Reconocimiento Nacional a GACETA VIRTUAL

Reconocimiento Nacional a GACETA VIRTUAL
Feria del Libro Ciudad Autónoma de Buenos Aires-Año 2012

Rediseñada para ofrecer una mayor difusión de la escritura en castellano.

Dirección: Norma Segades - Manias
directoragaceta@gmail.com

GACETA LITERARIA Nº 68– Julio de 2012– Año VI – Nº 7



Imágenes: BEAUTIFUL WORLD

PÁGINA 1 – REFLEXIONES

EDUARDO GALEANO
(Montevideo-Uruguay)

LA LLEGADA

El hijo de Pilar y Daniel Weinberg fue bautizado en la costanera. Y en el bautismo le enseñaron lo sagrado.
Recibió una caracola:
-Para que aprendas a amar el agua
Abrieron la jaula de un pájaro preso:
-Para que aprendas a amar el aire
Le dieron una flor al malvón.
-Para que aprendas a amar la tierra.
Y también le dieron una botellita cerrada:
-No la abras, nunca. Para que aprendas a amar el misterio.


PÁGINA 2 – CUENTO

ELSA HUFSCHMID
(Santa Fe-Santa Fe-Argentina)

NOVIO

            Hacia tres días con sus noches que el perro no se movía de la parada del colectivo. A ratos, ovillado, dormitaba, o sentado en sus cuartos traseros, siempre atento a los pasajeros que subían o bajaban, indiferentes y apurados.
            A veces cruzaba la avenida y saciaba la sed en la fuente de la plaza. Pero volvía a su guardia.
            Ya se notaba en el cuerpo la falta de comida. Un joven que pasaba lo convida con la mitad de su sándwich y la dueña del quiosco de la esquina, condolida, le alcanza algo de comida, que devora rápidamente.
            -Está perdido-
            -Espera a su dueño pobrecito-
            - Llamemos a la perrera-
            Todos los vecinos opinaban y el perro, inmutable, esperaba. Bajo el sol, la lluvia, el frío, seguía en la parada del colectivo.
            Pasó casi un año. Los vecinos habían adoptado a Novio, como lo bautizaron, abrigándolo y alimentándolo. Siempre en la esquina, jamás quiso irse con nadie.
            Un día hallaron muerto a Novio, lo había atropellado un auto.
            Algunos comedidos decidieron enterrarlo en la plaza. Entre las flores, al lado de la fuente.
            Pasaron varios meses.
            Una tarde apareció una joven en la esquina preguntando a los vecinos si no habían visto a un perro que no podía describir porque ella era ciega y nunca lo había visto, pero que siempre la esperaba cuando bajaba del colectivo para acompañarla hasta su casa. Había estado más de un año muy enferma y era la primera vez que volvía a esa esquina.
            -¿Cómo se llamaba? Le preguntaron-.
            -Novio, le puse así porque era mi única compañía y porque me esperaba en la esquina como si lo fuera.


PÁGINA 3 – NUESTRA POESÍA

GRACIELA MITRE
(Rosario-Santa Fe-Argentina)

VACÍO

IV.

Polinizadas
por escarabajos
(antes que las abejas)
protegidas
por carpelos
con tépalos
y no sépalos
las magnolias
se troquelan
en viscosas
aureolas
sobre el rojo
candente
del patio
nada hay en su contra: es el viento y ninguna otra cosa.

V.

Solos
desnudos
hasta las entrañas
sobre un llano
donde el silencio
nos pierde
pero sobre todo
solos
en esta nada
que revuelve
y revuelve
el fondo
de un cántaro
vacío
hasta la desmigaja.

VI.

El ritual
ya no se cumple
la disfagia
se resuelve
limpiando
bien a fondo
vaciando
placares
llevándolo todo
(en el menor tiempo posible)
a cenizas.



ANTONIA TALETTI
(Rosario-Santa Fe-Argentina)

Tendiste la niebla compacta y leve sobre el río
telones de gasa cubrieron el puente, las islas.
Desde allí llamabas sin manos y sin voz
solo un perfil alentando el secreto
en el ritual de un domingo de mañana.
Sin conocerte avanzo expuesta a esa luz blanda
                                                                  /y húmeda
Abandonada toda defensa busco tu imagen, tu
                                                                    / palabra
Y desde la orilla que me retiene ruego
Que no sea cierto el perro lanudo, husmeante
Los vidrios rotos
Los desperdicios
Ni siquiera el chasquido de las olas
Ni la bandada de largos picos
Que el hombre en medio de los charcos
No sabe, no puede nombrar.
Solo vos, entreabierto llamando.

***
Bordes donde incrusta
verde la indiferencia
su artera daga.
Vidrios en la arena.

***
Gotea, intermitente, el lila
y reverbera en viola desde la vereda.
Es un haz intenso el que atravieso.
¿Quién mira este escenario en el que juego
mi breve paso de comedia?
Es octubre azul en Rosario y puedo verlo.


PÁGINA 4 – ENSAYO

MIGUEL ANGEL GAVILAN
(Santa Fe-Santa Fe-Argentina)

SILVINA OCAMPO

En una casa abandonada, en cuartos donde se encuentra el polvo con los retratos familiares, en escaleras con barandas que suben hasta el cielo, a través del sucio vidrio de una ventana, colgándole trapos y coronitas de flores a un serafín de piedra, se puede escuchar a la menor de las Ocampo con su voz de inmaculada penumbra. 

Le estorbaba el lujo y la pompa de su hermana; escribía en las sombras mientras aprendía las destrezas del dibujo con Giorgio De Chirico, tapando, con juegos evocados, su trabajo de escritora.

Fue más sutil que su marido: supo callar en una época en que la palabra era tan inmoral como la soberbia. Se escribió cartas de amor desesperantes con Alejandra Pizarnik, como si dos muertas se confesaran el sueño, con una rosa de tela en la mano cada una, guiándose en la oscuridad de sus días con una lámpara de aceite. No midió su talento. Pero Borges, que la amó como a una ninfa, alabó su magia y su premura. Ya estaba señalada para escribir a Irene.
En un parque, entre las ramas devoradas por las ramas de un clarín de guerra, cuando el sol anuncia un otoño que dura la noche entera; en el entramado de los árboles donde un enamorado escribe un nombre de mujer. Ahí, está la doncella que odiaba las fotografías; que cambiaba de rostro como de lunas, defraudada por la inquietud de permanecer constante.

¿En qué tarde, en qué cuarto detrás del sol, Silvina Ocampo vaticinó el arribo de la bruja? ¿Cuándo le dio el don de presagiar al perro lanudo y a la Virgen rota? ¿Y ese, de advertir la fragilidad de los varones como un impuesto desagrado? ¿Cuándo Silvina se permitió ser desnudamente una Andrade?

En esos desvíos hay que buscarla. Donde una queja repite la frase que perdura en los ojos:”Pobre Irene. Desdichada Irene”; donde un vestido de muñeca se deja comer por las hormigas; donde la niñez se pinta los labios y los hombres la miran. Allí, donde duerme una chica pálida y sana. O donde vaga desvelada la autora, tras escribir su biografía.

P.D.: El texto hace referencia al cuento:”Autobiografía de Irene” de Silvina Ocampo. Siempre.


PÁGINA 5 – CUENTO

CARLOS LUIS IBÁÑEZ TORRES.
(Pamplona-Colombia)

EL ESCRITOR

El hombre, de escasos cincuenta años, taciturno y entrado en los albores de la obesidad, soportaba paciente el duro gris de invierno, refugiado en el modesto cuarto que fungía de biblioteca, donde  imaginaba que cada libro era su autor o autora en persona, y allí  reunía a los más importantes poetas, novelistas, cuenteros, periodistas, músicos, pintores, de ambos géneros para sentir que desde los estantes de madera donde reposaban, lo miraban soñar y disfrutar al intentar escribir poemas, narraciones o experiencias pedagógicas de su ya larga carrera, como  asunto que él consideraba era su único atributo.
Como si fuera una vieja máquina, el invierno se había quedado varado frente a la ciudad con su atuendo de grises. Sus añejos aromas líquidos impregnándolo todo y su ejército de grillos y rumores, acometía sobre los viejos árboles, sobre los cansados techos de teja y los recientes edificios con su algarabía, tarde tras tarde, noches enteras, mientras la ciudad parecía hundirse con sus gentes, lentamente apuntillada por los interminables aguaceros.
El sol se había marchado hacia meses, y los niños, refugiados en sus casas, velaban tristemente los campos donde habían sido felices cuando en tardes de balompié  conocieron la gloria de anotar un espectacular golazo de tiro libre, o se habían hecho inmortales  en la memoria del paisaje al atrapar un balón imposible que llevaba el sello de gol, del zurdo Villamizar, que le pegaba a la pelota con semejante potencia que lo apodaban El Bomba.
Entre su colección de libros, se destacaba, además, una enorme  cantidad de diarios nacionales y locales que conservaba muy bien con noticias trascendentales de la política, el deporte, la cultura, la economía, y hasta la farándula nacional, porque pensaba, que serían al final de sus días, la conciencia de su época y el testimonio de su generación como precaución a una demencia senil o a esa terrible pérdida de la memoria que ataca a los hombres en el ocaso de su existencia. Tardes enteras se refugiaba en su mundo de noticias añejas, de fotografías intemporales ya, efecto causado por la transformación de las ciudades y el cambio generacional, el progreso y el desarrollo del país y del mundo.
A su memoria de “adulto contemporáneo,” llegaban como aves migratorias, los recuerdos de la infancia empapados también por los inviernos andinos forjadores de esa nostalgia milenaria acampada en su piel. Recordaba las avecillas de barro rojo que fabricaba en las tardes mientras el tiempo transcurría sin prisa en la huerta de la inmensa casa paterna donde escuchaba pasar el viento planetario, con sus extrañas voces míticas cargado de historias, que se fueron metiendo en su cabeza a través de la espesa niebla.
Las mañanas eran literalmente rápidas y se iban en un veloz instante que únicamente le permitía ejercer su profesión de maestro, oficio que amaba porque en éste había encontrado el secreto de la felicidad que encierra dar sin recibir, pero aunque amaba su profesión tenía sueños  cercanos a la labor de escribir, de poner a las palabras un aroma de vida, de vivencia real, de nostalgia o de alegría, porque ellas eran las únicas que estaban allí, cuando él las invocaba, porque a pesar de esquivas como lo son, le eran fieles cuando las hallaba  precisas en la dimensión de sus ideas..
Una noche de su infancia soñó con la ciudad empapada girando en remolino bajo la lluvia y precipitándose hacia el fondo del valle, cuando despertó, todos en la casa estaban aterrorizados porque un fuerte temblor había sacudido la zona dejando muchos dignificados, y nunca olvidó la cara de pavor de su abuela, que repetía incansable y firme una oración mientras pedía calma.
Los sueños eran parte de sus noches y no era extraño que se repitieran en la realidad, en uno de ellos  caminaba bajo la tarde invadida de neblina, solitario entre sauces y vacas tristes que lo miraban pasar adivinando que su rumbo no era otro que el de todo solitario perdido en los laberintos insondables de los pensamientos, mientras consumía una buena porción de recuerdos y saboreaba con ellos los últimos aromas frescos de su infancia.
La lluvia arreció, la neblina huyó disuelta en trazos amorfos y el hombre, en sus sueños, caminó tan rápido que quedó frente a frente con la tarde abierta como una inmensa garganta que lo llamaba a gritos, entonces hundió su mano hasta el fondo del bolsillo de su viejo gabán y allí estaba, como un animal enjaulado, un  Smith & Wesson, tan viejo como sus pesadillas, pero que aún así, retumbó en la tarde mientras  el único proyectil que quedaba en su tambor, atravesaba su sienes y lo hacía rodar por el interminable precipicio del silencio.
Despertó sobresaltado y corrió instintivamente hasta la  biblioteca, tomó uno de sus viejos diarios fechado 55 años atrás, en donde se leía en titular destacado: “Muere trágicamente, por suicidio  confirmado, un escritor que caminaba bajo los sauces, y, la mirada triste de unas vacas”.


PÁGINA 6 – NUESTRA POESÍA

ZULMA MOLARO
(Santa Fe-Santa Fe-Argentina)

Con músicas antiguas
de los primeros padres,
con sonidos frescos
como si de las cosas naturales
surgieran los sentimientos primigenios
embriagando los sentidos
intentando la armonía,
sin paraísos terrenales ni paraísos perdidos,
todo buenamente surgido,
sin condiciones
sin engañosas costillas
ni manzanas infectas,
sólo con el amor a pleno
descubrieron la vida edénica
nuestros primeros padres.

***
Cuando la duda detenga tu paso
porque el sendero se hace borroso,
mira hacia atrás el camino obrado
y ve si no tiene manchas,
si es como las palomas blancas
que tienes reservadas para tu última función,
si su albura coincide.
Si es así, con un gesto magnífico
suelta de tu galera las palomas,
y ya sin carga,
mira nuevamente la senda que te resta
y camina tú solo como un equilibrista.

***
Por qué dejar huella,
todas se borran,
ni la sombra de los grandes
oscurecieron la luz
de los ojos que supieron ver.
Por qué creer que seducir
es más importante que ser,
sólo la verdad es el ser.
Mostrando lo que no se es
se muestra lo que se es, la falsa verdad,
la sombra de una nada.



MARIA BEATRIZ BOLSI
(Santa Fe-Santa Fe-Argentina)

Abrazo del amante
que en mitad de la noche
enciende estrellas.
Intuye el alma
aromas
de ignota travesía.

Y la mano es fiebre
que deshoja tabúes
tiende escarchas de enagua
por el suelo
y esculpe laderas
de piernas y de vientre.

Boca en la boca
invadimos las costas
del mismo ardor antiguo.

Garza y halcón
bebiendo en voluptuoso cáliz.

Dentro del círculo de arena viva
el gemir desnudo
del amor
en una alcoba
tatuada de suspiros.

Llama del deseo
que opaca el ondular
gris      oro     
de una luna
desierta
por la corriente del cielo.

Me entregas
todo entero
tu embriaguez de besos.

Te entrego
llegando desde el sueño
el perfume sensual de mis caricias.

Suspendido
el reloj de la noche
en este fuego de dos.

Plenitud del amor
que vuelve sublime
el sexo.

NACER PALABRA

Nace de mano abierta
entra por cualquier ventana de la casa.
Canto de arena
desde la piedra antigua
la despierta
y un apenas fueguito alcanza      
para entibiarla.

Asciende
por los ojos del día
hasta el silencio blanco.
Garúa de infancia.
Sombra de ala volando bajo
en el atardecer rosado.

Nacer palabra. Con hambre y llanto.
Con desnudez
y rebeldía.
Azul de mariposa sin peso
por el viento
para desordenarnos la mirada.
Volverse harina que se amasa
para que en panes
llegue su fragancia.

Lo dice todo
en su delgado universo
                                   de sonido y de página.

Lo dice todo
aunque –a veces-
                        parezca
                                   que no dice nada.




PÁGINA 7 - ENSAYO

CYNTHIA OTTAVIANO
(Ciudad Autónoma de Buenos Aires-Argentina)

MARÍA REMEDIOS DEL VALLE

A los 60 años, esta heroína negra era una indigente que vendía pastelitos. El país había olvidado que fue la única mujer admitida por Belgrano en su ejército y que le había conferido el grado de capitana por su arrojo y valor.  La Argentina tiene un padre. O hasta dos: San Martín y Belgrano. Pero también tiene una madre, María Remedios del Valle. Una madre ausente, ignorada, gracias a la burocracia política y a plumas como las de Bartolomé Mitre, que no podían permitir que una mujer reuniera la condición de madre y soldado, heroína y negra, benemérita y pobre, todo a la vez.
María Remedios del Valle no sabía nada de Mitre cuando, durante las invasiones inglesas, decidió guardar las mochilas de los soldados del Cuerpo de Andaluces que necesitaban aligerar la marcha hacia los Corrales de Miserere (hoy Plaza Miserere, en el Once). Tampoco el 6 de julio de 1810 cuando se sumó, junto a su marido y sus dos hijos, a las filas del Ejército Auxiliar del Norte, donde hizo cuanto pudo y le dejaron. Era mujer entre hombres y, aún más raro, con la piel más negra que la noche.
El 23 de septiembre de 1812, en la víspera de la batalla de Tucumanas, se presentó ante Belgrano y le suplicó que la dejara asistir a los heridos que se amontonaban en las primeras líneas. Belgrano se negó: el campo de batalla no era cosa de mujeres. No tuvo en cuenta que la rabia de la libertad no sabe de géneros. Remedios del Valle actuó en la retaguardia desafiando las órdenes del general. Pronto se convirtió en leyenda entre la tropa, que comenzó a llamarla la Madre de la Patria. Belgrano terminó cediendo: fue la única mujer admitida en su milicia.
María Remedios perdió a su marido y a sus hijos bajo las balas enemigas, pero se destacó en las batallas de Salta, Vilcapugio y Ayohuma. Tras la derrota, cayó en manos españolas. Tenía seis heridas de bala en su cuerpo y fue azotada en público durante nueve días. Cada azote abría una rajadura hasta el hueso, por donde avanzaba un ejército invisible de gérmenes y bacterias. Infecciones que, al final, ahorraban munición a los realistas.
Sobrevivió al castigo y burló el cerco, para volver a pelear, aun cuando no eran tiempos para que las mujeres se les atrevieran a las armas. Hace 200 años era noticia que un grupo de mujeres se animara a donar fusiles y no a empuñarlos. La Gazeta de Buenos Aires reseñó esos casos de mujeres pudientes, "nobles y bellas (...) que no pueden desempeñar las funciones duras y ásperas de la guerra (...) No pueden desplegar su patriotismo con el esplendor que los héroes en el campo de batalla".

 Por eso "desahogaban su patriotismo" comprando fusiles y suplicaban "que manden grabar su nombre en el fusil que costean". Eso pidieron Mariquita Sánchez de Thompson, Carmen Quintanilla de Alvear y otras mujeres paquetas, cuyas historias perduran hasta nuestros días: que las hicieran trascender en una chapa grabada. Ni consideraban la posibilidad de pisar el campo de batalla. María Remedios del Valle, sí.
Cuando la revolución triunfó, no se supo más nada de ella. Era apenas un mito. Un mito andrajoso, encorvado y mendicante, envuelto en un manto de payetón pardusco, que ofrecía pastelitos en la Recova (hoy Plaza de Mayo), pobre de toda pobreza, con 60 años y más arrugas de las que pudiera contar.
En ese preciso momento fue reconocida por el general Juan José Viamonte. "¡Pero si es la Capitana, la Madre de la Patria!", exclamó el diputado sin creer lo que veía y la instó a que presentara un pedido de pensión para dejar de mendigar.

María Remedios presentó su pedido. El 11 de octubre de 1827, los diputados de la Junta de Representantes de la Provincia de Buenos Aires lo trataron. Según se lee en las actas de la sesión, la llamaron "una heroína", "una infeliz que si no fuese por su condición (pobre) se habría hecho célebre en todo el mundo", "una mujer de mérito que no merece que olviden sus servicios". Pero se olvidaron durante nueve meses, porque la Historia es demasiado hombre para contar a las mujeres. Recién el 18 de julio de 1828 volvieron a trabajar sobre el pedido. Esa noche Viamonte explicó que la mujer era conocida "por el primer oficial hasta el primer General (...) la he visto entre filas de soldados, curar a los heridos y tomar el fusil y ser víctima". Tomás Anchorena aseguró: "Es una mujer singular (...) no había acción, en que ella pudiera tomar parte, que no la tomase, y en unos términos que podría ponerse en competencia con el soldado más valiente (...). El título de Capitana del Ejército se lo dio el General Belgrano (...) y lo oí ponderar su oficiosidad y esmero".
Finalmente, los diputados votaron el otorgamiento de una pensión de $ 30, desde el mismo día que María Remedios la había pedido. Para tener una idea de la escasa generosidad para con una heroína revolucionaria, vale precisar que una lavandera ganaba 20 pesos, mientras que el gobernador cobraba $ 666. La libra de aceite rondaba $ 1,45, la de carne $ 2 y la de yerba $ 0,70. A María Remedios le otorgaron un peso por día.
Un diputado quiso ir más allá de la pensión y pidió que "se forme y componga una biografía y que se haga un monumento". Fue demasiado. "Esto es materia de un proyecto de decreto y debe presentare en forma conforme al reglamento", le respondieron. Por no violar el reglamento de la Honorable Sala de Representantes, hoy no existe la biografía oficial de María Remedios del Valle. Tampoco el monumento. Apenas dos calles, una en la ciudad de Buenos Aires, en Parque Avellaneda, y otra en Mar del Plata; una escuela en Villa Soldati y otra en el partido bonaerense de Azul; una escuela municipal de Enfermería y una Casa de la Mujer en San Isidro.
Murió sola el 8 de noviembre de 1847, después de haberse cambiado el nombre por el de Remedios Rosas, en reconocimiento al gobernador Juan Manuel de Rosas, quien la había ascendido a Sargento Mayor, en 1829. La Argentina sigue con sus dos padres. De la "Madre de la Patria" no hay siquiera un retrato. Ni una ilustración.


