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BEAUTIFUL WORLD
PÁGINA
1 – REFLEXIONES
EDUARDO
GALEANO
(Montevideo-Uruguay)
EL MUNDO
Un
hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto
cielo.
A la vuelta contó. Dijo que había
contemplado desde arriba, la vida humana.
Y dijo que somos un mar de fueguitos.
-El mundo es eso -reveló- un montón de
gente, un mar de fueguitos.
Cada persona brilla con luz propia entre
todas las demás.
No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos
grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego
sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco que llena el
aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero
otros arden la vida con tanta pasión que no se puede mirarlos
sin parpadear, y quien se acerca se enciende.
MIRYAM SEIA
(Gálvez-Santa
Fe-Argentina)
TAN LEJOS,
TAN CERCA, TAN NUNCA, TAN SIEMPRE
He escuchado el rugido del
Minotauro. Un escalofrío zigzagueó en mi espalda. ¿Cómo decirlo y esperar que
me crean?
Fue cuando la Tierra sufrió el movimiento que modificó su eje, hubo una fracción de segundo que produjo una levísima hendidura por donde, si en ese preciso instante estaba uno mirando el cielo, la mente podía conectar con la historia de los tiempos.
Fue cuando la Tierra sufrió el movimiento que modificó su eje, hubo una fracción de segundo que produjo una levísima hendidura por donde, si en ese preciso instante estaba uno mirando el cielo, la mente podía conectar con la historia de los tiempos.
Estuve en el Laberinto, encontré su
puerta y allí fue, allí se oía ese
desgarro de voz herida que quería pasar su mensaje infinito. Ni era
tan bravo y sanguinario el Minotauro. Ni lo había matado Teseo.
Sólo había que mirarlo… mirarlo fijo
hasta calmar su grito, entonces, por sus ojos comenzó a desfilar la Historia. Y
me quedé mirando esos ojos hasta comprender… ¿Cómo decirles a todos que ya
no existimos, que el planeta ha desaparecido? Que sólo somos como el brillo de
esas estrellas que se han extinguido hace miles de años…
Al llegar a las Pirámides, en el
ángulo de Gizeh orientado a la estrella del amanecer, también estaba la
revelación que conocí en los ojos del Minotauro. Todo debió haber sucedido en
una forma vertiginosa, pero a mí me parecía vivirlo de manera lenta y nítida,
los detalles no escapaban a los pensamientos y era palpable el desierto.
Vi las
luchas de la Humanidad y sus anhelos, su búsqueda de paz a través de los
siglos –de los siglos del mundo que se recordaba a sí mismo– el dolor y aquello
que nos lo causa.
Hubo muchos mensajes que no fueron
comprendidos; también en la Piedra Roseta estaba escrito entre líneas, pero
pasó desapercibido a la aguda mirada de Jean François Champollion: que el fin de los tiempos llegaría cuando
el hombre no obrara en justicia con su hermano.
Y el hombre repitió su historia a lo largo de gobiernos y utopías.
Desde Atenas hasta hoy.
¿Cómo podría construir un relato a
partir de trozos de realidad ya inexistente y sin posibilidad de ser
modificada? Lo que nos queda son nada más que retazos de emociones, algunos
conceptos de verdades, algún retorno a ideas atávicas donde amparar los
ideales.
No tengo corazón para decir a mis congéneres esta verdad a ultranza; que la Tierra ya no existe.
No tengo corazón para decir a mis congéneres esta verdad a ultranza; que la Tierra ya no existe.
Es día 15; es mayo,
el año es una circunstancia…
Voy a
salir con ellos llevando una bandera de esperanza, porque sé que, desde
cualquier galaxia, los sueños… no se callan.
ELSA
HUFSCHMID.
(Santa Fe-Santa Fe-Argentina)
RECUERDOS
Tengo guardados en el bolsillo
un beso robado, chiquito,
un rubor, una lágrima,
olor a glicinas, un pimpollo seco.
Tengo una almendra mordida,
un viejo libro de cuentos,
el ruido de un tranvía,
un campo de lino celeste.
Aquel primer día de escuela
con guardapolvo almidonado.
Tengo el bolsillo estirado
ya no caben más recuerdos
pero vienen en bandadas
cabalgando golondrinas.
Quiero guardarlos a todos,
que me acompañen, me mimen,
tenerlos apretaditos, que no
escapen.
Tengo el bolsillo pesado, no
importa,
aguantaremos.
TRÍO
Tres mujeres habitan mi cuerpo.
Una es bailarina.
Eleva los brazos, despliega sus
manos,
quiebra su cintura, sigue el compás
y sonríe.
Otra es cocinera.
Ama las ollas, saltea blancas
cebollas,
rojos tomates, verdes pimientos
y sonríe.
La tercera es abuela.
Goza acariciando manitas,
besa mofletes, engarza ojos con
dulzura
y sonríe.
Las tres disputan un lugar.
Y mi cuerpo las cobija, las mima
y se sonríe.
CARMEN BARRERE
(Posadas-Misiones-Argentina)
HEREDEROS DE UN NOMBRE.
Hoy les voy a contar un hecho real que tiene que ver
con los nombres que nuestros padres, movidos por pasiones, modas, herencias, u
otros motivos, usan para endilgarnos un nombre con el que cargaremos durante
nuestra existencia. Algunas veces lo utilizamos para sentir orgullo y levantar
el ego y otras para que en medio del bochorno, busquemos alias, apocopes o lo
cambiemos sin ningún miramiento por el de alguien por el o la que sintamos
admiración.
La noticia la tomo de un periódico que conservo,
publicado en Guatemala el 27 de noviembre del año 2000, relatando sucesos de la
República Dominicana.
Corre el año 1937, cuando un señor enfrenta al párroco
de su barrio e intenta — el recorte no aclara si lo logra — bautizar a sus
mellizos con los nombres Hitler y Mussolini. Conmovido y alagado el Duce, a
través de su Embajada, le hace llegar dos retratos suyos autografiados.
En vísperas de la segunda guerra mundial, empieza una
verdadera revolución en dicho país. Todos ambicionan que sus herederos porten
nombres excéntricos, únicos, que nadie pueda repetir. Ven la luz Meningitis
Peres, Amauris Hirlanda, Gary Cooper Ramirez, Scarlet Almonte, Hirohito Candia,
Sueter Diaz, Roosevelt Fernández, Expreso Ramos, Válvula Romero, Nuestra Señora
Ríos, Epifanía de Jesús Enriquez, Liza Minelly Infante, Etcétera Camargo, Nasa
Ruiz, Mirurgia Romero, Onasis Quinto, Ladydy Conforte, Katiuska Santos, y
cientos más, todos inocentes, sin la asistencia de abogados defensores de
semejante carga.
Sin alcanzar estos extremos, conocí de cerca de un
joven llamado Herculano Hilario, quien, al arribar a la gerencia de una
multinacional, entregaba una tarjeta donde se leía: H.H. Leyes.
No soy tan arrugada y conservadora en lo que respecta
a nombres. Pero queridos padrecitos: No se arrebaten copiando nombres de
actrices, volcanes, o marcas de dentífrico. Piensen en el futuro, en las bromas
perversas de los compañeros de colegio y en sus hijos como triunfadores en el
área que ellos seleccionen. Porque es preferible un Carlos, una Sofía o una
Catalina homenajeando a un familiar o a un amigo querido, en lugar de hacerlos
pasar del verde al rojo fuerte, balbuceando en voz baja: Yuderka.
NESTOR
PANSERI CABELLO
(Ciudad
Autónoma de Buenos Aires-Argentina)
LOS
CUERVOS O LA CIÉNAGA
Estaba agotado. Luego de haber recorrido los
alrededores, sin encontrar viviendas ni gente, regresó al lugar a sabiendas de
que estaba perdido.
Tres
horas atrás su sofisticada camioneta lo había decepcionado, la transmisión
cuatro por cuatro no funcionó, y parte de la misma había sucumbido en la
ciénaga. A esa altura estaba arrepentido de ser tan suficiente.
Con la ira regodeándose en su alma recordó al
campesino cuando le dijo, -¿va a ir
solo?, mire que es un camino jodido-.
-No
se preocupe tengo experiencia- le contestó, insultando a su soberbia y al premonitor
lugareño.
Se
sentó y secó su transpiración. Una espesa vegetación y cientos de mosquitos lo rodeaban, su mente
estresada se agudizó en búsqueda de una solución.
Un
ruido casi imperceptible lo hizo mirar hacia arriba. Ahí estaban, observándolo,
como espectros alados, negros y lustrosos, una decena de cuervos de tamaño
considerable. Una escalofriante inquietud tomó forma en el consciente del
hombre.
Quizás,
porque percibieron su temor, los pájaros, alterados, comenzaron a graznar.
Poco
a poco se fueron acercando, algunos más decididos hicieron punta llegando a sus
pies, por reflejo el hombre sacudió sus miembros espantándolos, sabía que en
breve atacarían decididos.
Con suma determinación, se levantó veloz y sin
darles oportunidad a las aves, se introdujo en la camioneta.
Luego
los cuervos se fueron posando en el techo y el capot, entonces el hombre, preso del terror, bloqueó
las puertas.
Durante
más de una hora los pájaros lo intentaron, pero sus fuertes picos no pudieron
contra el acero japonés y los vidrios blindados, luego se marcharon.
Aún
tembloroso, observó por el parabrisas y el techo solar. No había graznidos
ni siluetas negras ya. Respiró aliviado.
Dio
arranque nuevamente. Pensó, iluso, que se podría haber arreglado la transmisión.
Entonces, la camioneta pareció moverse y
ciertamente lo hizo. Sin embargo, en vez de traccionar hacia atrás, comenzó a
deslizarse por peso propio hacia adelante.
Cuando
fue consciente de que el vehículo se hundía inexorablemente, intentó bajar, mas,
horrorizado, asumió que el sistema eléctrico se había estropeado…
…Al
rato los cuervos regresaron, observaron la cola de la camioneta hundida y
graznaron su peor frustración, la maldita ciénaga los había birlado…
MARIA
TERESA REARTE
(Santa
Fe-Santa Fe-Argentina)
NOCTURNO
No sé qué mendigan
mis
ojos en la noche,
que
cae como la lluvia
en
el sosiego dorado,
piadoso
de las almas.
Sólo
queda el recuerdo.
Itinerante
soledad
que
abraza la ausencia,
yendo
hacia la línea roja
que
nunca se alcanza.
Anhelo,
rezo, llanto,
encaje
solitario
cayendo
en el hueco
de
las últimas sombras.
Buscando
un hilo de luz.
¿QUIÉN...?
A
Paulo Freire
¿Quién
puede decir la palabra
que
convoca?
Aquélla
que despierta
nuestras
búsquedas.
Y
bajo el cielo que cobija
Logra,
entre fatigas y tormentas,
abrir
un camino a la esperanza.
¿Quién
puede ser mujer,
ser
hombre,
y
no estar solamente en
este
mundo?
¿Saberse
pueblo, meterse en el
sudor
labriego
e
impulsar la historia
para
que cesen los tambores
de
la muerte?
Es
el pensar conciencia,
verbo
y fuerza.
Es
el hombre el que pulsa
la
cuerda de los tiempos,
hasta
lograr hacerse gesto.
Y
concebir la vida como encuentro.
PARAÍSO
PERDIDO
Libertad
o tormento,
gracia
o destino,
el
insomnio del tiempo
desvela
la memoria
del
paraíso perdido.
Inclinado
y solitario,
en
la ribera de un río
por
siempre
llora
el hombre
la
injuria de esta llaga.
La
imagen bíblica
desvanecida
por
guerras incendiarias.
Cenizas
que enmudecen
el
fervor de las palabras.
Sin
olor de cercanía.
Ni
tocar, siquiera
con
la punta de
los
dedos,
la
puerta del hogar.
Donde acabó la infancia.
Y
los besos naufragaron
en
la boca deseada.
Sin
amor y sin gloria.
Más
solos que nunca.
MIEDOS
Aún
hay
que
sacudir los miedos.
Perforar
la roca.
Y
gritar al cielo.
Preguntas
que nadie
responde.
Desierto
que nunca
acaba.
JOSEFINA TOLEDO BENEDIT
Dra en Ciencias Históricas. Investigadora y
Profesora Universidad de La Habana.
(La Habana-Cuba)
FERMINA LUCUMÍ.
Heroína y mártir de las rebeliones de esclavos en
Matanzas.
En Cuba, como en los vastos territorios encontrados
por Cristóbal Colón en este lado del mundo, la oprobiosa trata negrera
posibilitó la introducción de hombres y mujeres arrancados de su suelo natal
africano, y sometidos a la emigración forzosa, en condiciones de esclavitud.
Los muy frecuentes arribos a las costas cubanas
de estos grupos significaron para ellos el trabajo en condiciones de
sobrexplotación despiadada por parte de los amos que los adquirían casi recién
llegados. Les había sido arrebatado el don más precioso que tiene el ser humano: la libertad. El pensamiento
esclavista de la época les cuestionaba, incluso, la capacidad de raciocinio.
Suponían que eran simples “piezas” incapaces de pensar y que, en consecuencia,
no estaban conscientes de su triste condición. Pero “sin libertad, como sin
aire propio y esencial, nada vive”, y fueron muchos los que se rebelaron y
huyeron a los montes colindantes para alcanzar una siempre precaria libertad en
los palenques de cimarrones.
La añoranza por la arrebatada libertad y los
castigos corporales y morales que recorrían la gama del látigo de los
mayorales, los cepos, las celdas, fueron la atmósfera natural para las muy
frecuentes sublevaciones de esclavos, y el
surgimiento de líderes de uno y otro sexo, dispuestos a luchar para
recuperar su libertad. De ellos, el precursor y más destacado conspirador es el
negro libre habanero e ilustrado, carpintero ebanista, José Antonio Aponte,
quien logra estructurar una conspiración que se extiende a otras provincias,
y que tiene entre sus objetivos la
abolición de la esclavitud, la supresión de la trata negrera y el derrocamiento
del poder colonial español en Cuba. Descubierta la conspiración, Aponte y
algunos de sus compañeros son condenados a muerte, sin juicio previo, y
ahorcados el 9 de abril de 1812. Este año de su bicentenario se le ha rendido
justo tributo de recordación, que es también un necesario ejercicio de justicia
histórica con una figura que los intereses oligárquicos demonizaron para
sembrar el miedo, la división y neutralizar su ejemplo.
En la Conspiración de Aponte algunas mujeres
tuvieron un desempeño importante en otras provincias, según la imprescindible investigación de José
Luciano Franco. En Bayamo se recogen los nombres de Caridad Hechavarría,
Dolores Figueredo y Juana Villegas. Abortada la insurrección, los conspiradores
son ahorcados y las mujeres fueron azotadas públicamente; algunas murieron durante la ejecución de la cruel sentencia. En Remedios se recogen los nombres de María
Merced Llanos y María del Buen Viaje Orihuela.
Ellas fueron acusadas de aprovechar las tradicionales fiestas de La
Candelaria, el 2 de febrero, y las fiestas de san Blas y san Blas Chiquito, el
3 y el 4 del mismo mes, respectivamente, para ganar adeptos entre posibles
conspiradores, en aquel año 1812. Estas mujeres se expresaban en sus lenguas
nativas africanas. Fueron detectadas y algunas de ellas, al igual que en
Bayamo, fueron públicamente azotadas hasta la muerte.
Los ahorcamientos, los azotes y la brutal represión
que desencadenó el sistema colonial en Cuba no fueron capaces de sofocar las
ansias de libertad de los esclavos. La necesidad de abolir la esclavitud y la
trata negrera se identificaba, entre los líderes más lúcidos, con la necesidad
de independizar a Cuba de la dominación colonial española. Treinta y un años
después de la Conspiración de Aponte, en noviembre de 1843, se produce lo que
José Luciano Franco ha calificado como la rebelión de esclavos más
sobresaliente y de mayor masividad ocurrida en Cuba colonial. Tuvo por
escenario el ingenio Triunvirato en la provincia de Matanzas, y entre sus
líderes están Fermina Lucumí y su compañera Carlota. Para valorar la masividad
de las sublevaciones de esclavos en 1843, debe tenerse presente que en
Matanzas, a mediados del siglo XIX, había más de 100 000 esclavos, según señala
José Luciano Franco, quien estima que en esa década del siglo XIX el 46, 8 % de
la población era esclava, y la trata negrera sostenía la tendencia a seguir
aumentando la proporción de presencia negra en la población de esa provincia, y
de toda la Cuba colonial. La oligarquía se siente amenazada por la proporción y
ordena a sus mayorales mantener a raya a sus esclavos, sobreexplotados en el
trabajo, e inmisericordemente maltratados ante cualquier supuesta “falta”. Se
produce entonces la lógica relación inversamente proporcional: Aumenta el miedo al negro, aumentan
los castigos y, como respuesta, aumenta en los esclavos el ansia de liberarse.
El primer alzamiento de esclavos se produce en
Cárdenas, en mayo de 1843, en el ingenio “Alcancía”. La rebelión fue secundada
por los trabajadores del Ferrocarril de Cárdenas, de cuyo capataz, el irlandés,
Daniel Goulding, sospecharon las autoridades que no era ajeno al movimiento
rebelde, extendido a las dotaciones de esclavos de varios ingenios de los
alrededores. También en mayo de 1843 los esclavos de los ingenios Santa Rosa y
La Majagua, propiedad del muy acaudalado Domingo Aldama, se sublevaron e
incendiaron los almacenes y algunos bohíos. Ambos grupos de rebeldes sumaban
alrededor de 300 hombres y mujeres armados de machetes, que inicialmente
arrollaron a quienes intentaron interponerse a su paso, y se dirigieron a los
barracones vecinos, convocados por sus tambores. Los rebeldes llegaron a los
ingenios “La Trinidad”, “Lucía”, “Las Nieves”, “La Aurora”, cuyas dotaciones,
mayoritariamente, se les incorporaron. Entre los líderes de estos masivos
levantamientos aparecen figuras ya míticas como Fermina Lucumí, su compañera Carlota, y Eduardo, el tamborero que con la
percusión ancestral de los cueros, había llamado a sus compañeros esclavos a
pelear para recuperar la libertad. La rebelión parecía imparable por su propia
masividad. Como era previsible, los encargados por la metrópoli española de
mantener el orden del régimen esclavista se coaligaron contra los rebeldes.
Fueron perseguidos por las fuerzas de milicias al mando del capitán pedáneo y
todos los mayorales de los ingenios involucrados. Enfrentados a fuerzas con superior
armamento y experiencia militar, los rebeldes fueron sometidos después de
presentar una heroica resistencia.
Muchos murieron luchando por su libertad, como Carlota, devenida símbolo
y acicate para sus compañeros. Muchos esclavos lograron internarse en zonas
poco accesibles para las fuerzas coloniales y engrosaron los palenques de
hombres y mujeres libres. Los que fueron capturados vivos fueron salvajemente
golpeados, como escarmiento ante posibles nuevos intentos.
Fermina Lucumí, acaso cubriendo heroicamente la
retirada al monte de muchos de sus compañeros, es capturada viva, ferozmente
torturada por los latigazos y encerrada en una mazmorra con ambos pies metidos
en el cepo, remachado por cadenas. Viva y rebelde esperó una segunda
oportunidad de ser libre o morir en el intento.
El 15 de noviembre de 1843, convocados por el toque
misterioso de los tambores, se
levantaron los esclavos del ingenio Triunvirato en Matanzas, y arrastraron tras
sí a un muy nutrido grupo de esclavos de los ingenios de los alrededores,
decididos a luchar por su libertad y contra el trato inhumano al que eran
sometidos. Volvieron a enarbolar el machete los irredentos del ingenio Ácana y
se lanzaron contra el grupo del mayoral y del administrador y sus seguidores
que trataron de cerrarles el paso. Incendiaron la casa de vivienda y parte del
ingenio. Se apoderaron de algunas pistolas y escopetas que abandonaron en su
huida los representantes del poder, y buscaron a Fermina, todavía con las
huellas de los latigazos y los grilletes en los tobillos, desde la anterior
rebelión. De nuevo junto a Eduardo y otros líderes les dijo a sus compañeros la
necesidad de eliminar al mayoral “ese que pone los grillos” que la había
torturado durante tanto tiempo desde la insurrección anterior. Se dice que el
aludido, apresado por los rebeldes, trató de defenderse, trató de golpear a
Fermina con sus puños, cuando ya había sido despojado de su pistola y, ante la
vacilación de sus compañeros, la propia Fermina lo degolló de un solo impulso,
tal y como abatía los plantones de caña en el campo. “Válida es la nostalgia
que hace poderosa / la mano de una mujer / hasta decapitar a su enemigo”
Al igual que en la gran rebelión anterior, los
sublevados tienen éxitos iniciales determinados por la masividad del movimiento
y porque entonces disponían de algunas armas de fuego abandonadas por sus
enemigos. Desde La Habana, el gobernador colonial envía regimientos completos
hacia Matanzas para combatir a los esclavos que luchan por su libertad. En el
desigual enfrentamiento los rebeldes son cercados durante varios días en el
ingenio san Rafael. Cuando las fuerzas colonialistas deciden asaltarlos se
produjeron feroces combates.
