bellos los brazos morenos
de tu compañera,
son bellos los ojos oscuros
mirándote el alma,
son bellos los labios calientes
que dijeron “te quiero”
y cae una lluvia de claveles.
Pero son inenarrables las torturas,
interminables las noches
cuando el dolor te desgarra
sin escape ni tregua,
el cuerpo se rompe en un grito mudo
y corren los ríos de tu sangre.
A la última alba huele el viento
y no puedes protegerte de las balas,
escudarte de la muerte.
El clavel invencible florece,
cae al agua preclara
y se deshace en sangre.
ROBERT SABATIER (FRANCIA)
EL NIÑO SALVAJE
En la última fila de la clase un rebelde
contempla del otoño una lengua rojiza
que lame los cristales. Ha de correr la sangre
en esa callejuela donde ruedan naranjas.
Un libro abierto vuela con un rumor de alas.
Mojando el dedo en tinta él va trazando monstruos
en la madera oscura grabada con los nombres
de escolares dormidos en el tiempo.
Un borrón un instante le apacigua pues ve
en él los gritos verdes de las hierbas silvestres.
Va vagabundeando por sí mismo, se entrega
a hazañas de monarca cosmonauta.
Se pinta una mejilla con tinta color malva
y unas tribus de indios caminan a su encuentro.
Este inventor de otras visiones cosmogónicas
recibirá el castigo de amar su duración.
¿Cuál es esa palabra que desgarra sus labios,
y hace estallar los elogios tullidos?
Primavera, repite el bruto, primavera,
primavera, repite, como quien llama a un tigre.
Nada responde. Antes quedaba vencedor
el que era castigado con orejas de burro,
el cual mascaba chicle soñando en su venganza
en el rincón floral de telarañas.
La hoja rechina al son de los dictados.
Harto de balbucir viejos aeróstatos
sale volando el niño por sobre la ciudad
para abrasar sus alas en el sol.
Traducción de Enrique Moreno Castillo
En la última fila de la clase un rebelde
contempla del otoño una lengua rojiza
que lame los cristales. Ha de correr la sangre
en esa callejuela donde ruedan naranjas.
Un libro abierto vuela con un rumor de alas.
Mojando el dedo en tinta él va trazando monstruos
en la madera oscura grabada con los nombres
de escolares dormidos en el tiempo.
Un borrón un instante le apacigua pues ve
en él los gritos verdes de las hierbas silvestres.
Va vagabundeando por sí mismo, se entrega
a hazañas de monarca cosmonauta.
Se pinta una mejilla con tinta color malva
y unas tribus de indios caminan a su encuentro.
Este inventor de otras visiones cosmogónicas
recibirá el castigo de amar su duración.
¿Cuál es esa palabra que desgarra sus labios,
y hace estallar los elogios tullidos?
Primavera, repite el bruto, primavera,
primavera, repite, como quien llama a un tigre.
Nada responde. Antes quedaba vencedor
el que era castigado con orejas de burro,
el cual mascaba chicle soñando en su venganza
en el rincón floral de telarañas.
La hoja rechina al son de los dictados.
Harto de balbucir viejos aeróstatos
sale volando el niño por sobre la ciudad
para abrasar sus alas en el sol.
Traducción de Enrique Moreno Castillo
THOMAS BOBERG (DINAMARCA)
CRUZANDO EL ABRA
Setiembre en el mundo y las estrellas
han arrojado su telaraña de hielo sobre la meseta
Las cicatrices hendidas de las rocas aparecen en
los rostros
de los que alguna vez pasaron por aquí
Como el hielo es el tiempo, flaco y la pálida luz
han arrojado su telaraña de hielo sobre la meseta
Las cicatrices hendidas de las rocas aparecen en
los rostros
de los que alguna vez pasaron por aquí
Como el hielo es el tiempo, flaco y la pálida luz
Los pastores migraron por mi sueño
cortados en silencio como rocas
rebaños de ovejas que conté
mulas cargadas de tiniebla y oro
la moneda recién acuñada de mi vergüenza
que cambié por chispazos de sus huellas
cortados en silencio como rocas
rebaños de ovejas que conté
mulas cargadas de tiniebla y oro
la moneda recién acuñada de mi vergüenza
que cambié por chispazos de sus huellas
El viajero ha ido en búsqueda
del polvo iluminado
en el dorso de la lagartija...
del polvo iluminado
en el dorso de la lagartija...
