Imágenes:
Homenaje
a la obra de ALESSANDRO BOTTICELLI (Florencia 1445-1510)
PÁGINA 1 – REFLEXIONES
EDUARDO
GALEANO
(Uruguay/1940-2015)
DEFENSA
DE LA PALABRA
10.
No comparto la actitud de los escritores que se atribuyen privilegios divinos no otorgados al común de los mortales, ni la actitud de quienes se golpean el pecho y rasgan sus vestiduras clamando el perdón público por vivir al servicio de una vocación inútil. Ni tan dioses ni tan insectos. La conciencia de nuestras imitaciones no es una conciencia de impotencia: la literatura, una forma de la acción, no tiene poderes sobrenaturales, pero el escritor puede ser un poquito mago cuando consigue que sobrevivan, a través de su obra, personas y experiencias que valen la pena. Si lo que escribe no es leído impunemente y cambia o alimenta, en alguna medida, la conciencia de quien lee, bien puede un escritor reivindicar su parte en el proceso de cambio: sin soberbia ni falsa humildad, y sabiéndose padecido de algo mucho más vasto. Me parece coherente que renieguen de la palabra quienes cultivan el monólogo con sus propias sombras y laberintos sin fin; pero la palabra tiene sentido para quienes queremos celebrar y compartir la certidumbre de que la condición humana no es una cloaca. Buscamos interlocutores, no admiradores; ofrecemos diálogo, no espectáculo. Escribimos a partir de una tentativa de encuentro, para que el lector comulgue con palabras que nos vienen de él y que vuelven a él como aliento y profecía.
PÁGINA 2 – NARRATIVA
JORGE
ISAÍAS
(Los
Quirquinchos-Santa Fe-Argentina)
PRESENCIAS
Queda
la casa en el pueblo, y esa esquina donde me dijiste adiós para siempre. Los
que no quedan son los plátanos ni sus hojas que regaban el suelo en ese Otoño
que se fue para morirse, como los años encimándose sobre nosotros, impiadosos y
crueles y siempre pegando en los límites de aquella adolescencia ya muerta.
De
qué socavón oscuro de silencios puede guardarse ese perimido sentimiento, es
pureza que percudió el oprobio de los años que nos arrinconan ante la luz que
se apagó ante los ojos sin fe.
Pero
siempre quedan los árboles, aunque no son aquellos añosos plátanos que es
memoria de los más viejos a los que acompañaron con su sombra propicia,
protectora y esperada.
Los
árboles, quiero decir, los más nuevos, los que se interponen entre los duros
rayos del sol y la desidia de la gente que presurosamente realiza sus trámites
para huir cuanto antes de la canícula de este verano que no da un segundo de
resuello y cuando llega el atardecer una nube literal de mosquitos acosa al
viandante distraído o al incauto que sacó su silla a la vereda para “tomar
fresco” con naturalidad, como era en otro tiempo. Pero esos son otros tiempos,
y uno lo debe comprender.
Una
pequeña población rodeada de verde, de árboles muy altos, algunos álamos, unas
tipas empecinadas que resisten en las afueras, los paraísos que la comuna
planta en las veredas, los pastizales que cubren los zanjones, los espejos de
agua que festonean las orillas, todo contribuye para que el lugar sea realmente
placentero. Si uno mira los bañados que las numerosas aves acuáticas
sobrevuelan en amplios círculos apenas un ser humano se acerca, por más cuidado
o sigilo que ponga, nada merece su confianza y ni qué decir si se produce un
disparo que va extendiendo sus ondas sonoras por el confín de los campos.
El
ruido imparable de los batracios permanece impertérrito como si no perteneciera
a este mundo sino a uno paralelo donde cada cual produce su propio ruido que no
es precisamente el tono de Mozart.
Cuando
las calles eran de tierra polvorienta y sólo las iguanas y las mariposas
cruzaban en días estivales donde el sol caía a plomo esa quietud se
quebraba con el paso de unos perros vagabundos peleándose o un carro que
rechinaba con su negligente pachorra.
Ahora
con el asfalto que cubre todas las calles del pueblo, que cruzan autos y chatas
cero kilómetro, veloces, distintas maquinarias agrícolas y camiones con una
altura que excede el piso superior de una casa, uno desearía por un minuto esa
calle de tierra, ese silencio, esa modorra en que el pueblo se solazaba
esperando el sulky traqueteante del viejito Ortali, con su sombrero que le
cubría la cara angulosa con los huesos pronto a salirse de madre y rodar hasta
las zanjas que cubren gramillas cubiertas de polvo.
PÁGINA 3 – NUESTRA
POESÍA
MARÍA LYDA CANOSO
(Casilda-Santa Fe-Argentina)
(Casilda-Santa Fe-Argentina)
el fondo
parece oscuro pero no verde pero no así de grande pero más parece abajo y es arriba
no me preguntes para qué sirve sólo tengo la certeza de que lo que parecía firme y se ha corrido y ahora es esto exactamente lo que era eso que ves ahí hace sólo un momento estoy pasando lo que escribí a mano y no encuentro mucha lógica
porque mientras escribo eso se ha vuelto a mover
epílogo
(con determinación abro la puerta y salgo floto
en el espacio
y no hay mano tendida para sujetarme siento
en mi los
latidos
finales
del mundo)
parece oscuro pero no verde pero no así de grande pero más parece abajo y es arriba
no me preguntes para qué sirve sólo tengo la certeza de que lo que parecía firme y se ha corrido y ahora es esto exactamente lo que era eso que ves ahí hace sólo un momento estoy pasando lo que escribí a mano y no encuentro mucha lógica
porque mientras escribo eso se ha vuelto a mover
epílogo
(con determinación abro la puerta y salgo floto
en el espacio
y no hay mano tendida para sujetarme siento
en mi los
latidos
finales
del mundo)
OSCAR
ANGEL AGÚ
(Hercilia-Santa Fe-Argentina)
(Hercilia-Santa Fe-Argentina)
LAS ANTIGUAS ALFARERAS
Las
antiguas alfareras cantan
mientras
sus manos sueñan con el barro:
lo
acarician, le dan el espíritu del cuenco.
Buscaron
la forma de la mano,
el
vacío interior que le da sentido
que
le da espacio y retiene al agua.
Las
alfareras cantan recientes canciones
arrullan
la voz mientras la forma queda,
mientras
el sueño cobra sentido.
Han
descubierto el barro, el que es necesario,
el
que endurece y no se parte
al
que le soplan su aliento en tanto cantan.
Forma
de mano tiene, forma de mano:
en
él el agua brilla
en
él el grano queda
en
él la alfarera canta.
MARÍA
AMELIA SCHALLER
(Esperanza-Santa Fe-Argentina)
(Esperanza-Santa Fe-Argentina)
MADUREZ
es sembrar dulcemente la semilla
del árbol cuya flor nunca veremos
y amparar su prodigio silencioso
sin medir nuestro tiempo;
es saber que hay un sueño en cada hombre,
es descubrir el yo de sus anhelos
y al pasar, dedicarle una sonrisa
de saludo y aliento;
es mirar el camino recorrido
a través de la vida
y sentir como carga más pesada
la propia cobardía;
es aprender a dominar el miedo
es perdonar lo que nos hizo daño
agradecer la luz, el pan, el agua,
los amigos y el canto;
es saber que aunque somos diferentes
somos uno entre tantos;
es discernir por el sabor del fruto
la corriente en que abreva su raíz
y, sin sentirnos sabios ni blasfemos
es admitir la realidad del gris.
FERNANDO
BELOTTINI
(San
Jorge-Santa Fe-Argentina)
DISTANTE APROXIMACIÓN A ALGO CIERTO
Como si la única verdad quedara
como si la única verdad quedara pegada al papel
pegada
como si no hubiera que buscarla más
en cajones olvidados
en ninguna parte
la última verdad ha quedado en el papel
nada hay donde buscarla
nada
no en los cajones no
en los armarios no
no en el bolsillo del saco no
en la mano
en la tibia mano
en ninguna parte la verdad
en ningún lugar
La verdad nunca tuvo rostro
no sirvió para nada
nunca la verdad para nada
ni verla ni decirla
yo al menos no sé
yo no sé donde
ni cuándo sin tiempo
solo nos han quedado estas manos vacías
tecleando palabras inútiles
saludando a veces a un amigo
por eso que dicen, que se llama
Ni pizca ni asomo
ni esperanza
ni nada
qué dirán ahora los hombres cuando se enteren
que la verdad ha muerto
que sus últimas palabras engañaron
que sus últimas palabras no existieron
que solita murió la verdad
desecha y avergonzada
arropada como pocas
la verdad
hubo que verlo y certificarlo
hubo que ver lo el médico escribió
hubo que ver lo que dijo
que de muerte natural
de propia iniciativa
por motu propio
libre albedrío la verdad
como si ella misma se hubiese asesinado
hubo que verla tendida
pidiendo que alguien dijese alguna cosa
yo tuve ganas de engañarla
hablando de aquello que fue sido
pero solo pregunté si era verdad que se moría
y ella tan pobre y tan flaca dijo que sí
que era verdad que se moría
pobre verdad que muerte tan horrible
hubo que vernos a todos
queriendo consolarla
diciéndole cosas al oído
y a ella tan frágil
tan triste
tan triste al fin de cuentas.
MARÍA PAULA ALZUGARAY
(Coronda-Santa Fe-Argentina)
(Coronda-Santa Fe-Argentina)
¿AMAINA LO QUE LIGA?
Tras el pabellón de caminos y años
pude refrescar eso que le decía Ambarita a su novio:
"No me levanté el vestido, se me arremolinó".
La redacción de su danza hizo la mañana confidencial.
No se soportó la oquedad en el pasto.
Los loros de ahora,
esos
están degollados en aquel presente.
Apenas me queda el color la canción que sonaba desde el almacén,
el perraje, el emporio de malvones entre nosotros, familia.
No se despertarán las luciérnagas
Me escondo en una hendidura
con estos amuletos acopiados trato
de calmarlo todo en un mecer de espiguitas verdes.
pude refrescar eso que le decía Ambarita a su novio:
"No me levanté el vestido, se me arremolinó".
La redacción de su danza hizo la mañana confidencial.
No se soportó la oquedad en el pasto.
Los loros de ahora,
esos
están degollados en aquel presente.
Apenas me queda el color la canción que sonaba desde el almacén,
el perraje, el emporio de malvones entre nosotros, familia.
No se despertarán las luciérnagas
Me escondo en una hendidura
con estos amuletos acopiados trato
de calmarlo todo en un mecer de espiguitas verdes.
RUBÉN
VEDOVALDI
(Capitán
Bermúdez-Santa Fe-Argentina)
CANCIÓN
ROTA
amanecí
buscando una palabra
¿me llamaste, dijiste te extraño?
la madrugada estaba como muerta
¿dijiste corazón, dijiste abrazo?
me estremecí mordido por la sombra
entre el mundo y la muerte solitario
se rompieron mis ojos contra el día
cuando no te encontraron
alguna vez nos sucedía el beso
¿me llamaste, dijiste te extraño?
resuenan por mis huesos todavía
las aguas de tu amor alucinado
me desperté dolido hasta la sangre
confuso río sin tu nombre claro
perdido en la mañana sin tu norte
yo me apago y el sol sube a lo alto
caigo del otro lado de abrazarte
¿me llamaste, dijiste te extraño?
se rompieron mis ojos contra el día
cuando no te encontraron
PÁGINA 4 – NARRATIVA
¿me llamaste, dijiste te extraño?
la madrugada estaba como muerta
¿dijiste corazón, dijiste abrazo?
me estremecí mordido por la sombra
entre el mundo y la muerte solitario
se rompieron mis ojos contra el día
cuando no te encontraron
alguna vez nos sucedía el beso
¿me llamaste, dijiste te extraño?
resuenan por mis huesos todavía
las aguas de tu amor alucinado
me desperté dolido hasta la sangre
confuso río sin tu nombre claro
perdido en la mañana sin tu norte
yo me apago y el sol sube a lo alto
caigo del otro lado de abrazarte
¿me llamaste, dijiste te extraño?
se rompieron mis ojos contra el día
cuando no te encontraron
PÁGINA 4 – NARRATIVA
PATRICIA
FIGURA
(Santa
Fe-Santa Fe-Argentina)
TODO BAJO CONTROL…
Sus ojos se dirigieron
directamente al cuenta kilómetros del coche de su esposa, ni siquiera podía mirar en calma, la ansiedad por controlar… lo
controlaba a él.
Sesenta km en las últimas doce horas.
Mucho.
Si fue de la madre en la ciudad vecina estaba casi
justificado.
Cuando le preguntó esa mañana qué pensaba hacer ella
no lo mencionó… durante seis horas
matutinas estaba encerrada en su box laboral.
Restaban seis horas.
En las cuales de las cuatro veces que la había
llamado, sólo respondió una vez.
Le dijo que estaba en la
peluquería retocándose los reflejos.
La peluquería quedaba a
escasas diez cuadras.
Luchó durante los diez años de casados para que no
tuviera auto propio.
La excusa del doble seguro, doble cochera, doble
gasto de combustible y mantenimiento, a regañadientes lograba convencerla.
Se complicaba mucho
turnarse con el coche familiar y las actividades tanto laborales como escolares
y extraescolares de los chicos.
A medida de que los años
pasaban, las discusiones llegaban a puntos realmente fuertes.
Cuando cobraron el seguro de la madre de ella, no
había excusa para dilatar la cuestión, podían permitirse los extras
porque la tranquilidad familiar lo valía, era preferible economizar en otra
cosa, se habían mudado de casa y si bien la cochera no era totalmente cubierta,
los coches entraban.
Fue todo un tema la
elección.
Cada vez que ella estaba por cerrar la operación, él
encontraba una falla importante en la chapa, motor, sistema eléctrico, o
papeles.
Decidió entonces su esposa hacer una entrega y pagar
el resto en cuotas de un plan adjudicado.
La palabra cuotas y deudas
lo hizo transpirar aún más que la supuesta falta de control en los movimientos
de ella.
Le encontró un usado en relativo buen estado, útil
para andar por la ciudad, cuidando su uso, no era para grandes trayectos.
Ahora, antes de entrar al hogar familiar, con la
llave extra se sentó al volante a mirar como lo hacía diariamente, y sin asomo
de culpa, lo que le “informaba” el coche.
Había tierra seca en las
cubiertas… eso sí era más que extraño.
¿Tierra seca? ¿Sesenta km?... el tanque de nafta en
la reserva no era demasiada novedad.
Sabia que ella era imprevisible, independiente, si
él no “ajustara las tuercas”… no estaría nunca en la casa, no le gustaba que
trabajara fuera del hogar y menos en una oficina donde el ochenta por ciento
eran profesionales hombres, con los cierres de los pantalones falseados… eran
conocidos, el mundo era un pañuelo.
Pero contra eso no había
podido luchar y por otro lado el dinero se necesitaba.
El era el encargado de
llevar minucioso control sobre los sueldos de ambos, sino… sería imposible el
ahorro y el progreso, estaba convencido de eso.
No era tonto, ella siempre estrenaba hermosas
prendas “compradas fuera de temporadas” según le decía “regalo de las chicas”,
“no puedo ir a trabajar en harapos, no seas roñoso”… pero eso estaba calculado, protestaba para que ella sintiera el límite,
sino no entrarían en la casa la cantidad de trapos y calzados que ella
compraría compulsivamente.
Ella era hermosa, brillante, querible… hasta que se
enojaba, hasta que explotaba, podía llegar a estar semanas sin hablarle más que
lo justo y necesario… ahí él iba cediendo a cuenta gotas, pero el control le salía de las venas, era
más fuerte que él, lo hacía con todo, con las tarjetas de crédito, con
los horarios, con los alimentos, con los lugares para vacacionar… con el dinero
de reserva… ése era su punto débil, la cuenta que solo él y su hermana
conocían, ambos eran iguales y tenían dos cuentas por orden recíproca que
ninguno de los cónyuges conocían… ellos eran hermanos, juntos aunque el mundo
colapsara, educados en el ahorro extremo, casi avaricia en una de las formas de
la idolatría, se comprendían mutuamente, esas cuentas que engrosaban año tras año, eran sus refugios, sus premios,
sus seguros si todo se venía abajo.
Por el retrovisor vio que ella venía con las bolsas
de los mandados casi doblando la esquina, esperando a que el torrente de autos
que el semáforo había dado pase, le dejara la senda peatonal libre.
Se bajó y cerró, fue caminando hacia ella que aún no
lo había visto.
Le sonrió y le dio un sonoro beso en los labios, la
abrazó.
Tomó una de las bolsas, le preguntó por los chicos,
ella conversaba animadamente, él elogió el nuevo color de cabello, “sí, había ido a la peluquería después de
todo”… le preguntó por su día de trabajo, respondió con “lo mismo de siempre, ya te conté cuando
llamaste”… ella planeaba mentalmente la cena, y organizar un poco de
papeles que había traído de su trabajo, las horas no le alcanzaban, lo
escuchaba vagamente en su discurso diario, con las repetidas quejas y repreguntas,
se encerró en su mundo, asentía con la cabeza mientras su mente ya estaba en
otro lugar.
Llegaron a la puerta del hogar familiar,
caballerosamente él abrió y le dio lugar para entrar, ella se quejó de que
todavía tenÍa que buscar al más chico antes de guardar el auto, él se ofreció a
hacerlo así ella podía quedarse cocinando y no cenaban tan tarde, le hacía mal
a su hernia de hiato.
Ella se encaminó a guardar todo, y sacar del freezer
unas presas de pollo, que acompañarían con arroz amarillo y ensaladas que ya
estaban limpias, no le respondió, dejó todo listo y se dirigió al living a
buscar su cartera y las llaves del auto,
no quería dejar de pasar a pagar por la boutique antes de que cierre, la
zapatería y la casa deportiva, ya era diez y después le cobraban todo con
recargo, no tenía intenciones de usar la tarjeta de crédito, no tenía ganas de
dar explicaciones del resumen si lo abría él antes que ella.
“¡amor!... ¿venís enseguida?… iba a ir yo… vamos a
acostarnos tempranito… así estrenamos tu nuevo color de cabello…” le dijo en
tono jovial mientras ella se estaba yendo, a ver si le decía algo de la
peluquería… ¿sesenta km? ¿En la ciudad?
Ella se hizo la que no lo escuchó, saludó a la
vecina de enfrente que salía a caminar con su marido, subió al coche, sintió el
perfume de él en el interior… revoleó los ojos… dejó el fastidio de lado, no lo
iba a cambiar… Se miró en el espejo, le gustó el cambio, había valido la pena la distancia y meterse
en ese nuevo barrio sin asfaltar en las afueras, la chica era simpatiquísima y
trabajaba muy bien, le iba a mandar un mensajito a su amiga agradeciendo el
dato.
Dio marcha atrás, puso primera cuando el semáforo de
la esquina frenó los coches y fue en busca de su hijo, estaba cansada y aún le
quedaban las cuentas por pagar.
PÁGINA 5 – NUESTRA
POESÍA
MARTA ORTIZ
(Rosario-Santa Fe-Argentina)
FLORES ÁCIDAS
(Para Anusha, a su memoria)
(Para Anusha, a su memoria)
Mejor
si con paciencia de artesano
–aguja
y tinta de tatoo mediante–
esas
flores sin pétalos se abrieran en tu piel,
–Anusha–
Mejor
si marcado al roce del arte,
el
relato nombrara sólo adolescencia:
mariposa
/ amor / luna / ideograma;
mejor
si cubierto de arena cada estambre
si
trazos en la memoria del siglo
–de
los siglos–
si
tallado en la piedra el monolito,
hendido
a golpes de gubia
entintado
el surco y mil
veces
copiado el lema y volanteado
a
las muchachas vecinas.
Nunca
este serpenteo de flores ácidas
esta
culebrilla amorfa,
tu
luz acribillada en el oscuro caldo:
manos
amadas –y armadas–
gatillaron
/chamuscaron
tu
frágil envoltura
capa
sobre capa
dragados
tus ríos
tus
colinas
la
seda oliva de tu piel
–aniquilada–
la
inscripción de la belleza en el estuche .
Ni
aguas abiertas
ni
cruce impune a la otra orilla.
Sí
tu negra caja
de
puños y madera lacrada
cerrados
/ impotentes,
gotea
sangre la lengua del poema:
alfabetos
/ deletreos / delirios
la
cartografía de tus nuevas estaciones:
dolor
desamparo
intemperie
muerte
*Anusha, adolescente
quemada con ácido (por su padre con ayuda de su madre) y fallecida la última
semana de octubre de 2012 en Saidpur Bela, aldea de Khoi Ratta (región),
Cachemira, Pakistán.
ANTONIA
TALETTI
(Rosario-Santa
Fe-Argentina)
SOLO
CRUZAR
Escribir más / y más de lo mismo / es otorgar
consistencia / al jardín
Diana
Bellessi
El jardín existe.
Es evidente
el tríptico de Bosch demora en la contemplación
incompleta de sus tablas
un parterre de Lamborghini ofrece irisados lirios
que recuerdan a Van Goh
las Hespérides derraman manzanas ignorando jardines
umbríos.
El libro de los Comienzos describe cómo brotaron del
suelo toda clase de árboles
agradables a la vista y buenos para comer
Es obvio hablar de él
no obstante insisto en mi actitud
desde mi ventana sigilosa
te persigo.
Sé que estás ahí
aunque ahora te oculten
los árboles.
Algunos puntos rojos te indician
tus modos me asedian.
te imagino bajo esta lluvia
robador de mis tiempos
cálido en este día
perfecto de soles.
Sé que estás ahí
sólo cruzar la calle
Jardín.
GRACIELA MITRE
(Rosario-Santa Fe-Argentina)
BORDADO
Yo también bordé
disciplinada
y con la cabeza gacha
las manos
hacían el intento
Combinaba
tonos pasteles
de hilo perlé
lazadas cortas
comienzo y final
de nudos invisibles
Con la aguja
(invisible también)
escarbé telas
crucé hebras
hasta llegar
(y para siempre)
al prolijo
e inevitable
punto
cruz .
ARIEL GIACARDI
(Santa Fe-Santa Fe-Argentina)
NI
UNA SOLA RAZÓN
Islas
Malvinas, abril de 1982
La
letanía roja de las balas,
la
metralla glacial de la ventisca,
el
zumbido plural de los misiles
y
un cielo de relámpagos.
Estaba
frente a mí, lunado el rostro,
hincado
en el dolor pero sin súplicas,
orgulloso
y agónico
como
el sol cuando cae
sobre
el ardiente lecho del ocaso.
No
supe qué preguntas el acero
de
tus ojos me hacía,
ni
comprendí el idioma que alentaba
en
tus temblores últimos, soldado.
Yo
tampoco sabía cuál designio
nos
congregó en las mismas emboscadas,
igualados
por yermas
latitudes
incógnitas,
ni
quién nos puso el odio entre los brazos.
En
tu país, una mujer de hierro
buscando
perpetuarse, y en el mío
los
testaferros dóciles del águila
con
sus puños mesiánicos.
Estaba
frente a mí, como un reguero
de
sangre única, total y anónima,
y
dejé de apuntar a su inocencia
sumergida
en el fango.
Me
volví y caminé pausadamente
hacia
el fragor que me pertenecía.
No
había en los anales del desquicio
ni
una sola razón para matarlo.
MÓNICA
CAROPRESI
(Santa Fe-Santa Fe-Argentina)
ENTRE NOSOTROS
I
El eco de tu sombra se acuesta
en el camino de ida
acunada por mis labios
para descansar
de los severos verbos de tu Idea
que pertinazmente censuran
el alivio
del silencio.
II
La sonrisa de mis ojos,
esta sonrisa mía
que te busca,
algunas tardes
sólo algunas tardes viste la ceniza
del cansancio…
…Busca tu sombra dormida
en el perfil de tus palabras,
en ese exilio tuyo,
imperioso viaje sin sosiego
en el camino de ida.
III
Nos rodea el tiempo.
Es un relato antiguo en sus jirones.
Ese tiempo
con nosotros llevándolo y
trayéndolo
en tareas de hojas sueltas.
Sueltas.
Cada día.
Cada hoja puesta con ternura
en nuestra humanidad en versos.
En ese jugo de las horas.
IV
Si vibrante y alado viajara en el aire tu otro perfil
-tu perfil de niño-
o si nadara acuoso más allá
del nudo de su obstinada sapiencia
comprenderías
que tu miedo al tiempo y
sus estragos
te abraza a él
sirviendo en su copa gris
toda la luz
toda la luz amable
de tu sangre.
V
Somos así.
Diferentes.
Totales cada uno.
Paseanderos de sueños.
Como el agua.
Como las raíces de una planta vieja.
Somos tan distintos.
Sin embargo…
(Santa Fe-Santa Fe-Argentina)
ENTRE NOSOTROS
I
El eco de tu sombra se acuesta
en el camino de ida
acunada por mis labios
para descansar
de los severos verbos de tu Idea
que pertinazmente censuran
el alivio
del silencio.
II
La sonrisa de mis ojos,
esta sonrisa mía
que te busca,
algunas tardes
sólo algunas tardes viste la ceniza
del cansancio…
…Busca tu sombra dormida
en el perfil de tus palabras,
en ese exilio tuyo,
imperioso viaje sin sosiego
en el camino de ida.
III
Nos rodea el tiempo.
Es un relato antiguo en sus jirones.
Ese tiempo
con nosotros llevándolo y
trayéndolo
en tareas de hojas sueltas.
Sueltas.
Cada día.
Cada hoja puesta con ternura
en nuestra humanidad en versos.
En ese jugo de las horas.
IV
Si vibrante y alado viajara en el aire tu otro perfil
-tu perfil de niño-
o si nadara acuoso más allá
del nudo de su obstinada sapiencia
comprenderías
que tu miedo al tiempo y
sus estragos
te abraza a él
sirviendo en su copa gris
toda la luz
toda la luz amable
de tu sangre.
V
Somos así.
Diferentes.
Totales cada uno.
Paseanderos de sueños.
Como el agua.
Como las raíces de una planta vieja.
Somos tan distintos.
Sin embargo…
SUSANA
VALENTI
(Santa
Fe-Santa Fe-Argentina)
EL RÉPROBO
El que pronuncia oscuridades con las lenguas del
fuego,
el que danza para alcanzar la altura con un
salto
el que conserva el ritmo del molusco
el que puede quedar en trance ante la piedra
el que se envuelve con el viento fresco
y sobrevive como las gacelas
el que entre los recuerdos del álbum familiar
no está en la foto
PÁGINA 6 – NARRATIVA
BREVE
J.M.TAVERNA
IRIGOYEN
(Santa
Fe-Argentina)
CÓDIGOS
Y DONES
El
código es negar. Negarlo todo. Hoy su hijo le pidió una mano. Las tengo
ocupadas, respondió ante el abismo.
Descubrió
que los dones están para ser descubiertos por uno mismo. Están debajo de la
piel, detrás de los ojos, debajo de los sueños. Tropieza entonces con la
primera mentira, que le dice que nunca será amada de verdad, sólo deseada, por
su belleza extrema.
El
honor es lo primero que se pierde, piensa el soldado. El honor es lo primero
que se gana, argumenta el general. El honor es ese aire que hincha los
uniformes y desaparece ni bien estos se sacan del cuerpo que ha sufrido
escarnios. Lo piensa Juan del Río, que perdió el brazo derecho y ambos ojos
cuando le explotó la granada.
Cuando
llegaron, lo primero fue lavar los cuerpos. Lavarlos de la sangre, lavarlos de
la infamia. Después recogieron sus cosas y las fueron alineando junto a cada
uno, de acuerdo a lo que les pareció posible. Cuando todo adquirió cierto
orden, quemaron los cuerpos y la gran fogata cerró el rito.
De
Sófocles aprendió que siempre hay alguien delante de uno. Fue el gran poeta
trágico después que murió Esquilo. ¿Si éste hubiera seguido viviendo, ¿habría
alcanzado fama con Antígona, Electra, Edipo rey? Mientras imagina y saca
conclusiones, Heriberto asegura para sí que cuando el jefe se jubile, él será
dueño de la empresa.
El
código de silencio es el más difícil de mantener. Hoy, después de almorzar una
carne fría, fue hasta la comisaría y confesó que él, él solo, fue quien
descuartizó a su mujer hace once años y la cocinó en el horno.
Hola,
Susana. Me dijeron que llamaste ayer. Yo no pensaba responder, pero después pensé:
si ella llama para disculparse, ¿por qué no yo para insultarla de arriba abajo
y decirle que es el peor ser humano que he conocido? En verdad, las cosas hay
que decirlas en su tiempo esencial, si no, no valen. Eres el peor deshecho que
se me ha cruzado en la vida. Y eso que yo poseo del don de comprender. Y el
otro de perdonar, pero ya ni por genética te reconozco como hermana.
Tiene
el don de la fe. Y perdona. Hoy, llega hasta la casa del obispo y le recuerda
–con sutileza, sí, con extrema sutileza- que el capellán volvió a difundir que
todas las colectas que se hacen en los templos van para su bolsillo.
Aseveración que jura, como buena cristiana, no haber investigado jamás.
PÁGINA 7 – POESÍA
ARGENTINA: CATAMARCA / TUCUMAN
HILDA
ANGÉLICA GARCÍA
(San
Fernando-Catamarca-Argentina)
COMO UN RÍO
Como un río volviendo. Como un río
de viento y soledad, piedra y espuma,
amarrado y perdido entre la bruma
se me escapa este sueño, como un río.
Como un niño jugando. Como un niño
transparente, risueño, enamorado,
sobre el tiempo te aferras a mi mano
y me entregas tus ojos, como un niño.
Mariposa sin alas. Mariposa
de brisa y tempestad, breve y ausente,
voy trazando los surcos de tu frente
y llenándome el alma de amapolas.
Soy la lágrima que brota de tu fuente.
Mariposa sin alas. Mariposa...
Como un río volviendo. Como un río
de viento y soledad, piedra y espuma,
amarrado y perdido entre la bruma
se me escapa este sueño, como un río.
Como un niño jugando. Como un niño
transparente, risueño, enamorado,
sobre el tiempo te aferras a mi mano
y me entregas tus ojos, como un niño.
Mariposa sin alas. Mariposa
de brisa y tempestad, breve y ausente,
voy trazando los surcos de tu frente
y llenándome el alma de amapolas.
Soy la lágrima que brota de tu fuente.
Mariposa sin alas. Mariposa...