PÁGINA 8 – CUENTO

ANA MARÍA DONATO
(Resistencia-Chaco-Argentina)

DESFILADEROS II

Remedios recuerda bien. Hace muchos años que sabe que las voces que escucha no son fruto de una mente extraviada sino de una privilegiada capacidad de retener datos que ha registrado no sabe cómo. Son  voces e imágenes que la transitan pero que no la perturban. Remedios, Reme para su padre y su abuela y todos los criados de la casa,  recuerda y escucha esas voces. De a poco cuando las escucha,  se le representan también las imágenes de las personas que las emitieron, pero no en simultáneo. El fenómeno que experimenta Reme es la alteridad entre voz e imagen. Ahora está sentada frente al gran ventanal de la casona que mira al amplio parque en el fondo de la propiedad heredada por generaciones. Ella ha escuchado en esa casa todas las historias que, sin proponérselo, retiene y muchas más que no sabe su origen. Cree que podría perfectamente escribir el libro de la hacienda  y darle vida a por lo menos cuatro generaciones de antepasados, pero no lo hace. No le importa. Ella sólo está atenta a la presencia de las voces que se le imponen sin buscarlas. Es algo que le pertenece y que sólo ella sabe cómo manejar. Los médicos que la trataron han desistido de encontrar una justificación a ese movimiento de la mente de Remi. Ayer nomás escuchó la voz de un hombre gritar fuertemente a una mujer por no  recriminar a la criada de la cocina por la pasta mal cocida. Escuchó esa frase "pasta al dente" como si se lo estuviera diciendo a ella. Luego el sonido calló y no apareció esta vez la imagen. Intrigada siguió varios días esperando. Al tercer día vio la imagen de una solitaria mujer en un paisaje blanco. No alcanzó a distinguir de qué lugar se trataba. Por una semana  no aparecieron voces. Remi quedó así con una voz sin imagen y una imagen sin voz. Siguió esperando pero  el fenómeno de las escuchas se había interrumpido. Decidió recurrir a la vieja Luisa, ama de llaves con más de sesenta años en la finca. Luisa conocía bien a Reme y la tomaba muy en serio. Cuando le contó lo que le sucedía se asombró. Se tomó un tiempo para acomodar sus propios recuerdos y le contó a Reme que en realidad la mujer que había visto y no oído era Roxana, la esposa del tío Serafín que había escuchado protestar por la “pasta al dente”. Remi se enteró entonces que Roxana cansada del maltrato que su marido le daba a  todos, incluso a ella y a los niños, lo abandonó una madrugada muy fría llevándose a los hijos muy lejos. El nunca intentó buscarla. Sólo atinó a decir, cuando su propia madre lo interrogó: Madre no se meta. Sepa que si voy y la encuentro, la mato. Y agregó: Le grité poco y le pegué menos de lo que se merecía.  Luisa calló. Remi quedó atrapada en esa historia de violencia  familiar que, ahora comprendía, daba sentido a  las voces que escuchaba y a las imágenes que veía sin proponérselo.


PÁGINA 9 – POESÍA ARGENTINA


SILVIA MILOS
(Castelar-Buenos Aires-Argentina)


SOBRE LO ESCRITO


Hoy leeré algo de tí
Hoy, estando lejos te llevaré conmigo.
Caprichosa. Egoísta.
Hoy, es demasiado tarde para llamarte
...entonces espérame.

Entraré sigilosa por tu mente,
cuando descanses,
y despertarás habiendo sentido mis celosos besos.

Hoy, al ver tu letra
tendré algo tuyo en la mirada.
Cuidadosamente bajare la vista
a los demás,
y no revelare que:
No existen juramentos que sean
eternos.

Ni amores que no puedan amarse.

ISLA

Soy una isla flotante
puedes verme o no,
pero siempre voy a figurar
                                        
                                        en el mapa de tu corazón.

A veces la bruma del amanecer me sumerge
como un cardumen de peces dormidos,
otras... la noche oscura me traga
y me tapa con su manto
donde no hay estrellas,
           
                                 o lunas que iluminen mi rostro.
           
El resto del día
Soy completamente tuya,
(Sólo ante tus ojos de mar)
Y tal vez por unas horas logres llegar
                                                                      hasta mí.
Más ten cuidado: no soy un espejismo.
no soy un sueño repetido
que viene... y se va con las olas de tus caprichos.
                                         
                                       Soy tierra firme, si lo deseas.

Puedes dejar tus huellas en la arena.
Puedes beber del agua clara de las orillas,
pero también debes saber:
soy un planeta desconocido
para la brújula de tu alma,
                                                 no tengo norte, ni sur.
No hay polos opuestos,
no hay muelle que te permita partir,
              
                  Ni  senderos que te dejen ser el mismo...

Luego,                                      de haberme recorrido.

SOY

 
Soy la flecha envenenada
en el arco de tus manos.
                                                          Soy el espacio secreto de tu celda
que no compartes con nadie.
Soy tu libertad derramada de locura,
soy tu imagen desvelada
caminando sola como una sombra de
madrugada.
                                                           Soy el reflejo detrás de los cristales,
que no vuelve... sin tu aliento.
Soy tu mentira... a veces inocultable
y tu inmensa verdad, apenas admitida.
                                                         
                                                           Soy tu equilibrio, y tu vértigo.

Soy quien te muerde... y quien lame tus heridas.
Soy el eco en tus oídos
cuando escuchas mi nombre,
                                                            y mi nombre no me trae: Me revela.

Solo mi nombre... el que te conmueve.

ESTAMPIDA


Elegí una página al azar,
para escribirte, para contarte
como la lluvia sigue cayendo,
cada vez más fuerte desde el cielo.
Y esta agua que corre,
no logra convertir mi sangre en cenizas.
No puede apagar el fuego
que brota desde el volcán oculto
por mis hombros y mi pecho.
El volcán estalla, escupe lava.
Y los caballos corren.
Sus crines brillan en la noche opaca...espesa
Escucho sus galopes.
Hay que mantenerlos calmos:
Tengo que dejar de pensar en ti.
Los caballos blancos y negros se mezclan
algunos bordean el río.
Otros se queman.
Escucho sus cascos, me tranquilizo,
ellos se duermen a mitad del camino.
Y yo, no logro completar el deseo,
de tenerte aquí... Conmigo.



BERNARDO SCHIFRIN
(Ciudad Autónoma de Buenos Aires-Argentina)

CONTEMPLACIONES    
             
A
                                                                                                 
Las gramíneas semillan                                                                 
eréctiles y gráciles                                                                         
captan la energía                                                                           
hasta su madurez                                                                          
cuando agachan la testuz.                                                            
Otras penden graciosamente
como campanitas.                                                                         ..
Por debajo acechan las leguminosas.                                                             
para extenderse por la tierra.
                                                                                                                                              
B      
         
¿PARA QUÉ?
                                                                              
El sonajero verde del álamo carolino                                          
el susurro de las acacias
ululan los pinares
cruje el eucalipto.
Cada hoja con su sonido,
escondido.
Uno con la brisa suave
otro cuando las ramas se agitan.
percusión vegetal
juego anterior, sortilegio del aire.

C

El monte se lavó la cara
y le saca lenguas verdes
al polvo aliado del viento
que empañan su brillo.
Como rayos emergentes
los chañares florecen de sol
prolongando la belleza.

D

El viento juega con las nubes
Dispara su flecha
y las dispersa.
Persiste el hálito
cola de cometas, tenue velo
plumón del cielo azul
rumbo de la nada.

E

La risa de los olivos en flor
el amor cubre la tierra de pétalos blancos
pequeñas esmeraldas
crecen al amparo de las hojas.

F

Del mar verde
surgen multitud de bracitos
pidiendo auxilio
para asir sólido,
repetir la especie.
Se estiran los zarcillos…
tentáculos vivaces
que se revuelven como reptiles
a la conquista de prisioneros
atrapados en su destino de guías.

A través de la penumbra vegetal
retazos de luz iluminan la vid.


PÁGINA 10 – ENSAYO

ELIANE ACCIOLY FONSECA
(San Paulo-Brasil)

DIÁRIO DE VIAGEM: 2003

Quando estive no México para o XI° encontro de “Mujeres poetas em el Pais e las Nubes”, acreditava que as pessoas de lá, os nativos,  pudessem compreender meus poemas, quando eu os lesse nos encontros, em Português. Foi um dos maiores engodos que me aprontei. A língua espanhola me parecia “parecida” com a língua portuguesa, afinal são neolatinas. No entanto, são profundamente diferentes e misteriosas em suas diferenças.  Assim, tinha meus poemas inúteis, que em português não me serviriam, e toda uma semana pela frente, para me desesperar. Ou retornar antes ao Brasil, com o rabo entre as pernas.

A poeta Norma Segades-Manias me salvou. Os poemas que levei em grande parte, estavam publicados em dois livros. E não seriam necessários mais que seis ou oito poemas, pois eles seriam lidos em pueblos diferentes e para diferentes públicos. Norma não me deixou ler nenhum poema em português, me convencendo que não seria compreendida. Ela tinha razão. Bendita amiga! Á noite nos reuníamos todas as quarenta poetas em um bar simples e simpático onde comíamos nossos lanches.

Foi neste bar, no Pueblo de Emílio Fuego, que Norma e eu nos debruçamos sobre os poemas. E ela os traduziu incansavelmente. Um trabalho inesquecível em quatro mãos, quatro olhos, dois corações, e a presença de duas mulheres se aventurando entre dois idiomas diferentes. Na primeira noite praticamente ficamos acordadas, e varamos a madrugada. Trabalhamos em outras noites também, trabalho extra, pois por essas horas estávamos exaustas.
Trabalhávamos de manhã ao fim da tarde, o que adorávamos, pois nossos trabalhos era levar poesia ao povo do lugar.

Ao começaram as apresentações dos poemas pelas poetas, com as traduções de Norma Segades-Maniás em minhas mãos, sentindo-me abençoada e salva! Então eu lia o poema na língua portuguesa, e uma poeta de língua hispânica o lia por sua vez, em espanhol.  Experiência única, para cada uma de nós, e para o público. A língua desconhecida, para nós, é pura musicalidade, tratando-se de poemas. Bons poemas, por sinal. Escutei poemas em mixteca, hebreu, danês, inglês e espanhol.

Foi por esta ocasião que me dei conta do quanto os idiomas português e espanhol são distintos entre si. E como foi possível encontrar uma irmã de alma, na poesia, em Norma.

Quando minha filha mais nova foi viver em Madrid, onde se casou e teve uma filha, compreendi ainda melhor a diferença entre os idiomas. Fora do âmbito familiar ali me compreendem no absolutamente trivial, mas não posso conversar profundamente com quase ninguém. Uma das exceções sempre foi Norma, com quem, nem sei como, pude avançar as fronteiras dos sentimentos e emoções.

Um desses mistérios.

ALGO PARECIDO A UNA TRADUCCIÓN

Cuando visité México, para el Onceavo Encuentro de Mujeres Poetas en el País de las Nubes, pensaba que su gente, los nativos, podrían comprender mis poemas en português, al leerlos durante los encuentros. Fue ese uno de los mayores engaños que debí afrontar. La lengua española me parecía “similar” a la lengua portuguesa, después de todo, ambas son romances. Sin embargo, comprendí lo profundamente disímiles y misteriosas que son en sus particularidades. Así, sentía inútiles mis poemas, que no serían comprendidos en português, y una semana por delante, para desesperarme. O retornar antes a Brasil, con el rabo entre las piernas.

Me salvó la poeta Norma Segades. Los poemas que llevé, en su mayoría, habían sido publicados en dos libros. Y no eran necesarios más que seis u ocho poemas porque serían leídos en pueblos y ante públicos diferentes. Norma no me dejó leer ningún poema en português para que fuera mejor comprendida. Y estaba en lo cierto. ¡Bendita amiga!

Por la noche, nos reuníamos las cuarenta poetas en un bar sencillo y acogedor donde comíamos nuestros bocadillos. Fue en este sitio, en el pueblo de Emilio Fuego, que Norma y yo, trabajamos sobre los poemas. Ella los tradujo, incansablemente. Un trabajo inolvidable a cuatro manos, cuatro ojos, dos corazones, y la presencia de dos mujeres aventurándose entre dos idiomas. La primera noche nos pusimos de acuerdo y detuvimos la tarea casi de madrugada. Trabajamos también otras noches aunque por esas horas estábamos exhaustas. Ya que, desde la mañana al fin de la tarde, nos afanábamos amorosamente en llevar la poesia a los pueblos cercanos.

Al comenzar las presentaciones, con las traducciones en mis manos, me sentia bendecida y a salvo.  Entonces, leía mi poema en português y una poeta de lengua hispânica lo hacía, a su vez, en español. Experiencia única para cada uno de nosotros y para el público. Las lenguas desconocidas son musicalidad pura, cuando se trata de poemas. De los buenos poemas, por cierto. Así fue que escuchamos poemas en mixteco, hebreo, danés, inglês y español.

Fue en esta ocasión que me dí cuenta de las marcadas singularidades entre ambos idiomas. Y como fue posible encontrar una hermana del alma, en la poesia y en Norma.

Cuando mi hija menor fue a vivir a Madrid, donde se casó y tuvo una hija, comprendí mejor la diferencia entre ambos idiomas. Fuera del ámbito familiar, comprendo lo absolutamente trivial pero no puedo conversar profundamente con casi nadie. Norma ha sido siempre una excepción. Con ella, no sé como, pude atravesar las fronteras de los sentimientos y las emociones.

Uno de esos misterios.


PÁGINA 11 – CUENTOS BREVES

JORGE M. TAVERNA IRIGOYEN
(Santa Fe-Santa Fe-Argentina)

CARTAS

Es la última vez que te escribo. Y te ruego no contestes: no leería jamás tu respuesta. Es la última vez que intento hacerte entender que no aceptaré pagarés sin fondo para un amor en el  que sólo he recibido promesas de cambio de sexo.


Intercambiamos cartas durante tres años. Cartas timbradas en distintas ciudades del mundo. Así viajamos y pensamos en la fortuna del otro. Nadie nos alertó que era una fantasía mutua que tejimos entre dos pueblos de la Patagonia argentina donde no pasa casi nada..


La carta no dice nada. Mejor dicho sólo la palabra saludos y una firma ilegible. Quien la envió sabe bien que me ha hundido en el abismo de la duda, que a más de pasar por la incertidumbre, tiene el rosado beneficio de la ilusión.


Si no mueres, no serás inmortal. En todos mis onomásticos llega puntual, escrita con tinta azul. Ya no pienso quién me la envía, pero hoy, por las dudas, escondí el tintero.


Se subasta en Sotheby´s la carta de Winston Churchill en la que confiesa a un amigo que, en el fondo, le interesa más la pintura que la política. En las dos se miente, ya que el arte es una apariencia y la política una conveniencia. La compra una mujer anciana, que no da su nombre. Obla las libras, aunque su aspecto deja más de un interrogante. Al salir, la quema en un tacho. Lo hace en honor a su madre, la institutriz del niño Winston, que jamás hubiera perdonado esa blasfemia.


PÁGINA 12 – POESÍA ARGENTINA

EDUARDO PÉRSICO
(Lanús-Buenos Aires-Argentina)

ESA  PIBA  LABURANTE QUE AL AMANECER CRUZA LA PLAZA DE LANÚS
y a veces cuando hace un frío que ni te cuento.

Que cerca están las malas letras de los tangos
de esa muchacha que el duro amanecer, cinco de la mañana,
despereza la calle.
Y por qué no, desde un auto le guiñan un requiebro
que ni siquiera mira.

Constante merodeo de buscar envolverla
en ese transitado familiar melodrama;
pobre costurerita que diera malos pasos
y según un ingenuo, sin necesidad.

Lo mismo que si a ella le fuera indiferente
esa blusa tan linda, con el corte moderno.
Y esas sandalias, qué hermosas.
Tres tirillas doradas, qué bien le quedarían.

Más pontifican siempre quienes lo saben todo:
ser obrera de fábrica madrugante del alba,
es decir muy ausente y no entender las cosas.

Ignorar por ajenas cuestiones importantes.
Saraos. Vernisagges. Alta costura.
Y algún viaje por mar con un enamorado,
gentil y divertido al compartir la cama
de un suntuoso privado.

¿Y por qué no, señores?
¿Quién esquiva el deslumbre
por ese brillo infame que a veces contraviene
nuestra verdad de adentro?

Y a esa piba con sueño que despereza el día,
cinco de la mañana,
mala letra de tango le manosea las nalgas.

Cuando en la fría mañana,
ese hierro implacable golpeando pantorrillas,
es de ver que de pronto se endurecen sus ojos,
mirando la vidriera que es una celestina.



SILVIA PALFERRO
(Ciudad Autónoma de Buenos Aires-Buenos Aires-Argentina)

MANOS DE LUNA

Indócilmente escurrido de aguas
pero de luna entre dos manos
el papel murmuraba. Multicolores
las formas del maché
que la mujer iba dando.
Vuelta en el silencio semiluz
desde su cocina
más allá amanzanada
de sobremesa y geishas también
ella se artesana
hasta contornear de claros
rojos su cintura.
Acaso ahora miniatura y mujer
fueran sin saberse aquí
como miradas:
estos revestidos ojos
míos de un tiempo
de infancia detenida.
Para Ivana Chepelich

ALGO DE LA MELANCOLÍA

Algo de la melancolía apura
los pasos tal vez
para que la tinta
se haga verso sobre los vientos.

Y es colombina esta noche
como salida de un tango
o de la tela despintándose
los detalles de musa
y llovizna sobre la acera.

Desde la fantasmal
garganta del barrio
se dice Boedo hasta la entraña
gris del papel. Acaso con la misma voz
hizo su queja Homero en las tormentas
mientras recortaba otro poema
contra la piel del sur;
esquinando su claro de luz
en el cartel.

DEDICADO A LAS ABUELAS: ROSA Y ATA

Pequeñamente sobre encajes de parra
mordiendo sus lunas a través
del patio se escabullía la nena
según silencios alrededor
la trepaban al sol.
Todavía entre tibia
mironeada gris de mujer ahora
adentro por la casa
descalza en versos su rumor.
Solitario rumoreo es este
desprenderse bajo aquellos lejos altos
enracimados de infancia
que habitaran las abuelas
hasta el arrullo encorvado
del oscurecer.

SIN ROSTRO

La medianoche del párpado
cayó hasta el final.
Es allí donde el hombre se hace otro
y en ese no saberse pierde el rostro.
Desde alguna luz de inciertos
detrás del tiempo estrellándose
el hombre es posible
que recuerde o nunca
pero su voz tuvo la edad
de todos los silencios
y cada paso se detuvo en uno.
Sin embargo después otra geografía
adoquinada al cuerpo comienza
a rodar como luna querendona.
Acaso de la vida pueda ser el misterio
este reparto de historias sin ángeles
que burlaron los balcones de la noche,
cuando la verdad quién sabe
si alguna vez despierte
sobre los días, quién sabe.


PÁGINA 13 – ENSAYO

FRANCISCO GARZÓN CÉSPEDES
(Madrid-España)

DECIR LO EXPRESIVO DE LA POESÍA

No hay que leer en voz alta o decir expresivamente el poema de modo externo, en búsqueda del efecto, sino desde un viaje a nuestro paisaje interior, por medio de lo poético, con un propósito expreso y predominante: el de expresar ese paisaje interno, el de compartirlo y, hasta donde sea factible, el de comunicarlo, todo siendo cada cual quien es como individualidad, como conciencia.
Si se trata más que de leer en voz alta o de decir un poema ya existente, de crearlo oralmente, de priorizar la invención y/o la reinvención, entonces el rechazo a la búsqueda del efecto tendría que ser igual de consciente, y, el viaje a su paisaje interior, el poeta oral tendrá que realizarlo no sólo para compartir el poema, sino para comunicarlo con la mayor plenitud. Se trata, con la oralidad poética artística de ser quien se es a la par que serlo en comunicación poética con los otros considerados como interlocutores.
En todos los casos, naturalidad y sencillez, salvo excepciones, tendrán que tenerse muy en cuenta, en equilibrio con la jerarquía, presencia y características de lo artístico expresivo o de lo oral artístico comunicador según sea el caso. Todo como arte y, en cuanto al decir expresivo, como expresión de belleza sin límites, y, en cuanto a la oralidad, como comunicación poética artística eficaz.
Anota de “poesía” uno de los diccionarios más conocidos: “Género literario exquisito; por la materia, que es el aspecto bello o emotivo de las cosas; por la forma de expresión, basada en imágenes extraídas de sutiles relaciones descubiertas por la imaginación; y por el lenguaje, a la vez sugestivo y musical, generalmente sometido a la disciplina del verso.”
Más que para ser representada, la poesía es ideal para presentarse y ser, presentarse y sentir, presentarse y comprometerse, presentarse y arriesgarse, presentarse y evocar, presentarse y sugerir, presentarse y convocar, desvelar, fluir, expandirse, lo que no excluye, desde lo poético, razonar y definir por vías siempre inéditas, e inapresables como totalidad, en su misterio y resonancia.

