PÁGINA
1 – REFLEXIONES
EDUARDO
GALEANO
(Montevideo-Uruguay)
LA
LLEGADA
El
hijo de Pilar y Daniel Weinberg fue bautizado en la costanera. Y en el bautismo
le enseñaron lo sagrado.
Recibió
una caracola:
-Para
que aprendas a amar el agua
Abrieron
la jaula de un pájaro preso:
-Para
que aprendas a amar el aire
Le
dieron una flor al malvón.
-Para
que aprendas a amar la tierra.
Y
también le dieron una botellita cerrada:
-No
la abras, nunca. Para que aprendas a amar el misterio.
PÁGINA
2 – CUENTO
ELSA HUFSCHMID
(Santa Fe-Santa Fe-Argentina)
NOVIO
Hacia
tres días con sus noches que el perro no se movía de la parada del colectivo. A
ratos, ovillado, dormitaba, o sentado en sus cuartos traseros, siempre atento a
los pasajeros que subían o bajaban, indiferentes y apurados.
A
veces cruzaba la avenida y saciaba la sed en la fuente de la plaza. Pero volvía
a su guardia.
Ya se
notaba en el cuerpo la falta de comida. Un joven que pasaba lo convida con la
mitad de su sándwich y la dueña del quiosco de la esquina, condolida, le
alcanza algo de comida, que devora rápidamente.
-Está
perdido-
-Espera
a su dueño pobrecito-
-
Llamemos a la perrera-
Todos
los vecinos opinaban y el perro, inmutable, esperaba. Bajo el sol, la lluvia,
el frío, seguía en la parada del colectivo.
Pasó
casi un año. Los vecinos habían adoptado a Novio, como lo bautizaron,
abrigándolo y alimentándolo. Siempre en la esquina, jamás quiso irse con nadie.
Un
día hallaron muerto a Novio, lo había atropellado un auto.
Algunos
comedidos decidieron enterrarlo en la plaza. Entre las flores, al lado de la
fuente.
Pasaron
varios meses.
Una
tarde apareció una joven en la esquina preguntando a los vecinos si no habían
visto a un perro que no podía describir porque ella era ciega y nunca lo había
visto, pero que siempre la esperaba cuando bajaba del colectivo para
acompañarla hasta su casa. Había estado más de un año muy enferma y era la
primera vez que volvía a esa esquina.
-¿Cómo
se llamaba? Le preguntaron-.
-Novio,
le puse así porque era mi única compañía y porque me esperaba en la esquina
como si lo fuera.
PÁGINA
3 – NUESTRA POESÍA
GRACIELA
MITRE
(Rosario-Santa
Fe-Argentina)
VACÍO
IV.
Polinizadas
por
escarabajos
(antes
que las abejas)
protegidas
por
carpelos
con
tépalos
y
no sépalos
las
magnolias
se
troquelan
en
viscosas
aureolas
sobre
el rojo
candente
del
patio
nada
hay en su contra: es el viento y ninguna otra cosa.
V.
Solos
desnudos
hasta
las entrañas
sobre
un llano
donde
el silencio
nos
pierde
pero
sobre todo
solos
en
esta nada
que
revuelve
y
revuelve
el
fondo
de
un cántaro
vacío
hasta
la desmigaja.
VI.
El ritual
ya no se cumple
la disfagia
se resuelve
limpiando
bien a fondo
vaciando
placares
llevándolo todo
(en el menor tiempo posible)
a cenizas.
ANTONIA
TALETTI
(Rosario-Santa
Fe-Argentina)
Tendiste
la niebla compacta y leve sobre el río
telones
de gasa cubrieron el puente, las islas.
Desde
allí llamabas sin manos y sin voz
solo
un perfil alentando el secreto
en
el ritual de un domingo de mañana.
Sin
conocerte avanzo expuesta a esa luz blanda
/y húmeda
Abandonada
toda defensa busco tu imagen, tu
/ palabra
Y
desde la orilla que me retiene ruego
Que
no sea cierto el perro lanudo, husmeante
Los
vidrios rotos
Los
desperdicios
Ni
siquiera el chasquido de las olas
Ni
la bandada de largos picos
Que
el hombre en medio de los charcos
No
sabe, no puede nombrar.
Solo
vos, entreabierto llamando.
***
Bordes
donde incrusta
verde
la indiferencia
su
artera daga.
Vidrios
en la arena.
***
Gotea,
intermitente, el lila
y
reverbera en viola desde la vereda.
Es
un haz intenso el que atravieso.
¿Quién
mira este escenario en el que juego
mi
breve paso de comedia?
Es
octubre azul en Rosario y puedo verlo.
PÁGINA
4 – ENSAYO
MIGUEL
ANGEL GAVILAN
(Santa
Fe-Santa Fe-Argentina)
SILVINA
OCAMPO
En
una casa abandonada, en cuartos donde se encuentra el polvo con los retratos
familiares, en escaleras con barandas que suben hasta el cielo, a través del
sucio vidrio de una ventana, colgándole trapos y coronitas de flores a un
serafín de piedra, se puede escuchar a la menor de las Ocampo con su voz de
inmaculada penumbra.
Le
estorbaba el lujo y la pompa de su hermana; escribía en las sombras mientras
aprendía las destrezas del dibujo con Giorgio De Chirico, tapando, con juegos
evocados, su trabajo de escritora.
Fue
más sutil que su marido: supo callar en una época en que la palabra era tan
inmoral como la soberbia. Se escribió cartas de amor desesperantes con
Alejandra Pizarnik, como si dos muertas se confesaran el sueño, con una rosa de
tela en la mano cada una, guiándose en la oscuridad de sus días con una lámpara
de aceite. No midió su talento. Pero Borges, que la amó como a una ninfa, alabó
su magia y su premura. Ya estaba señalada para escribir a Irene.
En
un parque, entre las ramas devoradas por las ramas de un clarín de guerra,
cuando el sol anuncia un otoño que dura la noche entera; en el entramado de los
árboles donde un enamorado escribe un nombre de mujer. Ahí, está la doncella
que odiaba las fotografías; que cambiaba de rostro como de lunas, defraudada
por la inquietud de permanecer constante.
¿En
qué tarde, en qué cuarto detrás del sol, Silvina Ocampo vaticinó el arribo de
la bruja? ¿Cuándo le dio el don de presagiar al perro lanudo y a la Virgen
rota? ¿Y ese, de advertir la fragilidad de los varones como un impuesto
desagrado? ¿Cuándo Silvina se permitió ser desnudamente una Andrade?
En
esos desvíos hay que buscarla. Donde una queja repite la frase que perdura en
los ojos:”Pobre Irene. Desdichada Irene”; donde un vestido de muñeca se deja
comer por las hormigas; donde la niñez se pinta los labios y los hombres la
miran. Allí, donde duerme una chica pálida y sana. O donde vaga desvelada la
autora, tras escribir su biografía.
P.D.:
El texto hace referencia al cuento:”Autobiografía de Irene” de Silvina Ocampo.
Siempre.
PÁGINA
5 – CUENTO
CARLOS
LUIS IBÁÑEZ TORRES.
(Pamplona-Colombia)
EL
ESCRITOR
El
hombre, de escasos cincuenta años, taciturno y entrado en los albores de la
obesidad, soportaba paciente el duro gris de invierno, refugiado en el modesto
cuarto que fungía de biblioteca, donde
imaginaba que cada libro era su autor o autora en persona, y allí reunía a los más importantes poetas,
novelistas, cuenteros, periodistas, músicos, pintores, de ambos géneros para
sentir que desde los estantes de madera donde reposaban, lo miraban soñar y
disfrutar al intentar escribir poemas, narraciones o experiencias pedagógicas
de su ya larga carrera, como asunto que
él consideraba era su único atributo.
Como
si fuera una vieja máquina, el invierno se había quedado varado frente a la
ciudad con su atuendo de grises. Sus añejos aromas líquidos impregnándolo todo
y su ejército de grillos y rumores, acometía sobre los viejos árboles, sobre
los cansados techos de teja y los recientes edificios con su algarabía, tarde
tras tarde, noches enteras, mientras la ciudad parecía hundirse con sus gentes,
lentamente apuntillada por los interminables aguaceros.
El
sol se había marchado hacia meses, y los niños, refugiados en sus casas,
velaban tristemente los campos donde habían sido felices cuando en tardes de
balompié conocieron la gloria de anotar
un espectacular golazo de tiro libre, o se habían hecho inmortales en la memoria del paisaje al atrapar un balón
imposible que llevaba el sello de gol, del zurdo Villamizar, que le pegaba a la
pelota con semejante potencia que lo apodaban El Bomba.
Entre
su colección de libros, se destacaba, además, una enorme cantidad de diarios nacionales y locales que
conservaba muy bien con noticias trascendentales de la política, el deporte, la
cultura, la economía, y hasta la farándula nacional, porque pensaba, que serían
al final de sus días, la conciencia de su época y el testimonio de su
generación como precaución a una demencia senil o a esa terrible pérdida de la
memoria que ataca a los hombres en el ocaso de su existencia. Tardes enteras se
refugiaba en su mundo de noticias añejas, de fotografías intemporales ya,
efecto causado por la transformación de las ciudades y el cambio generacional,
el progreso y el desarrollo del país y del mundo.
A
su memoria de “adulto contemporáneo,” llegaban como aves migratorias, los
recuerdos de la infancia empapados también por los inviernos andinos forjadores
de esa nostalgia milenaria acampada en su piel. Recordaba las avecillas de
barro rojo que fabricaba en las tardes mientras el tiempo transcurría sin prisa
en la huerta de la inmensa casa paterna donde escuchaba pasar el viento
planetario, con sus extrañas voces míticas cargado de historias, que se fueron
metiendo en su cabeza a través de la espesa niebla.
Las
mañanas eran literalmente rápidas y se iban en un veloz instante que únicamente
le permitía ejercer su profesión de maestro, oficio que amaba porque en éste
había encontrado el secreto de la felicidad que encierra dar sin recibir, pero
aunque amaba su profesión tenía sueños
cercanos a la labor de escribir, de poner a las palabras un aroma de
vida, de vivencia real, de nostalgia o de alegría, porque ellas eran las únicas
que estaban allí, cuando él las invocaba, porque a pesar de esquivas como lo
son, le eran fieles cuando las hallaba
precisas en la dimensión de sus ideas..
Una noche de su infancia soñó con la ciudad
empapada girando en remolino bajo la lluvia y precipitándose hacia el fondo del
valle, cuando despertó, todos en la casa estaban aterrorizados porque un fuerte
temblor había sacudido la zona dejando muchos dignificados, y nunca olvidó la
cara de pavor de su abuela, que repetía incansable y firme una oración mientras
pedía calma.
Los
sueños eran parte de sus noches y no era extraño que se repitieran en la
realidad, en uno de ellos caminaba bajo
la tarde invadida de neblina, solitario entre sauces y vacas tristes que lo
miraban pasar adivinando que su rumbo no era otro que el de todo solitario
perdido en los laberintos insondables de los pensamientos, mientras consumía
una buena porción de recuerdos y saboreaba con ellos los últimos aromas frescos
de su infancia.
La
lluvia arreció, la neblina huyó disuelta en trazos amorfos y el hombre, en sus
sueños, caminó tan rápido que quedó frente a frente con la tarde abierta como
una inmensa garganta que lo llamaba a gritos, entonces hundió su mano hasta el
fondo del bolsillo de su viejo gabán y allí estaba, como un animal enjaulado,
un Smith & Wesson, tan viejo como
sus pesadillas, pero que aún así, retumbó en la tarde mientras el único proyectil que quedaba en su tambor,
atravesaba su sienes y lo hacía rodar por el interminable precipicio del
silencio.
Despertó
sobresaltado y corrió instintivamente hasta la
biblioteca, tomó uno de sus viejos diarios fechado 55 años atrás, en
donde se leía en titular destacado: “Muere
trágicamente, por suicidio confirmado,
un escritor que caminaba bajo los sauces, y, la mirada triste de unas vacas”.
PÁGINA
6 – NUESTRA POESÍA
ZULMA
MOLARO
(Santa
Fe-Santa Fe-Argentina)
Con
músicas antiguas
de
los primeros padres,
con
sonidos frescos
como
si de las cosas naturales
surgieran
los sentimientos primigenios
embriagando
los sentidos
intentando
la armonía,
sin
paraísos terrenales ni paraísos perdidos,
todo
buenamente surgido,
sin
condiciones
sin
engañosas costillas
ni
manzanas infectas,
sólo
con el amor a pleno
descubrieron
la vida edénica
nuestros
primeros padres.
***
Cuando
la duda detenga tu paso
porque
el sendero se hace borroso,
mira
hacia atrás el camino obrado
y
ve si no tiene manchas,
si
es como las palomas blancas
que
tienes reservadas para tu última función,
si
su albura coincide.
Si
es así, con un gesto magnífico
suelta
de tu galera las palomas,
y
ya sin carga,
mira
nuevamente la senda que te resta
y
camina tú solo como un equilibrista.
***
Por
qué dejar huella,
todas
se borran,
ni
la sombra de los grandes
oscurecieron
la luz
de
los ojos que supieron ver.
Por
qué creer que seducir
es
más importante que ser,
sólo
la verdad es el ser.
Mostrando
lo que no se es
se
muestra lo que se es, la falsa verdad,
la
sombra de una nada.
MARIA
BEATRIZ BOLSI
(Santa
Fe-Santa Fe-Argentina)
Abrazo
del amante
que
en mitad de la noche
enciende estrellas.
Intuye
el alma
aromas
de ignota travesía.
Y
la mano es fiebre
que
deshoja tabúes
tiende
escarchas de enagua
por el suelo
y
esculpe laderas
de piernas y de vientre.
Boca
en la boca
invadimos las costas
del mismo ardor antiguo.
Garza
y halcón
bebiendo en voluptuoso
cáliz.
Dentro
del círculo de arena viva
el gemir desnudo
del amor
en
una alcoba
tatuada de suspiros.
Llama
del deseo
que
opaca el ondular
gris oro
de
una luna
desierta
por la corriente del
cielo.
Me
entregas
todo entero
tu
embriaguez de besos.
Te
entrego
llegando
desde el sueño
el perfume sensual de
mis caricias.
Suspendido
el
reloj de la noche
en este fuego de dos.
Plenitud
del amor
que vuelve sublime
el sexo.
NACER
PALABRA
Nace
de mano abierta
entra
por cualquier ventana de la casa.
Canto
de arena
desde la piedra antigua
la
despierta
y
un apenas fueguito alcanza
para entibiarla.
Asciende
por
los ojos del día
hasta el silencio blanco.
Garúa
de infancia.
Sombra
de ala volando bajo
en el atardecer rosado.
Nacer
palabra. Con hambre y llanto.
Con
desnudez
y rebeldía.
Azul
de mariposa sin peso
por el viento
para desordenarnos la
mirada.
Volverse
harina que se amasa
para que en panes
llegue su fragancia.
Lo
dice todo
en
su delgado universo
de sonido y
de página.
Lo
dice todo
aunque
–a veces-
parezca
CYNTHIA OTTAVIANO
(Ciudad
Autónoma de Buenos Aires-Argentina)
MARÍA REMEDIOS DEL VALLE
A los 60 años, esta
heroína negra era una indigente que vendía pastelitos. El país había olvidado
que fue la única mujer admitida por Belgrano en su ejército y que le había conferido
el grado de capitana por su arrojo y valor. La Argentina tiene un padre.
O hasta dos: San Martín y Belgrano. Pero también tiene una madre, María
Remedios del Valle. Una madre ausente, ignorada, gracias a la burocracia
política y a plumas como las de Bartolomé Mitre, que no podían permitir que una
mujer reuniera la condición de madre y soldado, heroína y negra, benemérita y
pobre, todo a la vez.
María Remedios del Valle
no sabía nada de Mitre cuando, durante las invasiones inglesas, decidió guardar
las mochilas de los soldados del Cuerpo de Andaluces que necesitaban aligerar
la marcha hacia los Corrales de Miserere (hoy Plaza Miserere, en el Once).
Tampoco el 6 de julio de 1810 cuando se sumó, junto a su marido y sus dos
hijos, a las filas del Ejército Auxiliar del Norte, donde hizo cuanto pudo y le
dejaron. Era mujer entre hombres y, aún más raro, con la piel más negra que la
noche.
El 23 de septiembre de
1812, en la víspera de la batalla de Tucumanas, se presentó ante Belgrano y le
suplicó que la dejara asistir a los heridos que se amontonaban en las primeras
líneas. Belgrano se negó: el campo de batalla no era cosa de mujeres. No tuvo
en cuenta que la rabia de la libertad no sabe de géneros. Remedios del Valle
actuó en la retaguardia desafiando las órdenes del general. Pronto se convirtió
en leyenda entre la tropa, que comenzó a llamarla la Madre de la Patria.
Belgrano terminó cediendo: fue la única mujer admitida en su milicia.
María Remedios perdió a
su marido y a sus hijos bajo las balas enemigas, pero se destacó en las
batallas de Salta, Vilcapugio y Ayohuma. Tras la derrota, cayó en manos
españolas. Tenía seis heridas de bala en su cuerpo y fue azotada en público
durante nueve días. Cada azote abría una rajadura hasta el hueso, por donde
avanzaba un ejército invisible de gérmenes y bacterias. Infecciones que, al
final, ahorraban munición a los realistas.
Sobrevivió al castigo y
burló el cerco, para volver a pelear, aun cuando no eran tiempos para que las
mujeres se les atrevieran a las armas. Hace 200 años era noticia que un grupo
de mujeres se animara a donar fusiles y no a empuñarlos. La Gazeta de Buenos
Aires reseñó esos casos de mujeres pudientes, "nobles y bellas (...) que
no pueden desempeñar las funciones duras y ásperas de la guerra (...) No pueden
desplegar su patriotismo con el esplendor que los héroes en el campo de
batalla".
Por eso
"desahogaban su patriotismo" comprando fusiles y suplicaban "que
manden grabar su nombre en el fusil que costean". Eso pidieron Mariquita
Sánchez de Thompson, Carmen Quintanilla de Alvear y otras mujeres paquetas,
cuyas historias perduran hasta nuestros días: que las hicieran trascender en
una chapa grabada. Ni consideraban la posibilidad de pisar el campo de batalla.
María Remedios del Valle, sí.
Cuando la revolución
triunfó, no se supo más nada de ella. Era apenas un mito. Un mito andrajoso,
encorvado y mendicante, envuelto en un manto de payetón pardusco, que ofrecía
pastelitos en la Recova (hoy Plaza de Mayo), pobre de toda pobreza, con 60 años
y más arrugas de las que pudiera contar.
En ese preciso momento
fue reconocida por el general Juan José Viamonte. "¡Pero si es la
Capitana, la Madre de la Patria!", exclamó el diputado sin creer lo que
veía y la instó a que presentara un pedido de pensión para dejar de mendigar.
María Remedios presentó
su pedido. El 11 de octubre de 1827, los diputados de la Junta de
Representantes de la Provincia de Buenos Aires lo trataron. Según se lee en las
actas de la sesión, la llamaron "una heroína", "una infeliz que
si no fuese por su condición (pobre) se habría hecho célebre en todo el
mundo", "una mujer de mérito que no merece que olviden sus
servicios". Pero se olvidaron durante nueve meses, porque la Historia es
demasiado hombre para contar a las mujeres. Recién el 18 de julio de 1828
volvieron a trabajar sobre el pedido. Esa noche Viamonte explicó que la mujer
era conocida "por el primer oficial hasta el primer General (...) la he
visto entre filas de soldados, curar a los heridos y tomar el fusil y ser
víctima". Tomás Anchorena aseguró: "Es una mujer singular (...) no
había acción, en que ella pudiera tomar parte, que no la tomase, y en unos
términos que podría ponerse en competencia con el soldado más valiente (...).
El título de Capitana del Ejército se lo dio el General Belgrano (...) y lo oí
ponderar su oficiosidad y esmero".
Finalmente, los diputados
votaron el otorgamiento de una pensión de $ 30, desde el mismo día que María
Remedios la había pedido. Para tener una idea de la escasa generosidad para con
una heroína revolucionaria, vale precisar que una lavandera ganaba 20 pesos,
mientras que el gobernador cobraba $ 666. La libra de aceite rondaba $ 1,45, la
de carne $ 2 y la de yerba $ 0,70. A María Remedios le otorgaron un peso por
día.
Un diputado quiso ir más
allá de la pensión y pidió que "se forme y componga una biografía y que se
haga un monumento". Fue demasiado. "Esto es materia de un proyecto de
decreto y debe presentare en forma conforme al reglamento", le
respondieron. Por no violar el reglamento de la Honorable Sala de
Representantes, hoy no existe la biografía oficial de María Remedios del Valle.
Tampoco el monumento. Apenas dos calles, una en la ciudad de Buenos Aires, en
Parque Avellaneda, y otra en Mar del Plata; una escuela en Villa Soldati y otra
en el partido bonaerense de Azul; una escuela municipal de Enfermería y una
Casa de la Mujer en San Isidro.
Murió sola el 8 de
noviembre de 1847, después de haberse cambiado el nombre por el de Remedios
Rosas, en reconocimiento al gobernador Juan Manuel de Rosas, quien la había
ascendido a Sargento Mayor, en 1829. La Argentina sigue con sus dos padres. De
la "Madre de la Patria" no hay siquiera un retrato. Ni una
ilustración.
PÁGINA
8 – CUENTO
ANA
MARÍA DONATO
(Resistencia-Chaco-Argentina)
DESFILADEROS
II
Remedios recuerda bien. Hace muchos años que sabe que las voces que escucha no son fruto de una mente extraviada sino de una privilegiada capacidad de retener datos que ha registrado no sabe cómo. Son voces e imágenes que la transitan pero que no la perturban. Remedios, Reme para su padre y su abuela y todos los criados de la casa, recuerda y escucha esas voces. De a poco cuando las escucha, se le representan también las imágenes de las personas que las emitieron, pero no en simultáneo. El fenómeno que experimenta Reme es la alteridad entre voz e imagen. Ahora está sentada frente al gran ventanal de la casona que mira al amplio parque en el fondo de la propiedad heredada por generaciones. Ella ha escuchado en esa casa todas las historias que, sin proponérselo, retiene y muchas más que no sabe su origen. Cree que podría perfectamente escribir el libro de la hacienda y darle vida a por lo menos cuatro generaciones de antepasados, pero no lo hace. No le importa. Ella sólo está atenta a la presencia de las voces que se le imponen sin buscarlas. Es algo que le pertenece y que sólo ella sabe cómo manejar. Los médicos que la trataron han desistido de encontrar una justificación a ese movimiento de la mente de Remi. Ayer nomás escuchó la voz de un hombre gritar fuertemente a una mujer por no recriminar a la criada de la cocina por la pasta mal cocida. Escuchó esa frase "pasta al dente" como si se lo estuviera diciendo a ella. Luego el sonido calló y no apareció esta vez la imagen. Intrigada siguió varios días esperando. Al tercer día vio la imagen de una solitaria mujer en un paisaje blanco. No alcanzó a distinguir de qué lugar se trataba. Por una semana no aparecieron voces. Remi quedó así con una voz sin imagen y una imagen sin voz. Siguió esperando pero el fenómeno de las escuchas se había interrumpido. Decidió recurrir a la vieja Luisa, ama de llaves con más de sesenta años en la finca. Luisa conocía bien a Reme y la tomaba muy en serio. Cuando le contó lo que le sucedía se asombró. Se tomó un tiempo para acomodar sus propios recuerdos y le contó a Reme que en realidad la mujer que había visto y no oído era Roxana, la esposa del tío Serafín que había escuchado protestar por la “pasta al dente”. Remi se enteró entonces que Roxana cansada del maltrato que su marido le daba a todos, incluso a ella y a los niños, lo abandonó una madrugada muy fría llevándose a los hijos muy lejos. El nunca intentó buscarla. Sólo atinó a decir, cuando su propia madre lo interrogó: Madre no se meta. Sepa que si voy y la encuentro, la mato. Y agregó: Le grité poco y le pegué menos de lo que se merecía. Luisa calló. Remi quedó atrapada en esa historia de violencia familiar que, ahora comprendía, daba sentido a las voces que escuchaba y a las imágenes que veía sin proponérselo.
PÁGINA
9 – POESÍA ARGENTINA
SILVIA MILOS
(Castelar-Buenos Aires-Argentina)
SOBRE LO ESCRITO
Hoy leeré algo de tí
SILVIA MILOS
(Castelar-Buenos Aires-Argentina)
SOBRE LO ESCRITO
Hoy leeré algo de tí
Hoy,
estando lejos te llevaré conmigo.
Caprichosa.
Egoísta.
Hoy,
es demasiado tarde para llamarte
...entonces
espérame.
Entraré
sigilosa por tu mente,
cuando
descanses,
y
despertarás habiendo sentido mis celosos besos.
Hoy,
al ver tu letra
tendré
algo tuyo en la mirada.
Cuidadosamente
bajare la vista
a
los demás,
y
no revelare que:
No
existen juramentos que sean
eternos.
Ni
amores que no puedan amarse.
ISLA
Soy
una isla flotante
puedes
verme o no,
pero
siempre voy a figurar
en el
mapa de tu corazón.
A
veces la bruma del amanecer me sumerge
como
un cardumen de peces dormidos,
otras...
la noche oscura me traga
y
me tapa con su manto
donde
no hay estrellas,
o lunas que
iluminen mi rostro.
El
resto del día
Soy
completamente tuya,
(Sólo
ante tus ojos de mar)
Y
tal vez por unas horas logres llegar
hasta mí.
Más
ten cuidado: no soy un espejismo.
no
soy un sueño repetido
que
viene... y se va con las olas de tus caprichos.
Soy
tierra firme, si lo deseas.
Puedes
dejar tus huellas en la arena.
Puedes
beber del agua clara de las orillas,
pero
también debes saber:
soy
un planeta desconocido
para
la brújula de tu alma,
no tengo norte, ni sur.
No
hay polos opuestos,
no
hay muelle que te permita partir,
Ni senderos que te dejen ser el mismo...
Luego, de
haberme recorrido.
SOY
Soy
la flecha envenenada
en
el arco de tus manos.
Soy el espacio secreto de tu celda
que
no compartes con nadie.
Soy
tu libertad derramada de locura,
soy
tu imagen desvelada
caminando
sola como una sombra de
madrugada.
Soy el reflejo detrás de los cristales,
que
no vuelve... sin tu aliento.
Soy
tu mentira... a veces inocultable
y
tu inmensa verdad, apenas admitida.
Soy tu equilibrio, y tu vértigo.
Soy
quien te muerde... y quien lame tus heridas.
Soy
el eco en tus oídos
cuando
escuchas mi nombre,
y mi nombre no me trae: Me revela.
Solo
mi nombre... el que te conmueve.
ESTAMPIDA
Elegí
una página al azar,
para
escribirte, para contarte
como
la lluvia sigue cayendo,
cada
vez más fuerte desde el cielo.
Y
esta agua que corre,
no
logra convertir mi sangre en cenizas.
No
puede apagar el fuego
que
brota desde el volcán oculto
por
mis hombros y mi pecho.
El
volcán estalla, escupe lava.
Y
los caballos corren.
Sus
crines brillan en la noche opaca...espesa
Escucho
sus galopes.
Hay
que mantenerlos calmos:
Tengo
que dejar de pensar en ti.