ALFREDO
LUNA
(San
Fernando-Catamarca-Argentina)
mis
huesos, agua de tu pena
no,
madre, no vengas a buscar consuelo aquí
porque
soy patria desvastada.
entre
ráfagas de bruma
una
jauría furiosa te vio
mendigar
agua de morir en otra boca.
en
lo más hondo de la tarde la tristeza tenía
la
temperatura de tus sueños
y
toda la ferocidad del mundo.
no,
madre, no pude matarte
por
miedo a la resurrección.
JORGE PAOLANTONIO
(San Fernando-Catamarca-Argentina)
(San Fernando-Catamarca-Argentina)
huésped oscuro
sé que mi canto es vulnerable/ oscuramente irá
por las memorias como un huésped oscuro…
Roberto
Paine
.
ha tocado la frente hacia el final de la tarde
ha nombrado las hierbas
convocado las lenguas del naufragio
.
en el hombro del mundo
hay un cántaro donde late el diluvio
escribirá nuestro signo
un pez de plata precipitándose al olvido
y encenderá una señal
para quitarnos la bruma de las manos
.
nuestros ojos serán un cascabel de vidrio
la lluvia misma
una levedad buscándose en el río que migra
de las orillas del miedo
.
habremos entonces
tatuaje...sello...marca
la agonía
de los que repiten lo posible:
hay un huésped oscuro
para cerrar
la última pregunta
de nuestros dolidos
párpados.
ALEJANDRA DÍAZ
(San
Miguel-Tucumán-Argentina)
MAYO 6
este hombre dobla una a una a una
en cajones sus soledades
por formas/colores tamaños / aromas/camisas corbatas
se le acumulan en la sangre dias dias dias de rituales
observa el polvillo en un rayo de luz que se cuela por las persianas
todavía soñolientas
ya no huele el tabaco de sus ciigarros salvo
que la noche lo encuentre desprevenido
con un recuerdo de ella debatiéndose entre sus manos
pececito rojo enemistado con el olvido
deja entonces la huerta/el mate amargo y comienza a lamerse las heridas
tropieza con alguna muerte lenta de un beso un gracias
no llegado a tiempo
y entiende que no es bueno andar de buey por esta vida
ella/ ay ella no dice cuándo pero entra
pececito rojo resvalando por su corazón acelerado
...amanece a veces desnuda en su cama al lado de él
con el cabello derramado en sus hombros solitarios
pero se queda con el vuelo de una polilla en una esquina
entonces...
ya no encuentra sitio
para esta soledad tan estampida/tan multicolor incierta
y sin embargo tan viva
que no es fácil hallar cajones donde guardarla...
este hombre dobla una a una a una
en cajones sus soledades
por formas/colores tamaños / aromas/camisas corbatas
se le acumulan en la sangre dias dias dias de rituales
observa el polvillo en un rayo de luz que se cuela por las persianas
todavía soñolientas
ya no huele el tabaco de sus ciigarros salvo
que la noche lo encuentre desprevenido
con un recuerdo de ella debatiéndose entre sus manos
pececito rojo enemistado con el olvido
deja entonces la huerta/el mate amargo y comienza a lamerse las heridas
tropieza con alguna muerte lenta de un beso un gracias
no llegado a tiempo
y entiende que no es bueno andar de buey por esta vida
ella/ ay ella no dice cuándo pero entra
pececito rojo resvalando por su corazón acelerado
...amanece a veces desnuda en su cama al lado de él
con el cabello derramado en sus hombros solitarios
pero se queda con el vuelo de una polilla en una esquina
entonces...
ya no encuentra sitio
para esta soledad tan estampida/tan multicolor incierta
y sin embargo tan viva
que no es fácil hallar cajones donde guardarla...
MYRIAM LEAL
(San
Miguel-Tucumán-Argentina)
XII
He is an obsolete gesture,
iciting a breach of harmony
William Shand
a J. C.
Cuando llegues
saciada tu sed de caminos
dormirán mis manos canto
tus sienes arrebujadas
en el fuego níveo de mis
senos
Cuando tu humanidad errante
agote los zapatos y el
aliento
y con paso cansino llegues
a casa
en busca del reposo
necesario
al final de la noche
mientras florecen las vetas
de mis ojos
te arroparé en el umbral
del sueño
MONICA CAZÓN
(San
Miguel-Tucumán-Argentina)
CARTA DOCUMENTO
Tal vez me condenen en poco
tiempo
y la estúpida condena sea
morir
Ojala dictaminen que ocurra
de un lengüetazo voraz
que sacuda mi rock y limpie
estas babas
de muchacha en permanente
celo,
sólo espero que el día del
funeral
no me cubran con esas
flores
que aparecen en las
poesías.
Tengo la lejana esperanza
de que eso no ocurra
si lo pido exactamente
“las cosas por su nombre”
todas.
He leído a poetas que le
escriben al pene,
y lo llaman pene
tal vez porque es más fácil
decir pene
como quién dice pan,
y cuando hablan del sexo de
la mujer
las referencias múltiples
abundan
la cueva sagrada el
infinito Dios
el origen del mundo y mil
falacias más.
Si me matan de un
lengüetazo voraz
unan los extremos
y nombren a las cosas sin
miedo.
Un pene es un pene y una
vagina es una vagina
con terminaciones nerviosas
cubierta de sensaciones
sagradas y perversas;
con la fastuosa posibilidad
del lenguaje coloquial
sin clases de anatomía ni
adornos en el techo.
Si por esas casualidades la
resolución sea matarme
ha llegado el día del
soborno
díganme que a estas
letras
no la medirán con el patrón
de siempre,
porque los patrones también
tienen fecha de vencimiento,
archívenme si así lo desean
pero sobre todo
denuncien que en este
testamento
no aparece mi nombre.
PÁGINA 8 – ENSAYO
HERNÁN
SCHILLAGI
(San
Martín-Mendoza-Argentina)
EL FIN DEL
LECTOR
Un día te levantás,
vas hasta la cocina y preparás el mate. Abrís la ventana para que entren las
luces del amanecer, te sentás y oís que el agua entra en hervor. Te cebás el
primero como si fuera una «selfie» interna: la infusión, en un solo click, te
abre los ojos, alerta tus oídos y te devuelve la motricidad fina. Ya estás
listo para mirar al mundo y sonreírle a la cara. Calculás que todo sigue igual,
igual de bien. Pero sucede algo inédito, impensable, casi contra natura: no
tenés deseos de leer. De leer libros en papel, esos objetos fosilizados,
descoloridos y en «mute» perpetuo. Lo dicho: ya no te atraen.
La
distopía de un mundo sin libros se te viene a la cabeza. Sos una Sarah Connor
en llamas que se aferra al alambrado de la literatura antigua. Hacés un paneo por
la sobrecargada biblioteca, das una vuelta por el revistero, el diario se
arruga en una silla hace días. ¿Querés ser como esos trogloditas que gastan
fortunas para escuchar música en discos de vinilo plagada de frituras y que no
saben ya dónde meter tanto packaging? Sin remedio terminás en la tele con el
informe del tiempo que te habla de un futuro de tormentas. Chequeás los
mensajes que te enviaron cuando dormías, prendés la computadora y te calzás los
auriculares para recibir una música lejana y comprimida. ¿Es posible perder,
luego de más de media vida, uno de los hábitos más nobles, placenteros e
íntimos que existen? Noé Jitrik: «¿Por qué suponer que la gente que pasa por la
calle son lectores? Probablemente sepan leer, pero no necesariamente son lectores
en el sentido literario de la palabra…». De este modo, Jitrik habla desde la
noción que tiene el mercado de nosotros, para así vendernos libros como si
fueran pañales: bebés, niños, adultos. Pero, además, nos advierte que un lector
se crea con cada libro y ese es otro desafío. Sin embargo, qué lector se
constituye (y construye) desde lo digital. Hago esta especulación, no porque me
haya sucedido aún del todo, sino porque tengo la seguridad de su palpitante
amenaza. ¿O acaso no vivimos atados a la angustia de perder nuestros
dispositivos electrónicos?
Recuerdo
–a modo de manotazo de ahogado– una primavera de comienzos del siglo: llevaba a
mi pequeña hija en el cochecito hacia la plaza del barrio. Sus chillidos
nonatos raspaban la tranquilidad de la siesta provinciana. Una vecina salió y
me gritó: «Alzala, desgraciado». Pero yo continuaba empujando inalterable. Un
padre primerizo tiene sus métodos y su dignidad. Por otro lado, sabía que más
de un tesoro iba sobre esas ruedas de goma. Llegué por fin hasta el banco que
se encontraba bajo un olmo todo embichado. La nena ya dormía. Saqué del
compartimento inferior una tela para protegerla del sol y se descubrió,
también, un libro. Con una mano mecía el sueño inocente y con la otra sostenía
una lectura encendida, donde un grupo de seis desconocidos recorría la ruta
sobre un 2 CV en una situación extrema: la Península Ibérica se había
desprendido de Europa y andaba flotando a la deriva por el Atlántico. La gente
pasaba y veía a un padre conectado, tanto a las palabras como a su
descendencia.
Así, «La
balsa de piedra», del portugués José Saramago, venía a mostrarme un espacio tan
privilegiado como expuesto: leer, pero a la vista de todo el mundo. En los
micros, en los consultorios, en el banco, en los viajes largos, en la plaza. La
lectura pública es un acto exhibicionista que a nadie se le ha ocurrido
prohibirlo, por el momento. Hay algo de obscenidad en el gesto, por anacrónico,
por desconectado, por incomercializable (si existe el término). ¿Qué es lo que
muestra de nosotros, entonces, la lectura a la intemperie? El libro se
convierte en un amuleto racional, en un talismán al alcance de la mano y,
también, en una medalla de dudoso valor. La curiosidad siempre nos puede y
queremos saber, irrefrenablemente, qué está leyendo el otro. Aguzamos la vista,
torcemos la cabeza en una contorsión imposible, tratamos de adivinar –a partir
de un puñado de letras– el título y el autor. Solo así podemos seguir
tranquilos nuestro viaje.
¿Será
nuestro fin, por lo tanto, comenzar a transmitir por ostentación y descaro el
discontinuado acto de la lectura «en físico»? Apestar un modo retro de leer en
la vereda de un minimarket, en la playa de estacionamiento, a la salida de la
escuela, logrará despertar la insaciable curiosidad tecnológica de las (no tan)
nuevas generaciones. Los distintos exterminadores viajan adentro de nuestros
bolsillos; son rubios, de ojos claros y se la pasan estirando su mano para
decirnos: «Sígueme, si quieres vivir». En Rumania ya no pagás el pasaje del
micro si hacés el recorrido con un libro abierto. Es evidente, hay viajes
literarios que son imposibles de cobrar.
Menciones
-Saramago,
José. “La balsa de piedra”. Alfaguara, Madrid, 2001.
-Jitrik, en “El lector no existe”. Entrevista por Alejandra Crespín Argarañaz, La Gaceta, 02/02/2016.
-Jitrik, en “El lector no existe”. Entrevista por Alejandra Crespín Argarañaz, La Gaceta, 02/02/2016.
PÁGINA 9 – POESÍA
ARGENTINA: SAN JUAN / LA RIOJA
RICARDO
LUIS TROMBINO
(San
Juan-San Juan-Argentina)
VERTIENTE
Esta mujer con susurro de mares y sal
por la nervadura seca de mis venas en desierto
supo aguardar paciente entre sombra y orilla,
hecha cardumen de manos y sed
hasta una tarde en que la siesta trizó la espera
con luz certera en los vientres
frutando un tiempo nuevo y desnudo de costumbres.
Esta mujer marítima y blanca y cuenco
que mordió en los relojes murmullos y condenas,
que besó paciente mis torpes almanaques y un sueño,
que se mojó de lluvias y se atoró de pedregales,
supo estremecer todo el extravío de mis mapas,
cataclismó fechas y miedos,
el atávico poema de mis dientes pertrechados.
Esta mujer de agua y dedos largos y espesura
atravesó filos de la noche, ausente rostro,
indagó un perfume desaparecido y dónde,
se calcó la poesía en la vena nutriente del insomnio,
cruzó veredas, atardeció la búsqueda y cuánto más;
enladrilló los huecos y vacías respuestas
y se hizo vertiente callada, labio perfumado en
ausencia
para gritar toda la frescura y los destinos del nombre
Esta mujer sismo-viento-marea, pasión paciente y
exaltada,
caracol de sur en mi arena y mi letargo de canto
rodado,
frescura nueva en mi lengua reseca de zonda y
extravío,
arrullo que abraza este ronco pecho de frases
cansadas,
a veces se llora de tiempo y silencio abismado y
basta;
Esta mujer es hoy la puerta, promesa del río, cumbre,
estrella, destello y camino, ala y sílabas nuevas,
sol amaneciéndome la boca y los ojos, el verbo,
remolino al reverso de lágrimas, tajos y pérdidas.
Esta mujer es coraje, ancla y transparencia del
abrazo,
es la memoria de todo lo que nombré y aun el
horizonte.
Ella y yo,
tan piel adentro, tan sombra y luz,
sucumbidos de dolores y presagios
atravesamos los siglos
para
llegar a este poema.
ALFIA ARREDONDO
(San Juan-San Juan-Argentina)
POEMA SIN TÍTULO
Hubo otra Penélope
y otra odisea por donde
le tocó naufragar.
Nadie la vio
ahogarse de esperas
tejer una manta desteñida
con manos como piedras
y espalda curvada de llanto.
Nadie la vio
acorralada de noches,
entre el vacío
rasgada de celos
odiar a Ulises
por ese amor
que le extirpaba la vida
hasta quebrarle la luz.
Hubo otra Penélope,
renegó de los Dioses
y el destiempo,
lloró algún castigo incomprendido
y la distancia
la
distancia
de la que nunca se vuelve.
Penélope no esperó
y Ulises encontró
un barco hundido
en su lengua
mientras la besaba.
BRUNO
DI BELLA
(San
Juan-San Juan-Argentina)
PROXIMIDAD DEL SILENCIO
cuando
nada quede
detrás
de este abandono
indeciso
de restos
ni
labios
que
articulen sombras
tras
la sombra de estériles escombros
ni
viento animando lo posible:
vértices
baldíos
el
insomnio
vendrá
músico
engendrándose
a sí mismo
a
vertebrar el vacío
en
todas partes
cuando
los ojos abiertos sean
sangre
espesa cerrando futuro
sangre
negra: el color de la noche
sangre
espesa en clepsidras sin pulso
vendrá
dios
dado
a luz
desde
su abismo
a
reiniciar el juego
VICTOR
STILP
(Aimogasta-La
Rioja-Argentina)
CUMPLEAÑOS
Regalo en tu cumpleaños
un ramo con flores de la luna,
de madrigales altos como rocas
que entre médanos aislados
abren mis manos, exaltadas,
sublimes de amor, embelesadas.
Envío, además, lo atesorado:
El lago dormido de los sueños,
La dulce creciente del poema,
Un abrazo, un beso, ilusionados;
Encajes de oro y plata, tan sutiles,
y una grácil canción de cortesía.
¡Ah! Perdón, ya me olvidaba,
concedo también mi fantasía…
Y un agosto futuro, sólo tuyo.
Regalo en tu cumpleaños
un ramo con flores de la luna,
de madrigales altos como rocas
que entre médanos aislados
abren mis manos, exaltadas,
sublimes de amor, embelesadas.
Envío, además, lo atesorado:
El lago dormido de los sueños,
La dulce creciente del poema,
Un abrazo, un beso, ilusionados;
Encajes de oro y plata, tan sutiles,
y una grácil canción de cortesía.
¡Ah! Perdón, ya me olvidaba,
concedo también mi fantasía…
Y un agosto futuro, sólo tuyo.
TERESITA
FLORES SANAGASTA
(Sanagasta-La Rioja-Argentina)
LA TARDE
Bella en el adiós. Hondamente femenina y casta,
Se desploma blandamente entre los pastos.
Languidece en aromas invitantes
y suelta sus labios virginales y últimos.
Presiento que se marcha y voz con ella
vaya a saber adónde.
¿Habrá un sepulcro de humo
donde ocultar su magia?
¿Un cielo aparte
para colgar su ángel?
¿Una muchedumbre de adioses desterrados?
Por la noche,
cuando duerma la ausencia,
vendrán los gitanos
a cosechar el cobre
que dejaron sus ojos.
Una dulce sensualidad
se adueñará del mundo
que vibra a mi costado.
LUCÍA
CARMONA
(Chilecito-La
Rioja-Argentina)
REGRESO
Estoy viviendo el segundo paisaje.
Todo lo que escuché en la era del fuego
se ha silenciado
y ahora muevo los labios
para ensayar lenguajes
y el sonido del agua.
Ese monótono sonido de la lluvia
sobre los tejados del siglo.
En este nuevo escenario
los actores han perdido las máscaras
y fluye de sus ojos
una extraña certeza.
Yo dirijo mis pasos hacia el muro
sobre el que ya han inscripto
juramentos de sangre.
Llego y estoy desnuda.
Ya no hay más que llorar.
Soy la enviada
de la naturaleza
y un árbol
es más mi padre
que quien lo fuera un día
Estoy viviendo el segundo paisaje.
Todo lo que escuché en la era del fuego
se ha silenciado
y ahora muevo los labios
para ensayar lenguajes
y el sonido del agua.
Ese monótono sonido de la lluvia
sobre los tejados del siglo.
En este nuevo escenario
los actores han perdido las máscaras
y fluye de sus ojos
una extraña certeza.
Yo dirijo mis pasos hacia el muro
sobre el que ya han inscripto
juramentos de sangre.
Llego y estoy desnuda.
Ya no hay más que llorar.
Soy la enviada
de la naturaleza
y un árbol
es más mi padre
que quien lo fuera un día
PÁGINA 10 – NARRATIVA
EDUARDO
PÉRSICO
(Lanús-Buenos
Aires-Argentina)
AGUA
CALIENTE A LA IZQUIERDA, IGUAL QUE EN ZURICH.
La avenida de Mayo en Buenos Aires
parece no existir hasta el cruce con Florida; ahí todavía sin muchas
pretensiones de ser exclusiva y distante es ajetreada por caminantes del apuro
bancario. Y nada exhibe allí la reminiscencia de imaginarios paraguas del 25 de
mayo de 1810 cuando ‘el pueblo quiere saber de qué se trata’, ni las palomas ahuyentadas a multitud y bombo de
las bullangueras marchas con sabor a revancha.
A dos veredas de esos ecos de vivas y
juramentaciones, en un bar con sillones canasta límites del Cabildo el Quelo
Varela apuraba a pura sonrisa, verso y camelo, a una rubia azafata suiza que
conociera en el trámite de cambiar unos dólares el día anterior y se negara a
ser regresada en taxi a su hotel. Pero que le anotaba a Quelo su dirección en
una servilleta de papel: Freni Dietz, Kloten, Zurich, Él en verdad leía ‘Vreni’ y ella aplicando sus
dientes al labio inferior le repitió ‘Freni’.
- Is my name - y él en tarzánico inglés le preguntó ‘¿do you like another whisky?’ Y acaso mejor sonaría 'juiski' pero si esta viajera al fondo del mapamundi entendiera la cierta intención de su ¿do you like?, no se escandalizaría. ‘Sí Quelo, no cualquiera actúa de exponente tribal ante una auténtica rubia europea que te diera su dirección en Zurich como si te invitara a verla ahí cualquier tarde de estas’. Así que sin esperar dispuso llevarla a conocer Buenos Aires, y ser ‘Quelo protector de azafata indefensa en la riesgosa ciudad, en repentina y apreciable ocurrencia’.
-¿Ves? Por aquí sucedió el Cabildo Abierto de 1810; esta es la diabólica Plaza de Mayo donde los guarangos se lavaron las patas en la fuente en octubre del ’45 y durante años las Madres de los treinta mil Desaparecidos nos siguen espabilando una vez por semana que tengamos más memoria y eso muchos no lo entiendan. En esa Casa Rosada trabajan las autoridades nacionales, -es una manera de decir- te mostraré la Recoleta el barrio que desafía todo a puro lujo y ese desperdicio de cemento es el Monumental Estadio de Fútbol que pagamos a tanto por gol para disimular nuestro arrabal no capitalista. Esa confitería casi en sombras es la más costosa del planeta, very expensive, Freni, too much, pero allí hoy no entraremos porque /mirá que casualidad/, este es mi departamento. Donde debemos entrar sigilosos y en voz baja porque mi cama solitaria es ancha y ajena como la pampa y antes que me olvide, si querés ducharte la llave de agua caliente está a la izquierda, to the left, Freni, igual que en Zurich.
- Is my name - y él en tarzánico inglés le preguntó ‘¿do you like another whisky?’ Y acaso mejor sonaría 'juiski' pero si esta viajera al fondo del mapamundi entendiera la cierta intención de su ¿do you like?, no se escandalizaría. ‘Sí Quelo, no cualquiera actúa de exponente tribal ante una auténtica rubia europea que te diera su dirección en Zurich como si te invitara a verla ahí cualquier tarde de estas’. Así que sin esperar dispuso llevarla a conocer Buenos Aires, y ser ‘Quelo protector de azafata indefensa en la riesgosa ciudad, en repentina y apreciable ocurrencia’.
-¿Ves? Por aquí sucedió el Cabildo Abierto de 1810; esta es la diabólica Plaza de Mayo donde los guarangos se lavaron las patas en la fuente en octubre del ’45 y durante años las Madres de los treinta mil Desaparecidos nos siguen espabilando una vez por semana que tengamos más memoria y eso muchos no lo entiendan. En esa Casa Rosada trabajan las autoridades nacionales, -es una manera de decir- te mostraré la Recoleta el barrio que desafía todo a puro lujo y ese desperdicio de cemento es el Monumental Estadio de Fútbol que pagamos a tanto por gol para disimular nuestro arrabal no capitalista. Esa confitería casi en sombras es la más costosa del planeta, very expensive, Freni, too much, pero allí hoy no entraremos porque /mirá que casualidad/, este es mi departamento. Donde debemos entrar sigilosos y en voz baja porque mi cama solitaria es ancha y ajena como la pampa y antes que me olvide, si querés ducharte la llave de agua caliente está a la izquierda, to the left, Freni, igual que en Zurich.
-
¿Vos sabías que los sudacas no somos seres tan distintos? Ustedes,
cronométricos que miden en décimas de micrones y nosotros, miserables de tanta
inmensidad toda diferencia la mensuramos en hectáreas, y aquí vos y yo por
mandato de la especie ajena a cualquier mapa, quizá tenemos ese mismo temblor
de muestro primer apareo hace un milloncito de años en una íntima selva. Por
eso y sin temor usemos nuestra encendida
piel envuelta en acrobacias de tigre silencioso y pequeñas palabras, sin que tu
rubor no sea fingido, Freni, y no sigas tensa en la habitación con sonrisa
apenas y rubor de hembra sorprendida en silencio. Es tiempo de no temblar al
besarnos y si tu sonrojo iguala a este ataque adolescente que me llegó de
golpe, nuestra tímida escena defraudaría
al espejismo que tienen de nosotros los países rubios. Y vos no dejes de ser
Freni Dietz, alhaja suiza de mi corazón hablándome del cantón donde naciste y
cómo te peinaban cuando eras chica antes de oír misa en la iglesia de
Schauffhauser, igual que una piba de mi barrio. O apretada, muy apretada a mí
pecho, me digas de aquel novio que inauguró tu ternura al llevarte en la bici
tras el puentecito del Rhin, y no sigamos distrayendo nuestra desnudez
recreando el pasado y averiguar de paso nuestra pasada historia. No vale renunciar a esta hora
inolvidable, Freni, y ya probemos con suiza precisión que el amante argentino
es de buena perfomance y poco rechazo de fabricación… Esa otra ficción nacional
de ganadores imbatibles del principio al fin, así nos va en la vida... Dulce,
te cuento que entre nosotros hacer el amor es el modo de seguir en el mundo,
por bisnietos de algunos que hace un siglo enriquecieron a los sastres
londinenses comprando trajes por docena y dando un saltito al Canal de la
Mancha, coparon los burdeles de Francia a punta de guita y vaca llevada en el
barco. Reprimido y represor morocho y argentino rey de París, Freni,
estancieros millonarios con olor a bosta llenando los prostíbulos y despreciado
por los rubiecitos de ojos azules, como los tuyos.
Y no te rías mi amor de este secreto
nacional porque vos, mujer hermosa del mundo civilizado conmovida si te beso
los párpados y los dos en lenguaje mezclado lamentamos tanta demora en conocernos.
Nos equivocamos, amor, vos no viajaste a Buenos Aires a lagrimear sobre mi
pecho y a tatuarme una melancolía que ya presiento. Vos llegaste aquí a ver
malambo con boleadoras y conocer a vetustos tangueros disfrazados con pañuelo
al cuello; vos viniste a mi Buenos Aires querido para dejarme tu nombre en una
servilleta de papel que al subirte al avión y por mucha añoranza que le
inventemos, se borrará de olvido. ¿Eso no lo imaginaste, Freni? A nuestra final
ternura de los dos en el aeropuerto la llenaremos de un futuro que bien pronto
sentirá el olvido de otras nuevas miradas;
y este nuestro intento de amarnos de fuga y contrafuga se llenará de
tiempo…
Recién despierto y ya la luz detenida en el corazón de la mañana, Quelo Varela miró a Freni replegada sobre su propio cuerpo. Un mechón de pelo desordenaba el blanco de la almohada y al quitarle una mano sobre su vientre, la besó tiernamente en un hombro. Una inigualable noche de olvido inevitable había pasado y él se refugió en un cinismo doloroso y absurdo: ‘era cierto, las azafatas suizas también son seres humanos’.
Recién despierto y ya la luz detenida en el corazón de la mañana, Quelo Varela miró a Freni replegada sobre su propio cuerpo. Un mechón de pelo desordenaba el blanco de la almohada y al quitarle una mano sobre su vientre, la besó tiernamente en un hombro. Una inigualable noche de olvido inevitable había pasado y él se refugió en un cinismo doloroso y absurdo: ‘era cierto, las azafatas suizas también son seres humanos’.
PÁGINA 11 - POESÍA
ARGENTINA: CABA / BUENOS AIRES
HUGO
MUJICA
(Ciudad
Autónoma-Buenos Aires-Argentina)
HAY
PERROS QUE MUEREN DE LA MUERTE DE SU AMO
Hay
perros
que mueren de la muerte de su amo
que mueren de la muerte de su amo
cuerpos
que no hacen el amor,
hacen el miedo
hacen el miedo
que
no se agitan,
tiemblan.
tiemblan.
Y
hay hombres
en los que muere dios
como una gota de lacre
sobre el pecho
de un torso de mármol,
en los que muere dios
como una gota de lacre
sobre el pecho
de un torso de mármol,
son
los que lloran cuando creen
estar hablando,
o gritan soñando, pero al alba
olvidan el grito
con que encendieron la noche.
estar hablando,
o gritan soñando, pero al alba
olvidan el grito
con que encendieron la noche.
Hay
hombres en los que gime dios
por no encontrar un hombre
donde morir de carne,
por no encontrar un hombre
donde morir de carne,
pero
no llora como quien lo hace
solo,
llora como quien llora abrazado a un niño.
solo,
llora como quien llora abrazado a un niño.
ESTEBAN
IERARDO
(Liniers-Buenos
Aires-Argentina)
DESEO
DE GLORIA
¿Dónde
encontraré la gloria?
¿La encontraré cuando camino entre castillos destruidos
o al esquivar
puñales de hielo
en este tiempo de valles congelados?
¿Encontraré lo glorioso
en esta era sin fuego
ni altares
de dioses de vino y ensueño?
Y mientras dura mi incertidumbre
invito a la luna
a fulgurar en mis cabellos
con sus rayos de plata;
a la mujer la acaricio, penetro y venero
para que en la tierra siembre
campanadas fértiles;
al cóndor le imploro que grite
algo noble entre los vientos;
a los cristales de los altos edificios
les propongo que celebren la risa del sol;
al pez le pido que guíe
mi deseo del brillo digno
hasta los lechos profundos;
y la luna, la mujer, el cóndor, los cristales y el pez me contestan,
pero, aun así,
no encuentro molinos de aspas gloriosas en mí;
no relampaguean
cálices sublimes
en mi garganta
lastimada de sequedad.
Dime, dime entonces: ¿dónde encontraré la gloria?
Recorro el océano de rizos de agua
y algo glorioso encuentro;
observo el lento y tierno bosque de caricias
de la madre sobre el hijo,
y algo glorioso descubro;
me acerco a las manos de amor del niño
sobre la piel del animal,
y algo glorioso encuentro;
contemplo las alas del ave
que derraman
lavas de dicha
en cimas celestes,
y algo glorioso descubro;
pero en mi historia y mi oxígeno,
en mis ojos de volcanes rugientes
aun no descubro
el calor y vértigo glorioso.
Entonces, dime, dime: ¿dónde encontraré la gloria?
¿Cómo podré encontrarla entre la pasión asesinada,
entre la belleza castigada,
y la poesía asfixiada?
¿Cómo podré encontrarla en la selva
urbana y superficial
donde no se bebe
el licor del rayo
ni los los jugos de la diosa
del bosque profundo?
¿Cómo haré para ser
cascada gloriosa
en el pozo
de los mercaderes y frívolos?
Dime, dime entonces: ¿dónde encontraré la gloria?
¿Dónde, dónde me bañaré en sangre de dragones?
¿Dónde renaceré en el vientre de una antigua diosa?
¿Dónde descubriré las armaduras
que reflejen los cielos
del vuelo libre del halcón?
¿Dónde descubriré
el relámpago
que me conceda
voz de trueno
para invocar
a las musas
de la poesía
sagrada?
¿Dónde está la gloria?
¿Dónde podré encontrarla?
Sólo en los libros
de fatigada historia
hallo las batallas
donde defender la honra.
Pero ahora ya no tengo
la espada
ni el yelmo de alas terribles;
no tengo caballo
ni el combate de la estampida heroica;
no tengo la bendición
de una bandera de colores fogosos
ni el beso de la princesa
de bellos huertos en sus senos
y de cristales de agua tersa en sus ojos.
Sólo tengo en las espaldas
puñales de angustia
¿La encontraré cuando camino entre castillos destruidos
o al esquivar
puñales de hielo
en este tiempo de valles congelados?
¿Encontraré lo glorioso
en esta era sin fuego
ni altares
de dioses de vino y ensueño?
