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Homenaje
a la obra de MICHAEL PARKES (Missouri-EEUU)
PÁGINA 1 – REFLEXIONES
EDUARDO
GALEANO
(Uruguay/1940-2015)
DEFENSA
DE LA PALABRA
8.
Por otra parte, ¿puede realizarse cabalmente una cultura nacional en países donde las bases materiales del poder no son nacionales, o dependen de centros extranjeros? Si esto no es posible, ¿qué sentido tiene escribir? No hay un "grado cero" de la cultura, así como no existe un "grado cero" de la historia. Si reconocemos una inevitable continuidad entre la etapa del dominio y la etapa de la liberación en cualquier proceso de desarrollo social, ¿por qué negar la importancia de la literatura y su posible función revolucionaria en la exploración, revelación y difusión de nuestra verdadera identidad o de su proyecto? El opresor quiere que el espejo no devuelva al oprimido más que una mancha de azogue. ¿Qué proceso de cambio puede impulsar un pueblo que no sabe quién es, ni de dónde viene? Si no sabe quién es, ¿cómo puede saber lo que merece ser? ¿No puede la literatura ayudar, directa o indirectamente, a esa revelación? En gran medida, pienso, la posibilidad del aporte depende del grado de intensidad de la comunidad del escritor con las raíces, los andares y el destino de su pueblo. También de su sensibilidad para percibir el latido, el sonido y el ritmo de la auténtica contra-cultura en ascenso. Muchas veces lo que se considera "incultura" contiene semillas o frutos de "otra" cultura, que enfrenta a la cultura dominante y no tiene sus valores ni su retórica. Se la suele menospreciar, por error, como a una mera repetición degradada de los productos "cultos" de la élite o de los modelos culturales que el sistema fabrica en serie, pero a menudo es más reveladora y valiosa una crónica popular que una novela "profesional", y el pulso de la vida real se siente con más fuerza en ciertas coplas anónimas del cancionero nacional que en muchos libros de poesía escritos en el código de los iniciados; los testimonios de la gente que de mil modos expresa sus lastimaduras y sus esperanzas frecuentemente resultan más elocuentes y bellos que las obras escritas "en nombre del pueblo". Nuestra auténtica identidad colectiva nace del pasado y se nutre de él - huellas sobre las que caminan nuestros pies, pasos que presienten nuestros andares de ahora - pero no se cristaliza en la nostalgia. No vamos a encontrar, por cierto, nuestro escondido rostro en la perpetuación artificial de trajes, costumbres y objetos típicos que los turistas exigen a los pueblos vencidos. Somos lo que hacemos, y sobre todo lo que hacemos para cambiar lo que somos: nuestra identidad reside en la acción y en la lucha. Por eso la revelación de lo que somos implica la denuncia de lo que nos impide ser lo que podemos ser. Nos definimos a partir del desafío y por oposición al obstáculo. Una literatura nacida del proceso de crisis y de cambio y metida a fondo en el riesgo y la aventura de su tiempo, bien puede ayudar a crear los símbolos de la realidad nueva y quizás alumbre, si el talento no falta y el coraje tampoco, las señales del camino. No es inútil cantar al dolor y la hermosura de haber nacido en América.
Por otra parte, ¿puede realizarse cabalmente una cultura nacional en países donde las bases materiales del poder no son nacionales, o dependen de centros extranjeros? Si esto no es posible, ¿qué sentido tiene escribir? No hay un "grado cero" de la cultura, así como no existe un "grado cero" de la historia. Si reconocemos una inevitable continuidad entre la etapa del dominio y la etapa de la liberación en cualquier proceso de desarrollo social, ¿por qué negar la importancia de la literatura y su posible función revolucionaria en la exploración, revelación y difusión de nuestra verdadera identidad o de su proyecto? El opresor quiere que el espejo no devuelva al oprimido más que una mancha de azogue. ¿Qué proceso de cambio puede impulsar un pueblo que no sabe quién es, ni de dónde viene? Si no sabe quién es, ¿cómo puede saber lo que merece ser? ¿No puede la literatura ayudar, directa o indirectamente, a esa revelación? En gran medida, pienso, la posibilidad del aporte depende del grado de intensidad de la comunidad del escritor con las raíces, los andares y el destino de su pueblo. También de su sensibilidad para percibir el latido, el sonido y el ritmo de la auténtica contra-cultura en ascenso. Muchas veces lo que se considera "incultura" contiene semillas o frutos de "otra" cultura, que enfrenta a la cultura dominante y no tiene sus valores ni su retórica. Se la suele menospreciar, por error, como a una mera repetición degradada de los productos "cultos" de la élite o de los modelos culturales que el sistema fabrica en serie, pero a menudo es más reveladora y valiosa una crónica popular que una novela "profesional", y el pulso de la vida real se siente con más fuerza en ciertas coplas anónimas del cancionero nacional que en muchos libros de poesía escritos en el código de los iniciados; los testimonios de la gente que de mil modos expresa sus lastimaduras y sus esperanzas frecuentemente resultan más elocuentes y bellos que las obras escritas "en nombre del pueblo". Nuestra auténtica identidad colectiva nace del pasado y se nutre de él - huellas sobre las que caminan nuestros pies, pasos que presienten nuestros andares de ahora - pero no se cristaliza en la nostalgia. No vamos a encontrar, por cierto, nuestro escondido rostro en la perpetuación artificial de trajes, costumbres y objetos típicos que los turistas exigen a los pueblos vencidos. Somos lo que hacemos, y sobre todo lo que hacemos para cambiar lo que somos: nuestra identidad reside en la acción y en la lucha. Por eso la revelación de lo que somos implica la denuncia de lo que nos impide ser lo que podemos ser. Nos definimos a partir del desafío y por oposición al obstáculo. Una literatura nacida del proceso de crisis y de cambio y metida a fondo en el riesgo y la aventura de su tiempo, bien puede ayudar a crear los símbolos de la realidad nueva y quizás alumbre, si el talento no falta y el coraje tampoco, las señales del camino. No es inútil cantar al dolor y la hermosura de haber nacido en América.
PÁGINA 2 – NUESTRA POESÍA
MARIANA VACS
(Rosario-Santa Fe-Argentina)
Repetir
inmenso
mi nombre
en el vacío.
Repetir
el nombre
del nombre
hasta que desaparezca.
Repetir la palabra
que me nombra
hasta el vértice del silencio,
hasta donde no me pertenezca,
hasta la muerte del nombre.
inmenso
mi nombre
en el vacío.
Repetir
el nombre
del nombre
hasta que desaparezca.
Repetir la palabra
que me nombra
hasta el vértice del silencio,
hasta donde no me pertenezca,
hasta la muerte del nombre.
NEGRO CABRAL
(Santa Fe-Argentina)
Siento el vértigo en la sangre
el círculo concéntrico
el pez volador
la lluvia de granizo
la desesperación
de los pies agrietados
llorando en lágrimas negras.
Soy un pedazo de destino escrito
dibujado en el marasmo de la vida
revuelto retorcido sobre mí mismo,
eso soy.
Pero soy muchos yo
y no soy definitivo
me rio
me sonrió
me miro en el espejo
brumoso
de los días
en la duda
recreando
mis viejos fantasmas
de la muerte.SERGIO BARTÉS
(Santa Fe-Argentina)
EVOLUCIONES
Alacranes
caminando en la luna
la luna
rodando en el cielo
al cielo
se le caen estrellas
las estrellas
son gotas azules.
caminando en la luna
la luna
rodando en el cielo
al cielo
se le caen estrellas
las estrellas
son gotas azules.
Los alacranes
no se caen
se multiplican
se vuelven
hombres.
no se caen
se multiplican
se vuelven
hombres.
RICARDO ANGEL MINETTI
(Sarmiento-Santa Fe-Argentina)
GARZAS
De regreso a mi casa
he mirado mi sombra
sobre veredas húmedas y solas.
Había un viento fuerte en las calles
del pueblo,
el que trae la lluvia.
Una bandada de garzas
pasó muy alto
y se perdió en la noche
con sus graznidos roncos.
Y mi sombra se perdió súbitamente
en matas florecidas de jazmín
paraguayo.
* * *
La noche del eclipse
las garzas blanquecinas
desplegaron sus alas:
desde los altos pinos
volaron hacia el campo
que esperaba la lluvia,
y sobre los naranjos
a punto de echar flores.
Ah… partir junto con ellas,
Ah… el salto-vértigo
que daría las alas.
ELSA HUFSCHMID
(Santa Fe-Argentina)
y estoy aquí, desnuda.
Los ojos ya sin asombros.
Con mis llagas al sol.
Y esta tristeza ganando lugar.
Deseando y necesitando un abrazo,
un fuerte abrazo,
que haga crujir mis huesos,
estos gastados huesos ya sin savia.
TONA TALETI
(Rosario-Santa
Fe-Argentina)
EN EL
TERRAPLÉN
Su sangre
transparente mecen amapolas
Juan Ramón Jiménez
Juan Ramón Jiménez
Entre bolsos
de raído nailon
se instala un diálogo fugaz
y llegan historias de várices
desalojo, desempleo.
Algún amor furtivo escandaloso
colorea el relato
y una insólita mata de amapolas
con su sangre transparente
como diría él
cierra la escena.
se instala un diálogo fugaz
y llegan historias de várices
desalojo, desempleo.
Algún amor furtivo escandaloso
colorea el relato
y una insólita mata de amapolas
con su sangre transparente
como diría él
cierra la escena.
PÁGINA 3 – CUENTO
JORGE ISAÍAS
(Los Quirquinchos-Santa
Fe-Argentina)
TERNURAS
LEJANAS
Fue en el atardecer en
que admiramos más allá del crepúsculo loas últimas estribaciones donde reinaban
los árboles.
Era cuando
el mundo admitía su derrota no de golpe, sino de un modo paulatino y sagaz,
casi como si no quisiera darse cuenta.
Aquellos
árboles, preguntaste, qué son.
Eran
especies ajenas a mi conocimiento de entonces, y callé.
Volviste a
hacer la pregunta de un modo un poco imperativo, sonriendo y con una casi
vehemencia que nunca había sido tu estilo.
Sonreí
cohibido, y volviste a esa serena sonrisa con la cual volvías todo a su exacto
lugar. Y me dijiste que repitiera esos nombres: tilos, casuarinas, magnolias y
palo borracho, de flores blanquísimas que en mi memoria flotan como copos de
algodón o de azúcar en esos capullos de azúcar que comprábamos los domingos en
la cancha de fútbol donde merodeábamos curiosos antes de interesarnos por el
juego que más temprano que pronto iría a ser nuestra pasión excluyente y el
motivo de un reto paterno, por el temor que el hijo perdiera interés en los
estudios y pretendiera abandonar la escuela, como ya habían hecho algunos
chicos del pueblo.
Entonces
hubo órdenes rígidas, como toda regla del padre: "En esta casa sólo está
permitido hacer comentarios de fútbol los sábados y domingos". Inútil
protestar porque el castigo podría ser mayor. Pero uno se desquitaba con los
amigos en la escuela o en el campito de gramilla mezquina que soportaba
nuestras zapatillas rotas o nuestros pies descalzos, si era verano.
Pero vos,
que todo mirabas con esos ojos oscuros, que todo comprendías, ahogabas una
lágrima en tu delantal que olía a cebolla, y amasabas esos buñuelos repletos de
azúcar impalpable para el mimo que mi padre no percibía, en esa distracción y
en su empecinado autoritarismo. Y ese gesto que ofrecía siempre la arista más
dura, obcecada e intolerante. Y pobre si alguien osaba contradecirlo en su
orden que reportaba con su andar mudo y taciturno, cómo saberlo si era real o
un papel que debía cumplir como hombre que no llora nunca.
No sé si es
cierto papá que nunca lloraste.
Y sin
embargo ella que era tan propensa al llanto llevaba en su tímida risa todo el
amor que cobija mi pena infinita en estos tiempos hostiles como antes en la
indefensión de los años.
PÁGINA 4 – ENSAYO
MÓNICA
RUSSOMANNO
(Santa
Fe-Argentina)
PÁJAROS
Y MEMORIA
Laurie
Anderson escribió en su espectáculo "Homeland" una historia con la
que comienza el show. En ella los pájaros, que existían antes de que el mundo
exista, vuelan sin tener más que aire y ningún lugar donde posarse. El problema
surge cuando el padre de una de las aves muere, y no saben qué hacer con el
cadáver ya que es una nueva cuestión, algo que los sorprende por ser la primera
vez que algo así les ocurre. Finalmente, un pájaro decide sepultarlo en la
parte trasera de su propia cabeza, y ello marca el inicio de la memoria.
Magnífica
poeta, maravillosa creadora Laurie, que nos muestra los cadáveres de nuestros
padres en las nucas abultadas.
Historias,
olores, sabores de antes, pasado y putrefacción, dichas que ya fueron y dolores
que retornan. Las voces que no murieron, los asombros, las caricias de manos
que no conocimos. Todo detrás de la cabeza, todo allí apretadamente emplumado,
tibio y gélido, maravilloso y atroz.
El
cadáver del padre. El cuerpo muerto de las generaciones. Los días que gastaron
otros, los que pasamos sin advertirlos, las tramas sobre lo minucioso
cotidiano, los hilos que conectan continentes, las palabras de las que
desconocemos el significado y sin embargo siguen allí, en la nuca, peso y
alivio.
Tan
cerca que lo sentimos detrás de las orejas, tan lejos como esa propia nuestra
espalda que no podemos ver. La memoria.
Cuántas
veces habrá deseado el pájaro arrancarse el cadáver de su padre.
Tantas
como las que le llevó comprender que ya no hay retorno cuando el hombre
comienza a conocer cuando reconoce.
Y
llevamos, es cierto, más cadáveres de los que sabemos detrás de los ojos.
Alegrémonos si nos ayudan a mirar.
PÁGINA 5 – NUESTRA
POESÍA
JORGE LACUADRA
(Santa Fe-Argentina)
OCTUBRE DEL ’57, OCTUBRE DEL ‘78*
Contaba la gastada voz de mi padre,
que en los inicios de octubre del ‘57
hubo un primer ojo en el vasto cielo,
un fulgor cazando gatos en la noche.
Yo sabía que el ingenio era soviético
y para mi tenía la magia de lo lejano:
como la bella palabra “cosmonauta”
o la extrañeza del vocablo Baikonur.
Yo memorice ese nombre, Sputnik,
y ya colmaban las estrellas de metal
el cielo sobre nuestra fresca terraza
y en los cálculos torpes de mi padre.
Empezábamos a incendiar los cielos,
a llenarlos de tuercas y ojos de buey
con la excusa soez de la Paz Mundial
que originó la Guerra de las Galaxias.
Yo me quedo con nuestra inocencia
de los ejercicios de oscurecimiento
en ese otro distante octubre del ‘78
cuando acosábamos otros Sputniks.
En la Cruz del Sur otros ojos miraban
hacia el cielo buscando esos aviones,
era otra guerra que alejaba las almas
y eran las noches del niño del futuro.
Contaba la gastada voz de mi padre,
que en los inicios de octubre del ‘57
hubo un primer ojo en el vasto cielo,
un fulgor cazando gatos en la noche.FERNANDO BELOTTINI
(San
Jorge-Santa Fe-Argentina)
LAS CUATRO CASAS
Las cuatro casas
donde transcurre lo mismo
donde esto, lo mismo, sucede
cuatro casas donde hombres como yo
empiezan a escribir sobre lo mismo
los sucesos simultáneos del acontecer de un instante
como si el instante resumiera
una ignota actividad para las fábricas
pero cuatro hombres bastan
para decir lo que el instante encierra
cuatro hombres podrían
en el momento en que escriben
decir por ejemplo
en este instante ocurrió algo que no conozco
mi verdad está en la búsqueda posible de lo que no conozco
Los cuatro diciendo
no hay manera de saberlo sin aproximarse
los cuatro aproximándose
buscando aquello que no conocen
estirando las manos
ignorantes de la bondad del producto
ignorantes del arribo
Hasta que uno de ellos se conteta
y con letra puntillosa
escribe algo sobre cuatro casas
y más tarde el otro
y el otro
y el otro
Los cuatro en secuencia infinitesimal
han encontrado el principio de la búsqueda
y ahora quieren, afanosamente,
arribar a la búsqueda
es una lucha tenaz, y demedida
porque los espacios se acortan
y la duda del arribo y la partida persiste
inmóviles tratan
de recuperar para sí
esa posibilidad del instante
y meten las manos entre objetos calientes
insisten en saber qué han hecho
insisten en saber qué han perdido
(si una ignorancia o un momento)
y meten otra vez las manos con empeño
parece que a veces se acercaran y no es cierto
parece que arribaran y no es cierto
piensan en revólveres
y no es cierto
piensan en las fábricas
en otras casas
y tampoco
Los cuatro aproximándose más, buscando y entregándose
Como si todo juego inocente y con revancha
No fuera de temer.
LIANA FRIEDRICH
(Rafaela-Santa Fe)
CONDENA
En una pupila gris
caben todas las lanzas;
la sentencia,
en un dedo índice.
Ocultos albañales
confinan abyectos
hedores N.N.
Festival de la muerte:
en el anfiteatro del terror
una última risa
disuelve su impudicia.
ALEJANDRA
MENDEZ BUJONOK
(San
Cristóbal-Santa Fe-Argentina)
TODA LUZ, TODO FONDO
Toda luz, todo fondo
me lleva en sabanas
de piel algarrobo
a la ribera.
Silencio que se hace carne
en línea inrecta
hasta la quilla de las aves.
Al Colastiné bebemos por paisaje
los poetas de viento húmedo.
La pampa gringa de los inundados,
que saben que el sauce llora
como lloran las viejas olvidadas,
como llora el río y la dejeza.
Que entroncadera zurrumba
peregrina cruje la madera.
Que como dice Fournier:
es un “inútil afán de huesos”.
MIRYAM
COLOMBOTTO DE SEIA
(Gálvez-Santa
Fe-Argentina)
DESENCUENTROS
Esa
que vuela, nada y anida en mi caudal
busca
su doble, la que tiene manos y pies.
Quiere
comer con su sabor los frutos que ella elija.
Palpar
los plumajes / la corteza / la fría piedra...
Saber
el aroma de la tierra cuando la lluvia comienza.
Quedarse
con su lágrima indecisa.
Ser
líquida y correr por sus arterias.
Tal
vez se equivocaron en su especie
y
pueda darse un día ese encuentro
de
quien ha soñado ser de agua,
con
este otro ser
que
no sabe por qué
ni
para qué, le regalaron una nostalgia
que
no ha sido elegida
y
no encuentra su lugar.
ROSA
LÍA CUELLO
(Cañada
de Gómez-Santa Fe-Argentina)
DESCALZA
DE TRISTEZAS
Descalza
de tristezas
abdico
primaveras que naufragan
en
el esqueleto de tus huellas.
Recorro
laberintos
que
se amalgaman en la infinitud
de
la mirada que gime soledades.
El
destino espanta equinoccios
en
la rueca ancestral de los sueños
que
se revelan inconscientes
de
los lirios clavados en mi carne.
Me
ahueco en silencio
sabedora
de todas las ausencias
que
tu partida implica
y
regreso al borde de las mutaciones
en
el intento de entenderte.
CARINA
SEDEVICH
(Santa
Fe-Santa Fe-Argentina)
3
Es
la hora en que es preciso escribir.
Hay
que salvar el dia
de
hundirse. Hoy
vale
por tantas tardes que vi pasar
callando.
Hoy
no
es mas triste que otras veces
esta
hora.
No
es mayor la soledad
sino
mas vieja
como
si nadie nunca hubiera estado.
El
hueso del silencio
conocido
y raspado por mis manos.
El
hueso de ser una
sola,
durante todo el trecho.
El
hueso de haber sabido siempre.
Sin
embargo tuve la duda del amor…
Se
me ofrecio en alguna de sus formas
y
vi salir el sol por el oeste
y
palpitar la tierra
y
edulcorarse el mar.
Halle
que el frío no cortaba
que
ciertas flores supuraban
me
senté bajo un sauce para oírlo
y
me aburri.
Me
decía siempre que de mi
huían
las felicidades.
Me
llamaba siempre inmerecida.
Entonces
tuve la deuda del amor.
Y
no hay camellos que alcancen para eso
ni
arena caminada
ni
las piernas, ni las vulvas entregadas.
Nada
de eso
paga
la estafa del amor.
No
hay agua sobre la cual escribir
tantas
partidas.
Me
quitaron lo que nunca tuve
y
siempre supe que no había tenido.
Me
dieron y me rapiñaron
el
hueso de mi soledad.
PÁGINA 6 – CUENTO
SERGIO
BORAO LLOP
(Zaragoza-España)
(Zaragoza-España)
DE
PASO
Lo
pensó así en el momento exacto en que se apeaba del tren: "nadie hablará
de nosotros cuando hayamos muerto". Intuía o recordaba que era el título
de una canción, una película, un libro... Algo que le venía de remotas regiones
de su mente, palabras difuminadas por la resaca del tiempo que ahora, sin
motivo aparente, habían salido a la superficie para volver a sumergirse en el
olvido minutos u horas más tarde. El hombre ya no era joven. Tenía esa edad
indefinida de quienes han vivido en muchos sitios o -pensémoslo despacio- en
ninguno. Por eso una frase aparecida de repente en su cabeza podría venir de
cualquier parte: La edad mezcla palabras y recuerdos, invenciones y vivencias.
Todo es una misma argamasa que se amontona, informe, en los anaqueles de la
memoria.
Pero
¿a qué venía esa frase justamente ahora? El traje raído, las arrugas delatoras,
el exiguo maletín ¿pueden ser, acaso, la respuesta? El hombre miró al frente.
Un cartelito despintado anunciaba el nombre de la estación: "Ingeniero de
Madrid". Le resultó chocante, porque él había nacido allí, muy cerca de
Madrid; en España, esa España ahora tan lejana como las brumas de un entresueño,
que se van desvaneciendo poco a poco cuando despertamos y de las que, al final,
apenas queda un vago rescoldo, una cicatriz inexistente.
Tal
vez fue ese detalle -pero esto lo pensó ahora, mientras contemplaba el
letrero-, el nombre de la estación, lo que le trajo a la mente la frase
lapidaria. Porque ¿algún ser vivo recordaba todavía quién fue exactamente ese
ingeniero? Cierto que en algún libro, en alguna enciclopedia cubierta de polvo,
quizá se reflejase no sólo el nombre, sino incluso también el hecho por el cual
este lugar que ahora pisaba había adoptado ese nombre, que -a pesar de todo- no
dejó de resultarle sumamente curioso. Pero ¿puede una enciclopedia, por exacta
y completa que sea, imitar o suplantar eso que llamamos recuerdo? ¿Son esos artículos,
esas anotaciones, una forma de seguir existiendo en la memoria de las gentes
futuras? Tal vez, pero, en cualquier caso, una forma distorsionada,
infinitesimal. Las biografías las escribe gente viva sobre gente muerta (o
gente muerta sobre gente muerta, que viene a ser lo mismo) y quienes las
escriben no saben nada, absolutamente nada. A lo sumo, una mínima colección de
hechos aparentemente importantes, pero que en realidad son irrelevantes o
anodinos, puesto que no arrojan ninguna luz sobre la persona biografiada... La
única biografía posible la va escribiendo uno mismo, con sus propios actos, y
no queda registro en parte alguna...
Vio
las vías perdiéndose en el horizonte. Las vías del tren sugieren la infinitud y
el desencuentro (Acaso también la infinitud del desencuentro) pero en este caso
concreto, además, ese desencuentro resultaba aún más dramático porque dos pares
de vías se cruzaban en este punto para ir alejándose después hacia sus
respectivos destinos, líneas infinitas que jamás volverían a encontrarse. Y
este punto, el único lugar en que esas líneas se encuentran, es una estación
erigida en medio de la nada, un punto perdido entre otros puntos igualmente
perdidos o inimaginables.
Así
sucede -pensó- tantas veces. Tal vez sólo exista un punto, un único punto en
todo el inimaginable cosmos, donde sea posible el encuentro. ¡Qué dicha, el
encuentro! Y qué tristeza ver alejarse de nuevo los trenes del destino,
intuyendo.
Desencuentros...
Si lo pensaba con frialdad y atención, fueron precisamente ellos quienes le
habían traído hasta este lugar, quienes habían de llevarle adónde iba. Pero
¿dónde iba exactamente? No podía recordar el nombre (si es que tal cosa puede
tener importancia en realidad), y no tenía el menor deseo de sacar del bolsillo
el papel donde figuraba. Ya habría tiempo para eso cuando el nuevo tren se
pusiera en marcha hacia el siguiente destino. La vida es una sucesión de trenes
que, en apariencia, nos llevan de un lugar a otro. Sabía que una vez allí tenía
que hablar con un tal Pereira o Pereyra, un portugués o brasileño que también
-por circunstancias desconocidas y que, en el fondo, no importaban- había
venido a dar con sus huesos en ese lugar alejado del mundo y de la historia.
(Pero -atinó a pensar más o menos confusamente- ¿hay algún lugar que no esté
alejado del mundo y de la historia? De ser así, el tiempo, juez definitivo, ya
vendrá a corregir esa desigualdad momentánea, ese error inocuo). Tampoco
recordaba, hecho anecdótico si lo miramos bien, cómo se llamaba el lugar del cual
venía. De ese triángulo escaleno, sólo el curioso nombre de esta estación
solitaria había echado raíces en su memoria. En la estación no había nadie más.
De nuevo, estaba solo.
Los
desencuentros, sí... Llegan a ser tantos que es imposible recordarlos todos. Y
¿para qué habríamos de recordarlos si sólo pueden producir dolor, desolación?
Amigos que se fueron diluyendo en un pasado cada vez más difuso, amantes cuyos
rostros apenas son una neblina inconsistente, familiares a quienes no había
visto en dos décadas... Y le vino de nuevo esa frase:
"Hablar
de nosotros después de muertos- musitó con una sonrisa amarga-. Si al menos
alguien lo hiciese cuando aún estamos vivos, si es que en verdad lo
estamos". Si alguien. Porque: ¿Quién le brindó una mano cuando su mundo se
desmoronaba? ¿Quién le habló cuando precisaba una palabra? ¿Quién estuvo ahí en
esas horas de amarga e interminable soledad, o en esas otras de inasumible
derrota? ¿Quién, finalmente, vino a despedirle a la estación -esa otra, ahora
disuelta entre las telarañas de un olvido consciente- veinte años atrás, cuando
tuvo que partir para no regresar? Para no regresar.
¿Amistad?
Palabra casi siempre exagerada para definir relaciones superficiales entre
seres humanos. ¿Amor? Ya lo dijo Bécquer: es un rayo de luna. ¿Fidelidad?
Palabra horrible y abstracta. Encierra una falacia.
Un
día, no muy lejano, de esta estación sólo quedarán ruinas, algunas fotos
viejas, tal vez uno que otro recuerdo impreciso como la sombra tenue de un
sueño abandonado en las hondonadas del tiempo. De quienes en ella esperaron
alguna vez, de quienes tomaron un tren o se apearon de otro, de quienes en ese
mismo andén conversaron durante unos minutos, desconocidos atrapados durante un
instante en un lugar que ninguno de ellos eligió, ¿Qué será exactamente lo que
quede?
Un
vacío tan grande como el que ahora veían sus ojos, allí en esa estación
inconcebible, era la única respuesta a todas esas preguntas. El hombre suspiró,
miró hacia el cielo gris. El cansancio ya conocido vino a posarse sobre sus
hombros. Tuvo que sentarse. Tal vez se adormeció. Por eso, no podría decir si
vio, o sólo los soñó, a los jinetes que venían cabalgando desde el Sur, lentos,
callados, cabizbajos.
De
los dos jinetes, el más joven se quedó un buen rato mirando al hombre que
dormitaba, sentado en el destartalado banco de madera de la vieja estación.
