Reconocimiento Nacional a GACETA VIRTUAL

Reconocimiento Nacional a GACETA VIRTUAL
Feria del Libro Ciudad Autónoma de Buenos Aires-Año 2012

Rediseñada para ofrecer una mayor difusión de la escritura en castellano.

Dirección: Norma Segades - Manias
directoragaceta@gmail.com

GACETA LITERARIA Nº 100– ABRIL de 2015– Año IX – Nº 4

Imágenes:
Széchenyi SzidóniaFestményei-Hungría / Adelheid Dietrich-Alemania / Anca Bulgaru—Rumania / Jorge Maciel-Brasil

PÁGINA 1 – REFLEXIONES

EDUARDO GALEANO
(Montevideo-Uruguay)

LAS GUERRAS DE LA GUERRA

8. Indignan el corazón y ofenden la inteligencia las coartadas de la incesante intervención imperialista en Centroamérica.
Los Estados Unidos fueron el primer país al que los sandinistas acudieron en demanda de ayuda cuando derribaron la dictadura de Somoza. Encontraron allí puertas cerradas, créditos condicionados y mutilados, amenazas: el imperio más poderoso de la historia considera peligrosa a Nicaragua, pequeña nación en ruinas, devastada por una larga dictadura, un terremoto y una guerra. "Somoza es un hijo de puta, pero es nuestro hijo", dicen que dijo Roosevelt. Cuando Nicaragua quiere ser Nicaragua, y através de su revolución empieza a descubrirse a sí misma, el presidente Reagan echa mano al Colt 45. Para desarrollar la energía hidráulica y geotérmica, Nicaragua necesita ochocientos millones de dólares. Esa palanca le permitiría avanzar a los saltos. Parece una cifra gigantesca, pero es 845 veces menor que la cifra que los Estados Unidos dedicaron a evitar que Vietnam fuera Vietnam, mientras duró la guerra del sureste asiático. Matando vietnamitas, los Estados Unidos gastaron 676.000 millones; solamente en explosivos dilapidaron el equivalente de doscientas bombas de Hiroshima.


¿Cuánto están gastando y gastarán para evitar que El Salvador sea El Salvador? Conocemos los pretextos. ¿Habrá quien honestamente crea que los agentes soviéticos son los culpables de que los salvadoreños tengan el más bajo consumo de calorías en América Latina? De cada diez niños salvadoreños, hay ocho desnutridos. De esa violencia viene la violencia.Democracia era antes en El Salvador el reino de catorce familias. Ahora es el reino de 244 familias, y la farsa de elecciones bajo estado de sitio, que nadie se cree. De esa violencia viene la violencia. Hace dos años, las fuerzas armadas de El Salvador ocuparon el campo. Entregaron el 5% de la tierra a las cooperativas campesinas, y llamaron a eso reforma agraria.Antes del fin de 1980, las fuerzas armadas asesinaron a doscientos líderes de esas cooperativas. De esa guerra viene la guerra.



PÁGINA 2 – NUESTRA POESÍA

OSCAR ÁNGEL AGÚ
(Hercilia-Santa Fe-Argentina)

ESTADO DE ÁNIMO

La hoja y las líneas resplandecen convocantes.
Mundos giran adversos a la palabra
y está muda la mano.
Sin embargo mi estado de ánimo está bien
observando los movimientos
que tornasolan la estancia.
Lo sé, debo dejarlos fluir y fluir sin prisa
hasta que tamicen las formas, se modelen
en las manos y crezcan con el sol de sombrero.

BELKYS SORBELLINI
(Santa Fe-Argentina)

En Línea
Conectada
en línea
en red.
Conectada
en línea
sin red
caigo entre teclas y caracteres.
Me sumerjo en un sinfín de exclamaciones
y pierdo la perspectiva y el alcance.
El significado de las palabras no es el mismo
sino veo tu cuerpo, tus manos y tus ojos.
Todo uno acompaña lo que dice cuando habla.
Todo uno se pierde en un sinfín de redes.
Todo uno se
Todo uno
Todo
Estando en línea.

MIRYAM COLOMBOTTO DE SEIA
(Gálvez-Santa Fe-Argentina)

GERMINAL

Palabra, penetra en mí tus universos múltiples.
Oculta en los ángulos filosos del papel
observo.
Desde este exilio espero
reconocer la fuerza de tu verdad,
tu verbo germinal.

Conspiran la noche y la fría luz
de estrellas que arden ¡tan lejanas!
Conspiran
haciéndome creer que puedo
nacer un poema en mi destierro.
Me precipito en madrugadas
y compruebo
que nada es absoluto
que todo es un ensueño.

Mientras la luna respira en gris
sobre la piel de mis temblores
otra raza deberá concebirte,
palabra.
Yo apenas intento
y balbuceo partos
que no llegan a ser
alumbramientos.

MARÍA LYDA CANOSO
(Casilda-Santa Fe-Argentina)

POEMA DE LO NEUTRO

pensar lo neutro le otorga unidad al pensamiento / el gris en la calle / la sombra de la vida / la suerte de la muerte 

el otro lado / tan intenso como el mar / pero más

el pájaro oscuro que me aterra con su falta de lógica empolla en la ventana de la cocina 

de él distingo la silueta apretada que late en el marco lo suficiente como para que
todo lo que se me acumuló del mundo de la infancia vibre en un solo aleteo

nada permanece en un neutro absoluto cuando se está en traje de baño y los brillos y la sal y lo amargo y la arena que se mete entre los dedos de los pies

olores retrospectivos de la piel que bulle humeando en coco y yodo

todo detrás de la persiana del atardecer proclama una vez más y con discreción que nada es para siempre

MARÍA AMELIA SCHALLER
(Esperanza-Santa Fe-Argentina)

LOS VERSOS DE MI AMIGA

Desde sus límpidos poemas
escancia aromas de tomillo y salvia...

Sus versos enhebrados en un hilo de araña
pasan flotando como almas luminosas,
cadenciosos de brisa,
húmedos de rocío en la mañana.

Pasan y dejan
racimos de glicinas que se mecen
en un ritmo de sueños.
Pasan y limpian
con su risa de infancia.

Los versos de mi amiga
son tan puros
que visitan auroras
y noches con estrellas

escapan del papel,
se alegran
en un revoloteo
de faldas con puntillas
saltando en la rayuela.

Cuando ella riega sus helechos
la luz viene a buscarla,
los picaflores beben arco iris
y lejos, en la bruma,
se disuelven las garzas.

Los versos de mi amiga han encontrado
el aroma del pan que hacía mi abuela
mis recuerdos mejores,
las pocas travesuras de mi infancia...

Me pregunto: ¿será que juegan juntos
su ángel y mi ángel de la guarda?





PÁGINA 3 – CUENTO

ELSA HUFSCHMID
(Santa Fe-Argentina)

PLUMAS EN LA LUNA

Vivía yo con mi familia en un clásico barrio, cercano a las vías del tren.

Todas las tardes, al volver de la escuela y después de la merienda, nos juntábamos los chicos de la cuadra.

Todos guardábamos en algún bolsillo un pedazo de torta, algún bizcocho, o simplemente un pedazo de pan. Y para allá corríamos a la tapera de Pancho, debajo de un árbol al lado de las vías.

Pancho era el linyera, el “croto”, como le decíamos en mi infancia, que todos queríamos y para él vaciábamos nuestros bolsillos.
Debajo de una descuidada barba, que podría ser blanca, sus mandíbulas, con increíble y buena dentadura, trituraban con fruición los dulces, mientras convidaba trocitos a sus cinco compinches, cinco perros flacos y pulguientos que lo acompañaban en sus aventuras por las calles de la ciudad y cuidaban de las estrafalarias pertenencias de Pancho.
Alto, flaco, algo encorvado, de caminar lento, ojos claros casi escondidos bajo las tupidas cejas, de largos cabellos atados a la espalda con un piolín, Pancho tenía una mágica atracción para nosotros. Sentados en rueda a su alrededor, escuchábamos sus relatos y nuestra imaginación se regocijaba con las aventuras que nunca pusimos en duda. Si el tema era estar frente a un león, en plena selva, creíamos en sus poderes de hacerlo volver a su guarida sin chistar.

Antes que oscureciera, nos despedíamos de Pancho, asintiendo a su orden de portarnos bien y hacer los deberes.

Una tarde, lo encontramos ocupado en raros artefactos de alambre que, nos dijo, serían alas para volar hacia la luna. Nos pidió le lleváramos plumas, y al otro día, todos los chicos aportamos una buena cantidad de ellas.
Las gallinas se habían alarmado de nuestro ahínco en limpiar de plumas los rincones, y alguna de las pasaban cerca, sintieron los manotazos.

En mi casa no había gallinero, pero abuela Sofía, como buena idish, tenía un acolchado de plumas que trajo de su país, que misteriosamente quedó menos abultado.
Durante una semana asistimos y aportamos a la realización de las grandes alas que ya tenían buenas formas.

Una fuerte tormenta nos mantuvo en nuestra casa, y al otro día, cuando llegamos a la tapera, sólo encontramos algunas plumitas embarradas y los perros, que nos saludaron con alegres ladridos, mientras comían lo que había en nuestros bolsillos. Pancho no estaba, tampoco las alas.

Volvimos durante unos días, en especial llevando algo de comer a los perros, que ya no eran cinco. Algunos también nos habían abandonado.

Mamá, notando mi tristeza, una noche de luna llena me invitó a mirarla, y descubrimos las barbas de Pancho. Me alegró mucho saber que había llegado.

Hoy, ya hombre, intactas mis emociones infantiles, levanto mis ojos hacia la luna y mi corazón se comunica con Pancho, alejando por unos minutos los ingratos sucesos de este siglo XXI, cada vez más agobiante.

Comparto la ilusión con mis dos hijos que olvidan sus guerreros y monstruos electrónicos y apaciguan sus fantasías escuchando, por enésima vez, alguna de las aventuras de Pancho, que ya incorporaron a sus recuerdos. Por supuesto que conocen de los cráteres de la luna y su gaseoso entorno, pero nos entibiamos el espíritu y por unos minutos vemos las barbas, y tal vez, algún guiño de Pancho, que todavía, a pesar de los años, deja deslizar alguna plumita, que encuentro debajo de un árbol o posada, etérea, sobre las violetas del jardín.



PÁGINA 4 – POESÍA ARGENTINA

RUBÉN VEDOVALDI
(Capitán Bermúdez-Santa Fe-Argentina)

RETRATOS CORTADOS

los que aprendieron a leer y escribir
en el servicio militar obligatorio
los que aprendieron a matar
antes de aprender a leer y escribir
los que aprendieron a leer y escribir
en la cárcel
los que no llegaron a la escuela primaria
y fueron baleados por la policía
a los once
a los doce años
los que mueren de viejos con el dolor
de no haber ido a la escuela

ARIEL GIACARDI
(Santa Fe-Argentina)

NO ES AQUÍ

No en los ríos sexuales de la noche.
No en esta torpe ciénaga de ojos.
No en la prisión de sangre en que callamos.
No en este mundo. No. Ni en esta vida.
Aquí seremos nada más que un sueño
mutilado, extranjero y disidente
diluyéndose a tiempo en el olvido
-esa región azul y sin fatigas.
Porque aquí los apóstoles del llanto
celebran sus eclipses perentorios
y el deseo es un duro silogismo
y el amor una cárcel, todavía.
Pero imagino un día sin mordazas
todo lleno de pájaros veniales,
un día unánime que nos incluya
en su gesto de blancas amnistías.
Allí y entonces estará de nuevo
mi corazón, de pie y apacentado,
y al verte abrirá su pecho diurno
y te dará, por fin, la bienvenida.

FERNANDO BELOTTINI 
(San Jorge-Santa Fe-Argentina)

UN POCO DE TOS

Todo cae
Irremediablemente cae hasta la línea horizontal donde no hay nada
Solo una línea en el espacio
Un papel cuadriculado con una línea debajo
Todo cayó sobre la línea, trazada en el papel cuadriculado
Abajo
Muy abajo en el papel sobre la mesa
Sobre el piso
En los cimientos
En la tierra donde irremediablemente las cosas se depositan
Se depositan bolsas levantando polvo cuando caen
Juguetes, libros y hasta cuerpos a veces se entierran
Todo al suelo
No hay otro paradero para las cosas que no sea el suelo
Diría que las cosas son el suelo
Las cosas son potencia de suelo
Todo caerá y caerá al suelo
Hasta los árboles caerán formando esa línea horizontal que es la Tierra
Todo se concentrará en la tierra, se acomodará como pueda
Solo el suelo tiene lugar para la Tierra
Cualquier descuido y ya estamos en el suelo
El suelo es el que guarda, en esa línea que tiene, todo lo que cae
Puede vérselo desde arriba, pero por poco tiempo
También la mira cae al suelo
Cae derrumbándose como un cuerpo sin dominio y busca
Allá abajo
Las cosas que cayeron perdiéndose
Y aunque uno mire, han caído irremediablemente y se han perdido
Han quedado allí, como la línea, más muertas que exhaustas
Ya nadie podrá saber siquiera si han caído
Y es cierto
Da pena
Pero también la pena cae al suelo.
No hay nada que hacer.

HÉCTOR BERENGUER
(Rosario-Santa Fe-Argentina)

Manos que nos sostienen
alguien que alza nuestro cuerpo
como recién bajado de la cruz.
Solo es real esa carne hecha del alma,
solo este cuerpo que puedes donar a los lobos.
Esta rosa que han dejado sobre tu pecho
y las pocas palabras que puedes robar a la muerte.
La tierra entera es nuestra casa.
los efímero nombres
que aun nos quedan
son morada.
La la vida entera
 
es dejarse caer en el amor
y el resto es nada.

VERÓNICA M. CAPELLINO
(San Cristóbal-Santa Fe-Argentina)

LA NIÑA DEL ESPEJO

Apenas tendría 
ocho años.
Por la calle
sin peligro de tropiezos
-aunque los autos…-
ropas tristes
venía 
quién sabe de qué
errancias.
Como perritos la seguían
dos pequeños Hermanos.


Levantado a la altura de
su rostro
un gran espejo
roto en el costado:
ella le hablaba
fascinada
a su reflejo
olvidada de sus hermanitos
de la calle
olvidada de todo
encontrándose.


PÁGINA 5 – CUENTO

MÓNICA RUSSOMANNO
(Santa Fe-Argentina)

ONDOLOIN

Le he dicho ondoloin a una amiga chilena, Ross. Es ya tarde, hemos charlado por face y le digo ondoloin y no lo entiende. Ondoloin, y las olas de la mar océano se ondulan de América hasta la lejana península ibérica. Ondoloin le digo, y es el saludo basko para ir a dormir, y es el nombre de mi casa azul que está en Rincón y que es la suma de mis deseos, que es la suma de las reminiscencias de una niñez que ha quedado en hitos y referencias.

Ondoloin digo, y es la casa de la Ester Márquez hace cuarenta años, con retratos amenazantes en las paredes, anchas puertas de hierro, muchos patios y olor a jazmín.

Ondoloin digo, y hago un cartel para mi casa con vidrios de colores pegados sobre una antiquísima chapa patente de quién sabe qué automóvil desleído en chatarra ya hace décadas. Ondoloin reza el mosaico de vidrio, y luce los colores de la bandera de la patria de mi madre, su txoco, su raíz, su pertenencia, el suelo de montaña y mar, de ovejas y árboles de manzanas pequeñas.

La nombro Ondoloin a mi quinta que también es mi casa azul, azul de sueños, azul como el inexistente o no tan inexistente pájaro azul de la felicidad.

Y en Ondoloin habrá un jardín de invierno con mamparas de vidrios repartidos, evocando los jardineros ingleses regando delicadamente las rosas en el invernadero. Y habrá muebles de cedro porque queremos materiales nobles, fuertes, pesados, llenos de pasado y durables extendiendo largas sombras en lo por venir. Y habrá una cocina generosa para armado de ravioles y amasijos de pan, un asador interno para que el fuego pueda hacer figuritas anaranjadas de vidrio líquido, para que alimentemos con palitos, uno a uno, ese milagro limpio y luminoso.

Habrá en la casa azul un pez azul, allá arriba en la pared del tanque de agua. Y el pez de cemento revestido en vidrios centelleantes será un bagre de este mi río, esta mi tierra puro agua y camalote y ave zancuda. Pero habrá la dulzura del ondoloin extendido como una sábana de hilo recién planchado y perfumada con membrillos, envuelta en papel azul de cajón de manzanas, durmiendo ondoloin, durmiendo, ondoloin, en el ropero de patas de araña.

Será esta una quinta, una casa, un pequeño lugar de la extensa América. Y habrá copas y porcelana vieja, y habrá muchas sillas esperando dar hospedaje a los amigos. La porcelana será europea, las copas americanas, el lugar una vaga intersección entre dos mundos y dos vertientes cantarinas. Una arroyo, una río estrecho y la otra delta y catarata.

Ondoloin se llamará la casa, con columnas de quebracho del ferrocarril, con vidrios azules de ese profundo azul que ya no se produce. Será entonces, Ondoloin, un momento titilante entre el pasado y el futuro. Será un pequeño presente y entonces digo pequeño presente y pienso en un obsequio.

Tendrá jardín y tiene ya su álamo que trae el mar de Euskadi cuando el viento mece su follaje maravilloso. Sonido a océano que llega a tierra, olores vegetales de esta mi tierra de bichos bolita y caracoles.

Comeremos moras que nos mancharán la piel irremediablemente, paltas caídas de tan alto, albahaca y romero de los almácigos.

Pasearemos por calles de arena donde nos observan las lechuzas y donde los perros siempre duermen desparramados al sol. Donde la gente se cruza y se saluda. Pasearemos con aroma a eucaliptus medicinal y pasto recién cortado.

A la noche diremos ondoloin. Ondoloin, ondoloin, ondoloin, lejanas campanas resonando.



PÁGINA 6 – POESÍA ARGENTINA

MARTHA OLIVERI
(Ciudad Autónoma-Buenos Aires-Argentina)

ANIDAR

Caer como la hoja mansamente,
sostener la transparencia de la vida
que se ausenta de a poco de tu mano -raíz 
dulce aspereza de haber plantado el árbol 
de luz sobreviviente.

Se cierra el círculo al fin
la niña envejecida teme a la oscuridad 
aferra a su retoño
interroga la anciana
la niña del umbral a un fugaz unicornio 
que es todo lo vivido.

"¿Donde está la gran patria de mis sueños"?
ese edén transitorio de la infancia.

La patria, esa patria del alma abandonada
está en tu corazón y en tu memoria 

No temas que es el círculo
un familiar encuentro 
con es este des-nacer 
otro infinito

No temas que en el vértigo
en el último instante
haré nido en mis brazos
acunaré tus parpados.

MARIANA FINOCHIETTO
(Rosario-Santa Fe-Argentina)

Pobre de aquel
que niega la certeza del abismo,
del que no teme
otra cosa
que al llegar la mañana
lo encuentre despierto.

Pobre de aquel
que no ha visto en los espejos,
las máscaras
de sus monstruos
habitar piel adentro.

Pobre de aquel
que no ha caminado
en sus infiernos.

EDUARDO MAGOO
(Lomas de Zamora-Buenos Aires-Argentina)

BALLENAS

Marejada
Grandes toneles de alegría
Los ojos claros de entendimiento
De glotonería

El enorme tronco
Pasa acompasado
Ante mis ojos azorados
Grises de atar
Vaciados

Grandes cabezotas chatas
Apenas se topan
Muñones de brazos
Me abanican
Y hacen que me atrapan

Mujeres sin piernas
Dan tumbos en la cama
Así mis ballenas
Dan vueltas
Escapan
Vuelven con holganza
Y tejen añiles madejas
En el agua

Queda
Una se demora
En su vientre esa humedad
Oscura y blanda
De sexo macerado
Que eyacula
Y que tal vez era el mío

Pero para entonces
¿Quién fue el ahogado?

SUSANA CABUCHI
(Jesús María-Córdoba-Argentina)

MÚSICA

Mis ancianos vecinos
han muerto juntos.
Ayer llevamos la mujer
a su Última Casa
y hoy el esposo
ha cerrado
la venta de mimbres
y ha dicho
que no volveremos
a escuchar su violín.

FERNANDA AGÜERO
(Salta-Argentina)

UN CUERPO ANÓNIMO

un cuerpo anónimo 
y después la calle
cuerpo de breves mariposas
estridencias
cristal entre las manos de las mezquindades 
precipicio de los desnudos pasos sobre el aire
entre las sábanas
la bestia
la mandíbula del urso
el dios del abandono jugando a las barajas
las viejas rezadoras de las lamparillas
los sapos mirando hacia otro lado
el sol que se atormenta 
el agua que encandila
cuando un cuerpo sin nombre se extiende sobre el mundo
a mentir que su vientre
su castillo de arena
es mar y alcantarilla

ALDO LUIS NOVELLI
(Neuquén-Neuquén-Argentina)

EL ARCA (del nuevo milenio)

estoy escribiendo en medio de la tempestad.
te hablo a vos hermano
a vos amigo lector borracho perdido o loco de atar
quiero decirte las palabras necesarias
solo esas palabras
las que se gastaron con el viento del desierto
las que hacen nacer flores entre las rocas
las palabras lluvia
que horadan la piedra.
oh! rocas
rocas en mi cabeza
rocas en tu cabeza
tiempo atrapado fuera del tiempo
rocas que hay que demoler
a mazazos de voluntad cada día
cada minuto empedrado
cada instante en que caen en tu alma
antes que se colme
antes que se vuelva roca ella también.
estoy escribiendo en medio de la tempestad.
pasa un tren con gente feliz
chicos riendo
jugando en el centro de la inocencia
y una mujer oscura
de rostro pálido
que solo piensa en una cosa
a ella no le importa el tren
ni el paisaje veloz
ni la alegría del mundo
ella solo piensa en suicidarse
suicidarse
suicidarse
suicidarse…
estoy escribiendo en medio de la tempestad.
te hablo a vos desgraciado
habitante de la ciudad
a vos mujer pálida
soy el hombre que te habla
el poeta
el desgraciado que se cree poeta
y te habla al oído mujer
te cuenta historias falsas
como la gran historia
te cuenta cuentos de esperanza
y te mira a los ojos
como nadie te ha mirado nunca
a vos mujer
para que no te mates
solo por esta vez
no te mates!
esperá hasta el próximo puente
tengo la mejor historia
la que jamás te contaron
la historia más fabulosa
la más mentirosa de todas
para que no te mates
no te mates mujer!
esperá al próximo puente…
estoy escribiendo en medio de la tempestad.


el mundo se inclina
hacia la nada
el eje terrestre tiene una inclinación de 23º
y sigue acostándose
los polos se derriten
los árboles ya no mueren de pie
el aire se vuelve cada vez más denso
preparate para el próximo the world jump day
no logramos corregirlo antes
necesitamos ser más
muchos más
para salvar el planeta
para salvar la humanidad
para salvar un solo hombre
y una sola mujer
necesitamos la fuerza de toda la humanidad
como proponía el cholo Vallejo
todos implorando
“no te mueras hombre”
“no te suicides mujer”
todos saltando juntos
todos gritando desaforados por la vida
todos orando
al dios sol
y a la diosa luna
todos en medio de la tempestad.