Y mientras dura mi incertidumbre
invito a la luna
a fulgurar en mis cabellos
con sus rayos de plata;
a la mujer la acaricio, penetro y venero
para que en la tierra siembre
campanadas fértiles;
al cóndor le imploro que grite
algo noble entre los vientos;
a los cristales de los altos edificios
les propongo que celebren la risa del sol;
al pez le pido que guíe
mi deseo del brillo digno
hasta los lechos profundos;
y la luna, la mujer, el cóndor, los cristales y el pez me contestan,
pero, aun así,
no encuentro molinos de aspas gloriosas en mí;
no relampaguean
cálices sublimes
en mi garganta
lastimada de sequedad.
Dime, dime entonces: ¿dónde encontraré la gloria?
Recorro el océano de rizos de agua
y algo glorioso encuentro;
observo el lento y tierno bosque de caricias
de la madre sobre el hijo,
y algo glorioso descubro;
me acerco a las manos de amor del niño
sobre la piel del animal,
y algo glorioso encuentro;
contemplo las alas del ave
que derraman
lavas de dicha
en cimas celestes,
y algo glorioso descubro;
pero en mi historia y mi oxígeno,
en mis ojos de volcanes rugientes
aun no descubro
el calor y vértigo glorioso.
Entonces, dime, dime: ¿dónde encontraré la gloria?
¿Cómo podré encontrarla entre la pasión asesinada,
entre la belleza castigada,
y la poesía asfixiada?
¿Cómo podré encontrarla en la selva
urbana y superficial
donde no se bebe
el licor del rayo
ni los los jugos de la diosa
del bosque profundo?
¿Cómo haré para ser
cascada gloriosa
en el pozo
de los mercaderes y frívolos?
Dime, dime entonces: ¿dónde encontraré la gloria?
¿Dónde, dónde me bañaré en sangre de dragones?
¿Dónde renaceré en el vientre de una antigua diosa?
¿Dónde descubriré las armaduras
que reflejen los cielos
del vuelo libre del halcón?
¿Dónde descubriré
el relámpago
que me conceda
voz de trueno
para invocar
a las musas
de la poesía
sagrada?
¿Dónde está la gloria?
¿Dónde podré encontrarla?
Sólo en los libros
de fatigada historia
hallo las batallas
donde defender la honra.
Pero ahora ya no tengo
la espada
ni el yelmo de alas terribles;
no tengo caballo
ni el combate de la estampida heroica;
no tengo la bendición
de una bandera de colores fogosos
ni el beso de la princesa
de bellos huertos en sus senos
y de cristales de agua tersa en sus ojos.
Sólo tengo en las espaldas
puñales de angustia
y
el raro destino de venerar
aun, solitario,
el fuego y la nube.
Dime, dime entonces: ¿dónde encontraré la gloria?
No sé dónde encontrarte.
Pero, ten por seguro
que te buscaré
aun entre las calles que ignoran la rareza de mis plumas;
aun dentro de la tumba del Quijote derrotado;
te buscaré
entre los cementerios
de árboles y estandartes.
Porque sé que
en alguna repentina tormenta futura
mi corazón
al fin devorará
la diosa.
Que enciende de fuegos claros
la mañana.
Que
gloriosa
siempre
vuelve.
Vuelve.
A pesar de la niebla fría.
aun, solitario,
el fuego y la nube.
Dime, dime entonces: ¿dónde encontraré la gloria?
No sé dónde encontrarte.
Pero, ten por seguro
que te buscaré
aun entre las calles que ignoran la rareza de mis plumas;
aun dentro de la tumba del Quijote derrotado;
te buscaré
entre los cementerios
de árboles y estandartes.
Porque sé que
en alguna repentina tormenta futura
mi corazón
al fin devorará
la diosa.
Que enciende de fuegos claros
la mañana.
Que
gloriosa
siempre
vuelve.
Vuelve.
A pesar de la niebla fría.
MARTA
OLIVERI
(Ciudad Autónoma-Buenos Aires-Argentina)
(Ciudad Autónoma-Buenos Aires-Argentina)
ARTE
POÉTICA
¿ Y de Arte cual es el sentido si no se puede hacer Arte de la historia?
oficio de Garrik este cómico sueño del poeta :
forjar los gorjeos del futuro
las músicas silvestres del mañana
Y qué es la palabra si no puede dar a luz
el retorno del llanto, el oasis
del tibio acunar de una fábula
religar sobre el sitio de los cielos dormidos
un idioma universal en las criaturas
Qué hemos hecho del amor
más que exprimir de mieles impostoras
su elemental sustancia.
Qué hemos hecho del niño
que vino tantas veces
disfrazado de ángel con las alas abiertas
de ingenuidad y goce
por la existencia simple.
Puedes verlo en fondo de la culpa:
yace en la cruz, eterno hasta que estalle l
a piedad en el mundo.
¿O pensabas que otro era el sentido
de la tormenta bíblica
huérfano un grito de piedad y condena?
Ríen tantos Pedros
como sucesiones de la infamia hay
tanta lujuria de la castidad
contra el cuerpo y su limite.
Tanto hielo en el edén transitorio
un hombre que no es hombre
ni barro ni destello de luz espiritual
ni mansa turbulencia de la madre lunar
sobre la paz oceánica.
Ni ala ni hoja en vuelo
adiestrando al azar hacia un destino
¿Un hombre o sólo Midas recorriendo
los glaciares del viejo paraíso
transformando en oro el árbol de la vida,
y la fruta esencial también en oro ,
Babilonia sin sierpes ni dulces tentaciones ?
Ah, Midas, de tal modo qué este era tu sueño::
la global utopía de tus dioses
un mundo de oro inhóspito donde el milagro calla.
¿ Y de Arte cual es el sentido si no se puede hacer Arte de la historia?
oficio de Garrik este cómico sueño del poeta :
forjar los gorjeos del futuro
las músicas silvestres del mañana
Y qué es la palabra si no puede dar a luz
el retorno del llanto, el oasis
del tibio acunar de una fábula
religar sobre el sitio de los cielos dormidos
un idioma universal en las criaturas
Qué hemos hecho del amor
más que exprimir de mieles impostoras
su elemental sustancia.
Qué hemos hecho del niño
que vino tantas veces
disfrazado de ángel con las alas abiertas
de ingenuidad y goce
por la existencia simple.
Puedes verlo en fondo de la culpa:
yace en la cruz, eterno hasta que estalle l
a piedad en el mundo.
¿O pensabas que otro era el sentido
de la tormenta bíblica
huérfano un grito de piedad y condena?
Ríen tantos Pedros
como sucesiones de la infamia hay
tanta lujuria de la castidad
contra el cuerpo y su limite.
Tanto hielo en el edén transitorio
un hombre que no es hombre
ni barro ni destello de luz espiritual
ni mansa turbulencia de la madre lunar
sobre la paz oceánica.
Ni ala ni hoja en vuelo
adiestrando al azar hacia un destino
¿Un hombre o sólo Midas recorriendo
los glaciares del viejo paraíso
transformando en oro el árbol de la vida,
y la fruta esencial también en oro ,
Babilonia sin sierpes ni dulces tentaciones ?
Ah, Midas, de tal modo qué este era tu sueño::
la global utopía de tus dioses
un mundo de oro inhóspito donde el milagro calla.
JOSE
MARIA PALLAORO
(La
Plata-Buenos Aires-Argentina)
CANTAR A TIENTAS
Hace
una cantidad de años
se solía dejar ciegos a los canarios
para lograr en su canto
mayor belleza
–actitud típicamente humana
como cortar lenguas
cercenar gargantas–
Hoy las cosas no han mejorado
y los pájaros que aún sobreviven
cantan
a tientas
todo el tiempo
con señas desesperadas
se solía dejar ciegos a los canarios
para lograr en su canto
mayor belleza
–actitud típicamente humana
como cortar lenguas
cercenar gargantas–
Hoy las cosas no han mejorado
y los pájaros que aún sobreviven
cantan
a tientas
todo el tiempo
con señas desesperadas
MIRIAM
CAIRO
(San
Nicolás de los Arroyos-Buenos Aires-Argentina)
LAS
MAROSAS
Hay
mujeres que aman como Marosa.
Diablas
de diversos tipos y colores. No es necesario detenerse y preguntarse de dónde
salen porque se nos imponen ante los ojos en un entrechocar de nácares, de
tacones, de espuma.
Las
llamadas 'catalinas' son de ojos azules y pestañas muy largas.
Las
'lorenas', con pechos exuberantes en bandeja; dulces tartas caídas para acabar
con el hambre en el mundo.
Las
'juanas' se pintan las uñas de las manos y de los pies. Se embarazan muy
fácilmente. Hacen dulce de higo con los hijos hervidos en azúcar.
Estas
diablas están a las veras de los tazones de porcelana transparente y de las
inminencias. Son de diversos tipos y colores. Las hay con cabello trenzado y
con cabellos de niebla.
Las
hay azucenas.
Las
hay suplicantes.
Las
hay perdidas en su propia casa.
Las
hay nacidas con tacos altos, rojos, finos, precedidas por una jauría de perros
invisibles.
Las
hay morenas.
Las
hay prohibidas.
Las
hay desmelenadas que caen sobre los labios de los hombres como diamelas.
Se
ven sus carnadas de diablos en los árboles, en las bocas de tormenta, en los
postes de luz, en las cucharas de té, en el revoltijo hechizado de los
agapantos. Los cebos de sus malignidades cuelgan del anzuelo del día y de las
redes el anochecer.
Las
muy diablas caminan por las calles de la ciudad como gladiolos travestidos de
personas.
Las
muy diablas suspiran.
PÁGINA 12 – NARRATIVA
GREGORIO ECHEVERRÍA
(Rosario-Santa Fe-Argentina)
DISTORSIÓN DEL HIERRO
Los
soldados de Diego de Almagro requisan cada cueva y cada garganta a lo largo de
la cordillera en los alrededores del Cusco. Descienden por el cauce del
Urubamba desde Quillabamba hasta Urcos. Al fin encuentran al amauta prófugo.
Cargado de hierros lo conducen de regreso a presencia del conquistador. Bajo la
mirada atenta de un missi dominici, unos alguaciles preparan
el fuego. El franciscano que toma notas para una futura crónica le recuerda que
el fuego es instancia reservada a los confesos. Almagro sonríe y calla. El
amauta es atado a un tronco y sus cadenas ceñidas al cuello, cintura y
extremidades, estiradas hasta sendos postes plantados a cosa de cinco pasos del
reo. Con diligencia amontonan leña alrededor de estos laderos y a una seña de
Almagro dan lumbre. La crónica relata cómo el calor se mueve a través de los
gruesos eslabones, hasta alcanzar las carnes del preso. La cadena que
inmoviliza su cogote es la más alta y la que primera se pone al rojo, mientras
el collar cerrado en torno a la garganta seca el sudor primero, para luego
comenzar el paciente trabajo de tostado de la piel. Para entonces ya las
cadenas del medio han dado buen calor a la cincha de hierro que abraza la
barriga y allí la labor es más perceptible merced al tufo a grasa recalentada y
hasta el leve chasquido de la fritura. Por fin el calor del fuego alcanza a los
eslabones y los grilletes de muñecas y tobillos. Aquí los utileros han agregado
un trenzado de plomo entre el hierro y la carne. A su debido tiempo —cosa de
una hora— el plomo semifundido forma un todo pastoso y maloliente con los
huesos y la carne sancochada. Cincha, collar y grilletes son ya formas
retorcidas e irreconocibles. El cronista certifica que ni una brasa entra
durante todo este procedimiento en contacto con el cuerpo del prisionero.
PÁGINA 13 – POESÍA
ARGENTINA: CÓRDOBA
MARÍA TERESA
ANDRUETTO
(Arroyo
Cabral-Córdoba-Argentina)
AHORA QUE VIENE EL
TIEMPO DE LOS PÁJAROS
Ahora que viene el tiempo de los pájaros
y de los brotes en las ramas y la blancura
del almendro,
y de los brotes en las ramas y la blancura
del almendro,
ahora que salgo al aire por las tardes
y riego plantas y veo cómo la tierra bebe
el agua,
y riego plantas y veo cómo la tierra bebe
el agua,
ahora que se agitan las polleras
al murmullo de la brisa,
al murmullo de la brisa,
ahora que los niños conquistan el baldío
y construyen refugios y saltan vallas,
y construyen refugios y saltan vallas,
ahora que en el barrio las mujeres se sientan
a la sombra de los fresnos y toman mate
y hablan,
a la sombra de los fresnos y toman mate
y hablan,
yo miro a cada instante hacia el Oeste, hacia
tu casa
PABLO ANADÓN
tu casa
PABLO ANADÓN
(Villa
Dolores-Córdoba-Argentina)
LAS TRES DE LA MAÑANA
A esta hora —las tres de la mañana—
la vida pareciera suspendida,
ausente, silenciosa, entre paréntesis,
ovillada en sí misma, adormecida,
como la gata en el sillón del living.
No hay trámites que hacer, no hay constricciones
de la existencia en sociedad, llamadas
telefónicas, médicos, visitas,
compras, y sobre todo, decisiones
que tomar: ya mañana se verá.
En estas horas, solo bajo el círculo
que la lámpara crea alrededor
de mí, yo soy feliz, a mi manera:
me basta un libro, un poco de tabaco,
un poco de ginebra, una libreta
y esta plateada lapicera, que ella
me regaló, cuando era de verdad
feliz, de otra manera, a la manera
solitaria también, cuando se ama.
¿Volveré a ser feliz de esa manera?
Quién lo puede saber, que es el amor
igual que la llegada de un poema:
un día, casi sin querer, estamos
escribiendo palabras que nos dejan
desnudos, indefensos, abrazados
a una promesa de felicidad,
que según Stendhal es la belleza,
y es el amor, y es la poesía, y es
la vida en esa extraña plenitud,
todo el dolor y toda la alegría
si unos ojos nos miran o nos dejan
de mirar —y oscurecen o iluminan
el mundo—, si una boca se contrae
en un pliegue indeciso entre el desdén
y una sonrisa que detiene el tiempo.
Sí, en eso la poesía y el amor
se parecen: que llegan cuando quieren
—como el pájaro en lo alto de la rama
del fresno esta mañana, y parte lejos
mientras la rama tiembla todavía—,
Y dan al transcurrir indiferente
de los días la forma de un sentido,
enigmático aún, reconocible,
sin embargo, como una epifanía
de lo que somos, lo que no sabíamos
que éramos. Al fin, esa promesa
de dicha ya es la dicha, hecha palabra,
amor que nos redime del dolor
de toda nuestra vida: forma pura
donde dos soledades se reúnen
en un abrazo lento, en la lectura,
un instante que pide eternidad.
Decía, pues, que en estas horas, es
cuando estoy más en paz conmigo mismo.
Ya no sé si la noche es la metáfora
de la muerte o la vida: en ella aprendo
a ser ése que soy, sí, “pobre cosa
—vuelve con las palabras lo vivido—
que transfigura a veces la poesía”.
Mañana —es decir, hoy— será otro día.
SUSANA CABUCHI
(Jesús
María-Córdoba-Argentina)
EL
DULCE PAÍS
Entonces, tus ojos eran caramelos de miel
y hablabas
de las bicicletas que regalaba el Niño Dios
a los que no podíamos comprarlas.
El río se callaba para que tú contaras figuritas.
Yo era alegre,
y eran alegres los nísperos del patio.
Y tú eras otro,
no el hombre de hoy
lejano como todos.
Cada domingo era una sorpresa de ciruelas,
de plaza con hamacas.
Tu padre cantaba en el taller
mientras tu madre
lavaba mamelucos de amor y aceite.
El mío no había partido todavía
y llegaba al hogar con dulces y regalos.
Yo oía con asombro tus mentiras
y creía en gigantes voladores
y en ángeles guardianes
que cuidaban tu ropa y mis zapatos.
Por cada diente el ratón nos compraba mandarinas.
La abuela, abría el gran ropero
y sacaba
turrones envueltos en papeles crocantes.
Si vuelves, como entonces,
con sombrero de piel y las manos con barro
verás, que guardo aún
el corazón de las manzanas.
Entonces, tus ojos eran caramelos de miel
y hablabas
de las bicicletas que regalaba el Niño Dios
a los que no podíamos comprarlas.
El río se callaba para que tú contaras figuritas.
Yo era alegre,
y eran alegres los nísperos del patio.
Y tú eras otro,
no el hombre de hoy
lejano como todos.
Cada domingo era una sorpresa de ciruelas,
de plaza con hamacas.
Tu padre cantaba en el taller
mientras tu madre
lavaba mamelucos de amor y aceite.
El mío no había partido todavía
y llegaba al hogar con dulces y regalos.
Yo oía con asombro tus mentiras
y creía en gigantes voladores
y en ángeles guardianes
que cuidaban tu ropa y mis zapatos.
Por cada diente el ratón nos compraba mandarinas.
La abuela, abría el gran ropero
y sacaba
turrones envueltos en papeles crocantes.
Si vuelves, como entonces,
con sombrero de piel y las manos con barro
verás, que guardo aún
el corazón de las manzanas.
MANUEL
LOZANO GOMBAULT
(San
Francisco-Córdoba-Argentina)
GENEALOGÍA DE CRÍMENES
ESPLÉNDIDOS
Nada me asusta más que la falsa serenidad
De un rostro que duerme...
Jean Cocteau, Plain-Chant
De un rostro que duerme...
Jean Cocteau, Plain-Chant
No el regreso de un porvenir abandonado
sin sosiego en los lechos terrestres.
No el verano con un palpable resplandor entre invasores,
y otra herida creciendo como lenta enredadera
en la piel del delirio.
No el pequeño cadáver de mi infancia
flotando (con su boca abierta) en la inmensa laguna.
No el arcángel quemado, entre las maquinaciones del espanto
y la obstinada majestad del ruego.
No las elementales maravillas del amor en la hierba.
No la profanada canción, la hoguera luminosa.
No los párpados fatídicos que devoran y resisten
la desesperación de los otros.
No el balbuceo de aquel dios en su cruz.
No la incertísima tempestad del reposo.
No las madrigueras de la piedad,
la hambrienta cueva que empolla toda angustia.
No la precariedad del ojo en la distancia.
No verdades habitables bajo el musgo de sospechas,
ajenas a mi carne y al olor diferente.
No el alarido devastado.
No las mansiones de razón: su más pura palabra.
No un laberinto de alacranes en cautiverio.
No el letárgico aroma de mis muertos mendigos.
No las hembras de chacal junto al sudario.
No este archipiélago hundido en mi memoria.
No la implacable codicia del vicario.
No la torpe desnudez entre las piedras,
aquélla que no cava el deseo.
No quien se inclina ante las jaulas
y duerme según la herrumbre de cuerpos mutilados.
No el que nunca oyó a los ojos.
No el visible matorral; siempre el oculto.
No la fiebre que no sana.
No el perverso matarife en este país de brumas.
No la boca sin cesar del desterrado.
No el estremecido inquisidor de los huesos.
Golpea la puerta.
¿Quién permanece en el desierto heroico
con las manos calientes?
¿Por qué fui hijastro y huésped del infierno?
sin sosiego en los lechos terrestres.
No el verano con un palpable resplandor entre invasores,
y otra herida creciendo como lenta enredadera
en la piel del delirio.
No el pequeño cadáver de mi infancia
flotando (con su boca abierta) en la inmensa laguna.
No el arcángel quemado, entre las maquinaciones del espanto
y la obstinada majestad del ruego.
No las elementales maravillas del amor en la hierba.
No la profanada canción, la hoguera luminosa.
No los párpados fatídicos que devoran y resisten
la desesperación de los otros.
No el balbuceo de aquel dios en su cruz.
No la incertísima tempestad del reposo.
No las madrigueras de la piedad,
la hambrienta cueva que empolla toda angustia.
No la precariedad del ojo en la distancia.
No verdades habitables bajo el musgo de sospechas,
ajenas a mi carne y al olor diferente.
No el alarido devastado.
No las mansiones de razón: su más pura palabra.
No un laberinto de alacranes en cautiverio.
No el letárgico aroma de mis muertos mendigos.
No las hembras de chacal junto al sudario.
No este archipiélago hundido en mi memoria.
No la implacable codicia del vicario.
No la torpe desnudez entre las piedras,
aquélla que no cava el deseo.
No quien se inclina ante las jaulas
y duerme según la herrumbre de cuerpos mutilados.
No el que nunca oyó a los ojos.
No el visible matorral; siempre el oculto.
No la fiebre que no sana.
No el perverso matarife en este país de brumas.
No la boca sin cesar del desterrado.
No el estremecido inquisidor de los huesos.
Golpea la puerta.
¿Quién permanece en el desierto heroico
con las manos calientes?
¿Por qué fui hijastro y huésped del infierno?
Te hablo con la sangre deshecha de los hombres.
NORA
NANI
(Leones-Córdoba-Argentina)
LA VIDA
He visto casas de todos los tamaños.
Casas de piedra,
de ladrillo,
de madera,
de chapa...
Casas cuadradas, rectangulares,
redondas, planas o con torres,
ricas o pobres,
uniformadas, disciplinadas,
detonantes o grises,
con tejados o terrazas,
alegres o perdidas,
en fin,
todas las casas del mundo
pasaron por mi casa...
Pero yo tuve una casa de aluminio.
Era un octógono perfecto
situado al lado del Suquía.
Brillaba al sol
como plata despareja
y parecía una nave extraña
anclada en un corral de zinnias.
En ella nacieron mis hijos.
Recuerdo las noches de amor
en un despilfarro de estrellas
y recuerdo las guitarras bagualeras
que alzaban su lamento
hasta que el azul del cielo
se volvía más azul y más redondo.
Yo sé que todas las casas
son una mano tendida
y un corazón que te guarda.
Pero yo tuve una casa de aluminio.
Y tuve la mano, el corazón,
el coraje y el canto.
El amor quizás...
La vida siempre.
He visto casas de todos los tamaños.
Casas de piedra,
de ladrillo,
de madera,
de chapa...
Casas cuadradas, rectangulares,
redondas, planas o con torres,
ricas o pobres,
uniformadas, disciplinadas,
detonantes o grises,
con tejados o terrazas,
alegres o perdidas,
en fin,
todas las casas del mundo
pasaron por mi casa...
Pero yo tuve una casa de aluminio.
Era un octógono perfecto
situado al lado del Suquía.
Brillaba al sol
como plata despareja
y parecía una nave extraña
anclada en un corral de zinnias.
En ella nacieron mis hijos.
Recuerdo las noches de amor
en un despilfarro de estrellas
y recuerdo las guitarras bagualeras
que alzaban su lamento
hasta que el azul del cielo
se volvía más azul y más redondo.
Yo sé que todas las casas
son una mano tendida
y un corazón que te guarda.
Pero yo tuve una casa de aluminio.
Y tuve la mano, el corazón,
el coraje y el canto.
El amor quizás...
La vida siempre.
ALEXIS
COMAMALA
(Córdoba-Córdoba-Argentina)
TIEMPOS
DE MI MADRE
A ella, a quién más.
Durante
los últimos tiempos, a mi madre por las noches,
le
inyectaba morfina.
El
cáncer en su páncreas,
cubría
ya varios países de su cuerpo.
Era
del tamaño de un continente de fuego,
desparramado
por todo el territorio de vida.
Estaba
mi tía Tere por momentos,
también
Corina, la hermana que eligió mi madre
y,
mi padre desviado a acompañarla día y noche.
Todos
luchando
y,
mi madre redoblando la apuesta al infinito.
Nosotros,
a pesar de bajar los brazos,
creíamos
entonces en algo,
la
morfina dolía o aliviaba.
Eso
no importa, es solo ciencia.
Mi
madre murió antes de su dosis matinal.
Yo,
en otra cama a metros de ella desperté,
su
cuerpo en convulsión, agitado en espanto.
¿Que
hacer, si no somos maquinas al servicio de la alegría?
Entonces
seguir, llamar a Mónica, medica vecina.
¿Para
que todo esto? Ya se iba.
¿Para
rehabilitar la esperanza?
¿Justificar
la muerte?
Entonces
lloro.
Ya
jamás habrá un fuentón caliente, que abarquen estos pies
y
este corazón helado. Sentir el cuidado de si, a través del otro.
Mi
uña encarnada una o dos veces por año
y,
allí ese fuentón calentito, viniendo del centro del mundo.
Y
mi pie izquierdo hinchado, con su pus fluyendo
cayendo
en el fondo del lago.
Mas
allá que dios no exista, para estas ocasiones ella sabia
los
versículos del dolor.
Existió
mi madre junto a una cama agonizando,
existió
un fuentón lleno de agua caliente en el marco del mundo,
existió
la sal gruesa que sirve para que no fallezcan los pies,
existió
un fuentón rebajado con agua fría según las marcas térmicas,
existieron
un par de pies hundiéndose en la pócima.
Necesito
ahora, la cabeza fría por la lluvia.
Debajo
de mis pies el fuentón de mi madre.
Nada
es posible ahora.
PÁGINA 14 – ENSAYO
LUIS BENITEZ
(Ciudad Autónoma-Buenos Aires-Argentina)
¿POR QUÉ ESCRIBIR POESÍA EN EL SIGLO XXI?
No por repetida siglo tras siglo -con toda
probabilidad- la pregunta deja de ser atinente.
Las respuestas han sido muchas, porque la poesía es el género literario más antiguo de todos, el primero, el que dio origen a todos los demás. El registro más añejo de la escritura se conserva en el Museo Británico y es un libro de poesía: el Cantar de Gilgamesh, datado para algunos en 4.000 años. Cincuenta y tres tabletas de arcilla o, mejor dicho, fragmentos de ellas, cubiertos de escritura cuneiforme, del tiempo en que se ponían los cimientos de las pirámides y los europeos cazaban jabalíes en lo que hoy es la Place de la Concorde. La poesía ya existía desde antes de ese evocado registro escrito, seguramente, y se trasmitía y era consecuentemente deformada por tradición oral, como siglos después del anónimo autor de Gilgamesh todavía se haría en Grecia. Una teoría sobre su origen dice que devino de los cánticos religiosos, con lo que tendría entonces un doble origen: uno musical, que arrastraría a formar palabras que acompañaran la melodía, para expresar lo que sentía el que cantaba, y otro puramente verbal, el que prefieren otros, quienes identifican el punto de partida de la poesía con ese hipotético pero suponible momento en que aquello que se hizo para ser cantado comenzó a ser repetido sin acompañamiento musical alguno. Se puede imaginar que la poesía se originó en ambos momentos, sin mayor contradicción: ya era poesía cuando se acompañaba la modulación de esas palabras con sistros o flautas dobles, y se consolidó como tal cuando fue posible declamarla con o sin instrumentos. Plástica y adaptable como es, capaz de diversificarse en múltiples géneros y subgéneros, debe de haber perdurado su forma cantada junto a la recitada, incluso después de haber adoptado otra forma de expresión, que ya fue la escrita. Entonces servía para lo que sirven todas las fórmulas religiosas, para conjurar el miedo del hombre a cuanto lo rodea. Tendría las mismas propiedades que una fórmula mágica; esto es, la de modificar la realidad para quienes creen en ella, la de modificar el estado de ánimo de quien la lee o recita, para nosotros, los contemporáneos.
Sin embargo, más allá de estas propiedades curativas, poseía como ya dijimos, en germen, todos los otros géneros literarios en su textura. Textus llamaban los romanos a los tejidos, las tramas hechas de varios hilos, y de allí viene nuestro vocablo texto. Los hilos de la poesía contenían la narrativa, pues ella no sólo servía para una función lírica –en su primera acepción, algo hecho para ser cantado con el acompañamiento de una lira- sino también para referir sucesos, y no exclusivamente los fabulosos. Ello nos conduce a una incipiente ensayística, por ejemplo en La Teogonía de Hesíodo, escrita siete siglos antes de la era cristiana, un “ensayo” sobre el origen del mundo, que se suma a los 800 versos de Los Trabajos y los Días, del mismo autor, un extraordinario poema y, además, un tratado completo sobre agricultura (aunque no sea éste su mérito mayor).
En Occidente y con el paso del tiempo, la poesía se despojó en la mayoría de los casos de todo residuo teológico y se afirmó como género en sí mismo, dotado de una gran independencia y poseedor de una prolongada tradición propia, como dijimos, la más antigua –y la más desarrollada- de todas las que conforman la literatura.
La pregunta por el sentido de un género literario nunca proviene de quienes lo cultivan, sino de quienes lo observan, y aunque el poeta contemporáneo puede serlo y además ser un estudioso del mismo género que practica, no por ello la condición de inquietud respecto del fin último del género deja de ser, primeramente, exterior al objeto en torno al que se constituye la pregunta.
En épocas no tan lejanas como los tiempos de Hesíodo, como el siglo XVII o el XIX, por ejemplo, Shakespeare o Baudelaire no pensaron en el sentido de escribir poesía, sino que la escribieron sin más ni más. Posteriormente el avance del pensamiento lógico se extendió –felizmente, desde luego- hasta la indagación del sentido de todas las actividades del hombre y allí fue, entonces, que comenzamos a pensar en las cuestiones que tienen que ver con la posibilidad o no de ejercer ciertas y determinadas cualidades de la mente humana, cuando las circunstancias en que se originaron y desarrollaron han variado y hasta se ofrecen –real o aparentemente- como adversas a su continuidad. Por ejemplo, la posibilidad de escribir una ópera en 2007, cuando este género musical data de 1597, cuando el estreno de “Dafne”, por Jacopo Peri, ante un círculo de ilustres humanistas florentinos. ¿Ha envejecido la ópera como género musical? Posiblemente la respuesta es sí, y las razones muchas, pero ello no quita que haya gente que insista en el placer de escuchar ópera e inclusive lleve su empecinamiento hasta el inicuo acto de molestarse en ir a un teatro para asistir a su representación. Personas que coleccionan CDs y DVDs de ópera, que están suscriptas a revistas y boletines web que informan sobre ópera. Gente que mañana, cuando la holografía le permita montar los cuatro actos de “Carmen”, de Georges Bizet, en el living de su casa, lo hará y hasta invitará a sus amigos a esa función de fantasmas tecno.
Creo que el mundo que engendró la ópera y antes de ella a la poesía, cambió más en detrimento de la primera que de la segunda, porque en el caso de la poesía ésta se ha mostrado más permeable y efectiva para mostrar los cambios sucedidos en el espíritu humano que la ópera. Es decir, que ha podido absorber –como lo hizo ya durante toda su historia anterior- esas modificaciones ocurridas en aquello que es su origen y a la vez su destinatario: como gustaba decir Paul Eluard, “lo mejor de nosotros”.