Los
caballos blancos y negros se mezclan
algunos
bordean el río.
Otros
se queman.
Escucho
sus cascos, me tranquilizo,
ellos
se duermen a mitad del camino.
Y
yo, no logro completar el deseo,
de
tenerte aquí... Conmigo.
BERNARDO SCHIFRIN
(Ciudad Autónoma de Buenos Aires-Argentina)
CONTEMPLACIONES
A
Las gramíneas
semillan
eréctiles y
gráciles
captan la
energía
hasta su
madurez
cuando agachan la
testuz.
Otras penden graciosamente
como
campanitas.
..
Por debajo acechan las leguminosas.
para extenderse por la tierra.
B
¿PARA QUÉ?
El sonajero verde del álamo
carolino
el susurro de las acacias
ululan los pinares
cruje el eucalipto.
Cada hoja con su sonido,
escondido.
Uno con la brisa suave
otro cuando las ramas se agitan.
percusión vegetal
juego anterior, sortilegio del aire.
C
El monte se lavó la cara
y le saca lenguas verdes
al polvo aliado del viento
que empañan su brillo.
Como rayos emergentes
los chañares florecen de sol
prolongando la belleza.
D
El viento juega con las nubes
Dispara su flecha
y las dispersa.
Persiste el hálito
cola de cometas, tenue velo
plumón del cielo azul
rumbo de la nada.
E
La risa de los olivos en flor
el amor cubre la tierra de pétalos blancos
pequeñas esmeraldas
crecen al amparo de las hojas.
F
Del mar verde
surgen multitud de bracitos
pidiendo auxilio
para asir sólido,
repetir la especie.
Se estiran los zarcillos…
tentáculos vivaces
que se revuelven como reptiles
a la conquista de prisioneros
atrapados en su destino de guías.
A través de la penumbra vegetal
retazos de luz iluminan la vid.
PÁGINA
10 – ENSAYO
ELIANE ACCIOLY FONSECA
(San Paulo-Brasil)
(San Paulo-Brasil)
DIÁRIO DE VIAGEM: 2003
Quando estive no México para o XI° encontro de
“Mujeres poetas em el Pais e las Nubes”, acreditava que as pessoas de lá, os
nativos, pudessem compreender meus
poemas, quando eu os lesse nos encontros, em Português. Foi um dos maiores
engodos que me aprontei. A língua espanhola me parecia “parecida” com a língua
portuguesa, afinal são neolatinas. No entanto, são profundamente diferentes e
misteriosas em suas diferenças. Assim,
tinha meus poemas inúteis, que em português não me serviriam, e toda uma semana
pela frente, para me desesperar. Ou retornar antes ao Brasil, com o rabo entre
as pernas.
A poeta Norma Segades-Manias me salvou. Os poemas
que levei em grande parte, estavam publicados em dois livros. E não seriam
necessários mais que seis ou oito poemas, pois eles seriam lidos em pueblos
diferentes e para diferentes públicos. Norma não me deixou ler nenhum poema em
português, me convencendo que não seria compreendida. Ela tinha razão. Bendita
amiga! Á noite nos reuníamos todas as quarenta poetas em um bar simples e
simpático onde comíamos nossos lanches.
Foi neste bar, no Pueblo de Emílio Fuego, que Norma
e eu nos debruçamos sobre os poemas. E ela os traduziu incansavelmente. Um
trabalho inesquecível em quatro mãos, quatro olhos, dois corações, e a presença
de duas mulheres se aventurando entre dois idiomas diferentes. Na primeira
noite praticamente ficamos acordadas, e varamos a madrugada. Trabalhamos em
outras noites também, trabalho extra, pois por essas horas estávamos exaustas.
Trabalhávamos de manhã ao fim da tarde, o que
adorávamos, pois nossos trabalhos era levar poesia ao povo do lugar.
Ao começaram as apresentações dos poemas pelas
poetas, com as traduções de Norma Segades-Maniás em minhas mãos, sentindo-me
abençoada e salva! Então eu lia o poema na língua portuguesa, e uma poeta de
língua hispânica o lia por sua vez, em espanhol. Experiência única, para cada uma de nós, e
para o público. A língua desconhecida, para nós, é pura musicalidade,
tratando-se de poemas. Bons poemas, por sinal. Escutei poemas em mixteca,
hebreu, danês, inglês e espanhol.
Foi por esta ocasião que me dei conta do quanto os
idiomas português e espanhol são distintos entre si. E como foi possível
encontrar uma irmã de alma, na poesia, em Norma.
Quando minha filha mais nova foi viver em Madrid,
onde se casou e teve uma filha, compreendi ainda melhor a diferença entre os
idiomas. Fora do âmbito familiar ali me compreendem no absolutamente trivial,
mas não posso conversar profundamente
com quase ninguém. Uma das exceções sempre foi Norma, com quem, nem sei como,
pude avançar as fronteiras dos sentimentos e emoções.
Um desses mistérios.
ALGO PARECIDO A UNA TRADUCCIÓN
Cuando visité México, para el Onceavo Encuentro de
Mujeres Poetas en el País de las Nubes, pensaba que su gente, los nativos,
podrían comprender mis poemas en português, al leerlos durante los encuentros.
Fue ese uno de los mayores engaños que debí afrontar. La lengua española me
parecía “similar” a la lengua portuguesa, después de todo, ambas son romances.
Sin embargo, comprendí lo profundamente disímiles y misteriosas que son en sus
particularidades. Así, sentía inútiles mis poemas, que no serían comprendidos
en português, y una semana por delante, para desesperarme. O retornar antes a
Brasil, con el rabo entre las piernas.
Me salvó la poeta Norma Segades. Los poemas que
llevé, en su mayoría, habían sido publicados en dos libros. Y no eran
necesarios más que seis u ocho poemas porque serían leídos en pueblos y ante
públicos diferentes. Norma no me dejó leer ningún poema en português para que
fuera mejor comprendida. Y estaba en lo cierto. ¡Bendita amiga!
Por la noche, nos reuníamos las cuarenta poetas en
un bar sencillo y acogedor donde comíamos nuestros bocadillos. Fue en este
sitio, en el pueblo de Emilio Fuego, que Norma y yo, trabajamos sobre los
poemas. Ella los tradujo, incansablemente. Un trabajo inolvidable a cuatro
manos, cuatro ojos, dos corazones, y la presencia de dos mujeres aventurándose
entre dos idiomas. La primera noche nos pusimos de acuerdo y detuvimos la tarea
casi de madrugada. Trabajamos también otras noches aunque por esas horas
estábamos exhaustas. Ya que, desde la mañana al fin de la tarde, nos afanábamos
amorosamente en llevar la poesia a los pueblos cercanos.
Al comenzar las presentaciones, con las
traducciones en mis manos, me sentia bendecida y a salvo. Entonces, leía mi poema en português y una
poeta de lengua hispânica lo hacía, a su vez, en español. Experiencia única
para cada uno de nosotros y para el público. Las lenguas desconocidas son
musicalidad pura, cuando se trata de poemas. De los buenos poemas, por cierto.
Así fue que escuchamos poemas en mixteco, hebreo, danés, inglês y español.
Fue en esta ocasión que me dí cuenta de las
marcadas singularidades entre ambos idiomas. Y como fue posible encontrar una
hermana del alma, en la poesia y en Norma.
Cuando mi hija menor fue a vivir a Madrid, donde se
casó y tuvo una hija, comprendí mejor la diferencia entre ambos idiomas. Fuera
del ámbito familiar, comprendo lo absolutamente trivial pero no puedo conversar
profundamente con casi nadie. Norma ha sido siempre una excepción. Con ella, no
sé como, pude atravesar las fronteras de los sentimientos y las emociones.
Uno de esos misterios.
PÁGINA
11 – CUENTOS BREVES
JORGE
M. TAVERNA IRIGOYEN
(Santa
Fe-Santa Fe-Argentina)
CARTAS
Es
la última vez que te escribo. Y te ruego no contestes: no leería jamás tu
respuesta. Es la última vez que intento hacerte entender que no aceptaré
pagarés sin fondo para un amor en el que
sólo he recibido promesas de cambio de sexo.
Intercambiamos
cartas durante tres años. Cartas timbradas en distintas ciudades del mundo. Así
viajamos y pensamos en la fortuna del otro. Nadie nos alertó que era una
fantasía mutua que tejimos entre dos pueblos de la Patagonia argentina donde no
pasa casi nada..
La
carta no dice nada. Mejor dicho sólo la palabra saludos y una firma ilegible.
Quien la envió sabe bien que me ha hundido en el abismo de la duda, que a más
de pasar por la incertidumbre, tiene el rosado beneficio de la ilusión.
Si no mueres, no serás
inmortal. En
todos mis onomásticos llega puntual, escrita con tinta azul. Ya no pienso quién
me la envía, pero hoy, por las dudas, escondí el tintero.
Se
subasta en Sotheby´s la carta de Winston Churchill en la que confiesa a un
amigo que, en el fondo, le interesa más la pintura que la política. En las dos
se miente, ya que el arte es una apariencia y la política una conveniencia. La
compra una mujer anciana, que no da su nombre. Obla las libras, aunque su
aspecto deja más de un interrogante. Al salir, la quema en un tacho. Lo hace en
honor a su madre, la institutriz del niño Winston, que jamás hubiera perdonado
esa blasfemia.
PÁGINA
12 – POESÍA ARGENTINA
EDUARDO
PÉRSICO
(Lanús-Buenos
Aires-Argentina)
ESA PIBA
LABURANTE QUE AL AMANECER CRUZA LA PLAZA DE LANÚS
…
y a veces cuando hace un frío que ni te
cuento.
Que
cerca están las malas letras de los tangos
de
esa muchacha que el duro amanecer, cinco de la mañana,
despereza
la calle.
Y
por qué no, desde un auto le guiñan un requiebro
que
ni siquiera mira.
Constante
merodeo de buscar envolverla
en
ese transitado familiar melodrama;
pobre
costurerita que diera malos pasos
y
según un ingenuo, sin necesidad.
Lo
mismo que si a ella le fuera indiferente
esa
blusa tan linda, con el corte moderno.
Y
esas sandalias, qué hermosas.
Tres
tirillas doradas, qué bien le quedarían.
Más
pontifican siempre quienes lo saben todo:
ser
obrera de fábrica madrugante del alba,
es
decir muy ausente y no entender las cosas.
Ignorar
por ajenas cuestiones importantes.
Saraos.
Vernisagges. Alta costura.
Y
algún viaje por mar con un enamorado,
gentil
y divertido al compartir la cama
de
un suntuoso privado.
¿Y
por qué no, señores?
¿Quién
esquiva el deslumbre
por
ese brillo infame que a veces contraviene
nuestra
verdad de adentro?
Y
a esa piba con sueño que despereza el día,
cinco
de la mañana,
mala
letra de tango le manosea las nalgas.
Cuando
en la fría mañana,
ese
hierro implacable golpeando pantorrillas,
es
de ver que de pronto se endurecen sus ojos,
mirando
la vidriera que es una celestina.
SILVIA PALFERRO
(Ciudad Autónoma de
Buenos Aires-Buenos Aires-Argentina)
MANOS DE LUNA
Indócilmente escurrido de aguas
pero de luna entre dos manos
el papel murmuraba. Multicolores
las formas del maché
que la mujer iba dando.
Vuelta en el silencio semiluz
desde su cocina
más allá amanzanada
de sobremesa y geishas también
ella se artesana
hasta contornear de claros
rojos su cintura.
Acaso ahora miniatura y mujer
fueran sin saberse aquí
como miradas:
estos revestidos ojos
míos de un tiempo
de infancia detenida.
pero de luna entre dos manos
el papel murmuraba. Multicolores
las formas del maché
que la mujer iba dando.
Vuelta en el silencio semiluz
desde su cocina
más allá amanzanada
de sobremesa y geishas también
ella se artesana
hasta contornear de claros
rojos su cintura.
Acaso ahora miniatura y mujer
fueran sin saberse aquí
como miradas:
estos revestidos ojos
míos de un tiempo
de infancia detenida.
Para Ivana Chepelich
ALGO
DE LA MELANCOLÍA
Algo
de la melancolía apura
los
pasos tal vez
para
que la tinta
se
haga verso sobre los vientos.
Y
es colombina esta noche
como
salida de un tango
o
de la tela despintándose
los
detalles de musa
y
llovizna sobre la acera.
Desde
la fantasmal
garganta
del barrio
se
dice Boedo hasta la entraña
gris
del papel. Acaso con la misma voz
hizo
su queja Homero en las tormentas
mientras
recortaba otro poema
contra
la piel del sur;
esquinando
su claro de luz
en
el cartel.
DEDICADO A LAS ABUELAS: ROSA Y
ATA
Pequeñamente sobre encajes de
parra
mordiendo sus lunas a través
del patio se escabullía la nena
según silencios alrededor
la trepaban al sol.
Todavía entre tibia
mironeada gris de mujer ahora
adentro por la casa
descalza en versos su rumor.
Solitario rumoreo es este
desprenderse bajo aquellos lejos
altos
enracimados de infancia
que habitaran las abuelas
hasta el arrullo encorvado
del oscurecer.
SIN ROSTRO
La
medianoche del párpado
cayó hasta el final.
Es allí donde el hombre se hace otro
y en ese no saberse pierde el rostro.
Desde alguna luz de inciertos
detrás del tiempo estrellándose
el hombre es posible
que recuerde o nunca
pero su voz tuvo la edad
de todos los silencios
y cada paso se detuvo en uno.
Sin embargo después otra geografía
adoquinada al cuerpo comienza
a rodar como luna querendona.
Acaso de la vida pueda ser el misterio
este reparto de historias sin ángeles
que burlaron los balcones de la noche,
cuando la verdad quién sabe
si alguna vez despierte
sobre los días, quién sabe.
cayó hasta el final.
Es allí donde el hombre se hace otro
y en ese no saberse pierde el rostro.
Desde alguna luz de inciertos
detrás del tiempo estrellándose
el hombre es posible
que recuerde o nunca
pero su voz tuvo la edad
de todos los silencios
y cada paso se detuvo en uno.
Sin embargo después otra geografía
adoquinada al cuerpo comienza
a rodar como luna querendona.
Acaso de la vida pueda ser el misterio
este reparto de historias sin ángeles
que burlaron los balcones de la noche,
cuando la verdad quién sabe
si alguna vez despierte
sobre los días, quién sabe.
PÁGINA
13 – ENSAYO
FRANCISCO GARZÓN CÉSPEDES
(Madrid-España)
DECIR LO EXPRESIVO DE LA POESÍA
No hay que leer en voz alta o decir expresivamente el poema de modo
externo, en búsqueda del efecto, sino desde un viaje a nuestro paisaje
interior, por medio de lo poético, con un propósito expreso y predominante: el
de expresar ese paisaje interno, el de compartirlo y, hasta donde sea factible,
el de comunicarlo, todo siendo cada cual quien es como individualidad, como
conciencia.
Si se trata más que de leer en voz alta o de decir un poema ya
existente, de crearlo oralmente, de priorizar la invención y/o la reinvención,
entonces el rechazo a la búsqueda del efecto tendría que ser igual de
consciente, y, el viaje a su paisaje interior, el poeta oral tendrá que
realizarlo no sólo para compartir el poema, sino para comunicarlo con la mayor
plenitud. Se trata, con la oralidad poética artística de ser quien se es a la
par que serlo en comunicación poética con los otros considerados como
interlocutores.
En todos los casos, naturalidad y sencillez, salvo excepciones, tendrán
que tenerse muy en cuenta, en equilibrio con la jerarquía, presencia y
características de lo artístico expresivo o de lo oral artístico comunicador
según sea el caso. Todo como arte y, en cuanto al decir expresivo, como
expresión de belleza sin límites, y, en cuanto a la oralidad, como comunicación
poética artística eficaz.
Anota de “poesía” uno de los diccionarios más conocidos: “Género literario exquisito; por
la materia, que es el aspecto bello o emotivo de las cosas; por la forma de
expresión, basada en imágenes extraídas de sutiles relaciones descubiertas por
la imaginación; y por el lenguaje, a la vez sugestivo y musical, generalmente sometido a la disciplina del verso.”
Más que para ser representada, la poesía es ideal para presentarse y
ser, presentarse y sentir, presentarse y comprometerse, presentarse y
arriesgarse, presentarse y evocar, presentarse y sugerir, presentarse y
convocar, desvelar, fluir, expandirse, lo que no excluye, desde lo poético,
razonar y definir por vías siempre inéditas, e inapresables como totalidad, en
su misterio y resonancia.
EL ARTE DE LA POESÍA SOBRE ESCENARIO:
Humanidad y energía. Lucidez, sensibilidad e imaginación. Razón y
sentimiento. Sutileza. Transfiguración del lenguaje. Sugerencia y belleza.
Ritmo interno. Contenido y canales expresivos o expresivos comunicadores con
calidad artística expresiva o con calidad oral artística y eficacia
comunicadora.
Hecha la palabra poética voz y gesto (incluso si leemos en voz alta
tenemos esta opción de utilizar lo más posible lo corporal abriéndolo como la
voz a lo comunicador y no fijándolo todo, ni en su mayoría, de antemano), no
olvidar que el poema no es un pregón, y que quien lo comparte no es ni puede
ser un vociferante o un afectado bufón engolado, como no es ni puede ser un
intérprete, sino que es un ser humano en indefensión y plenitud, sin personaje
y sin máscara (excepto en el teatro); uno que siempre tiene que ser un creador
capaz de recrear la vida con complejidad y armonía. Se trata con la poesía de
crear y no de fingir. Se trata de sentir y no de fingir. Se trata de ser y no
de fingir que se es.
Habrá lógicamente que tener en cuenta la personalidad de lo que se dice,
la personalidad de quien dice, la personalidad de quien escucha, la
personalidad del sitio y la personalidad de la circunstancia. Aunque todo será
distinto si se trata de leer en voz alta o de decir la poesía literalmente
desde lo artístico expresivo que si se trata de crear la poesía en el instante
mismo con ese público, en ese sitio y circunstancia, desde lo oral escénico
comunicador.
Debemos considerar siempre lo mucho que se ha insistido en cuanto a la
poesía como la palabra arte por excelencia, y lo mucho que se ha subrayado que
es la más sutil de las formas expresivas, porque las dos afirmaciones son
ciertas y determinantes. Otro aspecto es, y precisando lo definido por el
diccionario, que la poesía a veces no está en verso, no olvidemos la prosa poética
y sus muchas manifestaciones. En uno u otro caso, y esté el verso rimado o no,
se trate de verso o de prosa poética, habrá que priorizar la esencia junto a la
musicalidad, la entonación y la resonancia de la voz; estar muy atentos a las
intenciones y al volumen; y, mucho, al ritmo. Habrá que enfatizar, considerar y
distribuir las pausas, matizar desde las inflexiones de la voz. Cuidando la
dicción, su claridad y precisión; sin olvidar la acentuación y la sintaxis (ésa
singular de lo poético).
Habrá que cuidar también el énfasis vocal excesivo o a destiempo,
cuidarlo tanto como la ausencia de giros y de tensiones. Y habrá que
gradualmente ir aumentado la progresión dramática o humorística y sus
presencias en la voz, que no se impostará artificiosamente, pero que sí será
resonante y prestará mucha atención a la emisión desde el diafragma, a la
dosificación del aire, teniendo muy consciente que unos pulmones llenos de aire
y una utilización diestra de los resonadores contribuirán a la seguridad y a la
rotundidad.
La poesía como oralidad artística o como arte literario es una dimensión
a la que otorga personalidad en gran medida el ritmo interior del poema, un
ritmo que, además, desde la palabra, en la escena debe ser voz y cuerpo
escénicos u orales escénicos de múltiples registros. Es tal la importancia del
ritmo interior del poema que, incluso con los versos ya rimados, por sobre el
ritmo de la rima se debe potenciar el ritmo interior del poema y su sentido.
En la escena pues, voz y cuerpo respondiendo al ritmo de la palabra y de
sus imágenes, sonoridades y revelaciones; voz y cuerpo desencadenados, como
instrumentos engendrados y engendradores, respondiendo a fondos y mensajes, a
transparencias y definiciones, a pensamientos, sentimientos y juicios, a vibraciones
y fundaciones.
De lo recomendado sobre la voz, adecuar aquello que pueda corresponder
igualmente a los lenguajes corporales, propulsores que no deben ser utilizados
ni tímida ni desproporcionadamente, ni con convencionalismos ni con arabescos.
Y donde, salvo excepciones (muchas relacionadas con la comicidad), habrá que
potenciar el gesto sugerente sobre el gesto descriptivo, rechazando lo
descriptivo naturalista.
Si bien el punto de partida será el conocimiento, el comprender y el
compromiso, la pasión y la responsabilidad, también, cuando corresponda, el
punto de partida será la lectura, silenciosa primero, y a solas y en voz alta,
después; y el análisis, la comprensión y el acercamiento a la personalidad del
poema para dimensionarlo y compartirlo desde su lenguaje poético único y
múltiple. La visualización, hasta donde sea posible, de la materia prima
poética, y la sensibilización con lo poético y su estructura rítmica. Primero
comprender, visualizar, sentir, antes de hacerse con lo verbal. Comprender la
identidad de la palabra como un todo para que voz y cuerpo la conjuren, la
reafirmen, la propaguen.
Y, en cuanto a lo corporal, un punto de partida será la utilización al
máximo posible de la mirada respecto al público; otro punto de partida el que las
emociones y las afirmaciones pasen por el rostro y por los ademanes y
desplazamientos (de ser estos últimos factibles, sin excesos, sin brusquedades,
sin descontrol); y otro punto de partida será la postura clásica de la oralidad
escénica, el llamado neutro que he propugnado del artista oral escénico (al que
regresarse en las pausas corporales o no verbales): postura erguida, brazos
relajados a los lados del cuerpo, sin rigidez, sin poses de estatua. Teniendo
después en todo lo corporal muy en primer plano la correspondencia, la gracia,
la composición, los equilibrios, la simetría o la asimetría, la altura en el
espacio y el espacio todo entre tanto y más. O lo que es lo mismo: la
congruencia entre lo que se dice y el cómo se dice (excepto si se elige la
incongruencia como recurso); y la consistencia en lo que se dice y al decirlo.
Todo certero, pleno, con capacidad de hacer imaginar, sentir, vibrar.
Todo comenzado en un punto que permita ascender hacia el clímax, cerrar con
fuerza. Todo desde el principio mismo ya con indiscutible presencia, fuerza,
proyección.
Requerirá, su profesionalidad escénica u oral escénica, tanto si se
trata de la lectura artístico expresiva en voz alta para el público, como si se
trata del decir en voz alta expresivo para el público, o si se trata del acto
poético oral escénico comunicador con el público; requerirá, repito, mucha
formación, mucha teoría, mucha técnica y mucha práctica. Como todo lo excelso.
Como todo arte. Como toda profesión.
Emocionar, divertir, edificar, analizar, incitar a la reflexión, entre
otros propósitos y resultados del leer en voz alta o del decir u oralizar la
poesía. Tan válidos unos objetivos como otros, muchas veces sabiamente
entrelazados ya desde la fuente y/o en la acción reinventora o inventora.
La poesía aporta su riqueza de lenguaje frente al empobrecimiento del
lenguaje en nuestras sociedades donde cada vez más predomina la esterilidad al
decir. Una esterilidad tantas veces marcada por la simplicidad, el facilismo,
el mal gusto, las deformaciones, la vulgaridad y la inexactitud hasta llegar,
además, a algo tan nocivo como el caos terminológico.
Un poema es un universo en sí mismo y en sus proyecciones y en sus
posibilidades.
Un poema es una galaxia cierta y comprensible, aunque simultáneamente indescifrable
e infinita.
Una galaxia, la poesía, tan hermosa como necesaria,
una que a todos nos resuena por dentro y nos expande.
PÁGINA
14 – CUENTO
CRISTIAN VITALE
(La Plata-Buenos
Aires-Argentina)
IGUAL QUE FLORES EN EL
AGUA
A
Clara, una palabra nueva
Las
palabras sonaban como si flotasen,
igual
que flores en el agua,
separadas
de todo,
como
si nadie las hubiera pronunciado,
y
hubieran cobrado vida por sí solas.
(Virginia
Woolf; Al faro)
Hoy
mi hija trajo flores. Las trajo como siempre, sin tallo, sin planta, solas. Eso
es porque las roba. Me pide que las pongamos en agua. Para que no se sequen,
dice. Es un ritual doméstico al que disfrutamos no fallar. El agua va en un
pocillo blanco circular de porcelana. El agua llega a la mitad. Sobre ella las
flores. Es curioso el modesto espectáculo de las flores en el agua. Al
principio nadan, ondulan, oscilan, viajan. Luego van cobrando su lugar y así
quedan. Inmóviles sobre su colchón suave de agua. A veces alguien pasa y
reacomoda la vasijita blanca y nuevamente el agua las arrastra suavemente hasta
volver luego de un momento a ganarse un lugar. Es lindo verlas allí. Lejos de
todo. Es un espectáculo menos triste que hermoso. Colorido. Es lindo verlas
allí sin los jardines o las plantas salvajes que las precedieron. Sin el
pequeño universo del que eran una mínima parte invisible y natural. Lentamente
comienzan a decir otras cosas. Módicamente significan. Una amarilla, la otra
roja, lila y blanca la otra. Han entrado en un mundito nuevo, armado para
ellas, que si bien es cierto que no es el suyo de origen, también es cierto que
no tardan mucho en hacer de la vasija blanca que las contiene una morada en la
que más que perdido raíces han ganado la fuerza. Su flamante orfandad destila
una belleza limpia y nueva. Antes eran flores. Ahora son otra cosa. Nos obligan
a mirarles detenidamente cada pétalo y a olerles de nuevo un perfume que antes
solamente aromaba el ambiente. Brillan. Han cambiado su pigmento, su nombre,
sus deseos. No sé bien lo que me dicen pero me hablan de otras cosas. El agua
que las baña las ablanda, las suaviza, las exalta. Son hermosas y corpóreas en
la transparencia. Mandan ellas en ese poquito de agua. No sé si extrañan. No sé
si quisieran volver a sus plantas. Pero minuto a minuto se adueñan de ese
círculo pequeño y silencioso con bordes levemente blancos y parecen haber
nacido para ser lo que ahora muestran. Mi hija me habla y yo la escucho. Con
ella hablamos de otro modo. Hoy trajo dos palabras nuevas de la calle. Las
roba. Yo no dejo de mirar esas flores en el agua. Nadan o se aquietan. Se
agitan o flotan. Se juntan o se alejan. Se buscan o se olvidan. Nacen y mueren.
Nacen y mueren imperceptiblemente. Están bailando para otro circo. Más intimo.
Más nuestro. Más solo. Lejos de casi todo. Su silencio, ahora, no es
vacío.