PÁGINA 7 – RESEÑA

MARTA ORTIZ
(Rosario-Santa Fe-Argentina)

EL DÍA QUE ME SUBÍ AL BALANDRO DE G. PEROSIO

En uno de los poemas de Balandro, Graciela Perosio refiere el encuentro en un bar con una amiga poeta, luego de un impasse de más de veinte años. No es difícil para ellas, en el tiempo que dura el encuentro, reconocerse en las afinidades, especialmente en el juego de intercambiar poesía, madero seguro del que ambas viven aferradas para resistir “un mundo agrio”; “Señales propias de una manera –entre tantas- / de vivir.” (44), dice el último verso y dibuja una clave.
Así fue también nuestro encuentro en Buenos Aires, una tarde calurosa del último diciembre, primeros días, también en un bar, luego de algunos años de espera sin conocernos más que por nuestra poesía, libros intercambiados por correo, comentarios. Graciela me dio su libro, dedicado, tal como lo hizo con la amiga del poema, con una sonrisa afectuosa que imagino idéntica; me invitaba, en ese acto casi sagrado, a sumarme a las/los tripulantes de su generoso balandro, nada más y nada menos que una representación de la vida misma, con todos sus matices, con su bolsita de vientos que de tanto en tanto alguien desata y soplan a voluntad, con fuerza demoledora o compasiva...
Balandro nos hace partícipes, cómplices de las dos pulsiones a las que la poeta obedece, y que dan nombre a los dos apartados que lo componen: La necesidad de pintar y La necesidad de narrar. No son opuestas sino complementarias, pero cada pulsión determina el sesgo dominante que el poema celebra. Entre ambas fluye una poesía hospitalaria, sedimentada, sabia: letra de madurez de Graciela Perosio.
“Conrad aconsejaba al navegante no oponerse al mar”, dice Fabio Morábito en su elocuente contratapa; “y lo decía pensando sobre todo en embarcaciones de vela y livianas como el balandro”.  Del mismo modo, Graciela invita al lector a subirse a la vida, a fundirse en ella, a seguir el destello del faro en la noche, a resistir sea cual fuere la sinuosidad del camino a transitar, aquello que acontezca: “esta es la travesía/ en un mar de maravillas”(pág. 13), sin olvidar que inevitablemente será necesario también “limpiar la borra triste del café / que se adhirió al fondo de los huesos” (pág. 15).
La lírica busca captar y fijar la imagen entrevista: así, el flamenco rojo corta el cielo azul de otoño, el invierno ilumina leve, algún matiz “sin nombre” enamora, y la sombra y el jardín helado; forma y color son palabra poética, y tan sensible es lo ofrecido a la mirada contemplativa en perpetuo asombro, que parece inevitable la pregunta de la poeta, frente al temblor que confirma tanta vida, como si una cosa pudiera invalidar, de algún modo, la otra: “cómo apaciguar / […] el temblor de estar viva / y no obstante vivir?” (pág. 22)
La vía narrativa da cuenta a su vez de mínimas tramas cotidianas (un paseo, una visión, la imagen sugerente a la que se agrega lo imaginado llenando así el hiato de lo que no se conoce) y también de episodios o fragmentos que la memoria ilumina: “Y no se sabe bien /si los hechos fueron así / ni a quién le importa./ Vuelven, reclaman un lugar/en la escritura. (51)
Hay un punto de partida, autobiografía esencial condensada en los ocho versos del primer poema: la poeta, como muchos de su generación, soñó un país limpio y ocultó sus miedos y timideces detrás de la actividad que le facilitó el diploma buscado y obtenido: ideal soñado y profesión fueron la madera que moldeó el balandro desde donde hasta hoy, navegó los surcos del devenir, expuesta, como todos, al azaroso “bramido del viento”.
Viñetas contra viento y marea recortan tejidos narrativos puertas afuera: la mujer de negro avanza por la calle Cerviño, lleva una rosa en la mano y llora. Mira la flor “o la daga intacta / de un poema amputado!” (pág.26); la imaginación se ha ocupado de reponer lo que la imagen guarda para sí. Viñetas puertas adentro abren ventanas desde donde el yo que escribe dialoga (como Frost) con el árbol enfermo; una abertura en la medianera dará paso a la luz ausente, o se podrá contemplar el monte Fuji a través de una ventana japonesa. Y los cuentos que la memoria sirve y adereza: el recuerdo de infancia “llega tu risa/con las olas grises del tiempo”(pág. 32); los olores evocadores de secuencias vividas como el perfume del padre, recuperado al entrar a un restaurant conocido, o aquellos azahares que “la hicieron volar/sin que el terror de aquellos años / lograse quebrar la noche”(pag. 36).Y el anecdotario ajeno, navegable como el propio (la escribana, el arquitecto amigo, el encuadernador de libros). 
Los topónimos familiares aportan una ubicación espacial concreta que favorece la identificación inmediata; calles, esquinas, avenidas, barrios y lugares específicos con nombre y apellido que fueron y son el entorno donde la vida de la poeta transcurre.
Balandro es cifra del misterio y la maravilla de estar vivo. De entregarse a la díscola voluntad del viento. Yo/tu/nosotros/ellos, somos, podemos ser esa embarcación que permita navegar la vida, obedecer las señales y sus marcas. Libro de cabecera donde lo aprendido fluye con una sintaxis clara y despojada que gana en intensidad; tan sutil como la imagen deseada del monte Fuji, aparecida en el exquisito poema de cierre; la misma que la poeta, convirtiéndose en la montaña que desea ver, hace de su propio rostro y manos reflejadas en el vidrio: “Yo soy la montaña /(y la montaña también es un balandro)”.
Declaración de principios, modus vivendi y operandi, celebración, marca registrada, la de Graciela Perosio, mujer que sabe de resistencias variopintas, pintada y narrada a la bellísima manera del poema.




PÁGINA 8 – CUENTO

JORGE ISAÍAS. 
(Los Quirquinchos-Santa Fe-Argentina)

LAS LLUVIAS

Nuestra infancia no fue menos feliz porque escaseaban los juguetes. La imaginación de los niños siempre es ilimitada y sobre todo en aquellos años los pocos que accedían a uno no eran mayoría en el pueblo. Pocos padres podían hacer un gasto extra,  en mi pueblo.
La lluvia en ocasiones caía de un modo muy triste, cansinamente sobre los sembrados , a veces lo hacía con furia, precedida de grandes truenos rodadores como un peñón que cae desde un monte altísimo, mientras el latigazo de un relámpago se repetía en el trazo estremecedor sobre las cosas, y la poca gente que buscaba refugio  presto, recogiendo las mujeres la ropa tendida, pero todos sin excepción recibían ese estremecimiento  de la naturaleza como un miedo atávico que debían soportar , rogando sobre todo los hombres que los destrozos no fueran tantos ni tan graves.
Los únicos contentos, con esa alegría de la inconsciencia temprana éramos nosotros, que gozábamos el espectáculo de los sapos numerosos que cruzaban las calles anegadas, los perros que se refugiaban bajo la galería de ladrillos mal cocidos, con sus techos de chapas que reproducían sonoramente el tambor de la lluvia persistente, los gatos que se pasaban al cajón donde los marlos esperaban la boca flamígera de la cocina  económica, y tal vez el ruido del vendaval acunaran sueños ronroneantes.
Pero había algo siempre venturoso. Si estas lluvias se producían en verano, porque venía precedida de un calor agobiante, de una presión insoportable y siempre era un augurio de frescura el anuncio de la lluvia y al escampe, cando se habían cubierto de agua los zanjones que drenaban líquido hacia el campo sería el momento en que nos quitáramos las alpargatas no sin la venia paterna. Y salíamos con los barquitos de papel, las latas vacías de sardinas o alguna cosa de madera que flotara para jugar a las bandas de piratas y corsarios que leíamos en Julio Verne o en las diversas revistas de historietas. Y venían las carreras y los resbalones que seguramente nos costaría un reto, pero el fragor del juego era tan entusiasta que bien valía un reto si en esa carrera de la pista resbaladiza uno lograba salir primero.
Siempre había un ocurrente que proponía ir a pescar ranas al zanjón de los Vélez, con un piolín con el cual atábamos un pedazo de carne y tal vez esa noche podríamos aportar un menú distinto en nuestras casas y qué ricas resultaban esas ranas que saltaban en la sartén como si estuvieran vivas y producían cierta aprensión en mi madre, motivo por el cual intervenía mi padre que siempre estaba dispuesto a toda cosa a la cual ella no se atrevía. Imposible saber  hoy si esa tarea le agradaba, pero se hacía cargo y nos sentábamos los tres a la mesa, donde pronto dábamos cuenta de ese manjar crocante.
Como desaguaban pronto las zanjas y los pequeños canales que la comuna mantenía limpios, ya que esa última calle llevaba al campo, al otro día casi con seguridad las encontraríamos vacías, pero con la esperanza de que la lluvia siguiera varios días para asegurarnos otros momentos de módica felicidad. Claro, todo esto con la salvedad de algún mandado, ya que en el verano no había clases por tanto la responsabilidad mermaba mucho, yo diría: casi toda.
Y uno imaginaba cómo se hincharían de agua las cañadas, cómo irían llenándose de bagres los anchos canales del campo, cómo se llenarían de garzas blancas los juncales, de flamencos sus orillas, cómo pondrían a salvo sus nidadas los teros y los patos, cómo nos esperaría todo ese mundo acuático con el croar ensordecedor de las ranas, cómo esperábamos entonces el momento en que nuestro padre iría de caza para acompañarlo con ese cuzco blanco y fiel que tanta alegría trajo a mi niñez lejana.
A veces en mi pueblo veo pasar esas barritas de chicos con las modestas cañas de pescar al hombro que hacen aquel “Camino del diablo” como nosotros, cuando el mundo estaba en pañales y ninguno de nosotros tenía idea de los sinsabores que nos esperaban.
Pero también con estos recuerdos gratos que quiero compartir hoy con ustedes y que me dicen que se puede ser feliz con poco.


Con casi nada.



PÁGINA 9 – ENSAYO

ROGELIO RAMOS SIGNES 
(San Juan-Argentina)

SENTIR O NO SENTIR



¿Qué es el arte? Para quienes quieran encontrar una respuesta a esta pregunta (una de esas respuestas con los pies sobre la tierra) esto es sencillo: basta con abrir un diccionario y buscar la palabra “arte”. Allí, aproximadamente, nos informarán que arte es el concepto que encierra las creaciones realizadas por el ser humano para expresar una visión perceptiva del mundo, ya sea real o imaginario. Pero el arte, si tal cosa existe, encerrado en la frialdad de una definición no pasaría de ser un simple mecanismo.

Hablemos de una actividad, en todo caso, que desde sus orígenes hasta hoy ha ido mudando según cada época que le tocó atravesar y sintetizar, sin perder su carácter ritual. Es el peso de ese símbolo lo que convierte cada obra en un verdadero palimpsesto, en un eslabón más dentro de esa necesidad que tenemos de exteriorizar algo. Arquitectura, música, literatura, pintura, y todos los derivados que cada lenguaje se permita, serán homenajes encubiertos a los animales pintados en las paredes de una cueva, a la imitación del canto de las aves, a la repetición de una historia que cuando llegó a nosotros ya era repetida, a la piedra que sobre otras dos piedras le dio cobijo a nuestros ancestros.

En todo caso convengamos que esas exteriorizaciones responden a una necesidad, casi siempre compulsiva, que alguien vuelca en códigos abstractos para comunicar un estado de ánimo. Pero como los códigos no son descifrados por la totalidad de los receptores, el mensaje tiende a encriptarse y alguien funda el “concepto de arte”; algo para entendidos. Y me pregunto: ¿qué hay que entender?

Ése suele ser un interrogante que esgrimimos ante lectores que aseguran no entender la poesía, por ejemplo. ¿Qué hay que entender? repetimos. Nada hay para entender, solamente hay que sentir o no sentir. ¿Alguien puede explicar un paisaje? ¿Alguien puede explicar fríamente porqué una melodía, producida por un lenguaje tan abstracto como el de la música, puede llegar a conmovernos?

Después, por supuesto, vendrán las teorías que explicarán esto y aquello; y con las teorías llegarán los especialistas que las produjeron. Y el arte, que era una necesidad mayor (sin nombre, sin supuestos, sin laberintos) pasará a ser una expresión selectiva.

SI FUESE POSIBLE

Ya se sabe que cualquier conocimiento específico que tengamos de una disciplina nos hará gozar más intensamente de sus frutos. Si al plano sensual (primer contacto con la obra) y al plano expresivo (segundo contacto), le agregamos alguna sustancia inherente a esa disciplina, la experiencia será mucho más placentera. Aaron Copland lo explicó con exactitud refiriéndose específicamente a la música, aunque bien puede hacerse extensivo a otros lenguajes artísticos. Si bien Kant nos inculcó, de una vez y para siempre, la idea de que “bello es lo que, sin concepto, place”, creo que podemos agregarle algún condimento personal a su máxima, sin faltarle el respeto al filósofo prusiano.

A esta altura de mi titubeo me siento proclive a suponer que el arte existe, que es inabarcable (nadie puede meter un pájaro descomunal en una pequeña jaula), que es parte constitutiva del ser humano y que es buena compañía. Me resisto a aceptar que solo sea un acontecimiento estilístico. Sería como decir que el aire es la mezcla homogénea de oxígeno y nitrógeno, y nos conformáramos con eso. Parado en esta encrucijada, no puedo sublimar algo que es fruto de una necesidad y sostener que el arte es una “emanación moral”. Tampoco puedo, aunque sí esté de acuerdo, suscribir la contundencia de Picasso cuando dice que “el arte es la mentira que nos permite comprender la verdad”. Por eso es que debo confesar que no sé si puede definirse el arte; pero algo me dice que, si eso fuese posible, perdería su encanto... al menos para mí.



PÁGINA 10 – POESÍA ARGENTINA

ALEJANDRA DÍAZ
(Tucumán-Argentina)


no  habrá  una  fosa  común  que  oculte
las  huellas  dactilares  que  poseo  el  alma  que  me  caracteriza
( pensamiento-cosmovisión-acierto-desacierto-dudas
tiierra  de  uno -historia-memoria)
no  seré  ya  un  desaparecido  /   ya  no
ya  nunca.
aunque  intenten  silenciar  mi  identidad
las  huellas  -esos  dibujitos  inexplicables  en  mis  dedos -
mi  ADN   estarán  diciendo  a los  gritos
al  menos  un  número
y  ese  número  (aunque  esto  sea  lamentable... un  número )
conducira  a  mi  nombre  y  se  sabrá  que  soy  yo
la  que  escribe-ríe -muere-vive-llora-se  lame  las  heridas
y  corre  descalza  por  sus sueños  o  tras  las  formas  de  una  nube.

muero   nazco  y  renazco  en  estas  letras
que   son  yo   que  son  mi  cuerpo  entero
y  aunque  exista  la  teoría  que  nadie  escribe  lo  que  escribe
que  sólo  se  re-escribe  lo  que  otros  han  escrito  antes
en  algún  momento  como  este mismo
pensando  lo  mismo...

las  huellas  dactilares  que  son  algo  concreto
(una  cierta  reminiscencia  a  aquellas  de   Altamira )
sabré  que  soy  yo
aunque  intenten  silenciarme  el  alma

tendre-tendremos
nuestra  propia  historia

seré  yo
seremos  únicos  ejemplares
no  estaré   repitiendo  la  historia  de  nadie

aunque  tape  la  tierra
de  una  fosa  común  mis  labios
ya  no  estaré  en  silencio
ya no...         ya     nunca.

ANÍBAL DE GRECIA
(Oberá-Misiones-Argentina)

DENTRO DE MI CASA

Tengo un gato en el freezer y creo que soy yo

es un gato negro en mi casa
por suerte, parece estar muerto.

Aunque de amor no sabe nada
mi gato
mantiene su corazón tibio.

Tengo un gato en el patio de atrás en el freezer
-y creo que de las nueve- a gastado ocho vidas.

Mi gato se mueve poco y en silencio
está muerto de abismos
es decir; no le queda nada.

CLAUDIA AINCHIL
(Ciudad Autónoma-Buenos Aires-Argentina)

INVERTIDOS COMETAS

Inesperado se escurrió el ademán
inyección vertiginosa de ojeadas interiores
mi iris en la maleza esquiva
es posible que coexistan crucigramas
los siglos de los siglos
o tal vez esa mutación de acto teatral
magias emergiendo
libidinosas carnales
aunque luego desaparezcan.
Uno empieza.
Uno rescinde.
La ciénaga y los ocultos
cuestión de suponer lo que ya se sabe
otro imán hipnótico arranca la píldora de lo cotidiano
destino o boomerang..
las casualidades no existen…
casualidades, apuntó de repente
cometas invertidos guardados en el cajón
bajo setenta llaves
una imagen con los brazos abiertos
en plena noche lejana.

ELENA ANNÍBALI
(Córdoba-Argentina)

me enamoro de ud. señor juan gelman, me enamoro,
como las maestritas lo hacen del reader’s digest y de corín tellado,
como las azafatas, de la luz violeta y las postales de rodolfo valentino
como las adolescentes de ellas mismas cuando,
desnudísimas
se miran en los espejos nebulosos de sus baños
me enamoro de ud. señor juan gelman, desde este pueblo enfermo
donde hiede la costra de los muertos
la fiebre de los vivos
mientras preparo el café de la mañana
y lavo el orinal de mi padre enfermo
y más tarde trabajo y a la noche escucho
big bill broonzy
poniendo en orden el huerto, quemando
las alimañas
haciendo que lo perdido valga
que la tía escolástica labore sus telares
si supiera señor juan gelman cómo los ojos de ud.
me parecen así de bonitos
y contando sus trapos, sus fulgores,
considerándolo a la luz amarga de mi amor
me veo no tan joven, no hermosa,
pero sí verdadera, y ya no me alcanza
el pudor mentiroso de los desnudos ante sí
o ante los otros
para callarme, señor juan gelman
para callarme
(Inédito)

LILIANA ANCALAO
(Comodoro Rivadavia-Chubut-Argentina)

PREGUNTA



habrá que resignarse a ser pregunta
arremangarse los pies
seguir andando
con un golpe de sismo por espalda
sin cimiento
ni contemplaciones
habrá que acostumbrarse sin respuesta
morir en una historia y otra historia
salir de madre pateando las preguntas
por los caños de la piel
hasta los huesos
y andar
humano no más
apuntalando luchas
controlando el pulso de la tierra
mirarse escombro en el mapa de los sueños



PÁGINA 11 – CUENTO

AMELIA ARELLANO
(San Luis-Argentina)

RINCONES

Los ecos de los bastones resuenan acompasados, su eco se agiganta en los interminables pasillos del geriátrico. Caminan lento. Como arrastrando el peso enorme de su soledad. Invierno afuera y adentro. Horizonte de sueños truncados. ¿Será así hasta el final? Son un esqueleto, un músculo y un grito. Van por el pasillo como por la vida, sin apuro. En distintas direcciones pero en el mismo rumbo. Tienen todo el tiempo del mundo. Muchas veces bendicen su condición de finitud. Solo esperan.
José siempre mira al Sur. Ama el Sur. Le duele el Sur. Su único hijo ha quedado en las nieves del Sur. Le pareció mas digno .Un héroe debe descansar donde perdió su vida. Además su padre también partió en las nieves del Sur.
El invierno tras los ventanales le crece por dentro, una tristeza profunda le congela el pecho. Pero no llora.
Cuando su padre murió el dolor en sus manos púberes por el peso del cajón fue tan intenso como su pena, pero no lloró. “Los hombres no lloran”. Así, aprendió a tragar su rabia, su dolor y sus mocos. “A lo macho”.

María siempre mira al Norte. Desde niña miraba los cerros del Norte esperando que detrás de ellos estuviera su felicidad La lluvia tras los ventanales da soledad al paisaje y la conecta con su propia soledad. Inaguantable a veces. Las lágrimas corren por su garganta, ha aprendido a llorar por dentro. No recuerda haber llorado de otro modo. Ni en su dolor más grande cuando agazapada, tras unos matorrales vio pasar los pocos hombres que llevaban el rustico cajón de madera con el cadáver de su madre. Nunca supo quien fue su padre. Ni le intereso saberlo.
José siente que todo ha acabado, Acá siente el vacío de la nada .El, que todo lo ha resuelto, ha entendido que hay cosas que escapan a su voluntad, como la situación actual, por ejemplo. Un hombre debe saber hacer de todo” decía su padre, “Debe servir para todo” “Eres todo lo que tengo”-le dijo su mamá cuando falleció el padre .Y así fue, fa los catorce años , comenzó a ser todo y hacer de todo. Fue padre de su madre, sostén del hogar y reemplazante de su padre. Este hacía de todo y siempre fue su ayudante, en tareas de albañilería, plomería, jardinería, cerrajería etc. etc.
Cuando llegó el amor, se entregó mansamente. El hijo fue todo para él. También cuando partió se llevó todo, no solo la alegría sino la esperanza de vivir.
Como nunca hizo aportes jubilatorios, cuando tuvo el accidente en el andamio, el abogado de la compañía se quedo con todo el patrimonio que tenía, la casa paterna.
María creció sabiendo que en la vida nunca fue nada y que jamás llegaría a ser nadie. Su padre trabajaba con un carro y decía que las mujeres "no servían para nada" Cuando ingresó a la escuela faltaba mucho; al no servir para nada, fracasó y la conchabó como niñera, al ser pequeña y frágil, la patrona siempre repetía la letanía de “no servís para nada” y así nomás fue. Tomada por la fuerza por el hijo de los patrones, un desprolijo aborto sesgó sus sueños maternales. Más tarde su marido reforzó la idea:”Ni para eso servís” Aunque” lavaba a mano y planchaba ajeno “, remendaba la ropa, limpiaba, cocinaba etc. cuando le preguntaban en que trabajaba respondía en nada”
Cuando murió el marido, al ser timbero y bebedor no le dejó nada. Ni casa ni jubilación, solo en la boca un sabor a nada.

