Reconocimiento Nacional a GACETA VIRTUAL

Reconocimiento Nacional a GACETA VIRTUAL
Feria del Libro Ciudad Autónoma de Buenos Aires-Año 2012

Rediseñada para ofrecer una mayor difusión de la escritura en castellano.

Dirección: Norma Segades - Manias
directoragaceta@gmail.com

GACETA LITERARIA Nº 67– Junio de 2012– Año VI – Nº 6



Imágenes: BEAUTIFUL WORLD

PÁGINA 1 – REFLEXIONES

EDUARDO GALEANO
(Montevideo-Uruguay)

EL MUNDO 

Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo.
A la vuelta contó. Dijo que había contemplado desde arriba, la vida humana.
Y dijo que somos un mar de fueguitos.
-El mundo es eso -reveló- un montón de gente, un mar de fueguitos.
Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás.
No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tanta pasión que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca se enciende.



PÁGINA 2 – CUENTO

MIRYAM SEIA
(Gálvez-Santa Fe-Argentina)

TAN LEJOS, TAN CERCA, TAN NUNCA, TAN SIEMPRE

He escuchado el rugido del Minotauro. Un escalofrío zigzagueó en mi espalda. ¿Cómo decirlo y esperar que me crean?
Fue cuando la Tierra sufrió el movimiento que modificó su eje, hubo una fracción de segundo que produjo una levísima hendidura por donde, si en ese preciso instante estaba uno mirando el cielo, la mente podía conectar con la historia de los tiempos.

Estuve en el Laberinto, encontré su puerta y allí fue, allí se oía ese desgarro de voz herida que quería pasar su mensaje infinito. Ni era tan bravo y sanguinario el Minotauro. Ni lo había matado Teseo.

Sólo había que mirarlo… mirarlo fijo hasta calmar su grito, entonces, por sus ojos comenzó a desfilar la Historia. Y me quedé mirando esos ojos hasta comprender… ¿Cómo decirles a todos que ya no existimos, que el planeta ha desaparecido? Que sólo somos como el brillo de esas estrellas que se han extinguido hace miles de años…

Al llegar a las Pirámides, en el ángulo de Gizeh orientado a la estrella del amanecer, también estaba la revelación que conocí en los ojos del Minotauro. Todo debió haber sucedido en una forma vertiginosa, pero a mí me parecía vivirlo de manera lenta y nítida, los detalles no escapaban a los pensamientos y era palpable el desierto.

Vi las luchas de la Humanidad y sus anhelos, su búsqueda de paz a través de los siglos –de los siglos del mundo que se recordaba a sí mismo– el dolor y aquello que nos lo causa.

Hubo muchos mensajes que no fueron comprendidos; también en la Piedra Roseta estaba escrito entre líneas, pero pasó desapercibido a la aguda mirada de Jean François Champollion: que el fin de los tiempos llegaría cuando el hombre no obrara en justicia con su hermano.

Y el hombre repitió su historia a lo largo de gobiernos y utopías. Desde Atenas hasta hoy.

¿Cómo podría construir un relato a partir de trozos de realidad ya inexistente y sin posibilidad de ser modificada? Lo que nos queda son nada más que retazos de emociones, algunos conceptos de verdades, algún retorno a ideas atávicas donde amparar los ideales.
No tengo corazón para decir a mis congéneres esta verdad a ultranza; que la Tierra ya no existe.

Es día 15; es mayo, el año es una circunstancia…

Voy a salir con ellos llevando una bandera de esperanza, porque sé que, desde cualquier galaxia, los sueños… no se callan.


PÁGINA 3 – NUESTRA POESÍA

ELSA  HUFSCHMID.
(Santa Fe-Santa Fe-Argentina)

RECUERDOS

Tengo guardados en el bolsillo
un beso robado, chiquito,
un rubor, una lágrima,
olor a glicinas, un pimpollo seco.

Tengo una almendra mordida,
un viejo libro de cuentos,
el ruido de un tranvía,
un campo de lino celeste.

Aquel primer día de escuela
con guardapolvo almidonado.
Tengo el bolsillo estirado
ya no caben más recuerdos
pero vienen en bandadas
cabalgando golondrinas.

Quiero guardarlos a todos,
que me acompañen, me mimen,
tenerlos apretaditos, que no escapen.
Tengo el bolsillo pesado, no importa,
aguantaremos.

TRÍO

Tres mujeres habitan mi cuerpo.
Una es bailarina.
Eleva los brazos, despliega sus manos,
quiebra su cintura, sigue el compás
y sonríe.
Otra es cocinera.
Ama las ollas, saltea blancas cebollas,
rojos tomates, verdes pimientos
y sonríe.
La tercera es abuela.
Goza acariciando manitas,
besa mofletes, engarza ojos con dulzura
y sonríe.
Las tres disputan un lugar.
Y mi cuerpo las cobija, las mima
y se sonríe.


PÁGINA 4 – ENSAYO

CARMEN BARRERE
(Posadas-Misiones-Argentina)   

HEREDEROS DE UN NOMBRE.

Hoy les voy a contar un hecho real que tiene que ver con los nombres que nuestros padres, movidos por pasiones, modas, herencias, u otros motivos, usan para endilgarnos un nombre con el que cargaremos durante nuestra existencia. Algunas veces lo utilizamos para sentir orgullo y levantar el ego y otras para que en medio del bochorno, busquemos alias, apocopes o lo cambiemos sin ningún miramiento por el de alguien por el o la que sintamos admiración.
La noticia la tomo de un periódico que conservo, publicado en Guatemala el 27 de noviembre del año 2000, relatando sucesos de la República Dominicana. 
Corre el año 1937, cuando un señor enfrenta al párroco de su barrio e intenta — el recorte no aclara si lo logra — bautizar a sus mellizos con los nombres Hitler y Mussolini. Conmovido y alagado el Duce, a través de su Embajada, le hace llegar dos retratos suyos autografiados.
En vísperas de la segunda guerra mundial, empieza una verdadera revolución en dicho país. Todos ambicionan que sus herederos porten nombres excéntricos, únicos, que nadie pueda repetir. Ven la luz Meningitis Peres, Amauris Hirlanda, Gary Cooper Ramirez, Scarlet Almonte, Hirohito Candia, Sueter Diaz, Roosevelt Fernández, Expreso Ramos, Válvula Romero, Nuestra Señora Ríos, Epifanía de Jesús Enriquez, Liza Minelly Infante, Etcétera Camargo, Nasa Ruiz, Mirurgia Romero, Onasis Quinto, Ladydy Conforte, Katiuska Santos, y cientos más, todos inocentes, sin la asistencia de abogados defensores de semejante carga.
Sin alcanzar estos extremos, conocí de cerca de un joven llamado Herculano Hilario, quien, al arribar a la gerencia de una multinacional, entregaba una tarjeta donde se leía: H.H. Leyes.
No soy tan arrugada y conservadora en lo que respecta a nombres. Pero queridos padrecitos: No se arrebaten copiando nombres de actrices, volcanes, o marcas de dentífrico. Piensen en el futuro, en las bromas perversas de los compañeros de colegio y en sus hijos como triunfadores en el área que ellos seleccionen. Porque es preferible un Carlos, una Sofía o una Catalina homenajeando a un familiar o a un amigo querido, en lugar de hacerlos pasar del verde al rojo fuerte, balbuceando en voz baja: Yuderka.


PÁGINA 5 – CUENTO

NESTOR PANSERI CABELLO
(Ciudad Autónoma de Buenos Aires-Argentina)

LOS CUERVOS O LA CIÉNAGA

 Estaba agotado. Luego de haber recorrido los alrededores, sin encontrar viviendas ni gente, regresó al lugar a sabiendas de que estaba perdido.

Tres horas atrás su sofisticada camioneta lo había decepcionado, la transmisión cuatro por cuatro no funcionó, y parte de la misma había sucumbido en la ciénaga. A esa altura estaba arrepentido de ser tan suficiente.

Con  la ira regodeándose en su alma recordó al campesino cuando le dijo,  -¿va a ir solo?, mire que es un camino jodido-.
-No se preocupe tengo experiencia- le contestó, insultando a su soberbia y al premonitor lugareño.

Se sentó y secó su transpiración. Una espesa vegetación  y cientos de mosquitos lo rodeaban, su mente estresada se agudizó en búsqueda de una solución.

Un ruido casi imperceptible lo hizo mirar hacia arriba. Ahí estaban, observándolo, como espectros alados, negros y lustrosos, una decena de cuervos de tamaño considerable. Una escalofriante inquietud tomó forma en el consciente del hombre.

Quizás, porque percibieron su temor, los pájaros, alterados, comenzaron a graznar.

Poco a poco se fueron acercando, algunos más decididos hicieron punta llegando a sus pies, por reflejo el hombre sacudió sus miembros espantándolos, sabía que en breve atacarían decididos.

 Con suma determinación, se levantó veloz y sin darles oportunidad a las aves, se introdujo en la camioneta.

Luego los cuervos se fueron posando en el techo y el capot,  entonces el hombre, preso del terror, bloqueó las puertas.

Durante más de una hora los pájaros lo intentaron, pero sus fuertes picos no pudieron contra el acero japonés y los vidrios blindados, luego se marcharon.

Aún tembloroso, observó por el parabrisas y el techo solar. No había graznidos ni  siluetas negras ya. Respiró aliviado.

Dio arranque nuevamente. Pensó, iluso, que se podría haber arreglado la transmisión. Entonces, la camioneta pareció moverse  y ciertamente lo hizo. Sin embargo, en vez de traccionar hacia atrás, comenzó a deslizarse por peso propio hacia adelante.

Cuando fue consciente de que el vehículo se hundía inexorablemente, intentó bajar, mas, horrorizado, asumió que el sistema eléctrico se había estropeado…

…Al rato los cuervos regresaron, observaron la cola de la camioneta hundida y graznaron su peor frustración, la maldita ciénaga los había birlado…


PÁGINA 6 – NUESTRA POESÍA

MARIA TERESA REARTE
(Santa Fe-Santa Fe-Argentina)

NOCTURNO

No sé qué mendigan
mis ojos en la noche,
que cae como la lluvia
en el sosiego dorado,
piadoso de las almas.

Sólo queda el recuerdo.
Itinerante soledad
que abraza la ausencia,
yendo hacia la línea roja
que nunca se alcanza.

Anhelo, rezo, llanto,
encaje solitario
cayendo en el hueco
de las últimas sombras.
Buscando un hilo de luz.

¿QUIÉN...?

A Paulo Freire

¿Quién puede decir la palabra
que convoca?
Aquélla que despierta
nuestras búsquedas.
Y bajo el cielo que cobija
Logra, entre fatigas y tormentas,
abrir un camino a la esperanza.

¿Quién puede ser mujer,
ser hombre,
y no estar solamente en
este mundo?
¿Saberse pueblo, meterse en el
sudor labriego
e impulsar la historia
para que cesen los tambores
de la muerte?

Es el pensar conciencia,
verbo y fuerza.
Es el hombre el que pulsa
la cuerda de los tiempos,
hasta lograr hacerse gesto.
Y concebir la vida como encuentro.

PARAÍSO PERDIDO

Libertad o tormento,
gracia o destino,
el insomnio del tiempo
desvela la memoria
del paraíso perdido.

Inclinado y solitario,
en la ribera de un río
por siempre
llora el hombre
la injuria de esta llaga.

La imagen bíblica
desvanecida
por guerras incendiarias.
Cenizas que enmudecen
el fervor de las palabras.

Sin olor de cercanía.
Ni tocar, siquiera
con la punta de
los dedos,
la puerta del hogar.

Donde acabó la infancia.
Y los besos naufragaron
en la boca deseada.
Sin amor y sin gloria.
Más solos que nunca.

MIEDOS

Aún hay
que sacudir los miedos.
Perforar la roca.
Y gritar al cielo.

Preguntas que nadie
responde.

Desierto que nunca
acaba.


PÁGINA 7 – ENSAYO

JOSEFINA TOLEDO BENEDIT
Dra en Ciencias Históricas. Investigadora y Profesora Universidad de La Habana. 
(La Habana-Cuba)

FERMINA LUCUMÍ.
Heroína y mártir de las rebeliones de esclavos en Matanzas.

En Cuba, como en los vastos territorios encontrados por Cristóbal Colón en este lado del mundo, la oprobiosa trata negrera posibilitó la introducción de hombres y mujeres arrancados de su suelo natal africano, y sometidos a la emigración forzosa, en condiciones de esclavitud. Los muy frecuentes arribos a las costas cubanas  de estos grupos significaron para ellos el trabajo en condiciones de sobrexplotación despiadada por parte de los amos que los adquirían casi recién llegados. Les había sido arrebatado el don más precioso que tiene el ser humano: la libertad. El pensamiento esclavista de la época les cuestionaba, incluso, la capacidad de raciocinio. Suponían que eran simples “piezas” incapaces de pensar y que, en consecuencia, no estaban conscientes de su triste condición. Pero “sin libertad, como sin aire propio y esencial, nada vive”, y fueron muchos los que se rebelaron y huyeron a los montes colindantes para alcanzar una siempre precaria libertad en los palenques de cimarrones.

La añoranza por la arrebatada libertad y los castigos corporales y morales que recorrían la gama del látigo de los mayorales, los cepos, las celdas, fueron la atmósfera natural para las muy frecuentes sublevaciones de esclavos, y el  surgimiento de líderes de uno y otro sexo, dispuestos a luchar para recuperar su libertad. De ellos, el precursor y más destacado conspirador es el negro libre habanero e ilustrado, carpintero ebanista, José Antonio Aponte, quien logra estructurar una conspiración que se extiende a otras provincias, y  que tiene entre sus objetivos la abolición de la esclavitud, la supresión de la trata negrera y el derrocamiento del poder colonial español en Cuba. Descubierta la conspiración, Aponte y algunos de sus compañeros son condenados a muerte, sin juicio previo, y ahorcados el 9 de abril de 1812. Este año de su bicentenario se le ha rendido justo tributo de recordación, que es también un necesario ejercicio de justicia histórica con una figura que los intereses oligárquicos demonizaron para sembrar el miedo, la división y neutralizar su ejemplo.

En la Conspiración de Aponte algunas mujeres tuvieron un desempeño importante en otras provincias,  según la imprescindible investigación de José Luciano Franco. En Bayamo se recogen los nombres de Caridad Hechavarría, Dolores Figueredo y Juana Villegas. Abortada la insurrección, los conspiradores son ahorcados y las mujeres fueron azotadas públicamente; algunas murieron durante la ejecución de la cruel sentencia.  En Remedios se recogen los nombres de María Merced Llanos y María del Buen Viaje Orihuela.   Ellas fueron acusadas de aprovechar las tradicionales fiestas de La Candelaria, el 2 de febrero, y las fiestas de san Blas y san Blas Chiquito, el 3 y el 4 del mismo mes, respectivamente, para ganar adeptos entre posibles conspiradores, en aquel año 1812. Estas mujeres se expresaban en sus lenguas nativas africanas. Fueron detectadas y algunas de ellas, al igual que en Bayamo, fueron públicamente azotadas hasta la muerte.
Los ahorcamientos, los azotes y la brutal represión que desencadenó el sistema colonial en Cuba no fueron capaces de sofocar las ansias de libertad de los esclavos. La necesidad de abolir la esclavitud y la trata negrera se identificaba, entre los líderes más lúcidos, con la necesidad de independizar a Cuba de la dominación colonial española. Treinta y un años después de la Conspiración de Aponte, en noviembre de 1843, se produce lo que José Luciano Franco ha calificado como la rebelión de esclavos más sobresaliente y de mayor masividad ocurrida en Cuba colonial. Tuvo por escenario el ingenio Triunvirato en la provincia de Matanzas, y entre sus líderes están Fermina Lucumí y su compañera Carlota. Para valorar la masividad de las sublevaciones de esclavos en 1843, debe tenerse presente que en Matanzas, a mediados del siglo XIX, había más de 100 000 esclavos, según señala José Luciano Franco, quien estima que en esa década del siglo XIX el 46, 8 % de la población era esclava, y la trata negrera sostenía la tendencia a seguir aumentando la proporción de presencia negra en la población de esa provincia, y de toda la Cuba colonial. La oligarquía se siente amenazada por la proporción y ordena a sus mayorales mantener a raya a sus esclavos, sobreexplotados en el trabajo, e inmisericordemente maltratados ante cualquier supuesta “falta”. Se produce entonces la lógica relación inversamente proporcional: Aumenta el miedo al negro, aumentan los castigos y, como respuesta, aumenta en los esclavos el ansia de liberarse.

El primer alzamiento de esclavos se produce en Cárdenas, en mayo de 1843, en el ingenio “Alcancía”. La rebelión fue secundada por los trabajadores del Ferrocarril de Cárdenas, de cuyo capataz, el irlandés, Daniel Goulding, sospecharon las autoridades que no era ajeno al movimiento rebelde, extendido a las dotaciones de esclavos de varios ingenios de los alrededores. También en mayo de 1843 los esclavos de los ingenios Santa Rosa y La Majagua, propiedad del muy acaudalado Domingo Aldama, se sublevaron e incendiaron los almacenes y algunos bohíos. Ambos grupos de rebeldes sumaban alrededor de 300 hombres y mujeres armados de machetes, que inicialmente arrollaron a quienes intentaron interponerse a su paso, y se dirigieron a los barracones vecinos, convocados por sus tambores. Los rebeldes llegaron a los ingenios “La Trinidad”, “Lucía”, “Las Nieves”, “La Aurora”, cuyas dotaciones, mayoritariamente, se les incorporaron. Entre los líderes de estos masivos levantamientos aparecen figuras ya míticas como Fermina Lucumí, su compañera  Carlota, y Eduardo, el tamborero que con la percusión ancestral de los cueros, había llamado a sus compañeros esclavos a pelear para recuperar la libertad. La rebelión parecía imparable por su propia masividad. Como era previsible, los encargados por la metrópoli española de mantener el orden del régimen esclavista se coaligaron contra los rebeldes. Fueron perseguidos por las fuerzas de milicias al mando del capitán pedáneo y todos los mayorales de los ingenios involucrados. Enfrentados a fuerzas con superior armamento y experiencia militar, los rebeldes fueron sometidos después de presentar una heroica resistencia.   Muchos murieron luchando por su libertad, como Carlota, devenida símbolo y acicate para sus compañeros. Muchos esclavos lograron internarse en zonas poco accesibles para las fuerzas coloniales y engrosaron los palenques de hombres y mujeres libres. Los que fueron capturados vivos fueron salvajemente golpeados, como escarmiento ante posibles nuevos intentos.

Fermina Lucumí, acaso cubriendo heroicamente la retirada al monte de muchos de sus compañeros, es capturada viva, ferozmente torturada por los latigazos y encerrada en una mazmorra con ambos pies metidos en el cepo, remachado por cadenas. Viva y rebelde esperó una segunda oportunidad de ser libre o morir en el intento.