Hizo
un gesto vago de saludo, sin obtener respuesta. Luego miró a su acompañante y
preguntó:
-
¿Qué estará haciendo ahí?
Después
de un rato, el otro jinete, un viejo de pelo blanco y rostro endurecido por
lluvias y sequías y noches durmiendo al raso, contestó sin apartar sus ojos del
camino:
-
Está esperando.
El
joven le mira, incrédulo.
-
¿El tren? Pero entonces tal vez deberíamos decirle...
-
Probablemente él sabe.
-
Pero si supiera, entonces...
El
viejo calla. Deja que la verdad se vaya abriendo paso en la mente del otro.
Sólo cuando ya casi le han perdido de vista, cuando el hombre desconocido y la
estación abandonada apenas son un recuerdo que se va desdibujando, vuelve a
oírse su voz grave, sentenciosa.
-
Hay gente que va en busca de su destino; y hay gente que espera. Y también hay
gente que hace las dos cosas. Dónde, cuándo, por qué... sólo son detalles
circunstanciales, insignificantes. Y ni siquiera podemos hablar de elección.
Caminas durante años y un día, sin que se sepa el motivo, los pies se niegan y
ya no hay alternativa. Ese hombre -su rostro lo gritaba- se cansó de caminar. Y
ahora espera. Nada más.
Y
sin mirar atrás, los dos jinetes siguen cabalgando, sin apuro, como si en
realidad no fuesen a ningún lugar, como si la única realidad posible fuese el
camino que se extiende bajo los cascos de sus caballos. El silencio se ha
instaurado de nuevo entre ellos, y sobre la escena, ahora, apenas se oye el
rumor de la brisa que recorre, casi con timidez, el inabarcable páramo, rozando
al pasar, de forma leve, todo aquello que aun tiene consistencia y que algún
día, pronto, sólo será una sombra, un apunte inconcreto en los ajados libros de
los hombres.
PÁGINA 7 – RESEÑA
INMACULADA
JIMÉNEZ GAMERO
(Córdoba-España)
ACERCA DE
IMERALDA DESPUÉS
(Novela de
Mónica Ivulich)
Si las
experiencias generacionales se transmitiesen a través del ADN estaríamos
próximos a entender que la memoria de nuestros antepasados sobrevive con
nosotros. También nos aproximaríamos a comprender que el ser humano almacena
las vivencias y hereda información que le viene dada y, que dicha información
influye marcadamente en generaciones siguientes.
Podríamos
decir que no somos del todo dueños de nuestro destino y que cuando nacemos ya
existe una gramática en nuestros genes que el ser humano ha venido acumulando.
Por lo tanto con esa información podríamos construir caminos para preservar la
humanidad.
La autora
utiliza sus propias ventanas para asomarse a través del personaje, aplica su
propia experiencia vital y la entremezcla con claves de ciencia ficción y de
esoterismo, pero también se sustenta en experimentos científicos sobre cambios
moleculares. El latido de Imeralda es salvar la tierra, se rige por un
instinto, por un impulso inconsciente que le dicta su propia naturaleza. Es un
alma premiada por una virtud que eligió una vida alejada de la suya propia.
Como sostenía Platón en “La República”: existe un sistema de recompensa o castigo en función de la virtud demostrada en vida. Las almas viajan y son conscientes de un cosmos, de un “todo” superior colectivo, por lo que gozan del virtuosismo de las ideas.
Como sostenía Platón en “La República”: existe un sistema de recompensa o castigo en función de la virtud demostrada en vida. Las almas viajan y son conscientes de un cosmos, de un “todo” superior colectivo, por lo que gozan del virtuosismo de las ideas.
Imeralda
posee una memoria celular grabada en su personalidad que ignora; su alma es más
grande que ella misma y le trae información remota, encuentra señales que la
guían, reconoce amistades, sentimientos de otras vidas que la proveen de
imágenes de su pasado y revelaciones olvidadas, y encuentra sabios que la dirigirán
hacía su propio destino alumbrada por una luz que la ilumina.
¿Y si la
constante controversia sobre reencarnación fuese sustentada por la explicación
de la información del genoma humano?
¿Y si ésta es la explicación que se le puede dar a la reencarnación física?
Nuestra mente es ilimitada, pocos pueden responder a preguntas de este tipo y como dice Mónica Ivulich, en “Imeralda Después”: muchos son los que oyen pero pocos los que escuchan.
Los pensamientos son semillas que viajan con el viento, la frecuencia armónica late con la madre tierra, aunque pocos perciben estas realidades. Todo está conectado de un modo akásico desde el inicio de los tiempos, el conocimiento del universo lo llevamos inmerso en nuestras células, nuestras vivencias están en la memoria genética desde el inicio de la creación, pero nos dirigen ataduras de posesiones y búsquedas materialistas que nos alejan de la posibilidad de percibirlo.
¿Y si ésta es la explicación que se le puede dar a la reencarnación física?
Nuestra mente es ilimitada, pocos pueden responder a preguntas de este tipo y como dice Mónica Ivulich, en “Imeralda Después”: muchos son los que oyen pero pocos los que escuchan.
Los pensamientos son semillas que viajan con el viento, la frecuencia armónica late con la madre tierra, aunque pocos perciben estas realidades. Todo está conectado de un modo akásico desde el inicio de los tiempos, el conocimiento del universo lo llevamos inmerso en nuestras células, nuestras vivencias están en la memoria genética desde el inicio de la creación, pero nos dirigen ataduras de posesiones y búsquedas materialistas que nos alejan de la posibilidad de percibirlo.
El ser
humano ansió poseer y destruir, por lo tanto solo a través de numerosas
reencarnaciones podrá evolucionar, por eso ha de cambiar su piel como la
serpiente, para que ese proceso le pueda conducir a estamentos superiores.
Todos somos Dioses y humanos, en esa dualidad se sustenta la búsqueda de la
inmortalidad, en morir y renacer.
Cruzar fronteras, organizar tribus y poblados, comprender otras civilizaciones para llegar a Naciones Unidas, todo vale cuando la premisa es salvar al ser humano, conseguir que el mundo provoque una ola capaz de salvar el planeta, dar el lugar igualitario que la mujer tuvo en otros tiempos existentes, y que hombres y mujeres se fusionen en una sola verdad sin patrones.
Existe una inteligencia emocional que provee de la habilidad para regular un sexto sentido que controla la razón y la evolución del cerebro humano. La simbología o ideario de un idioma de armonía y paz que todos podamos entender y que siga los dictados de una Gran Sabiduría Divina para conseguir la renovación y purificación de las personas como seres terrenales, donde comprender sea tan fácil como respirar.
Cruzar fronteras, organizar tribus y poblados, comprender otras civilizaciones para llegar a Naciones Unidas, todo vale cuando la premisa es salvar al ser humano, conseguir que el mundo provoque una ola capaz de salvar el planeta, dar el lugar igualitario que la mujer tuvo en otros tiempos existentes, y que hombres y mujeres se fusionen en una sola verdad sin patrones.
Existe una inteligencia emocional que provee de la habilidad para regular un sexto sentido que controla la razón y la evolución del cerebro humano. La simbología o ideario de un idioma de armonía y paz que todos podamos entender y que siga los dictados de una Gran Sabiduría Divina para conseguir la renovación y purificación de las personas como seres terrenales, donde comprender sea tan fácil como respirar.
Porque el
cerebro emocional es anterior al racional y esa es la relación entre
sentimiento y pensamiento, como diría Daniel Goleman en su libro “Inteligencia
emocional”. Imeralda viaja a través del silencio y se adapta como un ser recién
nacido a culturas y étnicas diversas (su destino es su voluntad), frase de la
autora que me parece reveladora de ese impulso primigenio que nos conduce.
Quizás la muerte no exista como tal, quizás nunca nacimos, quizás solo exista eternidad, y desde esa eternidad Imeralda viaja para sentarse en un café de Oxford con una de sus múltiples madres.
Quizás la muerte no exista como tal, quizás nunca nacimos, quizás solo exista eternidad, y desde esa eternidad Imeralda viaja para sentarse en un café de Oxford con una de sus múltiples madres.
Ella es la
misma niña que hizo dibujos en las piedras de la Isla de Padua en una época
luminosa, entre el año 1100 y el 1400 después de Cristo. Los nativos vivieron
en paz, las estructuras sociales eran jerárquicamente organizadas y lograron
una excepcional arquitectura e ingeniería superior, teniendo en cuenta la
inteligencia que el ser humano tuvo en aquella época. Hasta que la isla fue
desforestada y la fragmentación social separó a las tribus que se refugiaron en
cavernas.
Como decía, esa niña es la misma reputada profesora antropóloga que viaja al desierto de Marruecos para realizar excavaciones importantes y reunirse con profesionales de diferentes puntos del mundo para investigar sobre la historia de la humanidad.
Como decía, esa niña es la misma reputada profesora antropóloga que viaja al desierto de Marruecos para realizar excavaciones importantes y reunirse con profesionales de diferentes puntos del mundo para investigar sobre la historia de la humanidad.
¿Y si los
pilares de la inmortalidad se sustentan en universos múltiples?
¿Y si la meta es volver a ser luz y esa luz se encuentra en nuestras células como parte de nuestra naturaleza?
¿Y si la meta es volver a ser luz y esa luz se encuentra en nuestras células como parte de nuestra naturaleza?
Imeralda,
que no duda de su intuición siempre seguirá buscando un después.
PÁGINA 8 – POESÍA
ARGENTINA
HUGO FRANCISCO RIVELLA
(Rosario de la frontera-Salta-Argentina)
MENSAJE URGENTE A LA MUJER QUE AMO
No puedo esperar otro minuto, ni un segundo, no más,
nada,
la espera es una quietud que no le sirve ni siquiera a un muerto.
Te necesito, ya,
en este instante,
mi corazón de tierra se reseca,
mis manos de ilusión desaparecen,
el poema amenaza fragmentarse.
Te necesito ahora entre mis cosas, en la sina sina florecida,
en la cama inexacta de la aurora, en la pereza del domingo,
en los ríos sin ausencias de la noche.
Te necesito ya, en este instante,
la espera es una quietud que no le sirve ni siquiera a un muerto.
Te necesito, ya,
en este instante,
mi corazón de tierra se reseca,
mis manos de ilusión desaparecen,
el poema amenaza fragmentarse.
Te necesito ahora entre mis cosas, en la sina sina florecida,
en la cama inexacta de la aurora, en la pereza del domingo,
en los ríos sin ausencias de la noche.
Te necesito ya, en este instante,
no vaya a ser que a dios le de por reinventar el mundo
sin ti.
DARÍO
VILLALBA
(Salta-Argentina)
EL
EQUILIBRISTA
Camina
colgado
de mis ojos
salpicado de tenso silencio
con la muerte a la altura de los pies
mordiéndole los talones
como una dura sombra
de mis ojos
salpicado de tenso silencio
con la muerte a la altura de los pies
mordiéndole los talones
como una dura sombra
No hay que confundirlo
con un ser superior
Él
____como todos
se gana la vida
ganándole a la muerte
No hay red
De todos los espectadores
solo yo sé el secreto:
nunca se muere
Si cae
para salvarlo
es la vida misma
quien le tira
un mar
o una mujer
FERNANDA
AGÜERO
(Salta-Argentina)
POEMA
1
No sabes ya
de
qué color son mis pechos
que
se transparentan
en
mi cuerpo.
No
sabes que no hay centauros
trepando
por mis muslos,
arándome
bajo un sol
inextinguible,
no
sabes porque murmuran
los
fantasmas en mis oídos,
ni
sabes que las telarañas
se
tejen en mi cuello
desmadejándome.
Todos
los olvidos me arropan
en
la noche, en esta hora
en
que la paciencia
tiene
dientes de hiena.
PAULA
BONAVITA
(Humahuaca-Jujuy)
Volaré hacia el infinito
llevando en mis alas
tu deseo sin límites.
como mariposa transformada
dejaré que llegue hasta tu sol
el canto sereno de mi luna.
y en cada copla
escribiré al amor
su verbo simple
de transcurrir sin dudas.
(Humahuaca-Jujuy)
Volaré hacia el infinito
llevando en mis alas
tu deseo sin límites.
como mariposa transformada
dejaré que llegue hasta tu sol
el canto sereno de mi luna.
y en cada copla
escribiré al amor
su verbo simple
de transcurrir sin dudas.
ILDIKO
NASSR
(Río Blanco-Jujuy)
lo que duele es esta
desnudez
puesta a la intemperie
este grito sin voz
hoy me duele
yala
hasta en los pies
(Río Blanco-Jujuy)
lo que duele es esta
desnudez
puesta a la intemperie
este grito sin voz
hoy me duele
yala
hasta en los pies
PÁGINA 9 – CUENTO
MIGUEL
ANGEL GAVILÁN
(Santa
Fe-Argentina)
SOLOS
Sale
de la casa y se encuentra sola. Con su vestido de flores apretadas y su bolso
gris. Pero sola. Se ve buscando a un hombre en mitad de su vida. Muy pintada,
los cabellos ya entrecanos camuflados bajo el color rojo chillón de la tintura
y las uñas mordidas en el fragor de la ansiedad. En la puerta, el barrio es el
de siempre: una larga calle arbolada y los chalecitos con maceteros y malvones
que vuelven cálida la soledad de las tardes. Cierra el portillo y corre el
pasador, después baja el escalón de granito y mira la vereda que el sol dejó
hace rato de sonrosar. Acostó a su madre, las mesas de noche cargadas con
frascos de remedios y perfumes, como un ídolo obeso, de oro y pedrería en el
centro de la cama. Habitualmente, antes de salir, la maquillaba y le anudaba un
pañuelo de encajes en la cabeza. Le ponía sus collares y sus anillos grandes,
de fantasía, que en la mano regordeta parecían luces de navidad. Procuraba
disimularle las ojeras negras con esmero, sabiendo imposible acallar esas
manchas profundas y viejas con cremas y polvos. La vejez estaba ahí, había
hecho nido y ya no se movería de esos párpados. Por más que frotara, sin
consuelo, la vejez también estaba en ella, en su rostro de cuarentona fea y
solterona lo mismo que un gusano que taladraba la piel hasta la llaga.
Camina
haciendo sonar los tacos en las baldosas. Los autos doblan y algunos
conductores la miran de reojo. Las flores de su vestido brillando ante el
fogonazo de las luces. Quiere mostrarse decidida aunque la forma de aferrar la
cartera delate su debilidad. Toda la noche en los hombros, piensa. Siempre le
había fascinado la noche, esa espesura de silencio en el borde del aire, ese
miedo que le daban las estrellas como ojos o como perforaciones sucias de
blanco. En la esquina había una parada de taxis. Ahí esperaría al gordo de los
miércoles, ese que conoció bailando tangos en un boliche del bajo, que le
mentía deseo en la pieza de un hotel haciéndola sentir cobarde.
Aquel
hombre siente la soledad como nunca. Como una goma que se le pega en el cuerpo
hasta sofocarlo. Siente que se le acumula en la carne formando un callo entre
los pliegues, donde se juntan los gestos, los guiños, las miradas. Lo envuelve,
lo acosa, lo mantiene lejos de la cordura. No le permite reponerse del desorden
del miedo. Está atrapado. Se siente idiota al reconocerse indudablemente solo
en medio de todos los que dicen quererlo. Toma pastillas, bebe. Se consuela
viendo viejas películas, se habla de lo canalla que fue cuando tuvo la
posibilidad de ser querido y se hizo a un lado, sin empaque, entregado en el desangre.
Lee periódicos, manda mails, se deja caer en la web, hundiéndose en el
estallido del chat donde otros hombres buscan señales que se parezcan al
cariño, hiriéndose para sentirse vivos, regodeándose en la masacre de los
nombres para hacer del nick elegido una salida terca de la monotonía. Su
soledad es un bloque de cemento que se le clava en los costados, que tiene
puntas y lo invita a caer. Pero se levanta. Quiere morir, pero algo lo aleja de
esa idea. Un impulso, un improperio, una rebeldía única, nunca sentida,
colándosele dentro de las costillas como un viento envenenado pero salvador.
Las escenas de la película pasan ligeras, perversas. Isabel Sarli de
guardapolvo blanco, la luz salvaje, la actuación impúdicamente mala, la mujer
bella pero grotesca al fingir una calentura fatal. "Que pretende usted de
mí" borrando todo argumento. Sin entusiasmo, el hombre bosteza. Es lo
único que le pueden provocar esas contorsiones, esas lumbalgias de senos
puestos de pie ante la cámara. Al terminar de ver, recorre con los ojos la
breve habitación, encoge los hombros como si sintiera frío, aunque el calor es
insoportable. Afuera la gente también finge ser feliz. Inventa razones para la
dicha, planea encuentros, se ama, se busca, resbala en esa inercia de la amistad
que va quedando como una costumbre similar al afecto. La gente tiene más armas
que él para creerse feliz. Porque con la soledad se pierden las dimensiones de
la dicha ajena, es necesario convertirse en espectador de ella, ver mejillas
iluminadas de alegría, risas, el otro con el otro, para poder decir: "Eso
es lo que no tengo", eso es lo que otros tienen y yo lo dejé escapar, una
simpleza, manos que se juntan, calor en las bocas, la alegría, nada más, un
bar, una conversación, vestirse para otro, para que otro distinto complete el
cuadro que queda trunco si nadie mira, si nadie dice, estás hermosa o hermoso,
sos mi amor, sos mi vida, sos, simplemente. Se pone la camisa y sale. No sabe
que se encontrará con esa mujer, en el banco de cemento. Tan lastimosamente él
en otro sexo.
Se
convence de que el gordo de los miércoles no vendrá recién cuando ve al hombre
acercarse, pálido, como si el tiempo le hubiera lavado la sangre dejándolo así,
muerto y apagado en esa prontitud de sueño. Tiene los ojos chicos de espiar la
vida desde un lugar cerrado. Ella sabe de esas cosas. El gordo es casado,
mentiroso y da lástima arriesgarse a tenerle cariño. Ella pensaba todo en
función de su madre, hasta se sorprendió una noche midiendo si su amante
entraría en la cama de la vieja una vez que esta muriera. Se ríe de verse tan
pobre intentando atrapar las migajas que alimentan el resentimiento. Quiere que
ese hombre la vea, aunque sea ese, para no volver tan sin levante, tan
despiadadamente no elegida otra vez. Por eso cruza las piernas con lastimada
premura.
Sin
expresión, el hombre se sienta al lado. Y se le presenta una casa gris, él
llegando de la oficina, la habitación a oscuras, una mujer en bata, un hombre
desnudo, un asombro, o dos, una pregunta que no se contesta, que no es
necesario responder, el adiós. Piensa ¿cómo matar lo que nunca tuvo vida?,
¿cómo hacerse cargo de un sueño, cuando todos se han terminado? Y piensa
también en el reposo de la mujer del banco, esa entrega, los ojos esquivos, la
duda y un tajo de labios rojos a modo de sonrisa que quiere ser agradable.
El
hombre huele a alcohol, a ropa transpirada y vuelta a transpirar. Recuerda a la
madre que le echaba los candidatos y ella que la dejaba hacer por comodidad,
por culpa. Y ahora ese, que no era lo que ella buscaba pero que está ahí, que
debía verla como una puta para facilitarle las cosas, para que el amor no
naciera, como no nació aquel único hijo que le hicieron y que tuvo que abortar
porque los hombres las quieren vírgenes, los hombres no las quieren rotas, la
madre llorando las faltas de una hija díscola, perdida.
-
¿Vamos a algún lado? - propone.
Cuando
se reclina en el banco, sabe que esa mujer no le va a servir. Porque nadie
entiende que para odiar, para el rencor se necesita un asco, como comer bichos,
algo más deshonroso que encontrar a la propia esposa en brazos de otro o pensar
que aún alguien podía amar al burócrata disfrazado de marido que traía flores a
la casa y hablaba de las vacaciones. Es necesario sentir que la carne se
desgarra en cólera, no soñada sino viva, un asco destructivo, como estrellar un
puño contra la cara de alguien alguna vez deseado. Esa mujer es honesta. Tiene
una pena sentida y cierta, por más que proclame ser una cualquiera, por más que
vaya casa por casa diciendo su deseo, pidiendo mitigar sus calores de loca, la
inocencia se le desborda tras cada caricia. No le servirá, no. Ni esa noche ni
ninguna. Ni en el recuerdo, ni en la anemia de esas horas pasadas frente a la
computadora buscando otras hembras odiables y felices, otras putas a las que
dejar sin amor. Defraudado prepara la respuesta.
-
Vivo cerca. Vamos a mi casa.
PÁGINA 10 – POESÍA
ARGENTINA
Has regresado
a las veredas del carnaval,
como antes, cuando
éramos alegres.
Recuerdas, confusamente,
a Prèvert:
A mi casa que no es mi casa
vendrás. Pienso en otra cosa
pero no pienso sino en eso y
cuando hayas entrado te quedarás
inmóvil frente a los rojos pimientos
colgados del muro blanco.
Justifico,
la vida es breve.
Advierto,
ha sido
demasiada la ausencia.
¿Pero qué hice sino esperarte?
II
Pensábamos que era tarde.
Que los fuertes resplandores del deseo
habían sucedido en las calles del río,
entre la hierba,
o frente a los trenes
que pasaban, ajenos,
o en las eternas noches
dedicadas a medir
la respiración
y la duración de los besos.
Nada hemos perdido.
Para este encuentro
sumamos
países y tristezas,
los rostros de los que hemos amado,
los libros que leímos,
la belleza del mundo.
Serenos como antiguos amantes,
sorprendidos como Eva o Adán,
afirmados en el temblor
y en el instinto,
entregados
a una victoria más:
la gravitación del fuego,
la claridad de su mandato.
PÁGINA 11 – CUENTO
PÁGINA 12 – ENSAYO
PÁGINA 13 – POESÍA ARGENTINA
Saco el corazón de un poema cursi
y lo coloco en otra parte.
Ya ha dejado de ser lo que era
para ser lo que es: un músculo hueco,
una bomba que aspira y que expulsa
sangre en cautiverio.
Saco el ángel de un poema cursi
y lo pongo a secar en el tendedero.
Ahí está. Es ese híbrido de persona
y de pájaro indeciso que chorrea en la soga.
Saco las alas de mariposa de un poema cursi
y las pongo en una vitrina del Instituto Lillo.
Allí son lo que son, telitas de cebolla
en pequeña imitación de un arco iris.
Trato de sacar el alma de un poema cursi
pero no puedo. No sé qué es el alma
ni dónde se encuentra. Por eso es que dudo.
—Es un ángel (me dicen)
—¿Otro ángel? (me digo)
Es un gitano de grandes bigotes
que roba niños por la noche.
—Es un ángel con forma de mariposa
(me dicen)
—¿Otro ángel? me digo / ¿Otras alas?
Es un molino de viento
que delira con quitarle la Dulcinea
al cerebro de don Quijote.
—El alma es el corazón humano
de un angelito etéreo (me dicen)
—¿Otro ángel? me digo ¿Otras alas?
¡El mundo es una pajarera!
Saco la palabra poema de un poema cursi
y doña Petrona viene como un relámpago
secándose las manos con un repasador.
—Dígale al caballero
que sin puema no hay puema, Juanita.
Y Juanita me lo dice.
¡Ahí tenés!
Y apago el televisor durante décadas,
pero la tecnología
trae las nuevas redes sociales
con infinitas tandas de poemas cursis
llenos de corazones, de ángeles y de almas.
Entonces pongo una herrería
y le doy con el martillo al hierro candente
y escucho a jornada completa
rugidos de heavy metal
(ese es mi castigo),
mientras saltan las chispan
y los ángeles no se arriman
por miedo a que se les quemen las alitas.
¡Lepidópteros!
¡Pirofóbicos!
¡Cobardes!
PÁGINA 14 – CUENTO
Habíamos pasado el primer peaje y ya había cabezas alrededor de nuestro asiento interesadas en oír y opinar y también contar sus relatos de redención. Un hombre pelado con camisa a cuadros dijo que iba porque a su hija, que dormía unos asientos más atrás, le habían diagnosticado leucemia. Una mujer que comía compulsivamente caramelos mentolados nos contó que se estaba quedando ciega. Otro, que el negocio (una ferretería) andaba mal y estaba a punto de quebrar. Incluso cuando el chofer apagó las luces, y el colectivo se hundió en la oscuridad, la oscuridad pura sin estrellas del exterior, las voces continuaron y continuaron, lejanas y veloces como las voces de un sueño o las conversaciones que se oyen en el teléfono cuando las líneas están ligadas. Cerré los ojos y me dormí.
Desperté a la madrugada. Amanecía. Oí el ruido del mate y olí el café barroso del colectivo. Algunos conversaban en voz baja. Alguien dijo que habíamos atravesado hacía un par de horas la capital de San Juan, y al mirar por la ventanilla casi doy un salto. La ruta se internaba en el desierto más puro que vi en mi vida. No había nada, pero nada de nada. Campos sin alambrar. Ni una vaca, ni un árbol. Ni siquiera postes de luz. La tierra seca cubierta de piedras redondas. Al fondo del colectivo, un bebé empezó a llorar. Mi abuela dormía con la boca abierta.
Me levanté a buscar un café y cuando volví se había despertado y había sacado de no sé donde una de esas revistas gratuitas de los Testigos de Jehová. Una "!Despertad!". A veces las leía. Le di mi café y fui a buscarme otro. En el camino me crucé con el pelado de camisa a cuadros, que se había sentado en el apoyabrazos del asiento y charlaba con los que tenía al lado. Me guiñó el ojo.
Me senté, me puse el walkman y oí un par de temas de "Canción animal", de Soda Stereo, que había salido un par de meses antes. Mi abuela me habló y me saqué los auriculares. Me dijo que no faltaba mucho para llegar. El colectivo se internó en un camino de tierra que bordeaba las montañas y al rato el chofer anunció que se veía el techo de la casa. Nos asomamos a la parte derecha del colectivo. Abajo, en medio del valle solitario había una casita diminuta. Al costado de la casa había cinco o seis colectivos estacionados uno al lado del otro. Ya era de día.
Las montañas, quizás por el mineral del que estaban constituidas, eran rojas como las montañas de Marte que uno ve en las fotos de las sondas espaciales. El colectivo fue subiendo en espiral y después de una curva bajó abruptamente hacia el valle. Cuando estábamos llegando, algunos impacientes se pusieron de pie y se amontonaron en el pasillo. La puerta se abrió con una exhalación. Ayudé a bajar a mi abuela. Había otros grupos de personas esperando, veinte o treinta por cada ómnibus. Mi abuela empezó a hablar con dos mujeres de su edad, que habían llevado reposeras. Poco después la vi sentada en una de las reposeras, tomando mates.
Afuera había viento y de inmediato se me taparon los oídos, supongo que por la altura. Oía como a través de una lámina.
La gente decía: si uno no cree, el Nene no puede hacer nada. Si uno no cree, no funciona, así de simple. El Nene usa la energía, la fe de cada uno. El chofer de nuestro colectivo, un hombre que parecía carecer por completo de cuello, pasó entre nosotros diciendo que una chica iba a recoger los alimentos y que quizás el Nene se dirigiría a la multitud antes de empezar a atender. A veces salía y hablaba en voz alta, daba un mensaje que todos más o menos podían considerar como suyo, o rezaba junto a las viejas una novena del rosario. Lo había hecho un par de veces. Esta vez no lo hizo.
La chica que pasó a recoger los alimentos estaba vestida como una Testigo de Jehová. Pollera larga, camisa con hombreras. Decían que era la novia, la hija o la sobrina del Nene. Recolectaba los paquetes en una bolsa de consorcio. Cuando pasó al lado nuestro, mi abuela le mostró los spaguetis antes de dejarlos caer en la bolsa y le preguntó algo, no escuché qué. La chica no respondió.