EL ARTE DE LA POESÍA SOBRE ESCENARIO:

Humanidad y energía. Lucidez, sensibilidad e imaginación. Razón y sentimiento. Sutileza. Transfiguración del lenguaje. Sugerencia y belleza. Ritmo interno. Contenido y canales expresivos o expresivos comunicadores con calidad artística expresiva o con calidad oral artística y eficacia comunicadora.
Hecha la palabra poética voz y gesto (incluso si leemos en voz alta tenemos esta opción de utilizar lo más posible lo corporal abriéndolo como la voz a lo comunicador y no fijándolo todo, ni en su mayoría, de antemano), no olvidar que el poema no es un pregón, y que quien lo comparte no es ni puede ser un vociferante o un afectado bufón engolado, como no es ni puede ser un intérprete, sino que es un ser humano en indefensión y plenitud, sin personaje y sin máscara (excepto en el teatro); uno que siempre tiene que ser un creador capaz de recrear la vida con complejidad y armonía. Se trata con la poesía de crear y no de fingir. Se trata de sentir y no de fingir. Se trata de ser y no de fingir que se es.
Habrá lógicamente que tener en cuenta la personalidad de lo que se dice, la personalidad de quien dice, la personalidad de quien escucha, la personalidad del sitio y la personalidad de la circunstancia. Aunque todo será distinto si se trata de leer en voz alta o de decir la poesía literalmente desde lo artístico expresivo que si se trata de crear la poesía en el instante mismo con ese público, en ese sitio y circunstancia, desde lo oral escénico comunicador.
Debemos considerar siempre lo mucho que se ha insistido en cuanto a la poesía como la palabra arte por excelencia, y lo mucho que se ha subrayado que es la más sutil de las formas expresivas, porque las dos afirmaciones son ciertas y determinantes. Otro aspecto es, y precisando lo definido por el diccionario, que la poesía a veces no está en verso, no olvidemos la prosa poética y sus muchas manifestaciones. En uno u otro caso, y esté el verso rimado o no, se trate de verso o de prosa poética, habrá que priorizar la esencia junto a la musicalidad, la entonación y la resonancia de la voz; estar muy atentos a las intenciones y al volumen; y, mucho, al ritmo. Habrá que enfatizar, considerar y distribuir las pausas, matizar desde las inflexiones de la voz. Cuidando la dicción, su claridad y precisión; sin olvidar la acentuación y la sintaxis (ésa singular de lo poético).
Habrá que cuidar también el énfasis vocal excesivo o a destiempo, cuidarlo tanto como la ausencia de giros y de tensiones. Y habrá que gradualmente ir aumentado la progresión dramática o humorística y sus presencias en la voz, que no se impostará artificiosamente, pero que sí será resonante y prestará mucha atención a la emisión desde el diafragma, a la dosificación del aire, teniendo muy consciente que unos pulmones llenos de aire y una utilización diestra de los resonadores contribuirán a la seguridad y a la rotundidad.
La poesía como oralidad artística o como arte literario es una dimensión a la que otorga personalidad en gran medida el ritmo interior del poema, un ritmo que, además, desde la palabra, en la escena debe ser voz y cuerpo escénicos u orales escénicos de múltiples registros. Es tal la importancia del ritmo interior del poema que, incluso con los versos ya rimados, por sobre el ritmo de la rima se debe potenciar el ritmo interior del poema y su sentido.
En la escena pues, voz y cuerpo respondiendo al ritmo de la palabra y de sus imágenes, sonoridades y revelaciones; voz y cuerpo desencadenados, como instrumentos engendrados y engendradores, respondiendo a fondos y mensajes, a transparencias y definiciones, a pensamientos, sentimientos y juicios, a vibraciones y fundaciones.
De lo recomendado sobre la voz, adecuar aquello que pueda corresponder igualmente a los lenguajes corporales, propulsores que no deben ser utilizados ni tímida ni desproporcionadamente, ni con convencionalismos ni con arabescos. Y donde, salvo excepciones (muchas relacionadas con la comicidad), habrá que potenciar el gesto sugerente sobre el gesto descriptivo, rechazando lo descriptivo naturalista.
Si bien el punto de partida será el conocimiento, el comprender y el compromiso, la pasión y la responsabilidad, también, cuando corresponda, el punto de partida será la lectura, silenciosa primero, y a solas y en voz alta, después; y el análisis, la comprensión y el acercamiento a la personalidad del poema para dimensionarlo y compartirlo desde su lenguaje poético único y múltiple. La visualización, hasta donde sea posible, de la materia prima poética, y la sensibilización con lo poético y su estructura rítmica. Primero comprender, visualizar, sentir, antes de hacerse con lo verbal. Comprender la identidad de la palabra como un todo para que voz y cuerpo la conjuren, la reafirmen, la propaguen.
Y, en cuanto a lo corporal, un punto de partida será la utilización al máximo posible de la mirada respecto al público; otro punto de partida el que las emociones y las afirmaciones pasen por el rostro y por los ademanes y desplazamientos (de ser estos últimos factibles, sin excesos, sin brusquedades, sin descontrol); y otro punto de partida será la postura clásica de la oralidad escénica, el llamado neutro que he propugnado del artista oral escénico (al que regresarse en las pausas corporales o no verbales): postura erguida, brazos relajados a los lados del cuerpo, sin rigidez, sin poses de estatua. Teniendo después en todo lo corporal muy en primer plano la correspondencia, la gracia, la composición, los equilibrios, la simetría o la asimetría, la altura en el espacio y el espacio todo entre tanto y más. O lo que es lo mismo: la congruencia entre lo que se dice y el cómo se dice (excepto si se elige la incongruencia como recurso); y la consistencia en lo que se dice y al decirlo.
Todo certero, pleno, con capacidad de hacer imaginar, sentir, vibrar. Todo comenzado en un punto que permita ascender hacia el clímax, cerrar con fuerza. Todo desde el principio mismo ya con indiscutible presencia, fuerza, proyección.
Requerirá, su profesionalidad escénica u oral escénica, tanto si se trata de la lectura artístico expresiva en voz alta para el público, como si se trata del decir en voz alta expresivo para el público, o si se trata del acto poético oral escénico comunicador con el público; requerirá, repito, mucha formación, mucha teoría, mucha técnica y mucha práctica. Como todo lo excelso. Como todo arte. Como toda profesión.
Emocionar, divertir, edificar, analizar, incitar a la reflexión, entre otros propósitos y resultados del leer en voz alta o del decir u oralizar la poesía. Tan válidos unos objetivos como otros, muchas veces sabiamente entrelazados ya desde la fuente y/o en la acción reinventora o inventora.
La poesía aporta su riqueza de lenguaje frente al empobrecimiento del lenguaje en nuestras sociedades donde cada vez más predomina la esterilidad al decir. Una esterilidad tantas veces marcada por la simplicidad, el facilismo, el mal gusto, las deformaciones, la vulgaridad y la inexactitud hasta llegar, además, a algo tan nocivo como el caos terminológico.
Un poema es un universo en sí mismo y en sus proyecciones y en sus posibilidades.
Un poema es una galaxia cierta y comprensible, aunque simultáneamente indescifrable e infinita.
Una galaxia, la poesía, tan hermosa como necesaria, una que a todos nos resuena por dentro y nos expande.


PÁGINA 14 – CUENTO

CRISTIAN VITALE
(La Plata-Buenos Aires-Argentina)

IGUAL QUE FLORES EN EL AGUA
A Clara, una palabra nueva
Las palabras sonaban como si flotasen,
igual que flores en el agua,
separadas de todo,
como si nadie las hubiera pronunciado,
y hubieran cobrado vida por sí solas.
(Virginia Woolf; Al faro)

Hoy mi hija trajo flores. Las trajo como siempre, sin tallo, sin planta, solas. Eso es porque las roba. Me pide que las pongamos en agua. Para que no se sequen, dice. Es un ritual doméstico al que disfrutamos no fallar. El agua va en un pocillo blanco circular de porcelana. El agua llega a la mitad. Sobre ella las flores. Es curioso el modesto espectáculo de las flores en el agua. Al principio nadan, ondulan, oscilan, viajan. Luego van cobrando su lugar y así quedan. Inmóviles sobre su colchón suave de agua. A veces alguien pasa y reacomoda la vasijita blanca y nuevamente el agua las arrastra suavemente hasta volver luego de un momento a ganarse un lugar. Es lindo verlas allí. Lejos de todo. Es un espectáculo menos triste que hermoso. Colorido. Es lindo verlas allí sin los jardines o las plantas salvajes que las precedieron. Sin el pequeño universo del que eran una mínima parte invisible y natural. Lentamente comienzan a decir otras cosas. Módicamente significan. Una amarilla, la otra roja, lila y blanca la otra. Han entrado en un mundito nuevo, armado para ellas, que si bien es cierto que no es el suyo de origen, también es cierto que no tardan mucho en hacer de la vasija blanca que las contiene una morada en la que más que perdido raíces han ganado la fuerza. Su flamante orfandad destila una belleza limpia y nueva. Antes eran flores. Ahora son otra cosa. Nos obligan a mirarles detenidamente cada pétalo y a olerles de nuevo un perfume que antes solamente aromaba el ambiente. Brillan. Han cambiado su pigmento, su nombre, sus deseos. No sé bien lo que me dicen pero me hablan de otras cosas. El agua que las baña las ablanda, las suaviza, las exalta. Son hermosas y corpóreas en la transparencia. Mandan ellas en ese poquito de agua. No sé si extrañan. No sé si quisieran volver a sus plantas. Pero minuto a minuto se adueñan de ese círculo pequeño y silencioso con bordes levemente blancos y parecen haber nacido para ser lo que ahora muestran. Mi hija me habla y yo la escucho. Con ella hablamos de otro modo. Hoy trajo dos palabras nuevas de la calle. Las roba. Yo no dejo de mirar esas flores en el agua. Nadan o se aquietan. Se agitan o flotan. Se juntan o se alejan. Se buscan o se olvidan. Nacen y mueren. Nacen y mueren imperceptiblemente. Están bailando para otro circo. Más intimo. Más nuestro. Más solo. Lejos de casi todo. Su silencio, ahora, no es vacío. 


PÁGINA 15 – POESÍA ARGENTINA

ALEJANDRO CABROL
(Paraná-Entre Ríos-Argentina)

#5

Verano

te regalo este gusto delta
insecto zumbón desveladamente

*
Verano

la jaula vacía de todos los pájaros que he liberado
te pertenece


*
Panes & Peces
Moluscos Lenguados Medusas Misterios
incontables líneas de puntos a través de cada multiplicación 


*
Abajo

en la quilla de una barca muda
se mece una nana por los desvelados
sus temblores anuncian costa una vez que sea tiempo


*
Arriba

las velas reclaman su parte de aire
fantasmas del agua que los ojos guardan


*
Verano 

tu tierra tu torso tu tiempo
cadencias de náufrago en fiebre de silencio
el ancla endiablada rebusca entre las tripas de los mares
tesoros de historias dormidas
antaño


*
De todo este viaje, Verano
te presto el olor del mientras tanto
y sólo voy a pedirte
volvernos ciegos 
a marcha de olfato



ROLANDO REVAGLIATTI
(Ciudad Autónoma de Buenos Aires-Argentina)

DEL FRANELERO POPULAR

Más vale pájaro en mano que la soledad
de la mano.

*
El que mucho aprieta y abarca
es un garca.

*
La vida que te doy es un mal necesario.

*
La letra con sangre
atrae a las moscas.

*
A caballo regalado con buenos dientes
¿qué más le quieres pedir?

*
Proporcióname precisiones
y te diré quién eres.

*
Engordó el ganado
el ojo del amo

Y ha ganado.

*
La letra
con sangre
entra escurriéndose.

*
Perro que muerde
-mientras lo hace-
no ladra.

*
No les pregunto
a mis hijos
cuántos son
sino
que vayan
matándome.

*
El masoquismo hace estragos
en un sinnúmero de sádicos.

*
Ni perlas ni margaritas
Despedid
               a los puercos.

*
La justicia
no es
el placer
de los dioses.

*
Sólo sé
que lo que sé
no siendo mucho
rebalsa.


PÁGINA 16 – ENSAYO

RODRIGO MONTOYA
(Puquio-Lucanas-Ayacucho-Perú)
Profesor Emérito de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos

DE DOS COSAS UNA: CULTURAS DE LOS PUEBLOS O “ALTA CULTURA”

Para entender el nuevo libro de Mario Vargas Llosa, La civilización del espectáculo (Alfaguara, 2012)el punto de partida de mi lectura crítica es una de sus confesiones:“Muy consciente de las deficiencias de mi formación, durante toda mi vida he procurado suplir esos vacíos, estudiando, leyendo, visitando museos y galerías, yendo a bibliotecas, conferencias y conciertos. No había en ello sacrificio alguno. Más bien, el inmenso placer de ir descubriendo como se ensanchaba mi horizonte intelectual, pues entender a Nietzshe o a Popper, leer a Homero, descifrar el Ulises de Joyce, gustar la poesía de Góngora, de Baudelaire, de T.S. Eliot, explorar el universo de Goya, de Rembrandt, de Picasso, de Mozart, de Mahler, de Bartók, de Chejov, de O’ Neill, de Ibsen, de Brech, enriquecía extraordinariamente mi fantasía, mis apetitos, mi sensibilidad”. (p. 202).   Para él la cultura es sinónimo de “alta cultura”, de las bellas artes, como en todas las llamadas “páginas culturales” de periódicos y revistas de todas partes, y de textos de ciencia y tecnología.

 Como todas nuestras tías y tíos comunes y corrientes, MVLL divide a los seres humanos en “cultos” e “incultos”. Los primeros leen, escriben y tienen los placeres que aparecen en el párrafo citado. Los segundos, no están a la altura de esos placeres y sus gustos no cuentan. Sostiene que la cultura popular (propuesta por  los críticos literarios) es un disfraz de “la incultura” (p. 67).  No habría atrevimiento alguno de mi parte si incluyo al folklore, que el autor no menciona,  como parte de esa “incultura”.

Sostiene MVLL que la cultura (“alta”, “de la elite” y “superior”) “está en nuestros días a punto de desaparecer, y acaso haya desaparecido ya” (p. 13). Su valor espiritual, estético y filosófico estaría siendo reemplazado por “la cultura del placer”, dentro de lo que él llama “civilización del espectáculo”, descrita a través de un listado de síntomas entre los cuales destacan: el “eclipse” de los intelectuales, reemplazados por futbolistas, cantantes, artistas de cine, chefs, diseñadores y modelos de pasarela; la desaparición del erotismo y  banalización del acto sexual, el erotismo convierte el acto sexual en arte es sustituido por la pornografía; la  “desindividualización de los individuos”; la frivolidad  que sería en nuestro tiempo una  inversión de la tabla de valores porque importa más la forma que el contenido, los gestos y desplantes más que los sentimientos e ideas;la desaparición de lo privado y lo íntimo para dar paso a una especie de “Striptease generalizado”;  la  masificación; el cultivo del cuerpo y consumo de drogas; la búsqueda de placeres fáciles y rápidos;  la imagen y el sonido sustituyen a la palabra;  el desplazamiento de  la inteligencia por el ingenio; la simulación y la representación (teatral)  son más importantes que lo vivido; el ruido se impone sobre la música, el gesto sobre el valor y la responsabilidad de informarcede su lugar a la necesidad de divertir; la pérdida de importancia de la espiritualidad de la religión; de los artistas ya no se espera talento ni destreza, sino poses y escándalo; la artes plásticas son ahora un carnaval (“En la actualidad todo puede ser arte y nada lo es” p. 62); el periodismo y la TV de hoy  buscan el éxito y la diversión con sus  revistas del corazón, chismes y escándalos; y la  conversión de la cultura en propaganda, etc.

                      El ensayo de MVLL -que liga viejos y nuevos textos periodísticos escritos por él en los últimos 40 años- muestra la libertad de su imaginación literaria en contraste con el rigor conceptual de una aproximación científico-académica.  Como discípulo del historiador Raúl Porras Barrenechea, debiera haber recordado que los conceptos tienen una historia, surgen en determinado momento y contexto, se transforman, y desaparecen cuando ya no son útiles. La palabra culture, apareció en el latín de la tardía Edad Media, quería decir cultivo, en el preciso sentido que aún tiene hoy en las universidades que forman ingenieros agrónomos: cultura del maíz, de la vid o de la caña de azúcar. No existía en tiempos romanos y griegos como afirma MVLL.  Ese cultivo supone múltiples cuidados. Por extensión, el concepto cultivo pasó al mundo de las letras y humanidades y la posibilidad de leer y escribir fue identificada como el cultivo-cuidado de las mentes, particularmente en la educación de los niños. Como la Iglesia católica tomó para sí el monopolio del saber escolarizado, la cultura-cultivo se convirtió en bellas artes y en un privilegio de los reyes, de sus frailes y cortesanos. La llamada “alta cultura” se incorporó al discurso europeo de la colonialidad del poder que empezó a construirse después de la conquista de América, como sostiene Aníbal Quijano.  Juan Ginés de Sepúlveda escribió a mediados del siglo XVI: "… siendo por naturaleza siervos los hombres bárbaros, incultos e inhumanos, se niegan a admitir la dominación de los que son más prudentes, poderosos y perfectos que ellos; dominación que les traería grandísimas utilidades, siendo además cosa justa, por derecho natural, que la materia obedezca a la forma, el cuerpo al alma, el apetito a la razón, los brutos al hombre, la mujer al marido, los hijos al padre, lo imperfecto a lo perfecto, lo peor a lo mejor, para bien universal de todas las cosas. Este es el orden natural que la ley divina y eterna manda observar siempre. Y tal doctrina la has confirmado no solamente con la autoridad de Aristóteles" (Tratado sobre las justas causas de la guerra contra los indios, Fondo de Cultura Económica de México, 1941 [1550-1780: 53]. Agrego tres frases más de ese gran doctor de la Iglesia: "Porque escrito está en el libro de los Proverbios: 'el que es necio servirá al sabio'" (p. 85), "Los filósofos llaman servidumbre a la torpeza de entendimiento y a las costumbres inhumanas y bárbaras". (p. 83), y,  "esto dice Aristóteles y con él conviene San Agustín en su carta a Vicencio" (p. 87). Volveré el domingo 17 de junio con el punto de vista antropológico sobre las culturas, con mi propuesta sobre las culturas en plural frente a la "alta cultura", y a propósito de los silencios y vacíos del ensayo de MVLL.

            En un artículo anterior (3 de junio) he señalado que Mario Vargas Llosa en su último libro La civilización del espectáculo, defiende  la “alta cultura”, entendida como sinónimo de bellas artes (literatura, música clásica, pintura, teatro, cine,) y, por extensión, ciencia y tecnología.  Divide a los seres humanos en “cultos” como portadores de esa alta cultura e “incultos” como aquellas desvalidas personas que no disfrutan del placer de las bellas artes.  En la primera clase de un curso de introducción a la antropología, cuenta el profesor (a)  a sus estudiantes que todas las personas del planeta tierra y en todos los tiempos desde que somos Homos sapiens (desde hace aproximadamente cien mil años)  tuvieron y tenemos una cultura y una lengua. Cultura quiere decir modo de vivir, de ser, de pensar, de sentir, de plantear y resolver problemas, de amar, de entender el mundo, de comunicarnos y de dar sentido.  Durante más de 95 mil años todos los seres humanos vivieron en millares de pueblos y culturas sin saber leer ni escribir.  Hoy, en 2012,  el número de analfabetos podría bordear la cifra de mil millones de personas.  La oposición entre cultura e incultura, fue inventada para justificar los privilegios de quienes se sintieron y sienten superiores. La antropología enseña también que desde los primeros pasos de la especie humana los pueblos tienen sabios que  no saben leer ni escribir.En  lo que ahora se llama cultura occidental se identifica analfabetismo con ignorancia, lo que es simplemente una tontería. En la segunda mitad del siglo XIX,  la acepción antropológica de cultura fue pensada  y desarrollada desde los bordes de la alta cultura para tratar de entender a miles de pueblos y lenguas existentes en el mundo y en pacífica coexistencia con esa alta cultura,  sin pretensión alguna de cuestionarla y, menos, de reemplazarla.

            Es relativamente tardío, el cuestionamiento más serio  del privilegio que la alta cultura representa.  Hace apenas 50 años que aparecieron  en América Latina en el resto del mundo  los movimientos indígenas  como nuevos actores políticos que reivindican y defienden sus culturas, lenguas e identidades, dejando atrás a todos los indigenismos. Para mostrar esta novedad, escribí hace 3 años el texto Cuando la cultura se convierte en política, recogido en mi libro Culturas y cultura: realidad, teoría y poder   que la Universidad Ricardo Palma tiene ya en su oficina editorial, desde diciembre de 2011. 

De dos cosas una: asumimos la tesis de la alta cultura propuesta desde el poder occidental  o adoptamos gruesamente  la noción antropológica de cultura. Mario Vargas Llosa sabe poco de antropología, no debate las propuestas de esta disciplina. Desde las alturas de su sabiduría, opta por la ironía y califica de “arcangélica” (p. 67) a la perspectiva antropológica  de ver las culturas en condiciones de igualdad y  horizontalidad. En otro de sus libros, La utopía arcaica (1996) inventó  la noción de utopía arcaica para descalificar las propuestas de José María Arguedas, sin tomar en cuenta su obra antropológica y sus convicciones e intuiciones políticas.  Con una gran dosis de optimismo podemos suponer que 1 por ciento de los 7 mil millones de personas que poblamos el mundo, disfruta de la alta cultura y que el 99 por ciento  restante permanecería en la incultura.  No es por azar que esta proporción coincide con las cifras dadas por los Okupas norteamericanos: 1 por ciento de la población del mundo disfruta de los beneficios del llamado desarrollo.

MVLL cree que la crisis y casi desaparición de la alta cultura explica la masiva difusión de la civilización de espectáculo.  Pero él no se pregunta por qué y no podemos esperar respuesta alguna de su parte a esa pregunta clave. Si lo hiciera, sería inevitable atribuirle al capitalismo la responsabilidad principal, pero él no puede llegar a ese extremo porque cree firmemente en el dogma del “mercado libre” como el “sistema insuperado  e insuperable en la asignación de recursos” (p. 180). Octavio Paz -célebre poeta y Premio Nobel mexicano- sí condenó al mercado por “la bancarrota de la cultura” (p. 181).  En su fase terminal, el capitalismo empieza a agotar todas sus posibilidades. Después de la caída del Muro de Berlín, del naufragio de la Unión soviética y del ataque terrorista a las torres de Nueva York, obtener la mayor ganancia posible, convertir todo en mercancía, prescindir de toda preocupación ética, borrar las fronteras nacionales, blindar las inversiones de las multinacionales, tratar de desconocer los derechos de los trabajadores, son líneas de política impuestas en el mundo. Antes de 1990 era posible encontrar áreas de la vida social no regidas por la búsqueda de ganancia. Nunca  como hoy el capitalismo se ha filtrado por todos los poros de la sociedad. La alegría y casi orgullo  de una persona con empleo precario que compra dos soles de pan con una tarjeta bancaria de débito cuyos intereses debe pagar, es una novedad en el país.  Se agotan los llamados recursos naturales, el daño a la naturaleza por parte de las empresas capitalista en todo el mundo parece irreversible y ya tenemos serias evidencias de que nuestra especie está en peligro de desaparición. En algún momento la búsqueda de ganancias tendrá que terminar.