El 15 de noviembre de 1843, convocados por el toque misterioso de los tambores,  se levantaron los esclavos del ingenio Triunvirato en Matanzas, y arrastraron tras sí a un muy nutrido grupo de esclavos de los ingenios de los alrededores, decididos a luchar por su libertad y contra el trato inhumano al que eran sometidos. Volvieron a enarbolar el machete los irredentos del ingenio Ácana y se lanzaron contra el grupo del mayoral y del administrador y sus seguidores que trataron de cerrarles el paso. Incendiaron la casa de vivienda y parte del ingenio. Se apoderaron de algunas pistolas y escopetas que abandonaron en su huida los representantes del poder, y buscaron a Fermina, todavía con las huellas de los latigazos y los grilletes en los tobillos, desde la anterior rebelión. De nuevo junto a Eduardo y otros líderes les dijo a sus compañeros la necesidad de eliminar al mayoral “ese que pone los grillos” que la había torturado durante tanto tiempo desde la insurrección anterior. Se dice que el aludido, apresado por los rebeldes, trató de defenderse, trató de golpear a Fermina con sus puños, cuando ya había sido despojado de su pistola y, ante la vacilación de sus compañeros, la propia Fermina lo degolló de un solo impulso, tal y como abatía los plantones de caña en el campo. “Válida es la nostalgia que hace poderosa / la mano de una mujer / hasta decapitar a su enemigo”

Al igual que en la gran rebelión anterior, los sublevados tienen éxitos iniciales determinados por la masividad del movimiento y porque entonces disponían de algunas armas de fuego abandonadas por sus enemigos. Desde La Habana, el gobernador colonial envía regimientos completos hacia Matanzas para combatir a los esclavos que luchan por su libertad. En el desigual enfrentamiento los rebeldes son cercados durante varios días en el ingenio san Rafael. Cuando las fuerzas colonialistas deciden asaltarlos se produjeron feroces combates.

Centenares de esclavos cayeron combatiendo, y muchos otros fueron asesinados. Incluso aquellos esclavos que habían permanecido en los barracones fueron sacados y asesinados. Un grupo numeroso de los rebeldes del Triunvirato logra escapar a la masacre y se refugia en los cayos de la Ciénaga de Zapata, en el lugar conocido después como El Gran Palenque de las Cuevas. Al parecer, Fermina Lucumí atrae y mantiene sobre sí la furia y la atención de los perseguidores para facilitar que muchos de sus compañeros pudieran burlar el cerco y llegar a las inmediaciones de la Ciénaga de Zapata. La heroica y valiente mujer fue fusilada junto a su grupo de resistencia: los esclavos Cristóbal, Zoilo, Cirilo y Adán, todos lucumíes, y Manuel, Nicolás y Narciso, de etnia gangá.

Todos fueron fusilados en marzo de 1844, según la autorizada opinión de José Luciano Franco. En el lugar del sacrificio, nuestra Revolución ha levantado la escultura que perpetúa su memoria y el moderno centro escolar que ostenta su nombre.


PÁGINA 8 – CUENTO

ANA MARÍA DONATO
(Resistencia-Chaco-Argentina)

DESFILADEROS I

El problema de Leticia está centrado en su propia sombra. Ha recorrido los caminos del mundo sin salir de su pequeño pueblo y ha estado durante años mirando siempre el mismo paisaje, no el que la rodea sino el paisaje que su imaginación recrea ante cualquier estímulo. Lo mismo sucede con las personas y con los problemas que puede haber su alrededor. Leticia sólo entiende lo que le sucede a ella. Es consciente de su distanciamiento y, es más, a quien la interroga sobre esta situación,  responde con un taxativo " Es elección mía " y calla.  Nadie ya, a esta altura de sus treinta y tres años, le pregunta nada más. Leticia está en su mundo y crea su mundo a su medida. No importa, por ejemplo, la estación del año real, ella vive en la estación que quiere y actúa acorde con ese acomodamiento temporal. Leticia no tiene los conflictos que tienen los demás, tiene otra clase de conflictos que sólo ella conoce. En el pueblo nadie se atreve a decir que está loca porque Leticia es la hija del único médico del pueblo. Simplemente dicen, "Es Leticia" y no se comenta nada más. Ayer apareció, en pleno estío, cubierta con un pesado abrigo oscuro. Era de su madre. Lo dejó en el ropero  junto con otras prendas, ese día lluvioso y frío cuando se fue de la casa.  Así vestida, atravesó la calle principal en dirección al espigón de donde parten las barcas hacia el mar profundo. Hacía mucho calor pero Leticia no lo sentía.  Pasó delante de la farmacia y don Pablo la saludó con un cordial "Hola Leticia", sin agregar nada. Ella le contestó sonriendo y siguió su camino. Al llegar al espigón  se quedó allí, estática , mirando un punto en la lejanía que sólo ella sabía cuál podía ser. De pronto escuchó detrás de sí, la voz de Dolores Saavedra, la mujer del farmacéutico: "Leticia- le dijo - te tenés que ir del pueblo. Las pastillas que te da tu padre y que prepara mi marido, te están haciendo mal. Sos inteligente. Despertate. Alejate lo más pronto posible de tu padre porque vos sabés qué te hizo él después que tu madre se fue. Yo prometí no meterme pero hoy cuando te vi pasar dije, ¡Basta! y aquí estoy, diciéndote lo que vos sabés muy bien que tenés que hacer."  Dolores no esperó la reacción de Leticia. Se volvió sobre sus pasos y regresó a su casa, a su marido cómplice y a una vida que había perdido como la estaba perdiendo Leticia porque nadie le dio una mano para salir del infierno del abuso, ese abuso que también ella había sufrido al quedar sola al cuidado de su único tío, quien  hace diez años es su marido, y que vino a ocupar el lugar de la familia después de que el voraz incendio la dejara huérfana y aislada del mundo. Leticia ha escuchado a Dolores, pero sigue allí, estática, con el inapropiado abrigo de su madre  mirando ese punto que sólo ella sabe dónde está y qué representa.


PÁGINA 9 – POESÍA ARGENTINA

JORGE CARLOS ALEGRET
(Río Grande-Tierra del Fuego-Argentina)

5

Esta fatiga de almas como barro
en los vidrios
cuando es la tarde y los muñecos
se guardan en sus cajas de plasma,
el viento en las encías lo que queda
de paisaje
más el guión del salario,
es fatiga de la nube lila
fatiga el muñón del mendigo
fatiga agujeros negros y blancos
y las huellas del pie desnudo en la nieve;
una fatiga de muros con garabatos
escritos con pasta de cerebro quemado.
En un vasito: oporto, la yema de un huevo,
azúcar. Revolver bien, hasta que haga espumita.

6

Me supe morir
la patria
en tus fotografías,
me supe muerto
de noches en negro poesía
y la ciudad
como un herpe o un dólar o
el vudú en las rutas
patagónicas,
me supe morir en
una obsesión
que te aloja
y es cobijo, que es
un saber de lo que se muere
y se calla.

7

Escribo un gel de oro
y esmeraldas
que atrae a las abejas
y a los osos hormigueros,
pero nunca
animales simbólicos.

8

Puedo ver el bosque
bajo la luz ceniza de agosto
que nubla la máquina de escribir.
Leo el Peronismo según Feinmann
y evoco el cuerpo de un compañero
en 1976, criando cerdos
en Colonia Sarmiento.
Miro los ñires
en la hipnosis
del árbol y un buitre.
Feinmann es un genio.
Mi compañero fue asesinado en una porqueriza.
Ya no se consiguen repuestos de cinta
para máquinas de escribir.


PÁGINA 10 – ENSAYO

JULIO CORTAZAR
(Ixelles-Bruselas-Bélgica)

INSTRUCCIONES PARA LLORAR

Dejando de lado los motivos, atengámonos a la manera correcta de llorar, entendiendo por esto un llanto que no ingrese en el escándalo, ni que insulte a la sonrisa con su paralela y torpe semejanza. El llanto medio u ordinario consiste en una contracción general del rostro y un sonido espasmódico acompañado de lágrimas y mocos, estos últimos al final, pues el llanto se acaba en el momento en que uno se suena enérgicamente.

Para llorar, dirija la imaginación hacia usted mismo, y si esto le resulta imposible por haber contraído el hábito de creer en el mundo exterior, piense en un pato cubierto de hormigas o en esos golfos del estrecho de Magallanes en los que no entra nadie, nunca.

Llegado el llanto, se tapará con decoro el rostro usando ambas manos con la palma hacia dentro. Los niños llorarán con la manga del saco contra la cara, y de preferencia en un rincón del cuarto. Duración media del llanto, tres minutos.


PÁGINA 11 – CUENTOS BREVES

JORGE M. TAVERNA IRIGOYEN
(Santa Fe-Santa Fe-Argentina)

DE PROMESAS Y PROMESANTES

Viaja al Tirol austríaco. Quiere encontrar a la familia de su institutriz, aquélla mujer rubia y dulce como la miel, con quien vivió los años niños. Sabe que pueden estar en Landeck o un pueblo cercano. Nadie recuerda a los von Oertel. Va a dos templos: no hay registros. Siente que su promesa se trunca. Ha pasado tiempo y sus noventa años pesan más que el bastón que lo sostiene. Mira las aguas del Inn. Comprueba que el paisaje le es familiar, tal cual se lo contaba ella. Suspira. Suspira hondo. Ha cumplido la promesa.


Promesantes de la vida, han cruzado campos, han sorteado rios.  No los impulsa el amor.
Los mueve el pedido de igualdad. Van ancianos. Van niños. Van hombres y mujeres fuertes. Igualdad para todos los pueblos del mundo. En cada lugar preguntan y van directo. Abren puertas. Violan ventanas. Y siguen. Les queda mucho por hacer hasta que no quede un solo político sobre la faz de la tierra…


¿La promesa se ha cumplido?. Un niño golpea su puerta y le pide asilo. Ella tiene la cama limpia y la mesa tendida. Lo mira a los ojos. Le devuelve la sonrisa. Y lo toma de la mano con la ternura con que se toma una sombra frágil, muy frágil, que ya comienza a deshacerse en los primeros pasos.


Los promesantes acaban de regresar del camino de Santiago llenos de llagas y rengueras.
Son felices. Están habitados de una luz que nunca hubieran imaginado. En la posada los aguardan las vituallas. El cantinero los mira con envidia. El que nunca ha partido, él que sólo espera a los que llegan, siente que algún día hará la experiencia. Imagina que entonces, a su regreso, lo aguardarán todos aquellos a quienes dio albergue. Por años…


Los evocadores de muertos han dejado sus consultorios. Hoy y mañana trabajarán en Berna, en el primer Congreso Internacional de la disciplina. Son más de seiscientos y, por si acaso, todos los comercios de la ciudad han bajado sus cortinas.


TIEMPOS DE ASTROLABIOS

El Sol, que en el equinoccio estaba en el signo de Aries  o Carnero en la época de los argonautas, se encuentra hoy en la constelación de Piscis. María se rasca la cabeza y deja su astrolabio sobre la pana de la mesa. Le preguntará a Antonio, por las dudas. No quiere que Seribonius la confunda más. Que él siga con Tiberio o con quien más le pague, para descifrar astrológicamente los pasos que hay que dar. Le preguntará a Antonio si debe seguir confiando en el Sol, que ilumina tan bien su mirada glauca…


Cae a sus pies y no trepida en romperlo con la bota. El puede ir por el mundo según sus propias  intuiciones: no por nada Kan lo nombró embajador y gobernador de territorios. En su pupila derecha está guardada la Mongolia. En la izquierda, la inconmensurable China. En su corazón, la Venecia de aguas que no cesan. ¿Y en su cerebro? Marco Polo piensa y recoge con mansedumbre los restos del astrolabio…


Es de oro macizo y esmalte azul. Más para una vitrina, que para sus manos rústicas. En él busca tiempo  y distancia. Tiempo y distancia de la mujer amada que un día se fue y de la que nunca más supo. Destino de mar: con uno de sus grumetes…


PÁGINA 12 – POESÍA ARGENTINA

ROLANDO REVAGLIATTI
(Ciudad Autónoma de Buenos Aires-Argentina)

DEL FRANELERO POPULAR

Sabrás de la garrapata de mis versos
o si no
no sabrás nada.

*

Las margaritas que tiraron
a tus chanchos

mis vacas
                se las comen.

*

Más vale tu pájaro en la mano
que ni siquiera.

*

Más vale solo porque sí
que desestimado porque no.

*

El dinero finge
la felicidad.

*

Con la verdad
casi siempre ofendo

Luego, temo.

*

No por mucho madrugar
se amanece.

*

De rodillas y contrito
arribaré más bajito.

*

Suelen las fieras domesticadas
ser melómanas.

*

Que es nada
lo que sé
sólo sé.

*

El hombre más fuerte
es el que está.

*

Los viejos del futuro
ahora últimos
(con mucha suerte)
serán los primeros.

*

Más vale pájaro en mano
que sin destino.

*

Se quiebra pero no se dobla
                                   ni obla
                                   ni bla bla.

*

Sarna con gusto, sorna.


PÁGINA 13 – ENSAYO

JOSÉ CAROL ARCHS
(Barcelona-España)

NOVELA ES VIDA

Nombrar algo es poseerlo, y si además de nombrarlo, se define, se posee mayormente. El hombre no supo que el color blanco era blanco hasta que dio con esa palabra, pero sobre todo hasta que definió la blancura. No sólo está el Verbo al principio, en el instante de la creación, de cualquier creación, sino que también está al final, en el momento del dominio y utilización. Definir, por tanto, la novela es abarcarla, aprehenderla. Y es lo mismo que aprenderla, o sea, saber cómo se escribe o saber reconocerla cuando pasa ante nuestros ojos.
Algunos han declarado que la novela carece de definición y que toda obra que lleve el subtítulo de novela -Cela dixit- lo es, concepto que equivale a decir que será novela aquello que un escritor quiera. Tal idea resulta inadmisible -con el mayor respeto para el talentoso Camilo José-, pues todos sabemos que el infierno está empedrado de buenas intenciones y que no basta con la voluntad del autor. Por otra parte, al afirmar que la novela es indefinible, se ha pronunciado ya una definición, lo que prueba la sempiterna necesidad de fijar con palabras todo cuanto existe.
Otros se han esforzado por hallar las coordenadas del género con exactitud y así vemos a nuestro máximo genio -Miguel de Cervantes- sentenciar de modo rotundo y escueto que «novelar es narrar». Narrar es contar un argumento. No existe novela donde no se cuente algo de alguien. Sencillo, ¿no? Dentro de eso caben múltiples formas y plurales fórmulas, pero es indispensable contar. Si no se cuenta, se podrá crear una magnífica obra literaria, más nunca una obra novelesca. Novelar es, simplemente, contar. ¡Y resulta lo más difícil! Stendhal nos ha inundado los oídos, los ojos y la mente con su tan reiterada frase de «un espejo a lo largo del camino». Nunca he entendido la razón de ese éxito. Un espejo a lo largo del camino es igual que una cámara fotográfica reproduciendo la realidad. Si la novela es arte -y lo es-, no puede ser reproducción y copia, sino creación. Nada de espejos que calquen y repitan, sino espíritus que creen, que inventen. Stendhal erró en su definición, si bien tuvo el enorme talento de olvidarla a la hora de novelar y por eso nos ha legado novelas imperecederas. Arrumbó el espejo y recurrió a la intuición creativa y a la fecunda imaginación.
El intenso Zola nos brinda una definición muy atinada: «Novela es la realidad vista a través de un temperamento.» La realidad es lo que existe fuera del novelista, el terreno de donde se extraen los materiales, y el temperamento es lo que selecciona, combina y tiñe los materiales de uno u otro color, es decir, los transforma, los transfigura. Emilio Zola definió mejor que Stendhal y, no obstante, acertó un poco menos que éste -sólo un poco menos- a la hora de la verdad. Ello demuestra lo atinado de que del dicho al hecho va un trecho y que no es igual la teoría que la práctica. Una cosa es entender de toros, pontificar sobre ellos, y otra muy distinta es echarse al ruedo y entrar a matar. Zola es un maestro en el ruedo novelístico, pero Stendhal ha cortado más orejas.
El inolvidable Thomas Mann -el que escrituró la decadencia de la burguesía en Los Buddenbrook, el drama de la tuberculosis en La montaña mágica y la agonía íntima en Muerte en Venecia- escribió lucidamente que «novelar es transformar hechos exteriores en interiores». Muy válido para él, dado que esta frase puede servir de maravilloso lema a sus creaciones y, en general, a la novelística alemana -piénsese en Kafka, en Wassermann, en Werfel, en Broch, en Musil-, si bien no puede admitirse corno definición de valor universal, pues ¿dónde pondríamos a un Dumas o al Robert Louis Stevenson de La isla del tesoro? Muchas novelas, por el contrario, transustancian el latido interior en sucesos exteriores.
Un sobresaliente poeta español, que nada tiene que ver con la narrativa -Luis Cernuda, el solitario e hipersensible sevillano dejó expuesto: «En la novela, todo descansa en un azar previsto de antemano por quien no está dentro deI juego.» Hermosa idea, bello símil, corno corresponde a un lírico. Un azar teledirigido. No está mal. En las buenas novelas los personajes se mueven por si solos, disponen de vida propia y autónoma, aunque, por supuesto, los guíe la mano invisible de su creador. Pero esta mano no debe verse. Además, la acción ha de desarrollarse con fluida naturalidad y con sorpresa continua, de tal manera que, al igual que en la existencia humana, no se pueda saber, no se pueda adivinar, lo que va a ocurrir acto seguido. En una verdadera novela todo resulta inesperado -azar-, por más que lo haya ligado con sólida urdimbre el autor, por más que este lo haya tramado todo con un cañamazo sin fisuras. Sin embargo, el novelista esta en el juego. ¿Cómo no va a estar, si es el principal, el máximo jugador? Un jugador fuera del campo, de acuerdo; pero figura indispensable deI juego. Sin novelista no hay novela.
Para Albert Camus -por cuya grandeza ética muchos sentimos una gran devoción- la novela es «una filosofía puesta en imágenes». Sus obras narrativas responden perfectamente a tal fórmula. En el fondo, todas las creaciones del género se ajustan a la mencionada idea, inconscientemente para sus autores. Todo novelista vierte mucho de sí mismo, y lo que vierte lo convierte en una visión de la vida y en una interpretación de los seres humanos. Una filosofía, desde luego. Una filosofía expresada en personajes, hechos y situaciones. Expuesta con concreta plasticidad, en vez de genérica abstracción.
Wladimir Weidlé, famoso profesor de Estética de la Universidad de Cracovia, ha dado, a mi entender, la definición más exacta de novela al proclamar que se trata de «un mundo imaginario poblado de seres vivientes». Un mundo, puesto que toda novela equivale a un cosmos único e inconfundible, a un espacio cerrado, con sus leyes, personas y sucesos propios. Imaginario, ya que ese mundo brota de la fértil y bulliciosa imaginación de un hombre o mujer que es escritor y que, dentro de la literatura, se denomina novelista. Seres, por cuanto los personajes que pueblan la obra tienen que gozar de entidad total, tienen que presentar signos de independencia, tienen que responder a todos los rasgos inequívocos de la individualidad. Si en vez de seres son títeres, la novela se ha frustrado. El novelista debe ser un director de orquesta: dirige la música, pero cada músico actúa por sí mismo. Una novela no es mala porque esté mal escrita -en ese caso resultará una pobre obra literaria, pero no será únicamente por ello mala narración-, sino porque la habitan, porque se mueven en sus páginas muñecos en vez de seres auténticos. Y vivientes, o lo que es lo mismo, que rezumen palpitante personalidad; que sean lo más parecidos posible a las personas de carne y hueso, que rebosen humanidad por los cuatro costados, que sean tan próximos y convincentes como los hombres, mujeres, niños, niñas, viejos y viejas con quienes nos cruzamos en la calle, coincidimos en el trabajo o son nuestros amigos. Si los personajes que desfilan por las páginas de la novela que tenemos en la mano no trasudan vida, no resultan vivos, no nos interesan tanto o más -en aquel momento han de interesarnos más- que las personas reales que se mueven en nuestra existencia, la novela se ha quedado en simple tentativa, no ha cuajado, ha abortado. Esta es la nota distintiva entre el novelista y el que no lo es: conseguir que las personas de papel sean tan autenticas corno las que respiran.
Según el checo Milan Kundera, la novela es “la mayor conquista de Occidente porque en vez de predicar la verdad intenta definir al ser humano, en su condición de problema, mediante el juego”. Lo de mayor logro de la cultura occidental quizá sea exagerado, aunque indudablemente es una de sus más grandes creaciones, ya que en la novela se busca captar la esencia del ser humano y descubrir el enigma de su destino. La novela es un esfuerzo para hallarle sentido a la existencia del hombre. ¡Casi nada! Y, de añadidura, como si fuera un juego, como actividad lúdica. Optima la idea de Kundera sobre lo novelístico. Sólo que algunas novelas no buscan definir al ser humano, sino que se conforman con explicarlo, con retratarlo. Algunas incluso persiguen enmascararlo, oscurecerlo, ocultarlo.
Ernest Hemingway le exigía a la novela “acción y diálogo”. Se sobreentiende que para manifestar a través de ambos elementos unas ideas y unos sentimientos, pues, de lo contrario, no tenemos personajes vivos y los del novelista norteamericano lo son. En cambio, Gabriel García Márquez quiere que las novelas “descifren problemas de la vida”. Inmejorable, a condición de que no se limiten sólo a descifrar. Una novela no es un planteamiento matemático, ni tampoco una charada. Se pueden escribir formidables novelas -y el colombiano ha escrito más de una- sin que se descifre nada, sin que nada se solucione. Basta con intuir los problemas del ser humano, con apuntarlos o con exponerlos. Una novela no tiene la obligación de resolver ningún enigma. Ahora bien, en ella debe haber enigma. Condición indispensable.
El catalán Baltasar Porcel ha dicho que la novela no es un ejercicio literario, sino “la creación del mundo”, y es verdad, puesto que significa poner en orden un caos inicial y levantar de la nada -cuartillas o folios en blanco- todo un universo, con sus habitantes, su tiempo, su espacio, su causalidad y sus casualidades.
Yo creo que lo más redondo, acertado y definitivo es definir la novela con una sola palabra: vida. Una obra novelesca vale por la cantidad de vida que en ella se condensa. Todo lo demás -estilo, fuerza narrativa, don descriptivo, expresividad en el diálogo, técnica, tono, ideas, construcción, acción, situaciones, etc.- posee indudablemente importancia, mucha importancia, mas sólo en función de la plenitud de vida a la que sirve. Una novela vale por la carga vital que lleva consigo. Siempre es la vida el supremo valor.
Y se advierte al llegar aquí que, si novela es vida y esta escapa de toda definición, están en lo cierto quienes afirman que la novela no puede definirse. Sin embargo, lo esencial no es definir, sino escribir novelas, corno las han escrito todos los definidores -menos dos- anteriormente citados, o leerlas, gozarlas. Si lo principal no es la definición, sino la creación y la lectura, se deduce fácilmente que, en contra de lo declarado al comienzo del artículo, la vida y la novela no se dominan -ni menos se crean- al denominarlas, al definirlas. Y es porque son una misma cosa. Novela es vida y la vida es una novela.