A las nueve, formamos una fila que entraba por una puerta a la casa del Nene y salía por otra. Pensé que había una cierta organización, por el bien de los que iban a verlo. Empezaron a pasar. Los que esperábamos de un lado tratábamos de ver si en los otros, en los que ya habían salido, podía registrarse algún cambio visible. Mi abuela, que tenía que formar la cola de pie, empezó a quejarse del dolor en las rodillas. Alguien le ofreció un banco de lona y ella se sentó. Había gente en silla de ruedas, gente con el ojo tapado por una gasa, gente con muletas, niños con labio leporino o con un barbijo que les cubría la mitad de la cara. Cuando llegó nuestro turno, me temblaban las piernas, un poco por el cansancio y un poco porque estaba excitado, ansioso. La puerta de la casa estaba abierta y había una esterilla de cuentas colgando del marco. Desde el interior llegaba una luz tenue y olor a incienso y a sahumerios. La chica que había recogido el alimento hacía pasar a las personas de a una, incluso si habían venido a acompañar o ayudar a alguien. En eso el Nene era inflexible. También los choferes tenían que pasar. Dejé a mi abuela primero y me quedé a un metro de la esterilla, mirando alternativamente la luz que venía del interior y a la chica con expresión impasible de empleado público. Oí la voz del Nene hablando con mi abuela. No entendía las palabras pero me asombraba la fuerza y la rispidez de esa voz, como la de un hombre de campo retando a un perro. Después un grupo de personas se puso a cantar y dejé de oírla. No sé si estaban esperando para ver al Nene o si ya lo habían visto. Cantaban:
Mi abuela tomaba mate con otras viejas. Me sequé los ojos, me acerqué y me quedé al lado suyo. No pude hablar, por un largo rato. Cuando recuperé la voz le pregunté qué le había pasado. Yo tenía once años y en el lugar donde el Nene me había apoyado la mano tendría una cicatriz para toda la vida.
No sé muy bien, dijo mi abuela.
¿Pero te sigue doliendo?, pregunté.
Sí, claro, dijo ella.
NEA
Sé que entenderás el camino justo en el instante perfecto
Yoque fui un referente en la obra de tu cuerpo
Comprendo tu expresionismo, tu elaborada escena
La intensidad de tu fuente
ese magnetismo que eleva
La plenitud acoge mis ojos
Pueden sentir lo que piensas
Transformé tu elemento
Conla alquimia de mi ciencia
De transmutarlo todo a su instancia primigenia
Iniciándolo en el precipicio de tu liberada creencia
No puedo evitar el esfuerzo de esta fuerza intensa
Tanto tiempo se adhirió a mi pensamiento
La sombra de la apariencia
He renunciado al mandamiento
Y las palabras me completan
Varias direcciones se encuentran en lo mismo
Se repulsan y se entregan
En un juego continuado se alejan pero se acercan
Yo que alguna vez fui tu sufrimiento
Bendigo esa lograda condición
Porque era necesario ese momento
Para saber lo que creemos hoy
Porque a veces no ponemos el orden
El orden nos ajusta a los dos
Por ellas puedo tocar tu llama
Agradeciendo la ocasión
Atraerla para darle forma a mi expresión
Qué doble noche se ha puesto a dar espejos
sendero bifurcado de futuras estrellas
he mirado a lo alto, de allí vengo
de pájaro golpeado contra el pecho
a un manso mirar entre edificios
el cielo acorralado e infinito.
Nada parece mejor
que una idea encontrada en un amento
una mañana de otoño en rocío.
Una sensación refrescante,
un alivio extenso como el que produce
una hoja de caá-heé en la boca.
La idea de estar a salvo
del próspero escozor de los barrios,
de la grasa incitante de las bestias.
La seguridad novedosa
de estar en el nirvana de la albahaca
o en la sombra de un ñandubay.
Nada es más lindo
que encontrar un pichón de calandria
poniendo a prueba las pautas del vuelo.
Nada como ver la avispa
que sella la boca del avispero y zumba;
nada como oler la lujuria de la lima.
La maceración de la voz
dentro de la boca de mi hembra en celo,
el obstinado cangrejo del amor mordaz.
ERNESTINA
ELORRIAGA
(Córdoba-Argentina)
TIKEN Y YO
Tiken canta en mis oídos /
me habla de la libertad y sus deseos
y yo me dejo crecer estas alas que
tienen música de infierno,
de huesos quemados
de fosa clandestina y vuelo alto muy alto
Tiken grita en mis oídos
me conmina a la libertad
y yo me dejo crecer entre las manos
un afilado puñal que tiene música
de tus huesos amor
de tus huesos amor .
Canta amor canta
que tu voz se embeba en la tierra
Africa es esa mujer que tu amas
a la que te entregas
y en el frenesí de la luz de tu canto rastafari
entierras la historia
la perra historia , la ramera historia que inventaron algunos
y alumbras la historia
ella se ofrece como los tigres salvajes
a ser alumbrada
luz luz dame luz en la mañana
que ha puesto sus manos en mi cuello
África África ámame como yo te amo
no me abandones
de mi pelvis brotan hembras alucinadas
cabalgando tus animales desheredados del mundo
occidente hiede
África
África occidente hiede
hiede por sus purulenta luces
por su normatizado universo
dame luz aquí en París para que mi voz se clave
en sus ojos y la deje ciega
Francia que me desprecias y me usas
ay amor
ay amor Africa mia
que no daría por acunarte en mis brazos
para que te duermas acurrucadita
que mi corazón te abrace y
en ese abrazo renazcas negra negra
la pantera partera inaugurando un mundo
donde entremos todos
Tiken ay ay ay
me haces crecer alas
mientras la mañana se alarga en grises infinitos
y de tu mirada nacen lluvias que nunca
han de alcanzar para lavar
tanto pecado
Tiken ay ay ay
canta.
me habla de la libertad y sus deseos
y yo me dejo crecer estas alas que
tienen música de infierno,
de huesos quemados
de fosa clandestina y vuelo alto muy alto
Tiken grita en mis oídos
me conmina a la libertad
y yo me dejo crecer entre las manos
un afilado puñal que tiene música
de tus huesos amor
de tus huesos amor .
Canta amor canta
que tu voz se embeba en la tierra
Africa es esa mujer que tu amas
a la que te entregas
y en el frenesí de la luz de tu canto rastafari
entierras la historia
la perra historia , la ramera historia que inventaron algunos
y alumbras la historia
ella se ofrece como los tigres salvajes
a ser alumbrada
luz luz dame luz en la mañana
que ha puesto sus manos en mi cuello
África África ámame como yo te amo
no me abandones
de mi pelvis brotan hembras alucinadas
cabalgando tus animales desheredados del mundo
occidente hiede
África
África occidente hiede
hiede por sus purulenta luces
por su normatizado universo
dame luz aquí en París para que mi voz se clave
en sus ojos y la deje ciega
Francia que me desprecias y me usas
ay amor
ay amor Africa mia
que no daría por acunarte en mis brazos
para que te duermas acurrucadita
que mi corazón te abrace y
en ese abrazo renazcas negra negra
la pantera partera inaugurando un mundo
donde entremos todos
Tiken ay ay ay
me haces crecer alas
mientras la mañana se alarga en grises infinitos
y de tu mirada nacen lluvias que nunca
han de alcanzar para lavar
tanto pecado
Tiken ay ay ay
canta.
SONIA
RABINOVICH
(Córdoba-Argentina)
(Córdoba-Argentina)
XIV
Se abrieron las ventanas.
El viento armó las cortinas como velas.
Ël estiró su cuerpo.
Ella quedó fetal sobre las sábanas.
La pequeña muerte, dijo
o no lo dijo.
Los signos le pesaban sobre la mente en blanco.
Los cuerpos fueron cuerpos
y el vacío ocupó lugar
en la garganta.
Se abrieron las ventanas.
El viento armó las cortinas como velas.
Ël estiró su cuerpo.
Ella quedó fetal sobre las sábanas.
La pequeña muerte, dijo
o no lo dijo.
Los signos le pesaban sobre la mente en blanco.
Los cuerpos fueron cuerpos
y el vacío ocupó lugar
en la garganta.
CARLOS GARRO AGUILAR
(El Fortín-Córdoba-Argentina)
LEJOS,
MUY LEJOS
A espaldas de las horas del
mundo,
en otro tiempo -desnuda,
cantas.
Sexo mojado, pestañas
entreabiertas, el goce
desliza sus últimos palpos
sobre ti.
Hueles a tomillo, a cannabis,
a almizcle,
a secreción.
Temor y sombras han partido.
Y ahora flotas –delicia
ciega,
saciedad colmada-
en el agua suntuosa de la
fascinación.
Lejos, muy lejos.
Bajo los mismos párpados de
la eternidad.
SUSANA
CABUCHI
(Jesús
María-Córdoba-Argentina)
CITA
I
I
Has regresado
a las veredas del carnaval,
como antes, cuando
éramos alegres.
Recuerdas, confusamente,
a Prèvert:
A mi casa que no es mi casa
vendrás. Pienso en otra cosa
pero no pienso sino en eso y
cuando hayas entrado te quedarás
inmóvil frente a los rojos pimientos
colgados del muro blanco.
Justifico,
la vida es breve.
Advierto,
ha sido
demasiada la ausencia.
¿Pero qué hice sino esperarte?
II
Pensábamos que era tarde.
Que los fuertes resplandores del deseo
habían sucedido en las calles del río,
entre la hierba,
o frente a los trenes
que pasaban, ajenos,
o en las eternas noches
dedicadas a medir
la respiración
y la duración de los besos.
Nada hemos perdido.
Para este encuentro
sumamos
países y tristezas,
los rostros de los que hemos amado,
los libros que leímos,
la belleza del mundo.
Serenos como antiguos amantes,
sorprendidos como Eva o Adán,
afirmados en el temblor
y en el instinto,
entregados
a una victoria más:
la gravitación del fuego,
la claridad de su mandato.
MANUEL
LOZANO GOMBAULT
(San
Francisco-Córdoba-Argentina)
EL
ARCO IRIS LUNAR
Con un trineo lila entro en la fiesta,
en la aberrante jungla de los otros.
Mañana será tarde:
No habrá piadosos amuletos transformados,
ni estambres de la sumisión,
ni el paso astuto de alacrán entre columnas rotas.
¿Qué madrigal de las tumbas muy lejos de las vidrieras
donde espías al niño velador de tu fósil?
Fósil debajo de las lluvias enceguecidas, fósil
despavoriéndome en rosario de coronas casi invisibles.
¡Allí llegaste con tu rueca enjambre, vieja de la escarcha!
Hube perdido el conocimiento de ese mundo falaz.
Tajeé y tajeé y tajeé todas las puertas
mientras subía en el naufragio de mi raza
aferrando contra esta piel las hilachas de un perfume,
el desvelante corazón de un relicario abierto.
Herido de mandrágora tu pacto.
Miro de nacer por la escondida noche
la perfectísima llaga vagando en los jardines.
Estas genealogías donan el imaginado ácido del dios
y encienden lámparas de carnaval.
¡Bienvenida la disfrazada de espectro,
carcomida de encantos ridículos tu sombra!
El colibrí traga arena tibia (traída de los sueños)
para borrar de estas manos los estigmas tan crueles.
¿Por qué he de volar así?
¿A qué este suavísimo celeste en las tinieblas?
Queda cerca tu adiós.
Ya dejas los cristales rotos, los desprecias
como desprecias la traición del amor antes del alba.
Sólo el adiós se recupera de este lado.
¿No escupo el fuego de mi sola agonía hasta el desdoblamiento
de Adán en lepra, de barro en liquen?
¿Es que no asciendo al tiempo de las hijastras caídas?
No encuentro diluvio hacia arriba
más que el sello de mi profanación.
La luz es impostora.
El traje es impostor.
Quema el silbido de esta boca en los hierros.
Con un trineo lila entro en la fiesta,
en la aberrante jungla de los otros.
Mañana será tarde:
No habrá piadosos amuletos transformados,
ni estambres de la sumisión,
ni el paso astuto de alacrán entre columnas rotas.
¿Qué madrigal de las tumbas muy lejos de las vidrieras
donde espías al niño velador de tu fósil?
Fósil debajo de las lluvias enceguecidas, fósil
despavoriéndome en rosario de coronas casi invisibles.
¡Allí llegaste con tu rueca enjambre, vieja de la escarcha!
Hube perdido el conocimiento de ese mundo falaz.
Tajeé y tajeé y tajeé todas las puertas
mientras subía en el naufragio de mi raza
aferrando contra esta piel las hilachas de un perfume,
el desvelante corazón de un relicario abierto.
Herido de mandrágora tu pacto.
Miro de nacer por la escondida noche
la perfectísima llaga vagando en los jardines.
Estas genealogías donan el imaginado ácido del dios
y encienden lámparas de carnaval.
¡Bienvenida la disfrazada de espectro,
carcomida de encantos ridículos tu sombra!
El colibrí traga arena tibia (traída de los sueños)
para borrar de estas manos los estigmas tan crueles.
¿Por qué he de volar así?
¿A qué este suavísimo celeste en las tinieblas?
Queda cerca tu adiós.
Ya dejas los cristales rotos, los desprecias
como desprecias la traición del amor antes del alba.
Sólo el adiós se recupera de este lado.
¿No escupo el fuego de mi sola agonía hasta el desdoblamiento
de Adán en lepra, de barro en liquen?
¿Es que no asciendo al tiempo de las hijastras caídas?
No encuentro diluvio hacia arriba
más que el sello de mi profanación.
La luz es impostora.
El traje es impostor.
Quema el silbido de esta boca en los hierros.
NECHI
DORADO
(Ciudad
Autónoma-Buenos Aires-Argentina)
EL
VESTIDO MADE IN BANGLADESH
El
vestido estaba ahí, todavía no lo habían vendido; flameaba suavemente al
compás del aliento fresco de la brisa que parecía convertirlo en bandera de la
mano de obra barata.
Ingrid
lo miraba como hacía todos los domingos cuando salía de la monotonía de
su casa tratando de empaparse de rayos de sol y cielo abierto. El primer
o último día de la semana, según la fuente que se consulte, lo vivía distinto
entre tantos iguales.
El
paseo que realizaba con su amiga comenzaba por la feria artesanal, allí
caminaban sorteando puestitos ubicados en hileras desparejas, serpenteantes,
donde la policromía de los toldos resaltaba por entre las hamacas, toboganes y
calesitas de hierro, también multicolores.
Feria
que de tal solo guardaba un recuerdo agonizante; hace rato que esos espacios
dejaron de ser exposiciones de artesanía para convertirse en pequeños negocios
pintorescos en los que se ofrecen artículos importados. El arte y los artesanos
quedaron sepultados entre las raíces de los árboles añosos cuyas copas
trataban, infructuosamente, de agitar la memoria de un ayer que tal vez no
fuera mejor, pero seguramente, fue mucho menos comercial.
Transitaban
entre aroma a sahumerios, globos de aluminio, adornos de vidrio, instrumentos
musicales de madera y mucha ropa entrada al país en inmensos buques, que
arañando olas encrespadas tras larguísimas travesías, al tocar puerto habrían
de triturar migas de pan en las mesas de los trabajadores obligados a colgar
sus mamelucos antes de tiempo.
La
influencia “made in” logró troncharle los talones al futuro cuando
descerebrados del mundo contemporáneo decidieron que era más redituable
importar que producir. De allí que el mundo fuera lanzado por un precipicio
hasta quedar inmerso en una brutal crisis económica y ejércitos de desocupados
impulsados barranca abajo comenzaron a pulular por las grandes orbes,
ataviados con frágiles armaduras de miseria.
A
ella le encantaban los amontonamientos de tonos estridentes chocándose entre sí
sobre las telas: amarillo, violeta, naranja, verde brillante, turquesa,
rojo fuego, negro.
Como
el vestido de colores “made in Bangladesh” que resaltaba entre los otros,
atrayendo su mirada.
-Me
pregunto por qué no te lo comprás, comentó Haydee. Siempre te gustó esa ropa y
sobre todo ese escándalo explosivo de pigmentos alocados. Convengamos que no
sería la primera vez que te apartás de la discreción, agregó, y siguió
diciendo:
-Además
reconozcamos que es tu estilo histórico. Te recuerdo jovencita, descalza, con
el pelo lacio, llovido, cayendo sobre tu espalda cubierta por telas coloridas
como ésa. Hablabas de la guerra de Vietnam queriendo ir hacia allá para cuidar
a los niños huérfanos; recordaba la mujer como tratando de empujar la decisión
de su amiga de tantos años que ese domingo se reprimía frente al puesto mirando
pensativa el bailoteo de la prenda.
-Gringos
hijos de puta, decías con un odio que parecía nacer en tu estómago. ¿Te
acordás? Preguntó Haydee sonriendo al evocar ese pasado inolvidable del que
ambas fueron parte.
-Si,
me acuerdo y lo seguimos diciendo, ¡gringos hijos de tres mil putas! no te
despegues de la consigna que también fue y es tuya, enfatizó Ingrid
sonriendo y antes de explicar el motivo de su inminente negativa.
-No,
no lo compro. Hay algo que siento como escondido en esos pliegues. Intuyo que
cada puntada atraviesa el llanto de niños sin madre. Como todo lo que se ofrece
hoy está empapado de ninguneo a la vida, trasciende el límite del
espanto en medio de esta guerra actual, sin balas a veces, pero guerra al
fin.
-
Mirá ese rojo, parecen brasas encendidas sobre el ocre oscuro de aquellos
cuerpos doblados sobre las máquinas de coser. Siento escalofríos, quisiera
meterme en la trama de ese tejido, entrar por cada agujerito, acabar con
aquella vergüenza. Aparecer lejos de aquí, trasladarme hacia donde los ayes son
ignorados y se convierten en agujas punzantes.
-Vos
sabés de qué te estoy hablando, lo comentamos cuando sucedió, recordó y sin
esperar respuesta siguió diciendo:
-
Miralo bien, decime si las manchas no parecen las siluetas de esas
mujeres. El verde se ve como un charco de lágrimas y el amarillo es como que
explotara. ¡El vestido estoy segura que salió de aquella maquila, Haydee! ¡De
ese lugar donde las grietas de las paredes se invisibilizaron escondiendo
la tragedia tan anunciada como evitable!
-¡Ay
no! No, Ingrid! definitivamente hoy estás muy angustiada, vamos hacia otros
puestitos, olvidate de ese vestido, casi ordenó Haydee contagiada por la
congoja de su amiga. Ambas mantenían los mismos conceptos desde siempre.
A
metros de la percha donde seguía danzando su ritmo de aire y matices el vestido
“made in Bangladesh”, un grupo de jóvenes seguidores de algún gurú al que una
pseudo sacralización premiara con fortuna impresionante, movía sus pies al
compás de un ritmo pegadizo. Ataviados con túnicas livianas, casi
transparentes, en las que predominaba el color naranja, hacían sonar sus
mridangas y kártalos mientras repetían su mantra krisnaísta con la mirada como
ausente, perdida en su propia incógnita.
Metida
vaya a saberse en qué extraño laberinto inexpugnable, en tanto agitaban sus
cabezas rapadas. Mutiladas por dentro, desnudas por fuera, sobrevivientes de un
permanente funeral de neuronas al que fueron introducidos y del que no podrán
salir con facilidad.
A
pocos metros de ahí, casi chocándose como los colores del vestido, un grupo de
personas escuchaba atentamente a un señor que disparaba culpas sobre los
oyentes, a la vez que aseguraba que de algún cielo rencoroso, impúdico,
de celeste más claro que el estampado en la tela del vestido, llegaría la
salvación eterna. Siempre y cuando se cumplieran órdenes y no se cuestionara
nada. Siempre y cuando se mirara hacia las propias tripas. Falsos profetas del
apocalipsis con ínfulas de “elegidos”.
Sectas
aquí, sectas más allá y esa contaminación purulenta que se extiende y actúa
como telaraña donde quedará atrapada la voluntad y la autonomía de las
víctimas.
Ingrid
apuró el paso hacia la salida del predio, una oleada de indignación se sumó a
la angustia formando ese cóctel explosivo que suele arruinar jornadas, aunque
el sol acaricie tibiamente y la tarde se acurruque en el tapiz matizado de
verdes, donde los niños revuelcan su infancia y los adultos ven correr los días
iguales, casi pegajosos.
-Vamos
Haydee, es demasiado por hoy. Este hermoso domingo de otoño se juntaron muchas
víctimas en este espacio. ¡Y ya estoy harta de víctimas y harta de
estupidez!
El
vestido siguió danzando su ritmo mientras los colores parecían ir
empalideciendo la tarde que agonizaba. Como la de Bangladesh.
PÁGINA 12 – ENSAYO
JORGE FALCONE
(La Plata-Buenos Aires-Argentina)
ENAMORARSE
“Lo importante del amor
es que sea infinito
mientras dura”.
Eduardo Galeano,escritor
uruguayo.
Mi
matriz familiar me legó la noción de que para cada humano existe un alma
gemela, y que el mayor desafío de la felicidad consiste en encontrarla. La
sociedad de mi tiempo me instruyó en el mito de la "media naranja",
consistente en que alguna vez ese alguien al que estamos destinados habrá de
completarnos.
Demoler
ambos presupuestos reporta un dolor profundo. Al fin y al cabo no abunda quien
se haga al camino dudando de sus mayores.
Dicen
los que saben que a menudo buscamos en el/la compañer@ de vida un algo de
nuestros padres. En todo caso, atributos no enteramente ajenos.
Aunque
en un marco signado por la austeridad que imponían mis ideas, di el primer SI
frente al altar. Firmé ignorando que con tinta limón el compromiso de que fuera
"hasta que la muerte nos separe". Occidente se cuida de instruirnos
en la dialéctica, pero fue Heráclito antes que Marx quien sostuvo que
"nunca nos besa los pies el mismo río".
Aquella
primitiva noción de incompletud me tuvo vagando, ante el primer e impensado desencuentro,
como un alma en pena que ya nunca volvería a encarnarse. Vinieron luego
espejismos, en la adolescencia del amor, que a menudo lo confundieron con la
pasión. Pero parece que el primer sentimiento trama un tapiz que abriga, y el
segundo arrebata dejando sólo cenizas.
Duro
fue transitar el Sahara del afecto siendo en la reunión social el incómodo
invitado impar. No es la nuestra una sociedad muy respetuosa de una escogida
soledad.
Cuando
cicatrizó mi cuero de la más profunda herida, saltimbanqui me volví de cama en
cama... aunque no tardó aquella práctica en revelarse como aliada de un YO
indispuesto a escucharse. Primate aún de las emociones, busqué en la epidermis
de mi prójima la garantía de una relación gratificante, mas ese nuevo intento jamás
condujo hacia la estabilidad: ¡Una década alterné con el mismo arquetipo de
mujer encarnado por distintas intérpretes!
Quien
descree de si mismo se aferra a sus propios verdugos.
Pero
al cabo de un año sabático de féminas, y como acostumbra a decirse, comprobé
que a menudo se encuentra cerca lo que se busca lejos: Una compañera de trabajo
devino compañera de vida.
Estoy
seguro que la percepción del amor tiene edades. Pero también intensidades. Sin
minimizar vínculos previos, un hermoso pasaje de la novela “El nombre de la
rosa” de Umberto Eco, alguna vez iluminó mi entendimiento de lo que actualmente
siento.
Transcurre
durante la velada posterior a la experiencia sexual primeriza del entenado Adso
de Melk, cuando desvelado interroga a su mentor William de Baskerville - monje
franciscano como él - acerca del nuevo sentimiento que experimenta:
_
Señor - comienza el joven aprendiz -, hay algo que debo contaros.
_
Ya lo sé; responde el maestro.
_
¿Me oiréis pues en confesión?
_
Bueno… preferiría que antes me lo explicaras como amigo.
_
Maestro… ¿habéis estado alguna vez enamorado?
_
¿Enamorado…? ¡Muchas veces!
_
¿De veras?
_
Naturalmente: De Aristóteles, Ovidio, Virgilio, Tomás de Aquino…
_
No, no, no… Quiero decir de una…
_
Oh… ¿no estarás confundiendo amor con lujuria?
_
Tal vez. No lo sé. Sólo deseo su propio bien. Deseo que ella sea feliz…
_
Oh, cielos…
_
¿Porqué “oh, cielos”?
_
Estás enamorado.
El
diálogo continúa, abordando los inconvenientes que tal circunstancia reporta a
un fraile, lo cual carece de relevancia al efecto del parangón que deseo
establecer, ya que también daría lo que no tengo porque a ella jamás la rozara
el ala del dolor, y porque su vida fuera una completa fiesta, puesto que
entiendo que amar a quien lo merece y ser correspondido constituye uno de los
pocos tesoros que proporciona la existencia.
Al
cabo de casi una década, y aunque suene algo sensiblero, debo confesar que hoy
brego por cada instante de vigilia que pueda prorrogar con ella, y la extraño
hasta mientras duerme. Quizá porque las respuestas que buscaba descansan al
otro lado de mi almohada. He aprendido a disfrutar hasta las privaciones que
comparto con ella.
Supongo
que la madurez trae consigo capacidad de transacción y sutileza para el mutuo
cuidado. Quizá otro tanto aporta seguir demoliendo mandatos y equiparar los
roles, legitimar fantasías individuales para ejercer el Kamasutra en casa,
huyendo de aquel prejuicio atroz que consagra ternura para la esposa y pasión
para “la otra”.
PÁGINA 13 – POESÍA ARGENTINA
ROGELIO
RAMOS SIGNES
(San
Juan-Argentina)
MANIFIESTO
ACERCA DEL OFICIO
(o Cómo hacerme de enemigos
antes de que den las 12)
(o Cómo hacerme de enemigos
antes de que den las 12)
Saco el corazón de un poema cursi
y lo coloco en otra parte.
Ya ha dejado de ser lo que era
para ser lo que es: un músculo hueco,
una bomba que aspira y que expulsa
sangre en cautiverio.
Saco el ángel de un poema cursi
y lo pongo a secar en el tendedero.
Ahí está. Es ese híbrido de persona
y de pájaro indeciso que chorrea en la soga.
Saco las alas de mariposa de un poema cursi
y las pongo en una vitrina del Instituto Lillo.
Allí son lo que son, telitas de cebolla
en pequeña imitación de un arco iris.
Trato de sacar el alma de un poema cursi
pero no puedo. No sé qué es el alma
ni dónde se encuentra. Por eso es que dudo.
—Es un ángel (me dicen)
—¿Otro ángel? (me digo)
Es un gitano de grandes bigotes
que roba niños por la noche.
—Es un ángel con forma de mariposa
(me dicen)
—¿Otro ángel? me digo / ¿Otras alas?
Es un molino de viento
que delira con quitarle la Dulcinea
al cerebro de don Quijote.
—El alma es el corazón humano
de un angelito etéreo (me dicen)
—¿Otro ángel? me digo ¿Otras alas?
¡El mundo es una pajarera!
Saco la palabra poema de un poema cursi
y doña Petrona viene como un relámpago
secándose las manos con un repasador.
—Dígale al caballero
que sin puema no hay puema, Juanita.
Y Juanita me lo dice.
¡Ahí tenés!
Y apago el televisor durante décadas,
pero la tecnología
trae las nuevas redes sociales
con infinitas tandas de poemas cursis
llenos de corazones, de ángeles y de almas.
Entonces pongo una herrería
y le doy con el martillo al hierro candente
y escucho a jornada completa
rugidos de heavy metal
(ese es mi castigo),
mientras saltan las chispan
y los ángeles no se arriman
por miedo a que se les quemen las alitas.
¡Lepidópteros!
¡Pirofóbicos!
¡Cobardes!