A José nunca le gustaron los rincones. Cuando en épocas de mayor pobreza la vida quiso arrinconarlo, salió a pelearle con todo.
Tampoco le gustaban los espacios ni las cosas oscuras "Cuentas claras, conservan la amistad" –decía su padre; y las cuentas con la vida estaban claras, sentía que nada le debían ella a él. Las cosas tristes que le habían sucedido fueron "por la ley de la vida" y si algún odio le quedaba era por el gobernante de turno. Solo le dolía el vacío de sus manos, él que siempre cuidó y protegió no sabía que hacer con esa ternura cálida que desbordaba por sus poros.

En la vida de María siempre hubo un rincón oscuro.
Cuando muy pequeña se escondía a llorar por los rincones. En la escuela siempre la mandaban al rincón Fue en un rincón, sobre un fardo de pasto, en donde, sin desearlo, se sintió hembra por primera vez, tenía trece años recién cumplidos.
También su marido la mandaba al rincón de las mujeres, la cocina; por todo eso le agradaban los rincones.
Aquí, en el geriátrico, era común encontrarla en la semipenumbra del rincón de las glicinas. Acurrucada, como un pájaro con frió buscando calor en verano o invierno.

José se dio cuenta apenas se hizo cargo de la casa que había algo poco claro en las cuentas que el almacenero anotaba diariamente en la “libreta” a nombre de su madre. En épocas de vacas flacas disminuía el consumo pero no así el monto. Por eso aunque muchas veces se durmió sobre el pupitre terminó el bachillerato, de noche en una escuela técnica, con brillante promedio. Hasta se dio el lujo de escribir algunos poemas cuando le llegó el turno al amor. María apenas si sabía deletrear. Conocía el dinero y sacaba las cuentas de una manera casi intuitiva. Cuando hacia la limpieza en casa de sus patrones, esos libros vistosos con letras doradas ejercían en ella una extraña fascinación. Observaba con curiosidad y estupor esos pequeños signos como hormiguitas que no sabía descifrar y que más de una vez le producían angustia al no poder ingresar en ellos. Algunas letras conocía y recuerda su prisa por esconder alguna revista robada cuando escuchaba los pasos de su padre- “Eso es perder el tiempo” -decía el viejo. Sus mayores aprendizajes los hacía en las hojas de diario que envolvían las compras y que ella alisaba cuidadosamente.

José en el geriátrico siguió haciendo de todo.
Un día lo llamaron a podar las glicinas.
La encontró dormida en la suave penumbra. No la despertó, tomó la manta que había caído al suelo la cubrió cuidadosamente. Se sentó al lado; la expresión resignada y triste de su rostro dormido le devolvió una imagen que él conocía muy bien, la suya propia. Esperó sin impaciencia dado que tenía todo el tiempo del mundo. Cuando ella despertó, miró si sobresalto ese rostro próximo al suyo y encontró en él algo vagamente familiar.
Podó la glicina, ella amontonaba los gajos y los iba colocando en la carretilla.
Sólo se dijeron los nombres.

Desde allí no se separaron nunca. Día a día se iban descubriendo. Compartían colores, olores y sabores. Él aprendió a amar la penumbra del rincón de las glicinas que hacía más íntimo el encuentro. Ella esperaba alborozada los pasos familiares, que le anunciaban otra aurora y otro día compartido. Recuperaron la risa, y ya casi no les importaban los dolores de sus desvastados esqueletos.
el sintió que recuperaba viejas sensaciones. Por primera vez, ella, con la complicidad de una enfermera, se puso ropa clara y coloreó sus labios con un color tímidamente rosa.
No sabía que nombre ponerle a eso que sentía cuando él, imperiosamente tierno, la tomaba de la mano y la llevaba al rincón de las glicinas. Fué en ese lugar que se besaron por primera vez, en la boca.

Un día ella no salió, para su paseo matinal. Tampoco la encontró en el rincón de las glicinas. Su primera sensación fue de estupor. él que siempre había tenido las cosas claras, no tenía previsto esto.
Cuando la mucama paso apurada y le dijo que había fallecido una anciana en el ala norte sintió que la sangre se detenía, que sus latidos se detenían. Por primera vez dejó que sus lágrimas escapaban, tomó el papel que tenía en la mano y que ahora no tenía rumbo: era un poema de amor que había escrito la noche anterior. Releyó el contenido con dificultad debido al temblor de su mano y a sus anteojos empañados. Una sombra proyectada sobre el papel interrumpió el rayito de sol que se filtraba por la ramada.
Ella con sus rulos “permanentes” recién estrenados entendió en el acto.
Y fueron uno, como en el acto de nacer, como en el acto de morir. Como el primer día, varón y hembra.

Los ecos de ambos bastones suenan desacompasados en el pasillo central del parque.
Caminan lento. Sienten que sus espaldas apenas toleran el peso leve de tanta felicidad.
El pasillo se ha coloreado de ámbar y ambrosía.
Llevan un goce nuevo, recién estrenado. Todo el tiempo es de ellos.


En el aire el olor a glicinas es tan intenso que aturde los pájaros errantes.


PÁGINA 12 – POESÍA ARGENTINA

CECILIA RESTIFFO
(San Martín-Mendoza-Argentina)

ANTES DEL ACTO

El ojo mira sin complacencia,
revisa cada detalle un ritual obligado:
las flores, los ventanales, las sillas en su lugar preciso,
tu rostro en el espejo cansado, inquieto, perfecto.

Las palabras están allí, esperándote,
tus palabras: un fósforo en el vacío;
vuelven las ideas y los hechos
en ese recuerdo marcado como calles en damero.

El silencio te rodea, sin piedad acompasa tus latidos
ya no mirás a nadie, ya no volvés la cabeza
la puerta está cerrada, tus puños también
pensás en aquella tarde, la tarde de la promesa
con esa breve luz que invadía cada objeto.

Pensás de nuevo en los que esperan, en todos,
en cada uno, en él que ya conoce el gesto inicial;
pensás en la mujer que fuiste, en la niña
que aún reniega de la reglas y por fin te lanzás
a demorar la verdad que duele, para que nadie dude
que esta mujer que ahora se acomoda el pelo
quiere borrar el miedo de las ausencias
en un solo ademán.

ERNESTINA ELORRIAGA
(Córdoba-Argentina)

III

Caballo 
la primera palabra 
se almibaraba en tu boca
de mi mano brotaban
como cisnes de nieve
dulces terrones de azúcar
Yo sabía de tu lengua secreta
estaba ahí
si la pude hacer mía fue milagro
mientras escribo 
tu sentido galope
va atravesando el blanco de la nada 
estas ahí te siento
llevo años buscando
aquella la primera palabra
la que me ofreciste a la hora
que los gallos despiertan el día
esa palabra entrampada en tus patas de nieve
esa palabra pastosa de tu lengua en mi mano
Caballo 
devuélvemela

ILDIKO NASSR
(Jujuy-Argentina)

Miro la plaza.
Mi casa espera.
Alrededor caen -como en una gruta-
los besos de amantes inexistentes.
Quiebran los gemidos
con la ausencia de gentes.
El sol ya se va.
Es mediodía y
                      no quiero regresar.

Me quedo entre los fantasmas
de quienes se aman

LAURA BEATRIZ CHIESA
(Ciudad Autónoma-Buenos Aires-Argentina)

DOMA

 El arisco alazán baila en pasiones
 irrefrenables. Sube bien la testa,
 que orna de espuma. Grita su protesta.
 Sacude con furor sus negaciones.

 Patas tensadas sin vacilaciones.
 Rezo salvaje que no halla respuesta.
 Relincho solitario que contesta
 al hombre que aparea pretensiones.

 La rienda inteligente o el azote
 hace bajar las crines y el cogote,
 del caballo que acepta ser rendido.

 Apretado se siente en el paseo
 y manso al fin admite ese vareo,
 mientras traga vergüenza dolorido.

ZULMA LILIANA SOSA
(Formosa-Formosa-Argentina)

LA MUERTE Y LA ESCRIBIDORA II

la a ayudó a recostarse en la zona de
nadar. / eso entre tanto barro / eso que
lago no hay. Sin desdeñar ningún género /
tan eminente la querida / al atardecer
su cadera no estaba más
¿ y ahora con qué ?

mirar una magnolia hasta que su esplendor se canse /
mirarla tragando tierra / desaguar esa versión de pájaro /
apartar en el ganado la cría de las madres /
quitarse el ambarazo del estómago / jabadear abejas
hasta el desahogo / aliviar los hierros
no reconozco esa cara tan perfectamente plana

se gasta lo atesorado en tanto desbravar /
si aparta las bridas / si deja salir la pus
si quita la grasa al paño antes de volverlo a tragar /
si despierta rompiendo la boca a toda cosa /
si camina
(esa enorme falta de respeto….)



PÁGINA 13 – RESEÑA

JUAN MANUEL DE PRADA
(Baracaldo-Viscaya-España)

Eva María Medina, Relojes muertos. Playa de Ákaba, Madrid, 2015.

LA BÚSQUEDA DEL SUCEDÁNEO



Tuve la inmensa suerte de conocer a Eva Medina en un curso de literatura, en Santander, en el que oficié de profesor; ella fue la alumna más inquisitiva y perspicaz, la más clarividente y azuzadora de la curiosidad. Enseguida me di cuenta de que tenía una vocación de caballo; impresión que confirmé cuando tuve entre mis manos  esta novela,  Relojes muertos. Antes de zambullirme en su lectura, sin embargo, no podía imaginarme que me hallaba ante una obra excelente que me iba a permitir adentrarme en los tortuosos caminos de la locura, en los vericuetos de las vidas atroces de unos personajes marcados por la tragedia y empeñados en liberarse de sus tribulaciones personales, aunque, como ya nos dijo Cioran, cuando el hombre no puede liberarse de sí mismo se deleita devorándose.

La autora no ha necesitado de una obra voluminosa de páginas y de erudiciones para tejer una urdimbre compleja en torno a unos personajes que desde el principio se nos antojan tan cercanos como nosotros mismos, logrando una especial amalgama entre la realidad y la locura y arrastrándonos inevitablemente en el torbellino de la existencia del protagonista, marcada por la esquizofrenia, pero también por el anhelo de buscar un motivo que justifique y dé sentido a su azarosa y atormentada vida.

El protagonista de Relojes muertos aborda con inquietud, pero también con ilusión, su vuelta al mundo real, pero quizá el único mundo real en el que él puede desenvolverse es aquel que ha dejado atrás, el mundo del hospital en el que ha estado internado. Afuera, en el mundo de los mal llamados seres cuerdos, nada va a ser real para él porque el protagonista no puede interpretar correctamente esa realidad que el mundo le ofrece. Él necesita revivir su pasado, pero la vida le niega toda posibilidad: sólo puede rememorarlo, como cuando piensa en Sara, aquella mujer que desapareció, según le cuentan los maliciosos, el mismo día en que él fue ingresado en el hospital, con las manos manchadas de sangre; Sara, cuya vida conocía y vivía junto a ella en su perturbada imaginación a través de los itinerarios que le sugerían los movimientos de su cuenta bancaria, que él rastreaba incansablemente; pero ahora Sara ha desaparecido y no puede encontrar su rastro ni en las páginas de sucesos ni en las esquelas que se afana minuciosamente en desentrañar, por si alguna de ellas contuviera alguna clave que sólo él, en su delirio, pudiese advertir.

Ni siquiera el amor de Ángela, a la que conoció en el hospital, va a poder proporcionarle una vida real que lo libere de los recuerdos de su vida pasada, porque lo que verdaderamente quiere el protagonista es poner en el rostro de Ángela el rostro de otras muchas mujeres, las mujeres de su vida pasada, reales o ficticias, y hacerle los mismos regalos que soñó hacerles a alguna de aquellas mujeres, como aquel que tenía especialmente reservado a Sara, ese baúl que dejó pagado y que nunca retiró de aquella tienda que ya no recuerda, y que ahora tiene que  localizar en un dédalo de calles acompañado de Sara, porque él sigue viendo a Sara, paseando con Sara, comiendo con Sara,  y cuando localiza la tienda el baúl presenta una fisura que después se irá agrandando y extendiéndose progresivamente a todo su ser, a su propia vida, a la vida de Ángela y a cuanto lo rodea, y que amenaza inevitablemente con engullirlo.

El tiempo del protagonista es el tiempo de los relojes muertos que pueblan la novela. Un tiempo parado que no puede conducirnos a futuro alguno, ni devolvernos al pasado, pero al que esperamos con la vista clavada en unas manecillas que ya jamás se pondrán en marcha para medir unas vidas que nunca volverán a ser nuevas, sino una repetición de aquellas otras que en realidad no hemos abandonado, porque nos tendrán sujetos a ellas de por vida. Los personajes que pueblan la novela de Eva Medina nos asustan y a la vez nos enternecen, porque se aferran con uñas y dientes a aquello que amaron y que su locura no ha podido borrar, o, por mejor decir, no se ha borrado de sus corazones porque su locura los amarra a ese tiempo que ya no miden los relojes averiados de la realidad. Su existencia consiste en una búsqueda de sucedáneos que les permitan seguir disfrutando del tiempo pasado, de ese tiempo detenido en las manecillas del reloj de sus respectivas vidas. Así Herminia, la viejecita huérfana de hijo, que en su bendita locura se inventa hijos a los que adoptar, aunque sea visitando hospitales o a través de fotografías apócrifas, para poder mantener viva la llama del hijo que se fue.  O ese viejo varado ante el reloj de pared, que habla con él porque imagina que su mujer muerta habita entre sus engranajes detenidos, esperando que su mujer vuelva a la hora que marcan las manecillas inertes, aunque esa hora ya no llegará jamás. O Gregorio, su amigo del hospital, con el que tantas y tantas veces evocaba a Kundera, a propósito de sus respectivos y desgraciados amores; Gregorio, que en sus delirios etílicos no sabe qué curso ha de dar a su vida, si abrir un bufete o volver a ser funcionario de hacienda, aunque no pueda hacer ninguna de las dos cosas porque ni siquiera pasó por la universidad.

Eva María Medina construye esta prodigiosa novela con una prosa escueta, concisa, sin alharacas ni elucubraciones, que huye de la escritura previsible y de falsas erudiciones, pero que es hasta tal punto eficaz que nos mantiene en vilo durante la lectura de esta novela corta pero no menos apasionante, que demuestra a las claras la enorme capacidad de la autora para sumergirnos en los lóbregos pasadizos de la esquizofrenia y para crear en sólo ciento cincuenta páginas la historia entrecruzada de unos personajes de inabarcable y tumultuosa complejidad. Logro que pedimos a Eva María que repita, a ser posible incansablemente, mientras le resten fuerzas, para depararnos en el futuro la oportunidad de seguir disfrutando —de seguir estremeciéndonos— con sus historias, tan personales, tan infrecuentes, tan literatura en estado puro.



PÁGINA 14 – POESÍA ARGENTINA

 HUGO FRANCISCO RIVELLA
(Rosario de la Frontera-Salta-Argentina)

ALIMENTO

Me alimento con el mendrugo de pan del hechicero,
sus pócimas, aletas de tiburón, raíz de gingseng y una pata de sapo con cenizas de mangle.
Me alimento con el barro que amasa el alfarero y la forma del viento tronando entre los dedos.
Me alimento con las garras del tigre cuando sueña la selva,
las ramas de mi sangre por sus árboles solos.
Mi alimento es la noche de borrachos y putas (salvavidas del náufrago si lo toca el abismo),
el rastro del caído porque le llora el alma y el corazón del monje porque le falta cielo.
Mi alimento es la rosa con sus pétalos ciegos de mirar en la lluvia una niebla de peces, el cisne en el espejo con la voz del otoño y el temblor amarillo del jaguar y sus ríos.
Me alimentan los toros de miura y las glicinas de las casonas viejas de Madrid, el sol de Cartagena,
el ritmo que tienen las mulatas y el contraciego giro de la luna en la playa.
Mi alimento es la muerte que arrastra las cadenas de un barco que se pierde más allá de la noche,
la oscura sed de piedra que tiñe los lamentos de la madre que busca la luz en los escombros de Hiroshima,
o se arranca los ojos en Bombay,
imagina el prostíbulo donde violan a Cristo
y los muros del búnker donde gime un poema.
Me alimentan los pasos del niño en el recuerdo, la lluvia en los cedros de la plaza del pueblo, las casas achatadas por el peso del cielo y el pájaro que vuela sus últimas campanas.
Mi alimento es el verso de Machado y Celaya,
Cardoza y Aragón en el ojo de un tigre, la carta deshuesada de Rilke a los poetas,
Garduño, la palabra que brota en su cabeza y la mínima copla de un cantor en los cerros.
Mi alimento es la Sombra, la vidala perdida que Espinosa persigue más allá de los vinos por las calles de Salta,
la campiña celeste del cielo en el Caribe y las ranas fantásticas del lago Tangañika.
Mi alimento es el cuerpo de la mujer que amo con los dientes y el fuego de una planta carnívora, su lengua interminable, sus gemidos, la trampa de sus brazos y piernas.
Me alimenta la brújula de un barco en alta mar y las velas henchidas por los vientos del trópico, el lobo que en la nieve desploma su destino y los copos que sueñan el vuelo del halcón.
Mi alimento es el hombre con sus huesos heridos,
su calavera, el torso,
las huellas de su sangre,
el ojo empecinado de escudriñar la jaula que encierra el alarido de su voz en la sombra, la música del alma cuando suelta sus pájaros y le quema dolida su niñez deslumbrada.
Me alimenta saber que yo soy mi alimento.

JOSÉ ANTONIO CEDRÓN
(Ciudad Autónoma-Buenos Aires-Argentina)

En esta casa alguien vivió antes.
Dejó clavos de punta en las paredes
la forma de sus manos en un viejo jabón
olores a tabaco, el lavadero sucio.
Huellas poco confiables.
Vivió esperando un ruido que lo llame
desde el amanecer?
Lo imaginó esperando?
Lloró también de frente, aquí,
contra estas puertas?
Qué lloró cómo qué hizo
cuando el sol se le secó en el horizonte?
Qué sintió de esta lluvia debajo del papel?
Humedeció sus miedos el cielo de este techo?
Dudó del calendario con las manos cerradas?
Del amor?
Compró pan en el barrio y fue observado?
Vio sonrisas por él y no hacia él?
Nombró con el silencio?
De qué cielo llegaba?
Escribió cartas?
En qué idioma dijo, señor no puedo más?
Era extranjero acaso?

MANUEL LOZANO GOMBAULT
(San Francisco-Córdoba-Argentina)

MADRE O EL ANUNCIADO SOPLO DE LA INTENSIDAD

Una mujer exhala ternura a través de los muros.
Recorre el parque nocturno y se detiene en el mítico ciprés
para grabar en la corteza las sílabas de un idioma amniótico,
feral, inenarrable en el caliente extremo del destino.
Los ojos se hechizan.
No hay lágrimas ya en la galaxia.
Madre, has desatado el relámpago, lo has cavado
hasta absolver la entretejida pena de sus sombras.
Madre, has cruzado el puente de la coronación.
Madre, has desparramado las semillas del viento solar
donde la infancia sigue fermentando
el perfume iniciático y bienaventurado de tus mares.

...........................................................
Ella construye con amor, como si fuera en roca.

NORA NANI
(Leones-Córdoba-Argentina)

EL REGRESO DEL COMBATIENTE

Madre, aquí están mis armas.
Abre el cofre de tu vientre
Y recibe este dolor que hoy regresa.
Mira,
Traigo ortigas en las manos.
Ha sido duro el tiempo,
Este peregrinaje por una casa en sombras
Donde cada pasillo
Conducía a las cámaras del horror
Y el verdugo
Era un dios inclemente y voraz.
Madre,
Hemos sobrevivido a tantas cosas.
No hay un infierno, sabes.
No existe ese diablo mitológico
Que castiga 
Entre las bellísimas
Profanaciones del fuego.
Otra es la historia.
Aquí se crispan mis pezuñas
Y es tu regazo
La única voz de la oración que existe.
Años han pasado sobre mi cuerpo
Y las mutaciones
Fueron prebendas increíbles
Entre el miedo y el dolor.
Sacúdeme el espanto.
Quita el polvo de mis ojos.
El cielo
Es una madrastra virgen
Que provoca todas las violaciones.
La tierra, la tierra, 
Que húmedo tacto para los dedos rotos
Que apetencia de gusanos cariñosos
Llamando hacia el origen,
Que certeza de flor y de fruto
Por la carne invertebrada de torturas…
Te decía que no existe el demonio
Y que dios
Es un payaso sucio en el vacío.
Tantas noches he visto su rostro,
Su infinita variedad de rostros
Transformándose,
Haciéndose un bestial, despiadado,
Repitiendo
Las consignas de las cosas sagradas,
Llenándose el pecho con vómitos de patria,
Occidentalísimo dios,
Cumpliendo el ritual de las purificaciones
Y nosotras,
Herejíacas criaturas
Con el altar de los sacrificios
Echando a rodar la sangre
Como un río bautismal y lento….
Madre,
Somos el cansancio de haber tenido hambre
Y frío
Y pena,
La gimiosa mutilación de los desgarros
En las noches imperfectas del terror,
Somos el despojo que late
Como un ataúd de luciérnagas
Y venimos
Cubiertas de lodo
De musgo
De cardenales sombríos,
Venimos
Con las sandalias opacas
Y las túnicas rotosas, 
Con el fusil anquilosado
De lámparas y de impotencia.
Con la muerte en las campanas,
Con la vida en los designios,
Con el recuerdo lacerante
En el aíre de las víctimas,
Pero venimos.
Ha concluido la ceremonia.
Fuimos seducidos por los perros,
Vejados en el altar,
propiciados para la afrenta.
Nosotras pusimos la fe,
Vimos como crecía en escamas nuestro rostro,
Vimos las liendres
Desposarse con nuestra intimidad,
Sentimos nacer algas putrefactas de cada
Herida,
Pero pusimos el canto,
El amor por los hombres,
La rabia azul del pensamiento.
NO VOY A DECIRTE QUE VENCIMOS
-apenas lo que costo esta batalla-
Madre,
Toma mis armas.
Guarda
 
En tu vientre
Las pulsaciones del futuro.