PÁGINA 14 – CUENTO

LEONARDO FINKELSTEIN
(Ciudad Autónoma de Buenos Aires-Argentina)

PENELOPE  y EL LADRÓN

El gordinflón calvo y grasiento, con las orejas peludas salidas hacia fuera y mostachos como un cepillo, se le apareció como un ángel, cuando, interrumpiéndole la lectura del periódico le dijo:-Disculpe caballero, usted le permitiría a esta chica compartir su mesa? Hoy estamos desbordaos y…
Primero dijo que sí, luego la vio. No era rubia sino dorada.
Le sonrió, se sonrieron. Fulmíneamente  se gustaron, como sí de toda la vida, eran criaturas que provenían del mismo planeta, o  al menos de unos muy cercanos. Congeniaban. Esto es un encuentro astral, acordaron, y antes de que llegara el almuerzo, que tardó bastante más  que de costumbre, ya se estaban besando. 
Ella pagó una cuenta, bastante fuerte. “Será un buen recuerdo” dijo riendo, asentando que  ahora todo era de ambos.
Se llevaron una botella de vino blanco helado y bajaron a la playa. La bebieron del pico, prolongando los besos sobre el vidrio. Se bañaron juntos besándose entre las olas, riendo y gritando. Se estiraron bajo el sol tomados de la mano. Haciendo planes, hablando con los ojos cerrados, con los ojos abiertos, o simplemente con los ojos y rebesándose, de tanto en tanto. Ella le dijo, vamos al mar. Pero prefirió quedarse, adormilado de júbilo, entre conjeturas y congratulaciones  por su buena suerte. Se incorporó, encendió un cigarrillo. Ya la estaba extrañando. Siguió arrullándose entre pensamientos felices y al cuarto cigarrillo, apenas encendido entre los dedos, fue a buscarla. Pero había tanta gente bañándose que era imposible distinguir una cabeza de alfiler de otra. Volvió a recostarse sobre su lona. Se adormilaría hasta que lo despertara su hermosa voz cálida y grave o el contacto con su cuerpo helado y húmedo. Sobresaltado despertó. La lona a franjas blancas y rojas allí, conservaba aún la huella de su cuerpo, y resaltaba su ausencia. Fue hasta  la orilla y la llamó varias veces por su nombre. La gente ya  lo miraba de manera extraña. Volvió hacia las lonas y fumó otros tantos cigarrillos. Ya el sol se iba retirando y la gente  de la playa con él.   
 Vio su bolsito de cuero con alivio. Volvería a  buscar sus cosas. Tenía que volver a buscar sus cosas. Más por aburrimiento que  desesperación,  lo vació. Tres caramelos de menthol en un paquete algo machacado. Dos aspirinas, un paquete de toallitas higiénicas,  un collarcito de bisutería, un espejito y un lápiz labial de color extraño,  un monedero con 5 pesos y monedas, tickets arrugados de compras ocasionales y medio  paquete de cigarrillos. “¡voy a dejar de fumar ya!” había dicho. Metió todo  de vuelta. Sentía rencor  y desprecio  por  esos objetos triviales e impotentes para  reclamar el regreso a nadie. Pero en cualquier momento la vería, y entonces esos instantes inciertos  serían unas pizquitas de pimienta verde sobre la felicidad que, abriendo de par en par sus alas, los llamaba para reunirlos en un abrazo eterno. Hasta entonces no se había dado cuenta de la oscuridad que lo rodeaba. Volver a verla, como a la luna, como al mismísimo sol, como a la contraparte arrancada de sí mismo. Ya bajaban las gaviotas a comer algunos de los restos que los turistas sucios depositaban en la arena. Y ahora estaba solo, mirando al mar, con el bolsito de ella en la mano y la lona de colores cayendo a un lado de su antebrazo. Fumó  uno de sus cigarrillos, como quien comete una profanación y al mismo tiempo conjurando un sortilegio, 9 cigarrillos quedaban, y 9 días también.
Repitió religiosamente el restaurant, veía a ese gnomo feo de camarero y sabía que era inútil preguntarle. Pero un día.-No, signore, no la he visto. Era evidente que entre tanta gente no la recordaba, a pesar de su precisa descripción  física y de situación.
En la playa no se bañaba, no se le ocurría; se quedaba mirando al mar y algo más allá del mar, esperando verla aparecer. Lo miraba con rabia y resentimiento, como si éste le hubiese arrebatado algo.
Al noveno  día, último de sus vacaciones,  ya de noche, apenas luego del último cigarrillo, dejó caer el bolsito  y la lona de colores y sintió como un desprendérsele  de algo muy pesado.
Sus pies descalzos imprimieron huellas profundas sobre la arena pesada; un caminar sin tiempo por la superficie de la luna. Por fin  llegó  al hotel en donde desde hacía poco más de una hora lo aguardaba el autobús con todos los pasajeros a bordo, malhumorados e impacientes.  


PÁGINA 15 – POESÍA ARGENTINA

TERESA  LEONARDI
(Salta-Salta-Argentina)

A CONTRAMANO DEL OLVIDO

Toda la noche bajando al socavón
de tu ausencia crecida en oscura marea
Toda la noche la memoria viajando por los soleados días
que bruscamente pierden sus esquinas de luz
Grito tu nombre amado mientras caigo sin término
Mi pie desnudo tropieza con el tuyo
no exactamente éste que hora lejos de mí
tiene miedo y frío en un hospital
sino aquel erguido como flor
moviéndose sensual bajo una mesa
en busca de mi carne para libar de su despierta abeja
¿Llegaré como Alicia
a una desconocida habitación donde encuentre la llave
que abre el jardín soñado
o seguiré el descenso hasta que de mí no queden
sino partículas dispersas
apartadas del eje de tu rostro que las mantuvo unidas?
A tientas por el túnel
desnaciendo de su matriz de estalactitas
y sin embargo a contramano del olvido
el velamen del corazón
confiado a la resurrección de los besos

FIGURA EN TRANSFORMACIÓN

Grandes insectos devorantes del día
por la misericordia de otra edad
crecen entre nosotros
Podemos ahora cobijar otros miedos
y volver cotidiano tanto monstruo
Mi pie se ha desviado del sendero
entre acónitos duerme la vieja licantropía
sólo porque el venido de tan lejos
me ha confiado su fiebre
País de lo invisible
madura para él
que sueña indefenso desnudo
Haz que contemple por el ojo de la luna
su árbol del paraíso
con su manzana mordida y no mordida
por la cordura del deseo
Qué penumbra en mis huesos su corazón ausente
Acaso ya estoy muerta
pero oh juglar
vos vuelves a inventarme en el pasado
esa magia
donde tu claro cuerpo fue tan cierto
y el amor sólo el gozoso umbral de las metamorfosis


COMULGANTE ROTA

Mujer en fragmentos
sobre la tierra impiadosa
lapidada por súcubo
¿Cuál el camino para esta Gretel desobediente
que se distrajo sembrando miguitas dulces de su cuerpo?
El destino atascando el timón del amanecer
Los ojos abiertos miran lunas oscuras
devorando el jardín
¿Oyes su boca que muge por estar apartada de sus besos?
Comulgante rota
a salvo ya de toda mandíbula
que no sea  la de su  propio corazón donde hierve la   pena
Se enrosca se anuda se ahorca
cerrada a toda luz que no venga
de aquella verde en un edén remoto
cuando eva en su adán
costilla en su esternón
niña en su semen
gozosa por nonata
fue la no separada
Gretel
¿dónde tu Hansel
para volver siameses a la cuna de fuego?


PÁGINA 16 – ENSAYO

ALEJANDRO MACIEL
(Ciudad Autónoma de Buenos Aires-Argentina)

EL HAMBRE DEL HOMBRE

El finado Aristóteles decía que el arte nos involucra por simpatía. Leyendo el asesinato de algún inocente (en caso de conocer alguien totalmente inocente) siento la furia, la sed de justicia, la necesidad de limpiar el agravio que me produce el dolor ajeno. De algún modo algo extraño el arte siempre nos cuenta la propia historia, la posibilidad de ser asesino, víctima, feliz, infausto, imputado judicialmente, enfermo o loco. Siguiendo este razonamiento, la novela de Ciro Alegría (Perú, 1909-1967) “Los perros hambrientos” nos conduele porque gira en torno a una necesidad imperiosa de nuestra propia biología: el hambre y la sed.

Ciro Alegría escribió una novela de tintes naturalistas, preñada de un crudo realismo que sin embargo no consigue enturbiar la violenta belleza de la Puna con paisajes que se abren en plácidas bellezas donde la aridez y la sequedad de piedras anuncian lo inhóspito y salvaje, con esa indiferencia de la madre naturaleza hacia el sufrimiento de sus criaturas.

“Los perros hambrientos” está íntegramente narrada desde la visión abarcadora y sufriente de una jauría de ovejeros que son mudos testigos del sufrimiento humano, la explotación, la malicia y el crimen al que se ven empujados hombres ayunos de toda enseñanza, carentes de toda salvación. La familia de Simón Robles, agricultor de una hacienda de Páucar dedicada a la agricultura y el pastoreo de ovejas, es el pesebre donde van naciendo las crías de Wanca, la madre de una estirpe de perros pastores criados desde pequeños con leche de ovejas para afianzar desde un comienzo la vida familiar entre los perros y la manada que custodian. Simón Robles es apenas arrendatario de don Cipriano, un hacendado típico del Perú feudal de las haciendas rurales. El autor presenta la obra como un friso pastoril de felicidad amenazada. Relatando la vida de Antuca (la hija menor de Simón Robles) ya advierte que esas moles amenazantes de los Andes ocultan dolores y desgracias en cada oquedad. En una seca tierra que depende del cielo, las esperanzas siempre son frustradas, cuando una larga sequía se cierne sobre esa aridez todo se vuelve inútil y riesgoso. Las súplicas a la Virgen del Carmen no tienen eco alguno, los ruegos de indios y campesinos al hacendado feudal reciben por respuesta golpes y fusiles.
Los perros hambrientos merodean buscando cáscaras de papa, pero nada tienen los pedruscos y el desierto para ofrecer al hambre y mueren para ser pasto de los oscuros pájaros de carroñas.

La novela termina con la lluvia esperada después de tres veranos negados. La felicidad empieza a brotar con la germinación de los primeros brotes y la fragante humedad de la tierra prometida que vuelve a convertirse en la madre generosa y sumisa a las necesidades de sus hijos. Uno, ya escéptico, se advierte: “sí, pero ¿hasta cuándo durará esa fertilidad?


PÁGINA 17 – CUENTO

IGNACIO R. MARTÍN VEGA
(Alcalá de Henares-Madrid-España)

ARENGA.

Hoy me predispondré, buscaré aquello que no sé hallar y tanto me cuesta.

Aquellas cosas que no salen de mi lado innato.

Para ello tengo que intentar con denuedo y arrojo, averiguar cuáles son mis faltas, mis constantes e irreverentes defectos palmarios y corregirlos con prontitud.

A Dios pediré que me dé la capacidad intrínseca de reaccionar a tiempo para no provocar mares en tempestad.

Reaccionar y estimular con ello cierta felicidad en los demás, servirá de alto estímulo para mi alma, que necesitada de alegría, se conforma con hacer el bien a los demás; sin más anhelo que tener la satisfacción del deber cumplido, y  así cuando se acerquen nubarrones negros de tormenta, poder hacerles frente con capacidad y mente notable, intentando derramar generosidad donde en mí hay apatía y mal genio.

En la coctelera echaré varios ingredientes: sabiduría que tú me proporcionas Dios mío, bondad, humildad y coraje; que, junto a la predisposición e ilusión, que asentaré en la cara oculta de mi corazón, será pócima ideal para reconvertir situaciones que se antojan como imposibles.

En peores guerras he luchado, en peores plazas toreado y torres más altas han caído.

Desecharé el mal genio y me conformaré con saber que llego al final de mis días haciendo lo que anhelo, que como conocedor de mis defectos sé el mérito que tiene llegar con dignidad, siendo consciente de mi total e insolente imperfección


PÁGINA 18 – POESÍA ARGENTINA

MAURICIO ESCRIBANO.
(Lomas de Zamora-Buenos Aires-Argentina)

FLOR DEL BOSQUE

Bebo en la copa de mis sueños 
bosques bermejos, dónde 
danzan los pájaros de fuego, 
y cegador, el sol que desciende, 
se filtra entre las vertebras azules 
de los árboles enhiestos. 

Las brujas se convierten en liebres, 
cuando el crepúsculo desprende 
el alcanfor de los pinos, y en el cielo 
parpadea, junto al fantasma de la luna, 
el jeroglífico de Venus. 

 Mi risa es el arpegio 
de un torrente caprichoso, 
que se mezcla con el canto 
del zorzal, al borde de la umbría 
de tus labios rojos. … 

Bruja ligera, viento en la hierba; 
de tus manos la copa que bebo, 
licor de flores, almendros y grosellas… 

Nada respetable tengo, 
nada consolidado soy, 
tu amor me ha hechizado 
como a un niño; 
sencillamente feliz 
a tu lado, 
con un sombrero 
una pipa y un libro. 


LUCERO.

Vi la espuma fría del mar
acariciando las piedras naranjas,
arrancadas de los confines,
por las corrientes trémulas
de la noche…

Vi las nubes condensarse
al caer el crepúsculo,
como una mancha de sangre
ondulando en el aire…

Vi al mar ponerse turbio,
arremolinarse a punto nieve,
llenarse de ira y de lágrimas…

Vi a los hombres arrastrar sus botes,
guardarse en sus casas,
con un clamor silencioso
y unánime…

Vi las olas que venían hacia mí,
como un campo verde,
jadeando brumas de sal,
y pronunciando tu nombre…

Vi los besos que me dabas,
navíos errantes,
fantasmales,
llegando a esta playa lejana…

Vi tu blancura en infinitas gaviotas,
tus ojos de zafiro en la distancia profunda,
y el ardiente rubor de tus pómulos,
en la última gota de luz,
antes que el sol se hunda…

Vengo aquí todos los días
mi amor,
para verte llegar,
con la estrella de la tarde.


CARNE.

Rompí los vidrios de tu ventana,
patee la puerta de tus ojos,
para que te enteres
que te estoy robando
el alma.

La noche se cae de tus manos,
estoy hambriento de tu soledad
y te acecho desde todos los rincones,
con la sangre en llamas…

Seré tu depredador insaciable,
solo dejaré tu esqueleto
como estandarte sobre mi cama...

Aunque te crezca de nuevo la carne,
la piel voluptuosa sin marcas,
y en el aroma dulce de tus pechos
vuelva feroz a embriagarme.

Escondida en la avaricia de tus labios,
guarida de todos mis anhelos,
te muerdes sumisa las ansias...

Yo te arrancaré la belleza,
seré un perro de presa
abandonado en tu playa,
y te enterraré como a un hueso,
para volver a tenerte
cuando me plazca.


PÁGINA 19 – ENSAYO

LIC. WASHINGTON DANIEL GOROSITO PÉREZ
(Irapuato-Guanajuato-México)

MARTHA NUSSBAUM Y LA “JUSTICIA POÉTICA” 

En lo que se ha dado en llamar posmodernidad, no hay dudas que la filosofía no ocupa el sitial de privilegio que tenía en la antigüedad. Una de las grandes pensadoras actuales, me refiero a la filósofa estadounidense Martha Nussbaum que fuera galardonada con el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales hace unos días;  desarrolla su obra profundizando en temas como la justicia social, el desarrollo humano y la naturaleza de las emociones, desde un punto de vista filosófico, y su repercusión en el bienestar social.

Pero sin lugar a dudas la suprema aportación de esta profesora de Derecho y Ética en la Universidad de Chicago es su acercamiento a la filosofía antigua,  al derecho y a la ética.

En una entrevista que le realizara Marta Torres para la Razón de España antela pregunta: ¿Qué función considera que deben tener las humanidades en estos tiempos dentro de los programas universitarios?
Nussbaum contestó: “Las humanidades deben proporcionar tres ingredientes que,  cualquier sociedad que se considere decente, necesita con urgencia integrar. El primero la habilidad socrática de examinarse a uno mismo y pensar de forma crítica.

El segundo la habilidad de pensar los problemas mundiales, pero estando bien informado sobre historia, la naturaleza de las principales religiones y la variedad de culturas que existen.

 Y el tercero y último, una imaginación cultivada y con suficiente habilidad para entender como se aprecia el mundo a través de lo ojos de gente que es diferente.

Si unimos los conceptos anteriores en defensa de unas humanidades que están siendo contantemente dejadas de lado en el ámbito educativo a una obra que Nussbaum  ha titulado Justicia Poética (1996) en la que combina Derecho y Literatura, partiendo de la  tesis, de la necesidad de humanización que tienen los jueces y abogados, nota la necesidad de formarlos en literatura que les permite que vayan desarrollando su imaginación lo cual les dotará herramientas racionales que les favorecerán en la toma de decisiones.