            ¿Será verdad que La alta cultura está despareciendo? Pareciera que fuera así, pero hay razones también que muestran su buena salud a pesar de algunos golpes sufridos. En el caso peruano, el gasto de algunas decenas de millones de dólares en la reconstrucción del Teatro Municipal y en la construcción del Flamante Teatro Nacional, pensados en beneficio principal de la pequeñísima  alta cultura limeña, y la firma convicción de los funcionarios del Ministerio de Cultura   (cuidado, cultura solo en singular, como si en Perú hubiese sólo una) para llevar la cultura a los pueblos que no la tienen, son indicadores de una buena salud. La llamada “democratización de la cultura”, con el samaritano propósito de ofrecer una fuente de placer a millones de incultos es un antiguo deseo que más tiene de discurso que de realidad. En el cercado y pocos distritos de Lima se concentran los teatros mientras en los grandes conos de la ciudad los danzantes de tijeras bailan en condiciones lamentables. 

Para terminar, comentaré un hecho social más: MVLL es un promotor y beneficiario de la Civilización de espectáculo, es una figura mediática por excelencia, un ejemplo en carne y hueso de la alta cultura. Recibió de manos del Rey de España el “título de honor o dignidad”  de marqués, “categoría inferior al de duque y superior al de conde” según el DRAE.  Esta distinción expresa el espíritu mismo que creó la noción de  alta Cultura.  Nuestro premio Nobel ha recibido muchísimos y merecidos honores, particularmente de universidades del mundo. Estuvo feliz en la ceremonia con el Rey Juan Carlos pero no usa ese título o dignidad. No lo presentan, ni él mismo se presenta como marqués. ¿Será por prudencia frente al deterioro de su amada alta cultura? 


PÁGINA 17 – CUENTO

NECHI DORADO
(Lanús-Buenos Aires-Argentina)

NO GERMINARON LOS MANZANOS

 “Señora Santa Ana ¿por qué llora el niño? Por una manzana que se le ha perdido, cantaba la abuela a la hora en que un manto oscuro con puntitos plateados caía sobre las tejas de la casita del barrio de obreros y una cortina de espesas pestañas desplegaba angelitos sobre los ojos de la pequeña.
-¿Y por qué llora el niño, abu? Preguntó la criatura.
-Uy, que el hambre duele, mi niña, respondió ella mientras la cubría de besos, cosquillas y caricias.
En la casa, muy humilde, vivía la abuela paterna, a cuyo hijo se lo tragara una noche impune de las que se repitieron tantas veces en la historia de estas tierras, su nuera y la única florcita que diera el matrimonio como ofrenda a su paso por la vida y a la que llamaron María Eva.
Niña inquieta, con ojos color del tiempo, corazoncito ágil para conmoverse ante cualquier situación lastimosa. Era la adoración de la abuela llegada de una Asturias lejana, estampada en su alma de mujer curtida por los golpes de la vida y que pareció compadecerse de tanto dolor a través de la pequeña.
María Eva fue creciendo entre el amor de esas dos mujeres en un barrio con olor a tilos, olor de rosas y malvones, recuerdos de ayeres dulces, renacuajos en las zanjas y la infaltable rayuela cuya meta era siempre el cielo.
Uno, dos tres, cuatro, cinco seis, siete, ocho nueve ¡¡¡CIELO!!! Y el barrio se empapaba de risas infantiles entre el mate de la tarde compartida con los mayores.
El cielo, una tarde, recibió a la abuela, dejando un hueco en el alma de la niña y su madre, pero ella no murió del todo, quedó flotando en su canción de cuna y cada noche la melodía inundaba el cuarto de una niña que ya daba los primeros pasos por la cintura de la adolescencia.
Pasaron los años, el futuro dijo presente pero siguió estancado en el pasado, la niña casi mujer comenzó a recorrer la muchas veces cruel rutina del aprendizaje de la vida, que no siempre otorga lo que realmente se sueña.
Se recibió de maestra, quiso tentar suerte en una fábrica cercana a la casa para costearse con mayor libertad los estudios de sociología. Se inscribió en la facultad porque “un pueblo de hombres cultos es un pueblo de hombres libres”,atrapaba de Martí mientras echaba a volar sus sueños imposibles.
29 de Octubre de 1979
El odioso reloj le gritó ¡basta! al descanso como cada mañana cuando paría las 5:00. María Eva estiraba sus brazos como alitas tratando de despegar el sueño de sus ojitos de color tiempo. Atiborró el ajado bolso negro de la abuela con las cosas cotidianas, compañeras de asistencia perfecta, antes de colgarlo de su hombro. Allí estaban: el sándwich, la manzana, los puchos, el encendedor, el monedero.
-Pucha, pensaba, todavía faltan cinco días para cobrar y las cosas que hay que comprar en casa.
Inmediatamente despedía a la madre con su acostumbrado –Chau má, te quiero.
-Cuidate nena, volvé temprano por una vez, no fumés tanto, respondía desde el sueño su madre. María Ëva sonrió y se alejó cantando bajo las estrellas que no se iban todavía.
Salía de la casita con el corazón atrincherado y los sentidos imaginando un futuro cercano que en realidad estaba lejos.
Eran las 6:00 de la mañana cuando con un beso a las mejillas compañeras, iniciaba la jornada en la fábrica y aparecían los matecitos clandestinos antes de que llegara el “trompa”.
A las 12:00 llegaba el descanso de media hora, salían del cofre el sándwich y la manzana.
-Otra vez que Carmen no trajo nada.-masculló entre bostezos. Ella era su amiga y compañera de la vida. María Eva imaginaba que también habría “nada” esa noche en la mesa para los niños, apenas un mate cocido, con suerte. Cortó su sándwich, partió al medio la manzana y le ofreció a su amiga las mitades más grandes.
Cuando Carmen fue al baño, ella comenzó su tarea de abeja obrera, recolectando entre otros compañeros lo que pudieran dar para los hijos de la humilde mujer.
-Dios mío ¿Llorarán los niños? Se torturaba pensando. Allí estaba la voz de la abuela y ella diciéndole bajito –Hay que hacer germinar los manzanos para que no falte en ningún hogar el fruto. Ayúdalos abuela.
A las 5:00 de la tarde el ulular de la sirena indicaba la hora de salida. Como dolía en el pecho ese aullido que tantas noches indicara la antesala del infierno. Paradojas de los sonidos que pueden ser tanto libertarios como carceleros.
Antes de ir a la Facultad, alrededor de las 6:00 de la tarde, María Eva pasó por la villa para visitar a los niños de Carmen. Llevaba fideos, manzanas, caramelos y la ternura de siempre. Era una pasadita nomás, pero sin restarle tiempo al matecito apurado.
-Nos juntamos con los chicos, le confió a Carmen.-Hace días que no vemos a Jorge, le sopló al oído.
Carmen había sido su compañera de sueños hasta la noche en que se llevaron al padre de sus hijos, quienes quedaron colgando de su espalda quebrada por la ausencia.
-Cuidado María Eva, dijo Carmen en el abrazo de despedida.
Puso primera al motor de su vida, arrancó atravesando calles sin reparar que la estaban siguiendo con paso tan sigiloso como un reptar terrorífico. El peligro le abanicaba la carita adolescente. Quién diría que ella…
Llegó a Villa Jardín, el dolor arrancó otro trocito de su corazón ardiente. –Se llevaron a Jorge, decía Beto mientras golpeaba con el puño de la desesperación una mesa destartalada.
A medida que aparecían los compañeros el silencio estallaba los oídos, sólo les quedaba llorar como hace un niño sin manzana. La tristeza ahogada la empujó al refugio sacrosanto de los brazos de su madre en carrera desenfrenada. Se contaron la jornada, pero no todo, no podía preocuparla tanto. Cantó la abuela su “Señora Santa Ana ¿por qué llora el niño? Claro, como todos los días.
-Sigue llorando el niño, mami, todos lloran. Muchos lloran sin parar.
María Eva iba inventando su propio adiós.
La noche del 29 de octubre fue noche de luna nueva. Se sintió una campanada que tiró abajo la puerta. Un ventarrón irrumpió en la sala y en la pared se estampó un corazón sangrando despedazado frente al cuadro con la foto de la abuela.
El reloj enmudeció, enquistó sus manecillas, el odio se volvió Titán y de esos ojos brotaban, como víboras de fuego.
-¿Dónde está esa hija de puta? Arremetió Jápetos.
-¿Qué es esto? Preguntó la madre tratando de volverse escudo sobre el pecho de su niña.
-No dejes entrar al miedo, suplicaban las lágrimas de María Eva.
La arrastraron de los pelos, la metieron a empujones en el asiento posterior de la barca de Caronte. Cerbero los esperaba en la puerta del averno.
La abuela tomó su brazo queriendo acercarla a ella, la madre empequeñeció contra el pecho de la abuela y de una sola garganta se escaparon las entrañas ¡¡¡Ay, mi niña!!!
La abuela cantó su nana, la niña le respondía mientras un rayo de odio se la iba devorando. De las casas vecinas parecían brotar ramitos de luciérnagas que no lo eran. Se había encendido el miedo.
Desde entonces, todos los 29 de octubre en aquel barrio de casitas bajas donde ayer criaran sus hijos tantos obreros, se ve a una niña caminando de la mano de su abuela cantando una letanía: -“Señora Santa Ana ¿por qué llora el niño? Por una manzana que se le ha perdido…
La niña responde –dile que no llore, yo le daré dos, una para el niño y otra para vos.
Adelante va la madre, vanguardia de la columna de espectros de tristeza.
A la mañana siguiente, desde entonces, en cada jardín falta una flor que aparece donde todavía está el corazón estampado.
Las tres mujeres sólo se ven esa noche, todo el barrio las espera.
Hasta el momento, comentan, no volvieron a germinar los manzanos…


PÁGINA 18 – POESÍA ARGENTINA

JORGE CARLOS ALEGRET
(Río Grande-Tierra del Fuego-Argentina)

9

El lago es una boca que escupe plata tóxica.
Hay mucha verdad hipotérmica hoy.
Es la muerte a veinte pasos,
¿eso es lo que te excita? No lo olvides:
sólo los perros de tres patas sostienen
la idea de Estado.

10

Se abre la boca del mundo
y el alba expira
más noche.

11

Quiero que escuches
el rayo que desgarra mi vientre,
después serás libre
para tus propios juguetes.

12

Ella tiene un saber antiguo
de rosas dentadas,
en un jardín mecánico
sembrado con los huesos
de sus amantes.
Ella sabe, y entre los crujidos
de helechos como alambres de púas
se prepara para el próximo festejo
de su carne enamorada.



TERESA LEONARDI
(Salta-Salta-Argentina)


LOS COMULGANTES


Antes que huya
la exigua arena que aún queda en el reloj
y desclave la luz donde anidamos
me amas
como una carne ciega
que ojos tuvo tocando a su gemela
te amo
como cierta corola a su pez turbulento
Yo siempre convidada a la mesa del llanto
en esta tauromaquia de la vida
extendí la capa de mi corazón
y un carnívoro sol su repentino fuego
vino a quemar su terciopelo triste
De la gozosa herida que no cierra
cae nuestra sangre ebria
naciendo a contramano de las barcas
que hacia idénticos puertos quietas bogan

Amor

nosotros que fundamos sobre un campo minado /este país de dos
sólo viajamos de orilla a orilla
de nuestro cuerpo unánime
extasiado
Y antiquísimas frutas bajan a nuestra boca
para que comulguemos.

PRECARIOS EQUILIBRIOS

En breves ceremonias
el dios que es en nosotros vuelve a danzar
Hasta cuándo estos rituales
que nos coronan pájaros
Acaso ignoro que mi piel de zapa
se estrecha irreversible
y que hay una última nota en esta melodía
y luego nada
Para algunos un mal cálculo
menguados paraísos que pagaré con llanto
En su contabilidad la felicidad es una balanza inmóvil
donde el corazón y la cabeza se equilibran
El peso de mi amor inclina en demasía
uno de los platillos
Sólo tú y yo sabemos cuánta música
en este oficio clandestino
donde la luz fugaz de nuestro beso
anonada la noche


PÁGINA 19 – ENSAYO

CONCEPCIÓN BADOS CIRIA.
(Universidad Autónoma de Madrid-Madrid-España)

FEMINIZACIÓN LITERARIA

Una de las heroínas más notables de las Independencia en Iberoamérica es Juana Azurduy, a quien la presidenta argentina Cristina Fernández condecoró con el grado de general a título póstumo el 15 de julio de 2009 con motivo de la celebración del bicentenario. Un mes después la poeta Silvia Loustau publicaba en su blog el poema «Yo soy Juana Azurduy», de gran dramatismo y fuerza poética. Juana Azurduy nació en el cantón de Toroca en las cercanías de Chuquisaca, Alto Perú, el 12 de julio de 1780, año en que la ciudad de La Paz fue sitiada por Túpac Catari y Bartolina Sisa, alzados en armas en apoyo a Túpac Amaru. La adolescencia de Juana fue conflictiva ya que se enfrentó al conservadurismo de su tía por lo que fue encerrada en el Convento de Santa Teresa. Juana se rebeló contra la rígida disciplina del convento y de la familia, promoviendo reuniones clandestinas durante las cuales supo de la existencia y la lucha de los independentistas peruanos Tupac Amaru y Micaela Bastidas.

Casada con el héroe independentista Manuel Ascencio Padilla, ambos se sumaron a la Revolución de Chuquisaca, que el 25 de mayo de 1809 destituyó al presidente de la Real Audiencia de Charcas (actual Bolivia). En 1813, Juana y su esposo, a las órdenes del general Belgrano, reclutaron a más de 10 000 milicianos y transportaron la artillería que sería definitiva en la lucha por la independencia en el Alto Perú. Con la retirada del ejército argentino del Alto Perú, Padilla, Juana y sus milicianos se organizaron en guerrillas que lucharon durante años contra los realistas. Azurduy lideró la guerrilla que atacó el cerro de Potosí, tomándolo el 8 de marzo de 1816, hecho que le valió el rango de teniente coronel por un decreto firmado por Juan Martín de Pueyrredón. Tras ello, el general Belgrano le hizo entrega simbólica de su sable, con el que posa en el retrato que la ha hecho famosa en Latinoamérica7. En 1825 se declaró la independencia de Bolivia y el mariscal Sucre fue nombrado presidente vitalicio otorgándole a Juana una pensión en recompensa a su labor revolucionaria, pero esta le fue usurpada en 1857 bajo el gobierno de José María Linares. Juana Azurduy murió olvidada y en la absoluta pobreza, el día 25 de mayo de 1862, cuando había cumplido 81 años. Sus restos fueron exhumados 100 años después para ser guardados en un mausoleo erigido en su honor. Como señalé más arriba, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner convalidó el 15 de julio de 2009 el ascenso a general del Ejército, en forma póstuma, de la luchadora de la independencia Juana Azurduy. El reconocimiento a esta mujer es notorio tanto en Bolivia como en Argentina en los últimos años, y a ello contribuyó en gran medida la recientemente fallecida cantante Mercedes Sosa, quien difundió una cueca norteña con letra del historiador Félix Luna y música de Ariel Ramírez en honor de la revolucionaria. He aquí dos estrofas del poema:

Me enamora la patria en agraz, desvelada, recorro su faz; el español no pasará, con mujeres tendrá que pelear.
Tierra en armas que se hace mujer, amazona de la libertad. Quiero formar en tu escuadrón y al clarín de tu voz atacar.

La canción reconstruye las hazañas de Azurduy, al tiempo que anota la feminización de la lucha independentista cuando propone en estas estrofas a las mujeres como alegoría de la resistencia y el triunfo en la lucha armada. Mucho más dramático e intenso es el poema narrativo escrito por Silvia Loustau en agosto de 2009. La subjetividad arrolladora de la primera persona enunciadora resuena con una fuerza que traspasa los límites simbólicos establecidos. Este es el poema de Silvia Loustau que da la voz y la palabra a Juana Azurduy:

Yo soy Juana Azurduy, la mujer a quien el General Belgrano la ascendió al grado de Teniente Coronel. Yo soy Juana Azurduy, la compañera de Manuel Asencio Padilla, con quien tuvo cinco hijos. Yo soy Juana Azurduy, quien con mi hija en un brazo y el sable en el otro, revolucionó el pueblo de Chuquisaca un 25 de Mayo de 1809, de esa manera desde el Alto Perú bajaba la libertad al Virreinato del Río de la Plata. Yo soy Juana Azurduy siempre vestida para el combate. Túnica escarlata, alamares de oro y plumas blancas, para que nadie olvidase mi condición de mestiza. Yo soy Juana Azurduy, quien sembró terror entre la soldadesca española. Yo soy Juana Azurduy, quien le escupió a la cara al General Goyeneche, cuando osó ofrecerme dinero para que abandonase la lucha. Yo soy Juana Azurduy, quien en 1816 tuvo bajo su mando 6000 indios. Yo soy Juana Azurduy, quien junto a Manuel, asaltamos por segunda vez la ciudad de Chuquisaca.

Hasta en 23 ocasiones, es la propia Juana Azurduy, quien mediante el recurso de la anáfora viene a confirmar sus hazañas y sus gestas, también su sufrimiento y la pérdida que supuso para ella y su familia la lucha insurgente. Juana Azurduy se confirma en el poema como la gran luchadora que fue, la valiente, la vencedora, la condecorada, pero también la humillada, la desposeía, la maltratada, la olvidada:

Yo soy Juana Azurduy, la que se fue a Salta y combatió tres años junto a la Macacha y el General Juan José Miguel de Güemes. Yo soy Juana Azurduy, quien vagó por las provincias, con su hija de seis años y ni un hueso para roer. Yo soy Juana Azurduy, a quien el presidente Sucre le otorgó, al fin, una pensión. Yo soy Juana Azurduy, a quien José Maria Linares le quito su magro ingreso. Yo soy Juana Azurduy, a quien todo le fue arrebatado, menos los sueños. Yo soy Juana Azurduy de quien el Altísimo se compadeció y la llevo, al fin, cuando tenía 81 años.

Por último, Silvia Loustau hace que Juana se reconozca e identifique con las Madres de Plaza de Mayo de Buenos Aires, el símbolo máximo de la resistencia frente a los abusos del poder.

Yo soy Juana Azurduy, quien no contó con más patrimonio que las lágrimas. Yo soy Juana Azurduy quien supo que volvería en cada compañera combatiente de la Patria Grande. Yo soy Juana Azurduy, quien ahora, con pañuelo blanco, busca en el mar, la tierra, en cada rostro. Yo soy Juana Azurduy, quien cada jueves dice ¡Presente! en Plaza de Mayo.

La feminización de la escritura de Silvia Loustau es evidente, y con ella, la homónima de las luchas de independencia en los países de Sur de América. Su poética rebasa los límites de la significación aceptada durante siglos por la cultura oficial, al tiempo que subvierte los registros históricos establecidos cuando permite que Juana Azurduy hable de forma tan clara, firme y rotunda. Silvia Loustau ha empoderado a Juana Azurduy y se ha sumado a la feminización de las luchas de independencia en Latinoamérica.



PÁGINA 20 – COMENTARIOS DE LIBROS


MIRYAM E. GOVER DE NASATSKY
(Ciudad Autónoma de Buenos Aires-Argentina)
LUIS ALBERTO AMBROGGIO

ROSA TEZANOS-PINTO
El exilio y la palabra: La trashumancia de un escritor argentino-estadounidense: Luis Alberto Ambroggio. Buenos Aires: Vinciguerra, 2012. 269 p.

El título alude a elementos claves, exilio, palabra y trashumancia, en la producción de Luis Alberto Ambroggio, notable exponente de la poesía vanguardista. Dr. en Filosofía y Ciencias Sociales, académico, escritor y empresario. Es autor de trece poemarios, entre los que figuran Poemas de amor y de vida, Oda ensimismada, Los habitantes del poeta, El testigo se desnuda y La desnudez del asombro, para citar algunos. Fue traducido a varios idiomas y recibió innumerables distinciones. Integra la Academia Norteamericana de la Lengua Española.

Este libro contiene, además de una antología extraída de los poemarios, ensayos esclarecedores sobre su fecunda obra poética. Todos ellos, escritos por relevantes estudiosos de diferentes países, nos permiten interpretar el sentido de su creación artística al mismo tiempo que refractan la actitud frente a la vida.

Rosa Tezanos-Pinto, en la extensa Introducción, encuentra “que su labor literaria une lo estético e ideológico en una demanda inmanente de respuestas” y lo considera una de las voces más audaces de las letras hispanas escritas en los Estados Unidos.

El alejamiento del país de origen ocasiona naturalmente un estado de extrañamiento y orfandad que puede proyectarse en la escritura. En el caso de Ambroggio, quien es argentino de nacimiento y está radicado en los Estados Unidos desde 1967, este hecho lo lleva a reflexionar con imaginación crítica acerca del discurso literario y de algunos interrogantes que ponen en crisis el concepto de identidad.

El mismo autor, en el ensayo "El exilio como condición poética", expresa que “el poeta lleva el exilio a cuestas” y en un poema perteneciente al libro Poemas desterrados considera que “todos somos exiliados, venimos de un paraíso perdido” con lo cual, para el poeta, la sensación de desarraigo forma parte de un inconsciente colectivo universal. Ambroggio también ha estudiado a otros escritores hispanos exiliados en los EEUU, cuyas temáticas son semejantes, incluyendo las numerosas escuelas, generaciones y movimientos literarios.

El trabajo de Conny Palacios, "Arte poética y palabra en Los habitantes del poeta", sostiene que en los Estados Unidos, la poesía en español está cambiando el alma de la nación y dibujando a un nuevo hombre. Lo demuestra con el poema “Creación” en el cual el yo lírico afirma que dios creó al poeta para que construya mitologías.