SILVIA LOUSTAU
(Mar del Plata-Buenos Aires-Argentina)

ANCLADA EN LONDRES

lejos está el vago aroma tierno de mi tierra. acuérdate Blake, no hay época más cruel que oler las lenguas del infierno que llegan desde lejos, acá en tu noche insular y húmeda.
no molestar. do not disturb. beberé el té con canela, este  té de color salobre, como los sueños, que se ahogan en la soledad de los páramos de las hermanas Brönte.
no puedo compartir contigo, Sammy Beckett, una encomienda. Poner en tu boca una cucharita desbordante de dulce de leche.  no / no pueden volar esos pájaros de papel madera e hilo sisal.
no miraré por la ventana  donde habita el duende vestido de negro. pues quemaron todos los trebolares.
espiaré el ebrio espejo que guarda voces  de nostalgia.
¿cuándo cesará  el infierno allá en mi tierra?
beberé una pinta de cerveza amarga, sentada junto a Jimmy Joyce, quien susurrará en mi oído: dulce dama no cantes canciones tristes. oigo un ejército cargando sobre la costa y el estruendo de caballos al galope.*
daremos vuelta las runas. el silencio o el exilio. la muerte o la huida /dirán.
cruzaré los puentes del Támesis. veré correr sus aguas. buscaré una señal de tiempos más propicios. voces de allá lejos / de la tierra en que duerme el padre de mi  madre .la tierra donde han quemado los anaqueles de mis libros. la tierra  donde les hacen beber cicuta. la tierra donde deben crecer mis  nobles sueños.



PÁGINA 15- CUENTO

JULIÁN ALEGRÍA
(Ciudad Autónoma-Buenos Aires-Argentina)

EL CRUCE MÁS ESPECIAL

 El viejo de setenta corre desde atrás, tras haberlo dejado pasar para no sorprenderlo de pronto, aunque tuvo ganas de hacerlo y las reprimió cuando el opuesto de las situaciones se hizo dueño de su ansiedad.
-Oíme una cosa, pibe.
 El viejo olía mal. Asquerosamente mal.
-¿Qué?
-Mirá, en la vida no existen las verdades ni los sentidos. ¿Okey? Entonces, una vez que te acostumbres y te asientes en esa idea, sólo irás tomando el camino que sea, ese que de todas maneras no tiene algún destino, sino todo lo contrario; conduce igual que todo el resto de los caminos a la nada, pero al menos será el que te haga feliz, que, después de todo, es lo único que vale la pena. Y necesito que estés atento a la explicación del porqué de utilizar el término vale la pena, y no haber dicho; es lo único que importa. Porque, es obvio, nada importa, ¡entonces sé feliz, pelotudo!
 El viejo, exaltado acababa de empujar a Federico, que escuchaba atónito el monólogo de un viejo que de la nada había aparecido. Vestía bien, olía a alcohol, pero vestía bien. Por lo poros de las arrugas destilaba el alcohol de su interior. Aún así, aún ante este panorama del que cualquiera sentiría rechazo, Federico se quedó, porque, después de todo, había algo en el viejo, algo extraño y oculto, misterioso pero familiar, conmovedor pero repulsivo.
-Las personas tienen tres opciones; la primera es negar el absurdo absoluto en el que estamos de todas las formas que se conocen; religión, costumbres, fanatismos y ansias de poder. Si elegís esa opción, entonces serás un tipo correcto y terminarás como yo; borracho a los setenta años, despreciado a veces, y olvidado el resto del tiempo por las personas que me rodean. Desde la inmediatez de mi familia hasta lo relativo a toda mi gente cercana, que con suerte siguen con vida la mayoría, al igual que yo. Durante más de treinta años he cenado con mi mujer y mis hijos sábado de por medio en la casa de mi suegra. Durante más de cuarenta, también, he trabajado en la misma empresa que hace poco más de media década me vio obsoleto y me retiró. Hoy no la tengo y la extraño, no la tengo y es un peso que me genera un vacío mayor que cualquier otro, porque este vacío, el de verse viejo e inútil a los setenta años, es el vacío de nuestra propia y cercana muerte. No tengo miedo, pero estoy arrepentido. Mañana es mi aniversario de casamiento, y no hubo un solo año en mi vida desde haberme casado en el que no piense si he terminado de conocer a la mujer que hace tantos años me acompaña. No lo sé, y la amo. Juro que la amo, hemos tenido tres hermosos hijos que ya están grandes y tienen sus vidas, y ella siempre ha estado a mi lado. Pero aún así no logro saber a ciencia cierta si es que en verdad la amo, aunque le diga que sí lo hago como siempre he hecho. Me siento una basura por decir esto, pero es lo que realmente estoy sintiendo y desgarra el alma ocultarlo todo el tiempo. Mañana, en mi aniversario, le haré el mejor de los regalos que le he dado en mi vida, porque tengo pánico de que este año sea el último. Negué el absurdo absoluto, pendejo, ¿entendés lo que te digo?, es lo que no quiero que hagas.
 Federico, ya sin sorpresa pero con mucha atención, ni siquiera se percataba de lo extraño que resultaba todo lo que estaba sucediendo. De todos los viejos borrachos con los que se haya cruzado en el pasado y estos intentado de manera pendenciera entablar una conversación, éste, sin dudas era a quién más había escuchado en toda su vida, o, tal vez, -especula- aquel viejo sea a la única persona que escuchó con una sincera y demoledora atención. Y no era Federico alguien de no escuchar ni prestar atención, pero lo intenso del contundente monólogo del viejo y lo identificado que con su discurso se sentía lo envolvían en una avalancha en su cerebro de respuestas a las preguntas que desde niño se había hecho a sí mismo, hasta de aquellas que nunca había conversado jamás con nadie.
 Las expresiones del viejo, la manera de hablar y la forma de sus ojos sentía Federico haberlas visto antes. Estaba convencido de que ese viejo no era precisamente un extraño, pero no recordaba cuando ni donde es que creía haberlo visto. También reconocía en el viejo cierto implícito patetismo sutil. Sus movimientos eran los de alguien que parecía haber tenido más movimiento antes, pero no lo suficiente como para que lo patético desaparezca por completo, ni para opacar el despertar de vergüenza ajena. En sus percepciones fugaces, también sintió Federico un repentino rechazo por el viejo, y a su vez, existía una convivencia con el entendimiento. Un entendimiento indescriptible que hacía de único pero supremo motivo por el cual no se alejaba de él. Una mezcla de respuestas con intriga, de curiosidad con revelaciones. Mientras tanto, el viejo, aún tenía más cosas por decirle:
-¿Te acordás de las tres opciones de las que te hablaba?.
-Sí.
-Bárbaro. La primera entonces es la negación del absurdo absoluto, y verás que no es una opción tan feliz después de todo. Mirame, tan solo mirame y date cuenta de lo que te digo. He conseguido todo, o casi todo. Por lo menos lo que estuvo a mi alcance, y me ha ido bien en la vida, mejor dicho, lo que se conoce como bien en la vida; formé una familia, cumplí siempre con las leyes, trabajé duro, seguí a Dios e hice siempre lo que creí correcto hacer creyendo, a su vez, que con ello lograría la tranquilidad, es decir, el fin de aquellos susurros interiores. Pero decidí mal, pibe. Y así fue porque los parámetros que hacían de base eran los equivocados. Ojo, cuando digo que eran los equivocados, hablo por mí mismo. No te olvides que no existen los sentidos, las verdades ni las mentiras. De ésta premisa entonces nace la posibilidad del surgimiento de errores relativos al individuo en cuestión. Lo que para alguien puede significar errar, para otro, tranquilamente, puede ser el mejor acierto jamás hecho.
 Fui feliz, pibe. Claro que sí. ¡Mierda que fui feliz! Hoy estoy en uno de mis días malos, pero sólo en estos es que desnudo mis verdades más genuinas. –hizo una pausa- ¿Tendrías un cigarrillo?
-No fumo, disculpá. –respondió Federico.
-Claro, es cierto. Aún no fumás…
El viejo hizo una pausa, como si necesitase de un profundo respiro, como si aquello le sirviese de consuelo y lo llenase de la fuerza para seguir hablando.
-Fui feliz, pero podría haberlo sido mucho más, y sólo dependía de mí mismo. Siempre es así, pero no me quiero ir por las ramas, volvamos a las tres opciones de las que te hablaba; descartando la primera le sigue la segunda que es aceptar el absurdo, pero ahí aparece la madre de las bifurcaciones, esa que distingue a los vivos de los boludos. Prestá atención. Yo alguna vez acepté el absurdo, fue durante mi adolescencia. Tenía más o menos tu edad, y las preguntas existenciales me acechaban todo el tiempo. Pasaba días enteros pensando, y pensar frustra pibe. Frustra mucho. Tanto que llega un momento en que si uno mismo no es inteligente, se termina yendo por el peor camino. Fue también en esos días en que especulé, y cada vez más afirmaba mi idea de que el individuo en verdad no existe, y mis noches eran largas, y mi tiempo improductivo. Pero si había algo de lo que estaba convencido era que nada quería producir, y sólo dejaba pasar el tiempo.
 Me dolía pensar, y mis días encerrado en eso desaparecieron cuando concluí en que si así seguiría, nunca iba a poder ser feliz. Porque creía que las dos opciones estaban en negar o bien aceptar el absurdo. –el viejo hizo otra pausa, esta vez más larga que las anteriores- Entonces cerré los ojos, y le dí para adelante. Terminé siendo un gran tipo productivo; produje como te dije una familia, construí una casa, y me convertí en un negador. Negaba para ser feliz, y progresaba para no mirar hacia atrás y encontrarme con las mismas preguntas, y, por supuesto, las mismas conclusiones.
 Las primeras palabras de mis hijos y sus egresos de los estudios son cosas de las que me enorgullezco y quedarán siempre en mi memoria. Pero hoy, apenas si me puedo detener a mirarlos para darme cuenta de que no los he criado como debí hacerlo, y la consecuencia de aquello es que me haya equivocado tanto. Los miro y me veo a mí mismo. Son la antesala de lo que soy ahora. Ellos también están perdidos, pero apenas si puedo insinuarles algunas palabras hasta que acaban por desestimarme. Ellos ya han construido tantas barrearas que no pueden volver atrás.-
 La esquina de Murguiondo y Zequeira, desolada como todo domingo, tenía a estos dos parados sobre las baldosas de la vereda del antiguo taller mecánico cerrado. El viejo hablaba, Federico escuchaba, y en sus ojos alguna lágrima amagaba con caer por su cara cuando la lástima por escuchar su pena le resultaba inevitable.
-Tardé mucho en entender que había una tercera opción. –continuó el viejo- más que negar y ser feliz, o aceptar y sufrir. Porque se puede también aceptar y tratar de ser feliz, y es ésta la única manera posible que existe para que uno haga lo que de verdad tiene ganas, y cuando esto sucede, no hay manera de arrepentirse. Entonces siempre se ganará, porque no existe nada más hermoso que ganarle a uno mismo. Descontextualizate de tu tiempo, entendé que todos somos distintos pero en el fondo somos iguales, y aceptá que quien quiera negar entonces que niegue, y quien quiera aceptar que acepte, porque después de todo, no sos quien para decir qué es correcto y qué no lo es. ¿Entendés lo que te digo?
-Sí. Según tu teoría, no hay correctos ni incorrectos. Todo depende de uno mismo, aunque aquello en verdad, relativa, nada signifique. –contestó Federico creyendo sobrevolar lo paranormal.
-¡Bien pibe, eso es una respuesta, carajo!
-Gracias, igualmente, hay algo que sigo sin entender…
-Esperá. –interrumpió el viejo- Ya te vas a enterar. Dejame terminar. Cortate el pelo como te dé la gana, amá a la mujer que quieras amar, y después soltala para amar a otras. Amá a todos, no lo reprimas. Pero dejalos libres, siempre. Es la única manera posible de que a uno mismo le permitan también serlo. Hacé ese viaje que tenés en mente, cambiá. Hacelo, si. Cambiá mucho y todo el tiempo. No hay porqué seguir un patrón, no está mal cambiar. Desprendete de todo, regalá lo que ya no uses, aprendé a ser feliz con poco. No pases un solo día de tu vida sin preguntarte las cosas, cuestionate todo el tiempo sin amargarte por las respuestas. Buscá lo que no tengas y quieras tener, pero convencete de en verdad quererlo, aunque después ya no te interese, ¡¿Qué importa?! Aprendé cuanto antes que nada es tuyo y que todo compartido es mejor. Escuchá a quienes vos quieras, pero preguntate siempre si vale la pena escucharlo, y entendé, por sobre todo, que absolutamente todo es relativo a quien lo dice. No existen las verdades, pero sí existen las posibilidades, y sólo escuchando las vas a conocer. Divertite como imbécil, y no te quedes quieto. No creas ni siquiera en lo que yo mismo te estoy diciendo, aunque estoy seguro de que en mí creerás por el resto de tu vida. ¿No es cierto?
-Podés apostar a que sí, pero insisto, no entiendo porque es que me estás diciendo todo esto a mí.
-Porque soy vos, o vos sos yo, como elijas.
Federico lo sabía, hacía rato se había dado cuenta de que aquel viejo no era más que él mismo, pero necesitaba escucharlo de su propia boca como para poder aceptar algo así.
-Pero existe una razón más fuerte por la cual estoy acá; si mi hipótesis es correcta, y con todo lo que te acabo de decir te influyo para el resto de tu vida, entonces, yo también cambiaré, y dejaré de existir, y mi vida, más bien la tuya, habrá sido feliz. ¿No es acaso este el suicidio más extraordinario de todos los tiempos?


 El viejo desapareció, y Federico, en aquella esquina de Murguiondo y Zequeira, nunca más volvió a ser el mismo.



PÁGINA 16 –  RESEÑA

LUIS SAGASTI
(Bahia Blanca-Buenos Aires-Argentina)

PACTO DE AMOR CARNÍVORO

Autora: Ariana Harwicz
Libro: La débil mental
Fuente: Eterna cadencia

“Es en el orgasmo, en el sexo duro y puro, donde la madre quiere que su hija encuentre una paz que ella nunca pudo conseguir para sí. Y es en la disolución de su hija donde pareciera que la madre pudiera alcanzar también la que le es propia. Cielo e infierno en matrimonio: aun desapareciendo siguen juntas”

Cuando se pulsa la cuerda de una guitarra, apenas rozando con la yema del índice algún traste específico, el séptimo, por ejemplo, se produce un sonido rasposo que se denomina armónico. Ese sonido no es puro ya que al ser así pulsada la cuerda ha emitido dos ondas al mismo tiempo en vez de una. Inalcanzables casi siempre al oído humano, los armónicos, o sea los componentes primarios de un sonido, son tan bellos como incómodos, los habita algo así como un espesor atabacado. Tañer un armónico es encontrar un rumor escondido. Son como esos hilos diminutos que conforman el hilo de coser; cuando se separan unos de otros se encuentra que ninguno de ellos en verdad es el hilo madre. Del mismo modo, ninguno de los armónicos es el sonido fundamental que uno escucha, pese a ser ellos los que generan el timbre característico de un instrumento o de una voz.

Todo esto viene a cuento porque tengo para mí que Ariana Harwicz ha escrito La débil mental como quien pulsa armónicos. La nota fundamental, la voz del texto, es el resultado de una serie de observaciones y reflexiones, de diálogos, voluntarios y no voluntarios, de recuerdos y deseos que se suceden sin pausa para conformar el sonido fundamental de un relato donde el cuidadísimo aspecto formal es el que construye una narración sin argumento o con miles de argumentos, como los hilitos del hilo de coser. La trama resulta ser así un estado de deriva permanente impulsado por el deseo de alcanzar la condición de una amalgama sin mácula.
Miles de sonidos todos juntos para una gran voz que es un haz breve de mucha pulpa, como suena una locomotora, solo que en esta ocasión del famoso efecto dopler ni noticias tenemos. Digo: al ser pura pulsación la trama, lo tramado, no se anuncia a lo lejos con un pitido casi imperceptible que alcanza su cenit ensordecedor para alejarse progresando en su debilidad. Abrimos el libro y ya en la primera página se encuentra la locomotora. No hay ningún crescendo, el lector no entra en calor porque ha caído a un volcán y todo es lava indetenible. No hay efecto dopler, porque estamos todos dentro de un tren que pita en marcha a toda máquina.
El mundo es un vértigo plano, leemos nomás de entrada y creo que deberíamos detenernos en esa última palabra: plano. Que el mundo es vertiginoso lo sabemos desde las primeras líneas de la novela. Si el vértigo fuera descendente, la misma gravedad de los hechos arrastraría las voces del texto en un remolino que todo disuelve (algo que puede leerse, creo, enEl desbarrancadero de Fernando Vallejo); o bien desarmaría toda voluntad al punto que el lector solo sería testigo de una caída irremediable. Si en cambio el vértigo fuera ascendente aguardaríamos una redención, la superación de una etapa anterior que se abandona tan rápido como se la ha enunciado. Pero no, al postular que el vértigo es plano, horizontal, se afirma que hay una rabiosa voluntad que empuja a los hechos, y es esa fuerza la que los acomoda tal cual se presentan a la conciencia; no se trata de un fluir descontrolado (no es esa la técnica propuesta) sino el de un monólogo interrumpido por diálogos lapidarios a la vez que casi oníricos. Una maravillosa tensión entre la contundencia y la opacidad que no intenta buscar ninguna explicación sobre nada. Por eso la hija, uno de los dos personajes del texto, dice sentirse como un “escarabajo dando vueltas que tiene pulsiones fugaces”.
Entonces lo que hay es una debilidad mental en el sentido de imposibilidad de constituirse como cosa separada. Después de todo, la palabra razón y la palabra ración significan lo mismo. Precisamente, la debilidad de la mente consiste en que al no razonar no horada, no separa para distinguir, sino que persiste en un estado de indiferenciación. “Creo que no pensé realmente en nada en toda mi vida”, leemos. Una sed de absoluto es lo que la madre quiere para su hija. Yo te anticrié, dice o, lo que es lo mismo: te crié para que no seas sino en el otro y es el deseo sexual la llave que abre la puerta de la debilidad mental. Esta educación sentimental es permanentemente recordada: “te llenas de imágenes que son una porquería para tu salud” puede decir una madre que aplaude cuando su hija se masturba de miedo. Pero también saben ambas que la cancelación de deseo las vuelve una ya que, dice la hija, “todo es humo sin ella”
Ese estado de absoluto que añora no es sino la conciliación de los opuestos: Enamorarse, leemos, es el diluvio con un refugio electrificado.
Dicen que cuando uno va a morir pasa la vida en un segundo, como si en el racconto final encontráramos en qué clave se ha compuesto la partitura de nuestra existencia. Así, en esta velocidad de vértigo, pareciera que pasan las imágenes o las sensaciones ciegas antes de alcanzar la disolución del orgasmo.
¿Qué es lo que muere en esa deriva? Pues en ese sentido La débil mentalpareciera que buscara, forzara una disolución pero aquella que anida cuando el deseo se cancela. Ingenuidad de creer que por repetir los efectos se construyen las causas. El texto se plantea como un conjuro, entonces, una suerte de palabras mágicas que hagan desaparecer aquello que nos mantiene separado de las cosas. Buscar, insisto, la nota fundamental a partir de esos armónicos: la madre y la hija son, entonces, un todo- “No ves que somos una sola gota de agua”, dice la madre- un todo que es un estado de deriva, de deseo permanente. Como si la hija hubiera sido iniciada sexualmente para construir un mecanismo de huida del presente para alcanzar, paradójicamente, un presente mayor: la huida del ego, desvanecerse, parar de hablarse por dentro; ser, leemos: “una imposible horrible maravillosa noche.”
Es en el orgasmo, en el sexo duro y puro, donde la madre quiere que su hija encuentre una paz que ella nunca pudo conseguir para sí. Y es en la disolución de su hija donde pareciera que la madre pudiera alcanzar también la que le es propia. Cielo e infierno en matrimonio: aun desapareciendo siguen juntas.
A fin de cuentas un pacto de amor carnívoro donde el sexo se erige como un dispositivo reparador, o sea el que permite retornar a un estado de salvajismo redentor. La huida perpetua parece ser, entonces, una suerte de camino de regreso de dos personas que no pueden adaptarse a nada, que no saben trabajar, que no generan renta, que no pueden pagar renta alguna. Harwicz encuentra en la técnica del monólogo interior la herramienta precisa para acercarse a lo que rehúye del silogismo, a lo que desborda por naturaleza o a la naturaleza del desborde: entonces así, devienen esos maravillosos hilitos armónicos como chispazos eléctricos, observaciones precisas en medio del caos:
“La sala de espera es calurosa, los nenes comen caramelos de pera y tienen asma.”
“¿Por qué mejor no te concentras en la niña alegre y tontilla que eras antes de conocerlo armando hospitales para hormigas agonizantes?”
“Cruzo la cocina donde nos consolamos, ahí fue que murió la abuela aplastada.”
“¿Y si la casa ya no existe y hay un barranco y zorros bebiendo?”
O sea, observaciones propias de niños o de quienes, vuelvo, no consiguen bien del todo horadar lo real para separarlo de la imaginación pura y del deseo.
Para tocar un armónico en la guitarra hay que apoyar muy suave el índice en el traste, se trata de un movimiento sutil que sin embargo puede desatar la furia del mejor rock de las islas, el que se toca con las tripas. Un recital de The Who es La débil mental: a partir de un cuidado muy delicado de las formas y el estilo, ya templado en su inquietante novela anterior, Matate, amor, Ariana Harwicz escribe como si lo hiciera por última vez, a la manera de Pete Townsend, que sentía que debía acabar con todo aquello que le sirvió para expresarse. “Que explote todo, destruirlo todo, dice mi madre, y todavía quiere más.”





PÁGINA 17 – CUENTO

PATRICIA FIGURA
(Santa Fe-Santa Fe-Argentina)

UNA HISTORIA DE OTROS TIEMPOS.