Esto hará que no sólo se centren en lo económico, con una inteligencia “fría y calculadora”, de esta manera se irá construyendo una sociedad más justa y equitativa. De ahí que Nussbaum afirma que “la literatura y la imaginación literaria son subversivas” a la mentalidad científica, es decir que sin literatura, los jueces no podrán ser buenos jueces, los legisladores buenos legisladores y los economistas buenos economistas.

La filósofa considera que la literatura desarrolla la imaginación y va formando las capacidades que ayudan al hombre a poder realizar un mejor análisis de la realidad, y a partir de ella transformarla. Con la literatura, la imaginación literaria se encarna y genera fantasías, imágenes… con esto se puede mirar una cosa por otra, es decir, dejar ver las acciones humanas que suceden cotidianamente. De esta manera se demuestra que este tipo de imaginación “es poco científica y subvierte el pensamiento social científico”, que contrasta realmente con el del economista, abogado o juez, quienes poseen una forma de pensar más calculadora y fría.

De esta manera surge lo que Nussbaum llama el “juez moral” quien para reflexionar sobre los problemas humanos que tiene que resolver día a día y dar una solución más objetiva, es decir, “se posibilita a la razón por medio de la fantasía”.

De ahí que la pensadora considera que el rol de los poetas es similar al de los jueces porque al razonamiento judicial de estos últimos le agrega la imaginación literaria de los primeros, la cual le da la capacidad de dar vida de las personas a la manera de un novelista , es decir con neutralidad y objetividad.

Para la catedrática universitaria, la justicia que se imparte actualmente, se basa exclusivamente en juicios abstractos, calculados, fríos, es decir se trata de borrar toda emoción para que haya mayor neutralidad en los juicios.
Sin embargo: ¿Será posible negar algo tan natural del mismo hombre? Nussbaum dice que no. Según ella quienes imparten justicia actualmente muchas veces sólo ven un número, un objeto y nada más, se olvidan que es alguien y no algo.

La tesis de Nussbaum tiene como punto de partida la Literatura, al cual desarrolla en el hombre capacidades sociales y no sólo es como muchos creen y pregonan, un distractor o algo fantasioso, sino que desde ella nos confronta con nuestra propia vida.

Ante las crisis que estamos viviendo como humanidad en distintos ámbitos, no sería conveniente darle más espacio a las humanidades en el ámbito educativo e integrar la literatura en las diferentes carreras universitarias a los efectos de generar un futuro profesionista con mayor índice de humanidad en su formación.


PÁGINA 20 – COMENTARIOS DE LIBROS

ROSINA VALCÁRCEL
(Lima-Perú)

Libro: Árbol sin nombre
Autora: Odette Amaranta Vélez Valcárcel

En su libro Árbol sin nombre, Odette Amaranta Vélez Valcárcel evoca: “Nací en una familia de poetas. Mis primeros versos fueron publicados en revistas, plaquetas y libros entre los años 1986 y 1994. Luego emprendí una larga retirada. Veinticuatro años después nace Árbol sin nombre, constelación de poemas que fue tomando forma desde entonces, sensaciones que fueron sucediendo, se hicieron espacio, insistieron y se transformaron en palabras a través mío, a pesar mío…presencias misteriosas…manifestaciones incomprensibles…sonidos antiguos…movimientos e imágenes que me invitan a esperar, a recibir y a escribir”.

Es este un poemario peculiar escrito por una mujer de la última época. Formalmente se agita dentro de la tradición, sin embargo aquí y allá surgen imágenes extraordinarias o descarnadas. Escrito sin mayores pretensiones, acaso inicialmente como algo lúdico, deviene en algo resplandeciente y firme, apasionado y puro. A veces gira en torno a lo inefable Quizá todos los poemas no alcancen similar perfección. Pero, la poesía de Odette Amaranta es de un intenso lirismo genuino, a veces sobrio y trascendente, que deja huella.

Veamos el texto “Delirante” (leyendo a Arturo Corcuera):
Espejos y bosques ardientes/ navega delirante// divina suerte de animal/ juega entre las aguas// manso/ despliega inmenso sus alas/ rosas/ guaridas en el mar/ advierto apenas su imagen distraída/ pasos recónditos/ inconfundible canto. (p.16)

Ella evita las palabras asombrosas y prefiere las usuales como su ícono Jorge Luis Borges. Casi sin dar el rostro la autora invisible danza con los colores habituales logrando fustigar al lector (a): Veamos el representativo poema de su agitada adolescencia “Julieta”:
Discorde y soterrada la desdicha/// nunca juncos/ lirios// ni remansos// solo señales quebrándose en un lienzo// la boca seca/ el fémur entreabierto// y llegaste temprano al barniz de la ciudad/ a los albores frígidos/ detrás de las cenizas// qué casualidad Julieta/ tú buscando el río y yo la orilla/ hoy que la locura recorre el reverso de tu faz. (p.18)

En su alquimia hay un juego de oposición y vínculo, de negación y afirmación, de tensión y fluidez, de infierno y cielo aquí en la tierra, es una loa al dolor y a la belleza de una mujer-joven al horizonte de todas-todos. Leamos el poema “Hoja” no exento de escepticismo:
día que pasa/ hoja que cae/ silencio creciente/ rebalsando a mis pies
(p. 22)

La autora, a menudo, es mediadora del prójimo a través de sí misma. El poemario es una afirmación de la ternura, ejemplo texto “Amo”:
amo el perfil de tus zapatos/ al borde de la cama (p.33).
También percibimos un fino erotismo, la posibilidad de la alegría, el canto a la naturaleza, a pesar de todo. Veamos: “En otra tierra”:
En otra tierra/ tu cuerpo sucumbe sobre el mío/ arrastra sal/ se desliza/ late a la velocidad de las estrellas (p.25)

Entre los textos irónicos, destaca “A la volada”:
A la volada/ bajas el perfil/ y contemplo desde allí/ la creación divina// hombres y mujeres evangélicos/ sometidos a la herejía de su santidad// leo la biblia/ y trato de ser santa/ casta ente las doncellas/ mas no alcanzo a tragar mi saliva// esfuerzo intempestivo por ser la Virgen María // en vano (p.26)

En el poema “Vaca” hay candidez e ingenio que refrescan:
Una vaca pasea en mi jardín / vaporosa/ masca y masca / tu cola de lana se menea con candor// ¿qué haces vaca en mi jardín? (p. 43)

Un poema perfecto, ácido y redondo es “Violeta” (inspirado en la larga enfermedad de la abuela materna):
Dejaste de ser / (o no te veo) // rojo sobre azul/ te has ido// laten tus huesos/ y no te reconozco// reina otro tiempo// miserable reminiscencia/ (o es ingrata la vejez)// has muerto con él / (o él contigo) // te he buscado y no te hallé// solo un raudal de fotografías/ y el desierto de Sechura// reposa tu nariz en mi silueta// confieso mi desdicha
Texto descarnado, donde el amor-desamor y lo cotidiano se entremezclan con acierto.

“Los Rosales” conduce al hablante lírico a la apelación constante de un pasado evocador de sentimientos y vivencias que nutrirán este poema y parte de la producción poética del libro en mención. Aquí se pintan recuerdos de la infancia, el clima cultural de los años 70, el sentimiento de soledad, el pánico nocturno por “los insectos que imagina”, la alusión a la “soda cáustica” con que se quema y le deja huella (pero su tierna pierna es salvada por la intervención paterna), el calor de Aquila, la muchacha de Cerro de Pasco que cuidó de modo intermitente, el poema de Heraud como una señal y la figura paradigmática del Che.
valses y zambas argentinas/ anido a contraluz// aprendo a usar el tocadiscos para escuchar a Piero// el Che y Javier Heraud/ brillan entre muebles de paja/
(sucede / simplemente / que no tengo miedo / de morir / entre pájaros / y árboles)//me quedo sola una vez más// mi bacinica deambula entre los cuartos/ las cortinas verdes me asustan/ y veo arañas en medio de la noche// revolución caliente vienen a vender/ y tengo miedo/ aunque Aquila vigile mis sueños// soda cáustica/ deja una huella/ pero papá me salva del ojo en el ají (p.46)

Leamos el texto “Barranco”: Aquí, con sencillez, se describen el lugar, los sujetos, los animales exóticos, el paisaje, los amados libros y eterno el mar.
Malecón Osma 699/ Billinghurst habita el mar de mi ventana//mono iguana y halcón hospedan los vecinos/debajo los tintilocos juegan a no entender//cómo me gusta esa escalera larga y polvorienta//naranja y verde nuestra casa relincha/ vaga niebla asoma entre los libros/y nuestra mesa es una puerta para desayunar//esta es mi morada/los Monsters pueden visitarla//vivo en un barranco/ entre puertas de madera/ rostro al mar (p.47)

En el poema “Evocaciones”: hay tensión dramática, es un diálogo humanista y crudo con el padre, quien de niño sobrevive fuera de Lima, en medio de la pobreza, escasez, carencias, a causa de las persecuciones e ideales de su familia aprista. Paradójicamente la autora anota:
”y yo me anudo entre los muertos del Frontón”, en visible alusión a la masacre de penales ocurrida en junio de 1986 [4]y desafía…"pero no quiero ganarte la partida de ajedrez”, prefiere quedarse con la música que compone o recrea su progenitor.
Tingo María y su selva sin escuela reinan tu rostro/deja, deja la razón/abre, abre el corazón//los zapatos de tu hermano son más grandes/en tus pies// el rocoto y la nata no me gustan todavía/pero quién sabe luego// mi gato se confunde en el dintel de la puerta/y yo me anudo entre los muertos del Frontón// tus lágrimas escondidas/lágrimas al fin//el cielo siempre será nuestro techo// la filosofía visita nuestros parques/pero no quiero ganarte la partida de ajedrez// acaso tu guitarra/ el mejor de los recuerdos (p.48)

En el texto “La sombra”, a través de alusiones a personajes míticos la autora se involucra no sólo con la experiencia amatoria, ni con lo que ocurre en Perú, si no con lo que sucede en el mundo. Aquí confirma una vocación por la libertad y la vida. Por el canto y la luz.
en Kurdistán las tortugas también saben volar/ vuelan alto y a pedazos /en una pesadilla //Satélite sujeta el hilo de Ariadna/Agrim sangra, arde y se despoja en el precipicio//bastarda es la guerra// Teseo mata al minotauro en su propio laberinto/y el niño sin brazos recoge minas con la boca//Kurdistán/ perdóname la vida// quiero clarear el día/ oscurece dentro de mí (p. 49)

El poema “m2”, es un texto abstracto, kafkiano, que pinta e ironiza el juego enajenado-capitalista de la venta-compra:
divide y reina/ el metro cuadrado// oronda cuadrícula infinita/ medido está el mundo/(aunque no justo)// atiborrado transita/etéreo/ sutil/metros cuadrados vienen a ofrecer/ pero cuadrada no es la planta de mis pies//pasos zigzagueantes/perdidos/como sabuesos/andan/¿dónde el metro cuadrado es?// curvo lo advierto todavía/como redondas/ las moléculas circundan mis milímetros (p. 50)

Como si apelara a lo esencial, a lo esencial de nuestra condición, la autora traza en breves líneas un poema-eclipse que nos conmueve: “Domingo”:
no son estos los Campos Elíseos/ que juntas hubiéramos querido recorrer //solo un abismo/ profundo de abril/ en que arde la mañana (p. 53)

La poesía, para la autora, es una actividad del espíritu. Su opción feminista se expresa invirtiendo la realidad mediante el sobrecogedor poema “Orfeo. Rompe el marco de la lógica patriarcal. Así concluye, abandona al sujeto amado y al lector, no obstante queda la esperanza de la resurrección futura.como Orfeo/ quiero tocar mi lira/ y al borde del infierno/resucitarte (p. 55)

De su alforja salió esta imaginería no exenta de cierta tristeza. 
La poesía de Odette aviva nuestra fantasía e inteligencia: ¿Árbol sin nombre? ¡Qué título! nos deja la sensación de una nueva voz rebelde que no se sabe de dónde viene, tal vez del azar o de los antepasados, pero sí intuimos adónde va.


PÁGINA 21 – CUENTO

OLGA LILIANA REINOSO
(General Pico-La Pampa-Argentina)

HERMANO VIENTO

Ellos se habían criado ahí. Eran como el paisaje. Inhóspitos, resecos, solitarios. Hacía mucho tiempo que estaban solos porque sus padres habían muerto en medio de un ciclón, cuando regresaban del pueblo con las provisiones. Al principio todo había continuado con la misma monotonía. Pero una noche de verano, sofocante y oprobiosa, Eulalia salió a caminar bajo la luna de enero. Su silueta desnuda se recortaba entre los eucaliptos y al llegar hasta el tanque no pudo reprimir la tentación de meterse en el agua. Cuando salió, allí estaba Hilario. No se dijeron nada, pero el oscuro animal de la pasión entreveró sus cuerpos jóvenes y arenosos. Se poseyeron endemoniadamente, con plena conciencia del pecado, pero también con la pureza de la primera vez. Durmieron abrazados y jadeantes. Qué hermosa era la piel de Eulalia bautizada de luna y de semen. Qué viril era Hilario con su  miembro erecto que desobedecía los mandatos y solo se dejaba guiar por su instinto carnal, conquistador de las ignotas lejanías de Eulalia. Inmunes a tabúes y prejuicios, desde esa noche se amaron salvajemente. Sin horarios, sin precaución, sin pudor. El viento, cuya presencia formaba parte del paisaje dolorido, se encarnizó con la casa. Maldito viento puto que se mete por las hendijas. Ni una ventana podía quedar abierta porque el viento se arremolinaba y amenazaba con arrancar el techo. El calor agobiante tenía una textura que se palpaba en la oscuridad y eso atenazaba más el deseo hereje de esos cuerpos que copulaban para tapar con gemidos y con orgasmos el miedo ancestral al infierno. Porque ese viento era un emisario del mismísimo diablo, no podía ser de otra manera. Sus lanzas acechaban en los postigos, en los umbrales, en las chimeneas. Tal vez, fantasmas aborígenes encabezaban ese malón bravío. Ellos sabían que estaban condenados al encierro. Nunca más podrían bañarse en el tanque ni gozarse a la luz de la luna. Iban a morir de asfixia, de hambre, vomitando por el hedor de sus excrementos. Prefiero pudrirme acá dentro antes que perder a la Eulalia. Hilario mordía los pezones de Eulalia en busca de una leche prodigiosa que le quitara la sed y ella lo acariciaba  hasta verlo manar como un manantial e imaginar un oasis. Resecos y afiebrados, solo se alimentaban con  los minerales del propio sudor. En un intento desesperado, Hilario trató de salir al patio para cortar alguna planta de lechuga y llenar un balde, pero el viento arrancó de cuajo la puerta de entrada. En el límite de sus fuerzas, empujaron el ropero para tapar el hueco. Estamos malditos, somos dos monstruos sollozaba Eulalia con un quejido inaudible. Extenuados, cayeron a los pies del mueble dispuestos a morir. El viento zumbaba entre las maderas carcomidas. Ya ni los besos nos quedan, es el final. El cansancio, el hambre, la sed, el miedo, los vencieron y se quedaron dormidos. De pronto, escucharon una voz que los llamaba. Era Angelito, el inocente del pueblo, que siempre jugaba con ellos porque eran los únicos que no se burlaban. Trepó por el hueco del dintel. Y se paró ante ellos, alborozado.
-      Los até, los até –gritaba como poseído.
-      ¿Qué cosa? –preguntó Hilario despertando de su sopor.
-      ¡Até los cordones de mis zapatos!
-      ¡Ay! Angelito, qué alegría. Pudiste… -musitó Eulalia con un hilo de voz.
-      Pero ¿qué les pasa a ustedes que tienen cara de muertos?
-      El viento –gritó Hilario.
-      ¿Qué viento? Si está re lindo afuera. Vamos a jugar que ahora no me tropiezo.
-      Mentiras, mentiras. No querés jugar, querés matarnos –lloró Eulalia entre mocos y suspiros.
Angelito, que tenía toda la fuerza bruta, pujó hasta derribar el mueble y a empujones logró sacar a los dos hermanos, para que comprobaran que ya no soplaba el viento.


PÁGINA 22 – POESÍA AMERICANA

 MARIBLANCA QUIÑONES DE LA OSA.
(Miami-Florida-EUA)     

LOS CUARZOS ROTOS

Cansada la verdad de ser juguete
destapó el cántaro de los valores
y sorbo a sorbo lo dejó vacío.
Era preciso alimentar las decisiones
y con capa y espada recobrar conciencias.
El camino es angosto, mal oliente,
donde está la mentira,
hay lodazal sinuoso con espacios de hiel;
lágrimas y   rencor sedimentado en dudas,
pedazos mal vividos,
con la maza de hierro en las cadenas.
La mentira: degusta, se alimenta de los sitios vacíos
donde troncha una cita,
-destruye como si no quisiera-.
Trucida la confianza  de los amores buenos
cremando los ritos sublimes de la piel...
Deja los cuarzos rotos en joyeros vacíos.
-arroja dardos negros como si no los viera-.
Fusila las palabras, los silencios,
sólo deja sus huellas manchando los espejos
y el susto recogido frisa las sensaciones;
-se agazapa en la sombra  como si no estuviera-.
La verdad: amanece sobre rayos de aurora,
rompe las alambradas que disloca su pie,
con la noria del tiempo acompasada,
limpia paso a paso los tramos de la intriga.
Se empina hasta su mástil segura de su vuelo
y envía su mensaje hasta el cubil 
donde se juntan los incautos.


DONÉ  MI  AUSENCIA

Fue tiempo de luna injusta cuando dije las palabras
que sentenciaron mis sueños...
Con los zapatos nuevos, sin historia
y el disfraz de vida que llevaba:
-doné mi ausencia, para seguir por trillos diferentes-...
Pocas pero definitivas:
palabras robadas  al rincón de lunáticos deshechos,
decidí ser viajera por tierra inhabitable.
con pretextos absurdos, el árbol donde arrimo mis errores ,
recogió la historia a su manera.
Soy paloma de abortados vuelos 
que pretende un espacio entre las nubes ,
Armonizando notas discordantes,
le quise hacer un canto a la mentira y me inventé otro amor,
-terminó en más cruces que el primero-.
Fue cuando la nostalgia quiso empinar su grito 
y cambiar las palabras  decidoras...
Pero nunca fue así:
vengativa, implacable, con aires de tigresa 
dije lo que me acosa:
" Si algún día voy por tu misma senda, te ruego te desvíes
y marches a la otra".
Maldita tu memoria que se adueñó del gesto,
ni los días y meses olvidaron...
-Si el recuerdo es amargo, no valen arrepentimientos-.
Caminabas de frente por mi acera
y cumpliendo el mandato aborrecido,
cambiaste de lugar.
-Fue para siempre-.