PÁGINA
15 – POESÍA ARGENTINA
ALEJANDRO CABROL
(Paraná-Entre Ríos-Argentina)
#5
Verano
te regalo este gusto delta
insecto zumbón desveladamente
Verano
te regalo este gusto delta
insecto zumbón desveladamente
*
Verano
la jaula vacía de todos los pájaros que he liberado
te pertenece
*
Panes & Peces
Panes & Peces
Moluscos Lenguados Medusas Misterios
incontables líneas de puntos a través de cada multiplicación
incontables líneas de puntos a través de cada multiplicación
*
Abajo
en la quilla de una barca muda
se mece una nana por los desvelados
sus temblores anuncian costa una vez que sea tiempo
Abajo
en la quilla de una barca muda
se mece una nana por los desvelados
sus temblores anuncian costa una vez que sea tiempo
*
Arriba
las velas reclaman su parte de aire
fantasmas del agua que los ojos guardan
Arriba
las velas reclaman su parte de aire
fantasmas del agua que los ojos guardan
*
Verano
tu tierra tu torso tu tiempo
cadencias de náufrago en fiebre de silencio
el ancla endiablada rebusca entre las tripas de los mares
tesoros de historias dormidas
antaño
Verano
tu tierra tu torso tu tiempo
cadencias de náufrago en fiebre de silencio
el ancla endiablada rebusca entre las tripas de los mares
tesoros de historias dormidas
antaño
*
De todo este viaje, Verano
te presto el olor del mientras tanto
y sólo voy a pedirte
volvernos ciegos
a marcha de olfato
te presto el olor del mientras tanto
y sólo voy a pedirte
volvernos ciegos
a marcha de olfato
ROLANDO
REVAGLIATTI
(Ciudad
Autónoma de Buenos Aires-Argentina)
DEL FRANELERO POPULAR
Más vale pájaro en mano que la soledad
de la mano.
*
El que mucho aprieta y abarca
es un garca.
*
La vida que te doy es un mal necesario.
*
La letra con sangre
atrae a las moscas.
*
A caballo regalado con buenos dientes
¿qué más le quieres pedir?
*
Proporcióname precisiones
y te diré quién eres.
*
Engordó el ganado
el ojo del amo
Y ha ganado.
*
La letra
con sangre
entra escurriéndose.
*
Perro que muerde
-mientras lo hace-
no ladra.
*
No les pregunto
a mis hijos
cuántos son
sino
que vayan
matándome.
*
El masoquismo hace estragos
en un sinnúmero de sádicos.
*
Ni perlas ni margaritas
Despedid
a
los puercos.
*
La justicia
no es
el placer
de los dioses.
*
Sólo sé
que lo que sé
no siendo mucho
rebalsa.
PÁGINA
16 – ENSAYO
RODRIGO MONTOYA
(Puquio-Lucanas-Ayacucho-Perú)
Profesor Emérito de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos
Profesor Emérito de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos
DE DOS COSAS UNA: CULTURAS DE LOS PUEBLOS O “ALTA
CULTURA”
Para entender el
nuevo libro de Mario Vargas Llosa, La
civilización del espectáculo (Alfaguara, 2012)el punto de partida de mi
lectura crítica es una de sus confesiones:“Muy consciente de las deficiencias
de mi formación, durante toda mi vida he procurado suplir esos vacíos,
estudiando, leyendo, visitando museos y galerías, yendo a bibliotecas, conferencias
y conciertos. No había en ello sacrificio alguno. Más bien, el inmenso placer
de ir descubriendo como se ensanchaba mi horizonte intelectual, pues entender a
Nietzshe o a Popper, leer a Homero, descifrar el Ulises de Joyce, gustar la poesía de Góngora, de Baudelaire, de
T.S. Eliot, explorar el universo de Goya, de Rembrandt, de Picasso, de Mozart,
de Mahler, de Bartók, de Chejov, de O’ Neill, de Ibsen, de Brech, enriquecía
extraordinariamente mi fantasía, mis apetitos, mi sensibilidad”. (p. 202). Para él la cultura es sinónimo de “alta
cultura”, de las bellas artes, como en todas las llamadas “páginas culturales”
de periódicos y revistas de todas partes, y de textos de ciencia y tecnología.
Como todas nuestras tías y tíos comunes y
corrientes, MVLL divide a los seres humanos en “cultos” e “incultos”. Los
primeros leen, escriben y tienen los placeres que aparecen en el párrafo
citado. Los segundos, no están a la altura de esos placeres y sus gustos no
cuentan. Sostiene que la cultura popular (propuesta por los críticos literarios) es un disfraz de “la
incultura” (p. 67). No habría
atrevimiento alguno de mi parte si incluyo al folklore, que el autor no
menciona, como parte de esa “incultura”.
Sostiene MVLL que la
cultura (“alta”, “de la elite” y “superior”) “está en nuestros días a punto de
desaparecer, y acaso haya desaparecido ya” (p. 13). Su valor espiritual,
estético y filosófico estaría siendo reemplazado por “la cultura del placer”,
dentro de lo que él llama “civilización del espectáculo”, descrita a través de
un listado de síntomas entre los cuales destacan: el “eclipse” de los
intelectuales, reemplazados por futbolistas, cantantes, artistas de cine,
chefs, diseñadores y modelos de pasarela; la desaparición del erotismo y banalización del acto sexual, el erotismo
convierte el acto sexual en arte es sustituido por la pornografía; la “desindividualización de los individuos”; la
frivolidad que sería en nuestro tiempo una inversión de la tabla de valores porque
importa más la forma que el contenido, los gestos y desplantes más que los
sentimientos e ideas;la desaparición de lo privado y lo íntimo para dar paso a
una especie de “Striptease generalizado”;
la masificación; el cultivo del
cuerpo y consumo de drogas; la búsqueda de placeres fáciles y rápidos; la imagen y el sonido sustituyen a la
palabra; el desplazamiento de la inteligencia por el ingenio; la simulación
y la representación (teatral) son más
importantes que lo vivido; el ruido se impone sobre la música, el gesto sobre
el valor y la responsabilidad de informarcede su lugar a la necesidad de
divertir; la pérdida de importancia de la espiritualidad de la religión; de los
artistas ya no se espera talento ni destreza, sino poses y escándalo; la artes
plásticas son ahora un carnaval (“En la actualidad todo puede ser arte y nada
lo es” p. 62); el periodismo y la TV de hoy
buscan el éxito y la diversión con sus
revistas del corazón, chismes y escándalos; y la conversión de la cultura en propaganda, etc.
El ensayo de MVLL -que liga viejos y
nuevos textos periodísticos escritos por él en los últimos 40 años- muestra la
libertad de su imaginación literaria en contraste con el rigor conceptual de
una aproximación científico-académica.
Como discípulo del historiador Raúl Porras Barrenechea, debiera haber
recordado que los conceptos tienen una historia, surgen en determinado momento
y contexto, se transforman, y desaparecen cuando ya no son útiles. La palabra culture, apareció en el latín de la
tardía Edad Media, quería decir cultivo, en el preciso sentido que aún tiene
hoy en las universidades que forman ingenieros agrónomos: cultura del maíz, de
la vid o de la caña de azúcar. No existía en tiempos romanos y griegos como
afirma MVLL. Ese cultivo supone
múltiples cuidados. Por extensión, el concepto cultivo pasó al mundo de las
letras y humanidades y la posibilidad de leer y escribir fue identificada como
el cultivo-cuidado de las mentes, particularmente en la educación de los niños.
Como la Iglesia católica tomó para sí el monopolio del saber escolarizado, la
cultura-cultivo se convirtió en bellas artes y en un privilegio de los reyes,
de sus frailes y cortesanos. La llamada “alta cultura” se incorporó al discurso
europeo de la colonialidad del poder que empezó a construirse después de la
conquista de América, como sostiene Aníbal Quijano. Juan Ginés de Sepúlveda escribió a mediados
del siglo XVI: "…
siendo por naturaleza siervos los hombres bárbaros, incultos e inhumanos, se
niegan a admitir la dominación de los que son más prudentes, poderosos y
perfectos que ellos; dominación que les traería grandísimas utilidades, siendo
además cosa justa, por derecho natural, que la materia obedezca a la forma, el
cuerpo al alma, el apetito a la razón, los brutos al hombre, la mujer al
marido, los hijos al padre, lo imperfecto a lo perfecto, lo peor a lo mejor,
para bien universal de todas las cosas. Este es el orden natural que la ley
divina y eterna manda observar siempre. Y tal doctrina la has confirmado no
solamente con la autoridad de Aristóteles…" (Tratado sobre las justas causas
de la guerra contra los indios, Fondo de Cultura
Económica de México, 1941 [1550-1780: 53]. Agrego tres frases más de ese gran
doctor de la Iglesia: "Porque
escrito está en el libro de los Proverbios: 'el que es necio servirá al
sabio'" (p. 85), "Los filósofos llaman servidumbre a la torpeza de
entendimiento y a las costumbres inhumanas y bárbaras". (p. 83), y, "esto dice Aristóteles y con él conviene
San Agustín en su carta a Vicencio" (p. 87). Volveré el domingo 17 de
junio con el punto de vista antropológico sobre las culturas, con mi propuesta
sobre las culturas en plural frente a la "alta cultura", y a
propósito de los silencios y vacíos del ensayo de MVLL.
En un artículo
anterior (3 de junio) he señalado que Mario Vargas Llosa en su último libro La civilización del espectáculo,
defiende la “alta cultura”, entendida
como sinónimo de bellas artes (literatura, música clásica, pintura, teatro,
cine,) y, por extensión, ciencia y tecnología.
Divide a los seres humanos en “cultos” como portadores de esa alta
cultura e “incultos” como aquellas desvalidas personas que no disfrutan del
placer de las bellas artes. En la
primera clase de un curso de introducción a la antropología, cuenta el profesor
(a) a sus estudiantes que todas las
personas del planeta tierra y en todos los tiempos desde que somos Homos
sapiens (desde hace aproximadamente cien mil años) tuvieron y tenemos una cultura y una lengua.
Cultura quiere decir modo de vivir, de ser, de pensar, de sentir, de plantear y
resolver problemas, de amar, de entender el mundo, de comunicarnos y de dar
sentido. Durante más de 95 mil años
todos los seres humanos vivieron en millares de pueblos y culturas sin saber
leer ni escribir. Hoy, en 2012, el número de analfabetos podría bordear la
cifra de mil millones de personas. La
oposición entre cultura e incultura, fue inventada para justificar los
privilegios de quienes se sintieron y sienten superiores. La antropología
enseña también que desde los primeros pasos de la especie humana los pueblos
tienen sabios que no saben leer ni
escribir.En lo que ahora se llama
cultura occidental se identifica analfabetismo con ignorancia, lo que es
simplemente una tontería. En la segunda mitad del siglo XIX, la acepción antropológica de cultura fue
pensada y desarrollada desde los bordes
de la alta cultura para tratar de entender a miles de pueblos y lenguas
existentes en el mundo y en pacífica coexistencia con esa alta cultura, sin pretensión alguna de cuestionarla y,
menos, de reemplazarla.
Es
relativamente tardío, el cuestionamiento más serio del privilegio que la alta cultura
representa. Hace apenas 50 años que
aparecieron en América Latina en el
resto del mundo los movimientos
indígenas como nuevos actores políticos
que reivindican y defienden sus culturas, lenguas e identidades, dejando atrás
a todos los indigenismos. Para mostrar esta novedad, escribí hace 3 años el
texto Cuando la cultura se convierte en
política, recogido en mi libro Culturas
y cultura: realidad, teoría y poder
que la Universidad Ricardo Palma tiene ya en su oficina editorial, desde
diciembre de 2011.
De dos cosas una:
asumimos la tesis de la alta cultura propuesta desde el poder occidental o adoptamos gruesamente la noción antropológica de cultura. Mario
Vargas Llosa sabe poco de antropología, no debate las propuestas de esta
disciplina. Desde las alturas de su sabiduría, opta por la ironía y califica de
“arcangélica” (p. 67) a la perspectiva antropológica de ver las culturas en condiciones de
igualdad y horizontalidad. En otro de
sus libros, La utopía arcaica (1996)
inventó la noción de utopía arcaica para
descalificar las propuestas de José María Arguedas, sin tomar en cuenta su obra
antropológica y sus convicciones e intuiciones políticas. Con una gran dosis de optimismo podemos
suponer que 1 por ciento de los 7 mil millones de personas que poblamos el
mundo, disfruta de la alta cultura y que el 99 por ciento restante permanecería en la incultura. No es por azar que esta proporción coincide
con las cifras dadas por los Okupas norteamericanos: 1 por ciento de la
población del mundo disfruta de los beneficios del llamado desarrollo.
MVLL cree que la
crisis y casi desaparición de la alta cultura explica la masiva difusión de la
civilización de espectáculo. Pero él no
se pregunta por qué y no podemos esperar respuesta alguna de su parte a esa
pregunta clave. Si lo hiciera, sería inevitable atribuirle al capitalismo la
responsabilidad principal, pero él no puede llegar a ese extremo porque cree
firmemente en el dogma del “mercado libre” como el “sistema insuperado e insuperable en la asignación de recursos”
(p. 180). Octavio Paz -célebre poeta y Premio Nobel mexicano- sí condenó al
mercado por “la bancarrota de la cultura” (p. 181). En su fase terminal, el capitalismo empieza a
agotar todas sus posibilidades. Después de la caída del Muro de Berlín, del
naufragio de la Unión soviética y del ataque terrorista a las torres de Nueva
York, obtener la mayor ganancia posible, convertir todo en mercancía,
prescindir de toda preocupación ética, borrar las fronteras nacionales, blindar
las inversiones de las multinacionales, tratar de desconocer los derechos de
los trabajadores, son líneas de política impuestas en el mundo. Antes de 1990
era posible encontrar áreas de la vida social no regidas por la búsqueda de
ganancia. Nunca como hoy el capitalismo
se ha filtrado por todos los poros de la sociedad. La alegría y casi orgullo de una persona con empleo precario que compra
dos soles de pan con una tarjeta bancaria de débito cuyos intereses debe pagar,
es una novedad en el país. Se agotan los
llamados recursos naturales, el daño a la naturaleza por parte de las empresas
capitalista en todo el mundo parece irreversible y ya tenemos serias evidencias
de que nuestra especie está en peligro de desaparición. En algún momento la
búsqueda de ganancias tendrá que terminar.
¿Será
verdad que La alta cultura está despareciendo? Pareciera que fuera así, pero
hay razones también que muestran su buena salud a pesar de algunos golpes
sufridos. En el caso peruano, el gasto de algunas decenas de millones de
dólares en la reconstrucción del Teatro Municipal y en la construcción del
Flamante Teatro Nacional, pensados en beneficio principal de la
pequeñísima alta cultura limeña, y la
firma convicción de los funcionarios del Ministerio de Cultura (cuidado, cultura solo en singular, como si
en Perú hubiese sólo una) para llevar la cultura a los pueblos que no la
tienen, son indicadores de una buena salud. La llamada “democratización de la
cultura”, con el samaritano propósito de ofrecer una fuente de placer a
millones de incultos es un antiguo deseo que más tiene de discurso que de
realidad. En el cercado y pocos distritos de Lima se concentran los teatros
mientras en los grandes conos de la ciudad los danzantes de tijeras bailan en
condiciones lamentables.
Para terminar,
comentaré un hecho social más: MVLL es un promotor y beneficiario de la Civilización de espectáculo, es una
figura mediática por excelencia, un ejemplo en carne y hueso de la alta
cultura. Recibió de manos del Rey de España el “título de honor o
dignidad” de marqués, “categoría inferior al de duque y superior al de conde” según
el DRAE. Esta distinción expresa el
espíritu mismo que creó la noción de
alta Cultura. Nuestro premio
Nobel ha recibido muchísimos y merecidos honores, particularmente de
universidades del mundo. Estuvo feliz en la ceremonia con el Rey Juan Carlos
pero no usa ese título o dignidad. No lo presentan, ni él mismo se presenta
como marqués. ¿Será por prudencia frente al deterioro de su amada alta
cultura?
PÁGINA
17 – CUENTO
NECHI DORADO
(Lanús-Buenos
Aires-Argentina)
NO GERMINARON LOS MANZANOS
“Señora Santa
Ana ¿por qué llora el niño? Por una manzana que se le ha perdido, cantaba la
abuela a la hora en que un manto oscuro con puntitos plateados caía sobre las
tejas de la casita del barrio de obreros y una cortina de espesas pestañas
desplegaba angelitos sobre los ojos de la pequeña.
-¿Y por qué llora el niño, abu? Preguntó la criatura.
-Uy, que el hambre duele, mi niña, respondió ella
mientras la cubría de besos, cosquillas y caricias.
En la casa, muy humilde, vivía la abuela paterna, a
cuyo hijo se lo tragara una noche impune de las que se repitieron tantas veces
en la historia de estas tierras, su nuera y la única florcita que diera el
matrimonio como ofrenda a su paso por la vida y a la que llamaron María Eva.
Niña inquieta, con ojos color del tiempo, corazoncito
ágil para conmoverse ante cualquier situación lastimosa. Era la adoración de la
abuela llegada de una Asturias lejana, estampada en su alma de mujer curtida
por los golpes de la vida y que pareció compadecerse de tanto dolor a través de
la pequeña.
María Eva fue creciendo entre el amor de esas dos
mujeres en un barrio con olor a tilos, olor de rosas y malvones, recuerdos de
ayeres dulces, renacuajos en las zanjas y la infaltable rayuela cuya meta era
siempre el cielo.
Uno, dos tres, cuatro, cinco seis, siete, ocho nueve
¡¡¡CIELO!!! Y el barrio se empapaba de risas infantiles entre el mate de la
tarde compartida con los mayores.
El cielo, una tarde, recibió a la abuela, dejando un
hueco en el alma de la niña y su madre, pero ella no murió del todo, quedó
flotando en su canción de cuna y cada noche la melodía inundaba el cuarto de
una niña que ya daba los primeros pasos por la cintura de la adolescencia.
Pasaron los años, el futuro dijo presente pero siguió
estancado en el pasado, la niña casi mujer comenzó a recorrer la muchas veces
cruel rutina del aprendizaje de la vida, que no siempre otorga lo que realmente
se sueña.
Se recibió de maestra, quiso tentar suerte en una
fábrica cercana a la casa para costearse con mayor libertad los estudios de
sociología. Se inscribió en la facultad porque “un pueblo de hombres cultos es
un pueblo de hombres libres”,atrapaba de Martí mientras echaba a volar sus
sueños imposibles.
29 de Octubre de 1979
El odioso reloj le gritó ¡basta! al descanso como cada
mañana cuando paría las 5:00. María Eva estiraba sus brazos como alitas
tratando de despegar el sueño de sus ojitos de color tiempo. Atiborró el ajado
bolso negro de la abuela con las cosas cotidianas, compañeras de asistencia
perfecta, antes de colgarlo de su hombro. Allí estaban: el sándwich, la
manzana, los puchos, el encendedor, el monedero.
-Pucha, pensaba, todavía faltan cinco días para cobrar
y las cosas que hay que comprar en casa.
Inmediatamente despedía a la madre con su acostumbrado
–Chau má, te quiero.
-Cuidate nena, volvé temprano por una vez, no fumés
tanto, respondía desde el sueño su madre. María Ëva sonrió y se alejó cantando
bajo las estrellas que no se iban todavía.
Salía de la casita con el corazón atrincherado y los
sentidos imaginando un futuro cercano que en realidad estaba lejos.
Eran las 6:00 de la mañana cuando con un beso a las
mejillas compañeras, iniciaba la jornada en la fábrica y aparecían los
matecitos clandestinos antes de que llegara el “trompa”.
A las 12:00 llegaba el descanso de media hora, salían
del cofre el sándwich y la manzana.
-Otra vez que Carmen no trajo nada.-masculló entre
bostezos. Ella era su amiga y compañera de la vida. María Eva imaginaba que
también habría “nada” esa noche en la mesa para los niños, apenas un mate
cocido, con suerte. Cortó su sándwich, partió al medio la manzana y le ofreció
a su amiga las mitades más grandes.
Cuando Carmen fue al baño, ella comenzó su tarea de
abeja obrera, recolectando entre otros compañeros lo que pudieran dar para los
hijos de la humilde mujer.
-Dios mío ¿Llorarán los niños? Se torturaba pensando.
Allí estaba la voz de la abuela y ella diciéndole bajito –Hay que hacer
germinar los manzanos para que no falte en ningún hogar el fruto. Ayúdalos
abuela.
A las 5:00 de la tarde el ulular de la sirena indicaba
la hora de salida. Como dolía en el pecho ese aullido que tantas noches
indicara la antesala del infierno. Paradojas de los sonidos que pueden ser
tanto libertarios como carceleros.
Antes de ir a la Facultad, alrededor de las 6:00 de la
tarde, María Eva pasó por la villa para visitar a los niños de Carmen. Llevaba
fideos, manzanas, caramelos y la ternura de siempre. Era una pasadita nomás,
pero sin restarle tiempo al matecito apurado.
-Nos juntamos con los chicos, le confió a Carmen.-Hace
días que no vemos a Jorge, le sopló al oído.
Carmen había sido su compañera de sueños hasta la
noche en que se llevaron al padre de sus hijos, quienes quedaron colgando de su
espalda quebrada por la ausencia.
-Cuidado María Eva, dijo Carmen en el abrazo de
despedida.
Puso primera al motor de su vida, arrancó atravesando
calles sin reparar que la estaban siguiendo con paso tan sigiloso como un
reptar terrorífico. El peligro le abanicaba la carita adolescente. Quién diría
que ella…
Llegó a Villa Jardín, el dolor arrancó otro trocito de
su corazón ardiente. –Se llevaron a Jorge, decía Beto mientras golpeaba con el
puño de la desesperación una mesa destartalada.
A medida que aparecían los compañeros el silencio
estallaba los oídos, sólo les quedaba llorar como hace un niño sin manzana. La
tristeza ahogada la empujó al refugio sacrosanto de los brazos de su madre en
carrera desenfrenada. Se contaron la jornada, pero no todo, no podía
preocuparla tanto. Cantó la abuela su “Señora Santa Ana ¿por qué llora el niño?
Claro, como todos los días.
-Sigue llorando el niño, mami, todos lloran. Muchos
lloran sin parar.
María Eva iba inventando su propio adiós.
La noche del 29 de octubre fue noche de luna nueva. Se
sintió una campanada que tiró abajo la puerta. Un ventarrón irrumpió en la sala
y en la pared se estampó un corazón sangrando despedazado frente al cuadro con
la foto de la abuela.
El reloj enmudeció, enquistó sus manecillas, el odio
se volvió Titán y de esos ojos brotaban, como víboras de fuego.
-¿Dónde está esa hija de puta? Arremetió Jápetos.
-¿Qué es esto? Preguntó la madre tratando de volverse
escudo sobre el pecho de su niña.
-No dejes entrar al miedo, suplicaban las lágrimas de
María Eva.
La arrastraron de los pelos, la metieron a empujones en
el asiento posterior de la barca de Caronte. Cerbero los esperaba en la puerta
del averno.
La abuela tomó su brazo queriendo acercarla a ella, la
madre empequeñeció contra el pecho de la abuela y de una sola garganta se
escaparon las entrañas ¡¡¡Ay, mi niña!!!
La abuela cantó su nana, la niña le respondía mientras
un rayo de odio se la iba devorando. De las casas vecinas parecían brotar
ramitos de luciérnagas que no lo eran. Se había encendido el miedo.
Desde entonces, todos los 29 de octubre en aquel barrio
de casitas bajas donde ayer criaran sus hijos tantos obreros, se ve a una niña
caminando de la mano de su abuela cantando una letanía: -“Señora Santa Ana ¿por
qué llora el niño? Por una manzana que se le ha perdido…
La niña responde –dile que no llore, yo le daré dos,
una para el niño y otra para vos.
Adelante va la madre, vanguardia de la columna de
espectros de tristeza.
A la mañana siguiente, desde entonces, en cada jardín
falta una flor que aparece donde todavía está el corazón estampado.
Las tres mujeres sólo se ven esa noche, todo el barrio
las espera.
Hasta el momento, comentan, no volvieron a germinar
los manzanos…
PÁGINA
18 – POESÍA ARGENTINA
JORGE CARLOS ALEGRET
(Río Grande-Tierra del
Fuego-Argentina)
9
El lago es una boca que escupe plata tóxica.
Hay mucha verdad hipotérmica hoy.
Es la muerte a veinte pasos,
¿eso es lo que te excita? No lo olvides:
sólo los perros de tres patas sostienen
la idea de Estado.
10
Se abre la boca del mundo
y el alba expira
más noche.
11
Quiero que escuches
el rayo que desgarra mi vientre,
después serás libre
para tus propios juguetes.
12
Ella tiene un saber antiguo
de rosas dentadas,
en un jardín mecánico
sembrado con los huesos
de sus amantes.
Ella sabe, y entre los crujidos
de helechos como alambres de púas
se prepara para el próximo festejo
de su carne enamorada.
TERESA LEONARDI
(Salta-Salta-Argentina)
LOS COMULGANTES
Antes que huya
la exigua arena que aún queda en el reloj
y
desclave la luz donde anidamos
me
amas
como
una carne ciega
que
ojos tuvo tocando a su gemela
te
amo
como
cierta corola a su pez turbulento
Yo
siempre convidada a la mesa del llanto
en
esta tauromaquia de la vida
extendí
la capa de mi corazón
y
un carnívoro sol su repentino fuego
vino
a quemar su terciopelo triste
De
la gozosa herida que no cierra
cae
nuestra sangre ebria
naciendo
a contramano de las barcas
que
hacia idénticos puertos quietas bogan
Amor
nosotros
que fundamos sobre un campo minado /este país de dos
sólo
viajamos de orilla a orilla
de
nuestro cuerpo unánime
extasiado
Y
antiquísimas frutas bajan a nuestra boca
para
que comulguemos.
PRECARIOS
EQUILIBRIOS
En
breves ceremonias
el
dios que es en nosotros vuelve a danzar
Hasta
cuándo estos rituales
que
nos coronan pájaros
Acaso
ignoro que mi piel de zapa
se
estrecha irreversible
y
que hay una última nota en esta melodía
y
luego nada
Para
algunos un mal cálculo
menguados
paraísos que pagaré con llanto
En
su contabilidad la felicidad es una balanza inmóvil
donde
el corazón y la cabeza se equilibran
El
peso de mi amor inclina en demasía
uno
de los platillos
Sólo
tú y yo sabemos cuánta música
en
este oficio clandestino
donde
la luz fugaz de nuestro beso
anonada
la noche
PÁGINA
19 – ENSAYO
CONCEPCIÓN
BADOS CIRIA.
(Universidad
Autónoma de Madrid-Madrid-España)
FEMINIZACIÓN LITERARIA
Una de las heroínas más notables de las Independencia en Iberoamérica es Juana Azurduy, a quien la presidenta argentina Cristina Fernández condecoró con el grado de general a título póstumo el 15 de julio de 2009 con motivo de la celebración del bicentenario. Un mes después la poeta Silvia Loustau publicaba en su blog el poema «Yo soy Juana Azurduy», de gran dramatismo y fuerza poética. Juana Azurduy nació en el cantón de Toroca en las cercanías de Chuquisaca, Alto Perú, el 12 de julio de 1780, año en que la ciudad de La Paz fue sitiada por Túpac Catari y Bartolina Sisa, alzados en armas en apoyo a Túpac Amaru. La adolescencia de Juana fue conflictiva ya que se enfrentó al conservadurismo de su tía por lo que fue encerrada en el Convento de Santa Teresa. Juana se rebeló contra la rígida disciplina del convento y de la familia, promoviendo reuniones clandestinas durante las cuales supo de la existencia y la lucha de los independentistas peruanos Tupac Amaru y Micaela Bastidas.