La poesía, justamente, puede revelar, entre otros, el sentimiento de nostalgia experimentado por quienes extrañan a su patria, ya que los versos nacen del asombro, del alma de los pueblos y de la inconformidad. Aclara Ario Ernesto Salazar en "La revolución del arte y sus revolucionarios" que, como el arte puede imprimir un giro diferente al mundo, considera revolucionarios a quienes cambiaron la forma de expresión como ocurrió con Rubén Darío, Octavio Paz, Jorge Luis Borges o el autor que nos ocupa.

Opina Daniel Fernández en "Ambroggio o la consagración del instante" que el poeta atrapa el momento y lo convierte en arquetípico. Ejemplifica esta voluntad consagratoria del instante, la cual es central en su quehacer poético, con la Oda 39 del libro Oda ensimismada en la que leemos: “He estado buscando un amanecer / para edificar mi alegría”.

Para Ambroggio, la palabra, la lengua, es el anclaje que tiene el escritor latinoamericano que reside en el exterior para afirmar y documentar su identidad. Por tal motivo, escribe en español por necesidad de aferrarse a las raíces. Tiende a rescatar la poesía escrita en tal idioma en los Estados Unidos, la afianza, estudia a los grandes clásicos en español y es Miembro de la Academia Norteamericana de la Lengua Española. Podemos comprobarlo en algunos epígrafes de Gustavo Adolfo Bécquer, Antonio Machado o Vicente Huidobro que encabezan sus poemas. También en sus ensayos acerca de la poética de Jorge Luis Borges, César Vallejo o Rubén Darío, además del bilingüismo.

Sobre este fenómeno, Edna Pozzi en "Bilingüe, un verdadero desafío", se plantea si es posible traducir la poesía en su música esencial. Destaca la maestría de Ambroggio para entender lo intraducible. Cita su poesía Comunión, perteneciente a Poemas de amor y de vida en la que dice: “Vida / para entenderme / tienes que saber español / sentirlo en la sangre de tu alma”. El lenguaje define una identidad ya que interactúa con nuestros pensamientos y sentimientos. Por su parte, Manuel Marín Oconitrillo subraya la musicalidad existente en la obra poética del escritor y se detiene en los elementos musicales de algunos poemas pertenecientes a La desnudez del asombro.

Adriana Corda, en el ensayo "Disociación del signo poético en el poemario Laberintos de humo" observa que, desde una perspectiva semiótica, la metáfora parodia en este libro el discurso del poder. De esta manera, Ambroggio transforma en poética la reflexión política y desacraliza la creación canónica con recursos lúdicos que involucran al lector. Corda también estudia "El discurso de la identidad en Los habitantes del poeta". Opina que frente a la globalización de los ’90, el autor vigoriza el discurso de la identidad valiéndose de la ironía como denuncia y creando un universo simbólico.

Debra Herrick reseña El cuerpo y la letra. La poética de Luis Alberto Ambroggio, compilación de la Academia Norteamericana de la Lengua Española que reúne artículos sobre su obra, poemas escogidos, además de tres ensayos del autor sobre la creación artística. Tal publicación logra dar una visión coherente de su poética. De la misma antología también se ocupa Vanessa Lago Barros, al que le agrega el subtítulo "El asombro de un poeta ante el mundo". Allí pasa revista, en su vasta obra, a los temas preferidos como el misterio de la vida, el amor, la creación artística, el compromiso político, la historia universal o la mitología y examina las etapas de su evolución literaria.

El extenso trabajo de Moraima Semprún de Donahue titulado "La obra ambroggiana y Por si amanece (Cantos de Guerra), un dualismo existencial", marca una curva en su creación desde un canto a la vida en Poemas de amor y de vida hasta abordar la muerte inevitable, que el poeta combate legando su labor artística a la posteridad. Nota un cambio radical en ‘Por si amanece’ cuya temática gira alrededor de divinidades, religiones y guerras y donde, con fuerza desgarradora, compara antiguas luchas mitológicas egipcias con las contemporáneas. Observa que el acontecimiento bíblico sigue vigente en la existencia humana.

Otro abordaje puede leerse en el ensayo "Humanismo y tecnología" de Juan Liscano donde expresa que, en una época en que se reduce la condición humana en favor de la producción técnica, de la escritura de Ambroggio emana el humanismo ahuyentado por la tecnología.

Mirian Pino en su estudio "Dos poemas migrantes ‘Lengua materna’ de Eduardo Espina y ‘Otredad’ de Ambroggio", al compararlos, observa que ambos fundan un espacio propio con la escritura reflexiva.
Los valiosos textos compilados, si bien nos aportan puntos de vista diversos y distintas interpretaciones, “coinciden en indicar que la poética y ensayística ambroggiana esquematiza una seductora mezcla de fuerza, conocimiento, emoción y honda reflexión, particularmente, en los temas de exilio, proceso creativo y cuestionamiento filosófico”, como expresa Rosa Tezanos-Pinto en la Introducción.

La Antología de poesías del autor, que integra esta edición, nos permite apreciar directamente su obra e interpretarla aplicando los estudios citados. Con criterio didáctico, está dividida en tres secciones según el tema predominante: el exilio, con una concepción amplia del término; la palabra, que nos permite participar de planos intangibles y la trashumancia, cuyo concepto lo condensa el autor en los siguientes versos de la poesía El viaje que somos, perteneciente a El testigo se desnuda: “Yo, piloto de vientos, / viajo el viaje que soy”.

En todos sus versos, las sugerentes metáforas se abren a una gran profundidad filosófica ya que son ideas y arquetipos que evocan el concepto. A través de ellas se vislumbra la vida plena, todo lo que no se puede captar por la lógica ni por la metafísica. Otros recursos utilizados son la anáfora, la antítesis al confrontar universos opuestos y la ironía. Sus estrategias discursivas ahondan la actitud crítica frente al mundo que lo rodea y transparentan su filosofía existencial.



PÁGINA 21 – CUENTO

RAÚL ASTORGA
(Rosario-Santa Fe-Argentina)

-BACKSTAGE-

Fue la noche del 31 de diciembre de 1999. Melanio Asconzábal había esperado ese amanecer tan cercano, con intensidad.

Si bien no había venerado con fervor (ni mucho menos) una predicción gitana que diecinueve años antes le vaticinó su muerte para el 2000, reconoció varias veces que, en tanto se aproximaba la fecha, crecía dentro suyo cierto grado de temor.

Sobre todo, por la situación personal en que pudiera encontrarse en aquel momento.

Sin embargo, algo falló para que los acontecimientos no se produjeran como tenía... previsto. 

Fue así como Melanio alquiló una modesta casita sobre las barrancas del Paraná, al norte de la ciudad. Se llevó sus cosas (las que consideraba útiles para pasar el verano), y aceptó la realidad de afrontar, en el desamparo, el advenimiento del nuevo milenio (si es que éste comenzaba aquella noche).

Se sentó en una silla de madera y paja, como las que tenía en el patio de la casa de su abuela. Se sentó al revés, contemplando el río, con los brazos apoyados en el respaldo. Con un vaso en una mano, conteniendo la cerveza helada y espumante; con el cigarrillo en la otra mano, y el indefinido placer de verlo consumirse entre sus dedos, lentamente, como el milenio que se estaba yendo.

Melanio vio los fuegos artificiales y los cohetes que surcaban el cielo para terminar sumergidos en las aguas calientes. Escuchó durante algunas horas las explosiones, hasta que fueron diluyéndose en la noche eterna. Cuando cundió el silencio, comenzó el examen de su memoria:

Recordó que había soñado para ese instante, la presencia de su primer amor, quien le entregó obscenamente su virginidad en una larga noche de sentimiento puro; y que, de pronto, sin más explicaciones, lo abandonó para irse a Canadá detrás de un ingeniero industrial que le proporcionaría un buen pasar (económico).

Recordó que su mejor amigo se radicó en Europa dos años después de haber vuelto de la guerra de Malvinas, y nunca le escribió una línea; de ningún modo supo más nada de quien creía su hermano.

Recordó que su madre se fugó con un vecino y lo dejó con su padre, hasta que éste murió de tristeza.

Recordó a su abuela materna que años antes se fue en busca de su hija para darle un escarmiento.

Recordó que todo fue muriendo para él y que la única compañía que se estuvo forjando para sobrevivir fueron unos libros que leía en la parada, mientras vendía baratijas a los transeúntes.

Con la primera claridad, Melanio dejó de recordar.

Se levantó de la silla. La acercó a una mesa deteriorada sobre la cual había dejado papel en blanco.

Escribió las primeras líneas sabiendo con certeza que nacía su primera novela, que debía inventarse otra historia de su vida, y que, si la predicción gitana se cumplía, lo atraparía en plena búsqueda de eso que algunos llaman felicidad.


PÁGINA 22 – POESÍA AMERICANA

RUTH ANA LÓPEZ CALDERÓN
(Sucre-Chuquisaca-Bolivia)

AMARGO

Un sorbo de mate amargo,
como silencios la madrugada peinan
soledades y ataviadas nostalgias
y las sombras de los árboles
acarician los barrotes de la ventana
pupilas que contemplan al horizonte.

Pensamientos anegan confusos instantes
crepitan realidades penumbras devanan
y sueños seducen irracionales y es negro
y es blanco
y es gris:

¡no!, ¡no!, ¡no!, es de rutilantes colores:

Ojos encandilados y estremecida piel,
perturba, crispa, como truncado el vuelo del pájaro
a lo lejos, y aleteos desesperan rasgar el viento
entremezclando, lágrimas y rocío
besando el marco de la ventana,
y la ironía danza sonriente sobre balcones viejos:

otro sorbo de amargo mate,
y embebidos resquemores y congeladas venas astillan
la piel.

La quietud abraza cada rincón del paisaje
resquebrajado, inhóspito,
vacíos claman presencias lejanas.

El mate amargo,
no tan amargo como el instante de lucidez.

UNA SALIDA

Los lentos días, las noches aún más lentas
las madrugadas interminables
vestidos de temor,
palabras filos como navajas
vuelan por todas partes

la guerra de un sólo frente
avasalla temblores plegados del velador
y cadavéricos encuentros
arrastran sus astillas por las alfombras

nada aplaca la ira de la boca

vano llanto trastocado del techo
moja las paredes,
y la ventana vierte inútiles ruegos, herejes,
y el más absoluto silencio
exaspera, ¡sí!, ¡sí!, exaspera esa boca

a pocos metros

una salida vislumbra esperanza,

o me voy, o muero.



ANTONIO ACEVEDO LINARES
(Bucaramanga-Colombia)

TU SED

Tu sed de justicia
que no prescriba
ni la ternura ni los besos
ni los crímenes ni las caricias
ni el viento ni la poesía
ni el derecho ni los abrazos
ni el amor ni las deudas
ni las promesas ni la risa
ni la libertad ni la soledad
ni la rosa ni la luna
ni los delitos ni las condenas
ni las convicciones ni los principios
ni la dignidad ni la pasión
ni la lluvia ni el arcoiris
ni la victoria ni la derrota
ni la vida ni la muerte
que cese el horror
de la noche de las victimas
los que vamos a morir
no otorgamos
ni perdón ni olvido.

LOS MUERTOS HEROICOS

Los muertos heroicos
que caen en combate
en la batalla ametrallados
en las trincheras o en
los bombardeos enemigos
los enterrados clandestinos
en algún lugar de la selva
los muertos heroicos con los que
se siembra la tierra roja de sangre
proscritos por un sueño y perseguidos
por la jauría de los ejércitos
que su muerte abone la memoria
de los que serán los muertos heroicos
de la patria que un día los erigirán
en estatuas de bronce en la plazas
con las palomas o la lluvia
sobre sus doradas esfinges.

AMAME

Ámame ahora que estoy viva
ahora que aún es temprano
antes de que sea demasiado
tarde y ya no este.
Ámame ahora que estoy tierna
y bella y aún puedo amar
con las caricias y besos de mi cuerpo.
Ámame ahora que respiro a tu lado
y siento el olor de tu pelo
y el sabor de tu cuerpo en mi boca.
Ámame ahora que tengo la primavera
antes de que llegue el otoño
y se desate el invierno o el verano.


LA MUERTE EN AUTOMÓVIL


La muerte es un automóvil
con dos o tres amigos lejanos.
Roberto Bolaños

La muerte es un
automóvil que maneja
un conductor ebrio
por las calles de la ciudad
que atropella niños
ancianos o un hombre
o una mujer bajo la lluvia
un muchacho en bicicleta
o en motocicleta que sangra
bajo sus llantas en el asfalto
esa estrella negra que va
dejando a su paso la muerte
en aparatosos accidentes
de tráfico cuando mezcla
turbiamente gasolina
y alcohol a la salida
de los bares o tabernas
de donde salen de beber
los asesinos con licencia
en lujosos automóviles
que como fantasmas
pasan veloces en la noche
o en una triste tarde solitaria.

POETICA

La poesía ese primer
territorio libre de la palabra
sus armas no son más
que la ternura y la lucidez
del hombre que la esgrime
como una espada o una caricia.
La poesía camina a pie
por la ciudad en la forma
de una mujer de falda roja o senos divinos
en las palomas blancas o grises
que revolotean sobre las estatuas heroicas
en los árboles de flores moradas
o amarillas que caen contra
el piso como hojarasca.
La poesía es la patria
de la lengua que escribes y hablas
y de la tierra que amas y cantas
son las mujeres desnudas de Botero
las mariposas amarillas de Macondo
el verde de todos los colores de Aurelio Arturo
el movimiento de caderas en árabe de Shakira
la travesía de Maqroll el Gaviero de Mutis
la rebelión de Joe Arroyo
las barracudas de Obregón
el escorpión de Higuita
el mar de siete colores de San Andrés
la tierra del olvido de Vives
el río de colores Caño Cristales
en la Sierra de la Macarena
las negras palenqueras de Cartagena
el canto de flauta de millo
de los gaiteros de San jacinto
y la vorágine de Arturo Cova de Rivera
los que definen el rostro
imborrable de la poesía.


PÁGINA 23 – ENSAYO

ANNA ARENT BANASIAK
(Lodz-Polonia)

DESACRALIZACIÓN DEL TODO

            A los principios de este breve ensayo, quería referirme al texto escrito por Rodolfo Alonso, titulado Para qué sirve hoy la poesía y publicado en el número de mayo de Gaceta Virtual.

El autor escribe razonablemente:
Como casi todas las cosas del planeta la poesía ha sido hoy completamente desacralizada”.
Indudablemente, se puede dar más ejemplos. Sobre uno de ellos ya he escrito en mi tesis que defendí en la Facultad de la Filología Polaca en la Universidad Lodz. Con el fenómeno de la desacralización, tenemos que ver incluso en las Sagradas Escrituras.
En 2006, en Polonia un grupo consistido en los estudiantes preparó una adaptación del Evangelio según San Juan. ¿Pero dónde está la cosa? El problema es que no usaron la lengua literaria sino el argot juvenil. Después ese tratamiento fue explicado como la prueba de hacer las Sagradas Escrituras, algo más interesante a la gente joven. Sin embargo, todo resultó ser algo muy raro y, lo que es más importante, incluso  blasfemo.  El Consejo de Lengua Polaca se pronunció acerca de esta ‘prueba’ de manera crítica.
Otro ejemplo que se viene a mi cabeza, es la publicidad de una cerveza polaca. Su guión es muy simple. Primero, hay un pub. Después se ve un estadio lleno de los espectadores. Resuena el himno nacional polaco. Un barman echa la cerveza y dice: ¡Al himno! En mi opinión es el igualamiento de algo tan elevado, tan importante para cada país, con la consumición del alcohol.
¿Cuál es la causa? Me parece que una de ellas tiene que ver con las traducciones de las Sagradas Escrituras a las lenguas nacionales.
Por supuesto, la idea fue buena. Pero con el paso del tiempo, la gente dejó de sentir la diferencia.
Otra cosa es por supuesto el problema de sacar a Dios del espacio público.
No quiero evaluar a nadie.
Sin embargo nuestra consciencia se ha cambiado mucho durante el último siglo.
La religión es considerada como el asunto privado, íntimo. Casi cada prueba de la muestra  de los convicciones puede ser reconocida como la violación de la ley de la libertad religiosa. Siguiendo adelante, es posible llegar a la conclusión que la única posibilidad es no tratar de ninguna religión.
Aquí hemos llegado a la pura paradoja. Después de tantas guerras y sus víctimas, estamos en el momento cuando tenemos la libertad de creer en lo que solo cada uno de nosotros tiene gana pero, simultáneamente, si alguien trata de practicar alguna forma del culto, es percibido como anticuado, estrecho o lamentable.
Desacralización, la falta de lo sacral, causa que nuestra vida no sea tan profunda como podría ser. A pesar del progreso científico no podemos percibir el mundo como la cadena de la causa al efecto. Sin lo espiritual, no nos diferenciaríamos a los animales.
Ojalá no venga nunca ese día. 


PÁGINA 24 – CUENTOS BREVES

ALEJANDRO CARRIQUE
(Olivos-Buenos Aires-Argentina)

RODAJAS DEL TIEMPO

Caras, rostros colgados sobre la cornisa. Rodajas del tiempo andan dañando mi me memoria. Tal vez sea el alcohol que agudiza mi historia, pero también se que vivir tanto es proporcional a la melancolía que hoy degusto y proporcional a la sabiduría que hoy mata el disgusto.
Yo pienso cortado en suspenso. Todos somos rodajas del tiempo.
Navajas frías, cartón prensado, recuerdos estrangulados. He soñado con verte despierta cerca de mis brazos. He anhelado tu sonrisa a la par de la coherencia.
He deseado tanto que realmente me desees.
Caras o rostros o cornisas. Rodajas del tiempo me salpican. Tal vez sea mi adicción a vos la que me quita y da dolor. He soñado con Dios pero no recuerdo, he soñado con una cabaña adormecida y una chimenea herida.
Pienso en suspenso. Rodajas del tiempo todo el tiempo.

AMOR EN LA LUNA

Sobrevolando a través de la palabra te extrañe antes de haberte encontrado, y con toda la sensación que vino del futuro ya comenzamos a amarnos. El espacio tenía un lugar en el cielo bien guardado, y ahora, desde una casita en el árbol de la luna, vemos a la vida desde otro lado; el planeta tierra es una mancha importante del pasado, pero nada se compara con este amor que el destino con sus mejores manos ha logrado.

Sobrevolando la palabra en el tiempo por fin he encontrado lo que siempre he deseado.
Está impreso en el cielo y en nuestros cerebros todo lo que nos amamos. Toda una vida a nuestro lado, y de muertos, fantasmas en la luna… tomados de las manos.

LAS GALAXIAS Y YO

Yo te esperaba con la sonrisa en mi alcoba. Yo jugaba a que nada era cierto para no extrañarte. Yo pensaba escondido, porque no quería dolor. Yo jugaba a ser niño para alejarme de vos.
Cuanta gente se muere cuando se acaba el amor, cuánto tiempo se esconde y cuanto sol desaparece de vos.
Cuando el amor no está conmigo no pensaría en lo que digo. El tiempo conoce todo lo que me mantiene erguido.
Como un sueño mal dormido, yo podría haberte dicho todo lo que hoy está realmente vivo.
Muerto de silencio voy en busca de tu Dios, muerto de placer, enamorado, me voy muriendo sin tu voz. Yo, que estoy acorralado busco tu palabra y vos… que estás enamorada buscás la palabra bruja que te arranque de tu casa, como las hadas marcianas arrancan el veneno en las mañanas.
Toda una vida buscando despertar en las galaxias. Ese polvo mágico que se abre más allá de las palabras.



PÁGINA 25 – POESÍA AMERICANA

ANA MARÍA VALDEAVELLANO PINOT
(Ciudad de Guatemala-Guatemala)

HOY,
ES POESÍA

Cuando pretendemos saciarnos  con migajas,
“vivimos” con la sensación
 de que la vida nos roba el vuelto,
hasta que nos hacemos invitar
AL BANQUETE

Porque las horas pueden ser soles o sombras,
HOY, es poesía

Ayer,
cuando el mar se agitó
envidioso de tu mirada,
te reafirmé ola,
impetuoso horizonte
que refrescas mi playa
con tu pleamar de hipocampos,
tritones y sirenas.

Quédate,
deja sales y espuma
en mi arena,
marea irrepetible de oro y acua,
sorbiendo soles
y meciendo  lunas.
Pleamar.

Despierta, amor,
que el telón de las pestañas
se corra
para dejar al descubierto
el espectáculo
de tu mirada,
porque,
HOY, es poesía.

Bésame la palabra
y la pasión minusválida,
la lágrima,
la página en blanco
y el  temor temblor de ayer.

Redime
con tu papila mágica,
de beso peregrino
de montes, manantiales,
cielo, follaje y placer.

Las preguntas acerca de una certeza,
no son vanidad; son recreación
de la certeza.

¿Y me preguntas por qué?
¿Por qué hoy, es poesía?
Porque…
Por tanto mirarlos
se te metieron en el alma
los celajes del atardecer,
en los poros
las luces del plenilunio.
las estrellas
en la sonrisa,
los arroyos en la mirada
y
las auroras
en el ser.

“No podemos bañarnos dos veces en el mismo río”
Heráclito de Efeso,
 ¿Y los errores…?

Biografía

Hace ya muchos años,
me quemé las manos
y
pasé mucho tiempo
con las manos vendadas
sin tocar el agua.

Hace aun pocos años,
me volví a quemar la vida,
y
la volví a apagar
con agua sucia.

Hoy,
mis manos están sanas
y limpias,
para seguirte tocando,
Agua Limpia.

El claroscuro
es únicamente
uno de tantos matices de la vida.

A contraluz,
de cara al sol,
tu luz se funde con los celajes
en una sonrisa al día que nace.

Escucho las olas.

Te veo
y pienso…
A tu lado
EL MAR
no tiene sal.

En el SOÑAR  no son sinónimos
“SER  o  ESTAR “dormido.

El insomnio
es un pretexto,
para buscar
tu aroma entre las sábanas
y llenar mis noche de ti.

El insomnio
es un pretexto,
para ver
tus labios entreabiertos
como un beso eterno
y acechar
tu aliento cálido,
que sale lentamente
a llenar mis noches de ti.