HERNÁN
SCHILLAGI
(General
San Martín-Mendoza-Argentina)
todo
este texto
una historia sin contar
un enrevesado final que se pierde
algo por juzgar por sufrir en los labios
una sed o realidad
concreta en los sueños
una ficción que sangra
y late con gestos rotos
este texto
todo pedazos todo desnudo
oculto en la luz se descubre materia informe
alumbra un pasado futuro
y es cruz de palabras huérfanas
en los espacios blancos del amor
con las líneas de su piel sin borrar
honrará el engaño de una escritura
y buscará entre la noche letra por letra
el peligroso amparo de mis ojos
ya ves que ha llegado la hora de partir
el momento en que tus manos me sueltan
todo un invierno encima
partimos para dar con el viento
que aleja los recuerdos
y nos convierte en un hermanado nadie
partimos para que cada uno cante cuente
la retaceada historia de los días
la no escrita leyenda de los pasos
los mensajes que van en la sangre de los ríos
es el azar que cumple con su destino
no has crecido ya ves yo tampoco
y no hay víctimas ni espera ni esperanza
para Antonio Di Benedetto
saliste de mí me encontraste
la noche es una pregunta a medias
un beso desnudo a la tierra la sombra
de un fuego fatuo que te reclama
con una débil voz a contraluz
me encontraste saliste
afuera no soy el mismo soy
la rota columna que olvidaste
las ruinas de unos brazos en cruz
los muros vencidos de la esperanza
y te rodeo apunto a tu garganta
te clavo el temblor de mis dedos
busco en tu conciencia mi pasado
quién de nosotros sujeta el puñal
quién suplica ahora por los dos
quién es el silencio y quién la palabra.
una historia sin contar
un enrevesado final que se pierde
algo por juzgar por sufrir en los labios
una sed o realidad
concreta en los sueños
una ficción que sangra
y late con gestos rotos
este texto
todo pedazos todo desnudo
oculto en la luz se descubre materia informe
alumbra un pasado futuro
y es cruz de palabras huérfanas
en los espacios blancos del amor
con las líneas de su piel sin borrar
honrará el engaño de una escritura
y buscará entre la noche letra por letra
el peligroso amparo de mis ojos
ya ves que ha llegado la hora de partir
el momento en que tus manos me sueltan
todo un invierno encima
partimos para dar con el viento
que aleja los recuerdos
y nos convierte en un hermanado nadie
partimos para que cada uno cante cuente
la retaceada historia de los días
la no escrita leyenda de los pasos
los mensajes que van en la sangre de los ríos
es el azar que cumple con su destino
no has crecido ya ves yo tampoco
y no hay víctimas ni espera ni esperanza
para Antonio Di Benedetto
saliste de mí me encontraste
la noche es una pregunta a medias
un beso desnudo a la tierra la sombra
de un fuego fatuo que te reclama
con una débil voz a contraluz
me encontraste saliste
afuera no soy el mismo soy
la rota columna que olvidaste
las ruinas de unos brazos en cruz
los muros vencidos de la esperanza
y te rodeo apunto a tu garganta
te clavo el temblor de mis dedos
busco en tu conciencia mi pasado
quién de nosotros sujeta el puñal
quién suplica ahora por los dos
quién es el silencio y quién la palabra.
AMELIA
ARELLANO
(San
Luis-Argentina)
DUNAS
Estás parado en un universo hecho de piedra y dunas.
Nadie ha de salvarte.
Ni la agonía del polen, ni el parto de la rosa.
Ni las huellas en las ardientes colinas.
Ni la saciedad, ni el hambre.
Ni las ramas que brotan de tus ojos.
Ni los anillos de lluvia.
Ni lo negado, ni lo dado.
Ni la pupila cerrada del Bautista.
Ni la espada, suspendida, de Damocles.
Ni el oro de Siddartha ,ni la plata de la traición abrazo.
Ni Lancelot, ni Gilgamesh. ni el caballo de Troya.
Nada habrá de salvarte.
Acaso los salmos de la historia
Que no has de conocer, hoy. Tal vez, nunca.
DUNAS
Estás parado en un universo hecho de piedra y dunas.
Nadie ha de salvarte.
Ni la agonía del polen, ni el parto de la rosa.
Ni las huellas en las ardientes colinas.
Ni la saciedad, ni el hambre.
Ni las ramas que brotan de tus ojos.
Ni los anillos de lluvia.
Ni lo negado, ni lo dado.
Ni la pupila cerrada del Bautista.
Ni la espada, suspendida, de Damocles.
Ni el oro de Siddartha ,ni la plata de la traición abrazo.
Ni Lancelot, ni Gilgamesh. ni el caballo de Troya.
Nada habrá de salvarte.
Acaso los salmos de la historia
Que no has de conocer, hoy. Tal vez, nunca.
FERNANDO
G. TOLEDO
(General
San Martín-Mendoza-Argentina)
EL
ENEMIGO NUEVO
Cuando demos la espalda por primera
vez, cuando cada paso esté previsto
excepto en ese punto en el que el suelo
ya no es lo que antes era, cuando el ojo
empiece a acostumbrarse a lo más negro,
cuando haya que volver a una rutina
que no ha dejado huellas ni señales,
cuando empiece a sobrar cada minuto
y haya menos futuro que pasado,
cuando se difuminen los contornos
y hasta los nombres propios se parezcan,
cuando seamos víctimas del tedio,
de la amnesia, del pulso y de la espera:
¿Qué clase de enemigo ya seremos?
Cuando demos la espalda por primera
vez, cuando cada paso esté previsto
excepto en ese punto en el que el suelo
ya no es lo que antes era, cuando el ojo
empiece a acostumbrarse a lo más negro,
cuando haya que volver a una rutina
que no ha dejado huellas ni señales,
cuando empiece a sobrar cada minuto
y haya menos futuro que pasado,
cuando se difuminen los contornos
y hasta los nombres propios se parezcan,
cuando seamos víctimas del tedio,
de la amnesia, del pulso y de la espera:
¿Qué clase de enemigo ya seremos?
RICARDO LUIS TROMBINO
(San Juan-Argentina)
CANTO RODADO
Es
cuestión de las acequias, en tiempo ayer las palomas,
el sueño en la montaña nueva y los pies cansados
de empujar arriba el peso de una aventura a lo alto.
Me dijeron una vez vale la pena, sí,
la mecida tonada de un recuerdo
cuando la torcaza sobrevuela nombres quietos de la siesta.
Empujé travesías a desgano de piedras
con un fulgor zonda calcinando entusiasmos.
Busqué en sombra de algarrobo la respuesta del desierto,
agua como vena por debajo de la tierra.
Tiré piedras en el río del verano,
espejé en su caudal mi poesía;
me llevó rodando a los sueños de la nieve,
me trajo cordillera en cristalinas gotas
y descubrí en su arena mi destino.
Hoy, poeta deletreando los cerros,
acunando en el valle comisura de olvidos,
abrazo una guitarra de árbol recuerdo
y canto un poema, me reúno con los álamos,
me refresco la historia en las acequias;
viene en remolino el ayer, días infancia de los pájaros
que enjauló el pavimento de otra costumbre,
una traición por la espalda del sueño.... Y este grito hecho verso rasgando vientos de la tarde,
palabra que me salva para crear de nuevo
el horizonte postergado.
Y me invento otra calle para despertarme,
saludo a los pájaros en la incertidumbre del lucero
para que me nombren los días futuros
y se meza entre los álamos mi renovado canto,
poema despojado, desnudo,
la voz creadora de mis ojos en la urdimbre del río distante,
en la cumbre del agua gestando racimos.
Ando entonces, desde entonces,
como canto rodado,
pariéndome otra vida
mientras ruedo por el tiempo de los sueños
en despojo y apropiación del mundo,
hilo de sol en mis aristas,
dorada huella en la veta de las búsquedas.
Tengo el nombre de la sed bautizándome los años
y el lagar de estos poemas para beberme otra vida.
el sueño en la montaña nueva y los pies cansados
de empujar arriba el peso de una aventura a lo alto.
Me dijeron una vez vale la pena, sí,
la mecida tonada de un recuerdo
cuando la torcaza sobrevuela nombres quietos de la siesta.
Empujé travesías a desgano de piedras
con un fulgor zonda calcinando entusiasmos.
Busqué en sombra de algarrobo la respuesta del desierto,
agua como vena por debajo de la tierra.
Tiré piedras en el río del verano,
espejé en su caudal mi poesía;
me llevó rodando a los sueños de la nieve,
me trajo cordillera en cristalinas gotas
y descubrí en su arena mi destino.
Hoy, poeta deletreando los cerros,
acunando en el valle comisura de olvidos,
abrazo una guitarra de árbol recuerdo
y canto un poema, me reúno con los álamos,
me refresco la historia en las acequias;
viene en remolino el ayer, días infancia de los pájaros
que enjauló el pavimento de otra costumbre,
una traición por la espalda del sueño.... Y este grito hecho verso rasgando vientos de la tarde,
palabra que me salva para crear de nuevo
el horizonte postergado.
Y me invento otra calle para despertarme,
saludo a los pájaros en la incertidumbre del lucero
para que me nombren los días futuros
y se meza entre los álamos mi renovado canto,
poema despojado, desnudo,
la voz creadora de mis ojos en la urdimbre del río distante,
en la cumbre del agua gestando racimos.
Ando entonces, desde entonces,
como canto rodado,
pariéndome otra vida
mientras ruedo por el tiempo de los sueños
en despojo y apropiación del mundo,
hilo de sol en mis aristas,
dorada huella en la veta de las búsquedas.
Tengo el nombre de la sed bautizándome los años
y el lagar de estos poemas para beberme otra vida.
Bienvenida la disfrazada de
espectro,
carcomida de
encantos ridículos tu sombra!
El colibrí
traga arena tibia (traída de los sueños)
para borrar
de estas manos los estigmas tan crueles.
¿Por qué he
de volar así?
¿A qué este
suavísimo celeste en las tinieblas?
Queda cerca
tu adiós.
Ya dejas los
cristales rotos, los desprecias
como
desprecias la traición del amor antes del alba.
Sólo el
adiós se recupera de este lado.
¿No escupo
el fuego de mi sola agonía hasta el desdoblamiento
de Adán en
lepra, de barro en liquen?
¿Es que no
asciendo al tiempo de las hijastras caídas?
No encuentro
diluvio hacia arriba
más que el
sello de mi profanación.
La luz es
impostora.
El traje es
impostor.
Quema el
silbido de esta boca en los hierros.
LUCIANO
LAMBERTI
(San
Francisco-Córdoba-Argentina)
UNA
VISITA AL SEÑOR
Mi
abuela enfermó de los huesos y fuimos a ver a un sanador. Le decían el Nene,
nunca supe porqué, y vivía en San Juan, en medio de un valle rodeado de
montañas y a cincuenta kilómetros de cualquier asentamiento civilizado. En esa
época no era conocido, o lo era a un nivel subterráneo (no había salido en el
diario ni en la televisión) pero la gente iba a verlo desde diversos puntos del
país, porque su fama pasaba de boca en boca. Le llevaban flores y velas y
aunque el Nene siempre lo rechazó, rezaban por él, a través suyo. Pedían su
intercesión. Yo oí hablar de él y creí, aunque nunca creo. Oí que había
resucitado al perro de un vecino, que había curado enfermedades, que había
materializado de [[la nada]] un puñado de arena a una mujer de Buenos Aires (la
mujer todavía conservaba la arena en un frasco). Supongo que creer era
inevitable. Al oír hablar del Nene se abría una puerta, una diminuta y oxidada
puerta, e ingresaba la luz. No soy digno de que entres en mi casa pero una
palabra tuya bastará para sanarme.
La empresa se llamaba Los Crespines. Organizaban excursiones educativas, familiares y para la tercera edad. Los viajes especiales para ver al Nene salían cada dos meses. No eran baratos, pero tampoco representaban un gasto desmesurado, y el Nene no cobraba a sus fieles más que un alimento no perecedero, una bolsa de arroz, de fideos, de polenta, una lata de arvejas, que luego eran donados a los pobres. Salimos a las diez de la noche. Hacía mucho frío y el colectivo estaba estacionado frente a la terminal. No en la terminal, sino al frente. Habríamos sido unas treinta o treinta y cinco personas. Algunos se habían llevado un banquito de lona y se habían sentado para esperar el colectivo. Otros tomaban mate o café en la tapa de un termo. Mamá me dio muchísimas recomendaciones antes de que subamos al colectivo, y las olvidé a todas excepto a una muy extraña: No dejes que tu abuela se baje antes de llegar. ¿Qué quería decir con eso? Todavía no lo sé. Después el chofer subió a la cabina y abrió la puerta neumática del colectivo. Ayudé a mi abuela a subir la escalera y ella gimió audiblemente mientras yo la sostenía del brazo, pero cuando nos ubicamos en nuestros asientos sonreía con calma y aprovechó la oportunidad para volver a contarme por qué le dolían los huesos. Sus teorías. Cuando era joven, doce o trece años, mi abuela se despertaba a las cuatro de la mañana para ordeñar. Ordeñaba sentada en un banquito de madera, bajo un techo de chapa sin paredes. Hacía mucho frío, las manos se le congelaban y tenía que meterlas en la leche tibia hasta las muñecas para recuperar el movimiento. Al primer rayo de sol caía el rocío. Podía vérselo brillar en el pasto. Sobre ella y sus hermanos, sobre las vacas, sobre los teros y las vizcachas y los gauchos, caía el rocío. El rocío entra en los huesos, por más que uno se abrigue o tome precauciones, atraviesa el abrigo, capa tras capa, y luego la piel y los músculos y enfría el líquido que hay en el interior de los huesos. Como una inyección helada. Un frío imposible de sacar que fue royéndola todos estos años. Mientras lo recordaba, mi abuela se estremeció. El rocío le había desgastado las articulaciones, las rodillas se le hinchaban y le dolían y la habían tenido que operar varias veces en el Hospital San Justo. La operó el doctor Aguirre. Muy buen doctor. Le habían abierto las rodillas y le habían puesto prótesis metálicas en las rótulas. Había estado un par meses con las piernas levantadas, sujetas a poleas y en las semanas posteriores tuvo que aprender a caminar de nuevo como un chico. Todo por el rocío.
La empresa se llamaba Los Crespines. Organizaban excursiones educativas, familiares y para la tercera edad. Los viajes especiales para ver al Nene salían cada dos meses. No eran baratos, pero tampoco representaban un gasto desmesurado, y el Nene no cobraba a sus fieles más que un alimento no perecedero, una bolsa de arroz, de fideos, de polenta, una lata de arvejas, que luego eran donados a los pobres. Salimos a las diez de la noche. Hacía mucho frío y el colectivo estaba estacionado frente a la terminal. No en la terminal, sino al frente. Habríamos sido unas treinta o treinta y cinco personas. Algunos se habían llevado un banquito de lona y se habían sentado para esperar el colectivo. Otros tomaban mate o café en la tapa de un termo. Mamá me dio muchísimas recomendaciones antes de que subamos al colectivo, y las olvidé a todas excepto a una muy extraña: No dejes que tu abuela se baje antes de llegar. ¿Qué quería decir con eso? Todavía no lo sé. Después el chofer subió a la cabina y abrió la puerta neumática del colectivo. Ayudé a mi abuela a subir la escalera y ella gimió audiblemente mientras yo la sostenía del brazo, pero cuando nos ubicamos en nuestros asientos sonreía con calma y aprovechó la oportunidad para volver a contarme por qué le dolían los huesos. Sus teorías. Cuando era joven, doce o trece años, mi abuela se despertaba a las cuatro de la mañana para ordeñar. Ordeñaba sentada en un banquito de madera, bajo un techo de chapa sin paredes. Hacía mucho frío, las manos se le congelaban y tenía que meterlas en la leche tibia hasta las muñecas para recuperar el movimiento. Al primer rayo de sol caía el rocío. Podía vérselo brillar en el pasto. Sobre ella y sus hermanos, sobre las vacas, sobre los teros y las vizcachas y los gauchos, caía el rocío. El rocío entra en los huesos, por más que uno se abrigue o tome precauciones, atraviesa el abrigo, capa tras capa, y luego la piel y los músculos y enfría el líquido que hay en el interior de los huesos. Como una inyección helada. Un frío imposible de sacar que fue royéndola todos estos años. Mientras lo recordaba, mi abuela se estremeció. El rocío le había desgastado las articulaciones, las rodillas se le hinchaban y le dolían y la habían tenido que operar varias veces en el Hospital San Justo. La operó el doctor Aguirre. Muy buen doctor. Le habían abierto las rodillas y le habían puesto prótesis metálicas en las rótulas. Había estado un par meses con las piernas levantadas, sujetas a poleas y en las semanas posteriores tuvo que aprender a caminar de nuevo como un chico. Todo por el rocío.
Habíamos pasado el primer peaje y ya había cabezas alrededor de nuestro asiento interesadas en oír y opinar y también contar sus relatos de redención. Un hombre pelado con camisa a cuadros dijo que iba porque a su hija, que dormía unos asientos más atrás, le habían diagnosticado leucemia. Una mujer que comía compulsivamente caramelos mentolados nos contó que se estaba quedando ciega. Otro, que el negocio (una ferretería) andaba mal y estaba a punto de quebrar. Incluso cuando el chofer apagó las luces, y el colectivo se hundió en la oscuridad, la oscuridad pura sin estrellas del exterior, las voces continuaron y continuaron, lejanas y veloces como las voces de un sueño o las conversaciones que se oyen en el teléfono cuando las líneas están ligadas. Cerré los ojos y me dormí.
Desperté a la madrugada. Amanecía. Oí el ruido del mate y olí el café barroso del colectivo. Algunos conversaban en voz baja. Alguien dijo que habíamos atravesado hacía un par de horas la capital de San Juan, y al mirar por la ventanilla casi doy un salto. La ruta se internaba en el desierto más puro que vi en mi vida. No había nada, pero nada de nada. Campos sin alambrar. Ni una vaca, ni un árbol. Ni siquiera postes de luz. La tierra seca cubierta de piedras redondas. Al fondo del colectivo, un bebé empezó a llorar. Mi abuela dormía con la boca abierta.
Me levanté a buscar un café y cuando volví se había despertado y había sacado de no sé donde una de esas revistas gratuitas de los Testigos de Jehová. Una "!Despertad!". A veces las leía. Le di mi café y fui a buscarme otro. En el camino me crucé con el pelado de camisa a cuadros, que se había sentado en el apoyabrazos del asiento y charlaba con los que tenía al lado. Me guiñó el ojo.
Me senté, me puse el walkman y oí un par de temas de "Canción animal", de Soda Stereo, que había salido un par de meses antes. Mi abuela me habló y me saqué los auriculares. Me dijo que no faltaba mucho para llegar. El colectivo se internó en un camino de tierra que bordeaba las montañas y al rato el chofer anunció que se veía el techo de la casa. Nos asomamos a la parte derecha del colectivo. Abajo, en medio del valle solitario había una casita diminuta. Al costado de la casa había cinco o seis colectivos estacionados uno al lado del otro. Ya era de día.
Las montañas, quizás por el mineral del que estaban constituidas, eran rojas como las montañas de Marte que uno ve en las fotos de las sondas espaciales. El colectivo fue subiendo en espiral y después de una curva bajó abruptamente hacia el valle. Cuando estábamos llegando, algunos impacientes se pusieron de pie y se amontonaron en el pasillo. La puerta se abrió con una exhalación. Ayudé a bajar a mi abuela. Había otros grupos de personas esperando, veinte o treinta por cada ómnibus. Mi abuela empezó a hablar con dos mujeres de su edad, que habían llevado reposeras. Poco después la vi sentada en una de las reposeras, tomando mates.
Afuera había viento y de inmediato se me taparon los oídos, supongo que por la altura. Oía como a través de una lámina.
La gente decía: si uno no cree, el Nene no puede hacer nada. Si uno no cree, no funciona, así de simple. El Nene usa la energía, la fe de cada uno. El chofer de nuestro colectivo, un hombre que parecía carecer por completo de cuello, pasó entre nosotros diciendo que una chica iba a recoger los alimentos y que quizás el Nene se dirigiría a la multitud antes de empezar a atender. A veces salía y hablaba en voz alta, daba un mensaje que todos más o menos podían considerar como suyo, o rezaba junto a las viejas una novena del rosario. Lo había hecho un par de veces. Esta vez no lo hizo.
La chica que pasó a recoger los alimentos estaba vestida como una Testigo de Jehová. Pollera larga, camisa con hombreras. Decían que era la novia, la hija o la sobrina del Nene. Recolectaba los paquetes en una bolsa de consorcio. Cuando pasó al lado nuestro, mi abuela le mostró los spaguetis antes de dejarlos caer en la bolsa y le preguntó algo, no escuché qué. La chica no respondió.
A las nueve, formamos una fila que entraba por una puerta a la casa del Nene y salía por otra. Pensé que había una cierta organización, por el bien de los que iban a verlo. Empezaron a pasar. Los que esperábamos de un lado tratábamos de ver si en los otros, en los que ya habían salido, podía registrarse algún cambio visible. Mi abuela, que tenía que formar la cola de pie, empezó a quejarse del dolor en las rodillas. Alguien le ofreció un banco de lona y ella se sentó. Había gente en silla de ruedas, gente con el ojo tapado por una gasa, gente con muletas, niños con labio leporino o con un barbijo que les cubría la mitad de la cara. Cuando llegó nuestro turno, me temblaban las piernas, un poco por el cansancio y un poco porque estaba excitado, ansioso. La puerta de la casa estaba abierta y había una esterilla de cuentas colgando del marco. Desde el interior llegaba una luz tenue y olor a incienso y a sahumerios. La chica que había recogido el alimento hacía pasar a las personas de a una, incluso si habían venido a acompañar o ayudar a alguien. En eso el Nene era inflexible. También los choferes tenían que pasar. Dejé a mi abuela primero y me quedé a un metro de la esterilla, mirando alternativamente la luz que venía del interior y a la chica con expresión impasible de empleado público. Oí la voz del Nene hablando con mi abuela. No entendía las palabras pero me asombraba la fuerza y la rispidez de esa voz, como la de un hombre de campo retando a un perro. Después un grupo de personas se puso a cantar y dejé de oírla. No sé si estaban esperando para ver al Nene o si ya lo habían visto. Cantaban:
"Señor,
me has mirado a los ojos,
sonriendo, has dicho mi nombre,
en la arena he dejado mi barca,
junto a ti, buscaré otro mar".
sonriendo, has dicho mi nombre,
en la arena he dejado mi barca,
junto a ti, buscaré otro mar".
Corrí la cortina y entré. Las paredes estaban
cubiertas de estampas de la virgen y rosarios de distintos colores. Uno de los
rosarios parecía hecho de flores, pequeñas rosas blancas. Había velas
encendidas y derretidas en el piso y los muebles. Había olor a rosas, no a
incienso ni a sahumerios. Pero no había rosas. El aire me oprimía la cabeza.
El Nene estaba de espaldas, haciendo algo con las manos, y tardó unos segundos en darse vuelta. Era morrudo y alto, muy alto, casi dos metros. Tenía el pelo largo y una barba rojiza, profusa, que le llegaba hasta el pecho. Estaba vestido con botas, camisa y bombacha de gaucho. Se acercó y me miró a los ojos. Se me destaparon los oídos. Me puso una mano en la cabeza y me largué a llorar. No quería hacerlo pero tampoco podía evitarlo. Me dijo: Todo lo que pasa es inevitable. Lo que pasó, no puede volver a pasar, no puede ser arreglado de ninguna forma. Luego me dijo algo que no puedo decirle a nadie.
Le dije que sí, que entendía. Cuando le iba a hacer una pregunta, me empujó con una fuerza un poco excesiva hacia la salida. Antes de salir, por otra cortina idéntica a la de la entrada, vi, en medio de una silla cubierta de velas, la foto de alguien que corría de espaldas a la cámara.
El Nene estaba de espaldas, haciendo algo con las manos, y tardó unos segundos en darse vuelta. Era morrudo y alto, muy alto, casi dos metros. Tenía el pelo largo y una barba rojiza, profusa, que le llegaba hasta el pecho. Estaba vestido con botas, camisa y bombacha de gaucho. Se acercó y me miró a los ojos. Se me destaparon los oídos. Me puso una mano en la cabeza y me largué a llorar. No quería hacerlo pero tampoco podía evitarlo. Me dijo: Todo lo que pasa es inevitable. Lo que pasó, no puede volver a pasar, no puede ser arreglado de ninguna forma. Luego me dijo algo que no puedo decirle a nadie.
Le dije que sí, que entendía. Cuando le iba a hacer una pregunta, me empujó con una fuerza un poco excesiva hacia la salida. Antes de salir, por otra cortina idéntica a la de la entrada, vi, en medio de una silla cubierta de velas, la foto de alguien que corría de espaldas a la cámara.
Mi abuela tomaba mate con otras viejas. Me sequé los ojos, me acerqué y me quedé al lado suyo. No pude hablar, por un largo rato. Cuando recuperé la voz le pregunté qué le había pasado. Yo tenía once años y en el lugar donde el Nene me había apoyado la mano tendría una cicatriz para toda la vida.
No sé muy bien, dijo mi abuela.
¿Pero te sigue doliendo?, pregunté.
Sí, claro, dijo ella.
PÁGINA 15 – POESÍA
ARGENTINA
ANTONIO
JESÚS CRUZ
(Santiago
del Estero-Argentina)
TORMENTA
NOCTURNA
Brama
perturbador el trueno
y
un destello certero
ilumina
la borrasca.
.
Espejo
negro,
el
agua que corre por las calles,
refleja
resplandores
de
una tormenta
que
alimenta quimeras.
Concierto
extraño
de
fuegos y tambores;
pretexto
para
la punzante soledad
hecha
poema.
ALEJANDRA
DÍAZ
(Tucumán-Argentina)
BORRADOR
el lápiz toca el suelo descalzo inventa un trazo / otro otro
el horizonte la perspectiva/ ausente hoy
la mano se lamenta /tacha borra carraspea invierte el papel
y falta el trazo...
cómo atrapar por un instante y devolverlo luego
la respiración del mundo que no duerme
la noche de san juan pisando brazas
parques...calesitas...sortija de la vida /papelito
de la suerte que nos entrega con su pico
un lorito verde al que le cambiaron libertad por sueño ajeno
no es preciso dibujar ni parecido el transcurrir la luna faro lejano
en muelle donde encallan los barcos de los sueños
que han muerto antes de haber nacido muertos
sin olvidar el trazo de la gotera molesta en la canilla
fichas de dominó cayendo no alineadas
y lágrimas de alicia y las del cocodrilo
la risa de los niños que deviene en llanto
antes de ver el dia
sin haber dicho dónde quedaron escondidos
el lápiz sigue el trazo ahora intenta un totoral
un viento de cenizas sobrevolando el Ganges
el tiempo en el que
llega a la otra orilla el naufrago
que intenta...salir de la crisálida mientras
una mujer sumergiéndose se transforma e manzana
ingenua abraza al hombre
siguiendo el baile del amor carnavales ebrios
sobre el cerro de los siete colores
el lápiz descalzo se detiene cansado
borrador de la vida
que nace y renace
del intento / borrador de la vida
que ensaya nanas de cuna vieja
dormidas en el patio de abuelos que no están
y que nunca se han ido
sigue el lápiz descalzo el paso / la memoria
que mira para adentro
insomnes habitantes
que están siempre despiertos...