Casada con el héroe independentista
Manuel Ascencio Padilla, ambos se sumaron a la Revolución de Chuquisaca, que el
25 de mayo de 1809 destituyó al presidente de la Real Audiencia de Charcas
(actual Bolivia). En 1813, Juana y su esposo, a las órdenes del general
Belgrano, reclutaron a más de 10 000 milicianos y transportaron la artillería
que sería definitiva en la lucha por la independencia en el Alto Perú. Con la
retirada del ejército argentino del Alto Perú, Padilla, Juana y sus milicianos
se organizaron en guerrillas que lucharon durante años contra los realistas.
Azurduy lideró la guerrilla que atacó el cerro de Potosí, tomándolo el 8 de
marzo de 1816, hecho que le valió el rango de teniente coronel por un decreto
firmado por Juan Martín de Pueyrredón. Tras ello, el general Belgrano le hizo
entrega simbólica de su sable, con el que posa en el retrato que la ha hecho
famosa en Latinoamérica7. En 1825 se declaró la independencia de Bolivia y el
mariscal Sucre fue nombrado presidente vitalicio otorgándole a Juana una
pensión en recompensa a su labor revolucionaria, pero esta le fue usurpada en
1857 bajo el gobierno de José María Linares. Juana Azurduy murió olvidada y en
la absoluta pobreza, el día 25 de mayo de 1862, cuando había cumplido 81 años.
Sus restos fueron exhumados 100 años después para ser guardados en un mausoleo
erigido en su honor. Como señalé más arriba, la presidenta Cristina Fernández de
Kirchner convalidó el 15 de julio de 2009 el ascenso a general del Ejército, en
forma póstuma, de la luchadora de la independencia Juana Azurduy. El
reconocimiento a esta mujer es notorio tanto en Bolivia como en Argentina en
los últimos años, y a ello contribuyó en gran medida la recientemente fallecida
cantante Mercedes Sosa, quien difundió una cueca norteña con letra del
historiador Félix Luna y música de Ariel Ramírez en honor de la revolucionaria.
He aquí dos estrofas del poema:
Me enamora la patria en agraz, desvelada, recorro su faz; el español no pasará, con mujeres tendrá que pelear.
Tierra en armas que se hace mujer, amazona de la libertad. Quiero formar en tu escuadrón y al clarín de tu voz atacar.
La canción reconstruye las hazañas de Azurduy, al tiempo que anota la feminización de la lucha independentista cuando propone en estas estrofas a las mujeres como alegoría de la resistencia y el triunfo en la lucha armada. Mucho más dramático e intenso es el poema narrativo escrito por Silvia Loustau en agosto de 2009. La subjetividad arrolladora de la primera persona enunciadora resuena con una fuerza que traspasa los límites simbólicos establecidos. Este es el poema de Silvia Loustau que da la voz y la palabra a Juana Azurduy:
Yo soy Juana Azurduy, la mujer a quien el General Belgrano la ascendió al grado de Teniente Coronel. Yo soy Juana Azurduy, la compañera de Manuel Asencio Padilla, con quien tuvo cinco hijos. Yo soy Juana Azurduy, quien con mi hija en un brazo y el sable en el otro, revolucionó el pueblo de Chuquisaca un 25 de Mayo de 1809, de esa manera desde el Alto Perú bajaba la libertad al Virreinato del Río de la Plata. Yo soy Juana Azurduy siempre vestida para el combate. Túnica escarlata, alamares de oro y plumas blancas, para que nadie olvidase mi condición de mestiza. Yo soy Juana Azurduy, quien sembró terror entre la soldadesca española. Yo soy Juana Azurduy, quien le escupió a la cara al General Goyeneche, cuando osó ofrecerme dinero para que abandonase la lucha. Yo soy Juana Azurduy, quien en 1816 tuvo bajo su mando 6000 indios. Yo soy Juana Azurduy, quien junto a Manuel, asaltamos por segunda vez la ciudad de Chuquisaca.
Hasta en 23 ocasiones, es la propia Juana Azurduy, quien mediante el recurso de la anáfora viene a confirmar sus hazañas y sus gestas, también su sufrimiento y la pérdida que supuso para ella y su familia la lucha insurgente. Juana Azurduy se confirma en el poema como la gran luchadora que fue, la valiente, la vencedora, la condecorada, pero también la humillada, la desposeía, la maltratada, la olvidada:
Yo soy Juana Azurduy, la que se fue a Salta y combatió tres años junto a la Macacha y el General Juan José Miguel de Güemes. Yo soy Juana Azurduy, quien vagó por las provincias, con su hija de seis años y ni un hueso para roer. Yo soy Juana Azurduy, a quien el presidente Sucre le otorgó, al fin, una pensión. Yo soy Juana Azurduy, a quien José Maria Linares le quito su magro ingreso. Yo soy Juana Azurduy, a quien todo le fue arrebatado, menos los sueños. Yo soy Juana Azurduy de quien el Altísimo se compadeció y la llevo, al fin, cuando tenía 81 años.
Por último, Silvia Loustau hace que Juana se reconozca e identifique con las Madres de Plaza de Mayo de Buenos Aires, el símbolo máximo de la resistencia frente a los abusos del poder.
Yo soy Juana Azurduy, quien no contó con más patrimonio que las lágrimas. Yo soy Juana Azurduy quien supo que volvería en cada compañera combatiente de la Patria Grande. Yo soy Juana Azurduy, quien ahora, con pañuelo blanco, busca en el mar, la tierra, en cada rostro. Yo soy Juana Azurduy, quien cada jueves dice ¡Presente! en Plaza de Mayo.
La feminización de la escritura de Silvia Loustau es evidente, y con ella, la homónima de las luchas de independencia en los países de Sur de América. Su poética rebasa los límites de la significación aceptada durante siglos por la cultura oficial, al tiempo que subvierte los registros históricos establecidos cuando permite que Juana Azurduy hable de forma tan clara, firme y rotunda. Silvia Loustau ha empoderado a Juana Azurduy y se ha sumado a la feminización de las luchas de independencia en Latinoamérica.
PÁGINA
20 – COMENTARIOS DE LIBROS
MIRYAM E. GOVER DE NASATSKY
MIRYAM E. GOVER DE NASATSKY
(Ciudad
Autónoma de Buenos Aires-Argentina)
LUIS
ALBERTO AMBROGGIO
ROSA
TEZANOS-PINTO
El
exilio y la palabra: La trashumancia de un escritor argentino-estadounidense:
Luis Alberto Ambroggio. Buenos Aires: Vinciguerra, 2012. 269 p.
El título alude a elementos claves, exilio, palabra y trashumancia, en la producción de Luis Alberto Ambroggio, notable exponente de la poesía vanguardista. Dr. en Filosofía y Ciencias Sociales, académico, escritor y empresario. Es autor de trece poemarios, entre los que figuran Poemas de amor y de vida, Oda ensimismada, Los habitantes del poeta, El testigo se desnuda y La desnudez del asombro, para citar algunos. Fue traducido a varios idiomas y recibió innumerables distinciones. Integra la Academia Norteamericana de la Lengua Española.
Este libro contiene, además de una antología extraída de los poemarios, ensayos esclarecedores sobre su fecunda obra poética. Todos ellos, escritos por relevantes estudiosos de diferentes países, nos permiten interpretar el sentido de su creación artística al mismo tiempo que refractan la actitud frente a la vida.
Rosa Tezanos-Pinto, en la extensa Introducción, encuentra “que su labor literaria une lo estético e ideológico en una demanda inmanente de respuestas” y lo considera una de las voces más audaces de las letras hispanas escritas en los Estados Unidos.
El alejamiento del país de origen ocasiona naturalmente un estado de extrañamiento y orfandad que puede proyectarse en la escritura. En el caso de Ambroggio, quien es argentino de nacimiento y está radicado en los Estados Unidos desde 1967, este hecho lo lleva a reflexionar con imaginación crítica acerca del discurso literario y de algunos interrogantes que ponen en crisis el concepto de identidad.
El mismo autor, en el ensayo "El exilio como condición poética", expresa que “el poeta lleva el exilio a cuestas” y en un poema perteneciente al libro Poemas desterrados considera que “todos somos exiliados, venimos de un paraíso perdido” con lo cual, para el poeta, la sensación de desarraigo forma parte de un inconsciente colectivo universal. Ambroggio también ha estudiado a otros escritores hispanos exiliados en los EEUU, cuyas temáticas son semejantes, incluyendo las numerosas escuelas, generaciones y movimientos literarios.
El trabajo de Conny Palacios, "Arte poética y palabra en Los habitantes del poeta", sostiene que en los Estados Unidos, la poesía en español está cambiando el alma de la nación y dibujando a un nuevo hombre. Lo demuestra con el poema “Creación” en el cual el yo lírico afirma que dios creó al poeta para que construya mitologías.
La poesía, justamente, puede revelar, entre otros, el sentimiento de nostalgia experimentado por quienes extrañan a su patria, ya que los versos nacen del asombro, del alma de los pueblos y de la inconformidad. Aclara Ario Ernesto Salazar en "La revolución del arte y sus revolucionarios" que, como el arte puede imprimir un giro diferente al mundo, considera revolucionarios a quienes cambiaron la forma de expresión como ocurrió con Rubén Darío, Octavio Paz, Jorge Luis Borges o el autor que nos ocupa.
Opina Daniel Fernández en "Ambroggio o la consagración del instante" que el poeta atrapa el momento y lo convierte en arquetípico. Ejemplifica esta voluntad consagratoria del instante, la cual es central en su quehacer poético, con la Oda 39 del libro Oda ensimismada en la que leemos: “He estado buscando un amanecer / para edificar mi alegría”.
Para Ambroggio, la palabra, la lengua, es el anclaje que tiene el escritor latinoamericano que reside en el exterior para afirmar y documentar su identidad. Por tal motivo, escribe en español por necesidad de aferrarse a las raíces. Tiende a rescatar la poesía escrita en tal idioma en los Estados Unidos, la afianza, estudia a los grandes clásicos en español y es Miembro de la Academia Norteamericana de la Lengua Española. Podemos comprobarlo en algunos epígrafes de Gustavo Adolfo Bécquer, Antonio Machado o Vicente Huidobro que encabezan sus poemas. También en sus ensayos acerca de la poética de Jorge Luis Borges, César Vallejo o Rubén Darío, además del bilingüismo.
Sobre este fenómeno, Edna Pozzi en "Bilingüe, un verdadero desafío", se plantea si es posible traducir la poesía en su música esencial. Destaca la maestría de Ambroggio para entender lo intraducible. Cita su poesía Comunión, perteneciente a Poemas de amor y de vida en la que dice: “Vida / para entenderme / tienes que saber español / sentirlo en la sangre de tu alma”. El lenguaje define una identidad ya que interactúa con nuestros pensamientos y sentimientos. Por su parte, Manuel Marín Oconitrillo subraya la musicalidad existente en la obra poética del escritor y se detiene en los elementos musicales de algunos poemas pertenecientes a La desnudez del asombro.
Adriana Corda, en el ensayo "Disociación del signo poético en el poemario Laberintos de humo" observa que, desde una perspectiva semiótica, la metáfora parodia en este libro el discurso del poder. De esta manera, Ambroggio transforma en poética la reflexión política y desacraliza la creación canónica con recursos lúdicos que involucran al lector. Corda también estudia "El discurso de la identidad en Los habitantes del poeta". Opina que frente a la globalización de los ’90, el autor vigoriza el discurso de la identidad valiéndose de la ironía como denuncia y creando un universo simbólico.
Debra Herrick reseña El cuerpo y la letra. La poética de Luis Alberto Ambroggio, compilación de la Academia Norteamericana de la Lengua Española que reúne artículos sobre su obra, poemas escogidos, además de tres ensayos del autor sobre la creación artística. Tal publicación logra dar una visión coherente de su poética. De la misma antología también se ocupa Vanessa Lago Barros, al que le agrega el subtítulo "El asombro de un poeta ante el mundo". Allí pasa revista, en su vasta obra, a los temas preferidos como el misterio de la vida, el amor, la creación artística, el compromiso político, la historia universal o la mitología y examina las etapas de su evolución literaria.
El extenso trabajo de Moraima Semprún de Donahue titulado "La obra ambroggiana y Por si amanece (Cantos de Guerra), un dualismo existencial", marca una curva en su creación desde un canto a la vida en Poemas de amor y de vida hasta abordar la muerte inevitable, que el poeta combate legando su labor artística a la posteridad. Nota un cambio radical en ‘Por si amanece’ cuya temática gira alrededor de divinidades, religiones y guerras y donde, con fuerza desgarradora, compara antiguas luchas mitológicas egipcias con las contemporáneas. Observa que el acontecimiento bíblico sigue vigente en la existencia humana.
Otro abordaje puede leerse en el ensayo "Humanismo y tecnología" de Juan Liscano donde expresa que, en una época en que se reduce la condición humana en favor de la producción técnica, de la escritura de Ambroggio emana el humanismo ahuyentado por la tecnología.
Mirian Pino en su estudio "Dos poemas migrantes ‘Lengua materna’ de Eduardo Espina y ‘Otredad’ de Ambroggio", al compararlos, observa que ambos fundan un espacio propio con la escritura reflexiva.
Los valiosos textos compilados, si bien nos aportan puntos de vista diversos y distintas interpretaciones, “coinciden en indicar que la poética y ensayística ambroggiana esquematiza una seductora mezcla de fuerza, conocimiento, emoción y honda reflexión, particularmente, en los temas de exilio, proceso creativo y cuestionamiento filosófico”, como expresa Rosa Tezanos-Pinto en la Introducción.
La Antología de poesías del autor, que integra esta edición, nos permite apreciar directamente su obra e interpretarla aplicando los estudios citados. Con criterio didáctico, está dividida en tres secciones según el tema predominante: el exilio, con una concepción amplia del término; la palabra, que nos permite participar de planos intangibles y la trashumancia, cuyo concepto lo condensa el autor en los siguientes versos de la poesía El viaje que somos, perteneciente a El testigo se desnuda: “Yo, piloto de vientos, / viajo el viaje que soy”.
En todos sus versos, las sugerentes metáforas se abren a una gran profundidad filosófica ya que son ideas y arquetipos que evocan el concepto. A través de ellas se vislumbra la vida plena, todo lo que no se puede captar por la lógica ni por la metafísica. Otros recursos utilizados son la anáfora, la antítesis al confrontar universos opuestos y la ironía. Sus estrategias discursivas ahondan la actitud crítica frente al mundo que lo rodea y transparentan su filosofía existencial.
El título alude a elementos claves, exilio, palabra y trashumancia, en la producción de Luis Alberto Ambroggio, notable exponente de la poesía vanguardista. Dr. en Filosofía y Ciencias Sociales, académico, escritor y empresario. Es autor de trece poemarios, entre los que figuran Poemas de amor y de vida, Oda ensimismada, Los habitantes del poeta, El testigo se desnuda y La desnudez del asombro, para citar algunos. Fue traducido a varios idiomas y recibió innumerables distinciones. Integra la Academia Norteamericana de la Lengua Española.
Este libro contiene, además de una antología extraída de los poemarios, ensayos esclarecedores sobre su fecunda obra poética. Todos ellos, escritos por relevantes estudiosos de diferentes países, nos permiten interpretar el sentido de su creación artística al mismo tiempo que refractan la actitud frente a la vida.
Rosa Tezanos-Pinto, en la extensa Introducción, encuentra “que su labor literaria une lo estético e ideológico en una demanda inmanente de respuestas” y lo considera una de las voces más audaces de las letras hispanas escritas en los Estados Unidos.
El alejamiento del país de origen ocasiona naturalmente un estado de extrañamiento y orfandad que puede proyectarse en la escritura. En el caso de Ambroggio, quien es argentino de nacimiento y está radicado en los Estados Unidos desde 1967, este hecho lo lleva a reflexionar con imaginación crítica acerca del discurso literario y de algunos interrogantes que ponen en crisis el concepto de identidad.
El mismo autor, en el ensayo "El exilio como condición poética", expresa que “el poeta lleva el exilio a cuestas” y en un poema perteneciente al libro Poemas desterrados considera que “todos somos exiliados, venimos de un paraíso perdido” con lo cual, para el poeta, la sensación de desarraigo forma parte de un inconsciente colectivo universal. Ambroggio también ha estudiado a otros escritores hispanos exiliados en los EEUU, cuyas temáticas son semejantes, incluyendo las numerosas escuelas, generaciones y movimientos literarios.
El trabajo de Conny Palacios, "Arte poética y palabra en Los habitantes del poeta", sostiene que en los Estados Unidos, la poesía en español está cambiando el alma de la nación y dibujando a un nuevo hombre. Lo demuestra con el poema “Creación” en el cual el yo lírico afirma que dios creó al poeta para que construya mitologías.
La poesía, justamente, puede revelar, entre otros, el sentimiento de nostalgia experimentado por quienes extrañan a su patria, ya que los versos nacen del asombro, del alma de los pueblos y de la inconformidad. Aclara Ario Ernesto Salazar en "La revolución del arte y sus revolucionarios" que, como el arte puede imprimir un giro diferente al mundo, considera revolucionarios a quienes cambiaron la forma de expresión como ocurrió con Rubén Darío, Octavio Paz, Jorge Luis Borges o el autor que nos ocupa.
Opina Daniel Fernández en "Ambroggio o la consagración del instante" que el poeta atrapa el momento y lo convierte en arquetípico. Ejemplifica esta voluntad consagratoria del instante, la cual es central en su quehacer poético, con la Oda 39 del libro Oda ensimismada en la que leemos: “He estado buscando un amanecer / para edificar mi alegría”.
Para Ambroggio, la palabra, la lengua, es el anclaje que tiene el escritor latinoamericano que reside en el exterior para afirmar y documentar su identidad. Por tal motivo, escribe en español por necesidad de aferrarse a las raíces. Tiende a rescatar la poesía escrita en tal idioma en los Estados Unidos, la afianza, estudia a los grandes clásicos en español y es Miembro de la Academia Norteamericana de la Lengua Española. Podemos comprobarlo en algunos epígrafes de Gustavo Adolfo Bécquer, Antonio Machado o Vicente Huidobro que encabezan sus poemas. También en sus ensayos acerca de la poética de Jorge Luis Borges, César Vallejo o Rubén Darío, además del bilingüismo.
Sobre este fenómeno, Edna Pozzi en "Bilingüe, un verdadero desafío", se plantea si es posible traducir la poesía en su música esencial. Destaca la maestría de Ambroggio para entender lo intraducible. Cita su poesía Comunión, perteneciente a Poemas de amor y de vida en la que dice: “Vida / para entenderme / tienes que saber español / sentirlo en la sangre de tu alma”. El lenguaje define una identidad ya que interactúa con nuestros pensamientos y sentimientos. Por su parte, Manuel Marín Oconitrillo subraya la musicalidad existente en la obra poética del escritor y se detiene en los elementos musicales de algunos poemas pertenecientes a La desnudez del asombro.
Adriana Corda, en el ensayo "Disociación del signo poético en el poemario Laberintos de humo" observa que, desde una perspectiva semiótica, la metáfora parodia en este libro el discurso del poder. De esta manera, Ambroggio transforma en poética la reflexión política y desacraliza la creación canónica con recursos lúdicos que involucran al lector. Corda también estudia "El discurso de la identidad en Los habitantes del poeta". Opina que frente a la globalización de los ’90, el autor vigoriza el discurso de la identidad valiéndose de la ironía como denuncia y creando un universo simbólico.
Debra Herrick reseña El cuerpo y la letra. La poética de Luis Alberto Ambroggio, compilación de la Academia Norteamericana de la Lengua Española que reúne artículos sobre su obra, poemas escogidos, además de tres ensayos del autor sobre la creación artística. Tal publicación logra dar una visión coherente de su poética. De la misma antología también se ocupa Vanessa Lago Barros, al que le agrega el subtítulo "El asombro de un poeta ante el mundo". Allí pasa revista, en su vasta obra, a los temas preferidos como el misterio de la vida, el amor, la creación artística, el compromiso político, la historia universal o la mitología y examina las etapas de su evolución literaria.
El extenso trabajo de Moraima Semprún de Donahue titulado "La obra ambroggiana y Por si amanece (Cantos de Guerra), un dualismo existencial", marca una curva en su creación desde un canto a la vida en Poemas de amor y de vida hasta abordar la muerte inevitable, que el poeta combate legando su labor artística a la posteridad. Nota un cambio radical en ‘Por si amanece’ cuya temática gira alrededor de divinidades, religiones y guerras y donde, con fuerza desgarradora, compara antiguas luchas mitológicas egipcias con las contemporáneas. Observa que el acontecimiento bíblico sigue vigente en la existencia humana.
Otro abordaje puede leerse en el ensayo "Humanismo y tecnología" de Juan Liscano donde expresa que, en una época en que se reduce la condición humana en favor de la producción técnica, de la escritura de Ambroggio emana el humanismo ahuyentado por la tecnología.
Mirian Pino en su estudio "Dos poemas migrantes ‘Lengua materna’ de Eduardo Espina y ‘Otredad’ de Ambroggio", al compararlos, observa que ambos fundan un espacio propio con la escritura reflexiva.
Los valiosos textos compilados, si bien nos aportan puntos de vista diversos y distintas interpretaciones, “coinciden en indicar que la poética y ensayística ambroggiana esquematiza una seductora mezcla de fuerza, conocimiento, emoción y honda reflexión, particularmente, en los temas de exilio, proceso creativo y cuestionamiento filosófico”, como expresa Rosa Tezanos-Pinto en la Introducción.
La Antología de poesías del autor, que integra esta edición, nos permite apreciar directamente su obra e interpretarla aplicando los estudios citados. Con criterio didáctico, está dividida en tres secciones según el tema predominante: el exilio, con una concepción amplia del término; la palabra, que nos permite participar de planos intangibles y la trashumancia, cuyo concepto lo condensa el autor en los siguientes versos de la poesía El viaje que somos, perteneciente a El testigo se desnuda: “Yo, piloto de vientos, / viajo el viaje que soy”.
En todos sus versos, las sugerentes metáforas se abren a una gran profundidad filosófica ya que son ideas y arquetipos que evocan el concepto. A través de ellas se vislumbra la vida plena, todo lo que no se puede captar por la lógica ni por la metafísica. Otros recursos utilizados son la anáfora, la antítesis al confrontar universos opuestos y la ironía. Sus estrategias discursivas ahondan la actitud crítica frente al mundo que lo rodea y transparentan su filosofía existencial.
PÁGINA
21 – CUENTO
RAÚL ASTORGA
(Rosario-Santa Fe-Argentina)
-BACKSTAGE-
Fue la noche del 31 de diciembre de 1999. Melanio Asconzábal había esperado ese amanecer tan cercano, con intensidad.
Fue la noche del 31 de diciembre de 1999. Melanio Asconzábal había esperado ese amanecer tan cercano, con intensidad.
Si bien no había
venerado con fervor (ni mucho menos) una predicción gitana que diecinueve años
antes le vaticinó su muerte para el 2000, reconoció varias veces que, en tanto
se aproximaba la fecha, crecía dentro suyo cierto grado de temor.
Sobre todo, por la
situación personal en que pudiera encontrarse en aquel momento.
Sin embargo, algo
falló para que los acontecimientos no se produjeran como tenía...
previsto.
Fue así como Melanio alquiló una modesta casita sobre las barrancas del Paraná, al norte de la ciudad. Se llevó sus cosas (las que consideraba útiles para pasar el verano), y aceptó la realidad de afrontar, en el desamparo, el advenimiento del nuevo milenio (si es que éste comenzaba aquella noche).
Se sentó en una silla de madera y paja, como las que tenía en el patio de la casa de su abuela. Se sentó al revés, contemplando el río, con los brazos apoyados en el respaldo. Con un vaso en una mano, conteniendo la cerveza helada y espumante; con el cigarrillo en la otra mano, y el indefinido placer de verlo consumirse entre sus dedos, lentamente, como el milenio que se estaba yendo.
Melanio vio los fuegos artificiales y los cohetes que surcaban el cielo para terminar sumergidos en las aguas calientes. Escuchó durante algunas horas las explosiones, hasta que fueron diluyéndose en la noche eterna. Cuando cundió el silencio, comenzó el examen de su memoria:
Recordó que había soñado para ese instante, la presencia de su primer amor, quien le entregó obscenamente su virginidad en una larga noche de sentimiento puro; y que, de pronto, sin más explicaciones, lo abandonó para irse a Canadá detrás de un ingeniero industrial que le proporcionaría un buen pasar (económico).
Recordó que su mejor
amigo se radicó en Europa dos años después de haber vuelto de la guerra de
Malvinas, y nunca le escribió una línea; de ningún modo supo más nada de quien
creía su hermano.
Recordó que su madre
se fugó con un vecino y lo dejó con su padre, hasta que éste murió de tristeza.
Recordó a su abuela
materna que años antes se fue en busca de su hija para darle un escarmiento.
Recordó que todo fue
muriendo para él y que la única compañía que se estuvo forjando para sobrevivir
fueron unos libros que leía en la parada, mientras vendía baratijas a los
transeúntes.
Con la primera claridad, Melanio dejó de recordar.
Se levantó de la
silla. La acercó a una mesa deteriorada sobre la cual había dejado papel en
blanco.
Escribió las primeras líneas sabiendo con certeza que nacía su primera novela, que debía inventarse otra historia de su vida, y que, si la predicción gitana se cumplía, lo atraparía en plena búsqueda de eso que algunos llaman felicidad.
PÁGINA
22 – POESÍA AMERICANA
RUTH
ANA LÓPEZ CALDERÓN
(Sucre-Chuquisaca-Bolivia)
(Sucre-Chuquisaca-Bolivia)
AMARGO
Un sorbo de mate amargo,
como silencios la madrugada peinan
soledades y ataviadas nostalgias
y las sombras de los árboles
acarician los barrotes de la ventana
pupilas que contemplan al horizonte.
Pensamientos
anegan confusos instantes
crepitan realidades penumbras devanan
y sueños seducen irracionales y es negro
y es blanco
y es gris:
crepitan realidades penumbras devanan
y sueños seducen irracionales y es negro
y es blanco
y es gris:
¡no!, ¡no!, ¡no!, es de rutilantes colores:
Ojos encandilados y estremecida piel,
perturba, crispa, como truncado el vuelo del pájaro
a lo lejos, y aleteos desesperan rasgar el viento
entremezclando, lágrimas y rocío
besando el marco de la ventana,
y la ironía danza sonriente sobre balcones viejos:
otro sorbo de amargo mate,
y embebidos resquemores y congeladas venas astillan
la piel.
La quietud abraza cada rincón del paisaje
resquebrajado, inhóspito,
vacíos claman presencias lejanas.
El mate amargo,
no tan amargo como el instante de lucidez.
UNA SALIDA
Los
lentos días, las noches aún más lentas
las madrugadas interminables
vestidos de temor,
palabras filos como navajas
vuelan por todas partes
las madrugadas interminables
vestidos de temor,
palabras filos como navajas
vuelan por todas partes
la guerra de un sólo frente
avasalla temblores plegados del velador
y cadavéricos encuentros
arrastran sus astillas por las alfombras
nada aplaca la ira de la boca
vano llanto trastocado del techo
moja las paredes,
y la ventana vierte inútiles ruegos, herejes,
y el más absoluto silencio
exaspera, ¡sí!, ¡sí!, exaspera esa boca
a pocos metros
una salida vislumbra esperanza,
o me voy, o muero.