El insomnio
es un pretexto,
para verte a mi lado
pensar en ese instante intemporal
y llenar mi noche de ti.

El insomnio
es un pretexto,
para soñar.

La fidelidad NO es un compromiso:
ES un estado del alma.

SOMOS

¡POESÍA!

El poeta besa palabras
HOY.
HOY,
TAMBIÉN
ES POESÍA

El tiempo
es un embudo perverso,
pero HOY…..

Antigua    

Agua,
 polvo
 Y
 piedra
de tiempo sin olvido.

Espadas cabalgantes,
ladrido de lebreles,
garra
y
colmillo
de león
de oro y sangre,

Cien cúpulas gimientes
con sísmicos lamentos….
Lágrimas de un volcán
Y un palacio negro.

Florece el ixquisúchil
de cruces y campanas,
alfombras penitentes,
incienso,  paleatinas
y
ciriales.

…en punto,
a media noche,
Lloronas y Tatuanas,
Cadejos y nahuales
desfilan por su magia,
que un río pensativo
refresca en la memoria.

Al fondo…..
 una niña
de cielo en la mirada,
esparce
 su nostalgia.

El dolor de un pueblo
se mide
en la altura de la cabeza y la mirada
de sus hijos.

Hoy,
conocí un pueblo
sin maquillaje en las paredes,
con aroma
a lágrimas de mar,
refinerías de óxido
y miles de pasos
en círculo,
hacia ningún lugar del alma.

Hoy,
conocí un pueblo
con los más bellos verdes
de desesperanza,
millonario de carencias
y ojos
perdidos en el horizonte,
hacia donde partió su sonrisa…

Hoy,
conocí un pueblo
al que solo le queda la palabra…
tan diferente
y tan parecido al mío…

Pueblos

El esplendor
ARQUEOLÓGIGO
es el destino
de un pueblo,
por la ira de sus dioses
condenados
al tártaro del olvido.

Otros,
quisieran ocultar su dignidad
de callejera:
Cuerpos y lágrimas por una moneda.

El mío,
IGNORA

La muerte y el adiós
son un beso con los ojos abiertos,
que nos da la vida.

La distancia no se define en espacio,
ni  la marca tu ausencia .
La define la ausencia de mí en mí
cuando estoy contigo.

Pensé
que no sabría qué hacer sin ti.

Hasta que descubrí que lo que no sabía
era
qué hacer con el tiempo que pasaba contigo.

El dolor
es solamente  una lección para el alma,
durante un olvido del  cuerpo.

Es la manera de aprender el arte de la vida,
no desde la vid  y la sonrisa,
 sino desde la vida misma,

Es aprender el nombre de lo triste,

Descubrir que hasta el dolor
va de la mano de la  tristeza.
Y
Que lo que más duele es la soledad,
que está sola
por su incapacidad de descubrirse a sí misma.

Epidramas

El dolor
es un vaso de vida que
se derrama.

Los dolores grandes no se lloran,
basta
con perder la vista en el horizonte
para ver nadar el alma
en un agujero negro.

Dolor, doliente, dolido, duelo:
palabras para definir
el  crecimiento rápido y efectivo.

El dolor
 es la lágrima que se le escapa al alma
 frente a lo inevitable.

La certeza de que el tiempo pasado no fue mejor,
que solo es la memoria del presente.

Y el presente,
el sueño futuro,
en un estado de tiempo sin tiempo, ni realidad.

                                                           Las hojas
 son las lenguas de los árboles;
la lengua,
las papilas de la vida.

El dolor
es  sólo un instante sin sonrisa,
porque el amor
es fuerte,
el recuerdo,
imborrable
y
la presencia
de los que aún están con nosotros,,
una invitación
al
GOZO.

Aun,
en cada papila te guardo un beso, una  letra, …… y…..placer……

El poeta llora palabras,

HOY.



PÁGINA 26 – ENSAYO

EDUARDO GONZÁLEZ VIAÑA
(Chepén-Perú)

EL CASTELLANO DE FLOR EN FLOR

Tú sabes en qué se parece un ascensor a una mariposa?
- En que el ascensor también va de 'floor' en 'floor'.

No me acuerdo dónde escuché este diálogo, y a lo mejor, yo mismo, soy uno de los interlocutores. Es una broma, por cierto, pero también es algo más que eso.
Es, además, el testimonio lingüístico del avance incontenible en Estados Unidos de un idioma que hasta hace pocos años era invisible, tímido e inaceptable en la vida social.

'Flor' y 'floor' (piso) sirven en este caso para hacer un juego de palabras, pero traen a la memoria la existencia de un híbrido llamado spanglish, que ha puesto los pelos de punta a más de un purista del castellano o del inglés. Es más, algunos candidatos a puestos de trabajo lo declaran como uno de los idiomas de su dominio y algunos profesores políticamente correctos los toman en serio y aprueban con una ceja arqueada de asombro y admiración.

No, el spanglish no es un idioma, sino una mezcla heterogénea de sintagmas y voces procedentes de una y otra lengua, sin pretensión de gramática y cuyas
expresiones son múltiples y diferentes de acuerdo con cada una de las comunidades norteamericanas, y no hay posibilidad alguna de que adquiera la transparencia de una lengua ni su condición de comunicadora universal. 

En mil años, el castellano ha sobrepasado airoso las invasiones germánicas, la conquista árabe y su propio dominio sobre el Nuevo Mundo sin que las estructuras gramaticales se hayan alterado mayormente. Una de las razones por las que amo este idioma mágico es su burlona estrategia para resistir los cambios de la historia.

Soy uno de los cuarenta millones que lo hablan o lo sienten en Estados Unidos, y si tengo en cuenta que cuando llegué a este país, éramos diez millones menos, prefiero no hacer pronósticos en torno del futuro de la lengua de Shakespeare en este país.

Una alumna me preguntó ayer si en América Latina hablamos mejor o peor que en España, y yo recordé a Borges, quien decía que: "No he observado que los
españoles hablaran mejor que nosotros. Hablan en voz más alta, eso sí". 

Y nosotros estamos ahora haciendo lo mismo. Los hispanoparlantes hablamos cada día en voz más alta en Estados Unidos. Nuestra presencia física como nuestras realizaciones en todos los terrenos le han quitado al idioma su anterior condición de invisible, y los padres hispanos ya no temen que sus hijos lo hablen, ni que sean discriminados por esa causa.

Sin embargo, en la otra orilla hay quienes se asustan. El doctor Samuel Huntington, por ejemplo, se ha construido una fama mundial como agorero y
nigromante a fuerza de quitar el sueño de muchos norteamericanos con miles de páginas que repiten el estribillo de que los inmigrantes vamos a dividir al país. Olvida que hemos fundado buena parte de él. 

San Diego, Los Ángeles, Santa Rosa, Paso Robles, Santa Bárbara, Santa Clara, Santa Clarita, Salinas, Modesto, Merced, Ventura, Escondido, Santa Mónica, San Bernardino, San José, Palo Alto, San Francisco, Sacramento y la propia Florida, con sus rotundos nombres hispánicos, son prueba de que probablemente Huntington fue reprobado de niño en la clase de historia, o quizás ni siquiera la tomó, lo cual es posible dentro del sistema educativo actual de Estados Unidos.

Los fundadores, por lo demás, todavía no sabían roncar con marcialidad en las noches porque el llamado 'sueño americano' no fue una invención de ellos, sino
una promesa de diversidad, tolerancia y libertad surgida de la convivencia entre la gente de todo el mundo que ha llegado en estos siglos y sigue llegando a esta nación de inmigrantes.

Y por todo esto, el español se expande aquí, tímido, mágico y bello como una mariposa que va de flor en flor y de floor en floor.






PÁGINA 27 – CUENTO


OSWALDO MEJÍA CHUMPITAZ
(Lima-Perú)

EN ALGUNA PARTE DE NINGÚN LUGAR

Millones de párvulas vidas, de un lado y del otro, con párvulas ilusiones, de un lado y del otro, emprenden el camino a la confrontación. Puñados de decrépitos ancianitos, de un lado y del otro, con maquiavélicas intenciones, de un lado y del otro, azuzan al parvuleo a lidiar por una razón.
Los párvulos, de un lado y del otro, se enfrentan en guerras y ofrendan su párvula sangre al campo. Los  grupos de decrépitos ancianitos, de un lado y del otro, monitorean las batallas por televisión. Párvulos y ancianitos, de un lado y del otro, esgrimen sueños y conceptos  para su intervención.
Entre la pestilencia de los cuerpos párvulos, de un lado y del otro, los decrépitos ancianitos de un lado y del otro, repartirán medallas y pésames a párvulos mutilados y a madres desconsoladas que no entienden por qué fue la lucha, qué motivó la gran desazón.
Ha llegado el momento de reclamar lugares, honores y dignidades saqueadas, de un lado y del otro. Los decrépitos ancianitos, de un lado y del otro, evalúan si fue un buen negocio  o si se perdió. Los párvulos, de un lado y del otro, que devoren su mierda. La guerra ya acabó.
Hay párvulos de quince y veinte. Créanmelo, de un lado y del otro… Si una madre llora a un crío adolescente,  el llanto derramado, de un lado y del otro… es por un párvulo que murió. 


PÁGINA 28 – POESÍA AMERICANA

CARLOS ENRIQUE LASSO CUEVA
(Guayaquil-Ecuador)

MIRTA AGUIRRE

He ahí la apoteosis
Viste sus pasos imponentes
Oíste su voz ronca
Grave palabra la del descubrimiento
Ilustre forjadora de un testimonio
La tienes en tu casa a tu lado escribiendo
Miras su colosal paciencia que deslumbra
Ella fue un sol que apareció en una ruta antigua
Descendiente de dioses pacíficos que cultivaron la belleza
Símbolo de certezas aprendidas en las antiguas horas
Memoria gigantesca rescatada en una ruta de leyenda
Maestra y camarada el poeta te brinda un saludo militar
Allá en el fondo de la memoria donde yaces
Aún inspiras la trascendente ternura
La sensitiva furia que crea estrellas
Sabes del dolor de existir soñando inmensidades
Pero tú lo lograste

SEGUNDO CUEVA CELI
EL ILUSTRE ABUELO LOJANO

Te veo una tarde de lluvia
Con el largo paraguas compañero
Caminando en los años que te permitieron los dioses
oyendo a los apóstoles del trueno venturoso
tierno artífice entre las grandes olas del destino que no cesan
recuerdo los días fertilizados con tu gesto
sacerdote consagrado en una ceremonia en la cumbre de una montaña diáfana
tu idioma fue el murmullo de la vida cuando es dulce
tu voz resuena cálida en el lago
vienes y vas cruzando el mundo con la luz
tu tiempo de sonidos edificados ante el sol va unido al río de tu niñez
que sigue cruzando la ciudad
símbolo de armonía
tu melodía seguirá acompañando a la gente que camine por tus calles
héroe paciente, amigo de la tarde que construyó tu destreza
tu mano cruza con el viento los días saludando a la tierra
haces señas felices
imperdurable artífice del canto
diriges la ilusión desde el profundo surco tuyo
huellas memoria nombre tiempo música
caminaste de la mano de Euterpe hasta tu último día
fiel al amor que cultivaste
traductor de invisibles secretos
descifrador de códigos
ascua perenne
convergencia del ritmo en el seno del murmullo
perito en la llovizna que fertilizó pentagramas
flujo indeleble de semillas
notas que presagiaron veranos venturosos
equilibrio intacto del profundo soplo
cuesta arriba del párpado infinito
atrincherado en un relámpago
que suena aún y brilla mensajero derrotando a la noche.

ADIVINANZA

Al amanecer el viento trae avisos indescifrables
Una mujer desconocida ha caído en el barranco
Y se ha encontrado asesinada a la patrulla nocturna
Hilera de pies descalzos tirita cerca de las flores
El milenario remolino sigue cobrando víctimas
Mientras llueve cruelmente sobre la calcinada miseria
Adivinanza de huellas, en qué rincón está la muerte?
En qué podrido hueco se ha detenido el destino?

Y DESPUÉS

Después es solo el tiempo de las sombras
O la luz inmolada camino al paraíso?
El reverso de las falsas monedas
O la fanfarria estrepitosa de los guardianes del púlpito?

El documento rescatado es apócrifo dijo el anciano
Especialista en letras antiguas
Pero parece haber sido anotado un código en las esquinas
podría ser descifrado
si encuentran un experto en numerología
De todos modos percibo el indicio de una advertencia
Pienso que debemos alejarnos de esta tumba

LAS CLAVES

Hay cosas en la axiología que son irrefutables
Dice el anciano mientras bebe una infusión antes de iniciar el ayuno
Pero los araneros trastocan el significado de los símbolos secretos
Son responsables de que los días se distorsionen
Y así el tiempo se confunde

La jerigonza de los léperos es obra de los íncubos
Es una estratagema para atraer a los lémures
El senescal extrae unos manuscritos que ha mantenido ocultos
Ha cultivado la eutrapelia
Conoce el secreto de la longevidad
Ha presenciado guerras tumultos desgracias crímenes
Ha sobrevivido persecuciones
Ha conocido banderas inventadas por las tribus dedicadas al saqueo y al pillaje
El tiempo ha calmado los ánimos de los adictos al crimen
Los días ahora son lentos y fáciles
Cree que ha llegado el momento de revelar los secretos orígenes
Mira al poniente y suspira

LA MAÑANA

Al amanecer el sol encuentra sacudidos los cimientos del mundo
Inefable aroma del desierto al mediodía
Las piezas en el tablero de ajedrez esperan la tarde
los ojos descubridores escudriñan el paisaje
notan la brisa suave y cadenciosa como mundos anhelados
El murmullo eleva su plegaria al viento mensajero
La tribu canta su himno
Esperanzada voz se oye
el cántico unifica cristales troncos rotos
mujeres se bañan desnudas bajo el mar que desde el fondo las mira
El armisticio ha complacido a los sacerdotes
Este año los días serán más largos y las noches felices
Fiesta del diluvio que no vino
Pacto sagrado con el tiempo
La estirpe piensa en la cosecha








JIMMY VALDEZ
(Ridgewood-NewYork/USA)


TODO TU AROMA EN MI CRÁNEO


Como si la fábula de un búho se subiese a runrunear allí en tu sombra asida al pudridero que es la impaciencia, lo desbrozado hasta la larva de los latidos, dejando en mansedumbre la sonrisa agreste, escocida, que tanto te impide para que con rabia desenvaines el acido de las desolaciones, el azar de los besos, lo despiadado, hilvanando por igual y con usura lo reincidente: todo tu aroma en mi cráneo merodeando como una enloquecida hoguera vertiginosa, desparramando la cuadratura de este mundo en la que solo tú, tan certera en las fórmulas y sustratos escudriñas la cosa inútil que es querer contigo ponerle fin al silencio.

QUASIMODO


Aquí en estas ruinas y lugar inhóspito en este vertedero del más soledoso cerco ineludible y consciente de la insomne jaula; sin poder erguirme o evadir las barricadas, las hambrientas extremidades de lo inescrutable, esa grieta o comisura atómica, el frío que se cuela y resquebraja para quedarse en los huesos aguardando quién sabe qué cosa.
Aquí donde he reunido toda posesión y todo lo inútil como un alma gemela divisando nubes abismales, cónicas herrumbres, palabras para los gatos que siempre huyen al verme alimentando esta remota opulencia.
Aquí con este ladeo de estremecedores crujidos y mi crecidísima joroba de murciélago,  enjaezado como un caparazón nocturno, incapaz de abortar las profanaciones, casi mordiendo el zumo irreparable del suicidio, cruzo mis dedos mientras halo de la cuerda para que despierte el sol.  

Y OPRIMÍ EL PERCUTOR…

Yo no puedo ser más que estas dos tumbas
que cuelgan como un hacha sin empuñe
en el graznido del cuervo.

Me tumbo en el bosque bajo sombras solo aptas para adultos;
adeudo las estrías de mi emblema,
la sembrada multitud de los exilios, veinte sicarios conocidos
cantores de sus desgracias:

crezco como un juguete viejo que de vez en cuando emerge para devorar de la infancia el herido retorno de todas las espinas.

Sucedo espantosamente… digo lluvia y el mundo se precipita.



PÁGINA 29 – ENSAYO


CARLOS FAJARDO FAJARDO
(Santiago de Celi-Colombia)

RITUAL DE TÍTERES O LA POESÍA COMO PROTAGONISTA

“Se imaginó escribiendo una novela
donde todos asistirían como títeres a un ritual,
en una ciudad que rápidamente se deshace”
Ritual de Títeres, Gonzalo Márquez Cristo

“Abrir los diques del lenguaje, ir más allá del monosílabo”. He aquí una de las claves secretas y maravillosas de esta novela-río, novela-poema, novela-ensayo, imagen y pensamiento. Fusión de voces y de vidas al filo de los cuchillos, al fondo de los abismos poéticos e históricos de una generación siempre a la intemperie, la cual vivió las tempestades de la violencia, la búsqueda desgarrada de todos los placeres y el desengaño de las grandes utopías al no dar con ninguna puerta abierta, ninguna luz. Tal es la atmósfera de este Ritual de títeres, seres en medio de la fragua histórica, llenos de fracasos, ruinas, doloroso erotismo y muerte.
En este escenario del mundo, la palabra es la protagonista principal del drama; la palabra convertida en poesía, se entiende. Por ello aplaudo este ritual y caudal poético, esta lucha perpetua donde triunfa la pulsión creadora de la poeisis, su pasión fundante. Sabemos que “el verdadero poeta, según T.S. Eliot, es el que hace de su lengua una gran lengua”. Se alimenta de su tradición, pero a la vez, la supera enriqueciéndose en otras fuentes diferentes a su raíz; se renueva en profundidad constante. Poesía para alterar la vida; poesía para sabotear las rutinarias frases y costumbres de su tiempo, para ser críticos en aquellos períodos donde la pobreza imaginativa y existencial nos consume. Poesía para mantenernos creativos, atentos, vigilantes.
De allí la imposibilidad de nombrar a este río de imágenes novela, o bien, objeto narrativo a secas, pues como tal deconstruye las lógicas tradicionales narrativas, la antigua idea de ser un contador de historias. Aquí existe otra cosa, se ha propuesto otro asunto: quizá sea un rizoma lingüístico donde “el tiempo no fluye: estalla”; un libro que elabora una cartografía calidoscópica de las sensibilidades, con múltiples entradas y posibilidades, o bien un juego de espacios y de tiempos discontinuos, donde cada capítulo –si es conveniente denominarlo así- funciona como multiplicidad autónoma, como un poema en sí, desde sí, sin principio ni fin, laberíntico, descentrado, disperso.  Libro unión de fragmentos construido desde lo par-impar-sin par, de tal suerte que las dicotomías tradicionales de Occidente se intentan romper, o al menos se cuestionan desde la fuerza del lenguaje.
Creo encontrar en ello uno de sus mayores riesgos y propuestas: dinamitar la concepción de la novela, siguiendo la tradición del romanticismo alemán temprano de la “Obra de arte total”, es decir, la fusión de géneros,  lograda, como proponía Friedrich Schlegel, con una liberalidad absoluta pero con un rigor muy grande. Como resultado, el texto se convierte en acto de reflexión filosófica existencial, en una delirante imaginación, en apasionada teoría poética y estética, donde la fuerza unificadora como un continuum es la poesía. Entonces se lee: “La pretensión es consagrar en estas páginas el sueño de la novela-ensayo-poema, de la novela-cuento-teatro, de una intensa literatura esencial”. Desde esta apuesta, Ritual de títeres dialoga con Novalis, Joyce, Broch, Borges, Dylan Thomas, Lezama Lima, Bioy Casares; continúa en la cuerda floja de los poetas dadaístas, surrealistas y expresionistas; se alimenta de Vicente Huidobro y de César Vallejo, se comunica en poema pero se constituye en pensamiento y concepto. Dicha aventura del lenguaje escarba y se contagia de las grandes conquistas artísticas de una modernidad rebelde, crítica y subversiva; de las profanas estéticas vanguardistas de la protesta y del cambio; se contagia de las aventuras del espíritu nihilista nietzscheano, explora la libertad erótica y el “desarreglo de todos los sentidos”.
Hemos asegurado que este “libro-río”, “libro-imagen”, como le gustaba a Gilles Deleuze llamar a su Rizoma -hecho de mil mesetas, de mil posibilidades- se muestra como una fusión de fragmentos que pueden leerse de forma independiente y ponerse en diálogo desde cualquiera de sus partes. Ello obliga a inventar otro tipo de lector, un lector de flujos, de caudales, un lector poeta, receptor-creador que vaya al ritmo torrentoso de las palabras. También aquí encuentro una de las más riesgosas propuestas del libro: exigir –tal vez inventar- otro tipo de lector no lineal, con un capital simbólico muy amplio, el cual dialogue con los momentos y conceptos filosóficos, estético-poéticos y políticos más significativos de la cultura occidental: Heráclito, Platón, Goethe, Kierkergaard, Freud, Kavafis, Coleridge, Rimbaud, D.H. Laurence, Chaplin, Héctor Lavoe, Led Zeppelin, Roling Stones…
Otro lector, otro narrador, otro poeta: “una novela donde la acción es excluida y tan sólo deja sus esquirlas en los hombres derruidos”, se lee en el capítulo X. Y en otro apartado: “el lector pone en movimiento el tiovivo de figuraciones trágicas” (Capítulo XVI), a la vez que  se instaura la ya anunciada por Roland Barthes “muerte del autor”. No hay aquí un Yo narrador plenipotenciario, ni  un narrador tótem. Existen varios narradores-poetas, polifonía y pluralidad de rituales ante la palabra. “Se escribe para desaparecer. Si decimos ‘Yo’ estamos obligados a mirarnos desde afuera, a convertirnos en objeto, a construir un espejo de cinco nombres y pronombres” (Capítulo XXIV). Muerte del narrador tradicional, surgimiento de polifonías intertextuales, calidoscópicas. Es la poesía la que funda estas actuaciones de títeres en medio de la terrible soledad del Ser.
De igual manera, la diversidad de voces poéticas no intenta narrar situaciones cotidianas, sucesos. Estos sólo se sugieren. Más que recrear anécdotas se trata es de construir atmósferas estéticas y propuestas poéticas. Existen, claro, personajes con nombres míticos: Ariadna, la protagonista y Fedra; la trilogía masculina Jano, Orfeo y Mirtilo; historias de amor y desamor que el lector capta entre líneas en medio de la corriente de este sonoro río. También encontramos espacios de una Bogotá real: el barrio La Candelaria, La Carrera Trece, la Séptima, el centro de la ciudad, los bares, pero todo ello alejado del afán novelesco de contar una historia  convencional y sí utilizado como pretexto para formular una estructura distinta de novela y una nueva posición del escritor frente al lenguaje. Es el estallido de la palabra-nómada que desterritorializa todo ritual doméstico de la escritura; es la línea de fuga de la poesía contra lo pétreo, lo consolidado, el confort, la burocracia del pensamiento.
Es esto lo que convierte a esta novela en un “río de estilo”, pues en cada página el lector se encuentra con un profundo y extenso poema, como atravesando un campo minado.
Saludo, pues, este trabajo escritural riguroso y riesgoso; esta atrevida metaforización progresiva y provocadora que va en contravía a las exigencias que hace el mercado a los novelistas de última hora, presos del imperio de la rentabilidad, de la fama y de las preferencias del cliente. Saludo su feroz combate contra las novelas escritas por encargo, fáciles, efectistas, efímeras, reemplazables. Ritual de títeres, muy al contrario, exige varias lecturas, es decir varios desgarramientos. Novela-red que se enreda y desenreda en el laberinto de laberintos donde Ariadna juega con sus marionetas arrojadas al escenario del lenguaje. Novela-experiencia, como si las propuestas de Morelli, en la Rayuela de Cortázar, o de Lezama Lima sobre la idea de escribir la “anti-novela”, la “novela-Metáfora”, se hicieran presentes, concreción, cuerpo vital.
Bajo la oscura, fría y lluviosa Bogotá, estos personajes, dispersos y extraviados, hacen su ritual y se difuminan en “la aventura del lenguaje y en la hoz fundadora de la risa”.