Centenares de esclavos cayeron combatiendo, y
muchos otros fueron asesinados. Incluso aquellos esclavos que habían
permanecido en los barracones fueron sacados y asesinados. Un grupo numeroso de
los rebeldes del Triunvirato logra escapar a la masacre y se refugia en los
cayos de la Ciénaga de Zapata, en el lugar conocido después como El Gran
Palenque de las Cuevas. Al parecer, Fermina Lucumí atrae y mantiene sobre sí la
furia y la atención de los perseguidores para facilitar que muchos de sus
compañeros pudieran burlar el cerco y llegar a las inmediaciones de la Ciénaga
de Zapata. La heroica y valiente mujer fue fusilada junto a su grupo de
resistencia: los esclavos Cristóbal,
Zoilo, Cirilo y Adán, todos lucumíes, y Manuel, Nicolás y Narciso, de etnia
gangá.
Todos fueron fusilados en marzo de 1844, según la
autorizada opinión de José Luciano Franco. En el lugar del sacrificio, nuestra
Revolución ha levantado la escultura que perpetúa su memoria y el moderno
centro escolar que ostenta su nombre.
ANA
MARÍA DONATO
(Resistencia-Chaco-Argentina)
DESFILADEROS I
El
problema de Leticia está centrado en su propia sombra. Ha recorrido los caminos
del mundo sin salir de su pequeño pueblo y ha estado durante años mirando
siempre el mismo paisaje, no el que la rodea sino el paisaje que su
imaginación recrea ante cualquier estímulo. Lo mismo sucede con las personas y
con los problemas que puede haber su alrededor. Leticia sólo entiende
lo que le sucede a ella. Es consciente de su distanciamiento y, es más, a quien
la interroga sobre esta situación, responde con un taxativo " Es elección
mía " y calla. Nadie ya, a esta altura de sus treinta y tres
años, le pregunta nada más. Leticia está en su mundo y crea su mundo
a su medida. No importa, por ejemplo, la estación del año real, ella vive
en la estación que quiere y actúa acorde con ese acomodamiento temporal.
Leticia no tiene los conflictos que tienen los demás, tiene otra clase de
conflictos que sólo ella conoce. En el pueblo nadie se atreve a decir que
está loca porque Leticia es la hija del único médico del pueblo. Simplemente
dicen, "Es Leticia" y no se comenta nada más. Ayer apareció, en pleno
estío, cubierta con un pesado abrigo oscuro. Era de su madre. Lo dejó en el
ropero junto con otras prendas, ese día lluvioso y frío cuando se fue de
la casa. Así vestida, atravesó la calle principal en dirección al espigón
de donde parten las barcas hacia el mar profundo. Hacía mucho calor pero
Leticia no lo sentía. Pasó delante de la farmacia y don Pablo la saludó
con un cordial "Hola Leticia", sin agregar nada. Ella le
contestó sonriendo y siguió su camino. Al llegar al espigón se quedó
allí, estática , mirando un punto en la lejanía que sólo ella sabía cuál
podía ser. De pronto escuchó detrás de sí, la voz de Dolores Saavedra, la mujer
del farmacéutico: "Leticia- le dijo - te tenés que ir del pueblo. Las
pastillas que te da tu padre y que prepara mi marido, te están haciendo mal.
Sos inteligente. Despertate. Alejate lo más pronto posible de tu padre porque
vos sabés qué te hizo él después que tu madre se fue. Yo prometí no meterme pero
hoy cuando te vi pasar dije, ¡Basta! y aquí estoy, diciéndote lo que vos
sabés muy bien que tenés que hacer." Dolores no esperó la reacción
de Leticia. Se volvió sobre sus pasos y regresó a su casa, a su marido cómplice
y a una vida que había perdido como la estaba perdiendo Leticia porque nadie le
dio una mano para salir del infierno del abuso, ese abuso que también ella
había sufrido al quedar sola al cuidado de su único tío, quien hace
diez años es su marido, y que vino a ocupar el lugar de la familia
después de que el voraz incendio la dejara huérfana y aislada del mundo.
Leticia ha escuchado a Dolores, pero sigue allí, estática, con el
inapropiado abrigo de su madre mirando ese punto que sólo ella sabe dónde
está y qué representa.
JORGE CARLOS ALEGRET
(Río Grande-Tierra del
Fuego-Argentina)
5
Esta fatiga de almas como barro
en los vidrios
cuando es la tarde y los muñecos
se guardan en sus cajas de plasma,
el viento en las encías lo que queda
de paisaje
más el guión del salario,
es fatiga de la nube lila
fatiga el muñón del mendigo
fatiga agujeros negros y blancos
y las huellas del pie desnudo en la nieve;
una fatiga de muros con garabatos
escritos con pasta de cerebro quemado.
En un vasito: oporto, la yema de un huevo,
azúcar. Revolver bien, hasta que haga espumita.
6
Me supe morir
la patria
en tus fotografías,
me supe muerto
de noches en negro poesía
y la ciudad
como un herpe o un dólar o
el vudú en las rutas
patagónicas,
me supe morir en
una obsesión
que te aloja
y es cobijo, que es
un saber de lo que se muere
y se calla.
7
Escribo un gel de oro
y esmeraldas
que atrae a las abejas
y a los osos hormigueros,
pero nunca
animales simbólicos.
8
Puedo ver el bosque
bajo la luz ceniza de agosto
que nubla la máquina de escribir.
Leo el Peronismo según Feinmann
y evoco el cuerpo de un compañero
en 1976, criando cerdos
en Colonia Sarmiento.
Miro los ñires
en la hipnosis
del árbol y un buitre.
Feinmann es un genio.
Mi compañero fue asesinado en una porqueriza.
Ya no se consiguen repuestos de cinta
para máquinas de escribir.
JULIO CORTAZAR
(Ixelles-Bruselas-Bélgica)
INSTRUCCIONES PARA LLORAR
Dejando
de lado los motivos, atengámonos a la manera correcta de llorar, entendiendo
por esto un llanto que no ingrese en el escándalo, ni que insulte a la sonrisa
con su paralela y torpe semejanza. El llanto medio u ordinario consiste en una
contracción general del rostro y un sonido espasmódico acompañado de lágrimas y
mocos, estos últimos al final, pues el llanto se acaba en el momento en que uno
se suena enérgicamente.
Para
llorar, dirija la imaginación hacia usted mismo, y si esto le resulta imposible
por haber contraído el hábito de creer en el mundo exterior, piense en un pato
cubierto de hormigas o en esos golfos del estrecho de Magallanes en los que
no entra nadie, nunca.
Llegado
el llanto, se tapará con decoro el rostro usando ambas manos con la palma hacia
dentro. Los niños llorarán con la manga del saco contra la cara, y de
preferencia en un rincón del cuarto. Duración media del llanto, tres minutos.
JORGE
M. TAVERNA IRIGOYEN
(Santa
Fe-Santa Fe-Argentina)
DE
PROMESAS Y PROMESANTES
Viaja
al Tirol austríaco. Quiere encontrar a la familia de su institutriz, aquélla
mujer rubia y dulce como la miel, con quien vivió los años niños. Sabe que
pueden estar en Landeck o un pueblo cercano. Nadie recuerda a los von Oertel.
Va a dos templos: no hay registros. Siente que su promesa se trunca. Ha pasado
tiempo y sus noventa años pesan más que el bastón que lo sostiene. Mira las
aguas del Inn. Comprueba que el paisaje le es familiar, tal cual se lo contaba
ella. Suspira. Suspira hondo. Ha cumplido la promesa.
Promesantes
de la vida, han cruzado campos, han sorteado rios. No los impulsa el amor.
Los
mueve el pedido de igualdad. Van ancianos. Van niños. Van hombres y mujeres
fuertes. Igualdad para todos los pueblos del mundo. En cada lugar preguntan y
van directo. Abren puertas. Violan ventanas. Y siguen. Les queda mucho por
hacer hasta que no quede un solo político sobre la faz de la tierra…
¿La
promesa se ha cumplido?. Un niño golpea su puerta y le pide asilo. Ella tiene
la cama limpia y la mesa tendida. Lo mira a los ojos. Le devuelve la sonrisa. Y
lo toma de la mano con la ternura con que se toma una sombra frágil, muy
frágil, que ya comienza a deshacerse en los primeros pasos.
Los
promesantes acaban de regresar del camino de Santiago llenos de llagas y
rengueras.
Son
felices. Están habitados de una luz que nunca hubieran imaginado. En la posada
los aguardan las vituallas. El cantinero los mira con envidia. El que nunca ha
partido, él que sólo espera a los que llegan, siente que algún día hará la
experiencia. Imagina que entonces, a su regreso, lo aguardarán todos aquellos a
quienes dio albergue. Por años…
Los
evocadores de muertos han dejado sus consultorios. Hoy y mañana trabajarán en
Berna, en el primer Congreso Internacional de la disciplina. Son más de
seiscientos y, por si acaso, todos los comercios de la ciudad han bajado sus
cortinas.
TIEMPOS
DE ASTROLABIOS
El
Sol, que en el equinoccio estaba en el signo de Aries o Carnero en la época de los argonautas, se
encuentra hoy en la constelación de Piscis. María se rasca la cabeza y deja su
astrolabio sobre la pana de la mesa. Le preguntará a Antonio, por las dudas. No
quiere que Seribonius la confunda más. Que él siga con Tiberio o con quien más
le pague, para descifrar astrológicamente los pasos que hay que dar. Le
preguntará a Antonio si debe seguir confiando en el Sol, que ilumina tan bien
su mirada glauca…
Cae
a sus pies y no trepida en romperlo con la bota. El puede ir por el mundo según
sus propias intuiciones: no por nada Kan
lo nombró embajador y gobernador de territorios. En su pupila derecha está
guardada la Mongolia. En la izquierda, la inconmensurable China. En su corazón,
la Venecia de aguas que no cesan. ¿Y en su cerebro? Marco Polo piensa y recoge
con mansedumbre los restos del astrolabio…
Es
de oro macizo y esmalte azul. Más para una vitrina, que para sus manos rústicas.
En él busca tiempo y distancia. Tiempo y
distancia de la mujer amada que un día se fue y de la que nunca más supo.
Destino de mar: con uno de sus grumetes…
ROLANDO
REVAGLIATTI
(Ciudad
Autónoma de Buenos Aires-Argentina)
DEL FRANELERO POPULAR
Sabrás de la garrapata de mis versos
o si no
no sabrás nada.
*
Las margaritas que tiraron
a tus chanchos
mis vacas
se las comen.
*
Más vale tu pájaro en la mano
que ni siquiera.
*
Más vale solo porque sí
que desestimado porque no.
*
El dinero finge
la felicidad.
*
Con la verdad
casi siempre ofendo
Luego, temo.
*
No por mucho madrugar
se amanece.
*
De rodillas y contrito
arribaré más bajito.
*
Suelen las fieras domesticadas
ser melómanas.
*
Que es nada
lo que sé
sólo sé.
*
El hombre más fuerte
es el que está.
*
Los viejos del futuro
ahora últimos
(con mucha suerte)
serán los primeros.
*
Más vale pájaro en mano
que sin destino.
*
Se quiebra pero no se dobla
ni obla
ni bla bla.
*
Sarna con gusto, sorna.
JOSÉ CAROL
ARCHS
(Barcelona-España)
NOVELA ES
VIDA
Nombrar algo es poseerlo, y si además de nombrarlo, se
define, se posee mayormente. El hombre no supo que el color blanco era blanco
hasta que dio con esa palabra, pero sobre todo hasta que definió la blancura.
No sólo está el Verbo al principio, en el instante de la creación, de cualquier
creación, sino que también está al final, en el momento del dominio y
utilización. Definir, por tanto, la novela es abarcarla, aprehenderla. Y es lo
mismo que aprenderla, o sea, saber cómo se escribe o saber reconocerla cuando
pasa ante nuestros ojos.
Algunos han declarado que la novela carece de
definición y que toda obra que lleve el subtítulo de novela -Cela dixit- lo es,
concepto que equivale a decir que será novela aquello que un escritor quiera.
Tal idea resulta inadmisible -con el mayor respeto para el talentoso Camilo
José-, pues todos sabemos que el infierno está empedrado de buenas intenciones
y que no basta con la voluntad del autor. Por otra parte, al afirmar que la
novela es indefinible, se ha pronunciado ya una definición, lo que prueba la
sempiterna necesidad de fijar con palabras todo cuanto existe.
Otros se han esforzado por hallar las coordenadas del
género con exactitud y así vemos a nuestro máximo genio -Miguel de Cervantes-
sentenciar de modo rotundo y escueto que «novelar es narrar». Narrar es contar
un argumento. No existe novela donde no se cuente algo de alguien. Sencillo,
¿no? Dentro de eso caben múltiples formas y plurales fórmulas, pero es
indispensable contar. Si no se cuenta, se podrá crear una magnífica obra
literaria, más nunca una obra novelesca. Novelar es, simplemente, contar. ¡Y
resulta lo más difícil! Stendhal nos ha inundado los oídos, los ojos y la mente
con su tan reiterada frase de «un espejo a lo largo del camino». Nunca he
entendido la razón de ese éxito. Un espejo a lo largo del camino es igual que
una cámara fotográfica reproduciendo la realidad. Si la novela es arte -y lo
es-, no puede ser reproducción y copia, sino creación. Nada de espejos que
calquen y repitan, sino espíritus que creen, que inventen. Stendhal erró en su
definición, si bien tuvo el enorme talento de olvidarla a la hora de novelar y
por eso nos ha legado novelas imperecederas. Arrumbó el espejo y recurrió a la
intuición creativa y a la fecunda imaginación.
El intenso Zola nos brinda una definición muy atinada:
«Novela es la realidad vista a través de un temperamento.» La realidad es lo
que existe fuera del novelista, el terreno de donde se extraen los materiales,
y el temperamento es lo que selecciona, combina y tiñe los materiales de uno u
otro color, es decir, los transforma, los transfigura. Emilio Zola definió
mejor que Stendhal y, no obstante, acertó un poco menos que éste -sólo un poco
menos- a la hora de la verdad. Ello demuestra lo atinado de que del dicho al
hecho va un trecho y que no es igual la teoría que la práctica. Una cosa es
entender de toros, pontificar sobre ellos, y otra muy distinta es echarse al
ruedo y entrar a matar. Zola es un maestro en el ruedo novelístico, pero
Stendhal ha cortado más orejas.
El inolvidable Thomas Mann -el que escrituró la
decadencia de la burguesía en Los Buddenbrook, el drama de la
tuberculosis en La montaña mágica y la agonía íntima en Muerte
en Venecia- escribió lucidamente que «novelar es transformar hechos exteriores
en interiores». Muy válido para él, dado que esta frase puede servir de
maravilloso lema a sus creaciones y, en general, a la novelística alemana
-piénsese en Kafka, en Wassermann, en Werfel, en Broch, en Musil-, si bien no
puede admitirse corno definición de valor universal, pues ¿dónde pondríamos a
un Dumas o al Robert Louis Stevenson de La isla del tesoro? Muchas
novelas, por el contrario, transustancian el latido interior en sucesos
exteriores.
Un sobresaliente poeta español, que nada tiene que ver
con la narrativa -Luis Cernuda, el solitario e hipersensible sevillano dejó
expuesto: «En la novela, todo descansa en un azar previsto de antemano por
quien no está dentro deI juego.» Hermosa idea, bello símil, corno corresponde a
un lírico. Un azar teledirigido. No está mal. En las buenas novelas los
personajes se mueven por si solos, disponen de vida propia y autónoma, aunque,
por supuesto, los guíe la mano invisible de su creador. Pero esta mano no debe
verse. Además, la acción ha de desarrollarse con fluida naturalidad y con
sorpresa continua, de tal manera que, al igual que en la existencia humana, no
se pueda saber, no se pueda adivinar, lo que va a ocurrir acto seguido. En una
verdadera novela todo resulta inesperado -azar-, por más que lo haya ligado con
sólida urdimbre el autor, por más que este lo haya tramado todo con un cañamazo
sin fisuras. Sin embargo, el novelista esta en el juego. ¿Cómo no va a estar,
si es el principal, el máximo jugador? Un jugador fuera del campo, de acuerdo;
pero figura indispensable deI juego. Sin novelista no hay novela.
Para Albert Camus -por cuya grandeza ética muchos
sentimos una gran devoción- la novela es «una filosofía puesta en imágenes».
Sus obras narrativas responden perfectamente a tal fórmula. En el fondo, todas
las creaciones del género se ajustan a la mencionada idea, inconscientemente
para sus autores. Todo novelista vierte mucho de sí mismo, y lo que vierte lo
convierte en una visión de la vida y en una interpretación de los seres
humanos. Una filosofía, desde luego. Una filosofía expresada en personajes,
hechos y situaciones. Expuesta con concreta plasticidad, en vez de genérica
abstracción.
Wladimir Weidlé, famoso profesor de Estética de la
Universidad de Cracovia, ha dado, a mi entender, la definición más exacta de
novela al proclamar que se trata de «un mundo imaginario poblado de seres
vivientes». Un mundo, puesto que toda novela equivale a un cosmos único e
inconfundible, a un espacio cerrado, con sus leyes, personas y sucesos propios.
Imaginario, ya que ese mundo brota de la fértil y bulliciosa imaginación de un
hombre o mujer que es escritor y que, dentro de la literatura, se denomina
novelista. Seres, por cuanto los personajes que pueblan la obra tienen que
gozar de entidad total, tienen que presentar signos de independencia, tienen
que responder a todos los rasgos inequívocos de la individualidad. Si en vez de
seres son títeres, la novela se ha frustrado. El novelista debe ser un director
de orquesta: dirige la música, pero cada músico actúa por sí mismo. Una novela
no es mala porque esté mal escrita -en ese caso resultará una pobre obra
literaria, pero no será únicamente por ello mala narración-, sino porque la
habitan, porque se mueven en sus páginas muñecos en vez de seres auténticos. Y
vivientes, o lo que es lo mismo, que rezumen palpitante personalidad; que sean
lo más parecidos posible a las personas de carne y hueso, que rebosen humanidad
por los cuatro costados, que sean tan próximos y convincentes como los hombres,
mujeres, niños, niñas, viejos y viejas con quienes nos cruzamos en la calle,
coincidimos en el trabajo o son nuestros amigos. Si los personajes que desfilan
por las páginas de la novela que tenemos en la mano no trasudan vida, no
resultan vivos, no nos interesan tanto o más -en aquel momento han de
interesarnos más- que las personas reales que se mueven en nuestra existencia,
la novela se ha quedado en simple tentativa, no ha cuajado, ha abortado. Esta
es la nota distintiva entre el novelista y el que no lo es: conseguir que las
personas de papel sean tan autenticas corno las que respiran.
Según el checo Milan Kundera, la novela es “la mayor
conquista de Occidente porque en vez de predicar la verdad intenta definir al ser
humano, en su condición de problema, mediante el juego”. Lo de mayor logro de
la cultura occidental quizá sea exagerado, aunque indudablemente es una de sus
más grandes creaciones, ya que en la novela se busca captar la esencia del ser
humano y descubrir el enigma de su destino. La novela es un esfuerzo para
hallarle sentido a la existencia del hombre. ¡Casi nada! Y, de añadidura, como
si fuera un juego, como actividad lúdica. Optima la idea de Kundera sobre lo
novelístico. Sólo que algunas novelas no buscan definir al ser humano, sino que
se conforman con explicarlo, con retratarlo. Algunas incluso persiguen
enmascararlo, oscurecerlo, ocultarlo.
Ernest Hemingway le exigía a la novela “acción y
diálogo”. Se sobreentiende que para manifestar a través de ambos elementos unas
ideas y unos sentimientos, pues, de lo contrario, no tenemos personajes vivos y
los del novelista norteamericano lo son. En cambio, Gabriel García Márquez
quiere que las novelas “descifren problemas de la vida”. Inmejorable, a condición
de que no se limiten sólo a descifrar. Una novela no es un planteamiento
matemático, ni tampoco una charada. Se pueden escribir formidables novelas -y
el colombiano ha escrito más de una- sin que se descifre nada, sin que nada se
solucione. Basta con intuir los problemas del ser humano, con apuntarlos o con
exponerlos. Una novela no tiene la obligación de resolver ningún enigma. Ahora
bien, en ella debe haber enigma. Condición indispensable.