ANTONIO ACEVEDO LINARES
(Bucaramanga-Colombia)
TU SED
Tu sed de justicia
que no prescriba
ni la ternura ni los besos
ni los crímenes ni las
caricias
ni el viento ni la poesía
ni el derecho ni los
abrazos
ni el amor ni las deudas
ni las promesas ni la risa
ni la libertad ni la
soledad
ni la rosa ni la luna
ni los delitos ni las
condenas
ni las convicciones ni los
principios
ni la dignidad ni la pasión
ni la lluvia ni el arcoiris
ni la victoria ni la
derrota
ni la vida ni la muerte
que cese el horror
de la noche de las victimas
los que vamos a morir
no otorgamos
ni perdón ni olvido.
LOS MUERTOS HEROICOS
Los muertos heroicos
que caen en combate
en la batalla ametrallados
en las trincheras o en
los bombardeos enemigos
los enterrados clandestinos
en algún lugar de la selva
los muertos heroicos con los que
se siembra la tierra roja de sangre
proscritos por un sueño y perseguidos
por la jauría de los ejércitos
que su muerte abone la memoria
de los que serán los muertos heroicos
de la patria que un día los erigirán
en estatuas de bronce en la plazas
con las palomas o la lluvia
sobre sus doradas esfinges.
AMAME
Ámame ahora que estoy viva
ahora que aún es temprano
antes de que sea demasiado
tarde y ya no este.
Ámame ahora que estoy tierna
y bella y aún puedo amar
con las caricias y besos de mi cuerpo.
Ámame ahora que respiro a tu lado
y siento el olor de tu pelo
y el sabor de tu cuerpo en mi boca.
Ámame ahora que tengo la primavera
antes de que llegue el otoño
y se desate el invierno o el verano.
LA MUERTE EN AUTOMÓVIL
La muerte es un automóvil
con dos o tres amigos lejanos.
Roberto Bolaños
LA MUERTE EN AUTOMÓVIL
La muerte es un automóvil
con dos o tres amigos lejanos.
Roberto Bolaños
La muerte es un
automóvil que maneja
un conductor ebrio
por las calles de la ciudad
que atropella niños
ancianos o un hombre
o una mujer bajo la lluvia
un muchacho en bicicleta
o en motocicleta que sangra
bajo sus llantas en el asfalto
esa estrella negra que va
dejando a su paso la muerte
en aparatosos accidentes
de tráfico cuando mezcla
turbiamente gasolina
y alcohol a la salida
de los bares o tabernas
de donde salen de beber
los asesinos con licencia
en lujosos automóviles
que como fantasmas
pasan veloces en la noche
o en una triste tarde solitaria.
POETICA
La poesía ese primer
territorio libre de la palabra
sus armas no son más
que la ternura y la lucidez
del hombre que la esgrime
como una espada o una caricia.
La poesía camina a pie
por la ciudad en la forma
de una mujer de falda roja o senos divinos
en las palomas blancas o grises
que revolotean sobre las estatuas heroicas
en los árboles de flores moradas
o amarillas que caen contra
el piso como hojarasca.
La poesía es la patria
de la lengua que escribes y hablas
y de la tierra que amas y cantas
son las mujeres desnudas de Botero
las mariposas amarillas de Macondo
el verde de todos los colores de Aurelio Arturo
el movimiento de caderas en árabe de Shakira
la travesía de Maqroll el Gaviero de Mutis
la travesía de Maqroll el Gaviero de Mutis
la rebelión de Joe Arroyo
las barracudas de Obregón
el escorpión de Higuita
el mar de siete colores de San Andrés
la tierra del olvido de Vives
el río de colores Caño Cristales
en la Sierra de la Macarena
las negras palenqueras de Cartagena
el canto de flauta de millo
de los gaiteros de San jacinto
y la vorágine de Arturo Cova de Rivera
los que definen el rostro
imborrable de la poesía.
PÁGINA
23 – ENSAYO
ANNA ARENT BANASIAK
(Lodz-Polonia)
DESACRALIZACIÓN
DEL TODO
A los principios de este breve
ensayo, quería referirme al texto escrito por Rodolfo Alonso, titulado Para qué sirve hoy la poesía y publicado
en el número de mayo de Gaceta Virtual.
El autor escribe razonablemente:
Como
casi todas las cosas del planeta la poesía ha sido hoy completamente
desacralizada”.
Indudablemente,
se puede dar más ejemplos. Sobre uno de ellos ya he escrito en mi tesis que
defendí en la Facultad de la Filología Polaca en la Universidad Lodz. Con el
fenómeno de la desacralización, tenemos que ver incluso en las Sagradas
Escrituras.
En 2006, en Polonia un grupo consistido en los
estudiantes preparó una adaptación del Evangelio según San Juan. ¿Pero dónde
está la cosa? El problema es que no usaron la lengua literaria sino el argot
juvenil. Después ese tratamiento fue explicado como la prueba de hacer las Sagradas
Escrituras, algo más interesante a la gente joven. Sin embargo, todo resultó
ser algo muy raro y, lo que es más importante, incluso blasfemo.
El Consejo de Lengua Polaca se pronunció acerca de esta ‘prueba’ de
manera crítica.
Otro ejemplo que se viene a mi cabeza, es la
publicidad de una cerveza polaca. Su guión es muy simple. Primero, hay un pub.
Después se ve un estadio lleno de los espectadores. Resuena el himno nacional
polaco. Un barman echa la cerveza y dice: ¡Al himno! En mi opinión es el igualamiento
de algo tan elevado, tan importante para cada país, con la consumición del
alcohol.
¿Cuál es la causa? Me parece que una de ellas
tiene que ver con las traducciones de las Sagradas Escrituras a las lenguas
nacionales.
Por supuesto, la idea fue buena. Pero con el
paso del tiempo, la gente dejó de sentir la diferencia.
Otra cosa es por supuesto el problema de sacar a
Dios del espacio público.
No quiero evaluar a nadie.
Sin embargo nuestra consciencia se ha cambiado
mucho durante el último siglo.
La religión es considerada como el asunto
privado, íntimo. Casi cada prueba de la muestra
de los convicciones puede ser reconocida como la violación de la ley de
la libertad religiosa. Siguiendo adelante, es posible llegar a la conclusión
que la única posibilidad es no tratar de ninguna religión.
Aquí hemos llegado a la pura paradoja. Después
de tantas guerras y sus víctimas, estamos en el momento cuando tenemos la
libertad de creer en lo que solo cada uno de nosotros tiene gana pero, simultáneamente,
si alguien trata de practicar alguna forma del culto, es percibido como
anticuado, estrecho o lamentable.
Desacralización, la falta de lo sacral, causa
que nuestra vida no sea tan profunda como podría ser. A pesar del progreso
científico no podemos percibir el mundo como la cadena de la causa al efecto.
Sin lo espiritual, no nos diferenciaríamos a los animales.
Ojalá no venga nunca ese día.
PÁGINA
24 – CUENTOS BREVES
ALEJANDRO CARRIQUE
(Olivos-Buenos
Aires-Argentina)
RODAJAS DEL TIEMPO
Caras, rostros colgados sobre la cornisa. Rodajas del tiempo andan dañando mi me memoria. Tal vez sea el alcohol que agudiza mi historia, pero también se que vivir tanto es proporcional a la melancolía que hoy degusto y proporcional a la sabiduría que hoy mata el disgusto.
Yo pienso cortado en suspenso. Todos somos rodajas del tiempo.
Navajas frías, cartón prensado, recuerdos estrangulados. He soñado con verte despierta cerca de mis brazos. He anhelado tu sonrisa a la par de la coherencia.
He deseado tanto que realmente me desees.
Caras o rostros o cornisas. Rodajas del tiempo me salpican. Tal vez sea mi adicción a vos la que me quita y da dolor. He soñado con Dios pero no recuerdo, he soñado con una cabaña adormecida y una chimenea herida.
Pienso en suspenso. Rodajas del tiempo todo el tiempo.
AMOR EN LA LUNA
Sobrevolando a través de la palabra te extrañe antes de haberte encontrado, y con toda la sensación que vino del futuro ya comenzamos a amarnos. El espacio tenía un lugar en el cielo bien guardado, y ahora, desde una casita en el árbol de la luna, vemos a la vida desde otro lado; el planeta tierra es una mancha importante del pasado, pero nada se compara con este amor que el destino con sus mejores manos ha logrado.
Sobrevolando la palabra en el tiempo por fin he encontrado lo que siempre he deseado.
Está impreso en el cielo y en nuestros cerebros todo lo que nos amamos. Toda una vida a nuestro lado, y de muertos, fantasmas en la luna… tomados de las manos.
LAS GALAXIAS Y YO
Yo te esperaba con la sonrisa en mi alcoba. Yo jugaba a que nada era cierto para no extrañarte. Yo pensaba escondido, porque no quería dolor. Yo jugaba a ser niño para alejarme de vos.
Cuanta gente se muere cuando se acaba el amor, cuánto tiempo se esconde y cuanto sol desaparece de vos.
Cuando el amor no está conmigo no pensaría en lo que digo. El tiempo conoce todo lo que me mantiene erguido.
Como un sueño mal dormido, yo podría haberte dicho todo lo que hoy está realmente vivo.
Muerto de silencio voy en busca de tu Dios, muerto de placer, enamorado, me voy muriendo sin tu voz. Yo, que estoy acorralado busco tu palabra y vos… que estás enamorada buscás la palabra bruja que te arranque de tu casa, como las hadas marcianas arrancan el veneno en las mañanas.
Toda una vida buscando despertar en las galaxias. Ese polvo mágico que se abre más allá de las palabras.
Caras, rostros colgados sobre la cornisa. Rodajas del tiempo andan dañando mi me memoria. Tal vez sea el alcohol que agudiza mi historia, pero también se que vivir tanto es proporcional a la melancolía que hoy degusto y proporcional a la sabiduría que hoy mata el disgusto.
Yo pienso cortado en suspenso. Todos somos rodajas del tiempo.
Navajas frías, cartón prensado, recuerdos estrangulados. He soñado con verte despierta cerca de mis brazos. He anhelado tu sonrisa a la par de la coherencia.
He deseado tanto que realmente me desees.
Caras o rostros o cornisas. Rodajas del tiempo me salpican. Tal vez sea mi adicción a vos la que me quita y da dolor. He soñado con Dios pero no recuerdo, he soñado con una cabaña adormecida y una chimenea herida.
Pienso en suspenso. Rodajas del tiempo todo el tiempo.
AMOR EN LA LUNA
Sobrevolando a través de la palabra te extrañe antes de haberte encontrado, y con toda la sensación que vino del futuro ya comenzamos a amarnos. El espacio tenía un lugar en el cielo bien guardado, y ahora, desde una casita en el árbol de la luna, vemos a la vida desde otro lado; el planeta tierra es una mancha importante del pasado, pero nada se compara con este amor que el destino con sus mejores manos ha logrado.
Sobrevolando la palabra en el tiempo por fin he encontrado lo que siempre he deseado.
Está impreso en el cielo y en nuestros cerebros todo lo que nos amamos. Toda una vida a nuestro lado, y de muertos, fantasmas en la luna… tomados de las manos.
LAS GALAXIAS Y YO
Yo te esperaba con la sonrisa en mi alcoba. Yo jugaba a que nada era cierto para no extrañarte. Yo pensaba escondido, porque no quería dolor. Yo jugaba a ser niño para alejarme de vos.
Cuanta gente se muere cuando se acaba el amor, cuánto tiempo se esconde y cuanto sol desaparece de vos.
Cuando el amor no está conmigo no pensaría en lo que digo. El tiempo conoce todo lo que me mantiene erguido.
Como un sueño mal dormido, yo podría haberte dicho todo lo que hoy está realmente vivo.
Muerto de silencio voy en busca de tu Dios, muerto de placer, enamorado, me voy muriendo sin tu voz. Yo, que estoy acorralado busco tu palabra y vos… que estás enamorada buscás la palabra bruja que te arranque de tu casa, como las hadas marcianas arrancan el veneno en las mañanas.
Toda una vida buscando despertar en las galaxias. Ese polvo mágico que se abre más allá de las palabras.
PÁGINA
25 – POESÍA AMERICANA
ANA MARÍA VALDEAVELLANO PINOT
(Ciudad de Guatemala-Guatemala)
HOY,
ES POESÍA
Cuando pretendemos saciarnos con migajas,
“vivimos” con la sensación
de que la vida
nos roba el vuelto,
hasta que nos hacemos invitar
AL BANQUETE
Porque las horas pueden ser soles o sombras,
HOY,
es poesía
Ayer,
cuando el mar se agitó
envidioso de tu mirada,
te reafirmé ola,
impetuoso horizonte
que refrescas mi playa
con tu pleamar de
hipocampos,
tritones y sirenas.
Quédate,
deja sales y espuma
en mi arena,
marea irrepetible de oro y
acua,
sorbiendo soles
y meciendo lunas.
Pleamar.
Despierta, amor,
que el telón de las pestañas
se corra
para dejar al descubierto
el espectáculo
de tu mirada,
porque,
HOY,
es poesía.
Bésame la palabra
y la pasión minusválida,
la lágrima,
la página en blanco
y el temor temblor de ayer.
Redime
con tu papila mágica,
de beso peregrino
de montes, manantiales,
cielo, follaje y placer.
Las preguntas acerca de una
certeza,
no son vanidad; son
recreación
de la certeza.
¿Y me preguntas por qué?
¿Por qué hoy, es poesía?
Porque…
Por tanto mirarlos
se te metieron en el alma
los celajes del atardecer,
en los poros
las luces del plenilunio.
las estrellas
en la sonrisa,
los arroyos en la mirada
y
las auroras
en el ser.
“No podemos bañarnos dos veces en el mismo río”
Heráclito de Efeso,
¿Y los
errores…?
Biografía
Hace ya muchos años,
me quemé las manos
y
pasé mucho tiempo
con las manos vendadas
sin tocar el agua.
Hace aun pocos años,
me volví a quemar la vida,
y
la volví a apagar
con agua sucia.
Hoy,
mis manos están sanas
y limpias,
para seguirte tocando,
Agua Limpia.
El claroscuro
es únicamente
uno de tantos matices de la
vida.
A contraluz,
de cara al sol,
tu luz se funde con los
celajes
en una sonrisa al día que
nace.
Escucho las olas.
Te veo
y pienso…
A tu lado
EL MAR
no tiene sal.
En el SOÑAR no son sinónimos
“SER o
ESTAR “dormido.
El insomnio
es un pretexto,
para buscar
tu aroma entre las sábanas
y llenar mis noche de ti.
El insomnio
es un pretexto,
para ver
tus labios entreabiertos
como un beso eterno
y acechar
tu aliento cálido,
que sale lentamente
a llenar mis noches de ti.
El insomnio
es un pretexto,
para verte a mi lado
pensar en ese instante
intemporal
y llenar mi noche de ti.
El insomnio
es un pretexto,
para soñar.
La fidelidad NO es un compromiso:
ES un estado del alma.
SOMOS
¡POESÍA!
El poeta besa palabras
HOY.
HOY,
TAMBIÉN
ES POESÍA
El tiempo
es
un embudo perverso,
pero
HOY…..
Antigua
Agua,
polvo
Y
piedra
de tiempo sin olvido.
Espadas cabalgantes,
ladrido de lebreles,
garra
y
colmillo
de león
de oro y sangre,
Cien cúpulas gimientes
con sísmicos lamentos….
Lágrimas de un volcán
Y un palacio negro.
Florece el ixquisúchil
de cruces y campanas,
alfombras penitentes,
incienso, paleatinas
y
ciriales.
…en punto,
a media noche,
Lloronas y Tatuanas,
Cadejos y nahuales
desfilan por su magia,
que un río pensativo
refresca en la memoria.
Al fondo…..
una niña
de cielo en la mirada,
esparce
su nostalgia.
El dolor de un pueblo
se mide
en la altura de la cabeza y
la mirada
de sus hijos.
Hoy,
conocí un pueblo
sin maquillaje en las
paredes,
con aroma
a lágrimas de mar,
refinerías de óxido
y miles de pasos
en círculo,
hacia ningún lugar del
alma.
Hoy,
conocí un pueblo
con los más bellos verdes
de desesperanza,
millonario de carencias
y ojos
perdidos en el horizonte,
hacia donde partió su
sonrisa…
Hoy,
conocí un pueblo
al que solo le queda la
palabra…
tan diferente
y tan parecido al mío…
Pueblos
El esplendor
ARQUEOLÓGIGO
es el destino
de un pueblo,
por la ira de sus dioses
condenados
al tártaro del olvido.
Otros,
quisieran ocultar su
dignidad
de callejera:
Cuerpos y lágrimas por una
moneda.
El mío,
IGNORA
La muerte y el adiós
son un beso con los ojos abiertos,
que nos da la vida.
La distancia no se define
en espacio,
ni la marca tu ausencia .
La define la ausencia de mí
en mí
cuando estoy contigo.
Pensé
que no sabría qué hacer sin
ti.
Hasta que descubrí que lo
que no sabía
era
qué hacer con el tiempo que
pasaba contigo.
El dolor
es solamente
una lección para el alma,
durante un olvido del
cuerpo.
Es la manera de aprender el arte de la vida,
no desde la vid
y la sonrisa,
sino desde la
vida misma,
Es aprender el nombre de lo triste,
Descubrir que hasta el dolor
va de la mano de la
tristeza.
Y
Que lo que más duele es la soledad,
que está sola
por su incapacidad de descubrirse a sí misma.
Epidramas
El dolor
es un vaso de vida que
se derrama.
Los dolores grandes no se lloran,
basta
con perder la vista en el horizonte
para ver nadar el alma
en un agujero negro.
Dolor, doliente, dolido, duelo:
palabras para definir
el crecimiento
rápido y efectivo.
El dolor
es la lágrima que se le escapa al alma
frente a lo inevitable.
La certeza de que el tiempo pasado no fue mejor,
que solo es la memoria del presente.
Y el presente,
el sueño futuro,
en un estado de tiempo sin tiempo, ni realidad.
Las hojas
son las lenguas
de los árboles;
la lengua,
las papilas de la vida.
El dolor
es sólo un instante sin sonrisa,
porque el amor
es fuerte,
el recuerdo,
imborrable
y
la presencia
de los que aún están con
nosotros,,
una invitación
al
GOZO.
Aun,
en cada papila te guardo un beso, una letra, …… y…..placer……
El poeta llora palabras,
HOY.
PÁGINA
26 – ENSAYO
EDUARDO GONZÁLEZ VIAÑA
(Chepén-Perú)
(Chepén-Perú)
EL
CASTELLANO DE FLOR EN FLOR
Tú sabes en qué se
parece un ascensor a una mariposa?
- En que el ascensor también va de 'floor' en 'floor'.
No me acuerdo dónde escuché este diálogo, y a lo mejor, yo mismo, soy uno de los interlocutores. Es una broma, por cierto, pero también es algo más que eso.
Es, además, el testimonio lingüístico del avance incontenible en Estados Unidos de un idioma que hasta hace pocos años era invisible, tímido e inaceptable en la vida social.
'Flor' y 'floor' (piso) sirven en este caso para hacer un juego de palabras, pero traen a la memoria la existencia de un híbrido llamado spanglish, que ha puesto los pelos de punta a más de un purista del castellano o del inglés. Es más, algunos candidatos a puestos de trabajo lo declaran como uno de los idiomas de su dominio y algunos profesores políticamente correctos los toman en serio y aprueban con una ceja arqueada de asombro y admiración.
No, el spanglish no es un idioma, sino una mezcla heterogénea de sintagmas y voces procedentes de una y otra lengua, sin pretensión de gramática y cuyas
expresiones son múltiples y diferentes de acuerdo con cada una de las comunidades norteamericanas, y no hay posibilidad alguna de que adquiera la transparencia de una lengua ni su condición de comunicadora universal.
En mil años, el castellano ha sobrepasado airoso las invasiones germánicas, la conquista árabe y su propio dominio sobre el Nuevo Mundo sin que las estructuras gramaticales se hayan alterado mayormente. Una de las razones por las que amo este idioma mágico es su burlona estrategia para resistir los cambios de la historia.
Soy uno de los cuarenta millones que lo hablan o lo sienten en Estados Unidos, y si tengo en cuenta que cuando llegué a este país, éramos diez millones menos, prefiero no hacer pronósticos en torno del futuro de la lengua de Shakespeare en este país.
Una alumna me preguntó ayer si en América Latina hablamos mejor o peor que en España, y yo recordé a Borges, quien decía que: "No he observado que los
españoles hablaran mejor que nosotros. Hablan en voz más alta, eso sí".
Y nosotros estamos ahora haciendo lo mismo. Los hispanoparlantes hablamos cada día en voz más alta en Estados Unidos. Nuestra presencia física como nuestras realizaciones en todos los terrenos le han quitado al idioma su anterior condición de invisible, y los padres hispanos ya no temen que sus hijos lo hablen, ni que sean discriminados por esa causa.
Sin embargo, en la otra orilla hay quienes se asustan. El doctor Samuel Huntington, por ejemplo, se ha construido una fama mundial como agorero y
nigromante a fuerza de quitar el sueño de muchos norteamericanos con miles de páginas que repiten el estribillo de que los inmigrantes vamos a dividir al país. Olvida que hemos fundado buena parte de él.
San Diego, Los Ángeles, Santa Rosa, Paso Robles, Santa Bárbara, Santa Clara, Santa Clarita, Salinas, Modesto, Merced, Ventura, Escondido, Santa Mónica, San Bernardino, San José, Palo Alto, San Francisco, Sacramento y la propia Florida, con sus rotundos nombres hispánicos, son prueba de que probablemente Huntington fue reprobado de niño en la clase de historia, o quizás ni siquiera la tomó, lo cual es posible dentro del sistema educativo actual de Estados Unidos.
Los fundadores, por lo demás, todavía no sabían roncar con marcialidad en las noches porque el llamado 'sueño americano' no fue una invención de ellos, sino
una promesa de diversidad, tolerancia y libertad surgida de la convivencia entre la gente de todo el mundo que ha llegado en estos siglos y sigue llegando a esta nación de inmigrantes.
Y por todo esto, el español se expande aquí, tímido, mágico y bello como una mariposa que va de flor en flor y de floor en floor.
- En que el ascensor también va de 'floor' en 'floor'.
No me acuerdo dónde escuché este diálogo, y a lo mejor, yo mismo, soy uno de los interlocutores. Es una broma, por cierto, pero también es algo más que eso.
Es, además, el testimonio lingüístico del avance incontenible en Estados Unidos de un idioma que hasta hace pocos años era invisible, tímido e inaceptable en la vida social.
'Flor' y 'floor' (piso) sirven en este caso para hacer un juego de palabras, pero traen a la memoria la existencia de un híbrido llamado spanglish, que ha puesto los pelos de punta a más de un purista del castellano o del inglés. Es más, algunos candidatos a puestos de trabajo lo declaran como uno de los idiomas de su dominio y algunos profesores políticamente correctos los toman en serio y aprueban con una ceja arqueada de asombro y admiración.
No, el spanglish no es un idioma, sino una mezcla heterogénea de sintagmas y voces procedentes de una y otra lengua, sin pretensión de gramática y cuyas
expresiones son múltiples y diferentes de acuerdo con cada una de las comunidades norteamericanas, y no hay posibilidad alguna de que adquiera la transparencia de una lengua ni su condición de comunicadora universal.
En mil años, el castellano ha sobrepasado airoso las invasiones germánicas, la conquista árabe y su propio dominio sobre el Nuevo Mundo sin que las estructuras gramaticales se hayan alterado mayormente. Una de las razones por las que amo este idioma mágico es su burlona estrategia para resistir los cambios de la historia.
Soy uno de los cuarenta millones que lo hablan o lo sienten en Estados Unidos, y si tengo en cuenta que cuando llegué a este país, éramos diez millones menos, prefiero no hacer pronósticos en torno del futuro de la lengua de Shakespeare en este país.
Una alumna me preguntó ayer si en América Latina hablamos mejor o peor que en España, y yo recordé a Borges, quien decía que: "No he observado que los
españoles hablaran mejor que nosotros. Hablan en voz más alta, eso sí".
Y nosotros estamos ahora haciendo lo mismo. Los hispanoparlantes hablamos cada día en voz más alta en Estados Unidos. Nuestra presencia física como nuestras realizaciones en todos los terrenos le han quitado al idioma su anterior condición de invisible, y los padres hispanos ya no temen que sus hijos lo hablen, ni que sean discriminados por esa causa.
Sin embargo, en la otra orilla hay quienes se asustan. El doctor Samuel Huntington, por ejemplo, se ha construido una fama mundial como agorero y
nigromante a fuerza de quitar el sueño de muchos norteamericanos con miles de páginas que repiten el estribillo de que los inmigrantes vamos a dividir al país. Olvida que hemos fundado buena parte de él.
San Diego, Los Ángeles, Santa Rosa, Paso Robles, Santa Bárbara, Santa Clara, Santa Clarita, Salinas, Modesto, Merced, Ventura, Escondido, Santa Mónica, San Bernardino, San José, Palo Alto, San Francisco, Sacramento y la propia Florida, con sus rotundos nombres hispánicos, son prueba de que probablemente Huntington fue reprobado de niño en la clase de historia, o quizás ni siquiera la tomó, lo cual es posible dentro del sistema educativo actual de Estados Unidos.
Los fundadores, por lo demás, todavía no sabían roncar con marcialidad en las noches porque el llamado 'sueño americano' no fue una invención de ellos, sino
una promesa de diversidad, tolerancia y libertad surgida de la convivencia entre la gente de todo el mundo que ha llegado en estos siglos y sigue llegando a esta nación de inmigrantes.
Y por todo esto, el español se expande aquí, tímido, mágico y bello como una mariposa que va de flor en flor y de floor en floor.
PÁGINA
27 – CUENTO
OSWALDO MEJÍA CHUMPITAZ
(Lima-Perú)
EN ALGUNA PARTE DE NINGÚN LUGAR
OSWALDO MEJÍA CHUMPITAZ
(Lima-Perú)
EN ALGUNA PARTE DE NINGÚN LUGAR
Millones de párvulas vidas, de un lado y del otro, con párvulas ilusiones, de un lado y del otro, emprenden el camino a la confrontación. Puñados de decrépitos ancianitos, de un lado y del otro, con maquiavélicas intenciones, de un lado y del otro, azuzan al parvuleo a lidiar por una razón.
Los párvulos, de un lado y del otro, se enfrentan en guerras y ofrendan su párvula sangre al campo. Los grupos de decrépitos ancianitos, de un lado y del otro, monitorean las batallas por televisión. Párvulos y ancianitos, de un lado y del otro, esgrimen sueños y conceptos para su intervención.
Entre la pestilencia de los cuerpos párvulos, de un lado y del otro, los decrépitos ancianitos de un lado y del otro, repartirán medallas y pésames a párvulos mutilados y a madres desconsoladas que no entienden por qué fue la lucha, qué motivó la gran desazón.
Ha llegado el momento de reclamar lugares, honores y dignidades saqueadas, de un lado y del otro. Los decrépitos ancianitos, de un lado y del otro, evalúan si fue un buen negocio o si se perdió. Los párvulos, de un lado y del otro, que devoren su mierda. La guerra ya acabó.
Hay párvulos de quince y veinte. Créanmelo, de un lado y del otro… Si una madre llora a un crío adolescente, el llanto derramado, de un lado y del otro… es por un párvulo que murió.