(Tucumán-Argentina)
BORRADOR
el lápiz toca el suelo descalzo inventa un trazo / otro otro
el horizonte la perspectiva/ ausente hoy
la mano se lamenta /tacha borra carraspea invierte el papel
y falta el trazo...
cómo atrapar por un instante y devolverlo luego
la respiración del mundo que no duerme
la noche de san juan pisando brazas
parques...calesitas...sortija de la vida /papelito
de la suerte que nos entrega con su pico
un lorito verde al que le cambiaron libertad por sueño ajeno
no es preciso dibujar ni parecido el transcurrir la luna faro lejano
en muelle donde encallan los barcos de los sueños
que han muerto antes de haber nacido muertos
sin olvidar el trazo de la gotera molesta en la canilla
fichas de dominó cayendo no alineadas
y lágrimas de alicia y las del cocodrilo
la risa de los niños que deviene en llanto
antes de ver el dia
sin haber dicho dónde quedaron escondidos
el lápiz sigue el trazo ahora intenta un totoral
un viento de cenizas sobrevolando el Ganges
el tiempo en el que
llega a la otra orilla el naufrago
que intenta...salir de la crisálida mientras
una mujer sumergiéndose se transforma e manzana
ingenua abraza al hombre
siguiendo el baile del amor carnavales ebrios
sobre el cerro de los siete colores
el lápiz descalzo se detiene cansado
borrador de la vida
que nace y renace
del intento / borrador de la vida
que ensaya nanas de cuna vieja
dormidas en el patio de abuelos que no están
y que nunca se han ido
sigue el lápiz descalzo el paso / la memoria
que mira para adentro
insomnes habitantes
que están siempre despiertos...
MARIA
PIA DANIELSEN
(Santiago
del Estero-Argentina)
NO
TE MUERAS EN MI
Si la aurora reinó majestuosa
en el rito ancestral del descubrimiento,
si la incredulidad
enmudeció la razón
porque el espíritu
resultó caleidoscopio,
si el brillo cegó tus ojos,
si aun los tajos profundos
lastiman impidiendo el gozo,
no me acompañes.
Añoro lluvia intensa
que despierte
o lava ardiente
que avasalle.
Las manos tibias
resbalan,
evocan nostalgia
y saben a poco.
No te quedes.
No te mueras en mí.
No voy a yacer a tu lado.
Si la aurora reinó majestuosa
en el rito ancestral del descubrimiento,
si la incredulidad
enmudeció la razón
porque el espíritu
resultó caleidoscopio,
si el brillo cegó tus ojos,
si aun los tajos profundos
lastiman impidiendo el gozo,
no me acompañes.
Añoro lluvia intensa
que despierte
o lava ardiente
que avasalle.
Las manos tibias
resbalan,
evocan nostalgia
y saben a poco.
No te quedes.
No te mueras en mí.
No voy a yacer a tu lado.
MONICA
CAZON
(Tucumán-Argentina)
CAMBIO
DE DOMICILIO
Iré a otra tierra mejor que ésta,
habrá alguna
otro lugar que no llore el azúcar
por las tardes
o ruede los limones.
Mire adonde mire la ciudad me sigue
y juro que no le prometí amor eterno
pero es la memoria de estas horas
y el placer de esos amores rutinarios
la andadura que puedo ofrecerle.
El andén por donde se marcha nuestra historia
o se rinde ante el anochecer.
No nos engañemos
la ciudad continúa allí, esplendente
y nadie se vuelve vegetariano
por comer bifes pintados de verde
o exiliado
por marcharse a otros planetas.
Iré a otra tierra mejor que ésta,
habrá alguna
otro lugar que no llore el azúcar
por las tardes
o ruede los limones.
Mire adonde mire la ciudad me sigue
y juro que no le prometí amor eterno
pero es la memoria de estas horas
y el placer de esos amores rutinarios
la andadura que puedo ofrecerle.
El andén por donde se marcha nuestra historia
o se rinde ante el anochecer.
No nos engañemos
la ciudad continúa allí, esplendente
y nadie se vuelve vegetariano
por comer bifes pintados de verde
o exiliado
por marcharse a otros planetas.
ISABEL
SALVATIERRA
(Santiago del Estero-Argentina)
(Santiago del Estero-Argentina)
Sé que entenderás el camino justo en el instante perfecto
Yoque fui un referente en la obra de tu cuerpo
Comprendo tu expresionismo, tu elaborada escena
La intensidad de tu fuente
ese magnetismo que eleva
La plenitud acoge mis ojos
Pueden sentir lo que piensas
Transformé tu elemento
Conla alquimia de mi ciencia
De transmutarlo todo a su instancia primigenia
Iniciándolo en el precipicio de tu liberada creencia
No puedo evitar el esfuerzo de esta fuerza intensa
Tanto tiempo se adhirió a mi pensamiento
La sombra de la apariencia
He renunciado al mandamiento
Y las palabras me completan
Varias direcciones se encuentran en lo mismo
Se repulsan y se entregan
En un juego continuado se alejan pero se acercan
Yo que alguna vez fui tu sufrimiento
Bendigo esa lograda condición
Porque era necesario ese momento
Para saber lo que creemos hoy
Porque a veces no ponemos el orden
El orden nos ajusta a los dos
Por ellas puedo tocar tu llama
Agradeciendo la ocasión
Atraerla para darle forma a mi expresión
PÁGINA 15 – POESÍA
ARGENTINA
ANTONIO
JESÚS CRUZ
(Santiago
del Estero-Argentina)
TORMENTA
NOCTURNA
Brama
perturbador el trueno
y
un destello certero
ilumina
la borrasca.
.
Espejo
negro,
el
agua que corre por las calles,
refleja
resplandores
de
una tormenta
que
alimenta quimeras.
Concierto
extraño
de
fuegos y tambores;
pretexto
para
la punzante soledad
hecha
poema.
ALEJANDRA
DÍAZ
(Tucumán-Argentina)
BORRADOR
el lápiz toca el suelo descalzo inventa un trazo / otro otro
el horizonte la perspectiva/ ausente hoy
la mano se lamenta /tacha borra carraspea invierte el papel
y falta el trazo...
cómo atrapar por un instante y devolverlo luego
la respiración del mundo que no duerme
la noche de san juan pisando brazas
parques...calesitas...sortija de la vida /papelito
de la suerte que nos entrega con su pico
un lorito verde al que le cambiaron libertad por sueño ajeno
no es preciso dibujar ni parecido el transcurrir la luna faro lejano
en muelle donde encallan los barcos de los sueños
que han muerto antes de haber nacido muertos
sin olvidar el trazo de la gotera molesta en la canilla
fichas de dominó cayendo no alineadas
y lágrimas de alicia y las del cocodrilo
la risa de los niños que deviene en llanto
antes de ver el dia
sin haber dicho dónde quedaron escondidos
el lápiz sigue el trazo ahora intenta un totoral
un viento de cenizas sobrevolando el Ganges
el tiempo en el que
llega a la otra orilla el naufrago
que intenta...salir de la crisálida mientras
una mujer sumergiéndose se transforma e manzana
ingenua abraza al hombre
siguiendo el baile del amor carnavales ebrios
sobre el cerro de los siete colores
el lápiz descalzo se detiene cansado
borrador de la vida
que nace y renace
del intento / borrador de la vida
que ensaya nanas de cuna vieja
dormidas en el patio de abuelos que no están
y que nunca se han ido
sigue el lápiz descalzo el paso / la memoria
que mira para adentro
insomnes habitantes
que están siempre despiertos...
(Tucumán-Argentina)
BORRADOR
el lápiz toca el suelo descalzo inventa un trazo / otro otro
el horizonte la perspectiva/ ausente hoy
la mano se lamenta /tacha borra carraspea invierte el papel
y falta el trazo...
cómo atrapar por un instante y devolverlo luego
la respiración del mundo que no duerme
la noche de san juan pisando brazas
parques...calesitas...sortija de la vida /papelito
de la suerte que nos entrega con su pico
un lorito verde al que le cambiaron libertad por sueño ajeno
no es preciso dibujar ni parecido el transcurrir la luna faro lejano
en muelle donde encallan los barcos de los sueños
que han muerto antes de haber nacido muertos
sin olvidar el trazo de la gotera molesta en la canilla
fichas de dominó cayendo no alineadas
y lágrimas de alicia y las del cocodrilo
la risa de los niños que deviene en llanto
antes de ver el dia
sin haber dicho dónde quedaron escondidos
el lápiz sigue el trazo ahora intenta un totoral
un viento de cenizas sobrevolando el Ganges
el tiempo en el que
llega a la otra orilla el naufrago
que intenta...salir de la crisálida mientras
una mujer sumergiéndose se transforma e manzana
ingenua abraza al hombre
siguiendo el baile del amor carnavales ebrios
sobre el cerro de los siete colores
el lápiz descalzo se detiene cansado
borrador de la vida
que nace y renace
del intento / borrador de la vida
que ensaya nanas de cuna vieja
dormidas en el patio de abuelos que no están
y que nunca se han ido
sigue el lápiz descalzo el paso / la memoria
que mira para adentro
insomnes habitantes
que están siempre despiertos...
MARIA
PIA DANIELSEN
(Santiago
del Estero-Argentina)
NO
TE MUERAS EN MI
Si la aurora reinó majestuosa
en el rito ancestral del descubrimiento,
si la incredulidad
enmudeció la razón
porque el espíritu
resultó caleidoscopio,
si el brillo cegó tus ojos,
si aun los tajos profundos
lastiman impidiendo el gozo,
no me acompañes.
Añoro lluvia intensa
que despierte
o lava ardiente
que avasalle.
Las manos tibias
resbalan,
evocan nostalgia
y saben a poco.
No te quedes.
No te mueras en mí.
No voy a yacer a tu lado.
Si la aurora reinó majestuosa
en el rito ancestral del descubrimiento,
si la incredulidad
enmudeció la razón
porque el espíritu
resultó caleidoscopio,
si el brillo cegó tus ojos,
si aun los tajos profundos
lastiman impidiendo el gozo,
no me acompañes.
Añoro lluvia intensa
que despierte
o lava ardiente
que avasalle.
Las manos tibias
resbalan,
evocan nostalgia
y saben a poco.
No te quedes.
No te mueras en mí.
No voy a yacer a tu lado.
MONICA
CAZON
(Tucumán-Argentina)
CAMBIO
DE DOMICILIO
Iré a otra tierra mejor que ésta,
habrá alguna
otro lugar que no llore el azúcar
por las tardes
o ruede los limones.
Mire adonde mire la ciudad me sigue
y juro que no le prometí amor eterno
pero es la memoria de estas horas
y el placer de esos amores rutinarios
la andadura que puedo ofrecerle.
El andén por donde se marcha nuestra historia
o se rinde ante el anochecer.
No nos engañemos
la ciudad continúa allí, esplendente
y nadie se vuelve vegetariano
por comer bifes pintados de verde
o exiliado
por marcharse a otros planetas.
Iré a otra tierra mejor que ésta,
habrá alguna
otro lugar que no llore el azúcar
por las tardes
o ruede los limones.
Mire adonde mire la ciudad me sigue
y juro que no le prometí amor eterno
pero es la memoria de estas horas
y el placer de esos amores rutinarios
la andadura que puedo ofrecerle.
El andén por donde se marcha nuestra historia
o se rinde ante el anochecer.
No nos engañemos
la ciudad continúa allí, esplendente
y nadie se vuelve vegetariano
por comer bifes pintados de verde
o exiliado
por marcharse a otros planetas.
ISABEL
SALVATIERRA
(Santiago del Estero-Argentina)
(Santiago del Estero-Argentina)
NEA
Sé que entenderás el camino justo en el instante perfecto
Yoque fui un referente en la obra de tu cuerpo
Comprendo tu expresionismo, tu elaborada escena
La intensidad de tu fuente
ese magnetismo que eleva
La plenitud acoge mis ojos
Pueden sentir lo que piensas
Transformé tu elemento
Conla alquimia de mi ciencia
De transmutarlo todo a su instancia primigenia
Iniciándolo en el precipicio de tu liberada creencia
No puedo evitar el esfuerzo de esta fuerza intensa
Tanto tiempo se adhirió a mi pensamiento
La sombra de la apariencia
He renunciado al mandamiento
Y las palabras me completan
Varias direcciones se encuentran en lo mismo
Se repulsan y se entregan
En un juego continuado se alejan pero se acercan
Yo que alguna vez fui tu sufrimiento
Bendigo esa lograda condición
Porque era necesario ese momento
Para saber lo que creemos hoy
Porque a veces no ponemos el orden
El orden nos ajusta a los dos
Por ellas puedo tocar tu llama
Agradeciendo la ocasión
Atraerla para darle forma a mi expresión.
Sé que entenderás el camino justo en el instante perfecto
Yoque fui un referente en la obra de tu cuerpo
Comprendo tu expresionismo, tu elaborada escena
La intensidad de tu fuente
ese magnetismo que eleva
La plenitud acoge mis ojos
Pueden sentir lo que piensas
Transformé tu elemento
Conla alquimia de mi ciencia
De transmutarlo todo a su instancia primigenia
Iniciándolo en el precipicio de tu liberada creencia
No puedo evitar el esfuerzo de esta fuerza intensa
Tanto tiempo se adhirió a mi pensamiento
La sombra de la apariencia
He renunciado al mandamiento
Y las palabras me completan
Varias direcciones se encuentran en lo mismo
Se repulsan y se entregan
En un juego continuado se alejan pero se acercan
Yo que alguna vez fui tu sufrimiento
Bendigo esa lograda condición
Porque era necesario ese momento
Para saber lo que creemos hoy
Porque a veces no ponemos el orden
El orden nos ajusta a los dos
Por ellas puedo tocar tu llama
Agradeciendo la ocasión
Atraerla para darle forma a mi expresión.
PÁGINA 16 – ENSAYO
JULIO
CORTAZAR
(1914/1984)
Querido amigo,estimado, o el nombre a secas
Usted
se reirá, pero es uno de los problemas argentinos más difíciles de resolver.
Dado nuestro carácter (problema central que dejamos por esta vez a los
sociólogos) el encabezamiento de las cartas plantea dificultades hasta ahora
insuperables. Concretamente, cuando un escritor tiene que escribirle a un
colega de quien no es amigo personal, y ha de combinar la cortesía con la
verdad, ahí empieza el crujir de plumas. Usted es novelista y tiene que
escribirle a otro novelista; usted es poeta, e ídem; usted es cuentista. Toma
una hermosa hoja de papel, y pone: "Señor Oscar Frumento, Garabato 1787,
Buenos Aires." Deja un buen espacio (las cartas ventiladas son las más
elegantes) y se dispone a empezar. No tiene ninguna confianza con Frumento; no
es amigo de Frumento; él es novelista y usted también; en realidad usted es mejor
novelista que él, pero no cabe duda de que él piensa lo contrario. A un señor
que es un colega pero no un amigo no se le puede decir: "Querido
Frumento." No se le puede decir por la sencilla razón de que usted no lo
quiere a Frumento. Ponerle querido es casi lascivo, en todo caso una mentira
que Frumento recibirá con una sonrisa tetánica. La gran solución argentina
parece ser, en esos casos, escribir: "Estimado Frumento." Es más
distante, más objetivo, prueba un sentimiento cordial y un reconocimiento de
valores. Pero si usted le escribe a Frumento para anunciarle que por paquete
postal le envía su último libro, y en el libro ha puesto una dedicatoria en la
que se habla de admiración (es de lo que más se habla en las dedicatorias),
¿cómo lo va a tratar de estimado en la carta? Estimado es un término que rezuma
indiferencia, oficina, balance anual, desalojo, ruptura de relaciones, cuenta
del gas, cuota del sastre. Usted piensa desesperadamente en una alternativa y
no la encuentra; en la Argentina somos queridos o estimados y sanseacabó. Hubo
una época (yo era joven y usaba rancho de paja) en que muchas cartas empezaban
directamente después del lugar y la fecha; el otro día encontré una, muy
amarillita la pobre, y me pareció un monstruo, una abominación. ¿Cómo le vamos
a escribir a Frumento sin identificarlo (Frumento) y luego calificarlo
(querido/estimado)? Se comprende que el sistema de mensaje directo haya caído
en desuso o quede reservado únicamente para esas cartas que empiezan: "Un
canalla como usted, etc.", o "Le day 3 días para abonar el
alquiler", cosas así. Más se piensa, menos se ve la posibilidad de una
tercera posición entre querido y estimado; de algo hay que tratarlo a Frumento,
y lo primero es mucho y lo segundo frigidaire. Variantes como "apreciado"
y "distinguido" quedan descartadas por tilingas y cursis. Si uno lo
llama "maestro" a Frumento, es capaz de creer que le está tomando el
pelo. Por más vueltas que le demos, se vuelve a caer en querido o estimado.
Che, ¿no se podría inventar otra cosa? Los argentinos necesitamos que nos
desalmidonen un poco, que nos enseñen a escribir con naturalidad: "Pibe
Frumento, gracias por tu último libro", o con afecto: "Ñato, qué
novela te mandaste", o con distancia pero sinceramente: "Hermano, con
las oportunidades que había en la fruticultura", entradas en materia que
concilien la veracidad con la llaneza. Pero será difícil, porque todos nosotros
somos o estimados o queridos, y así nos va.
PÁGINA 17 – POESÍA
ARGENTINA
LAURA
YASÁN
(Ciudad Autónoma-Buenos Aires-Argentina)
NOTICIAS DE MI VIDA
si alguien pregunta estoy en la frontera
pruebo los documentos de un cadáver
que amontona ladrillos en el patio de atrás
sus medallitas clavadas a la lengua
horas memorizando las fallas del terreno
un idioma en desuso y ahora es miedo
la manera más pura de medir
si alguien pregunta necesito analgésicos
algo para aguantar el clima extremo
sigo tratando de escapar
cavando un túnel con una cucharita
demorada en la red de un policial
donde cae la noche y los forenses mienten
(Ciudad Autónoma-Buenos Aires-Argentina)
NOTICIAS DE MI VIDA
si alguien pregunta estoy en la frontera
pruebo los documentos de un cadáver
que amontona ladrillos en el patio de atrás
sus medallitas clavadas a la lengua
horas memorizando las fallas del terreno
un idioma en desuso y ahora es miedo
la manera más pura de medir
si alguien pregunta necesito analgésicos
algo para aguantar el clima extremo
sigo tratando de escapar
cavando un túnel con una cucharita
demorada en la red de un policial
donde cae la noche y los forenses mienten
MARTHA OLIVERI
(Ciudad Autónoma-Buenos
Aires-Argentina)
LUCIDEZ QUE DUELE
Qué doble noche se ha puesto a dar espejos
sendero bifurcado de futuras estrellas
he mirado a lo alto, de allí vengo
de pájaro golpeado contra el pecho
a un manso mirar entre edificios
el cielo acorralado e infinito.
Feliz quién no
quisiera....
dormir en la paz de una canción de cuna
una noche de víspera
imaginando el día
como un hermoso ramo de presente.
dormir en la paz de una canción de cuna
una noche de víspera
imaginando el día
como un hermoso ramo de presente.
¿Acaso es padecer un
adorno de amantes
y un collar atroz y bello de la melancolía?
No hay cerrojo más duro
la lucidez nos arde en la boca del pecho,
y un collar atroz y bello de la melancolía?
No hay cerrojo más duro
la lucidez nos arde en la boca del pecho,
No hay cerrojo mayor
que saberse intimado por la ausencia
a reclusión perpetua:
Caín que muerde la hiel de lo terreno
Narciso, condenado en los espejos
Lilith, encadenada a sus hijos perdidos
a un corazón sin nido doliendo entre las manos
que saberse intimado por la ausencia
a reclusión perpetua:
Caín que muerde la hiel de lo terreno
Narciso, condenado en los espejos
Lilith, encadenada a sus hijos perdidos
a un corazón sin nido doliendo entre las manos
Feliz quién lo pudiera
¿Acaso el que da el salto
no percibe en su gesto
un destello ancestral
de vuelo indómito?
¿Acaso el que da el salto
no percibe en su gesto
un destello ancestral
de vuelo indómito?
Arde el pecho: la
lucidez que duele
la que "ama la otra orilla"
se ha sentado "en el umbral de su mirada"
el girasol se contorsiona presintiendo
cuervo y sangre en el oleo y el trigo
una mujer de otoño se acurruca en la sombra.
la que "ama la otra orilla"
se ha sentado "en el umbral de su mirada"
el girasol se contorsiona presintiendo
cuervo y sangre en el oleo y el trigo
una mujer de otoño se acurruca en la sombra.
Y amanece la noche cuna
infalible
madre silenciosa que escucha tu elegía
pródiga meretriz del que esconde su rostro
sueño de eternidad para el poeta
último recodo de la caja de Pandora
donde invisible asoma la esperanza
madre silenciosa que escucha tu elegía
pródiga meretriz del que esconde su rostro
sueño de eternidad para el poeta
último recodo de la caja de Pandora
donde invisible asoma la esperanza
LAURA
CHIESA
(Ciudad
Autónoma-Buenos Aires-Argentina)
DESPEDIDA
El
carro, persuadiendo hasta las huellas
fabricaba
terrones en el barro.
Los
cascos salpicaban pesadumbres
del
caballo vencido por los años.
El
mando del patrón le daba fuerzas,
pero
sus patas lentas se oponían.
El
hambre y la sed no permitían
que
la osamenta débil, respondiera.
Trotó
hasta pasar por la tranquera
y
allí, como si hubiese dicho basta,
relinchó
levantando la cabeza
y
se hundió de rodillas, sin venganza.
Sus
ojos remontaron las pupilas
hasta
un cielo sin luz que lo miraba.
Sacudiendo
las crines despedía
al
mundo de trabajo que dejaba.
Hubo
llantos y abrazos cual mortaja.
También
la confusión por lo perdido.
El
zaino que partió dejó sus fuerzas,
atadas a las riendas de un amigo.
MIRIAM
CAIRO
(San
Nicolás-Buenos Aires-Argentina)
TRES POEMAS
I.
Este
poema se escribe con la secreta lentitud de las anguilas.
Con
la claridad escurridiza de los peces.
Oscila
entre la inmovilidad y el vértigo.
Este
poema se impone como última sombra
y
penetra la ranura del silencio.
Son
hondos sus pasos.
Este
poema da vuelta el cuerpo herido de una mujer,
le
dobla las piernas,
acaricia
lilas
y
como un dios pone los labios en el hueco de la ausencia.
Este
poema no distingue la luna entre las piedras.
Apaga
todas las lámparas.
Teje
a ciegas los hilos de una trama imprevista.
Su
sombra se acuesta a los pies de un faro.
Este
poema es hijo de una esperanza obligada a morir.
No
se impone como un vencedor.
No
tantea las paredes donde ya no hay salida
ni
resiste el sortilegio de las victorias.
Vientos
inauditos impulsan sus vuelos.
Sus
manos anchas dejan caer secretos.
Como
un marino en la punta de un mástil
avista
nuevos territorios.
Sus
ojos permanecen límpidos
ante
la turbidez de la tristeza.
Este
poema se halla al otro lado del umbral.
Su
oscuridad nada tiene que ver con la noche.
Su
valor no viene de la ira.
Propone
un descenso en espiral.
Se
desgrana en voz baja.
Se
inclina ante el mundo.
Carga
sobre sus hombros el sin destino.
Baja
corriendo las escaleras.
Salta
precipicios.
Abre
los brazos al peligro.
Este
poema derramado
no
distingue el corazón de un hombre
de
su propio corazón.
HUGO
TOSCADARAY
(San Antonio
de Areco-Buenos Aires-Argentina)
BIOGRAFÍA
Cuando ella
lo dejó, primero las lágrimas le arrebataron el horizonte.
Y así nació la ceguera del corazón.
Y así nació la ceguera del corazón.
Más tarde,
inconsolable, se mordió las manos hasta sangrarse.
Y así nació el hambre de las noches.
Y así nació el hambre de las noches.
Luego, escribió
frases ilegibles en el barro, que después borró la lluvia.
Y así nació la sed de la memoria.
Más tarde aún, el búfalo de la vigilia le derribó el sueño, repetidamente.
Y así nació la sordera del insomnio.
Al fin, pudo ver en el espejo que un solo día le había costado cien años.
Y así nació la sed de la memoria.
Más tarde aún, el búfalo de la vigilia le derribó el sueño, repetidamente.
Y así nació la sordera del insomnio.
Al fin, pudo ver en el espejo que un solo día le había costado cien años.
Así nació la
pena.
PÁGINA 18 – ENSAYO
PEDRO
LUIS IBÁÑEZ LÉRIDA
(Sevilla-España)
EL
JOVIAL SÍSIFO
Irrumpe
con distinción y estilo la fortaleza literaria de Juan Goytisolo en la
ceremonia de entrega del Premio Cervantes. Frente a la extendida y pujante
mediocridad, la serena y sólida excelencia.
Lo
finito precede. La consecuencia precisa de nuestros actos redunda
inexcusablemente en ello. Abundar en otro sino menosprecia la naturaleza de
nuestro ser. En el pormenor hallamos la dimensión equitativa del acontecer
vital. Es ahí, en ese modo donde se manifiesta el pronunciamiento diferenciador
sí despojado de vestiduras, arrobamientos y alabanzas, prevalece la
autenticidad del acto. Independientemente que chirríe ante el utilitarismo
imperante o la gloria sublimada por la decadencia institucional.
Juan
Goytisolo no pronuncia la literatura en vano. Ni tan siquiera se recrea en
ella. Sencillamente escribe. La escritura –su escritura- sostiene la enseña que procura la humildad en
su oficio, desde el alumbramiento de un pensamiento que se resiste a obviar la
realidad con la que pugna. “Llevo en mí la conciencia de la derrota como un
pendón de victoria”. La evocación a Fernando Pessoa desmitifica la conciencia
distante y distinta del escritor y la hace abrumadoramente humana. Sin embargo
ello no destituye el afán premeditado y oportuno de su disertación en la
ceremonia de entrega del Premio Cervantes de forjar, a la llana y sin rodeos,
el corazón de las palabras hasta moldear la síntesis depurada y la emoción
contenida. Justo equilibrio para vencer la indiferencia y asestar el último
golpe, no por vano menos preciado, “Desde la altura de la edad, siento la
aceptación del reconocimiento como un golpe de espada en el agua, como una
inútil celebración”.
Duerme
el centinela de la fama como un lirón. Aquélla es como un carro de nieve. Se
deshace lentamente, humedeciendo a su paso el efímero rastro, hasta que se
evapora. La obstinación en la notoriedad hace estragos. Sólo la literatura
–qué discreta y que recompensa más
conmovedora si la soledad y la sencillez nos aligera de lo innecesario para
abordarla- emerge a la superficie como la madera en el naufragio. Frágil
asidero con el que enfrentar el temible oleaje de la gloria mediática. Entonces
el ánima machadina prende –“ya conocéis mi torpe aliño indumentario”- y se
advierte en el que portan sus ochenta y cuatro años para no desmerecerse a sí
mismo y explicitar la estética de lo cotidiano con su renuncia a la
excepcionalidad a la que rehúye.
No
divaga. Apunta certero. Como don Quijote en su irrefrenable cabalgadura hasta
confrontar con los molinos de viento. “Las razones para indignarse son
múltiples y el escritor no puede ignorarlas sin traicionarse a sí mismo. No se
trata de poner la pluma al servicio de una causa, por justa que sea, sino de
introducir el fermento contestatario de esta en el ámbito de la escritura”.
Este inabarcable territorio se reduce paradójicamente a un destino, el mismo
que tomara Alonso Quijano: ser ciudadano y caballero. Es decir la ensoñación
del ideal y la realidad de la insumisión para no desfallecer y aliviar las
heridas. La escritura: “lanza en astillero” y “adarga antigua”, símbolos para
contender con la descarnada realidad y protegerse de su infinito dolor.
El
autor de Señas de identidad no renuncia al inevitable principio y fin al que se
consagra: empujar la piedra hasta la cima de la montaña y, tras un trabajo
ímprobo, contemplar su descenso para, sin desfallecer, retornar al trabajo
ingrato de reiterar el esfuerzo aparentemente estéril. El jovial Sísifo asume
la perseverante tarea de empezar de nuevo. Al fin y al cabo el castigo divino
al que se enfrenta, es un desafío ante el que no se arredra y con el que vive
como razón de ser: el fracaso que lo acompaña sin compasión. Si no fuera así no
existirían los “incurables aprendices de escribidor” y esa permanente sensación
salobre de sed de escritura que nunca satisfacen. Otros son considerados
escritores en la poderosa y altiva ola que sucumbirá
plácidamente en cualquier playa desierta.