PÁGINA 30 – CUENTO

OLIVERIO GIRONDO
(Buenos Aires-Argentina)

A LAS CHICAS DE FLORES

Las chicas de Flores tienen los ojos dulces como las almendras azucaradas de la Confitería del Molino. Y usan moños de seda que les liban las nalgas en un aleteo de mariposa. Las chicas de Flores se pasean tomadas de los brazos para transmitirse sus estremecimientos. Y si alguien las mira en las pupilas aprietan las piernas de miedo a que el sexo se les caiga en la vereda. Al atardecer todas ellas cuelgan sus pechos sin madurar del ramaje de hierro de los balcones, para que sus vestidos se empurpuren al sentirlas desnudas. De noche, a remolque de sus mamás —empavesadas como fragatas— van a pasearse por la plaza para que los hombres les eyaculen palabras al oído: sus pezones fosforescentes se encienden y se apagan como luciérnagas. Las chicas de Flores viven en la angustia de que las nalgas se les pudran como manzanas que se han dejado pasar. Y el deseo de los hombres las sofoca tanto, que a veces quisieran desembarazarse de él como de un corsé, ya que no tienen el coraje de cortarse el cuerpo a pedacitos y arrojárselo a todos los que pasan por la vereda.


PÁGINA 31 – POESÍA ALLENDE EL MAR

MARTA ZABALETA
(Londres-Reino Unido)

SUEÑOS FANTÁSTICOS DE UNA NOCHE DE QUIMERAS DERRETIDAS
(Poema tomado de la Revista Digital Poesía Salvaje.org, de Valencia)

en memoria de Myriam Garbulsky(*) y nuestro pasado común

Frente al paredón borraba su delirio un porvenir de balas. La luna transmutaba su presencia pebeta brava proyectándose en los vidrios sin marco del camión alfombrado adonde irían a acostarnos luego de fusilarnos. Sésamo ábrete: la patrulla descubrió a dos mujeres con bebés en sus brazos. El coronel verdugo se mimetizó en la nieve y les brindó chocolate caliente en el vientre vacío del último suspiro de la triste aventura de esa noche tan larga. Y sonó la metralla. No hubo pánico ni volaron los pájaros: la historia ya no desensillaba. Y en la noche nunca aúllan los lobos cuando atacan y matan.


 (*) La Dra Clelia Myriam Garbulsky, se desempeñaba como responsable del servicio de salud de la Universidad de Concepción en el momento del golpe de estado en Chile (11 de septiembre de 1973), murió en Argentina, el 7 de enero de 2012, luego de una prolongada y dolorosa enfermedad, sólo unas pocas semanas después de haber sido, por fin, listada como víctima de prisión y tortura durante la dictadura de las fuerzas armadas chilenas.



SILVIA DELGADO FUENTES
(Bilbao-Euskal Herría-España)

POR PELOTAS

Le han matado y se cruzan de brazos.
Como si fuera culpable de algo.
Como si fuera un delito respirar, le reventaron la cabeza.
Otro caído en este mundo de violencia.
Otro a quien le arrancan el futuro de cuajo,
a quien abrasan los sueños,
a quien vacían el cuerpo,
a quien visten de luto y de féretro.
Pero hay alguien que dice: apunten disparen fuego.
Hay alguien que reparte esa ausencia y ese dolor entero,
hay alguien que mastica las vidas sin sentir una pizca de culpa, ni un poco de remordimiento.
Hay alguien que manosea las balas mientras caen por todas partes huesos, tuertos, muertos.
Y mañana seguirá con su trabajo de náusea, con su sed de sabia roja.
Y mañana se lamerá las manos mientras piensa qué decir a un pueblo, a una familia.
Y sus palabras serán como escupir todos los nombres.
Como llenar de babas
el recuerdo
de un joven
que murió con el cráneo hecho pedazos.

SE IRÁN

Se irán lejos, tan lejos, muy lejos.

Dirán, quizá, que no fueron ellos los que quisieron
arrancarnos el pan, la memoria, la confianza en ti, en ti
o en aquellos.
Caminaran de prisa, a empujones,
perdiendo los modales,
apedreados por los niños que bebieron de su espanto,
que sufrieron la dentera del hambre y los harapos.

Y se irán,
dejando tras de sí
un lugar con hiel entre las piernas,
con el fruto convertido en piedra.

Y se irán, callados, por si acaso,
sin probar su propio látigo,
con la verdad desenterrada,
aullada a pleno pulmón
mientras se marchan.
Y todo el plomo,
todo.
Todo el horror, todo,
toda su áspera miseria
serán deletreados
para escribir de nuevo la historia.

Y se irán,
por supuesto que se irán
con sus delirios y maldades,
con sus blancos guantes
y sus sucias dignidades.

Y nosotros, cansados,
hartos de llevar por su culpa los pies descalzos, la vida a rastras,
cantaremos al verles marchar la vieja canción
que se canta
cuando la victoria entra definitivamente en cada casa.

EL AMOR

El amor no se esconde cuando el llanto
ni cuando el frío.
No agacha la cabeza cuando
los cuerpos se ulceran
ni cuando multiplican los andrajos
ni cuando enlutan la piel a golpe de cadalsos.

El amor, si es un amor corriente
de jaulas y vigilias,
de fiebre, sudor, raíces.
Si es un amor, amado y amante de la vida,
abre los ojos y ve
la mala suerte, la injusticia,
la amorfa mala leche de quienes nos dominan.

Si es un amor corriente
de los que miran de frente la edad y sus fronteras
de los que mastican la risa, el pan, las deudas
y se acuestan para buscar caricias a pesar del cansancio,
a pesar del miedo,
a pesar de este jodido tiempo que nos obliga
a contemplar de lejos la abundancia
a sentir de cerca las leyes y sus mentiras.

Si es un amor de piel, huesos, carne viva,
y noches algo más que tibias,
si es un amor pulcramente sostenido sobre ruinas,
no se queda solo callando la voz y la ternura ,
aúlla con los otros que también aman sobre escombros,
que también se tocan,
para que no queden los besos, las miradas,
los hijos como únicos testigos.

Si es un amor nacido
a espaldas del odio y sus calaveras
sale a cantar y a sangrar a dondequiera,
sale a juntarse, a compartir patrias y banderas,
sale a amar, con todas las letras.

Y esta suerte de sentirse acompañado en batallas demasiado ciegas
hace que crezca la idea de que un día, seguro, ganaremos la guerra.




PÁGINA 32 – ENSAYO

CARMEN ROSA BARRERE.   
(Posadas-Misiones)  

ABRAZADOS EN EL PÈRE LACHAIZE.

Debajo de una carpa de un circo pobretón y sin fama, un 19 de diciembre del año 1915 abrió los ojos una pequeña enclenque, débil y enfermiza. Única hija de un padre alcohólico y de una madre que se esforzaba por entonar melodías callejeras, festejando las monedas que los paseantes arrojaban dentro de su raída bolsa, que pronto serían canjeadas por alcohol barato en el bodegón más cercano. No fue recibida como un regalo caído del cielo, sino más bien como un tropiezo para sus vaivenes de itinerantes sin recursos ni responsabilidades. De común acuerdo deciden desprenderse de su pequeña  y la depositan en la casa de la abuela materna, mujer ignorante, que asegura que a los microbios que deambulan sin ser vistos hay que asesinarlos bebiendo vino. Bebida que comparte con su nieta, chocando vaso contra mamadera. La pequeña desdichada cumplía cuatro añitos cuando una meningitis la dejó ciega, enfermedad de la que se curó gracias a un milagro de fe, suceso conmovedor dentro de la Iglesia de Santa Teresita del Niño Jesús en la localidad de Lisieux. A pesar de ello, su mal destino continuaba su trayectoria de infelicidad: Los padres la envían a una zona de Normandía, donde la abuela paterna dirigía un centro de prostitución. Vacía del afecto y la contención que cualquier criatura precisa para su desarrollo normal, al arribar a los diez años, ella también decide ganarse la vida callejeando. Elige lugares por donde transita gente con dinero y su vocecita repite miles de veces la única canción que sabe de memoria: La Marsellesa. ¿Y qué francés no se conmueve escuchando a esa esmirriada criatura, vestida con harapos, que se atreve con las estrofas de su himno? Tal vez ésa fue la época en la se dio cuenta que debía conseguirse un nombre cortito, que los transeúntes y la concurrencia de los bodegones, sus nuevos amigos, retuvieran con facilidad. Eligió ser Edith Piaf. Y con ese nombre y el apelativo amoroso de toda una generación de ser “El Gorrioncito de París”, si te atreves hoy a esos callejones parisinos tal vez algún jovencito esté tratando de imitarla, cuando renegaba de su vida cantando “Non, Je Ne Regrette Rien”. Y tenía razón. Todos los equívocos de su vida no merecían de su arrepentimiento.
Trabajando en pequeños circos, se enamora y da a luz una niña que fallece a los dos años. Ella tiene diez y siete y llora a su niña como llora otra niña. Medía un metro con cincuenta y tres centímetros, debido, seguramente a las carencias que tuvieron su gestación y el pesado lastre de vivir siempre con hambre y sed. Sed de bebidas fuertes, hambre de comida y de un hombre que de verdad la amara. Su estatura no le importaba a nadie. La suplía sin esfuerzo con la sensualidad aguardentosa de su voz, sus gestos de brazos abiertos pretendiendo abrazar al mundo y el hechizo que ejercía cuando el telón se corría y sus canciones calentaban el aire. Ésas épocas de oro, en pleno ejercicio de mujer fatal, la amaron famoso como Marlo Brando, Ives Montand, Charles Aznavur, Moustaki y John Gardfield, además de una serie de rufianes, ebrios y mal vivientes.
Desquiciada por sus adiciones, acepta una noche amor con Marlene Dietrich, a cambio de un anillo de diamantes de muchos kilates. Su salud desmejoraba y sus deudas crecían cuando conoció a un joven griego llamado Théo Sarapo, veinte años menor que ella, que ya cargaba sobre sus delicados huesos cuarenta y seis años de desdichas. El angelito de los enamorados hizo su labor. Ambos se enamoraron apasionadamente y ante el asombro y la murmuración, se casaron. La acusación para Théo fue unánime: es un gigoló. Se casó para ser mantenido. En medio del vendaval, por fin el milagro se hizo presente para el Gorrioncito. Un joven apuesto, gentil, cariñoso, era el que despertaba junto a ella cada amanecer. Tuvieron un año espléndido, con la risa fácil de Edith recuperada y el elusivo amor definitivamente conquistado. A raíz de un accidente sufrido años antes, Edith se había aficionado a la morfina, que aliada al alcohol y a la disipación, le produjeron la muerte a los cuarenta y siete años. Y fue un Tého enmudecido de dolor, el que permaneció en París durante siete largos años, trabajando para saldar las innumerables deudas que su mujer nunca alcanzó a pagar. Cuando el nombre de su amada estuvo limpio, se suicidó. Están definitivamente juntos, esperando convertirse simultáneamente en tierra, en una bella tumba, siempre con flores frescas en el cementerio Père Lachaize. Abrazados, él la mira con profunda ternura mientras ella le canta al oído Non, Je Ne Regrette Rien.


PÁGINA 33 - CUENTO

JULIO CORTÁZAR 
(Bélgica/Francia) 

AXOLOTL  

Hubo un tiempo en que yo pensaba mucho en los axolotl. Iba a verlos al acuario del Jardín des Plantes y me quedaba horas mirándolos, observando su inmovilidad, sus oscuros movimientos. Ahora soy un axolotl.

El azar me llevó hasta ellos una mañana de primavera en que París abría su cola de pavo real después de la lenta invernada. Bajé por el bulevar de Port Royal, tomé St. Marcel y L’Hôpital, vi los verdes entre tanto gris y me acordé de los leones. Era amigo de los leones y las panteras, pero nunca había entrado en el húmedo y oscuro edificio de los acuarios. Dejé mi bicicleta contra las rejas y fui a ver los tulipanes. Los leones estaban feos y tristes y mi pantera dormía. Opté por los acuarios, soslayé peces vulgares hasta dar inesperadamente con los axolotl. Me quedé una hora mirándolos, y salí incapaz de otra cosa.

En la biblioteca Saint-Geneviève consulté un diccionario y supe que los axolotl son formas larvales, provistas de branquias, de una especie de batracios del género amblistoma. Que eran mexicanos lo sabía ya por ellos mismos, por sus pequeños rostros rosados aztecas y el cartel en lo alto del acuario. Leí que se han encontrado ejemplares en África capaces de vivir en tierra durante los períodos de sequía, y que continúan su vida en el agua al llegar la estación de las lluvias. Encontré su nombre español, ajolote, la mención de que son comestibles y que su aceite se usaba (se diría que no se usa más) como el de hígado de bacalao.

No quise consultar obras especializadas, pero volví al día siguiente al Jardin des Plantes. Empecé a ir todas las mañanas, a veces de mañana y de tarde. El guardián de los acuarios sonreía perplejo al recibir el billete. Me apoyaba en la barra de hierro que bordea los acuarios y me ponía a mirarlos. No hay nada de extraño en esto porque desde un primer momento comprendí que estábamos vinculados, que algo infinitamente perdido y distante seguía sin embargo uniéndonos. Me había bastado detenerme aquella primera mañana ante el cristal donde unas burbujas corrían en el agua. Los axolotl se amontonaban en el mezquino y angosto (sólo yo puedo saber cuán angosto y mezquino) piso de piedra y musgo del acuario. Había nueve ejemplares y la mayoría apoyaba la cabeza contra el cristal, mirando con sus ojos de oro a los que se acercaban. Turbado, casi avergonzado, sentí como una impudicia asomarme a esas figuras silenciosas e inmóviles aglomeradas en el fondo del acuario. Aislé mentalmente una situada a la derecha y algo separada de las otras para estudiarla mejor. Vi un cuerpecito rosado y como translúcido (pensé en las estatuillas chinas de cristal lechoso), semejante a un pequeño lagarto de quince centímetros, terminado en una cola de pez de una delicadeza extraordinaria, la parte más sensible de nuestro cuerpo. Por el lomo le corría una aleta transparente que se fusionaba con la cola, pero lo que me obsesionó fueron las patas, de una finura sutilísima, acabadas en menudos dedos, en uñas minuciosamente humanas. Y entonces descubrí sus ojos, su cara, dos orificios como cabezas de alfiler, enteramente de un oro transparente carentes de toda vida pero mirando, dejándose penetrar por mi mirada que parecía pasar a través del punto áureo y perderse en un diáfano misterio interior. Un delgadísimo halo negro rodeaba el ojo y los inscribía en la carne rosa, en la piedra rosa de la cabeza vagamente

triangular pero con lados curvos e irregulares, que le daban una total semejanza con una estatuilla corroída por el tiempo. La boca estaba disimulada por el plano triangular de la cara, sólo de perfil se adivinaba su tamaño considerable; de frente una fina hendedura rasgaba apenas la piedra sin vida. A ambos lados de la cabeza, donde hubieran debido estar las orejas, le crecían tres ramitas rojas como de coral, una excrescencia vegetal, las branquias supongo. Y era lo único vivo en él, cada diez o quince segundos las ramitas se enderezaban rígidamente y volvían a bajarse. A veces una pata se movía apenas, yo veía los diminutos dedos posándose con suavidad en el musgo. Es que no nos gusta movernos mucho, y el acuario es tan mezquino; apenas avanzamos un poco nos damos con la cola o la cabeza de otro de nosotros; surgen dificultades, peleas, fatiga. El tiempo se siente menos si nos estamos quietos.

Fue su quietud la que me hizo inclinarme fascinado la primera vez que vi a los axolotl. Oscuramente me pareció comprender su voluntad secreta, abolir el espacio y el tiempo con una inmovilidad indiferente. Después supe mejor, la contracción de las branquias, el tanteo de las finas patas en las piedras, la repentina natación (algunos de ellos nadan con la simple ondulación del cuerpo) me probó que eran capaz de evadirse de ese sopor mineral en el que pasaban horas enteras. Sus ojos sobre todo me obsesionaban. Al lado de ellos en los restantes acuarios, diversos peces me mostraban la simple estupidez de sus hermosos ojos semejantes a los nuestros. Los ojos de los axolotl me decían de la presencia de una vida diferente, de otra manera de mirar. Pegando mi cara al vidrio (a veces el guardián tosía inquieto) buscaba ver mejor los diminutos puntos áureos, esa entrada al mundo infinitamente lento y remoto de las criaturas rosadas. Era inútil golpear con el dedo en el cristal, delante de sus caras no se advertía la menor reacción. Los ojos de oro seguían ardiendo con su dulce, terrible luz; seguían mirándome desde una profundidad insondable que me daba vértigo.

Y sin embargo estaban cerca. Lo supe antes de esto, antes de ser un axolotl. Lo supe el día en que me acerqué a ellos por primera vez. Los rasgos antropomórficos de un mono revelan, al revés de lo que cree la mayoría, la distancia que va de ellos a nosotros. La absoluta falta de semejanza de los axolotl con el ser humano me probó que mi reconocimiento era válido, que no me apoyaba en analogías fáciles. Sólo las manecitas... Pero una lagartija tiene también manos así, y en nada se nos parece. Yo creo que era la cabeza de los axolotl, esa forma triangular rosada con los ojitos de oro. Eso miraba y sabía. Eso reclamaba. No eran animales.

Parecía fácil, casi obvio, caer en la mitología. Empecé viendo en los axolotl una metamorfosis que no conseguía anular una misteriosa humanidad. Los imaginé conscientes, esclavos de su cuerpo, infinitamente condenados a un silencio abisal, a una reflexión desesperada. Su mirada ciega, el diminuto disco de oro inexpresivo y sin embargo terriblemente lúcido, me penetraba como un mensaje: «Sálvanos, sálvanos». Me sorprendía musitando palabras de consuelo, transmitiendo pueriles esperanzas. Ellos seguían mirándome inmóviles; de pronto las ramillas rosadas de las branquias se enderezaban. En ese instante yo sentía como un dolor sordo; tal vez me veían, captaban mi esfuerzo por penetrar en lo impenetrable de sus vidas. No eran seres humanos, pero en ningún animal había encontrado una relación tan profunda conmigo. Los axolotl eran como testigos de algo, y a veces como horribles jueces. Me sentía innoble frente a ellos, había una pureza tan espantosa en esos ojos transparentes. Eran larvas, pero larva quiere decir máscara y también fantasma. Detrás de esas caras aztecas inexpresivas y sin embargo de una crueldad implacable, ¿qué imagen esperaba su hora?

Les temía. Creo que de no haber sentido la proximidad de otros visitantes y del guardián, no me hubiese atrevido a quedarme solo con ellos. «Usted se los come con los ojos», me decía riendo el guardián, que debía suponerme un poco desequilibrado. No se daba cuenta de que eran ellos los que me devoraban lentamente por los ojos en un canibalismo de oro. Lejos del acuario no hacía mas que pensar en ellos, era como si me influyeran a distancia. Llegué a ir todos los días, y de noche los imaginaba inmóviles en la oscuridad, adelantando lentamente una mano que de pronto encontraba la de otro. Acaso sus ojos veían en plena noche, y el día continuaba para ellos indefinidamente. Los ojos de los axolotl no tienen párpados.