PÁGINA
28 – POESÍA AMERICANA
CARLOS
ENRIQUE LASSO CUEVA
(Guayaquil-Ecuador)
MIRTA
AGUIRRE
He ahí la apoteosis
Viste sus pasos imponentes
Oíste su voz ronca
Grave palabra la del descubrimiento
Ilustre forjadora de un testimonio
La tienes en tu casa a tu lado escribiendo
Miras su colosal paciencia que deslumbra
Ella fue un sol que apareció en una ruta antigua
Descendiente de dioses pacíficos que cultivaron la belleza
Símbolo de certezas aprendidas en las antiguas horas
Memoria gigantesca rescatada en una ruta de leyenda
Maestra y camarada el poeta te brinda un saludo militar
Allá en el fondo de la memoria donde yaces
Aún inspiras la trascendente ternura
La sensitiva furia que crea estrellas
Sabes del dolor de existir soñando inmensidades
Pero tú lo lograste
SEGUNDO CUEVA CELI
EL ILUSTRE ABUELO LOJANO
Te veo una tarde de lluvia
Con el largo paraguas compañero
Caminando en los años que te permitieron los dioses
oyendo a los apóstoles del trueno venturoso
tierno artífice entre las grandes olas del destino que no cesan
recuerdo los días fertilizados con tu gesto
sacerdote consagrado en una ceremonia en la cumbre de una montaña diáfana
tu idioma fue el murmullo de la vida cuando es dulce
tu voz resuena cálida en el lago
vienes y vas cruzando el mundo con la luz
tu tiempo de sonidos edificados ante el sol va unido al río de tu niñez
que sigue cruzando la ciudad
símbolo de armonía
tu melodía seguirá acompañando a la gente que camine por tus calles
héroe paciente, amigo de la tarde que construyó tu destreza
tu mano cruza con el viento los días saludando a la tierra
haces señas felices
imperdurable artífice del canto
diriges la ilusión desde el profundo surco tuyo
huellas memoria nombre tiempo música
caminaste de la mano de Euterpe hasta tu último día
fiel al amor que cultivaste
traductor de invisibles secretos
descifrador de códigos
ascua perenne
convergencia del ritmo en el seno del murmullo
perito en la llovizna que fertilizó pentagramas
flujo indeleble de semillas
notas que presagiaron veranos venturosos
equilibrio intacto del profundo soplo
cuesta arriba del párpado infinito
atrincherado en un relámpago
que suena aún y brilla mensajero derrotando a la noche.
ADIVINANZA
Al amanecer el viento trae avisos indescifrables
Una mujer desconocida ha caído en el barranco
Y se ha encontrado asesinada a la patrulla nocturna
Hilera de pies descalzos tirita cerca de las flores
El milenario remolino sigue cobrando víctimas
Mientras llueve cruelmente sobre la calcinada miseria
Adivinanza de huellas, en qué rincón está la muerte?
En qué podrido hueco se ha detenido el destino?
Y DESPUÉS
Después es solo el tiempo de las sombras
O la luz inmolada camino al paraíso?
El reverso de las falsas monedas
O la fanfarria estrepitosa de los guardianes del púlpito?
El documento rescatado es apócrifo dijo el anciano
Especialista en letras antiguas
Pero parece haber sido anotado un código en las esquinas
podría ser descifrado
si encuentran un experto en numerología
De todos modos percibo el indicio de una advertencia
Pienso que debemos alejarnos de esta tumba
LAS CLAVES
Hay cosas en la axiología que son irrefutables
Dice el anciano mientras bebe una infusión antes de iniciar el ayuno
Pero los araneros trastocan el significado de los símbolos secretos
Son responsables de que los días se distorsionen
Y así el tiempo se confunde
La jerigonza de los léperos es obra de los íncubos
Es una estratagema para atraer a los lémures
El senescal extrae unos manuscritos que ha mantenido ocultos
Ha cultivado la eutrapelia
Conoce el secreto de la longevidad
Ha presenciado guerras tumultos desgracias crímenes
Ha sobrevivido persecuciones
Ha conocido banderas inventadas por las tribus dedicadas al saqueo y al pillaje
El tiempo ha calmado los ánimos de los adictos al crimen
Los días ahora son lentos y fáciles
Cree que ha llegado el momento de revelar los secretos orígenes
Mira al poniente y suspira
LA MAÑANA
Al amanecer el sol encuentra sacudidos los cimientos del mundo
Inefable aroma del desierto al mediodía
Las piezas en el tablero de ajedrez esperan la tarde
los ojos descubridores escudriñan el paisaje
notan la brisa suave y cadenciosa como mundos anhelados
El murmullo eleva su plegaria al viento mensajero
La tribu canta su himno
Esperanzada voz se oye
el cántico unifica cristales troncos rotos
mujeres se bañan desnudas bajo el mar que desde el fondo las mira
El armisticio ha complacido a los sacerdotes
Este año los días serán más largos y las noches felices
Fiesta del diluvio que no vino
Pacto sagrado con el tiempo
La estirpe piensa en la cosecha
JIMMY VALDEZ
(Ridgewood-NewYork/USA)He ahí la apoteosis
Viste sus pasos imponentes
Oíste su voz ronca
Grave palabra la del descubrimiento
Ilustre forjadora de un testimonio
La tienes en tu casa a tu lado escribiendo
Miras su colosal paciencia que deslumbra
Ella fue un sol que apareció en una ruta antigua
Descendiente de dioses pacíficos que cultivaron la belleza
Símbolo de certezas aprendidas en las antiguas horas
Memoria gigantesca rescatada en una ruta de leyenda
Maestra y camarada el poeta te brinda un saludo militar
Allá en el fondo de la memoria donde yaces
Aún inspiras la trascendente ternura
La sensitiva furia que crea estrellas
Sabes del dolor de existir soñando inmensidades
Pero tú lo lograste
SEGUNDO CUEVA CELI
EL ILUSTRE ABUELO LOJANO
Te veo una tarde de lluvia
Con el largo paraguas compañero
Caminando en los años que te permitieron los dioses
oyendo a los apóstoles del trueno venturoso
tierno artífice entre las grandes olas del destino que no cesan
recuerdo los días fertilizados con tu gesto
sacerdote consagrado en una ceremonia en la cumbre de una montaña diáfana
tu idioma fue el murmullo de la vida cuando es dulce
tu voz resuena cálida en el lago
vienes y vas cruzando el mundo con la luz
tu tiempo de sonidos edificados ante el sol va unido al río de tu niñez
que sigue cruzando la ciudad
símbolo de armonía
tu melodía seguirá acompañando a la gente que camine por tus calles
héroe paciente, amigo de la tarde que construyó tu destreza
tu mano cruza con el viento los días saludando a la tierra
haces señas felices
imperdurable artífice del canto
diriges la ilusión desde el profundo surco tuyo
huellas memoria nombre tiempo música
caminaste de la mano de Euterpe hasta tu último día
fiel al amor que cultivaste
traductor de invisibles secretos
descifrador de códigos
ascua perenne
convergencia del ritmo en el seno del murmullo
perito en la llovizna que fertilizó pentagramas
flujo indeleble de semillas
notas que presagiaron veranos venturosos
equilibrio intacto del profundo soplo
cuesta arriba del párpado infinito
atrincherado en un relámpago
que suena aún y brilla mensajero derrotando a la noche.
ADIVINANZA
Al amanecer el viento trae avisos indescifrables
Una mujer desconocida ha caído en el barranco
Y se ha encontrado asesinada a la patrulla nocturna
Hilera de pies descalzos tirita cerca de las flores
El milenario remolino sigue cobrando víctimas
Mientras llueve cruelmente sobre la calcinada miseria
Adivinanza de huellas, en qué rincón está la muerte?
En qué podrido hueco se ha detenido el destino?
Y DESPUÉS
Después es solo el tiempo de las sombras
O la luz inmolada camino al paraíso?
El reverso de las falsas monedas
O la fanfarria estrepitosa de los guardianes del púlpito?
El documento rescatado es apócrifo dijo el anciano
Especialista en letras antiguas
Pero parece haber sido anotado un código en las esquinas
podría ser descifrado
si encuentran un experto en numerología
De todos modos percibo el indicio de una advertencia
Pienso que debemos alejarnos de esta tumba
LAS CLAVES
Hay cosas en la axiología que son irrefutables
Dice el anciano mientras bebe una infusión antes de iniciar el ayuno
Pero los araneros trastocan el significado de los símbolos secretos
Son responsables de que los días se distorsionen
Y así el tiempo se confunde
La jerigonza de los léperos es obra de los íncubos
Es una estratagema para atraer a los lémures
El senescal extrae unos manuscritos que ha mantenido ocultos
Ha cultivado la eutrapelia
Conoce el secreto de la longevidad
Ha presenciado guerras tumultos desgracias crímenes
Ha sobrevivido persecuciones
Ha conocido banderas inventadas por las tribus dedicadas al saqueo y al pillaje
El tiempo ha calmado los ánimos de los adictos al crimen
Los días ahora son lentos y fáciles
Cree que ha llegado el momento de revelar los secretos orígenes
Mira al poniente y suspira
LA MAÑANA
Al amanecer el sol encuentra sacudidos los cimientos del mundo
Inefable aroma del desierto al mediodía
Las piezas en el tablero de ajedrez esperan la tarde
los ojos descubridores escudriñan el paisaje
notan la brisa suave y cadenciosa como mundos anhelados
El murmullo eleva su plegaria al viento mensajero
La tribu canta su himno
Esperanzada voz se oye
el cántico unifica cristales troncos rotos
mujeres se bañan desnudas bajo el mar que desde el fondo las mira
El armisticio ha complacido a los sacerdotes
Este año los días serán más largos y las noches felices
Fiesta del diluvio que no vino
Pacto sagrado con el tiempo
La estirpe piensa en la cosecha
JIMMY VALDEZ
TODO TU AROMA EN MI CRÁNEO
Como si la fábula de un búho se subiese a runrunear allí en tu sombra
Aquí
Aquí donde he reunido toda posesión
Aquí
Yo no puedo ser más que estas dos tumbas
que cuelgan como un hacha sin empuñe
en el graznido del cuervo.
Me tumbo en el bosque bajo sombras solo aptas para adultos;
adeudo las estrías de mi emblema,
la sembrada multitud de los exilios, veinte sicarios conocidos
cantores de sus desgracias:
crezco como un juguete viejo que de vez en cuando emerge para devorar de la infancia el herido retorno de todas las espinas.
Sucedo espantosamente… digo lluvia y el mundo se precipita.
PÁGINA
29 – ENSAYO
CARLOS FAJARDO FAJARDO
(Santiago de Celi-Colombia)
CARLOS FAJARDO FAJARDO
(Santiago de Celi-Colombia)
RITUAL DE TÍTERES O LA POESÍA COMO PROTAGONISTA
“Se imaginó escribiendo
una novela
donde todos asistirían
como títeres a un ritual,
en una ciudad que
rápidamente se deshace”
Ritual de Títeres, Gonzalo Márquez Cristo
“Abrir los diques del
lenguaje, ir más allá del monosílabo”. He aquí una de las claves secretas y
maravillosas de esta novela-río, novela-poema, novela-ensayo, imagen y
pensamiento. Fusión de voces y de vidas al filo de los cuchillos, al fondo de
los abismos poéticos e históricos de una generación siempre a la intemperie, la
cual vivió las tempestades de la violencia, la búsqueda desgarrada de todos los
placeres y el desengaño de las grandes utopías al no dar con ninguna puerta
abierta, ninguna luz. Tal es la atmósfera de este Ritual de títeres,
seres en medio de la fragua histórica, llenos de fracasos, ruinas, doloroso
erotismo y muerte.
En este escenario del
mundo, la palabra es la protagonista principal del drama; la palabra convertida
en poesía, se entiende. Por ello aplaudo este ritual y caudal poético, esta
lucha perpetua donde triunfa la pulsión creadora de la poeisis, su
pasión fundante. Sabemos que “el verdadero poeta, según T.S. Eliot, es el que
hace de su lengua una gran lengua”. Se alimenta de su tradición, pero a la vez,
la supera enriqueciéndose en otras fuentes diferentes a su raíz; se renueva en
profundidad constante. Poesía para alterar la vida; poesía para sabotear las
rutinarias frases y costumbres de su tiempo, para ser críticos en aquellos
períodos donde la pobreza imaginativa y existencial nos consume. Poesía para
mantenernos creativos, atentos, vigilantes.
De allí la
imposibilidad de nombrar a este río de imágenes novela, o bien, objeto
narrativo a secas, pues como tal deconstruye las lógicas tradicionales
narrativas, la antigua idea de ser un contador de historias. Aquí existe otra
cosa, se ha propuesto otro asunto: quizá sea un rizoma lingüístico donde “el
tiempo no fluye: estalla”; un libro que elabora una cartografía calidoscópica
de las sensibilidades, con múltiples entradas y posibilidades, o bien un juego
de espacios y de tiempos discontinuos, donde cada capítulo –si es conveniente
denominarlo así- funciona como multiplicidad autónoma, como un poema en sí,
desde sí, sin principio ni fin, laberíntico, descentrado, disperso. Libro
unión de fragmentos construido desde lo par-impar-sin par, de tal suerte que
las dicotomías tradicionales de Occidente se intentan romper, o al menos se
cuestionan desde la fuerza del lenguaje.
Creo encontrar en
ello uno de sus mayores riesgos y propuestas: dinamitar la concepción de la
novela, siguiendo la tradición del romanticismo alemán temprano de la “Obra de
arte total”, es decir, la fusión de géneros, lograda, como proponía
Friedrich Schlegel, con una liberalidad absoluta pero con un rigor muy grande.
Como resultado, el texto se convierte en acto de reflexión filosófica
existencial, en una delirante imaginación, en apasionada teoría poética y
estética, donde la fuerza unificadora como un continuum es
la poesía. Entonces se lee: “La pretensión es consagrar en estas páginas el
sueño de la novela-ensayo-poema, de la novela-cuento-teatro, de una intensa
literatura esencial”. Desde esta apuesta, Ritual de títeres dialoga
con Novalis, Joyce, Broch, Borges, Dylan Thomas, Lezama Lima, Bioy Casares;
continúa en la cuerda floja de los poetas dadaístas, surrealistas y
expresionistas; se alimenta de Vicente Huidobro y de César Vallejo, se comunica
en poema pero se constituye en pensamiento y concepto. Dicha aventura del
lenguaje escarba y se contagia de las grandes conquistas artísticas de una
modernidad rebelde, crítica y subversiva; de las profanas estéticas
vanguardistas de la protesta y del cambio; se contagia de las aventuras del
espíritu nihilista nietzscheano, explora la libertad erótica y el “desarreglo
de todos los sentidos”.
Hemos asegurado que
este “libro-río”, “libro-imagen”, como le gustaba a Gilles Deleuze llamar a su
Rizoma -hecho de mil mesetas, de mil posibilidades- se muestra como una fusión
de fragmentos que pueden leerse de forma independiente y ponerse en diálogo
desde cualquiera de sus partes. Ello obliga a inventar otro tipo de lector, un
lector de flujos, de caudales, un lector poeta, receptor-creador que vaya al
ritmo torrentoso de las palabras. También aquí encuentro una de las más
riesgosas propuestas del libro: exigir –tal vez inventar- otro tipo de lector
no lineal, con un capital simbólico muy amplio, el cual dialogue con los
momentos y conceptos filosóficos, estético-poéticos y políticos más
significativos de la cultura occidental: Heráclito, Platón, Goethe,
Kierkergaard, Freud, Kavafis, Coleridge, Rimbaud, D.H. Laurence, Chaplin,
Héctor Lavoe, Led Zeppelin, Roling Stones…
Otro lector, otro
narrador, otro poeta: “una novela donde la acción es excluida y tan sólo deja
sus esquirlas en los hombres derruidos”, se lee en el capítulo X. Y en otro
apartado: “el lector pone en movimiento el tiovivo de figuraciones trágicas”
(Capítulo XVI), a la vez que se instaura la ya anunciada por Roland
Barthes “muerte del autor”. No hay aquí un Yo narrador plenipotenciario,
ni un narrador tótem. Existen varios narradores-poetas, polifonía y
pluralidad de rituales ante la palabra. “Se escribe para desaparecer. Si
decimos ‘Yo’ estamos obligados a mirarnos desde afuera, a convertirnos en
objeto, a construir un espejo de cinco nombres y pronombres” (Capítulo XXIV).
Muerte del narrador tradicional, surgimiento de polifonías intertextuales,
calidoscópicas. Es la poesía la que funda estas actuaciones de títeres en medio
de la terrible soledad del Ser.
De igual manera, la
diversidad de voces poéticas no intenta narrar situaciones cotidianas, sucesos.
Estos sólo se sugieren. Más que recrear anécdotas se trata es de construir
atmósferas estéticas y propuestas poéticas. Existen, claro, personajes con
nombres míticos: Ariadna, la protagonista y Fedra; la trilogía masculina Jano,
Orfeo y Mirtilo; historias de amor y desamor que el lector capta entre líneas
en medio de la corriente de este sonoro río. También encontramos espacios de
una Bogotá real: el barrio La Candelaria, La Carrera Trece, la Séptima, el
centro de la ciudad, los bares, pero todo ello alejado del afán novelesco de
contar una historia convencional y sí utilizado como pretexto para
formular una estructura distinta de novela y una nueva posición del escritor
frente al lenguaje. Es el estallido de la palabra-nómada que desterritorializa
todo ritual doméstico de la escritura; es la línea de fuga de la poesía contra
lo pétreo, lo consolidado, el confort, la burocracia del pensamiento.
Es esto lo que
convierte a esta novela en un “río de estilo”, pues en cada página el lector se
encuentra con un profundo y extenso poema, como atravesando un campo minado.
Saludo, pues, este
trabajo escritural riguroso y riesgoso; esta atrevida metaforización progresiva
y provocadora que va en contravía a las exigencias que hace el mercado a los
novelistas de última hora, presos del imperio de la rentabilidad, de la fama y
de las preferencias del cliente. Saludo su feroz combate contra las novelas
escritas por encargo, fáciles, efectistas, efímeras, reemplazables. Ritual
de títeres, muy al contrario, exige varias lecturas, es decir varios
desgarramientos. Novela-red que se enreda y desenreda en el laberinto de
laberintos donde Ariadna juega con sus marionetas arrojadas al escenario del
lenguaje. Novela-experiencia, como si las propuestas de Morelli, en la Rayuela de
Cortázar, o de Lezama Lima sobre la idea de escribir la “anti-novela”, la
“novela-Metáfora”, se hicieran presentes, concreción, cuerpo vital.
Bajo la oscura, fría
y lluviosa Bogotá, estos personajes, dispersos y extraviados, hacen su ritual y
se difuminan en “la aventura del lenguaje y en la hoz fundadora de la risa”.
PÁGINA
30 – CUENTO
OLIVERIO GIRONDO
(Buenos Aires-Argentina)
(Buenos Aires-Argentina)
A LAS CHICAS DE FLORES
Las chicas de Flores tienen los ojos dulces como las almendras azucaradas de la Confitería del Molino. Y usan moños de seda que les liban las nalgas en un aleteo de mariposa. Las chicas de Flores se pasean tomadas de los brazos para transmitirse sus estremecimientos. Y si alguien las mira en las pupilas aprietan las piernas de miedo a que el sexo se les caiga en la vereda. Al atardecer todas ellas cuelgan sus pechos sin madurar del ramaje de hierro de los balcones, para que sus vestidos se empurpuren al sentirlas desnudas. De noche, a remolque de sus mamás —empavesadas como fragatas— van a pasearse por la plaza para que los hombres les eyaculen palabras al oído: sus pezones fosforescentes se encienden y se apagan como luciérnagas. Las chicas de Flores viven en la angustia de que las nalgas se les pudran como manzanas que se han dejado pasar. Y el deseo de los hombres las sofoca tanto, que a veces quisieran desembarazarse de él como de un corsé, ya que no tienen el coraje de cortarse el cuerpo a pedacitos y arrojárselo a todos los que pasan por la vereda.
Las chicas de Flores tienen los ojos dulces como las almendras azucaradas de la Confitería del Molino. Y usan moños de seda que les liban las nalgas en un aleteo de mariposa. Las chicas de Flores se pasean tomadas de los brazos para transmitirse sus estremecimientos. Y si alguien las mira en las pupilas aprietan las piernas de miedo a que el sexo se les caiga en la vereda. Al atardecer todas ellas cuelgan sus pechos sin madurar del ramaje de hierro de los balcones, para que sus vestidos se empurpuren al sentirlas desnudas. De noche, a remolque de sus mamás —empavesadas como fragatas— van a pasearse por la plaza para que los hombres les eyaculen palabras al oído: sus pezones fosforescentes se encienden y se apagan como luciérnagas. Las chicas de Flores viven en la angustia de que las nalgas se les pudran como manzanas que se han dejado pasar. Y el deseo de los hombres las sofoca tanto, que a veces quisieran desembarazarse de él como de un corsé, ya que no tienen el coraje de cortarse el cuerpo a pedacitos y arrojárselo a todos los que pasan por la vereda.
PÁGINA
31 – POESÍA ALLENDE EL MAR
MARTA ZABALETA
(Londres-Reino Unido)MARTA ZABALETA
SUEÑOS FANTÁSTICOS DE UNA NOCHE DE QUIMERAS DERRETIDAS
(Poema tomado de la Revista Digital Poesía Salvaje.org, de Valencia)
en memoria de Myriam Garbulsky(*) y nuestro pasado común
Frente al paredón(*) La Dra Clelia Myriam Garbulsky, se desempeñaba como responsable del servicio de salud de la Universidad de Concepción en el momento del golpe de estado en Chile (11 de septiembre de 1973), murió en Argentina, el 7 de enero de 2012, luego de una prolongada y dolorosa enfermedad, sólo unas pocas semanas después de haber sido, por fin, listada como víctima de prisión y tortura durante la dictadura de las fuerzas armadas chilenas.
SILVIA DELGADO FUENTES
(Bilbao-Euskal Herría-España)
POR PELOTAS
Le han matado y se cruzan de brazos.
Como si fuera culpable de algo.
Como si fuera un delito respirar, le reventaron la cabeza.
Otro caído en este mundo de violencia.
Otro a quien le arrancan el futuro de cuajo,
a quien abrasan los sueños,
a quien vacían el cuerpo,
a quien visten de luto y de féretro.
Pero hay alguien que dice: apunten disparen fuego.
Hay alguien que reparte esa ausencia y ese dolor entero,
hay alguien que mastica las vidas sin sentir una pizca de culpa, ni un poco de remordimiento.
Hay alguien que manosea las balas mientras caen por todas partes huesos, tuertos, muertos.
Y mañana seguirá con su trabajo de náusea, con su sed de sabia roja.
Y mañana se lamerá las manos mientras piensa qué decir a un pueblo, a una familia.
Y sus palabras serán como escupir todos los nombres.
Como llenar de babas
el recuerdo
de un joven
que murió con el cráneo hecho pedazos.
Como si fuera culpable de algo.
Como si fuera un delito respirar, le reventaron la cabeza.
Otro caído en este mundo de violencia.
Otro a quien le arrancan el futuro de cuajo,
a quien abrasan los sueños,
a quien vacían el cuerpo,
a quien visten de luto y de féretro.
Pero hay alguien que dice: apunten disparen fuego.
Hay alguien que reparte esa ausencia y ese dolor entero,
hay alguien que mastica las vidas sin sentir una pizca de culpa, ni un poco de remordimiento.
Hay alguien que manosea las balas mientras caen por todas partes huesos, tuertos, muertos.
Y mañana seguirá con su trabajo de náusea, con su sed de sabia roja.
Y mañana se lamerá las manos mientras piensa qué decir a un pueblo, a una familia.
Y sus palabras serán como escupir todos los nombres.
Como llenar de babas
el recuerdo
de un joven
que murió con el cráneo hecho pedazos.
SE IRÁN
Se irán lejos, tan lejos, muy lejos.
Dirán, quizá, que no fueron ellos los que quisieron
arrancarnos el pan, la memoria, la confianza en ti, en ti
o en aquellos.
Caminaran de prisa, a empujones,
perdiendo los modales,
apedreados por los niños que bebieron de su espanto,
que sufrieron la dentera del hambre y los harapos.
Y se irán,
dejando tras de sí
un lugar con hiel entre las piernas,
con el fruto convertido en piedra.
Y se irán, callados, por si acaso,
sin probar su propio látigo,
con la verdad desenterrada,
aullada a pleno pulmón
mientras se marchan.
Y todo el plomo,
todo.
Todo el horror, todo,
toda su áspera miseria
serán deletreados
para escribir de nuevo la historia.
Y se irán,
por supuesto que se irán
con sus delirios y maldades,
con sus blancos guantes
y sus sucias dignidades.
Y nosotros, cansados,
hartos de llevar por su culpa los pies descalzos, la vida a rastras,
cantaremos al verles marchar la vieja canción
que se canta
cuando la victoria entra definitivamente en cada casa.
Dirán, quizá, que no fueron ellos los que quisieron
arrancarnos el pan, la memoria, la confianza en ti, en ti
o en aquellos.
Caminaran de prisa, a empujones,
perdiendo los modales,
apedreados por los niños que bebieron de su espanto,
que sufrieron la dentera del hambre y los harapos.
Y se irán,
dejando tras de sí
un lugar con hiel entre las piernas,
con el fruto convertido en piedra.
Y se irán, callados, por si acaso,
sin probar su propio látigo,
con la verdad desenterrada,
aullada a pleno pulmón
mientras se marchan.
Y todo el plomo,
todo.
Todo el horror, todo,
toda su áspera miseria
serán deletreados
para escribir de nuevo la historia.
Y se irán,
por supuesto que se irán
con sus delirios y maldades,
con sus blancos guantes
y sus sucias dignidades.
Y nosotros, cansados,
hartos de llevar por su culpa los pies descalzos, la vida a rastras,
cantaremos al verles marchar la vieja canción
que se canta
cuando la victoria entra definitivamente en cada casa.
EL AMOR
El amor no se esconde cuando el
llanto
ni cuando el frío.
No agacha la cabeza cuando
los cuerpos se ulceran
ni cuando multiplican los andrajos
ni cuando enlutan la piel a golpe de cadalsos.
El amor, si es un amor corriente
de jaulas y vigilias,
de fiebre, sudor, raíces.
Si es un amor, amado y amante de la vida,
abre los ojos y ve
la mala suerte, la injusticia,
la amorfa mala leche de quienes nos dominan.
Si es un amor corriente
de los que miran de frente la edad y sus fronteras
de los que mastican la risa, el pan, las deudas
y se acuestan para buscar caricias a pesar del cansancio,
a pesar del miedo,
a pesar de este jodido tiempo que nos obliga
a contemplar de lejos la abundancia
a sentir de cerca las leyes y sus mentiras.
Si es un amor de piel, huesos, carne viva,
y noches algo más que tibias,
si es un amor pulcramente sostenido sobre ruinas,
no se queda solo callando la voz y la ternura ,
aúlla con los otros que también aman sobre escombros,
que también se tocan,
para que no queden los besos, las miradas,
los hijos como únicos testigos.
Si es un amor nacido
a espaldas del odio y sus calaveras
sale a cantar y a sangrar a dondequiera,
sale a juntarse, a compartir patrias y banderas,
sale a amar, con todas las letras.
Y esta suerte de sentirse acompañado en batallas demasiado ciegas
hace que crezca la idea de que un día, seguro, ganaremos la guerra.
ni cuando el frío.