PÁGINA 19 – POESÍA
ARGENTINA
HUMBERTO
HAUFF
(El
Colorado-Formosa-Argentina)
6
Nada parece mejor
que una idea encontrada en un amento
una mañana de otoño en rocío.
Una sensación refrescante,
un alivio extenso como el que produce
una hoja de caá-heé en la boca.
La idea de estar a salvo
del próspero escozor de los barrios,
de la grasa incitante de las bestias.
La seguridad novedosa
de estar en el nirvana de la albahaca
o en la sombra de un ñandubay.
Nada es más lindo
que encontrar un pichón de calandria
poniendo a prueba las pautas del vuelo.
Nada como ver la avispa
que sella la boca del avispero y zumba;
nada como oler la lujuria de la lima.
La maceración de la voz
dentro de la boca de mi hembra en celo,
el obstinado cangrejo del amor mordaz.
SUSANA
SZWARC
(Quitilipi-Chaco)
¿HACIA DÓNDE?
Ningún nanómetro alcanzaría para cifrar la distracción.
Árboles. La caída de otro nido sobre la vereda. El fragmento
del nido sobre una rama. La hija que fotografía el nido.
Un cuadro: eso habrá de hacer, enmarcarse, enmarcarlo.
La madre atrasa las escaleras. Se ha trepado y salta
hasta aquí: canta.
Canta una melodía a su antojo. Me sigue me sigue,
la melodía está en mis pies.
(Huyamos: distraídas completamente saldremos
de ese trazo).
Que venga el tasador, que tase la distracción.
Sin herramientas (dirá )y el cielo es celeste.
El cielo es el techo, reclamo mi parte,
la parte que tiraste, distraída no encuentro ni una sobra,
distraída me alejo y me acerco. Es en la hamaca donde
se destina el recorrido. No se agota, no se agota ni más
ni menos que vos en tu anemia, en tu ayuno.
(Quitilipi-Chaco)
¿HACIA DÓNDE?
Ningún nanómetro alcanzaría para cifrar la distracción.
Árboles. La caída de otro nido sobre la vereda. El fragmento
del nido sobre una rama. La hija que fotografía el nido.
Un cuadro: eso habrá de hacer, enmarcarse, enmarcarlo.
La madre atrasa las escaleras. Se ha trepado y salta
hasta aquí: canta.
Canta una melodía a su antojo. Me sigue me sigue,
la melodía está en mis pies.
(Huyamos: distraídas completamente saldremos
de ese trazo).
Que venga el tasador, que tase la distracción.
Sin herramientas (dirá )y el cielo es celeste.
El cielo es el techo, reclamo mi parte,
la parte que tiraste, distraída no encuentro ni una sobra,
distraída me alejo y me acerco. Es en la hamaca donde
se destina el recorrido. No se agota, no se agota ni más
ni menos que vos en tu anemia, en tu ayuno.
ZULMA
LILIANA SOSA
(Formosa-Argentina)
OPERACIONES
DEL ALMA
simbolizar
/ más que describir / el poder del amo en su antiguo trono / ah /
y
las viejas fanfarrias / borrosamente a sus espaldas / con el aprendizaje
autorizado /
a
ese infierno va solita con su alma / la escribidora / y la imagen modela /
carga /
el
terror de la materialidad abandonada / ¿ qué venganza libera a su
lengua dura /
qué
higiene transforma y todavía retiene / novedosamente bárbara / la
mística del
trangresor?
/ aún está la silla donde permanece sentada / esperando...
TONY
ZALAZAR
(Resistencia-Chaco)
II
A
veces la muerte parece lógica / y se presenta en huesitos de tus abuelos.
En
las noches de cielo limpio
peinaba
mi madre en sus regazos mi infancia
y
marcando desde el patio una estrella
aquel
es tu abuelo me decía
cuando
mueras irás al cielo
y
tu alma será una estrella.
Gracias
al rito de su amor
la
muerte fue sólo una luz
que
inerte y distante iluminaba mis noches.
Y
en la muerte de un ser querido / nacen ojos como estrellas para el cielo.
BLANCA SALCEDO
(Formosa-Argentina)
CADA MAÑANA
Cada mañana
le pongo un sombrero a mi espanto
y salgo a caminar bajo el sol
me seco los ojos de salitre
sudo en la piel los dolores de la noche
enjuago en cobre el alma ensangrentada.
Cada mañana
me llego hasta el río agazapado
lavo en el agua mis manos solas
me lleno la boca de esperanza fresca
cepillo mi piel con flor de camalote
y, entonces, renuevo las palabras.
PÁGINA 20 – CUENTO
ABEL ESPIL
(Ciudad Autónoma-Buenos
Aires-Argentina)
FRANCESCA
Varios
pueblos fueron abatidos por las aberrantes guerras. Los hechos no quedan en
pobres palabras. Las casas se destruyen, las familias se dispersan, el horror
va adelante de los hombres en pos de destruir todo aquello que manifieste vida.
Los que no lo vivimos creemos que a la realidad la tenemos clara y los que sí
lo han padecido- como Francesca- esbozan una suave sonrisa de lástima hacia
nosotros.
Ella era una mujer madura
que no pudo conocer lo que era ser niña. Desconocía el juego con muñecas,
desconocía lo que es recibir a los Tres Reyes Magos, desconocía la llegada de
Papa Nóel, desconocía todo aquello que pertenece a la vida de un niño.
Francesca recuerda lo que
era correr a los refugios cuando sonaban las sirenas. Francesca conoce cuando
un timbre suena en una casa y es para llevarse a su hermano mayor o al padre.
Francesca conoce la entrada de militares a su hogar y oír los gritos de la
madre pidiendo que no ,que no , que no. Francesca sabe lo que es despertarse
transpirada y sudando, recordando la retirada de los militares y correr a la habitación
de su madre y verla manchada en sangre y sin lágrimas después de
tanto dolor.
No importa como la conocí
a Francesca. Es un hecho que la vida te regala, para que sepamos lo
privilegiados que somos y no nos lamentemos por pavadas o insultar por estupideces
o llorar frente a lo que crees que es un fracaso, cuando quizás todo es un
aprender a vivir. Somos personas pobres y vivimos como pobres.No conocemos las
lágrimas de las ausencias sin adioses y más aún nos creemos "los
elegidos" porque entramos a una Iglesia o acaso leemos cuatro veces por
semana la biblia ,acompañada al final por una oración.
Varias tardes al mes , la
visitaba en su reducida casa en el Barrio Agronomía.
Vivía sola. Tendría
alrededor de 68 años. Era una mujer esbelta, con una larga
trenza rubia y dos enormes ojos celestes. No tuvo hijos. No se casó
nunca.Tuvo infinidad de trabajos, en el que más años estuvo, era cuando tomaba
las fotos de casi todas las pequeñas o medianas guerras que se originan en
el mundo en el período de 1939 a 1957. Adquirió en el Congo una enfermedad que
le obligó a dejar su trabajo y eligió sin saber porqué la Argentina, viviendo
aquí hasta el día en que falleció, que fue un 9 de Noviembre de 1989.
Nadie me avisó. El
día jueves 10 de Noviembre de 1989 , toqué el timbre de su casa. Ella casi
siempre, solía abrirme al sonar el segundo.Toque diez veces, al no responder,
golpeé fuerte en la puerta y un señor maduro, vecino de Francesca, me comento
lo ocurrido. Al llegar, luego de hacer las pocas compras que realizaba todos
los días, al intentar poner la llave en la puerta, cayó al suelo con la llave
en la mano derecha. Esa llave la tenía otra vecina que era la Profesora de
Piano llamada Cecilia. La misma me las entregó, comunicándome que
la señora estaba en una morgue judicial. Me presenté y al informar mi relación
con Francesca, me indicaron las acciones que debía realizar. Los trámites
fueron engorrosos y complicados. Entré a la casa acompañado por una fiscal y
una escribana y mientras yo esperaba en el sillón donde siempre me sentaba,
ellas revisaron toda la propiedad. No esperé mucho y al intentar retirarnos la
escribana encuentra una nota escrita por Francesca, en la cual manifiesta que
todas sus cosas, en el caso de sucederle el hecho de morir, quedarían a mi nombre.
.Nos retiramos. Ellas me informaron que llevaban esa nota al juzgado y
que en el caso de ser así, iba a ser comunicado por nota. Dos años
después encuentro una nota en el piso debajo de la puerta, en la que
me notifican que tengo que presentarme al juzgado. Me manifiestan que luego de
varias pericias realizadas, el único heredero soy yo.
Me he preguntado ¿ porqué
a mí?, pero aún no tengo respuesta.
Fui al año y medio de
enterame de esta noticia, a la casa de Francesca. Al abrir la puerta, volví a sentir
el mismo aroma que todas las veces. Recorrí muy despacio la muy pequeña
vivienda y encontré un libro abierto un poco más de la mitad, apoyado en su
mesa de luz. Lo tome'e y descubrí que era el último de mis libros llamado
: Una vida llamada Francesca.
Creo, o estoy casi
seguro, que esa fue la última vez que lloré.
PÁGINA 21 – POESÍA
AMERICANA
JOTAMARIO ARBELÁEZ
(Cali-Colombia)
POMPAS FÚNEBRES
Enterró a su abuela como pudo, con amor,
con modestia, con pobres recursos.
En ese tiempo ganaba poco dinero; no había
querido terminar sus estudios.
Enterró a su padre con toda la pompa,
estrenando vestido, con misa cantada.
Lo habían ascendido en su empleo; le
hicieron un préstamo.
Enterró a su madre con un funeral tan
solemne
que el cortejo colmó varias cuadras
y las flores no cupieron en el cementerio.
Los tiempos habían cambiado; ahora
manejaba el negocio.
Enterró a su amigo del alma en su suelo
nativo; fletó dos aviones
que llevaron al sitio cadáver y
deudos.
Se había vuelto persona importante: tenía
crédito en todos los bancos.
Enterró a la mujer de su vida en un gran
mausoleo
custodiada a los cuatro horizontes por un
mármol de arcángeles.
La Fortuna le había sonreído; marchaban
las cosas.
Murió pobre, de golpe. Liquidada la
empresa lo habían despedido.
Los ahorros de toda su vida había
dilapidado en entierros.
Hoy reposa en la tumba contigua
a la tumba que ocupa su abuela.
WINSTON MORALES CHAVARRO
(Neiva-Huila-Colombia)
A EVA EN EL DESTIERRO
Qué hermosa es Eva
Qué hermosa la serpiente que le rodea
El árbol que crece en su talle
El fruto carnoso que despliegan sus labios
Al posar sobre la ocarina
Su música en las orillas del bosque.
Qué hermoso su cabello
-Grajillas oscuras que caen sobre sus
hombros perfumados-
su nariz que respira otros mundos
y crea para tantos laberintos
el azahar y las guirnaldas que los
sustituya.
Qué hermosa es Eva
Qué hermosos sus tobillos
Las huellas que dibuja sobre la arena
Para marcar el camino hacia la luz y hacia
las sombras.
Qué hermosos los hijos que le ha arrojado
al mundo
El río que desciende por las colinas de su
vientre
El volcán de sus ojos de fuego.
Qué hermosa esta costilla pensante
Este polvo sagrado
Esta caña aromática
Que guarda en sus pechos fragantes
Otra manzana para las épocas de lluvia.
RAÚL HENAO
(Cali-Colombia)
EL APAGON
Los rojos San juaquines florecían
A mi paso
Arriba la nubes, blancas
Paredes
De mil pies de altura
Por las que me veía volar tosiendo
Como un aeroplano
En cambio, parecía que la gente a mi lado
Pataleaba sobre la cabeza de un calvo
Ponían mi emisora favorita
Y me encontré silbando las letras
De una canción.
Al oído de la encopetada dama
Que tomaba el té en mi compañía.
Fue entonces cuando corrió el rumor
De los apagones
Desde el salón miraba la negrura
De la calle cubierta de gigantescas
Hojas de periódico.
Alguien trepaba sobre mis espaldas
Y sobre las espaldas
Del que se trepaba a mis espaldas
El último en subir prendió una cerilla
...Usted, usted se fumó el sol
Me gritó desde las alturas.
Para Carlos Bedoya.
Los rojos San juaquines florecían
A mi paso
Arriba la nubes, blancas
Paredes
De mil pies de altura
Por las que me veía volar tosiendo
Como un aeroplano
En cambio, parecía que la gente a mi lado
Pataleaba sobre la cabeza de un calvo
Ponían mi emisora favorita
Y me encontré silbando las letras
De una canción.
Al oído de la encopetada dama
Que tomaba el té en mi compañía.
Fue entonces cuando corrió el rumor
De los apagones
Desde el salón miraba la negrura
De la calle cubierta de gigantescas
Hojas de periódico.
Alguien trepaba sobre mis espaldas
Y sobre las espaldas
Del que se trepaba a mis espaldas
El último en subir prendió una cerilla
...Usted, usted se fumó el sol
Me gritó desde las alturas.
Para Carlos Bedoya.
PEDRO ARTURO ESTRADA
(Girardota-Colombia)
6
Alguien más en las ciudades que conociste
repetirá tus pasos, mirará de nuevo por
encima de los árboles
confiado el amanecer
y sin saberlo exultará en su sangre
lo que tú no entendiste para seguir y
resistir
Pero has dicho ya todo
cuanto no era necesario
Fue de lo que se te quedó incrustado
entre pecho y espalda
de lo que debiste haber escrito
de lo que debiste haber hablado
No pudiste
No supiste
No alcanzaste a comprender a tiempo
Y ahora que lo intentas
se deshacen en moho las palabras
agarradas al aire
Cayendo contigo, con todo,
hojas del otoño
sobre la calle.
LUCÍA ESTRADA
(Medellín-Colombia)
ABRO LA NOCHE para recibirte.
En cada palabra
mis manos inician un largo recorrido
hacia la sombra,
hacia lo que no es posible abarcar. Y
sin embargo,
helo ahí como si quisiera traernos un
pedazo de nosotros mismos,
un fragmento de luz, una sílaba cerrada
en su misterio.
Nombrarte es el comienzo del exilio. Y
permanecer en ti
una constante despedida. Ofrezco mis
ojos a lo que se diluye bajo tu lámpara.
A la eternidad que se desteje minuto a
minuto para que yo pueda entrar en ella.
Sin cortejos. Sin una guía para mis
pasos.
Escribo en el polvo este no saber hacia
dónde,
a qué distancia se oculta la rosa.
Nuestro diálogo es el inicio del viaje,
su silencio el camino de retorno.
Es necesario permanecer a la intemperie.
PÁGINA 22 – CUENTOS
BREVES
J.M.TAVERNA
IRIGOYEN
(Santa
Fe-Argentina)
DE
LLAVES Y CERROJOS
El
ojo de la cerradura es mi cómplice. Allí pondré la llave del mundo y, cuando me
lleven, la haré girar.
Ningún
oficio más hermético que el de cerrajero. Él lo ejerce con tanta discreción,
que hasta silencia las consultas de los amigos de lo ajeno.
Al
perder las llaves perdió su origen. no la casa de los padres. No la genealogía
y sus ramas. Tampoco el sentido de pertenencia. Con las llaves perdidas se
disolvieron los recuerdos, quedó su memoria y, lo que es peor, fugaron todas
las ilusiones.
Bajo
siete vueltas de llave encerró aquella traición sufrida. Ello no fue óbice para
que, traspuesta la puerta de las delaciones, todos le enrostraran haberla
silenciado sin dar lugar al castigo.
Lo
último que se pierde son las llaves de la casa. Lo comprobó Eleuterio, a quien
se le fue la mujer en viaje sin retorno, olvidó a los hijos y se le cayó la
memoria.
Es
una llave de oro puro. No sabe a dónde conduce ni que puerta abre. Finalmente,
en el primer estanque de aguas turbias la desliza de su mano. (El rey Midas no
lo perdona)
PÁGINA 23 – POESÍA
AMERICANA
Lamida por un filo
en tus ojos no turbados,
la luz se escalda
sobre la piedra húmeda.
En sus mínimas cavernas
se detiene
entre musgos e insectos
tu pupila solar.
Rupturas en la piedra,
grietas,
algo que mira
desde el fondo.
Tu mirada refracta
el deslave abisal,
y eras de pensamiento se derrumban.
FRANCISCO
AZUELA
(León-Guanajuato-México)
AZTECAL VIII
En este poema de muertos
se te murió tu padre,
se murieron tu abuelo y tu siembra
y se acabó la tarde en una mirada.
En este poema de muertos
se murió el amor de tus antiguos,
se murieron tus pájaros
y se calló la estrella de tu frente
como un puñado de rosas enfermas.
En este poema de muertos
se te murió la vida,
y por segunda vez se te murió la patria
cuando tú te quedaste mirando
como un arco iris sin color.
En este poema de muertos
se te partió la sangre en dos ríos azules,
y un esqueleto de sombras
en tus ojos de nieve
busca a pesar de todo, la libertad de tu pueblo.
En este poema de muertos
se te murió tu padre,
se murieron tu abuelo y tu siembra
y se acabó la tarde en una mirada.
En este poema de muertos
se murió el amor de tus antiguos,
se murieron tus pájaros
y se calló la estrella de tu frente
como un puñado de rosas enfermas.
En este poema de muertos
se te murió la vida,
y por segunda vez se te murió la patria
cuando tú te quedaste mirando
como un arco iris sin color.
En este poema de muertos
se te partió la sangre en dos ríos azules,
y un esqueleto de sombras
en tus ojos de nieve
busca a pesar de todo, la libertad de tu pueblo.
ELSA
CROSS
(México
DF-México)
Lamida por un filo
en tus ojos no turbados,
la luz se escalda
sobre la piedra húmeda.
En sus mínimas cavernas
se detiene
entre musgos e insectos
tu pupila solar.
Rupturas en la piedra,
grietas,
algo que mira
desde el fondo.
Tu mirada refracta
el deslave abisal,
y eras de pensamiento se derrumban.
MARIA
RIVERA
(México
DF-México)
Allá vienen
los descabezados,
los mancos,
los descuartizados,
a las que les partieron el coxis,
a los que les aplastaron la cabeza,
los pequeñitos llorando
entre paredes oscuras
de minerales y arena.
Allá vienen
los que duermen en edificios
de tumbas clandestinas:
vienen con los ojos vendados,
atadas las manos,
baleados entre las sienes.
Allí vienen los que se perdieron por Tamaulipas,
cuñados, yernos, vecinos,
la mujer que violaron entre todos antes de matarla,
el hombre que intentó evitarlo y recibió un balazo,
la que también violaron, escapó y lo contó viene
caminando por Broadway,
se consuela con el llanto de las ambulancias,
las puertas de los hospitales,
la luz brillando en el agua del Hudson.
Allá vienen
los muertos que salieron de Usulután,
de La Paz,
de La Unión,
de La libertad,
de Sonsonate,
de San Salvador,
de San Juan Mixtepec,
de Cuscatlán,
de El Progreso,
de El Guante,
llorando,
a los que despidieron en una fiesta con karaoke,
y los encontraron baleados en Tecate.
Allí viene al que obligaron a cavar la fosa para su
hermano,
al que asesinaron luego de cobrar cuatro mil
dólares,
los que estuvieron secuestrados
con una mujer que violaron frente a su hijo de ocho
años
tres veces.
¿De dónde vienen,
de qué gangrena,
oh linfa,
los sanguinarios,
los desalmados,
los carniceros
asesinos?
Allá vienen
los muertos tan solitos, tan mudos, tan nuestros,
engarzados bajo el cielo enorme del Anáhuac,
caminan,
se arrastran,
con su cuenco de horror entre las manos,
su espeluznante ternura.
Se llaman
los muertos que encontraron en una fosa en Taxco,
los muertos que encontraron en parajes alejados de
Chihuahua,
los muertos que encontraron esparcidos en parcelas
de cultivo,
los muertos que encontraron tirados en la Marquesa,
los muertos que encontraron colgando de los
puentes,
los muertos que encontraron sin cabeza en terrenos
ejidales,
los muertos que encontraron a la orilla de la
carretera,
los muertos que encontraron en coches abandonados,
los muertos que encontraron en San Fernando,
los sin número que destazaron y aún no encuentran,
las piernas, los brazos, las cabezas, los fémures
de muertos
disueltos en tambos.
Se llaman
restos, cadáveres, occisos,
se llaman
los muertos a los que madres no se cansan de
esperar
los muertos a los que hijos no se cansan de
esperar,
los muertos a los que esposas no se cansan de
esperar,
imaginan entre subways y gringos.
Se llaman
chambrita tejida en el cajón del alma,
camisetita de tres meses,
la foto de la sonrisa chimuela,
se llaman mamita,
papito,
se llaman
pataditas
en el vientre
y el primer llanto,
se llaman cuatro hijos,
Petronia (2), Zacarías (3), Sabas (5), Glenda (6)
y una viuda (muchacha) que se enamoró cuando
estudiaba la primaria,
se llaman ganas de bailar en las fiestas,
se llaman rubor de mejillas encendidas y manos
sudorosas,
se llaman muchachos,
se llaman ganas
de construir una casa,
echar tabique,
darle de comer a mis hijos,
se llaman dos dólares por limpiar frijoles,
casas, haciendas, oficinas,
se llaman
llantos de niños en pisos de tierra,
la luz volando sobre los pájaros,
el vuelo de las palomas en la iglesia,
se llaman
besos a la orilla del río,
se llaman
Gelder (17)
Daniel (22)
Filmar (24)
Ismael (15)
Agustín (20)
José (16)
Jacinta (21)
Inés (28)
Francisco (53)
entre matorrales,
amordazados,
en jardines de ranchos
maniatados,
en jardines de casas de seguridad
desvanecidos,
en parajes olvidados,
desintegrándose muda,
calladamente,
se llaman
secretos de sicarios,
secretos de matanzas,
secretos de policías,
se llaman llanto,
se llaman neblina,
se llaman cuerpo,
se llaman piel,
se llaman tibieza,
se llaman beso,
se llaman abrazo,
se llaman risa,
se llaman personas,
se llaman súplicas,
se llamaban yo,
se llamaban tú,
se llamaban nosotros,
se llaman vergüenza,
se llaman llanto.
Allá van
María,
Juana,
Petra,
Carolina,
13,
18,
25,
16,
los pechos mordidos,
las manos atadas,
calcinados sus cuerpos,
sus huesos pulidos por la arena del desierto.
Se llaman
las muertas que nadie sabe nadie vio que mataran,
se llaman
las mujeres que salen de noche solas a los bares,
se llaman
mujeres que trabajan salen de sus casas en la
madrugada,
se llaman
hermanas,
hijas,
madres,
tías,
desaparecidas,
violadas,
calcinadas,
aventadas,
se llaman carne,
se llaman carne.
Allá
sin flores,
sin losas,
sin edad,
sin nombre,
sin llanto,
duermen en su cementerio:
se llama Temixco,
se llama Santa Ana,
se llama Mazatepec,
se llama Juárez,
se llama Puente de Ixtla,
se llama San Fernando,
se llama Tlaltizapán,
se llama Samalayuca,
se llama el Capulín,
se llama Reynosa,
se llama Nuevo Laredo,
se llama Guadalupe,
se llama Lomas de Poleo,
FRANCISCO SEGOVIA
(México DF-México)
VEN
Toca la
consistencia de la tierra en este sitio
tan lejos
de las vegas y la sombra. ¿La sientes?
No tocas
una duna que dispersa el viento :
tocas
tierra firme : el lomo de una loma.
¿Sientes
cómo desde dentro
una
humedad la agruma y vuelve firme?
¿Cómo desde
dentro un esqueleto
le da
asidero a su carne y la mantiene junta?
Debajo de
la piel hay piedras
y adobe y
un altar íntimo y doméstico.
Deja en
paz esas cosas niña.
No
descuajes sus peñas
no
quebrantes sus huesos
no
interrumpas el lento trance
de la tierra
por la tierra.
Cuando
eches raíz aquí
no
edifiques tu casa
con las
ruinas de otra casa.
MINERVA VILLARREAL
(Nuevo León-México)
PIEDRA
En esta piedra yo te espero
en el estómago en el regazo de esta
piedra
junto al río cuyas aguas dejaron
cicatriz
Como jauría con hambre
como perro
te espero
sobre la piedra que contempla
las grandes aguas que no volvieron más
la vista fija de las vacas que la tarde
apacienta
estrellas caídas las botellas que alguna
vez
guardaron la pureza
Excepto tú todo pasa
y todos pasan por aquí
Excepto tú
por esta piedra
pasan
y en mi mente
quedan
como regalos
de tu ausencia
PÁGINA 24 – RESEÑA
BEATRIZ RESTREPO RESTREPO
(Bogotá-Colombia)
CELEBRACIÓN DEL INSTANTE
Breves
días. Antología
Gustavo Adolfo Garcés
Trilce Editores, Bogotá, 2010, 114 págs.
Gustavo Adolfo Garcés
Trilce Editores, Bogotá, 2010, 114 págs.
No es de extrañar que el título de esta Antología haya sido retomado del
segundo libro del poeta antioqueño Gustavo Adolfo Garcés (1957), el cual fue
ganador del Concurso de Literatura de Colcultura en 1992. Porque a pesar de los
dieciocho años que separan la edición de la Antología y el libro ganador del
concurso, la obra poética de Garcés sigue siendo breve, al igual que los días –diremos
instantes– de los que da cuenta. Antes del concurso había publicado Libro
de poemas , 1987. Después del concurso, ha dado a conocer su obra en
tres libros más: Pequeño reino, 1998; Espacios en blanco,
2000; y Libreta de apuntes, 2006. La Antología recoge de todas
estas publicaciones, y de un libro tan inédito como infinito Hasta el
fin de los números, setenta y tres poemas, que francamente podrían ser
muchos más, para dar lugar a una Antología más generosa, para deleite y
comodidad de quienes leemos los versos de Garcés a cualquier hora y en
cualquier página.
Se podría creer que los versos de Garcés hacen parte de la corriente de
la poesía breve, y esencial, que tiene sus arraigos en la tradición
milenaria del haiku, que se dio inicialmente en las culturas
japonesa y china. Se podría pensar de esta manera, si desde el título que
reitera la palabra breve, tanto en el libro ganador del concurso
como en la Antología, pasamos al poema “Naranjo”, del Libro de poemas,
que no fue incluido en la Antología: Mis haikús/son globosos/ y dulces.
Porque al aludir a esta forma de hacer poesía, explícitamente, y apropiarse del
haiku en un sentido tan amplio como el plural, parecería estarse inscribiendo
en dicha tradición. Se podría pensar de esta manera si nos detenemos en dos de
los poemas publicados en la Antología que presentamos – “Li Po” (p. 19) y
“Basho y el eco del mundo” (p. 38), porque esos dos nombres propios nos remiten
a dos poetas, -respectivamente de la China y del Japón- más relevantes de dicha
tradición. Incluso podríamos confirmarlo, al leer este último poema que invoca
a Basho:
De la noche
sólo escucho
la sílaba de la rana
sólo escucho
la sílaba de la rana
Porque si contamos sus sílabas encontraremos que se mueve en “El
estrecho marco de diecisiete sílabas…”, como efectivamente se define la
extensión del haiku. Sin embargo, hay un verbo principal, con una flexión
personal que nos remite a la primera persona del singular. Cuando en la poesía
del haiku se apunta, preferiblemente a la poesía constituida de frases
nominales: de solo nombres, de solo sustantivos.
Pero no, en los versos de Garcés no estamos frente a esa tradición en el
sentido estricto, sino en muy pocos poemas. Por ejemplo en “El poder”: /Qué
lograrás/ con ascender/ hasta ese cielo/ que sangra/ (p. 20) Se trata
de una haiku, porque estamos estrictamente frente a diecisiete sílabas, porque
el verbo principal en infinitivo no está cumpliendo la función verbal. Porque
estamos por fuera de la anécdota. Porque no hay “…sentido sentencioso…”, ni
“…circunstancias históricas concretas…”, ni se hace presente“…la personalidad
del poeta…”, -características todas ellas del haiku.