El catalán Baltasar Porcel ha dicho que la novela no
es un ejercicio literario, sino “la creación del mundo”, y es verdad, puesto
que significa poner en orden un caos inicial y levantar de la nada -cuartillas
o folios en blanco- todo un universo, con sus habitantes, su tiempo, su
espacio, su causalidad y sus casualidades.
Yo creo que lo más redondo, acertado y definitivo es
definir la novela con una sola palabra: vida. Una obra novelesca vale por la
cantidad de vida que en ella se condensa. Todo lo demás -estilo, fuerza
narrativa, don descriptivo, expresividad en el diálogo, técnica, tono, ideas,
construcción, acción, situaciones, etc.- posee indudablemente importancia,
mucha importancia, mas sólo en función de la plenitud de vida a la que sirve.
Una novela vale por la carga vital que lleva consigo. Siempre es la vida el supremo
valor.
Y se advierte al llegar aquí que, si novela es vida y
esta escapa de toda definición, están en lo cierto quienes afirman que la
novela no puede definirse. Sin embargo, lo esencial no es definir, sino
escribir novelas, corno las han escrito todos los definidores -menos dos-
anteriormente citados, o leerlas, gozarlas. Si lo principal no es la
definición, sino la creación y la lectura, se deduce fácilmente que, en contra
de lo declarado al comienzo del artículo, la vida y la novela no se dominan -ni
menos se crean- al denominarlas, al definirlas. Y es porque son una misma cosa.
Novela es vida y la vida es una novela.
LEONARDO
FINKELSTEIN
(Ciudad
Autónoma de Buenos Aires-Argentina)
PENELOPE y EL LADRÓN
El gordinflón calvo y grasiento, con las orejas
peludas salidas hacia fuera y mostachos como un cepillo, se le apareció como un
ángel, cuando, interrumpiéndole la lectura del periódico le dijo:-Disculpe
caballero, usted le permitiría a esta chica compartir su mesa? Hoy estamos
desbordaos y…
Primero dijo que sí, luego la vio. No era rubia sino
dorada.
Le sonrió, se sonrieron. Fulmíneamente se
gustaron, como sí de toda la vida, eran criaturas que provenían del mismo
planeta, o al menos de unos muy cercanos. Congeniaban. Esto es un
encuentro astral, acordaron, y antes de que llegara el almuerzo, que tardó
bastante más que de costumbre, ya se estaban besando.
Ella pagó una cuenta, bastante fuerte. “Será un buen
recuerdo” dijo riendo, asentando que ahora todo era de ambos.
Se llevaron una botella de vino blanco helado y
bajaron a la playa. La bebieron del pico, prolongando los besos sobre el
vidrio. Se bañaron juntos besándose entre las olas, riendo y gritando. Se
estiraron bajo el sol tomados de la mano. Haciendo planes, hablando con los
ojos cerrados, con los ojos abiertos, o simplemente con los ojos y rebesándose,
de tanto en tanto. Ella le dijo, vamos al mar. Pero prefirió quedarse, adormilado
de júbilo, entre conjeturas y congratulaciones por su buena suerte. Se
incorporó, encendió un cigarrillo. Ya la estaba extrañando. Siguió arrullándose
entre pensamientos felices y al cuarto cigarrillo, apenas encendido entre los
dedos, fue a buscarla. Pero había tanta gente bañándose que era imposible
distinguir una cabeza de alfiler de otra. Volvió a recostarse sobre su lona. Se
adormilaría hasta que lo despertara su hermosa voz cálida y grave o el contacto
con su cuerpo helado y húmedo. Sobresaltado despertó. La lona a franjas blancas
y rojas allí, conservaba aún la huella de su cuerpo, y resaltaba su ausencia.
Fue hasta la orilla y la llamó varias veces por su nombre. La gente
ya lo miraba de manera extraña. Volvió hacia las lonas y fumó otros
tantos cigarrillos. Ya el sol se iba retirando y la gente de la playa con
él.
Vio su bolsito de cuero con alivio. Volvería
a buscar sus cosas. Tenía que volver a buscar sus cosas. Más por
aburrimiento que desesperación, lo vació. Tres caramelos de menthol
en un paquete algo machacado. Dos aspirinas, un paquete de toallitas
higiénicas, un collarcito de bisutería, un espejito y un lápiz labial de
color extraño, un monedero con 5 pesos y monedas, tickets arrugados de
compras ocasionales y medio paquete de cigarrillos. “¡voy a dejar de
fumar ya!” había dicho. Metió todo de vuelta. Sentía rencor y
desprecio por esos objetos triviales e impotentes para
reclamar el regreso a nadie. Pero en cualquier momento la vería, y entonces esos
instantes inciertos serían unas pizquitas de pimienta verde sobre la
felicidad que, abriendo de par en par sus alas, los llamaba para reunirlos en
un abrazo eterno. Hasta entonces no se había dado cuenta de la oscuridad que lo
rodeaba. Volver a verla, como a la luna, como al mismísimo sol, como a la
contraparte arrancada de sí mismo. Ya bajaban las gaviotas a comer algunos de
los restos que los turistas sucios depositaban en la arena. Y ahora estaba
solo, mirando al mar, con el bolsito de ella en la mano y la lona de colores cayendo
a un lado de su antebrazo. Fumó uno de sus cigarrillos, como quien comete
una profanación y al mismo tiempo conjurando un sortilegio, 9 cigarrillos
quedaban, y 9 días también.
Repitió religiosamente el restaurant, veía a ese gnomo
feo de camarero y sabía que era inútil preguntarle. Pero un día.-No, signore,
no la he visto. Era evidente que entre tanta gente no la recordaba, a pesar de
su precisa descripción física y de situación.
En la playa no se bañaba, no se le ocurría; se quedaba
mirando al mar y algo más allá del mar, esperando verla aparecer. Lo miraba con
rabia y resentimiento, como si éste le hubiese arrebatado algo.
Al noveno día, último de sus vacaciones,
ya de noche, apenas luego del último cigarrillo, dejó caer el bolsito y
la lona de colores y sintió como un desprendérsele de algo muy pesado.
Sus pies descalzos imprimieron huellas profundas sobre
la arena pesada; un caminar sin tiempo por la superficie de la luna. Por
fin llegó al hotel en donde desde hacía poco más de una hora
lo aguardaba el autobús con todos los pasajeros a bordo, malhumorados e
impacientes.
TERESA LEONARDI
(Salta-Salta-Argentina)
A
CONTRAMANO DEL OLVIDO
Toda
la noche bajando al socavón
de
tu ausencia crecida en oscura marea
Toda
la noche la memoria viajando por los soleados días
que
bruscamente pierden sus esquinas de luz
Grito
tu nombre amado mientras caigo sin término
Mi
pie desnudo tropieza con el tuyo
no
exactamente éste que hora lejos de mí
tiene
miedo y frío en un hospital
sino
aquel erguido como flor
moviéndose
sensual bajo una mesa
en
busca de mi carne para libar de su despierta abeja
¿Llegaré
como Alicia
a
una desconocida habitación donde encuentre la llave
que
abre el jardín soñado
o
seguiré el descenso hasta que de mí no queden
sino
partículas dispersas
apartadas
del eje de tu rostro que las mantuvo unidas?
A
tientas por el túnel
desnaciendo
de su matriz de estalactitas
y
sin embargo a contramano del olvido
el
velamen del corazón
confiado
a la resurrección de los besos
FIGURA
EN TRANSFORMACIÓN
Grandes
insectos devorantes del día
por
la misericordia de otra edad
crecen
entre nosotros
Podemos
ahora cobijar otros miedos
y
volver cotidiano tanto monstruo
Mi
pie se ha desviado del sendero
entre
acónitos duerme la vieja licantropía
sólo
porque el venido de tan lejos
me
ha confiado su fiebre
País
de lo invisible
madura
para él
que
sueña indefenso desnudo
Haz
que contemple por el ojo de la luna
su
árbol del paraíso
con
su manzana mordida y no mordida
por
la cordura del deseo
Qué
penumbra en mis huesos su corazón ausente
Acaso
ya estoy muerta
pero
oh juglar
vos
vuelves a inventarme en el pasado
esa
magia
donde
tu claro cuerpo fue tan cierto
y
el amor sólo el gozoso umbral de las metamorfosis
COMULGANTE
ROTA
Mujer
en fragmentos
sobre
la tierra impiadosa
lapidada
por súcubo
¿Cuál
el camino para esta Gretel desobediente
que
se distrajo sembrando miguitas dulces de su cuerpo?
El
destino atascando el timón del amanecer
Los
ojos abiertos miran lunas oscuras
devorando
el jardín
¿Oyes
su boca que muge por estar apartada de sus besos?
Comulgante rota
a
salvo ya de toda mandíbula
que no sea la de
su propio corazón donde hierve la pena
Se
enrosca se anuda se ahorca
cerrada
a toda luz que no venga
de
aquella verde en un edén remoto
cuando
eva en su adán
costilla
en su esternón
niña
en su semen
gozosa
por nonata
fue
la no separada
Gretel
¿dónde
tu Hansel
para
volver siameses a la cuna de fuego?
ALEJANDRO MACIEL
(Ciudad Autónoma de
Buenos Aires-Argentina)
EL HAMBRE DEL HOMBRE
El finado Aristóteles decía que el arte nos involucra por simpatía. Leyendo el asesinato de algún inocente (en caso de conocer alguien totalmente inocente) siento la furia, la sed de justicia, la necesidad de limpiar el agravio que me produce el dolor ajeno. De algún modo algo extraño el arte siempre nos cuenta la propia historia, la posibilidad de ser asesino, víctima, feliz, infausto, imputado judicialmente, enfermo o loco. Siguiendo este razonamiento, la novela de Ciro Alegría (Perú, 1909-1967) “Los perros hambrientos” nos conduele porque gira en torno a una necesidad imperiosa de nuestra propia biología: el hambre y la sed.
El finado Aristóteles decía que el arte nos involucra por simpatía. Leyendo el asesinato de algún inocente (en caso de conocer alguien totalmente inocente) siento la furia, la sed de justicia, la necesidad de limpiar el agravio que me produce el dolor ajeno. De algún modo algo extraño el arte siempre nos cuenta la propia historia, la posibilidad de ser asesino, víctima, feliz, infausto, imputado judicialmente, enfermo o loco. Siguiendo este razonamiento, la novela de Ciro Alegría (Perú, 1909-1967) “Los perros hambrientos” nos conduele porque gira en torno a una necesidad imperiosa de nuestra propia biología: el hambre y la sed.
Ciro Alegría escribió una novela de tintes naturalistas, preñada de un crudo realismo que sin embargo no consigue enturbiar la violenta belleza de la Puna con paisajes que se abren en plácidas bellezas donde la aridez y la sequedad de piedras anuncian lo inhóspito y salvaje, con esa indiferencia de la madre naturaleza hacia el sufrimiento de sus criaturas.
“Los perros hambrientos” está íntegramente narrada desde la visión abarcadora y sufriente de una jauría de ovejeros que son mudos testigos del sufrimiento humano, la explotación, la malicia y el crimen al que se ven empujados hombres ayunos de toda enseñanza, carentes de toda salvación. La familia de Simón Robles, agricultor de una hacienda de Páucar dedicada a la agricultura y el pastoreo de ovejas, es el pesebre donde van naciendo las crías de Wanca, la madre de una estirpe de perros pastores criados desde pequeños con leche de ovejas para afianzar desde un comienzo la vida familiar entre los perros y la manada que custodian. Simón Robles es apenas arrendatario de don Cipriano, un hacendado típico del Perú feudal de las haciendas rurales. El autor presenta la obra como un friso pastoril de felicidad amenazada. Relatando la vida de Antuca (la hija menor de Simón Robles) ya advierte que esas moles amenazantes de los Andes ocultan dolores y desgracias en cada oquedad. En una seca tierra que depende del cielo, las esperanzas siempre son frustradas, cuando una larga sequía se cierne sobre esa aridez todo se vuelve inútil y riesgoso. Las súplicas a la Virgen del Carmen no tienen eco alguno, los ruegos de indios y campesinos al hacendado feudal reciben por respuesta golpes y fusiles.
Los perros hambrientos
merodean buscando cáscaras de papa, pero nada tienen los pedruscos y el
desierto para ofrecer al hambre y mueren para ser pasto de los oscuros pájaros
de carroñas.
La novela termina con la lluvia esperada después de tres veranos negados. La felicidad empieza a brotar con la germinación de los primeros brotes y la fragante humedad de la tierra prometida que vuelve a convertirse en la madre generosa y sumisa a las necesidades de sus hijos. Uno, ya escéptico, se advierte: “sí, pero ¿hasta cuándo durará esa fertilidad?
IGNACIO
R. MARTÍN VEGA
(Alcalá
de Henares-Madrid-España)
ARENGA.
Hoy
me predispondré, buscaré aquello que no sé hallar y tanto me cuesta.
Aquellas
cosas que no salen de mi lado innato.
Para
ello tengo que intentar con denuedo y arrojo, averiguar cuáles son mis faltas,
mis constantes e irreverentes defectos palmarios y corregirlos con prontitud.
A
Dios pediré que me dé la capacidad intrínseca de reaccionar a tiempo para no
provocar mares en tempestad.
Reaccionar
y estimular con ello cierta felicidad en los demás, servirá de alto estímulo
para mi alma, que necesitada de alegría, se conforma con hacer el bien a los
demás; sin más anhelo que tener la satisfacción del deber cumplido, y así cuando se acerquen nubarrones negros de
tormenta, poder hacerles frente con capacidad y mente notable, intentando
derramar generosidad donde en mí hay apatía y mal genio.
En
la coctelera echaré varios ingredientes: sabiduría que tú me proporcionas Dios
mío, bondad, humildad y coraje; que, junto a la predisposición e ilusión, que
asentaré en la cara oculta de mi corazón, será pócima ideal para reconvertir
situaciones que se antojan como imposibles.
En
peores guerras he luchado, en peores plazas toreado y torres más altas han
caído.
Desecharé
el mal genio y me conformaré con saber que llego al final de mis días haciendo
lo que anhelo, que como conocedor de mis defectos sé el mérito que tiene llegar
con dignidad, siendo consciente de mi total e insolente imperfección
MAURICIO ESCRIBANO.
(Lomas de Zamora-Buenos Aires-Argentina)
FLOR DEL
BOSQUE
Bebo en la copa de mis sueños
bosques bermejos, dónde
danzan los pájaros de fuego,
y cegador, el sol que desciende,
se filtra entre las vertebras azules
de los árboles enhiestos.
Las brujas se convierten en liebres,
cuando el crepúsculo desprende
el alcanfor de los pinos, y en el cielo
parpadea, junto al fantasma de la luna,
el jeroglífico de Venus.
Mi risa es el arpegio
de un torrente caprichoso,
que se mezcla con el canto
del zorzal, al borde de la umbría
de tus labios rojos. …
Bruja ligera, viento en la hierba;
de tus manos la copa que bebo,
licor de flores, almendros y grosellas…
Nada respetable tengo,
nada consolidado soy,
tu amor me ha hechizado
como a un niño;
sencillamente feliz
a tu lado,
con un sombrero
una pipa y un libro.
LUCERO.
Vi la espuma fría del mar
acariciando las piedras naranjas,
arrancadas de los confines,
por las corrientes trémulas
de la noche…
Vi las nubes condensarse
al caer el crepúsculo,
como una mancha de sangre
ondulando en el aire…
Vi al mar ponerse turbio,
arremolinarse a punto nieve,
llenarse de ira y de lágrimas…
Vi a los hombres arrastrar sus botes,
guardarse en sus casas,
con un clamor silencioso
y unánime…
Vi las olas que venían hacia mí,
como un campo verde,
jadeando brumas de sal,
y pronunciando tu nombre…
Vi los besos que me dabas,
navíos errantes,
fantasmales,
llegando a esta playa lejana…
Vi tu blancura en infinitas gaviotas,
tus ojos de zafiro en la distancia profunda,
y el ardiente rubor de tus pómulos,
en la última gota de luz,
antes que el sol se hunda…
Vengo aquí todos los días
mi amor,
para verte llegar,
con la estrella de la tarde.
CARNE.
Rompí los vidrios de tu ventana,
patee la puerta de tus ojos,
para que te enteres
que te estoy robando
el alma.
La noche se cae de tus manos,
estoy hambriento de tu soledad
y te acecho desde todos los rincones,
con la sangre en llamas…
Seré tu depredador insaciable,
solo dejaré tu esqueleto
como estandarte sobre mi cama...
Aunque te crezca de nuevo la carne,
la piel voluptuosa sin marcas,
y en el aroma dulce de tus pechos
vuelva feroz a embriagarme.
Escondida en la avaricia de tus labios,
guarida de todos mis anhelos,
te muerdes sumisa las ansias...
Yo te arrancaré la belleza,
seré un perro de presa
abandonado en tu playa,
y te enterraré como a un hueso,
para volver a tenerte
cuando me plazca.
PÁGINA
19 – ENSAYO
LIC.
WASHINGTON DANIEL GOROSITO PÉREZ
(Irapuato-Guanajuato-México)
MARTHA NUSSBAUM Y LA
“JUSTICIA POÉTICA”
En
lo que se ha dado en llamar posmodernidad, no hay dudas que la filosofía no
ocupa el sitial de privilegio que tenía en la antigüedad. Una de las grandes
pensadoras actuales, me refiero a la filósofa estadounidense Martha Nussbaum
que fuera galardonada con el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales
hace unos días; desarrolla su obra profundizando en temas como la
justicia social, el desarrollo humano y la naturaleza de las emociones, desde
un punto de vista filosófico, y su repercusión en el bienestar social.
Pero
sin lugar a dudas la suprema aportación de esta profesora de Derecho y Ética en
la Universidad de Chicago es su acercamiento a la filosofía antigua, al
derecho y a la ética.
En
una entrevista que le realizara Marta Torres para la Razón de España antela
pregunta: ¿Qué función considera que deben tener las humanidades en estos
tiempos dentro de los programas universitarios?
Nussbaum contestó: “Las humanidades deben
proporcionar tres ingredientes que, cualquier sociedad que se considere
decente, necesita con urgencia integrar. El primero la habilidad socrática de
examinarse a uno mismo y pensar de forma crítica.
El
segundo la habilidad de pensar los problemas mundiales, pero estando bien
informado sobre historia, la naturaleza de las principales religiones y la
variedad de culturas que existen.
Y
el tercero y último, una imaginación cultivada y con suficiente habilidad para
entender como se aprecia el mundo a través de lo ojos de gente que es diferente.
Si
unimos los conceptos anteriores en defensa de unas humanidades que están siendo
contantemente dejadas de lado en el ámbito educativo a una obra que
Nussbaum ha titulado Justicia Poética (1996) en la que combina Derecho y
Literatura, partiendo de la tesis, de la necesidad de humanización que
tienen los jueces y abogados, nota la necesidad de formarlos en literatura que
les permite que vayan desarrollando su imaginación lo cual les dotará
herramientas racionales que les favorecerán en la toma de decisiones.
Esto
hará que no sólo se centren en lo económico, con una inteligencia “fría y
calculadora”, de esta manera se irá construyendo una sociedad más justa y
equitativa. De ahí que Nussbaum afirma que “la literatura y la imaginación
literaria son subversivas” a la mentalidad científica, es decir que sin
literatura, los jueces no podrán ser buenos jueces, los legisladores buenos
legisladores y los economistas buenos economistas.
La
filósofa considera que la literatura desarrolla la imaginación y va formando
las capacidades que ayudan al hombre a poder realizar un mejor análisis de la
realidad, y a partir de ella transformarla. Con la literatura, la imaginación
literaria se encarna y genera fantasías, imágenes… con esto se puede mirar una
cosa por otra, es decir, dejar ver las acciones humanas que suceden
cotidianamente. De esta manera se demuestra que este tipo de imaginación “es
poco científica y subvierte el pensamiento social científico”, que contrasta realmente
con el del economista, abogado o juez, quienes poseen una forma de pensar más
calculadora y fría.
De
esta manera surge lo que Nussbaum llama el “juez moral” quien para reflexionar
sobre los problemas humanos que tiene que resolver día a día y dar una solución
más objetiva, es decir, “se posibilita a la razón por medio de la fantasía”.