No agacha la cabeza cuando
los cuerpos se ulceran
ni cuando multiplican los andrajos
ni cuando enlutan la piel a golpe de cadalsos.
El amor, si es un amor corriente
de jaulas y vigilias,
de fiebre, sudor, raíces.
Si es un amor, amado y amante de la vida,
abre los ojos y ve
la mala suerte, la injusticia,
la amorfa mala leche de quienes nos dominan.
Si es un amor corriente
de los que miran de frente la edad y sus fronteras
de los que mastican la risa, el pan, las deudas
y se acuestan para buscar caricias a pesar del cansancio,
a pesar del miedo,
a pesar de este jodido tiempo que nos obliga
a contemplar de lejos la abundancia
a sentir de cerca las leyes y sus mentiras.
Si es un amor de piel, huesos, carne viva,
y noches algo más que tibias,
si es un amor pulcramente sostenido sobre ruinas,
no se queda solo callando la voz y la ternura ,
aúlla con los otros que también aman sobre escombros,
que también se tocan,
para que no queden los besos, las miradas,
los hijos como únicos testigos.
Si es un amor nacido
a espaldas del odio y sus calaveras
sale a cantar y a sangrar a dondequiera,
sale a juntarse, a compartir patrias y banderas,
sale a amar, con todas las letras.
Y esta suerte de sentirse acompañado en batallas demasiado ciegas
hace que crezca la idea de que un día, seguro, ganaremos la guerra.
PÁGINA 32 – ENSAYO
CARMEN ROSA BARRERE.
(Posadas-Misiones)
ABRAZADOS EN EL PÈRE LACHAIZE.
Debajo de una carpa de un circo pobretón y sin fama,
un 19 de diciembre del año 1915 abrió los ojos una pequeña enclenque, débil y
enfermiza. Única hija de un padre alcohólico y de una madre que se esforzaba
por entonar melodías callejeras, festejando las monedas que los paseantes
arrojaban dentro de su raída bolsa, que pronto serían canjeadas por alcohol
barato en el bodegón más cercano. No fue recibida como un regalo caído del
cielo, sino más bien como un tropiezo para sus vaivenes de itinerantes sin
recursos ni responsabilidades. De común acuerdo deciden desprenderse de su
pequeña y la depositan en la casa de la
abuela materna, mujer ignorante, que asegura que a los microbios que deambulan
sin ser vistos hay que asesinarlos bebiendo vino. Bebida que comparte con su
nieta, chocando vaso contra mamadera. La pequeña desdichada cumplía cuatro
añitos cuando una meningitis la dejó ciega, enfermedad de la que se curó
gracias a un milagro de fe, suceso conmovedor dentro de la Iglesia de Santa
Teresita del Niño Jesús en la localidad de Lisieux. A pesar de ello, su mal
destino continuaba su trayectoria de infelicidad: Los padres la envían a una
zona de Normandía, donde la abuela paterna dirigía un centro de prostitución.
Vacía del afecto y la contención que cualquier criatura precisa para su
desarrollo normal, al arribar a los diez años, ella también decide ganarse la
vida callejeando. Elige lugares por donde transita gente con dinero y su
vocecita repite miles de veces la única canción que sabe de memoria: La
Marsellesa. ¿Y qué francés no se conmueve escuchando a esa esmirriada criatura,
vestida con harapos, que se atreve con las estrofas de su himno? Tal vez ésa
fue la época en la se dio cuenta que debía conseguirse un nombre cortito, que
los transeúntes y la concurrencia de los bodegones, sus nuevos amigos,
retuvieran con facilidad. Eligió ser Edith Piaf. Y con ese nombre y el
apelativo amoroso de toda una generación de ser “El Gorrioncito de París”, si
te atreves hoy a esos callejones parisinos tal vez algún jovencito esté
tratando de imitarla, cuando renegaba de su vida cantando “Non, Je Ne Regrette
Rien”. Y tenía razón. Todos los equívocos de su vida no merecían de su
arrepentimiento.
Trabajando en pequeños circos, se enamora y da a luz
una niña que fallece a los dos años. Ella tiene diez y siete y llora a su niña
como llora otra niña. Medía un metro con cincuenta y tres centímetros, debido,
seguramente a las carencias que tuvieron su gestación y el pesado lastre de
vivir siempre con hambre y sed. Sed de bebidas fuertes, hambre de comida y de
un hombre que de verdad la amara. Su estatura no le importaba a nadie. La
suplía sin esfuerzo con la sensualidad aguardentosa de su voz, sus gestos de
brazos abiertos pretendiendo abrazar al mundo y el hechizo que ejercía cuando
el telón se corría y sus canciones calentaban el aire. Ésas épocas de oro, en
pleno ejercicio de mujer fatal, la amaron famoso como Marlo Brando, Ives
Montand, Charles Aznavur, Moustaki y John Gardfield, además de una serie de
rufianes, ebrios y mal vivientes.
Desquiciada por sus adiciones, acepta una noche amor
con Marlene Dietrich, a cambio de un anillo de diamantes de muchos kilates. Su
salud desmejoraba y sus deudas crecían cuando conoció a un joven griego llamado
Théo Sarapo, veinte años menor que ella, que ya cargaba sobre sus delicados
huesos cuarenta y seis años de desdichas. El angelito de los enamorados hizo su
labor. Ambos se enamoraron apasionadamente y ante el asombro y la murmuración,
se casaron. La acusación para Théo fue unánime: es un gigoló. Se casó para ser
mantenido. En medio del vendaval, por fin el milagro se hizo presente para el
Gorrioncito. Un joven apuesto, gentil, cariñoso, era el que despertaba junto a
ella cada amanecer. Tuvieron un año espléndido, con la risa fácil de Edith
recuperada y el elusivo amor definitivamente conquistado. A raíz de un
accidente sufrido años antes, Edith se había aficionado a la morfina, que
aliada al alcohol y a la disipación, le produjeron la muerte a los cuarenta y
siete años. Y fue un Tého enmudecido de dolor, el que permaneció en París
durante siete largos años, trabajando para saldar las innumerables deudas que
su mujer nunca alcanzó a pagar. Cuando el nombre de su amada estuvo limpio, se
suicidó. Están definitivamente juntos, esperando convertirse simultáneamente en
tierra, en una bella tumba, siempre con flores frescas en el cementerio Père
Lachaize. Abrazados, él la mira con profunda ternura mientras ella le canta al
oído Non, Je Ne Regrette Rien.
PÁGINA 33 - CUENTO
Hubo un tiempo en que yo pensaba mucho en los axolotl. Iba a verlos al acuario del Jardín des Plantes y me quedaba horas mirándolos, observando su inmovilidad, sus oscuros movimientos. Ahora soy un axolotl.
El azar me llevó hasta ellos una mañana de primavera en que París abría su cola de pavo real después de la lenta invernada. Bajé por el bulevar de Port Royal, tomé St. Marcel y L’Hôpital, vi los verdes entre tanto gris y me acordé de los leones. Era amigo de los leones y las panteras, pero nunca había entrado en el húmedo y oscuro edificio de los acuarios. Dejé mi bicicleta contra las rejas y fui a ver los tulipanes. Los leones estaban feos y tristes y mi pantera dormía. Opté por los acuarios, soslayé peces vulgares hasta dar inesperadamente con los axolotl. Me quedé una hora mirándolos, y salí incapaz de otra cosa.
En la biblioteca Saint-Geneviève consulté un diccionario y supe que los axolotl son formas larvales, provistas de branquias, de una especie de batracios del género amblistoma. Que eran mexicanos lo sabía ya por ellos mismos, por sus pequeños rostros rosados aztecas y el cartel en lo alto del acuario. Leí que se han encontrado ejemplares en África capaces de vivir en tierra durante los períodos de sequía, y que continúan su vida en el agua al llegar la estación de las lluvias. Encontré su nombre español, ajolote, la mención de que son comestibles y que su aceite se usaba (se diría que no se usa más) como el de hígado de bacalao.
No quise consultar obras especializadas, pero volví al día siguiente al Jardin des Plantes. Empecé a ir todas las mañanas, a veces de mañana y de tarde. El guardián de los acuarios sonreía perplejo al recibir el billete. Me apoyaba en la barra de hierro que bordea los acuarios y me ponía a mirarlos. No hay nada de extraño en esto porque desde un primer momento comprendí que estábamos vinculados, que algo infinitamente perdido y distante seguía sin embargo uniéndonos. Me había bastado detenerme aquella primera mañana ante el cristal donde unas burbujas corrían en el agua. Los axolotl se amontonaban en el mezquino y angosto (sólo yo puedo saber cuán angosto y mezquino) piso de piedra y musgo del acuario. Había nueve ejemplares y la mayoría apoyaba la cabeza contra el cristal, mirando con sus ojos de oro a los que se acercaban. Turbado, casi avergonzado, sentí como una impudicia asomarme a esas figuras silenciosas e inmóviles aglomeradas en el fondo del acuario. Aislé mentalmente una situada a la derecha y algo separada de las otras para estudiarla mejor. Vi un cuerpecito rosado y como translúcido (pensé en las estatuillas chinas de cristal lechoso), semejante a un pequeño lagarto de quince centímetros, terminado en una cola de pez de una delicadeza extraordinaria, la parte más sensible de nuestro cuerpo. Por el lomo le corría una aleta transparente que se fusionaba con la cola, pero lo que me obsesionó fueron las patas, de una finura sutilísima, acabadas en menudos dedos, en uñas minuciosamente humanas. Y entonces descubrí sus ojos, su cara, dos orificios como cabezas de alfiler, enteramente de un oro transparente carentes de toda vida pero mirando, dejándose penetrar por mi mirada que parecía pasar a través del punto áureo y perderse en un diáfano misterio interior. Un delgadísimo halo negro rodeaba el ojo y los inscribía en la carne rosa, en la piedra rosa de la cabeza vagamente
PÁGINA 33 - CUENTO
JULIO CORTÁZAR
(Bélgica/Francia)
AXOLOTL
Hubo un tiempo en que yo pensaba mucho en los axolotl. Iba a verlos al acuario del Jardín des Plantes y me quedaba horas mirándolos, observando su inmovilidad, sus oscuros movimientos. Ahora soy un axolotl.
El azar me llevó hasta ellos una mañana de primavera en que París abría su cola de pavo real después de la lenta invernada. Bajé por el bulevar de Port Royal, tomé St. Marcel y L’Hôpital, vi los verdes entre tanto gris y me acordé de los leones. Era amigo de los leones y las panteras, pero nunca había entrado en el húmedo y oscuro edificio de los acuarios. Dejé mi bicicleta contra las rejas y fui a ver los tulipanes. Los leones estaban feos y tristes y mi pantera dormía. Opté por los acuarios, soslayé peces vulgares hasta dar inesperadamente con los axolotl. Me quedé una hora mirándolos, y salí incapaz de otra cosa.
En la biblioteca Saint-Geneviève consulté un diccionario y supe que los axolotl son formas larvales, provistas de branquias, de una especie de batracios del género amblistoma. Que eran mexicanos lo sabía ya por ellos mismos, por sus pequeños rostros rosados aztecas y el cartel en lo alto del acuario. Leí que se han encontrado ejemplares en África capaces de vivir en tierra durante los períodos de sequía, y que continúan su vida en el agua al llegar la estación de las lluvias. Encontré su nombre español, ajolote, la mención de que son comestibles y que su aceite se usaba (se diría que no se usa más) como el de hígado de bacalao.
No quise consultar obras especializadas, pero volví al día siguiente al Jardin des Plantes. Empecé a ir todas las mañanas, a veces de mañana y de tarde. El guardián de los acuarios sonreía perplejo al recibir el billete. Me apoyaba en la barra de hierro que bordea los acuarios y me ponía a mirarlos. No hay nada de extraño en esto porque desde un primer momento comprendí que estábamos vinculados, que algo infinitamente perdido y distante seguía sin embargo uniéndonos. Me había bastado detenerme aquella primera mañana ante el cristal donde unas burbujas corrían en el agua. Los axolotl se amontonaban en el mezquino y angosto (sólo yo puedo saber cuán angosto y mezquino) piso de piedra y musgo del acuario. Había nueve ejemplares y la mayoría apoyaba la cabeza contra el cristal, mirando con sus ojos de oro a los que se acercaban. Turbado, casi avergonzado, sentí como una impudicia asomarme a esas figuras silenciosas e inmóviles aglomeradas en el fondo del acuario. Aislé mentalmente una situada a la derecha y algo separada de las otras para estudiarla mejor. Vi un cuerpecito rosado y como translúcido (pensé en las estatuillas chinas de cristal lechoso), semejante a un pequeño lagarto de quince centímetros, terminado en una cola de pez de una delicadeza extraordinaria, la parte más sensible de nuestro cuerpo. Por el lomo le corría una aleta transparente que se fusionaba con la cola, pero lo que me obsesionó fueron las patas, de una finura sutilísima, acabadas en menudos dedos, en uñas minuciosamente humanas. Y entonces descubrí sus ojos, su cara, dos orificios como cabezas de alfiler, enteramente de un oro transparente carentes de toda vida pero mirando, dejándose penetrar por mi mirada que parecía pasar a través del punto áureo y perderse en un diáfano misterio interior. Un delgadísimo halo negro rodeaba el ojo y los inscribía en la carne rosa, en la piedra rosa de la cabeza vagamente
triangular pero con lados curvos e irregulares, que le daban una total
semejanza con una estatuilla corroída por el tiempo. La boca estaba disimulada
por el plano triangular de la cara, sólo de perfil se adivinaba su tamaño
considerable; de frente una fina hendedura rasgaba apenas la piedra sin vida. A
ambos lados de la cabeza, donde hubieran debido estar las orejas, le crecían
tres ramitas rojas como de coral, una excrescencia vegetal, las branquias supongo.
Y era lo único vivo en él, cada diez o quince segundos las ramitas se
enderezaban rígidamente y volvían a bajarse. A veces una pata se movía apenas,
yo veía los diminutos dedos posándose con suavidad en el musgo. Es que no nos
gusta movernos mucho, y el acuario es tan mezquino; apenas avanzamos un poco
nos damos con la cola o la cabeza de otro de nosotros; surgen dificultades,
peleas, fatiga. El tiempo se siente menos si nos estamos quietos.
Fue su quietud la que me hizo inclinarme fascinado la primera vez que vi a los axolotl. Oscuramente me pareció comprender su voluntad secreta, abolir el espacio y el tiempo con una inmovilidad indiferente. Después supe mejor, la contracción de las branquias, el tanteo de las finas patas en las piedras, la repentina natación (algunos de ellos nadan con la simple ondulación del cuerpo) me probó que eran capaz de evadirse de ese sopor mineral en el que pasaban horas enteras. Sus ojos sobre todo me obsesionaban. Al lado de ellos en los restantes acuarios, diversos peces me mostraban la simple estupidez de sus hermosos ojos semejantes a los nuestros. Los ojos de los axolotl me decían de la presencia de una vida diferente, de otra manera de mirar. Pegando mi cara al vidrio (a veces el guardián tosía inquieto) buscaba ver mejor los diminutos puntos áureos, esa entrada al mundo infinitamente lento y remoto de las criaturas rosadas. Era inútil golpear con el dedo en el cristal, delante de sus caras no se advertía la menor reacción. Los ojos de oro seguían ardiendo con su dulce, terrible luz; seguían mirándome desde una profundidad insondable que me daba vértigo.
Y sin embargo estaban cerca. Lo supe antes de esto, antes de ser un axolotl. Lo supe el día en que me acerqué a ellos por primera vez. Los rasgos antropomórficos de un mono revelan, al revés de lo que cree la mayoría, la distancia que va de ellos a nosotros. La absoluta falta de semejanza de los axolotl con el ser humano me probó que mi reconocimiento era válido, que no me apoyaba en analogías fáciles. Sólo las manecitas... Pero una lagartija tiene también manos así, y en nada se nos parece. Yo creo que era la cabeza de los axolotl, esa forma triangular rosada con los ojitos de oro. Eso miraba y sabía. Eso reclamaba. No eran animales.
Parecía fácil, casi obvio, caer en la mitología. Empecé viendo en los axolotl una metamorfosis que no conseguía anular una misteriosa humanidad. Los imaginé conscientes, esclavos de su cuerpo, infinitamente condenados a un silencio abisal, a una reflexión desesperada. Su mirada ciega, el diminuto disco de oro inexpresivo y sin embargo terriblemente lúcido, me penetraba como un mensaje: «Sálvanos, sálvanos». Me sorprendía musitando palabras de consuelo, transmitiendo pueriles esperanzas. Ellos seguían mirándome inmóviles; de pronto las ramillas rosadas de las branquias se enderezaban. En ese instante yo sentía como un dolor sordo; tal vez me veían, captaban mi esfuerzo por penetrar en lo impenetrable de sus vidas. No eran seres humanos, pero en ningún animal había encontrado una relación tan profunda conmigo. Los axolotl eran como testigos de algo, y a veces como horribles jueces. Me sentía innoble frente a ellos, había una pureza tan espantosa en esos ojos transparentes. Eran larvas, pero larva quiere decir máscara y también fantasma. Detrás de esas caras aztecas inexpresivas y sin embargo de una crueldad implacable, ¿qué imagen esperaba su hora?
Les temía. Creo que de no haber sentido la proximidad de otros visitantes y del guardián, no me hubiese atrevido a quedarme solo con ellos. «Usted se los come con los ojos», me decía riendo el guardián, que debía suponerme un poco desequilibrado. No se daba cuenta de que eran ellos los que me devoraban lentamente por los ojos en un canibalismo de oro. Lejos del acuario no hacía mas que pensar en ellos, era como si me influyeran a distancia. Llegué a ir todos los días, y de noche los imaginaba inmóviles en la oscuridad, adelantando lentamente una mano que de pronto encontraba la de otro. Acaso sus ojos veían en plena noche, y el día continuaba para ellos indefinidamente. Los ojos de los axolotl no tienen párpados.
Ahora sé que no hubo nada de extraño, que eso tenía que ocurrir. Cada mañana al inclinarme sobre el acuario el reconocimiento era mayor. Sufrían, cada fibra de mi cuerpo alcanzaba ese sufrimiento amordazado, esa tortura rígida en el fondo del agua. Espiaban algo, un remoto señorío aniquilado, un tiempo de libertad en que el mundo había sido de los axolotl. No era posible que una expresión tan terrible que alcanzaba a vencer la inexpresividad forzada de sus rostros de piedra, no portara un mensaje de dolor, la prueba de esa condena eterna, de ese infierno líquido que padecían. Inútilmente quería probarme que mi propia sensibilidad proyectaba en los axolotl una conciencia inexistente. Ellos y yo sabíamos. Por eso no hubo nada de extraño en lo que ocurrió. Mi cara estaba pegada al vidrio del acuario, mis ojos trataban una vez mas de penetrar el misterio de esos ojos de oro sin iris y sin pupila. Veía de muy cerca la cara de una axolotl inmóvil junto al vidrio. Sin transición, sin sorpresa, vi mi cara contra el vidrio, en vez del axolotl vi mi cara contra el vidrio, la vi fuera del acuario, la vi del otro lado del vidrio. Entonces mi cara se apartó y yo comprendí.
Sólo una cosa era extraña: seguir pensando como antes, saber. Darme cuenta de eso fue en el primer momento como el horror del enterrado vivo que despierta a su destino. Afuera mi cara volvía a acercarse al vidrio, veía mi boca de labios apretados por el esfuerzo de comprender a los axolotl. Yo era un axolotl y sabía ahora instantáneamente que ninguna comprensión era posible. Él estaba fuera del acuario, su pensamiento era un pensamiento fuera del acuario. Conociéndolo, siendo él mismo, yo era un axolotl y estaba en mi mundo. El horror venía -lo supe en el mismo momento- de creerme prisionero en un cuerpo de axolotl, transmigrado a él con mi pensamiento de hombre, enterrado vivo en un axolotl, condenado a moverme lúcidamente entre criaturas insensibles. Pero aquello cesó cuando una pata vino a rozarme la cara, cuando moviéndome apenas a un lado vi a un axolotl junto a mí que me miraba, y supe que también él sabía, sin comunicación posible pero tan claramente. O yo estaba también en él, o todos nosotros pensábamos como un hombre, incapaces de expresión, limitados al resplandor dorado de nuestros ojos que miraban la cara del hombre pegada al acuario.
Él volvió muchas veces, pero viene menos ahora. Pasa semanas sin asomarse. Ayer lo vi, me miró largo rato y se fue bruscamente. Me pareció que no se interesaba tanto por nosotros, que obedecía a una costumbre. Como lo único que hago es pensar, pude pensar mucho en él. Se me ocurre que al principio continuamos comunicados, que él se sentía más que nunca unido al misterio que lo obsesionaba. Pero los puentes están cortados entre él y yo porque lo que era su obsesión es ahora un axolotl, ajeno a su vida de hombre. Creo que al principio yo era capaz de volver en cierto modo a él -ah, sólo en cierto modo-, y mantener alerta su deseo de conocernos mejor. Ahora soy definitivamente un axolotl, y si pienso como un hombre es sólo porque todo axolotl piensa como un hombre dentro de su imagen de piedra rosa. Me parece que de todo esto alcancé a comunicarle algo en los primeros días, cuando yo era todavía él. Y en esta soledad final, a la que él ya no vuelve, me consuela pensar que acaso va a escribir sobre nosotros, creyendo imaginar un cuento va a escribir todo esto sobre los axolotl.
Fue su quietud la que me hizo inclinarme fascinado la primera vez que vi a los axolotl. Oscuramente me pareció comprender su voluntad secreta, abolir el espacio y el tiempo con una inmovilidad indiferente. Después supe mejor, la contracción de las branquias, el tanteo de las finas patas en las piedras, la repentina natación (algunos de ellos nadan con la simple ondulación del cuerpo) me probó que eran capaz de evadirse de ese sopor mineral en el que pasaban horas enteras. Sus ojos sobre todo me obsesionaban. Al lado de ellos en los restantes acuarios, diversos peces me mostraban la simple estupidez de sus hermosos ojos semejantes a los nuestros. Los ojos de los axolotl me decían de la presencia de una vida diferente, de otra manera de mirar. Pegando mi cara al vidrio (a veces el guardián tosía inquieto) buscaba ver mejor los diminutos puntos áureos, esa entrada al mundo infinitamente lento y remoto de las criaturas rosadas. Era inútil golpear con el dedo en el cristal, delante de sus caras no se advertía la menor reacción. Los ojos de oro seguían ardiendo con su dulce, terrible luz; seguían mirándome desde una profundidad insondable que me daba vértigo.
Y sin embargo estaban cerca. Lo supe antes de esto, antes de ser un axolotl. Lo supe el día en que me acerqué a ellos por primera vez. Los rasgos antropomórficos de un mono revelan, al revés de lo que cree la mayoría, la distancia que va de ellos a nosotros. La absoluta falta de semejanza de los axolotl con el ser humano me probó que mi reconocimiento era válido, que no me apoyaba en analogías fáciles. Sólo las manecitas... Pero una lagartija tiene también manos así, y en nada se nos parece. Yo creo que era la cabeza de los axolotl, esa forma triangular rosada con los ojitos de oro. Eso miraba y sabía. Eso reclamaba. No eran animales.
Parecía fácil, casi obvio, caer en la mitología. Empecé viendo en los axolotl una metamorfosis que no conseguía anular una misteriosa humanidad. Los imaginé conscientes, esclavos de su cuerpo, infinitamente condenados a un silencio abisal, a una reflexión desesperada. Su mirada ciega, el diminuto disco de oro inexpresivo y sin embargo terriblemente lúcido, me penetraba como un mensaje: «Sálvanos, sálvanos». Me sorprendía musitando palabras de consuelo, transmitiendo pueriles esperanzas. Ellos seguían mirándome inmóviles; de pronto las ramillas rosadas de las branquias se enderezaban. En ese instante yo sentía como un dolor sordo; tal vez me veían, captaban mi esfuerzo por penetrar en lo impenetrable de sus vidas. No eran seres humanos, pero en ningún animal había encontrado una relación tan profunda conmigo. Los axolotl eran como testigos de algo, y a veces como horribles jueces. Me sentía innoble frente a ellos, había una pureza tan espantosa en esos ojos transparentes. Eran larvas, pero larva quiere decir máscara y también fantasma. Detrás de esas caras aztecas inexpresivas y sin embargo de una crueldad implacable, ¿qué imagen esperaba su hora?
Les temía. Creo que de no haber sentido la proximidad de otros visitantes y del guardián, no me hubiese atrevido a quedarme solo con ellos. «Usted se los come con los ojos», me decía riendo el guardián, que debía suponerme un poco desequilibrado. No se daba cuenta de que eran ellos los que me devoraban lentamente por los ojos en un canibalismo de oro. Lejos del acuario no hacía mas que pensar en ellos, era como si me influyeran a distancia. Llegué a ir todos los días, y de noche los imaginaba inmóviles en la oscuridad, adelantando lentamente una mano que de pronto encontraba la de otro. Acaso sus ojos veían en plena noche, y el día continuaba para ellos indefinidamente. Los ojos de los axolotl no tienen párpados.
Ahora sé que no hubo nada de extraño, que eso tenía que ocurrir. Cada mañana al inclinarme sobre el acuario el reconocimiento era mayor. Sufrían, cada fibra de mi cuerpo alcanzaba ese sufrimiento amordazado, esa tortura rígida en el fondo del agua. Espiaban algo, un remoto señorío aniquilado, un tiempo de libertad en que el mundo había sido de los axolotl. No era posible que una expresión tan terrible que alcanzaba a vencer la inexpresividad forzada de sus rostros de piedra, no portara un mensaje de dolor, la prueba de esa condena eterna, de ese infierno líquido que padecían. Inútilmente quería probarme que mi propia sensibilidad proyectaba en los axolotl una conciencia inexistente. Ellos y yo sabíamos. Por eso no hubo nada de extraño en lo que ocurrió. Mi cara estaba pegada al vidrio del acuario, mis ojos trataban una vez mas de penetrar el misterio de esos ojos de oro sin iris y sin pupila. Veía de muy cerca la cara de una axolotl inmóvil junto al vidrio. Sin transición, sin sorpresa, vi mi cara contra el vidrio, en vez del axolotl vi mi cara contra el vidrio, la vi fuera del acuario, la vi del otro lado del vidrio. Entonces mi cara se apartó y yo comprendí.
Sólo una cosa era extraña: seguir pensando como antes, saber. Darme cuenta de eso fue en el primer momento como el horror del enterrado vivo que despierta a su destino. Afuera mi cara volvía a acercarse al vidrio, veía mi boca de labios apretados por el esfuerzo de comprender a los axolotl. Yo era un axolotl y sabía ahora instantáneamente que ninguna comprensión era posible. Él estaba fuera del acuario, su pensamiento era un pensamiento fuera del acuario. Conociéndolo, siendo él mismo, yo era un axolotl y estaba en mi mundo. El horror venía -lo supe en el mismo momento- de creerme prisionero en un cuerpo de axolotl, transmigrado a él con mi pensamiento de hombre, enterrado vivo en un axolotl, condenado a moverme lúcidamente entre criaturas insensibles. Pero aquello cesó cuando una pata vino a rozarme la cara, cuando moviéndome apenas a un lado vi a un axolotl junto a mí que me miraba, y supe que también él sabía, sin comunicación posible pero tan claramente. O yo estaba también en él, o todos nosotros pensábamos como un hombre, incapaces de expresión, limitados al resplandor dorado de nuestros ojos que miraban la cara del hombre pegada al acuario.