El polvo se arremolina, la nieve arde, el sol
brilla
el sol se pone, el pico saca chispas
de la corteza de la tierra y recién nacidos
se deslizan desde el silencio al grito al silencio
el sol se pone, el pico saca chispas
de la corteza de la tierra y recién nacidos
se deslizan desde el silencio al grito al silencio
Vino de la nada y a la nada ha de volver
y el camino cruzará el abra
entre las dos realidades empinadas
que nos pesarán como en una balanza
antes de que logremos atravesar
y el camino cruzará el abra
entre las dos realidades empinadas
que nos pesarán como en una balanza
antes de que logremos atravesar
Poema traducido por el
autor y Renato Sandoval
MARINA AOIZ MONREAL (ESPAÑA)
TINTA DE AIRE
Una de las hijas
escribió con tinta de aire
sobre las hojas rojas.
A desaparecer
en el último crepúsculo
destinó su escritura.
La escritura
¿se desvaneció
en el atardecer de fuego?
¿O resbaló
pez de oro
en la esfera de una lágrima?
HEIKE FIEDLER (ALEMANIA)
HAUZ KHAS
el brillo del sol se refleja
en la superficie
frente a tus pasos
desapareciendo
en el lago
en la superficie
frente a tus pasos
desapareciendo
en el lago
pequeñas fuentes
burbujean
por doquier
amantes en las bancas
por todos lados
burbujean
por doquier
amantes en las bancas
por todos lados
el primer día cálido después del invierno,
abandonada y estancada
abandonada y estancada
el co
lor del agua
verde fosforescente
lor del agua
verde fosforescente
niños corriendo
en el malecón
y desde algún lugar
los sonidos de los autos
en el malecón
y desde algún lugar
los sonidos de los autos
Traducción de Adalberto García López
SAMIH AL QASIM (PALESTINA)
TE QUIERO COMO AMA LA MUERTE
Más pesado,
Más bajo,
Cargo con mi experiencia y me marcho.
Mientras seas la cima del mundo,
Mientras la superficie de la tierra sea convexa,
Descenderé y me alejaré,
Descenderé y me alejaré.
Un día las arenas movedizas me engullirán,
Me hundiré poco a poco
En la oscura eternidad de tu amor,
Perderé el conocimiento,
Me esconderé de las miradas,
Las masas asistirán a la celebración de mi muerte,
Los aventureros y los poetas me envidiarán
Y tú
Arrojarás una nueva joya
Al cofre de tus mártires.
Te quiero,
No te arrepientas,
No tiendas la mano para socorrerme,
Permíteme quererte
Como ama la muerte.
Te quiero como ama la muerte.
Traducción María Luisa
Prieto
PÁGINA
30 – ENSAYO
SANDRA
SARTOR
Facultad
de Filosofía y Letras
Universidad
Ca Foscari
(Venecia-Italia)
LITERATURA
LATINOAMERICANA
ORIGEN
DEL REALISMO MÁGICO
El
realismo mágico tiene sus raíces en la cultura latinoamericana, a partir de las
interpretaciones de los europeos en la etapa de la colonización del nuevo
continente.
Las
crónicas de esa época son ricas en el relato y descripción de cosas
absolutamente maravillosas, producto de la extrañeza que provocaba en los
exploradores, las cosas que veían en sus viajes.
Es
a partir de esta tradición de la interpretación de la realidad del nuevo
continente a través de ojos europeos que se creó una visión sobrenatural de la
realidad latinoamericana. La aparición de un grupo de escritores
latinoamericanos contemporáneos entre sí, que cuestionaban esta visión, dio
base a lo que posteriormente se conoció como realismo mágico.
Durante
las décadas del '20 y del '30, muchos escritores y artistas latinoamericanos
viajaron a Europa para incorporarse al surrealismo, buscando los aspectos
sobrenaturales necesarios para crear una realidad basada en los sueños y el
subconsciente.
A
su regreso a Latinoamérica, percibieron que no era necesario buscar esa
realidad extraña en el viejo continente, que de hecho se encontraba en sus
propias culturas y países. Uno de los primeros escritores que transitó estos
temas, fue Alejo Carpentier. Tanto él como su compatriota Lydia Cabrera, fueron
quienes ayudaron a iniciar el reconocimiento mundial de los escritores
latinoamericanos. A pesar de encontrarse ambos en París hacia la misma época,
los planteos teóricos de Carpentier, que en parte escaparon a su propia
aplicación, fueron intuitivamente aprovechados por Lydia Cabrera.
El
realismo mágico de estos dos pioneros converge en ciertos aspectos y se abre en
sus fundamentos sirviendo de puntal para lo que luego sería uno de los
fenómenos más importantes de las letras latinoamericanas. La rígida formación
intelectual de Alejo Carpentier le impidió, en última instancia, penetrar lo
que él mismo señalaba como nuevo, mientras que el empirismo de Lydia Cabrera le
permitió capturar en parte el realismo mágico de los afro-caribeños.