CON LA DISTANCIA  A UN PASO

Todavía no llega el desenlace
y ya se agota el tiempo disponible,
intuyo que comienza el otro ciclo 
y tu alma está tocando diana...
No me apures amor, me aterra el ruido sacro,
la tierra removida sobre el rostro.
Tú que estás en la cumbre de los sitios
me puedes esperar, espera un tiempo,
el que me falta para estorbarle al terrenal espacio.
Es cierto que los versos vestí de gris eterno,
que me faltó cerrar la puerta de los sueños
y se escaparon todos, -sueños y versos, juntos-,
pero limpié el rincón donde puedo tenerte,
con tus labios y tu sonrisa fresca...
No sé qué documentos  debo presentar para encontrarnos,
si bastará el certificado  que confirme haber vivido
con tu perenne figura ocupando mis días;
-o simplemente ese que acompaña a los muertos-.
Qué supremo rector me pedirá el aval que acredite
el derecho a compartir tu lecho.
¿Si también allí nos sorprende la mala
y encontramos avisos de uniones a destiempo
y vuelven los ecos del silencio?.
¿Resistiré mirarte con la distancia a un paso?...
me visten dudas, miedos, todo lo que nos hace
dignos de un ser viviente.
Me tienes que enseñar, -no aprendí a ser cadáver-,
a mirar mis despojos desde arriba.
...Comprende, yo nunca he sido  -alma-,
sólo supe llorarme  y maquillar por fuera.
No sé si soy amante ingenua o egoísta,
pero hasta me preocupa el equipaje,
qué galas luciré cuando te llegue,
-no creo que en tus predios me abandone el recato-,
si he sido así, lo seré siempre,
aunque lo que me cubra, sean huesos.
Aún no estoy segura de tenerte tan cerca 
y me estés esperando...
En vida, la paciencia no fue tu gran virtud:
eras un vendaval de antojos subyugantes,
donde no había escalas ni censura.
Siempre robando tramos a tu existencia
se achicó tu medida, -de un todo a la mitad-.
Capitán de mi sangre, supiste anclar, para dejarme,
-un horizonte entre mis venas-.


PÁGINA 23 – ENSAYO

HAROLD ALVARADO TENORIO
(Santiago de Cali-Colombia)

ERNESTO CARDENAL RECIBE EL REINA SOFIA

Ernesto Cardenal (Granada, 1925) fue uno de los líderes de la llamada Generación de 1940 que recoge las experiencias del grupo de Vanguardia, y a la que pertenecen otros grandes poetas como Carlos Martínez Rivas, y Ernesto Mejía Sánchez, a quienes tanto calcaría Álvaro Mutis. Su poesía, la de Cardenal, representó, desde sus inicios, una reacción contra las tradiciones literarias nicaragüenses. Aun cuando escribiera poemas amorosos o luchara contra la dictadura de Somoza, quería siempre una poesía lúcida y objetiva, que pudiera  y que debía caracterizarse por su interés en la  realidad de la vida cotidiana de Centro América.

Cardenal hizo la primaria en un colegio de los Hermanos Cristianos de León y luego ingresó al Colegio Centroamericano de Granada. Estudió humanidades en la Universidad de México (1944-1948), donde recibió título de Maestro con la tesis Ansias y lengua de la nueva poesía nicaragüense. En 1947 fue a New York donde estudió poesía inglesa y norteamericana en Columbia University (1948-1949), con Lionel Trilling y Karl Van Doren. Luego vivió por dos años en Europa. Regresó a Nicaragua en 1952 participando, desde entonces, en política.

Muchos de sus amigos murieron durante la Conspiración de Abril de 1954, un fallido intento para derrocar a Anastasio Somoza. El dictador sería asesinado en 1956. Durante estos años Cardenal atravesó por una profunda crisis emocional y espiritual que le llevó a ingresar, en 1957, al monasterio Trapense de Nuestra Señora de Gethsemaní en Kentucky, donde se hizo novicio bajo la dirección de Thomas Merton. Luego de dos años allí, los rigores del régimen monacal debilitaron su salud, continuando sus estudios en el monasterio benedictino de Santa María de la Resurrección en Cuernavaca y luego (1961-1965) en el Seminario de Cristo Sacerdote de La Ceja en Colombia. En 1965 se recibió de sacerdote en Nicaragua. Al año siguiente fundó en una remota isla del archipiélago de Solentiname una pequeña comunidad religiosa que luego sería destruida por las fuerzas del último de los Somozas. La comunidad pretendía seguir los lineamientos paulinos de una vida cristiana primitiva. No había reglas específicas que seguir, pero estaba organizada a la manera de una comuna o colonia donde religiosos, artistas, artesanos e intelectuales trabajaban unos al lado de otros. Cardenal fue nombrado ministro de educación con el triunfo de los Sandinistas, cargo que desempeñó por varios años. Hoy en un acérrimo enemigo de los hermanos Ortega.

Durante su permanencia en la Universidad de Columbia entró en contacto con la poesía y las teorías de Ezra Pound, un descubrimiento decisivo para el desarrollo de su obra. Cardenal comparte con Pound y algunos otros poetas norteamericanos [Eliot, William Carlos Williams] la convicción que hay poesía en cada aspecto de la experiencia humana, desde la economía y la política hasta la historia y la filosofía, y que las estructuras del poema pueden asimilarse, como lenguaje coloquial, a formulaciones estadísticas, artículos de periódico, fragmentos de cartas, crónicas históricas, sátiras, parodias, anécdotas, y cualesquiera clase de otros elementos tradicionalmente considerados extraños al poema. El mismo ha incorporado a su poesía el método ideográfico de Pound, derivado de la creencia de que los conceptos generales pueden ser mejor expresados a través de la agrupación de conjuntos de individuos. Como en los ideogramas chinos, donde para significar rojo se combinan caracteres que signifiquen rosa, cereza, o flamenco, Cardenal usa dos o más imágenes específicas (sacerdote-Mercedes Benz) para sugerir la corrupción de la clerecía. Un lenguaje poético ausente de hermetismos, con predominio de la función referencial.

Estas consignas poundianas son evidentes en Epigramas (1961), una colección redactada en los primeros años cincuenta, que circularon clandestinamente entonces. El libro se compone de treinta y cuatro traducciones de Catulo y treinta y nueve de Marcial, junto a cuarenta y nueve textos originales, desde poemas amorosos hasta ardientes sátiras políticas.

Hora O (1960), considerado uno de sus mejores poemas revolucionarios, fue concluido antes de su conversión religiosa. Trata de los padecimientos de Nicaragua como república bananera y sus inacabables dictaduras, escrito bajo los dictados de las consignas poundianas, haciendo cortes frecuentes entre pasajes y con un uso deliberado de prosaísmos para contrastar tanto las líricas evocaciones de la naturaleza, como el tratamiento épico de eventos históricos. Vívidos recuerdos de la propia participación del poeta en la revolución surgen en el texto.

Como novicio trapense en Gethsemani, a Cardenal le fue prohibido escribir sobre las cosas de este mundo, un acto de auto-renunciación que aceptó con agrado, como su maestro Menton había hecho antes. Llevó, sin embargo, un diario espiritual que luego llamaría Vida en el amor, que concluiría en Cuernavaca, pero no sería publicado hasta 1970, con un prólogo de Menton. El libro, que tuvo una enorme importancia e influencia entre los católicos progresistas del continente, es, en su doctrina, una reminiscencia del neoplatonismo agustiniano, pero está espiritualmente ligado a las visiones franciscanas del mundo, al sostener que es por el amor que el mundo existe.

Las rápidas anotaciones que hizo en Gethsemani, fueron ampliadas para dar cuerpo a los poemas de Gethsemani Ky (1960). Luego de su conversión, los temas de su poesía variaran poco. Cardenal seguirá repudiando un mundo regido por la violencia institucionalizada y por el concepto de propiedad privada, a los cuales apenas agregaría el místico amor de Dios. Su visión del mundo se hará más y más apocalíptica. Los poemas religiosos de este libro recuerdan sus primeros trabajos en la simplicidad de su imaginería y el énfasis en los detalles externos, en contraste con las abstracciones y las íntimas percepciones de muchos de sus versos religiosos. Los poemas de Salmos (1969), especie de Sermones de la Montaña, denuncian el despotismo y los sistemas opresivos creados por el capitalismo a través de sus instituciones y organizaciones secretas, sistemas de tortura y medios de exterminio. En uno de ellos dice:

Líbrame Señor
de la SS de la NKDV de la FBI de GN
Líbrame de sus consejos de guerra
de la rabia de sus jueces y sus guardias

La misma crítica directa a la avaricia y degradación de los valores se encuentra en Oración por Marilyn Monroe y otros poemas (1965), una elegía de sobrecogedor pathos y compasión. El suicidio de la actriz es visto como símbolo del vacío espiritual y de la culpa colectiva del hombre moderno. El estrecho dudoso (1966), es un largo poema épico que describe la evolución social y política de Centro América, desde la conquista española hasta los inicios del siglo XVII, con comentarios amargos sobre el presente. Homenaje a los indios americanos (1969), ofrece poemas que celebran la simplicidad y el sentido comunitario que hay en el pasado indígena, criticando el capitalismo contemporáneo. El volumen incluye poemas con intrincada estructura sobre temas mayas, incas y de los indios norteamericanos.

Entre las obras más notables de Cardenal figura Coplas a la muerte de Menton (1969), una elegía al poeta norteamericano, y Oráculo sobre Managua (1973), que pretende reconciliar la imagen benevolente de Dios con el horror de la devastación que dejó el terremoto de Managua, ese año, en plena navidad. En Cuba (1972), es un recuento en prosa de los tres meses que vivió en la isla en 1970. Su punto de vista sobre el gobierno de Castro es de simpatía, una visión ingenua del desarrollo de la revolución.

Cardenal ha dicho que su misión como hombre y como poeta es la de un revolucionario de Dios, que interpreta las enseñanzas de Cristo como esencialmente políticas y sociales. Cristo y Gandhi son los modelos en su lucha no-violenta contra el mal y las injusticias. Cardenal cree, todavía, que la Iglesia Católica de Roma tiene un importante papel que jugar contra la inequidad social y las injusticias políticas en América Latina.

“Cardenal – ha dicho Eduardo Escobar- merece un lugar entre los grandes poetas en castellano. Es injusto pedirles a los grandes poetas obras maestras todos los días. Los poemas débiles forman parte del tránsito a los hallazgos. Y son muestras de la fidelidad a la vocación en todo caso. El estrecho dudoso y los salmos y las armazones minimalistas de La Trapa, donde los tractores tienen tanto derecho como los grillos a figurar en el poema, hacen a Cardenal digno de respeto, admiración y atención.”


PÁGINA 24 – CUENTO

MIGUEL ÁNGEL GAVILÁN
(Santa Fe-Santa Fe-Argentina)

PUENTE

Ella incendió la casa. Fue por eso que comenzaron a dolerle tanto los atardeceres o las horas entre sueño y sueño sin encontrar consuelo.
Dijeron que fue tras la muerte de la niña que ella se desquició del todo, cayendo en largos silencios o rompiéndolos llamando a la muerta por su nombre o por otros que se le ocurrían  en el desconsuelo. Que pichón, que rubita, que corazoncito, una cadena de llamados para, en definitiva,  no llamar a nadie.
-Si parece ayer, ayer que vino a la casa cerca del puente- afirmaba Juárez, el dueño de la proveeduría.
Sí, esa casona vieja, con puertas y ventanas desportilladas, donde hacían refugio los pordioseros o las parejitas sin dinero, mientras estuvo vacía. Después se supo que su padre se la había dejado con un gran silencio repartido por los cuartos.

Llegó con esa niña ciega de la mano. Unas trenzas largas hasta la cintura anudadas con cintas y ese andar titubeante por la grava. Ni bien entraron, la mujer, vestido de organdí muy ajustado y sombrero de paja, murmuró con seguridad:
-Acá no vamos a ser felices.
-La niña… ¿es así de nacimiento?- preguntó el taxista que la llevó desde la estación, como para desviar todo mal presagio.
-Si- respondió la mujer sin mirarlo-Ella tiene los ojos de Dios. No ve cosas de la tierra sino lo otro, lo que no les interesa saber a los mortales.
Pero era rara. Ciega, sí, pero también lenta, ausente. Se las veía en el jardín, la madre lavando verduras y la chica jugando extrañamente con palos, con botellas rotas como si fueran hermosos juguetes nuevos.
-Ahora no tiene sentido esa casa. Nunca fuimos felices ahí.- dijo en la proveeduría poco antes de quemarla. Los ojos eran dos huecos de lágrimas escurridas y finales.
Los puesteros se acordaron de cierto tiempo en que la mujer creyó que la dicha estaba otra vez de su parte. Fue una buena época porque ella trataba  de juntarse más con la gente de pueblo. Iban a misa, pero la ciega se quedaba en la entrada mientras ella pedía por las dos.
-Porque seamos felices Dios. Porque la soledad se termine. Porque la niña vea no como ellos, sino como vos Dios que lo sabés todo…que todo lo sabés…
No eran estas exactamente sus palabras, pero algo así musitaba entre dientes, de rodillas en la iglesia.
-Se le habían achanchado las piernas-advertía Elsa acomodando botellas en la estantería o espantando las moscas del mostrador con un sacudón de repasadores.
El tiempo la venía castigando. Le colgaba la carne ya, no como cuando llegó y tenía una figura que más de uno miraba. Ese color tierra que exudaba la vejez como un suero pegajoso, le forraba el cuerpo.
La niña vaticinó el incendio de la maderera. Si se paró una tarde encima de unos cajones, sorprendida o loca o sin esperanzas, y dijo:
-Se queman árboles.
Tiesa y desnuda, la mujer la cubría con una manta pero no podía moverla, como una aguja en la tierra, plantada en el milagro. Y al rato vieron pasar el camión de bomberos y la gente gritando que el fuego se comía la fábrica, que había empleados adentro, que Dios era maldito y se olvidaba de ese pueblo y de todo.
Pagó con tres billetes arrugados la última provista, se disculpó por no haber ido antes y se perdió en el camino que parecía una garganta de polvo y desencuentro.
-Estaba loca- afirmó Elsa equivocándose porque la locura no tiene Dios ni milagros y esa mujer estaba convencida, lo estuvo, que la niña le hacía el bien a los otros.
El problema fue que la chica creció y ya no era una niña sino una cosa deseable y ciega que vestía de organdí ceñido a la cintura como su madre. Ya resultaban ridículas las llamadas, mi corazoncito, mi bomboncito, mi cielo, y más aún cuando sus milagros y sus predicciones confundieron a la población que decidió hacer novenas y peregrinajes para que les curara los males.
-¡Qué predice el futuro, te digo! -repetían las que la visitaban.-Y eso que nunca vio, salvo formas desde sus ojos muertos. ¡Qué Dios la salve y a nosotros por tenerla! ¡Gracias Señor! ¡Gracias por los milagros!
La casa se llenó de dramas saldados, de penas reconfortadas ni bien las manos de la ciega tocaban la cabeza de algún desahuciado o bendecían el lugar muerto de un paralítico. Echaba los ojos hacia atrás, los brazos en cruz empuñando el rosario en una mano, y a través de su cuerpo bajaba del cielo la cura y la paz tan reclamada. La sala vistió sanidad. El olor de sahumerios y velones imprimía al recito una halo de higiene venturosa, de pulcritud celeste.
-Fue el policía el que ocasionó el percance.-Dijo Elsa con esa voz lenta que ponía cuando decía verdades que de tan disparatadas se convertían en mentiras creíbles.
-Qué sabrás vos de percances.-reprochó Juárez.-Fue por el asalto a Recabarren que el policía les llegó herido, pidiendo auxilio.
-Por eso.-continuó la puestera.-les trajo la desgracia.
El tipo se arrastraba. La mujer, al sentir ruidos en el zaguán, fue a mirar y ahí estaba con un borbotón de sangre en el hombro. Ella misma lo entró, le hizo unas curaciones de emergencia y llamó a la ciega que cayó de rodillas hablando en lenguas, prometiendo curarlo.
Fue el amor entre la mujer grande y el herido lo que aconteció primero. Un deseo que se les entreveraba a los dos por los ojos. Los que iban a reclamar salud en aquelarres frecuentes se sorprendían de ver al policía en la casa, vendado el brazo, el torso desnudo, besándose con la madre de la santa en el comedor mientras la ciega exorcizaba los demonios de los cuerpos fatales.
-Pero la niña no era niña-aclaró Elsa, acordándose de que esa vez que le robaron a Recabarren, doce vacas, tres caballos, el policía parecía un chico al que una barba insulsa apenas si le oscurecía la cara. Él solo,  con ese valor obligado que dan los uniformes, enfrentó a los cuatreros.
-Vos te vas a salvar porque Dios así lo quiere-decía la ciega mientras la madre lo vendaba.
No pasó mucho tiempo en que el policía se cansó de la vieja y aspiró a la joven. Un día se sacó las vendas y se fue al comedor donde las mujeres hablaban en voz baja. Sin decir palabra usó a la madre sobre la mesa. Después, mientras la vieja se arreglaba la ropa, toqueteó a la ciega.
La madre dijo algo breve, exacto, casi cómico ante esa situación definitiva, que no, que a ella no, y la negó con la mano. El hombre entonces, creyéndose dueño, tomando una confianza desconocida, empujó a la mujer de un golpe, como a un pasado. Ahí, entre cristos y pabilos chamuscados abusó de la niña, como no había hecho con la madre, simulando amor, creyendo que ponerle eso entre las piernas a la santa era darle y darse una felicidad perdurable.
La madre eligió como mejor consejero al silencio. Al ver ese enchastre, esa atrocidad llena de estertores y luego a su hija como en trance, las piernas abiertas, el vestido rajado como un papel, comenzó a reírse y a gritar con toda la impotencia de su derrota. Lo curioso, lo imborrable, es que en ese momento, el mejor para hacerlo, la mujer no lo mató, siguió riéndose y lo dejó solazarse en el cuerpo de su hija, mientras esta repetía con los ojos en blanco:
-Quítate Satán, quítate de este hombre, quítate, Satán.
A la mañana siguiente, el policía no estaba. Lo buscaron por el pueblo, la ciega y la madre, quizás para tenerlo más, para hacerlo parte de ellas, pero nada.
-La extrañaba. No tenía consuelo-repitió Elsa rascándose un pie con el otro.
-Por lo menos dejó de llamarla a gritos. Mejor que se haya ido.-Agregó Juárez.
La ciega se tiró del puente al arroyo podrido que circundaba el pueblo. Dijeron que fue temprano, y que la madre la despidió desde la puerta. Meses después, ella le puso fuego a la casa. Las ruinas que dejó la quemazón le sirvieron de refugio, como la iglesia alguna vez o  como el deseo, por el tiempo en que se negaba a irse, en el que quería seguir recordando. Dormía arropada en mantas raídas, con una foto de la muerta y una vela apagada.
El día en que decidió quemar la casa algunos vecinos alcanzaron a oír entre las llamas, lamentos y gritos de hombre que subían desde la tierra, como un mensaje divino.


PÁGINA 25 – POESÍA AMERICANA

GLADIS COLLADO MEDINA
(Arequipa-Perú)

A CAMPO ABIERTO

A campo abierto, sorprendida y abiertamente seducida
reposo en tu piel, en aspa, molino al viento que captura  sueños y fantasías
curiosamente al margen de los deseos, te busco y te encuentro
peregrina  y errátil  perfectamente asediada por tu mirada, 
ajena a ventiscas frías

He preferido capturarte
Y en el  amplio doblez de tu  biela quedar sin gemido
Tú, pértiga incandescente creado tan solo para ser en mí
 perderte en mí, perderte entre  las sombras de mi propia historia
yo, fruta madura, mordida, deseada,
anegada en la bruma de tus ansias sibaritas

En este momento aquí, en treinta acres de desierto al mediodía,
rastreamos aromas sofocadas al rojo vivo de tus ansias y las mías,
 me amas, me tomas y me declaras tuya al filo del aliento
agotado de amor
y deshecha a los cuatro vientos cabellera ígnea
envolvente en la humedad que en mi todavía reclama tu sentir 
en rítmicos quejidos, permanezco abandonada,
fatigada y cálida suspendida en mi delirio   
De: Historia en cuarenta líneas infinitas (2007)

ESQUIRLAS

Concuerda la esperanza con el aire tibio y matutino, muy temprano, al medio día como al amanecer, concuerdan también los aires urbanos lejos de los cortesanos, muy temprano.
Vive la esperanza dentro del ciego del que ve la luz dentro de sí y la proyecta a los demás, vive así al medio día al compás de las melodías de vaivenes misericordiosos al margen de una vida violentada
Al margen del  ruido cotidiano y de la grosera  bendición de fatuas adulaciones.