De
ahí que la pensadora considera que el rol de los poetas es similar al de los
jueces porque al razonamiento judicial de estos últimos le agrega la
imaginación literaria de los primeros, la cual le da la capacidad de dar vida
de las personas a la manera de un novelista , es decir con neutralidad y
objetividad.
Para
la catedrática universitaria, la justicia que se imparte actualmente, se basa
exclusivamente en juicios abstractos, calculados, fríos, es decir se trata de
borrar toda emoción para que haya mayor neutralidad en los juicios.
Sin embargo: ¿Será posible negar algo tan
natural del mismo hombre? Nussbaum dice que no. Según ella quienes imparten
justicia actualmente muchas veces sólo ven un número, un objeto y nada más, se
olvidan que es alguien y no algo.
La
tesis de Nussbaum tiene como punto de partida la Literatura, al cual desarrolla
en el hombre capacidades sociales y no sólo es como muchos creen y pregonan, un
distractor o algo fantasioso, sino que desde ella nos confronta con nuestra
propia vida.
Ante
las crisis que estamos viviendo como humanidad en distintos ámbitos, no sería
conveniente darle más espacio a las humanidades en el ámbito educativo e
integrar la literatura en las diferentes carreras universitarias a los efectos
de generar un futuro profesionista con mayor índice de humanidad en su
formación.
ROSINA VALCÁRCEL
(Lima-Perú)
Libro: Árbol sin nombre
Autora: Odette Amaranta Vélez Valcárcel
En su libro Árbol sin nombre, Odette Amaranta
Vélez Valcárcel evoca: “Nací en una familia de poetas. Mis primeros versos
fueron publicados en revistas, plaquetas y libros entre los años 1986 y 1994.
Luego emprendí una larga retirada. Veinticuatro años después nace Árbol sin
nombre, constelación de poemas que fue tomando forma desde entonces,
sensaciones que fueron sucediendo, se hicieron espacio, insistieron y se
transformaron en palabras a través mío, a pesar mío…presencias
misteriosas…manifestaciones incomprensibles…sonidos antiguos…movimientos e
imágenes que me invitan a esperar, a recibir y a escribir”.
Es este un poemario peculiar escrito por una mujer de la última época.
Formalmente se agita dentro de la tradición, sin embargo aquí y allá surgen
imágenes extraordinarias o descarnadas. Escrito sin mayores pretensiones, acaso
inicialmente como algo lúdico, deviene en algo resplandeciente y firme,
apasionado y puro. A veces gira en torno a lo inefable Quizá todos los poemas
no alcancen similar perfección. Pero, la poesía de Odette Amaranta es de un
intenso lirismo genuino, a veces sobrio y trascendente, que deja huella.
Veamos el texto “Delirante” (leyendo a Arturo
Corcuera):
Espejos y bosques ardientes/ navega delirante// divina
suerte de animal/ juega entre las aguas// manso/ despliega inmenso sus alas/
rosas/ guaridas en el mar/ advierto apenas su imagen distraída/ pasos
recónditos/ inconfundible canto. (p.16)
Ella evita las palabras asombrosas y prefiere las
usuales como su ícono Jorge Luis Borges. Casi sin dar el rostro la autora
invisible danza con los colores habituales logrando fustigar al lector (a):
Veamos el representativo poema de su agitada adolescencia “Julieta”:
Discorde y soterrada la desdicha/// nunca juncos/
lirios// ni remansos// solo señales quebrándose en un lienzo// la boca seca/ el
fémur entreabierto// y llegaste temprano al barniz de la ciudad/ a los albores
frígidos/ detrás de las cenizas// qué casualidad Julieta/ tú buscando el río y
yo la orilla/ hoy que la locura recorre el reverso de tu faz. (p.18)
En su alquimia hay un juego de oposición y vínculo, de
negación y afirmación, de tensión y fluidez, de infierno y cielo aquí en la
tierra, es una loa al dolor y a la belleza de una mujer-joven al horizonte de
todas-todos. Leamos
el poema “Hoja” no exento de escepticismo:
día que pasa/ hoja que cae/ silencio creciente/
rebalsando a mis pies
(p. 22)
La autora, a menudo, es mediadora del prójimo a través
de sí misma. El poemario es una afirmación de la ternura, ejemplo texto “Amo”:
amo el perfil de tus zapatos/ al borde de la cama
(p.33).
También percibimos un fino erotismo, la posibilidad de
la alegría, el canto a la naturaleza, a pesar de todo. Veamos: “En otra
tierra”:
En otra tierra/ tu cuerpo sucumbe sobre el mío/
arrastra sal/ se desliza/ late a la velocidad de las estrellas (p.25)
Entre los textos irónicos, destaca “A la volada”:
A la volada/ bajas el perfil/ y contemplo desde allí/
la creación divina// hombres y mujeres evangélicos/ sometidos a la herejía de
su santidad// leo la biblia/ y trato de ser santa/ casta ente las doncellas/
mas no alcanzo a tragar mi saliva// esfuerzo intempestivo por ser la Virgen
María // en vano (p.26)
En el poema “Vaca” hay candidez e ingenio que
refrescan:
Una vaca pasea en mi jardín / vaporosa/ masca y masca
/ tu cola de lana se menea con candor// ¿qué haces vaca en mi jardín? (p. 43)
Un poema perfecto, ácido y redondo es “Violeta” (inspirado
en la larga enfermedad de la abuela materna):
Dejaste de ser / (o no te veo) // rojo sobre azul/ te
has ido// laten tus huesos/ y no te reconozco// reina otro tiempo// miserable
reminiscencia/ (o es ingrata la vejez)// has muerto con él / (o él contigo) //
te he buscado y no te hallé// solo un raudal de fotografías/ y el desierto de
Sechura// reposa tu nariz en mi silueta// confieso mi desdicha
Texto descarnado, donde el amor-desamor y lo cotidiano
se entremezclan con acierto.
“Los Rosales” conduce al hablante lírico a la
apelación constante de un pasado evocador de sentimientos y vivencias que
nutrirán este poema y parte de la producción poética del libro en mención. Aquí
se pintan recuerdos de la infancia, el clima cultural de los años 70, el sentimiento
de soledad, el pánico nocturno por “los insectos que imagina”, la alusión a la
“soda cáustica” con que se quema y le deja huella (pero su tierna pierna es
salvada por la intervención paterna), el calor de Aquila, la muchacha de Cerro
de Pasco que cuidó de modo intermitente, el poema de Heraud como una señal y la
figura paradigmática del Che.
valses y zambas argentinas/ anido a contraluz//
aprendo a usar el tocadiscos para escuchar a Piero// el Che y Javier Heraud/
brillan entre muebles de paja/
(sucede / simplemente / que no tengo miedo / de morir / entre pájaros / y árboles)//me quedo
sola una vez más// mi bacinica deambula entre los cuartos/ las cortinas verdes
me asustan/ y veo arañas en medio de la noche// revolución caliente vienen a
vender/ y tengo miedo/ aunque Aquila vigile mis sueños// soda cáustica/ deja
una huella/ pero papá me salva del ojo en el ají (p.46)
Leamos el texto “Barranco”: Aquí, con sencillez, se
describen el lugar, los sujetos, los animales exóticos, el paisaje, los amados
libros y eterno el mar.
Malecón Osma 699/ Billinghurst habita el mar de mi
ventana//mono iguana y halcón hospedan los vecinos/debajo los tintilocos juegan
a no entender//cómo me gusta esa escalera larga y polvorienta//naranja y verde
nuestra casa relincha/ vaga niebla asoma entre los libros/y nuestra mesa es una
puerta para desayunar//esta es mi morada/los Monsters pueden visitarla//vivo en
un barranco/ entre puertas de madera/ rostro al mar (p.47)
En el poema “Evocaciones”: hay tensión dramática, es
un diálogo humanista y crudo con el padre, quien de niño sobrevive fuera de
Lima, en medio de la pobreza, escasez, carencias, a causa de las persecuciones
e ideales de su familia aprista. Paradójicamente la autora anota:
”y yo me anudo entre los muertos del Frontón”, en
visible alusión a la masacre de penales ocurrida en junio de 1986 [4]y
desafía…"pero no quiero ganarte la partida de ajedrez”, prefiere quedarse
con la música que compone o recrea su progenitor.
Tingo María y su selva sin escuela reinan tu rostro/deja, deja la razón/abre, abre el corazón//los zapatos
de tu hermano son más grandes/en tus pies// el rocoto y la nata no me gustan
todavía/pero quién sabe luego// mi gato se confunde en el dintel de la puerta/y
yo me anudo entre los muertos del Frontón// tus lágrimas escondidas/lágrimas al
fin//el cielo siempre será nuestro techo// la filosofía visita nuestros
parques/pero no quiero ganarte la partida de ajedrez// acaso tu guitarra/ el mejor de los recuerdos (p.48)
En el texto “La sombra”, a través de alusiones a
personajes míticos la autora se involucra no sólo con la experiencia amatoria,
ni con lo que ocurre en Perú, si no con lo que sucede en el mundo. Aquí
confirma una vocación por la libertad y la vida. Por el canto y la luz.
en Kurdistán las tortugas también saben volar/ vuelan
alto y a pedazos /en una pesadilla //Satélite sujeta el hilo de Ariadna/Agrim
sangra, arde y se despoja en el precipicio//bastarda es la guerra// Teseo mata
al minotauro en su propio laberinto/y el niño sin brazos recoge minas con la
boca//Kurdistán/ perdóname la vida// quiero clarear el día/ oscurece dentro de
mí (p. 49)
El poema “m2”, es un texto abstracto, kafkiano, que
pinta e ironiza el juego enajenado-capitalista de la venta-compra:
divide y reina/ el metro cuadrado// oronda cuadrícula
infinita/ medido está el mundo/(aunque no justo)// atiborrado transita/etéreo/
sutil/metros cuadrados vienen a ofrecer/ pero cuadrada no es la planta de mis
pies//pasos zigzagueantes/perdidos/como sabuesos/andan/¿dónde el metro cuadrado
es?// curvo lo advierto todavía/como redondas/ las moléculas circundan mis
milímetros (p. 50)
Como si apelara a lo esencial, a lo esencial de
nuestra condición, la autora traza en breves líneas un poema-eclipse que nos
conmueve: “Domingo”:
no son estos los Campos Elíseos/ que juntas hubiéramos
querido recorrer //solo un abismo/ profundo de abril/ en que arde la mañana (p.
53)
La poesía, para la autora, es una actividad del
espíritu. Su opción feminista se expresa invirtiendo la realidad mediante el
sobrecogedor poema “Orfeo. Rompe el marco de la lógica patriarcal. Así
concluye, abandona al sujeto amado y al lector, no obstante queda la esperanza
de la resurrección futura.como Orfeo/ quiero tocar mi lira/ y al borde del
infierno/resucitarte (p. 55)
De su alforja salió esta imaginería no exenta de
cierta tristeza.
La poesía de Odette aviva nuestra fantasía e
inteligencia: ¿Árbol sin nombre? ¡Qué título! nos deja la sensación de una
nueva voz rebelde que no se sabe de dónde viene, tal vez del azar o de los
antepasados, pero sí intuimos adónde va.
OLGA LILIANA REINOSO
(General Pico-La Pampa-Argentina)
HERMANO VIENTO
Ellos se habían criado ahí. Eran como el paisaje.
Inhóspitos, resecos, solitarios. Hacía mucho tiempo que estaban solos porque sus
padres habían muerto en medio de un ciclón, cuando regresaban del pueblo con
las provisiones. Al principio todo
había continuado con la misma monotonía. Pero una noche de verano, sofocante y
oprobiosa, Eulalia salió a caminar bajo la luna de enero. Su silueta desnuda se
recortaba entre los eucaliptos y al llegar hasta el tanque no pudo reprimir la
tentación de meterse en el agua. Cuando salió, allí estaba Hilario. No se
dijeron nada, pero el oscuro animal de la pasión entreveró sus cuerpos jóvenes
y arenosos. Se poseyeron endemoniadamente, con plena conciencia del pecado,
pero también con la pureza de la primera vez. Durmieron abrazados y jadeantes. Qué hermosa era la piel de
Eulalia bautizada de luna y de semen. Qué viril era Hilario con su miembro erecto que desobedecía los mandatos y
solo se dejaba guiar por su instinto carnal, conquistador de las ignotas
lejanías de Eulalia. Inmunes a tabúes y prejuicios, desde esa noche se amaron
salvajemente. Sin horarios, sin precaución, sin pudor. El viento, cuya presencia formaba parte del paisaje dolorido, se
encarnizó con la casa. Maldito viento puto que se mete por las hendijas. Ni una ventana podía quedar abierta
porque el viento se arremolinaba y amenazaba con arrancar el techo. El calor
agobiante tenía una textura que se palpaba en la oscuridad y eso atenazaba más
el deseo hereje de esos cuerpos que copulaban para tapar con gemidos y con
orgasmos el miedo ancestral al infierno. Porque ese viento era un emisario del
mismísimo diablo, no podía ser de otra manera. Sus lanzas acechaban en los
postigos, en los umbrales, en las chimeneas. Tal vez, fantasmas aborígenes
encabezaban ese malón bravío. Ellos
sabían que estaban condenados al encierro. Nunca más podrían bañarse en el
tanque ni gozarse a la luz de la luna. Iban a morir de asfixia, de hambre,
vomitando por el hedor de sus excrementos. Prefiero pudrirme acá dentro antes
que perder a la Eulalia. Hilario mordía los pezones de Eulalia en busca de una
leche prodigiosa que le quitara la sed y ella lo acariciaba hasta verlo manar como un manantial e
imaginar un oasis. Resecos y
afiebrados, solo se alimentaban con los
minerales del propio sudor. En un
intento desesperado, Hilario trató de salir al patio para cortar alguna planta
de lechuga y llenar un balde, pero el viento arrancó de cuajo la puerta de
entrada. En el límite de sus fuerzas, empujaron el ropero para tapar el hueco.
Estamos malditos, somos dos monstruos sollozaba Eulalia con un quejido
inaudible. Extenuados, cayeron a los
pies del mueble dispuestos a morir. El viento zumbaba entre las maderas
carcomidas. Ya ni los besos nos quedan, es el final. El cansancio, el hambre,
la sed, el miedo, los vencieron y se quedaron dormidos. De pronto, escucharon una voz que los llamaba. Era Angelito, el inocente del pueblo, que siempre jugaba con ellos
porque eran los únicos que no se burlaban. Trepó por el hueco del dintel. Y se
paró ante ellos, alborozado.
- Los até, los até –gritaba como poseído.
- ¿Qué cosa? –preguntó Hilario despertando de su sopor.
- ¡Até los cordones de mis zapatos!
- ¡Ay! Angelito, qué alegría. Pudiste… -musitó Eulalia con un hilo de voz.
- Pero ¿qué les pasa a ustedes que tienen cara de muertos?
-
El
viento –gritó Hilario.
- ¿Qué viento? Si está re lindo afuera. Vamos a jugar que ahora no me
tropiezo.
- Mentiras, mentiras. No querés jugar, querés
matarnos –lloró Eulalia entre mocos y suspiros.
Angelito, que tenía toda la fuerza bruta, pujó hasta derribar el mueble
y a empujones logró sacar a los dos hermanos, para que comprobaran que ya no
soplaba el viento.
MARIBLANCA
QUIÑONES DE LA OSA.
(Miami-Florida-EUA)
LOS
CUARZOS ROTOS
Cansada
la verdad de ser juguete
destapó
el cántaro de los valores
y
sorbo a sorbo lo dejó vacío.
Era
preciso alimentar las decisiones
y
con capa y espada recobrar conciencias.
El
camino es angosto, mal oliente,
donde
está la mentira,
hay
lodazal sinuoso con espacios de hiel;
lágrimas
y rencor sedimentado en dudas,
pedazos
mal vividos,
con
la maza de hierro en las cadenas.
La
mentira: degusta, se alimenta de los sitios vacíos
donde
troncha una cita,
-destruye
como si no quisiera-.
Trucida
la confianza de los amores buenos
cremando
los ritos sublimes de la piel...
Deja
los cuarzos rotos en joyeros vacíos.
-arroja
dardos negros como si no los viera-.
Fusila
las palabras, los silencios,
sólo
deja sus huellas manchando los espejos
y
el susto recogido frisa las sensaciones;
-se
agazapa en la sombra como si no estuviera-.
La
verdad: amanece sobre rayos de aurora,
rompe
las alambradas que disloca su pie,
con
la noria del tiempo acompasada,
limpia
paso a paso los tramos de la intriga.
Se
empina hasta su mástil segura de su vuelo
y
envía su mensaje hasta el cubil
donde
se juntan los incautos.
DONÉ
MI AUSENCIA
Fue
tiempo de luna injusta cuando dije las palabras
que
sentenciaron mis sueños...
Con
los zapatos nuevos, sin historia
y
el disfraz de vida que llevaba:
-doné
mi ausencia, para seguir por trillos diferentes-...
Pocas
pero definitivas:
palabras
robadas al rincón de lunáticos deshechos,
decidí
ser viajera por tierra inhabitable.
con
pretextos absurdos, el árbol donde arrimo mis errores ,
recogió
la historia a su manera.
Soy
paloma de abortados vuelos
que
pretende un espacio entre las nubes ,
Armonizando
notas discordantes,
le
quise hacer un canto a la mentira y me inventé otro amor,
-terminó
en más cruces que el primero-.
Fue
cuando la nostalgia quiso empinar su grito
y
cambiar las palabras decidoras...
Pero
nunca fue así:
vengativa,
implacable, con aires de tigresa
dije
lo que me acosa:
"
Si algún día voy por tu misma senda, te ruego te desvíes
y
marches a la otra".
Maldita
tu memoria que se adueñó del gesto,
ni
los días y meses olvidaron...
-Si
el recuerdo es amargo, no valen arrepentimientos-.
Caminabas
de frente por mi acera
y
cumpliendo el mandato aborrecido,
cambiaste
de lugar.
-Fue
para siempre-.
CON
LA DISTANCIA A UN PASO
Todavía
no llega el desenlace
y
ya se agota el tiempo disponible,
intuyo
que comienza el otro ciclo
y
tu alma está tocando diana...
No
me apures amor, me aterra el ruido sacro,
la
tierra removida sobre el rostro.
Tú
que estás en la cumbre de los sitios
me
puedes esperar, espera un tiempo,
el
que me falta para estorbarle al terrenal espacio.
Es
cierto que los versos vestí de gris eterno,
que
me faltó cerrar la puerta de los sueños
y
se escaparon todos, -sueños y versos, juntos-,
pero
limpié el rincón donde puedo tenerte,
con
tus labios y tu sonrisa fresca...
No
sé qué documentos debo presentar para encontrarnos,
si
bastará el certificado que confirme haber vivido
con
tu perenne figura ocupando mis días;
-o
simplemente ese que acompaña a los muertos-.
Qué
supremo rector me pedirá el aval que acredite
el
derecho a compartir tu lecho.
¿Si
también allí nos sorprende la mala
y
encontramos avisos de uniones a destiempo
y
vuelven los ecos del silencio?.
¿Resistiré
mirarte con la distancia a un paso?...
me
visten dudas, miedos, todo lo que nos hace
dignos
de un ser viviente.
Me
tienes que enseñar, -no aprendí a ser cadáver-,
a
mirar mis despojos desde arriba.
...Comprende,
yo nunca he sido -alma-,
sólo
supe llorarme y maquillar por fuera.
No
sé si soy amante ingenua o egoísta,
pero
hasta me preocupa el equipaje,
qué
galas luciré cuando te llegue,
-no
creo que en tus predios me abandone el recato-,
si
he sido así, lo seré siempre,
aunque
lo que me cubra, sean huesos.
Aún
no estoy segura de tenerte tan cerca
y
me estés esperando...
En
vida, la paciencia no fue tu gran virtud:
eras
un vendaval de antojos subyugantes,
donde
no había escalas ni censura.
Siempre
robando tramos a tu existencia
se
achicó tu medida, -de un todo a la mitad-.
Capitán
de mi sangre, supiste anclar, para dejarme,
-un
horizonte entre mis venas-.
HAROLD ALVARADO TENORIO
(Santiago de Cali-Colombia)
ERNESTO CARDENAL RECIBE EL REINA SOFIA
Ernesto Cardenal
(Granada, 1925) fue uno de los líderes de la llamada Generación de 1940 que
recoge las experiencias del grupo de Vanguardia, y a la que pertenecen otros
grandes poetas como Carlos Martínez Rivas, y Ernesto Mejía Sánchez, a quienes
tanto calcaría Álvaro Mutis. Su poesía, la de Cardenal, representó, desde sus
inicios, una reacción contra las tradiciones literarias nicaragüenses. Aun
cuando escribiera poemas amorosos o luchara contra la dictadura de Somoza,
quería siempre una poesía lúcida y objetiva, que pudiera y que debía
caracterizarse por su interés en la realidad de la vida cotidiana de
Centro América.