Alejo
Carpentier al querer distanciarse del surrealismo, identificó el aspecto único
de Latinoamérica como "lo real maravilloso. Carpentier considera que las
técnicas surrealistas son equivocadas por el absoluto sentido artificial de lo
maravilloso. Allí rompe con el surrealismo y orienta su atención hacia la
realidad latinoamericana.
Carpentier
fundamenta su análisis de lo maravilloso en el caudal de mitologías y creencias
que él considera vigentes, y su alejamiento de la escuela europea es aún más
profundo por el sentido de descubrimiento que experimenta cuando regresa a
Cuba, en 1939, y cuando visita Haití, en 1943. Es un pionero porque su categoría
de conocimiento es la primera expresión teórica de los profundos cambios que
maduraban en el reflejo de esa realidad en la novela y que empezaban a
manifestarse prácticamente de forma simultánea e independiente en numerosos
autores.
Obviamente
la realidad latinoamericana es más amplia y variada que el marco propuesto por
Carpentier. Hay otras constantes que quedan opacadas, como las luchas por la
liberación y el deseo de alcanzar la plenitud. En "lo real
maravilloso" se supera en parte el carácter pintoresco del color local,
pero los profundos y violentos conflicto sociales quedan enmascarados.Sin
embargo, esta particular forma de expresión literaria puede ser interpretada
desde otros puntos de vista, y contrapuesta como el extrañamiento del mundo de
los colonizados ante el avance de la colonización, y podría afirmarse que se
transforma en una particularísima visión y descripción de los males propios del
imperialismo en esas tierras.
El
concepto de lo maravilloso implica un sentido de sorpresa frente a fenómenos
inusuales, inesperados o improbables. Puede ocurrir como resultado deliberado
de la manipulación de la realidad, por la percepción del artista y por
intenciones sobrenaturales que provocan la presencia de algo diferente de lo
normal.
Carpentier
juega con esta categoría en diferentes direcciones, pero sintetiza el realismo
mágico en tres puntos:
· primero, como una
literatura maravillosa de origen europeo con referencias a eventos
sobrenaturales
· segundo, la realidad maravillosa es más
maravillosa que esa literatura y, por lo tanto, cabe hablar de lo
"maravilloso americano"
· tercero, que lo "real maravilloso"
de América podrá trasladarse a la literatura solamente a condición de que los
escritores tengan fe en que esa América es maravillosamente real.
¿Quién
fue entonces el primer escritor realista-mágico? En una entrevista concedida en
Madrid en 1978, Gabriel García Márquez afirmó que la primera obra maestra de la
literatura mágica es el Diario de Cristóbal Colón, que ya estaba contaminada de
la magia del Caribe. La propia historia del libro resultaba inverosímil, pues
en ésta se describe desde animales mitológicos hasta seres sobrenaturales. Y
aunque probablemente Colón, relató todo esto tan sólo con el fin de obtener
apoyo de los Reyes Católicos, su texto dio origen a todo en movimiento
literario que se expande y trasciende cada vez más.
SUPLEMENTO
INFANTIL Y JUVENIL
PÁGINA
31 -CUENTO
NORMA
SEGADES-MANIAS
(Santa
Fe-Santa Fe-Argentina)
HIJOS
DE LAS GORGONAS.
Nacieron
de las gotas que brotaron del cuello cercenado a las gorgonas. Mujeres con
cabellos de serpientes que habitaron en la era de las sombras.
Los
llaman basiliscos.
En
territorios de la reina negra la sola presunción de su presencia inicia la
agonía de los árboles. Degrada las cortezas. Resquebraja peñascos. Proscribe
manantiales.
Tienen
cuerpo de víbora o serpiente, cuatro pares de patas y una protuberancia en la
cabeza semejante a una cresta, una corona.
Aquellos
de plumaje amarillento, los de las grandes alas espinosas, son los inmemoriales.
Los primitivos dueños del secreto. Los ancestros de todos los reptiles. Los que
extirpan la vida con sus ojos sin párpados.
Fundan
sus escondrijos en las grietas, rincones, oquedades.
Y
vigilan. Vigilan. Para poder odiarte.
Cuentan
que sus embriones se incuban bajo vientres de batracios. Que queman con el
fuego de su aliento el sitio donde nacen. Que ocultan el veneno en la mirada.
Que clavan sus colmillos en los sueños. Que aspiran la energía de todas las
especies. Y que su silbo mata a pájaros y plantas.
Registraron
su nombre en los bestiarios cuando aún descifrábamos los códigos de los
elementales. Son los mismos que yerman, petrifican, asolan geografías desde el
inicio de los tiempos.