Ahora sé que no hubo nada de extraño, que eso tenía que ocurrir. Cada mañana al inclinarme sobre el acuario el reconocimiento era mayor. Sufrían, cada fibra de mi cuerpo alcanzaba ese sufrimiento amordazado, esa tortura rígida en el fondo del agua. Espiaban algo, un remoto señorío aniquilado, un tiempo de libertad en que el mundo había sido de los axolotl. No era posible que una expresión tan terrible que alcanzaba a vencer la inexpresividad forzada de sus rostros de piedra, no portara un mensaje de dolor, la prueba de esa condena eterna, de ese infierno líquido que padecían. Inútilmente quería probarme que mi propia sensibilidad proyectaba en los axolotl una conciencia inexistente. Ellos y yo sabíamos. Por eso no hubo nada de extraño en lo que ocurrió. Mi cara estaba pegada al vidrio del acuario, mis ojos trataban una vez mas de penetrar el misterio de esos ojos de oro sin iris y sin pupila. Veía de muy cerca la cara de una axolotl inmóvil junto al vidrio. Sin transición, sin sorpresa, vi mi cara contra el vidrio, en vez del axolotl vi mi cara contra el vidrio, la vi fuera del acuario, la vi del otro lado del vidrio. Entonces mi cara se apartó y yo comprendí.

Sólo una cosa era extraña: seguir pensando como antes, saber. Darme cuenta de eso fue en el primer momento como el horror del enterrado vivo que despierta a su destino. Afuera mi cara volvía a acercarse al vidrio, veía mi boca de labios apretados por el esfuerzo de comprender a los axolotl. Yo era un axolotl y sabía ahora instantáneamente que ninguna comprensión era posible. Él estaba fuera del acuario, su pensamiento era un pensamiento fuera del acuario. Conociéndolo, siendo él mismo, yo era un axolotl y estaba en mi mundo. El horror venía -lo supe en el mismo momento- de creerme prisionero en un cuerpo de axolotl, transmigrado a él con mi pensamiento de hombre, enterrado vivo en un axolotl, condenado a moverme lúcidamente entre criaturas insensibles. Pero aquello cesó cuando una pata vino a rozarme la cara, cuando moviéndome apenas a un lado vi a un axolotl junto a mí que me miraba, y supe que también él sabía, sin comunicación posible pero tan claramente. O yo estaba también en él, o todos nosotros pensábamos como un hombre, incapaces de expresión, limitados al resplandor dorado de nuestros ojos que miraban la cara del hombre pegada al acuario.

Él volvió muchas veces, pero viene menos ahora. Pasa semanas sin asomarse. Ayer lo vi, me miró largo rato y se fue bruscamente. Me pareció que no se interesaba tanto por nosotros, que obedecía a una costumbre. Como lo único que hago es pensar, pude pensar mucho en él. Se me ocurre que al principio continuamos comunicados, que él se sentía más que nunca unido al misterio que lo obsesionaba. Pero los puentes están cortados entre él y yo porque lo que era su obsesión es ahora un axolotl, ajeno a su vida de hombre. Creo que al principio yo era capaz de volver en cierto modo a él -ah, sólo en cierto modo-, y mantener alerta su deseo de conocernos mejor. Ahora soy definitivamente un axolotl, y si pienso como un hombre es sólo porque todo axolotl piensa como un hombre dentro de su imagen de piedra rosa. Me parece que de todo esto alcancé a comunicarle algo en los primeros días, cuando yo era todavía él. Y en esta soledad final, a la que él ya no vuelve, me consuela pensar que acaso va a escribir sobre nosotros, creyendo imaginar un cuento va a escribir todo esto sobre los axolotl.




PÁGINA 34 – POESÍA ALLENDE EL MAR 

SILVIA CUEVAS MORALES
(Melbourne-Australia/Madrid-España)

PLEGARIA DE UN POBRE SIN MOCHILA

Padre nuestro que estás en el cielo
envía un rayo que derribe ese pájaro metálico
que hace demasiadas noches acecha al pueblo
y perturba nuestro sueño

Mientras adinerados jóvenes que han viajado de todo el mundo
congregados se desmayan ante su ídolo
Miles de mujeres y niños somalíes caminan miles de kilómetros
y caen en el camino víctimas del hambre y del olvido

Santificado sea tu nombre
junto al de todos los caídos
y el del gran poeta Federico García Lorca
fusilado por ser homosexual y republicano

Venga a nosotros tu reino
de justicia social
de menos crucifijos y más trabajo fijo
donde tus representantes no sisen nuestros impuestos

Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo
respetando la hermosura del arco iris
a las mujeres como sujetos libres
sin entrometerte en las decisiones sobre sus cuerpos

Danos hoy nuestro pan de cada día
que las hostias de la policía no quitan el hambre
sólo alimentan nuestra rabia
nuestra impotencia

Perdona nuestras ofensas
pero no esperes que nosotros perdonemos
la pedofilia bajo capa clerical
ni la tortura ni los niños robados de su hogar

No nos dejes caer en la tentación
de aburguesarnos y rendirnos al capital
de invertir en la banca vaticana
y dejar de cuestionar su legalidad

Y líbranos del mal
de los fariseos disfrazados de corderos
de las porras de los uniformados
de las mentiras del clero

Amén.

DESARRAIGO

Un enorme peso que me fatiga
Una triste valla que me aísla
Un desierto que me asfixia
Un mar que me castiga
Sonrisas de papel que ya no devuelvo
Recuerdos borrosos que me anulan
Pertenencias que ya me son ajenas
Amistades que ya desconozco
Sueños insatisfechos
Planes truncados en el destierro
Fotografías que me acosan
Cartas polvorientas que me hunden
Voces distantes que me susurran un pasado
que ahora siento tan lejos
En círculos deambulo por avenidas
sin dar con el sosiego
La noche más cruel aún
no me permite descansar mis huesos
Aferrada a mi almohada
intentando sucumbir al sueño
en búsqueda de esa calma
que tanto añoro
que tanto necesito
para volver a nacer
con pleno derecho a vivir
en este país nuevo

LA CACERÍA

Perros guardianes acechan
Mandíbulas rígidas
Garras prestas
Miradas gélidas

Amparándose en la manada
Avanzan con paso firme

En la retaguardia
Otros aguardan
Camuflados entre lo cotidiano
Oliendo a sus presas

Sus víctimas
acorraladas esperan
Buscando un resquicio
para evadir el cerco
que día tras día encarcela sus anhelos
en aquellas jaulas llamadas CIES

Almas solidarias
a los verdugos se enfrentan
Con gritos de “¡fuera!” “¡fuera!”
hacen retroceder a la manada azul
que con sus armas y botas
lentamente se alejan

Otra redada en mi barrio
Y no
no se trata de ETA
Tan solo inmigrantes
que trabajan
que sueñan
Aunque el gobierno de turno olvide
que nativa o extranjera somos
la misma
clase obrera



FLAVIA COSMA
(Oradea-Rumania)

EL PAPEL

Estoy sentada  a la mesa nuevamente,
lápiz en  mano
garabateando finalmente el papel.
Tu nombre aparece en los vagos pensamientos
yendo raudamente
a través de la ventana
junto a las abejas aturdidas
por el  fresco escalofrío  de la madrugada.

Tu nombre aparece bailando entre las palabras
como un bello dios de alabastro.

Letras de fuego atraen  el remolino
ya no sé cuando mi cuerpo se ha perdido
queda sólo una voz murmurando tu nombre
repetidas veces,
sólo una mano transparente dibujando
el perfil milagroso de tus ojos,
tu frente alta, blanquecina,
como hechizando, suplicando,
amándote salvajemente.

Mi lejano y añorado amor
yace en las hojas inmaculadas
y vacías, de papel.

VOLVER A ENCONTRARTE

Tú, tan desconocido para mi,
como las gotas de lluvia cayendo
sobre las flores azules,
tú,
tan necesario para mi,
como el aire puro, filtrado en mis pulmones,
tú,
tan preciado para mi,
como la luz dorada resbalando por los vitrales
iluminando las manos unidas,
en son de oraciones,
invocando paz, perdón,
y sobre todo, amor,

Tú atravesarás un día
todos los bosques y el mar,
te detendrás cansado en la puerta de mi casa,
y yo te recibiré sorprendida por un santo temblor,
con mis ojos llenos de lágrimas y mi alma morada.

De los amores maduros y tardíos;
oh, mendigo…

MI ÁRBOL, MI HOMBRE…

Ten mi  mano
mi arbol, mi hombre,
como a un niño perdido
guárdame.

Dame de pronto a beber
desde tus palmas pintadas
de verde y rojo
y primavera.
Déjame beber de tu vino, de tu ajenjo,
tu lágrima alegre,
tu lágrima amarga.

Mi árbol, mi hombre,
abrázame fuertemente
con los hilos mágicos de tus raíces.
Entierra mis palabras y mis miedos
en tus silencios enteros.

Que la canción del sueño,
que la canción suave,
dulcemente llegue
a mi corazón, a mi alas.

LA MANO DE HIERRO DEL HOMBRE

Los cerros se doblan bajo la mano
de hierro del hombre;
sus verdes espinazos gimen bajo las cargas,
su pelo rizado y áspero se llena de pájaros,
que vuelan a escondidas
por la sombra perfumada de las acacias.

Señas diáfanas y libélulas muertas
flotan sobre las aguas tardías,
un murmullo triste me recuerda
la primera y última vez que
estremecido me abrazaste.

El miedo saltaba de tus rodillas directo a mi corazón,
y yo me quedé muda con el veneno azul sobre mis labios,
mientras  nuestros caminos
correteaban en direcciones contrarias.

Abajo, el calor ahogaba,
era diciembre, allá en el sur.

HE RECOGIDO TODO DE A PARES…

He recogido todo de a pares:
dos vasos de agua, dos cucharas,
dos almohadas blancas, vellosas,
dos platos para sopa, dos platos lisos,
copas de cristal, porcelanas de Sevres,
todo tanto como dos.

He llenado los armarios, los cuartos, los días,
esmeradamente, tímidamente,
año tras  año, instante tras instante,
viví con dos rostros gemelos en la mente,
respiré dos silencios, lloré dos lágrimas
—una para ti—.

Adoré  la  simetría…

Falta una sola cosa,
faltas tú,
tú  que  deberías venir al rayo del alba
cuando la pálida  luna despierte
de su sueño  de  alondra.


PÁGINA 35 – ENSAYO

GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ
(Aracataca-Colombia)

EL ARGENTINO QUE SE HIZO QUERER DE TODOS

Fui a Praga por última vez hace unos quince años, con Carlos Fuentes y Julio Cortázar. Viajábamos en tren desde París porque los tres éramos solidarios en nuestro miedo al avión y habíamos hablado de todo mientras atravesábamos la noche dividida de las Alemanias, sus océanos de remolacha, sus inmensas fábricas de todo, sus estragos de guerras atroces y amores desaforados.
A la hora de dormir, a Carlos Fuentes se le ocurrió preguntarle a Cortázar cómo y en qué momento y por iniciativa de quién se había introducido el piano en la orquesta de jazz. La pregunta era casual y no pretendía conocer nada más que una fecha y un nombre, pero la respuesta fue una cátedra deslumbrante que se prolonga hasta el amanecer, entre enormes vasos de cerveza y salchichas de perro con papas heladas. Cortázar, que sabía medir muy bien sus palabras, nos hizo una recomposición histórica y estética con una versación y una sencillez apenas creíbles, que culminó con las primeras luces en una apología homérica de Thelonius Monk. No sólo hablaba con una profunda voz de órgano de erres arrastradas, sino también con sus manos de huesos grandes como no recuerdo otras más expresivas. Ni Carlos Fuentes ni yo olvidaríamos jamás el asombro de aquella noche irrepetible.
Doce años después vi a Julio Cortázar enfrentado a una muchedumbre en un parque de Managua, sin más armas que su voz hermosa y un cuento suyo de los más difíciles: La noche de Mantequilla Nápoles. Es la historia de un boxeador en desgracia contada por él mismo en lunfardo, el dialecto de los bajos fondos de Buenos Aires, cuya comprensión nos estaría vetada por completo al resto de los mortales si no la hubiéramos vislumbrado a través de tanto tango malevo; sin embargo, fue ese el cuento que el propio Cortázar escogía para leerlo en una tarima frente a la muchedumbre de un vasto jardín iluminado, entre la cual había de todo, desde poetas consagrados y albañiles cesantes, hasta comandantes de la revolución y sus contrarios. Fue otra experiencia deslumbrante. Aunque en rigor no era fácil seguir el sentido del relato, aún para los más entrenados en la jerga lunfarda, uno sentía y le dolían los golpes que recibía Mantequilla Nápoles en la soledad del cuadrilátero, y daban ganas de llorar por sus ilusiones y su miseria, pues Cortázar había logrado una comunicación tan entrañable con su auditorio que ya no le importaba a nadie lo que querían decir o no decir las palabras, sino que la muchedumbre sentada en la hierba parecía levitar en estado de gracia por el hechizo de una voz que no parecía de este mundo.
Estos dos recuerdos de Cortázar que tanto me afectaron me parecen también las que mejor lo definían. Eran los dos extremos de su personalidad. En privado, como en el tren de Praga, lograba seducir por su elocuencia, por su erudición viva, por su memoria milimétrica, por su humor peligroso, por todo lo que hizo de él un intelectual de los grandes en el buen sentido de otros tiempos. En público, a pesar de su reticencia a convertirse en un espectáculo, fascinaba al auditorio con una presencia ineludible que tenía algo de sobrenatural, al mismo tiempo tierna y extraña. En ambos casos fue el ser humano más importante que he tenido la suerte de conocer.
Desde el primer momento, a fines del otoño triste de 1956, en un café de París con nombre inglés, adonde él solía ir de vez en cuando a escribir en una mesa del rincón, como Jean-Paul Sartre lo hacía a trescientos metros de allí, en un cuaderno de escolar y con una pluma fuente de tinta legítima que manchaba los dedos. Yo había leído Bestiario, su primer libro de cuentos, en un hotel de Lance de Barranquilla donde dormía por un peso con cincuenta, entre peloteros más mal pagados y putas felices, y desde la primera página me di cuenta de que aquél era un escritor como el que yo hubiera querido ser cuando fuera grande. Alguien me dijo en París que él escribía en el café Old Navy, del boulevard Saint Germain, y allí lo esperé varias semanas, hasta que lo vi entrar como una aparición. Era el hombre más alto que se podía imaginar, con una cara de niño perverso dentro de un interminable abrigo negro que más bien parecía la sotana de un viudo, y tenía los ojos muy separados, como los de un novillo, y tan oblicuos y diáfanos que habrían podido ser los del diablo si no hubieran estado sometidos al dominio del corazón.
Años después, cuando ya éramos viejos amigos, creí volver a verlo como lo vi aquel día, pues me parece que se recreó a si mismo en uno de los cuentos mejor acabados - El otro cielo -, en el personaje de un latinoamericano sin nombre que asistía de puro curioso a las ejecuciones en la guillotina. Como si lo hubiera hecho frente a un espejo. Cortázar lo describió así: "Tenía una expresión distante y a la vez curiosamente fija. La cara de alguien que se ha inmovilizado en un momento de su sueño y se rehúsa a dar el paso que lo devolverá a la vigília." Su personaje andaba envuelto en una hopalanda negra y larga, como el abrigo del propio Cortázar cuando lo vi por primera vez, pero el narrador no se atrevía a acercársele para preguntarle su origen, por temor a la fría cólera con que él mismo hubiera percibido una interpelación semejante. Lo raro es que yo tampoco me había atrevido a acercarme a Cortázar aquella tarde del Old Navy, y por el mismo temor. Lo vi escribir durante más de una hora, sin una pausa para pensar, sin tomar nada más que medio vaso de agua mineral, hasta que empezó a oscurecer en la calle y guardó la pluma en el bolsillo y salió con el cuaderno debajo del brazo como el escolar más alto y más flaco del mundo. En las muchas que nos vimos años después, lo único que había cambiado en él era la barba densa y oscura, pues hasta hace apenas dos semanas parecía cierta la leyenda de que era inmortal, porque nunca había dejado de crecer y se mantuvo siempre en la misma edad con la que había nacido. Nunca me atreví a preguntarle si era verdad, como tampoco le conté que en el otoño triste de 1956 lo había visto, sin atreverme a decirle nada, en su rincón del Old Navy, y sé que dondequiera que esté ahora estará mentándome la madre por mi timidez.
Los ídolos infunden respeto, admiración, cariño y, por supuesto, grandes envidias. Cortázar inspiraba todos esos sentimientos como muy pocos escritores, pero inspiraba además otro menos frecuente: la devoción. Fue, tal vez sin proponérselo, el argentino que se hizo querer de todo el mundo. Sin embargo, me atrevo a pensar que si los muertos se mueren, Cortázar debe estar muriéndose otra vez de vergüenza por la consternación mundial que ha causado su muerte. Nadie le temía más que él, ni en la vida real ni en los libros, a los honores póstumos y a los fastos funerarios. Más aún: siempre pensé que la muerte misma le parecía indecente. En alguna parte de La vuelta al día en ochenta mundos un grupo de amigos no puede soportar la risa ante la evidencia de que un amigo común ha incurrido en la ridiculez de morirse. Por eso, porque lo conocí y lo quise tanto, me resisto a participar en los lamentos y elogías por Julio Cortázar. Prefiero seguir pensando en él como sin duda él lo quería, con el júbilo inmenso de que haya existido, con la alegría entrañable de haberlo conocido, y la gratitud de que nos haya dejado para el mundo una obra tal vez inconclusa pero tan bella e indestructible como su recuerdo.



CONTRATAPA: NOTAS DE PARÍS                                                                                            

IRMA BIGNON
(Santa Fe-Santa Fe-Argentina)

LAS CONMEMORACIONES DEL MES DE JULIO

      El 9 de julio celebraremos en Argentina el Día de la Independencia. Evoca la jornada cuando un grupo de representantes de las Provincias  Unidas de Sudamérica confirmó por escrito su intención de poner fin a siglos de dominio colonial español. La Declaración de la Independencia fue un acto soberano y colectivo.
      Fue proclamada el día martes 9 de julio de 1816 en la ciudad de San Miguel de Tucumán, en la casa propiedad de Francisca Bazán de Laguna, casa declarada Monumento Histórico Nacional en el año 1941.
      Durante muchos meses 28 diputados sesionaron y debatieron día a día para proyectar una nueva nación.

* * * *
     
      El 14 de julio en Francia se celebra el día que estalló la Revolución – Reconstitución Festiva – como escriben hoy los escritores Franceses cuando a ella se refieren.
      En realidad comienza el día 4 de mayo de 1789, cuando los diputados de los Estados generales se dirigen en procesión a Versailles. El día 5 es la ceremonia de apertura. Los 1139 participantes  ignoran que un cataclismo comenzará a estremecer a Francia y al mundo, y que dos siglos más tarde, continuará alimentando las pasiones.
      ¿Fue el Antiguo Régimen enmendable? ¿Fue el Terror fatal? ¿Fue necesario tanto fervor, tanta sangre, para que naciera la democracia? ¿Fue realmente primero la guillotina y después plantar el árbol de la libertad? Tales son las preguntas que nos hacemos.
      No pretendemos juzgar, sino tan sólo comprender, siguiendo el curso de la historia.
      Hay crisis decenales. No hay revolución decenal. Para que una revolución estalle hace falta algo más que una crisis de cosechas de trigo: hace falta una crisis muy profunda que afecte las instituciones y a través de ellas, a la sociedad entera.

                                                                * * * *

      Francia estaba en plena expansión económica y cultural. Sin embargo, había que franquear una transición muy difícil: pasar de la aristocracia a la democracia. Los cambios son siempre molestos. Ya lo habíamos leido en los versos del “Cid “que escribiera Pierre Corneille, cuando consuelan a Gimena: “Déjalo al tiempo hacer, la paciencia es tu Rey”.
      Francia no nace en 1789.  Pero de ese complejo conjunto de hombres llamado Revolución,  nace la República.  Es como una nebulosa que va tomando  cuerpo en las huellas que deja marcadas el año 1789, entretejiendo el sufragio universal, unido a la educación, a la igualdad de ley y a la Declaración de los derechos del hombre, que es una manifestación de derecho a la verdad.
      La  Revolución ha sido como un telón audaz,  que se descorrió para presentar la reivindicación ilimitada de la igualdad, ejemplo de las sociedades democráticas.  
      Sabemos que Emmanuel Kant acogió estos históricos sucesos con simpatía. No obstante, no admitía la revolución sino en la medida en que surgía de las profundidades del alma humana. Condenaba toda acción precipitada, todo régimen que se impusiera por la violencia y que implicara la dictadura, aunque fuera temporaria. Esperaba que llegara felizmente a término y que despertara en el espíritu de todos los espectadores desinteresados una atracción rayana en el entusiasmo.
      Ha corrido mucha sangre, mucha injusticia y también muchas necedades. Pero es, ante el mundo, un drama donde el pueblo es el primer actor: la soberanía real cede el lugar a la soberanía popular, mostrando a Europa la idea de Nación y Estado Nacional.
      El terror,  ¿era necesario? La historia que es un laboratorio de experiencias humanas aclara  que sin terror se  hubiera creado una monarquía  aburguesada.  Nunca una República. 
      Es curioso hacer de Robespierre un símbolo. Nunca tuvo imaginación. Era contrario a la guerra y no supo evitarla.
      La única  manera  de  no  hacer  de  la  conmemoración  una  ceremonia  fúnebre  es permanecer fiel a los principio inmortales y a las ideas de libertad.

* * * *

      La Revolución francesa  ya  es  historia. Los franceses la viven todos los días bajo el nombre de República. Ella constituye una proyección hacia el futuro. 
      El hombre está hecho de una manera tal, que no construye el futuro sin referencia al pasado.
      Hoy, “libertad, igualdad,  fraternidad” se reemplaza por “trabajo, familia, patria”. 
      Conmemorar  no  es  manejar el incensario,  ni tampoco anatemizar.  Es  saber acordarse del pasado.
      Buscando la forma de vivir en democracia  sin liderazgos, y a través de los tiempos, Argentina y Francia se hermanan  manteniendo el ideal sublime, preocupándose por la educación y la instrucción que es necesidad  de todos, protegiendo la unidad nacional, iluminándola y conduciéndola. 






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