¿Por qué entonces para presentar la Antología poética que nos ocupa
empezamos por esta tradición, y ya llevamos más de una línea haciendo deslindes
y distinciones? Responder este cuestionamiento será centrarnos en la poesía de
Garcés, en los paralelos con esa tradición milenaria pero, sobre todo, en los
paralelos de la poesía de Garcés con ella misma, en aquello que la hace tan
particular dentro del panorama de la poesía colombiana: la obra poética que
presenta en esta Antología se mueve entre esos breves poemas, de dos y tres versos,
y otros poemas más extensos, de cuarenta como el poema “El Obispo”, o por
diecinueve, como “El premio”.
Pese a esta diversidad en el número de versos, encontramos en la poesía
de Garcés imágenes “…hondamente sentidas en un momento de iluminación.” Efectivamente
nos encontramos frente a imágenes; casi podríamos decir que una por
poema. Y en ello radica su hermandad con la tradición de la poesía
milenaria del Japón y de China, que luego cruzó fronteras de todo tipo,
espaciales y temporales y dio lugar a una presencia que se puede rastrear a lo
largo de los siglos en diferentes culturas. El poema “Li Po”, es un ejemplo de
una imagen, por poema:
Ebrio
caminé por el bosque
hasta llegar al riachuelo
caminé por el bosque
hasta llegar al riachuelo
llené el cuenco de agua
se salieron todas las estrellas
El poema contiene finalmente una “…unidad de experiencia…”, una imagen,
contenida, depurada, de una gran fuerza expresiva que se produce no sólo con la
tinta negra que delimita cada una de las letras de cada una de las palabras,
sino con esa generosidad con la que hace uso del espacio en blanco donde las
coloca, con todo el cuidado. Espacio que debe ser respetado en la medida de lo
posible, en cada reproducción que se haga de estos poemas. (En este caso por
ejemplo quedaron faltando seis centímetros de espacio libre hacia abajo.) “Como
en la pintura a la aguada japonesa o “sumie”, tan importante son aquí las
pinceladas trazadas en negro como los lugares respetados en blanco. Tanto
sentido estético hay en lo expresado como en lo silenciado”. El autor alude, obviamente
al haiku. Es cierto que en este poema hay más de diecisiete sílabas. Pero
también es cierto que la metáfora de la aguada japonesa es pertinente para la
poesía de Gustavo Adolfo Garcés: lo silenciado ocupa más lugar que lo dicho.
La antena que trae
las noticias de la guerra
está llena de pájaros
las noticias de la guerra
está llena de pájaros
Trece palabras. Eso es todo, para toda la extensión de la página: no
seremos nosotros quienes colmemos de palabrería ese silencio, interpretando el
poema, parafraseándolo, haciendo vanas e inútiles suposiciones. Allí está, y
colocaremos otro a su lado, para dejarlo igualmente, allí:
El corazón del pájaro
tiene más prisa
que su vuelo
tiene más prisa
que su vuelo
En los poemas más extensos que encontramos en esta Antología se hacen
igualmente presentes aquellas características que hermanan la poesía de Garcés
con la tradición del poema breve: porque la imagen reveladora, revelada, está
al final, introducida por un recuento extenso de aquellas circunstancias no que
se quieren contar como tales, sino de aquellas circunstancias que, como el espacio
en blanco, propician el instante breve. Como ejemplo de ello nos detendremos en
el poema “El premio”:
Tal vez algún día
a un grupo de poetas
jurado de algún concurso
le gusten mis poemas
y me den un premio
a un grupo de poetas
jurado de algún concurso
le gusten mis poemas
y me den un premio
lo celebraré
con mi esposa y mi hija
y me emborracharé
con los amigos
con mi esposa y mi hija
y me emborracharé
con los amigos
los compañeros de oficina
se enterarán
de que escribo poesía
se enterarán
de que escribo poesía
mi padre pensará
que es toda una efemérides
y se tomará unos aguardientes
especialmente sabrosos
que es toda una efemérides
y se tomará unos aguardientes
especialmente sabrosos
Díos mío
no permitas que mi madre
ya se haya ido ese día
no permitas que mi madre
ya se haya ido ese día
En efecto, la imagen que hace presente está contenida en ese último
verso: ¿acaso pueden irse las madres antes del reconocimiento que se busca de
una u otra manera para ellas? Es posible. Pero nadie como Garcés para
expresarlo.
En la reseña del libro Pequeño reino, que encontramos al final de la Antología que nos ocupa, el investigador señala el método que deduce utiliza Garcés para llegar al poema: “…restricciones, cortes, eliminación simple”. Pero más que ello, que supone un proceso calculado, dice “Cada poema de Garcés se reduce a un simple acto de magia que se repite ante nuestros ojos por primera vez”. Pero no calificaremos dicho acto como “simple”, sino que lo ubicaremos en una actitud de observación del poeta, de estar alerta, al acecho, de una unidad de experiencia. Por ejemplo en el “Poema de amor” (p. 40):
En la reseña del libro Pequeño reino, que encontramos al final de la Antología que nos ocupa, el investigador señala el método que deduce utiliza Garcés para llegar al poema: “…restricciones, cortes, eliminación simple”. Pero más que ello, que supone un proceso calculado, dice “Cada poema de Garcés se reduce a un simple acto de magia que se repite ante nuestros ojos por primera vez”. Pero no calificaremos dicho acto como “simple”, sino que lo ubicaremos en una actitud de observación del poeta, de estar alerta, al acecho, de una unidad de experiencia. Por ejemplo en el “Poema de amor” (p. 40):
Llegué muy puntual
al parquecito de nuestra cita
y encontré a una señora
desgranando mazorcas
que enseguida devoraron las gallinas
al parquecito de nuestra cita
y encontré a una señora
desgranando mazorcas
que enseguida devoraron las gallinas
algunos parroquianos
lanzaron fuegos artificiales
dando inicio a una fiesta programada
por la junta de acción comunal
lanzaron fuegos artificiales
dando inicio a una fiesta programada
por la junta de acción comunal
hubiera querido que el maíz
y el regocijo público
mitigaran un poco mi impaciencia
pero empecé a sentir
una llamarada en el estómago
y una tensión excesiva
en los músculos de la espalda
y el regocijo público
mitigaran un poco mi impaciencia
pero empecé a sentir
una llamarada en el estómago
y una tensión excesiva
en los músculos de la espalda
todavía me duele tu desamor
Como otro ejemplo de construcción de la imagen a partir de las palabras
citaremos el poema “553” (p.89)
A la provincia más lejana
se fue mi amigo muerto
se fue mi amigo muerto
ya no tiene rostro
pero conserva la alegría
pero conserva la alegría
la canción del coro dice
que lo esperan una mesa limpia
y un sitio claro
sin asperezas
que lo esperan una mesa limpia
y un sitio claro
sin asperezas
tendré que aprender que su silencio
es la última farsa
es la última farsa
un juego de engaño y de apariencia
y que su cautiva condición
es un buen vino
y que su cautiva condición
es un buen vino
Los breves instantes que construye Garcés tienen todos los matices: del
humor, frente al reconocimiento de la casa desvalijada por los ladrones; del
dolor, por la pérdida de un amigo; del desamor, por solo citar unos
cuantos. Pero una vez que logra materializarlos en pocas o copiosas palabras,
se transforman en una celebración.
PÁGINA 25 – POESÍA
AMERICANA
GARY
DAHER CANEDO (Bolivia)
ÉSTE ES
MI RÍO
Éste es
mi río
mi Mamoré de larga cola
de garza al vuelo
de tarde teñida y roja.
mi Mamoré de larga cola
de garza al vuelo
de tarde teñida y roja.
Éste que
besado por las enmarañadas orillas
con sus árboles de bosque
con sus maderas de enamorado verde
se tuerce de placeres llevando una sola y líquida vena
que recupera de la playa dulce
la pascana del sueño
y de los pequeños desfiladeros
la arisca torrente de su alma de agua.
besado por las enmarañadas orillas
con sus árboles de bosque
con sus maderas de enamorado verde
se tuerce de placeres llevando una sola y líquida vena
que recupera de la playa dulce
la pascana del sueño
y de los pequeños desfiladeros
la arisca torrente de su alma de agua.
Éste es
mi río
de corriente de chocolate en pena
mi río de canoa vadeada
y peces de escama cerril y salto de fugaz clavada.
de corriente de chocolate en pena
mi río de canoa vadeada
y peces de escama cerril y salto de fugaz clavada.
Éste.
Y por
nadar
encariñado con el vigoroso crecer vegetal
su piel está pintada de ramas y hojas tiernas
encariñado con el vigoroso crecer vegetal
su piel está pintada de ramas y hojas tiernas
Pintura
que lleva de vez en vez un sordo latido de lágrima
que lo exalta y encabrita azotando sus riberas
devorando animal y cabañas
con su hosco bramido de anaconda en inundada.
que lo exalta y encabrita azotando sus riberas
devorando animal y cabañas
con su hosco bramido de anaconda en inundada.
Éste es
mi río
de sol contra el oeste
gigante y exaltado en fulgor naranja
mi río de tarde tarde
que canta arias de sirena india
hechizando
fresco y grande
al coro misterioso y eterno del rumor de la espesura.
de sol contra el oeste
gigante y exaltado en fulgor naranja
mi río de tarde tarde
que canta arias de sirena india
hechizando
fresco y grande
al coro misterioso y eterno del rumor de la espesura.
EDUARDO
MITRE
(Oruro-Bolivia)
AL PIE DE LA LETRA
a Guillermo Sucre
a Guillermo Sucre
La mujer que de pronto
aparece en la esquina
como la pasante de Baudelaire.
Sus ojos de noche del Líbano,
brillosos como la piel
de los dátiles,
enigmáticos como las líneas
que traza el destino
en las hojas de coca.
Su cuerpo esbelto,
su talle fino,
su andar de palmera con brisa,
su cabellera que al aire
latiga y aroma,
sus largas piernas
presentidas bajo la falda roja,
sus senos como dos olas
rompientes
a punto de perderse en el mar.
Y el mantel que prolonga a la nieve
sobre la mesa del bar
bajo la mirada que lee
lo que al azar la realidad inventa.
Y el poema que dice
al pie de la letra.
aparece en la esquina
como la pasante de Baudelaire.
Sus ojos de noche del Líbano,
brillosos como la piel
de los dátiles,
enigmáticos como las líneas
que traza el destino
en las hojas de coca.
Su cuerpo esbelto,
su talle fino,
su andar de palmera con brisa,
su cabellera que al aire
latiga y aroma,
sus largas piernas
presentidas bajo la falda roja,
sus senos como dos olas
rompientes
a punto de perderse en el mar.
Y el mantel que prolonga a la nieve
sobre la mesa del bar
bajo la mirada que lee
lo que al azar la realidad inventa.
Y el poema que dice
al pie de la letra.
JAIME NISTTAUZ
(La Paz-Bolivia)
MARGINALIA
He pasado como un hombre sin rostro
junto a incipientes mercaderes
afanosos de pensamientos y sonrisas calculados
con la mayor exactitud
y
gota
a
gota
el asco
se-me-fundía-en-las-vísceras
mientras mis ojos preguntaban
entre semblantes vacíos y luces desenfrenadas
por otros ojos
para repetirme un poco
y encenderme
desde
el
fondo
como ayer.
junto a incipientes mercaderes
afanosos de pensamientos y sonrisas calculados
con la mayor exactitud
y
gota
a
gota
el asco
se-me-fundía-en-las-vísceras
mientras mis ojos preguntaban
entre semblantes vacíos y luces desenfrenadas
por otros ojos
para repetirme un poco
y encenderme
desde
el
fondo
como ayer.
NORAH ZAPATA
PRILL
(Cochabamba-Bolivia)
LOS OLVIDADOS
Ríen, hablan
conocen los inviernos aún mejor que la nieve
Duermen en sus pesadillas enjaulados
Despiertan y se burlan de sus sueños
Todos los días mastican su memoria y beben la aventura
Contemplan el horizonte como piedras lanzadas al vacío
En vano tiñen las huellas de sus pasos
Son como el viento, sin camino
En sus manos las grietas son dobles
Como son dobles las lágrimas que surcan nómadas
Piensan en el mar, en los puertos donde gaviotas
y pañuelos acogen cansancios y viajeros
¿Qué antiguos pájaros anidan en sus ojos?
Arañados, derraman vino en sus heridas
¿Qué estrellas mueren en sus noches?
Dios los espía. ¿En qué templo el sosiego
sus flores blancas, en qué vergel
en qué planeta el amor de los hombres?
Errantes persiguen la sed y el hambre a tropezones
Se agrupan
Se reparten la lluvia cuando llueve
Se reparten la luna cuando hay luna
A fuerza de mirar el cielo les ha nacido un vuelo
Ya no tienen brazos sino alas
para partir con sus fantasmas.
RUTH ANA LOPEZ CALDERÓN
(Sucre-Bolivia)
En el
cuarto del hospital -medito- miro el techo
blanco, poblado por un mísero foco, de luz amarillenta, pienso,
decepcionada, matando el tiempo
y en la cama de blancas sábanas
dibujo pensamientos
que viajan a otros tiempos
de carne débil y enfermiza, ni la sombra del pasado
la que siento
doliente hasta los huesos,
la piel como pergamino viejo
y el dolor que nubla la conciencia,
estrangula la esperanza; desintegra,
y mi alma se quiebra en mudo grito:
las penas rebosantes en los recuerdos
el arrepentimiento que ronda y se mezcla, abandonada,
y la vida y el amor y el pasado
ya parecen un cuento
digno de ser contado a los ingenuos
mezcla irónica,
emborracha al espíritu
a la hora de rendir cuentas
y de extraños sortilegios te pasa
y la vida como la mona
y el doctor apurado, escurridizo,
y el sentirme bien por ningún lado
debes hacer el tratamiento dijo persuasivo
antes de desaparecer
dejando el halo de su sonrisa dibujada
y su guardapolvo blanco
inmaculado
y los dolores no aflojan
y el corazón: ya no más
desgarrado
y los pasos de las enfermeras
rasgan la alfombra
y las pastillas de tantos colores
aturden mis ojos asustados
y el dolor que sigue a mi lado
¡como amante del brazo
caminando rumbo a su cuarto
de ida y vuelta, cientos de veces!
nadie recuerda
la mujer de pasado gris
que fui yo
que yo fui
pienso en el exilio
de los últimos años
y qué mala suerte:
soledad
tristeza,
de la vida
nada,
ni amor
ni sexo
ni vino
ni el humo del cigarrillo,
para nublar
el llanto
¡mi vida en el claustro!
como comprando el boleto
para entrar al cielo
o al infierno
y nadie sabe
por qué,
esta espera en la cama
del obituario de mañana
y esta cabeza despoblada
de cabellos que jueguen con el viento
sigo recostada y pienso.
blanco, poblado por un mísero foco, de luz amarillenta, pienso,
decepcionada, matando el tiempo
y en la cama de blancas sábanas
dibujo pensamientos
que viajan a otros tiempos
de carne débil y enfermiza, ni la sombra del pasado
la que siento
doliente hasta los huesos,
la piel como pergamino viejo
y el dolor que nubla la conciencia,
estrangula la esperanza; desintegra,
y mi alma se quiebra en mudo grito:
las penas rebosantes en los recuerdos
el arrepentimiento que ronda y se mezcla, abandonada,
y la vida y el amor y el pasado
ya parecen un cuento
digno de ser contado a los ingenuos
mezcla irónica,
emborracha al espíritu
a la hora de rendir cuentas
y de extraños sortilegios te pasa
y la vida como la mona
y el doctor apurado, escurridizo,
y el sentirme bien por ningún lado
debes hacer el tratamiento dijo persuasivo
antes de desaparecer
dejando el halo de su sonrisa dibujada
y su guardapolvo blanco
inmaculado
y los dolores no aflojan
y el corazón: ya no más
desgarrado
y los pasos de las enfermeras
rasgan la alfombra
y las pastillas de tantos colores
aturden mis ojos asustados
y el dolor que sigue a mi lado
¡como amante del brazo
caminando rumbo a su cuarto
de ida y vuelta, cientos de veces!
nadie recuerda
la mujer de pasado gris
que fui yo
que yo fui
pienso en el exilio
de los últimos años
y qué mala suerte:
soledad
tristeza,
de la vida
nada,
ni amor
ni sexo
ni vino
ni el humo del cigarrillo,
para nublar
el llanto
¡mi vida en el claustro!
como comprando el boleto
para entrar al cielo
o al infierno
y nadie sabe
por qué,
esta espera en la cama
del obituario de mañana
y esta cabeza despoblada
de cabellos que jueguen con el viento
sigo recostada y pienso.
PÁGINA 26 – CUENTO
MIRTA
GAZIANO
(Santa
Fe-Argentina)
MIGUEL ANGEL
Sentía
mis pies livianos sobre las largas alfombras que cubrían casi en su totalidad
el largo de los pasillos, mi andar era imperceptible para los que por allí
merodeaban esa soleada mañana de abril.
Pasillos,
en los que había jugado tantas veces, corriendo sobre un palo de escoba a modo
de caballito de carreras, y ahora casi desiertos o bien con presencia de
algunos que solo pasaban para ingresar a otra habitaciones aledañas, los
ventanales que daban a los jardines de la casa, inmensos, rectangulares, libres
desde temprano en que Anita había abierto los vidrios hacia afuera y los vuales
recibían el impulso de la brisa ligera que los movía como una danza árabe o
como nubes pasajeras, dibujando figuras cambiantes, con ondulantes zigzagueos,
levitando, creando ensueños y fantasías de velas de barcos en los mares.
Las
cortinas que fueron tantas veces lugar de escondite tras una travesura.
Esa
mañana andaba así, libre por la casa, indiscreto y curioso, ambulando entre
muebles y cobertores, veía a todos allí presente, en los salones de té las
damas con sus bellos vestidos y suntuosas joyas en anillos, pulseras, adornos
de collares centralizados en los prominentes escotes, parloteaban y murmuraban
algo entre sollozos y vocecitas disonantes, en la sala de fumar, los hombres
con copas de coñac en sus manos y algunos con cigarros y pipas dejando una
estela de humo y aroma a tabaco, aroma que me persigue desde muy pequeño porque
mi abuelo jamás abandonaba su pipa, una de las tantas que tiene como trofeo
sobre el descanso de la chimenea central de la sala principal de la casa, allí
donde penden tantos retratos de tíos y tíos abuelos de todos los de la familia,
puedo contarles la historia de todos ellos y de cómo vivieron y murieron ya que
me la contaron tantas veces cuando nos reuníamos después de la cena en esa sala
familiar sentados en círculo cercanos al fuero de la chimenea, donde la abuela
bordaba y mi hermana cambiaba y
descambiaba sus muñecas, mi papá leía el
periódico y Anita nos traía el café y algún turrón de chocolate.
La
sala, ahora vacía y esta mañana solo se recorta la figura esbelta de mi abuelo,
su espalda un poco curvada pero con señorial presencia, lo veo mirando hacia el
parque, precisamente hacia la fuente, veo también que sus anteojos se humedecen
y lleva su mano derecha al rostro para sofocar un sollozo, le paso mi mano por
la espalda y no llego mas alto pero apoyo mi cara sobre sus piernas y le doy mi
amor entero, ¡mi adorado abuelo!.
Ambula
mi tristeza por la casa, ahora llego a ver a
mi madre y corro a abrazarla me sumerjo en las telas de su vestido hasta
encontrarme con su cuerpo en donde tantas veces he mamado la vida y allí me
quedo, ella aprieta un pañuelo entre los dedos y seca una a una sus lágrimas y
habla con mi padre, no comprendo lo que dicen hablan de mi, eso si lo se ,
hablan de mi y mi padre acodado en el
marco de la puerta con su traje de salir, muy elegante dice frases que a mi
madre le suenan alentadoras, ellos allí en un cuadro de amor y respeto, ellos
allí y yo siguiendo mi camino por la casa, en mi habitación están mis juguetes,
no me dan ganas de jugar, estoy interesado por la presencia de tanta gente en
casa, por la presencia de primos, tíos y otros que no recuerdo conocer.
Anita
anuncia la llegada del párroco, todos se ponen
de pie y veo que van hacia la capilla.
No
quiero ir allí, me aburro en las misas y salgo corriendo al patio, la
naturaleza en pleno me reconoce porque mis corridas y cabriolas eran la
admiración de los chicos y recibía el halago de los mayores y advertencias a
las que no hice caso porque la libertad que me daba el cuerpo eran respondidas
de inmediato por mi inconsciencia y mi descreimiento del peligro.
Caminé
y al llegar a un alto del camino entre las rosas me llama la atención un
montículo de tierra con césped, miro mejor y bajo la cruz de madera caoba una
planicie de cemento con dos angelitos rococó blandiendo sus brazos hacia el
cielo y sus alitas a ambos lados se
encuentras al costado de mi foto, veo unas letras y creo que dicen mi nombre y
unos números que indican una fecha.
PÁGINA 27 – POESÍA
AMERICANA
ALFREDO
FRESSIA
(Montevideo-Uruguay)
POETA
EN EL EDÉN
No,
Señor,
nunca
huiré del Paraíso, tengo en mí
la
leche eterna de los padres y los hijos,
y
escribo poemas para la nostalgia.
No,
Señor,
nunca
seguiré el rumbo imprudente
de
los cuatro ríos, el que impele a los nautas
hacia
el mar de monstruosas criaturas.
Habían
podado las ramas de oro
que
brillaban en el árbol de la vida.
Y
ahora me llaman como almas.
No,
Señor,
nunca
comeré del árbol prohibido.
Apreté
tantas veces en mi mano
las
frutas suculentas. Aspiro
los
perfumes seductores,
—Et
d´autres, corrompus, riches et triomphants—
Nada
sabes de mis íntimos
paraísos
artificiales, y te ofrezco las costillas
húmedas
y turgentes
para
que sigas modelando al mundo
mientras
duermo.
Soy
un niño inmenso
escribiendo
dócilmente en el barro del Edén.
Tengo
un muñeco de porcelana blanca.
Balbucea.
SILVIA
GUERRA
(Maldonado-Uruguay)
CLOTO
Afuera,
en el cóncavo espejo que es Ahora
un fino entretejido se suspende: alguien
habla de dos, otros de cifras que son inmensas cantidades.
La ascendencia se pierde en estratos
que no tienen demasiada importancia.
Se nombran los caminos los pazos los pequeños jilgueros.
Se camina sonriendo por la empinada cuesta
con las botas sucias del barro del camino.
Se llenan los carrillos los rojos los sonrientes
de un aire
que ahí arriba se dice que es purísimo.
Y se habla de la guerra. Del color de la guerra.
Y aparecen los muertos, en fila, con el plato vacío
me preguntan algo que no entiendo, no entiendo que me dicen
no entiendo que hago ahí, por qué me siguen.
Y yo no sé que hacer, y ellos tampoco.
un fino entretejido se suspende: alguien
habla de dos, otros de cifras que son inmensas cantidades.
La ascendencia se pierde en estratos
que no tienen demasiada importancia.
Se nombran los caminos los pazos los pequeños jilgueros.
Se camina sonriendo por la empinada cuesta
con las botas sucias del barro del camino.
Se llenan los carrillos los rojos los sonrientes
de un aire
que ahí arriba se dice que es purísimo.
Y se habla de la guerra. Del color de la guerra.
Y aparecen los muertos, en fila, con el plato vacío
me preguntan algo que no entiendo, no entiendo que me dicen
no entiendo que hago ahí, por qué me siguen.
Y yo no sé que hacer, y ellos tampoco.
CRISTINA
PERI ROSSI
(Montevideo-Uruguay)
R.I.P.
Ese amor murió
sucumbió
está muerto
aniquilado fenecido
finiquitado
occiso perecido
obliterado
muerto
sepultado
entonces,
¿porqué late todavía?
Ese amor murió
sucumbió
está muerto
aniquilado fenecido
finiquitado
occiso perecido
obliterado
muerto
sepultado
entonces,
¿porqué late todavía?
SYLVIA
RIESTRA
(Montevideo-Uruguay)
REVERSO
Abandonar esta versión mía
llevada a rastras
como a una bolsa de cachorros muertos
hacerla carne de buitres
para siempre
esa improcedencia de deshilarse
desollarse en tinta
padecer incontenible ese azogue
casi localizable como un cuerpo que estalla
y se transforma en agujero negro
central gravitante
-emboscada de estrellas .
Abandonar esta versión mía
llevada a rastras
como a una bolsa de cachorros muertos
hacerla carne de buitres
para siempre
esa improcedencia de deshilarse
desollarse en tinta
padecer incontenible ese azogue
casi localizable como un cuerpo que estalla
y se transforma en agujero negro
central gravitante
-emboscada de estrellas .
TERESA
SHAW
(Montevideo-Uruguay)
INTEMPERIE
Un cielo limpio.
Los niños descansan.
No hay camino.
No hay caminos.
Con un puñado de hierba
arrancada al sueño,
todavía tenemos que morir.
Ahora, echados sobre unas mantas,
amamos la tierra,
corremos la misma suerte.
Y en el abandono,
esta proximidad apacible,
como si nunca hubiéramos partido.
Un cielo limpio.
Los niños descansan.
No hay camino.
No hay caminos.
Con un puñado de hierba
arrancada al sueño,
todavía tenemos que morir.
Ahora, echados sobre unas mantas,
amamos la tierra,
corremos la misma suerte.
Y en el abandono,
esta proximidad apacible,
como si nunca hubiéramos partido.
PÁGINA 28 – CUENTOS
CLARICE
LISPECTOR
(Brasil:
1920/1977)
MEJOR
QUE ARDER
Era
alta, fuerte, con mucho cabello. La madre Clara tenía bozo oscuro y ojos
profundos, negros.
Había
entrado en el convento por imposición de la familia: querían verla amparada en
el seno de Dios. Obedeció.
Cumplía
sus obligaciones sin reclamar. Las obligaciones eran muchas. Y estaban los
rezos. Rezaba con fervor.
Y
se confesaba todos los días. Todos los días recibía la hostia blanca que se
deshacía en la boca.
Pero
empezó a cansarse de vivir sólo entre mujeres. Mujeres, mujeres, mujeres.
Escogió a una amiga como confidente. Le dijo que no aguantaba más. La amiga le
aconsejó:
-Mortifica
el cuerpo.
Comenzó
a dormir en la losa fría. Y se fustigaba con el cilicio. De nada servía. Le
daban fuertes gripas, quedaba toda arañada.
Se
confesó con el padre. Él le mandó que siguiera mortificándose. Ella continuó.
Pero
a la hora en que el padre le tocaba la boca para darle la hostia se tenía que
controlar para no morder la mano del padre. Éste percibía, pero nada decía.
Había entre ambos un pacto mudo. Ambos se mortificaban.
No
podía ver más el cuerpo casi desnudo de Cristo.
La
madre Clara era hija de portugueses y, secretamente, se rasuraba las piernas
velludas. Si supieran, ay de ella. Le contó al padre. Se quedó pálido. Imaginó
que sus piernas debían ser fuertes, bien torneadas.
Un
día, a la hora de almuerzo, empezó a llorar. No le explicó la razón a nadie. Ni
ella sabía por qué lloraba.
Y
de ahí en adelante vivía llorando. A pesar de comer poco, engordaba. Y tenía
ojeras moradas. Su voz, cuando cantaba en la iglesia, era de contralto.
Hasta
que le dijo al padre en el confesionario:
-¡No
aguanto más, juro que ya no aguanto más!
Él
le dijo meditativo:
-Es
mejor no casarse. Pero es mejor casarse que arder.
Pidió
una audiencia con la superiora. La superiora la reprendió ferozmente. Pero la
madre Clara se mantuvo firme: quería salirse del convento, quería encontrar a
un hombre, quería casarse. La superiora le pidió que esperara un año más.