No existían  los medios de comunicación de hoy, eso es seguro.
Las noticias volaban más por chimentos que por otro modo más convencional.
Contaban  con mensajeros… hermanitos menores o vecinitos, a menudo usados por los novios y amantes de la época, encargados de entregar una nota, esquela, carta cuidadosamente cerrada y en absoluto secreto.
Eran contadas con las manos las adolescentes que continuaban sus estudios después de la escuela reglamentaria, ella era una y las rejas de los  fondos del esa hermosa y respetable escuela para señoritas contaba con secretos dignos de plasmarse en pluma, papel o como en este caso, en arte virtual.
Los diecisiete la encontraron en el corazón de una familia de clase media, que se daba sus gustos, tenía algunos privilegios…un coche para pasear los fines de semana, una habitación amplia que compartía sólo con una hermana, un sábado al mes estrenaba vestido nuevo hecho por las manos mágicas de su madre y con las excelentes telas de la sedería donde era contable su padre.
La menor de tres hermanas y mayor a los dos hermanitos que la seguían con poca diferencia de edad, estaba acostumbrada a confiar a su madre los secretos que atribulaban su alma.
Eran compañeras, hábiles las dos con las agujas, bordaba que era la envidia de cualquier encaje francés, y su voz dulce erra la preferida en el coro de la iglesia los domingos, donde toda la familia acudía puntualmente y colaboraba fervientemente dejando el diezmo para purgar cualquier culpa que se haya traspapelado de rodillas al confesionario.
La sala de costura de la casa familiar, era la primer habitación que daba a la galería, el gigantesco costurero de pie, hecho con mimbre y que guardaba tantos tesoros como un cofre, era el mudo oyente que las acompañaba cada tarde en el descanso, donde ambas zurcían, remendaban y también confeccionaban las prendas que lucirían orgullosos los demás miembros de la familia.
Las hermanas se unían ocasionalmente a la hora del radioteatro, pero la más grande, pronta ya a casarse estaba muy embarullada con los preparativos y las visitas que hacía su novio a la salida de la tienda donde trabajaba de dependienta y la del medio vivía más dentro de su mundo que en el real.
En cuanto a los varones, se debatían en comenzar con los pantalones largos y todavía treparse en los altos árboles del fondo, cazando pajaritos o espiando a los vecinos….pronto comenzarían como cadetes temporales en la sedería.
Los años pasaron de manera tranquila y apacible, era un hogar tranquilo, seguro, donde la batuta era manejada por el padre para los permisos en general y por la madre que hacía de filtro para elegir y  las cuestiones que se presentarían al jefe de la familia.
A los veinte, daba clases particulares de idioma durante la mañana, había egresado con honores su hermana mayor se había casado, los varones estudiaban y trabajaban, la del medio cuando lograba sacar la nariz de las novelas que devoraba incansablemente y se conectaba con el mundo, lograba exasperar tanto a su madre como a su padre porque no tenía ni remota idea de lo que haría con su vida.
El padre acostumbraba a leer las noticias después de la cena, por lo general entregaba las páginas de sociales luego de repasarlas ligeramente, al grupo femenino del hogar, que se divertía comentando enlaces, participaciones, tés a beneficios, bailes de carnaval, sorteos y también copiaban algún modelo lucido por alguna señora de la alta sociedad local.
Y a los veintitrés se enamoró perdidamente.
Confió a su madre ese sentimiento que parecía desbordarla.
Había bailado con él en el club varias veces por eso, no fue necesario describirlo, su madre lo tenía bien visto….algo en él no le cerraba.
Demasiado obsequioso, muy atento y a la vez…escurridizo.
Llegaba siempre tarde, casi promediando la medianoche.
Eso significaba que era sastre, músico, o bien….tenía compromiso y acudía después de la cita con quién fuera su novia.
A ella le brillaban los ojos buscándolo en la pista de baile….imploraba a su mamá que la llevase cada sábado, lo cual era impensable para una señorita de bien, se acordó que irían dos veces al mes luego de que sus hermanos y padres hubiesen cenado, el más grande las acercaba en coche junto a la vecina y sus dos hijas.
Y alguna que otra vez se quedaba él también a disfrutar de la orquesta típica.
El joven, apuesto como pocos, caballero, no era un dandy, pero había poca diferencia, hablaba con corrección, fumaba con estilo, bailaba como si hubiese nacido para eso y cuando la tenía en sus brazos los ojos de él parecían quemarla viva.
Tanto imploró a su madre que lo conociera, que lo presentaran al padre, puesto que de otra manera no podría recibirlo ni salir a pasear con él, que la madre cuidadosamente fue preparando el terreno y el día tan esperado llegó al fin.
Él se presentó con flores para la madre, tabaco para el padre y masas de la mejor confitería para acompañar el café.
El apellido del joven sonó familiar al padre.
No dejó muy en claro a qué se dedicaba, algo referido al comercio, pero no fue muy específico, solicitó permiso para frecuentar a la señorita, y se excusó a la media hora con un compromiso impostergable.
En el zaguán de la casa quiso despedirse como novio, no como un visitante, ella moría por un beso real, el que soñaba, el que su hermana relataba embobada con sus novelas rosa, ese de los radioteatros….fue arcilla entre sus labios y ni que hablar entre sus manos.
No lograba volver a la realidad.
Quedó convenido que el padre daría su asentimiento o no al cabo de una semana.
Ellos se encontraron a escondidas un par de veces, cuando ella fue a comprar libros para sus alumnos, metros de cinta a la mercería del centro, eran encuentros furtivos y en cada ocasión los besos de él, los susurros, las manos que ceñían su cintura la dejaban a kilómetros del suelo.
No se reconocía….no era ella, tan pacífica, ecuánime, pensante….jamás había ocultado nada a su madre….pero prefería mantener estos encuentros en silencio hasta que el padre diera su aprobación.
En el tranvía el trayecto se le hacía breve, rememorando una y otra vez esos besos, más de una vez seguía de largo en su parada, su madre la encontró con la mirada perdida y la costura en el regazo….”te estás pareciendo a tu hermana…pero lo de ella es inofensivo…jamás un hombre se va a parecer al de una novela”.
“El  si mamá” respondía ella.
Una noche el padre llegó de trabajar, diciendo que ya había encontrado de donde le sonaba el apellido y era de una gran compra que se había hecho en la sedería.
Metros y metros de organdí, seda, encaje y raso, no todo a su nombre pero había trajes encargados para el caballero tambièn.
Eso solo podía significar una cosa: Boda.
Por supuesto que ella lloró y lo defendió de semejante ultraje, podía ser una hermana, una prima, un pariente, los apellidos no eran exclusivos de una sola persona ¿no?.
El padre no dio su consentimiento.
Quería investigar un poco más.
El hermano menor les hacía de mensajero por medio de su bicicleta, ella le rogó que fuera sin demora a entregarle una carta donde expresaba lo comentado por su padre, sus suposiciones y el dolor que ella sentía en el alma.
Respondió con una escandalizada negativa y la propuesta de organizar una huída juntos si su padre no daba el consentimiento, él la amaba, no estaba dispuesto a esperar…se encontrarían cada martes y viernes en el paseo del boulevard, en las calles cercanas al centro, ya buscaría él un lugar donde vivir juntos y casarse a escondidas, para que su padre ya no pudiera impedirlo.
Fue preparando su ajuar, bordando, toallas, manteles, servilletas…. Era todo tan hermoso y delicado….digno de una princesa, se imaginaba usando aquellos tesoros con su amor, yaciendo bajo las sábanas blancas con las iniciales de ambos entrelazadas en un perfecto calado.
Confió a su madre el secreto… la miró con ojos tristes, no podía impedirlo, pero no agoraba nada bueno.
En uno de esos encuentros su amado de ojos intensos y palabras que quemaban en el vientre, le mostró el lugar donde vivirían, había hablado con un juez, puso fecha para la fuga y posterior casamiento, un amigo los ayudaría, la esperaría a ella el lunes siguiente, en un coche de alquiler a media tarde, mientras su padre estuviera trabajando.
En esa habitación de una respetable pensión dirigida por un matrimonio de mediana edad, él la convirtió en mujer…SU mujer…ella no se negó a la prueba más irrefutable de su amor, al fin y al cabo él estaba moviendo cielo y tierra para sortear los obstáculos que su propia familia ponía a su felicidad…. después de la semana siguiente, vendría un período de enojo por parte de su padre, pero al verla tan plena y feliz, todo cambiaría para bien, y él la presentaría a su gente como su esposa.
Volvieron a su nido de amor una y otra vez durante esos días…. ella planeaba mentalmente algunos cambios para hacerlo más hogar, más íntimo….le dolía el alma de amor al ver que él había alquilado ese lugar, contando con una buena casa y familia donde vivir.
El viernes acordaron no verse hasta que el lunes ella saliera de la casa con sus cosas.
Así dispondría de más tiempo para estar con su afligida madre y preparar todo cuidadosamente envuelto en papeles de seda azul y hojas de violetas disecadas.
El domingo, al atardecer, mientras el padre leía el periódico en el patio y ellas escuchaban la radio, les llamó la atención un golpe seco contra el diario y el padre que jamás levantaba la voz exclamaba casi a los gritos..” tenía razón!!!!! Tenía razón de no dar mi consentimiento a ese mequetrefe”.
Ambas lo miraron sin entender…sin querer comprender.
“Anoche contrajeron enlace en la Catedral Metropolitana, la señorita fulana de tal, miembro de la más rancia sociedad no solo local sino de linaje que se remonta a la época de la colonización, con el señor…..”…. citó el padre en tono triunfante mientras les pasaba la foto y epígrafe donde el amado que al otro día debía convertirla en la mujer más feliz del mundo, posaba sonriente y feliz para la foto junto a una jovencísima novia que lo miraba arrobada.
La madre la abrazó con fuerza, la apretó muy fuerte contra su pecho.
Nunca supo en qué momento volvió en sí, cuándo dejó de mirar esa foto que la ahogaba, si transcurrieron horas o días hasta que dejó de murmurar “tiene que ser un error”….perdió fuerzas, peso, a su padre no le contaron toda la verdad, porque lo buscaría hasta poder matarlo trayendo una nueva desgracia a la familia.
Los hermanos juraron vengarse.
Cuando logró mantenerse en pie, fue a la pensión, habló con la encargada que le dijo que él vivía ahí desde hacía no mucho, no le conocía familia ni amigos, al parecer había puesto “en apuros” a una joven de alcurnia y se arregló una boda no muy apresurada en realidad porque se radicarían en el exterior, la familia tenía negocios afuera y él iría de encargado, había saldado lo que se debía del cuarto y retirado sus pocas cosas…no, no sabía más nada….lo lamentaba.
Lloró mucho y durante muchísimo tiempo.
Ya no era el cascabel de la casa, la voz fervorosa de la iglesia, sus alumnos comenzaron a escasear, ella estaba siempre dispersa, se negaba a bordar absolutamente…ni siquiera ayudaba a remendar las prendas familiares.
Algún día se encontrarían frente a frente….ese dolor no iba a quedar encerrado para siempre envenenando su alma.


Pero eso sucedería en otro tiempo….lejano, muy lejano.



PÁGINA 18 – POESÍA AMERICANA

MARGARITA MUÑOZ
(Chihuahua-México)

27 DE FEBRERO

Hoy dormiré contigo. Pondré tus libros debajo de mi almohada y soñaré cada letra, cada palabra, cada verso, desgarrándome de ausencia. Decías que había que festejar la vida y caminar por el sendero de la iluminación.  En esta sombría mañana de domingo te levantaste al alba  para conectarte al universo ¿en qué momento transmutaste  luz por oscuridad?   Quiero abrazarte una vez más y solo encuentro un camino oscuro sembrado de misterios. Nada hay más amargo que la duda.

EMILIA MARCANO QUIJADA
(Ciudad Ojeda-Zulia-Venezuela)

Hay una fila de marines, una trinchera
de sexo barato y pipa cara 
en las calles, 
en las aceras, 
en los cuerpos cavernosos,
en el fondo de las uñas.
Hay un bombardeo 
en la pistola del jíbaro pidiendo su plata, 
en el miedo del cliente pidiendo su droga
en la voz del policía pidiendo su parte. 
Hay guerra desde hace milenios, 
hay muerte en calles, 
casas y avenidas,
todas las putas y cadáveres lo saben.
¿Qué no se dieron cuenta?
¿Que no vieron? 

MARIANELA PUEBLA
(Valparaíso-Chile)

AÑÍHUE

El tiempo se ha detenido en Añíhue, sin hora ni calendario.
Una ráfaga solitaria y escondida se asoma por entre
parajes vírgenes a juguetear con  los zorzales.
Tierras devotas a la soledad y  fantasía
saludan a ballenas jorobadas, azules
y amistosos delfines australes
que merodean  los mares de Añíhue.

Añíhue, isla mágica, perdida y encontrada
en el sur del mundo.
Unida al archipiélago de Chiloé,
junto a siete jóvenes islotes.
La naturaleza salvaje, dueña de insospechados lugares
atrae con su encanto, misterio y aislamiento
a investigar su biodiversidad.

Más allá una  inmaculada bahía rodeada de fiordos,
fascinante  flora y fauna.
Concierto de  pájaros envuelve el ambiente
con sus peculiares cantos,
llamados al dios del wenu-mapu,
señores del cielo y de la tierra.

Añíhue, aún se mantiene intocada,
rehúsa exponer su belleza escondida a cualquiera,
tiene recelo a la profanación de sus tierras,
se guarda del humano haciendo
casi inaccesible su ubicación.
Doncella del mar, desconocida, rodeada de caracolas,
ensenadas y bahías.
Bosques vírgenes, montañas, aves, pájaros carpinteros
entonan la melodía infinita de la soledad.

Ahí estás, en la desembocadura del río Palena,
custodiada por delfines australes
y hermosas ballenas, esperando que el tiempo
se quede por siempre  habitando tus parajes.

FRANK PEREIRA HENNESSEY
(Barranquilla-Colombia)

FRONTERAS DEL TIEMPO

Hay ventanas
que huyen de la tarde,
tardes que descienden al olvido.
Hay sucesos
para despertar los días
sobre mi piel,
y negar
las fronteras del tiempo.

ROSSANA AICARDI CAPRIO
(Pando-Canelones-Uruguay)

VUELAN LIBRES

Cuando la noche cae
y el silencio se pronuncia
en el espejo apareces
y exorcizando miedos
te acercas
mientras los límites mueren
y mi rubor se transforma.
Las manos como aves
vuelan libres
en los cuerpos enredados
 transpirados
y casi sin darnos cuenta
el amanecer
nos vuelve a dar


su  bendición.


PÁGINA 19 – ENSAYO

ENRIQUE VILA-MATAS
(Barcelona-España)

UNAS PALABRAS SOBRE LA CRÍTICA

A Gonzalo Sobejano, con mi admiración

La crítica tiene muchas veces un carácter represor, policial. Pero ¿es malo esto? No me lo parece. A los literatos abiertos a lo que proponen críticos que pueden llegar a ser hasta sus adversarios (no hay muchos de esos literatos), la crítica policial les puede  hasta ayudar a estar alerta y buscar nuevas formas para decir lo que desean decir, del mismo modo que el trabajo de la policía ha obligado a los delincuentes a evolucionar y a ensayar formas más inteligentes de crimen. La represión crítico-policial ha empujado a los verdaderos escritores a aguzar y elevar su ingenio. Sólo ya por eso, la crítica literaria me parecería imprescindible. Pero es que, además, es necesaria más que nunca  en tiempos como los de ahora, cuando hay tanta confusión entre lo valioso (quiero recordar que lo valioso no pertenece a una sola tendencia literaria o a una ideología única y que puede hallarse en los más distintos callejones) y lo que es tan sólo repetición de lo ya hecho o bien –la mayoría de las cosas- pura bazofia industrial. 

Me gustan los críticos –generalmente son escritores poco críticos- que saben hallar en los libros no precisamente muy buenos aciertos parciales que abren caminos inesperados para la creación. Son críticos obviamente ligados a la creación. 

Pero me gustan también los críticos que saben hablar de los buenos libros en el momento en que éstos se publican, no después –cincuenta años después, por ejemplo- cuando es más fácil. Son críticos inteligentes, y tan humildes como al mismo tiempo sabios: críticos que saben comunicar a sus lectores lo que han leído: dan información sobre el tema y el argumento y explican en qué tradición se inserta el libro que comentan y si éste ha logrado lo que puede intuirse que se proponía, e incluso se aventuran a decir si perdurará en el tiempo, por mucho que sepamos que a la larga nada perdura.



PÁGINA 20 – CUENTO

VÍCTOR A. BUENO
(La Victoria-Aragua-Venezuela)

MI GATA YA NO ES

El quinto emperador de la dinastía de los T’Zuhn del país de C´zhan antes del período de los estados guerreros pasó a la historia como un amante de la poesía, arte que no cultivó personalmente debido a su alta investidura, noble origen y a sus agobiantes ocupaciones para el buen funcionamiento del imperio. Sin embargo acostumbrar dar ideas acerca de los temas y corregir algunos de los poemas de sus poetas favoritos. Fue un gran mecenas no solo para la poesía sino para casi todas las artes. Se deben a él muchos festivales además del de la flor del melocotón, que es el más conocido.
Una luna especialmente bella, una victoria o una derrota en el arte de la guerra le hacían sentir la necesidad de reflejarlas en el irreal mundo del arte, porque es más duradero en la memoria de la gente que el mundo real. Así que cuando murió su gata favorita convocó a muchos artistas para que la  hicieran perdurar en la memoria de su pueblo.
Ninguna de las canciones, pinturas, obras de teatro, esculturas, danzas, sacrificios de prisioneros y textos, que seguramente compitieron duro por el agrado del emperador, ha sobrevivido hasta nuestros tiempos; pero sospecho que algo influyeron para que abunden tanto los gatos realengos en la capital  del país de los C´zhan.
Gatiuska Micifuza Bueno -Nunca sabré su nombre verdadero- venía a mí cuando gritaba “miso” varias veces por la ventana de la cocina hacia los tejados de las casa vecinas, preocupado porque no hubiera entrado conmigo a la casa al regreso de mis días de trabajo. Tampoco sabré nunca que otras casas habitaba, ni que cosas hacía durante el día o en mis ausencias durante algunos fines de semana. Me acostumbré a pensar en ella como “mi” gata, aunque sé que era tan libre que no era ni de ella.
Teníamos un acuerdo tácito, ella y yo salíamos a cazar de día y de noche cenábamos juntos, nunca olvidaré los pedazos de iguana y de pájaros que me puso orgullosa y cariñosamente a los pies, aunque en esos momentos los desprecié.  La mayoría de las veces yo tuve más suerte y cenamos juntos muchas latas de sardinas, aunque ambos preferimos el pollo frito, que también comemos muchas veces. Siempre me duele escribir en tiempo pretérito de quienes quiero L
En Abril del 2013, cuando me mudé a la planta alta de la casa que vivía de mi madre, la encontré; ya Miso estaba acostumbrada a dormir en la que sería mi cama y después de varias peleas acordamos que el sillón era la cama de ella, aunque nunca le gustó mucho y siempre aprovechó cualquier descuido mío para volver a su cama.
Hay algo de derrota en la muerte de un ser querido, anoche la oí llamar a sus hijos, y me alegré porque pensé que había cazado algo o les iba a contar algo importante. Llevaba más de una semana portándose extraño; dejó de venir dos días a cenar, estaba barrigona, no quiso comer una noche que la encontré debajo del sillón y otra noche solo tomó agua. Ya estaba acostumbrado a esos cambios porque luego ella llegaba con una camada nueva de gaticos que me mostraba de uno en uno.
Hoy en la mañana la encontré muerta, estaba echada de lado en el suelo, tenía los orificios de la nariz tapados con secos mocos blancos y un charquito sanguinolento a lado de la cabeza. Creo que fue una muerte difícil. Me siento derrotado, creo que pude haberla ayudado en algo. Pudieron haberla envenenado. Nuestros caminos se juntaron pero nuestras ocupaciones nos tuvieron aislados, creo deberíamos haber intimado más.
Ella, que tenía una flexibilidad casi líquida, estaba rígida. Ella, que era peluda y tibia, estaba fría. Ella, que tan meticulosamente se aseaba, tenía sus sensibles bigotes sucios, sus antenas, sus radares ensangrentados y no con sangre de ratón o de pájaro.
La sobreviven solo dos gatos grises, de dos camadas de cuatro, ya me estoy acostumbrando a botar al basurero gatos muertos. Algunas veces creo que si este mundo fuera tan eficiente para producir riqueza como es para matar gatos, todos seríamos millonarios.
Mi gatica vivió su vida con una sencillez apabullantemente y pedagógicamente biológica, creo que amó, aunque con los gatos nunca se sabe. De lo que sí puedo dar fe es que fue una excelente madre al extremo de dejar de comer ella para dárselo a sus hijos.
Volviendo al tema del emperador poeta, ahora que boté el cadáver de mi gata al basurero, lo único que se me ocurrió hacer fue escribir esto, que trata de hacer perdurar en el inmaterial mundo de las ideas la búsqueda del objetivo de la vida.
Yo, que hoy antes de levantarme de la cama vi en facebook un video de Borges afirmando que no recordaba haberse leído un libro completo, que quería morir enteramente y tratando de justificar el uso de Dios como recurso literario.
Yo, que me leí  casi completo “El Gen Egoísta” de Richard Dawkins, y algunos capítulos de “El Origen de las Especies” de Charles Darwin.
Yo, que he releído a algunos maestros taoístas.
Yo, que tengo hijos que hace tiempo que no veo y varios libros inéditos.
Yo, que vi a mi madre subida en una escalera dirigiendo a los obreros que construían la casa que ahora habito yo.
Yo, que no creo en Dios, pero le doy gracias por tener a quien contarle que se murió mi gata.
Yo, que creo entender que hay un motivo biológico en nuestra conducta.
Yo, que sé que es mala educación decir Yo.
En fin, Yo me he propuesto escribir un texto que hable del papel de los gatos en el equilibrio del mundo, de lo importante que son los gatos para el buen funcionamiento de cualquier imperio. De cómo la luna, los tejados y los gatos interactúan, y acerca de que va a pasar la próxima vez que haya un eclipse solar y no haya gatos que salgan a fornicar.


Pero como sé que no voy a poder, se lo mando a una amiga para que lo publique en su revista y lo voy a regar por toda la web para ver si encontramos gente que también lo intente y juntos derrotamos a la muerte, o morimos en el intento escribiendo.



PÁGINA 21 – CUENTOS BREVES

JORGE M. TAVERNA IRIGOYEN
(Santa Fe-Argentina)

EVASIONES Y ALCOHOLES

Va con frecuencia al puente del Viento y de la Lluvia. Es de madera y lo construyeron sin un solo clavo, tres generaciones. Su abuelo y su padre estuvieron allí. Él va a pensarlos, en los crepúsculos. Alguna vez ha oído la voz de uno de ellos, sin distinguirlo. Él toca la madera como si tocara otra mano. Y es ahí cuando oye ese lamento. Su mujer lo tranquiliza: es el puente del Viento y de la Lluvia, por eso oyes lo que oyes.



Como Verlaine, es adicto al ajenjo. No escribe poemas, pero viaja mucho con la mente y a veces le resulta difícil el retorno. Los otros días, no más, sintió que a la quinta copa se subía a un espacio desconocido. No había ni una sola nube para agarrarse. Y sin embargo, la luz lo enceguecía. Después, sólo después, se dio cuenta que había trepado al arcoiris.



No reniega de su condición de matemático, si bien sus evasiones están siempre llenas de hipotenusas.