Cardenal hizo la
primaria en un colegio de los Hermanos Cristianos de León y luego ingresó al
Colegio Centroamericano de Granada. Estudió humanidades en la Universidad de
México (1944-1948), donde recibió título de Maestro con la tesis Ansias y
lengua de la nueva poesía nicaragüense. En 1947 fue a New York donde
estudió poesía inglesa y norteamericana en Columbia University (1948-1949), con
Lionel Trilling y Karl Van Doren. Luego vivió por dos años en Europa. Regresó a
Nicaragua en 1952 participando, desde entonces, en política.
Muchos de sus
amigos murieron durante la Conspiración de Abril de 1954, un fallido intento
para derrocar a Anastasio Somoza. El dictador sería asesinado en 1956. Durante
estos años Cardenal atravesó por una profunda crisis emocional y espiritual que
le llevó a ingresar, en 1957, al monasterio Trapense de Nuestra Señora de
Gethsemaní en Kentucky, donde se hizo novicio bajo la dirección de Thomas
Merton. Luego de dos años allí, los rigores del régimen monacal debilitaron su
salud, continuando sus estudios en el monasterio benedictino de Santa María de
la Resurrección en Cuernavaca y luego (1961-1965) en el Seminario de Cristo
Sacerdote de La Ceja en Colombia. En 1965 se recibió de sacerdote en Nicaragua.
Al año siguiente fundó en una remota isla del archipiélago de Solentiname una
pequeña comunidad religiosa que luego sería destruida por las fuerzas del
último de los Somozas. La comunidad pretendía seguir los lineamientos paulinos
de una vida cristiana primitiva. No había reglas específicas que seguir, pero
estaba organizada a la manera de una comuna o colonia donde religiosos,
artistas, artesanos e intelectuales trabajaban unos al lado de otros. Cardenal
fue nombrado ministro de educación con el triunfo de los Sandinistas, cargo que
desempeñó por varios años. Hoy en un acérrimo enemigo de los hermanos Ortega.
Durante su
permanencia en la Universidad de Columbia entró en contacto con la poesía y las
teorías de Ezra Pound, un descubrimiento decisivo para el desarrollo de su
obra. Cardenal comparte con Pound y algunos otros poetas norteamericanos
[Eliot, William Carlos Williams] la convicción que hay poesía en cada aspecto
de la experiencia humana, desde la economía y la política hasta la historia y
la filosofía, y que las estructuras del poema pueden asimilarse, como lenguaje
coloquial, a formulaciones estadísticas, artículos de periódico, fragmentos de
cartas, crónicas históricas, sátiras, parodias, anécdotas, y cualesquiera clase
de otros elementos tradicionalmente considerados extraños al poema. El mismo ha
incorporado a su poesía el método ideográfico de Pound, derivado de la creencia
de que los conceptos generales pueden ser mejor expresados a través de la
agrupación de conjuntos de individuos. Como en los ideogramas chinos, donde
para significar rojo se combinan caracteres que signifiquen rosa, cereza, o
flamenco, Cardenal usa dos o más imágenes específicas (sacerdote-Mercedes Benz)
para sugerir la corrupción de la clerecía. Un lenguaje poético ausente de
hermetismos, con predominio de la función referencial.
Estas consignas
poundianas son evidentes en Epigramas (1961), una colección
redactada en los primeros años cincuenta, que circularon clandestinamente
entonces. El libro se compone de treinta y cuatro traducciones de Catulo y
treinta y nueve de Marcial, junto a cuarenta y nueve textos originales, desde
poemas amorosos hasta ardientes sátiras políticas.
Hora
O (1960), considerado uno de sus mejores poemas
revolucionarios, fue concluido antes de su conversión religiosa. Trata de los
padecimientos de Nicaragua como república bananera y sus inacabables
dictaduras, escrito bajo los dictados de las consignas poundianas, haciendo
cortes frecuentes entre pasajes y con un uso deliberado de prosaísmos para
contrastar tanto las líricas evocaciones de la naturaleza, como el tratamiento
épico de eventos históricos. Vívidos recuerdos de la propia participación del
poeta en la revolución surgen en el texto.
Como novicio
trapense en Gethsemani, a Cardenal le fue prohibido escribir sobre las cosas de
este mundo, un acto de auto-renunciación que aceptó con agrado, como su maestro
Menton había hecho antes. Llevó, sin embargo, un diario espiritual que luego
llamaría Vida en el amor, que concluiría en Cuernavaca, pero no sería
publicado hasta 1970, con un prólogo de Menton. El libro, que tuvo una enorme
importancia e influencia entre los católicos progresistas del continente, es,
en su doctrina, una reminiscencia del neoplatonismo agustiniano, pero está
espiritualmente ligado a las visiones franciscanas del mundo, al sostener que
es por el amor que el mundo existe.
Las rápidas
anotaciones que hizo en Gethsemani, fueron ampliadas para dar cuerpo a los
poemas de Gethsemani Ky (1960). Luego de su conversión, los temas
de su poesía variaran poco. Cardenal seguirá repudiando un mundo regido por la
violencia institucionalizada y por el concepto de propiedad privada, a los
cuales apenas agregaría el místico amor de Dios. Su visión del mundo se hará
más y más apocalíptica. Los poemas religiosos de este libro recuerdan sus
primeros trabajos en la simplicidad de su imaginería y el énfasis en los
detalles externos, en contraste con las abstracciones y las íntimas
percepciones de muchos de sus versos religiosos. Los poemas de Salmos
(1969), especie de Sermones de la Montaña, denuncian el despotismo y los
sistemas opresivos creados por el capitalismo a través de sus instituciones y
organizaciones secretas, sistemas de tortura y medios de exterminio. En uno de
ellos dice:
Líbrame Señor
de la SS de la
NKDV de la FBI de GN
Líbrame de sus
consejos de guerra
de la rabia de
sus jueces y sus guardias
La misma crítica
directa a la avaricia y degradación de los valores se encuentra en Oración
por Marilyn Monroe y otros poemas (1965), una elegía de sobrecogedor
pathos y compasión. El suicidio de la actriz es visto como símbolo del vacío
espiritual y de la culpa colectiva del hombre moderno. El estrecho
dudoso (1966), es un largo poema épico que describe la evolución
social y política de Centro América, desde la conquista española hasta los
inicios del siglo XVII, con comentarios amargos sobre el presente. Homenaje
a los indios americanos (1969), ofrece poemas que celebran la simplicidad y
el sentido comunitario que hay en el pasado indígena, criticando el capitalismo
contemporáneo. El volumen incluye poemas con intrincada estructura sobre temas
mayas, incas y de los indios norteamericanos.
Entre las obras
más notables de Cardenal figura Coplas a la muerte de Menton (1969),
una elegía al poeta norteamericano, y Oráculo sobre Managua (1973), que
pretende reconciliar la imagen benevolente de Dios con el horror de la
devastación que dejó el terremoto de Managua, ese año, en plena navidad. En Cuba
(1972), es un recuento en prosa de los tres meses que vivió en la isla en
1970. Su punto de vista sobre el gobierno de Castro es de simpatía, una visión
ingenua del desarrollo de la revolución.
Cardenal ha dicho
que su misión como hombre y como poeta es la de un revolucionario de Dios, que
interpreta las enseñanzas de Cristo como esencialmente políticas y sociales.
Cristo y Gandhi son los modelos en su lucha no-violenta contra el mal y las
injusticias. Cardenal cree, todavía, que la Iglesia Católica de Roma tiene un
importante papel que jugar contra la inequidad social y las injusticias políticas
en América Latina.
“Cardenal
– ha dicho Eduardo Escobar- merece un lugar entre
los grandes poetas en castellano. Es injusto pedirles a los grandes poetas
obras maestras todos los días. Los poemas débiles forman parte del tránsito a
los hallazgos. Y son muestras de la fidelidad a la vocación en todo caso. El
estrecho dudoso y los salmos y las armazones minimalistas de La Trapa, donde
los tractores tienen tanto derecho como los grillos a figurar en el poema,
hacen a Cardenal digno de respeto, admiración y atención.”
MIGUEL ÁNGEL GAVILÁN
(Santa Fe-Santa Fe-Argentina)
PUENTE
Ella incendió la casa. Fue por eso que
comenzaron a dolerle tanto los atardeceres o las horas entre sueño y sueño sin
encontrar consuelo.
Dijeron que fue tras la muerte de la niña que
ella se desquició del todo, cayendo en largos silencios o rompiéndolos llamando
a la muerta por su nombre o por otros que se le ocurrían en el desconsuelo. Que pichón, que rubita,
que corazoncito, una cadena de llamados para, en definitiva, no llamar a nadie.
-Si parece ayer, ayer que vino a la casa cerca
del puente- afirmaba Juárez, el dueño de la proveeduría.
Sí, esa casona vieja, con puertas y ventanas
desportilladas, donde hacían refugio los pordioseros o las parejitas sin
dinero, mientras estuvo vacía. Después se supo que su padre se la había dejado
con un gran silencio repartido por los cuartos.
Llegó con esa niña ciega de la mano. Unas
trenzas largas hasta la cintura anudadas con cintas y ese andar titubeante por
la grava. Ni bien entraron, la mujer, vestido de organdí muy ajustado y
sombrero de paja, murmuró con seguridad:
-Acá no vamos a ser felices.
-La niña… ¿es así de nacimiento?- preguntó el
taxista que la llevó desde la estación, como para desviar todo mal presagio.
-Si- respondió la mujer sin mirarlo-Ella tiene
los ojos de Dios. No ve cosas de la tierra sino lo otro, lo que no les interesa
saber a los mortales.
Pero era rara. Ciega, sí, pero también lenta,
ausente. Se las veía en el jardín, la madre lavando verduras y la chica jugando
extrañamente con palos, con botellas rotas como si fueran hermosos juguetes
nuevos.
-Ahora no tiene sentido esa casa. Nunca fuimos
felices ahí.- dijo en la proveeduría poco antes de quemarla. Los ojos eran dos
huecos de lágrimas escurridas y finales.
Los puesteros se acordaron de cierto tiempo en
que la mujer creyó que la dicha estaba otra vez de su parte. Fue una buena
época porque ella trataba de juntarse
más con la gente de pueblo. Iban a misa, pero la ciega se quedaba en la entrada
mientras ella pedía por las dos.
-Porque seamos felices Dios. Porque la soledad
se termine. Porque la niña vea no como ellos, sino como vos Dios que lo sabés
todo…que todo lo sabés…
No eran estas exactamente sus palabras, pero
algo así musitaba entre dientes, de rodillas en la iglesia.
-Se le habían achanchado las piernas-advertía
Elsa acomodando botellas en la estantería o espantando las moscas del mostrador
con un sacudón de repasadores.
El tiempo la venía castigando. Le colgaba la
carne ya, no como cuando llegó y tenía una figura que más de uno miraba. Ese
color tierra que exudaba la vejez como un suero pegajoso, le forraba el cuerpo.
La niña vaticinó el incendio de la maderera. Si
se paró una tarde encima de unos cajones, sorprendida o loca o sin esperanzas,
y dijo:
-Se queman árboles.
Tiesa y desnuda, la mujer la cubría con una
manta pero no podía moverla, como una aguja en la tierra, plantada en el
milagro. Y al rato vieron pasar el camión de bomberos y la gente gritando que
el fuego se comía la fábrica, que había empleados adentro, que Dios era maldito
y se olvidaba de ese pueblo y de todo.
Pagó con tres billetes arrugados la última
provista, se disculpó por no haber ido antes y se perdió en el camino que
parecía una garganta de polvo y desencuentro.
-Estaba loca- afirmó Elsa equivocándose porque
la locura no tiene Dios ni milagros y esa mujer estaba convencida, lo estuvo,
que la niña le hacía el bien a los otros.
El problema fue que la chica creció y ya no era
una niña sino una cosa deseable y ciega que vestía de organdí ceñido a la
cintura como su madre. Ya resultaban ridículas las llamadas, mi corazoncito, mi
bomboncito, mi cielo, y más aún cuando sus milagros y sus predicciones confundieron
a la población que decidió hacer novenas y peregrinajes para que les curara los
males.
-¡Qué predice el futuro, te digo! -repetían las
que la visitaban.-Y eso que nunca vio, salvo formas desde sus ojos muertos.
¡Qué Dios la salve y a nosotros por tenerla! ¡Gracias Señor! ¡Gracias por los
milagros!
La casa se llenó de dramas saldados, de penas
reconfortadas ni bien las manos de la ciega tocaban la cabeza de algún
desahuciado o bendecían el lugar muerto de un paralítico. Echaba los ojos hacia
atrás, los brazos en cruz empuñando el rosario en una mano, y a través de su
cuerpo bajaba del cielo la cura y la paz tan reclamada. La sala vistió sanidad.
El olor de sahumerios y velones imprimía al recito una halo de higiene
venturosa, de pulcritud celeste.
-Fue el policía el que ocasionó el
percance.-Dijo Elsa con esa voz lenta que ponía cuando decía verdades que de
tan disparatadas se convertían en mentiras creíbles.
-Qué sabrás vos de percances.-reprochó
Juárez.-Fue por el asalto a Recabarren que el policía les llegó herido,
pidiendo auxilio.
-Por eso.-continuó la puestera.-les trajo la
desgracia.
El tipo se arrastraba. La mujer, al sentir
ruidos en el zaguán, fue a mirar y ahí estaba con un borbotón de sangre en el
hombro. Ella misma lo entró, le hizo unas curaciones de emergencia y llamó a la
ciega que cayó de rodillas hablando en lenguas, prometiendo curarlo.
Fue el amor entre la mujer grande y el herido lo
que aconteció primero. Un deseo que se les entreveraba a los dos por los ojos.
Los que iban a reclamar salud en aquelarres frecuentes se sorprendían de ver al
policía en la casa, vendado el brazo, el torso desnudo, besándose con la madre
de la santa en el comedor mientras la ciega exorcizaba los demonios de los
cuerpos fatales.
-Pero la niña no era niña-aclaró Elsa,
acordándose de que esa vez que le robaron a Recabarren, doce vacas, tres
caballos, el policía parecía un chico al que una barba insulsa apenas si le
oscurecía la cara. Él solo, con ese
valor obligado que dan los uniformes, enfrentó a los cuatreros.
-Vos te vas a salvar porque Dios así lo
quiere-decía la ciega mientras la madre lo vendaba.
No pasó mucho tiempo en que el policía se cansó
de la vieja y aspiró a la joven. Un día se sacó las vendas y se fue al comedor
donde las mujeres hablaban en voz baja. Sin decir palabra usó a la madre sobre
la mesa. Después, mientras la vieja se arreglaba la ropa, toqueteó a la ciega.
La madre dijo algo breve, exacto, casi cómico
ante esa situación definitiva, que no, que a ella no, y la negó con la mano. El
hombre entonces, creyéndose dueño, tomando una confianza desconocida, empujó a
la mujer de un golpe, como a un pasado. Ahí, entre cristos y pabilos
chamuscados abusó de la niña, como no había hecho con la madre, simulando amor,
creyendo que ponerle eso entre las piernas a la santa era darle y darse una
felicidad perdurable.
La madre eligió como mejor consejero al
silencio. Al ver ese enchastre, esa atrocidad llena de estertores y luego a su
hija como en trance, las piernas abiertas, el vestido rajado como un papel,
comenzó a reírse y a gritar con toda la impotencia de su derrota. Lo curioso,
lo imborrable, es que en ese momento, el mejor para hacerlo, la mujer no lo
mató, siguió riéndose y lo dejó solazarse en el cuerpo de su hija, mientras
esta repetía con los ojos en blanco:
-Quítate Satán, quítate de este hombre, quítate,
Satán.
A la mañana siguiente, el policía no estaba. Lo
buscaron por el pueblo, la ciega y la madre, quizás para tenerlo más, para
hacerlo parte de ellas, pero nada.
-La extrañaba. No tenía consuelo-repitió Elsa
rascándose un pie con el otro.
-Por lo menos dejó de llamarla a gritos. Mejor
que se haya ido.-Agregó Juárez.
La ciega se tiró del puente al arroyo podrido
que circundaba el pueblo. Dijeron que fue temprano, y que la madre la despidió
desde la puerta. Meses después, ella le puso fuego a la casa. Las ruinas que
dejó la quemazón le sirvieron de refugio, como la iglesia alguna vez o como el deseo, por el tiempo en que se negaba
a irse, en el que quería seguir recordando. Dormía arropada en mantas raídas,
con una foto de la muerta y una vela apagada.
El día en que decidió quemar la casa algunos
vecinos alcanzaron a oír entre las llamas, lamentos y gritos de hombre que
subían desde la tierra, como un mensaje divino.
GLADIS
COLLADO MEDINA
(Arequipa-Perú)
A CAMPO ABIERTO
A campo abierto, sorprendida y abiertamente
seducida
reposo en tu piel, en aspa, molino al viento que
captura sueños y fantasías
curiosamente al margen de los deseos, te busco y
te encuentro
peregrina
y errátil perfectamente asediada
por tu mirada,
ajena a ventiscas frías
He preferido capturarte
Y en el
amplio doblez de tu biela quedar
sin gemido
Tú,
pértiga incandescente creado tan solo para ser en mí
perderte en mí, perderte entre las sombras de mi propia historia
yo,
fruta madura, mordida, deseada,
anegada
en la bruma de tus ansias sibaritas
En
este momento aquí, en treinta acres de desierto al mediodía,
rastreamos
aromas sofocadas al rojo vivo de tus ansias y las mías,
me amas, me tomas y me declaras tuya al filo
del aliento
agotado
de amor
y
deshecha a los cuatro vientos cabellera ígnea
envolvente
en la humedad que en mi todavía reclama tu sentir
en
rítmicos quejidos, permanezco abandonada,
fatigada
y cálida suspendida en mi delirio
De:
Historia en cuarenta líneas infinitas (2007)
ESQUIRLAS
Concuerda la esperanza con el aire tibio y matutino,
muy temprano, al medio día como al amanecer, concuerdan también los aires
urbanos lejos de los cortesanos, muy temprano.
Vive la esperanza dentro del ciego del que ve la luz
dentro de sí y la proyecta a los demás, vive así al medio día al compás de las
melodías de vaivenes misericordiosos al margen de una vida violentada
Al margen del
ruido cotidiano y de la grosera
bendición de fatuas adulaciones.
Temprano muy de madrugada el frío lacera las mejillas
de aquel que trabaja en espera desesperada del luminoso día que acalore sus
articulaciones y su vida, esa luz minea y denegada por los tiempos, en estos
tiempos en que la macroeconomía empequeñece los festines domingueros de otrora
cincuenta años.
Cuánto frío
cuánto frío.
Hoy, seres
humanos, topos del mediodía empequeñecidos hurgamos las entrañas citadinas para
encontrar el germen de soluciones globalizados.
Esos suaves ecos del mundo que se agitan en la melodía
del celular, ecos que convergen con una cena desnutrida y la espera matutina de
los que se desesperan cada día en el claro amanecer.
Hoy me levanto como muchos o como todos esperando las
buenas venturanzas del nuevo día y la espera del atardecer, en un hogar en la
rivera de las esperas que a veces ruedan mutiladas al compás de muchas
perspectivas corroídas, así en una interminable retahíla.
Este pequeño mundo que se agranda ante una
macroeconomía occidental con aquellos centavos que de tanto encogerse se
agrandan y no entran en ningún bolsillo; total, aquel que tiene los bolsillos
rotos acaso puede extrañarlos, innumerable espera de un sol que a veces no
calienta como son los soles del Perú.
Este pequeño mundo en el cual habito carcome los
bolsillos de aquel que acarrea las talegas bursátiles naufragadas.
Aquel caminante anegado de angustias financieras en el
cual mi tarjeta de crédito al borde del colapso ha sufrido un patatús.
De: Poemas al amanecer (2010)
CARLOS ALBERTO VILLEGAS URIBE
(Calarcá-Quindío-Colombia)
BORGES NEGRO: DETECTIVES, TRAMAS Y
LABERINTOS
Como si
fuera a iluminar con sus visiones tres siglos de literatura, y tal vez más,
Borges abrió los ojos al mundo en 1899. Fue pronto un niño excepcional. En Borges, Biografía Total, Marcos Ricardo
Barnatán cuenta cómo a los cinco años el escritor de laberintos había leído a
Cervantes y más increíble aún, lo había leído en inglés. Estas circunstancias,
además de su literatura y los bulos creados en torno a su personalidad, o tal
vez porque su propio trabajo invite a ello, lo convertirán a futuro en un
personaje legendario de bordes imprecisos.