Respondió que no podía, que tenía que ser ya.
Arregló
su pequeño equipaje y salió. Se fue a vivir a un internado para señoritas.
Sus
cabellos negros crecían en abundancia. Y parecía etérea, soñadora. Pagaba la
pensión con el dinero que su familia le mandaba. La familia no se hacía el
ánimo. Pero no podían dejarla morir de hambre.
Ella
misma se hacía sus vestiditos de tela barata, en una máquina de coser que una
joven del internado le prestaba. Los vestidos los usaba de manga larga, sin
escote, debajo de la rodilla.
Y
nada sucedía. Rezaba mucho para que algo bueno le sucediera. En forma de
hombre.
Y
sucedió realmente.
Fue
a un bar a comprar una botella de agua. El dueño era un guapo portugués a quien
le encantaron los modales discretos de Clara. No quiso que ella pagara el agua.
Ella se sonrojó.
Pero
volvió al día siguiente para comprar cocada. Tampoco pagó. El portugués, cuyo
nombre era Antonio, se armó de valor y la invitó a ir al cine con él. Ella se
rehusó.
Al
día siguiente volvió para tomar un cafecito. Antonio le prometió que no la
tocaría si iban al cine juntos. Aceptó.
Fueron
a ver una película y no pusieron la más mínima atención. Durante la película
estaban tomados de la mano.
Empezaron
a encontrarse para dar largos paseos. Ella con sus cabellos negros. Él, de
traje y corbata.
Entonces
una noche él le dijo:
-Soy
rico, el bar deja bastante dinero para podernos casar ¿Quieres?
-Sí
-le respondió grave.
Se
casaron por la iglesia y por lo civil. En la iglesia el que los casó fue el
padre, quien le había dicho que era mejor casarse que arder. Pasaron la luna de
miel en Lisboa. Antonio dejó el bar en manos del hermano.
Ella
regresó embarazada, satisfecha y alegre.
Tuvieron
cuatro hijos, todos hombres, todos con mucho cabello.
OBSTINACIÓN
Cuando
alguien a quien quería me apartó de su amor, me recomendaron inventariar los
recuerdos desagradables, realizar enconadas listas de defectos, construir un
odio como escalón previo al olvido...no lo hice, no lo hago, no lo haré. Me
quedé con el recuerdo de las escasas o abundantes felicidades compartidas; con
un sonido, una imagen o un olor que en medio de la vereda me devuelven una
sonrisa. Elijo salvar el amor aunque más no sea en la memoria. Me niego al
odio.
Cuando la
realidad se espesa alrededor del corazón, cuando se hace una carga insoportable
la injusticia, cuando las tragedias superan el patetismo y obstruyen la
respiración; entonces recomiendan cuidar el propio jardín, apartar
saludablemente la mirada de lo atroz, del espanto. Dicen que es de todo punto
necesario cerrar la ventana y poner música fuerte para no escuchar los ruidos
de la calle...desisto de la huida, me quedo en medio de la lluvia. Me niego a
escaparme.
Aunque
duela.
Cuando me
enamoro desmonto las persianas, abro los armarios, me ofrezco vulnerablemente
en piel desnuda. Me aconsejan la prudencia, hacer cálculos, esperar
reciprocidades, evaluar metas y derroteros...no hago caso. Me regalo cada vez
con la misma ingenuidad, y prefiero no aprender a ser avara.
Obstinadamente
presto mis ojos a las lágrimas, mi corazón al dolor.
Y no me
gusta sufrir, no creo que sufrir sea imprescindible para alcanzar ningún cielo,
no creo que agrade a los dioses ni que ennoblezca ni que sea deseable.
No me
niego al dolor porque quiero ser feliz, deseo estar alegre, pero cuando se
cierran las puertas de los sentimientos no entra más ninguno, ni bueno ni malo.
El que ríe de veras llora de veras, se prodiga con generosidad.
Con
obstinación me saco el chaleco antibalas y dejo que la vida me agite como el
viento a los árboles.
Y lloro,
pero también sonrío.
POZOS CAVADOS EN EL AIRE
El hombre
o la mujer se separa, se divorcia, se encuentra de pronto que está solo. Puede
que al principio sea la alegría de volver a verse a sí mismo, de levantarse a
las cuatro de la mañana a escuchar música y seguir durmiendo, de comprarse o
hacer lo que se le da la gana para comer.
La cita
con la soledad verdadera está pendiente. Esta finalmente llega.
Algunos se
acostumbran y quedan de vuelta, se resignan a no ser más hombre o mujer sino un
cierto ser vagamente sexuado, cosa que se nota en si usan pollera o no, por
ejemplo. Y riegan las plantitas, y quizás acaricien un perro o un gato para
sentir algo tibio bajo las palmas. Por la noche abrazan la almohada,
ciertamente.
Ocurre, a
veces, que se convencen de estar bien y de ser felices. Otras no, otras veces
se dan cuenta, y evitan esos parques y esas paradas de colectivo donde duele el
apretarse ansioso de los cuerpos de los adolescentes. Miran para otro lado, se
acarician el brazo izquierdo con la mano derecha sin reparar en ello, como si
fuese sólo una costumbre; me pica un granito, me quemé por el sol; y la mano
propia que no alcanza a ser contacto genuino pero que atempera el desaliento.
Y afuera
no hay nada. No hay nada de nadie.
Viven en
pozos aéreos, rodeados de tierra invisible, enterrados enterrados y caminan sin
ataúd.
Y ya no se
animan. Tienen miedo.
Una sola
mano que atraviese el océano etéreo basta para desaparecer el hechizo. Un roce
de veras, una caricia que haga abrir los ojos al Lázaro deambulante.
Los pozos
cavados en el aire existen. La infinita soledad que se derrumba de una vez y
sin estrépito, que limpia la atmósfera, que demuestra que siempre es nunca
demasiado tarde para extender el brazo, para abrirse al porvenir, para vivir de
la ilusión. Eso también existe.
PÁGINA 29– POESÍA
EUROPEA
NGUYEN
KHOA DIEM
(Phong
Dien - Thua Thien Hue-Vietnam)
CANCIÓN
DE CUNA PARA LOS NIÑOS DE LAS MINORÍAS QUE CRECEN SOBRE LAS ESPALDAS DE
SUS MADRES
Bebé
Cu Tai, dormido sobre la espalda de tu madre,
Duerme bien, por favor, no abandones su espalda,
Porque con cada paso, tu madre muele arroz para nuestros soldados.
Tu sueño se inclina al ritmo del mortero.
El sudor de tu madre cae sobre tu barbilla, ardiendo,
Sus hombros delgados son tus almohadas.
Su espalda es una hamaca;
Su corazón canta con estas palabras:
Duerme bien, por favor, no abandones su espalda,
Porque con cada paso, tu madre muele arroz para nuestros soldados.
Tu sueño se inclina al ritmo del mortero.
El sudor de tu madre cae sobre tu barbilla, ardiendo,
Sus hombros delgados son tus almohadas.
Su espalda es una hamaca;
Su corazón canta con estas palabras:
“Mi
A Kay, duerme bien A Kay,
Te amo y amo a los soldados.
Sueña por favor con arroz blanco para mí,
Sueña por favor con arroz blanco para mí,
Y mañana, cuando seas grande,
Tu mortero molerá una tierra nueva”.
Te amo y amo a los soldados.
Sueña por favor con arroz blanco para mí,
Sueña por favor con arroz blanco para mí,
Y mañana, cuando seas grande,
Tu mortero molerá una tierra nueva”.
Bebé
Cu Tai, dormido sobre la espalda de tu madre,
Duerme bien, por favor, no abandones su espalda;
Tu madre está sembrando maíz en la montaña Ka Lui.
La espalda de la montaña es tan grande
Y la espalda de tu madre tan pequeña.
Sueña bien bebé, no hagas cansar a tu madre.
En la montaña, el sol golpea al maíz;
Sobre su pequeña espalda, el hijo de la madre duerme.
Duerme bien, por favor, no abandones su espalda;
Tu madre está sembrando maíz en la montaña Ka Lui.
La espalda de la montaña es tan grande
Y la espalda de tu madre tan pequeña.
Sueña bien bebé, no hagas cansar a tu madre.
En la montaña, el sol golpea al maíz;
Sobre su pequeña espalda, el hijo de la madre duerme.
“Mi
A Kay, duerme bien, por favor, duerme bien.
Te amo y amo a nuestra hambrienta aldea.
Sueña por favor con brotes de maíz para mí,
Sueña por favor con brotes de maíz para mí,
Y mañana, cuando seas grande,
Saltarás diez montañas Ka Lui”.
Te amo y amo a nuestra hambrienta aldea.
Sueña por favor con brotes de maíz para mí,
Sueña por favor con brotes de maíz para mí,
Y mañana, cuando seas grande,
Saltarás diez montañas Ka Lui”.
Bebé
Cu Tai, dormido sobre la espalda de tu madre,
Duerme bien, por favor no abandones su espalda.
Tu madre está moviendo su choza, abriendo camino a través de la selva.
Soldados estadounidenses nos obligaron a alejarnos del arroyo.
Entonces los jóvenes tienen armas de fuego y las jóvenes varitas de pungi.
Tu madre te lleva hacia la batalla final.
Desde la espalda de tu madre vas hacia el frente.
Desde tu hambre irás a las montañas Truong Son.
Duerme bien, por favor no abandones su espalda.
Tu madre está moviendo su choza, abriendo camino a través de la selva.
Soldados estadounidenses nos obligaron a alejarnos del arroyo.
Entonces los jóvenes tienen armas de fuego y las jóvenes varitas de pungi.
Tu madre te lleva hacia la batalla final.
Desde la espalda de tu madre vas hacia el frente.
Desde tu hambre irás a las montañas Truong Son.
“Por
favor, mi A Kay, duerme bien por favor, duerme bien.
Te amo y amo a mi país.
Y sueña por favor con tu madre viendo a Bac Ho,
Y mañana, cuando seas grande,
Vivirás como un hombre en libertad”.
Te amo y amo a mi país.
Y sueña por favor con tu madre viendo a Bac Ho,
Y mañana, cuando seas grande,
Vivirás como un hombre en libertad”.
LÍA
HADZOPOULOU KARAVÍA
(Atenas-Grecia)
ESTRANGULADOR
DE PÁJAROS
Sus dedos largos
propios para trabajar el esmalte y el marfil
para sacar palomas del fondo de los sombreros
para copiar papiros en monasterios
para agitar la batuta
enfrente de una orquesta
o simplemente para tocar tiernamente.
Pero él
quería ser
estrangulador de pájaros.
Sus dedos largos
propios para trabajar el esmalte y el marfil
para sacar palomas del fondo de los sombreros
para copiar papiros en monasterios
para agitar la batuta
enfrente de una orquesta
o simplemente para tocar tiernamente.
Pero él
quería ser
estrangulador de pájaros.
ISABEL REZMO
(Úbeda-Jaén-España)
NEBULOSA
Iniciando la noche,
Suben los bellos
corceles,
Ataviados de cítaras,
Bordeando la sal
Emergen como
luciérnagas,
Lucen como sirenas.
Amanece como los
suspiros.
Nítido tiempo en el
descaro,
Aplaudiendo entre las
mieles,
Bebiendo el néctar de
las flores,
Elevan sus voces al
tiempo,
Libres en la ternura.
Mar adentro en tus
abrazos,
Amor entre mariposas
Ríos en ardiente
calma,
Isla eterna donde
Amarte es mi
paciencia.
(A mis hijas)
TANYA TYNJÄLÄ
(Helsinki-Finlandia)
TRIPTICO DE LA PASIÓN
I
Cuando los párpados
se niegan a apagarse,
bailan las manos
sobre las olas y
en las montañas y
entre la selva
y no busco
lo que encuentro
y pierdes poco a poco
lo que nadie te dio.
Qué oscura
es la luz
de tu sonrisa.
II
Qué hay en tu mirada
de camino ausente,
qué hay que duele tanto,
y quiere ser
como las flores
y penetrar con su perfume
sin pedir permiso
y acariciar las horas
cuando el silencio habla
III
Así,
como la espuma
en la tarde
se esconde
bajo las rocas,
sé que odiarás
la sal de mis cabellos,
sé que tiemblas
en la noche
recordando el color
del viento.
Así,
como la espuma
en la tarde
me escondo
bajo las rocas.
SERGIO
BORAO LLOP
(Mallén-Zaragoza-España)
ATARDECER
DE OTOÑO EN LAS VENTANAS
Atardecer
de otoño en las ventanas.
Desconsoladas
ráfagas de viento
como
caricias somnolientas de la tarde.
Siempre
en este minuto me hiere tu memoria
como
ávida cuchilla de negro terciopelo.
Una
música triste llena el ámbito
pero,
¿qué música no es monotonía
cuando
añoro tus manos, tan lejanas ahora?
Atardecer
de otoño en los cristales
y
en el alma la flor de una nostalgia
desbocándose
hacia todos los rincones.
Un
trueno, unas gotas de agua,
luego
la calma de la lluvia que no cae.
Sólo
el otoño atardeciendo en los cristales,
coloreando
en gris el horizonte
y
grabando en mi pecho las huellas de tu ausencia.
PAGINA 30 – ENSAYO
MARCELO
COLUSSI
(Guatemala-Guatemala)
LA LECTURA: ¿UNA PRÁCTICA EN EXTINCIÓN?
“Temo el día en que la tecnología sobrepase nuestra humanidad. El mundo solo tendrá una generación de… perdidos /desconectados”Einstein
Reivindicar
la lectura y abrir una crítica contra las tecnologías audiovisuales,
abrumadoramente dominantes hoy día y no propiciadoras de la lectura
precisamente, podría parecer retrógrado. Sin dudas, hacer una crítica contra
cualquier tecnología que nace, corre ese riesgo. Pero en este caso, aun
sabiendo que podemos ser tildados de “vejestorio anti-modernización”, preferimos
la posibilidad de la denigrante etiqueta. Lo que se quiere hacer notar es un
peligro en ciernes que, hoy por hoy con esta ideología de la fascinación por la
novedad (impuesta por un capitalismo vorazmente consumista), pareciera que se
va dejando de lado con demasiada liviandad.
“Es lindo estar frente a
tu pantalla. Te resuelve la vida. Uno ya no estudia, no tiene que pensar. La
tecnología te lo hace todo. Aunque uno quede embobado frente a lo que ve,
aunque nos demos cuenta de eso, que nos volvemos cada vez más haraganes, no
deja de ser cómodo”,
se expresaba con la honestidad del ingenuo un joven a quien entrevistaba vez
pasada con motivo de una investigación sobre estos temas. La lectura, lenta
pero irremediablemente, pareciera ir cediendo lugar ante las nuevas tecnologías
audiovisuales. El “¡No lea (¿no piense?, ¿no se haga preguntas?) y limítese a
mirar la pantalla!” pareciera ser el dictado que se nos impuso.
“La televisión sin dudas
es muy instructiva, porque cada vez que la prenden me voy al cuarto contiguo a
leer un libro”,
dijo alguna vez, sarcástico, Groucho Marx. Cada vez más se constata que la
lectura está en retirada y los medios audiovisuales van ocupando su lugar.
Sin caer en visiones apocalípticas ni en
moralinas de “viejo regañón”, es un hecho que las nuevas tecnologías digitales
centradas en lo audiovisual tienen un peso fenomenal. ¿Pueden competir un
profesor con su clase magistral, o un libro, contra el atractivo de una imagen
colorida y en movimiento aunada a un mensaje sonoro? El resultado está a la
vista: la imagen va reemplazando a la lectura. Si bien cada año se publican
cantidades industriales de libros, téngase en cuenta que lo que más se vende
son, nada más y nada menos, que libros de autoayuda (con letras enormes y poco
texto en cada página). Es decir: asistimos a un negocio fabuloso en el ámbito
editorial, pero eso no significa que la lectura avance; al menos, la lectura
crítica (¿qué podríamos decir de esta moda de la “autoayuda”?). Por el
contrario, en vez de preferir la lectura analítica, la tecnología audiovisual,
tal como lo decía nuestro joven entrevistado, “es linda”, “emboba”
(fascina, hipnotiza) porque, además de hiper penetrante, es muy cómoda: “Te resuelve la vida”. ¿Te la resuelve?
La Organización de Naciones Unidas para la
Ciencia y la Cultura -UNESCO- afirmó que en pocas generaciones más el maestro
de carne y hueso irá pasando a ser pieza de museo, porque la mayor parte de la
educación formal se hará a través de medios audiovisuales. Seguramente, para
allí vamos. Pareciera que los nativos digitales, que cada vez se amplían más y
más, ya vienen con el teléfono inteligente o la tablet incorporados. El futuro que se visualiza ahora
tiene ribetes que, además de abrir esperanzas, pueden aterrorizar.
“La lectura cansa. Se
prefiere el significado resumido y fulminante de la imagen sintética. Esta
fascina y seduce. Se renuncia así al vínculo lógico, a la secuencia razonada, a
la reflexión que necesariamente implica el regreso a sí mismo”, se quejaba amargamente
Giovanni Sartori. ¿Triunfó entonces la imagen sobre el discurso crítico, sobre
la lectura? Parece que sí. La lectura serena y reflexiva no desapareció, pero
está seriamente enferma. ¿Quién lee hoy una novela de 500 páginas? Son (somos)
especie en extinción.
La especie humana es
inteligente y realiza cosas maravillosas, sin dudas. Haber inventado estos
ingenios tecnológicos que recrean virtualmente la realidad o permiten
conectarnos con cualquier parte del planeta en tiempo real, es fabuloso. Pero
eso no quita que en muchos aspectos, como especie biológica, permanezca muy
cerca de sus antepasados. Al igual que sus parientes no tan lejanos, los
insectos voladores, la fascinación por la imagen deslumbrante es evidente. Las
“luces de colores” atrapan, al igual que el bombillo eléctrico lo hace con un
insecto volador. Lo prueba nuestra actual civilización basada en la imagen:
televisión, videojuegos, cine, internet, pantallas de celulares, tablets. ¿Qué
tiene esta tecnología de lo iconográfico que cautiva tanto?
La imagen tiene un poderoso atractivo
fascinante en todo el reino animal; la psicología de la percepción e
investigaciones en etología lo confirman: así como los insectos caen en la luz
que los subyuga, también nosotros, los humanos, sucumbimos a los destellos
luminosos. Pero valga puntualizar que el ser humano es la única especie animal
que tiene dificultad para diferenciar una imagen real de una virtual (de ahí que
podemos emocionarnos, llorar o erotizarnos con una imagen electrónicamente
creada). Ningún animal se “emboba” tanto.
¿Y la lectura crítica
entonces? ¿Habrá que aceptar resignadamente que, de verdad, está en proceso de
extinción?
Cómo
será el ser humano del mañana, no lo sabemos. De lo que no caben dudas es que
se está construyendo un nuevo sujeto que -pareciera- puede echar por la borda
una actitud crítica y pensante producto de años (siglos, ¿milenios?) de
maduración. Las tecnologías sirven cuando son instrumentos que facilitan la
vida. Si empezamos a vivir para alimentarlas, si pasa a ser más importante la
herramienta que el ser humano que la usa… ¡se hace imprescindible retomar muy
en serio lo dicho por Groucho Marx! ¿Cuál es el mejor remedio contra la
“embobante” televisión: un hacha…, o un libro?
Por
supuesto que siempre deben ser bienvenidas las tecnologías, las que, en
definitiva, sirven para mejorar la calidad de vida. Pero hay que cuidarse
cuando las mismas terminan sirviendo sólo al interés de quien las produce y las
vende. Ahí, más que mejorar la calidad de vida del colectivo, nos encontramos
con prácticas cuestionables, horribles ejercicios de poder, imposiciones. Hoy,
las tecnologías audiovisuales que van invadiendo todos los espacios, se presentan
como la gran panacea universal. Y en verdad, si bien abren posibilidades
extraordinarias, también crean una cultura que puede ser cuestionada: ¿debe
preferirse la inmediatez algo irreflexiva de la imagen a la lectura crítica?
¿Ese es el modelo de progreso que ambicionamos?
La
superficialidad no es ajena a la cultura que va de la mano de estas nuevas
tecnologías de la información y la comunicación. Pero hay que apurarse a
aclarar que “superficialidad” puede haber en todo, también en la lectura de un libro
o en una discusión filosófica. No son estos nuevos instrumentos los que la
crean. En todo caso, lo cual puede abrir una discusión, la modalidad de estas
nuevas tecnologías digitales, su rapidez a veces vertiginosa, la entronización
de lo multimedial con acento en la imagen por sobre la lectura reflexiva,
podría dejar abierto un interrogante; por tanto debe verse muy en detalle cómo
estas tecnologías comportan, al mismo tiempo que grandes posibilidades, también
riesgos que no pueden menospreciarse. La cultura de la ligereza, de lo
superficial y falta de profundidad crítica puede venir de la mano de esta nueva
cultura digital, siendo los jóvenes -sus principales usuarios- quienes repitan
esas pautas. Piénsese, por ejemplo, en la práctica hoy tan a la moda del selfie. ¿Qué significa como modelo cultural eso? ¿No
debe abrirse una reflexión al respecto? Creer, porque las campañas
publicitarias así lo imponen, que el último grito de la moda es siempre “lo
mejor”, no deja de ser cuestionable. “Lo
que hace grande a este país [Estados Unidos] es la creación de necesidades y deseos, la creación de la
insatisfacción por lo viejo y fuera de moda”, manifestó el gerente de la
agencia publicitaria BBDO, una de las más grandes del mundo. ¿Lo aceptamos
pasivamente? ¿Es cierto que “progresamos” porque compramos el último modelo de
teléfono celular, con toda la nueva parafernalia técnica que se renueva a
velocidad creciente?
Sin
caer en preocupaciones extremistas, no hay que dejar de tener en vista que esa
entronización de la imagen y la inmediatez, en muchos casos compartida con la
multifunción simultánea, puede dar como resultado productos a revisar con aire
crítico: “en términos mayoritarios [los
jóvenes usuarios de las tecnologías audiovisuales] adquieren información mecánicamente, desconectada de la realidad
diaria, tienden a dedicar el mínimo esfuerzo al estudio, necesario para la
promoción, adoptan una actitud pasiva frente al conocimiento, tienen
dificultades para manejar conceptos abstractos, no pueden establecer relaciones
que articulen teoría y práctica”.
Sin
el más mínimo ánimo de negar la potencialidad que contienen las tecnologías
mediáticas y digitales -de hecho, el presente texto circula justamente en internet
haciendo uso de esos recursos, con varios hipervínculos incluidos, y abierto a
ser replicado cuantas veces se desee en la red de redes- nos parece necesario
seguir pensando en ese extraordinario invento que es la lectura. Porque, como
dijo Don Quijote de la Mancha: “El que
lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho”.
SUPLEMENTO
INFANTIL Y JUVENIL
PÁGINA
31 -CUENTO
NORMA
SEGADES-MANIAS
(Santa
Fe-Argentina)
LOS
CORCELES DEL VIENTO
El
padre de los dioses fue su padre.
Blancos
como la nieve, tienen la alzada de los potros árabes, su fuerza, su nobleza y
unas enormes alas emplumadas que sostienen sus vuelos.
Los
dueños de tu sangre podían observar, en la alta noche, su sitio en las
estrellas. La gran caballeriza donde duermen su destino de siglos. El establo
galáctico a cuyos pies transcurren Casiopea y Andrómeda.
Son
los hijos dilectos de la luz.
Desde
tiempos remotos encienden el levante, conduciendo el carruaje de la vida. A su
paso se extinguen las tinieblas y sobreviene el renacer del mundo. Custodian
los fulgores del relámpago y el retumbar del trueno que amedrenta a la raza de
los hombres porque son los emblemas del castigo.
Nadie
puede montar su aristocracia.
Recibieron
su nombre cuando el primero de su especie golpeó la complexión de los peñascos
con cascos impacientes y así parió el origen la textura del agua.
Cabalgan
por el cielo con tanta dignidad como elegancia. Por encima de nubes y montañas,
leyendas de olivares y lenguajes antiguos, se adivina el susurro de sus belfos
bufando lo impetuoso de su sangre, sus crines embriagadas de vientos y
distancias.
Aunque
los expatriados de la magia confundan sus figuras con las nubes que pasan.
PÁGINA 32– POESÍA
Me dijeron que en el Reino del Revés
MARIA
ELENA WALSH
(Ciudad
Autónoma-Buenos Aires-Argentina)
(1930-2011)
EL
REINO DEL REVÉS
Me
dijeron que en el Reino del Revés
nada
el pájaro y vuela el pez,
que
los gatos no hacen miau y dicen yes
porque
estudian mucho inglés.
Me
dijeron que en el Reino del Revés
nadie
baila con los pies,
que
un ladrón es vigilante y otro es juez
y
que dos y dos son tres.
Me dijeron que en el Reino del Revés
cabe
un oso en una nuez,
que
usan barbas y bigotes los bebés
y
que un año dura un mes.
Me
dijeron que en el Reino del Revés
hay
un perro pekinés
que
se cae para arriba y una vez
no
pudo bajar después.
Me
dijeron que en el Reino del Revés
un
señor llamado Andrés
tiene
1.530 chimpancés
que
si miras no los ves.
Me
dijeron que en el Reino del Revés
una
araña y un ciempiés
van
montados al palacio del marqués
en
caballos de ajedrez.
Vamos
a ver cómo es
el
Reino del Revés.
PÁGINA
33 – CUENTO
ELSA
HUFSCHMID
(Santa
Fe-Argentina)
LA VIDA
SECRETA DE LA BRUJA TRACA
Aquí se van a enterar de cómo era la vida de la
bruja Traca, y no lo comenten, no sean chismosos.
Traca era una bruja muy ñiquiñaque que
vivía en un bosquecito de algarrobo. El gran jefe Mandamás le había asignado
cuidar que los hombres no talaran los enormes árboles. Este bosque era uno de
los últimos que sobrevivían a las hachas y estaba en las afueras de Sumampa.
Traca debería ser muy dulce
porque todos los días desayunaba chupando
las azucaradas vainas del algarrobo. Pero no. Era una bruja amarga,
siempre con chinche que descargaba en su gato Michón,que, con sus bigotes erizados
escapaba a esconderse dentro del horno de barro. La bruja no podía correrlo
porque estaba revieja, con reuma y achacosa.
Como era tan fea, los bichos de
bosque ni se la arrimaban. Cuando iba a lavarse la cara a la laguna, las
mojarritas corrían asustadas, pero como en el agua no tenía poder se volvía sin
poder castigarlas. Refunfuñando se metía entre las espinosas ramas de los
algarrobos y allí ensayaba sus maleficios.
En una olla negrísima, donde
hervía el rocío de la noche, echaba las pestañas de una rana verde, las patas
de un escarabajo negro, una oreja de tatú y el penacho de una chuña.
Cuando llegaban los hacheros,
dejaba caer unas gotas del mejunje y el acero del hacha se transformaba en
manteca y no podían matar los árboles.
Hacía varios meses que reclamaba
la jubilación, pero Mandamás no encontraba bruja joven para reemplazarla.
Soñaba dejar Sumampa e irse de vacaciones al mar. Por supuesto unos días, nada
más. Volvería al bosque pero a descansar. Podría pasear por las nochecitas por
los claros mirando como aparecían las estrellas. Quizás hasta mejorara su mal
genio y se le acercara alguna lechuza que podría acompañar sus últimos años.
Estos eran sus sueños.
Pero ahora debía comportarse
como una real bruja: cabellos enmarañados, nariz ganchuda, solo tres dientes.
En fin, fea, feísima. ¡Ah! Y en
especial mala, remala.
Pero ustedes no le crean. Era
pura espuma.
Y no se lo cuenten a nadie, es
un secreto entre nosotros.
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de su autoría y responsabilizándose por las opiniones contenidas en los
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