Temprano muy de madrugada el frío lacera las mejillas de aquel que trabaja en espera desesperada del luminoso día que acalore sus articulaciones y su vida, esa luz minea y denegada por los tiempos, en estos tiempos en que la macroeconomía empequeñece los festines domingueros de otrora cincuenta años.

Cuánto frío
cuánto frío.

 Hoy, seres humanos, topos del mediodía empequeñecidos hurgamos las entrañas citadinas para encontrar el germen de soluciones globalizados.

Esos suaves ecos del mundo que se agitan en la melodía del celular, ecos que convergen con una cena desnutrida y la espera matutina de los que se desesperan cada día en el claro amanecer.

Hoy me levanto como muchos o como todos esperando las buenas venturanzas del nuevo día y la espera del atardecer, en un hogar en la rivera de las esperas que a veces ruedan mutiladas al compás de muchas perspectivas corroídas, así en una interminable retahíla.

Este pequeño mundo que se agranda ante una macroeconomía occidental con aquellos centavos que de tanto encogerse se agrandan y no entran en ningún bolsillo; total, aquel que tiene los bolsillos rotos acaso puede extrañarlos, innumerable espera de un sol que a veces no calienta como son los soles del Perú.

Este pequeño mundo en el cual habito carcome los bolsillos de aquel que acarrea las talegas bursátiles naufragadas.
 
Aquel caminante anegado de angustias financieras en el cual mi tarjeta de crédito al borde del colapso ha sufrido un patatús.
De: Poemas al amanecer (2010)


PÁGINA 26 – ENSAYO

CARLOS ALBERTO VILLEGAS URIBE
(Calarcá-Quindío-Colombia)

BORGES NEGRO: DETECTIVES, TRAMAS Y LABERINTOS

Como si fuera a iluminar con sus visiones tres siglos de literatura, y tal vez más, Borges abrió los ojos al mundo en 1899. Fue pronto un niño excepcional. En Borges, Biografía Total, Marcos Ricardo Barnatán cuenta cómo a los cinco años el escritor de laberintos había leído a Cervantes y más increíble aún, lo había leído en inglés. Estas circunstancias, además de su literatura y los bulos creados en torno a su personalidad, o tal vez porque su propio trabajo invite a ello, lo convertirán a futuro en un personaje legendario de bordes imprecisos.

Sus cuentos fantásticos navegan infatigables mundos paralelos y planos de realidad donde su extenso conocimiento de la filosofía favorece el abordaje alelado de muy diversos temas: la eternidad, el arquetipo, la sombra, los espejos, los laberintos, el eterno retorno, los tiempos circulares. Abordajes aún fantásticos sobre las diversas formas en que el mundo puede ser conocido. Su trabajo literario –poesía, ensayo, narrativa– es una metáfora permanente sobre la realidad y la capacidad de la literatura para representarla. El universo simbólico como constructor de diversos planos de realidad (la literatura entre otras posibilidades estéticas) o como lo afirmara Schopenhauer: el mundo como voluntad de representación.

El personaje fantástico que es y será Borges, cree en la inmortalidad, pero no en la inmortalidad del eterno retorno en la que creía Niestzche, ni una inmortalidad personal, sino una inmortalidad como sentido cósmico (Selected no Fictions, 491). Como lo afirma el escritor italiano Antonio Tabucchi: “el rechazo de la identidad personal por parte de Borges (ser Nadie) no es solo una irónica postura existencial sino justamente el motivo central de su narrativa, el núcleo a partir del cual parecen autogenerarse todos los grandes motivos que la caracterizan: el tiempo circular (por ejemplo, el cuento El Aleph), la indefectibilidad de la memoria (Funes el memorioso), el laberinto (El inmortal), el espejo (La secta del Fénix), el mundo como libro (La biblioteca de Babel), la imposibilidad de la delimitación entre el bien y el mal (Tres versiones de Judas, Tema del traidor y del héroe) y todas las demás metáforas de lo real que él inventó para ilustrar su representación del mundo”.

En el mismo artículo Tabuqui relata un rumor literario de carácter borgesiano: Borges no existió. “Hace un tiempo, una revista francesa publicó una insólita noticia: que Jorge Luis Borges no existía. Su figura, divulgada con ese nombre, habría sido solo el invento de un grupito de intelectuales argentinos (entre ellos, naturalmente Bioy Casares) que simplemente habían publicado una obra colectiva detrás de la creación de un personaje ficticio. Y que la persona conocida como Borges, aquel viejo ciego con bastón y sonrisa árida, era un actor italiano de tercer orden (la revista mencionaba incluso el nombre, pero no lo recuerdo) contratado años antes para hacer una broma, y que había quedado cautivo dentro del personaje resignándose finalmente a ser Borges `de verdad´. La noticia era tan borgesiana que de por sí resultaba divertida; pese a que enseguida pensé que detrás de esa travesura no podía estar otro que el mismo Borges”.

Es posible que a futuro, los investigadores literarios, esos detectives de los textos, agoten la literatura borgesiana tratando de dilucidar al mejor estilo de un Poirot, un Dupín o un Holmes, la real y cuestionable existencia de este personaje literario, como hoy se cuestiona la existencia de Sócrates o de William Shakeaspeare.

Al otro, a Borges, es a quien le ocurren las cosas. Yo camino por Buenos Aires y me demoro, acaso ya mecánicamente, para mirar el arco de un zaguán y la puerta cancel; de Borges tengo noticias por el correo y veo su nombre en una terna de profesores o en un diccionario biográfico” (Borges y Yo). Si el argumento existe, el cuento ya está hecho.

Pero independiente de la suerte de esos rastreadores de improbables pasados y realidades y sus fantásticas especulaciones en torno a la existencia real de los escritores, queremos abordar al estudioso de la estructura narrativa que fuera Borges. El argentino –si tal existió– no fue un filósofo en el sentido académico del término, pero ayudó a transformar el pensamiento de Occidente –recordemos el aporte de su literatura a la creación de Las palabras y las cosas de Michel Foucault–. Y aunque no puede ser canónicamente incluido entre los autores de narratología, tiene meritos necesarios para ser considerado entre ellos. Lector de los clásicos (Aristóteles, Horacio, Virgilio, Dante y más cerca Henry James, Poe y Kafka, entre otros) Borges inicia en los años treinta del siglo 20 una reflexión sobre la estructura de la novela, cuando los grandes teóricos de la narratología apenas empezaban a delinear esta disciplina.

En aquel momento, Borges señalaba (como Propp) la necesidad de construir un lenguaje para abordar con seriedad el estudio de la estructura narrativa de la novela con acotaciones terminológicas claras y acercamientos pertinentes.

The techniques of the novel have not, I believe, been analyzed exhaustively. A historical reason for this continued neglect may be the greater antiquity of other genres, but a more fundamental reason is that the novel’s many complexities are not easily disentangled from the techniques of plot. Analysis of a short story or an elegy is served by a specialized vocabulary and facilitated by the pertinent quotation of brief passages; the study of the novel, however, lacks such established terms, and the critic is hard put to find examples that immediately illustrate his arguments. (Selected…75)

Borges fue, y hay prueba de ello, un investigador del asunto narrativo y constructor de tramas literarias. “Un hombre es a la larga sus circunstancias” asegura en La escritura del dios apoyado sin lugar a dudas en La poética de Aristóteles. En esta obra, el filósofo griego subraya la peripecia como elemento fundamental de la narrativa.

En el artículo: Narrative Art and Magic, Borges explica cómo hace el lector para asumir la dificultad de lo mágico o de los personajes fantásticos en las narraciones de corte realista. Y concluye: La fábula –entendida desde la poética aristotélica– requiere sobre todo, una fuerte apariencia de realidad que ayude a suspender la voluntad de dudar. Y sugiere que el mayor problema de la novela es la causalidad.

The fable required, above all, a strong appearance of factual truth, in order to achieve that willing suspension of disbelief which, for Coleridge, is the essence of poetic faith. (75)

Toda trama –o plot en el argot narratológico–, bien lo sabe Borges, obedece a una mentalidad detectivesca del escritor, pero sobre todo del lector que quiere satisfacer su necesidad de conocimiento, su deseo de encontrar una salida en el laberinto de la palabra que justifique su existencia. Se podría afirmar con Borges que una trama –Plot– es a la larga sus circunstancias.

La pasión de Borges privilegia lo irreal, lo mágico y lo fantástico en su literatura y en sus reflexiones. En Selected Non Fictions, Borges aborda, entre sus múltiples preocupaciones literarias, la estructura narrativa de las historias detectivescas.

A partir del trabajo de Chesterton, Borges estudia la trama en las historias de detectives. Y en esta comprensión regresa al concepto aristotélico de historia (fable) como las peripecias y sucesos consistentes que constituyen la trama (plot).

Desde el trabajo de Chesterton, a quien le reconoce su capacidad para elevar el asesinato a la condición de Bellas Artes, Borges regresa a los inicios del género de detectives, señalando el cuento de Edgar Allan Poe: The Mystery of Marie Rouget. Y con él la aparición del primer detective del género: Charles Gustave Dupin y sucesores de la talla de Nick Carter, Sherlock Holmes (inicialmente Sherrinford) y por supuesto el Padre Brown (The Scandal of Father Brown, by Chesterton) No sin antes reseñar el carácter compulsivo del periodista John Coryell, quien diera vida a Nick Carter, celebrar el virtuosismo De Quincey y su teoría del asesinato moderado y rescatar para la memoria a una escritora contemporánea, la Baronesa Orczy.

Para Borges (1935) la estructura narrativa de la novela de detectives obedece a un  código de leyes estrictas.

a-Un limitado número de personajes
b-La declaración de todos los términos del problema
c-Una avariciosa economía de pensamientos
d-La prioridad de el cómo sobre el quién
e-La reticencia a las muertes gratuitas
f-Una solución que es a la vez necesaria y maravillosa.

En el curso de su vida Borges transforma la mirada, la admiración por el creador del género detectivesco cambia. Si bien continúa pensando en Poe como el pionero de las historias de detectives y como un aceptable escritor del género, discute un inusual punto de vista. Hablar de la historia de detectives es hablar de Edgar Allan Poe, pero a reglón seguido se pregunta, si  realmente Poe inventó el género.

En este momento (1978), Borges afirma que el género como un evento estético requiere la conjunción del lector y el texto. Y entonces asume y promulga un nuevo tópico de la narratología: el género existe porque el lector existe. Los libros solo existen cuando los lectores abren los libros. Es absurdo, afirma, suponer que un libro es mucho más que un libro (492) y subraya que el fenómeno estético existe cuando puede ser similar al momento en que el libro fue creado. La relación entre el escritor y el lector es dialógica. En consecuencia Edgar Allan Poe no inventó un género, inventó una especie de lector. Las novelas de detectives han creado un tipo especial de lectores. Si Poe creó la historia de detectives, consecuentemente, creó el lector de la ficción detectivesca. Y esto no puede ser olvidado al momento de valorar el trabajo de Poe, dice Borges.

A través de un detallado análisis estructural, Borges concluye que Poe inaugura el misterio del cuarto cerrado –paradigma de la novela detectivesca– con The Crime of the Rue Morgue. Y con ella la estructura narratológica de la ficción detectivesca. En esta historia sucede un terrible crimen (comienzo) con una situación sospechosa (medio) y con una solución inesperada y maravillosa (fin). De nuevo la propuesta fundamental de los teóricos aristotélicos. Pero Borges, como algunos otros teóricos de la narratología, incluye al lector como elemento fundamental de la trama.

No se puede hablar de un Borges negro, o cultor del género policial, sin referirse a Isidro Parodi, esa creación de Bustos Domeq (seudónimo de Borges y Casares) quien resuelve crímenes desde la cárcel. Cómo tampoco si no se cita La muerte y la brújula, cuento detectivesco del cual el propio Borges señala: “He intentado el género policial alguna vez, no estoy demasiado orgulloso de lo que he hecho. Lo he llevado a un terreno simbólico que no sé si cuadra”.  La muerte y la brújula amerita un nuevo regreso desde la perspectiva teórica de Ruben Varona –escritor colombiano especializado en novela negra, finalista del Premio Iberoamericano de Novela 2012– quien en el XVII Congreso de Literatura
Mexicana Contemporánea aportó una herramienta de pensamiento que debe ser discutida y validada entre los estudiosos de la literatura negra: Crímenes con denominación de origen. Pero esa es otra historia y, como en la novela de Ende, deberá ser contada en otra oportunidad. Por el momento dejamos las palabras del propio Borges:

“Yo diría, para defender la novela policial, que no necesita defensa; leída con cierto desdén ahora, está salvando el orden en una época de desorden. Esto es una prueba que debemos agradecerle y es meritorio”.


PÁGINA 27 – CUENTOS BREVES

IRMA VEROLÍN
(Ciudad Autónoma de Buenos Aires-Argentina)

TEXTOS CON ABUELAS

LA ABUELA TZIRL, ESPOSA DE SALOMÓN

La abuela Tzirl cruza el patio que parece un tablero de ajedrez llevando unos papelitos violetas. El patio es fresco gracias a la parra y la abuela es silenciosa y los papelitos son de un incuestionable color violeta. Antes la abuela Tzirl le ha quitado esos papelitos a las manzanas y ahora, ya en el baño del fondo, los atrapa alrededor de un alambre dudosamente circular, entonces algunos papelitos violetas emiten ciertos ruidos. La abuela Tzirl vuelve a cruzar el patio que, en efecto, podría ser un tablero de ajedrez, mientras percibe cierto olor a manzanas en sus dedos y recuerda que hace más de veinte años estuvo en Auschwitz. Sí, estuvo en Auschwitz, lo recuerda y se lame los dedos.


HAY QUE PASAR LOS  INVIERNOS

Cuando murió mamá, mi abuela decidió que era tiempo de ahorros. Recuerdo el osobuco flotando en la sopa de letras, los zapatos abotinados dos números más grande, los aros de perlas que fuimos a vender una mañana al Trust y un tapado azul que durante cinco inviernos hizo reír a mis amigas del barrio.


PERIPECIA CON UNA PALANGANA

Una vez tuve sabañones y la abuela dijo qué desastre y enseguida vino con una palangana llena de un líquido amarillo. Con sus manos dentro de aquella palangana pasé la tarde. A verdad verdadera es que me dio risa porque se me antojó que esa tarde mis manos tuvieron hepatitis. La abuela no sabía nada de medicinas, era sólo una viejita con buena voluntad; así es que tuve sabañones todo el invierno. Pero qué importa, un invierno no es demasiado tiempo en la vida de nadie.


PÁGINA 28 – POESÍA AMERICANA

RUTH ANA LÓPEZ CALDERÓN
(Sucre-Chuquisaca-Bolivia)

MIGAJAS

Adentrado en los extramuros
alejado de los intocables y sus festines,
escarba los desperdicios, busca migajas,
unas migajas para mitigar el hambre.

Y sus sueños...
¿dónde están?

Tal vez en las astillas
del pupitre que endulzó su infancia, en las escasas hojas de un cuaderno,
y el pedazo de lápiz sin goma de borrar.

El aire lo envuelve en desprecio y abandono
y la soledad desquicia sus harapos:

No hay futuro en sus noches sobre el pavimento sucio.


LA PLUMA

La pluma negra en la mano aletea desesperada,
su silueta distante captura el viento inclemente:
Usurpa sueños tardíos y temores que habitan el horizonte

donde noches ensimismadas escudriñan el fondo de lo oscuro,
lento mastican la zozobra de impuros gemidos,
de piel profana como sepulcro y ecos
vagan como fantasmas y relámpagos
alumbrando tempestades nocturnas.

¡No!, no hay nada tangible en la alborada de este paisaje
de llanto,
sus crispadas alas amortajan la esperanza y en la sombra
huyen.

La pluma negra en la mano lamenta como estaca
y como carne fragmenta y desdibuja el mapa clandestino.
Y el alarido, ¡sí!, el alarido de su vuelo.

El oscuro laberinto dibujado.

¡Oh!, esperado e inesperado retorno.

El cuervo reposa sus garras sobre mi mano.


PÁGINA 29 – ENSAYO

ALEJANDRA DIAZ
(San Miguel de Tucumán-Tucumán-Argentina)

EL DESEO

Ella acaricia lomos de vidas-libros con sutiles dedos de durazno / pasillos tomos y tomas de tantas ajenas mentes cercanas. Los códices mayas inmortalizando en colores sobre la superficie vegetal endurecida la primera cópula que originara el instante del hombre / las Mil y Una Noches ,el Cantar de los Cantares Dante y Beatrice divina la comedia de la antesala de un Decamerón en medio de una peste que ni ella podría azotar el placer / acariciantes sensuales nombres escapados entre los pasillos fantasmales de la biblioteca corazona / la asaltan los suavísimos acordes de Sidharta o Lady Chaterly desmayada entre los rudos brazos de aquel hombre fabulosamente pueblo para ella tan té de taza china /la salvaje tropilla conduciendo el carruaje de Mme Bouvary / salta la historia salta como un tizón encendido apretando entre dos brazas esa herida de todos / no he sido felíz confiesa su pecado Borges y brotan de una galera sus amadas enamoradas desnudas mujeres camina camina la mano acariciando lomos de libros que brillan de sudor y laten -en las noches de luna cobran vida
Secretas palabras conjurando el deseo del padre Ladislao Gutiérrez, “padre muero de deseo “ –dice Camila O Gorman bajo el yugo de Rosas / Cien años de Soledad y el mismo Aureliano Buendía en Macondo Ursula espera.
Inconfesables confesas historias del Nombre de la Rosa hacen Eco en los pasillos de “amor locura y muerte” disparadas al ojo-oído al sexo al corazón de hombre pretendiente de dios que pende de un hilo
Realidad / de aquel lado la biblioteca corazona / realidad pasillos de adolescencia silenciosa en que se hacía el intento infructuoso de sostener-encarcelar la jauría del deseo que mordía los talones a cada fuga de siesta pocas opciones de entonces / cuerpecito sumergiéndose desnudo en al rio sin estar convencida María de escapar al deseo feroz del Pombero .
Abuelas o tías abuelos o tíos en abrazos mullidos o cuentos de cuna para ahogar los precoces latidos / lo prohibido el beso era la palabra NO sobre las mieles urgentes senitos turgentes de infancia marchándose tras un beso robado cerrando los ojos mirándolo todo hasta devorar/desbordar el respeto a las normas de civilidad blancas ataduras/ dorados reflejos en círculo que envuelven la caída de un ramito de novia sin dueño
Tibieza descontracturada desacostumbrada de manos deslizándose descalzas sobre la piel territorio del deseo / desafuero /desbocado a bocados saboreado en beso de labios que besan palabras y palabras que besan labios para callarlos callarlos callarlos diciendo alegría alegría alegría hasta volverse ave o pez.
Ahora ahora es ella / ella lo ve venir despacio por aquellas callejas urgentes de casitas blancas del cielo de Grecia / o el cerro de los siete colores Punmamarca se descuelga Rapuznel-Julieta –Pandora-Penélope Alejandra Vidal Olmos –Alejandra Pìzarnik sin la cicuta apurada o Dafne que desarraiga las eternas raíces vueltas pies que corren como un animal encerrado
Locas mujeres locas corren y corren del miedo urgentemente urgentes /enormes /lentamente apuradas dementes inclementes irrespetuosas bellas loca humanidad entera bella
Moderato
Arpegio
Largo
Nunca réquiem
No réquiem no

Palmo a palmo
La gota de sudor que estalla en el pecho
La lágrima salada que se instala en la voz
Temblorosos espasmos dulces danzas sabia de la piel del mundo
Innombrables / multiplicadas trocitos de espejos rotos
Hacia ninguna cifra
Estallan estallan estallan estallan
Y el mundo se queda mudo
Desaparece por un instante
Muere…para vivir.