Sus cuentos
fantásticos navegan infatigables mundos paralelos y planos de realidad donde su
extenso conocimiento de la filosofía favorece el abordaje alelado de muy
diversos temas: la eternidad, el arquetipo, la sombra, los espejos, los
laberintos, el eterno retorno, los tiempos circulares. Abordajes aún
fantásticos sobre las diversas formas en que el mundo puede ser conocido. Su
trabajo literario –poesía, ensayo, narrativa– es una metáfora permanente sobre
la realidad y la capacidad de la literatura para representarla. El universo
simbólico como constructor de diversos planos de realidad (la literatura
entre otras posibilidades estéticas) o como lo afirmara Schopenhauer: el mundo
como voluntad de representación.
El personaje
fantástico que es y será Borges, cree en la inmortalidad, pero no en la
inmortalidad del eterno retorno en la que creía Niestzche, ni una inmortalidad
personal, sino una inmortalidad como sentido cósmico (Selected no Fictions,
491). Como lo afirma el escritor italiano Antonio Tabucchi: “el rechazo de la
identidad personal por parte de Borges (ser Nadie) no es solo una irónica
postura existencial sino justamente el motivo central de su narrativa, el
núcleo a partir del cual parecen autogenerarse todos los grandes motivos que la
caracterizan: el tiempo circular (por ejemplo, el cuento El Aleph), la
indefectibilidad de la memoria (Funes el memorioso), el laberinto (El
inmortal), el espejo (La secta del Fénix), el mundo como libro (La biblioteca
de Babel), la imposibilidad de la delimitación entre el bien y el mal (Tres
versiones de Judas, Tema del traidor y del héroe) y todas las demás metáforas
de lo real que él inventó para ilustrar su representación del mundo”.
En el mismo
artículo Tabuqui relata un rumor literario de carácter borgesiano: Borges no
existió. “Hace un tiempo, una revista francesa publicó una insólita noticia:
que Jorge Luis Borges no existía. Su figura, divulgada con ese nombre, habría
sido solo el invento de un grupito de intelectuales argentinos (entre ellos,
naturalmente Bioy Casares) que simplemente habían publicado una obra colectiva
detrás de la creación de un personaje ficticio. Y que la persona conocida como
Borges, aquel viejo ciego con bastón y sonrisa árida, era un actor italiano de
tercer orden (la revista mencionaba incluso el nombre, pero no lo recuerdo)
contratado años antes para hacer una broma, y que había quedado cautivo dentro
del personaje resignándose finalmente a ser Borges `de verdad´. La noticia era
tan borgesiana que de por sí resultaba divertida; pese a que enseguida pensé
que detrás de esa travesura no podía estar otro que el mismo Borges”.
Es posible
que a futuro, los investigadores literarios, esos detectives de los textos,
agoten la literatura borgesiana tratando de dilucidar al mejor estilo de un
Poirot, un Dupín o un Holmes, la real y cuestionable existencia de este
personaje literario, como hoy se cuestiona la existencia de Sócrates o de
William Shakeaspeare.
“Al otro,
a Borges, es a quien le ocurren las cosas. Yo camino por Buenos Aires y me
demoro, acaso ya mecánicamente, para mirar el arco de un zaguán y la puerta
cancel; de Borges tengo noticias por el correo y veo su nombre en una terna de
profesores o en un diccionario biográfico” (Borges y Yo). Si el
argumento existe, el cuento ya está hecho.
Pero
independiente de la suerte de esos rastreadores de improbables pasados y
realidades y sus fantásticas especulaciones en torno a la existencia real de
los escritores, queremos abordar al estudioso de la estructura narrativa que
fuera Borges. El argentino –si tal existió– no fue un filósofo en el sentido
académico del término, pero ayudó a transformar el pensamiento de Occidente
–recordemos el aporte de su literatura a la creación de Las palabras y las cosas de Michel Foucault–. Y aunque no puede ser
canónicamente incluido entre los autores de narratología, tiene meritos
necesarios para ser considerado entre ellos. Lector de los clásicos
(Aristóteles, Horacio, Virgilio, Dante y más cerca Henry James, Poe y Kafka,
entre otros) Borges inicia en los años treinta del siglo 20 una reflexión sobre
la estructura de la novela, cuando los grandes teóricos de la narratología
apenas empezaban a delinear esta disciplina.
En aquel
momento, Borges señalaba (como Propp) la necesidad de construir un lenguaje
para abordar con seriedad el estudio de la estructura narrativa de la novela
con acotaciones terminológicas claras y acercamientos pertinentes.
The techniques of the novel have not, I believe, been
analyzed exhaustively. A historical reason for this continued neglect may be
the greater antiquity of other genres, but a more fundamental reason is that
the novel’s many complexities are not easily disentangled from the techniques
of plot. Analysis of a short story or an elegy is served by a specialized
vocabulary and facilitated by the pertinent quotation of brief passages; the
study of the novel, however, lacks such established terms, and the critic is
hard put to find examples that immediately illustrate his arguments. (Selected…75)
Borges fue,
y hay prueba de ello, un investigador del asunto narrativo y constructor de
tramas literarias. “Un hombre es a la larga sus circunstancias” asegura en La escritura del dios apoyado sin lugar
a dudas en La poética de Aristóteles. En esta obra, el filósofo griego subraya
la peripecia como elemento
fundamental de la narrativa.
En el
artículo: Narrative Art and Magic,
Borges explica cómo hace el lector para asumir la dificultad de lo mágico o de
los personajes fantásticos en las narraciones de corte realista. Y concluye: La
fábula –entendida desde la poética aristotélica– requiere sobre todo, una
fuerte apariencia de realidad que ayude a suspender la voluntad de dudar. Y
sugiere que el mayor problema de la novela es la causalidad.
The fable required, above all, a strong appearance of
factual truth, in order to achieve that willing suspension of disbelief which,
for Coleridge, is the essence of poetic faith. (75)
Toda trama
–o plot en el argot narratológico–,
bien lo sabe Borges, obedece a una mentalidad detectivesca del escritor, pero
sobre todo del lector que quiere satisfacer su necesidad de conocimiento, su
deseo de encontrar una salida en el laberinto de la palabra que justifique su
existencia. Se podría afirmar con Borges que una trama –Plot– es a la larga sus circunstancias.
La pasión de
Borges privilegia lo irreal, lo mágico y lo fantástico en su literatura y en
sus reflexiones. En Selected Non
Fictions, Borges aborda, entre sus múltiples preocupaciones literarias, la
estructura narrativa de las historias detectivescas.
A partir del
trabajo de Chesterton, Borges estudia la trama en las historias de detectives.
Y en esta comprensión regresa al concepto aristotélico de historia (fable) como las peripecias y sucesos
consistentes que constituyen la trama (plot).
Desde el
trabajo de Chesterton, a quien le reconoce su capacidad para elevar el
asesinato a la condición de Bellas Artes, Borges regresa a los inicios del
género de detectives, señalando el cuento de Edgar Allan Poe: The Mystery of Marie Rouget. Y con él la
aparición del primer detective del género: Charles Gustave Dupin y sucesores de
la talla de Nick Carter, Sherlock Holmes (inicialmente Sherrinford) y por
supuesto el Padre Brown (The Scandal of Father Brown, by Chesterton) No
sin antes reseñar el carácter compulsivo del periodista John Coryell, quien
diera vida a Nick Carter, celebrar el virtuosismo De Quincey y su teoría del asesinato moderado y rescatar
para la memoria a una escritora contemporánea, la Baronesa Orczy.
Para Borges
(1935) la estructura narrativa de la novela de detectives obedece a un código de leyes estrictas.
a-Un
limitado número de personajes
b-La
declaración de todos los términos del problema
c-Una
avariciosa economía de pensamientos
d-La
prioridad de el cómo sobre el quién
e-La
reticencia a las muertes gratuitas
f-Una
solución que es a la vez necesaria y maravillosa.
En el curso
de su vida Borges transforma la mirada, la admiración por el creador del género
detectivesco cambia. Si bien continúa pensando en Poe como el pionero de las
historias de detectives y como un aceptable escritor del género, discute un
inusual punto de vista. Hablar de la historia de detectives es hablar de Edgar
Allan Poe, pero a reglón seguido se pregunta, si realmente Poe inventó el género.
En este
momento (1978), Borges afirma que el género como un evento estético requiere la
conjunción del lector y el texto. Y entonces asume y promulga un nuevo tópico
de la narratología: el género existe porque el lector existe. Los libros solo
existen cuando los lectores abren los libros. Es absurdo, afirma, suponer que
un libro es mucho más que un libro (492) y subraya que el fenómeno estético
existe cuando puede ser similar al momento en que el libro fue creado. La
relación entre el escritor y el lector es dialógica. En consecuencia Edgar
Allan Poe no inventó un género, inventó una especie de lector. Las novelas de
detectives han creado un tipo especial de lectores. Si Poe creó la historia de
detectives, consecuentemente, creó el lector de la ficción detectivesca. Y esto
no puede ser olvidado al momento de valorar el trabajo de Poe, dice Borges.
A través de
un detallado análisis estructural, Borges concluye que Poe inaugura el misterio
del cuarto cerrado –paradigma de la novela detectivesca– con The Crime of the Rue Morgue. Y con ella
la estructura narratológica de la ficción detectivesca. En esta historia sucede
un terrible crimen (comienzo) con una situación sospechosa (medio) y con una
solución inesperada y maravillosa (fin). De nuevo la propuesta fundamental de
los teóricos aristotélicos. Pero Borges, como algunos otros teóricos de la
narratología, incluye al lector como elemento fundamental de la trama.
No se puede hablar de un Borges negro, o cultor del género
policial, sin referirse a Isidro Parodi, esa creación de Bustos Domeq
(seudónimo de Borges y Casares) quien resuelve crímenes desde la cárcel. Cómo
tampoco si no se cita La muerte y
la brújula, cuento detectivesco del cual el propio Borges señala: “He intentado el género policial alguna
vez, no estoy demasiado orgulloso de lo que he hecho. Lo he llevado a un
terreno simbólico que no sé si cuadra”. La
muerte y la brújula amerita un nuevo regreso desde la perspectiva teórica
de Ruben Varona –escritor colombiano especializado en novela negra, finalista
del Premio Iberoamericano de Novela 2012– quien en el XVII Congreso de
Literatura
Mexicana Contemporánea
aportó una herramienta de pensamiento que debe ser discutida y validada entre
los estudiosos de la literatura negra: Crímenes con denominación de origen.
Pero esa es otra historia y, como en la novela de Ende, deberá ser contada en
otra oportunidad. Por el momento dejamos las palabras del propio Borges:
“Yo
diría, para defender la novela policial, que no necesita defensa; leída con
cierto desdén ahora, está salvando el orden en una época de desorden. Esto es
una prueba que debemos agradecerle y es meritorio”.
IRMA
VEROLÍN
(Ciudad Autónoma de Buenos
Aires-Argentina)
TEXTOS CON ABUELAS
LA ABUELA TZIRL, ESPOSA
DE SALOMÓN
La abuela Tzirl cruza el patio que parece un
tablero de ajedrez llevando unos papelitos violetas. El patio es fresco gracias
a la parra y la abuela es silenciosa y los papelitos son de un incuestionable
color violeta. Antes la abuela Tzirl le ha quitado esos papelitos a las
manzanas y ahora, ya en el baño del fondo, los atrapa alrededor de un alambre
dudosamente circular, entonces algunos papelitos violetas emiten ciertos
ruidos. La abuela Tzirl vuelve a cruzar el patio que, en efecto, podría ser un
tablero de ajedrez, mientras percibe cierto olor a manzanas en sus dedos y
recuerda que hace más de veinte años estuvo en Auschwitz. Sí, estuvo en
Auschwitz, lo recuerda y se lame los dedos.
HAY QUE PASAR LOS INVIERNOS
Cuando murió mamá, mi
abuela decidió que era tiempo de ahorros. Recuerdo el osobuco flotando en la
sopa de letras, los zapatos abotinados dos números más grande, los aros de
perlas que fuimos a vender una mañana al Trust y un tapado azul que durante
cinco inviernos hizo reír a mis amigas del barrio.
PERIPECIA CON UNA
PALANGANA
Una vez tuve sabañones y
la abuela dijo qué desastre y enseguida vino con una palangana llena de un
líquido amarillo. Con sus manos dentro de aquella palangana pasé la tarde. A
verdad verdadera es que me dio risa porque se me antojó que esa tarde mis manos
tuvieron hepatitis. La abuela no sabía nada de medicinas, era sólo una viejita
con buena voluntad; así es que tuve sabañones todo el invierno. Pero qué
importa, un invierno no es demasiado tiempo en la vida de nadie.
RUTH ANA LÓPEZ CALDERÓN
(Sucre-Chuquisaca-Bolivia)
(Sucre-Chuquisaca-Bolivia)
MIGAJAS
Adentrado en los extramuros
alejado de los intocables y sus festines,
escarba los desperdicios, busca migajas,
unas migajas para mitigar el hambre.
alejado de los intocables y sus festines,
escarba los desperdicios, busca migajas,
unas migajas para mitigar el hambre.
Y sus sueños...
¿dónde están?
¿dónde están?
Tal vez en las astillas
del pupitre que endulzó su infancia, en las escasas hojas de un cuaderno,
y el pedazo de lápiz sin goma de borrar.
del pupitre que endulzó su infancia, en las escasas hojas de un cuaderno,
y el pedazo de lápiz sin goma de borrar.
El aire lo envuelve en desprecio y abandono
y la soledad desquicia sus harapos:
y la soledad desquicia sus harapos:
No hay futuro en sus noches sobre el pavimento sucio.
LA PLUMA
LA PLUMA
La pluma negra en la mano aletea desesperada,
su silueta distante captura el viento inclemente:
Usurpa sueños tardíos y temores que habitan el horizonte
su silueta distante captura el viento inclemente:
Usurpa sueños tardíos y temores que habitan el horizonte
donde noches ensimismadas escudriñan el fondo de lo oscuro,
lento mastican la zozobra de impuros gemidos,
de piel profana como sepulcro y ecos
vagan como fantasmas y relámpagos
alumbrando tempestades nocturnas.
lento mastican la zozobra de impuros gemidos,
de piel profana como sepulcro y ecos
vagan como fantasmas y relámpagos
alumbrando tempestades nocturnas.
¡No!, no hay nada tangible en la alborada de este paisaje
de llanto,
sus crispadas alas amortajan la esperanza y en la sombra
huyen.
La pluma negra en la mano lamenta como estaca
y como carne fragmenta y desdibuja el mapa clandestino.
Y el alarido, ¡sí!, el alarido de su vuelo.
El oscuro laberinto dibujado.
¡Oh!, esperado e inesperado retorno.
El cuervo reposa sus garras sobre mi mano.
ALEJANDRA
DIAZ
(San Miguel de
Tucumán-Tucumán-Argentina)
EL DESEO
Ella acaricia lomos de vidas-libros con sutiles dedos de durazno / pasillos tomos y tomas de tantas ajenas mentes cercanas. Los códices mayas inmortalizando en colores sobre la superficie vegetal endurecida la primera cópula que originara el instante del hombre / las Mil y Una Noches ,el Cantar de los Cantares Dante y Beatrice divina la comedia de la antesala de un Decamerón en medio de una peste que ni ella podría azotar el placer / acariciantes sensuales nombres escapados entre los pasillos fantasmales de la biblioteca corazona / la asaltan los suavísimos acordes de Sidharta o Lady Chaterly desmayada entre los rudos brazos de aquel hombre fabulosamente pueblo para ella tan té de taza china /la salvaje tropilla conduciendo el carruaje de Mme Bouvary / salta la historia salta como un tizón encendido apretando entre dos brazas esa herida de todos / no he sido felíz confiesa su pecado Borges y brotan de una galera sus amadas enamoradas desnudas mujeres camina camina la mano acariciando lomos de libros que brillan de sudor y laten -en las noches de luna cobran vida
Secretas palabras conjurando el deseo del padre Ladislao Gutiérrez, “padre muero de deseo “ –dice Camila O Gorman bajo el yugo de Rosas / Cien años de Soledad y el mismo Aureliano Buendía en Macondo Ursula espera.
Inconfesables confesas historias del Nombre de la Rosa hacen Eco en los pasillos de “amor locura y muerte” disparadas al ojo-oído al sexo al corazón de hombre pretendiente de dios que pende de un hilo
Realidad / de aquel lado la biblioteca corazona / realidad pasillos de adolescencia silenciosa en que se hacía el intento infructuoso de sostener-encarcelar la jauría del deseo que mordía los talones a cada fuga de siesta pocas opciones de entonces / cuerpecito sumergiéndose desnudo en al rio sin estar convencida María de escapar al deseo feroz del Pombero .
Abuelas o tías abuelos o tíos en abrazos mullidos o cuentos de cuna para ahogar los precoces latidos / lo prohibido el beso era la palabra NO sobre las mieles urgentes senitos turgentes de infancia marchándose tras un beso robado cerrando los ojos mirándolo todo hasta devorar/desbordar el respeto a las normas de civilidad blancas ataduras/ dorados reflejos en círculo que envuelven la caída de un ramito de novia sin dueño
Tibieza descontracturada desacostumbrada de manos deslizándose descalzas sobre la piel territorio del deseo / desafuero /desbocado a bocados saboreado en beso de labios que besan palabras y palabras que besan labios para callarlos callarlos callarlos diciendo alegría alegría alegría hasta volverse ave o pez.
Ahora ahora es ella / ella lo ve venir despacio por aquellas callejas urgentes de casitas blancas del cielo de Grecia / o el cerro de los siete colores Punmamarca se descuelga Rapuznel-Julieta –Pandora-Penélope Alejandra Vidal Olmos –Alejandra Pìzarnik sin la cicuta apurada o Dafne que desarraiga las eternas raíces vueltas pies que corren como un animal encerrado
Locas mujeres locas corren y corren del miedo urgentemente urgentes /enormes /lentamente apuradas dementes inclementes irrespetuosas bellas loca humanidad entera bella
Moderato
Arpegio
Largo
Nunca réquiem
No réquiem no
Palmo a palmo
La gota de sudor que estalla en el pecho
La lágrima salada que se instala en la voz
Temblorosos espasmos dulces danzas sabia de la piel del mundo
Innombrables / multiplicadas trocitos de espejos rotos
Hacia ninguna cifra
Estallan estallan estallan estallan
Y el mundo se queda mudo
Desaparece por un instante
Muere…para vivir.
Ella acaricia lomos de vidas-libros con sutiles dedos de durazno / pasillos tomos y tomas de tantas ajenas mentes cercanas. Los códices mayas inmortalizando en colores sobre la superficie vegetal endurecida la primera cópula que originara el instante del hombre / las Mil y Una Noches ,el Cantar de los Cantares Dante y Beatrice divina la comedia de la antesala de un Decamerón en medio de una peste que ni ella podría azotar el placer / acariciantes sensuales nombres escapados entre los pasillos fantasmales de la biblioteca corazona / la asaltan los suavísimos acordes de Sidharta o Lady Chaterly desmayada entre los rudos brazos de aquel hombre fabulosamente pueblo para ella tan té de taza china /la salvaje tropilla conduciendo el carruaje de Mme Bouvary / salta la historia salta como un tizón encendido apretando entre dos brazas esa herida de todos / no he sido felíz confiesa su pecado Borges y brotan de una galera sus amadas enamoradas desnudas mujeres camina camina la mano acariciando lomos de libros que brillan de sudor y laten -en las noches de luna cobran vida
Secretas palabras conjurando el deseo del padre Ladislao Gutiérrez, “padre muero de deseo “ –dice Camila O Gorman bajo el yugo de Rosas / Cien años de Soledad y el mismo Aureliano Buendía en Macondo Ursula espera.
Inconfesables confesas historias del Nombre de la Rosa hacen Eco en los pasillos de “amor locura y muerte” disparadas al ojo-oído al sexo al corazón de hombre pretendiente de dios que pende de un hilo
Realidad / de aquel lado la biblioteca corazona / realidad pasillos de adolescencia silenciosa en que se hacía el intento infructuoso de sostener-encarcelar la jauría del deseo que mordía los talones a cada fuga de siesta pocas opciones de entonces / cuerpecito sumergiéndose desnudo en al rio sin estar convencida María de escapar al deseo feroz del Pombero .