Sugerida la posibilidad de que en el transcurso del corriente siglo la poesía sea capaz de asimilar y transformar en materia propia cuanto le siga sucediendo al hombre (como lo viene haciendo, por lo menos, desde hace 4 milenios), nos queda el enigma de sus posibilidades de expresión, que me animo a suponer que serán tan variadas como impensables. Del mismo modo que era inimaginable el escándalo Dadá en tiempos de Paul Verlaine, pero se produjo en Zurich apenas dos décadas después de su muerte. El mundo había cambiado y la expresión de la poesía también, pero hoy nadie puede negarle a las “Fiestas Galantes” del desgraciado Verlaine la misma condición de texto integrante de la tradición poética occidental que posee “La primera aventura celestial del señor Antipirina”, de Tristan Tzara.
Lo seguro es que cambiarán –como sucederá también para la música, la narrativa, la arquitectura, el cine, etcétera- obviamente el soporte y el formato tecnológico de la poesía. De hecho, el siglo incipiente ya nos lo muestra con el avance de los medios de que dispone la poesía contemporánea para llegar a lectores y autores. Internet se transformó en un aliado que hay que agradecer, pues permite que cualquier verso (sea un endecasílabo o un hexámetro, lo mismo da) pueda ser leído en cualquier sitio del mundo en segundos, desde que pulsamos “enviar”. Este mundo a recorrer por la poesía a través de medios mucho más veloces que las revistas impresas del siglo pasado, seguramente le brindará otras posibilidades, pero ya rompió los límites que imponían no sólo el tiempo y el espacio; también los lobbies de los mass-media que controlaban el acceso de los poetas al lector han sido lesionados por el avance tecnológico. Si antes un poeta no “existía” en tanto y en cuando no era adoptado por un lobby que controlaba la difusión de los textos a través de una publicación gráfica, la explosión de medios de llegar a lectores y autores por Internet ha despojado de buena parte de su poder a estas mutuales del pretendido “buen gusto” literario, erigido en razón primordial cuando no ha sido siempre otra cosa que un eufemismo para operar la restricción y el privilegio, no manejados por la calidad sino por la conveniencia. Yo nací entre ambas épocas y como muchos de mis mejores compañeros de generación, sé muy bien a qué me refiero.
Entonces, si la poesía puede ser que se adapte a representar los sucesos, cambios y transformaciones que se irán produciendo en el espíritu humano, en concordancia con los que tendrán lugar en el dilatado espacio/tiempo de este siglo que recién cuenta siete años, y además, algunos de esos cambios –los tecnológicos- es probable que todavía le proporcionen más y mejores medios de difusión que todos los anteriores… ¿no es nuestra época actual y lo serán las que la sigan en la secuencia futura, unos momentos muy interesantes para, precisamente, escribir poesía?
Me quedo con lo que dice un fragmento de “Contrabando”, ese bellísimo poema de Denise Levertov:
Las respuestas han sido muchas, porque la poesía es el género literario más antiguo de todos, el primero, el que dio origen a todos los demás. El registro más añejo de la escritura se conserva en el Museo Británico y es un libro de poesía: el Cantar de Gilgamesh, datado para algunos en 4.000 años. Cincuenta y tres tabletas de arcilla o, mejor dicho, fragmentos de ellas, cubiertos de escritura cuneiforme, del tiempo en que se ponían los cimientos de las pirámides y los europeos cazaban jabalíes en lo que hoy es la Place de la Concorde. La poesía ya existía desde antes de ese evocado registro escrito, seguramente, y se trasmitía y era consecuentemente deformada por tradición oral, como siglos después del anónimo autor de Gilgamesh todavía se haría en Grecia. Una teoría sobre su origen dice que devino de los cánticos religiosos, con lo que tendría entonces un doble origen: uno musical, que arrastraría a formar palabras que acompañaran la melodía, para expresar lo que sentía el que cantaba, y otro puramente verbal, el que prefieren otros, quienes identifican el punto de partida de la poesía con ese hipotético pero suponible momento en que aquello que se hizo para ser cantado comenzó a ser repetido sin acompañamiento musical alguno. Se puede imaginar que la poesía se originó en ambos momentos, sin mayor contradicción: ya era poesía cuando se acompañaba la modulación de esas palabras con sistros o flautas dobles, y se consolidó como tal cuando fue posible declamarla con o sin instrumentos. Plástica y adaptable como es, capaz de diversificarse en múltiples géneros y subgéneros, debe de haber perdurado su forma cantada junto a la recitada, incluso después de haber adoptado otra forma de expresión, que ya fue la escrita. Entonces servía para lo que sirven todas las fórmulas religiosas, para conjurar el miedo del hombre a cuanto lo rodea. Tendría las mismas propiedades que una fórmula mágica; esto es, la de modificar la realidad para quienes creen en ella, la de modificar el estado de ánimo de quien la lee o recita, para nosotros, los contemporáneos.
Sin embargo, más allá de estas propiedades curativas, poseía como ya dijimos, en germen, todos los otros géneros literarios en su textura. Textus llamaban los romanos a los tejidos, las tramas hechas de varios hilos, y de allí viene nuestro vocablo texto. Los hilos de la poesía contenían la narrativa, pues ella no sólo servía para una función lírica –en su primera acepción, algo hecho para ser cantado con el acompañamiento de una lira- sino también para referir sucesos, y no exclusivamente los fabulosos. Ello nos conduce a una incipiente ensayística, por ejemplo en La Teogonía de Hesíodo, escrita siete siglos antes de la era cristiana, un “ensayo” sobre el origen del mundo, que se suma a los 800 versos de Los Trabajos y los Días, del mismo autor, un extraordinario poema y, además, un tratado completo sobre agricultura (aunque no sea éste su mérito mayor).
En Occidente y con el paso del tiempo, la poesía se despojó en la mayoría de los casos de todo residuo teológico y se afirmó como género en sí mismo, dotado de una gran independencia y poseedor de una prolongada tradición propia, como dijimos, la más antigua –y la más desarrollada- de todas las que conforman la literatura.
La pregunta por el sentido de un género literario nunca proviene de quienes lo cultivan, sino de quienes lo observan, y aunque el poeta contemporáneo puede serlo y además ser un estudioso del mismo género que practica, no por ello la condición de inquietud respecto del fin último del género deja de ser, primeramente, exterior al objeto en torno al que se constituye la pregunta.
En épocas no tan lejanas como los tiempos de Hesíodo, como el siglo XVII o el XIX, por ejemplo, Shakespeare o Baudelaire no pensaron en el sentido de escribir poesía, sino que la escribieron sin más ni más. Posteriormente el avance del pensamiento lógico se extendió –felizmente, desde luego- hasta la indagación del sentido de todas las actividades del hombre y allí fue, entonces, que comenzamos a pensar en las cuestiones que tienen que ver con la posibilidad o no de ejercer ciertas y determinadas cualidades de la mente humana, cuando las circunstancias en que se originaron y desarrollaron han variado y hasta se ofrecen –real o aparentemente- como adversas a su continuidad. Por ejemplo, la posibilidad de escribir una ópera en 2007, cuando este género musical data de 1597, cuando el estreno de “Dafne”, por Jacopo Peri, ante un círculo de ilustres humanistas florentinos. ¿Ha envejecido la ópera como género musical? Posiblemente la respuesta es sí, y las razones muchas, pero ello no quita que haya gente que insista en el placer de escuchar ópera e inclusive lleve su empecinamiento hasta el inicuo acto de molestarse en ir a un teatro para asistir a su representación. Personas que coleccionan CDs y DVDs de ópera, que están suscriptas a revistas y boletines web que informan sobre ópera. Gente que mañana, cuando la holografía le permita montar los cuatro actos de “Carmen”, de Georges Bizet, en el living de su casa, lo hará y hasta invitará a sus amigos a esa función de fantasmas tecno.
Creo que el mundo que engendró la ópera y antes de ella a la poesía, cambió más en detrimento de la primera que de la segunda, porque en el caso de la poesía ésta se ha mostrado más permeable y efectiva para mostrar los cambios sucedidos en el espíritu humano que la ópera. Es decir, que ha podido absorber –como lo hizo ya durante toda su historia anterior- esas modificaciones ocurridas en aquello que es su origen y a la vez su destinatario: como gustaba decir Paul Eluard, “lo mejor de nosotros”.
Sugerida la posibilidad de que en el transcurso del corriente siglo la poesía sea capaz de asimilar y transformar en materia propia cuanto le siga sucediendo al hombre (como lo viene haciendo, por lo menos, desde hace 4 milenios), nos queda el enigma de sus posibilidades de expresión, que me animo a suponer que serán tan variadas como impensables. Del mismo modo que era inimaginable el escándalo Dadá en tiempos de Paul Verlaine, pero se produjo en Zurich apenas dos décadas después de su muerte. El mundo había cambiado y la expresión de la poesía también, pero hoy nadie puede negarle a las “Fiestas Galantes” del desgraciado Verlaine la misma condición de texto integrante de la tradición poética occidental que posee “La primera aventura celestial del señor Antipirina”, de Tristan Tzara.
Lo seguro es que cambiarán –como sucederá también para la música, la narrativa, la arquitectura, el cine, etcétera- obviamente el soporte y el formato tecnológico de la poesía. De hecho, el siglo incipiente ya nos lo muestra con el avance de los medios de que dispone la poesía contemporánea para llegar a lectores y autores. Internet se transformó en un aliado que hay que agradecer, pues permite que cualquier verso (sea un endecasílabo o un hexámetro, lo mismo da) pueda ser leído en cualquier sitio del mundo en segundos, desde que pulsamos “enviar”. Este mundo a recorrer por la poesía a través de medios mucho más veloces que las revistas impresas del siglo pasado, seguramente le brindará otras posibilidades, pero ya rompió los límites que imponían no sólo el tiempo y el espacio; también los lobbies de los mass-media que controlaban el acceso de los poetas al lector han sido lesionados por el avance tecnológico. Si antes un poeta no “existía” en tanto y en cuando no era adoptado por un lobby que controlaba la difusión de los textos a través de una publicación gráfica, la explosión de medios de llegar a lectores y autores por Internet ha despojado de buena parte de su poder a estas mutuales del pretendido “buen gusto” literario, erigido en razón primordial cuando no ha sido siempre otra cosa que un eufemismo para operar la restricción y el privilegio, no manejados por la calidad sino por la conveniencia. Yo nací entre ambas épocas y como muchos de mis mejores compañeros de generación, sé muy bien a qué me refiero.
Entonces, si la poesía puede ser que se adapte a representar los sucesos, cambios y transformaciones que se irán produciendo en el espíritu humano, en concordancia con los que tendrán lugar en el dilatado espacio/tiempo de este siglo que recién cuenta siete años, y además, algunos de esos cambios –los tecnológicos- es probable que todavía le proporcionen más y mejores medios de difusión que todos los anteriores… ¿no es nuestra época actual y lo serán las que la sigan en la secuencia futura, unos momentos muy interesantes para, precisamente, escribir poesía?
Me quedo con lo que dice un fragmento de “Contrabando”, ese bellísimo poema de Denise Levertov:
El árbol del conocimiento era también el de la
razón.
Por eso es que probar de él
nos expulsó del Paraíso. Lo que teníamos que
hacer con esa fruta
era secarla y molerla hasta obtener un polvo
fino,
para después usarlo de a poco, igual que un
condimento.
Probablemente el plan de Dios era mencionarnos
más tarde
este nuevo placer.”
PÁGINA 15 – POESÍA
ARGENTINA: SALTA
FERNANDA AGÜERO
(Salta-Salta-Argentina)
IV
Bar Madrid
Una mujer
trasmigra
con su vuelo
los blandos cuerpos
de la noche.
Hieren sus cristales
la carne,
embriaga los versos
que se cuelgan
de los techos
y en los agujeros
de los pensamientos.
Mira por sus ojos,
los de aquellos
que huyen
de la luz,
de los besos rutinarios,
de las flores muertas,
cotidianas.
Corroe con su aroma
de sexo maldecido
por las brujas
y deja que su vino
se vuelque en los bordes
de la eternidad.
Bar Madrid
Una mujer
trasmigra
con su vuelo
los blandos cuerpos
de la noche.
Hieren sus cristales
la carne,
embriaga los versos
que se cuelgan
de los techos
y en los agujeros
de los pensamientos.
Mira por sus ojos,
los de aquellos
que huyen
de la luz,
de los besos rutinarios,
de las flores muertas,
cotidianas.
Corroe con su aroma
de sexo maldecido
por las brujas
y deja que su vino
se vuelque en los bordes
de la eternidad.
HUGO FRANCISCO RIVELLA
(Rosario
de la Frontera-Salta-Argentina)
YO,
EL TORO
Canten.
Celebren
que la Paz se oculta en las palabras.
Yo
estuve en las milicias combatiendo, fui partisano, rana, ruido,
trinchera,
banco de pruebas y anarquista.
Tengo
a España en la piel, soy su alarido.
La
ternura corriendo entre las moras.
Soy
en el Mediterráneo una isla hacia donde fugan los abismos.
Fui
la Guerra Civil y fui sus muertos caídos sobre la cruz de
un
Cristo enfermo.
Soy
Guernica, la sombra y el camino que recorren los ojos de mi
madre,
Las
manos de Segovia, su guitarra, la Alhambra,
ritmo
flamenco que enciende el mástil de las barcas pesqueras,
el
tatuaje marino, las nalgas de Rosario,
el
Duero con la sangre del niño asesinado y el vino, vino tinto,
vino
y partida y vino sentimiento, el ángel de las uvas,
su
secreto de lluvia, los poemas de Góngora y Quevedo,
la
saeta, el milagro del ciego con su piel dolorida
y
los pies del cansancio cubriéndose los pájaros.
.
Soy
Yo,
El
Toro,
un
corazón de espejo agonizando.
LUCRECIA COSCIO
(Salta-Salta-Argentina)
VI
...Una boca menos en la tierra ,
en el cielo un ángel más. Galeano E.
Beberemos
de la copa de la certeza.
estacados al estómago
de Aquiles
¿Si nos ahogáramos?
De tanta vereda
de cartón corrugado
entre Teatro y Teatro
Asediando los portones
de la ciudad del silencio,
detrás de los ángeles de las navidades,
las gárgolas de las madrugadas.
Nuestros hermanos, nuestras madres,
nuestros hijos
Nosotros
escarbando
los tachitos del calma
...Una boca menos en la tierra ,
en el cielo un ángel más. Galeano E.
Beberemos
de la copa de la certeza.
estacados al estómago
de Aquiles
¿Si nos ahogáramos?
De tanta vereda
de cartón corrugado
entre Teatro y Teatro
Asediando los portones
de la ciudad del silencio,
detrás de los ángeles de las navidades,
las gárgolas de las madrugadas.
Nuestros hermanos, nuestras madres,
nuestros hijos
Nosotros
escarbando
los tachitos del calma
CARLOS
JUÁREZ ALDAZABAL
(Salta-Salta-Argentina)
TRILOBITES
Si es por tragedia,
alguien debería
contar la historia de
los trilobites,
animales marinos
condenados a fósiles,
a que nadie humedezca
sus mañanas
ni recuerde la razón de
los abismos.
Pero no se trata de
escribir lo que se sabe.
Aquí la tragedia es no
poder despedirse,
no poder desear buena
ventura,
un “que te vaya bien,
que todo amaine”.
No se conocen las rutas
de la muerte
ni los designios del
azar que transforman los restos.
No se conoce el rumbo,
ni el color, ni la forma.
Sólo sabemos lo que
supura el ojo,
y líquido por líquido,
ojo por ojo,
es la tragedia la que
decora el cuadro:
caminata torcida para
subir un cerro
con fósiles marinos
creciendo en sus cornisas.
Un caprichoso adiós, que
ya no importa.
LUCILA
LASTERO
(Salta-Salta-Argentina)
ESCRIBIR
Ser genuino
quedarse sin piel
sentir golpes de humo
o decir las mentiras más ciertas.
Necesidad de nacerse a uno mismo
para no fraguar
para inventar la eternidad de los instantes
(o para ser dicho simplemente)
para tapar las soberbias con tinta
y esconder los fracasos tras las vueltas de alas
de un libro jamás escuchado.
Escribir.
Escribir la escritura
manchada de sangre y tiempo
siempre cubierta de olvido
de sinsentidos de nada
pero semánticamente
eterna sublime
o algo parecido a todo lo que importa
o mejor sí
yo tal vez puedo
y la muerte quizás así demore
y cuando llegue
no mate tanto.
DARIO
VILLALBA
(Salta-Salta-Argentina)
MANO
La separación
Por más que me estire
no llego
a mi mano derecha
No por una inconstancia en el movimiento
no siquiera hay
una carencia coordinativa
Simplemente
me he salido de ella
Le soy ajeno
y en esta rotura
salimos a la calle
mientras
el sol alarga la sombra
de esta batalla sin sangre.
Por más que me estire
no llego
a mi mano derecha
No por una inconstancia en el movimiento
no siquiera hay
una carencia coordinativa
Simplemente
me he salido de ella
Le soy ajeno
y en esta rotura
salimos a la calle
mientras
el sol alarga la sombra
de esta batalla sin sangre.
PÁGINA 16 – NARRATIVA
ÁNGEL
BALZARINO
(Rafaela-Santa
Fe-Argentina)
LOS VERDUGOS
-¿Se
ve algo?
-No.
-Tal
vez no vendrá hoy.
-Nunca
falla. Ya debe estar por llegar.
Las
palabras, proferidas en tono apenas audible, trasuntaban el estado de
impaciencia y nerviosidad que embargaba a los cuatro hombres que, abroquelados
en el hueco de una casa, permanecían quietos, los ojos clavados en la calle
oscura y desierta, fuertemente cerradas las manos en los puñales disimulados
entre la ropa.
(Una
ráfaga de pujanza y legítimo orgullo lo invadió cuando, erguido en la litera
llevada por sus hombres a paso lento, penetró en la plaza de Caxamarca y
advirtió que todos los ojos se clavaban en él.
Aquí estoy. Sin asomo de miedo ni
vacilación. Hubiera querido gritar que ostentaba el título de emperador del
magnífico y poderoso imperio incaico y estaba acostumbrado a enfrentar
cualquier obstáculo y dificultad. Como
el hecho de encontrarse allí, con una reducida escolta, para entrevistarse con
los hombres llegados de tierras remotas.
El intento por alcanzar la paz y la concordia revelaba sin duda una
actitud precavida, plena de respeto, admiración y aun temor, en procura de
evitar cualquier enfrentamiento en el territorio donde él contaba con toda la
fuerza y autoridad.
Cuando detuvieron
la litera en el centro
de la plaza, uno de los
extranjeros se le acercó. A pasos torpes
debido a la gordura fofa, con una gran cruz de madera colgada del cuello,
sosteniendo en las manos una especie de caja, voluminosa, forrada de
cuero. Entonces la sorpresa se
transformó en desagrado y, por último, en furor descontrolado, tanto por el
tono de la voz como por el sentido de las palabras que le iban traduciendo en
su lengua. De pronto comprendió el
propósito de los visitantes. Someterlos,
en una postura altiva y exigente, más que lograr el establecimiento de un
estado de unión y amistad. Como si
fueran los dueños absolutos de todo el imperio y no ellos, sus hermanos de
sangre, los hombres y mujeres nacidos allí y que, a través de generación en
generación, aportaron su lucha y afecto y sacrificio para resguardarlo de
cualquier peligro. El hombre amenazó con
declarar la guerra y tomar sus bienes y provocar los mayores males si no
aceptaba el requerimiento de reconocer a la Iglesia por señora y superiora del
universo, y al Sumo Pontífice en su nombre, y al Rey y a la Reina de España
como superiores y señores de esas tierras.
A modo de corolario, lo instó a colocar una mano sobre la caja y jurar
un compromiso de fidelidad y obediencia.
-¡No!
-lo apartó con gesto brusco y rabioso- ¡Jamás!
La
perplejidad e indignación enrojecieron el rostro del hombre gordo. Comenzó a mover los brazos y proferir gritos
desaforados, como expresión de repudio o más bien en urgente pedido de ayuda.
Abruptamente
quedó revelado el engaño, la burla, el subrepticio ataque preparado por los
invasores. Al surgir las figuras. Numerosas.
Incontenibles. Demoledoras.
Cubriendo la plaza desde todos los rincones. Y muy pronto el primer estampido quebró la
quietud de la tarde soleada.)
Al
trasponer la puerta, observó el habitual panorama de todas las noches: el
carruaje, los soldados que formaban guardia, la soledad de la calle. Aspirando el aire que atenuaba un poco el
intenso calor, ascendió al vehículo.
Sí. Amo y señor de hombres y
haciendas. El que dispone y ordena. Recostado en el asiento, sintió el deseo de
lanzar una carcajada plena de satisfacción al imaginar lo que le esperaba: los
amigos reunidos en el salón del Palacio; la comida sabrosa y abundante,
acompañada con vinos especialmente elegidos; la charla salpicada con divertidas
bromas; la compañía de una mujer para aplacar las urgencias del cuerpo. El recreo que podía disfrutar cada noche
resultaba el premio cosechado tras la exitosa expedición al Perú. Pocos
creyeron que podría hacerlo. Como si no
hubiera tenido cojones para someter a unos indios miserables y extraer todos
los tesoros de aquellas tierras.
Constituía una forma de cobrarse los esfuerzos, el acoso del hambre y
las enfermedades, el desdén y la falta de apoyo que habían jalonado la ardua
campaña a través de la cual se propuso no sólo conquistar gloria y riqueza,
sino también llevar a cabo un desafío.
Audaz. Irresistible. Lo hice.
Fui y aplasté a esos indígenas y volví con un cargamento de joyas y oro
como ningún conquistador pudo hacerlo jamás.
Por eso ahora, regocijado, sólo deseaba recoger los frutos de su hazaña.
(Engañado. Como
un pájaro cayendo
inocentemente en la trampa
artera, preparada con cuidado y alevosía.
Sin tener la menor posibilidad de evitarla, de esgrimir una
defensa. Y ahora, encerrado entre cuatro
paredes desnudas e inviolables, lo golpeaba sin piedad el recuerdo de la
infernal escena vivida en la plaza de Caxamarca, con el remordimiento nacido
del error, la improvisación o excesiva confianza con que había actuado ante los
visitantes, sin presentir que, tras la apariencia de alcanzar una relación
fraterna y pacífica, veladamente estaban maquinando la traición. Fulminante.
Despiadada. Haber visto caer a hombres y mujeres de su pueblo por el
disparo de los arcabuces y el accionar de las espadas y la carga briosa e
incontenible de los caballos, le dejó un sabor amargo, la persistencia de una
culpa que agigantaba el dolor, la furia, el resentimiento. Vengar la sangre de
ellos. Hacer algo para proteger a mi
pueblo antes de que sea completamente destruido. Rápidamente.
No sólo para demostrar el poder del imperio incaico, sino también como
una obligación o deber hacia quienes acataban fieles y obedientes cada uno de
sus mandatos. Les haré pagar caro la muerte de mi gente. Se arrepentirán para siempre de haber pisado
nuestras tierras. Y arrebatado por ese
propósito, marchaba por la celda, incapaz de alcanzar un momento de sosiego y
alivio. Días y días. Hasta que decidió efectuar una propuesta al
jefe de los extranjeros.
Deslumbrante. Casi
increíble. Comprar la anhelada libertad
por todo el oro y plata que podía contener la pieza donde estaba
encerrado. Notó el brillo de la codicia
y el goce en los rostros de sus enemigos.
Sin disimulo. Después, mientras llegaban desde todos los pueblos y
montañas y más apartados rincones del imperio los preciados objetos que iban a
representar su salvación, se dedicó a planear con ardor y meticulosidad el modo
de concretar la venganza. Estas tierras
son nuestras. El legado más valioso de
nuestros antepasados. Y no permitiré que
nadie nos eche de aquí. Obsedido por esa
idea, esperó -sin tregua, consumido por la impaciencia, con odio creciente- el
momento de ejercer plenamente los atributos que le confería ser emperador de
los incas.)
-Ya
parece inútil seguir esperando.
-No
debe tardar. Viene todas las
noches.
-A
lo mejor hoy cambió de idea.
El tedio
de la espera
impuso poco a
poco un clima de malhumor y desmoralización
entre los hombres. Abandonando la
actitud cautelosa que los había mantenido apretujados junto a la pared,
comenzaron a hablar con voz más fuerte y dar pasos cortos y nerviosos.
-Tendríamos
que haber ido a...
-¡Silencio!
¡Escuchen!
Los
cascos de caballos desalojaron la quietud de la calle.
-Sí. Ahí viene el carruaje. ¡Prepárense!
(No. No.
Quemante, el grito.
Provocado por el
estupor, la indignación, el
sentido de absoluta impotencia cuando los otros decidieron quebrar de manera
abrupta el acuerdo establecido para recuperar su libertad. Por segunda vez tuvo la certeza de sufrir una
burla cruel, de ser pisoteado como un mísero insecto. Al resultar claro que no estaban dispuestos a
cumplir lo prometido. Poco antes de
vencer el plazo de dos meses para llenar la pieza de oro y plata, inventaron
una siniestra artimaña. Feroces. Implacables.
No quisieron correr el riesgo de que me pusiera al frente de mi pueblo
para echarlos de nuestras tierras.
Entonces lo acusaron de traidor, de estar preparando una conspiración,
de rendir culto a dioses falsos. Como si
aislado en la celda pudiera hacer otra cosa que dar pasos en círculo o
lastimarse los puños golpeando impotente las paredes o sentir el peso lacerante
de la soledad. Sometido a un juicio
vilmente preparado, incapaz de articular la menor defensa, con los hombres y
mujeres de su raza masacrados sin piedad por los visitantes, comprendió que
estaba condenado de antemano. Sí. Ofrecerles diez o cien piezas como ésta
llenas de oro también habría sido inútil.
Sólo les interesa mi sangre. El trofeo más importante de la
conquista. Y lo abatió el sentido de la
derrota, no tanto por él, sino por su pueblo, por los queridos hermanos que
siempre le dieron muestras de lealtad y confianza. Sin poder hacer nada para salvarlos de la
esclavitud y la muerte. Y aunque
presentía que una sombra ignominiosa iba a caer sobre el imperio afanosamente
construido a lo largo de tantos años, no quiso otorgarles a sus enemigos el
placer de verlo flaquear. No. Firme,
hierático, casi desafiante enfrentó el suplicio.)
Permaneció
recostado en el asiento mientras el carruaje efectuaba el habitual recorrido,
como si necesitara un breve reposo antes de gozar, con pasión e intensidad, las
largas horas de holgura que le deparaba cada noche. Sí. Un
merecido premio. Reconfortado. Queriendo paladear cada segundo del halo de
prestigio y gloria que había empezado a cosechar después de la triunfal campaña
al Perú.
Bruscamente se
desvaneció la zona
de placidez y regocijo.
Una ráfaga de sorpresa, desconcierto, aun miedo, lo paralizó al
detenerse el vehículo y percibir palabras entrecortadas y algunos golpes secos
y contundentes. No pudo definir cuánto
demoró en reaccionar. Vacilante abrió la
portezuela. Al descender notó algunas
siluetas movilizándose en la oscuridad de la calle.
-¡Marqués
Francisco Pizarro!
La
voz tuvo un acento lejanamente familiar.
Creyó ser acosado por sombras del pasado. Impetuosas.
Abrumadoras.
-Sí.
¿Quién me...?
No
pudo continuar. Figuras indefinidas
cayeron sobre él. Silenciosas.
Inmovilizándolo. Con decisión y vigor.
Entonces
sintió el frío acero en la garganta.
PÁGINA 17 – POESÍA
ARGENTINA: JUJUY
MARTHA
CÓRDOBA
(Tilcara-Jujuy-Argentina)
DESAMOR
cree estar en el mar
mas la quebrada dice
no
con un guiño
un pedido de viento al sur
desesperanzado
grita no
y se retuerce
de aire frío
sin amante
porque es así el destino
ondular donde quiere
cree estar en el mar
mas la quebrada dice
no
con un guiño
un pedido de viento al sur
desesperanzado
grita no
y se retuerce
de aire frío
sin amante
porque es así el destino
ondular donde quiere
SUSANA
QUIROGA
(San
Salvador-Jujuy-Argentina)
LA AMANTE
“Vuelve a menudo y tómame, de noche,
cuando los labios y la piel recuerdan...”
cuando los labios y la piel recuerdan...”
Konstantinos Kavafis
ella se ignora
sus manos espantan la memoria
a hurtadillas percibe un reflejo
que late en el fondo de los huesos
que late en el fondo de los huesos
cierra los ojos
frente al espejo
frente al espejo
sólo queda en pie la amante
despertada
en el abismo de la noche
deshilando
estrellas
despertada
en el abismo de la noche
deshilando
estrellas
REYNALDO CASTRO
(San Pedro-Jujuy-Argentina)
(San Pedro-Jujuy-Argentina)
.DICEN QUE MI MADRE
“Las manos de mi madre parecen pájaros en el aire”
Peteco Carabajal
I
Dicen que mi madre acumuló tantas injusticias
que cuando yo nací su cuerpo vibró
igual que cuando alguien acciona un fusil
pero basta ya de comparaciones
con las manos vacías ella apuntó hacia donde más le duele al enemigo
el rencor que la envolvía
no le impidió florecer una estrategia acelerada:
en un tiempo que exige mercenarios engendró un poeta
“Las manos de mi madre parecen pájaros en el aire”
Peteco Carabajal
I
Dicen que mi madre acumuló tantas injusticias
que cuando yo nací su cuerpo vibró
igual que cuando alguien acciona un fusil
pero basta ya de comparaciones
con las manos vacías ella apuntó hacia donde más le duele al enemigo
el rencor que la envolvía
no le impidió florecer una estrategia acelerada:
en un tiempo que exige mercenarios engendró un poeta
PAULA BONAVITA
(Humahuaca-Jujuy-Argentina)
(Humahuaca-Jujuy-Argentina)
DESPUÉS DE TODO
Después
de todo
el tiempo no es
una línea tan delgada
ni una fiesta
con pocos invitados.
Es esta melaza verde
de estos días
ese silencio hueco
y el ritmo casi métrico
de mis palabras
en el cuaderno.
ROMINA
CAZÓN
(San
Pedro-Jujuy-Argentina)
II
Yo estoy en donde no estoy.
Finjo un lugar para mí:
uñas postizas, pintalabios,
cremas y una camisa.
Yo no soy la que era:
traigo alas de plomo
y la lengua de papel.
En el párpado tengo el recuerdo
de una vieja que se agita con el aire.
Vivo aparentando los años
en un cuerpo muy joven,
aquí donde la lluvia se mete
a fluir con la sangre.
Yo estoy en donde no estoy.
Finjo un lugar para mí:
uñas postizas, pintalabios,
cremas y una camisa.
Yo no soy la que era:
traigo alas de plomo
y la lengua de papel.
En el párpado tengo el recuerdo
de una vieja que se agita con el aire.
Vivo aparentando los años
en un cuerpo muy joven,
aquí donde la lluvia se mete
a fluir con la sangre.
RICARDO
GUILLERMO GUZMÁN
(San
Salvador-Jujuy-Argentina)
GREGOR SAMSA
Pudo ser
un niño expósito.
un niño expósito.
Tropezó
con ruidos de lápidas.
con ruidos de lápidas.
A pesar
de las advertencias,
como tanto
ladrón de escombros,
en
un momento inoportuno
abrió su corazón.
de las advertencias,
como tanto
ladrón de escombros,
en
un momento inoportuno
abrió su corazón.
Sólo era capaz
de pequeñas descortesías.
de pequeñas descortesías.
Insensato,
por falta de evidencias
trasvestió en cucaracha.
por falta de evidencias
trasvestió en cucaracha.
PÁGINA 18 – NARRATIVA
LUIS MIGUEL RIVAS
(Cartago-Valle del Cauca-Colombia)
DIÁLOGO JUNTO A UNA CANECA
Dos hombres se encuentran al lado de
la caneca de basura que hay en mitad de la cuadra. Uno acaba de llegar con la
bolsa en la mano para arrojarla y el otro se dispone a escarbar en la caneca.
Casi chocan al inclinarse.
- Bien pueda – dice el hombre que va
a botar la bolsa.
- No, proceda usted primero porque yo
me demoro –contesta el que va a escarbar.
- No, por favor –dice el primero-
usted está más necesitado.
- No, tranquilo, proceda usted que se
ve más necesitado que yo.
El primer hombre se extraña, mira su
indumentaria para comprobar si salió muy mal trajeado a la calle. Tiene
chanclas, pantaloneta y la camiseta con algún rotico. Pero no considera que sea
para verse muy necesitado. Se ofende un poco. Mira al primer hombre que lo mira
mirarse.
- ¿Por qué lo dice?
- Se le ve que necesita salir rápido
de esta situación tan incómoda.
Al primer hombre, que siempre se ha
considerado una persona sin prejuicios, progresista y con marcada conciencia
social, le molesta sentirse juzgado desde el prejuicio.
- ¿Y por qué habría de ser una
situación incómoda?
- ¿Es que acaso le gusta el olor de
la basura?
- Pues no, claro que no, pero usted
llegó primero que yo y creo tiene derecho a hacer lo que vaya a hacer en primer
término; y luego, cuando deje el espacio libre, yo puedo tirar mi basura.
- Ya le dije que me demoro.
- Ya le dije que yo puedo esperar-
dice el primer hombre con enfática sequedad.
- ¿Está seguro de que no le molesta
el olor?
- A decir verdad sí, un poco, pero lo
justo es lo justo y usted estaba primero.
- Tiene razón, pero me da un poco de
pena con usted, porque yo estoy más acostumbrado a estos efluvios y puedo
soportarlos, pero usted…
- ¿Yo qué? – dice el primer hombre,
herido en su orgullo de persona sensible a las necesidades de los necesitados.
- No, disculpe, no es para que se
ofenda, es sólo que veo que usted…
- ¿Qué ve, qué ve? ¿Qué está
queriendo insinuar? –interrumpe el primer hombre.
- Nada, solo que a usted le debe
incomodar.
- Ya le dije que no me incomoda.
Estoy por pensar que el que está incómodo es otro. ¿Acaso le molesta mi
presencia? – reclama, indignado, el primer hombre.
- No es tanto que me incomode, sino
que no estoy acostumbrado a buscar comida en la caneca con alguien esperando a
mi lado – aclara el segundo hombre buscando resarcir la susceptibilidad herida.
- ¿Ah sí? Eso si no se lo creo– dice
el primer hombre con el aire suficiente de quien descubre en falta a otro-
Entonces cuando coinciden dos de ustedes para buscar comida y uno llegó antes
que el otro ¿qué hacen?
- ¿Dos de “ustedes”? ¿A qué se
refiere con dos de “ustedes”? –dice el segundo hombre tomando la posta de la
indignación.
- Pues a lo que oye: dos de ustedes
–el primer hombre se interrumpe, duda, y se explica- pero no me malentienda, no
quiero decir…
- ¿O sea que hay un “nosotros” y un
“ustedes”? –interrumpe ahora el segundo hombre- ¿Ustedes entre ustedes mismos
se llaman “nosotros” y nos ven a nosotros como los “ustedes”? y ahora dígame:
¿Quiénes somos nosotros para ustedes?
El segundo hombre se queda
reflexionando un momento. Recupera la frase entera del diálogo del mismo modo
que el lector habrá tenido que releerla y por fin la entiende. Decide que sólo
se trata de un juego de palabras con el que “el otro” quiere poner en cuestión
su sincero progresismo.
- Mire, no se me haga el vivo. Cuando
digo “ustedes” no estoy haciendo ningún tipo de discriminación, si es lo que
maliciosamente quiere insinuar. Solo me estoy refiriendo a que hay personas que
buscan comida en las canecas de basura y otras que no. En este caso yo, por
razones de la suerte, del destino, de la auto superación, por capricho del
autor o por lo que sea, soy el que bota la basura y por tanto no soy parte de
su “nosotros”. Es simple, no hay ningún juicio de valor en eso. Hablo sólo de
personas que ejercen una actividad y de otras que no.
- Ummmm
- Pero aclarado este asunto volvamos
a la pregunta para que vayamos solucionando este problemita de una vez: cuando
coinciden dos de ustedes en la misma caneca para buscar comida ¿qué hacen
entonces?
El segundo hombre mira fijo al
primero, piensa un momento, como recordando.
- Simplemente uno de los dos se va a
buscar otra caneca. Hay muchas en la ciudad.
El primer hombre mira al segundo que
lo mira impasible sin moverse de su sitio.
- ¿Me está insinuado que me vaya a
buscar otra caneca para botar mi basura?
- No lo había pensado de esa manera,
pero no me parece una mala idea.
- Pues no señor- dice el primer
hombre con actitud de no poderlo creer-¿Me está echando de mi propia cuadra?
- Yo no he dicho eso… –empieza a
decir el segundo hombre, se interrumpe, piensa un poco y luego continúa- …pero
la próxima caneca está cerca. A una cuadra precisamente.
- Sí, ya lo sé, pero tengo que
decirle que así como usted llegó primero a esta caneca yo llegué mucho antes
que usted a esta cuadra. De hecho es la primera vez que lo veo.
- Yo vengo por aquí hace mucho
tiempo, lo que puede haber ocurrido es que siempre paso en horas distintas a
las que usted escoge para salir a botar la basura. Que no me haya visto no
quiere decir que no hubiera existido.
El primer hombre mira desconfiado.
- ¿Y desde cuando viene por aquí? A
ver…
- Desde hace unos tres años.
- Ahí lo tiene: yo vivo en este
barrio hace cinco.
- Bueno.
- ¿Bueno qué?
- Que me parece bien que viva aquí
hace cinco años, pero eso no quiere decir que sea el dueño del barrio.
- Y usted tampoco es el dueño de la
caneca.
- Está bien –dice el segundo hombre,
cansado- entonces bote primero la basura, se va a su casa y yo me quedo buscando
comida y sanseacabó.
- ¿Así de fácil quiere acabar el
asunto? ¿Me quiere además decir lo que tengo que hacer?
El hombre que quiere buscar comida
hace un gesto de hartazgo.
- Bahh- dice como espantando moscas
con la mano y da vuelta para irse.
- Un momento. Usted a mí me respeta –
vocifera el primer hombre interponiéndose en su camino.
- Yo no estoy irrespetando a nadie.
- Sí señor, me está ignorando.
- ¿Ignorando a quién?
El primer hombre levanta la bolsa de
la basura a la altura de la cabeza del segundo pero detiene el acto a mitad de
camino. Las aletas de la nariz del segundo hombre se mueven, olisquean un
descubrimiento.
- Huele a carne horneada.
El primer hombre mira su mano
agarrando la bolsa. La baja.
- Sí, son las sobras de la comida de
anoche –contesta.
- ¿Y qué tal si usted me regala su
bolsa? – dice el segundo hombre.
El primer hombre se contraría.
- No, cómo se le ocurre. Eso sería
tranquilizar mi consciencia regalando las sobras.
El segundo hombre reflexiona, mueve
la cabeza arriba y abajo.
- Sí, comprendo –mira en silencio a
los techos de las casas y se le ocurre una idea- ¿Y qué tal si me da plata?
- No tengo -se apresura el primer
hombre- o a decir verdad… sí tengo algo, pero es la plata de las cuotas de…
- Sí, tiene razón – interrumpe el
segundo hombre cayendo en cuenta de su error.
Se quedan en silencio unos segundos.
El primero se siente mal. Luego de discutir consigo mismo se manda la mano al
bolsillo de la pantaloneta y saca la billetera. Habla como si hubiera sido
herido.
- Pero vea –saca unos billetes y los
extiende- voy a sacrificar las cuotas, después veré qué hago…
El segundo hombre mira el gesto de
expósito del primer hombre con los billetes en la mano.
- No, disculpe, pero no puedo
aceptarlo. En ese caso sería yo quien se sentiría mal.
El primer hombre vuelve a guardar los
billetes. Se quedan en silencio evitándose las miradas.
- ¿Sabe qué? Creo que ya no tengo
hambre de las cosas de esta caneca –dice al cabo el segundo hombre- mejor me
voy a otra cuadra.
- ¿Y sabe qué? A mí se me quitaron
las ganas de botar la basura en esta caneca – dice el primer hombre para no
quedarse atrás.
- Bueno, adiós, que tenga usted un
buen día- dice el segundo y sale hacia la izquierda.
- Lo mismo para usted. Mucha suerte
en sus cosas – contesta el primer hombre con una reverencia y arranca en
dirección contraria, hacia la cuadra siguiente donde hay otra caneca.
PÁGINA 19 – POESÍA AMERICANA: HONDURAS
RUBÉN IZAGUIRRE
(Tegucigalpa-Honduras)
VIII
Ya
para dormir,
Rubén se ha puesto sus sueños
sobre la cama y, muy serio,
me ha dicho:
Papá, cuídelos, que nadie me los toque,
mire que aún no los termino.
Yo, ya vengo, solo voy a tomar
un poco de agua,
porque esta noche
les he prometido
llevarlos a conocer el mar.
Rubén se ha puesto sus sueños
sobre la cama y, muy serio,
me ha dicho:
Papá, cuídelos, que nadie me los toque,
mire que aún no los termino.
Yo, ya vengo, solo voy a tomar
un poco de agua,
porque esta noche
les he prometido
llevarlos a conocer el mar.
WALDINA
MEJIA
(Tegucigalpa-Honduras)
ABUELA
Madre soltera adolescente en la noche del tiempo
hija del campo pobre y laborioso
semialfabeta por milagro
en un lugar y época en que las mujeres debían
aprender
únicamente
los oficios domésticos.
Apenas sobrepasaba la miseria
con su oficio de yerbera partera mortajera cocinera
costurera . tamalera tortillera lavandera/
juntando centavo tras centavo
en su puño apretado
que no se permitió ningún pequeño gusto
para tener segura
la tortilla de cada día de sus hijos.
Mas tuvo que correr demasiado y sin tregua
con sus pobres recursos de madre soltera
adolescente y semianalfabeta/
y olvidó
vivir.
Ahora paralizan su forzada carrera
dolores incansables de los huesos y el alma,
voltea
se examina por dentro
sopesa el recorrido
recuenta los momentos que dejó de vivir
por emplumar la dicha de los hijos y nietos;
observa que no tuvo que ser por fuerza así
que tal vez debió aflojar un poco el puño
que tal vez debió escuchar la vez que el amor
llamaba nuevamente
que tal vez no debió purgar su vida entera
el pecado
de ser madre soltera
en una época en que la mujer tenía el único derecho
de autosacrificarse por los hijos.
Ahora
se le olvidan las cosas
se pierde a la vuelta de la cuadra
no mira bien, no quiere usar anteojos
no acepta que necesita ayuda,
reniega con frecuencia
se enoja de repente
y acribilla con las mismas historias sobre la
ingratitud
de su familia y de su hijo
-con quien ella esperaba vivir en su vejez-
a todo aquél que tenga las orejas a tiro.
Ahora tiene un tumor de soledad
tan enorme
que es insufrible a veces.
Pero es la abuela
la mujer que nos cuidaba cuando mi madre
andaba en la rebusca/
la persona que dejó de vivir
por emplumar la vida de su hijo y sus nietos
el ser humano que nos salvó en la parte más dura
de mi historia
cuando yo era también madre soltera y no tenía
quien velara el delicada fuego de mi hijo
mientras yo andaba en el trabajo
en la rebusca del alimento y de la dignidad
que como ella no he transado jamás;
y cómo no quererla con todo y sus defectos
cómo no proponerle que viva en mi casa con mis
hijos
aunque sepa que es imposible algunas veces,
cómo no desear llevarla conmigo a todas partes
como se lleva un pajarito frágil y tiritante,
cerca del corazón,
para que se desinflame el enorme tumor de soledad
que me le amarga la felicidad que ahora podría
cosechar
si aceptara
que ya no hay marcha atrás
que no vivió su juventud
que el tiempo se le va
pero que tiene aún por qué vivir
y que, a pesar de sus defectos y los nuestros,
donde esté la acompaña
nuestro amor.
JUANA
PAVÓN
(San Marcos de Colón-Choluteca-Honduras)
(San Marcos de Colón-Choluteca-Honduras)
TEGUCIGALPA
Tegucigalpa
de barro y humo
fauna
humana enloquecida
Tegucigalpa
sin canteras
de
misteriosas callejas
y
de balcones sin flores
puentes
de ida y vuelta
al
más allá de lo inevitable
con
sus remedos de ríos
que
apenas ruedan al mar
Tegucigalpa
marginada y rota
Tegucigalpa
de privilegios
contraste
de mis contrastes
depósito
de miseria y lágrimas
arrastrando
mi tristeza
en
esas calles ya conocidas
mil
y mil veces recorridas
capital
de la ignominia
de
la estúpida política
capital
de mis enredos
del
amor y el desamor
Tegucigalpa
conmigo
Tegucigalpa
contigo
ciudad
mía pero ajena
ciudad
de nadie pero amada
dejaste
cicatrices
en
un cuerpo otrora hermoso
otrora
limpio
ahora
viejo
cuando
te adopté conmigo
fue
tu prioridad
atrapar
mis pies vagabundos
cortar
mis alas
y
transformar mi vivir intenso
en
esta loca sedentaria
sola
solita sola
pero
no cortaste mis manos
para
escribirte
FABRICIO ESTRADA
(Sabanagrande-Francisco Morazán-Honduras)
POEMA
QUE LA MUERTE ESPERA
Nada
es para siempre,
aceptémoslo,
Lo
eterno se inventa
para
no vernos acabados.
Nada
dura más tiempo que una vida,
sólo
las aves creen que el planeta es infinito,
sin
imaginar que su vuelo
es
inferior al de los astros
y
que estos, a la vez,
un
día se opacan
y
surcan vacíos el silencio
como
el corazón de un hombre
que
ha dejado de amar.
Por
ello, cuando sé
que
el amor es el primero en morir,
no
dejo de sentir una extraña alegría,
saco
una silla al patio
y
entre las flores,
dejo
a los gatos atrapar
y
matar mariposas
en
su juego.
FRANCESCA RANDAZZO
(Tegucigalpa-Honduras)
AMANECE
doloroso en mi garganta.
El sol despunta entre las piernas,
nublado y seco.
Alguien busca, tropieza,
intuye detrás del vidrio.
Voces se pasean por mi ropa,
una mano las sacude;
mis pies ya no están,
trato de recordar la puerta que no atravesaron.
Pruebo dar un paso
pero sólo mis ojos avanzan y encuentran el miedo.
doloroso en mi garganta.
El sol despunta entre las piernas,
nublado y seco.
Alguien busca, tropieza,
intuye detrás del vidrio.
Voces se pasean por mi ropa,
una mano las sacude;
mis pies ya no están,
trato de recordar la puerta que no atravesaron.
Pruebo dar un paso
pero sólo mis ojos avanzan y encuentran el miedo.
REBECCA BECERRA LANZA
(Tegucigalpa-Honduras)
SILUETAS
Todos caminan apresurados
sin tiempo para las aceras
y los parques
No olvidan porque no han vivido pasan...
como un simple viento de muerte.
PÁGINA 20 – ENSAYO
DANIEL FREIDEMBERG
(Resistencia-Chaco-Argentina)
LIBERAR LA LENGUA POÉTICA
La verdad es que a Juan
Gelman, por muchos motivos, se le puede reconocer una importancia poética que
muy pocos alcanzaron en toda la poesía en español. Un aspecto es que de Gelman
se puede decir que liberó a la lengua poética, le permitió hacer sus propias
búsquedas en función de sus propias necesidades y de una manera muy personal,
que es muy argentina también. Por otro lado, la otra característica es la
actitud de búsqueda permanente de salir a encontrar algo siempre; el decía que
a la poesía nunca se la alcanza, porque la poesía es un misterio y eso lleva al
poeta a romper con lo que se está haciendo y a ir hacia otras cosas, lo que lo
lleva a hacer una poesía más jugada, a andar por caminos insospechados.
Esa actitud jugada la tuvo en la vida y en la
poesía. Y eso, en la poesía, la volvía política aun en los poemas que no eran
de temática política. Aunque también lo llevaba a incluir lo político, claro. Y
en su condición humana, Juan era una de las personas más educadas, amables y gentiles
que conocí en mi vida. Tenía un trato sobriamente afectuoso, lo que lo volvía
un tipo seductor, daban ganas de estar con él al mismo tiempo que imponía
respeto, pero siempre encontraba la manera de romper la solemnidad con algún
gesto de humor, alguna frasecita. Al mismo tiempo que podía ser muy duro y muy
irónico, cuando la situación lo ameritaba. Era muy inteligente y apasionado,
pero capaz de mirar las cosas con distancia. Para mí, un libro clave de él,
donde rompe con toda la poesía que venía haciendo y pasa a hacer algo
totalmente nuevo, por lugares donde nadie pudo ir, es Cólera Buey, pero
particularmente la que más me gusta es su poesía más difícil, la más
desafiante, que hizo en los últimos diez o quince años. Y cada libro me gustó
más: creo que su último libro, Hoy, reclama un lector capaz de jugarse tanto
como el autor para leerlo, para encarar la aventura espiritual que propone.
PÁGINA 21 – POESÍA
AMERICANA:CUBA
NANCY
MOREJÓN
(La Habana-Cuba)
UN ECO DE UN ECO
Nada
más que una marimba,
un guasá, un bombo
y la astilla de un grito
para poner el cielo
al nivel de mis pies.
Sube un temblor
asentado
en la raíz misma
de mi ancestro.
un guasá, un bombo
y la astilla de un grito
para poner el cielo
al nivel de mis pies.
Sube un temblor
asentado
en la raíz misma
de mi ancestro.
DOMINGO
ALFONSO
(Jovellanos-Matanzas-Cuba)
ME CONVIERTO EN VÍCTIMA Y EN VERDUGO
Ha sucedido que yo
inquiero sobre mí mismo,
paso a auscultarme cuidadosamente
del último cabello a la planta de los pies
y me encuentro culpable de traición a mi propia per
sona.
Vamos a formar el tribunal,
este individuo será castigado,
quemado en la hoguera si es preciso.
Miro su cuello, sus tetillas, sus nalgas y sus test
ículos;
no tiene justificación;
ni sus ojos indudablemente feos,
ni su diente partido, ni tampoco su corazón
podrán librarlo de la pena máxima.
Yo mismo me erijo en fiscal,
pronuncio el auto condenatorio
que será recibido con júbilo por el procesado.
Doy este paso trascendental:
Me convierto en juez, en víctima y en verdugo
ODETTE
ALONSO
(Santiago de Cuba-Cuba)
LOS
AMANTES DE POMPEYA
La luna era distinta hace un segundo
te iluminaba
entraba por la hendija como un sorbo.
Moriremos de amor amiga mía
presiento que un tropel desciende de las cumbres
siento su oleada tibia presionando mi espalda.
Moriremos de amor
todos los vientos llegan como una manotada
y yo cubro tu cuerpo lo incorporo
quiero aliviarme en ti.
Hace un segundo la luna era distinta
y no había ese susto en tu mirada.
Algo nos viene encima
ese sordo rumor es un presagio.
Cierra los ojos pronto amiga mía.
Es el amor que llega.
La luna era distinta hace un segundo
te iluminaba
entraba por la hendija como un sorbo.
Moriremos de amor amiga mía
presiento que un tropel desciende de las cumbres
siento su oleada tibia presionando mi espalda.
Moriremos de amor
todos los vientos llegan como una manotada
y yo cubro tu cuerpo lo incorporo
quiero aliviarme en ti.
Hace un segundo la luna era distinta
y no había ese susto en tu mirada.
Algo nos viene encima
ese sordo rumor es un presagio.
Cierra los ojos pronto amiga mía.
Es el amor que llega.
ROBERTO
FERNÁNDEZ RETAMAR
(La Habana-Cuba)
CON
LA FORASTERA
Pues no tendrán en común ni un idioma
(No digamos una ciudad, un hogar, un hijo),
Ni siquiera esas canciones, esos sitios,
Esos olores que acaso sólo nos parecen hermosos porque
nos recuerdan un recuerdo,
Porque nos recuerdan a nosotros mismos, y quizá lo que
llamamos belleza
No sea sino la terca persistencia del ser más allá de sí mismo,
Más allá de su lugar y su tiempo, como la luz de un astro
hace siglos apagado.
Pero astros sí tendrán en común. Al levantar los ojos
No habrá en el cielo país extranjero.
Aquellas estrellas son estas mismas estrellas,
No distan más de esa ciudad lejana que de ésta.
Aquellas montañas y este mar les son igualmente familiares
O igualmente extraños.
Y también unas desperdigadas horas de febrero
pertenecientes para siempre
Al insaciable pasado.
Pues no tendrán en común ni un idioma
(No digamos una ciudad, un hogar, un hijo),
Ni siquiera esas canciones, esos sitios,
Esos olores que acaso sólo nos parecen hermosos porque
nos recuerdan un recuerdo,
Porque nos recuerdan a nosotros mismos, y quizá lo que
llamamos belleza
No sea sino la terca persistencia del ser más allá de sí mismo,
Más allá de su lugar y su tiempo, como la luz de un astro
hace siglos apagado.
Pero astros sí tendrán en común. Al levantar los ojos
No habrá en el cielo país extranjero.
Aquellas estrellas son estas mismas estrellas,
No distan más de esa ciudad lejana que de ésta.
Aquellas montañas y este mar les son igualmente familiares
O igualmente extraños.
Y también unas desperdigadas horas de febrero
pertenecientes para siempre
Al insaciable pasado.
CARIDAD
ATENCIO
(La Habana-Cuba)
He
querido procurarme
un resto de placer
de acuerdo
al dolor que experimento.
He querido
poner mi corazón
bajo mi mano.
No sé si al amado
se le teje un lugar
que lo sostiene
o una concibe
el sitio
donde
con puntadas brutales
es labrada.
La fijación, el punto
donde tus ideas
conciben
un lógico espacio
del que te desalojan
sin poder
abandonarlo nunca.
un resto de placer
de acuerdo
al dolor que experimento.
He querido
poner mi corazón
bajo mi mano.
No sé si al amado
se le teje un lugar
que lo sostiene
o una concibe
el sitio
donde
con puntadas brutales
es labrada.
La fijación, el punto
donde tus ideas
conciben
un lógico espacio
del que te desalojan
sin poder
abandonarlo nunca.
REINA
MARÍA RODRÍGUEZ
(La Habana-Cuba)
MIEDO
Miedo
ese ser raro que yace y no sabe por qué tiembla
ese ser que no aprende
ese fantasma con sus empobrecidas nebulosas
ese espejo sin forma ni rostro donde habito
llevaba muchos años esperándote
llevaba mucho tiempo perdido por el mundo.
a veces
no puedo sentir
estoy cansada de las pequeñas revoluciones de
la imaginación
de los consejos y las apelaciones.
sentada sobre el miedo de correr
podrás encontrarme
pero no me hagas más realidad que
transparencia.
estoy cansada de los llantos y los golpes
sin sentido
dónde quieres que esconda mis crueldades.
yo también traigo mentiras
y es muy difícil ser una mujer
y es muy difícil hacer la poesía
tengo miedo de la anestesia que nos corta
los sueños
no quiero visitar los hospitales
donde se pudre y nace
la calidad humana.
tengo un miedo feroz contra la vida.
yo quería hacerme una casa
donde meter toda la gente
todos los vagabundos de mi pecho
sus alrededores y lejanías.
busqué los precios de infinito y de la multitud quise comprarlos.
pero en el mercado del amor había subastas
créditos.
es mejor que duermas ya
que te quedes dormido
que sueñes con otra mujer que no ha sido violada
que no ha padecido
y te dice que sí
que mira y no se azora
que vive y que no grita
yo tengo miedo
y no sé quererte muchas veces.
Miedo
ese ser raro que yace y no sabe por qué tiembla
ese ser que no aprende
ese fantasma con sus empobrecidas nebulosas
ese espejo sin forma ni rostro donde habito
llevaba muchos años esperándote
llevaba mucho tiempo perdido por el mundo.
a veces
no puedo sentir
estoy cansada de las pequeñas revoluciones de
la imaginación
de los consejos y las apelaciones.
sentada sobre el miedo de correr
podrás encontrarme
pero no me hagas más realidad que
transparencia.
estoy cansada de los llantos y los golpes
sin sentido
dónde quieres que esconda mis crueldades.
yo también traigo mentiras
y es muy difícil ser una mujer
y es muy difícil hacer la poesía
tengo miedo de la anestesia que nos corta
los sueños
no quiero visitar los hospitales
donde se pudre y nace
la calidad humana.
tengo un miedo feroz contra la vida.
yo quería hacerme una casa
donde meter toda la gente
todos los vagabundos de mi pecho
sus alrededores y lejanías.
busqué los precios de infinito y de la multitud quise comprarlos.
pero en el mercado del amor había subastas
créditos.
es mejor que duermas ya
que te quedes dormido
que sueñes con otra mujer que no ha sido violada
que no ha padecido
y te dice que sí
que mira y no se azora
que vive y que no grita
yo tengo miedo
y no sé quererte muchas veces.
PÁGINA 22 – NARRATIVA
AMANDA PEDROZO
(Asunción-Paraguay)
KURUPÍ
A sus quince años
tenía una sabiduría que se podía oler a la legua. Era como si desde sus ojos
otra persona más adulta temblara su experiencia que desmentía esa carita flaca,
con la panza hinchada de bicho. Abuela Esperanza no la podía ver: El diablo andaba
por la casa cuando esa chiquilina movía su cuerpo marrón bajo la resolana,
decía.
Angela Pura era
guardada por las tías. Día y noche ellas la seguían con la vista, estuviera
prendida a los platos sucios o chupando embelesada una naranja tras otra. La
controlaban porque en la familia era la última mujercita que quedaba sin
conocer hombre. La controlaban porque esa chica tenía algo que hacía desvariar
y de eso cualquiera se daba cuenta. Hasta el abuelo Catá la seguía con la
respiración caliente, no importaba que estuviera delante abuela Esperanza, que
predecía alargando las palabras como en un rezo o plagueo sin utilidad: El
diablo anda cerca, el diablo es su dueño...
Día y noche las
tías se quebrantaban, alargaban sus narices y querían saber por donde comenzaba
la historia de la madre que parió tal hija. Querían culparla de la absurda
telaraña que había ido envolviendo la vida de Angela Pura hasta hacerla el
bocado más apetecible entre parientes y extraños, y también el más imposible.
La tal madre se
había muerto mirando a su hija. Que en gloria esté y que Cristo Nuestro Señor
se olvide de que era tan caprichosa, además de otras cosas que ya no importan
porque después de todo no tuvo buen ejemplo, pero no se nos mire a nosotras que
siempre hicimos las cosas según el mandamiento de Dios y con arreglo a la
Constitución Nacional, y que además no somos sus parientes de sangre sino de
mala elección de nuestro primo Rosendo que sufría de hemorroides y de maldad
sin asidero.
Angela Pura había
mirado tanto a su madre, o ésta a ella, que enseguida todos supieron cuál iba a
morirse sin remedio. Cuando la cara de la madre quedó al fin definitivamente
pálida, resultó que el cadáver ya no dio trabajo: todo estaba listo, y hasta se
había llorado con anticipación. Para la hora del velorio, sólo quedaron la
diversión subterránea de los barruntos familiares y el largo velorio de los
escándalos amorosos antiguos de las parientes menos allegadas.
La niña fue
creciendo despacio en relación con sus ojos. Estos hacía rato que se habían
comido las paredes y los gusanos, se habían apoderado de la casa y de los
hombres, del sudor de los perros amarillos y también de cuanto conocían quienes
la miraban. Por eso, y porque nadie en la casa había olvidado cómo se murió su
madre de tanto mirarla, nadie la miraba de frente en lo posible. En lo no
posible, rezaban un Padrenuestro de protección al Arcángel Gabriel por si
acaso. Lo demás será seguirla y cuidarla, nadie sabía para qué.
La noche del Día de
los Santos Difuntos resultó con luna colorada. Eso llenó enseguida de
premonición a la abuela Esperanza. Apenas comieron todos en la olla de hierro,
se fueron a juntar sus miedos en una pieza desde donde no tenían que soportar
los ojos de grande de Angela Pura y no corrían así peligro de olvidarse de
repente de todo lo que habían vivido con esfuerzo y dedicación.