La verdad está en el vino, ya lo decían los romanos. Y en el vino se reencuentra y es capaz de alcanzar latitudes. Su mujer quiere convencerlo que con las copas sólo logrará fracturarse el alma. Pero él, sabio en los intervalos, advierte que en cada botella está encerrado el genio de la felicidad. Se llama como él, una vez que la botella está vacía y lo tiene dentro…





Nunca pasó de la condición de extra, Calígula Sánchez. Si bien siempre trata de estar cerca de los directores, que lo vean, alguna vez tímidamente que lo oigan, no pasa nada con él. Generalmente lo tienen para las comparsas, pocas solo frente a la cámara. Le aconsejan que vea a algún productor, por si arriba a una prueba. Pero no. Lo que sí dos veces, cuando el estudio apagaba las luces, se sentó en la silla del director.



PÁGINA 22 – POESÍA AMERICANA

ASTRID SOFÍA PEDRAZA DE LA HOZ
(Puerto Colombia-Colombia)

MEDITACIONES

 No voy a llorar cuando me visite
El vacío infinito de la nada.
Allí he de refugiarme, extasiada
En su silencio.
Lloraré, cuando las emociones
Visiten mis recuerdos.
Y se reencuentren con tus pisadas
En mi memoria.
Esas mismas que aprovecharon
La ausencia de tu amor;
Para invadirme de pesares,
Esas mismas  que estrujaron mi alma.

ARABELLA SALAVERRY
(San José-Costa Rica)

VIOLENTA PIEL

No adivino no descubro
no sé si me derramo en dolor
o me derramo en gozo

No me contengo
vivo entre rasgaduras
lanzas y corona de espinas
irredenta violenta piel violento silencio

No me contengo
pájaro sin alas emplumado lagarto
herido animal oquedad inconclusa
desecho de desastre
violenta piel

Así me vivo
muriendo desde la vida
cotidianas muertes
y en ajena presencia de la mía

ALEJANDRA ZARHI GARCÍA
(Santiago-Chile)

EN EL ESPEJO

Por fin, ya me voy; estoy muy sola,
rodeada de lujos y guardianes,
que custodian las rarezas que posee su amo.
Todo silencio, color y frío,
como una selva de cemento.
Un piano con cola,
provocando en el medio de la nada.
Entre blancas sabanas,
apoyo los pensamientos,
como en algodones suaves y cálidos.
Satisfago la eterna sed,
exquisiteces me invaden toda y me resigno.
Mirando mi  imagen,
observo los años de más y el peso.
Arrepentida de la imagen,
recuerdo a mi dueño allá,
tan lejos y me asusta el perderlo
y todo muere en el espejo.

YOLANDA DUQUE VIDAL
(Montreal-Canadá)

MUDEZ 

Aletargados días envuelven las ideas
bajo el caliginoso manto del hastío
Silencio, no el silencio que arrulla, 
sino esta mudez, que corta el respiro
Huyeron los colores detrás del ventanal
Una oscura figura se abre paso 
por la vereda escarchada
El denso humo de las chimeneas,
ondea al viento como agitadas banderas
Como si quisieran despertar
a los pájaros dormidos sobre la fría arboleda
Unos ojos dibujan nubes, mientras desfilan
presurosas, cubriendo el hilo de la tarde
No es el silencio que arrulla, 
es esta mudez, que corta el respiro

(San José-Costa Rica)

CERCANÍA

I

Cerca, tan cerca
poniendo el límite al horizonte,
clavando en él
los mojones numerarios del olvido;
cercana a mis recuerdos.

Aquí, aproximación del viento
que todo lo arrebata...
Tormenta toda que se lleva mis aspas,
mis antenas; mi más pura lascivia
aún te intenta,
te incita a caminos desconocidos,
te excita, te propone
y rueda con la noche
a levantar tu sábana durmiente.

Cercana, cerbatana,
centaura con flechas afrodisíacas,
certera con sus ojos, sus aplomos y nomeolvides.
No vengas mancillando mis fracasos.
Son algo mío, al menos.
Cerca, cércame,
acércate, certera flecha,
desbándame, recíbeme.
(Puertas que no alcanzaron a la noche).




PÁGINA 23 – CUENTO

NECHI DORADO
(Ciudad Autónoma-Buenos Aires-Argentina)

PALMIRA Y LAS REGLAS ORTOGRÁFICAS:

Esta historia sucedió hace muchos años, cuando sobre el cielo de mi tierra,  gordas nubes de plomo,  comenzaron una danza alocada. Cuando la primavera asomó salpicada de sangre de pueblo trabajador y una caterva de caranchos, con insignias doradas en el pecho, afilaba sus garras desgranando pedazos a la historia. El odio de clase, predecesor y sucesor de otros enconos de sinrazones,  irrumpió en la escena nacional pisoteando el derecho al trabajo y a la decisión.
Mi hogar padeció situaciones de espanto, pero jamás hubo permiso para llantos ni demoras, sí  en cambio, se abrió paso a la palabra resistencia alcanzando un sitio de honor en nuestra mesa.
En las interminables noches de ausencia de mi padre, seguramente viendo la tristeza en mis ojos de niña, mamá me enseño que la lucha por los derechos era imprescindible y realmente fui incorporando esa idea. Aprendí que las lágrimas, muchas veces, hay que transformarlas en bronca motora de instancias superadoras, imprescindibles.
Como docente y militante y por si eso  fuera poco, como compañera de un dirigente político-sindical, perdió la posibilidad de acceso a empleo formal, pero supo saltar el obstáculo. Fue entonces, cuando la sala de casa se llenó de banquetas y de niños inquietos que necesitaban apoyo para sus tareas escolares,  la familia que podía pagar lo hacía,  los niños cuyo entorno era muy pobre, tomaban clases igual.
Aprendí en aquellos tiempos qué cosa era la sensibilidad social  y con los años pude ver cómo ingresaba en terapia intensiva.
 Todos los días por la puerta de casa pasaba un señor con un carrito tirado por un caballo marrón con una mancha blanca en la frente, voceando: “botelleeeeroooo, botella, trapo viejo, mueble viejo, diario viejo p’a vender, boootelleeeerooooo”.    En primavera, cuando comenzaba a apretar el calorcito anunciando la inminencia del verano, mamá dejaba la puerta y las ventanas  abiertas para que la brisa se colara; además,  el lugar se convertía en una especie de atalaya desde donde podía observar mis juegos en la calle.
Una tarde, el botellero, detuvo la marcha de su caballo en la puerta de nuestra vivienda. Ahí me enteré que la tracción a sangre en realidad era una yegüita y se llamaba Palmira.
¡Fue tan hermoso ver a Palmira mordisqueando el pastito que crecía bajo el árbol que daba sombra a la casa, que se me ocurrió convidarla con mi chupetín!  Deduje que tendría hambre y era el único paliativo que encontré a mano. O a boca, para hablar correctamente.
Palmira, supuse que agradecida, lamió el dulce y esa fue la primera vez que compartí una golosina con una caballa con manchita en la frente. Una lamida ella, otra yo y ambas nos mirábamos a los ojos estableciendo una comunión sin hostias,  sin genuflexión y sobre todo con desprendimiento absoluto del  sentimiento de culpa. Por suerte mamá se distrajo perdiéndose el espectáculo de la relación recién nacida entre su hija y la yegua. No se si la hubiera apoyado, todo bien con intercambios bípedo-cuadrúpedo,  pero me refiero a eso de los lengüetazos…
 -Cuidámela, pidió el botellero y se paró en la ventana mirando hacia adentro. Mi madre interrumpió su clase y se dirigió hacia donde estaba el hombre.  
-Buenas tardes, compañero, saludó ella. ¿Puedo ayudarlo en algo?
(¡Claro, eran tiempos en los que para alguna gente un trabajador no representaba un peligro inminente sino  que era parte de una unidad clasista!)
-Perdone, señora, pero ¿sabe? Yo dejé la escuela en segundo grado, después hubo que salir a ganarse la vida para ayudar en casa. Cuando veo chicos estudiando me da un nudito aquí, agregó tocándose la panza.
-¡Pero yo podría dictarle clases! Puede venir mañana mismo, coordinemos un horario y tiene las puertas abiertas, respondió mi madre. Ni piense en tener que abonar nada, usted debe terminar su ciclo y  lo ayudaré con mucho gusto, agregó mamá enfáticamente.
-Gracias señora, pero es tarde ya, respondió, no tengo tiempo. Solo quería contarle que me gusta mucho la poesía, escribí algunas y si usted quiere se las dejo y me da  su opinión. Eso sí, por favor que nadie las vea, porque yo   tengo muchas faltas. Una vez se las mostré a una mujer muy preparada y  me dijo que eso no era poesía, que había reglas para ser poeta y sobre todo debía no tener errores. Seguro que tenía razón, por eso dejé de hacerlas, pero guardé algunas y por ahí a usted le sirvan y se las pueda leer a los chicos, pero que no las lean ellos, casi rogó.
El botellero dejó un pilón de hojas amarillentas  en manos de mi madre, saludó con la misma cortesía con la que se presentó y acarició mi cabecita antes de subir al carro y llevarse a Palmira, que a la vez se llevó mi chupetín, lo que no me causó ninguna gracia.
-¡Yegua maleducada! dije tirando la piedra de la rayuela contra las huellas que dejaba el carro que se alejaba. (Hoy toda huella que veo me sabe a chupetín)
Cuando terminó la clase, los chicos comenzaron a burlarse y con sobrados motivos:
-¡La yegua te robó el chipetí-iiiin, la yegua es más viva que vo-ooosss,  cantaban con la espontaneidad maravillosa que las criaturas tienen y van dejando por los caminos de la vida a medida que se va madurando! ¿Madurando? Bueno, así dicen. ¡Qué se yo!
Entré a casa mascando bronca, indignación y amasando las ganas de tirarle piedrazos al día siguiente, cuando Palmira pasara por la calle como todos los días. Y cuando volvieran los chicos…
De pronto vi a mamá secarse lágrimas que se deslizaban por sus mejillas suavecitas como el algodón.
-¿Por qué llorás tía? Preguntó Griselda, (Pochita) mi prima que era seis años mayor que yo y con la que mami hablaba de mujer a mujer, aumentando mi bronca. En ese momento encontré una nueva víctima para la venganza del día siguiente: ¡Pochigriselda, a vos también te voy a hacer algo! pensé aunque no lo dije en voz alta.
-Leé Pochita, fíjate como siente este hombre, invitó mamá.
-¡Ay tía!, respondió mi prima pasando sus ojos sobre el papel ajado, me gusta pero tiene muchas faltas de ortografía, escribió hacer sin hache y ver con b larga.
Mami acarició la cabeza de Pochi, la abrazó como siempre hacía pese a mis celos infantiles que se descargaban en mis dientecitos que a la vez mordían mi lengua, antes de explicar:
-Pochita, cuando pase el carrito pensá que allí va un poeta innato. Un hombre que no tuvo la posibilidad de acceso a la cultura. Hay montones como él  y son los eternos invisibilizados en un mundo donde las reglas las imponen entre palabras difíciles.
-Este hombre hace hablar su alma y eso debemos sentir, siguió diciendo mi madre. Son latidos los suyos y como tales,  lo celebro e incentivo más allá de reglas ortográficas, agregó.
-¿Pero es poesía eso? Preguntó mi prima.
-Para mí sí, respondió mamá, pero  no soy  ni quisiera ser  crítica literaria. Apenas llego a preguntarme si acaso no sirve la poesía cuando nace  en la mesa sin pan, en la mesa sin vino del obrero. Este hombre, como tantos, habla con la simpleza del que no recorrió páginas porque no pudo, ¿pero, quién puede desvalorizar lo que siente? ¿Un verdadero artista? ¡Para mí, no. De ningún modo!
-Hay gente que erige monumentos a la cultura aún con ausencia absoluta de herramientas literarias. Gente que es capaz de negarle un tiempo al descanso,  luego de durísimas jornadas que encallecen sus manos y llenan el cuerpo de sudor rancio. Gente que termina siendo arrojada como paria por los senderos de la vida selectiva que sacraliza intelectos descalificando esfuerzos, completó su idea mamá, aunque yo no entendía nada, menos con chupetín arrebatado…
Griselda y yo recordamos la historia muchas veces cuando mami ya no estuvo físicamente, porque a un médico irresponsable se le ocurrió escribir la peor “poesía” al dolor, nacida de un  error imperdonable.
Aprendí aquel día de hace tanto, que bien puede la poesía crecer sobre huellas de barro congelado, o sobre terrones de polvo transpirados  aunque termine dando vueltas carnero en algún cajón inexplorado… Aprendí que el desconocimiento de las reglas ortográficas no es obstáculo facilitador de  que el corazón quede encriptado.


Como te dije antes, esta tarde recuerdo y de paso confieso,  también acabo de perdonar para siempre a Palmira.


PÁGINA 24 – POESIA AMERICANA 

ANTONIO PRECIADO BEDOYA
(Esmeraldas-Ecuador)

HALLAZGO

Hoy saqué de la arena
un hueso que me ha pertenecido,
porque tiene una señal de sangre
idéntica a mí mismo,
y el horrible dolor que me he palpado
en este mismo sitio.
Además,
es del mismo metal
que en una uña de mamá he sorprendido.
Pues bien,
me haré una flauta, .
compondré una canción a mi asesino,
y la saldré a tocar todas las lunas


a lo largo de todos los caminos.

ALEJANDRO DELGADO
(Morelia-Michoacán-México)

ELEGÍA DE LA AUSENCIA

hay en toda ausencia
un gemido oscuro de los relojes
el silencio oblicuo de las canteras
la calle abandonada en una jaula de huellas

en la ausencia
se amotinan las sombras contra la ventana
el claroscuro mete su grito entre sábanas
y los nudos jadean el poder del silencio

y el péndulo diciendo
cómo los sueños
son los candados para el alma

CARLOS LUIS IBÁÑEZ TORRES
(Pamplona-Colombia)

LO COTIDIANO

Alzo los ojos,
no hay nada, silencio sobre
la rama sobre la rama quebrada
Octavio Paz

Las palabras vanas
que llueven sobre el cuerpo
van empapando el alma
hasta hacer de la vida una zanja
donde se empoza la realidad.
Y cuando el silencio nos saca a flote,
el aguacero de los años
nos lava con la muerte.

ELVIRA ALEJANDRA QUINTEROS
(Cali-Colombia)

La llegada de la noche
A solas espero la llegada de la noche. Espero que sea oscura y se me entregue sin devolverme las preguntas, sin dejarme aterrada como el día.

El horizonte se agita por encima de los techos instaurando sus banderas
—Gritos nuevos de cada tarde, agonizantes pájaros perdidos sobre las altas torres—.
Como ellos añoro el abrigo tanto como el vuelo
Y al filo del sol
Estiro las alas cuando contemplo el abismo donde nacen al igual que el canto las palabras
Merced a los vientos que vuelven otra vez con la misma pregunta.

Tras de mí adivino el silencio al que se van entregando los recintos
Esa manera de estar quietos esperando la nada, nutriéndose con la polvorienta máscara, defendiéndose del hastío.

Tras de mí el tiempo asesina con envidiable dulzura el esplendor de los espejos, y enciende faros donde van a estrellarse los murciélagos
Andenes donde el frío extravía los pasos y los besos
Campanas que anuncian misas y jolgorios dispersos

Tras de mí el tiempo enciende una tras otra débiles bombillas en uno y otro cuchitril sobre la estridente voz de las polillas de los sótanos.
Tras de mí los rincones y las cosas son una misma masa que susurra a mis espaldas, golpeando en mi hombro como un viejo amigo.

Yo voy desanudando pensamientos
Restaurando las huellas que el silencio ha dejado una y otra vez bajo el incontenible carrusel de las palabras
Y como al vuelo
Como al abrigo
Amo las paredes vacías donde el recuerdo dibuja antiguas sombras
Donde el sueño inventa sueños que no conoce todavía.

Afuera el mundo repite la luna de hace veintiocho noches rumbo al centro de la oscuridad donde nacen todos los presagios.
Una mujer enciende veladoras lanzando abecedarios sin rima, moralejas que le dejó la tarde en el umbral de la sonrisa.

La noche me cuenta que no han muerto mis fantasmas
Aún recorren los lugares del cuarto y me saludan desde un vidrio
Se posan en las lámparas y conversan entre ellos
Aún les temo.

LILIAN VIACAVA
(Montevideo-Uruguay)

ALTIVA FRENTE AL MAR   

De tantas cosas que tuve,
andando de rodillas por el mundo,
aquí, desnudo,
no tengo más que el duro mediodía
del mar, y una campana
EL MAR Jorge Luis Borges

De tantas cosas que tuve
son muchas las que perduran,
otras se las llevó el mar
en tiernas noches de luna…

Noches de besos y embrujos
traicioneros como espadas
que se clavan en mi esencia
donde mora la añoranza…

Triunfante  ante el infortunio
andando de rodillas por el mundo
augusta ¡con la frente en alto!
Me mantengo firme delante del vulgo.

Sobre el mar  se escribe la historia
de caracolas que traen los cantos
de las profundidades en que la memoria
nos trae las noches que nos adoramos…

Aquí desnudo en el destello de los años
que  fueron pasando raudos…
¡No tengo mas que el duro mediodía!
En que sigo llorando desengaños.

Y sigo evocando los sonidos
del mar y una campana
los que entonan los recuerdos míos
mientras mi frente permanece en alto.



PÁGINA 25 – CUENTO

EDUARDO FRANCISCO COIRO
(Temperley-Buenos Aires-Argentina)

EL TÍO EN SU NUBE

Una nube de polvillo por el aire de la habitación. Esa era la imagen más antigua que el hombre -que entonces era un niño- tenía de su tío.
Su tío había salido de darse una ducha. Había colocado una toalla sobre la cama y se había sentado a rociar de talco sus genitales. Sacudía el envase cilíndrico con una energía demencial dejando al aire una nube de polvo que no deja de expandirse en el recuerdo.

La pensión se llamaba "La Esperanza" y su tío con las bolas bien revestidas en talco estrenaba a sus 40 años una nueva soltería.  Esa noche iba al club Sportivo Alsina, donde actuabanSandro y Los de Fuego; porque las mujeres de Lanús “son mucho más que un fuego”, apenas dicho esto no paró de reír con su risa contagiosa de la genialidad de su ocurrencia.


Años después su tío repetirá una y otra vez la historia de como llegó a esa pensión sólo con lo puesto: Al volver de su trabajo en la fábrica encontró a su primera mujer en la cama con un tipo arriba “entrando y saliendo… entrando y saliendo”. No lo vieron, volvió sigiloso sobre sus pasos llevándose el juego de llaves que ella había dejado sobre el bargueño. Entonces echo llave a la puerta de calle para que se queden allí encerrados para siempre o tengan que saltar el tapial del fondo y salir de manera indecorosa por la casa del vecino.

El tío tenía esa especie de desapego, no le importo nada de lo que había en su casa, si su mujer no sería más su mujer no quiso llevarse ni un par de medias.

A lo largo de los años aquella imagen iba a permanecer como un interrogante a descifrar. Un tío despreocupado y alegre, rociando de talco sus testículos para salir a buscar una nueva mujer a pocos días de haber perdido hasta sus ropas.



Como lo demostró obstinadamente una y otra vez en su larga vida, no quería estar solo. Su tío necesitaba una mujer o la ilusión de una mujer para vivir.



PÁGINA 26 – ENSAYO

SUSANA LANG
(La Garma-Buenos Aires-Argentina)

LA POESÍA ¿SE CORRIGE?

«El que un hombre sea o no un gran poeta, dijo EZRA POUND, escapa a su dominio; acaso su calidad de poeta provenga del rayo del cielo, del ‘fuego de los dioses’, o como quiera uno llamarlo. Pero el instrumento que ha de registrar ese rayo está a su cargo; es culpa suya si no resulta un buen artista y, más aún, un artista impecable.»
Es cierto que todo poema aspira a ser una entidad que se baste a sí misma, pero El escritor es para el poema un operador de la lengua. Entonces ¿qué es lo que puede hacer? Puede hacer que los significados se disparen en múltiples direcciones transformando al texto en expresión polifónica, puede hacer que El verdadero contenido pase a ser la tensión entre las fuerzas formales que dislocan la correspondencia entre el signo y lo designado; puede buscar un lenguaje sin objeto comunicante o bien, como dijo Diderot “ trabajar un habla emblemática, un tejido Jeroglífico donde las fuerzas sonoras impresionan más profundamente que las ideas.
Todo esto lleva a una ampliación del concepto de la belleza del poema. De esta manera cambia el «nombrar» de las cosas; y el lenguaje pasa a provocar, a subyugar al objeto haciéndolo único e irrepetible.
Góngora fue el primero en descubrir que la creación no se debía medir con la realidad sino consigo misma, de ahí el énfasis puesto en la fuerza transformadora que crea imágenes con valor de mito. Esta fuerza transformadora es la que dio en llamar «fantasía metafórica». La diferencia respecto a toda lírica anterior es que el equilibrio entre contenido y modo de expresión se rompe para dar la técnica su máximo poder quitándoselo a las musas.
Fácil sería demostrar la afirmación de Benn «La inspiración no guía sino que desorienta si pensáramos que toda creación poética nace o debería nacer de un profundo silencio... De no ser así todo ese juego de libertades formales se transformaría en un completo caos. Es por eso que a los poetas, sobre todo después de Mallarmé, les gusta hablar de álgebra, de laboratorio de operaciones. El poeta de este siglo es un pensador. Eliot ya veía en el acto poético un trabajo de precisión que lleva consigo obligaciones parecidas a la construcción de una máquina o el torneado de la pata de una mesa. Y Para Valery escribir poesía equivalía a ensayar las combinaciones entre zonas de significados intercambiable y de distintos efectos sonoros hasta hallar aquella única combinación que posee la imprescindibilidad de una fórmula matemática.
En dos palabras: es el LENGUAJE elevado a su máxima expresión la piedra fundamental de la poesía contemporánea. A veces Un lenguaje desnudo, sin poder comunicante... que encuentra al poeta y con él se debate porque sólo el lenguaje puede salvarlo. Un lenguaje que ha de diferenciarse de la prosa y digno de personas capaces de entenderlo”. Y es La existencia de este lenguaje único, razón por demás valedera para luchar con garras y dientes a fin de no ser devorados por la amorfa mediocridad imperante en estas décadas.
Pero los poetas estamos solos, ensordecidos frente a las enorme garganta informativa de radios, periódicos y video clips, saturados de color, imágenes y asombro ante las pantallas de video, mudos frente al bullicio de la ciudad y hartos de impaciencia _una impaciencia tal que nos impide gozar del silencio imprescindible para poder comulgar con un poema.
Tal vez sea por esta falta de ojos y oídos que este lenguaje sea aun rotulado de críptico o ilógico, cargados de rupturas e incongruencias.
Tampoco creo como en el caso de Freud, que la poesía sea fruto del fluir de “oscuras visiones primigenias” para las que el poeta es un médium (teoría que dejó profundas secuelas en los surrealistas. El poeta debe poner orden al caos inspirador elaborando, relacionando, construyendo.
Muchas veces nos ponen como contrapartida a los poetas malditos, seres atormentados, consumidos por el Opio, el alcohol, la locura y las pasiones. Es cierto que nos legaron una obra escrita con las entrañas pero en el otro extremo estaba el talento lacerado y brillante, la genialidad. ¿Somos nosotros geniales? En nuestro país el coletazo de ese huracán que fueron los poetas malditos hizo sus estragos respectivos en algunas generaciones de poetas y escritores... Así muchos se lanzaron a la noche. Algunos con talento, otros con mucho caradurismo y excelente hígado se etiquetaron como poetas Pero ojo: A pesar de todo, este poeta maldito es preferible a muchos otros poetas potables, ganadores de premios, que no cometen faltas ni excesos de ningún tipo.... para quienes la poesía actual sigue siendo rara y oscura, para ellos la poesía está en arcaicos poemas de sílabas contadas o en el poema prolijito y de autoayuda. Eso tampoco sirve
Entonces ¿qué hacer?
A escribir se aprende escribiendo y, sobre todo, leyendo, viendo procedimientos de otros poetas, para ir descubriendo los propios.
De las cartas de Flaubert A Louise Colet.1852. leo (...) Llevo siete días en estas correcciones, tengo los nervios de punta, me apresuro y habría que hacer esto lentamente; descubrir en todas las frases ,palabras que cambiar, consonancias que eliminar, etc., es un trabajo árido, largo y en el fondo humillante . A ti no te llevaré nada; no te enseñaré ni una línea hasta que esté completamente terminado, por muchas ganas que tenga de hacer lo contrario (...)
Soy como un hombre que tocara el piano con balas de plomo en cada falange. Pero cuando haga dedos, quizá resulte algo bueno. Creo que lo que hacemos no es para nosotros, sino para los demás; el arte no tiene nada que ver con el artista ni con lo que siente. La pasión no hace versos y cuanto más personal sea más floja será. No juzgues mi rigidez. Nada se consigue sin esfuerzo. Todo tiene su sacrificio. La perla es una enfermedad de la ostra y el estilo quizá el derrame de un dolor más profundo. . ¡No!, «no toda mi felicidad está en mi trabajo, y planeo poco en alas de la inspiración». Al contrario Mi trabajo es mi tormento, me rasco hasta hacerme sangre. Esta voluntad que me llena no impide los desánimos ni los cansancios.
Me pregunto ¿tenemos nosotros esa voluntad? Acaso sin ella podríamos llegar aunque más no sea al tobillo de Flaubert?

Ah, pero me hablás de un narrador…. Dirán Uds. Bueno Vayamos en busca de un poeta: el gran poeta francés Paul Valéry dijo que el estado de inspiración no es el estado conveniente para escribir un poema Y lo mismo, García Lorca quien expresó:
El poeta que va a hacer un poema (lo sé por experiencia propia) tiene la sensación vaga de que va a una cacería nocturna en un bosque lejanísimo. Un miedo inexplicable rumorea en el corazón. Para serenarse, siempre es conveniente beber un vaso de agua fresca
Hay que salir. Y este es el momento peligroso para el poeta. El poeta debe llevar un plano de los sitios que va a recorrer y debe estar sereno frente a las mil bellezas y las mil fealdades disfrazadas de belleza que han de pasar ante sus ojos. El poeta debe ir a su cacería limpio y sereno Debe tapar sus oídos como Ulises frente a las sirenas, y debe lanzar sus flechas sobre las metáforas falsas y mantenerse firme contra los espejismos sin orden o ni belleza... que le irán sin duda acompañando. Haya veces que tendrá que dar grandes gritos en la soledad poética para ahuyentar los espíritus fáciles que quieren llevarnos a los halagos populares. Momento peligroso si el poeta se entrega, porque como lo haga, no podrá nunca levantar su obra. . El estado de inspiración es un estado de recogimiento, pero no de dinamismo creador. Hay que reposar la visión del concepto para que se clarifique. No creo que ningún gran artista trabaje en estado de fiebre... La inspiración da la imagen, pero no el vestido. Y para vestirla hay que observar ecuánimemente y sin apasionamiento peligroso la calidad y sonoridad de la palabra...
De una forma mucho más simple el alemán Benn de alguna manera lo resume con esta frase: Enfrentarse a un poema es para el autor como domar un león. Yo me pregunto ¿quienes están dispuestos a asumir ese riesgo? A asumir que no somos tan perfectos, que lo que sentimos es importante para nosotros pero no lo es para el poema como obra de arte,… asumir que hay que tirar mucho… ¿Cuántas fotos les salen bien de un rollo de 36? Cuántas deben descartar’ ¿de los últimos 36 poemas escritos ¿Cuántos descartaron? ¡Seamos francos! Tenemos un amor desmesurado hacia nosotros mismos y muy poco amor y muy poco respeto hacia la palabra o la poesía.
Edgar Bayley bien dijo La poesía no es lamento, confidencia, no es lo que a mí me pasa o les pasa a los Otros. Todo eso son materiales posibles -no los únicos- para la experiencia de la poesía.
En la mera inspiración –refuerza Marcelo Di Marco, que muchos endiosan- la imaginación se parece a la correntada de un río: a veces será más o menos caudalosa, pero siempre traerá en sus aguas tanto oro como desechos. Y aquí interviene la fábrica del poeta. En ésta, la segunda etapa, aparecen todos los trucos, las herramientas y los procedimientos que nos permiten ejercer cierto control sobre nosotros mismos para poder dedicarnos de lleno al poema, dentro de su territorio que es el lenguaje.

Pero eso tiene remedio LA POESÍA SE CORRIGE. Tomando no sólo los consejos de Marcelo Di Marco, sino todos los que pude hallar en libros, manuales, revistas, charlas... más mi experiencia personal pude armar este «coktel». ¿Qué es lo que tendríamos que hacer?
• Volcar las cosas como son, sin pensar…. escribir con el pellejo, con el corazón pero después … Ya que somos capaces de Mirar el mundo de una manera diferente , tomarnos el trabajo de decirlo de una manera diferente
• Lo importante no es lo que está dicho sino cómo está dicho. No hay grandes temas como no hay temas pequeños. El poeta español Pedro Salinas consideraba, por ejemplo «premisa indispensable mantenerse lo más alejado posible de objetos y temas ya que sólo así el movimiento creador del lenguaje podía desenvolverse». Pero si queremos hacer caso a Dylan Thomas : habría que usar mucho detalle en lo temas nimios y tratar con muchísima sobriedad y muy pocas palabras los grandes temas
• ¿Y el YO? ¿Realmente creen que somos tan importantes? Para escribir poesía hay que atravesar la realidad. Tal vez usarnos como excusa pero el lector de poesía busca en nuestros libros: poemas, palabras ¡No nuestra biografía! …Es cierto algunos lo hacen, pero a esos es mejor perderlos por el camino o sugerirles que compren la Hola o se dediquen a la psicología. Nosotros los poetas somos trabajadores de la palabra, no streapers a los que nos encanta mostrar la cruda desnudez de nuestras almas. …. Ya sé que hay quienes lo hacen…yo les pregunto ¿son poetas?
• Ser uno mismo y dar por tierra lo preconcebido, esa forma culturosa que nos metieron el la cabeza en la escuela. No existe una manera CORRECTA de escribir un poema. Existe una manera única y es tarea del poeta DESCUBRIRLA, ELABORARLA con responsabilidad para que pueda ser lo que pedía Joyce: la configuración .de lo intelectual y de lo emocional con un fin estético. Pero sobre todo la poesía es un acto de conocimiento, de búsqueda interna, de contemplación, de indagación profunda Lejos está de versitos para la feliz quinceañera o el homenaje al empleado fiel ¡Eso es prosa versificada! ¡Eso es prostituir la poesía!
• Evitar el lugar común, adjetivos que no dan vida (pensar en adjetivos insólitos o en aquellos que aporten algo que el lector no sabe o no imagina… ¿qué sentido tiene poner noche oscura o luna plateada?) Hay que suprimir perífrasis rebuscadas, repeticiones conceptos redundantes, palabras con «prestigio poético» (por ejemplo: aurora, luna, pétalo, nieve, niña, crepúsculo, rocío, etc.
• Procurar síntesis o sea : suprimir, podar, podar, podar, podar
• Tener siempre en cuenta el contexto
• Buscar un remate acabado pero no “moño” , ni explicación , ni moraleja
• Releer en voz alta para Atender a la música del poema, ¿hay rimas internas?, cacofonías, ¿faltan o sobran sílabas (aún sin contarlas, no estamos hablando de métrica sino del aspecto rítmico del poema
• Revisar La puntuación ¿usaremos la tradicional o nos desprenderemos de ella? Si es así demos a leer el poema a otro para ver si la disposición espacial ayuda para que el otro lo lea como yo quiero escucharlo Pensemos ¿por qué bajar este o aquel verso? Por qué darle + o – espaciado ¿tomaremos elementos de la concreta? ¿Cuál será su lugar en la página? ¿con qué tipografía? ¿Y las mayúsculas?
• Aprovechar las posibilidades que ofrece el título como parte integrante del poema para que Invite a la lectura y le agregue algo
• Enriquecer el texto utilizando los recursos estilísticos… para eso están
• Forzar al lenguaje a ir más allá, más allá, más allá, más allá, hasta que pueda decir lo indecible, comunicar lo incomunicable, ESA ES LA ESENCIA DE LA POESÍA
Y reconocer que no somos perfectos, por lo tanto no lo es tampoco nuestra obra. Podemos equivocarnos, podemos cometer errores y PODEMOS CORREGIRLOS


Me pregunto: ¿Podremos redimirnos gracias a la voluntad de ser mejores? Particularmente coincido con lo que afirmó en una oportunidad Ezra Pound: es una vergüenza que la obra de un hombre no muestre un progreso creciente y una mayor perfección de principio a fin, porque la maestría en el arte es obra de toda una vida.


PÁGINA 27 – CUENTO

 PATRICIA SUÁREZ
(Barracas-Buenos Aires-Argentina)

EL ARCA DE NOÉ

La historia más linda de la Biblia ilustrada para niños que me lee mi madre es la de Noé. Tengo cuatro, cinco años, tal vez y ella me lee. Después ya no me leerá más, porque viene al mundo mi hermana y mi madre está muy cansada. Mientras tanto, estoy echada en la cama con un piyama de payasitos y ella va un poco leyendo y un poco contando. Porque las madres leen así, sacando los ojos de las líneas impresas para mirar los de sus hijos y ahí, en general, es cuando se hace el lío.
Noé es un tipo fantástico. Dios le habló y le dijo que tenía un ataque de rabia, porque los hombres no son como El quiere que sean y además son todos unos ingratos que ni siquiera le dan los buenos días. Por eso, Dios va a provocar un diluvio universal. Una lluvia que no cese, como sucede a veces en febrero y yo lo veré desde la barranca del Paraná a los once o doce años, la lluvia y un caudal de río inmenso, cargado de camalotes y a veces, en los camalotales, trae animales vivos o muertos del norte, donde empezó la crecida. Una vez, llegó un tigre encima de los camalotes. Otra vez un lagarto. Y dicen, que una vez una señora desmayada o muerta, con los hijitos. Acá a Dios no le tiembla el pulso para inundar la tierra y si no fuera porque es bueno creer en Dios, según mi madre, pensaríamos que Dios es malo. Le sugiere a Noé que construya un Arca, para navegar por la tierra inundada. Le dice Arca y no Barca, ¿por qué Dios no le dice barca si es para navegar sobre las aguas? ¿Se saltea una letra? ¿Habla Dios, como dice mi madre que habla mi tía, con una papa en la boca?
Noé, ni lerdo ni perezoso, fabrica un arca - y "éste es un cuento cierto", aclara ella, "porque el Arca quedó estacionada en el Monte Ararat, en Armenia, de donde es el marido de tu tía"- y mete a todos los animales del planeta de a dos en dos para salvarlos. Los hijos ayudan a Noé en la tarea, a regañadientes, porque eran un poco haraganes. Se llamaban Sem, Cam y Jafet, y Jafet era negro y hacía renegar mucho a Noé. No era chistoso, lo hacía renegar siempre. Y un día Noé se enoja tanto con Jafet que le echa una maldición. Una maldición es cuando le deseás lo peor a una persona y se lo decís a los gritos o apretando los dientes, explica mi madre, y tenés toda la intención de que se cumpla. Asiento y así me entero qué es una maldición. Noé le dice a su hijo Jafet: "A vos y a todos tus hijos les va a ir mal en la vida, y todos tus hijos van a ser negros".
Acá mi madre y yo hacemos silencio.
Pero mientras hacemos silencio, Noé y sus hijos siguen cargando animales en el Arca. Dos elefantes, dos rinocerontes, macho y hembra, dos leones, dos papagayos, dos hámsters (esos ratones de Siria que no me dejan tener), dos perros pekineses como los de la vecina del 2do piso que se queja cuando bailo el twist. Yo pienso que eso debe ser una asquerosidad. Mi madre, que no me deja tener ni una mascota en casa, porque dice que ensucian, no puede estar de acuerdo con la idea de Noé. ¿Quién limpiaba la Barca?
La esposa de Noé y las esposas de los hijos.
Jafet, será el padre de los negros africanos, explica ella, y Sem el padre de los semitas, es decir, los judíos. Porque nosotros somos judíos, aunque mi madre no me lo quiere admitir porque está peleada con su padre, mi abuelo. Cuando lo admita, habrán pasado veinte años. Y Cam, será el antecesor de los camitas.
¿Quiénes son los camitas?
No tiene ni idea de quiénes vienen a ser lo camitas y apretada por mí contesta:
Bueno, los alemanes deben ser.
¿La esposa del hijo negro era negra también?
No, era blanca, pero se volvió negra después, contesta mi madre al cabo de unos segundos. Es que la negrura se contagia a veces. Pero en la Biblia se refiere a la maldad, dice poco convencida. Más adelante, a los seis, los siete años, cuando vaya a la escuela, tendré una compañera negra: su nombre es Luz Marina, usa anteojos gruesos y andando el tiempo se convertirá en dibujante. Pero es negra, por eso conservaré en el aula y en los recreos la distancia física, por miedo a que se me pegue el color de la piel. Parece que si uno es negro, en la Argentina no lo pasa muy bien. Por eso hay tan pocos negros en la Argentina, porque lo pasan mal. Mi padre dice que lo de la Libertad de Vientres de la Asamblea del Año 13 es un poco otro cuento, porque por más que eran libres nadie les daba trabajo, y si no trabajaban, no comían. Así que se conchababan en el ejército y los mandaron a todos los negros argentinos a la Guerra del Paraguay, como carne de cañón. Cuando entiendo eso tengo doce, trece años, y mi padre es sabelotodo de la familia, mi padre sabe tanto como Dios.
El único negro rico, es el Rey Mago Baltazar. Hasta los parientes judíos de mi madre le rinden culto, porque le hicieron una promesa: que cure la pierna enferma de la esposa correntina de mi tío judío y como se la curó, hacen fiestas y bailes todos los 6 de enero, en el campo, en un lugar que se llama Oliveros y donde hay además un manicomio grande como una ciudad.
Noé y su familia navegan mucho tiempo y la tierra, todo, los árboles, los sicomoros - en la Biblia ilustrada aparece la palabra sicomoro- , todo perece bajo el agua. Pasan muchos días y la comida empieza a escasear en el Arca; Noé está muy preocupado. Las fieras pueden comerse a los animales inocentes en un ataque de hambre y los inocentes pueden picotearse entre sí, arrancarse las plumas de desesperación; esas cosas que provocan los ataques de hambre. Noé tiene una idea: por un ojo de buey manda a volar a un cuervo. Le dice: Vuelve con buenas noticias, de sitios adonde haya bajado el agua y podamos anclar. El cuervo se marcha y no regresa jamás.
Estaba harto del Arca.
El cuervo se marcha y no regresa jamás. Por aquel tiempo el cuervo era blanco. Pero como no volvió a traer noticias, Noé montó en cólera y lo maldijo para que se convierta en negro. Por eso el cuervo es negro hasta el día de hoy.
Era la única maldición que le salía bien.
Después, envió una paloma. La paloma también era muy blanca y espumosa. Voló, voló y al tiempo volvió con una ramita de hierbabuena en el pico. Había encontrado tierra.
La paloma continuó siendo blanca.
Dios, reconciliado con el hombre, extendió en el cielo su arco iris, en señal de paz.
Noé bajó en el Monte Ararat y así se repobló la tierra. Con los hijos de los hijos de Sem, Cam y Jafet.
Mi madre cierra el libro y está por darme un beso en la frente.
¿Dios no se arrepintió? ¿Hizo semejante daño y no se arrepintió?
No, responde ella.
Noé lo habrá maldecido también.
Noé lo amaba porque era Dios.
Pero lo habrá maldecido también. Lo hizo pasar por estúpido.
Era un mandato de Dios que construyera el Arca y Noé debía obedecerlo.
Lo habrá maldecido, seguro que sí. Y seguro que ahora Dios es negro.
Mi madre se marcha.
Le grito desde mi cuarto:
¡Dios es negro, mamá! Date cuenta: ¡es negro!



PÁGINA 28 – CUENTO

JAVIER ÚBEDA IBÁÑEZ
(Zaragoza-España)

TARDE DE LLUVIA


Llovía, desesperadamente. Caían cantos de un cielo negro que rugía estrepitosamente. El ruido era ensordecedor. La calle, agotada de tanta agua, estaba desierta. Yo no llevaba paraguas, ya que antes de salir de casa el sol lucía de manera cegadora. Tenía una cita, que acababa de ser anulada mediante un escueto mensaje en el móvil: “Lo siento, lo dejamos para otro día. Te llamo”.
Me cobijé debajo de un portal durante una larga y eterna hora. El agua descendía cada vez con más rabia, chocaba contra el suelo como castigándolo. Las gotas de lluvia parecían cuchillos afilados. Me daba miedo salir y que se me clavara una. ¿Qué estará pasando por ahí arriba, para que se desencadenara una tormenta así?, pensé.
Desde mi refugio podía ver la panorámica de los edificios, las luces de las ventanas, a la gente resguardada en su casa, tranquila. Apenas pasaban coches. Estaba completamente empapada y tenía frío. Comencé a tiritar. “Deja pensar y actúa”, me dije. La lluvia no tenía intención de cesar. “Actúa, actúa…”, me repetí para mí misma, y entonces empecé a correr, sorteando la impetuosidad de la tormenta como podía. Me metí en el primer bar abierto que vi.
Me quedé quieta en la entrada, observándolo todo. No sabía qué hacer, hacia dónde dirigirme. Desde la barra, un hombre bastante alto, robusto, de unos cincuenta años, de labios densos y bigote cuidado me escudriñaba con interés. Yo seguía quieta. Levanté primero una pierna, luego la otra. Sí, me podía mover, no me había quedado pegada. El hombre, tras la barra del bar, seguía estudiándome con unos ojos de un azul muy intenso, casi eléctrico. Cada vez que fijaba en mí su mirada me volcaba un pedazo de mar encima. Si en esos momentos hubiera sobrevolado una gaviota por encima de su afeitada cabeza, me hubiera sentado a escuchar el murmullo de las olas al chocar entre sí. Con una voz suave, que no se correspondía con su envergadura corporal, se dirigió a mí:
-¡Menuda lluvia! ¡Le ha caído la mitad a usted encima!
-Sí -asentí resignada.
-Pase, pase y séquese, se va a enfriar. En el lavabo tiene usted un secador. Eso hice: pasé y me sequé.
-¿Me pone un café con leche bien calentito, por favor? –pedí nada más haberme secado.
-Enseguida. Siéntese, que ahora se lo llevo a su mesa.
-Gracias.
Apenas me había fijado en el interior del bar. Eché un rápido vistazo; la decoración era realmente acogedora. Se trataba de una sala bastante amplia, en la que predominaban el blanco y el verde. En blanco, los sillones; en verde las mesas. Se asemejaba a un salón de cualquier casa. De una de las paredes colgaba una exposición de fotografías; y en la misma pared, justo encima de las mesas, podíamos ver imitaciones de famosos cuadros de arte contemporáneo.
La luz, perfectamente distribuida por toda la sala, completaba ese ambiente familiar. En una de las esquinas descansaba un espléndido piano, y a su lado, un pequeño escenario. Como sonámbula me dirigí hacia el piano. Me senté y me puse a tocar. Unos aplausos me hicieron reaccionar.
-Ha parado de llover -me dijo esa voz que era suave como la seda.
Me giré, lo vi y me enamoré al instante. Sin mediar palabras -no hacían falta-, se acercó y me besó.


Ha pasado ya una década de aquella tarde de lluvia. Todos los años celebramos nuestro aniversario en su bar, llueva o no.


PÁGINA 29 – POESÍA EUROPEA

ISABEL REZMO
(Úbeda-España)

ALEJAMIENTO


Aleja el vaho en su sonido,
inmensamente torpe como la vida 
en su ramaje, en su placidez de escarcha.
Se aleja entre mares rocosos,
entre la frialdad de una pestaña,
y en el cuerpo inerte de las rosas,
deja un sendero de roces.
Cuerpo...cuerpo, ronquido superfluo
entre las notas y las dunas.
El mar se está callando en los sonidos
y el alma es un álbum de cromos
donde luchar los segundos.
Entre azul lo pones
y en el rojo lo quitas.
¡Ay el alma como se agita
en el frasco de formol
de las olas!
y la muchacha duerme en paralelo
a la meditación, o la piel.
Suspiros en torpes azucenas
y la violación es un hecho consumado de las batallas.

SERGIO BORAO LLOP
(Zaragoza-España)

CANTAMOS

Sostendré esta canción hasta que la verdad
me derrote y me cierre los labios.
"Cantores" Gabriel Sopeña

Cantamos porque la vida lo precisa.
Porque al mágico influjo de la música
las piedras del camino devienen girasoles,
porque al cantar se cauterizan las heridas
y nace entre las manos una espiga
que eleva su estatura hacia el sonido
que fluye interminable, que germina
y se expande como un polen de promesas
por la extensión sin límite del cielo.

Cantamos porque el canto es necesario.
Porque en alguna parte, alguien que sufre,
necesita los versos, las notas que tañemos,
los acordes que inventa nuestra lira.

(Pésimo conversador es el silencio,
hay que romper su círculo encantado
y lanzar hacia el viento las palabras
como un cauce perpetuo que no tiembla
ante el rugido atronador de sus sicarios)

Cantamos nuestra dicha y nuestra pena,
el pan que nuestras bocas alimenta
y el vino que nos roba la consciencia.