Abuelas o tías abuelos o tíos en abrazos mullidos o cuentos de cuna para ahogar los precoces latidos / lo prohibido el beso era la palabra NO sobre las mieles urgentes senitos turgentes de infancia marchándose tras un beso robado cerrando los ojos mirándolo todo hasta devorar/desbordar el respeto a las normas de civilidad blancas ataduras/ dorados reflejos en círculo que envuelven la caída de un ramito de novia sin dueño
Tibieza descontracturada desacostumbrada de manos deslizándose descalzas sobre la piel territorio del deseo / desafuero /desbocado a bocados saboreado en beso de labios que besan palabras y palabras que besan labios para callarlos callarlos callarlos diciendo alegría alegría alegría hasta volverse ave o pez.
Ahora ahora es ella / ella lo ve venir despacio por aquellas callejas urgentes de casitas blancas del cielo de Grecia / o el cerro de los siete colores Punmamarca se descuelga Rapuznel-Julieta –Pandora-Penélope Alejandra Vidal Olmos –Alejandra Pìzarnik sin la cicuta apurada o Dafne que desarraiga las eternas raíces vueltas pies que corren como un animal encerrado
Locas mujeres locas corren y corren del miedo urgentemente urgentes /enormes /lentamente apuradas dementes inclementes irrespetuosas bellas loca humanidad entera bella
Moderato
Arpegio
Largo
Nunca réquiem
No réquiem no
Palmo a palmo
La gota de sudor que estalla en el pecho
La lágrima salada que se instala en la voz
Temblorosos espasmos dulces danzas sabia de la piel del mundo
Innombrables / multiplicadas trocitos de espejos rotos
Hacia ninguna cifra
Estallan estallan estallan estallan
Y el mundo se queda mudo
Desaparece por un instante
Muere…para vivir.
JOSÉ LUIS PAGÉS
(Santa Fe-Santa
Fe-Argentina)
UNA MÁSCARA OSCURA
Una dentadura afilada se clavó en el dedo
gordo de mi pie derecho. En medio de la noche oscura me encegueció una centella
y mi grito fue ahogado por el trueno.
Grité, dije, cuando desde la calle llovían
alaridos que sonaban como una catarata de vidrios rotos. Me asomé al balcón y
pude ver que bajo el farol de la esquina un sacerdote apuñalaba a una muchacha
que vestía una solera floreada y calzaba zapatos amarillos.
Y grité otra vez, tanto que el sujeto de la
sotana se volvió hacia mí. Era un animal barbudo que sin quitarme los ojos de
encima decapitó a esa chica aún cuando ella se debatía desesperadamente
entre sus brazos.
Después, ese animal tomó la cabeza y sin piedad
alguna corrió hacia el río y la arrojó a la corriente. Más adelante, en
el paseo costanero, dos enamorados escucharon embelesados la canción de aquella
cabeza que flotaba en medio de un remanso. Ellos, abrazados, se hacían
arrumacos sentados en un banco, junto al malecón.
Ya no podía hacer nada en la calle así que
volví a mi cuarto pero, ¡Sorpresa!, aquel animal ensangrentado se había tendido
sobre mi cama rendido de cansancio tras la cruenta faena. Pedí auxilio pero
apenas con un hilo de voz. A un lado de la cama había caído el cuchillo que
sangraba, todavía.
Un delgado hilo rojo descendía por la escalera
y unía mi cuarto con la vereda donde seguramente yacía el cuerpo de la muchacha
muerta. Así que ocurrió lo que tenía que ocurrir, una mujer bajó del quinto
piso y me trató de asesino.
Invocó a la Protectora de Animales y fue al
rescate de ese bicho que estremecido por el llanto buscó refugio entre sus
brazos. Otros vecinos llegaron para consolarlos y una de ellos, de
sonrisa torcida, me dijo “Te lo tenías guardado para Navidad, eh?”.
En seguida escuché ruidos de pasos en el
pasillo junto a la voz de la misma vecina del quinto que gritaba “El pobrecito
quería escapar vestido de cura” y él lo apuñaló. ¡Miren mis manos llenas
de sangre!"
Los policías de gorra se abrían paso
entre las gentes, eran dos tipos duros, gigantescos y armados con bastones caminaban
hacia mí. Sin palabras. No podía huir, el dedo herido me lo impedía.
Entonces reaccioné con violencia, me aferré a
mi denunciante y me escudé tras ella. Pero apenas sentí la presión de su cuerpo
agitado olvidé lo que pensaba decir. Por fin dije lo que me salió de adentro,
algo del todo indescifrable.
Escuché la palabra rehén e
instintivamente empuñé el cuchillo que no dejaba de sangrar. Pero con la
policía había llegado la prensa. Los periodistas querían una nota exclusiva con
“el loco del campanario”, que así me llamaban ahora. "Es el monstruo que
mató brutalmente al padre Esteban _decían_, y nada más que para robarle la
sotana y las moneditas de la limosna".
¿Y por qué no? Busqué el sillón y con mi rehén
sentada en las rodillas me serví un vaso de whisky, sonreí a los fotógrafos.
Desde el río llegaba una dulce canción, tan dulce que ella se volvió
enternecida y me besó fugazmente. Afuera, abajo, junto al malecón pude ver cómo
el animal fugaba a la carrera perseguido por una legión de jóvenes admiradoras.
Los policías, se miraron, aprovecharon la
confusión y desaparecieron por el pasillo tomados de la mano. Lo que nadie
imaginó nunca fue que el cuerpo de la mujer decapitada marcharía resueltamente
a la comisaría con su solera floreada y el fuerte taconeo de sus zapatos
amarillos.
Los periodistas me abandonaron cuando supieron
que el animal fugitivo volvió sobre sus pasos para atacar a una de sus
perseguidoras. Se había quitado la máscara peluda y todos gritaron horrorizados
cuando descubrieron que el bicho de la sotana era el propio padre Esteban.
Mi amiga me quitó el vaso de las manos
cuando rompía la tormenta. Llevada por la corriente aquella cabeza seguiría
cantando la noche entera.
FLAVIA
COSMA
(Oradea-Rumania)
EL
VERANO IMPOSIBLE
Fermentado,
el aire se hace ciénaga;
olea
como si la ciudad
se
hubiera movido, como por hechizo
al
borde de un lago.
Las
aves pescadoras, de plumas hinchadas
se
adormecen en pavimentos calientes
las
fuertes fragancias nos transportan brutalmente,
a las
orillas de otros continentes.
Con el
pensamiento volvemos a ver los turbios lagos
las
pieles doradas, respirando el deseo
cielos
blandos, anaranjados, azules
profundas
tristezas, vastas llanuras.
Puente
en el mundo
ese
amor extranjero
me
arde salvajemente
con su
gran ausencia.
EL BRONCE DE LAS ESTATUAS
Besado
en la boca, el bronce de las estatuas
se
transforma en oro;
la
materia inerte abre los ojos de par en par
el
alma respira ruidosamente
trampa
de humo, dulce brisa
el
aire nos toma, sensual.
Acariciado
en los senos, el bronce de las estatuas
se
transforma en agua verde, bendita agua
que
envuelve las manos de alabastro del amado
inundando
su enorme corazón, que late y late
trastornando
océanos
corriendo
por las nubes
acercándose.
PALABRAS SIN CUERPO
A
través de las paredes, bajan de vez en cuando
palabras
sin cuerpo, enflaquecidas,
palabras-fantasmas,
vaciadas de miga,
errando
espacios, llegan y dividen
los
hambrientos sueños de la noche.
Hay
que decirte adiós ahora, mi ángel,
el
tiempo de las salidas nos ha alcanzado
y ya
nos supera.
Estará
presente en nuestras próximas citas,
en
nuestras manos enlazadas,
en los
confusos intercambios de miradas.
En
frases ásperas, dubitativas y nerviosas,
colocamos
el fin delante del principio,
mientras
que el amor, presagiando su destino,
se
atormenta, forcejeando raudamente.
(Traducción
de Luis Benítez)
FRANCISCO GARZÓN CÉSPEDES
(Madrid-España)
DECIR LA POESÍA (1)
HACIA UNA RENOVACIÓN DE LA POESÍA
Nuestras sociedades contemporáneas no han superado la tendencia a
sacralizar la letra, aunque también es cierto que el juego artístico con la
letra ha estado desde la antigüedad más o menos presente y alcanzado altas
cumbres creadoras. En nuestras sociedades occidentales a esta sacralización de
la letra se ha ido sumando, en el transcurrir del tiempo, el desarrollo de la
escritura y de la imprenta y de otros medios y de todas sus posibilidades, así
como el crecimiento multifacético de la literatura, hasta tal punto que lo
escrito, cada vez más en el Siglo XX, sobre todo en sus tres primeras cuartas
partes, hizo retroceder la pasión por la palabra, la voz y el gesto vivos;
retroceder la pasión y el compromiso con lo oral, y con su ejercicio, su mayor
utilidad y su disfrute; y lo hizo retroceder hasta el límite de que entre
nosotros se asociara implícitamente todo producto de las artes del lenguaje con
una escritura, cuando las primeras artes del lenguaje es obvio que fueron
orales, y cuando la oralidad artística, por su naturaleza, valores y modos
imprescindibles, no sólo no ha desaparecido,
sino que ha empezado a renovarse y fortalecerse desde que comenzara a
surgir en 1975 todo lo relacionado con mis propuestas de la narración oral
escénica y la poesía oral escénica, con su fundación como artes comunicadoras
escénicas; propuestas que no son, como tampoco todo lo relacionado con las consideraciones
que he expresado acerca de la conversación escénica, consecuencia del
desarrollo de la narración oral artística de la corriente escandinava que yo
desconocía por entonces, sino que de inicio vienen de mis conocimientos y
experiencias, de mis contactos con la oralidad artística comunitaria y de lo
recibido, y entroncan con mis saberes y prácticas en los campos de la
comunicación, el periodismo, la literatura y la escena expresiva.
En específico en cuanto a la voz, afirman los investigadores que una voz
sin cuerpo (esa voz sin cuerpo de la mitología), una de ésas poderosamente
terroríficas o prodigiosas, pertenece a los “orígenes antropológicos de lo
imaginario”. Lo que imaginamos, sin embargo, está contenido por el cuerpo
humano, es una de las expresiones de la individualidad, y suele existir
acompañado de la palabra con la que cada uno se dice a sí mismo en silencio
dentro de su conciencia. Palabra silenciosa que muchas veces cobra sonido
cuando hablamos a solas. Y es que no sólo necesitamos de la palabra,
necesitamos hablar.
Si la mirada es el lenguaje humano más poderoso, la voz al decir une, a
su también extraordinario poder (que además añade el de los lenguajes del
cuerpo), la especificidad otorgada a la palabra. Y ello significa que su poder,
el de lo dicho, el de la particularidad de lo dicho, el de nombrar, puede tener
una mayor vigencia en el tiempo, una capacidad de permanecer muy definidamente
en la memoria como principio, como concepto, como mensaje.
El poder de lo que se dice, el poder de la oralidad, puede ser fundador
o destructor, sanador o devastador. Por lo que debemos ser absolutamente responsables
al decir. Y debemos decir con sustancia, destreza y acierto.
La oralidad no ha sido nunca, no es y no será memorística y cuando la
voz (en realidad palabra, voz y cuerpo) dice literalmente un texto escrito no
estamos dentro de una proceso oral. La poesía nació en la antigüedad como
poesía oral. Como comunicación poética. Y la escritura, la imprenta, la literatura
y sus autores, nos trajeron mucho después el arte de la declamación, nos
trajeron su literalidad respecto al dar voz a la poesía, así como también su,
en ocasiones de excelsitud, alcanzada belleza desde lo expresivo y lo expresivo
escénico de calidad.
Hoy por hoy en el mundo sigue existiendo la poesía oral, y siguen realizándose
sus acciones sobre todo en zonas rurales donde la oralidad tiene una mayor
presencia y valoración social, pero en nuestras sociedades urbanas de escritura
y medios audiovisuales el acercamiento a la creación oral poética puede tener
posiblemente más éxito y celeridad si ese decir poético parte desde lo no oral,
si parte desde lo expresivo, desde la memorización tal cual, para llegar a la
invención oral poética artística escénica en el “aquí” y en el “ahora”. Por
este camino además ganaremos el conocimiento, la práctica y el disfrute del
arte de decir la poesía expresivamente, desde lo escénico que no desde lo oral
escénico; y ganaremos el experimentar para ver todo lo más que se puede abrir
lo expresivo (sea lectura poética en voz alta para el público o sea decir
poético expresivo para el público, dos opciones de la literalidad); todo lo más
que se puede abrir lo poético expresivo a lo comunicador con un público lo más
interlocutor que resulte factible.
Dado todo lo negativo ocurrido con zonas de la declamación desde su
surgimiento, en términos de fosilización y artificiosidad, esquematismo y
grandilocuencia (no me refiero al valioso trabajo desde las artes expresivas de
la mejor declamación o de lo expresivo escénico teatral con la poesía,
quehaceres que hoy constituyen excepciones); repito, dado lo negativo ocurrido
en parte significativa de lo declamatorio, el decir la poesía sobre escenario
(sin hacerlo como representación teatral propiamente dicha) tendrá en la
actualidad más posibilidades de llegar a ser arte, y de resultar así valorada,
cuanto más logre acercarse a las maneras de lo oral y menos a la recitación más
formalista.
La poesía oral pertenece a la oralidad artística y a la oralidad. Y en
tanto que la oralidad es una categoría comunicadora, la poesía oral responde a
las leyes milenarias de la oralidad, a las leyes de la comunicación. Y se
inscribe en un proceso, sistemático y en el tiempo, de creación y de
transformación, de recreación y de variación. Y esto no lo cambia el hecho de
que hoy una de las fuentes de la poesía oral existente sea la literatura, sea
la poesía literaria. Fuente que propongo (a riesgo de ser condenado por
sacrílego) potenciar de forma expresa, para desde el predominio de la oralidad,
pero desde el juego reinventor con lo literario, renovar y extender
contemporáneamente la poesía oral artística y su práctica.
El resurgimiento de la narración oral artística y su fundación como
escénica, como oralidad narradora artística escénica, se debió, se debe, a un
propósito mío consciente y a un proyecto estructurado y construido, a uno que,
de país en país, convertí en elaborado plan. Proyecto que ha involucrado a
muchos y sumado de muchos. Eso mismo propongo para la poesía oral escénica u
oralidad poética artística escénica y su, hasta ahora, más pausado andar.
En cuanto al término “oral” no hay en absoluto que entenderlo como
sinónimo de “popular”, ni como sinónimo de “tradicional”. “Popular”, según cómo
se entienda y muy en especial, alude a la masividad del conocimiento y la
valoración; o alude a la identificación con los intereses de las masas, con los
del pueblo. “Tradicional” debiera aludir a lo perteneciente a las tradiciones
trasmitidas de generación en generación. Pero una canción puede ser popular y/o
tradicional y su proceso no es oral, es obvio que es musical cantado.
Tampoco hay que entender “oral” u “oralidad” en cuanto analfabetismo.
Aun-que sí hay que comprender que nuestra oralidad y sus procesos, al conocer
nosotros la escritura y vivir en sociedades de escritura y medios audiovisuales,
es distinta a la oralidad primaria, a la oralidad de las sociedades de oralidad
absoluta o predominante. La oralidad, al ser comunicación, y al ser lo
artístico una excepción dentro de la categoría que es la oralidad, responde a
leyes milenarias.
FERNANDO
SORRENTINO
(Ciudad
Autónoma de Buenos Aires-Argentina)
LA
ALBUFERA DE CUBELLI
Hacia
el sudeste de la llanura de Buenos Aires se encuentra la albufera de Cubelli, a
la que familiarmente se conoce con el nombre de «laguna del Yacaré Bailarín».
Este nombre popular es expresivo y gráfico, pero —tal como lo estableció el
doctor Ludwig Boitus— no responde a la realidad.
En
primer lugar, «albufera» y «laguna» son accidentes hidrográficos distintos. En
segundo, si bien el yacaré —Caiman yacare (Daudin), de la familia Alligatoridae— es propio de América, ocurre que esta
albufera no constituye el hábitat de ninguna especie de yacaré.
Sus
aguas son salobres en extremo, y su fauna y su flora son las habituales de los
seres que se desarrollan en el mar. Por este motivo, no puede considerarse
anómalo el hecho de que en esta albufera se encuentre una población de
aproximadamente ciento treinta cocodrilos marinos.
El
«cocodrilo marino», o sea el Crocodilus
porosus (Schneider), es el más
grande de todos los reptiles vivientes. Suele alcanzar una longitud de unos
siete metros y pesar más de una tonelada. El doctor Boitus afirma haber visto,
en las costas de Malasia, varios ejemplares que superaban los nueve metros, y,
en efecto, ha tomado y aportado fotografías que pretenden probar la existencia
de individuos de tal magnitud. Pero, al haber sido fotografiados en aguas
marinas, y sin puntos externos de referencia relativa, no es posible determinar
con precisión si estos cocodrilos tenían, en verdad, el tamaño que les atribuye
el doctor Boitus. Sería absurdo, claro está, dudar de la palabra de un
investigador tan serio y de tan brillante trayectoria (aunque de lenguaje algo
barroco), pero el rigor científico exige validar los datos según métodos
inflexibles que, en este caso puntual, no se han puesto en práctica.
Ahora
bien, sucede que los cocodrilos de la albufera de Cubelli poseen exactamente
todas las características taxonómicas de los que viven en las aguas cercanas a
la India, a la China y a Malasia, por lo cual, con toda legitimidad, les cabría
ese taxativo nombre de cocodrilos marinos o Crocodili porosi. Sin embargo, existen algunas
diferencias, que el doctor Boitus ha dividido en características morfológicas ycaracterísticas etológicas.
Entre
las primeras, la más importante (o, mejor dicho, la única) es el tamaño. Así
como el cocodrilo marino de Asia alcanza los siete metros de longitud, el que
tenemos en la albufera de Cubelli apenas llega, en el mejor de los casos, a dos
metros, medida que se verifica desde el comienzo del hocico hasta la punta de la
cola.
Con
respecto a su etología, este cocodrilo es «aficionado a los movimientos
musicalmente concertados», según Boitus (o, de modo más simple, «bailarín»,
como lo llaman las gentes del pueblo de Cubelli). Es harto sabido que los
cocodrilos, estando en tierra, son tan inofensivos como una bandada de palomas.
Sólo pueden cazar y matar si se hallan en el agua, que es su elemento vital.
Para ello, atrapan las presas entre sus mandíbulas dentadas e, imprimiéndose a
sí mismos un veloz movimiento de rotación, la hacen girar hasta matarla; sus
dientes no tienen función masticatoria sino que están diseñados exclusivamente
para aprisionar y tragar, entera, a la víctima.
Si
nos trasladamos hasta las orillas de la albufera de Cubelli y ponemos a
funcionar un reproductor de música, habiendo elegido previamente una pieza
adecuada para el baile, en seguida veremos que —no digamos todos— casi todos
los cocodrilos surgen del agua y, una vez en tierra, empiezan a bailar al
compás de la melodía en cuestión.
Por
tales razones anatómicas y conductuales, este saurio ha recibido el nombre de Crocodilus pusillus saltator (Boitus).
Sus
gustos resultan ser amplios y eclécticos, y no parecen distinguir entre músicas
estéticamente valiosas y otras de méritos escasos. Reciben con igual alegría y
buena predisposición tanto composiciones sinfónicas para ballet como ritmos
vulgares.
Los
cocodrilos bailan en posición erecta, apoyándose sólo sobre sus patas traseras,
de manera que, verticalmente, alcanzan una estatura media de un metro y setenta
centímetros. Para no arrastrar la cola por el piso, la elevan en ángulo agudo,
poniéndola casi paralela al lomo. Al mismo tiempo, las extremidades delanteras
(que bien podríamos llamar manos) siguen el compás con diversos ademanes muy
simpáticos, mientras los dientes amarillentos dibujan una enorme sonrisa de
optimismo y satisfacción.
A
algunas personas del pueblo no las atrae en absoluto la idea de bailar con
cocodrilos, pero otras muchas no comparten este rechazo y lo cierto es que,
todos los sábados al anochecer, se visten de gala y concurren a las orillas de
la albufera. El club social y deportivo de Cubelli ha instalado allí todo lo
necesario para que las reuniones resulten inolvidables. Asimismo, las personas
pueden cenar en el restaurante que se levanta a pocos metros de la pista de
baile.