Él volvió muchas veces, pero viene menos ahora. Pasa semanas sin asomarse. Ayer lo vi, me miró largo rato y se fue bruscamente. Me pareció que no se interesaba tanto por nosotros, que obedecía a una costumbre. Como lo único que hago es pensar, pude pensar mucho en él. Se me ocurre que al principio continuamos comunicados, que él se sentía más que nunca unido al misterio que lo obsesionaba. Pero los puentes están cortados entre él y yo porque lo que era su obsesión es ahora un axolotl, ajeno a su vida de hombre. Creo que al principio yo era capaz de volver en cierto modo a él -ah, sólo en cierto modo-, y mantener alerta su deseo de conocernos mejor. Ahora soy definitivamente un axolotl, y si pienso como un hombre es sólo porque todo axolotl piensa como un hombre dentro de su imagen de piedra rosa. Me parece que de todo esto alcancé a comunicarle algo en los primeros días, cuando yo era todavía él. Y en esta soledad final, a la que él ya no vuelve, me consuela pensar que acaso va a escribir sobre nosotros, creyendo imaginar un cuento va a escribir todo esto sobre los axolotl.
PÁGINA 34 – POESÍA ALLENDE EL MAR
SILVIA CUEVAS MORALES
(Melbourne-Australia/Madrid-España)
PLEGARIA DE UN POBRE SIN MOCHILA
Padre nuestro que estás en el cielo
envía un rayo que derribe ese pájaro metálico
que hace demasiadas noches acecha al pueblo
y perturba nuestro sueño
Mientras adinerados jóvenes que han viajado de todo el mundo
congregados se desmayan ante su ídolo
Miles de mujeres y niños somalíes caminan miles de kilómetros
y caen en el camino víctimas del hambre y del olvido
Santificado sea tu nombre
junto al de todos los caídos
y el del gran poeta Federico García Lorca
fusilado por ser homosexual y republicano
Venga a nosotros tu reino
de justicia social
de menos crucifijos y más trabajo fijo
donde tus representantes no sisen nuestros impuestos
Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo
respetando la hermosura del arco iris
a las mujeres como sujetos libres
sin entrometerte en las decisiones sobre sus cuerpos
Danos hoy nuestro pan de cada día
que las hostias de la policía no quitan el hambre
sólo alimentan nuestra rabia
nuestra impotencia
Perdona nuestras ofensas
pero no esperes que nosotros perdonemos
la pedofilia bajo capa clerical
ni la tortura ni los niños robados de su hogar
No nos dejes caer en la tentación
de aburguesarnos y rendirnos al capital
de invertir en la banca vaticana
y dejar de cuestionar su legalidad
Y líbranos del mal
de los fariseos disfrazados de corderos
de las porras de los uniformados
de las mentiras del clero
Amén.
DESARRAIGO
Un enorme peso que me fatiga
Una triste valla que me aísla
Un desierto que me asfixia
Un mar que me castiga
Sonrisas de papel que ya no devuelvo
Recuerdos borrosos que me anulan
Pertenencias que ya me son ajenas
Amistades que ya desconozco
Sueños insatisfechos
Planes truncados en el destierro
Fotografías que me acosan
Cartas polvorientas que me hunden
Voces distantes que me susurran un pasado
que ahora siento tan lejos
En círculos deambulo por avenidas
sin dar con el sosiego
La noche más cruel aún
no me permite descansar mis huesos
Aferrada a mi almohada
intentando sucumbir al sueño
en búsqueda de esa calma
que tanto añoro
que tanto necesito
para volver a nacer
con pleno derecho a vivir
en este país nuevo
LA
CACERÍA
Perros
guardianes acechan
Mandíbulas
rígidas
Garras
prestas
Miradas
gélidas
Amparándose
en la manada
Avanzan
con paso firme
En
la retaguardia
Otros
aguardan
Camuflados
entre lo cotidiano
Oliendo
a sus presas
Sus
víctimas
acorraladas
esperan
Buscando
un resquicio
para
evadir el cerco
que
día tras día encarcela sus anhelos
en
aquellas jaulas llamadas CIES
Almas
solidarias
a
los verdugos se enfrentan
Con
gritos de “¡fuera!” “¡fuera!”
hacen
retroceder a la manada azul
que
con sus armas y botas
lentamente
se alejan
Otra
redada en mi barrio
Y
no
no
se trata de ETA
Tan
solo inmigrantes
que
trabajan
que
sueñan
Aunque
el gobierno de turno olvide
que
nativa o extranjera somos
la
misma
clase
obrera
FLAVIA
COSMA
(Oradea-Rumania)
EL PAPEL
Estoy
sentada a la mesa nuevamente,
lápiz
en mano
garabateando
finalmente el papel.
Tu
nombre aparece en los vagos pensamientos
yendo
raudamente
a
través de la ventana
junto
a las abejas aturdidas
por
el fresco escalofrío de la madrugada.
Tu
nombre aparece bailando entre las palabras
como
un bello dios de alabastro.
Letras
de fuego atraen el remolino
ya no
sé cuando mi cuerpo se ha perdido
queda
sólo una voz murmurando tu nombre
repetidas
veces,
sólo
una mano transparente dibujando
el
perfil milagroso de tus ojos,
tu
frente alta, blanquecina,
como
hechizando, suplicando,
amándote
salvajemente.
Mi
lejano y añorado amor
yace
en las hojas inmaculadas
y
vacías, de papel.
VOLVER
A ENCONTRARTE
Tú, tan desconocido para mi,
como las gotas de lluvia
cayendo
sobre las flores azules,
tú,
tan necesario para mi,
como el aire puro, filtrado en
mis pulmones,
tú,
tan preciado para mi,
como la luz dorada resbalando
por los vitrales
iluminando las manos unidas,
en son de oraciones,
invocando paz, perdón,
y sobre todo, amor,
Tú atravesarás un día
todos los bosques y el mar,
te detendrás cansado en la
puerta de mi casa,
y yo te recibiré sorprendida
por un santo temblor,
con mis ojos llenos de
lágrimas y mi alma morada.
De los amores maduros y
tardíos;
oh, mendigo…
MI
ÁRBOL, MI HOMBRE…
Ten mi mano
mi arbol, mi hombre,
como a un niño perdido
guárdame.
Dame de pronto a beber
desde tus palmas pintadas
de verde y rojo
y primavera.
Déjame beber de tu vino, de tu
ajenjo,
tu lágrima alegre,
tu lágrima amarga.
Mi árbol, mi hombre,
abrázame fuertemente
con los hilos mágicos de tus
raíces.
Entierra mis palabras y mis
miedos
en tus silencios enteros.
Que la canción del sueño,
que la canción suave,
dulcemente llegue
a mi corazón, a mi alas.
LA
MANO DE HIERRO DEL HOMBRE
Los cerros se doblan bajo la
mano
de hierro del hombre;
sus verdes espinazos gimen
bajo las cargas,
su pelo rizado y áspero se
llena de pájaros,
que vuelan a escondidas
por la sombra perfumada de las
acacias.
Señas diáfanas y libélulas
muertas
flotan sobre las aguas
tardías,
un murmullo triste me recuerda
la primera y última vez que
estremecido me abrazaste.
El miedo saltaba de tus
rodillas directo a mi corazón,
y yo me quedé muda con el
veneno azul sobre mis labios,
mientras nuestros
caminos
correteaban en direcciones
contrarias.
Abajo, el calor ahogaba,
era diciembre, allá en el sur.
HE RECOGIDO TODO DE A PARES…
He
recogido todo de a pares:
dos
vasos de agua, dos cucharas,
dos
almohadas blancas, vellosas,
dos
platos para sopa, dos platos lisos,
copas
de cristal, porcelanas de Sevres,
todo
tanto como dos.
He
llenado los armarios, los cuartos, los días,
esmeradamente,
tímidamente,
año
tras año, instante tras instante,
viví
con dos rostros gemelos en la mente,
respiré
dos silencios, lloré dos lágrimas
—una
para ti—.
Adoré
la simetría…
Falta
una sola cosa,
faltas
tú,
tú
que deberías venir al rayo del alba
cuando
la pálida luna despierte
de su
sueño de alondra.
PÁGINA
35 – ENSAYO
GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ
(Aracataca-Colombia)
EL ARGENTINO QUE SE HIZO QUERER DE TODOS
Fui a Praga por última vez hace unos quince años,
con Carlos Fuentes y Julio Cortázar. Viajábamos en tren desde París porque los
tres éramos solidarios en nuestro miedo al avión y habíamos hablado de todo
mientras atravesábamos la noche dividida de las Alemanias, sus océanos de
remolacha, sus inmensas fábricas de todo, sus estragos de guerras atroces y
amores desaforados.
A la hora de dormir, a Carlos Fuentes se le ocurrió preguntarle a Cortázar cómo y en qué momento y por iniciativa de quién se había introducido el piano en la orquesta de jazz. La pregunta era casual y no pretendía conocer nada más que una fecha y un nombre, pero la respuesta fue una cátedra deslumbrante que se prolonga hasta el amanecer, entre enormes vasos de cerveza y salchichas de perro con papas heladas. Cortázar, que sabía medir muy bien sus palabras, nos hizo una recomposición histórica y estética con una versación y una sencillez apenas creíbles, que culminó con las primeras luces en una apología homérica de Thelonius Monk. No sólo hablaba con una profunda voz de órgano de erres arrastradas, sino también con sus manos de huesos grandes como no recuerdo otras más expresivas. Ni Carlos Fuentes ni yo olvidaríamos jamás el asombro de aquella noche irrepetible.
Doce años después vi a Julio Cortázar enfrentado a una muchedumbre en un parque de Managua, sin más armas que su voz hermosa y un cuento suyo de los más difíciles: La noche de Mantequilla Nápoles. Es la historia de un boxeador en desgracia contada por él mismo en lunfardo, el dialecto de los bajos fondos de Buenos Aires, cuya comprensión nos estaría vetada por completo al resto de los mortales si no la hubiéramos vislumbrado a través de tanto tango malevo; sin embargo, fue ese el cuento que el propio Cortázar escogía para leerlo en una tarima frente a la muchedumbre de un vasto jardín iluminado, entre la cual había de todo, desde poetas consagrados y albañiles cesantes, hasta comandantes de la revolución y sus contrarios. Fue otra experiencia deslumbrante. Aunque en rigor no era fácil seguir el sentido del relato, aún para los más entrenados en la jerga lunfarda, uno sentía y le dolían los golpes que recibía Mantequilla Nápoles en la soledad del cuadrilátero, y daban ganas de llorar por sus ilusiones y su miseria, pues Cortázar había logrado una comunicación tan entrañable con su auditorio que ya no le importaba a nadie lo que querían decir o no decir las palabras, sino que la muchedumbre sentada en la hierba parecía levitar en estado de gracia por el hechizo de una voz que no parecía de este mundo.
Estos dos recuerdos de Cortázar que tanto me afectaron me parecen también las que mejor lo definían. Eran los dos extremos de su personalidad. En privado, como en el tren de Praga, lograba seducir por su elocuencia, por su erudición viva, por su memoria milimétrica, por su humor peligroso, por todo lo que hizo de él un intelectual de los grandes en el buen sentido de otros tiempos. En público, a pesar de su reticencia a convertirse en un espectáculo, fascinaba al auditorio con una presencia ineludible que tenía algo de sobrenatural, al mismo tiempo tierna y extraña. En ambos casos fue el ser humano más importante que he tenido la suerte de conocer.
Desde el primer momento, a fines del otoño triste de 1956, en un café de París con nombre inglés, adonde él solía ir de vez en cuando a escribir en una mesa del rincón, como Jean-Paul Sartre lo hacía a trescientos metros de allí, en un cuaderno de escolar y con una pluma fuente de tinta legítima que manchaba los dedos. Yo había leído Bestiario, su primer libro de cuentos, en un hotel de Lance de Barranquilla donde dormía por un peso con cincuenta, entre peloteros más mal pagados y putas felices, y desde la primera página me di cuenta de que aquél era un escritor como el que yo hubiera querido ser cuando fuera grande. Alguien me dijo en París que él escribía en el café Old Navy, del boulevard Saint Germain, y allí lo esperé varias semanas, hasta que lo vi entrar como una aparición. Era el hombre más alto que se podía imaginar, con una cara de niño perverso dentro de un interminable abrigo negro que más bien parecía la sotana de un viudo, y tenía los ojos muy separados, como los de un novillo, y tan oblicuos y diáfanos que habrían podido ser los del diablo si no hubieran estado sometidos al dominio del corazón.
Años después, cuando ya éramos viejos amigos, creí volver a verlo como lo vi aquel día, pues me parece que se recreó a si mismo en uno de los cuentos mejor acabados - El otro cielo -, en el personaje de un latinoamericano sin nombre que asistía de puro curioso a las ejecuciones en la guillotina. Como si lo hubiera hecho frente a un espejo. Cortázar lo describió así: "Tenía una expresión distante y a la vez curiosamente fija. La cara de alguien que se ha inmovilizado en un momento de su sueño y se rehúsa a dar el paso que lo devolverá a la vigília." Su personaje andaba envuelto en una hopalanda negra y larga, como el abrigo del propio Cortázar cuando lo vi por primera vez, pero el narrador no se atrevía a acercársele para preguntarle su origen, por temor a la fría cólera con que él mismo hubiera percibido una interpelación semejante. Lo raro es que yo tampoco me había atrevido a acercarme a Cortázar aquella tarde del Old Navy, y por el mismo temor. Lo vi escribir durante más de una hora, sin una pausa para pensar, sin tomar nada más que medio vaso de agua mineral, hasta que empezó a oscurecer en la calle y guardó la pluma en el bolsillo y salió con el cuaderno debajo del brazo como el escolar más alto y más flaco del mundo. En las muchas que nos vimos años después, lo único que había cambiado en él era la barba densa y oscura, pues hasta hace apenas dos semanas parecía cierta la leyenda de que era inmortal, porque nunca había dejado de crecer y se mantuvo siempre en la misma edad con la que había nacido. Nunca me atreví a preguntarle si era verdad, como tampoco le conté que en el otoño triste de 1956 lo había visto, sin atreverme a decirle nada, en su rincón del Old Navy, y sé que dondequiera que esté ahora estará mentándome la madre por mi timidez.
Los ídolos infunden respeto, admiración, cariño y, por supuesto, grandes envidias. Cortázar inspiraba todos esos sentimientos como muy pocos escritores, pero inspiraba además otro menos frecuente: la devoción. Fue, tal vez sin proponérselo, el argentino que se hizo querer de todo el mundo. Sin embargo, me atrevo a pensar que si los muertos se mueren, Cortázar debe estar muriéndose otra vez de vergüenza por la consternación mundial que ha causado su muerte. Nadie le temía más que él, ni en la vida real ni en los libros, a los honores póstumos y a los fastos funerarios. Más aún: siempre pensé que la muerte misma le parecía indecente. En alguna parte de La vuelta al día en ochenta mundos un grupo de amigos no puede soportar la risa ante la evidencia de que un amigo común ha incurrido en la ridiculez de morirse. Por eso, porque lo conocí y lo quise tanto, me resisto a participar en los lamentos y elogías por Julio Cortázar. Prefiero seguir pensando en él como sin duda él lo quería, con el júbilo inmenso de que haya existido, con la alegría entrañable de haberlo conocido, y la gratitud de que nos haya dejado para el mundo una obra tal vez inconclusa pero tan bella e indestructible como su recuerdo.
A la hora de dormir, a Carlos Fuentes se le ocurrió preguntarle a Cortázar cómo y en qué momento y por iniciativa de quién se había introducido el piano en la orquesta de jazz. La pregunta era casual y no pretendía conocer nada más que una fecha y un nombre, pero la respuesta fue una cátedra deslumbrante que se prolonga hasta el amanecer, entre enormes vasos de cerveza y salchichas de perro con papas heladas. Cortázar, que sabía medir muy bien sus palabras, nos hizo una recomposición histórica y estética con una versación y una sencillez apenas creíbles, que culminó con las primeras luces en una apología homérica de Thelonius Monk. No sólo hablaba con una profunda voz de órgano de erres arrastradas, sino también con sus manos de huesos grandes como no recuerdo otras más expresivas. Ni Carlos Fuentes ni yo olvidaríamos jamás el asombro de aquella noche irrepetible.
Doce años después vi a Julio Cortázar enfrentado a una muchedumbre en un parque de Managua, sin más armas que su voz hermosa y un cuento suyo de los más difíciles: La noche de Mantequilla Nápoles. Es la historia de un boxeador en desgracia contada por él mismo en lunfardo, el dialecto de los bajos fondos de Buenos Aires, cuya comprensión nos estaría vetada por completo al resto de los mortales si no la hubiéramos vislumbrado a través de tanto tango malevo; sin embargo, fue ese el cuento que el propio Cortázar escogía para leerlo en una tarima frente a la muchedumbre de un vasto jardín iluminado, entre la cual había de todo, desde poetas consagrados y albañiles cesantes, hasta comandantes de la revolución y sus contrarios. Fue otra experiencia deslumbrante. Aunque en rigor no era fácil seguir el sentido del relato, aún para los más entrenados en la jerga lunfarda, uno sentía y le dolían los golpes que recibía Mantequilla Nápoles en la soledad del cuadrilátero, y daban ganas de llorar por sus ilusiones y su miseria, pues Cortázar había logrado una comunicación tan entrañable con su auditorio que ya no le importaba a nadie lo que querían decir o no decir las palabras, sino que la muchedumbre sentada en la hierba parecía levitar en estado de gracia por el hechizo de una voz que no parecía de este mundo.
Estos dos recuerdos de Cortázar que tanto me afectaron me parecen también las que mejor lo definían. Eran los dos extremos de su personalidad. En privado, como en el tren de Praga, lograba seducir por su elocuencia, por su erudición viva, por su memoria milimétrica, por su humor peligroso, por todo lo que hizo de él un intelectual de los grandes en el buen sentido de otros tiempos. En público, a pesar de su reticencia a convertirse en un espectáculo, fascinaba al auditorio con una presencia ineludible que tenía algo de sobrenatural, al mismo tiempo tierna y extraña. En ambos casos fue el ser humano más importante que he tenido la suerte de conocer.
Desde el primer momento, a fines del otoño triste de 1956, en un café de París con nombre inglés, adonde él solía ir de vez en cuando a escribir en una mesa del rincón, como Jean-Paul Sartre lo hacía a trescientos metros de allí, en un cuaderno de escolar y con una pluma fuente de tinta legítima que manchaba los dedos. Yo había leído Bestiario, su primer libro de cuentos, en un hotel de Lance de Barranquilla donde dormía por un peso con cincuenta, entre peloteros más mal pagados y putas felices, y desde la primera página me di cuenta de que aquél era un escritor como el que yo hubiera querido ser cuando fuera grande. Alguien me dijo en París que él escribía en el café Old Navy, del boulevard Saint Germain, y allí lo esperé varias semanas, hasta que lo vi entrar como una aparición. Era el hombre más alto que se podía imaginar, con una cara de niño perverso dentro de un interminable abrigo negro que más bien parecía la sotana de un viudo, y tenía los ojos muy separados, como los de un novillo, y tan oblicuos y diáfanos que habrían podido ser los del diablo si no hubieran estado sometidos al dominio del corazón.
Años después, cuando ya éramos viejos amigos, creí volver a verlo como lo vi aquel día, pues me parece que se recreó a si mismo en uno de los cuentos mejor acabados - El otro cielo -, en el personaje de un latinoamericano sin nombre que asistía de puro curioso a las ejecuciones en la guillotina. Como si lo hubiera hecho frente a un espejo. Cortázar lo describió así: "Tenía una expresión distante y a la vez curiosamente fija. La cara de alguien que se ha inmovilizado en un momento de su sueño y se rehúsa a dar el paso que lo devolverá a la vigília." Su personaje andaba envuelto en una hopalanda negra y larga, como el abrigo del propio Cortázar cuando lo vi por primera vez, pero el narrador no se atrevía a acercársele para preguntarle su origen, por temor a la fría cólera con que él mismo hubiera percibido una interpelación semejante. Lo raro es que yo tampoco me había atrevido a acercarme a Cortázar aquella tarde del Old Navy, y por el mismo temor. Lo vi escribir durante más de una hora, sin una pausa para pensar, sin tomar nada más que medio vaso de agua mineral, hasta que empezó a oscurecer en la calle y guardó la pluma en el bolsillo y salió con el cuaderno debajo del brazo como el escolar más alto y más flaco del mundo. En las muchas que nos vimos años después, lo único que había cambiado en él era la barba densa y oscura, pues hasta hace apenas dos semanas parecía cierta la leyenda de que era inmortal, porque nunca había dejado de crecer y se mantuvo siempre en la misma edad con la que había nacido. Nunca me atreví a preguntarle si era verdad, como tampoco le conté que en el otoño triste de 1956 lo había visto, sin atreverme a decirle nada, en su rincón del Old Navy, y sé que dondequiera que esté ahora estará mentándome la madre por mi timidez.
Los ídolos infunden respeto, admiración, cariño y, por supuesto, grandes envidias. Cortázar inspiraba todos esos sentimientos como muy pocos escritores, pero inspiraba además otro menos frecuente: la devoción. Fue, tal vez sin proponérselo, el argentino que se hizo querer de todo el mundo. Sin embargo, me atrevo a pensar que si los muertos se mueren, Cortázar debe estar muriéndose otra vez de vergüenza por la consternación mundial que ha causado su muerte. Nadie le temía más que él, ni en la vida real ni en los libros, a los honores póstumos y a los fastos funerarios. Más aún: siempre pensé que la muerte misma le parecía indecente. En alguna parte de La vuelta al día en ochenta mundos un grupo de amigos no puede soportar la risa ante la evidencia de que un amigo común ha incurrido en la ridiculez de morirse. Por eso, porque lo conocí y lo quise tanto, me resisto a participar en los lamentos y elogías por Julio Cortázar. Prefiero seguir pensando en él como sin duda él lo quería, con el júbilo inmenso de que haya existido, con la alegría entrañable de haberlo conocido, y la gratitud de que nos haya dejado para el mundo una obra tal vez inconclusa pero tan bella e indestructible como su recuerdo.
CONTRATAPA:
NOTAS DE PARÍS
IRMA BIGNON
(Santa Fe-Santa Fe-Argentina)
LAS CONMEMORACIONES DEL MES DE JULIO
El 9 de
julio celebraremos en Argentina el Día de la Independencia. Evoca la jornada
cuando un grupo de representantes de las Provincias Unidas de Sudamérica confirmó por escrito su
intención de poner fin a siglos de dominio colonial español. La Declaración de
la Independencia fue un acto soberano y colectivo.
Fue
proclamada el día martes 9 de julio de 1816 en la ciudad de San Miguel de
Tucumán, en la casa propiedad de Francisca Bazán de Laguna, casa declarada
Monumento Histórico Nacional en el año 1941.
Durante
muchos meses 28 diputados sesionaron y debatieron día a día para proyectar una
nueva nación.
* * * *
El 14 de
julio en Francia se celebra el día que estalló la Revolución – Reconstitución
Festiva – como escriben hoy los escritores Franceses cuando a ella se refieren.
En
realidad comienza el día 4 de mayo de 1789, cuando los diputados de los Estados
generales se dirigen en procesión a Versailles. El día 5 es la ceremonia de
apertura. Los 1139 participantes ignoran
que un cataclismo comenzará a estremecer a Francia y al mundo, y que dos siglos
más tarde, continuará alimentando las pasiones.
¿Fue el
Antiguo Régimen enmendable? ¿Fue el Terror fatal? ¿Fue necesario tanto fervor,
tanta sangre, para que naciera la democracia? ¿Fue realmente primero la
guillotina y después plantar el árbol de la libertad? Tales son las preguntas
que nos hacemos.
No
pretendemos juzgar, sino tan sólo comprender, siguiendo el curso de la
historia.
Hay crisis
decenales. No hay revolución decenal. Para que una revolución estalle hace
falta algo más que una crisis de cosechas de trigo: hace falta una crisis muy
profunda que afecte las instituciones y a través de ellas, a la sociedad
entera.
* * * *
Francia
estaba en plena expansión económica y cultural. Sin embargo, había que
franquear una transición muy difícil: pasar de la aristocracia a la democracia.
Los cambios son siempre molestos. Ya lo habíamos leido en los versos del “Cid “que
escribiera Pierre Corneille, cuando consuelan a Gimena: “Déjalo al tiempo
hacer, la paciencia es tu Rey”.
Francia no
nace en 1789. Pero de ese complejo conjunto
de hombres llamado Revolución, nace la
República. Es como una nebulosa que va tomando cuerpo en las huellas que deja marcadas el
año 1789, entretejiendo el sufragio universal, unido a la educación, a la igualdad
de ley y a la Declaración de los derechos del hombre, que es una manifestación
de derecho a la verdad.
La Revolución ha sido como un telón audaz, que se descorrió para presentar la
reivindicación ilimitada de la igualdad, ejemplo de las sociedades
democráticas.
Sabemos
que Emmanuel Kant acogió estos históricos sucesos con simpatía. No obstante, no
admitía la revolución sino en la medida en que surgía de las profundidades del
alma humana. Condenaba toda acción precipitada, todo régimen que se impusiera
por la violencia y que implicara la dictadura, aunque fuera temporaria.
Esperaba que llegara felizmente a término y que despertara en el espíritu de
todos los espectadores desinteresados una atracción rayana en el entusiasmo.
Ha corrido
mucha sangre, mucha injusticia y también muchas necedades. Pero es, ante el
mundo, un drama donde el pueblo es el primer actor: la soberanía real cede el
lugar a la soberanía popular, mostrando a Europa la idea de Nación y Estado
Nacional.
El
terror, ¿era necesario? La historia que
es un laboratorio de experiencias humanas aclara que sin terror se hubiera creado una monarquía aburguesada.
Nunca una República.
Es curioso
hacer de Robespierre un símbolo. Nunca tuvo imaginación. Era contrario a la
guerra y no supo evitarla.
La única
manera de no
hacer de la
conmemoración una ceremonia
fúnebre es permanecer fiel a los
principio inmortales y a las ideas de libertad.
*
* * *
La
Revolución francesa ya es
historia. Los franceses la viven todos los días bajo el nombre de
República. Ella constituye una proyección hacia el futuro.
El hombre
está hecho de una manera tal, que no construye el futuro sin referencia al
pasado.
Hoy,
“libertad, igualdad, fraternidad” se
reemplaza por “trabajo, familia, patria”.
Conmemorar no es
manejar el incensario, ni tampoco
anatemizar. Es saber acordarse del pasado.
Buscando
la forma de vivir en democracia sin
liderazgos, y a través de los tiempos, Argentina y Francia se hermanan manteniendo el ideal sublime, preocupándose
por la educación y la instrucción que es necesidad de todos, protegiendo la unidad nacional,
iluminándola y conduciéndola.
Todos los
textos, fotografías o ilustraciones que integran el presente número son
Copyright de sus respectivos propietarios, como así también, responsabilidad de
los mismos las opiniones contenidas en los artículos firmados. Gaceta Literaria
solamente procede a reproducirlos atento a su gestión como agente cultural
interesado en valorar, difundir y promover las creaciones artísticas de sus
contemporáneos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario