Reconocimiento Nacional a GACETA VIRTUAL

Reconocimiento Nacional a GACETA VIRTUAL
Feria del Libro Ciudad Autónoma de Buenos Aires-Año 2012

Rediseñada para ofrecer una mayor difusión de la escritura en castellano.

Dirección: Norma Segades - Manias
directoragaceta@gmail.com

GACETA LITERARIA Nº 111– MARZO de 2016– Año X – Nº 3




Imágenes:
Homenaje a la obra de ALESSANDRO BOTTICELLI (Florencia 1445-1510)

PÁGINA 1 – REFLEXIONES

EDUARDO GALEANO
(Uruguay/1940-2015)

DEFENSA DE LA PALABRA

10.

No comparto la actitud de los escritores que se atribuyen privilegios divinos no otorgados al común de los mortales, ni la actitud de quienes se golpean el pecho y rasgan sus vestiduras clamando el perdón público por vivir al servicio de una vocación inútil. Ni tan dioses ni tan insectos. La conciencia de nuestras imitaciones no es una conciencia de impotencia: la literatura, una forma de la acción, no tiene poderes sobrenaturales, pero el escritor puede ser un poquito mago cuando consigue que sobrevivan, a través de su obra, personas y experiencias que valen la pena. Si lo que escribe no es leído impunemente y cambia o alimenta, en alguna medida, la conciencia de quien lee, bien puede un escritor reivindicar su parte en el proceso de cambio: sin soberbia ni falsa humildad, y sabiéndose padecido de algo mucho más vasto. Me parece coherente que renieguen de la palabra quienes cultivan el monólogo con sus propias sombras y laberintos sin fin; pero la palabra tiene sentido para quienes queremos celebrar y compartir la certidumbre de que la condición humana no es una cloaca. Buscamos interlocutores, no admiradores; ofrecemos diálogo, no espectáculo. Escribimos a partir de una tentativa de encuentro, para que el lector comulgue con palabras que nos vienen de él y que vuelven a él como aliento y profecía.


PÁGINA 2 – NARRATIVA

JORGE ISAÍAS
(Los Quirquinchos-Santa Fe-Argentina)

PRESENCIAS

Queda la casa en el pueblo, y esa esquina donde me dijiste adiós para siempre. Los que no quedan son los plátanos ni sus hojas que regaban el suelo en ese Otoño que se fue para morirse, como los años encimándose sobre nosotros, impiadosos y crueles y siempre pegando en los límites de aquella adolescencia ya muerta.
De qué socavón oscuro de silencios puede guardarse ese perimido sentimiento, es pureza que percudió el oprobio de los años que nos arrinconan ante la luz que se apagó ante los ojos sin fe.
Pero siempre quedan los árboles, aunque no son aquellos añosos plátanos que es memoria de los más viejos a los que acompañaron con su sombra propicia, protectora y esperada.
Los árboles, quiero decir, los más nuevos, los que se interponen entre los duros rayos del sol y la desidia de la gente que presurosamente realiza sus trámites para huir cuanto antes de la canícula de este verano que no da un segundo de resuello y cuando llega el atardecer una nube literal de mosquitos acosa al viandante distraído o al incauto que sacó su silla a la vereda para “tomar fresco” con naturalidad, como era en otro tiempo. Pero esos son otros tiempos, y uno lo debe comprender.
Una pequeña población rodeada de verde, de árboles muy altos, algunos álamos, unas tipas empecinadas que resisten en las afueras, los paraísos que la comuna planta en las veredas, los pastizales que cubren los zanjones, los espejos de agua que festonean las orillas, todo contribuye para que el lugar sea realmente placentero. Si uno mira los bañados que las numerosas aves acuáticas sobrevuelan en amplios círculos apenas un ser humano se acerca, por más cuidado o sigilo que ponga, nada merece su confianza y ni qué decir si se produce un disparo que va extendiendo sus ondas sonoras por el confín de los campos.
El ruido imparable de los batracios permanece impertérrito como si no perteneciera a este mundo sino a uno paralelo donde cada cual produce su propio ruido que no es precisamente el tono de Mozart.
Cuando las calles eran de tierra polvorienta y sólo las iguanas y las mariposas cruzaban en días estivales donde el  sol caía a plomo esa quietud se quebraba con el paso de unos perros vagabundos peleándose o un carro que rechinaba con su negligente pachorra.
Ahora con el asfalto que cubre todas las calles del pueblo, que cruzan autos y chatas cero kilómetro, veloces, distintas maquinarias agrícolas y camiones con una altura que excede el piso superior de una casa, uno desearía por un minuto esa calle de tierra, ese silencio, esa modorra en que el pueblo se solazaba esperando el sulky traqueteante del viejito Ortali, con su sombrero que le cubría la cara angulosa con los huesos pronto a salirse de madre y rodar hasta las zanjas que cubren gramillas cubiertas de polvo.


PÁGINA 3 – NUESTRA POESÍA

MARÍA LYDA CANOSO
(Casilda-Santa Fe-Argentina)

el fondo

parece oscuro pero no     verde pero no     así de grande pero más     parece abajo y es arriba


no me preguntes para qué sirve sólo tengo la certeza de que lo que parecía firme y se ha corrido y ahora es esto exactamente lo que era eso que ves ahí hace sólo un momento estoy pasando lo que escribí a mano y no encuentro mucha lógica


porque mientras escribo     eso se ha vuelto a mover


epílogo


(con determinación abro la puerta y salgo     floto 

     en el espacio
y no hay mano tendida para sujetarme     siento
     en mi los
     latidos
                finales

                           del mundo)

OSCAR ANGEL AGÚ
(Hercilia-Santa Fe-Argentina)

LAS ANTIGUAS ALFARERAS

Las antiguas alfareras cantan
mientras sus manos sueñan con el barro:
lo acarician, le dan el espíritu del cuenco.
Buscaron la forma de la mano,
el vacío interior que le da sentido
que le da espacio y retiene al agua.
Las alfareras cantan recientes canciones
arrullan la voz mientras la forma queda,
mientras el sueño cobra sentido.
Han descubierto el barro, el que es necesario,
el que endurece y no se parte
al que le soplan su aliento en tanto cantan.
Forma de mano tiene, forma de mano:
en él el agua brilla
en él el grano queda
en él la alfarera canta.

MARÍA AMELIA SCHALLER
(Esperanza-Santa Fe-Argentina)

MADUREZ

es sembrar dulcemente la semilla
del árbol cuya flor nunca veremos
y amparar su prodigio silencioso
sin medir nuestro tiempo;

es saber que hay un sueño en cada hombre,
es descubrir el yo de sus anhelos
y al pasar, dedicarle una sonrisa
de saludo y aliento;

es mirar el camino recorrido
a través de la vida
y sentir como carga más pesada
la propia cobardía;

es aprender a dominar el miedo
es perdonar lo que nos hizo daño
agradecer la luz, el pan, el agua,
los amigos y el canto;

es saber que aunque somos diferentes
somos uno entre tantos;
es discernir por el sabor del fruto
la corriente en que abreva su raíz

y, sin sentirnos sabios ni blasfemos
es admitir la realidad del gris.

FERNANDO BELOTTINI 
(San Jorge-Santa Fe-Argentina)

DISTANTE APROXIMACIÓN A ALGO CIERTO

Como si la única verdad quedara
como si la única verdad quedara pegada al papel
pegada
como si no hubiera que buscarla más
en cajones olvidados
en ninguna parte
la última verdad ha quedado en el papel
nada hay donde buscarla
nada
no en los cajones no
en los armarios no
no en el bolsillo del saco no
en la mano
en la tibia mano
en ninguna parte la verdad
en ningún lugar
La verdad nunca tuvo rostro
no sirvió para nada
nunca la verdad para nada
ni verla ni decirla
yo al menos no sé
yo no sé donde
ni cuándo sin tiempo
solo nos han quedado estas manos vacías
tecleando palabras inútiles
saludando a veces a un amigo
por eso que dicen, que se llama
Ni pizca ni asomo
ni esperanza
ni nada
qué dirán ahora los hombres cuando se enteren
que la verdad ha muerto
que sus últimas palabras engañaron
que sus últimas palabras no existieron
que solita murió la verdad
desecha y avergonzada
arropada como pocas
la verdad
hubo que verlo y certificarlo
hubo que ver lo el médico escribió
hubo que ver lo que dijo
que de muerte natural
de propia iniciativa
por motu propio
libre albedrío la verdad
como si ella misma se hubiese asesinado
hubo que verla tendida
pidiendo que alguien dijese alguna cosa
yo tuve ganas de engañarla
hablando de aquello que fue sido
pero solo pregunté si era verdad que se moría
y ella tan pobre y tan flaca dijo que sí
que era verdad que se moría
pobre verdad que muerte tan horrible
hubo que vernos a todos
queriendo consolarla
diciéndole cosas al oído
y a ella tan frágil
tan triste
tan triste al fin de cuentas.

MARÍA PAULA ALZUGARAY
(Coronda-Santa Fe-Argentina)

¿AMAINA LO QUE LIGA?

Tras el pabellón de caminos y años
pude refrescar eso que le decía Ambarita a su novio:

"No me levanté el vestido, se me arremolinó".

La redacción de su danza hizo la mañana confidencial.
No se soportó la oquedad en el pasto.

Los loros de ahora,
esos
están degollados en aquel presente.

Apenas me queda el color la canción que sonaba desde el almacén,
el perraje, el emporio de malvones entre nosotros, familia.

No se despertarán las luciérnagas
Me escondo en una hendidura
con estos amuletos acopiados trato
de calmarlo todo en un mecer de espiguitas verdes.

RUBÉN VEDOVALDI
(Capitán Bermúdez-Santa Fe-Argentina)

CANCIÓN ROTA

amanecí buscando una palabra
¿me llamaste, dijiste te extraño?
la madrugada estaba como muerta
¿dijiste corazón, dijiste abrazo?

me estremecí mordido por la sombra
entre el mundo y la muerte  solitario
se rompieron mis ojos contra el día
cuando no te encontraron

alguna vez nos sucedía el beso
¿me llamaste, dijiste te extraño?
resuenan por mis huesos todavía
las aguas de tu amor alucinado

me desperté dolido hasta la sangre
confuso río sin tu nombre claro
perdido en la mañana  sin tu norte
yo me apago y el sol sube a lo alto

caigo del otro lado de abrazarte
¿me llamaste, dijiste te extraño?

se rompieron mis ojos contra el día
cuando no te encontraron    

                                     


PÁGINA 4 – NARRATIVA

PATRICIA FIGURA
(Santa Fe-Santa Fe-Argentina)

TODO BAJO CONTROL…

Sus ojos se dirigieron directamente al cuenta kilómetros del coche de su esposa, ni siquiera podía mirar en calma, la ansiedad por controlar… lo controlaba a él.
Sesenta km en las últimas doce horas.
Mucho.
Si fue de la madre en la ciudad vecina estaba casi justificado.
Cuando le preguntó esa mañana qué pensaba hacer ella no lo mencionó… durante seis horas matutinas estaba encerrada en su box laboral.
Restaban seis horas.
En las cuales de las cuatro veces que la había llamado, sólo respondió una vez.
Le dijo que estaba en la peluquería retocándose los reflejos.
La peluquería quedaba a escasas diez cuadras.
Luchó durante los diez años de casados para que no tuviera auto propio.
La excusa del doble seguro, doble cochera, doble gasto de combustible y mantenimiento, a regañadientes lograba convencerla.
Se complicaba mucho turnarse con el coche familiar y las actividades tanto laborales como escolares y extraescolares de los chicos.
A medida de que los años pasaban, las discusiones llegaban a puntos realmente fuertes.
Cuando cobraron el seguro de la madre de ella, no había excusa para  dilatar la cuestión, podían permitirse los extras porque la tranquilidad familiar lo valía, era preferible economizar en otra cosa, se habían mudado de casa y si bien la cochera no era totalmente cubierta, los coches entraban.
Fue todo un tema la elección.
Cada vez que ella estaba por cerrar la operación, él encontraba una falla importante en la chapa, motor, sistema eléctrico, o papeles.
Decidió entonces su esposa hacer una entrega y pagar el resto en cuotas de un plan adjudicado.
La palabra cuotas y deudas lo hizo transpirar aún más que la supuesta falta de control en los movimientos de ella.
Le encontró un usado en relativo buen estado, útil para andar por la ciudad, cuidando su uso, no era para grandes trayectos.
Ahora, antes de entrar al hogar familiar, con la llave extra se sentó al volante a mirar como lo hacía diariamente, y sin asomo de culpa, lo que le “informaba” el coche.
Había tierra seca en las cubiertas… eso sí era más que extraño.
¿Tierra seca? ¿Sesenta km?... el tanque de nafta en la reserva no era demasiada novedad.
Sabia que ella era imprevisible, independiente, si él no “ajustara las tuercas”… no estaría nunca en la casa, no le gustaba que trabajara fuera del hogar y menos en una oficina donde el ochenta por ciento eran profesionales hombres, con los cierres de los pantalones falseados… eran conocidos, el mundo era un pañuelo.
Pero contra eso no había podido luchar y por otro lado el dinero se necesitaba.
El era el encargado de llevar minucioso control sobre los sueldos de ambos, sino… sería imposible el ahorro y el progreso, estaba convencido de eso.
No era tonto, ella siempre estrenaba hermosas prendas “compradas fuera de temporadas” según le decía “regalo de las chicas”, “no puedo ir a trabajar en harapos, no seas roñoso”… pero eso estaba calculado, protestaba para que ella sintiera el límite, sino no entrarían en la casa la cantidad de trapos y calzados que ella compraría compulsivamente.
Ella era hermosa, brillante, querible… hasta que se enojaba, hasta que explotaba, podía llegar a estar semanas sin hablarle más que lo justo y necesario… ahí él iba cediendo a cuenta gotas, pero el control le salía de las venas, era más fuerte que él, lo hacía con todo, con las tarjetas de crédito, con los horarios, con los alimentos, con los lugares para vacacionar… con el dinero de reserva… ése era su punto débil, la cuenta que solo él y su hermana conocían, ambos eran iguales y tenían dos cuentas por orden recíproca que ninguno de los cónyuges conocían… ellos eran hermanos, juntos aunque el mundo colapsara, educados en el ahorro extremo, casi avaricia en una de las formas de la idolatría, se comprendían mutuamente, esas cuentas que engrosaban año tras año, eran sus refugios, sus premios, sus seguros si todo se venía abajo.
Por el retrovisor vio que ella venía con las bolsas de los mandados casi doblando la esquina, esperando a que el torrente de autos que el semáforo había dado pase, le dejara la senda peatonal libre.
Se bajó y cerró, fue caminando hacia ella que aún no lo había visto.
Le sonrió y le dio un sonoro beso en los labios, la abrazó.
Tomó una de las bolsas, le preguntó por los chicos, ella conversaba animadamente, él elogió el nuevo color de cabello, “sí, había ido a la peluquería después de todo”… le preguntó por su día de trabajo, respondió con “lo mismo de siempre, ya te conté cuando llamaste”… ella planeaba mentalmente la cena, y organizar un poco de papeles que había traído de su trabajo, las horas no le alcanzaban, lo escuchaba vagamente en su discurso diario, con las repetidas quejas y repreguntas, se encerró en su mundo, asentía con la cabeza mientras su mente ya estaba en otro lugar.
Llegaron a la puerta del hogar familiar, caballerosamente él abrió y le dio lugar para entrar, ella se quejó de que todavía tenÍa que buscar al más chico antes de guardar el auto, él se ofreció a hacerlo así ella podía quedarse cocinando y no cenaban tan tarde, le hacía mal a su hernia de hiato.
Ella se encaminó a guardar todo, y sacar del freezer unas presas de pollo, que acompañarían con arroz amarillo y ensaladas que ya estaban limpias, no le respondió, dejó todo listo y se dirigió al living a buscar su cartera y las llaves del auto, no quería dejar de pasar a pagar por la boutique antes de que cierre, la zapatería y la casa deportiva, ya era diez y después le cobraban todo con recargo, no tenía intenciones de usar la tarjeta de crédito, no tenía ganas de dar explicaciones del resumen si lo abría él antes que ella.
“¡amor!... ¿venís enseguida?… iba a ir yo… vamos a acostarnos tempranito… así estrenamos tu nuevo color de cabello…” le dijo en tono jovial mientras ella se estaba yendo, a ver si le decía algo de la peluquería… ¿sesenta km? ¿En la ciudad?
Ella se hizo la que no lo escuchó, saludó a la vecina de enfrente que salía a caminar con su marido, subió al coche, sintió el perfume de él en el interior… revoleó los ojos… dejó el fastidio de lado, no lo iba a cambiar… Se miró en el espejo, le gustó el cambio, había valido la pena la distancia y meterse en ese nuevo barrio sin asfaltar en las afueras, la chica era simpatiquísima y trabajaba muy bien, le iba a mandar un mensajito a su amiga agradeciendo el dato.
Dio marcha atrás, puso primera cuando el semáforo de la esquina frenó los coches y fue en busca de su hijo, estaba cansada y aún le quedaban las cuentas por pagar.


PÁGINA 5 – NUESTRA POESÍA

MARTA ORTIZ
(Rosario-Santa Fe-Argentina)

FLORES ÁCIDAS
(Para Anusha, a su memoria)

Mejor si con paciencia de artesano
–aguja y tinta de tatoo mediante–
esas flores sin pétalos se abrieran en tu piel,
–Anusha–
Mejor si marcado al roce del arte,
el relato nombrara sólo adolescencia:
mariposa / amor / luna / ideograma;
mejor si cubierto de arena cada estambre
si trazos en la memoria del siglo
–de los siglos–
si tallado en la piedra el monolito,
hendido a golpes de gubia
entintado el surco y mil
veces copiado el lema y volanteado
a las muchachas vecinas.
Nunca este serpenteo de flores ácidas
esta culebrilla amorfa,
tu luz acribillada en el oscuro caldo:
manos amadas –y armadas–
gatillaron /chamuscaron
tu frágil envoltura
capa sobre capa
dragados tus ríos
tus colinas
la seda oliva de tu piel
–aniquilada–
la inscripción de la belleza en el estuche .
Ni aguas abiertas
ni cruce impune a la otra orilla.
Sí tu negra caja
de puños y madera lacrada
cerrados / impotentes,
gotea sangre la lengua del poema:
alfabetos / deletreos / delirios
la cartografía de tus nuevas estaciones:
dolor
desamparo
intemperie
muerte

*Anusha, adolescente quemada con ácido (por su padre con ayuda de su madre) y fallecida la última semana de octubre de 2012 en Saidpur Bela, aldea de Khoi Ratta (región), Cachemira, Pakistán. 

ANTONIA TALETTI
(Rosario-Santa Fe-Argentina)

SOLO CRUZAR
Escribir más / y más de lo mismo / es otorgar consistencia / al jardín
Diana Bellessi

El jardín existe.
Es evidente
el tríptico de Bosch demora en la contemplación incompleta de sus tablas
un parterre de Lamborghini ofrece irisados lirios que recuerdan a Van Goh
las Hespérides derraman manzanas ignorando jardines umbríos.
El libro de los Comienzos describe cómo brotaron del suelo toda clase de árboles
agradables a la vista y buenos para comer
Es obvio hablar de él
no obstante insisto en mi actitud
desde mi ventana sigilosa
te persigo.
Sé que estás ahí
aunque ahora te oculten
los árboles.
Algunos puntos rojos te indician
tus modos me asedian.
te imagino bajo esta lluvia
robador de mis tiempos
cálido en este día
perfecto de soles.
Sé que estás ahí
sólo cruzar la calle
Jardín.

GRACIELA MITRE
(Rosario-Santa Fe-Argentina)

BORDADO

Yo también bordé
disciplinada
y con la cabeza gacha
las manos
hacían el intento

Combinaba
tonos pasteles
de hilo perlé
lazadas cortas
comienzo y final
de nudos invisibles

Con la aguja
(invisible también)
escarbé telas
crucé hebras
hasta llegar
(y para siempre)
al prolijo
e inevitable
punto
cruz .

ARIEL GIACARDI
(Santa Fe-Santa Fe-Argentina)

NI UNA SOLA RAZÓN
Islas Malvinas, abril de 1982

La letanía roja de las balas,
la metralla glacial de la ventisca,
el zumbido plural de los misiles
y un cielo de relámpagos.
Estaba frente a mí, lunado el rostro,
hincado en el dolor pero sin súplicas,
orgulloso y agónico
como el sol cuando cae
sobre el ardiente lecho del ocaso.

No supe qué preguntas el acero
de tus ojos me hacía,
ni comprendí el idioma que alentaba
en tus temblores últimos, soldado.
Yo tampoco sabía cuál designio
nos congregó en las mismas emboscadas,
igualados por yermas
latitudes incógnitas,
ni quién nos puso el odio entre los brazos.
En tu país, una mujer de hierro
buscando perpetuarse, y en el mío
los testaferros dóciles del águila
con sus puños mesiánicos.

Estaba frente a mí, como un reguero
de sangre única, total y anónima,
y dejé de apuntar a su inocencia
sumergida en el fango.
Me volví y caminé pausadamente
hacia el fragor que me pertenecía.
No había en los anales del desquicio
ni una sola razón para matarlo.

MÓNICA CAROPRESI
(Santa Fe-Santa Fe-Argentina)

ENTRE NOSOTROS

I

El eco de tu sombra se acuesta
en el camino de ida
acunada por mis labios
para descansar
de los severos verbos de tu Idea
que pertinazmente censuran
el alivio
del silencio.

II

La sonrisa de mis ojos,
esta sonrisa mía
que te busca,
algunas tardes
sólo algunas tardes viste la ceniza
del cansancio…
…Busca tu sombra dormida
en el perfil de tus palabras,
en ese exilio tuyo,
imperioso viaje sin sosiego
en el camino de ida.

III

Nos rodea el tiempo.
Es un relato antiguo en sus jirones.
Ese tiempo
con nosotros llevándolo y
trayéndolo
en tareas de hojas sueltas.
Sueltas.
Cada día.
Cada hoja puesta con ternura
en nuestra humanidad en versos.
En ese jugo de las horas.

IV

Si vibrante y alado viajara en el aire tu otro perfil
-tu perfil de niño-
o si nadara acuoso más allá
del nudo de su obstinada sapiencia
comprenderías
que tu miedo al tiempo y
sus estragos
te abraza a él
sirviendo en su copa gris
toda la luz
toda la luz amable
de tu sangre.

V

Somos así.
Diferentes.
Totales cada uno.
Paseanderos de sueños.
Como el agua.
Como las raíces de una planta vieja.
Somos tan distintos.
Sin embargo…

SUSANA VALENTI
(Santa Fe-Santa Fe-Argentina)

EL RÉPROBO


El que pronuncia oscuridades con las lenguas del fuego,
el que danza para alcanzar la altura con un salto
el que conserva el ritmo del molusco
el que puede quedar en trance ante la piedra
el que se envuelve con el viento fresco
y sobrevive como las gacelas
el que entre los recuerdos del álbum familiar
no está en la foto


PÁGINA 6 – NARRATIVA BREVE

J.M.TAVERNA IRIGOYEN
(Santa Fe-Argentina)

CÓDIGOS Y DONES

El código es negar. Negarlo todo. Hoy su hijo le pidió una mano. Las tengo ocupadas, respondió ante el abismo.


Descubrió que los dones están para ser descubiertos por uno mismo. Están debajo de la piel, detrás de los ojos, debajo de los sueños. Tropieza entonces con la primera mentira, que le dice que nunca será amada de verdad, sólo deseada, por su belleza extrema.


El honor es lo primero que se pierde, piensa el soldado. El honor es lo primero que se gana, argumenta el general. El honor es ese aire que hincha los uniformes y desaparece ni bien estos se sacan del cuerpo que ha sufrido escarnios. Lo piensa Juan del Río, que perdió el brazo derecho y ambos ojos cuando le explotó la granada.


Cuando llegaron, lo primero fue lavar los cuerpos. Lavarlos de la sangre, lavarlos de la infamia. Después recogieron sus cosas y las fueron alineando junto a cada uno, de acuerdo a lo que les pareció posible. Cuando todo adquirió cierto orden, quemaron los cuerpos y la gran fogata cerró el rito.


De Sófocles aprendió que siempre hay alguien delante de uno. Fue el gran poeta trágico después que murió Esquilo. ¿Si éste hubiera seguido viviendo, ¿habría alcanzado fama con Antígona, Electra, Edipo rey? Mientras imagina y saca conclusiones, Heriberto asegura para sí que cuando el jefe se jubile, él será dueño de la empresa.


El código de silencio es el más difícil de mantener. Hoy, después de almorzar una carne fría, fue hasta la comisaría y confesó que él, él solo, fue quien descuartizó a su mujer hace once años y la cocinó en el horno.


Hola, Susana. Me dijeron que llamaste ayer. Yo no pensaba responder, pero después pensé: si ella llama para disculparse, ¿por qué no yo para insultarla de arriba abajo y decirle que es el peor ser humano que he conocido? En verdad, las cosas hay que decirlas en su tiempo esencial, si no, no valen. Eres el peor deshecho que se me ha cruzado en la vida. Y eso que yo poseo del don de comprender. Y el otro de perdonar, pero ya ni por genética te reconozco como hermana.


Tiene el don de la fe. Y perdona. Hoy, llega hasta la casa del obispo y le recuerda –con sutileza, sí, con extrema sutileza- que el capellán volvió a difundir que todas las colectas que se hacen en los templos van para su bolsillo. Aseveración que jura, como buena cristiana, no haber investigado jamás.


PÁGINA 7 – POESÍA ARGENTINA:  CATAMARCA / TUCUMAN

HILDA ANGÉLICA GARCÍA
(San Fernando-Catamarca-Argentina)

COMO UN RÍO

Como un río volviendo. Como un río
de viento y soledad, piedra y espuma,
amarrado y perdido entre la bruma
se me escapa este sueño, como un río.

Como un niño jugando. Como un niño
transparente, risueño, enamorado,
sobre el tiempo te aferras a mi mano
y me entregas tus ojos, como un niño.

Mariposa sin alas. Mariposa
de brisa y tempestad, breve y ausente,
voy trazando los surcos de tu frente

y llenándome el alma de amapolas.
Soy la lágrima que brota de tu fuente.
Mariposa sin alas. Mariposa...

ALFREDO LUNA
(San Fernando-Catamarca-Argentina)

mis huesos, agua de tu pena

no, madre, no vengas a buscar consuelo aquí
porque soy patria desvastada.

entre ráfagas de bruma
una jauría furiosa te vio
mendigar agua de morir en otra boca.

en lo más hondo de la tarde la tristeza tenía
la temperatura de tus sueños
y toda la ferocidad del mundo.

no, madre, no pude matarte
por miedo a la resurrección.

JORGE PAOLANTONIO
(San Fernando-Catamarca-Argentina)

huésped oscuro

sé que mi canto es vulnerable/ oscuramente irá
por las memorias como un huésped oscuro…
Roberto Paine
.
ha tocado la frente hacia el final de la tarde
ha nombrado las hierbas
convocado las lenguas del naufragio
.
en el hombro del mundo
hay un cántaro donde late el diluvio
escribirá nuestro signo
un pez de plata precipitándose al olvido
y encenderá una señal
para quitarnos la bruma de las manos
.
nuestros ojos serán un cascabel de vidrio
la lluvia misma
una levedad buscándose en el río que migra
de las orillas del miedo
.
habremos entonces
tatuaje...sello...marca
la agonía
de los que repiten lo posible:
hay un huésped oscuro
para cerrar
la última pregunta
de nuestros dolidos párpados.

ALEJANDRA DÍAZ
(San Miguel-Tucumán-Argentina)

MAYO 6

este hombre dobla una a una a una
en cajones sus soledades
por formas/colores tamaños / aromas/camisas corbatas
se le acumulan en la sangre dias dias dias de rituales
observa el polvillo en un rayo de luz que se cuela por las persianas
todavía soñolientas
ya no huele el tabaco de sus ciigarros salvo
que la noche lo encuentre desprevenido
con un recuerdo de ella debatiéndose entre sus manos
pececito rojo enemistado con el olvido
deja entonces la huerta/el mate amargo y comienza a lamerse las heridas
tropieza con alguna muerte lenta de un beso un gracias
no llegado a tiempo
y entiende que no es bueno andar de buey por esta vida

ella/ ay ella no dice cuándo pero entra
pececito rojo resvalando por su corazón acelerado
...amanece a veces desnuda en su cama al lado de él
con el cabello derramado en sus hombros solitarios
pero se queda con el vuelo de una polilla en una esquina

entonces...
ya no encuentra sitio
para esta soledad tan estampida/tan multicolor incierta
y sin embargo tan viva

que no es fácil hallar cajones donde guardarla...

MYRIAM LEAL
(San Miguel-Tucumán-Argentina)

XII

He is an obsolete gesture,
iciting a breach of harmony
William Shand
                                   a J. C.

Cuando llegues
saciada tu sed de caminos
dormirán mis manos canto
tus sienes arrebujadas
en el fuego níveo de mis senos
Cuando tu humanidad errante
agote los zapatos y el aliento
y con paso cansino llegues a casa
en busca del reposo necesario
al final de la noche
mientras florecen las vetas de mis ojos
te arroparé en el umbral del sueño

MONICA CAZÓN
(San Miguel-Tucumán-Argentina)

CARTA DOCUMENTO


Tal vez me condenen en poco tiempo
y la estúpida condena sea morir
Ojala dictaminen que ocurra
de un lengüetazo voraz
que sacuda mi rock y limpie estas babas
de muchacha en permanente celo,
sólo espero que el día del funeral
no me cubran con esas flores
que aparecen en las poesías.
Tengo la lejana esperanza de que eso no ocurra
si lo pido exactamente
“las cosas por su nombre”
todas.
He leído a poetas que le escriben al pene,
y lo llaman pene
tal vez porque es más fácil decir pene
como quién dice pan,
y cuando hablan del sexo de la mujer
las referencias múltiples abundan
la cueva sagrada el infinito Dios
el origen del mundo y mil falacias más.
Si me matan de un lengüetazo voraz
unan los extremos
y nombren a las cosas sin miedo.
Un pene es un pene y una vagina es una vagina
con terminaciones nerviosas
cubierta de sensaciones sagradas y perversas;
con la fastuosa posibilidad del lenguaje coloquial
sin clases de anatomía ni adornos en el techo.
Si por esas casualidades la resolución sea matarme
ha llegado el día del soborno
 díganme que a estas letras
no la medirán con el patrón de siempre,
porque los patrones también tienen fecha de vencimiento,
archívenme si así lo desean
pero sobre todo
denuncien que en este testamento
no aparece mi nombre.


PÁGINA 8 – ENSAYO

HERNÁN SCHILLAGI
(San Martín-Mendoza-Argentina)

EL FIN DEL LECTOR
Un día te levantás, vas hasta la cocina y preparás el mate. Abrís la ventana para que entren las luces del amanecer, te sentás y oís que el agua entra en hervor. Te cebás el primero como si fuera una «selfie» interna: la infusión, en un solo click, te abre los ojos, alerta tus oídos y te devuelve la motricidad fina. Ya estás listo para mirar al mundo y sonreírle a la cara. Calculás que todo sigue igual, igual de bien. Pero sucede algo inédito, impensable, casi contra natura: no tenés deseos de leer. De leer libros en papel, esos objetos fosilizados, descoloridos y en «mute» perpetuo. Lo dicho: ya no te atraen.
La distopía de un mundo sin libros se te viene a la cabeza. Sos una Sarah Connor en llamas que se aferra al alambrado de la literatura antigua. Hacés un paneo por la sobrecargada biblioteca, das una vuelta por el revistero, el diario se arruga en una silla hace días. ¿Querés ser como esos trogloditas que gastan fortunas para escuchar música en discos de vinilo plagada de frituras y que no saben ya dónde meter tanto packaging? Sin remedio terminás en la tele con el informe del tiempo que te habla de un futuro de tormentas. Chequeás los mensajes que te enviaron cuando dormías, prendés la computadora y te calzás los auriculares para recibir una música lejana y comprimida. ¿Es posible perder, luego de más de media vida, uno de los hábitos más nobles, placenteros e íntimos que existen? Noé Jitrik: «¿Por qué suponer que la gente que pasa por la calle son lectores? Probablemente sepan leer, pero no necesariamente son lectores en el sentido literario de la palabra…». De este modo, Jitrik habla desde la noción que tiene el mercado de nosotros, para así vendernos libros como si fueran pañales: bebés, niños, adultos. Pero, además, nos advierte que un lector se crea con cada libro y ese es otro desafío. Sin embargo, qué lector se constituye (y construye) desde lo digital. Hago esta especulación, no porque me haya sucedido aún del todo, sino porque tengo la seguridad de su palpitante amenaza. ¿O acaso no vivimos atados a la angustia de perder nuestros dispositivos electrónicos?
Recuerdo –a modo de manotazo de ahogado– una primavera de comienzos del siglo: llevaba a mi pequeña hija en el cochecito hacia la plaza del barrio. Sus chillidos nonatos raspaban la tranquilidad de la siesta provinciana. Una vecina salió y me gritó: «Alzala, desgraciado». Pero yo continuaba empujando inalterable. Un padre primerizo tiene sus métodos y su dignidad. Por otro lado, sabía que más de un tesoro iba sobre esas ruedas de goma. Llegué por fin hasta el banco que se encontraba bajo un olmo todo embichado. La nena ya dormía. Saqué del compartimento inferior una tela para protegerla del sol y se descubrió, también, un libro. Con una mano mecía el sueño inocente y con la otra sostenía una lectura encendida, donde un grupo de seis desconocidos recorría la ruta sobre un 2 CV en una situación extrema: la Península Ibérica se había desprendido de Europa y andaba flotando a la deriva por el Atlántico. La gente pasaba y veía a un padre conectado, tanto a las palabras como a su descendencia.
Así, «La balsa de piedra», del portugués José Saramago, venía a mostrarme un espacio tan privilegiado como expuesto: leer, pero a la vista de todo el mundo. En los micros, en los consultorios, en el banco, en los viajes largos, en la plaza. La lectura pública es un acto exhibicionista que a nadie se le ha ocurrido prohibirlo, por el momento. Hay algo de obscenidad en el gesto, por anacrónico, por desconectado, por incomercializable (si existe el término). ¿Qué es lo que muestra de nosotros, entonces, la lectura a la intemperie? El libro se convierte en un amuleto racional, en un talismán al alcance de la mano y, también, en una medalla de dudoso valor. La curiosidad siempre nos puede y queremos saber, irrefrenablemente, qué está leyendo el otro. Aguzamos la vista, torcemos la cabeza en una contorsión imposible, tratamos de adivinar –a partir de un puñado de letras– el título y el autor. Solo así podemos seguir tranquilos nuestro viaje.
¿Será nuestro fin, por lo tanto, comenzar a transmitir por ostentación y descaro el discontinuado acto de la lectura «en físico»? Apestar un modo retro de leer en la vereda de un minimarket, en la playa de estacionamiento, a la salida de la escuela, logrará despertar la insaciable curiosidad tecnológica de las (no tan) nuevas generaciones. Los distintos exterminadores viajan adentro de nuestros bolsillos; son rubios, de ojos claros y se la pasan estirando su mano para decirnos: «Sígueme, si quieres vivir». En Rumania ya no pagás el pasaje del micro si hacés el recorrido con un libro abierto. Es evidente, hay viajes literarios que son imposibles de cobrar.
Menciones
-Saramago, José. “La balsa de piedra”. Alfaguara, Madrid, 2001.
-Jitrik, en “El lector no existe”. Entrevista por Alejandra Crespín Argarañaz, La Gaceta, 02/02/2016.


PÁGINA 9 – POESÍA ARGENTINA: SAN JUAN / LA RIOJA

RICARDO LUIS TROMBINO
(San Juan-San Juan-Argentina)

VERTIENTE

Esta mujer con susurro de mares y sal
por la nervadura seca de mis venas en desierto
supo aguardar paciente entre sombra y orilla,
hecha cardumen de manos y sed
hasta una tarde en que la siesta trizó la espera
con luz certera en los vientres
frutando un tiempo nuevo y desnudo de costumbres.

Esta mujer marítima y blanca y cuenco
que mordió en los relojes murmullos y condenas,
que besó paciente mis torpes almanaques y un sueño,
que se mojó de lluvias y se atoró de pedregales,
supo estremecer todo el extravío de mis mapas,
cataclismó fechas y miedos,
el atávico poema de mis dientes pertrechados.

Esta mujer de agua y dedos largos y espesura
atravesó filos de la noche, ausente rostro,
indagó un perfume desaparecido y dónde,
se calcó la poesía en la vena nutriente del insomnio,
cruzó veredas, atardeció la búsqueda y cuánto más;
enladrilló los huecos y vacías respuestas
y se hizo vertiente callada, labio perfumado en ausencia
para gritar toda la frescura y los destinos del nombre

Esta mujer sismo-viento-marea, pasión paciente y exaltada,
caracol de sur en mi arena y mi letargo de canto rodado,
frescura nueva en mi lengua reseca de zonda y extravío,
arrullo que abraza este ronco pecho de frases cansadas,
a veces se llora de tiempo y silencio abismado y basta;

Esta mujer es hoy la puerta, promesa del río, cumbre,
estrella, destello y camino, ala y sílabas nuevas,
sol amaneciéndome la boca y los ojos, el verbo,
remolino al reverso de lágrimas, tajos y pérdidas.
Esta mujer es coraje, ancla y transparencia del abrazo,
es la memoria de todo lo que nombré y aun el horizonte.

Ella y yo,
tan piel adentro, tan sombra y luz,
sucumbidos de dolores y presagios
           atravesamos los siglos
         para llegar a este poema.

ALFIA ARREDONDO
(San Juan-San Juan-Argentina)

POEMA SIN TÍTULO

Hubo otra Penélope
y otra odisea por donde
le tocó naufragar.
Nadie la vio
ahogarse de esperas
tejer una manta desteñida
con manos como piedras
y espalda curvada de llanto.
Nadie la vio
acorralada de noches,
entre el vacío
rasgada de celos
odiar a Ulises
por ese amor
que le extirpaba la vida
hasta quebrarle la luz.
Hubo otra Penélope,
renegó de los Dioses
y el destiempo,
lloró algún castigo incomprendido
y la distancia
                      la distancia
de la que nunca se vuelve.
Penélope no esperó
y Ulises encontró
un barco hundido
en su lengua
mientras la besaba.

BRUNO DI BELLA
(San Juan-San Juan-Argentina)

PROXIMIDAD DEL SILENCIO

cuando nada quede
detrás de este abandono
indeciso de restos

ni labios
que articulen sombras
tras la sombra de estériles escombros

ni viento animando lo posible:
vértices baldíos
el insomnio

vendrá músico
engendrándose a sí mismo
a vertebrar el vacío
en todas partes

cuando los ojos abiertos sean
sangre espesa cerrando futuro
sangre negra: el color de la noche
sangre espesa en clepsidras sin pulso

vendrá dios
dado a luz
desde su abismo
a reiniciar el juego

VICTOR STILP
(Aimogasta-La Rioja-Argentina)

CUMPLEAÑOS

Regalo en tu cumpleaños
un ramo con flores de la luna,
de madrigales altos como rocas
que entre médanos aislados
abren mis manos, exaltadas,
sublimes de amor, embelesadas.
Envío, además, lo atesorado:
El lago dormido de los sueños,
La dulce creciente del poema,
Un abrazo, un beso, ilusionados;
Encajes de oro y plata, tan sutiles,
y una grácil canción de cortesía.
¡Ah! Perdón, ya me olvidaba,
concedo también mi fantasía…
Y un agosto futuro, sólo tuyo.

TERESITA FLORES SANAGASTA
 (Sanagasta-La Rioja-Argentina)

LA TARDE

Bella en el adiós. Hondamente femenina y casta,
Se desploma blandamente entre los pastos.
Languidece en aromas invitantes
y suelta sus labios virginales y últimos.
Presiento que se marcha y voz con ella
vaya a saber adónde.
¿Habrá un sepulcro de humo
donde ocultar su magia?
¿Un cielo aparte
para colgar su ángel?
¿Una muchedumbre de adioses desterrados?
Por la noche,
cuando duerma la ausencia,
vendrán los gitanos
a cosechar el cobre
que dejaron sus ojos.
Una dulce sensualidad
se adueñará del mundo
que vibra a mi costado.

LUCÍA CARMONA
(Chilecito-La Rioja-Argentina)

REGRESO

Estoy viviendo el segundo paisaje.
Todo lo que escuché en la era del fuego
se ha silenciado
y ahora muevo los labios
para ensayar lenguajes
y el sonido del agua.
Ese monótono sonido de la lluvia
sobre los tejados del siglo.

En este nuevo escenario
los actores han perdido las máscaras
y fluye de sus ojos
una extraña certeza.

Yo dirijo mis pasos hacia el muro
sobre el que ya han inscripto
juramentos de sangre.
Llego y estoy desnuda.
Ya no hay más que llorar.
Soy la enviada
de la naturaleza
y un árbol
es más mi padre
que quien lo fuera un día


PÁGINA 10 – NARRATIVA

EDUARDO PÉRSICO
(Lanús-Buenos Aires-Argentina)

AGUA CALIENTE A LA IZQUIERDA, IGUAL QUE EN ZURICH.
                
          La avenida de Mayo en Buenos Aires parece no existir hasta el cruce con Florida; ahí todavía sin muchas pretensiones de ser exclusiva y distante es ajetreada por caminantes del apuro bancario. Y nada exhibe allí la reminiscencia de imaginarios paraguas del 25 de mayo de 1810 cuando ‘el pueblo quiere saber de qué se trata’, ni  las palomas ahuyentadas a multitud y bombo de las bullangueras marchas con sabor a revancha.

        A dos veredas de esos ecos de vivas y juramentaciones, en un bar con sillones canasta límites del Cabildo el Quelo Varela apuraba a pura sonrisa, verso y camelo, a una rubia azafata suiza que conociera en el trámite de cambiar unos dólares el día anterior y se negara a ser regresada en taxi a su hotel. Pero que le anotaba a Quelo su dirección en una servilleta de papel: Freni Dietz, Kloten, Zurich, Él  en verdad leía ‘Vreni’ y ella aplicando sus dientes al labio inferior le repitió ‘Freni’.
- Is my name - y él en tarzánico inglés le preguntó ‘¿do you like another whisky?’ Y acaso mejor sonaría 'juiski' pero si esta viajera al fondo del mapamundi entendiera la cierta intención de su ¿do you like?, no se escandalizaría. ‘Sí Quelo, no cualquiera actúa de exponente tribal ante una auténtica rubia europea que te diera su dirección en Zurich como si te  invitara a verla ahí cualquier tarde de estas’. Así que sin esperar dispuso llevarla a conocer Buenos Aires, y ser ‘Quelo protector de azafata indefensa en la riesgosa ciudad, en repentina y apreciable ocurrencia’.
 
      -¿Ves? Por aquí   sucedió el Cabildo Abierto de 1810; esta es la diabólica Plaza de Mayo donde los guarangos se lavaron las patas en la fuente en octubre del ’45 y durante años las Madres de los treinta mil Desaparecidos nos siguen espabilando una vez por semana que tengamos más memoria y eso muchos no lo entiendan. En esa Casa Rosada trabajan las autoridades nacionales, -es una manera de decir- te mostraré la Recoleta el barrio que desafía todo a puro lujo y ese desperdicio de cemento es el Monumental Estadio de Fútbol que pagamos a tanto por gol para disimular nuestro arrabal no capitalista. Esa confitería casi en sombras es la más costosa del planeta, very expensive, Freni, too much, pero allí hoy no entraremos porque /mirá que casualidad/, este es mi departamento. Donde debemos entrar sigilosos y en voz baja porque  mi cama solitaria es ancha y ajena como la pampa y antes que me olvide, si querés ducharte la llave de agua caliente está a la izquierda, to the left, Freni, igual que en Zurich.

- ¿Vos sabías que los sudacas no somos seres tan distintos? Ustedes, cronométricos que miden en décimas de micrones y nosotros, miserables de tanta inmensidad toda diferencia la mensuramos en hectáreas, y aquí vos y yo por mandato de la especie ajena a cualquier mapa, quizá tenemos ese mismo temblor de muestro primer apareo hace un milloncito de años en una íntima selva. Por eso y sin temor usemos nuestra  encendida piel envuelta en acrobacias de tigre silencioso y pequeñas palabras, sin que tu rubor no sea fingido, Freni, y no sigas tensa en la habitación con sonrisa apenas y rubor de hembra sorprendida en silencio. Es tiempo de no temblar al besarnos y si tu sonrojo iguala a este ataque adolescente que me llegó de golpe, nuestra tímida escena  defraudaría al espejismo que tienen de nosotros los países rubios. Y vos no dejes de ser Freni Dietz, alhaja suiza de mi corazón hablándome del cantón donde naciste y cómo te peinaban cuando eras chica antes de oír misa en la iglesia de Schauffhauser, igual que una piba de mi barrio. O apretada, muy apretada a mí pecho, me digas de aquel novio que inauguró tu ternura al llevarte en la bici tras el puentecito del Rhin, y no sigamos distrayendo nuestra desnudez recreando el pasado y averiguar de paso nuestra pasada  historia. No vale renunciar a esta hora inolvidable, Freni, y ya probemos con suiza precisión que el amante argentino es de buena perfomance y poco rechazo de fabricación… Esa otra ficción nacional de ganadores imbatibles del principio al fin, así nos va en la vida... Dulce, te cuento que entre nosotros hacer el amor es el modo de seguir en el mundo, por bisnietos de algunos que hace un siglo enriquecieron a los sastres londinenses comprando trajes por docena y dando un saltito al Canal de la Mancha, coparon los burdeles de Francia a punta de guita y vaca llevada en el barco. Reprimido y represor morocho y argentino rey de París, Freni, estancieros millonarios con olor a bosta llenando los prostíbulos y despreciado por los rubiecitos de ojos azules, como los tuyos.

          Y no te rías mi amor de este secreto nacional porque vos, mujer hermosa del mundo civilizado conmovida si te beso los párpados y los dos en lenguaje mezclado lamentamos tanta demora en conocernos. Nos equivocamos, amor, vos no viajaste a Buenos Aires a lagrimear sobre mi pecho y a tatuarme una melancolía que ya presiento. Vos llegaste aquí a ver malambo con boleadoras y conocer a vetustos tangueros disfrazados con pañuelo al cuello; vos viniste a mi Buenos Aires querido para dejarme tu nombre en una servilleta de papel que al subirte al avión y por mucha añoranza que le inventemos, se borrará de olvido. ¿Eso no lo imaginaste, Freni? A nuestra final ternura de los dos en el aeropuerto la llenaremos de un futuro que bien pronto sentirá el olvido de otras nuevas miradas;  y este nuestro intento de amarnos de fuga y contrafuga se llenará de tiempo… 

         Recién despierto y ya la luz detenida en el corazón de la mañana, Quelo Varela miró a Freni replegada sobre su propio cuerpo. Un mechón de pelo desordenaba el blanco de la almohada y al quitarle una mano sobre su vientre, la besó tiernamente en un hombro. Una inigualable noche de  olvido inevitable había pasado y él se refugió en un cinismo doloroso y absurdo: ‘era cierto, las azafatas suizas también son seres humanos’.


PÁGINA 11 - POESÍA ARGENTINA: CABA / BUENOS AIRES

HUGO MUJICA
(Ciudad Autónoma-Buenos Aires-Argentina)

HAY PERROS QUE MUEREN DE LA MUERTE DE SU AMO

Hay perros
que mueren de la muerte de su amo
cuerpos que no hacen el amor,
hacen el miedo 
que no se agitan,
                     tiemblan. 
Y hay hombres
en los que muere dios
como una gota de lacre
sobre el pecho
          de un torso de mármol,
son los que lloran cuando creen
estar hablando,
o gritan soñando, pero al alba
olvidan el grito
con que encendieron la noche. 
Hay hombres en los que gime dios
por no encontrar un hombre
                   donde morir de carne, 
pero no llora como quien lo hace
solo,
llora como quien llora abrazado a un niño.

ESTEBAN IERARDO
(Liniers-Buenos Aires-Argentina)

DESEO DE GLORIA

¿Dónde encontraré la gloria?
¿La encontraré cuando camino entre castillos destruidos
o al esquivar
puñales de hielo
en este tiempo de valles congelados?
¿Encontraré lo glorioso 
en esta era sin fuego
ni altares
de dioses de vino y ensueño?
Y mientras dura mi incertidumbre 
invito a la luna
a fulgurar en mis cabellos
con sus rayos de plata;
a la mujer la acaricio, penetro y venero
para que en la tierra siembre
campanadas fértiles;
al cóndor le imploro que grite
algo noble entre los vientos;
a los cristales de los altos edificios
les propongo que celebren la risa del sol;
al pez le pido que guíe
mi deseo del brillo digno
hasta los lechos profundos;
y la luna, la mujer, el cóndor, los cristales y el pez me contestan,
pero, aun así,
no encuentro molinos de aspas gloriosas en mí;
no relampaguean
cálices sublimes
en mi garganta
lastimada de sequedad.
Dime, dime entonces: ¿dónde encontraré la gloria?
Recorro el océano de rizos de agua
y algo glorioso encuentro;
observo el lento y tierno bosque de caricias
de la madre sobre el hijo,
y algo glorioso descubro;
me acerco a las manos de amor del niño
sobre la piel del animal,
y algo glorioso encuentro;
contemplo las alas del ave
que derraman
lavas de dicha
en cimas celestes,
y algo glorioso descubro;
pero en mi historia y mi oxígeno,
en mis ojos de volcanes rugientes
aun no descubro
el calor y vértigo glorioso.
Entonces, dime, dime: ¿dónde encontraré la gloria?
¿Cómo podré encontrarla entre la pasión asesinada,
entre la belleza castigada,
y la poesía asfixiada?
¿Cómo podré encontrarla en  la selva 
urbana y superficial
donde no se bebe 
el licor del rayo
ni los los jugos de la diosa
del bosque profundo? 
¿Cómo haré para ser
cascada gloriosa
en el pozo
de los mercaderes y frívolos?
Dime, dime entonces: ¿dónde encontraré la gloria?
¿Dónde, dónde me bañaré en sangre de dragones?
¿Dónde renaceré en el vientre de una antigua diosa?
¿Dónde descubriré las armaduras
que reflejen los cielos
del vuelo libre del halcón?
¿Dónde descubriré
el relámpago
que me conceda
voz de trueno
para invocar
a las musas
de la poesía
sagrada?
¿Dónde está la gloria?
¿Dónde podré encontrarla?
Sólo en los libros
de fatigada historia
hallo las batallas
donde defender la honra.
Pero ahora ya no tengo
la espada
ni el yelmo de alas terribles;
no tengo caballo
ni el combate de la estampida heroica;
no tengo la bendición
de una bandera de colores fogosos
ni el beso de la princesa
de bellos huertos en sus senos
y de cristales de agua tersa en sus ojos.
Sólo tengo en las espaldas
puñales de angustia
y el raro destino de venerar
aun, solitario,
el fuego y la nube.
Dime, dime entonces: ¿dónde encontraré la gloria?
No sé dónde encontrarte.
Pero, ten por seguro
que te buscaré
aun entre las calles que ignoran la rareza de mis plumas;
aun dentro de la tumba del Quijote derrotado;
te buscaré
entre los cementerios
de árboles y estandartes.
Porque sé que
en alguna repentina tormenta futura
mi corazón
al fin devorará
la diosa.
Que enciende de fuegos claros
la mañana.
Que
gloriosa
siempre
vuelve.
Vuelve.
A pesar de la niebla fría.

MARTA OLIVERI
(Ciudad Autónoma-Buenos Aires-Argentina)

ARTE POÉTICA

¿ Y de Arte cual es el sentido si no se puede hacer Arte de la historia?
oficio de Garrik este cómico sueño del poeta :
forjar los gorjeos del futuro
las músicas silvestres del mañana

Y qué es la palabra si no puede dar a luz
el retorno del llanto, el oasis
del tibio acunar de una fábula
religar sobre el sitio de los cielos dormidos
un idioma universal en las criaturas

Qué hemos hecho del amor
más que exprimir de mieles impostoras
su elemental sustancia.

Qué hemos hecho del niño
que vino tantas veces
disfrazado de ángel con las alas abiertas
de ingenuidad y goce
por la existencia simple.

Puedes verlo en fondo de la culpa:
yace en la cruz, eterno hasta que estalle l
a piedad en el mundo.
¿O pensabas que otro era el sentido
de la tormenta bíblica
huérfano un grito de piedad y condena?

Ríen tantos Pedros
como sucesiones de la infamia hay
tanta lujuria de la castidad
contra el cuerpo y su limite.
Tanto hielo en el edén transitorio
un hombre que no es hombre
ni barro ni destello de luz espiritual
ni mansa turbulencia de la madre lunar
sobre la paz oceánica.
Ni ala ni hoja en vuelo
adiestrando al azar hacia un destino

¿Un hombre o sólo Midas recorriendo
los glaciares del viejo paraíso
transformando en oro el árbol de la vida,
y la fruta esencial también en oro ,
Babilonia sin sierpes ni dulces tentaciones ?

Ah, Midas, de tal modo qué este era tu sueño::
la global utopía de tus dioses
un mundo de oro inhóspito donde el milagro calla.

JOSE MARIA PALLAORO
(La Plata-Buenos Aires-Argentina)

CANTAR A TIENTAS

Hace una cantidad de años
se solía dejar ciegos a los canarios
para lograr en su canto
mayor belleza
–actitud típicamente humana
como cortar lenguas
cercenar gargantas–

Hoy las cosas no han mejorado
y los pájaros que aún sobreviven
cantan
a tientas
todo el tiempo

con señas desesperadas

MIRIAM CAIRO
(San Nicolás de los Arroyos-Buenos Aires-Argentina)

LAS MAROSAS

Hay mujeres que aman como Marosa.
Diablas de diversos tipos y colores. No es necesario detenerse y preguntarse de dónde salen porque se nos imponen ante los ojos en un entrechocar de nácares, de tacones, de espuma.
Las llamadas 'catalinas' son de ojos azules y pestañas muy largas.
Las 'lorenas', con pechos exuberantes en bandeja; dulces tartas caídas para acabar con el hambre en el mundo.
Las 'juanas' se pintan las uñas de las manos y de los pies. Se embarazan muy fácilmente. Hacen dulce de higo con los hijos hervidos en azúcar.
Estas diablas están a las veras de los tazones de porcelana transparente y de las inminencias. Son de diversos tipos y colores. Las hay con cabello trenzado y con cabellos de niebla.
Las hay azucenas.
Las hay suplicantes.
Las hay perdidas en su propia casa.
Las hay nacidas con tacos altos, rojos, finos, precedidas por una jauría de perros invisibles.
Las hay morenas.
Las hay prohibidas.
Las hay desmelenadas que caen sobre los labios de los hombres como diamelas.
Se ven sus carnadas de diablos en los árboles, en las bocas de tormenta, en los postes de luz, en las cucharas de té, en el revoltijo hechizado de los agapantos. Los cebos de sus malignidades cuelgan del anzuelo del día y de las redes el anochecer.
Las muy diablas caminan por las calles de la ciudad como gladiolos travestidos de personas.
Las muy diablas suspiran.


PÁGINA 12 – NARRATIVA

GREGORIO ECHEVERRÍA
(Rosario-Santa Fe-Argentina)

DISTORSIÓN DEL HIERRO

Los soldados de Diego de Almagro requisan cada cueva y cada garganta a lo largo de la cordillera en los alrededores del Cusco. Descienden por el cauce del Urubamba desde Quillabamba hasta Urcos. Al fin encuentran al amauta prófugo. Cargado de hierros lo conducen de regreso a presencia del conquistador. Bajo la mirada atenta de un missi dominici, unos alguaciles preparan el fuego. El franciscano que toma notas para una futura crónica le recuerda que el fuego es instancia reservada a los confesos. Almagro sonríe y calla. El amauta es atado a un tronco y sus cadenas ceñidas al cuello, cintura y extremidades, estiradas hasta sendos postes plantados a cosa de cinco pasos del reo. Con diligencia amontonan leña alrededor de estos laderos y a una seña de Almagro dan lumbre. La crónica relata cómo el calor se mueve a través de los gruesos eslabones, hasta alcanzar las carnes del preso. La cadena que inmoviliza su cogote es la más alta y la que primera se pone al rojo, mientras el collar cerrado en torno a la garganta seca el sudor primero, para luego comenzar el paciente trabajo de tostado de la piel. Para entonces ya las cadenas del medio han dado buen calor a la cincha de hierro que abraza la barriga y allí la labor es más perceptible merced al tufo a grasa recalentada y hasta el leve chasquido de la fritura. Por fin el calor del fuego alcanza a los eslabones y los grilletes de muñecas y tobillos. Aquí los utileros han agregado un trenzado de plomo entre el hierro y la carne. A su debido tiempo —cosa de una hora— el plomo semifundido forma un todo pastoso y maloliente con los huesos y la carne sancochada. Cincha, collar y grilletes son ya formas retorcidas e irreconocibles. El cronista certifica que ni una brasa entra durante todo este procedimiento en contacto con el cuerpo del prisionero.


PÁGINA 13 – POESÍA ARGENTINA: CÓRDOBA

MARÍA TERESA ANDRUETTO 
(Arroyo Cabral-Córdoba-Argentina)

AHORA QUE VIENE EL TIEMPO DE LOS PÁJAROS

Ahora que viene el tiempo de los pájaros
y de los brotes en las ramas y la blancura
   del almendro,
ahora que salgo al aire por las tardes
y riego plantas y veo cómo la tierra bebe
   el agua,
ahora que se agitan las polleras
   al murmullo de la brisa,
ahora que los niños conquistan el baldío
   y construyen refugios y saltan vallas,
ahora que en el barrio las mujeres se sientan
   a la sombra de los fresnos y toman mate
   y hablan,
yo miro a cada instante hacia el Oeste, hacia
   tu casa


PABLO ANADÓN
(Villa Dolores-Córdoba-Argentina)

LAS TRES DE LA MAÑANA

A esta hora —las tres de la mañana—
la vida pareciera suspendida,
ausente, silenciosa, entre paréntesis,
ovillada en sí misma, adormecida,
como la gata en el sillón del living.

No hay trámites que hacer, no hay constricciones
de la existencia en sociedad, llamadas
telefónicas, médicos, visitas,
compras, y sobre todo, decisiones
que tomar: ya mañana se verá.

En estas horas, solo bajo el círculo
que la lámpara crea alrededor
de mí, yo soy feliz, a mi manera:
me basta un libro, un poco de tabaco,
un poco de ginebra, una libreta

y esta plateada lapicera, que ella
me regaló, cuando era de verdad
feliz, de otra manera, a la manera
solitaria también, cuando se ama.
¿Volveré a ser feliz de esa manera?

Quién lo puede saber, que es el amor
igual que la llegada de un poema:
un día, casi sin querer, estamos
escribiendo palabras que nos dejan
desnudos, indefensos, abrazados

a una promesa de felicidad,
que según Stendhal es la belleza,
y es el amor, y es la poesía, y es
la vida en esa extraña plenitud,
todo el dolor y toda la alegría

si unos ojos nos miran o nos dejan
de mirar —y oscurecen o iluminan
el mundo—, si una boca se contrae
en un pliegue indeciso entre el desdén
y una sonrisa que detiene el tiempo.

Sí, en eso la poesía y el amor
se parecen: que llegan cuando quieren
—como el pájaro en lo alto de la rama
del fresno esta mañana, y parte lejos
mientras la rama tiembla todavía—,

Y dan al transcurrir indiferente
de los días la forma de un sentido,
enigmático aún, reconocible,
sin embargo, como una epifanía
de lo que somos, lo que no sabíamos

que éramos. Al fin, esa promesa
de dicha ya es la dicha, hecha palabra,
amor que nos redime del dolor
de toda nuestra vida: forma pura
donde dos soledades se reúnen

en un abrazo lento, en la lectura,
un instante que pide eternidad.
Decía, pues, que en estas horas, es
cuando estoy más en paz conmigo mismo.
Ya no sé si la noche es la metáfora

de la muerte o la vida: en ella aprendo
a ser ése que soy, sí, “pobre cosa
—vuelve con las palabras lo vivido—
que transfigura a veces la poesía”.
Mañana —es decir, hoy— será otro día.

SUSANA CABUCHI
(Jesús María-Córdoba-Argentina)

EL DULCE PAÍS

Entonces, tus ojos eran caramelos de miel
y hablabas
de las bicicletas que regalaba el Niño Dios
a los que no podíamos comprarlas.
El río se callaba para que tú contaras figuritas.
Yo era alegre,
y eran alegres los nísperos del patio.
Y tú eras otro,
no el hombre de hoy
lejano como todos.
Cada domingo era una sorpresa de ciruelas,
de plaza con hamacas.
Tu padre cantaba en el taller
mientras tu madre
lavaba mamelucos de amor y aceite.
El mío no había partido todavía
y llegaba al hogar con dulces y regalos.
Yo oía con asombro tus mentiras
y creía en gigantes voladores
y en ángeles guardianes
que cuidaban tu ropa y mis zapatos.
Por cada diente el ratón nos compraba mandarinas.
La abuela, abría el gran ropero
y sacaba
turrones envueltos en papeles crocantes.
Si vuelves, como entonces,
con sombrero de piel y las manos con barro
verás, que guardo aún
el corazón de las manzanas.

MANUEL LOZANO GOMBAULT
(San Francisco-Córdoba-Argentina)

GENEALOGÍA DE CRÍMENES ESPLÉNDIDOS

Nada me asusta más que la falsa serenidad
De un rostro que duerme...

Jean Cocteau, Plain-Chant

No el regreso de un porvenir abandonado
sin sosiego en los lechos terrestres.
No el verano con un palpable resplandor entre invasores,
y otra herida creciendo como lenta enredadera
en la piel del delirio.
No el pequeño cadáver de mi infancia
flotando (con su boca abierta) en la inmensa laguna.
No el arcángel quemado, entre las maquinaciones del espanto
y la obstinada majestad del ruego.
No las elementales maravillas del amor en la hierba.
No la profanada canción, la hoguera luminosa.
No los párpados fatídicos que devoran y resisten
la desesperación de los otros.
No el balbuceo de aquel dios en su cruz.
No la incertísima tempestad del reposo.
No las madrigueras de la piedad,
la hambrienta cueva que empolla toda angustia.
No la precariedad del ojo en la distancia.
No verdades habitables bajo el musgo de sospechas,
ajenas a mi carne y al olor diferente.
No el alarido devastado.
No las mansiones de razón: su más pura palabra.
No un laberinto de alacranes en cautiverio.
No el letárgico aroma de mis muertos mendigos.
No las hembras de chacal junto al sudario.
No este archipiélago hundido en mi memoria.
No la implacable codicia del vicario.
No la torpe desnudez entre las piedras,
aquélla que no cava el deseo.
No quien se inclina ante las jaulas
y duerme según la herrumbre de cuerpos mutilados.
No el que nunca oyó a los ojos.
No el visible matorral; siempre el oculto.
No la fiebre que no sana.
No el perverso matarife en este país de brumas.
No la boca sin cesar del desterrado.
No el estremecido inquisidor de los huesos.
Golpea la puerta.
¿Quién permanece en el desierto heroico
con las manos calientes?
¿Por qué fui hijastro y huésped del infierno?
Te hablo con la sangre deshecha de los hombres.

NORA NANI
(Leones-Córdoba-Argentina)

LA VIDA

He visto casas de todos los tamaños.

Casas de piedra,
de ladrillo,
de madera,
de chapa...
Casas cuadradas, rectangulares,
redondas, planas o con torres,
ricas o pobres,
uniformadas, disciplinadas,
detonantes o grises,
con tejados o terrazas,
alegres o perdidas,
en fin,
todas las casas del mundo
pasaron por mi casa...

Pero yo tuve una casa de aluminio.
Era un octógono perfecto
situado al lado del Suquía.
Brillaba al sol
como plata despareja
y parecía una nave extraña
anclada en un corral de zinnias.
En ella nacieron mis hijos.
Recuerdo las noches de amor
en un despilfarro de estrellas
y recuerdo las guitarras bagualeras
que alzaban su lamento
hasta que el azul del cielo
se volvía más azul y más redondo.

Yo sé que todas las casas
son una mano tendida
y un corazón que te guarda.
Pero yo tuve una casa de aluminio.
Y tuve la mano, el corazón,
el coraje y el canto.
El amor quizás...
La vida siempre.

ALEXIS COMAMALA
(Córdoba-Córdoba-Argentina)

TIEMPOS DE MI MADRE

A ella, a quién más.
                           
Durante los últimos tiempos, a mi madre por las noches,
le inyectaba morfina.

El cáncer en su páncreas,
cubría ya varios países de su cuerpo.
Era del tamaño de un continente de fuego,
desparramado por todo el territorio de vida.

Estaba mi tía Tere por momentos,
también Corina, la hermana que eligió mi madre
y, mi padre desviado a acompañarla día y noche.

Todos luchando
y, mi madre redoblando la apuesta al infinito.

Nosotros, a pesar de bajar los brazos,
creíamos entonces en algo,
la morfina dolía o aliviaba.

Eso no importa, es solo ciencia.

Mi madre murió antes de su dosis matinal.
Yo, en otra cama a metros de ella desperté,
su cuerpo en convulsión, agitado en espanto.

¿Que hacer, si no somos maquinas al servicio de la alegría?
Entonces seguir, llamar a Mónica, medica vecina.

¿Para que todo esto? Ya se iba.
¿Para rehabilitar la esperanza?
¿Justificar la muerte?
Entonces lloro.

Ya jamás habrá un fuentón caliente, que abarquen estos pies
y este corazón helado. Sentir el cuidado de si, a través del otro.

Mi uña encarnada una o dos veces por año
y, allí ese fuentón calentito, viniendo del centro del mundo.

Y mi pie izquierdo hinchado, con su pus fluyendo
cayendo en el fondo del lago.

Mas allá que dios no exista, para estas ocasiones ella sabia
los versículos del dolor.

Existió mi madre junto a una cama agonizando,
existió un fuentón lleno de agua caliente en el marco del mundo,
existió la sal gruesa que sirve para que no fallezcan los pies,
existió un fuentón rebajado con agua fría según las marcas térmicas,
existieron un par de pies hundiéndose en la pócima.

Necesito ahora, la cabeza fría por la lluvia.
Debajo de mis pies el fuentón de mi madre.
Nada es posible ahora.


PÁGINA 14 – ENSAYO

LUIS BENITEZ
(Ciudad Autónoma-Buenos Aires-Argentina)

¿POR QUÉ ESCRIBIR POESÍA EN EL SIGLO XXI?

No por repetida siglo tras siglo -con toda probabilidad- la pregunta deja de ser atinente.
Las respuestas han sido muchas, porque la poesía es el género literario más antiguo de todos, el primero, el que dio origen a todos los demás. El registro más añejo de la escritura se conserva en el Museo Británico y es un libro de poesía: el Cantar de Gilgamesh, datado para algunos en 4.000 años. Cincuenta y tres tabletas de arcilla o, mejor dicho, fragmentos de ellas, cubiertos de escritura cuneiforme, del tiempo en que se ponían los cimientos de las pirámides y los europeos cazaban jabalíes en lo que hoy es la Place de la Concorde. La poesía ya existía desde antes de ese evocado registro escrito, seguramente, y se trasmitía y era consecuentemente deformada por tradición oral, como siglos después del anónimo autor de Gilgamesh todavía se haría en Grecia. Una teoría sobre su origen dice que devino de los cánticos religiosos, con lo que tendría entonces un doble origen: uno musical, que arrastraría a formar palabras que acompañaran la melodía, para expresar lo que sentía el que cantaba, y otro puramente verbal, el que prefieren otros, quienes identifican el punto de partida de la poesía con ese hipotético pero suponible momento en que aquello que se hizo para ser cantado comenzó a ser repetido sin acompañamiento musical alguno. Se puede imaginar que la poesía se originó en ambos momentos, sin mayor contradicción: ya era poesía cuando se acompañaba la modulación de esas palabras con sistros o flautas dobles, y se consolidó como tal cuando fue posible declamarla con o sin instrumentos. Plástica y adaptable como es, capaz de diversificarse en múltiples géneros y subgéneros, debe de haber perdurado su forma cantada junto a la recitada, incluso después de haber adoptado otra forma de expresión, que ya fue la escrita. Entonces servía para lo que sirven todas las fórmulas religiosas, para conjurar el miedo del hombre a cuanto lo rodea. Tendría las mismas propiedades que una fórmula mágica; esto es, la de modificar la realidad para quienes creen en ella, la de modificar el estado de ánimo de quien la lee o recita, para nosotros, los contemporáneos.
Sin embargo, más allá de estas propiedades curativas, poseía como ya dijimos, en germen, todos los otros géneros literarios en su textura. Textus llamaban los romanos a los tejidos, las tramas hechas de varios hilos, y de allí viene nuestro vocablo texto. Los hilos de la poesía contenían la narrativa, pues ella no sólo servía para una función lírica –en su primera acepción, algo hecho para ser cantado con el acompañamiento de una lira- sino también para referir sucesos, y no exclusivamente los fabulosos. Ello nos conduce a una incipiente ensayística, por ejemplo en La Teogonía de Hesíodo, escrita siete siglos antes de la era cristiana, un “ensayo” sobre el origen del mundo, que se suma a los 800 versos de Los Trabajos y los Días, del mismo autor, un extraordinario poema y, además, un tratado completo sobre agricultura (aunque no sea éste su mérito mayor).
En Occidente y con el paso del tiempo, la poesía se despojó en la mayoría de los casos de todo residuo teológico y se afirmó como género en sí mismo, dotado de una gran independencia y poseedor de una prolongada tradición propia, como dijimos, la más antigua –y la más desarrollada- de todas las que conforman la literatura.
La pregunta por el sentido de un género literario nunca proviene de quienes lo cultivan, sino de quienes lo observan, y aunque el poeta contemporáneo puede serlo y además ser un estudioso del mismo género que practica, no por ello la condición de inquietud respecto del fin último del género deja de ser, primeramente, exterior al objeto en torno al que se constituye la pregunta.
En épocas no tan lejanas como los tiempos de Hesíodo, como el siglo XVII o el XIX, por ejemplo, Shakespeare o Baudelaire no pensaron en el sentido de escribir poesía, sino que la escribieron sin más ni más. Posteriormente el avance del pensamiento lógico se extendió –felizmente, desde luego- hasta la indagación del sentido de todas las actividades del hombre y allí fue, entonces, que comenzamos a pensar en las cuestiones que tienen que ver con la posibilidad o no de ejercer ciertas y determinadas cualidades de la mente humana, cuando las circunstancias en que se originaron y desarrollaron han variado y hasta se ofrecen –real o aparentemente- como adversas a su continuidad. Por ejemplo, la posibilidad de escribir una ópera en 2007, cuando este género musical data de 1597, cuando el estreno de “Dafne”, por Jacopo Peri, ante un círculo de ilustres humanistas florentinos. ¿Ha envejecido la ópera como género musical? Posiblemente la respuesta es sí, y las razones muchas, pero ello no quita que haya gente que insista en el placer de escuchar ópera e inclusive lleve su empecinamiento hasta el inicuo acto de molestarse en ir a un teatro para asistir a su representación. Personas que coleccionan CDs y DVDs de ópera, que están suscriptas a revistas y boletines web que informan sobre ópera. Gente que mañana, cuando la holografía le permita montar los cuatro actos de “Carmen”, de Georges Bizet, en el living de su casa, lo hará y hasta invitará a sus amigos a esa función de fantasmas tecno.
Creo que el mundo que engendró la ópera y antes de ella a la poesía, cambió más en detrimento de la primera que de la segunda, porque en el caso de la poesía ésta se ha mostrado más permeable y efectiva para mostrar los cambios sucedidos en el espíritu humano que la ópera. Es decir, que ha podido absorber –como lo hizo ya durante toda su historia anterior- esas modificaciones ocurridas en aquello que es su origen y a la vez su destinatario: como gustaba decir Paul Eluard, “lo mejor de nosotros”.
Sugerida la posibilidad de que en el transcurso del corriente siglo la poesía sea capaz de asimilar y transformar en materia propia cuanto le siga sucediendo al hombre (como lo viene haciendo, por lo menos, desde hace 4 milenios), nos queda el enigma de sus posibilidades de expresión, que me animo a suponer que serán tan variadas como impensables. Del mismo modo que era inimaginable el escándalo Dadá en tiempos de Paul Verlaine, pero se produjo en Zurich apenas dos décadas después de su muerte. El mundo había cambiado y la expresión de la poesía también, pero hoy nadie puede negarle a las “Fiestas Galantes” del desgraciado Verlaine la misma condición de texto integrante de la tradición poética occidental que posee “La primera aventura celestial del señor Antipirina”, de Tristan Tzara.
Lo seguro es que cambiarán –como sucederá también para la música, la narrativa, la arquitectura, el cine, etcétera- obviamente el soporte y el formato tecnológico de la poesía. De hecho, el siglo incipiente ya nos lo muestra con el avance de los medios de que dispone la poesía contemporánea para llegar a lectores y autores. Internet se transformó en un aliado que hay que agradecer, pues permite que cualquier verso (sea un endecasílabo o un hexámetro, lo mismo da) pueda ser leído en cualquier sitio del mundo en segundos, desde que pulsamos “enviar”. Este mundo a recorrer por la poesía a través de medios mucho más veloces que las revistas impresas del siglo pasado, seguramente le brindará otras posibilidades, pero ya rompió los límites que imponían no sólo el tiempo y el espacio; también los lobbies de los mass-media que controlaban el acceso de los poetas al lector han sido lesionados por el avance tecnológico. Si antes un poeta no “existía” en tanto y en cuando no era adoptado por un lobby que controlaba la difusión de los textos a través de una publicación gráfica, la explosión de medios de llegar a lectores y autores por Internet ha despojado de buena parte de su poder a estas mutuales del pretendido “buen gusto” literario, erigido en razón primordial cuando no ha sido siempre otra cosa que un eufemismo para operar la restricción y el privilegio, no manejados por la calidad sino por la conveniencia. Yo nací entre ambas épocas y como muchos de mis mejores compañeros de generación, sé muy bien a qué me refiero.
Entonces, si la poesía puede ser que se adapte a representar los sucesos, cambios y transformaciones que se irán produciendo en el espíritu humano, en concordancia con los que tendrán lugar en el dilatado espacio/tiempo de este siglo que recién cuenta siete años, y además, algunos de esos cambios –los tecnológicos- es probable que todavía le proporcionen más y mejores medios de difusión que todos los anteriores… ¿no es nuestra época actual y lo serán las que la sigan en la secuencia futura, unos momentos muy interesantes para, precisamente, escribir poesía?
Me quedo con lo que dice un fragmento de “Contrabando”, ese bellísimo poema de Denise Levertov:

El árbol del conocimiento era también el de la razón.
Por eso es que probar de él
nos expulsó del Paraíso. Lo que teníamos que hacer con esa fruta
era secarla y molerla hasta obtener un polvo fino,
para después usarlo de a poco, igual que un condimento.
Probablemente el plan de Dios era mencionarnos más tarde
este nuevo placer.”


PÁGINA 15 – POESÍA ARGENTINA: SALTA 

FERNANDA AGÜERO 
(Salta-Salta-Argentina)

IV

Bar Madrid

Una mujer
trasmigra
con su vuelo
los blandos cuerpos
de la noche.
Hieren sus cristales
la carne,
embriaga los versos
que se cuelgan
de los techos
y en los agujeros
de los pensamientos.
Mira por sus ojos,
los de aquellos
que huyen
de la luz,
de los besos rutinarios,
de las flores muertas,
cotidianas.
Corroe con su aroma
de sexo maldecido
por las brujas
y deja que su vino
se vuelque en los bordes
de la eternidad.

HUGO FRANCISCO RIVELLA
(Rosario de la Frontera-Salta-Argentina)

YO, EL TORO

Canten.
Celebren que la Paz se oculta en las palabras.
Yo estuve en las milicias combatiendo, fui partisano, rana, ruido,
trinchera, banco de pruebas y anarquista.
Tengo a España en la piel, soy su alarido.
La ternura corriendo entre las moras.
Soy en el Mediterráneo una isla hacia donde fugan los abismos.
Fui la Guerra Civil y fui sus muertos caídos sobre la cruz de
un Cristo enfermo.
Soy Guernica, la sombra y el camino que recorren los ojos de mi
madre,
Las manos de Segovia, su guitarra, la Alhambra,
ritmo flamenco que enciende el mástil de las barcas pesqueras,
el tatuaje marino, las nalgas de Rosario,
el Duero con la sangre del niño asesinado y el vino, vino tinto,
vino y partida y vino sentimiento, el ángel de las uvas,
su secreto de lluvia, los poemas de Góngora y Quevedo,
la saeta, el milagro del ciego con su piel dolorida
y los pies del cansancio cubriéndose los pájaros.
.
Soy Yo,
El Toro,
un corazón de espejo agonizando.

LUCRECIA COSCIO
(Salta-Salta-Argentina)

VI

...Una boca menos en la tierra ,
en el cielo un ángel más. Galeano E.

Beberemos
de la copa de la certeza.
estacados al estómago
de Aquiles
¿Si nos ahogáramos?
De tanta vereda
de cartón corrugado
entre Teatro y Teatro

Asediando los portones
de la ciudad del silencio,
detrás de los ángeles de las navidades,
las gárgolas de las madrugadas.
Nuestros hermanos, nuestras madres,
nuestros hijos
Nosotros
escarbando
los tachitos del calma

CARLOS JUÁREZ ALDAZABAL
(Salta-Salta-Argentina)

TRILOBITES

Si es por tragedia, alguien debería
contar la historia de los trilobites,
animales marinos condenados a fósiles,
a que nadie humedezca sus mañanas
ni recuerde la razón de los abismos.

Pero no se trata de escribir lo que se sabe.

Aquí la tragedia es no poder despedirse,
no poder desear buena ventura,
un “que te vaya bien, que todo amaine”.

No se conocen las rutas de la muerte
ni los designios del azar que transforman los restos.

No se conoce el rumbo, ni el color, ni la forma.

Sólo sabemos lo que supura el ojo,
y líquido por líquido, ojo por ojo,
es la tragedia la que decora el cuadro:
caminata torcida para subir un cerro
con fósiles marinos creciendo en sus cornisas.

Un caprichoso adiós, que ya no importa.

LUCILA LASTERO
(Salta-Salta-Argentina)

ESCRIBIR

Ser genuino
quedarse sin piel
sentir golpes de humo
o decir las mentiras más ciertas.

Necesidad de nacerse a uno mismo
para no fraguar
para inventar la eternidad de los instantes
                    (o  para ser dicho simplemente)
para tapar las soberbias con tinta
y esconder los fracasos tras las vueltas de alas
                    de un libro jamás escuchado.

Escribir.
Escribir la escritura
manchada de sangre y tiempo
siempre cubierta de olvido
de sinsentidos de nada
pero semánticamente
eterna sublime
o algo parecido a todo lo que importa
o mejor sí
yo tal vez puedo
y la muerte quizás así demore
y cuando llegue
no mate tanto.

DARIO VILLALBA
(Salta-Salta-Argentina)

MANO

La separación

Por más que me estire
no llego
a mi mano derecha
No por una inconstancia en el movimiento
no siquiera hay
una carencia coordinativa
Simplemente
me he salido de ella
Le soy ajeno
y en esta rotura
salimos a la calle
mientras
el sol alarga la sombra
de esta batalla sin sangre.


PÁGINA 16 –  NARRATIVA

ÁNGEL BALZARINO
(Rafaela-Santa Fe-Argentina)

LOS  VERDUGOS

-¿Se ve algo?
-No.
-Tal vez no vendrá hoy.
-Nunca falla.  Ya debe estar por llegar.
Las palabras, proferidas en tono apenas audible, trasuntaban el estado de impaciencia y nerviosidad que embargaba a los cuatro hombres que, abroquelados en el hueco de una casa, permanecían quietos, los ojos clavados en la calle oscura y desierta, fuertemente cerradas las manos en los puñales disimulados entre la ropa.

(Una ráfaga de pujanza y legítimo orgullo lo invadió cuando, erguido en la litera llevada por sus hombres a paso lento, penetró en la plaza de Caxamarca y advirtió que todos los ojos se clavaban en él.  Aquí estoy.  Sin asomo de miedo ni vacilación. Hubiera querido gritar que ostentaba el título de emperador del magnífico y poderoso imperio incaico y estaba acostumbrado a enfrentar cualquier obstáculo y dificultad.  Como el hecho de encontrarse allí, con una reducida escolta, para entrevistarse con los hombres llegados de tierras remotas.  El intento por alcanzar la paz y la concordia revelaba sin duda una actitud precavida, plena de respeto, admiración y aun temor, en procura de evitar cualquier enfrentamiento en el territorio donde él contaba con toda la fuerza y autoridad.
Cuando   detuvieron   la  litera  en  el  centro  de la plaza,  uno de los extranjeros se le acercó.  A pasos torpes debido a la gordura fofa, con una gran cruz de madera colgada del cuello, sosteniendo en las manos una especie de caja, voluminosa, forrada de cuero.  Entonces la sorpresa se transformó en desagrado y, por último, en furor descontrolado, tanto por el tono de la voz como por el sentido de las palabras que le iban traduciendo en su lengua.  De pronto comprendió el propósito de los visitantes.  Someterlos, en una postura altiva y exigente, más que lograr el establecimiento de un estado de unión y amistad.  Como si fueran los dueños absolutos de todo el imperio y no ellos, sus hermanos de sangre, los hombres y mujeres nacidos allí y que, a través de generación en generación, aportaron su lucha y afecto y sacrificio para resguardarlo de cualquier peligro.  El hombre amenazó con declarar la guerra y tomar sus bienes y provocar los mayores males si no aceptaba el requerimiento de reconocer a la Iglesia por señora y superiora del universo, y al Sumo Pontífice en su nombre, y al Rey y a la Reina de España como superiores y señores de esas tierras.  A modo de corolario, lo instó a colocar una mano sobre la caja y jurar un compromiso de fidelidad y obediencia.
-¡No! -lo apartó con gesto brusco y rabioso- ¡Jamás!
La perplejidad e indignación enrojecieron el rostro del hombre gordo.  Comenzó a mover los brazos y proferir gritos desaforados, como expresión de repudio o más bien en urgente pedido de ayuda.
Abruptamente quedó revelado el engaño, la burla, el subrepticio ataque preparado por los invasores.  Al surgir las figuras.  Numerosas.  Incontenibles. Demoledoras.  Cubriendo la plaza desde todos los rincones.  Y muy pronto el primer estampido quebró la quietud de la tarde soleada.)

Al trasponer la puerta, observó el habitual panorama de todas las noches: el carruaje, los soldados que formaban guardia, la soledad de la calle.  Aspirando el aire que atenuaba un poco el intenso calor, ascendió al vehículo.  Sí.  Amo y señor de hombres y haciendas.  El que dispone y ordena.  Recostado en el asiento, sintió el deseo de lanzar una carcajada plena de satisfacción al imaginar lo que le esperaba: los amigos reunidos en el salón del Palacio; la comida sabrosa y abundante, acompañada con vinos especialmente elegidos; la charla salpicada con divertidas bromas; la compañía de una mujer para aplacar las urgencias del cuerpo.  El recreo que podía disfrutar cada noche resultaba el premio cosechado tras la exitosa expedición al Perú. Pocos creyeron que podría hacerlo.  Como si no hubiera tenido cojones para someter a unos indios miserables y extraer todos los tesoros de aquellas tierras.  Constituía una forma de cobrarse los esfuerzos, el acoso del hambre y las enfermedades, el desdén y la falta de apoyo que habían jalonado la ardua campaña a través de la cual se propuso no sólo conquistar gloria y riqueza, sino también llevar a cabo un desafío.  Audaz.  Irresistible.  Lo hice.  Fui y aplasté a esos indígenas y volví con un cargamento de joyas y oro como ningún conquistador pudo hacerlo jamás.  Por eso ahora, regocijado, sólo deseaba recoger los frutos de su hazaña.
(Engañado.  Como  un  pájaro  cayendo  inocentemente  en la trampa artera, preparada con cuidado y alevosía.  Sin tener la menor posibilidad de evitarla, de esgrimir una defensa.  Y ahora, encerrado entre cuatro paredes desnudas e inviolables, lo golpeaba sin piedad el recuerdo de la infernal escena vivida en la plaza de Caxamarca, con el remordimiento nacido del error, la improvisación o excesiva confianza con que había actuado ante los visitantes, sin presentir que, tras la apariencia de alcanzar una relación fraterna y pacífica, veladamente estaban maquinando la traición.  Fulminante.  Despiadada. Haber visto caer a hombres y mujeres de su pueblo por el disparo de los arcabuces y el accionar de las espadas y la carga briosa e incontenible de los caballos, le dejó un sabor amargo, la persistencia de una culpa que agigantaba el dolor, la furia, el resentimiento. Vengar la sangre de ellos.  Hacer algo para proteger a mi pueblo antes de que sea completamente destruido.  Rápidamente.  No sólo para demostrar el poder del imperio incaico, sino también como una obligación o deber hacia quienes acataban fieles y obedientes cada uno de sus mandatos. Les haré pagar caro la muerte de mi gente.  Se arrepentirán para siempre de haber pisado nuestras tierras.  Y arrebatado por ese propósito, marchaba por la celda, incapaz de alcanzar un momento de sosiego y alivio.  Días y días.  Hasta que decidió efectuar una propuesta al jefe de los extranjeros.  Deslumbrante.  Casi increíble.  Comprar la anhelada libertad por todo el oro y plata que podía contener la pieza donde estaba encerrado.  Notó el brillo de la codicia y el goce en los rostros de sus enemigos.  Sin disimulo. Después, mientras llegaban desde todos los pueblos y montañas y más apartados rincones del imperio los preciados objetos que iban a representar su salvación, se dedicó a planear con ardor y meticulosidad el modo de concretar la venganza.  Estas tierras son nuestras.  El legado más valioso de nuestros antepasados.  Y no permitiré que nadie nos eche de aquí.  Obsedido por esa idea, esperó -sin tregua, consumido por la impaciencia, con odio creciente- el momento de ejercer plenamente los atributos que le confería ser emperador de los incas.)

-Ya parece inútil seguir esperando.
-No debe tardar.  Viene todas las noches. 
-A lo mejor hoy cambió de idea.
El  tedio  de  la   espera   impuso    poco   a  poco  un clima de malhumor y desmoralización entre los hombres.  Abandonando la actitud cautelosa que los había mantenido apretujados junto a la pared, comenzaron a hablar con voz más fuerte y dar pasos cortos y nerviosos.
-Tendríamos que haber ido a...
-¡Silencio! ¡Escuchen!
Los cascos de caballos desalojaron la quietud de la calle.
-Sí.  Ahí viene el carruaje. ¡Prepárense!
(No.   No.   Quemante,   el   grito.   Provocado   por   el   estupor,   la indignación, el sentido de absoluta impotencia cuando los otros decidieron quebrar de manera abrupta el acuerdo establecido para recuperar su libertad.  Por segunda vez tuvo la certeza de sufrir una burla cruel, de ser pisoteado como un mísero insecto.  Al resultar claro que no estaban dispuestos a cumplir lo prometido.  Poco antes de vencer el plazo de dos meses para llenar la pieza de oro y plata, inventaron una siniestra artimaña.  Feroces.  Implacables.  No quisieron correr el riesgo de que me pusiera al frente de mi pueblo para echarlos de nuestras tierras.  Entonces lo acusaron de traidor, de estar preparando una conspiración, de rendir culto a dioses falsos.  Como si aislado en la celda pudiera hacer otra cosa que dar pasos en círculo o lastimarse los puños golpeando impotente las paredes o sentir el peso lacerante de la soledad.  Sometido a un juicio vilmente preparado, incapaz de articular la menor defensa, con los hombres y mujeres de su raza masacrados sin piedad por los visitantes, comprendió que estaba condenado de antemano.  Sí.  Ofrecerles diez o cien piezas como ésta llenas de oro también habría sido inútil.  Sólo les interesa mi sangre. El trofeo más importante de la conquista.  Y lo abatió el sentido de la derrota, no tanto por él, sino por su pueblo, por los queridos hermanos que siempre le dieron muestras de lealtad y confianza.  Sin poder hacer nada para salvarlos de la esclavitud y la muerte.  Y aunque presentía que una sombra ignominiosa iba a caer sobre el imperio afanosamente construido a lo largo de tantos años, no quiso otorgarles a sus enemigos el placer de verlo flaquear.  No. Firme, hierático, casi desafiante enfrentó el suplicio.)
Permaneció recostado en el asiento mientras el carruaje efectuaba el habitual recorrido, como si necesitara un breve reposo antes de gozar, con pasión e intensidad, las largas horas de holgura que le deparaba cada noche.  Sí.  Un merecido premio.  Reconfortado.  Queriendo paladear cada segundo del halo de prestigio y gloria que había empezado a cosechar después de la triunfal campaña al Perú.
Bruscamente  se   desvaneció    la   zona    de    placidez   y regocijo.  Una ráfaga de sorpresa, desconcierto, aun miedo, lo paralizó al detenerse el vehículo y percibir palabras entrecortadas y algunos golpes secos y contundentes.  No pudo definir cuánto demoró en reaccionar.  Vacilante abrió la portezuela.  Al descender notó algunas siluetas movilizándose en la oscuridad de la calle.
-¡Marqués Francisco Pizarro!
La voz tuvo un acento lejanamente familiar.  Creyó ser acosado por sombras del pasado.  Impetuosas.  Abrumadoras.
-Sí. ¿Quién me...?
No pudo continuar.  Figuras indefinidas cayeron sobre él.  Silenciosas. Inmovilizándolo.  Con decisión y vigor.
Entonces sintió el frío acero en la garganta.


PÁGINA 17 – POESÍA ARGENTINA: JUJUY

MARTHA CÓRDOBA
(Tilcara-Jujuy-Argentina)

DESAMOR

cree estar en el mar
mas la quebrada dice
no
con un guiño

un pedido de viento al sur
desesperanzado

grita no
 
y se retuerce
de aire frío
sin amante

porque es así el destino

ondular donde quiere

SUSANA QUIROGA
(San Salvador-Jujuy-Argentina)

LA AMANTE

“Vuelve a menudo y tómame, de noche,
cuando los labios y la piel recuerdan...”
Konstantinos Kavafis

ella se ignora
sus manos espantan la memoria
a hurtadillas percibe un reflejo
que late en el fondo de los huesos
cierra los ojos
frente al espejo
sólo queda en pie la amante
despertada
en el abismo de la noche
deshilando
estrellas

REYNALDO CASTRO
(San Pedro-Jujuy-Argentina)

.DICEN QUE MI MADRE

“Las manos de mi madre parecen pájaros en el aire”
Peteco Carabajal

I

Dicen que mi madre acumuló tantas injusticias
que cuando yo nací su cuerpo vibró
igual que cuando alguien acciona un fusil
pero basta ya de comparaciones
con las manos vacías ella apuntó hacia donde más le duele al enemigo
el rencor que la envolvía
no le impidió florecer una estrategia acelerada:
en un tiempo que exige mercenarios engendró un poeta

PAULA BONAVITA
(Humahuaca-Jujuy-Argentina)

DESPUÉS DE TODO

Después de todo
el tiempo no es
una línea tan delgada
ni una fiesta
con pocos invitados.
Es esta melaza verde
de estos días
ese silencio hueco
y el ritmo casi métrico
de mis palabras
en el cuaderno.

ROMINA CAZÓN
(San Pedro-Jujuy-Argentina)

II

Yo estoy en donde no estoy.
Finjo un lugar para mí:
uñas postizas, pintalabios,
cremas y una camisa.
Yo no soy la que era:
traigo alas de plomo
y la lengua de papel.
En el párpado tengo el recuerdo
de una vieja que se agita con el aire.
Vivo aparentando los años
en un cuerpo muy joven,
aquí donde la lluvia se mete
a fluir con la sangre.

RICARDO GUILLERMO GUZMÁN
(San Salvador-Jujuy-Argentina)

GREGOR SAMSA

Pudo ser
un niño expósito.
Tropezó
con ruidos de lápidas.
A pesar
de las advertencias,
como tanto
ladrón de escombros,
en
un momento inoportuno
abrió su corazón.
Sólo era capaz
de pequeñas descortesías.
Insensato,
por falta de evidencias
trasvestió en cucaracha.


PÁGINA  18 – NARRATIVA

LUIS MIGUEL RIVAS

(Cartago-Valle del Cauca-Colombia)


DIÁLOGO JUNTO A UNA CANECA


Dos hombres se encuentran al lado de la caneca de basura que hay en mitad de la cuadra. Uno acaba de llegar con la bolsa en la mano para arrojarla y el otro se dispone a escarbar en la caneca. Casi chocan al inclinarse.
- Bien pueda – dice el hombre que va a botar la bolsa.
- No, proceda usted primero porque yo me demoro –contesta el que va a escarbar.
- No, por favor –dice el primero- usted está más necesitado.
- No, tranquilo, proceda usted que se ve más necesitado que yo.
El primer hombre se extraña, mira su indumentaria para comprobar si salió muy mal trajeado a la calle. Tiene chanclas, pantaloneta y la camiseta con algún rotico. Pero no considera que sea para verse muy necesitado. Se ofende un poco. Mira al primer hombre que lo mira mirarse.
- ¿Por qué lo dice?
- Se le ve que necesita salir rápido de esta situación tan incómoda.
Al primer hombre, que siempre se ha considerado una persona sin prejuicios, progresista y con marcada conciencia social, le molesta sentirse juzgado desde el prejuicio.
- ¿Y por qué habría de ser una situación incómoda?
- ¿Es que acaso le gusta el olor de la basura?
- Pues no, claro que no, pero usted llegó primero que yo y creo tiene derecho a hacer lo que vaya a hacer en primer término; y luego, cuando deje el espacio libre, yo puedo tirar mi basura.
- Ya le dije que me demoro.
- Ya le dije que yo puedo esperar- dice el primer hombre con enfática sequedad.
- ¿Está seguro de que no le molesta el olor?
- A decir verdad sí, un poco, pero lo justo es lo justo y usted estaba primero.
- Tiene razón, pero me da un poco de pena con usted, porque yo estoy más acostumbrado a estos efluvios y puedo soportarlos, pero usted…
- ¿Yo qué? – dice el primer hombre, herido en su orgullo de persona sensible a las necesidades de los necesitados.
- No, disculpe, no es para que se ofenda, es sólo que veo que usted…
- ¿Qué ve, qué ve? ¿Qué está queriendo insinuar? –interrumpe el primer hombre.
- Nada, solo que a usted le debe incomodar.
- Ya le dije que no me incomoda. Estoy por pensar que el que está incómodo es otro. ¿Acaso le molesta mi presencia? – reclama, indignado, el primer hombre.
- No es tanto que me incomode, sino que no estoy acostumbrado a buscar comida en la caneca con alguien esperando a mi lado – aclara el segundo hombre buscando resarcir la susceptibilidad herida.
- ¿Ah sí? Eso si no se lo creo– dice el primer hombre con el aire suficiente de quien descubre en falta a otro- Entonces cuando coinciden dos de ustedes para buscar comida y uno llegó antes que el otro ¿qué hacen?
- ¿Dos de “ustedes”? ¿A qué se refiere con dos de “ustedes”? –dice el segundo hombre tomando la posta de la indignación.
- Pues a lo que oye: dos de ustedes –el primer hombre se interrumpe, duda, y se explica- pero no me malentienda, no quiero decir…
- ¿O sea que hay un “nosotros” y un “ustedes”? –interrumpe ahora el segundo hombre- ¿Ustedes entre ustedes mismos se llaman “nosotros” y nos ven a nosotros como los “ustedes”? y ahora dígame: ¿Quiénes somos nosotros para ustedes?
El segundo hombre se queda reflexionando un momento. Recupera la frase entera del diálogo del mismo modo que el lector habrá tenido que releerla y por fin la entiende. Decide que sólo se trata de un juego de palabras con el que “el otro” quiere poner en cuestión su sincero progresismo.
- Mire, no se me haga el vivo. Cuando digo “ustedes” no estoy haciendo ningún tipo de discriminación, si es lo que maliciosamente quiere insinuar. Solo me estoy refiriendo a que hay personas que buscan comida en las canecas de basura y otras que no. En este caso yo, por razones de la suerte, del destino, de la auto superación, por capricho del autor o por lo que sea, soy el que bota la basura y por tanto no soy parte de su “nosotros”. Es simple, no hay ningún juicio de valor en eso. Hablo sólo de personas que ejercen una actividad y de otras que no.
- Ummmm
- Pero aclarado este asunto volvamos a la pregunta para que vayamos solucionando este problemita de una vez: cuando coinciden dos de ustedes en la misma caneca para buscar comida ¿qué hacen entonces?
El segundo hombre mira fijo al primero, piensa un momento, como recordando.
- Simplemente uno de los dos se va a buscar otra caneca. Hay muchas en la ciudad.
El primer hombre mira al segundo que lo mira impasible sin moverse de su sitio.
- ¿Me está insinuado que me vaya a buscar otra caneca para botar mi basura?
- No lo había pensado de esa manera, pero no me parece una mala idea.
- Pues no señor- dice el primer hombre con actitud de no poderlo creer-¿Me está echando de mi propia cuadra?
- Yo no he dicho eso… –empieza a decir el segundo hombre, se interrumpe, piensa un poco y luego continúa- …pero la próxima caneca está cerca. A una cuadra precisamente.
- Sí, ya lo sé, pero tengo que decirle que así como usted llegó primero a esta caneca yo llegué mucho antes que usted a esta cuadra. De hecho es la primera vez que lo veo.
- Yo vengo por aquí hace mucho tiempo, lo que puede haber ocurrido es que siempre paso en horas distintas a las que usted escoge para salir a botar la basura. Que no me haya visto no quiere decir que no hubiera existido.
El primer hombre mira desconfiado.
- ¿Y desde cuando viene por aquí? A ver…
- Desde hace unos tres años.
- Ahí lo tiene: yo vivo en este barrio hace cinco.
- Bueno.
- ¿Bueno qué?
- Que me parece bien que viva aquí hace cinco años, pero eso no quiere decir que sea el dueño del barrio.
- Y usted tampoco es el dueño de la caneca.
- Está bien –dice el segundo hombre, cansado- entonces bote primero la basura, se va a su casa y yo me quedo buscando comida y sanseacabó.
- ¿Así de fácil quiere acabar el asunto? ¿Me quiere además decir lo que tengo que hacer?
El hombre que quiere buscar comida hace un gesto de hartazgo.
- Bahh- dice como espantando moscas con la mano y da vuelta para irse.
- Un momento. Usted a mí me respeta – vocifera el primer hombre interponiéndose en su camino.
- Yo no estoy irrespetando a nadie.
- Sí señor, me está ignorando.
- ¿Ignorando a quién?
El primer hombre levanta la bolsa de la basura a la altura de la cabeza del segundo pero detiene el acto a mitad de camino. Las aletas de la nariz del segundo hombre se mueven, olisquean un descubrimiento.
- Huele a carne horneada.
El primer hombre mira su mano agarrando la bolsa. La baja.
- Sí, son las sobras de la comida de anoche –contesta.
- ¿Y qué tal si usted me regala su bolsa? – dice el segundo hombre.
El primer hombre se contraría.
- No, cómo se le ocurre. Eso sería tranquilizar mi consciencia regalando las sobras.
El segundo hombre reflexiona, mueve la cabeza arriba y abajo.
- Sí, comprendo –mira en silencio a los techos de las casas y se le ocurre una idea- ¿Y qué tal si me da plata?
- No tengo -se apresura el primer hombre- o a decir verdad… sí tengo algo, pero es la plata de las cuotas de…
- Sí, tiene razón – interrumpe el segundo hombre cayendo en cuenta de su error.
Se quedan en silencio unos segundos. El primero se siente mal. Luego de discutir consigo mismo se manda la mano al bolsillo de la pantaloneta y saca la billetera. Habla como si hubiera sido herido.
- Pero vea –saca unos billetes y los extiende- voy a sacrificar las cuotas, después veré qué hago…
El segundo hombre mira el gesto de expósito del primer hombre con los billetes en la mano.
- No, disculpe, pero no puedo aceptarlo. En ese caso sería yo quien se sentiría mal.
El primer hombre vuelve a guardar los billetes. Se quedan en silencio evitándose las miradas.
- ¿Sabe qué? Creo que ya no tengo hambre de las cosas de esta caneca –dice al cabo el segundo hombre- mejor me voy a otra cuadra.
- ¿Y sabe qué? A mí se me quitaron las ganas de botar la basura en esta caneca – dice el primer hombre para no quedarse atrás.
- Bueno, adiós, que tenga usted un buen día- dice el segundo y sale hacia la izquierda.
- Lo mismo para usted. Mucha suerte en sus cosas – contesta el primer hombre con una reverencia y arranca en dirección contraria, hacia la cuadra siguiente donde hay otra caneca.


PÁGINA 19 – POESÍA  AMERICANA: HONDURAS

RUBÉN IZAGUIRRE
(Tegucigalpa-Honduras) 

VIII

Ya para dormir,
Rubén se ha puesto sus sueños
sobre la cama y, muy serio,
me ha dicho:

Papá, cuídelos, que nadie me los toque,
mire que aún no los termino.
Yo, ya vengo, solo voy a tomar
un poco de agua,
porque esta noche
les he prometido
llevarlos a conocer el mar.

WALDINA MEJIA
(Tegucigalpa-Honduras)

ABUELA

Madre soltera adolescente en la noche del tiempo
hija del campo pobre y laborioso
semialfabeta por milagro
en un lugar y época en que las mujeres debían aprender
únicamente
los oficios domésticos.

Apenas sobrepasaba la miseria
con su oficio de yerbera partera mortajera cocinera costurera . tamalera tortillera lavandera/
juntando centavo tras centavo
en su puño apretado
que no se permitió ningún pequeño gusto
para tener segura
la tortilla de cada día de sus hijos.
Mas tuvo que correr demasiado y sin tregua
con sus pobres recursos de madre soltera
adolescente y semianalfabeta/
y olvidó
vivir.

Ahora paralizan su forzada carrera
dolores incansables de los huesos y el alma,
voltea
se examina por dentro
sopesa el recorrido
recuenta los momentos que dejó de vivir
por emplumar la dicha de los hijos y nietos;
observa que no tuvo que ser por fuerza así
que tal vez debió aflojar un poco el puño
que tal vez debió escuchar la vez que el amor
llamaba nuevamente
que tal vez no debió purgar su vida entera
el pecado
de ser madre soltera
en una época en que la mujer tenía el único derecho
de autosacrificarse por los hijos.

Ahora
se le olvidan las cosas
se pierde a la vuelta de la cuadra
no mira bien, no quiere usar anteojos
no acepta que necesita ayuda,
reniega con frecuencia
se enoja de repente
y acribilla con las mismas historias sobre la ingratitud
de su familia y de su hijo
-con quien ella esperaba vivir en su vejez-
a todo aquél que tenga las orejas a tiro.
Ahora tiene un tumor de soledad
tan enorme
que es insufrible a veces.
Pero es la abuela
la mujer que nos cuidaba cuando mi madre
andaba en la rebusca/
la persona que dejó de vivir
por emplumar la vida de su hijo y sus nietos
el ser humano que nos salvó en la parte más dura
de mi historia
cuando yo era también madre soltera y no tenía
quien velara el delicada fuego de mi hijo
mientras yo andaba en el trabajo
en la rebusca del alimento y de la dignidad
que como ella no he transado jamás;
y cómo no quererla con todo y sus defectos
cómo no proponerle que viva en mi casa con mis hijos
aunque sepa que es imposible algunas veces,
cómo no desear llevarla conmigo a todas partes
como se lleva un pajarito frágil y tiritante,
cerca del corazón,
para que se desinflame el enorme tumor de soledad
que me le amarga la felicidad que ahora podría cosechar
si aceptara
que ya no hay marcha atrás
que no vivió su juventud
que el tiempo se le va
pero que tiene aún por qué vivir
y que, a pesar de sus defectos y los nuestros,
donde esté la acompaña
nuestro amor.

JUANA PAVÓN 
(San Marcos de Colón-Choluteca-Honduras)

TEGUCIGALPA

Tegucigalpa de barro y humo
fauna humana enloquecida
Tegucigalpa sin canteras
de misteriosas callejas
y de balcones sin flores
puentes de ida y vuelta
al más allá de lo inevitable
con sus remedos de ríos
que apenas ruedan al mar
Tegucigalpa marginada y rota
Tegucigalpa de privilegios
contraste de mis contrastes
depósito de miseria y lágrimas
arrastrando mi tristeza
en esas calles ya conocidas
mil y mil veces recorridas
capital de la ignominia
de la estúpida política
capital de mis enredos
del amor y el desamor
Tegucigalpa conmigo
Tegucigalpa contigo
ciudad mía pero ajena
ciudad de nadie pero amada
dejaste cicatrices
en un cuerpo otrora hermoso
otrora limpio
ahora viejo
cuando te adopté conmigo
fue tu prioridad
atrapar mis pies vagabundos
cortar mis alas
y transformar mi vivir intenso
en esta loca sedentaria
sola solita sola
pero no cortaste mis manos
para escribirte

FABRICIO ESTRADA
(Sabanagrande-Francisco Morazán-Honduras)

POEMA QUE LA MUERTE ESPERA

Nada es para siempre,
aceptémoslo,
Lo eterno se inventa
para no vernos acabados.
Nada dura más tiempo que una vida,
sólo las aves creen que el planeta es infinito,
sin imaginar que su vuelo
es inferior al de los astros
y que estos, a la vez,
un día se opacan
y surcan vacíos el silencio
como el corazón de un hombre
que ha dejado de amar.
Por ello, cuando sé
que el amor es el primero en morir,
no dejo de sentir una extraña alegría,
saco una silla al patio
y entre las flores,
dejo a los gatos atrapar
y matar mariposas
en su juego.

FRANCESCA RANDAZZO
(Tegucigalpa-Honduras)

AMANECE

doloroso en mi garganta.
El sol despunta entre las piernas,
nublado y seco.
Alguien busca, tropieza,
intuye detrás del vidrio.
Voces se pasean por mi ropa,
una mano las sacude;
mis pies ya no están,
trato de recordar la puerta que no atravesaron.
Pruebo dar un paso
pero sólo mis ojos avanzan y encuentran el miedo.

REBECCA BECERRA LANZA
(Tegucigalpa-Honduras)

SILUETAS

Todos caminan apresurados
sin tiempo para las aceras
y los parques

No olvidan porque no han vivido pasan...
como un simple viento de muerte.


PÁGINA 20 – ENSAYO

DANIEL FREIDEMBERG

(Resistencia-Chaco-Argentina)

LIBERAR LA LENGUA POÉTICA


La verdad es que a Juan Gelman, por muchos motivos, se le puede reconocer una importancia poética que muy pocos alcanzaron en toda la poesía en español. Un aspecto es que de Gelman se puede decir que liberó a la lengua poética, le permitió hacer sus propias búsquedas en función de sus propias necesidades y de una manera muy personal, que es muy argentina también. Por otro lado, la otra característica es la actitud de búsqueda permanente de salir a encontrar algo siempre; el decía que a la poesía nunca se la alcanza, porque la poesía es un misterio y eso lleva al poeta a romper con lo que se está haciendo y a ir hacia otras cosas, lo que lo lleva a hacer una poesía más jugada, a andar por caminos insospechados.
Esa actitud jugada la tuvo en la vida y en la poesía. Y eso, en la poesía, la volvía política aun en los poemas que no eran de temática política. Aunque también lo llevaba a incluir lo político, claro. Y en su condición humana, Juan era una de las personas más educadas, amables y gentiles que conocí en mi vida. Tenía un trato sobriamente afectuoso, lo que lo volvía un tipo seductor, daban ganas de estar con él al mismo tiempo que imponía respeto, pero siempre encontraba la manera de romper la solemnidad con algún gesto de humor, alguna frasecita. Al mismo tiempo que podía ser muy duro y muy irónico, cuando la situación lo ameritaba. Era muy inteligente y apasionado, pero capaz de mirar las cosas con distancia. Para mí, un libro clave de él, donde rompe con toda la poesía que venía haciendo y pasa a hacer algo totalmente nuevo, por lugares donde nadie pudo ir, es Cólera Buey, pero particularmente la que más me gusta es su poesía más difícil, la más desafiante, que hizo en los últimos diez o quince años. Y cada libro me gustó más: creo que su último libro, Hoy, reclama un lector capaz de jugarse tanto como el autor para leerlo, para encarar la aventura espiritual que propone.


PÁGINA 21 – POESÍA AMERICANA:CUBA 

NANCY MOREJÓN 
(La Habana-Cuba)

UN ECO DE UN ECO

Nada más que una marimba,
un guasá, un bombo
y la astilla de un grito
para poner el cielo
al nivel de mis pies.

Sube un temblor
asentado
en la raíz misma
de mi ancestro.

DOMINGO ALFONSO 
(Jovellanos-Matanzas-Cuba)

ME CONVIERTO EN VÍCTIMA Y EN VERDUGO

Ha sucedido que yo
inquiero sobre mí mismo,
paso a auscultarme cuidadosamente
del último cabello a la planta de los pies
y me encuentro culpable de traición a mi propia per
sona.
Vamos a formar el tribunal,
este individuo será castigado,
quemado en la hoguera si es preciso.
Miro su cuello, sus tetillas, sus nalgas y sus test
ículos;
no tiene justificación;
ni sus ojos indudablemente feos,
ni su diente partido, ni tampoco su corazón
podrán librarlo de la pena máxima.
Yo mismo me erijo en fiscal,
pronuncio el auto condenatorio
que será recibido con júbilo por el procesado.
Doy este paso trascendental:
Me convierto en juez, en víctima y en verdugo

ODETTE ALONSO 
(Santiago de Cuba-Cuba)

LOS AMANTES DE POMPEYA

La luna era distinta hace un segundo
te iluminaba
entraba por la hendija como un sorbo.
Moriremos de amor amiga mía
presiento que un tropel desciende de las cumbres
siento su oleada tibia presionando mi espalda.
Moriremos de amor
todos los vientos llegan como una manotada
y yo cubro tu cuerpo lo incorporo
quiero aliviarme en ti.
Hace un segundo la luna era distinta
y no había ese susto en tu mirada.
Algo nos viene encima
ese sordo rumor es un presagio.
Cierra los ojos pronto amiga mía.
Es el amor que llega.

ROBERTO FERNÁNDEZ RETAMAR 
(La Habana-Cuba)

CON LA FORASTERA

Pues no tendrán en común ni un idioma
(No digamos una ciudad, un hogar, un hijo),
Ni siquiera esas canciones, esos sitios,
Esos olores que acaso sólo nos parecen hermosos porque
nos recuerdan un recuerdo,
Porque nos recuerdan a nosotros mismos, y quizá lo que
llamamos belleza
No sea sino la terca persistencia del ser más allá de sí mismo,
Más allá de su lugar y su tiempo, como la luz de un astro
hace siglos apagado.
Pero astros sí tendrán en común. Al levantar los ojos
No habrá en el cielo país extranjero.
Aquellas estrellas son estas mismas estrellas,
No distan más de esa ciudad lejana que de ésta.
Aquellas montañas y este mar les son igualmente familiares
O igualmente extraños.
Y también unas desperdigadas horas de febrero
pertenecientes para siempre
Al insaciable pasado.

CARIDAD ATENCIO
(La Habana-Cuba)

He querido procurarme
un resto de placer
de acuerdo
 al dolor que experimento.
He querido
poner mi corazón
 bajo mi mano
.
No sé si al amado
 se le teje un lugar
que lo sostiene
o una concibe
el sitio
donde
con puntadas brutales
es labrada.
La fijación, el punto
donde tus ideas
conciben
un lógico espacio
del que te desalojan
sin poder
abandonarlo nunca.

REINA MARÍA RODRÍGUEZ 
(La Habana-Cuba)

MIEDO

Miedo
ese ser raro que yace y no sabe por qué tiembla
ese ser que no aprende
ese fantasma con sus empobrecidas nebulosas
ese espejo sin forma ni rostro donde habito
llevaba muchos años esperándote
llevaba mucho tiempo perdido por el mundo.
a veces
no puedo sentir      
estoy cansada de las pequeñas revoluciones de
la imaginación
de los consejos y las apelaciones.
sentada sobre el miedo de correr
podrás encontrarme
pero no me hagas más realidad que
transparencia.
estoy cansada de los llantos y los golpes
sin sentido
dónde quieres que esconda mis crueldades.
yo también traigo mentiras
y es muy difícil ser una mujer
y es muy difícil hacer la poesía
tengo miedo de la anestesia que nos corta
los sueños
no quiero visitar los hospitales
donde se pudre y nace
la calidad humana.
tengo un miedo feroz contra la vida.
yo quería hacerme una casa
donde meter toda la gente
todos los vagabundos de mi pecho
sus alrededores y lejanías.
busqué los precios de infinito y de la multitud quise comprarlos.

pero en el mercado del amor había subastas
créditos.

es mejor que duermas ya
que te quedes dormido
que sueñes con otra mujer que no ha sido violada
que no ha padecido
y te dice que sí
que mira y no se azora
que vive y que no grita
yo tengo miedo
y no sé quererte muchas veces.


PÁGINA 22 – NARRATIVA

AMANDA PEDROZO
(Asunción-Paraguay)

KURUPÍ

A sus quince años tenía una sabiduría que se podía oler a la legua. Era como si desde sus ojos otra persona más adulta temblara su experiencia que desmentía esa carita flaca, con la panza hinchada de bicho. Abuela Esperanza no la podía ver: El diablo andaba por la casa cuando esa chiquilina movía su cuerpo marrón bajo la resolana, decía.
Angela Pura era guardada por las tías. Día y noche ellas la seguían con la vista, estuviera prendida a los platos sucios o chupando embelesada una naranja tras otra. La controlaban porque en la familia era la última mujercita que quedaba sin conocer hombre. La controlaban porque esa chica tenía algo que hacía desvariar y de eso cualquiera se daba cuenta. Hasta el abuelo Catá la seguía con la respiración caliente, no importaba que estuviera delante abuela Esperanza, que predecía alargando las palabras como en un rezo o plagueo sin utilidad: El diablo anda cerca, el diablo es su dueño...
Día y noche las tías se quebrantaban, alargaban sus narices y querían saber por donde comenzaba la historia de la madre que parió tal hija. Querían culparla de la absurda telaraña que había ido envolviendo la vida de Angela Pura hasta hacerla el bocado más apetecible entre parientes y extraños, y también el más imposible.
La tal madre se había muerto mirando a su hija. Que en gloria esté y que Cristo Nuestro Señor se olvide de que era tan caprichosa, además de otras cosas que ya no importan porque después de todo no tuvo buen ejemplo, pero no se nos mire a nosotras que siempre hicimos las cosas según el mandamiento de Dios y con arreglo a la Constitución Nacional, y que además no somos sus parientes de sangre sino de mala elección de nuestro primo Rosendo que sufría de hemorroides y de maldad sin asidero.
Angela Pura había mirado tanto a su madre, o ésta a ella, que enseguida todos supieron cuál iba a morirse sin remedio. Cuando la cara de la madre quedó al fin definitivamente pálida, resultó que el cadáver ya no dio trabajo: todo estaba listo, y hasta se había llorado con anticipación. Para la hora del velorio, sólo quedaron la diversión subterránea de los barruntos familiares y el largo velorio de los escándalos amorosos antiguos de las parientes menos allegadas.
La niña fue creciendo despacio en relación con sus ojos. Estos hacía rato que se habían comido las paredes y los gusanos, se habían apoderado de la casa y de los hombres, del sudor de los perros amarillos y también de cuanto conocían quienes la miraban. Por eso, y porque nadie en la casa había olvidado cómo se murió su madre de tanto mirarla, nadie la miraba de frente en lo posible. En lo no posible, rezaban un Padrenuestro de protección al Arcángel Gabriel por si acaso. Lo demás será seguirla y cuidarla, nadie sabía para qué.
La noche del Día de los Santos Difuntos resultó con luna colorada. Eso llenó enseguida de premonición a la abuela Esperanza. Apenas comieron todos en la olla de hierro, se fueron a juntar sus miedos en una pieza desde donde no tenían que soportar los ojos de grande de Angela Pura y no corrían así peligro de olvidarse de repente de todo lo que habían vivido con esfuerzo y dedicación.
Los ojos predestinados llegaron tranquilos al bananal. Allí, Angela Pura tumbó su cuerpecito cuidado por las tías bajo la luna colorada para que el destino llegara de una vez por todas. Ni se movió cuando supo, con esa sabiduría absurda que le había venido creciendo desde chica para desesperación de ella misma, que allí estaba el esperado, el impensable, enteramente olor a caballo y mierda de gallina, enteramente imposible, puro sufrimiento ancestral, puro tierra, pura fuerza, con su maldición que era la única que podía conjurar otras maldiciones.
Un aullido que nadie supo de quién provenía marcó el segundo en que el interminable falo del Kurupí (yo decía que esa niña era cosa del diablo...) la rompió en dos para siempre. Desde ese momento, sólo la abuela Esperanza siguió recordando cómo había muerto esa niña, de tanto mirar al diablo en el bananal.
*Kurupí - un fantasma de la mitología guaraní. Pequeño personaje de las siestas. Tiene el miembro viril desarrollado en forma desproporcionada a su tamaño, ya que el mismo tiene una extensión tal que lo lleva arrollado por lo común a su cintura.


PÁGINA 23 – POESÍA AMERICANA: PARAGUAY

SUSY DELGADO
(San Lorenzo-Paraguay)

¿CÓMO?

Aquí donde ya todo pareciera
ser agua calma,
¿Cómo se nombra la tristeza?
Hubo otro tiempo
en que ella era
el modo de caminar por la vida,
la manera de mirar las cosas,
y era palabra cotidiana,
repetida hasta el cansancio
y más veces aún hasta el llanto.

Aquí desde tan lejos,
después de tantas cosas,
cuando ya todo se ha cubierto
con un grueso manto de pudor,
¿cómo nombrar la tristeza?

Aquí donde ya todo pareciera
ser agua calma,
¿cómo se nombra la poesía?
Hubo otro tiempo
en que ella se acomodaba
en medio de todas las cosas,
las amables, las tristes, las amargas,
aunque, es verdad,
parecía encontrarse más a gusto
con las últimas.

Pero aquí desde tan lejos,
¿cómo llamar a la poesía?

JACOBO A. RAUSKIN
(Villarica-Paraguay)

EL APRENDIZ

Un año es hoy el puerto que la nave toca.
El puerto es una lluvia com mástiles.
Mejor no hablemos de la nave,
hablemos de esta lluvia de ayer
que todavia cae en la ventana.
El aprendiz oye a la lluvia,
la mira como ella quiere que la miren.
Así como los árboles son lluvia con hojas,
el aprendiz se siente lluvia con zapatos,
va pisando una mezcla de barro y sueño,
una promesa del paraíso.
Entre fusiles y desfiles y lápices y goma
de borrar borradores de un poema,
sin vocación para las armas
donde un joven, si es pobre y no es soldado,
es poco menos que un fantasma,
el aprendiz aprende a leer, realmente,
a leer una carta escrita por la lluvia.
Se fue la lluvia, queda la carta.
Se fue el silencio, caen las hojas
del calendario en una película.
Escena inevitable, la del calendario.
Las hojas caen, dejan ver los números,
los nombres de los días y los meses.
Así es como se entera el espectador.
De algo está seguro el viajero,
no es un espectador de sí mismo.
Vuelve siempre que puede
a la ciudad de la ventana en la lluvia de ayer,
a un país del amor y su gente,
gente oscura, sin suerte en el juego.
Vuelve y con él volvemos
a una joven de cabecita linda,
de mirada vacante y de corazón acéfalo.
Él la quiere, ella baila en el teatro.
Hay un café cerca del teatro.
Ahí, los justos en una mesa, el injusto en otra.
El joven no saluda al injusto.
Todo se explica por sí mismo,
dice a sus compañeros, menos la injusticia.
Los años son a su ningún oficio
lo que los siglos a una hormiga.
Hoy dice ser un viejo aprendiz de poeta.
Y puesto que vivir es misterio suficiente,
no quiere para sí la certidumbre
del fuego que ya fue.
En eso anda,
en robar otro fuego para después firmarlo.

DELFINA ACOSTA
(Asunción-Paraguay)

DESOLADA
a Gabriela Mistral

Antes de echar mi cuerpo al ebrio río,
muy ebria ya, entré por las abiertas
puertas del templo; oí a una rata huir.
El atrio era una vieja madriguera.
Y le dije a mi Dios, en cualquier parte,
que pecar, no pequé, y ni siquiera...
Un relámpago atroz iluminó
las pocas velas y tronó la iglesia.
No supe qué decir, mas las palabras
fluían de mis lágrimas, sinceras.
Los santos parecían escucharme
con esa educación de gente vieja.
Y por si ahí estaba, a Dios le dije,
que amar, amé. Mis huesos di a las fieras.
Jesucristo en la cruz olía a herrumbre.
El río me aguardaba entre las piedras.

CARLOS VILLAGRA MARSAL
(Asunción-Paraguay)

A PRINCIPIOS DE LUNA

Allá en un declive del cielo, arquea su espinazo el cachorro de luna, listo para saltar sobre la presa inerme al otro lado del universo. Flameante carnicero nuevo, se acaba de lavar la cara con los aguaceros de diciembre, pensando quitarse las manchas de un pecado venial.

Y vástago de león azul con tigra de los orígenes, el creciente animal aprende a cazar por su cuenta nocturna: debajo, en el antepecho de la serranía, estamos considerándole -a veces en desvelo y a veces a través del sueño, mestizos de sombra y reverbero como él, como él acechantes, inculpables, tenaces.

RENÉE FERRER
(Asunción-Paraguay)

BAJEL DEL VIENTO

La complicidad de mi cama
se ha vuelto un campo ingrávido y lejano;
ya no tiene largueros ni pies ni cabecera.
Es una interminable llanura incandescente
donde mi ser se calma.
Desprendida del mundo brujulo entre los astros;
deshabito el incógnito territorio del cuerpo,
destrabando mis jarcias,
y parto
desplegando los brazos,
desamarrada y leve:
bajel de viento.

OSCAR FERREIRO
(Pilar-Paraguay)

MEDUSA

     Oh flameros lejanos!
El cielo está alambrado de vagidos y heces.
Última estrella sola
farallón solitario
donde ciegos se estrellan los pájaros errantes.
Corralón de los náufragos
donde la mar se aplaca con derrames de fiebre
con cien chorros de sangre
donde la mar se ahíta
con el viscoso crúor de los muertos.

     Sonámbulos e insomnes
con los pies empapados
bogamos sin un sueño
hacia el abismo
con todos nuestros muertos
tumbados en el fondo de la barca
que pesada se inclina a los bandazos
en la tromba girante de las olas.

     Espesas marejadas
nubes rotas
revolviendo melenas y serpientes.
Hirviente remolino
gritos largos
que no escuchan los gélidos poetas
bebiendo indiferentes
de un balón transparente
el agua destilada del orgullo.

     Rimad con esta angustia
insaciables amantes
cuando el amor se amanse
cuando el dolor se endulce
cuando el placer se aplaque en el jadeo
cuando el furor se aduerma en el suspenso
de las rojas batallas del vivir.


PÁGINA 24 – NARRATIVA

MÓNICA RUSSOMANNO
(Santa Fe-Santa Fe-Argentina)

SAN FERMÍN

No hay nada que hacer aquí, ni toros ni plazas atiborradas, ni caballos enjaezados ni toreros de brillo y coleta. Nada de nada aquí. Una estación, vías brillantes, la sombra inexistente de una zorra que se atisba por el rabillo del ojo.
Una zorra que avanza por los rieles si una está descuidada y mira un poco al costado, un poco al horizonte, un poco así mirando sin mirar con la típica expectación de quien atrapa fantasmas sobre fotografías desvanecidas.
No multitud, no agitación, no clamores. Sólo dos hombres sudorosos y un tren que eternamente los persigue en un sueño, acaso en una pesadilla, en la zona que es la zona, ese lugar alejado de la realidad y sin embargo tan allí, tan aquí, tan próximo.
San Fermín y la resonancia del nombre pero ni banderillas ni trajes de luces ni rosas rojas entre los dientes apretados. Ni una trenza moruna, ni un tablao ni un atestado lugar que huela a circo y a muerte roja sobre negro.
Solamente estos rieles relucientes que trazan las paralelas eternamente unidas en un horizonte imaginario. Sólo esta planicie, esta llanura, estos yuyos repetitivos estos fantasmas que sudan, que mueven la zorra a riesgo de tren y a riesgo de desaparecer finalmente aplastados por el peso, el tremendo peso del firmamento que vira al violeta.
Por qué San Fermín. Aquí, en medio de la América. Por qué el recuerdo borroso de santos católicos, de iglesias barrocas, de cuerpos torturados de santos de imaginería en madera policromada y ojos vítreos para traer todito el dolor intacto, casi real. Por qué aquí, en medio de la nada es decir en medio de la América, este tren que no existe y esta estación sin toros, hecha de fantasmas y de la única zorra que se apresura en ese viaje eterno de llegar a ninguna parte.
San Fermín. Reloj detenido de estación abandonada. Fantasmas.
No hay toros aquí, ni toreros. Hay, si, la sangre en los rieles, la sangre y la agonía del toro es decir la muerte del ferrocarril. Y el inmenso el inabarcable el marítimo clamor de las multitudes rugiendo frente a la ajena muerte.
Ha muerto el toro de hierros y vapores de ollares sudorosos. San Fermín, señores. El carro lo engancha y arrastrando se lo lleva. Otros se regocijarán en la ignominia de celebrar sangres y derrotas. Cierro los ojos para no ver. Para respetar la muerte de rieles y edificio de cenefas airosas.
Al cerrar los ojos perdura apenas, allí entre las luces de párpados clausurados, la imagen de la zorra y los fantasmas. Nada queda de más. No hay nada, nada que hacer aquí.


PÁGINA 25 – POESÍA AMERICANA:PERÚ 

CARLOS LÓPEZ DEGREGORI.
(Lima-Perú)

EN UNA ANTICIPADA DESPEDIDA

Espejo que de pronto despiertas y caminas por el cuarto
abrazando por última vez a la cama, a las sillas,
                  al ropero
                  en una anticipada despedida
                  que algún día tendrás que devolver.
Te llevas mis negras alas de ángel
risas, sombras, murmullos, traiciones, arañazos
que fueron contigo pareciéndose a mi cara.
Mañana me comenzarás a doler.
Mañana golpearé con mis manos de fierro
                  el lugar que has dejado
                  vacío en la pared
                  y se me hincharán los labios de repetir
                  que siempre fuiste un mal espejo
y ya sólo deseo que te pierdas.
Pero no será verdad.
Te quiero bien.
Huye de los ropavejeros en las calles que pueden atraparte,
no te hundas en un lago o vueles en relámpagos,
no vayas a trizarte.
Y mañana,
si tienes suerte y sobrevives,
si despiertas inexplicablemente en mi habitación
                   al otro lado del mundo
                   y si en ella no estoy porque he salido
                   para no regresar más
                   o he enfermado de carbón
                   o he muerto:
recuerda que siempre fuiste un mal espejo
y un mal espejo, para descansar al fin, debe entregar
                   lo que retuvo:
ya mi cara no será importante
quédatela seca
pero devuélveme mis alas que las voy a necesitar:
guárdalas bien dobladas en el ropero otra vez,
siéntalas en las sillas,
tiéndelas, para que me esperen dormidas, en mi cama.

DALMACIA RUIZ ROSAS
(Lima-Perú)

LAS BUENAS PERSONAS...

Las buenas personas se preocupan por nosotros
que estemos sanos, bien cómodos, que lleguemos temprano.
Las buenas personas escuchan nuestros planes, nos secundan
regalan libros, agendas, tarjetas navideñas
recuerdan nuestros santos.
Yo quiero a tu padre, más bueno que el pan.
Tú quieres a mi madre, más buena que el pan.
Más buenos que nosotros.
Ya pasó la época de los escándalos. De los sobresaltos.
Es verano
las hojas en los árboles brillan como antorchas.

MARIO MONTALBETTI.
(Lima-Perú)

SALMO DE INVIERNO

si quieres ganar el cielo primero debes saber perderlo
recoge por ejemplo un clavo
e imagina el agujero del que provino
¿qué dijo brodsky? que reconocemos a nuestros hermanos
no por sus rostros
sino por sus espaldas
en las colas que forman en los confesionarios
la vida pasa como pasa la corriente
cuando agarras un cable pelado
arroja el clavo
guarda el agujero
arroja el agujero al suelo

MAGDALENA CHOCANO
(Lima-Perú)

XXIV

Yo soy intratable
ninguna luz me alumbra
El corazón puro es un cuchillo acezando
navegable incrustación del mar
Yo soy transparente
ninguna luz me evade
Óyeme espora habitante
no sé si soy eterna no estoy segura
Quien a Sí Se crea a Sí Se destruye
Materia es energía
Luz es energía
Materia es luz
Círculo de tiza donde nada concluye
Estoy formándome/ estoy creciendo
mi cabeza enterrada empieza a abrir los ojos
voy a reunir las partes todas de mi cuerpo
voy a contemplarme
Aire/Tierra/Agua/Fuego ¿sabéis de mí?
No. Nadie sabe de mí
Ni yo misma me sé
Auscultemos la fibra cándida y salvaje del silencio
Oye el estampido de esquejes reluciente
vibración de telares
Oye el rumor de epopeya que transgrede la vida
Huraño exceso el de mi transparencia
asaz deslumbrante
                                  Empáñeme yo?
                                  Hágame soportable?
                                  Vuélqueme opaca y mortal?
Celebro la Arista.
                                  La espina de la rosa.
                                                                    La punta del proyectil!
Todo lo que vale a la hora de sacudir el polvo de las
sandalias
Al final
                                  Quien a Sí Se crea a Sí reposa
                                  por eso nunca me equivoco o siempre
                                  y la luz desespera de seguirme

RÓGER SANTIVÁÑEZ
(Piura-Perú)

2

Esta es la historia de un hombre solo
Cuyo oficio es la Poesía. Busca entonces
Alguien de corazón sin razón más clara
Luz Ariadna desenrolló el ovillo
Con su alegre fe, con su pura
Inocencia sentida tal la hermosura de mi
madre
Una hermosura que a ella dedicaré
Por salvarme la vida con sus golpes
Tan suaves yo sé pero no hablaré
Sino cantaré y canto con el don del Señor
En su morada enamorada monje
De sí mismo narciso que no miró el espejo
En el fondo de la Poesía la Virgen ya
Estaba por aparecer en Cova de Iría
Pero prefirió el plan de los niños santos
No fue a Ninguna Parte, sólo César
Comprendió que Poesía es efecto de la causa
Del que fue su causa hasta que brotó la
SANGRE

ROCÍO SILVA SANTISTEBAN
(Lima-Perú)

CLITEMNESTRA, INFIEL

Con cuál de tus manos mancillaste los oscuros designios de la Moira
echada sobre cuatro candados inaugurando un nuevo linaje
olvidas regar con linaza y afrecho el camino empedrado
el camino hacia el último baño.
Una perra huyendo de sus crías será maldita hasta por dos mil años
pero tú supiste elevar tu arma sobre el oráculo de Loxias
e inmortalizar la triste historia de las mujeres dignas y sus amantes.
Quién se encargará de pintarrajear la tumba de tu hija,
quién lavará las flores que crecen bajo sus pies,
todos tuyos y somos ignorantes de tu ira
de la cólera impotente de comer con las entrañas guisos violentos.
Dulce será el sendero empolvado del incienso,
la modorra con que juzgan a los héroes
dulce la niña que mojó tus piernas de lágrimas sangradas
sin saber ella misma del hacha sobre el cuello
de las gotas negras que azotan los vientos de Estrimón.
Ni los dioses saben de este dolor de hembra
el grito que calla en la propia boca
el temor de las murallas ante el eco de la propia voz:
está vengada la muerte de dos niños con la de este hombre.
Tira la daga inmunda y regocíjate
hiciste bien mujer, hiciste bien.


PÁGINA 26 – ENSAYO

ANA LEYTON 
(Illapel-Coquimbo-Chile)

GABRIELA MISTRAL, UNA REBELDE PENSADORA.

Parece que sobre esta insigne escritora todo estuviera dicho, sin embargo, mientras más se lee de ella, más deseos dan de seguir indagando sobre su pensamiento, hasta llegar a la conclusión de ¡qué poco conocemos en Chile sobre esta mujer! quien fue capaz de mostrar caminos a seguir en tantas partes del mundo.

En Gabriela Mistral, la palabra se hace cargo de la situación social, política, económica, cultural, educativa, histórica de un país, para traducirse en un compromiso con la humanidad que la conduce hasta la poesía, como una manera de llegar a un estado máximo del arte de escribir.

Quiero dejar en claro que esto no responde a un estudio investigativo sobre Gabriela, más bien es un encuentro con su defensa rebelde, una defensa de raíz desde lo local hasta América Latina y hacia el  mundo, porque si realmente hay alguien en este país que hizo una defensa transparente, sencilla y asertiva e incorruptible de nosotros, olvidados seres humanos de este lado del mundo, esa fue Gabriela Mistral; una referencia que nos salva aún de lo que ya no somos y de lo que queremos ser y construir como futuro.

Cuando más se lee a Gabriela, más grande se nos hace, por lo tanto, no me puedo referir detenidamente a toda la diversidad de temas que han sido problemáticas de sus crónicas, artículos y ensayos aparecidos en diarios y revistas del mundo occidental, verdaderos discursos sobre política. Se cuentan más de 700 de estos escritos, donde se destaca su defensa identitaria, su amor por la libertad, su propuesta de autosuficiencia americana de acuerdo a las propias necesidades de sus habitantes, la importancia de la educación para el fortalecimiento de los valores; ya sea, en los aspectos políticos, económicos y culturales, marginados de la cultura dominante, en tanto la tierra, el indígena, los niños, la clase trabajadora y la mujer.

Cuando aún nadie hablaba de defensa ambiental, esta defensa se encuentra implícita en sus escritos donde hace descripciones geográficas de países de América Latina; encontramos algunos en el libro “Gabriela anda por el mundo” de Roque Esteban Scarpa, cuando describe en prosa poética, la naturaleza: montañas, minerales, ríos, árboles, aguas; la historia, los pueblos de América, el sol americano, la cordillera de los Andes y mucho, mucho más, como fundamento de identidad y defensa “ecológica” (aunque en ese entonces aún no se conceptualizaba la palabra); emociona ver cómo en este caso su palabra se hace profética, ya que hoy, nos encontramos frente a graves problemáticas de destrucción de nuestra naturaleza, de exterminio de nuestras comunidades y saqueo de nuestros recursos.

Hay un libro sobre Gabriela Mistral, escrito por Matilde Ladrón de Guevara, quien siendo muy joven se desplaza a Nueva York para vivir con ella durante un año y escribir sobre su vida, libro que hace con el consentimiento de Gabriela; de esta vivencia humana y periodística, escribe este libro que en Chile apenas se conoce y que apareció a través de la editorial de la revista “Hoy” durante los años 80 en una edición resumida y en tres capítulos con el nombre de “La rebelde Gabriela” la edición completa tiene el nombre de “Gabriela Mistral, rebelde magnífica”.

Quiero destacar, la espontaneidad y naturalidad con la que Matilde va contando cotidianamente la vida de Gabriela, la empatía mutua que la hace escribir, elocuentemente, desde la palabra femenina. MLG, esta mujer chilena escritora y poeta de la generación del `50 quien también ejerció el periodismo, incluso como reportera fuera del país.

Cito esta antología como referente, ya que la visión de Gabriela que describe esta autora nos la muestra natural con su quehacer de escritora, nos dice que escribe como respira, se comunica e interactúa como camina, sin performance, sin ambages, sencilla y chilensis como cualquier ciudadano honesto de nuestra patria, un ejemplo de asertividad y carácter a seguir por quienes buscan, incansablemente, la palabra poética, política o periodística, que en Gabriela son indivisibles.

Desde este estado valórico transparente, propuso un estado ideal para América Latina. Su propuesta fue desde el origen:

*Su interés por la tierra que la lleva a un juicio político y económico
*Su interés por el indio que nos remite a una preocupación política y social
*Su interés por la mujer que demuestra una inquietud política y cultural

La tierra, el indio y la mujer nos conducen a una problemática de poder, vigente en nuestros días, situaciones que aún los gobiernos no han sido capaces de resolver y que además, a partir del trauma histórico y retroceso provocado por la dictadura, se han acentuado cada vez más en los últimos gobiernos.

Sus crónicas se encuentran desarrolladas a través de un lenguaje sencillo, capaz de comunicarse con la gente más modesta, trabajadora, marginada de los poderes centrales y de aquella clase beneficiada como elite intelectual. Su preocupación por la clase de donde proviene la enaltece; cuando vemos un discurso enriquecido por su inteligencia, su sensibilidad, conocimiento y experiencia, que no la hacen olvidar su raíz de campesina humilde, de india del valle de Elqui como lo decía con decisión y dignidad.

El pensamiento de GM ha sido compilado a través de cartas dirigidas a sus amigos, escritores, políticos, intelectuales, también a través de artículos que ella llamó “recados” publicados en diarios y revistas de  Chile y el mundo, estos recados que tienen la extensión de un breve ensayo, donde expone sus ideas críticas y sugerencias.

Los temas de Gabriela siempre apuntan a todo pensamiento que tenga que ver con el devenir de la humanidad, lo que demuestra su gran capacidad de construir cultura y sociedad a partir de la palabra, ya sea poética o periodística.

Dice Luis Vargas Saavedra, compilador del libro “Recados para hoy y mañana” que GM tuvo la capacidad de percibir los “signos de los tiempos”. En estos textos no sólo queda de manifiesto la excelencia de su prosa, sino la visión profética contenida en ellos, lo que hace que estos escritos tengan una vigencia perdurable.

En el libro de Jaime Quezada “Bendita mi lengua sea” se define un objetivo testimonial, ya que este diario rescatado de Gabriela, nos da cuenta de muchas cuestiones que de no ser por ella, no las sabríamos; por ejemplo, el sentimiento amerindio que nace como una defensa de nuestra raíz frente a la pedantería de la generación del 98 en España, quienes durante tantos años, han sido valorados en las aulas de nuestro Chile incluso en las de muchas universidades y que sin embargo, siempre miraron a los habitantes de América Latina con menoscabo. Gabriela nos hace una apelación, ya que al leer este pasaje de su diario, es imposible que nos quedemos impasibles y no cambiemos nuestro pensamiento ¿por qué seguir admirando a quienes nos maltratan con su gesto déspota? Ella da cuenta de una crítica consistente de lo que fuera el pasaje de la historia de la cual se enaltecían estos hijos de la conquista, henchidos de nacionalismo español.

Nunca olvida su raíz vaya por donde vaya esté con quien esté, sus comentarios, sus críticas siempre las hace desde una concepción referencial del lugar donde nació y desde allí hacia la visión de AL para el mundo. Están siempre presentes la defensa de la tierra americana y sus hijos amerindios.

En recados para hoy y mañana del compilador Luis Vargas, nos encontramos con uno cuyo título es “Celebración del 12 de octubre en las Antillas”, fechado en el año 1933 donde nos evidencia su crítica dura hacia la conformación de la mentalidad y actitud del español frente a AL, su insensibilidad y su poderío de superioridad racial, hace crítica dura hacia la destrucción de la religiosidad ancestral; la nuestra, en relación a la occidental que, pregonaban con la violencia de la tortura, la muerte y la insensibilidad del catolicismo frente a esto.

También encontramos otro artículo cuyo nombre es “El recelo histórico entre las Américas” fechado en 1948, donde se evidencia el gran conocimiento sobre política internacional que Gabriela maneja, una cantidad de elementos dentro de lo que es la política económica, cultural, educativa, incorporando conceptos de “capitalismo” “clase trabajadora” “seudo democracia” en fin… conceptos aún vigentes tal como fueron tratados en sus escritos y que nos recuerdan a través de su asertividad nuestros olvidos y compromisos, en muchos casos.

También escribió “Pueblo soberano inculto” con fecha 1941, donde evidencia el peligro que existe para la democracia cuando ciudadanos incultos deben tomar decisiones en las urnas, lo que evidencia además, su gran preocupación por la educación de la clase trabajadora y pueblo en general; actualmente vigente en lo que es la corrupción de los gobernantes elegidos, repetidamente, por el mismo pueblo.

GM también tiene artículos donde recoge su pensamiento sobre el movimiento femenino chileno que se inicia en la lucha por la reivindicación de los derechos de la mujer, muchos de ellos los encontramos entre los años 1925 y 1928, la mayoría en el Mercurio de Santiago. Nombro tres de ellos que aparecen en el libro “Por la Humanidad Futura” antología política de GM, publicada recientemente por Diego del Pozo a través de La pollera ediciones. Cito algunos:

*“Organización de las mujeres” 1925. Ironiza, diciendo que el feminismo en Chile parece más una especie de “tertulia, más o menos animada”. Alude y llama más bien a formar organizaciones feministas desde una mirada de clase. Todo pensamiento en Gabriela convoca a una mirada de clase, en realidad hay que decirlo, critica el carácter burgués de este feminismo que se encuentra bien lejos de resolver realmente las problemáticas sociales de la mujer.

*“Feminismo, una nueva organización del trabajo” en 1927, toca el tema del trabajo en la mujer, analizándolo desde la perspectiva de la naturaleza femenina, concluye proponiendo tres tipos de trabajo, uno sólo para hombres, otro sólo para mujeres y otro para mujeres y hombres. La mujer, al igual que el hombre, trabajador, obrero, se expondría a una injusta sobreexplotación, ya que expresa la falta de justicia para la clase trabajadora, en tanto no se resuelva el problema laboral de la clase trabajadora en general, hombres y mujeres, no se puede definir con justicia la organización del trabajo femenino, aún más en el caso de la mujer que también tiene un rol insoslayable en la educación y cuidado de sus hijos.

*“El voto femenino” habla de ello en un artículo del año 1928 y sólo en 1949 se legisla totalmente sobre el voto femenino. Vale recordar, que ella recibe el premio Nobel de literatura en circunstancias que en Chile aún la mujer no era reconocida como capaz de emitir un voto en las urnas.

Gabriela fue irónica con las feministas de su tiempo, pensó que no eran lo suficientemente inteligentes, ya que tenían muy poca visión respecto de un cambio sistémico en el orden de lo laboral, las veía poco comprometidas con la mujer trabajadora y veía que se entrampaban en cuestiones que poco tenían que ver con una verdadera condición de libertad. Las ve con muchos más sentimientos personales que con razón. Las ve como un grupo de damas de clase alta, haciendo guiños a posturas artificiales y que no llegan a una mayor profundidad en la problemática.

Actualmente, por ejemplo, se dice que la mujer se liberó porque trabaja. Pero, cuando llega a la casa lo único que hace es seguir trabajando. También se habla de la liberación sexual de la mujer, pero la realidad crítica nos muestra cómo cada vez y con mayor intensidad la mujer se ve convertida en un producto de mercado, donde poco tienen que ver sus verdaderos intereses de respeto e igualdad, ya que los parámetros sociales y culturales vigentes siguen siendo los instaurados por el hombre; en todo caso, no sólo la mujer está convertida en producto de mercado actualmente…

En resumen, GM la poeta, política, periodista, escritora, instauró un pensamiento aún vigente que podría servir de base para la construcción de nuestra sociedad. Pasa que la conocemos poco, pasa que su pensamiento no está incorporado en los planes y programas de estudio que tanto nos determinan, pasa que aún no hay suficiente valoración hacia ella.

No sirven tantos homenajes, seguimos con el sólo aprendizaje de dos o tres de sus poemas en las aulas de nuestro país, en circunstancia que nos estamos perdiendo la construcción de una sociedad mejor a partir del pensamiento vigente de Gabriela.

Ahora que se habla desde el oficialismo y fuera de él sobre asamblea constituyente, me gustaría saber  si son y somos capaces de considerar como claves de una nueva constitución el pensamiento de Gabriela, ya que ese sí sería un verdadero homenaje a esta librepensadora chilena que deja de manifiesto su adhesión al sueño bolivariano.

Su defensa de América Latina es transversal, despierta un sentimiento responsable y referencial sobre lo que significa nuestra tierra, la naturaleza latinoamericana, desde la conciencia que defiende lo local y nuestras raíces amerindias, pero no como un nacionalismo ciego y ensimismado, sino hacia una concepción latinoamericana y universal.

Me quedo, principalmente, con su visión latinoamericanista y a partir de esta reivindicación territorial, soñar con fundar una política educativa para despertar a este “pueblo soberano inculto” del que nos hablara y así, poder incorporar el amor por un territorio que requiere por sobretodas las cosas ser defendido. Como ella dijo “Maestro: enseña en tu clase el sueño de Bolivar, el vidente primero. Clávalo en el alma de tus discípulos como agudo garfio de convencimiento….Divulga la América...” y termina diciendo, “… no seas un ebrio de Europa, un embriagado de lo lejano, por lejano extraño, y además caduco, de hermosa caduquez fatal” (“El grito”).

Actualmente, hay mucho que deshacer y hacer en educación, una educación que parece caminar hacia delante, pero camina en un sentido bien distinto a la propuesta de Gabriela. Yo soy profesora de Castellano, he podido bien poco sobrevivir al sistema educativo, que siento está cada vez más entrampado y sujeto a paradigmas dictatoriales y odiosos.

La importancia de la defensa de una cultura de raíz se hace urgente en nuestras salas, sentir el amor que tanto necesitamos para defender nuestra tierra. No deberíamos permitir más el menoscabo de nuestros pueblos amerindios, de estas tierras explotadas por el extranjero, que hoy se traduce en todo lo mega, megaminería, megacultivos, megacomercio. Aquí me detengo para recordar casos como el del pueblo de Caimanes, Alto Maipo, Pascua Lama y hoy, la amenaza del TPP, que convierte las semillas en propiedad privada ¿Es así como le hacemos honor a una de las más importantes pensadoras de nuestra América? Entonces, basta de tanto homenaje a Gabriela y pongamos más empeño en poner en práctica su pensamiento; profundicemos esta “América, América, todo por ella, porque todo nos vendrá de ella ¡desdicha o bien!”


PÁGINA 27 – POESÍA AMERICANA: ECUADOR

ANTONIO PRECIADO
(Esmeraldas-Ecuador)

YO Y MI SOMBRA

Por cierto,
si te fueras
me quedaría solo
y no habría en el mundo soledad más completa.
Lo digo porque temo
que llegues a cansarte de ser como yo soy
o que tal vez descubras
que vamos a pasar sobre nuevos abismos
y entonces te dé miedo
de aquí en adelante
seguirme la carrera.
Atrás,
tú bien lo sabes,
queda un largo camino
que has andado conmigo
como mi inseparable compañera,
has leído mis libros,
has bebido mi vino,
has comido en mi mesa;
en fin,
has hecho innumerables cosas mías
como esta de pasarte mis noches
escribiendo poemas.
A veces se me ocurre
que bien pudo gustarte tener algotra vida,
por ejemplo, ser blanca,
hacer cosas distintas,
oír música suave
y no andar alelada al son de mis tambores
desde que eras pequeña,
volverte contra mí,
ser anticomunista,
o por tu cuenta ir
cuando yo, en cambio, ya estaba de regreso;
pero no,
si hasta en mis malos ratos
siempre estuvo,
flaca,
comprometida,
al lado de mis culpas,
tu leal inocencia.
Definitivamente,
tú vales mucho más de lo que pesas.
Sombra mía,
sopórtame,
no me falles jamás,
yo soy tu cuerpo.

ROSA AMELIA ALVARADO ROCA
(Guayaquil-Ecuador)

EL SERMÓN DE LA MONTAÑA

Los  austeros  templos
aquejados  de  severidad  absoluta
vestidos  de    estuco, pan  de oro  y  mármol
con sus  ángeles  enanos
                    impúdicos  y  asexos
cantando  en  extraño
                    concierto  barroco
y  las  imágenes  adustas
                              desnudas  de  sonrisas
de ojos  severos
cual  gárgolas  siniestras
parecen  querer  treparse  por mis
                                        pecados  culposos
terminan  por  asfixiarme
                              en  una  claustrofobia  mística,


preferiría  que  los  altares  ceremoniales
salieran  de  su  encierro
y  que    la  palabra  tuviera
                              sabor  a  hierba  fresca
y  se  diera  en  lo  prosaico
de  un  campo  cualquiera
                    bajo  algún  ceibo  frondoso
o  junto a  un  espejo  de  agua  mansa
donde  se  beba  el aire para  que
                                                  perfume  el  pecado

y  donde  la  palabra
llegará  más  rápido  a  su  destino
sin mediadores  innecesarios


es  tiempo  de  volver  al
          sermón  de  la  montaña.

IVÁN OÑATE
(Ambato-Ecuador)

ESTACIÓN COCHABAMBA


Era la tarde de un día
hecho para siempre. Yo venía del Sur
sin resignarme todavía y
con un número en la mano
buscaba una puerta
o una tumba, yo no sé.

Pero di con plazas, con calles
que no conducían a ninguna parte,
Con muros negros como los abismos que salían a detenerme o
a empujarme
hasta dar con los andenes de una estación
de fierros detenidos y tristes.

Y allí
con el papel en la mano
como una llave o un cirio inútil
fue que los vi, a los tres,
Al viejo al hombre y a la niña
o tal vez me equivoco
A la vieja
al hombre y al niño
o tal vez

A los tres viejos o a los tres niños
pero ella era hermosa y el hombre era fuerte
y el viejo pensativo y venían
sucios
agotados
moribundos pero con furia, como si una tormenta
de rayos y polvo
los hubiera humillado en su miseria, o fueran
los ángeles sobrantes
de una caída brutal sobre su propia tierra.

Y pasaron
sin siquiera verme,
pasaron simplemente,

Y yo dejé caer esa llave
que no sonó
porque no hay sonido
cuando algo cae al abismo.

MARCOS RIVADENEIRA SILVA
(Quito-Ecuador)

4

         Cuando narré naturaleza, mariposas con sus ojos absortos y ciegos, pájaras que llevan gusanos en sus picos, esos atrevidos pichones que se avientan al vacío sin más aliento que el medio día…; no trataba vuelos de pájaros, ni de hojas que se devuelven en un vaivén sostenidas por el viento; no, estaba hablando del alma.

         Cuando hablé de los barcos y las tormentas debajo de océanos de inquietudes y náufragos de desamor… No estaba hablando de olvido, de malquerencia…; no curaba el dolor que produce la lejanía, de frustraciones, de deseos afectados. Hablaba, está claro, del alma.

         Canté examinando la entraña, navegué por hojas de hierba, recorrí historias contadas por otros y nunca encontré más que relaciones lejanas a las mismas flores, campos, de la humedad;  mariposas, aves; vuelos, barcos, tormentas y naufragios.

MARITZA CINO
(Guayaquil-Ecuador)

5

Esta despedida extraña
de autopistas blancas en la ciudad del viento,
esta nieve en primavera
alterando horarios, rutas y estaciones,
esta boina que llega como un fetiche manso
para abrigar mi desnudez,
estos silencios nuevos que se pierden
entre números y aviones.

Este arribar acá siendo más de allá,
me deja insomne en este puerto solo
que aún espera que lo habite.


PÁGINA 28 – NARRATIVA

ABEL ESPIL
(Ciudad Autónoma-Buenos Aires-Argentina)

EL BANCO DE PLAZA ARENALES
dedicado a mi nieta Ema Arean

Las puertas se abren y se cierran. Son como los abanicos de nuestras abuelas.La vida es en conclusión un abanico: el pasado se cierra con el presente y el presente se cierra con el futuro.Hay veces en que escribo lo pensado y otras en que lo voy pensando mientras escribo.Ésta es una de ellas.
Me refugio en la compu para resolver en la escritura, los desniveles originados en los tiempos del vivir. No me agrada sentir que me reduzco a una metáfora como la del abanico.Pretendo algo más. Escribir, escribir... sería el sueño más deseado.
Algunos lo hacen. ¿Porque yo no puedo intentarlo?
Salgo de mi casa, imbuido en estos pensamientos. No me doy cuenta que las veredas se angostan o se ensanchan.Ni siquiera me percato que algunas de ellas están rotas o manchadas con defecación  de perros.
En un instante, percibo que lo sucedido, es el  borrar un echo de mi mente.No es fácil.Me origina angustia, descubrir la verdad. 
Las calles se vuelven remolinos, y en el centro de ellas, me encuentro caminando.No me interesa llegar a ningún lado. Perdón , estoy mintiendo.Hay un lugar, que me  da paz,descanso y huida, del devenir llamado vida.
Nada es igual a ayer.El banco de Plaza Arenales, me ha transportado a las mejores mentiras o verdades, desembocadas en cuentos.
 ¿Acaso puedo decir que este es uno de ellos? .Puede ser. Después del accidente en que murió su esposo Alfredo,  Frida se accidento al cruzar la Avda. Las Heras.Le estaba llevando un ramo grande de jazmines. Frida sabía las flores que más le gustaban a Alfredo. Él decía: " el jazmín perfuma y adorna, igual que una guapa mujer a nuestro lado "
Frida, y yo, ya estabamos grandes.Ella un poco peor. No veía nada a diez metros de distancia. El ómnibus 108, al tener verde , apuro el andar y Frida que estaba terminando de cruzar la ancha Avda,, no advirtió que debía apurar el metro y medio que le faltaba para completar el cruce y fue arrollada por la terrible bestia.Eso le significó cama, por más de un año, kinesiologia domiciliaria por dos años y quedar caminando con andador.
 De joven, había sido la muchacha más bonita del curso de Filosofia que daba Eugenio Pucciarelli.Al tiempo , éramos dos, los postulantes más cercanos a su corazón.Es indudable que ganó el más fachero: Alfredo.
Juntos estuvieron casi treinta y dos años. Frida teniendo cincuenta y siete años, continuaba siendo la mujer sensual y atrayente que había sido en la juventud.
A los años del accidente dejó el andador y desarrollo un caminar casi parecido al normal.La benefició su fuerza de voluntad.
Un tiempo bastante largo dejé de verla. Frida viajó a Francia y yo a Uruguay.En esos años Atlántida estaba muy bella. Me dicen que hoy nada es así. Todo está muy cambiado.No es ninguna sorpresa.A mi la soledad, me modificó el rostro y la tristeza se profundizó, cuando detecté que la extrañaba. Esto es falso.Había algo más que me estaba surjiendo y el Dr, Claire, médico psiquiatra, me dijo que era el  amor hacia ella siempre oculto. Me lo estaba negando misteriosamente.Lo discutí con él y conmigo mismo. Necesitaba ser fiel a mi amigo Alfredo .El Dr. después de tantos años de tratarme, me ayudó a traer a la realidad  un hecho escondido en lo más profundo de mi ser..
Frida , una mañana de Enero de este año, me llamó para comunicarme que regresaba a la Argentina. Sus trabajos de traducciones al francés y al alemán, casi se habían extinguido.Regresaba con Pablo, un amigo íntimo de la Editorial para la que trabajaba.
Le transmití que regresaba al Uruguay y no podía ir a esperarlos.Volví al banco de la plaza Arenales . Estiré los brazos y las piernas, cerré un rato los ojos y lo inevitable apareció.En ese instante, surgieron dos hechos: el abandono espiritual en el que estaba y
la aparición del rostro de ella cuando nos conocimos.


PÁGINA 29– POESÍA EUROPEA

TOMAŽ ŠALAMUN
(Eslovenia, 1941)

SOY UN ALBAÑIL

soy un albañil, un sacerdote del polvo
fuerte como un monstruo, como la corteza del pan
soy un nenúfar, soy un guerrero de los árboles sagrados
de los sagrados sueños, grito con los ángeles
soy un castillo, una pared muerta
conduzco naves, soy un barquero para los viajeros
¡Oh madera! ¡madera!
garzas, venid, sangre
venid, jardineros; luz, ilumina
ven, mano extendida, cristal
azules remolinos, ven, tersura
viento que deslizas seres de otros campos
aquí los prados están quemados, la lava bulle
los pastores esperan, agitando sus alas impacientes
los perros se olfatean, los ovejeros,
aquí se yergue la memoria, el orden, los signos del porvenir
(Traducción: Pablo Fajdiga)

SHUNTARO TANIKAWA
(Japón, 1931)

ESCUELA

La escuela está ardiendo.
De las ventanas de los salones
sale abundante humo negro.
Los pupitres están ardiendo.
Los tableros están ardiendo.
El cuadro que dibujé está ardiendo.
Ha explotado un piano en la sala de música.
El piso del gimnasio se hundió y
sobre el patio de juego la barra para izarse se
derritió.
La escuela está ardiendo.
No hay maestros en su interior.
Todos los alumnos están soñando.
La lengua anaranjada del fuego lame con dicha
la escuela completa.
La escuela grita y se retuerce
y lentamente se colapsa sobre tierra.
Zigzaguean chispas hacia el cielo.
¡Oye, escuela, qué tal te parece ahora!
(Traducción: Rafael Patiño)

NIDAA KHOURY
(Israel, 1959)

MUERTE ES ONDULACIÓN

La muerte viene a mí
Me saluda con besos
Nunca suficientes
Me besa hasta la muerte
Planta mil besos en mi cuerpo
En mi cintura y mi pecho
En mi espalda planta sus semillas
Mi enajenada amante
Con ella, bebo la calle de besos
A escondidas de las miradas de la gente
Atrás de las bombas de gas lacrimógeno
La muerte arriba a puerto de nuevo flirteando entre olas
La muerte es el cereal que yo muelo
En mi tormento
Y me encamino al horno de la revolución
Y a los arcos de la prisión
(Traducción: Rafael Patiño)

Lorna Shaughnessy
(Irlanda del Norte, 1961)

PERMISO
Para Fiona

Sólo nos ha tomado cuatro horas
volver a encontrar nuestros pasos en el desierto,
la selva tropical y el pantano; tres continentes,
cuatro idiomas, nacimientos, casamiento y enfermedad,
hasta llegar a otra lengua.
A una historia puede tomarle
treinta y dos años ser oída: el lugar puede no ser correcto,
ni el momento, y hasta ahora ningún idioma
pareció apropiado para la tarea.
Te ha tomado todo este tiempo para contarme eso.
Eres la prueba viviente de un yo olvidado,
Tu presencia, el testigo que no tuve.
Mientras hablamos, recupero la fluidez
en un idioma que conocimos todo el tiempo, verme
a mí misma en tus recuerdos, y me parece
que me he quedado sin razones para no hablar.
(Traducción: Jorge Fondebrider)

NGUYEN TRONG TAO
(Vietnam, 1947)

A THU BON Y LOS OTROS POETAS SOLDADOS

Sin ser huésped de portadores de armas,
Escribes poemas en posiciones defensivas, en túneles.
Bombas ruidosas, poemas silenciosos.
Entre las cenizas, crecen brotes verdes.
A través de algunas guerras me tendí junto al poeta,
Escuché su respiración suave en la azotea;
El poeta dormía profundamente, los versos del poema permanecían despiertos:
Sólo somos la Tierra. Por favor no nos llamen dioses.
Aquel soldado lee tus poemas en silencio;
Su corazón atraviesa los terrenos y laderas de la campiña.
El cuco clama al sur; la perdiz clama al norte;
Los versos del poema fluyen como una avanzadilla para el alma:
Sólo somos la Tierra; lo que nos dan lo devolvemos diez veces multiplicado.
El techo de la azotea se levanta; el toldo del cielo se arrastra,
La ciudad se convierte en montañas y las estrellas en retoños.
En tu sueño sonríes como la suave prisa del viento de otoño.
Duerme..., duerme..., mañana dejaremos juntos la ciudad,
Nos dirigiremos hacia el horizonte roto,
Ni huéspedes parásitos, ni aquellos que ayudan a lavar nuestra ropa,
Somos poetas en la sangre y el fuego del campo de batalla.

ANDONI K. ROSS
(Castilla La Mancha-España)

V.        INTOLERANCIA.
              
Aún las desapariciones
llevaban la morada costra de las heridas…
Y crecimos en los descampados en penumbra,
donde la tierra había sido con rabia removida,
por la sed del oxígeno hacia el viento.
Pocos lo supimos; la mayoría resistía
en una especie de cloaca de metálicos silencios,
sin apenas respiración, como aquella tumba.

Tal vez nada de esto
tenga que ver con la paz que no encuentro,
ni con la bondad de la física cuántica
cuyas leyes investigo con celo y sin esfuerzo.

Pero ya soy mayor para seguir el paso a la tirria
y noto que remo todavía por aquel mar de dudas,
hacia las respuestas últimas:
proclamo mi intolerancia
y des-celebro los naufragios de la vida
como si fueran hijos huérfanos hallados a la orilla.


PÁGINA 30 – ENSAYO

CARLOS FAJARDO FAJARDO
(Santiago de Cali-Colombia)

LA GENERACIÓN DIGITO-PULGAR
  
“Corren buenos tiempos para la bandada de los que se amoldan a todo, con tal que no les falte nada”, dice Joan Manuel Serrat en una de sus canciones, y continúa: “Tiempos como nunca para la chapuza, el crimen impune y la caza de brujas (…) y silenciosa la mayoría aguantando el chapuzón”. Con audaz ironía y lanzándonos un fuego de poesía al oído, estos versos del cantautor catalán nos ubican en un mundo donde varias circunstancias de índole global y político, son el alimento diario de estos “buenos tiempos” en el actual tablado mundial. Y hablo aquí especialmente de la reactualización del neofascismo mediático en la generación digito-pulgar, hija de esta era de la información ciber. Generación “pulgarcita” la llama Michel Serres, por su manera de manejar tan hábilmente los dedos pulgares ante aparatos electrónicos. Su sensibilidad se ha despolitizado tanto debido a la idiocia y trivialidad gerenciada por los dos grandes macro-proyectos del capitalismo global: el mercado y los medios de comunicación que penetran en todas las esferas de la vida.
Dicha generación nació y creció bajo el imperio global neoliberal que ha impuesto estos dos macro-proyectos como supremas utopías económicas y culturales. Educados totalmente en los treinta años del neoliberalismo, se les ha ido cambiando el sentido de lo humano, de lo político, de la historia, de la memoria, de la ética, del arte, la educación y del mundo. Multiculturales, deslocalizados, heterogéneos, impactados por los medios de comunicación y la publicidad; adaptados para reducir su capacidad de atención a pocos segundos; obligados a ver los espectáculos de lo atroz y de la violencia mediática; reducidos a ser consumidores compulsivos de redes sociales, esta generación del pulgar digital vive en otro tiempo-espacio donde la conciencia sobre las realidades sociales se reduce a lo que le transmiten y les sugieren los grandes oligopolios mediáticos que, como se sabe, siempre alteran, cambian, organizan, crean los hechos de la realidad acorde a sus deseos.
Es un nuevo tipo de sensibilidad trans-política que ha mutado su forma de hablar, de comunicarse y entablar relaciones. Son los llamados “nativos digitales”; una generación que en un escaso porcentaje lee otro tipo de información que no sea el que le transmiten las transnacionales mediáticas. De allí la masificación de la mentira, de la manipulación respecto a los acontecimientos políticos locales y mundiales. Paradójica situación: teniendo posibilidades de informarse por múltiples canales, de pluralizar su formación, sin embargo, la estandarización y homogenización se hacen cada vez más dramáticas e imperativas. A la generación “pulgarcita” la alimentan con pobres imaginarios estandarizados, de aparente  versatilidad.
Rápidos, más rápidos, la generación pulgar proyecta un estado de aceleración del “para ya”, de lo urgente, de lo de “ahora”. Bajo tales condiciones ¿Cómo trasmitirle la importancia de la memoria, del pasado? ¿Cómo edificar espacios de conciencia sobre nuestro tiempo histórico, político, cultural, social? Cambio de roles y de emociones. De la memoria grávida a la memoria Ram.

¿COEXISTENCIA PACÍFICA CON LOS PATRONES DEL GUSTO?

Al mismo tiempo, la globalización día a día nos bombardea con una estetización de la cultura que ha impuesto el sensacionalismo, el placer por el placer, lo efímero, el divertimento banal como máximas expresiones de la cultura. El llamado capitalismo artístico permea en todas las sensibilidades, proyectando imaginarios dominados y organizados por la rentabilidad mercantil. De este modo, la estetización parece estar en todas partes, con sus estrategias de seducción que estilizan la vida cotidiana,  manifestándose en la pulsión masiva del diseño tanto en la industria como en el comercio, en el hiperturismo, la música, los cosméticos, la decoración del hogar, en los reality show, las pasarelas, los museos, en el fetichismo de suvenires, baratijas y objetos kitsch; en la imagen de famosos y de los llamados “genios creativos”…
Sin embargo, una buena parte de estos usuarios viven en una grata coexistencia pacífica con los dueños del globo. Afortunadamente existe otro porcentaje que vibra no al unísono con los patrones del gusto y edifican ágoras virtuales críticas, vídeos y ciber políticas como activistas digitales que, desde las redes, desentonan en el coro global masivo, actuando como caballos de Troya digitales. Son indignados en un mundo creado solo para la dignidad de los mercaderes globales. Proponen novedosas maneras de protesta, de lucha y organización política, son los nuevos líderes de las ciber-polis del futuro.
La generación ciber pulgar tiene este y otros rostros, disímiles, etéreos, ambiguos. Son rostros híbridos, producto de varias fusiones y mezclas político-culturales, un arabesco plural mundial, disperso, indefinido, indeciso, de múltiples voces, en diversas realidades. Hay una permanente interconexión ciber a cada segundo, a toda hora; hay pluralidad de voces, de energías, de opiniones múltiples, gracias a las redes por el mundo del Gran Hermano. Esto les agrada, pero a la vez los confunde, los difumina de lo real-real, los deja en la ingravidez de los acontecimientos.
Mientras veloces pulgares tocan, o solo rozan sus dispositivos electrónicos; mientras, bajo cualquier circunstancia, momento o situación, rápidos pulgares envían mensajes, encuentran buscadores, se conectan y registran una condición efímera de lo comunitario, infinidad de datos de las ideologías mercantiles son asimilados como demiurgos absolutos. Y es desde aquí de donde levantamos una tesis que se nos ha vuelto herida, cuestión dramática por su preocupación histórica: ¿No será esta la generación que en su gran mayoría ha sido seducida y manipulada por las derechas mundiales, y en nuestro caso, latinoamericanas? Apariencia de democracia digital, desvelamiento de la enajenación mediática. Planteadas sólo como tesis para reflexionar y generar el debate, es preocupante dicha situación para las democracias participativas que soñamos lograr.
Insistimos: estamos ante otra idea de espacio, de tiempo, otro saber, otra historia, otra sensibilidad, otra memoria, suministradas por un despotismo dichoso; sobre todo, bajo otra forma de asumir y de pensar el mundo. Nos interrogamos si esta situación está impactando en una des-educación política, cultural, social, minimizando al pensamiento contra sistema. Aparente libertad de navegación, pero nuevas formas de neo-esclavitud digital.

EL SÍNDROME DEL FOTOADICTO

Como tal, la generación “pulgarcita” vive de instantes plenos de fugacidad  inmediatista, de masivos espectáculos, del culto a la intimidad expuesta en público, con lo que los problemas personales asumen puesto de honor en la escena social. Más aún, ahora se une la foto-adicción o el llamado por nosotros,síndrome fotoadicto cotidiano, adquirido y propagado como una patología tecno-cultural de última generación.
A toda hora, a cada instante, este síndrome se vuelve un dispositivo no solo del divertimento, sino vigilante y de control. Nos convertimos en vigilantes-vigilados, pero también en posibles creadores-creados. Una gama de posibilidades se abre entonces. Gestación de fotos hasta el infinito, tantas que ya no hay nada para ver. La fotografía, asumida así, muere por hiper-iconoadicción. Prolifera la hiper-imagen, se anula la micro-mirada. La condición del arte en la era de la reproductividad digital anuncia un ritmo distinto aurático secular. La fotografía digital registra no solo la acumulación sino el desecho y el reemplazo. Minutos después de fotografiar cualquier acontecimiento se le deshecha por uno tan o más trivial como el anterior. La cámara se convierte en un acumulador de artefactos simbólicos fugaces, que se guardan en un transitorio archivo, rumbo al olvido, al vertedero digital.
He aquí lo interesante: la era del botadero adquiere estatus soberano. En la multiplicación de las fotos, transformadas ahora en íconos efímeros, lo único que cuenta es el acontecimiento, la experiencia de lo inmediato, no sus productos como memoria grávida, no el resultado vital ni artístico, sino el sensacionalismo expuesto en el instante del click. Es como si el síndrome del acumulador nos poseyera; la pulsión del que acumula por acumular es el síntoma fotográfico de nuestro tiempo: enfoque, haga click, guarde, enfoque de nuevo por tres veces, guarde por tres veces, por infinitud de veces, la misma pose y reemplace de inmediato.
Síndrome del fotoadicto: súbalas a Facebook, a Instagram, a las redes sociales, donde llegan a poseer una rentabilidad simbólica, pura y llana publicidad de lo íntimo y colectivo, con las etiquetas de las vidrieras globales.

¿PROSUMIDORES AUTÓMATAS?

¿No habrá sido bastante fuerte la influencia de todos estos procesos globales en las nuevas mentalidades y en los imaginarios de una generación hecha a la medida de las necesidades del cliente? ¿Son ciudadanos usuarios y consumidores, o prosumidores autómatas, que producen guiados por el reino del mercado? Es innegable que aquí también existen resistencias y re-existencias de ciudadanosprosumidores autónomos, autoconscientes de los procesos artísticos, sociales y políticos. Al decir de García Canclini, en esta sociedad de la hiper-información “tener más noticias, que se reemplazan con vértigo cada hora, contribuye poco a la democracia y a la participación, o a la desmitificación de lo encubierto: ´puede llevar incluso a  un ambiente de antipolítica -escribe Natalie Fenton-, puede detener la participación política en la esfera pública y disminuir la democracia. Las noticias también pueden ser desdemocratizantes´ (…)” (García Canclini, 214, p. 123).
Bajo estas circunstancias, la generación “Pulgarcita” pone al descubierto la crisis del sentido de lo público y de lo político, como también la virtualización que vuelve ineficaz a los movimientos sociales, pues junto a la fuerza de convocatoria de las redes para las protestas, se hace evidente su inutilidad para transformar las realidades concretas, debido a la sordera cínica de gobiernos y poderosos, que invisibilizan  y desaparecen a la sociedad civil.
De nuevo, insistimos: a pesar de la existencia de redes digitales de resistencia (caso Wikileaks de Julián Assange o Edward Joseph Snowden, por ejemplo), la guerra por ganarse el espíritu y las conciencias juveniles, emprendida por los oligopolios mediáticos, es impresionante y exagerada. “¿Es posible ser ciudadanos responsables, eficaces, en este tiempo en que nuestros escritos y actos más íntimos son vigilados por alianzas de empresas transnacionales y gobiernos?”, se pregunta García Canclini, en torno al tema de la despolitización de los jóvenes. ¿Indiferencia e ignorancia, o rebeldía ante las propuestas políticas fracasadas de sus padres?
Hoy es también el tiempo para preguntarnos con Walter Benjamin “¿Qué valor tiene toda la cultura cuando la experiencia no nos conecta con ella? (…) Admitámoslo; esta pobreza de experiencia es pobreza, pero lo es no sólo de experiencias privadas, sino de experiencias de la humanidad. Es, por tanto, una especie de nueva barbarie” (Benjamin, 2012, p.83).
Quizás sea esta la nueva barbarie mediática en la que nos han introducido los dueños de los macroproyectos mediáticos y mercantiles, los cuales nos desconectan de una cultura viva, propositiva, activa, creadora, dialogante, analítica e inventora de otros mundos posibles, conduciéndonos no a la imaginación poético-creativa, sino a la barbarie frenética destructiva. Por ello, con verdadera preocupación ante los actuales acontecimientos neofascistas mediáticos; con prudencia, pero a la vez con tensión crítica por las condiciones de la generación digito-pulgar, podemos decir con Benjamin estas líneas escritas en 1933, en pleno auge y poderío del Nacismo alemán: “Nos hemos vuelto pobres. Hemos ido perdiendo uno tras otro pedazos de la herencia de la humanidad;  a menudo hemos tenido que empeñarlos en la casa de préstamos por la céntima parte de su valor, a cambio de la calderilla de lo ‘actual’”. (2012, p.88).

SUPLEMENTO INFANTIL Y JUVENIL



PÁGINA 31 -CUENTO

NORMA SEGADES-MANIAS
(Santa Fe-Argentina)

MENSAJEROS DEL CIELO.

Desde el principio de los tiempos, desde el parto de todas las edades fueron los mensajeros de los dioses. Perpetuos mediadores entre los celestiales y la raza que fuera  perseguida por la espada de fuego. Al naciente del árbol de la vida. Donde la maldición y la serpiente.
Aunque dotados de apariencia humana, un par de alas con plumas color nácar crecen sobre la curva de su espalda.
Sus ojos, espejos de la lluvia, usurpan el matiz de los océanos, el tinte de las selvas, el tono de la tierra y los peñascos.
Su sexo es apenas un enigma que silencian debajo de los párpados.
Fueron nombrados con su nombre eterno antes de que la luna se ausentara. Antes de aquel eclipse formidable ocultando el dolor de la caída. Antes de las condenas al abismo y la vergüenza y el orgullo herido. Mucho antes.
Cantan hora tras hora el dulce canon de sus alabanzas.
Son hijos del amor y la esperanza. Del verbo hecho palabra. El que auguró otro reino detrás del horizonte. Ese que fue paloma sobre el río. El que fue zarza ardiendo al pie de la montaña. El que fue ofrenda, cordero en sacrificio, vísceras sobre el ara.
Habitan en la orilla de los mundos.
Los ángeles custodios.


PÁGINA 32– POESÍAS

MARÍA ELENA WALSH
(Ramos Mejía-Buenos Aires-Argentina)

CANCIÓN DE CUNA PARA UN GOBERNANTE.

Duerme tranquilamente que viene un sable
a vigilar tu sueño de gobernante.

América te acuna como una madre
con un brazo de rabia y otro de sangre.

Duerme con aspavientos, duerme y no mandes
que ya te están velando los estudiantes.

Duerme mientras arriba lloran las aves
y el lucero trabaja para la cárcel.

Hombres, niños, mujeres, es decir: nadie,
parece que no quieren que tú descanses.

Rozan con penas chicas tu sueño grande.
Cuando no piden casas, pretenden panes.

Gritan junto a tu cuna. No te levantes
aunque su grito diga: “Oíd, mortales”.

Duérmete oficialmente, sin preocuparte,
que sólo algunas piedras son responsables.

Que los lirios del campo no tienen hambre,
que ya te están velando los estudiantes .

Y el lucero trabaja para la cárcel.


PÁGINA 33 – CUENTO

LILIANA BODOC
(Santa Fe-Santa Fe-Argentina)

ESPANTA Y PÁJAROS

-¡Pobre Espanta!- le decía un gorrión a una alondra -. Su tristeza es tan grande como cinco otoños, una plaga de langostas y un pan duro.
- Así es de grande..., tienes razón – contestó la alondra - ¡Y el pobrecito no llora por evitar preocuparnos! 
Pero la alondra estaba equivocada. ¡Claro que lloraba el Espanta! ¡Y lloraba
a cántaros! Sólo que lo hacía cuando estaba lloviendo para que nadie se diera cuenta.
Una lechuza, vecina de árbol, descendió dos ramas para intervenir en la
conversación.
-¿De quién están hablando? – preguntó.
- Del Espanta más viejo de por aquí – contestó el gorrión.
- ¿El que vive en el maizal, detrás de la loma?
- Ese mismo.
El caso es que los Espanta envejecen como cualquier ser viviente. Las tormentas debilitan sus esqueletos de madera, los fuertes vientos se van llevando, en hilachas de estopa, sus largas melenas. El granizo, cuando llega, les agujerea el sombrero. Y un poco, el corazón.
También, igual que todos los que estamos vivos, los Espanta sueñan. Y el Espanta que habitaba en el maizal, detrás de la loma, tenía su propio sueño. Un sueño sencillo para muchos; pero imposible para quien tiene los pies atrapados en la tierra.
-¿Imposible...? – dijo el gorrión - ¡Esa palabra no tiene sentido cuando de sueños se trata!
Pero sin importar lo que el gorrión opinara, el sueño del viejo Espanta parecía realmente imposible. Porque el Espanta soñaba con ver el arroyo que atravesaba el campo muy cerca de allí.
-Cerca para el que tiene alas, patas, piernas o tentáculos – opinó la lechuza- Pero lejos, ¡muy lejos!, para quien tiene...,tiene... ¿qué tiene?
-Raíces – contestó el gorrión.
Atado a la tierra, el Espanta escuchó durante muchos años el sonido del arroyo que pasaba. Más fuerte en verano, más suave en invierno.
-Y si es tan hermoso escucharlo – suspiraba - ¡cuánto más hermoso será verlo!
Cientos de veces le preguntó a los pájaros: ¿cómo es el arroyo?, ¿cómo es el arroyo que atraviesa el campo?
Y los pájaros se esmeraron en sus descripciones y respondieron como poetas:
“El arroyo es una canción que moja”
“Es una serpiente azul que nunca termina de pasar”
“El arroyo es la sombra de un rebaño que anda por el cielo”
Pero aquellas invenciones sólo lograban que el Espanta tuviera más ganas de ver el arroyo con sus propios ojos: dos enormes botones cosidos en su cabeza de trapo.
Así pasaron las estaciones. Y mientras más envejecía, más penaba el Espanta:
-No quisiera morir sin ver el arroyo.
Los pájaros estaban preocupados. La temporada de tormentas estaba cerca, y era posible que el Espanta no soportara otra granizada sobre su corazón.
¡Habría que aceptarlo...! El pobre iba a morir sin cumplir su sueño. Luego, el granjero colocaría un Espanta joven, y el asunto quedaría en el olvido.
-Yo nunca lo olvidaré – afirmó el gorrión.
-Muy bien – dijo la lechuza - ¿Y qué puedes hacer para remediarlo?
El gorrión estuvo pensando todo el día, el otro y el siguiente; porque no le
gustaba abandonar a sus amigos.
Las primeras nubes de la temporada de tormenta aparecieron en el horizonte. El Espanta, que presentía el fin de su tiempo, se ocupaba únicamente de escuchar el paso del arroyo. Como si de tanto escuchar, pudiera verlo.
Tan cerca estaba el arroyo. Y sin embargo estaba tan lejos para el que no tenía tentáculos, patas o alas.
-¡Yo tengo alas...! ¡Y también pico! – exclamó el gorrión. Y agregó-: Tú, alondra, también tienes alas y pico. También tú los tienes, lechuza.
-¿Qué clase de disparate tienes en la cabeza?- preguntó la lechuza, preocupada.
El gorrión tenía en la cabeza uno de esos disparates que solamente puede dictar el amor todopoderoso. El gorrión pensaba que sería posible hacer un pozo, y arrancar al Espanta de la tierra. Luego alzarlo por los hombros de su saco harapiento, y llevarlo en vuelo hasta el arroyo.
- Los granjeros aseguran muy bien a los Espanta para que no se los
lleve el viento – dijo la lechuza -. Tendríamos que cavar un pozo demasiado profundo. ¡Imposible!
Como al gorrión no le gustaba esa palabra, respondió enseguida, con cierto enojo.
- Piensa que tu pico puede servir para algo más que comer insectos y semillas. Y que tus patas pueden servir para algo mejor que sostenerte en las ramas el día entero.
La lechuza, sin embargo, no se convencía con facilidad.
-Puedo aceptar eso. Pero, ¿cómo haremos para levantarlo? Así como lo ves de flaco, el Espanta es demasiado pesado para nosotros.
-Tal vez sea pesado para nosotros tres, pero no lo será para todos los pájaros del campo.
La alondra había guardado silencio. Pero cuando abrió el pico para hablar, el gorrión lamentó, por única vez en su vida, no poder sonreir.
-Vamos, gorrión – dijo la alondra -. Te ayudaré a convocar a todos los pájaros del campo. Cruzaremos el cielo de ida y vuelta para que el Espanta cumpla su sueño.
Al oír semejante cosa, la lechuza comprendió que tenía dos alternativas: el entusiamo compartido o el pesimismo solitario. Y como no era sonsa, era lechuza, eligió el entusiasmo. Y allí partieron los tres, arrastrando en su vuelo un propósito de gigantes.
Al amanecer siguiente, el Espanta vio acercarse grandes bandadas desde los
cuatros costados del cielo. Le pareció que todos los pájaros del mundo estaban allí. Y aunque no fuera así, eran todos los pájaros del campo.
Cuando llegaron, el gorrión carraspeó. Tenía algo muy serio para decir:
- Viejo Espanta – Los nervios le cerraban la garganta -: Hemos venido a
cumplir tu sueño. Pero...¡sabes de sobra lo que eso significa!
Espanta sabía que, una vez arrancado de la tierra, ya no podría regresar. ¿Y qué...? De todos modos, la tormenta, que ya ocupaba la mitad más triste del cielo, era la última que podría soportar su corazón.
-¡Estoy listo! – dijo.
El trabajo comenzó de inmediato. Muchos picos, y el doble de alas, escarbaron la tierra. Era necesario hacer un pozo muy profundo para que el Espanta quedara libre. Y había poco tiempo porque las nubes ya casi se caían.
-¡Qué no llueva todavía! – pedían los pájaros.
Y tenían razón en pedir. Porque si la lluvia se descargaba, la tierra se transformaría en barro, el pozo que estaban cavando se anegaría, y adiós sueño.
Sin embargo, los pájaros continuaron cavando y escarbando como si no existiera el cansancio. De pronto se escuchó un fuerte estruendo.
-Son truenos – dijo la lechuza – Ya viene la lluvia.
Sus compañeros sabían que eso era cierto. Por eso, aunque estaban fatigados y sedientos, con sus plumajes sucios de tierra, continuaron su dura tarea.
Al cabo de un largo rato se oyó otro ruido: ni fuerte, ni de trueno. Era el ruido de un Espanta que se estaba inclinando.
-¡Un poco más! – dijo el gorrión.
-¡Un poco más! – repitió la alondra.
El Espanta siguió ladeándose hasta que, finalmente, su cuerpo se desgajó de la tierra y cayó sobre el campo húmedo.
Los pájaros se miraron entre sí. Ya estaba cumplida la primera parte del trabajo; pero todavía faltaba cumplir el sueño.
Algunos con sus patas, otros con sus picos, los pájaros tomaron al Espanta desde los hombros de su saco hasta el ruedo de su pantalón remendado. Las alas se prepararon para alzar vuelo:
-¡Ahora! – indicó el gorrión.
Entonces, el viejo Espanta ascendió despacio y con poca elegancia. Los pájaros hicieron su mejor esfuerzo, y un poco como barrilete, otro poco como avión averiado, el Espanta subió, subió, y avanzó por el aire en dirección al arroyo.
En ese momento cayeron las primeras gotas de lluvia, pesadas como ciruelas.
-Llegaremos, llegaremos – decían los pájaros para darse ánimo.
El arroyo sonaba cerca. El Espanta y su sueño estaban a punto de reunirse.
El cielo que los miraba quiso ser útil, y retuvo la lluvia por un ratito.
Y ese ratito fue tan valioso como un siglo entero, porque alcanzó para que el Espanta llegara al arroyo soñado. Allí estaba por fin, y sus ojos de botones se llenaron de lágrimas.
El arroyo del campo era más bello que todo lo imaginado. Más bello que la sombra de un rebaño celestial, una canción de agua y una serpiente azul. Y es que el sencillo arroyo del campo era, en verdad, un sueño cumplido.
-Gracias- dijo el Espanta. Y luego se durmió.
El viejo Espanta se durmió volando sobre su sueño. Los pájaros descendieron y, con suavidad, lo depositaron sobre el campo.
Recién entonces, el cielo permitió que la lluvia se descargara. Los pájaros se separaron para regresar a sus nidos. El gorrión, la alondra y la lechuza buscaron refugio en el árbol de siempre.
Las tres aves estaban muy cansadas: el Espanta se había marchado, y la lluvia golpeaba el mundo.
-¿Saben una cosa? – dijo la alondra – He visto ese arroyo cientos de veces, y nunca me pareció tan bello como hoy.
- Lo mismo pensé yo – dijo el gorrión.
Después de un breve silencio, habló la lechuza:
-También me sucedió a mí.
Es fácil... Ayudando a cumplir el sueño del Espanta, los pájaros también soñaron.



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