Los ojos
predestinados llegaron tranquilos al bananal. Allí, Angela Pura tumbó su
cuerpecito cuidado por las tías bajo la luna colorada para que el destino
llegara de una vez por todas. Ni se movió cuando supo, con esa sabiduría
absurda que le había venido creciendo desde chica para desesperación de ella
misma, que allí estaba el esperado, el impensable, enteramente olor a caballo y
mierda de gallina, enteramente imposible, puro sufrimiento ancestral, puro
tierra, pura fuerza, con su maldición que era la única que podía conjurar otras
maldiciones.
Un aullido que
nadie supo de quién provenía marcó el segundo en que el interminable falo del
Kurupí (yo decía que esa niña era cosa del diablo...) la rompió en dos para
siempre. Desde ese momento, sólo la abuela Esperanza siguió recordando cómo
había muerto esa niña, de tanto mirar al diablo en el bananal.
*Kurupí - un
fantasma de la mitología guaraní. Pequeño personaje de las siestas. Tiene el
miembro viril desarrollado en forma desproporcionada a su tamaño, ya que el
mismo tiene una extensión tal que lo lleva arrollado por lo común a su cintura.
PÁGINA 23 – POESÍA
AMERICANA: PARAGUAY
SUSY DELGADO
(San
Lorenzo-Paraguay)
¿CÓMO?
Aquí donde
ya todo pareciera
ser agua
calma,
¿Cómo se
nombra la tristeza?
Hubo otro
tiempo
en que
ella era
el modo de
caminar por la vida,
la manera
de mirar las cosas,
y era
palabra cotidiana,
repetida
hasta el cansancio
y más
veces aún hasta el llanto.
Aquí desde
tan lejos,
después de
tantas cosas,
cuando ya
todo se ha cubierto
con un
grueso manto de pudor,
¿cómo
nombrar la tristeza?
Aquí donde
ya todo pareciera
ser agua
calma,
¿cómo se
nombra la poesía?
Hubo otro
tiempo
en que
ella se acomodaba
en medio
de todas las cosas,
las
amables, las tristes, las amargas,
aunque, es
verdad,
parecía
encontrarse más a gusto
con las últimas.
Pero aquí
desde tan lejos,
¿cómo
llamar a la poesía?
JACOBO A. RAUSKIN
(Villarica-Paraguay)
EL APRENDIZ
Un
año es hoy el puerto que la nave toca.
El puerto es una lluvia com mástiles.
Mejor no hablemos de la nave,
hablemos de esta lluvia de ayer
que todavia cae en la ventana.
El aprendiz oye a la lluvia,
la mira como ella quiere que la miren.
Así como los árboles son lluvia con hojas,
el aprendiz se siente lluvia con zapatos,
va pisando una mezcla de barro y sueño,
una promesa del paraíso.
Entre fusiles y desfiles y lápices y goma
de borrar borradores de un poema,
sin vocación para las armas
donde un joven, si es pobre y no es soldado,
es poco menos que un fantasma,
el aprendiz aprende a leer, realmente,
a leer una carta escrita por la lluvia.
Se fue la lluvia, queda la carta.
Se fue el silencio, caen las hojas
del calendario en una película.
Escena inevitable, la del calendario.
Las hojas caen, dejan ver los números,
los nombres de los días y los meses.
Así es como se entera el espectador.
De algo está seguro el viajero,
no es un espectador de sí mismo.
Vuelve siempre que puede
a la ciudad de la ventana en la lluvia de ayer,
a un país del amor y su gente,
gente oscura, sin suerte en el juego.
Vuelve y con él volvemos
a una joven de cabecita linda,
de mirada vacante y de corazón acéfalo.
Él la quiere, ella baila en el teatro.
Hay un café cerca del teatro.
Ahí, los justos en una mesa, el injusto en otra.
El joven no saluda al injusto.
Todo se explica por sí mismo,
dice a sus compañeros, menos la injusticia.
Los años son a su ningún oficio
lo que los siglos a una hormiga.
Hoy dice ser un viejo aprendiz de poeta.
Y puesto que vivir es misterio suficiente,
no quiere para sí la certidumbre
del fuego que ya fue.
En eso anda,
en robar otro fuego para después firmarlo.
El puerto es una lluvia com mástiles.
Mejor no hablemos de la nave,
hablemos de esta lluvia de ayer
que todavia cae en la ventana.
El aprendiz oye a la lluvia,
la mira como ella quiere que la miren.
Así como los árboles son lluvia con hojas,
el aprendiz se siente lluvia con zapatos,
va pisando una mezcla de barro y sueño,
una promesa del paraíso.
Entre fusiles y desfiles y lápices y goma
de borrar borradores de un poema,
sin vocación para las armas
donde un joven, si es pobre y no es soldado,
es poco menos que un fantasma,
el aprendiz aprende a leer, realmente,
a leer una carta escrita por la lluvia.
Se fue la lluvia, queda la carta.
Se fue el silencio, caen las hojas
del calendario en una película.
Escena inevitable, la del calendario.
Las hojas caen, dejan ver los números,
los nombres de los días y los meses.
Así es como se entera el espectador.
De algo está seguro el viajero,
no es un espectador de sí mismo.
Vuelve siempre que puede
a la ciudad de la ventana en la lluvia de ayer,
a un país del amor y su gente,
gente oscura, sin suerte en el juego.
Vuelve y con él volvemos
a una joven de cabecita linda,
de mirada vacante y de corazón acéfalo.
Él la quiere, ella baila en el teatro.
Hay un café cerca del teatro.
Ahí, los justos en una mesa, el injusto en otra.
El joven no saluda al injusto.
Todo se explica por sí mismo,
dice a sus compañeros, menos la injusticia.
Los años son a su ningún oficio
lo que los siglos a una hormiga.
Hoy dice ser un viejo aprendiz de poeta.
Y puesto que vivir es misterio suficiente,
no quiere para sí la certidumbre
del fuego que ya fue.
En eso anda,
en robar otro fuego para después firmarlo.
DELFINA ACOSTA
(Asunción-Paraguay)
DESOLADA
a Gabriela Mistral
Antes de echar mi cuerpo al ebrio río,
muy ebria ya, entré por las abiertas
puertas del templo; oí a una rata huir.
El atrio era una vieja madriguera.
Y le dije a mi Dios, en cualquier parte,
que pecar, no pequé, y ni siquiera...
Un relámpago atroz iluminó
las pocas velas y tronó la iglesia.
No supe qué decir, mas las palabras
fluían de mis lágrimas, sinceras.
Los santos parecían escucharme
con esa educación de gente vieja.
Y por si ahí estaba, a Dios le dije,
que amar, amé. Mis huesos di a las fieras.
Jesucristo en la cruz olía a herrumbre.
El río me aguardaba entre las piedras.
CARLOS VILLAGRA MARSAL
(Asunción-Paraguay)
A PRINCIPIOS DE LUNA
Allá en un declive del cielo, arquea su espinazo
el cachorro de luna, listo para saltar sobre la presa inerme al otro lado del
universo. Flameante carnicero nuevo, se acaba de lavar la cara con los
aguaceros de diciembre, pensando quitarse las manchas de un pecado venial.
Y vástago de león azul con tigra de los orígenes, el creciente animal aprende a cazar por su cuenta nocturna: debajo, en el antepecho de la serranía, estamos considerándole -a veces en desvelo y a veces a través del sueño, mestizos de sombra y reverbero como él, como él acechantes, inculpables, tenaces.
Y vástago de león azul con tigra de los orígenes, el creciente animal aprende a cazar por su cuenta nocturna: debajo, en el antepecho de la serranía, estamos considerándole -a veces en desvelo y a veces a través del sueño, mestizos de sombra y reverbero como él, como él acechantes, inculpables, tenaces.
RENÉE FERRER
(Asunción-Paraguay)
BAJEL
DEL VIENTO
La complicidad de mi cama
se ha vuelto un campo ingrávido y lejano;
ya no tiene largueros ni pies ni cabecera.
Es una interminable llanura incandescente
donde mi ser se calma.
Desprendida del mundo brujulo entre los astros;
deshabito el incógnito territorio del cuerpo,
destrabando mis jarcias,
y parto
desplegando los brazos,
desamarrada y leve:
bajel de viento.
La complicidad de mi cama
se ha vuelto un campo ingrávido y lejano;
ya no tiene largueros ni pies ni cabecera.
Es una interminable llanura incandescente
donde mi ser se calma.
Desprendida del mundo brujulo entre los astros;
deshabito el incógnito territorio del cuerpo,
destrabando mis jarcias,
y parto
desplegando los brazos,
desamarrada y leve:
bajel de viento.
OSCAR FERREIRO
(Pilar-Paraguay)
MEDUSA
Oh flameros lejanos!
El cielo está alambrado de vagidos y heces.
Última estrella sola
farallón solitario
donde ciegos se estrellan los pájaros errantes.
Corralón de los náufragos
donde la mar se aplaca con derrames de fiebre
con cien chorros de sangre
donde la mar se ahíta
con el viscoso crúor de los muertos.
Sonámbulos e insomnes
con los pies empapados
bogamos sin un sueño
hacia el abismo
con todos nuestros muertos
tumbados en el fondo de la barca
que pesada se inclina a los bandazos
en la tromba girante de las olas.
Espesas marejadas
nubes rotas
revolviendo melenas y serpientes.
Hirviente remolino
gritos largos
que no escuchan los gélidos poetas
bebiendo indiferentes
de un balón transparente
el agua destilada del orgullo.
Rimad con esta angustia
insaciables amantes
cuando el amor se amanse
cuando el dolor se endulce
cuando el placer se aplaque en el jadeo
cuando el furor se aduerma en el suspenso
de las rojas batallas del vivir.
PÁGINA 24 – NARRATIVA
MÓNICA
RUSSOMANNO
(Santa
Fe-Santa Fe-Argentina)
SAN
FERMÍN
No
hay nada que hacer aquí, ni toros ni plazas atiborradas, ni caballos enjaezados
ni toreros de brillo y coleta. Nada de nada aquí. Una estación, vías
brillantes, la sombra inexistente de una zorra que se atisba por el rabillo del
ojo.
Una
zorra que avanza por los rieles si una está descuidada y mira un poco al
costado, un poco al horizonte, un poco así mirando sin mirar con la típica
expectación de quien atrapa fantasmas sobre fotografías desvanecidas.
No
multitud, no agitación, no clamores. Sólo dos hombres sudorosos y un tren que
eternamente los persigue en un sueño, acaso en una pesadilla, en la zona que es
la zona, ese lugar alejado de la realidad y sin embargo tan allí, tan aquí, tan
próximo.
San
Fermín y la resonancia del nombre pero ni banderillas ni trajes de luces ni
rosas rojas entre los dientes apretados. Ni una trenza moruna, ni un tablao ni
un atestado lugar que huela a circo y a muerte roja sobre negro.
Solamente
estos rieles relucientes que trazan las paralelas eternamente unidas en un
horizonte imaginario. Sólo esta planicie, esta llanura, estos yuyos repetitivos
estos fantasmas que sudan, que mueven la zorra a riesgo de tren y a riesgo de
desaparecer finalmente aplastados por el peso, el tremendo peso del firmamento
que vira al violeta.
Por
qué San Fermín. Aquí, en medio de la América. Por qué el recuerdo borroso de
santos católicos, de iglesias barrocas, de cuerpos torturados de santos de
imaginería en madera policromada y ojos vítreos para traer todito el dolor
intacto, casi real. Por qué aquí, en medio de la nada es decir en medio de la
América, este tren que no existe y esta estación sin toros, hecha de fantasmas
y de la única zorra que se apresura en ese viaje eterno de llegar a ninguna
parte.
San
Fermín. Reloj detenido de estación abandonada. Fantasmas.
No
hay toros aquí, ni toreros. Hay, si, la sangre en los rieles, la sangre y la
agonía del toro es decir la muerte del ferrocarril. Y el inmenso el inabarcable
el marítimo clamor de las multitudes rugiendo frente a la ajena muerte.
Ha
muerto el toro de hierros y vapores de ollares sudorosos. San Fermín, señores.
El carro lo engancha y arrastrando se lo lleva. Otros se regocijarán en la
ignominia de celebrar sangres y derrotas. Cierro los ojos para no ver. Para
respetar la muerte de rieles y edificio de cenefas airosas.
Al
cerrar los ojos perdura apenas, allí entre las luces de párpados clausurados,
la imagen de la zorra y los fantasmas. Nada queda de más. No hay nada, nada que
hacer aquí.
PÁGINA 25 – POESÍA
AMERICANA:PERÚ
CARLOS LÓPEZ DEGREGORI.
(Lima-Perú)
EN UNA ANTICIPADA DESPEDIDA
Espejo que de pronto
despiertas y caminas por el cuarto
abrazando por última vez a la cama, a las sillas,
al ropero
en una anticipada despedida
que algún día tendrás que devolver.
Te llevas mis negras alas de ángel
risas, sombras, murmullos, traiciones, arañazos
que fueron contigo pareciéndose a mi cara.
abrazando por última vez a la cama, a las sillas,
al ropero
en una anticipada despedida
que algún día tendrás que devolver.
Te llevas mis negras alas de ángel
risas, sombras, murmullos, traiciones, arañazos
que fueron contigo pareciéndose a mi cara.
Mañana me comenzarás a
doler.
Mañana golpearé con mis manos de fierro
el lugar que has dejado
vacío en la pared
y se me hincharán los labios de repetir
que siempre fuiste un mal espejo
y ya sólo deseo que te pierdas.
Pero no será verdad.
Te quiero bien.
Huye de los ropavejeros en las calles que pueden atraparte,
no te hundas en un lago o vueles en relámpagos,
no vayas a trizarte.
Mañana golpearé con mis manos de fierro
el lugar que has dejado
vacío en la pared
y se me hincharán los labios de repetir
que siempre fuiste un mal espejo
y ya sólo deseo que te pierdas.
Pero no será verdad.
Te quiero bien.
Huye de los ropavejeros en las calles que pueden atraparte,
no te hundas en un lago o vueles en relámpagos,
no vayas a trizarte.
Y mañana,
si tienes suerte y sobrevives,
si despiertas inexplicablemente en mi habitación
al otro lado del mundo
y si en ella no estoy porque he salido
para no regresar más
o he enfermado de carbón
o he muerto:
recuerda que siempre fuiste un mal espejo
y un mal espejo, para descansar al fin, debe entregar
lo que retuvo:
ya mi cara no será importante
quédatela seca
pero devuélveme mis alas que las voy a necesitar:
guárdalas bien dobladas en el ropero otra vez,
siéntalas en las sillas,
tiéndelas, para que me esperen dormidas, en mi cama.
si tienes suerte y sobrevives,
si despiertas inexplicablemente en mi habitación
al otro lado del mundo
y si en ella no estoy porque he salido
para no regresar más
o he enfermado de carbón
o he muerto:
recuerda que siempre fuiste un mal espejo
y un mal espejo, para descansar al fin, debe entregar
lo que retuvo:
ya mi cara no será importante
quédatela seca
pero devuélveme mis alas que las voy a necesitar:
guárdalas bien dobladas en el ropero otra vez,
siéntalas en las sillas,
tiéndelas, para que me esperen dormidas, en mi cama.
DALMACIA RUIZ ROSAS
(Lima-Perú)
LAS BUENAS PERSONAS...
Las buenas personas se preocupan por nosotros
que estemos sanos, bien cómodos, que lleguemos temprano.
Las buenas personas escuchan nuestros planes, nos secundan
regalan libros, agendas, tarjetas navideñas
recuerdan nuestros santos.
Yo quiero a tu padre, más bueno que el pan.
Tú quieres a mi madre, más buena que el pan.
Más buenos que nosotros.
Ya pasó la época de los escándalos. De los sobresaltos.
Es verano
las hojas en los árboles brillan como antorchas.
que estemos sanos, bien cómodos, que lleguemos temprano.
Las buenas personas escuchan nuestros planes, nos secundan
regalan libros, agendas, tarjetas navideñas
recuerdan nuestros santos.
Yo quiero a tu padre, más bueno que el pan.
Tú quieres a mi madre, más buena que el pan.
Más buenos que nosotros.
Ya pasó la época de los escándalos. De los sobresaltos.
Es verano
las hojas en los árboles brillan como antorchas.
MARIO MONTALBETTI.
(Lima-Perú)
SALMO DE INVIERNO
si quieres ganar el
cielo primero debes saber perderlo
recoge por ejemplo un
clavo
e imagina el agujero del que provino
e imagina el agujero del que provino
¿qué dijo brodsky? que
reconocemos a nuestros hermanos
no por sus rostros
no por sus rostros
sino por sus espaldas
en las colas que forman en los confesionarios
en las colas que forman en los confesionarios
la vida pasa como pasa
la corriente
cuando agarras un cable pelado
cuando agarras un cable pelado
arroja el clavo
guarda el agujero
guarda el agujero
arroja el agujero al
suelo
MAGDALENA CHOCANO
(Lima-Perú)
XXIV
Yo soy intratable
ninguna luz me alumbra
ninguna luz me alumbra
El corazón puro es un cuchillo acezando
navegable incrustación del mar
navegable incrustación del mar
Yo soy transparente
ninguna luz me evade
ninguna luz me evade
Óyeme espora habitante
no sé si soy eterna no estoy segura
no sé si soy eterna no estoy segura
Quien a Sí Se crea a Sí Se destruye
Materia es energía
Luz es energía
Materia es luz
Círculo de tiza donde nada concluye
Materia es energía
Luz es energía
Materia es luz
Círculo de tiza donde nada concluye
Estoy formándome/ estoy creciendo
mi cabeza enterrada empieza a abrir los ojos
voy a reunir las partes todas de mi cuerpo
voy a contemplarme
mi cabeza enterrada empieza a abrir los ojos
voy a reunir las partes todas de mi cuerpo
voy a contemplarme
Aire/Tierra/Agua/Fuego ¿sabéis de mí?
No. Nadie sabe de mí
Ni yo misma me sé
No. Nadie sabe de mí
Ni yo misma me sé
Auscultemos la fibra cándida y salvaje del
silencio
Oye el estampido de esquejes reluciente
vibración de telares
Oye el rumor de epopeya que transgrede la vida
Oye el estampido de esquejes reluciente
vibración de telares
Oye el rumor de epopeya que transgrede la vida
Huraño exceso el de mi transparencia
asaz deslumbrante
Empáñeme yo?
Hágame soportable?
Vuélqueme opaca y mortal?
Celebro la Arista.
La espina de la rosa.
La punta del proyectil!
Todo lo que vale a la hora de sacudir el polvo de las
sandalias
Al final
Quien a Sí Se crea a Sí reposa
por eso nunca me equivoco o siempre
y la luz desespera de seguirme
asaz deslumbrante
Empáñeme yo?
Hágame soportable?
Vuélqueme opaca y mortal?
Celebro la Arista.
La espina de la rosa.
La punta del proyectil!
Todo lo que vale a la hora de sacudir el polvo de las
sandalias
Al final
Quien a Sí Se crea a Sí reposa
por eso nunca me equivoco o siempre
y la luz desespera de seguirme
RÓGER SANTIVÁÑEZ
(Piura-Perú)
2
Esta es la historia de un hombre solo
Cuyo oficio es la Poesía. Busca entonces
Alguien de corazón sin razón más clara
Cuyo oficio es la Poesía. Busca entonces
Alguien de corazón sin razón más clara
Luz Ariadna desenrolló el ovillo
Con su alegre fe, con su pura
Inocencia sentida tal la hermosura de mi
madre
Con su alegre fe, con su pura
Inocencia sentida tal la hermosura de mi
madre
Una hermosura que a ella dedicaré
Por salvarme la vida con sus golpes
Tan suaves yo sé pero no hablaré
Por salvarme la vida con sus golpes
Tan suaves yo sé pero no hablaré
Sino cantaré y canto con el don del Señor
En su morada enamorada monje
De sí mismo narciso que no miró el espejo
En su morada enamorada monje
De sí mismo narciso que no miró el espejo
En el fondo de la Poesía la Virgen ya
Estaba por aparecer en Cova de Iría
Pero prefirió el plan de los niños santos
Estaba por aparecer en Cova de Iría
Pero prefirió el plan de los niños santos
No fue a Ninguna Parte, sólo César
Comprendió que Poesía es efecto de la causa
Del que fue su causa hasta que brotó la
SANGRE
Comprendió que Poesía es efecto de la causa
Del que fue su causa hasta que brotó la
SANGRE
ROCÍO SILVA SANTISTEBAN
(Lima-Perú)
CLITEMNESTRA, INFIEL
Con cuál de tus manos mancillaste los oscuros
designios de la Moira
echada sobre cuatro candados inaugurando un nuevo linaje
olvidas regar con linaza y afrecho el camino empedrado
el camino hacia el último baño.
Una perra huyendo de sus crías será maldita hasta por dos mil años
pero tú supiste elevar tu arma sobre el oráculo de Loxias
e inmortalizar la triste historia de las mujeres dignas y sus amantes.
Quién se encargará de pintarrajear la tumba de tu hija,
quién lavará las flores que crecen bajo sus pies,
todos tuyos y somos ignorantes de tu ira
de la cólera impotente de comer con las entrañas guisos violentos.
Dulce será el sendero empolvado del incienso,
la modorra con que juzgan a los héroes
dulce la niña que mojó tus piernas de lágrimas sangradas
sin saber ella misma del hacha sobre el cuello
de las gotas negras que azotan los vientos de Estrimón.
Ni los dioses saben de este dolor de hembra
el grito que calla en la propia boca
el temor de las murallas ante el eco de la propia voz:
está vengada la muerte de dos niños con la de este hombre.
Tira la daga inmunda y regocíjate
hiciste bien mujer, hiciste bien.
echada sobre cuatro candados inaugurando un nuevo linaje
olvidas regar con linaza y afrecho el camino empedrado
el camino hacia el último baño.
Una perra huyendo de sus crías será maldita hasta por dos mil años
pero tú supiste elevar tu arma sobre el oráculo de Loxias
e inmortalizar la triste historia de las mujeres dignas y sus amantes.
Quién se encargará de pintarrajear la tumba de tu hija,
quién lavará las flores que crecen bajo sus pies,
todos tuyos y somos ignorantes de tu ira
de la cólera impotente de comer con las entrañas guisos violentos.
Dulce será el sendero empolvado del incienso,
la modorra con que juzgan a los héroes
dulce la niña que mojó tus piernas de lágrimas sangradas
sin saber ella misma del hacha sobre el cuello
de las gotas negras que azotan los vientos de Estrimón.
Ni los dioses saben de este dolor de hembra
el grito que calla en la propia boca
el temor de las murallas ante el eco de la propia voz:
está vengada la muerte de dos niños con la de este hombre.
Tira la daga inmunda y regocíjate
hiciste bien mujer, hiciste bien.
PÁGINA 26 – ENSAYO
ANA LEYTON
(Illapel-Coquimbo-Chile)
GABRIELA MISTRAL, UNA REBELDE PENSADORA.
Parece que sobre esta insigne
escritora todo estuviera dicho, sin embargo, mientras más se lee de ella, más
deseos dan de seguir indagando sobre su pensamiento, hasta llegar a la
conclusión de ¡qué poco conocemos en Chile sobre esta mujer! quien fue capaz de
mostrar caminos a seguir en tantas partes del mundo.
En Gabriela Mistral, la palabra
se hace cargo de la situación social, política, económica, cultural, educativa,
histórica de un país, para traducirse en un compromiso con la humanidad que la
conduce hasta la poesía, como una manera de llegar a un estado máximo del arte
de escribir.
Quiero dejar en claro que esto
no responde a un estudio investigativo sobre Gabriela, más bien es un encuentro
con su defensa rebelde, una defensa de raíz desde lo local hasta América Latina
y hacia el mundo, porque si realmente hay alguien en este país que hizo
una defensa transparente, sencilla y asertiva e incorruptible de nosotros, olvidados
seres humanos de este lado del mundo, esa fue Gabriela Mistral; una referencia
que nos salva aún de lo que ya no somos y de lo que queremos ser y construir
como futuro.
Cuando más se lee a Gabriela,
más grande se nos hace, por lo tanto, no me puedo referir detenidamente a toda
la diversidad de temas que han sido problemáticas de sus crónicas, artículos y
ensayos aparecidos en diarios y revistas del mundo occidental, verdaderos
discursos sobre política. Se cuentan más de 700 de estos escritos, donde se
destaca su defensa identitaria, su amor por la libertad, su propuesta de
autosuficiencia americana de acuerdo a las propias necesidades de sus
habitantes, la importancia de la educación para el fortalecimiento de los
valores; ya sea, en los aspectos políticos, económicos y culturales, marginados
de la cultura dominante, en tanto la tierra, el indígena, los niños, la clase
trabajadora y la mujer.
Cuando aún nadie hablaba de
defensa ambiental, esta defensa se encuentra implícita en sus escritos donde
hace descripciones geográficas de países de América Latina; encontramos algunos
en el libro “Gabriela anda por el mundo” de Roque Esteban Scarpa, cuando
describe en prosa poética, la naturaleza: montañas, minerales, ríos, árboles,
aguas; la historia, los pueblos de América, el sol americano, la cordillera de
los Andes y mucho, mucho más, como fundamento de identidad y defensa
“ecológica” (aunque en ese entonces aún no se conceptualizaba la palabra);
emociona ver cómo en este caso su palabra se hace profética, ya que hoy, nos
encontramos frente a graves problemáticas de destrucción de nuestra naturaleza,
de exterminio de nuestras comunidades y saqueo de nuestros recursos.
Hay un libro sobre Gabriela
Mistral, escrito por Matilde Ladrón de Guevara, quien siendo muy joven se
desplaza a Nueva York para vivir con ella durante un año y escribir sobre su
vida, libro que hace con el consentimiento de Gabriela; de esta vivencia humana
y periodística, escribe este libro que en Chile apenas se conoce y que apareció
a través de la editorial de la revista “Hoy” durante los años 80 en una edición
resumida y en tres capítulos con el nombre de “La rebelde Gabriela” la edición
completa tiene el nombre de “Gabriela Mistral, rebelde magnífica”.
Quiero destacar, la espontaneidad
y naturalidad con la que Matilde va contando cotidianamente la vida de
Gabriela, la empatía mutua que la hace escribir, elocuentemente, desde la
palabra femenina. MLG, esta mujer chilena escritora y poeta de la generación
del `50 quien también ejerció el periodismo, incluso como reportera fuera del
país.
Cito esta antología como
referente, ya que la visión de Gabriela que describe esta autora nos la muestra
natural con su quehacer de escritora, nos dice que escribe como respira, se
comunica e interactúa como camina, sin performance, sin ambages, sencilla y
chilensis como cualquier ciudadano honesto de nuestra patria, un ejemplo de
asertividad y carácter a seguir por quienes buscan, incansablemente, la palabra
poética, política o periodística, que en Gabriela son indivisibles.
Desde este estado valórico
transparente, propuso un estado ideal para América Latina. Su propuesta fue
desde el origen:
*Su interés por la tierra que la
lleva a un juicio político y económico
*Su interés por el indio que nos
remite a una preocupación política y social
*Su interés por la mujer que
demuestra una inquietud política y cultural
La tierra, el indio y la mujer
nos conducen a una problemática de poder, vigente en nuestros días, situaciones
que aún los gobiernos no han sido capaces de resolver y que además, a partir
del trauma histórico y retroceso provocado por la dictadura, se han acentuado
cada vez más en los últimos gobiernos.
Sus crónicas se encuentran
desarrolladas a través de un lenguaje sencillo, capaz de comunicarse con la
gente más modesta, trabajadora, marginada de los poderes centrales y de aquella
clase beneficiada como elite intelectual. Su preocupación por la clase de donde
proviene la enaltece; cuando vemos un discurso enriquecido por su inteligencia,
su sensibilidad, conocimiento y experiencia, que no la hacen olvidar su raíz de
campesina humilde, de india del valle de Elqui como lo decía con decisión y
dignidad.
El pensamiento de GM ha sido
compilado a través de cartas dirigidas a sus amigos, escritores, políticos,
intelectuales, también a través de artículos que ella llamó “recados”
publicados en diarios y revistas de Chile y el mundo, estos recados que
tienen la extensión de un breve ensayo, donde expone sus ideas críticas y
sugerencias.
Los temas de Gabriela siempre
apuntan a todo pensamiento que tenga que ver con el devenir de la humanidad, lo
que demuestra su gran capacidad de construir cultura y sociedad a partir de la
palabra, ya sea poética o periodística.
Dice Luis Vargas Saavedra,
compilador del libro “Recados para hoy y mañana” que GM tuvo la capacidad de
percibir los “signos de los tiempos”. En estos textos no sólo queda de
manifiesto la excelencia de su prosa, sino la visión profética contenida en
ellos, lo que hace que estos escritos tengan una vigencia perdurable.
En el libro de Jaime Quezada
“Bendita mi lengua sea” se define un objetivo testimonial, ya que este diario
rescatado de Gabriela, nos da cuenta de muchas cuestiones que de no ser por
ella, no las sabríamos; por ejemplo, el sentimiento amerindio que nace como una
defensa de nuestra raíz frente a la pedantería de la generación del 98 en
España, quienes durante tantos años, han sido valorados en las aulas de nuestro
Chile incluso en las de muchas universidades y que sin embargo, siempre miraron
a los habitantes de América Latina con menoscabo. Gabriela nos hace una
apelación, ya que al leer este pasaje de su diario, es imposible que nos
quedemos impasibles y no cambiemos nuestro pensamiento ¿por qué seguir
admirando a quienes nos maltratan con su gesto déspota? Ella da cuenta de una
crítica consistente de lo que fuera el pasaje de la historia de la cual se
enaltecían estos hijos de la conquista, henchidos de nacionalismo español.
Nunca olvida su raíz vaya por
donde vaya esté con quien esté, sus comentarios, sus críticas siempre las hace
desde una concepción referencial del lugar donde nació y desde allí hacia la
visión de AL para el mundo. Están siempre presentes la defensa de la tierra
americana y sus hijos amerindios.
En recados para hoy y mañana del
compilador Luis Vargas, nos encontramos con uno cuyo título es “Celebración del
12 de octubre en las Antillas”, fechado en el año 1933 donde nos evidencia su
crítica dura hacia la conformación de la mentalidad y actitud del español
frente a AL, su insensibilidad y su poderío de superioridad racial, hace
crítica dura hacia la destrucción de la religiosidad ancestral; la nuestra, en
relación a la occidental que, pregonaban con la violencia de la tortura, la
muerte y la insensibilidad del catolicismo frente a esto.