PÁGINA 30 – CUENTO

JOSÉ LUIS PAGÉS
(Santa Fe-Santa Fe-Argentina)

UNA MÁSCARA OSCURA

   Una dentadura afilada se clavó en el dedo gordo de mi pie derecho. En medio de la noche oscura me encegueció una centella y mi grito fue ahogado por el trueno.

  Grité, dije, cuando desde la calle llovían alaridos que sonaban como una catarata de vidrios rotos. Me asomé al balcón y pude ver que bajo el farol de la esquina un sacerdote apuñalaba a una muchacha que vestía una solera floreada y calzaba zapatos amarillos.

  Y grité otra vez, tanto que el sujeto de la sotana se volvió hacia mí. Era un animal barbudo que sin quitarme los ojos de encima decapitó a esa chica aún cuando ella se debatía  desesperadamente entre sus brazos.

  Después, ese animal tomó la cabeza y sin piedad alguna corrió hacia el río y la arrojó a la  corriente. Más adelante, en el paseo costanero, dos enamorados escucharon embelesados la canción de aquella cabeza que flotaba en medio de un remanso. Ellos, abrazados, se hacían arrumacos sentados en un banco, junto al malecón.

  Ya no podía hacer nada en la calle así que volví a mi cuarto pero, ¡Sorpresa!, aquel animal ensangrentado se había tendido sobre mi cama rendido de cansancio tras la cruenta faena. Pedí auxilio pero apenas con un hilo de voz. A un lado de la cama había caído el cuchillo que sangraba, todavía.

  Un delgado hilo rojo descendía por la escalera y unía mi cuarto con la vereda donde seguramente yacía el cuerpo de la muchacha muerta. Así que ocurrió lo que tenía que ocurrir, una mujer bajó del quinto piso y me trató de asesino.

  Invocó a la Protectora de Animales y fue al rescate de ese bicho que estremecido por el llanto buscó refugio entre sus brazos. Otros vecinos llegaron para consolarlos  y una de ellos, de sonrisa torcida, me dijo “Te lo tenías guardado para  Navidad, eh?”.

  En seguida escuché ruidos de pasos en el pasillo junto a la voz de la misma vecina del quinto que gritaba “El pobrecito quería escapar vestido de cura” y él lo apuñaló. ¡Miren  mis manos llenas de sangre!"

   Los policías de gorra se abrían paso entre las gentes, eran dos tipos duros, gigantescos y armados con bastones caminaban hacia mí. Sin palabras. No podía huir, el dedo herido me lo impedía.

  Entonces reaccioné con violencia, me aferré a mi denunciante y me escudé tras ella. Pero apenas sentí la presión de su cuerpo agitado olvidé lo que pensaba decir. Por fin dije lo que me salió de adentro, algo del todo indescifrable.

   Escuché la palabra rehén e instintivamente empuñé el cuchillo que no dejaba de sangrar. Pero con la policía había llegado la prensa. Los periodistas querían una nota exclusiva con “el loco del campanario”, que así me llamaban ahora. "Es el monstruo que mató brutalmente al padre Esteban _decían_, y nada más que para robarle la sotana y las moneditas de la limosna".

  ¿Y por qué no? Busqué el sillón y con mi rehén sentada en las rodillas me serví un vaso de whisky, sonreí a los fotógrafos. Desde el río llegaba una dulce canción, tan dulce que ella se volvió enternecida y me besó fugazmente. Afuera, abajo, junto al malecón pude ver cómo el animal fugaba a la carrera perseguido por una legión de jóvenes admiradoras.

  Los policías, se miraron, aprovecharon la confusión y desaparecieron por el pasillo tomados de la mano. Lo que nadie imaginó nunca fue que el cuerpo de la mujer decapitada marcharía resueltamente a la comisaría con su solera floreada y el fuerte taconeo de sus zapatos amarillos.

  Los periodistas me abandonaron cuando supieron que el animal fugitivo volvió sobre sus pasos para atacar a una de sus perseguidoras. Se había quitado la máscara peluda y todos gritaron horrorizados cuando descubrieron que el bicho de la sotana era el propio padre Esteban.

   Mi amiga me quitó el vaso de las manos cuando rompía la tormenta. Llevada por la corriente aquella cabeza seguiría cantando la noche entera.


PÁGINA 31 – POESÍA ALLENDE EL MAR

FLAVIA COSMA
(Oradea-Rumania)

EL  VERANO IMPOSIBLE

Fermentado, el aire se hace ciénaga;
olea como si la ciudad
se hubiera movido, como por hechizo
al borde de un lago.

Las aves pescadoras, de plumas hinchadas
se adormecen en pavimentos calientes
las fuertes fragancias  nos transportan brutalmente,
a las orillas de  otros continentes.
Con el pensamiento volvemos a ver los turbios lagos
las pieles doradas, respirando el deseo
cielos blandos, anaranjados, azules
profundas tristezas, vastas llanuras.

Puente en el mundo
ese amor extranjero
me arde salvajemente
con su gran ausencia.

EL BRONCE DE LAS ESTATUAS


Besado en la boca, el bronce de las estatuas
se transforma en oro;
la materia inerte abre los ojos de par en par
el alma respira ruidosamente
trampa de humo, dulce brisa
el aire nos toma, sensual.

Acariciado en los senos, el bronce de las estatuas
se transforma  en agua verde, bendita agua
que envuelve las manos de alabastro del amado
inundando su  enorme corazón, que late y late
trastornando océanos
corriendo por las nubes
acercándose.

PALABRAS SIN CUERPO

A través de las paredes, bajan de vez en cuando
palabras sin cuerpo, enflaquecidas,
palabras-fantasmas, vaciadas de miga,
errando espacios, llegan y dividen
los hambrientos sueños de la noche.

Hay que decirte adiós ahora, mi ángel,
el tiempo de las salidas nos ha alcanzado
y ya nos supera.
Estará  presente en nuestras próximas citas,
en nuestras manos enlazadas,
en los confusos  intercambios de miradas.

En frases ásperas, dubitativas y nerviosas,
colocamos el fin delante del principio,
mientras que el amor, presagiando su destino,
se atormenta, forcejeando raudamente.
(Traducción de Luis Benítez)


PÁGINA 32 – ENSAYO

FRANCISCO GARZÓN CÉSPEDES
(Madrid-España)

DECIR LA POESÍA (1)

HACIA UNA RENOVACIÓN DE LA POESÍA

Nuestras sociedades contemporáneas no han superado la tendencia a sacralizar la letra, aunque también es cierto que el juego artístico con la letra ha estado desde la antigüedad más o menos presente y alcanzado altas cumbres creadoras. En nuestras sociedades occidentales a esta sacralización de la letra se ha ido sumando, en el transcurrir del tiempo, el desarrollo de la escritura y de la imprenta y de otros medios y de todas sus posibilidades, así como el crecimiento multifacético de la literatura, hasta tal punto que lo escrito, cada vez más en el Siglo XX, sobre todo en sus tres primeras cuartas partes, hizo retroceder la pasión por la palabra, la voz y el gesto vivos; retroceder la pasión y el compromiso con lo oral, y con su ejercicio, su mayor utilidad y su disfrute; y lo hizo retroceder hasta el límite de que entre nosotros se asociara implícitamente todo producto de las artes del lenguaje con una escritura, cuando las primeras artes del lenguaje es obvio que fueron orales, y cuando la oralidad artística, por su naturaleza, valores y modos imprescindibles, no sólo no ha desaparecido,
sino que ha empezado a renovarse y fortalecerse desde que comenzara a surgir en 1975 todo lo relacionado con mis propuestas de la narración oral escénica y la poesía oral escénica, con su fundación como artes comunicadoras escénicas; propuestas que no son, como tampoco todo lo relacionado con las consideraciones que he expresado acerca de la conversación escénica, consecuencia del desarrollo de la narración oral artística de la corriente escandinava que yo desconocía por entonces, sino que de inicio vienen de mis conocimientos y experiencias, de mis contactos con la oralidad artística comunitaria y de lo recibido, y entroncan con mis saberes y prácticas en los campos de la comunicación, el periodismo, la literatura y la escena expresiva.
En específico en cuanto a la voz, afirman los investigadores que una voz sin cuerpo (esa voz sin cuerpo de la mitología), una de ésas poderosamente terroríficas o prodigiosas, pertenece a los “orígenes antropológicos de lo imaginario”. Lo que imaginamos, sin embargo, está contenido por el cuerpo humano, es una de las expresiones de la individualidad, y suele existir acompañado de la palabra con la que cada uno se dice a sí mismo en silencio dentro de su conciencia. Palabra silenciosa que muchas veces cobra sonido cuando hablamos a solas. Y es que no sólo necesitamos de la palabra, necesitamos hablar.
Si la mirada es el lenguaje humano más poderoso, la voz al decir une, a su también extraordinario poder (que además añade el de los lenguajes del cuerpo), la especificidad otorgada a la palabra. Y ello significa que su poder, el de lo dicho, el de la particularidad de lo dicho, el de nombrar, puede tener una mayor vigencia en el tiempo, una capacidad de permanecer muy definidamente en la memoria como principio, como concepto, como mensaje.
El poder de lo que se dice, el poder de la oralidad, puede ser fundador o destructor, sanador o devastador. Por lo que debemos ser absolutamente responsables al decir. Y debemos decir con sustancia, destreza y acierto.
La oralidad no ha sido nunca, no es y no será memorística y cuando la voz (en realidad palabra, voz y cuerpo) dice literalmente un texto escrito no estamos dentro de una proceso oral. La poesía nació en la antigüedad como poesía oral. Como comunicación poética. Y la escritura, la imprenta, la literatura y sus autores, nos trajeron mucho después el arte de la declamación, nos trajeron su literalidad respecto al dar voz a la poesía, así como también su, en ocasiones de excelsitud, alcanzada belleza desde lo expresivo y lo expresivo escénico de calidad.
Hoy por hoy en el mundo sigue existiendo la poesía oral, y siguen realizándose sus acciones sobre todo en zonas rurales donde la oralidad tiene una mayor presencia y valoración social, pero en nuestras sociedades urbanas de escritura y medios audiovisuales el acercamiento a la creación oral poética puede tener posiblemente más éxito y celeridad si ese decir poético parte desde lo no oral, si parte desde lo expresivo, desde la memorización tal cual, para llegar a la invención oral poética artística escénica en el “aquí” y en el “ahora”. Por este camino además ganaremos el conocimiento, la práctica y el disfrute del arte de decir la poesía expresivamente, desde lo escénico que no desde lo oral escénico; y ganaremos el experimentar para ver todo lo más que se puede abrir lo expresivo (sea lectura poética en voz alta para el público o sea decir poético expresivo para el público, dos opciones de la literalidad); todo lo más que se puede abrir lo poético expresivo a lo comunicador con un público lo más interlocutor que resulte factible.
Dado todo lo negativo ocurrido con zonas de la declamación desde su surgimiento, en términos de fosilización y artificiosidad, esquematismo y grandilocuencia (no me refiero al valioso trabajo desde las artes expresivas de la mejor declamación o de lo expresivo escénico teatral con la poesía, quehaceres que hoy constituyen excepciones); repito, dado lo negativo ocurrido en parte significativa de lo declamatorio, el decir la poesía sobre escenario (sin hacerlo como representación teatral propiamente dicha) tendrá en la actualidad más posibilidades de llegar a ser arte, y de resultar así valorada, cuanto más logre acercarse a las maneras de lo oral y menos a la recitación más formalista.
La poesía oral pertenece a la oralidad artística y a la oralidad. Y en tanto que la oralidad es una categoría comunicadora, la poesía oral responde a las leyes milenarias de la oralidad, a las leyes de la comunicación. Y se inscribe en un proceso, sistemático y en el tiempo, de creación y de transformación, de recreación y de variación. Y esto no lo cambia el hecho de que hoy una de las fuentes de la poesía oral existente sea la literatura, sea la poesía literaria. Fuente que propongo (a riesgo de ser condenado por sacrílego) potenciar de forma expresa, para desde el predominio de la oralidad, pero desde el juego reinventor con lo literario, renovar y extender contemporáneamente la poesía oral artística y su práctica.
El resurgimiento de la narración oral artística y su fundación como escénica, como oralidad narradora artística escénica, se debió, se debe, a un propósito mío consciente y a un proyecto estructurado y construido, a uno que, de país en país, convertí en elaborado plan. Proyecto que ha involucrado a muchos y sumado de muchos. Eso mismo propongo para la poesía oral escénica u oralidad poética artística escénica y su, hasta ahora, más pausado andar.
En cuanto al término “oral” no hay en absoluto que entenderlo como sinónimo de “popular”, ni como sinónimo de “tradicional”. “Popular”, según cómo se entienda y muy en especial, alude a la masividad del conocimiento y la valoración; o alude a la identificación con los intereses de las masas, con los del pueblo. “Tradicional” debiera aludir a lo perteneciente a las tradiciones trasmitidas de generación en generación. Pero una canción puede ser popular y/o tradicional y su proceso no es oral, es obvio que es musical cantado.
Tampoco hay que entender “oral” u “oralidad” en cuanto analfabetismo. Aun-que sí hay que comprender que nuestra oralidad y sus procesos, al conocer nosotros la escritura y vivir en sociedades de escritura y medios audiovisuales, es distinta a la oralidad primaria, a la oralidad de las sociedades de oralidad absoluta o predominante. La oralidad, al ser comunicación, y al ser lo artístico una excepción dentro de la categoría que es la oralidad, responde a leyes milenarias.


PÁGINA 33 – CUENTO

FERNANDO SORRENTINO
(Ciudad Autónoma de Buenos Aires-Argentina)

LA ALBUFERA DE CUBELLI

Hacia el sudeste de la llanura de Buenos Aires se encuentra la albufera de Cubelli, a la que familiarmente se conoce con el nombre de «laguna del Yacaré Bailarín». Este nombre popular es expresivo y gráfico, pero —tal como lo estableció el doctor Ludwig Boitus— no responde a la realidad.

En primer lugar, «albufera» y «laguna» son accidentes hidrográficos distintos. En segundo, si bien el yacaré —Caiman yacare (Daudin), de la familia Alligatoridae— es propio de América, ocurre que esta albufera no constituye el hábitat de ninguna especie de yacaré.

Sus aguas son salobres en extremo, y su fauna y su flora son las habituales de los seres que se desarrollan en el mar. Por este motivo, no puede considerarse anómalo el hecho de que en esta albufera se encuentre una población de aproximadamente ciento treinta cocodrilos marinos.

El «cocodrilo marino», o sea el Crocodilus porosus (Schneider), es el más grande de todos los reptiles vivientes. Suele alcanzar una longitud de unos siete metros y pesar más de una tonelada. El doctor Boitus afirma haber visto, en las costas de Malasia, varios ejemplares que superaban los nueve metros, y, en efecto, ha tomado y aportado fotografías que pretenden probar la existencia de individuos de tal magnitud. Pero, al haber sido fotografiados en aguas marinas, y sin puntos externos de referencia relativa, no es posible determinar con precisión si estos cocodrilos tenían, en verdad, el tamaño que les atribuye el doctor Boitus. Sería absurdo, claro está, dudar de la palabra de un investigador tan serio y de tan brillante trayectoria (aunque de lenguaje algo barroco), pero el rigor científico exige validar los datos según métodos inflexibles que, en este caso puntual, no se han puesto en práctica.

Ahora bien, sucede que los cocodrilos de la albufera de Cubelli poseen exactamente todas las características taxonómicas de los que viven en las aguas cercanas a la India, a la China y a Malasia, por lo cual, con toda legitimidad, les cabría ese taxativo nombre de cocodrilos marinos o Crocodili porosi. Sin embargo, existen algunas diferencias, que el doctor Boitus ha dividido en características morfológicas ycaracterísticas etológicas.

Entre las primeras, la más importante (o, mejor dicho, la única) es el tamaño. Así como el cocodrilo marino de Asia alcanza los siete metros de longitud, el que tenemos en la albufera de Cubelli apenas llega, en el mejor de los casos, a dos metros, medida que se verifica desde el comienzo del hocico hasta la punta de la cola.

Con respecto a su etología, este cocodrilo es «aficionado a los movimientos musicalmente concertados», según Boitus (o, de modo más simple, «bailarín», como lo llaman las gentes del pueblo de Cubelli). Es harto sabido que los cocodrilos, estando en tierra, son tan inofensivos como una bandada de palomas. Sólo pueden cazar y matar si se hallan en el agua, que es su elemento vital. Para ello, atrapan las presas entre sus mandíbulas dentadas e, imprimiéndose a sí mismos un veloz movimiento de rotación, la hacen girar hasta matarla; sus dientes no tienen función masticatoria sino que están diseñados exclusivamente para aprisionar y tragar, entera, a la víctima.
Si nos trasladamos hasta las orillas de la albufera de Cubelli y ponemos a funcionar un reproductor de música, habiendo elegido previamente una pieza adecuada para el baile, en seguida veremos que —no digamos todos— casi todos los cocodrilos surgen del agua y, una vez en tierra, empiezan a bailar al compás de la melodía en cuestión.

Por tales razones anatómicas y conductuales, este saurio ha recibido el nombre de Crocodilus pusillus saltator (Boitus).

Sus gustos resultan ser amplios y eclécticos, y no parecen distinguir entre músicas estéticamente valiosas y otras de méritos escasos. Reciben con igual alegría y buena predisposición tanto composiciones sinfónicas para ballet como ritmos vulgares.

Los cocodrilos bailan en posición erecta, apoyándose sólo sobre sus patas traseras, de manera que, verticalmente, alcanzan una estatura media de un metro y setenta centímetros. Para no arrastrar la cola por el piso, la elevan en ángulo agudo, poniéndola casi paralela al lomo. Al mismo tiempo, las extremidades delanteras (que bien podríamos llamar manos) siguen el compás con diversos ademanes muy simpáticos, mientras los dientes amarillentos dibujan una enorme sonrisa de optimismo y satisfacción.

A algunas personas del pueblo no las atrae en absoluto la idea de bailar con cocodrilos, pero otras muchas no comparten este rechazo y lo cierto es que, todos los sábados al anochecer, se visten de gala y concurren a las orillas de la albufera. El club social y deportivo de Cubelli ha instalado allí todo lo necesario para que las reuniones resulten inolvidables. Asimismo, las personas pueden cenar en el restaurante que se levanta a pocos metros de la pista de baile.

Los brazos del cocodrilo poseen poca extensión y no llegan a tocar el cuerpo de su compañero. El caballero o la dama que baile, según el caso, con el cocodrilo hembra o con el cocodrilo macho que los haya elegido, apoya cada una de sus manos en uno de los hombros de su pareja. Para realizar esta operación, conviene estirar al máximo los brazos y mantener cierta distancia; como el hocico del cocodrilo es muy pronunciado, la persona deberá tener la precaución de echarse, lo más posible, hacia atrás: si bien en pocas ocasiones se han registrado episodios desagradables (como ablación de nariz, estallido de globos oculares o decapitación), no debe olvidarse que, como en su dentadura se encuentran restos de cadáveres, el aliento de este reptil dista de ser atractivo.

Entre los cubellianos corre la leyenda de que, en la isleta que ocupa el centro de la albufera, residen el rey y la reina de los cocodrilos, quienes, según parece, no la han abandonado nunca. Se dice que ambos ejemplares han superado los dos siglos de vida y, tal vez por causa de la avanzada edad, tal vez por mero capricho, jamás han querido participar en los bailes que organiza el club social y deportivo.