El canto es una lucha que no ceja,
una herramienta contra las cadenas,
un estandarte imprescindible, una luz plena
que no apagan las noches de derrota
ni el severo fluir de lágrimas doradas.

Mi canto es una bandera de horizontes,
una hoguera de manos enlazadas,
un coro de palomas que despiertan.

TANIA LIBERTAD
(Elche-España)

Pasa así fácil.
Como la luz que llena mis vacíos
dejando tu olor en mi cuello,
en mis segundos.
Ven y acuéstate en mi cama,
languidece en mi pecado
yo te absolveré de los tuyos.
Ultrajemos las virginidades y las cofradías.

Seamos pirronistas
y no creamos más en las palabras
que dictan las carnes.

Para ser mar y fuego
bendecido por mis labios,
tierra y aire acariciado por tus manos.

Juntarnos y ser uno.
Por encima de los racional
cegados por el rol animal
que nos ha tocado ser hoy,
limpios como la infidelidad
cuando fingimos ser esto y mas.
Vos para mi.
Yo para vos.
falacias adoradas por ambos
tatuando los nombres en las cobijas.

Para regresar con los pies descalzos
sobre el barro tibio de las almohadas.
Para respirarnos
y recitar juntos la misma canción.
Yacer juntos en los mismos minutos,
entregarnos con cada bocado
mientras aplacamos el frío.
El calor.

Y reírnos de lo que pudimos haber sido,
el árbol que crece, los frutos,
la lluvia. Las flores.
Todo y nada.

Vuelve a la cama,
te invoco nuevamente
aprovechémonos del capricho pernicioso
de tenernos palpables y visibles.

Pasa así, fácil.
Entra en mi cuerpo, mi casa.
Mansión irresoluble de la melancolía
y de la euforia.
Pasa.
Que ya todo esta listo
para que nuestro jardín crezca.

SILVIA CUEVAS-MORALES
(Madrid-España)

Intuías que todo sería un desastre
pero te arrojaste al vacío de sus brazos,
y te perdiste en el sabor de sus besos.
Al poco tiempo comenzaron las burlas
pero no le hiciste caso,
era que no comprendías
su sofisticado “humor negro”.
Luego las críticas a tus amigas
a las que cada vez fuiste viendo menos.
Tampoco soportaba a tus padres,
ni a tus hermanos ni a tus abuelos.
Si antes te decía que eras linda
ahora no le gustaba lo que llevabas puesto.
Si te retrasabas en llegar a casa
se transformaba con los celos.
Cada día temías un desencuentro,
tu hogar se convirtió en jaula
y él, tan encantador de puertas afuera,
se convirtió en tu carcelero.
Cuando por fin te armaste de valor
fue demasiado tarde.
Siete cuchilladas
impidieron tu vuelo.

EUGÉNIO DE SÁ
(Lisboa-Portugal)

PESCADOR DE PORTUGAL 

Que faina a tua, bravo pescador!
À rudeza dos sois e do suor,
Quando te banha o rosto a luz da lua,
Mostram-te, em cada ruga, essa nobreza
De quem sofre na vida mais vileza
Que a braveza do mar, bárbara e crua.

Que cruz a tua, triste pescador!
Que regras te impuseram o estertor
Num ‘mercado’ melhor, só para alguns?
Esqueceram-te os esforços e os riscos
Aqueles que ora te acenam com os iscos
De uns miseráveis euros, dos ‘comuns’.

Que dor a tua, pobre pescador!
Que farás dessa alma e desse amor
Ao deixares esse mar de Portugal?
Não te deixes morrer de inanição
Como morreu a tua embarcação
Não deixes que te façam tanto mal!

¡Que faena la tuya, valiente pescador!
En la rudeza de los soles y el sudor,
cuando bañe tu rostro la luz de la luna,
mostrando en cada arruga, esta nobleza
de quien sufre en la vida más vileza
que la braveza del mar, bárbara y cruda.

¡Qué cruz la tuya, triste pescador!
¡Qué reglas te impusieron! estertor
de un mercado mejor, solo para algunos
olvidados los esfuerzos y los riesgos
aquellos que ahora te invitan con el cebo
de miserables euros, los “comunes”

¡Qué dolor el tuyo, pobre pescador!
¿Qué harás con esta alma y este amor?
¿Te apartarás del mar de Portugal?

No te dejes morir de inanición
como murió tu propia embarcación
No permitas que te hagan tanto mal



PÁGINA 30 – CUENTO INOLVIDABLE

MARIO BENEDETTI
Uruguay: 1920-2009

A IMAGEN Y SEMEJANZA

Era la última hormiga de la caravana, y no pudo seguir la ruta de sus compañeras. Un terrón de azúcar había resbalado desde lo alto, quebrándose en varios terroncitos. Uno de éstos le interceptaba el paso. Por un instante la hormiga quedó inmóvil sobre el papel color crema. Luego, sus patitas delanteras tantearon el terrón. Retrocedió, después se detuvo. Tomando sus patas traseras como casi punto fijo de apoyo, dio una vuelta alrededor de sí misma en el sentido de las agujas de un reloj. Sólo entonces se acercó de nuevo. Las patas delanteras se estiraron, en un primer intento de alzar el azúcar, pero fracasaron. Sin embargo, el rápido movimiento hizo que el terrón quedara mejor situado para la operación de carga. Esta vez la hormiga acometió lateralmente su objetivo, alzó el terrón y lo sostuvo sobre su cabeza. Por un instante pareció vacilar, luego reinició el viaje, con un andar bastante más lento que el que traía. Sus compañeras ya estaban lejos, fuera del papel, cerca del zócalo. La hormiga se detuvo, exactamente en el punto en que la superficie por la que marchaba, cambiaba de color. Las seis patas hollaron una N mayúscula y oscura. Después de una momentánea detención, terminó por atravesarla. Ahora la superficie era otra vez clara. De pronto el terrón resbaló sobre el papel, partiéndose en dos. La hormiga hizo entonces un recorrido que incluyó una detenida inspección de ambas porciones, y eligió la mayor. Cargó con ella, y avanzó. En la ruta, hasta ese instante libre, apareció una colilla aplastada. La bordeó lentamente, y cuando reapareció al otro lado del pucho, la superficie se había vuelto nuevamente oscura porque en ese instante el tránsito de la hormiga tenía lugar sobre una A. Hubo una leve corriente de aire, como si alguien hubiera soplado. Hormiga y carga rodaron. Ahora el terrón se desarmó por completo. La hormiga cayó sobre sus patas y emprendió una enloquecida carrerita en círculo. Luego pareció tranquilizarse. Fue hacia uno de los granos de azúcar que antes había formado parte del medio terrón, pero no lo cargó. Cuando reinició su marcha no había perdido la ruta. Pasó rápidamente sobre una D oscura, y al reingresar en la zona clara, otro obstáculo la detuvo. Era un trocito de algo, un palito acaso tres veces más grande que ella misma. Retrocedió, avanzó, tanteó el palito, se quedó inmóvil durante unos segundos. Luego empezó la tarea de carga. Dos veces se resbaló el palito, pero al final quedó bien afirmado, como una suerte de mástil inclinado. Al pasar sobre el área de la segunda A oscura, el andar de la hormiga era casi triunfal. Sin embargo, no había avanzado dos centímetros por la superficie clara del papel, cuando algo o alguien movió aquella hoja y la hormiga rodó, más o menos replegada sobre sí misma. Sólo pudo reincorporarse cuando llegó a la madera del piso. A cinco centímetros estaba el palito. La hormiga avanzó hasta él, esta vez con parsimonia, como midiendo cada séxtuple paso. Así y todo, llegó hasta su objetivo, pero cuando estiraba las patas delanteras, de nuevo corrió el aire y el palito rodó hasta detenerse diez centímetros más allá, semicaído en una de las rendijas que separaban los tablones del piso. Uno de los extremos, sin embargo, emergía hacia arriba. Para la hormiga, semejante posición representó en cierto modo una facilidad, ya que pudo hacer un rodeo a fin de intentar la operación desde un ángulo más favorable. Al cabo de medio minuto, la faena estaba cumplida. La carga, otra vez alzada, estaba ahora en una posición más cercana a la estricta horizontalidad. La hormiga reinició la marcha, sin desviarse jamás de su ruta hacia el zócalo. Las otras hormigas, con sus respectivos víveres, habían desaparecido por algún invisible agujero. Sobre la madera, la hormiga avanzaba más lentamente que sobre el papel. Un nudo, bastante rugoso de la tabla, significó una demora de más de un minuto. El palito estuvo a punto de caer, pero un particular vaivén del cuerpo de la hormiga aseguró su estabilidad. Dos centímetros más y un golpe resonó. Un golpe aparentemente dado sobre el piso. Al igual que las otras, esa tabla vibró y la hormiga dio un saltito involuntario, en el curso del cual, perdió su carga. El palito quedó atravesado en el tablón contiguo. El trabajo siguiente fue cruzar la hendidura, que en ese punto era bastante profunda. La hormiga se acercó al borde, hizo un leve avance erizado de alertas, pero aún así se precipitó en aquel abismo de centímetro y medio. Le llevó varios segundos rehacerse, escalar el lado opuesto de la hendidura y reaparecer en la superficie del siguiente tablón. Ahí estaba el palito. La hormiga estuvo un rato junto a él, sin otro movimiento que un intermitente temblor en las patas delanteras. Después llevó a cabo su quinta operación de carga. El palito quedó horizontal, aunque algo oblicuo con respecto al cuerpo de la hormiga. Esta hizo un movimiento brusco y entonces la carga quedó mejor acomodada. A medio metro estaba el zócalo. La hormiga avanzó en la antigua dirección, que en ese espacio casualmente se correspondía con la veta. Ahora el paso era rápido, y el palito no parecía correr el menor riesgo de derrumbe. A dos centímetros de su meta, la hormiga se detuvo, de nuevo alertada. Entonces, de lo alto apareció un pulgar, un ancho dedo humano y concienzudamente aplastó carga y hormiga.




PÁGINA 31-CUENTO

SILVIA SCHUJER
(Buenos Aires-Argentina)

EL MONUMENTO ENCANTADO

Era verano.

Cuando llegaron a la plaza las máximas autoridades con una corona de flores para rendir homenaje “al luchador incansable”, se encontraron con que el monumento ya estaba así: encantado (encantado de estar como estaba).

-¡Oh no! -dijo el primero de la comitiva señalando el monumento con su dedo índice. Y con mirada inteligente y febril ensayó esta importante declaración: “¡Qué barbaridad!”.

Los ojos de sus acompañantes apuntaron hacia el lugar señalado por el dedo, y las bocas se abrieron sorprendidas al comprobar que: de la punta de la espada del luchador incansable colgaba un toallón, a lunares; su cabeza estaba coronada por un sombrero de paja; las orejas, tapadas por los auriculares de un walkman; y su mano de agarrar la rienda sostenía también un tubo de bronceador.

Al observar además que: las patas delanteras del caballo (del caballo del monumento al luchador incansable) tenían ojotas en vez de herraduras y en el lugar de la montura, un flotador.

Horrorizadas, las máximas autoridades depositaron la corona donde estaba previsto. Pero decidieron de inmediato tomar cartas en el asunto (cartas de truco).

Primero, entonaron el himno. Enojadísimos.

Después, uno leyó un discurso. Aburridísimo.

Y por último, llamaron al guardián de la plaza para que diera explicaciones y el muy bribón se fue al mazo.

En menos de una hora las cámaras de televisión se hicieron presentes en el lugar de los hechos y empezaron a registrar estas imágenes:

1) alrededor del monumento encantado (encantado de conocerlos y de salir en televisión) se hacía un cordón de policías y bomberos que impedían el acceso al luchador incansable montado sobre su caballo;

2) las hamacas, toboganes y trapecios de la plaza estaban totalmente vacíos mientras que chicos y grandes se amontonaban a ver;

3) conforme se acercaba el mediodía, el calor empezaba a volverse insoportable y la fuente del parque apenas tiraba agua para mojar las cabezas de los más chiquitos.

Fue entonces cuando las máximas autoridades decidieron retirarse. Porque, dijo un representante, “más vale huir derrotados pero con la corbata puesta, que frescos pero en musculosa”.

Y fue a partir de ese momento que las horas empezaron a transcurrir sin mayores novedades.

Los periodistas y camarógrafos se tiraron a esperar los acontecimientos en el pasto.

Los curiosos se acomodaron arriba y abajo de los árboles.

El guardián de la plaza se fue a dormir.

Y los policías del cordón, de uno en uno, empezaron a abanicarse con las gorras.

Hasta que llegó el turno de los bomberos.

Conocedores del fuego como sólo ellos lo eran, sintieron que sus mejillas ardían y respondieron a la alarma.

Desenrollaron las mangueras de las autobombas. Estiraron las escaleras todo lo que fue posible. Subieron con las mangueras hasta lo más alto y apuntaron con valor hacia el cielo, dispuestos a apagar el sol.

Un diluvio de agua fresca empezó a caer sobre la plaza inundando la calesita, llenando los baldes, dejando la arena lisa y lista para hacer castillos, provocando una catarata desde el tobogán y salpicando al monumento encantado (encantado de pegarse semejante baño).

Ahí fue cuando las cámaras de televisión volvieron a encenderse y registraron las siguientes imágenes:

1) los bomberos cumpliendo con el deber;
2) los policías llenando sus gorras con agua;
3) los curiosos practicando nataci0n en los charcos;
4) el guardián de la plaza rascándose la cabeza,
5) el luchador incansable riéndose a carcajadas a punto de resbalarse del caballo.

Las cosas siguieron así un buen rato. Hasta que se hizo de noche y, muertos de cansancio, cada cual volvió a su casa.

La plaza quedó hecha un desierto. Completamente vacía.

Vacía y oscura porque las máximas autoridades decidieron no encender los farolitos en señal de castigo por el jolgorio.

El monumento encantado (encantado de que las luces estuvieran apagadas para que no se llenara de bichos) se aflojó un poco de tantas tensiones.

Dio una palmadita a su caballo, le desató el rodete que tenía en la cola y cerró los ojos para dormir. Y es que, aunque cueste creerlo, hasta el luchador más incansable cada tanto necesita vacaciones.




PÁGINA 32-POESÍA

CECILIA PISOS
(Ciudad Autónoma-Buenos Aires-Argentina)

OJO DE HORMIGA


La hormiga
te obliga
a perseguir
con ojos bien bajitos
hoja y miga.
Cuando se sigue bien
su caminito,
se llega hasta la planta
y el pancito.

RUTH KAUFMAN
(Ciudad Autónoma-Buenos Aires-Argentina)

1

¿Estará el fuego escondido
bien adentro de los troncos
hasta que las chispas llegan
y lo despiertan de pronto?
¿O vendrá desde muy lejos
dando rápidas zancadas
para comerse a los leños
con sus lenguas afiladas?

MARINA COLASANTI
(Brasil)

ANTES DE VOLVERME GIGANTE

Cuando yo era chica
los corredores eran largos
las mesas altas
las camas enormes.
La cuchara no cabía
en mi boca
y el tazón de sopa
era siempre más hondo
que el hambre.
Cuando yo era chica
sólo gigantes vivían
allá en casa.
Menos mi hermano y yo
que éramos gente grande
venida de Lilliput.

ELSA BORNEMANN
(Ciudad Autónoma-Buenos Aires-Argentina)

Señorita Lluvia,
quiero conocer
en las nubes negras
su hermoso taller.
Señorita Lluvia,
¡véngame a buscar!
tras de la ventana
la voy a esperar.
Qué gotas tan lindas
sabe hacer usted...
Redondas... brillosas.,
que borran mi sed.
Gotas transparentes,
vestidas de gris...
¡Enséñeme a hacerlas!
¡Seré su aprendiz!
Señorita Lluvia,
déjeme pasar...
No tocaré nada.
Yo quiero mirar...
Ah... Me gusta verla
trabajando así...
Su abrazo mojado
regáleme a mí.
Señorita Lluvia,
toque, sea buena,
su charango de agua
que tan dulce suena.

MARIA ELENA WALSH
(Ramos Mejía-Buenos Aires-Argentina)

EL REINO DEL REVÉS

Me dijeron que en el Reino del Revés
nada el pájaro y vuela el pez,
que los gatos no hacen miau y dicen yes
porque estudian mucho inglés.

Me dijeron que en el Reino del Revés
nadie baila con los pies,
que un ladrón es vigilante y otro es juez
y que dos y dos son tres.

Me dijeron que en el Reino del Revés
cabe un oso en una nuez,
que usan barbas y bigotes los bebés
y que un año dura un mes.

Me dijeron que en el Reino del Revés
hay un perro pekinés
que se cae para arriba y una vez
no pudo bajar después.

Me dijeron que en el Reino del Revés
un señor llamado Andrés
tiene 1.530 chimpancés
que si miras no los ves.

Me dijeron que en el Reino del Revés
una araña y un ciempiés
van montados al palacio del marqués
en caballos de ajedrez.

Vamos a ver cómo es
el Reino del Revés.



PÁGINA 33-RELATO

NORMA SEGADES-MANIAS
(Santa Fe-Argentina)

HADAS DE LAS COLINAS.

En la primera edad de la esperanza convivían con elfos y dragones, mariposas y endriagos. Jugaban a esconderse entre el polen  que flota sobre las almudenas. Cuando aún no existían las campanas y no había sonidos que quebraran la magia del crepúsculo, la raza de los hombres y mujeres todavía no había sido gestada en la palabra oculta de la luz y nadie osaba pronunciar sus nombres.
Mucho tiempo después debieron refugiarse en el dominio de las nomeolvides y mudaron su pueblo debajo de la tierra. En colinas cubiertas por muscíneas y verdes trebolares. Después. Mucho después. Cuando la oscura fase de la sombra.
Los antiguos relatan que en sus feudos todo recuerdo torna en desmemoria, que retienen el tiempo para siempre en esferas sin números ni péndulos, que ni siquiera existen los cumpleaños y es siempre enero. Eternamente enero.
Cuentan que existen noches en que se abren los pórticos que miran al oeste y ellas salen danzando en largas caravanas, rodeadas por su corte de luciérnagas.
Que un temblor de narcisos y magnolias les ciñe la cintura mientras liras, oboes y laúdes estremecen la esencia de los sueños.
Si alguna vez te invitan a palacio, a compartir con ellas el banquete que da comienzo cuando raya el alba, tendrás que rechazarlo con la voz que utilizas para decir nogracias.

Porque el olvido es una urdimbre densa que impide los caminos del regreso.




PÁGINA 34-RESEÑA

MARCELA CARRANZA
(Córdoba-Argentina)

LA GÓNDOLA FANTASMA

Gianni Rodari
Ilustraciones de Federico Delicado.
Traducción de Angelina Gatell.
Madrid, Anaya, 2002. Colección Sopa de Libros.

Según señala Teresa Durán en la "Presentación" del libro,"Gianni Rodari escribió La góndola fantasma hace un montón de años —en 1953, para ser más exactos—, y la publicó en una revista infantil que se llamaba Il Pionere. Más tarde, en 1974, volvió a publicarla en otra revista: Il Giornale dei Genitori.
Mucho tiempo lleva esta obra dando tumbos, nos dice Durán, pero más aún sus personajes, ya que se trata de nada más ni nada menos que los personajes de "La Commedia dell' Arte": Pantaleone, el viejo avaro veneciano; Il Capitano Tartaglia,"caricatura del mal recuerdo que dejaron las tropas españolas por tierras italianas", el pícaro Arlecchino, la coqueta Colombina, Pulcinella, el ratero napolitano, entre otros.
Situada por el año mil seiscientos, en la ciudad de Venecia, Rodari crea una historia en torno a la liberación del hijo del Califa de Bagdad. El viejo y avaro Pantaleón ha planeado la evasión del príncipe a cambio de una suculenta recompensa, pero para llevarla a cabo requiere de los servicios del harapiento Arlequín, quien pronto descubrirá los planes del mercader.
"Dejemos, por ahora, que los dos marinos encuentren su posada, si es que pueden. Nosotros daremos un pequeño salto atrás. ¿Lo habéis dado ya? ¿Dónde estamos?"(y en el capítulo siguiente) "Estamos, señoras y señores, a bordo del Barba del Sultán, es decir, de un barco pirata, capitaneado por el famoso Alí Badaluc, una especie de gigante, lujosamente vestido a la usanza de los árabes ricos, que en este momento se encuentra sentado en la toldilla, en agradable conversación con el astrólogo Omar Bacuc".
El narrador de esta historia, a la usanza de los antiguos narradores orales, o de los presentadores de la Comedia del Arte, invita a sus lectores a abandonar una escena por otra, presentando a los nuevos personajes, conduciéndolos hacia nuevas acciones que harán avanzar la trama.
Como señala Durán, en la Comedia del Arte los personajes tienen mucha más importancia que el argumento, de allí que la Comedia suela girar en torno a un único argumento: "las peleas entre amos y criados, entre viejos y jóvenes, entre poderosos y miserables, entre sabios y zopencos".
La caracterización de estos personajes en tipos señalados por la tradición nos conduce hacia el humor. Así el avaro Pantaleón sostendrá la bolsa de monedas aún cuando se está hundiendo en el canal a punto de ahogarse; o el despiadado y traicionero pirata Alí Badaluc sólo se sentirá feliz ante el sufrimiento de sus prisioneros. En esta historia los malos son tan malos que nos causan risa, y el aristocrático hijo del Califa es tan educado que no puede abandonar la celda sin antes agradecer al carcelero las atenciones recibidas; ni aceptará jamás lograr su libertad a través del cambio por un simple mercader, considerándose digno tan sólo del campanario de San Marcos.
De un grupo de personajes a otros, de una escena a otra, la narración avanza entre peleas, enredos, secuestros y cómicas persecuciones. Finalmente todo se resuelve de manera feliz, más por intervención del azar que por las esforzadas acciones de los personajes.
Con su larguísima nariz, Pantaleón; con su traje de retazos, Arlequín y el uniforme a rayas de presidiario, Polichinela; cada uno de los personajes de la Comedia del Arte detrás de sus máscaras, aparecerá en el trazo del ilustrador Federico Delicado.
La reedición de La góndola fantasma nos invita a grandes y chicos a disfrutar una vez más de la escritura del maestro italiano Gianni Rodari, y a viajar junto con los personajes de la Comedia del Arte a la bulliciosa ciudad de Venecia del "mil seiscientos y pocos".
Recomendado a partir de los 9 años.




Todos los textos, fotografías o ilustraciones que integran el presente número son Copyright de sus respectivos propietarios, como así también, responsabilidad de los mismos las opiniones contenidas en los artículos firmados. Gaceta Literaria solamente procede a reproducirlos atento a su gestión como agente cultural interesado en valorar, difundir y promover las creaciones artísticas de sus contemporáneos.

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