También encontramos otro
artículo cuyo nombre es “El recelo histórico entre las Américas” fechado en
1948, donde se evidencia el gran conocimiento sobre política internacional que
Gabriela maneja, una cantidad de elementos dentro de lo que es la política
económica, cultural, educativa, incorporando conceptos de “capitalismo” “clase
trabajadora” “seudo democracia” en fin… conceptos aún vigentes tal como fueron
tratados en sus escritos y que nos recuerdan a través de su asertividad
nuestros olvidos y compromisos, en muchos casos.
También escribió “Pueblo
soberano inculto” con fecha 1941, donde evidencia el peligro que existe para la
democracia cuando ciudadanos incultos deben tomar decisiones en las urnas, lo
que evidencia además, su gran preocupación por la educación de la clase
trabajadora y pueblo en general; actualmente vigente en lo que es la corrupción
de los gobernantes elegidos, repetidamente, por el mismo pueblo.
GM también tiene artículos donde
recoge su pensamiento sobre el movimiento femenino chileno que se inicia en la
lucha por la reivindicación de los derechos de la mujer, muchos de ellos los
encontramos entre los años 1925 y 1928, la mayoría en el Mercurio de Santiago.
Nombro tres de ellos que aparecen en el libro “Por la Humanidad Futura”
antología política de GM, publicada recientemente por Diego del Pozo a través
de La pollera ediciones. Cito algunos:
*“Organización de las mujeres”
1925. Ironiza, diciendo que el feminismo en Chile parece más una especie de
“tertulia, más o menos animada”. Alude y llama más bien a formar organizaciones
feministas desde una mirada de clase. Todo pensamiento en Gabriela convoca a
una mirada de clase, en realidad hay que decirlo, critica el carácter burgués
de este feminismo que se encuentra bien lejos de resolver realmente las
problemáticas sociales de la mujer.
*“Feminismo, una nueva
organización del trabajo” en 1927, toca el tema del trabajo en la mujer,
analizándolo desde la perspectiva de la naturaleza femenina, concluye
proponiendo tres tipos de trabajo, uno sólo para hombres, otro sólo para
mujeres y otro para mujeres y hombres. La mujer, al igual que el hombre,
trabajador, obrero, se expondría a una injusta sobreexplotación, ya que expresa
la falta de justicia para la clase trabajadora, en tanto no se resuelva el
problema laboral de la clase trabajadora en general, hombres y mujeres, no se
puede definir con justicia la organización del trabajo femenino, aún más en el
caso de la mujer que también tiene un rol insoslayable en la educación y
cuidado de sus hijos.
*“El voto femenino” habla de
ello en un artículo del año 1928 y sólo en 1949 se legisla totalmente sobre el
voto femenino. Vale recordar, que ella recibe el premio Nobel de literatura en
circunstancias que en Chile aún la mujer no era reconocida como capaz de emitir
un voto en las urnas.
Gabriela fue irónica con las
feministas de su tiempo, pensó que no eran lo suficientemente inteligentes, ya
que tenían muy poca visión respecto de un cambio sistémico en el orden de lo
laboral, las veía poco comprometidas con la mujer trabajadora y veía que se
entrampaban en cuestiones que poco tenían que ver con una verdadera condición
de libertad. Las ve con muchos más sentimientos personales que con razón. Las
ve como un grupo de damas de clase alta, haciendo guiños a posturas
artificiales y que no llegan a una mayor profundidad en la problemática.
Actualmente, por ejemplo, se
dice que la mujer se liberó porque trabaja. Pero, cuando llega a la casa lo
único que hace es seguir trabajando. También se habla de la liberación sexual
de la mujer, pero la realidad crítica nos muestra cómo cada vez y con mayor
intensidad la mujer se ve convertida en un producto de mercado, donde poco
tienen que ver sus verdaderos intereses de respeto e igualdad, ya que los
parámetros sociales y culturales vigentes siguen siendo los instaurados por el
hombre; en todo caso, no sólo la mujer está convertida en producto de mercado
actualmente…
En resumen, GM la poeta,
política, periodista, escritora, instauró un pensamiento aún vigente que podría
servir de base para la construcción de nuestra sociedad. Pasa que la conocemos
poco, pasa que su pensamiento no está incorporado en los planes y programas de
estudio que tanto nos determinan, pasa que aún no hay suficiente valoración
hacia ella.
No sirven tantos homenajes,
seguimos con el sólo aprendizaje de dos o tres de sus poemas en las aulas de
nuestro país, en circunstancia que nos estamos perdiendo la construcción de una
sociedad mejor a partir del pensamiento vigente de Gabriela.
Ahora que se habla desde el
oficialismo y fuera de él sobre asamblea constituyente, me gustaría saber
si son y somos capaces de considerar como claves de una nueva
constitución el pensamiento de Gabriela, ya que ese sí sería un verdadero
homenaje a esta librepensadora chilena que deja de manifiesto su adhesión al
sueño bolivariano.
Su defensa de América Latina es
transversal, despierta un sentimiento responsable y referencial sobre lo que
significa nuestra tierra, la naturaleza latinoamericana, desde la conciencia
que defiende lo local y nuestras raíces amerindias, pero no como un
nacionalismo ciego y ensimismado, sino hacia una concepción latinoamericana y
universal.
Me quedo, principalmente, con su
visión latinoamericanista y a partir de esta reivindicación territorial, soñar
con fundar una política educativa para despertar a este “pueblo soberano
inculto” del que nos hablara y así, poder incorporar el amor por un territorio
que requiere por sobretodas las cosas ser defendido. Como ella dijo “Maestro:
enseña en tu clase el sueño de Bolivar, el vidente primero. Clávalo en el alma
de tus discípulos como agudo garfio de convencimiento….Divulga la América...” y
termina diciendo, “… no seas un ebrio de Europa, un embriagado de lo lejano,
por lejano extraño, y además caduco, de hermosa caduquez fatal” (“El grito”).
Actualmente, hay mucho que
deshacer y hacer en educación, una educación que parece caminar hacia delante,
pero camina en un sentido bien distinto a la propuesta de Gabriela. Yo soy
profesora de Castellano, he podido bien poco sobrevivir al sistema educativo,
que siento está cada vez más entrampado y sujeto a paradigmas dictatoriales y
odiosos.
La importancia de la defensa de
una cultura de raíz se hace urgente en nuestras salas, sentir el amor que tanto
necesitamos para defender nuestra tierra. No deberíamos permitir más el
menoscabo de nuestros pueblos amerindios, de estas tierras explotadas por el
extranjero, que hoy se traduce en todo lo mega, megaminería, megacultivos,
megacomercio. Aquí me detengo para recordar casos como el del pueblo de
Caimanes, Alto Maipo, Pascua Lama y hoy, la amenaza del TPP, que convierte las
semillas en propiedad privada ¿Es así como le hacemos honor a una de las más
importantes pensadoras de nuestra América? Entonces, basta de tanto homenaje a
Gabriela y pongamos más empeño en poner en práctica su pensamiento;
profundicemos esta “América, América, todo por ella, porque todo nos vendrá de
ella ¡desdicha o bien!”
PÁGINA 27 – POESÍA AMERICANA:
ECUADOR
ANTONIO
PRECIADO
(Esmeraldas-Ecuador)
YO
Y MI SOMBRA
Por
cierto,
si
te fueras
me
quedaría solo
y
no habría en el mundo soledad más completa.
Lo
digo porque temo
que
llegues a cansarte de ser como yo soy
o
que tal vez descubras
que
vamos a pasar sobre nuevos abismos
y
entonces te dé miedo
de
aquí en adelante
seguirme
la carrera.
Atrás,
tú
bien lo sabes,
queda
un largo camino
que
has andado conmigo
como
mi inseparable compañera,
has
leído mis libros,
has
bebido mi vino,
has
comido en mi mesa;
en
fin,
has
hecho innumerables cosas mías
como
esta de pasarte mis noches
escribiendo
poemas.
A
veces se me ocurre
que
bien pudo gustarte tener algotra vida,
por
ejemplo, ser blanca,
hacer
cosas distintas,
oír
música suave
y
no andar alelada al son de mis tambores
desde
que eras pequeña,
volverte
contra mí,
ser
anticomunista,
o
por tu cuenta ir
cuando
yo, en cambio, ya estaba de regreso;
pero
no,
si
hasta en mis malos ratos
siempre
estuvo,
flaca,
comprometida,
al
lado de mis culpas,
tu
leal inocencia.
Definitivamente,
tú
vales mucho más de lo que pesas.
Sombra
mía,
sopórtame,
no
me falles jamás,
yo
soy tu cuerpo.
ROSA AMELIA ALVARADO ROCA
(Guayaquil-Ecuador)
EL SERMÓN DE LA MONTAÑA
Los
austeros templos
aquejados de severidad absoluta
vestidos de estuco, pan de oro y mármol
con sus ángeles enanos
impúdicos y asexos
cantando en extraño
concierto barroco
y las imágenes adustas
desnudas de sonrisas
de ojos severos
cual gárgolas siniestras
parecen querer treparse por mis
pecados culposos
terminan por asfixiarme
en una claustrofobia mística,
preferiría que los altares ceremoniales
salieran de su encierro
y que la palabra tuviera
sabor a hierba fresca
y se diera en lo prosaico
de un campo cualquiera
bajo algún ceibo frondoso
o junto a un espejo de agua mansa
donde se beba el aire para que
perfume el pecado
y donde la palabra
llegará más rápido a su destino
sin mediadores innecesarios
es tiempo de volver al
sermón de la montaña.
aquejados de severidad absoluta
vestidos de estuco, pan de oro y mármol
con sus ángeles enanos
impúdicos y asexos
cantando en extraño
concierto barroco
y las imágenes adustas
desnudas de sonrisas
de ojos severos
cual gárgolas siniestras
parecen querer treparse por mis
pecados culposos
terminan por asfixiarme
en una claustrofobia mística,
preferiría que los altares ceremoniales
salieran de su encierro
y que la palabra tuviera
sabor a hierba fresca
y se diera en lo prosaico
de un campo cualquiera
bajo algún ceibo frondoso
o junto a un espejo de agua mansa
donde se beba el aire para que
perfume el pecado
y donde la palabra
llegará más rápido a su destino
sin mediadores innecesarios
es tiempo de volver al
sermón de la montaña.
IVÁN OÑATE
(Ambato-Ecuador)
ESTACIÓN COCHABAMBA
Era la tarde de un día
hecho para siempre. Yo venía del Sur
sin resignarme todavía y
con un número en la mano
buscaba una puerta
o una tumba, yo no sé.
Pero di con plazas, con calles
que no conducían a ninguna parte,
Con muros negros como los abismos que salían a
detenerme o
a empujarme
hasta dar con los andenes de una estación
de fierros detenidos y tristes.
Y allí
con el papel en la mano
como una llave o un cirio inútil
fue que los vi, a los tres,
Al viejo al hombre y a la niña
o tal vez me equivoco
A la vieja
al hombre y al niño
o tal vez
A los tres viejos o a los tres niños
pero ella era hermosa y el hombre era fuerte
y el viejo pensativo y venían
sucios
agotados
moribundos pero con furia, como si una tormenta
de rayos y polvo
los hubiera humillado en su miseria, o fueran
los ángeles sobrantes
de una caída brutal sobre su propia tierra.
Y pasaron
sin siquiera verme,
pasaron simplemente,
Y yo dejé caer esa llave
que no sonó
porque no hay sonido
cuando algo cae al abismo.
MARCOS RIVADENEIRA SILVA
(Quito-Ecuador)
4
Cuando narré naturaleza, mariposas con sus ojos absortos y ciegos, pájaras que
llevan gusanos en sus picos, esos atrevidos pichones que se avientan al vacío
sin más aliento que el medio día…; no trataba vuelos de pájaros, ni de hojas
que se devuelven en un vaivén sostenidas por el viento; no, estaba hablando del
alma.
Cuando hablé de los barcos y las tormentas debajo de océanos de inquietudes y
náufragos de desamor… No estaba hablando de olvido, de malquerencia…; no curaba
el dolor que produce la lejanía, de frustraciones, de deseos afectados.
Hablaba, está claro, del alma.
Canté examinando la entraña, navegué por hojas de hierba, recorrí
historias contadas por otros y nunca encontré más que relaciones lejanas a las
mismas flores, campos, de la humedad; mariposas, aves; vuelos, barcos,
tormentas y naufragios.
MARITZA CINO
(Guayaquil-Ecuador)
5
Esta despedida extraña
de autopistas blancas en la ciudad del viento,
esta nieve en primavera
alterando horarios, rutas y estaciones,
esta boina que llega como un fetiche manso
para abrigar mi desnudez,
estos silencios nuevos que se pierden
entre números y aviones.
Este arribar acá siendo más de allá,
me deja insomne en este puerto solo
que aún espera que lo habite.
PÁGINA 28 – NARRATIVA
ABEL ESPIL
(Ciudad Autónoma-Buenos Aires-Argentina)
EL
BANCO DE PLAZA ARENALES
dedicado a mi nieta Ema
Arean
Las
puertas se abren y se cierran. Son como los abanicos de nuestras abuelas.La
vida es en conclusión un abanico: el pasado se cierra con el presente y el
presente se cierra con el futuro.Hay veces en que escribo lo pensado y otras en
que lo voy pensando mientras escribo.Ésta es una de ellas.
Me
refugio en la compu para resolver en la escritura, los desniveles
originados en los tiempos del vivir. No me agrada sentir que me reduzco a una
metáfora como la del abanico.Pretendo algo más. Escribir, escribir... sería el
sueño más deseado.
Algunos
lo hacen. ¿Porque yo no puedo intentarlo?
Salgo
de mi casa, imbuido en estos pensamientos. No me doy cuenta que las veredas se
angostan o se ensanchan.Ni siquiera me percato que algunas de ellas están rotas
o manchadas con defecación de perros.
En
un instante, percibo que lo sucedido, es el borrar un echo de mi mente.No
es fácil.Me origina angustia, descubrir la verdad.
Las
calles se vuelven remolinos, y en el centro de ellas, me encuentro caminando.No
me interesa llegar a ningún lado. Perdón , estoy mintiendo.Hay un lugar, que me
da paz,descanso y huida, del devenir llamado vida.
Nada
es igual a ayer.El banco de Plaza Arenales, me ha transportado a las mejores
mentiras o verdades, desembocadas en cuentos.
¿Acaso
puedo decir que este es uno de ellos? .Puede ser. Después del accidente en que
murió su esposo Alfredo, Frida se accidento al cruzar la Avda. Las
Heras.Le estaba llevando un ramo grande de jazmines. Frida sabía las flores que
más le gustaban a Alfredo. Él decía: " el jazmín perfuma y adorna, igual
que una guapa mujer a nuestro lado "
Frida,
y yo, ya estabamos grandes.Ella un poco peor. No veía nada a diez metros de
distancia. El ómnibus 108, al tener verde , apuro el andar y Frida que estaba
terminando de cruzar la ancha Avda,, no advirtió que debía apurar el metro y
medio que le faltaba para completar el cruce y fue arrollada por la terrible
bestia.Eso le significó cama, por más de un año, kinesiologia domiciliaria por
dos años y quedar caminando con andador.
De
joven, había sido la muchacha más bonita del curso de Filosofia que daba
Eugenio Pucciarelli.Al tiempo , éramos dos, los postulantes más cercanos a su
corazón.Es indudable que ganó el más fachero: Alfredo.
Juntos
estuvieron casi treinta y dos años. Frida teniendo cincuenta y siete años,
continuaba siendo la mujer sensual y atrayente que había sido en la juventud.
A
los años del accidente dejó el andador y desarrollo un caminar casi parecido al
normal.La benefició su fuerza de voluntad.
Un
tiempo bastante largo dejé de verla. Frida viajó a Francia y yo
a Uruguay.En esos años Atlántida estaba muy bella. Me dicen que hoy nada
es así. Todo está muy cambiado.No es ninguna sorpresa.A mi la soledad, me
modificó el rostro y la tristeza se profundizó, cuando detecté que la extrañaba.
Esto es falso.Había algo más que me estaba surjiendo y el Dr, Claire, médico
psiquiatra, me dijo que era el amor hacia ella siempre oculto. Me lo
estaba negando misteriosamente.Lo discutí con él y conmigo mismo. Necesitaba
ser fiel a mi amigo Alfredo .El Dr. después de tantos años de tratarme, me
ayudó a traer a la realidad un hecho escondido en lo más profundo de mi
ser..
Frida
, una mañana de Enero de este año, me llamó para comunicarme que regresaba a la
Argentina. Sus trabajos de traducciones al francés y al alemán, casi se habían
extinguido.Regresaba con Pablo, un amigo íntimo de la Editorial para la que
trabajaba.
Le
transmití que regresaba al Uruguay y no podía ir a esperarlos.Volví al banco de
la plaza Arenales . Estiré los brazos y las piernas, cerré un rato los ojos y
lo inevitable apareció.En ese instante, surgieron dos hechos: el abandono
espiritual en el que estaba y
la
aparición del rostro de ella cuando nos conocimos.
PÁGINA 29– POESÍA
EUROPEA
TOMAŽ
ŠALAMUN
(Eslovenia,
1941)
SOY
UN ALBAÑIL
soy
un albañil, un sacerdote del polvo
fuerte como un monstruo, como la corteza del pan
soy un nenúfar, soy un guerrero de los árboles sagrados
de los sagrados sueños, grito con los ángeles
fuerte como un monstruo, como la corteza del pan
soy un nenúfar, soy un guerrero de los árboles sagrados
de los sagrados sueños, grito con los ángeles
soy
un castillo, una pared muerta
conduzco naves, soy un barquero para los viajeros
¡Oh madera! ¡madera!
garzas, venid, sangre
conduzco naves, soy un barquero para los viajeros
¡Oh madera! ¡madera!
garzas, venid, sangre
venid,
jardineros; luz, ilumina
ven, mano extendida, cristal
azules remolinos, ven, tersura
viento que deslizas seres de otros campos
ven, mano extendida, cristal
azules remolinos, ven, tersura
viento que deslizas seres de otros campos
aquí
los prados están quemados, la lava bulle
los pastores esperan, agitando sus alas impacientes
los perros se olfatean, los ovejeros,
aquí se yergue la memoria, el orden, los signos del porvenir
los pastores esperan, agitando sus alas impacientes
los perros se olfatean, los ovejeros,
aquí se yergue la memoria, el orden, los signos del porvenir
(Traducción: Pablo
Fajdiga)
SHUNTARO
TANIKAWA
(Japón,
1931)
ESCUELA
La
escuela está ardiendo.
De las ventanas de los salones
sale abundante humo negro.
Los pupitres están ardiendo.
Los tableros están ardiendo.
El cuadro que dibujé está ardiendo.
Ha explotado un piano en la sala de música.
El piso del gimnasio se hundió y
sobre el patio de juego la barra para izarse se
derritió.
La escuela está ardiendo.
No hay maestros en su interior.
Todos los alumnos están soñando.
La lengua anaranjada del fuego lame con dicha
la escuela completa.
La escuela grita y se retuerce
y lentamente se colapsa sobre tierra.
Zigzaguean chispas hacia el cielo.
¡Oye, escuela, qué tal te parece ahora!
De las ventanas de los salones
sale abundante humo negro.
Los pupitres están ardiendo.
Los tableros están ardiendo.
El cuadro que dibujé está ardiendo.
Ha explotado un piano en la sala de música.
El piso del gimnasio se hundió y
sobre el patio de juego la barra para izarse se
derritió.
La escuela está ardiendo.
No hay maestros en su interior.
Todos los alumnos están soñando.
La lengua anaranjada del fuego lame con dicha
la escuela completa.
La escuela grita y se retuerce
y lentamente se colapsa sobre tierra.
Zigzaguean chispas hacia el cielo.
¡Oye, escuela, qué tal te parece ahora!
(Traducción: Rafael
Patiño)
NIDAA
KHOURY
(Israel,
1959)
MUERTE
ES ONDULACIÓN
La
muerte viene a mí
Me saluda con besos
Nunca suficientes
Me besa hasta la muerte
Planta mil besos en mi cuerpo
En mi cintura y mi pecho
En mi espalda planta sus semillas
Mi enajenada amante
Con ella, bebo la calle de besos
A escondidas de las miradas de la gente
Atrás de las bombas de gas lacrimógeno
La muerte arriba a puerto de nuevo flirteando entre olas
La muerte es el cereal que yo muelo
En mi tormento
Y me encamino al horno de la revolución
Y a los arcos de la prisión
Me saluda con besos
Nunca suficientes
Me besa hasta la muerte
Planta mil besos en mi cuerpo
En mi cintura y mi pecho
En mi espalda planta sus semillas
Mi enajenada amante
Con ella, bebo la calle de besos
A escondidas de las miradas de la gente
Atrás de las bombas de gas lacrimógeno
La muerte arriba a puerto de nuevo flirteando entre olas
La muerte es el cereal que yo muelo
En mi tormento
Y me encamino al horno de la revolución
Y a los arcos de la prisión
(Traducción: Rafael
Patiño)
Lorna
Shaughnessy
(Irlanda
del Norte, 1961)
PERMISO
Para Fiona
Sólo
nos ha tomado cuatro horas
volver a encontrar nuestros pasos en el desierto,
la selva tropical y el pantano; tres continentes,
cuatro idiomas, nacimientos, casamiento y enfermedad,
hasta llegar a otra lengua.
volver a encontrar nuestros pasos en el desierto,
la selva tropical y el pantano; tres continentes,
cuatro idiomas, nacimientos, casamiento y enfermedad,
hasta llegar a otra lengua.
A
una historia puede tomarle
treinta y dos años ser oída: el lugar puede no ser correcto,
ni el momento, y hasta ahora ningún idioma
pareció apropiado para la tarea.
treinta y dos años ser oída: el lugar puede no ser correcto,
ni el momento, y hasta ahora ningún idioma
pareció apropiado para la tarea.
Te
ha tomado todo este tiempo para contarme eso.
Eres
la prueba viviente de un yo olvidado,
Tu presencia, el testigo que no tuve.
Mientras hablamos, recupero la fluidez
en un idioma que conocimos todo el tiempo, verme
a mí misma en tus recuerdos, y me parece
que me he quedado sin razones para no hablar.
Tu presencia, el testigo que no tuve.
Mientras hablamos, recupero la fluidez
en un idioma que conocimos todo el tiempo, verme
a mí misma en tus recuerdos, y me parece
que me he quedado sin razones para no hablar.
(Traducción: Jorge
Fondebrider)
NGUYEN
TRONG TAO
(Vietnam,
1947)
A
THU BON Y LOS OTROS POETAS SOLDADOS
Sin
ser huésped de portadores de armas,
Escribes poemas en posiciones defensivas, en túneles.
Bombas ruidosas, poemas silenciosos.
Entre las cenizas, crecen brotes verdes.
A través de algunas guerras me tendí junto al poeta,
Escuché su respiración suave en la azotea;
El poeta dormía profundamente, los versos del poema permanecían despiertos:
Sólo somos la Tierra. Por favor no nos llamen dioses.
Escribes poemas en posiciones defensivas, en túneles.
Bombas ruidosas, poemas silenciosos.
Entre las cenizas, crecen brotes verdes.
A través de algunas guerras me tendí junto al poeta,
Escuché su respiración suave en la azotea;
El poeta dormía profundamente, los versos del poema permanecían despiertos:
Sólo somos la Tierra. Por favor no nos llamen dioses.
Aquel
soldado lee tus poemas en silencio;
Su corazón atraviesa los terrenos y laderas de la campiña.
El cuco clama al sur; la perdiz clama al norte;
Los versos del poema fluyen como una avanzadilla para el alma:
Su corazón atraviesa los terrenos y laderas de la campiña.
El cuco clama al sur; la perdiz clama al norte;
Los versos del poema fluyen como una avanzadilla para el alma:
Sólo
somos la Tierra; lo que nos dan lo devolvemos diez veces multiplicado.
El techo de la azotea se levanta; el toldo del cielo se arrastra,
La ciudad se convierte en montañas y las estrellas en retoños.
En tu sueño sonríes como la suave prisa del viento de otoño.
El techo de la azotea se levanta; el toldo del cielo se arrastra,
La ciudad se convierte en montañas y las estrellas en retoños.
En tu sueño sonríes como la suave prisa del viento de otoño.
Duerme...,
duerme..., mañana dejaremos juntos la ciudad,
Nos dirigiremos hacia el horizonte roto,
Ni huéspedes parásitos, ni aquellos que ayudan a lavar nuestra ropa,
Somos poetas en la sangre y el fuego del campo de batalla.
Nos dirigiremos hacia el horizonte roto,
Ni huéspedes parásitos, ni aquellos que ayudan a lavar nuestra ropa,
Somos poetas en la sangre y el fuego del campo de batalla.
ANDONI
K. ROSS
(Castilla La
Mancha-España)
V. INTOLERANCIA.
Aún las desapariciones
llevaban la morada costra de las heridas…
Y crecimos en los descampados en penumbra,
donde la tierra había sido con rabia removida,
por la sed del oxígeno hacia el viento.
Pocos lo supimos; la mayoría resistía
en una especie de cloaca de metálicos silencios,
sin apenas respiración, como aquella tumba.
Tal vez nada de esto
tenga que ver con la paz que no encuentro,
ni con la bondad de la física cuántica
cuyas leyes investigo con celo y sin esfuerzo.
Pero ya soy mayor para seguir el paso a la tirria
y noto que remo todavía por aquel mar de dudas,
hacia las respuestas últimas:
proclamo mi intolerancia
y des-celebro los naufragios de la vida
como si fueran hijos huérfanos hallados a la orilla.
V. INTOLERANCIA.
Aún las desapariciones
llevaban la morada costra de las heridas…
Y crecimos en los descampados en penumbra,
donde la tierra había sido con rabia removida,
por la sed del oxígeno hacia el viento.
Pocos lo supimos; la mayoría resistía
en una especie de cloaca de metálicos silencios,
sin apenas respiración, como aquella tumba.
Tal vez nada de esto
tenga que ver con la paz que no encuentro,
ni con la bondad de la física cuántica
cuyas leyes investigo con celo y sin esfuerzo.
Pero ya soy mayor para seguir el paso a la tirria
y noto que remo todavía por aquel mar de dudas,
hacia las respuestas últimas:
proclamo mi intolerancia
y des-celebro los naufragios de la vida
como si fueran hijos huérfanos hallados a la orilla.
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30 – ENSAYO
CARLOS FAJARDO FAJARDO
(Santiago de Cali-Colombia)
LA GENERACIÓN
DIGITO-PULGAR
“Corren buenos tiempos para la bandada de los que se
amoldan a todo, con tal que no les falte nada”, dice Joan Manuel Serrat en una
de sus canciones, y continúa: “Tiempos como nunca para la chapuza, el crimen
impune y la caza de brujas (…) y silenciosa la mayoría aguantando el chapuzón”.
Con audaz ironía y lanzándonos un fuego de poesía al oído, estos versos del
cantautor catalán nos ubican en un mundo donde varias circunstancias de índole
global y político, son el alimento diario de estos “buenos tiempos” en el
actual tablado mundial. Y hablo aquí especialmente de la reactualización del
neofascismo mediático en la generación digito-pulgar, hija de esta era de la
información ciber. Generación “pulgarcita” la llama Michel Serres, por su
manera de manejar tan hábilmente los dedos pulgares ante aparatos electrónicos.
Su sensibilidad se ha despolitizado tanto debido a la idiocia y trivialidad
gerenciada por los dos grandes macro-proyectos del capitalismo global: el
mercado y los medios de comunicación que penetran en todas las esferas de la
vida.
Dicha generación nació y creció bajo el imperio global
neoliberal que ha impuesto estos dos macro-proyectos como supremas utopías
económicas y culturales. Educados totalmente en los treinta años del
neoliberalismo, se les ha ido cambiando el sentido de lo humano, de lo
político, de la historia, de la memoria, de la ética, del arte, la educación y
del mundo. Multiculturales, deslocalizados, heterogéneos, impactados por los
medios de comunicación y la publicidad; adaptados para reducir su capacidad de
atención a pocos segundos; obligados a ver los espectáculos de lo atroz y de la
violencia mediática; reducidos a ser consumidores compulsivos de redes
sociales, esta generación del pulgar digital vive en otro tiempo-espacio donde
la conciencia sobre las realidades sociales se reduce a lo que le transmiten y
les sugieren los grandes oligopolios mediáticos que, como se sabe, siempre
alteran, cambian, organizan, crean los hechos de la realidad acorde a sus
deseos.
Es un nuevo tipo de sensibilidad trans-política que ha
mutado su forma de hablar, de comunicarse y entablar relaciones. Son los
llamados “nativos digitales”; una generación que en un escaso porcentaje lee
otro tipo de información que no sea el que le transmiten las transnacionales
mediáticas. De allí la masificación de la mentira, de la manipulación respecto
a los acontecimientos políticos locales y mundiales. Paradójica situación:
teniendo posibilidades de informarse por múltiples canales, de pluralizar su
formación, sin embargo, la estandarización y homogenización se hacen cada vez
más dramáticas e imperativas. A la generación “pulgarcita” la alimentan con
pobres imaginarios estandarizados, de aparente versatilidad.
Rápidos, más rápidos, la generación pulgar proyecta un estado
de aceleración del “para ya”, de lo urgente, de lo de “ahora”. Bajo tales
condiciones ¿Cómo trasmitirle la importancia de la memoria, del pasado? ¿Cómo
edificar espacios de conciencia sobre nuestro tiempo histórico, político,
cultural, social? Cambio de roles y de emociones. De la memoria grávida a la
memoria Ram.
¿COEXISTENCIA
PACÍFICA CON LOS PATRONES DEL GUSTO?