Los
brazos del cocodrilo poseen poca extensión y no llegan a tocar el cuerpo de su
compañero. El caballero o la dama que baile, según el caso, con el cocodrilo
hembra o con el cocodrilo macho que los haya elegido, apoya cada una de sus
manos en uno de los hombros de su pareja. Para realizar esta operación,
conviene estirar al máximo los brazos y mantener cierta distancia; como el
hocico del cocodrilo es muy pronunciado, la persona deberá tener la precaución
de echarse, lo más posible, hacia atrás: si bien en pocas ocasiones se han
registrado episodios desagradables (como ablación de nariz, estallido de globos
oculares o decapitación), no debe olvidarse que, como en su dentadura se
encuentran restos de cadáveres, el aliento de este reptil dista de ser
atractivo.
Entre
los cubellianos corre la leyenda de que, en la isleta que ocupa el centro de la
albufera, residen el rey y la reina de los cocodrilos, quienes, según parece,
no la han abandonado nunca. Se dice que ambos ejemplares han superado los dos
siglos de vida y, tal vez por causa de la avanzada edad, tal vez por mero
capricho, jamás han querido participar en los bailes que organiza el club
social y deportivo.
Las
reuniones no duran mucho más allá de la medianoche, pues a esa hora los
cocodrilos empiezan a cansarse, y quizás a aburrirse; por otra parte, sienten
hambre y, como les está vedado el acceso al restaurante, desean volver a las
aguas en busca de comida.
Cuando
llega el momento en que ningún cocodrilo ha quedado en tierra firme, las damas
y los caballeros regresan al pueblo bastante fatigados y un poco tristes, pero
con la esperanza de que, quizás en el próximo baile, o tal vez en alguno menos
cercano en el tiempo, el rey, o la reina, de los cocodrilos, o acaso ambos
simultáneamente, abandonen por unas horas la isleta central y participen de la
fiesta: de cumplirse con esta expectativa, cada caballero, aunque se cuide de
manifestarlo, abriga la ilusión de que la reina de los cocodrilos lo elija como
compañero de baile; lo mismo ocurre con todas las damas, que aspiran a formar
pareja con el rey.
PÁGINA
34 – POESÍA ALLENDE EL MAR
ANNA
ARENT BANASIAK
(Zgierz-Polonia)
MARAVILLA
Para
contemplar el momento más bello en toda la eternidad,
primero hay que conocer el dolor de
la herida sumergida en la esperanza que nunca llegará.
Lo más bello,
cualquiera sea su precio,
hay que pagar por cada momento de su
duración ante nuestros ojos.
Hace algunos años,
ni siquiera recuerdo una hora,
logré escalar la cima.
Todavía fui joven y tuve muchos sueños.
Con el paso del tiempo dejé de soñar,
respirar y contemplar.
La vista de la montaña me abrió a la
eternidad,
la que es como la bolsa llena de la arena
donde esperamos lo bello,
tan idílico que ni siquiera se puede
visualizar.
***
Cuando dos personas deciden a cambiar sus
vidas para siempre,
los demás lo ven como una locura.
Todo lo que ocurre cada día,
el aire o el pan comido para el desayuno,
las lágrimas en la almohada,
los libros en la estantería,
también están asombrados.
Pero el tiempo sigue corriendo,
y los enamorados pierden el coraje de
poner en riesgo lo seguro.
HUÉRFANA
Alguien
algún día nació en el país que dejó de existir.
Ella sigue viviendo,
respirando y tratando de olvidar lo que
la dio a luz.
No es fácil ser una huérfana.
El sentido de la perdición debe ser
tremendo cuando se ve la agonía del mundo.
La mujer avanza en su flojedad,
con cada día parece más pequeña,
casi invisible.
Su voz sigue produciendo el sonido que se
puede escuchar.
Pronto toda su faceta desaparecerá sin
quedar cualquier sombra que pueda cambiar lo que ya está hecho.
***
Los recuerdos de los antepasados,
todo lo que nos dejaron,
son las facetas de una idea visible en el
tiempo de hoy.
Es la cuna de las palabras donde nacemos
cada día.
Allí todo empieza y acaba.
Somos reflejos,
Las facetas en el espejo de la historia
que nosotros mismos creamos en busca de los sueños.
(Traducción de la autora)
CARLOS
FAJARDO FAJARDO
(Santiago
de Cali-Colombia)
LA
EMOCRACIA GLOBAL
"Detrás
de los actuales debates teóricos sobre nacionalismo, sobre identidad, sobre
política y fundamentalismo religioso, hay un tema oculto: la pasión". La
frase de Michael Walser nos ubica en el punto candente de las actuales
sensibilidades políticas, donde se organizan las ideologías con base en la
emoción pasional de los ciudadanos, gracias a los medios y las lógicas del
mercado. La pasión ideológica lo colma todo en el neoconservadurismo actual.
Contrario al procedimiento razonable y democrático, que llega a la aceptación
de acuerdos, "la pasión –nos dice Walser– es siempre impulsiva, sin
mediaciones: lo quiero todo o nada". De esto al fascismo no hay distancia
alguna. Sus resultados son los dogmatismos, el terror, las persecuciones, las
acusaciones, y, por ende, paranoias y atrocidades. Por lo mismo, la emocracia
pasional fomenta el salvajismo de los muchos a favor de los pocos. Ante la ley
de la doctrina tiránica emocrática, se inclina una apasionada muchedumbre
vehemente. Es como si se hubiera alcanzado el estadio de un cogito interruptus,
suspendiendo todo pensamiento ante el gran ídolo. Pero aclaremos: la pasión
estética e imaginativa, como sabemos, ha edificado y fundado las más grandes e
inquietantes obras del espíritu. No es por esta pasión plena de poesía que
disparamos nuestra alarma sino por aquella masiva y adoctrinada, la cual en un
instante puede destrozar, en forma sangrienta, las más poéticas obras.
He aquí el
resultado de lo llamado por nosotros Emocracia global: una pasión ideológica, enajenada y
obesa de certidumbres absolutas, lo cual desafía cualquier sensatez, cualquier
alteridad, cualquier respeto a la diferencia. Sus consecuencias son predecibles:
redes de informantes, caza de brujas, odio combinado con fe y creencia. Las
sensibilidades contemporáneas globales son su mejor ejemplo. La emocracia ha
permeado toda la cultura, formando ciudadanos obedientes que dan un sí a la
destrucción de sus adversarios, un sí a su aniquilamiento y, lo peor, votan por
la guerra. Éstos, tal como nos lo ilustra Walser, "no son una sangre
tranquila sino que hierve; por eso son exagerados y apasionados, ansiosos como
están por derramar la sangre de sus enemigos [...] Y los peores de ellos son
los demagogos que se ponen a su cabeza, a los que no se concibe como cínicos
manipuladores o príncipes maquiavélicos sino como hombres y mujeres que
comparten plenamente las pasiones de las personas a las que guían. Eso es lo que
se quiere decir con 'energía apasionada': los sentimientos son genuinos y por
eso producen tanto miedo".
Convencidos
de haber actuado correctamente, estos ciudadanos se muestran felices y
triunfantes. Han estado demasiado tiempo bajo una burbuja mercantil y
mediática, creada y organizada por los dueños del globo. Ya lo había
diagnosticado Gilles Deleuze: hoy vivimos en sociedades controladas a través
del mercado y las máquinas informáticas, las cuales crean nuevas formas de
vigilancia. Escuchémosle: "El departamento de ventas se ha convertido en
el centro, en el 'alma', lo que supone una de las noticias más terribles del
mundo. Ahora, el instrumento de control social es el marketing, y en él se
forma la raza descarada de nuestros dueños [...] El hombre ya no está encerrado
sino endeudado". Es, pues, la instalación efectiva de un despotismo
delicioso, alimento de la emocracia.
Control
continuo y permanente sin que el implicado se queje. Tal es nuestra actual
cartografía mental y sensible; tal nuestro nuevo encierro histórico. ¿Qué
responsabilidad ética tiene el colectivo que apoya todas estas manifestaciones
de una emocracia masificada? Es obvio que tales regímenes no pueden sobrevivir
sin la complicidad de una colectividad que apoye sus propuestas, a pesar de que
conozcan los horrores y los errores de sus gobernantes. He aquí una de las
demandas del autoritarismo en general: absorber a los individuos haciéndoles
perder su autonomía crítica. Sin escisiones ni rupturas, los ciudadanos asumen
"la Gran verdad" del régimen en rigor; es la mimesis entre lo privado
y lo público, una totalidad sin fisuras. Su misión es mesiánica, un disparo al
futuro de salvación. Para lograr tal teleología, en su terrible agenda se lee
la eliminación de cualquier opositor. Totalitarismo en serio y en serie.
Imposición de una colectividad adoctrinada y efusiva, con el proyecto de
establecer el pensamiento único de un líder supremo situado por encima del
Estado de Derecho y el orden jurídico, con una fuerte estructura burocrática y
corrupta.
Gracias al
monopolio de los medios y de la economía de mercado, se garantiza el triunfo y
la permanencia de la emocracia globalitaria, como también el rechazo a toda
memoria histórica, la exaltación del culto a la personalidad, la repugnancia hacia
cualquier actitud dubitativa, el aplauso a los rituales de un nacionalismo
neoconservador retardatario. Al decir de Hebert Gatto, "el totalitarismo
contiene elementos que lo aparentan con las viejas teocracias históricas. Pero
no es una de ellas sino una respuesta política secular, moderna, en un tiempo
en que Dios ha dejado de operar. Si el Ser Supremo, como autor o legitimador de
la moral, dejó de ser el centro de la escena, es necesario que surja un
sucedáneo que permita volver a aplicar sus pautas desde arriba, sin necesidad
de recurrir a la religión".
De esta
manera se impone una moral unitaria, centralizada, homogénea, donde toda
contradicción, todo disentimiento, se vuelven delito. Bajo este ambiente se
incuban y florecen las pasiones ideológicas, alimentadas por la propaganda y la
publicidad, las cuales hechizan y fascinan, seducen y ordenan obedecer al
mandatario supremo. La propaganda, entonces, cumple el papel de constructor de
mundos ficticios, asumidos por el ciudadano como reales. "Ganarse el
corazón del pueblo", proclamaba Josef Goebbels, el ministro de Instrucción
Popular y Propaganda del Nazismo. Ganarse la pasión, la emoción guerrerista,
masificada en red, a través de valores tradicionales, religiosos y patrioteros.
Ganarse el corazón del pueblo a través del miedo a un inventado enemigo. Como
tal, es una influencia desproporcionada sobre las mentalidades. En ello se
puede observar la exaltación al dominante como modelo por seguir –e imitar–, la
idolatría a las fuerzas armadas y a su sentido heroico, la subordinación del
individuo a los principios del jefe, padre modelo protector a la vez que
autoritario. Es la imagen social de una cultura cerrada y provincial. La
premodernidad activa, gozando de buena salud.
Seducción,
fascinación ante el espectáculo masivo del poder. Creación de sensaciones que
buscan generar en el individuo masificado la idea del triunfo y de la
importancia plena de su líder. ¿Cuáles son las consecuencias políticas? La
parálisis ideológica, la no acción frente al horror de los sucesos. Es como
entrar a la "peste del olvido" macondiana, a una burbuja doctrinal.
Parálisis mental, pues ya existe alguien que piensa por todos; parálisis
política, pues el gran líder mesiánico ya actúa en ese campo a favor de sus subordinados,
y parálisis de opinión, autocensura desmedida, pues el gran sacerdote opina con
verdad y sapiencia sobre todos los asuntos con "una inteligencia
superior". Obediencia y silencio, ignorancia y colaboración. ¡Vayan
esperanzas!
CONTRATAPA: NOTAS DE PARÍS
IRMA BIGNON
(Santa Fe-Santa Fe-Argentina)
LAS CALLES DE PARIS
“A Paris
hay que descubrirla. Usar un plano avergüenza. Es como si estando enamorado se
recurriera a otros para saber cómo es la persona amada”- decía Abelardo Arias.
“Ciudad colosal y absorbente – escribían los hermanos Goncourt – donde el
pasado se encuentra estacionado en el presente”.
En algún
momento todo escritor ha tenido que referirse a esta ciudad, hecha con gracia
y medida. Cada una de sus calles tiene
estilo propio: su carácter, su alma, su personalidad. Los nombres se leen en
letras blancas sobre chapas azules. Las columnas Morris, elemento típico del
mobiliario urbano establecido en ciertas veredas, a fin de combatir la
propaganda inadecuada y las fuentes Wallace, bebederos ofrecidos en el año 1870
por el filántropo inglés Richard Wallace, ponen una nota de color en la ciudad.
El Sena la divide en dos: orilla
derecha, orilla izquierda.
En la
orilla derecha, la rue de Rivoli corre paralela al río. De la Place de la
Concorde llega hasta la Place de la Bastille. Elegantes pórticos se suceden en
la vereda derecha, cuya alargada bóveda
presenta grandes arcadas sostenidas por vigorosas columnas.
La rue de
la Paix es una de las calles más vistosas. En sus vidrieras lucen los modelos
de los grandes modistos franceses. En el nº 13 el famoso joyero Cartier
custodia la colección de sus relucientes joyas.
Caminando
por la rue Royale, al fondo, en una perfecta perspectiva pictórica, surge la
Iglesia de la Madeleine.
Un paseo
real es trasladarse a la avenida de la Ópera con la vista fija en el Teatro. Su imponente escalinata, las
robustas columnas y las perfectas arcadas, esperan la llegada de su público.
Las dos extremidades de la avenida fueron creadas por Haussmann en 1854,
mientras que la avenida se terminó de construir recién en 1878.
Los Campos
Elíseos se asemejan a un ancho río y la calle du Bac a un arroyo. Pero tanto uno como la otra
reflejan su propio colorido, con estilo y color diferente, que resultan
monótonos para quienes no se detienen a observar.
La rotonda
de de los Campos Elíseos, con sus cuatro
fuentes iluminadas, desde el Arco de Triunfo a la Plaza de la Concordia, todo
ello es un reguero de luz.
El
elegante bulevar Haussmann está dedicado al barón Georges Eugène Haussmann,
prefecto del Sena, promotor de las obras que transformaron completamente la
ciudad entre los años 1853 y 1870,
a pesar de la idea del surrealismo que trató de destruir
los grandes escenarios, prefiriendo – como el poeta Louis Aragon – los pasajes
vetustos a los grandes bulevares “haussmannianos”.
“Los ríos
son rutas que marchan. Las calles de Paris son las orillas de un río de doble
corriente, y los transeúntes las olas huidizas” – escribía Pascal. Un clásico
es hacer una recorrida por los muelles del Sena, detenerse y revolver los
puestos de los “bouquinistes”, libreros instalados ofreciendo libros, grabados,
monedas, ediciones antiguas. En el
muelle Conti se eleva la cúpula del Instituto de Francia,
bajo la cual todos los años se reúnen los miembros de
la Academia Francesa para otorgar los premios literarios. La
cúpula parece hundir el edificio. Tal es su magnitud. El río corre bajo los
puentes. Muy de vez en cuando, los lanchones chatos y anchos se atreven a
interrumpir el silencio. Pasa un “bateau-mouche” con su cubierta iluminada. La
música acompaña el trepidar del motor que deja en el agua un reflejo titilante.
Los inmensos plátanos se reflejan en
ambas riberas, recortándose en el cielo plomizo del atardecer.
La isla de
la Cité, cuna de Paris, forma un conjunto excepcional por la belleza de su
paisaje, el interés arquitectural y la memoria
histórica de su
suelo. Pescadores galos
instalaron sus chozas 200 años antes de nuestra era. Fue el nacimiento de la
Lutecia, nombre céltico que significa “habitación en medio de las aguas”. Desde
el puente de las Artes, ya se percibe la punta arbolada y sombría de la isla,
como si fuera la proa de un barco, donde la Square du Vert Galant, con sus
árboles distribuidos en caprichosa armonía, custodian la estatua ecuestre del
rey Enrique IV. Siempre en la punta, aparece la Place Dauphine (plaza del
delfín) de forma triangular con una hilera de casas de ladrillo, piedra blanca
y pizarra, distribuidas en forma de espuela. La plaza está bautizada con ese nombre en honor del futuro
rey Luis XIII. En el centro de la isla, una inmensa astilla de 75 metros de altura rasga
la noche: se ha iluminado la torre
gótica fina como una daga de la Sainte Chapelle. Y por fin, como broche de oro
nos recibe la Catedral de Notre-Dame. Su majestuosa fachada es a su vez
equilibrada. Los tres pórticos son desiguales. El del medio es más alto y más
ancho que los otros dos. La Edad Media recurría a esa disimetría para atenuar
la monotonía de las grandes superficies. El pórtico del medio representa el
Juicio Final; el de la izquierda está dedicado a la Virgen y el de la derecha a
Santa Ana. En la parte superior, siempre sobre la fachada, impresiona la
galería de los Reyes con veintiocho estatuas de los reyes de Israel y de Judá.
En el medio, un vitral en forma de rosetón de casi diez metros de diámetro
refleja las luces que los rayos del sol le regala.
Frente a
la Catedral, en la misma explanada a la derecha, socavando el suelo para
construir una playa de estacionamiento, se encontraron las ruinas de la antigua
Lutecia que hoy, descendiendo una angosta escalera, recibe la visita de los
estudiosos visitantes que con emoción plena, recorren el paso del tiempo.
Atravesando el Sena, se llega a disfrutar del encanto de la orilla
izquierda. Allí se encuentran las calles del Paris intelectual: colegios,
facultades, librerías, editores. No carece de edificios suntuosos como el Hôtel
des Invalides donde reposa Napoleón, el Panthéon que guarda las cenizas de los
grandes hombres, el Instituto de Francia alto lugar de la inteligencia, el
museo de la Abadía de Cluny donde se encuentran maravillas del arte gótico
además de algunas ruinas romanas. También se lo llama el Barrio Latino, donde
hasta el año 1789, la lectura oficial de la enseñanza era en latín. Maestros y
alumnos usaban la lengua incluso en la
vida cotidiana.
El bulevar
Saint-Michel, el “Boul Mich” para los estudiantes es la calle del saber, de las
librerías, de los colegios. El deambular de los jóvenes es perenne. Allí se
levanta el imponente colegio de la Sorbona con su gran escalinata.
La calle
Varenne luce sus casas señoriales egoístamente ocultas por altos muros. Fue
trazada en un lugar donde había una “garenne” (conejera), de allí proviene su
nombre.
En el nº
12 de la calle Mazarine, se conserva el
teatro donde Molière interpretó sus primeras obras. El escritor y actor
habitaba en el nº 10. En el nº 13 se encuentra el café Procope, fundado en 1686
por el siciliano Procopio que introdujo por primera vez el café en Paris y
enseñó a beberlo. Siguiendo la calle hacia el Sena se llega al Instituto de
Francia, sede de 5 academias.
El bulevar
Saint-Germain-des Près es la calle de los pensadores, donde cada peatón camina
apurado para llegar a tiempo a los cafés – “Aux Deux-Magots”, “Café de Flore”,
“Brasserie Lipp” -, allí donde los mozos, camisa blanca y delantal negro corren
de mesa en mesa, siempre precedidos de una palabra amable. Estos cafés fueron
cuna del movimiento existencialista donde se reunían Jean-Paul Sartre, Paul
Valéry, Jean Giraudoux entre tantos otros.
Algunas
calles sin salida conservan un pintoresquismo muy parisino, como el pasaje de
la Duée, de 1 m .
de ancho o el pasaje de los Suspiros donde las copas de los árboles se
enfrentan de vereda en vereda y se abrazan.
Uno de los
espacios más bellos de las calles de Paris son las squares, diminutas
plazas que aparecen de golpe, sin previo
anuncio. Al acercarse a ellas ya se
siente el aroma tibio y meloso que despiden las castañas asándose sobre el
fuego en un “caquelon” de hierro. Todo un placer.
Siguiendo
por la calle Furstemberg (nombre de un cardenal), en el nº 6 está la casa que
el pintor Eugène Delacroix eligió para instalar su atelier. Vivió en ella hasta
su muerte ocurrida en 1863. Enfrente se encuentra la redonda y minúscula
placita Furstemberg que, con sus cuatro paulonias, protegen las cinco tulipas
de cristal del farol que se encuentra emplazado en el medio.
Durante la
noche, en las calles de Paris, nunca falta el sonido de un violín o de un
acordeón transformando el aire en una
cortina sonora.
Hacer de
Paris algo cotidiano caminando por sus calles, es la única forma de encontrar
su verdadero sabor y escapar del pintoresquismo tan tentador.
Todo
comienza y termina. Dar fin a la placentera recorrida y sentarse en la vereda
de un bar a tomar un “café crème” (café con leche) con los deliciosos
“croissants”, las famosas medias lunas francesas, es también un enorme placer.
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