Azogues
y cristales y láminas de bronce interpuestos delante de sus ojos les devuelven
la muerte.
PÁGINA 32– POESÍAS
MARÍA
ELENA WALSH
(Ramos
Mejía-Buenos Aires-Argentina)
MARCHA
DE OSÍAS
Osías el Osito en mameluco
paseaba por la calle Chacabuco
mirando las vidrieras de reojo
sin alcancía pero con antojo.
paseaba por la calle Chacabuco
mirando las vidrieras de reojo
sin alcancía pero con antojo.
Por fin se decidió y en un bazar
todo esto y mucho más quiso comprar.
Quiero tiempo pero tiempo no apurado,
tiempo de jugar que es el mejor.
Por favor, me lo da suelto
y no enjaulado adentro de un despertador.
todo esto y mucho más quiso comprar.
Quiero tiempo pero tiempo no apurado,
tiempo de jugar que es el mejor.
Por favor, me lo da suelto
y no enjaulado adentro de un despertador.
Quiero un río con catorce pececitos
y un jardín sin guardia y sin ladrón.
También quiero para cuando este solito
un poco de conversación.
Quiero cuentos, historietas y novelas
pero no las que andan a botón.
Yo las quiero de la mano
de una abuela que me las lea en camisón.
y un jardín sin guardia y sin ladrón.
También quiero para cuando este solito
un poco de conversación.
Quiero cuentos, historietas y novelas
pero no las que andan a botón.
Yo las quiero de la mano
de una abuela que me las lea en camisón.
Quiero todo lo que guardan los espejos
y una flor adentro de un raviol.
y una flor adentro de un raviol.
y también una galera con conejos
y una pelota que haga gol.
y una pelota que haga gol.
PÁGINA
33 – CUENTO
MARÍA TERESA ANDRUETTO
(Arroyo
Cabral-Córdoba-Argentina)
EL
ANILLO ENCANTADO
Ifigenia
tenía el cabello rubio como el trigo y unos ojos más azules que el lago de
Constanza.
Caminaba
descalza a la orilla del agua.
Era
pálida y leve.
Parecía
hecha de aire.
El
emperador Carlomagno la vio y se enamoró de ella.
Él
era ya un hombre viejo y ella, apenas una muchacha. Pero el Emperador se
enamoró
perdidamente
y olvidó pronto sus deberes de soberano. Los nobles de la corte estaban muy
preocupados porque nada interesaba ya a Carlomagno.
Ni
dinero.
Ni
caza.
Ni
guerra.
Ni
batallas.
Sólo
la muchacha.
A
pesar del amor, Ifigenia murió una tarde de abril llena de pájaros.
Los
nobles de la corte respiraron aliviados.
Por
fin el Emperador se ocuparía de su hacienda, de su guerra y de sus batallas.
Pero
nada de eso ocurrió, porque el amor de Carlomagno no había muerto.
Hizo
llevar a su habitación el cadáver embalsamado de la muchacha.
No
quería separarse de él.
Asustado
por esta macabra pasión, el Arzobispo del imperio sospecho de un encantamiento
y fue a revisar el cadáver.
Muerta,
Ifigenia era tan hermosa como cuando caminaba descalza junto al lago de
Constanza.
La
revisó de pies a cabeza.
Bajo
la lengua dura y helada, encontró un anillo con una piedra azul.
El
azul de aquella piedra le trajo recuerdos del lago y del mar distante.
El
Arzobispo sacó el anillo que estaba escondido bajo la lengua.
Ni
bien lo tomó en sus manos, Carlomagno enterró el cadáver.
Y
se enamoró del Arzobispo.
El
Arzobispo, turbado y sin saber qué hacer, entregó el anillo a su asistente.
Ni
bien el asistente lo tomó en sus manos, Carlomagno abandonó al Arzobispo.
Y
se enamoró del asistente.
El
asistente, aturdido por esta situación embarazosa, entregó el anillo al primer
hombre que pasaba.
Ni
bien el hombre lo tomó en sus manos, Carlomagno abandonó al asistente.
Y
se enamoró del hombre.
El
hombre, asustado por este amor extraño, empezó a correr con el anillo en la
mano, y el Emperador tras él.
Hasta
que se cruzó una gitana y el hombre le entregó el anillo.
Ni
bien la gitana lo tomó en sus manos, Carlomagno dejó de perseguir al hombre.
Y
se enamoró de la gitana.
Pero
a la gitana se le cayó el anillo al agua.
Ni
bien el agua recibió el anillo en su lecho, Carlomagno abandonó a la gitana.
Y
se enamoro del lago de Constanza junto al que Ifigenia caminaba descalza.
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