Las reuniones no duran mucho más allá de la medianoche, pues a esa hora los cocodrilos empiezan a cansarse, y quizás a aburrirse; por otra parte, sienten hambre y, como les está vedado el acceso al restaurante, desean volver a las aguas en busca de comida.

Cuando llega el momento en que ningún cocodrilo ha quedado en tierra firme, las damas y los caballeros regresan al pueblo bastante fatigados y un poco tristes, pero con la esperanza de que, quizás en el próximo baile, o tal vez en alguno menos cercano en el tiempo, el rey, o la reina, de los cocodrilos, o acaso ambos simultáneamente, abandonen por unas horas la isleta central y participen de la fiesta: de cumplirse con esta expectativa, cada caballero, aunque se cuide de manifestarlo, abriga la ilusión de que la reina de los cocodrilos lo elija como compañero de baile; lo mismo ocurre con todas las damas, que aspiran a formar pareja con el rey.


PÁGINA 34 – POESÍA ALLENDE EL MAR

ANNA ARENT BANASIAK
(Zgierz-Polonia)

MARAVILLA

Para contemplar el momento más bello  en toda la eternidad,
primero hay que conocer el dolor  de la herida sumergida en la esperanza que nunca llegará.
Lo más bello,
cualquiera sea su precio,
hay que pagar por cada momento de su duración ante nuestros ojos.
Hace algunos años,
ni siquiera recuerdo una hora,
logré escalar la cima.
Todavía fui joven y tuve muchos sueños.
Con el paso del tiempo dejé de soñar, respirar y contemplar.
La vista de la montaña me abrió a la eternidad,
la que es como la bolsa llena de la arena donde esperamos lo bello,
tan idílico que ni siquiera se puede visualizar.

***
Cuando dos personas deciden a cambiar sus vidas para siempre,
los demás lo ven como una locura.
Todo lo que ocurre cada día,
el aire o el pan comido para el desayuno,
las lágrimas en la almohada,
los libros en la estantería,
también están asombrados.
Pero el tiempo sigue corriendo,
y los enamorados pierden el coraje de poner en riesgo lo seguro.

HUÉRFANA

Alguien algún día nació en el país que dejó de existir.
Ella sigue viviendo,
respirando y tratando de olvidar lo que la dio a luz.
No es fácil ser una huérfana.
El sentido  de la perdición debe ser tremendo cuando se ve la agonía del mundo.
La mujer avanza en su flojedad,
con cada  día parece más pequeña, casi invisible.
Su voz sigue produciendo el sonido que se puede escuchar.
Pronto toda su faceta desaparecerá sin quedar cualquier sombra que pueda cambiar lo que ya está hecho.

***
Los recuerdos de los antepasados,
todo lo que nos dejaron,
son las facetas de una idea visible en el tiempo de hoy.
Es la cuna de las palabras donde nacemos cada día.
Allí todo empieza y acaba.
Somos reflejos,
Las facetas en el espejo de la historia que nosotros mismos creamos en busca de los sueños.
(Traducción de la autora)


PÁGINA 35 – ENSAYO

CARLOS FAJARDO FAJARDO

(Santiago de Cali-Colombia)


LA EMOCRACIA GLOBAL


"Detrás de los actuales debates teóricos sobre nacionalismo, sobre identidad, sobre política y fundamentalismo religioso, hay un tema oculto: la pasión". La frase de Michael Walser nos ubica en el punto candente de las actuales sensibilidades políticas, donde se organizan las ideologías con base en la emoción pasional de los ciudadanos, gracias a los medios y las lógicas del mercado. La pasión ideológica lo colma todo en el neoconservadurismo actual. Contrario al procedimiento razonable y democrático, que llega a la aceptación de acuerdos, "la pasión –nos dice Walser– es siempre impulsiva, sin mediaciones: lo quiero todo o nada". De esto al fascismo no hay distancia alguna. Sus resultados son los dogmatismos, el terror, las persecuciones, las acusaciones, y, por ende, paranoias y atrocidades. Por lo mismo, la emocracia pasional fomenta el salvajismo de los muchos a favor de los pocos. Ante la ley de la doctrina tiránica emocrática, se inclina una apasionada muchedumbre vehemente. Es como si se hubiera alcanzado el estadio de un cogito interruptus, suspendiendo todo pensamiento ante el gran ídolo. Pero aclaremos: la pasión estética e imaginativa, como sabemos, ha edificado y fundado las más grandes e inquietantes obras del espíritu. No es por esta pasión plena de poesía que disparamos nuestra alarma sino por aquella masiva y adoctrinada, la cual en un instante puede destrozar, en forma sangrienta, las más poéticas obras.


He aquí el resultado de lo llamado por nosotros Emocracia global: una pasión ideológica, enajenada y obesa de certidumbres absolutas, lo cual desafía cualquier sensatez, cualquier alteridad, cualquier respeto a la diferencia. Sus consecuencias son predecibles: redes de informantes, caza de brujas, odio combinado con fe y creencia. Las sensibilidades contemporáneas globales son su mejor ejemplo. La emocracia ha permeado toda la cultura, formando ciudadanos obedientes que dan un sí a la destrucción de sus adversarios, un sí a su aniquilamiento y, lo peor, votan por la guerra. Éstos, tal como nos lo ilustra Walser, "no son una sangre tranquila sino que hierve; por eso son exagerados y apasionados, ansiosos como están por derramar la sangre de sus enemigos [...] Y los peores de ellos son los demagogos que se ponen a su cabeza, a los que no se concibe como cínicos manipuladores o príncipes maquiavélicos sino como hombres y mujeres que comparten plenamente las pasiones de las personas a las que guían. Eso es lo que se quiere decir con 'energía apasionada': los sentimientos son genuinos y por eso producen tanto miedo".


Convencidos de haber actuado correctamente, estos ciudadanos se muestran felices y triunfantes. Han estado demasiado tiempo bajo una burbuja mercantil y mediática, creada y organizada por los dueños del globo. Ya lo había diagnosticado Gilles Deleuze: hoy vivimos en sociedades controladas a través del mercado y las máquinas informáticas, las cuales crean nuevas formas de vigilancia. Escuchémosle: "El departamento de ventas se ha convertido en el centro, en el 'alma', lo que supone una de las noticias más terribles del mundo. Ahora, el instrumento de control social es el marketing, y en él se forma la raza descarada de nuestros dueños [...] El hombre ya no está encerrado sino endeudado". Es, pues, la instalación efectiva de un despotismo delicioso, alimento de la emocracia.


Control continuo y permanente sin que el implicado se queje. Tal es nuestra actual cartografía mental y sensible; tal nuestro nuevo encierro histórico. ¿Qué responsabilidad ética tiene el colectivo que apoya todas estas manifestaciones de una emocracia masificada? Es obvio que tales regímenes no pueden sobrevivir sin la complicidad de una colectividad que apoye sus propuestas, a pesar de que conozcan los horrores y los errores de sus gobernantes. He aquí una de las demandas del autoritarismo en general: absorber a los individuos haciéndoles perder su autonomía crítica. Sin escisiones ni rupturas, los ciudadanos asumen "la Gran verdad" del régimen en rigor; es la mimesis entre lo privado y lo público, una totalidad sin fisuras. Su misión es mesiánica, un disparo al futuro de salvación. Para lograr tal teleología, en su terrible agenda se lee la eliminación de cualquier opositor. Totalitarismo en serio y en serie. Imposición de una colectividad adoctrinada y efusiva, con el proyecto de establecer el pensamiento único de un líder supremo situado por encima del Estado de Derecho y el orden jurídico, con una fuerte estructura burocrática y corrupta.


Gracias al monopolio de los medios y de la economía de mercado, se garantiza el triunfo y la permanencia de la emocracia globalitaria, como también el rechazo a toda memoria histórica, la exaltación del culto a la personalidad, la repugnancia hacia cualquier actitud dubitativa, el aplauso a los rituales de un nacionalismo neoconservador retardatario. Al decir de Hebert Gatto, "el totalitarismo contiene elementos que lo aparentan con las viejas teocracias históricas. Pero no es una de ellas sino una respuesta política secular, moderna, en un tiempo en que Dios ha dejado de operar. Si el Ser Supremo, como autor o legitimador de la moral, dejó de ser el centro de la escena, es necesario que surja un sucedáneo que permita volver a aplicar sus pautas desde arriba, sin necesidad de recurrir a la religión".


De esta manera se impone una moral unitaria, centralizada, homogénea, donde toda contradicción, todo disentimiento, se vuelven delito. Bajo este ambiente se incuban y florecen las pasiones ideológicas, alimentadas por la propaganda y la publicidad, las cuales hechizan y fascinan, seducen y ordenan obedecer al mandatario supremo. La propaganda, entonces, cumple el papel de constructor de mundos ficticios, asumidos por el ciudadano como reales. "Ganarse el corazón del pueblo", proclamaba Josef Goebbels, el ministro de Instrucción Popular y Propaganda del Nazismo. Ganarse la pasión, la emoción guerrerista, masificada en red, a través de valores tradicionales, religiosos y patrioteros. Ganarse el corazón del pueblo a través del miedo a un inventado enemigo. Como tal, es una influencia desproporcionada sobre las mentalidades. En ello se puede observar la exaltación al dominante como modelo por seguir –e imitar–, la idolatría a las fuerzas armadas y a su sentido heroico, la subordinación del individuo a los principios del jefe, padre modelo protector a la vez que autoritario. Es la imagen social de una cultura cerrada y provincial. La premodernidad activa, gozando de buena salud.


Seducción, fascinación ante el espectáculo masivo del poder. Creación de sensaciones que buscan generar en el individuo masificado la idea del triunfo y de la importancia plena de su líder. ¿Cuáles son las consecuencias políticas? La parálisis ideológica, la no acción frente al horror de los sucesos. Es como entrar a la "peste del olvido" macondiana, a una burbuja doctrinal. Parálisis mental, pues ya existe alguien que piensa por todos; parálisis política, pues el gran líder mesiánico ya actúa en ese campo a favor de sus subordinados, y parálisis de opinión, autocensura desmedida, pues el gran sacerdote opina con verdad y sapiencia sobre todos los asuntos con "una inteligencia superior". Obediencia y silencio, ignorancia y colaboración. ¡Vayan esperanzas!




CONTRATAPA: NOTAS DE PARÍS                                                                                             

IRMA BIGNON
(Santa Fe-Santa Fe-Argentina)

LAS CALLES DE PARIS

      “A Paris hay que descubrirla. Usar un plano avergüenza. Es como si estando enamorado se recurriera a otros para saber cómo es la persona amada”- decía Abelardo Arias. “Ciudad colosal y absorbente – escribían los hermanos Goncourt – donde el pasado se encuentra estacionado en el presente”.

      En algún momento todo escritor ha tenido que referirse a esta ciudad, hecha con gracia y  medida. Cada una de sus calles tiene estilo propio: su carácter, su alma, su personalidad. Los nombres se leen en letras blancas sobre chapas azules. Las columnas Morris, elemento típico del mobiliario urbano establecido en ciertas veredas, a fin de combatir la propaganda inadecuada y las fuentes Wallace, bebederos ofrecidos en el año 1870 por el filántropo inglés Richard Wallace, ponen una nota de color en la ciudad. El Sena la  divide en dos: orilla derecha, orilla izquierda.

      En la orilla derecha, la rue de Rivoli corre paralela al río. De la Place de la Concorde llega hasta la Place de la Bastille. Elegantes pórticos se suceden en la vereda derecha, cuya alargada  bóveda presenta grandes arcadas sostenidas por vigorosas columnas.

      La rue de la Paix es una de las calles más vistosas. En sus vidrieras lucen los modelos de los grandes modistos franceses. En el nº 13 el famoso joyero Cartier custodia la colección de sus relucientes joyas.

      Caminando por la rue Royale, al fondo, en una perfecta perspectiva pictórica, surge la Iglesia de la Madeleine.    

      Un paseo real es trasladarse a la avenida de la Ópera con la vista fija  en el Teatro. Su imponente escalinata, las robustas columnas y las perfectas arcadas, esperan la llegada de su público. Las dos extremidades de la avenida fueron creadas por Haussmann en 1854, mientras que la avenida se terminó de construir recién en 1878.

      Los Campos Elíseos se asemejan a un ancho río y la calle du Bac a  un arroyo. Pero tanto uno como la otra reflejan su propio colorido, con estilo y color diferente, que resultan monótonos para quienes no se detienen a observar.

      La rotonda de de los Campos Elíseos,  con sus cuatro fuentes iluminadas, desde el Arco de Triunfo a la Plaza de la Concordia, todo ello es un reguero de luz.

      El elegante bulevar Haussmann está dedicado al barón Georges Eugène Haussmann, prefecto del Sena, promotor de las obras que transformaron completamente la ciudad entre los años 1853 y 1870, a pesar de la idea del surrealismo que trató de destruir los grandes escenarios, prefiriendo – como el poeta Louis Aragon – los pasajes vetustos a los grandes bulevares “haussmannianos”.

      “Los ríos son rutas que marchan. Las calles de Paris son las orillas de un río de doble corriente, y los transeúntes las olas huidizas” – escribía Pascal. Un clásico es hacer una recorrida por los muelles del Sena, detenerse y revolver los puestos de los “bouquinistes”, libreros instalados ofreciendo libros, grabados, monedas, ediciones antiguas. En el  muelle Conti se eleva la cúpula del Instituto de  Francia,  bajo la  cual   todos los años se reúnen los miembros de la  Academia Francesa  para otorgar los premios literarios. La cúpula parece hundir el edificio. Tal es su magnitud. El río corre bajo los puentes. Muy de vez en cuando, los lanchones chatos y anchos se atreven a interrumpir el silencio. Pasa un “bateau-mouche” con su cubierta iluminada. La música acompaña el trepidar del motor que deja en el agua un reflejo titilante. Los inmensos plátanos se reflejan en  ambas riberas, recortándose en el cielo plomizo del atardecer.

     La isla de la Cité, cuna de Paris, forma un conjunto excepcional por la belleza de su paisaje, el  interés  arquitectural y  la memoria  histórica  de  su  suelo.  Pescadores galos instalaron sus chozas 200 años antes de nuestra era. Fue el nacimiento de la Lutecia, nombre céltico que significa “habitación en medio de las aguas”. Desde el puente de las Artes, ya se percibe la punta arbolada y sombría de la isla, como si fuera la proa de un barco, donde la Square du Vert Galant, con sus árboles distribuidos en caprichosa armonía, custodian la estatua ecuestre del rey Enrique IV. Siempre en la punta, aparece la Place Dauphine (plaza del delfín) de forma triangular con una hilera de casas de ladrillo, piedra blanca y pizarra, distribuidas en forma de espuela. La plaza está  bautizada con ese nombre en honor del futuro rey Luis XIII. En el centro de la isla, una inmensa astilla de 75 metros de altura rasga la noche: se ha iluminado la  torre gótica fina como una daga de la Sainte Chapelle. Y por fin, como broche de oro nos recibe la Catedral de Notre-Dame. Su majestuosa fachada es a su vez equilibrada. Los tres pórticos son desiguales. El del medio es más alto y más ancho que los otros dos. La Edad Media recurría a esa disimetría para atenuar la monotonía de las grandes superficies. El pórtico del medio representa el Juicio Final; el de la izquierda está dedicado a la Virgen y el de la derecha a Santa Ana. En la parte superior, siempre sobre la fachada, impresiona la galería de los Reyes con veintiocho estatuas de los reyes de Israel y de Judá. En el medio, un vitral en forma de rosetón de casi diez metros de diámetro refleja las luces que los rayos del sol le regala.

      Frente a la Catedral, en la misma explanada a la derecha, socavando el suelo para construir una playa de estacionamiento, se encontraron las ruinas de la antigua Lutecia que hoy, descendiendo una angosta escalera, recibe la visita de los estudiosos visitantes que con emoción plena, recorren el paso del tiempo.   

      Atravesando el Sena, se llega a disfrutar del encanto de la orilla izquierda. Allí se encuentran las calles del Paris intelectual: colegios, facultades, librerías, editores. No carece de edificios suntuosos como el Hôtel des Invalides donde reposa Napoleón, el Panthéon que guarda las cenizas de los grandes hombres, el Instituto de Francia alto lugar de la inteligencia, el museo de la Abadía de Cluny donde se encuentran maravillas del arte gótico además de algunas ruinas romanas. También se lo llama el Barrio Latino, donde hasta el año 1789, la lectura oficial de la enseñanza era en latín. Maestros y alumnos usaban  la lengua incluso en la vida cotidiana.

      El bulevar Saint-Michel, el “Boul Mich” para los estudiantes es la calle del saber, de las librerías, de los colegios. El deambular de los jóvenes es perenne. Allí se levanta el imponente colegio de la Sorbona con su gran escalinata.

      La calle Varenne luce sus casas señoriales egoístamente ocultas por altos muros. Fue trazada en un lugar donde había una “garenne” (conejera), de allí proviene su nombre.

      En el nº 12 de la calle  Mazarine, se conserva el teatro donde Molière interpretó sus primeras obras. El escritor y actor habitaba en el nº 10. En el nº 13 se encuentra el café Procope, fundado en 1686 por el siciliano Procopio que introdujo por primera vez el café en Paris y enseñó a beberlo. Siguiendo la calle hacia el Sena se llega al Instituto de Francia, sede de 5 academias.

      El bulevar Saint-Germain-des Près es la calle de los pensadores, donde cada peatón camina apurado para llegar a tiempo a los cafés – “Aux Deux-Magots”, “Café de Flore”, “Brasserie Lipp” -, allí donde los mozos, camisa blanca y delantal negro corren de mesa en mesa, siempre precedidos de una palabra amable. Estos cafés fueron cuna del movimiento existencialista donde se reunían Jean-Paul Sartre, Paul Valéry, Jean Giraudoux entre tantos otros.   
            
      Algunas calles sin salida conservan un pintoresquismo muy parisino, como el pasaje de la Duée, de 1 m. de ancho o el pasaje de los Suspiros donde las copas de los árboles se enfrentan de vereda en vereda y se abrazan.

      Uno de los espacios más bellos de las calles de Paris son las squares, diminutas plazas  que aparecen de golpe, sin previo anuncio.  Al acercarse a ellas ya se siente el aroma tibio y meloso que despiden las castañas asándose sobre el fuego en un “caquelon” de hierro. Todo un placer.

      Siguiendo por la calle Furstemberg (nombre de un cardenal), en el nº 6 está la casa que el pintor Eugène Delacroix eligió para instalar su atelier. Vivió en ella hasta su muerte ocurrida en 1863. Enfrente se encuentra la redonda y minúscula placita Furstemberg que, con sus cuatro paulonias, protegen las cinco tulipas de cristal del farol que se encuentra emplazado en el medio.

      Durante la noche, en las calles de Paris, nunca falta el sonido de un violín o de un acordeón  transformando el aire en una cortina sonora.

      Hacer de Paris algo cotidiano caminando por sus calles, es la única forma de encontrar su verdadero sabor y escapar del pintoresquismo tan tentador.

      Todo comienza y termina. Dar fin a la placentera recorrida y sentarse en la vereda de un bar a tomar un “café crème” (café con leche) con los deliciosos “croissants”, las famosas medias lunas francesas, es también un enorme placer.

Todos los textos, fotografías o ilustraciones que integran el presente número son Copyright de sus respectivos propietarios, como así también, responsabilidad de los mismos las opiniones contenidas en los artículos firmados. Gaceta Literaria solamente procede a reproducirlos atento a su gestión como agente cultural interesado en valorar, difundir y promover las creaciones artísticas de sus contemporáneos.

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