Al mismo tiempo, la globalización día a día nos bombardea
con una estetización de la cultura que ha impuesto el sensacionalismo, el placer
por el placer, lo efímero, el divertimento banal como máximas expresiones de la
cultura. El llamado capitalismo
artístico permea en todas las
sensibilidades, proyectando imaginarios dominados y organizados por la
rentabilidad mercantil. De este modo, la estetización parece estar en todas
partes, con sus estrategias de seducción que estilizan la vida cotidiana,
manifestándose en la pulsión masiva del diseño tanto en la industria como en el
comercio, en el hiperturismo, la música, los cosméticos, la decoración del
hogar, en los reality show,
las pasarelas, los museos, en el fetichismo de suvenires, baratijas y objetos
kitsch; en la imagen de famosos y de los llamados “genios creativos”…
Sin embargo, una buena parte de estos usuarios viven en
una grata coexistencia pacífica con los dueños del globo. Afortunadamente
existe otro porcentaje que vibra no al unísono con los patrones del gusto y
edifican ágoras virtuales críticas, vídeos y ciber políticas como activistas
digitales que, desde las redes, desentonan en el coro global masivo, actuando
como caballos de Troya digitales. Son indignados en un mundo creado solo para
la dignidad de los mercaderes globales. Proponen novedosas maneras de protesta,
de lucha y organización política, son los nuevos líderes de las ciber-polis del
futuro.
La generación ciber pulgar tiene este y otros rostros,
disímiles, etéreos, ambiguos. Son rostros híbridos, producto de varias fusiones
y mezclas político-culturales, un arabesco plural mundial, disperso,
indefinido, indeciso, de múltiples voces, en diversas realidades. Hay una
permanente interconexión ciber a cada segundo, a toda hora; hay pluralidad de
voces, de energías, de opiniones múltiples, gracias a las redes por el mundo
del Gran Hermano. Esto les agrada, pero a la vez los confunde, los difumina de
lo real-real, los deja en la ingravidez de los acontecimientos.
Mientras veloces pulgares tocan, o solo rozan sus
dispositivos electrónicos; mientras, bajo cualquier circunstancia, momento o
situación, rápidos pulgares envían mensajes, encuentran buscadores, se conectan
y registran una condición efímera de lo comunitario, infinidad de datos de las
ideologías mercantiles son asimilados como demiurgos absolutos. Y es desde aquí
de donde levantamos una tesis que se nos ha vuelto herida, cuestión dramática
por su preocupación histórica: ¿No será esta la generación que en su gran
mayoría ha sido seducida y manipulada por las derechas mundiales, y en nuestro
caso, latinoamericanas? Apariencia de democracia digital, desvelamiento de la
enajenación mediática. Planteadas sólo como tesis para reflexionar y generar el
debate, es preocupante dicha situación para las democracias participativas que
soñamos lograr.
Insistimos: estamos ante otra idea de espacio, de tiempo,
otro saber, otra historia, otra sensibilidad, otra memoria, suministradas por
un despotismo dichoso; sobre todo, bajo otra forma de asumir y de pensar el
mundo. Nos interrogamos si esta situación está impactando en una des-educación
política, cultural, social, minimizando al pensamiento contra sistema. Aparente
libertad de navegación, pero nuevas formas de neo-esclavitud digital.
EL
SÍNDROME DEL FOTOADICTO
Como tal, la generación “pulgarcita” vive de instantes
plenos de fugacidad inmediatista, de masivos espectáculos, del culto a la
intimidad expuesta en público, con lo que los problemas personales asumen
puesto de honor en la escena social. Más aún, ahora se une la foto-adicción o
el llamado por nosotros,síndrome fotoadicto cotidiano, adquirido y
propagado como una patología tecno-cultural de última generación.
A toda hora, a cada instante, este síndrome se vuelve un
dispositivo no solo del divertimento, sino vigilante y de control. Nos
convertimos en vigilantes-vigilados, pero también en posibles
creadores-creados. Una gama de posibilidades se abre entonces. Gestación de
fotos hasta el infinito, tantas que ya no hay nada para ver. La fotografía,
asumida así, muere por hiper-iconoadicción. Prolifera la hiper-imagen, se anula
la micro-mirada. La condición del arte en la era de la reproductividad digital
anuncia un ritmo distinto aurático secular. La fotografía digital registra no
solo la acumulación sino el desecho y el reemplazo. Minutos después de
fotografiar cualquier acontecimiento se le deshecha por uno tan o más trivial
como el anterior. La cámara se convierte en un acumulador de artefactos
simbólicos fugaces, que se guardan en un transitorio archivo, rumbo al olvido,
al vertedero digital.
He aquí lo interesante: la era del botadero adquiere
estatus soberano. En la multiplicación de las fotos, transformadas ahora en
íconos efímeros, lo único que cuenta es el acontecimiento, la experiencia de lo
inmediato, no sus productos como memoria grávida, no el resultado vital ni
artístico, sino el sensacionalismo expuesto en el instante del click. Es como
si el síndrome del acumulador nos poseyera; la pulsión del que acumula por
acumular es el síntoma fotográfico de nuestro tiempo: enfoque, haga click,
guarde, enfoque de nuevo por tres veces, guarde por tres veces, por infinitud
de veces, la misma pose y reemplace de inmediato.
Síndrome del fotoadicto: súbalas a Facebook, a Instagram,
a las redes sociales, donde llegan a poseer una rentabilidad simbólica, pura y
llana publicidad de lo íntimo y colectivo, con las etiquetas de las vidrieras
globales.
¿PROSUMIDORES
AUTÓMATAS?
¿No habrá sido bastante fuerte la influencia de todos
estos procesos globales en las nuevas mentalidades y en los imaginarios de una
generación hecha a la medida de las necesidades del cliente? ¿Son ciudadanos
usuarios y consumidores, o prosumidores
autómatas, que producen guiados por el reino del mercado? Es innegable que
aquí también existen resistencias y re-existencias de ciudadanosprosumidores
autónomos, autoconscientes de los procesos artísticos, sociales y políticos.
Al decir de García Canclini, en esta sociedad de la hiper-información “tener
más noticias, que se reemplazan con vértigo cada hora, contribuye poco a la
democracia y a la participación, o a la desmitificación de lo encubierto:
´puede llevar incluso a un ambiente de antipolítica -escribe Natalie
Fenton-, puede detener la participación política en la esfera pública y
disminuir la democracia. Las noticias también pueden ser desdemocratizantes´
(…)” (García Canclini, 214, p. 123).
Bajo estas circunstancias, la generación “Pulgarcita” pone
al descubierto la crisis del sentido de lo público y de lo político, como
también la virtualización que vuelve ineficaz a los movimientos sociales, pues
junto a la fuerza de convocatoria de las redes para las protestas, se hace
evidente su inutilidad para transformar las realidades concretas, debido a la
sordera cínica de gobiernos y poderosos, que invisibilizan y desaparecen
a la sociedad civil.
De nuevo, insistimos: a pesar de la existencia de redes
digitales de resistencia (caso Wikileaks de Julián Assange o Edward Joseph
Snowden, por ejemplo), la guerra por ganarse el espíritu y las conciencias
juveniles, emprendida por los oligopolios mediáticos, es impresionante y
exagerada. “¿Es posible ser ciudadanos responsables, eficaces, en este tiempo
en que nuestros escritos y actos más íntimos son vigilados por alianzas de
empresas transnacionales y gobiernos?”, se pregunta García Canclini, en torno
al tema de la despolitización de los jóvenes. ¿Indiferencia e ignorancia, o rebeldía
ante las propuestas políticas fracasadas de sus padres?
Hoy es también el tiempo para preguntarnos con Walter
Benjamin “¿Qué valor tiene toda la cultura cuando la experiencia no nos conecta
con ella? (…) Admitámoslo; esta pobreza de experiencia es pobreza, pero lo es
no sólo de experiencias privadas, sino de experiencias de la humanidad. Es, por
tanto, una especie de nueva barbarie” (Benjamin, 2012, p.83).
Quizás sea esta la nueva barbarie mediática en la que nos
han introducido los dueños de los macroproyectos mediáticos y mercantiles, los
cuales nos desconectan de una cultura viva, propositiva, activa, creadora,
dialogante, analítica e inventora de otros mundos posibles, conduciéndonos no a
la imaginación poético-creativa, sino a la barbarie frenética destructiva. Por
ello, con verdadera preocupación ante los actuales acontecimientos neofascistas
mediáticos; con prudencia, pero a la vez con tensión crítica por las
condiciones de la generación digito-pulgar, podemos decir con Benjamin estas
líneas escritas en 1933, en pleno auge y poderío del Nacismo alemán: “Nos hemos
vuelto pobres. Hemos ido perdiendo uno tras otro pedazos de la herencia de la
humanidad; a menudo hemos tenido que empeñarlos en la casa de préstamos
por la céntima parte de su valor, a cambio de la calderilla de lo ‘actual’”.
(2012, p.88).
SUPLEMENTO
INFANTIL Y JUVENIL
PÁGINA
31 -CUENTO
NORMA
SEGADES-MANIAS
(Santa
Fe-Argentina)
MENSAJEROS
DEL CIELO.
Desde
el principio de los tiempos, desde el parto de todas las edades fueron los
mensajeros de los dioses. Perpetuos mediadores entre los celestiales y la raza
que fuera perseguida por la espada de
fuego. Al naciente del árbol de la vida. Donde la maldición y la serpiente.
Aunque
dotados de apariencia humana, un par de alas con plumas color nácar crecen
sobre la curva de su espalda.
Sus
ojos, espejos de la lluvia, usurpan el matiz de los océanos, el tinte de las
selvas, el tono de la tierra y los peñascos.
Su
sexo es apenas un enigma que silencian debajo de los párpados.
Fueron
nombrados con su nombre eterno antes de que la luna se ausentara. Antes de
aquel eclipse formidable ocultando el dolor de la caída. Antes de las condenas
al abismo y la vergüenza y el orgullo herido. Mucho antes.
Cantan
hora tras hora el dulce canon de sus alabanzas.
Son
hijos del amor y la esperanza. Del verbo hecho palabra. El que auguró otro
reino detrás del horizonte. Ese que fue paloma sobre el río. El que fue zarza
ardiendo al pie de la montaña. El que fue ofrenda, cordero en sacrificio,
vísceras sobre el ara.
Habitan
en la orilla de los mundos.
Los
ángeles custodios.
PÁGINA 32– POESÍAS
MARÍA
ELENA WALSH
(Ramos
Mejía-Buenos Aires-Argentina)
CANCIÓN
DE CUNA PARA UN GOBERNANTE.
Duerme
tranquilamente que viene un sable
a vigilar tu sueño de gobernante.
América te acuna como una madre
con un brazo de rabia y otro de sangre.
Duerme con aspavientos, duerme y no mandes
que ya te están velando los estudiantes.
Duerme mientras arriba lloran las aves
y el lucero trabaja para la cárcel.
Hombres, niños, mujeres, es decir: nadie,
parece que no quieren que tú descanses.
Rozan con penas chicas tu sueño grande.
Cuando no piden casas, pretenden panes.
Gritan junto a tu cuna. No te levantes
aunque su grito diga: “Oíd, mortales”.
Duérmete oficialmente, sin preocuparte,
que sólo algunas piedras son responsables.
Que los lirios del campo no tienen hambre,
que ya te están velando los estudiantes .
Y el lucero trabaja para la cárcel.
a vigilar tu sueño de gobernante.
América te acuna como una madre
con un brazo de rabia y otro de sangre.
Duerme con aspavientos, duerme y no mandes
que ya te están velando los estudiantes.
Duerme mientras arriba lloran las aves
y el lucero trabaja para la cárcel.
Hombres, niños, mujeres, es decir: nadie,
parece que no quieren que tú descanses.
Rozan con penas chicas tu sueño grande.
Cuando no piden casas, pretenden panes.
Gritan junto a tu cuna. No te levantes
aunque su grito diga: “Oíd, mortales”.
Duérmete oficialmente, sin preocuparte,
que sólo algunas piedras son responsables.
Que los lirios del campo no tienen hambre,
que ya te están velando los estudiantes .
Y el lucero trabaja para la cárcel.
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33 – CUENTO
LILIANA
BODOC
(Santa
Fe-Santa Fe-Argentina)
ESPANTA Y PÁJAROS
-¡Pobre
Espanta!- le decía un gorrión a una alondra -. Su tristeza es tan grande como
cinco otoños, una plaga de langostas y un pan duro.
- Así es de grande..., tienes razón – contestó la alondra - ¡Y el pobrecito no llora por evitar preocuparnos!
Pero la alondra estaba equivocada. ¡Claro que lloraba el Espanta! ¡Y lloraba
a cántaros! Sólo que lo hacía cuando estaba lloviendo para que nadie se diera cuenta.
Una lechuza, vecina de árbol, descendió dos ramas para intervenir en la
conversación.
-¿De quién están hablando? – preguntó.
- Del Espanta más viejo de por aquí – contestó el gorrión.
- ¿El que vive en el maizal, detrás de la loma?
- Ese mismo.
El caso es que los Espanta envejecen como cualquier ser viviente. Las tormentas debilitan sus esqueletos de madera, los fuertes vientos se van llevando, en hilachas de estopa, sus largas melenas. El granizo, cuando llega, les agujerea el sombrero. Y un poco, el corazón.
También, igual que todos los que estamos vivos, los Espanta sueñan. Y el Espanta que habitaba en el maizal, detrás de la loma, tenía su propio sueño. Un sueño sencillo para muchos; pero imposible para quien tiene los pies atrapados en la tierra.
-¿Imposible...? – dijo el gorrión - ¡Esa palabra no tiene sentido cuando de sueños se trata!
Pero sin importar lo que el gorrión opinara, el sueño del viejo Espanta parecía realmente imposible. Porque el Espanta soñaba con ver el arroyo que atravesaba el campo muy cerca de allí.
-Cerca para el que tiene alas, patas, piernas o tentáculos – opinó la lechuza- Pero lejos, ¡muy lejos!, para quien tiene...,tiene... ¿qué tiene?
-Raíces – contestó el gorrión.
Atado a la tierra, el Espanta escuchó durante muchos años el sonido del arroyo que pasaba. Más fuerte en verano, más suave en invierno.
-Y si es tan hermoso escucharlo – suspiraba - ¡cuánto más hermoso será verlo!
Cientos de veces le preguntó a los pájaros: ¿cómo es el arroyo?, ¿cómo es el arroyo que atraviesa el campo?
Y los pájaros se esmeraron en sus descripciones y respondieron como poetas:
“El arroyo es una canción que moja”
“Es una serpiente azul que nunca termina de pasar”
“El arroyo es la sombra de un rebaño que anda por el cielo”
Pero aquellas invenciones sólo lograban que el Espanta tuviera más ganas de ver el arroyo con sus propios ojos: dos enormes botones cosidos en su cabeza de trapo.
Así pasaron las estaciones. Y mientras más envejecía, más penaba el Espanta:
-No quisiera morir sin ver el arroyo.
Los pájaros estaban preocupados. La temporada de tormentas estaba cerca, y era posible que el Espanta no soportara otra granizada sobre su corazón.
¡Habría que aceptarlo...! El pobre iba a morir sin cumplir su sueño. Luego, el granjero colocaría un Espanta joven, y el asunto quedaría en el olvido.
-Yo nunca lo olvidaré – afirmó el gorrión.
-Muy bien – dijo la lechuza - ¿Y qué puedes hacer para remediarlo?
- Así es de grande..., tienes razón – contestó la alondra - ¡Y el pobrecito no llora por evitar preocuparnos!
Pero la alondra estaba equivocada. ¡Claro que lloraba el Espanta! ¡Y lloraba
a cántaros! Sólo que lo hacía cuando estaba lloviendo para que nadie se diera cuenta.
Una lechuza, vecina de árbol, descendió dos ramas para intervenir en la
conversación.
-¿De quién están hablando? – preguntó.
- Del Espanta más viejo de por aquí – contestó el gorrión.
- ¿El que vive en el maizal, detrás de la loma?
- Ese mismo.
El caso es que los Espanta envejecen como cualquier ser viviente. Las tormentas debilitan sus esqueletos de madera, los fuertes vientos se van llevando, en hilachas de estopa, sus largas melenas. El granizo, cuando llega, les agujerea el sombrero. Y un poco, el corazón.
También, igual que todos los que estamos vivos, los Espanta sueñan. Y el Espanta que habitaba en el maizal, detrás de la loma, tenía su propio sueño. Un sueño sencillo para muchos; pero imposible para quien tiene los pies atrapados en la tierra.
-¿Imposible...? – dijo el gorrión - ¡Esa palabra no tiene sentido cuando de sueños se trata!
Pero sin importar lo que el gorrión opinara, el sueño del viejo Espanta parecía realmente imposible. Porque el Espanta soñaba con ver el arroyo que atravesaba el campo muy cerca de allí.
-Cerca para el que tiene alas, patas, piernas o tentáculos – opinó la lechuza- Pero lejos, ¡muy lejos!, para quien tiene...,tiene... ¿qué tiene?
-Raíces – contestó el gorrión.
Atado a la tierra, el Espanta escuchó durante muchos años el sonido del arroyo que pasaba. Más fuerte en verano, más suave en invierno.
-Y si es tan hermoso escucharlo – suspiraba - ¡cuánto más hermoso será verlo!
Cientos de veces le preguntó a los pájaros: ¿cómo es el arroyo?, ¿cómo es el arroyo que atraviesa el campo?
Y los pájaros se esmeraron en sus descripciones y respondieron como poetas:
“El arroyo es una canción que moja”
“Es una serpiente azul que nunca termina de pasar”
“El arroyo es la sombra de un rebaño que anda por el cielo”
Pero aquellas invenciones sólo lograban que el Espanta tuviera más ganas de ver el arroyo con sus propios ojos: dos enormes botones cosidos en su cabeza de trapo.
Así pasaron las estaciones. Y mientras más envejecía, más penaba el Espanta:
-No quisiera morir sin ver el arroyo.
Los pájaros estaban preocupados. La temporada de tormentas estaba cerca, y era posible que el Espanta no soportara otra granizada sobre su corazón.
¡Habría que aceptarlo...! El pobre iba a morir sin cumplir su sueño. Luego, el granjero colocaría un Espanta joven, y el asunto quedaría en el olvido.
-Yo nunca lo olvidaré – afirmó el gorrión.
-Muy bien – dijo la lechuza - ¿Y qué puedes hacer para remediarlo?
El gorrión
estuvo pensando todo el día, el otro y el siguiente; porque no le
gustaba abandonar a sus amigos.
Las primeras nubes de la temporada de tormenta aparecieron en el horizonte. El Espanta, que presentía el fin de su tiempo, se ocupaba únicamente de escuchar el paso del arroyo. Como si de tanto escuchar, pudiera verlo.
Tan cerca estaba el arroyo. Y sin embargo estaba tan lejos para el que no tenía tentáculos, patas o alas.
-¡Yo tengo alas...! ¡Y también pico! – exclamó el gorrión. Y agregó-: Tú, alondra, también tienes alas y pico. También tú los tienes, lechuza.
-¿Qué clase de disparate tienes en la cabeza?- preguntó la lechuza, preocupada.
El gorrión tenía en la cabeza uno de esos disparates que solamente puede dictar el amor todopoderoso. El gorrión pensaba que sería posible hacer un pozo, y arrancar al Espanta de la tierra. Luego alzarlo por los hombros de su saco harapiento, y llevarlo en vuelo hasta el arroyo.
- Los granjeros aseguran muy bien a los Espanta para que no se los
lleve el viento – dijo la lechuza -. Tendríamos que cavar un pozo demasiado profundo. ¡Imposible!
Como al gorrión no le gustaba esa palabra, respondió enseguida, con cierto enojo.
- Piensa que tu pico puede servir para algo más que comer insectos y semillas. Y que tus patas pueden servir para algo mejor que sostenerte en las ramas el día entero.
La lechuza, sin embargo, no se convencía con facilidad.
-Puedo aceptar eso. Pero, ¿cómo haremos para levantarlo? Así como lo ves de flaco, el Espanta es demasiado pesado para nosotros.
-Tal vez sea pesado para nosotros tres, pero no lo será para todos los pájaros del campo.
La alondra había guardado silencio. Pero cuando abrió el pico para hablar, el gorrión lamentó, por única vez en su vida, no poder sonreir.
-Vamos, gorrión – dijo la alondra -. Te ayudaré a convocar a todos los pájaros del campo. Cruzaremos el cielo de ida y vuelta para que el Espanta cumpla su sueño.
Al oír semejante cosa, la lechuza comprendió que tenía dos alternativas: el entusiamo compartido o el pesimismo solitario. Y como no era sonsa, era lechuza, eligió el entusiasmo. Y allí partieron los tres, arrastrando en su vuelo un propósito de gigantes.
gustaba abandonar a sus amigos.
Las primeras nubes de la temporada de tormenta aparecieron en el horizonte. El Espanta, que presentía el fin de su tiempo, se ocupaba únicamente de escuchar el paso del arroyo. Como si de tanto escuchar, pudiera verlo.
Tan cerca estaba el arroyo. Y sin embargo estaba tan lejos para el que no tenía tentáculos, patas o alas.
-¡Yo tengo alas...! ¡Y también pico! – exclamó el gorrión. Y agregó-: Tú, alondra, también tienes alas y pico. También tú los tienes, lechuza.
-¿Qué clase de disparate tienes en la cabeza?- preguntó la lechuza, preocupada.
El gorrión tenía en la cabeza uno de esos disparates que solamente puede dictar el amor todopoderoso. El gorrión pensaba que sería posible hacer un pozo, y arrancar al Espanta de la tierra. Luego alzarlo por los hombros de su saco harapiento, y llevarlo en vuelo hasta el arroyo.
- Los granjeros aseguran muy bien a los Espanta para que no se los
lleve el viento – dijo la lechuza -. Tendríamos que cavar un pozo demasiado profundo. ¡Imposible!
Como al gorrión no le gustaba esa palabra, respondió enseguida, con cierto enojo.
- Piensa que tu pico puede servir para algo más que comer insectos y semillas. Y que tus patas pueden servir para algo mejor que sostenerte en las ramas el día entero.
La lechuza, sin embargo, no se convencía con facilidad.
-Puedo aceptar eso. Pero, ¿cómo haremos para levantarlo? Así como lo ves de flaco, el Espanta es demasiado pesado para nosotros.
-Tal vez sea pesado para nosotros tres, pero no lo será para todos los pájaros del campo.
La alondra había guardado silencio. Pero cuando abrió el pico para hablar, el gorrión lamentó, por única vez en su vida, no poder sonreir.
-Vamos, gorrión – dijo la alondra -. Te ayudaré a convocar a todos los pájaros del campo. Cruzaremos el cielo de ida y vuelta para que el Espanta cumpla su sueño.
Al oír semejante cosa, la lechuza comprendió que tenía dos alternativas: el entusiamo compartido o el pesimismo solitario. Y como no era sonsa, era lechuza, eligió el entusiasmo. Y allí partieron los tres, arrastrando en su vuelo un propósito de gigantes.
Al
amanecer siguiente, el Espanta vio acercarse grandes bandadas desde los
cuatros costados del cielo. Le pareció que todos los pájaros del mundo estaban allí. Y aunque no fuera así, eran todos los pájaros del campo.
Cuando llegaron, el gorrión carraspeó. Tenía algo muy serio para decir:
- Viejo Espanta – Los nervios le cerraban la garganta -: Hemos venido a
cumplir tu sueño. Pero...¡sabes de sobra lo que eso significa!
Espanta sabía que, una vez arrancado de la tierra, ya no podría regresar. ¿Y qué...? De todos modos, la tormenta, que ya ocupaba la mitad más triste del cielo, era la última que podría soportar su corazón.
-¡Estoy listo! – dijo.
El trabajo comenzó de inmediato. Muchos picos, y el doble de alas, escarbaron la tierra. Era necesario hacer un pozo muy profundo para que el Espanta quedara libre. Y había poco tiempo porque las nubes ya casi se caían.
-¡Qué no llueva todavía! – pedían los pájaros.
Y tenían razón en pedir. Porque si la lluvia se descargaba, la tierra se transformaría en barro, el pozo que estaban cavando se anegaría, y adiós sueño.
Sin embargo, los pájaros continuaron cavando y escarbando como si no existiera el cansancio. De pronto se escuchó un fuerte estruendo.
-Son truenos – dijo la lechuza – Ya viene la lluvia.
Sus compañeros sabían que eso era cierto. Por eso, aunque estaban fatigados y sedientos, con sus plumajes sucios de tierra, continuaron su dura tarea.
Al cabo de un largo rato se oyó otro ruido: ni fuerte, ni de trueno. Era el ruido de un Espanta que se estaba inclinando.
-¡Un poco más! – dijo el gorrión.
-¡Un poco más! – repitió la alondra.
El Espanta siguió ladeándose hasta que, finalmente, su cuerpo se desgajó de la tierra y cayó sobre el campo húmedo.
Los pájaros se miraron entre sí. Ya estaba cumplida la primera parte del trabajo; pero todavía faltaba cumplir el sueño.
Algunos con sus patas, otros con sus picos, los pájaros tomaron al Espanta desde los hombros de su saco hasta el ruedo de su pantalón remendado. Las alas se prepararon para alzar vuelo:
-¡Ahora! – indicó el gorrión.
Entonces, el viejo Espanta ascendió despacio y con poca elegancia. Los pájaros hicieron su mejor esfuerzo, y un poco como barrilete, otro poco como avión averiado, el Espanta subió, subió, y avanzó por el aire en dirección al arroyo.
En ese momento cayeron las primeras gotas de lluvia, pesadas como ciruelas.
-Llegaremos, llegaremos – decían los pájaros para darse ánimo.
El arroyo sonaba cerca. El Espanta y su sueño estaban a punto de reunirse.
El cielo que los miraba quiso ser útil, y retuvo la lluvia por un ratito.
Y ese ratito fue tan valioso como un siglo entero, porque alcanzó para que el Espanta llegara al arroyo soñado. Allí estaba por fin, y sus ojos de botones se llenaron de lágrimas.
El arroyo del campo era más bello que todo lo imaginado. Más bello que la sombra de un rebaño celestial, una canción de agua y una serpiente azul. Y es que el sencillo arroyo del campo era, en verdad, un sueño cumplido.
-Gracias- dijo el Espanta. Y luego se durmió.
El viejo Espanta se durmió volando sobre su sueño. Los pájaros descendieron y, con suavidad, lo depositaron sobre el campo.
Recién entonces, el cielo permitió que la lluvia se descargara. Los pájaros se separaron para regresar a sus nidos. El gorrión, la alondra y la lechuza buscaron refugio en el árbol de siempre.
Las tres aves estaban muy cansadas: el Espanta se había marchado, y la lluvia golpeaba el mundo.
-¿Saben una cosa? – dijo la alondra – He visto ese arroyo cientos de veces, y nunca me pareció tan bello como hoy.
- Lo mismo pensé yo – dijo el gorrión.
Después de un breve silencio, habló la lechuza:
-También me sucedió a mí.
cuatros costados del cielo. Le pareció que todos los pájaros del mundo estaban allí. Y aunque no fuera así, eran todos los pájaros del campo.
Cuando llegaron, el gorrión carraspeó. Tenía algo muy serio para decir:
- Viejo Espanta – Los nervios le cerraban la garganta -: Hemos venido a
cumplir tu sueño. Pero...¡sabes de sobra lo que eso significa!
Espanta sabía que, una vez arrancado de la tierra, ya no podría regresar. ¿Y qué...? De todos modos, la tormenta, que ya ocupaba la mitad más triste del cielo, era la última que podría soportar su corazón.
-¡Estoy listo! – dijo.
El trabajo comenzó de inmediato. Muchos picos, y el doble de alas, escarbaron la tierra. Era necesario hacer un pozo muy profundo para que el Espanta quedara libre. Y había poco tiempo porque las nubes ya casi se caían.
-¡Qué no llueva todavía! – pedían los pájaros.
Y tenían razón en pedir. Porque si la lluvia se descargaba, la tierra se transformaría en barro, el pozo que estaban cavando se anegaría, y adiós sueño.
Sin embargo, los pájaros continuaron cavando y escarbando como si no existiera el cansancio. De pronto se escuchó un fuerte estruendo.
-Son truenos – dijo la lechuza – Ya viene la lluvia.
Sus compañeros sabían que eso era cierto. Por eso, aunque estaban fatigados y sedientos, con sus plumajes sucios de tierra, continuaron su dura tarea.
Al cabo de un largo rato se oyó otro ruido: ni fuerte, ni de trueno. Era el ruido de un Espanta que se estaba inclinando.
-¡Un poco más! – dijo el gorrión.
-¡Un poco más! – repitió la alondra.
El Espanta siguió ladeándose hasta que, finalmente, su cuerpo se desgajó de la tierra y cayó sobre el campo húmedo.
Los pájaros se miraron entre sí. Ya estaba cumplida la primera parte del trabajo; pero todavía faltaba cumplir el sueño.
Algunos con sus patas, otros con sus picos, los pájaros tomaron al Espanta desde los hombros de su saco hasta el ruedo de su pantalón remendado. Las alas se prepararon para alzar vuelo:
-¡Ahora! – indicó el gorrión.
Entonces, el viejo Espanta ascendió despacio y con poca elegancia. Los pájaros hicieron su mejor esfuerzo, y un poco como barrilete, otro poco como avión averiado, el Espanta subió, subió, y avanzó por el aire en dirección al arroyo.
En ese momento cayeron las primeras gotas de lluvia, pesadas como ciruelas.
-Llegaremos, llegaremos – decían los pájaros para darse ánimo.
El arroyo sonaba cerca. El Espanta y su sueño estaban a punto de reunirse.
El cielo que los miraba quiso ser útil, y retuvo la lluvia por un ratito.
Y ese ratito fue tan valioso como un siglo entero, porque alcanzó para que el Espanta llegara al arroyo soñado. Allí estaba por fin, y sus ojos de botones se llenaron de lágrimas.
El arroyo del campo era más bello que todo lo imaginado. Más bello que la sombra de un rebaño celestial, una canción de agua y una serpiente azul. Y es que el sencillo arroyo del campo era, en verdad, un sueño cumplido.
-Gracias- dijo el Espanta. Y luego se durmió.
El viejo Espanta se durmió volando sobre su sueño. Los pájaros descendieron y, con suavidad, lo depositaron sobre el campo.
Recién entonces, el cielo permitió que la lluvia se descargara. Los pájaros se separaron para regresar a sus nidos. El gorrión, la alondra y la lechuza buscaron refugio en el árbol de siempre.
Las tres aves estaban muy cansadas: el Espanta se había marchado, y la lluvia golpeaba el mundo.
-¿Saben una cosa? – dijo la alondra – He visto ese arroyo cientos de veces, y nunca me pareció tan bello como hoy.
- Lo mismo pensé yo – dijo el gorrión.
Después de un breve silencio, habló la lechuza:
-También me sucedió a mí.
Es
fácil... Ayudando a cumplir el sueño del Espanta, los pájaros también soñaron.
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